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Opinión

Pedro Vicente Castro Guillen

Esto bien podría leerse como un oxímoron, porque parece que enlaza dos términos antinómicos, sobre todo si tomamos como referencia al Padre fundador de la ética occidental: Platón. Quien pensaba que nadie podía hacer el mal a sabiendas. Es decir, sólo se podía hacer el mal por ignorancia. Por eso para este pensador el Bien es el principio supremo de la ética.

Pero para entender la noción de Bien en Platón, hay que comenzar por entender que se trata de la Idea de Bien y, a su vez empezar por lo que se puede entender por Idea. Siendo ésta, aquella forma de saber que no comparece de forma temática, sino que opera como guía de orientación de lo que se hace en cuanto se hace, como contenido ideal. Traducido a la jerga actual, diríamos que el conocimiento de las ideas se asemeja por analogía a lo que conocemos más como una forma de Know-how que a una de know-that. De tal manera, que la idea no tiene la naturaleza de un contenido, sino que es más bien la mediación ideal que permite al hombre orientarse correctamente en las distintas formas de tratar con uno mismo y con el mundo.

Siguiendo este hilo de pensamiento, la función primaria para Platón de la idea de bien es la de abrir la posibilidad plena de la realización de la justicia de manera efectiva en cada caso concreto. Otra función, es la de fundar la utilidad o provecho que pueden proporcionar potencialmente todas las cosas que incluyen el actuar justo y virtuoso. Se entiende entonces la idea de bien como el criterio que ante algo supuestamente bueno permite discernir si realmente lo es o no.

Esta concepción platónica de la ética tuvo una profunda resonancia en el pensamiento filosófico moderno, como por ejemplo, en Kant (cuya ética causo la admiración de filósofos como Hegel, Schelling, Schiller, entre otros). Para quien la ley moral es la ley de nuestra existencia inteligible, es decir, de la espontaneidad y de la causalidad del sujeto como cosa en sí. La ley moral es la que permite dar realidad objetiva al concepto de libertad, legisla precisamente sobre el objeto de ese concepto. Con lo que la idea del mal queda en Kant asociada a lo patológico, en el sentido de lo determinado por la sensibilidad. Son las apetencias y la búsqueda inmediata de deseos lo que nos aparta de un ideal universal y necesario. Pero el propio Kant descubrió (horrorizado hay que decirlo) que existe un mal radical. Esto quiere decir, que la mentira y el robo son efectos sensibles, pero no por ello dejan de tener una causa inteligible. Es por ello que en la unidad originaria entre ley moral y libertad (el bien) encontramos una zona que se vuelve arbitraria donde el hombre puede optar contra la ley moral. Es decir, usamos nuestra libertad en transgresión de la ley moral para dejarnos determinar por una ley externa determinada por la sensibilidad: goce de lucro desenfrenado, el goce del asesino serial, del genocida, etc.

La gran filosofa judío-americana Hannah Arendt, se refirió al mal en un polémico escrito titulado La banalidad del mal un estudio que realizó sobre el líder nazi Adolph Eichmann, donde concluyó que lo terrible de este espécimen humano no era su carácter monstruoso sino lo normal que parecía ser. Es decir, este nazi junto a otros como Heinrich Himmler, podían enviar a millones de judíos a la muerte con el talante de un oficinista de correos (un burócrata que obedece ordenes). Esto no cabe duda escandalizó a la humanidad. Pero lo más grave es que nazis como Hermann Göring, lo hicieron con un espíritu renacentista. De aquí que lo terrible no es, y aquí lo que no vio Arendt, el que se cometan crímenes de manera banal, sino en su carácter ético, tal como Kant lo descubrió en su noción de mal radical y del cual huyó despavorido ante la posibilidad de un mal realizado con autonomía del bien y en uso de nuestra libertad.

