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Opinión

Qian Liu

La crisis financiera global de 2008-2009 casi quebró a gobiernos y causó un colapso sistémico. Los responsables de las políticas lograron rescatar a la economía global del borde del abismo, utilizando un enorme estímulo monetario, que incluyó alivio cuantitativo y tasas de interés de casi cero (o inclusive negativas).

Pero el estímulo monetario es como una inyección de adrenalina para reanimar un corazón que dejó de latir; puede revivir al paciente, pero no hace nada para curar la enfermedad. Tratar a una economía enferma requiere reformas estructurales, que puedan cubrir todo desde los mercados financieros y laborales hasta los sistemas tributarios, los patrones de fertilidad y las políticas educativas.

Los responsables de las políticas han fracaso por completo a la hora de implementar este tipo de reformas, a pesar de que habían prometido hacerlo. Por el contrario, se han mantenido preocupados por la política. Desde Italia hasta Alemania, constituir y sostener gobiernos ahora parece llevar más tiempo que la tarea misma de gobernar. Y Grecia, por ejemplo, ha dependido de dinero de acreedores internacionales para mantener la cabeza a flote (y apenas), en lugar de reformar genuinamente su sistema de pensiones o mejorar su entorno comercial.

La falta de una reforma estructural ha implicado que el exceso de liquidez sin precedentes que los bancos centrales inyectaron en sus economías no fue asignado a sus usos más eficientes. En cambio, hizo subir los precios de los activos globales a niveles aún más altos de los que prevalecían antes de 2008.

En Estados Unidos, los precios de la vivienda hoy son 8% más altos que en el pico de la burbuja inmobiliaria en 2006, según el sitio de propiedades Zillow. El ratio precio-beneficio (CAPE), que mide si los precios del mercado bursátil están dentro de un rango razonable, hoy es más alto que en 2008 y al inicio de la Gran Depresión en 1929.

En tanto el ajuste monetario revela las vulnerabilidades en la economía real, el colapso de las burbujas de precios de activos desatará otra crisis económica –una crisis que inclusive podría ser peor que la última, porque hemos desarrollado una tolerancia a nuestros remedios macroeconómicos más fuertes-. Una década de inyecciones regulares de adrenalina, en forma de tasas de interés ultra-bajas y políticas monetarias no convencionales, ha reducido seriamente su poder para estabilizar y estimular la economía.

Si la historia sirve de guía, las consecuencias de este error podrían extenderse mucho más allá de la economía. Según Benjamin Friedman de Harvard, los períodos prolongados de aflicción económica también se han caracterizado por la antipatía pública hacia los grupos minoritarios o los países extranjeros –actitudes que pueden ayudar a fomentar los disturbios, el terrorismo o inclusive la guerra.

Por ejemplo, durante la Gran Depresión, el presidente norteamericano Herbert Hoover firmó la Lay de Aranceles Smoot-Hawley de 1930, destinada a proteger a los trabajadores y agricultores norteamericanos de la competencia extranjera. En los cinco años subsiguientes, el comercio global se contrajo en dos tercios. En el lapso de una década, había comenzado la Segunda Guerra Mundial.

Sin duda, la Segunda Guerra Mundial, al igual que la Primera Guerra Mundial, fue causada por una multitud de factores; no hay ningún camino estándar para la guerra. Pero existen motivos para creer que los altos niveles de desigualdad pueden jugar un papel importante a la hora de atizar el conflicto.

Según una investigación realizada por el economista Thomas Piketty, un alza en la desigualdad de ingresos muchas veces es seguida por una gran crisis. La desigualdad de ingresos luego cae por un tiempo, antes de volver a subir, hasta un nuevo pico –y un nuevo desastre-. Si bien la causalidad todavía no ha sido comprobada, dada la cantidad limitada de datos, esta correlación no debería tomarse a la ligera, especialmente cuando la desigualdad de riqueza e ingresos está en niveles históricamente altos.

Esto es todavía más preocupante en vista de los muchos otros factores que avivan el malestar social y la tensión diplomática, incluida la disrupción tecnológica, una crisis migratoria sin precedentes, la ansiedad por la globalización, la polarización política y un creciente nacionalismo. Todos son síntomas de políticas fallidas que podrían resultar puntos de ruptura para una crisis futura.