Pero las dos Guerras Mundiales que asolaron la primera mitad del Siglo XX, extinguieron toda esperanza de que el mal radical fuera arbitrario aun en un sentido trascendental. es por ello, que Freud en el Malestar en la cultura (1930) y luego Lacan en su serie de Seminarios establecerían siguiendo el dictum de Nietzsche humano demasiado humano, que el mal sólo existe en el mundo del hombre. En la naturaleza no existe el mal en el mundo animal tampoco: no vemos gorilas realizando limpiezas étnicas y, tiburón y Sharknado son ficciones Hollywoodense. El mal esta sobredeterminado por el significante de acuerdo al descubrimiento del campo Freudiano-lacaniano: Campos de concentración, asesinatos en masa, desplazamiento forzados de poblaciones, conculcar derechos humanos y civiles consagrados en la Constitución, desconocer la crisis humanitaria de un país y un largo etc. La maldad es del sujeto porque el dasein humano es el único ser que habla.

Todo lo anterior pretende responder a una pregunta que una gran mayoría de venezolanos deben hacerse: ¿por qué la casta gobernante venezolana puede condenar a todo un país al hambre y a la miseria, al sufrimiento por mengua? No cabe duda que realizando un mal a sabiendas como lo planteado por Platón y persiguiendo fines patológicos como el lucro desmedido o el goce del poder sin límites. Pero siguiendo el hilo del pensamiento de Kant, el comportamiento de la kakistocracia que nos desgobierna esta ordenado por una voluntad dirigida al mal, una ética del mal. Por más que alguno de ellos nos parezca simplemente chabacanos, iletrados o inmorales, hay detrás de su conducta una ominosa voluntad de maldad.

Con lo cual, nunca podrán aducir ante el juicio de la historia: ni desconocimiento de la ley moral, ni obediencia a la ley positiva. Con lo cual sus acciones serán juzgadas de acuerdo con el hecho objetivo de una acción dirigida consciente y de manera artera a la causación del mal, como dirigida por una ética del mal.

Ahora nuestra tarea es que este juicio se realice lo más pronto posible y para ello debemos en obediencia a la Constitución luchar por la restitución de la Republica y la democracia.

@pedrovcastrog

 4 min


En el cúmulo de preocupaciones del venezolano y el enunciado de los problemas que padecemos siempre aparece mencionada la nota de la realidad de la violación sistemática de las leyes como característica de nuestra sociedad. Pero, a pesar de ello, permanentemente recurrimos a la demanda de nuevas normas, ya que estamos convencidos de que un nuevo instrumento legal puede resolver cualquier problema social.

En contraste con ello, las leyes “vigentes” solo parecen tener una existencia virtual. Sencillamente, las normas no se aplican y se dictan con fines simbólicos, de tal manera que alegar con su texto puede resultar absolutamente inútil y su cumplimiento, inclusive, podría generar efectos que nada tienen que ver con sus previsiones.

Las disposiciones más elementales de la convivencia en sociedad, como el orden en el tránsito automotor, han perdido su sentido y atender señalamientos elementales, como detenerse ante la luz roja de un semáforo, no solo suscita incertidumbre, sino que nos puede exponer a riesgos imprevisibles.

Todo esto nos lleva a otra afirmación preocupante y aleccionadora, por extraño que parezca: una ley dictada para ordenar la vida social y sancionar conductas desviadas puede ser criminógena, lo cual implica que por la amplitud o imprecisión de su contenido o por la inocuidad y licitud de un comportamiento que no pone en peligro ni afecta ningún bien jurídico, permite que sean calificados como delincuentes ciudadanos honestos que simplemente actúan de buena fe en el ejercicio pleno de sus derechos ciudadanos o llevan a cabo acciones que no son merecedoras de las extremas sanciones penales.

Sencillamente, las leyes no resuelven los problemas de una comunidad, ni garantizan, per se, el orden social. Son instrumentos que, en la medida en que están bien construidos y responden a exigencias concretas del bien común, contribuyen a la paz y a la convivencia entre los ciudadanos.

El abuso de las normas, su alejamiento de la realidad, el afán de regularlo todo sobre todo recurriendo a la vía penal, por el contrario, se constituye en el más eficaz medio para su desprestigio y para afianzar el incomprensible dicho de que “las leyes se acatan, pero no se cumplen”.

@ArteagaSanchez

El Nacional

07 de octubre de 2018

 1 min


Lester L. López O.

Como era de esperarse, el régimen se apresta a jugarse su última carta para imponer el control absoluto sobre la sociedad venezolana y de esta manera perpetuarse en el poder imponiendo una nueva constitución que acabará con el sistema republicano como forma de convivencia de los venezolanos.

El desborde populista de sus últimas medidas económicas repartiendo dinero que no tiene pero que virtualmente se puede mimetizar en la banca y las transacciones bancarias electrónica y con una excelente campaña publicitaria, es una forma de mantener unidos a sus seguidores que aunque no llegan al 20%, según las últimas encuesta de opinión, será suficiente para imponerla sobre el 80% que rechaza al gobierno y desean su cambio.

Su estrategia es clara: aprovechar el agobio de las mayorias populares para lograr sobrevivir a la calamitosa situación económica a que nos tiene sometido pero que la mantiene alejada de la escena política y, en consecuencia, de que se produzcan manifestaciones de rechazo masivas como se vieron hasta el pasado año y, por otra parte, la obsecada obseción de la dirigencia política opositora de permanecer dispersa en sus visiones particulares de cómo lograr el cambio político necesario ¿O es que simplemente no lo saben?

Ya se cumple casi un mes desde que la Asamblea Nacional ratifico el vacío de poder en la función pública del gobierno y aceptó como legal la condena del TSJ en el exilio contra el jefe del régimen por su corrupta vinculación con la empresa Odebretch, sin embargo, aún no ha propuesto ninguna fórmula política, jurídica o constitucional para llenar ese vacío de poder y no ha sido porque se carecen de argumentos y propuestas de como harcerlo.

Muy habilmente el régimen ha dejado circular por las redes sociales lo que pareciera ser los puntos más importante de su proyecto de constitución comunal o cubana, como prefieren llamarla algunos opinadores de oficio, los cuales de ser cierto – y no existen razones para creer lo contrario- son francamente inaceptables para un país que aspira convivir con principios democráticos occidentales. En consecuencia, el mencionado proyecto debe comenzar a ser rechado desde ahora mismo.

Acompañando el despropósito constitucional tambien surge el rumor de que la respectiva consulta popular para aprobarlo o no, se efectuaría conjuntamente con las elecciones de concejales programadas por el complaciente CNE para el próximo 9 de diciembre, evento que ya divide a la oposición entre abstencionistas y votantes, lo cual es una de las ventajas que busca el gobierno para que sea aprobada la nueva constitución.

Esto ha comenzado a crear, nuevamente, el falso dilema opositor de votar o no votar, de si es legítimo o no, de que con este CNE no se puede votar o que el triunfo del régimen ya está cantado. La dirigencia opositora no puede caer nuevamente en este falso dilema porque la consulta popular no es para elegir concejales sino para elegir el futuro venezolano, sería un suicidio colectivo que la versión abstencionista se imponga como ocurrió el pasado 20M donde los abstencionistas dieron una demostración de ética, moral y dignidad republicana, pero se quedaron esperando que las acciones de la comunidad internacional impidiera que el jefe del régimen se mantuviera en el cargo que hoy continua ejerciendo con total impunidad.

La lección debe ser aprendida y la dirigencia y sociedad civil organizada deben primero, comenzar a rechazar el proyecto constitucional por todos los medios y segundo, organizarse para que ese 80% que rechaza al gobierno se presente en las urnas para también rechazar el esperpento constitucional que se propone y no que el 17% gobiernero se imponga porque los demócratas no asistieron a negar la propuesta para dar una nueva muestra de ética, moral y dignidad ciudadana.

Pero lo más importante sería que al rechazar masivamente la propuesta constituyente también sería una muestra evidente de rechazo al régimen que podría facilitar y abrir otras posibilidades para lograr el anhelado cambio político.

@lesterllopezo 08/10/2018

 3 min


Algunos se sorprenden porque afirmemos que las fracasadas medidas económicas adoptadas por la dictadura, se han constituido para ella en un cierto logro político (Ver https://ismaelperezvigil.wordpress.com/2018/09/28/fracaso-economico-triunfo-politico/), avalado además por encuestas. Y es que los logros políticos dependen en buena medida de la comunicación y actualmente pareciera que en materia política hay un solo interlocutor, o el otro –la oposición– esta ciertamente muy débil y desperdigado.

Hay términos que se adoptan en las ciencias sociales para evaluar y analizar una determinada realidad, en algunas ocasiones por “moda”, pero una buena parte de las veces es porque son realmente los que mejor describen esa situación; tal es el caso cuando se dice, que a la oposición no le faltan propuestas de soluciones y alternativas a la situación del país, sino que lo que le falta es un “discurso”, una “narrativa” para hacerlas llegar al pueblo; o que la dictadura populista tiene una “narrativa” mucho más convincente, con mucha mas llegada al pueblo. Ambas afirmaciones son ciertas.

El discurso demagógico y populista de la dictadura alguien lo comparo hace años con una especie de virus, que tiene siglos propagándose y que muta y se adapta con el paso del tiempo y por eso es tan difícil de erradicar, de derrotar. Por supuesto, eso no quiere decir que quienes propagan ese discurso hayan estado siempre en el poder o sean los mismos, pero el discurso demagógico sí, siempre ha sido similar, ha ido mutando, adaptándose.

Por ejemplo, nadie puede negar el poder del siguiente discurso:

“Este es un país muy rico y tú tienes derecho a esa riqueza, pero hay una elite –disfrazada de demócratas– que te la ha estado quitando; ahora nosotros, yo, que encarnó los ideales de nuestros padres Libertadores, vengo a hacer justicia para devolverte la riqueza que es tuya y por eso te aumento el sueldo de 3 millones a 180 millones y meto presos a los empresarios, esos especuladores, que te ocultan la comida y suben los precios”

Díganme, con sinceridad, ¿Este discurso no es más poderoso que esa “narrativa” que anda por allí en boca de la mayoría de la oposición, que predica un futuro de esfuerzo, de trabajo, de sacrificio para generar riqueza? Que insiste en que los precios deben reflejar su costo y que los aumentos de sueldo inconsulto van a quebrar las empresas y producir desempleo, aunque sea cierto. Comprar la idea de que algo, que era mío, me lo quitaron y ahora sin hacer esfuerzo, me lo van a devolver, sin duda es más fácil que comprar una que insista en que debo sacrificarme más y trabajar más duro de lo que ahora lo hago, para salir de abajo e inevitablemente pagar más caro por las cosas que necesito o desaparecerán los empleos.

No es necesario ocultar la verdad, pero sin duda una nueva “narrativa” si es necesaria. Y en realidad, yo creo que en la oposición hacen falta dos “narrativas”.

Una “narrativa” política, que es la que hay que dirigir al país, al pueblo, explicando que es lo que queremos para el país, en contraposición a lo que tenemos ahora y que solo es más o peor de lo mismo; una “narrativa” que nos pinte el atractivo dibujo de un país en el que vamos a tener derecho al resultado de nuestro trabajo y a disponer de él como se nos antoje, sin que nadie nos lo pueda quitar; que nos describa un país en el que sí trabajo más horas que otro o estudio más que otro, voy a tener una mejor remuneración, más alta; un país en el que puedo mantener a mi familia y educar a mis hijos como yo decida y con el resultado de mi trabajo; un país en el que se premiará el talento y el trabajo y no la fidelidad al líder o al partido; un país en que el estado –sin que sea una dádiva que nos da o un favor que nos hace– se preocupe de que se cumplan las leyes para que todos tengamos las mismas oportunidades, incluso aquellos que por haber nacido en una familia más pobre no tuvieron las mismas posibilidades de estudiar o capacitarse o porque alguna enfermedad o accidente les impidió progresar. Es la “narrativa” que se enfoca en ofrecer igualdad de oportunidades y no igualdad en los resultados, quitando a otros lo que producen y repartiéndolo, después de quedarse con una tajada.

Un “discurso” –en síntesis– que nos explique, que nos “narre” nuestro país, como un país democrático, liberal, capitalista, como lo queramos llamar –o como lo logremos llamar– en contraposición a este “socialismo”, “populista”, ramplón y demagógico que –a pesar de haber contado con la mayor cantidad de dinero que gobierno alguno haya tenido desde que llegó Cristóbal Colón– ha fracasado en resolver los grandes problemas del país y los ha agravado. Esa es la “narrativa”, que le corresponde a los partidos políticos, a los líderes políticos, aunque no sean de partidos, a los dirigentes de la sociedad civil que, de manera libre, han formado sus organizaciones para ocuparse de los problemas que agobian a los venezolanos.

La segunda “narrativa” que creo que hace falta, en la que algunos tienen más facilidades, es la de explicar en lenguaje sencillo y con argumentos convincentes porque este modelo económico demagógico-populista-socialista ha fracasado en resolver los problemas del país; explicar como la actual dictadura, y la anterior, la de Hugo Chávez Frías, que era tan totalitaria como ésta, que es su heredera, está arruinando al país. Esta es la narrativa que debe explicar, por ejemplo, cómo, desde que se anunciaron las recientes medidas económicas del “paquetazo maduro” todo se ha incrementado, que estamos peor que hace dos meses y que estaremos peor mes a mes, que el “salario mínimo”, incrementado exorbitantemente, ya vale solo la mitad y solo sirvió para generar desempleo y cierre de fuentes de trabajo. Es la “narrativa” del develamiento, de la explicación, del ayudar a descubrir y entender, la de ayudar a poner al “rey” al desnudo.

Pero en todo caso, lo que sí es seguro, es que estas dos narrativas implican dejar de lado esa “tercera narrativa” que anda por allí en boca de la mayoría de la oposición, la “narrativa” de la queja, la de “lo mal que estamos”, lo maltratados que nos sentimos, la “narrativa” que se queda en la mera denuncia y la lamentación, la “narrativa” de la creación de expectativas sin fundamento, sin asidero en la realidad, la que basa su esperanza en que alguien, no sabemos bien quién y cómo, venga a resolver los problemas por nosotros.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

 5 min


Carlos Raúl Hernández

Los abstencionistas y los que se abstuvieron sin serlo (¿?) hablaban de “deslegitimar” para hacer solemne una de las novatadas más espectaculares de la historia política, tanto o peor que la lucha armada de los sesenta. Entonaban “deslegitimar” con tanta ceremonia como cuando Hegel dijo “todo lo real es racional y todo lo racional es real” y quedamos tratando inútilmente de entender. Pese al terrible drama de su “ilegitimidad”, Maduro hace lo que le da la gana, le importa un comino la hiperinflación, trae a los chinos y los rusos, hace tragarse un burro al Grupo de Lima, reinicia acercamientos con Trump, va a la ONU.

Todo el mundo reniega de la “¿intervención extranjera yóoo… Estás loco?”. Gracias a los abstencionistas y a los que se abstuvieron sin serlo, la oposición desapareció del territorio, ya no existen partidos y el deslegitimado va sin freno. Hace unos meses, antes del 20 de mayo, escribí que la abstención nos llevaría a una larga travesía por el desierto rojo. Mientras tanto los responsables de la hecatombe no dicen nada, o publican documentos banales y simpáticos pero no debaten con honradez para rectificar el error. Piensan que si pasan agachados al país se le olvidará lo ocurrido (en unos veinte años) y alzará majestuoso el zamuro fénix.

Tal vez partidos y opositores prospectivos tendrán poco que ver con lo que conocimos. Antes cada uno de los principales hablaba a nombre de miles o millones de votos encajados. Hoy cada vez que se mencionan sus siglas o nombres, los mismos ciudadanos escupen. Triunfaron los radicoides que siempre anduvieron por el hombrillo con su prédica demente, mientras los partidos construían una gran autopista que quedó hecha en diciembre 2015, pero ya es escombros.

Estrategia y auyama

El desvarío era patrimonio de minorías pero se apoderó de todo. En esta temporada e insensatez, como dice @Karla-ngj, desapareció la más elemental capacidad de razonamiento político, y la negatividad radicoide como un agujero negro, se traga todo. Discursos -listas de mercado con quejas sobre cómo la hiperinflación impide conseguir una buena auyama y enumeración de males que nos acongojan, como si nadie lo supiera. Los pobretólogos ilustran cuántos millones exactamente comen de la basura, cuántos ingieren carne una vez al mes, cuántos zancudos pican a los venezolanos.

Eso no es un plan estratégico sino un llanto. La segunda parte del discurso es una impostura, un sketch teatral, la farsa de una supuesta ética superior sin que haya nada en sus vidas que respalde eso. Caricaturesco que con tal declaración de moralidad, se dedican a la inmoralidad: calumniar, mentir, desacreditar, ensuciar a otra parte de la disidencia por no compartir sus acciones infantiles, retóricas y suicidas. En la vagancia e inactividad, su tiempo lo ocupan en inventar canalladas y enjuagarse con un republicanismo circense.

Pero parece que no saben muy bien qué es eso. Ya liquidaron las fuerzas opositoras y ahora apagan cualquier llamita que sobreviva, e intentan difamar, con su discreta inteligencia que poco usan, a cualquiera que siquiera utilice alguna de las palabras prohibidas (voto, diálogo, negociación, candidatos). Son un tribunal de Inquisición de manetos, inútiles, tullidos del alma, una corte de los milagros que no existe en ninguna parte sino en su jerga escatológica y lupanaria. En sus sueños vespertinos de la siesta hasta las 5 de la tarde, imaginan que “la transición” los llamará para ofrecerles el poder.

Rebolledo y Alzuru

Las cabezas vacías del radicalismo y los chavistas comparten su falta de moralidad, la afición por métodos revolucionarios y que ambos implantan o implantarían dictaduras para hacer lo que se les ocurra. Lo acaba de demostrar esa parte de los magistrados del exilio que actuó bajo órdenes del S.G. Almagro, exactamente igual que el tesejota gobiernero, con lo que se baldaron de por vida. Y nada menos que preparaban la trapisonda para nombrar una “junta de gobierno” que habría que desconocer inmediatamente en el supuesto de que llegara a nombrarse. Semejante metidas de pata nos pondría en ridículo ante el mundo y afianzaría aún más a Maduro.

Maquiavelo llamaba a tener cuidado con las informaciones emanadas de quienes habían sido expulsados de sus países, porque la pasión privaba su juicio de serenidad. Los procedimientos del abogado que encabeza a los magistrados de Miami son exactamente los mismos que los del que preside el TSJ local. No hay diferencias éticas ni jurídicas. Solo políticas al servicio del sector más atolondrado e inepto de lo que fue la oposición. La desincorporación de los magistrados Alejandro Rebolledo y Thomas Alzuru, frenó la nueva tracalería en ciernes.

A la “deslegitimación” de Maduro la comunidad internacional “procedería”, dijeron y está en los archivos, pero no le han explicado a la sociedad que dejaron huérfana por qué no hubo intervención militar ni golpe de Estado. Más bien, Maduro, si tuviera un mínimo de responsabilidad como gobernante y se ocupara de hacer la reforma económica sin piraterías, podría instalar un régimen al estilo del PRI en México. Basta de tonterías que ya van suficientes. Hay que prepararse para las elecciones municipales y recuperar la fuerza.

@CarlosRaulHer

 4 min


Edgar Benarroch

Me llegó una interesante historia que comparto con ustedes porque nos ilustra sobre la erosión de nuestro signo monetario: Se trata de un niño que nace en Venezuela el 25 de octubre de 2000. En enero de 2001 fallecen trágicamente sus abuelos paternos en un accidente aéreo y dejan un testamento debidamente autenticado donde otorgan a su nieto una cuenta bancaria de ahorros con la cantidad de Bs. 10.000.000.000.- (diez mil millones de bolívares), con la única condición que el nieto la pueda disponer a los 18 años de edad. Entre tanto llegamos a 2008 y la cuenta con la capitalización de los intereses alcanza la suma de Bs.12.000.000.000.- (doce mil millones ). Ocurre la primera reconversión monetaria y le quitan tres ceros, la suma en cuenta de ahorros se reduce a Bs. 12.000.000.- (doce millones). Transcurre el tiempo y en agosto de 2018 la cuenta registra en su haber Bs. 26.000.000.- (veintiséis millones) que con la reconversión última al quitarle cinco ceros se reduce a Bs. 260.- (doscientos sesenta).

Al paso de dieciocho años , el niño que nació con una astronómica suma de dinero ahora solo cuenta con Bs. 260.- Es posible que ocurra otra reconversión y esos bolívares se transformen en céntimos.

De miles de millones de bolívares a dos centenares en los últimos diez años es una pulverización de nuestro signo monetario verdaderamente brutal e inimaginable tiempo atrás. La súper hiperinflación originada por una errática política económica produce no solamente la pérdida de la capacidad adquisitiva de nuestra moneda si no que empobrece a todas las familias, muchas en estado crítico.

El sacerdote jesuita economista Manuel Pernaut nos dijo en la Universidad Católica Andrés Bello que en tiempos de inflación tener real guardado era como meter una panela de hielo en una gaveta, al abrirla solo encontraríamos agua. Así ocurrió con este niño nacido en octubre de 2000, tenía una inmensa y robusta panela de hielo y ahora lo que tiene es agua.

Urge por el bienestar de todos un cambio radical en la conducción del Estado y por supuesto abandonar para siempre la desastrosa política económica que tanto daño, deterioro y perturbación trae al aparato económico productivo del país como a nosotros mismos.

El modelo económico que el régimen persiste en adelantar fracasó en todos los países donde se intentó. Salvo que se quiera ex profeso causar mal a la población no se entiende que no exista el más mínimo gesto de rectificación.

Nuestro deber histórico es la lucha por el cambio y la rectificación que lo lograremos cuanto antes en la medida que seamos capaces de UNIRNOS y marchar a pie firme con convicción y entrega

Los tiempos son muy duros y reclaman UNIDAD para superar esta situación y para la recuperación nacional, esperamos con fervor y atención que la clase dirigente escuche el clamor popular y se coloque en sintonía con él.

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Jesús Elorza G.

Este año se conmemora medio siglo de los Juegos Olímpicos México 68. La competición estuvo salpicada por distintos movimientos sociales. Diez días antes de la inauguración, una protesta pacífica de estudiantes se convirtió en una matanza en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en Ciudad de México, por parte del Gobierno mexicano. 50 años después de la masacre aún no hay una cifra oficial de víctimas. Un informe desclasificado de la Embajada de Estados Unidos señaló que entre 150 y 200 personas perdieron la vida. Oficialmente, solo se han documentado 50 muertes. Algunas organizaciones de desaparecidos han llegado a afirmar que la cifra asciende a más de 300.

El 16 de octubre de 1968, durante el desarrollo de las pruebas de atletismo, el estadounidense Tommie Smith gana la carrera de los 200 m en los Juegos de México con un tiempo de 19,83’ récord del mundo que se mantendría 11 años en pie. El australiano Peter Norman es segundo y John Carlos, compatriota de Smith, de raza negra como él, se lleva el bronce. Tras la carrera, llega la historia. En la ceremonia de premiación, Smith y Carlos levantan sus puños, enfundados en guantes negros. Es el Black Power, la señal de protesta de los atletas afroamericanos contra la segregación racial. Norman, que simpatizó con la protesta de Smith y Carlos, Aunque “no levantó su puño, pero levantó su voz", portando en el lado derecho de su uniforme, un pequeño distintivo en el cual se leía: “Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos (OPHR siglas en ingles)”, una organización establecida en un año previo para oponerse al racismo en el deporte.

Avery Brundage, presidente del Comité Olímpico Internacional, en ese momento, lo consideró un gesto de política interna inadecuado para el “apolítico” foro internacional de los Juegos Olímpicos. Como respuesta inmediata a sus acciones ordenó la suspensión de Smith y Carlos del equipo olímpico estadounidense y pidió que fueran expulsados de la Villa Olímpica, poniendo en evidencia su hipócrita conducta para condenar algunos actos y otros no.

En su doble moral, Brundage, que había sido presidente del Comité Olímpico Estadounidense en 1936, no hizo ninguna objeción en contra del saludo nazi ni a las racistas y antisemita Leyes de Núremberg en la Alemania nazi durante los Juegos Olímpicos de Berlín.

Smith y Carlos fueron condenados al ostracismo en su país en los años posteriores y además, fueron criticados por sus acciones. La revista Time mostró el logo olímpico de los cinco anillos con las palabras "Angrier, Nastier, Uglier" (Más furioso, más sucio, más feo), en vez del clásico "Faster, Higher, Stronger" (Más rápido, más alto, más fuerte). De vuelta a casa, fueron objeto de abuso y tanto ellos como sus familiares fueron amenazados de muerte.

Peter Norman, al regresar a su país fue reprendido por las autoridades olímpicas y marginado por los medios de comunicación australianos. No fue elegido para los Juegos Olímpicos de Munich 1972, a pesar de terminar tercero en las pruebas clasificatorias. Continuó practicando atletismo, pero contrajo gangrena tras una lesión en su tendón de Aquiles en un entrenamiento y su pierna derecha estuvo a punto de tener que ser amputada. Tras ello, cayó en depresión y se volvió adicto al alcohol. Sufrió un ataque cardíaco y falleció el 3 de octubre de 2006 en Melbourne a los 64 años. En el funeral, Smith y Carlos anunciaron que la organización de pista de Estados Unidos había declarado el día de su muerte como el “Día Peter Norman”; la primera vez en la historia de la organización que se le ha dado ese honor a un atleta extranjero.

La lucha comenzada por Smith y Carlos ha sido heredada por algunos jugadores de fútbol americano, quienes han desafiado la discriminación racial arrodillándose cada vez que suena el himno estadounidense en los partidos de la liga de EEUU. Colin Kaepernick, quien fue hasta hace dos años el quarterback de los 49ers de San Francisco, se convirtió en el símbolo de las protestas por la violencia policial en contra de los negros. A su causa se le unieron más jugadores ante el rechazo absoluto de Donald Trump y su Gobierno al igual que lo hizo el nazista Avery Brundage en su momento.

El gesto del `puño en alto, levantado en contra del racismo, fue la imagen que dio la vuelta al mundo y todavía hoy “El Podium de la dignidad” es considerado como uno de los grandes iconos del deporte.

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