Los votantes tienen buenos motivos para sentirse frustrados, pero los populistas emocionalmente atractivos a quienes les están dando cada vez más apoyo ofrecen soluciones desacertadas que no harán más que agravar las cosas. Por ejemplo, a pesar de la interrelación sin precedentes del mundo, cada vez se evita más el multilateralismo, en un momento en que los países –principalmente el Estados Unidos de Donald Trump- pretenden implementar políticas unilaterales y aislacionistas. Mientras tanto, las guerras por poder están causando estragos en Siria y Yemen.

En este contexto, debemos tomar en serio la posibilidad de que la próxima crisis económica pudiera llevar a una confrontación militar de gran escala. Según la lógica del politólogo Samuel Huntington, considerar un escenario de estas características podría ayudarnos a evitarlo, porque nos obligaría a tomar medidas. En este caso, la clave será que los responsables de las políticas implementen las reformas que han prometido desde hace mucho tiempo, reemplazando a la vez el dedo acusador y el antagonismo por un diálogo global sensato y respetuoso. La alternativa bien puede ser una conflagración global.

8 de noviembre 2018

The Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/economic-crisis-military-co...

 4 min


Alí, antes de que te vayas al otro plano, al que varias veces te han mandado las redes sociales, o que también me vaya, que es lo único seguro que tenemos, quiero expresarte mi agradecimiento personal y, al mismo tiempo, mi acusación como venezolano.

Fuiste guerrillero durante años. Dicen que Fausto era perverso y rencoroso. La democracia que combatiste con las armas y el terror te perdonó y permitió tu elección al Congreso Nacional. Tuviste libertad para discutir y legislar, sin que una Constituyente anulara tu gestión, sin riesgo de que allanaran tu inmunidad, ni que los medios te silenciaran.

Con Chávez lograste ser Ministro de Energía y Minas y, poco después, representante de Venezuela ante la OPEP. Tuve la esperanza de que las brisas del Danubio hubiesen disipado tus ideas decimonónicas. A raíz de los sucesos de abril del 2002, asumiste la presidencia de Pdvsa. Declaré y escribí que eras la mejor carta del gobierno para esa posición. Vendiste la imagen de hombre serio y en las reuniones parecía que ibas a manejar a la empresa como un negocio al servicio del país.

Se impusieron las brisas de Sierra Maestra. No eres un hombre serio, sino uno que nunca ríe, pero lo grave es que pronto permitiste que Pdvsa fuese utilizada para realizar proselitismo político. Me mandaste a amonestar porque di unas declaraciones sobre petróleo, la cual acepté porque realmente no me correspondía e incluso en una video conferencia interna reconocí mi falta. Me jubilé el 31 de octubre del 2002, aspirando que hubieses dejado de ser Fausto para convertirte en un gerente.

Estando jubilado estalló el paro cívico nacional del 2 de diciembre del 2002, convocado por todos los partidos políticos de oposición, la CTV y Fedecámaras, al cual se sumaron miles de trabajadores petroleros por decisión individual. Después de haber participado activamente en el paro petrolero de abril 2002, consideré que, a pesar de no estar en la empresa, no podía pasar agachado, por lo que di declaraciones y escribí a favor del paro. Como consecuencia me “despediste por faltar al trabajo” a fines de abril del 2003, es decir después de seis meses de no ser trabajador activo.

Alí Rodríguez Araque, te estoy eternamente agradecido por ese despido. Te cuento que como presidente de la Junta Directiva y Director-Gerente de Palmaven, filial de Pdvsa, tuve oportunidad de interactuar con otros directivos de la Casa Matriz y filiales, excelentes profesionales y la mayoría de una gran calidad humana, tales como Juan Chacín, Claus Graff, Gustavo Inciarte, Nelson Vásquez y Carlos Castillo, para citar solo algunos que ya no nos acompañan. Es decir que solo tenía oportunidad de relacionarme con un grupo reducido de ejecutivos petroleros.

Gracias a ti, se me abrió un universo de gente maravillosa. Alí, no te imaginas lo que me he beneficiado al conocer obreros, secretarias, técnicos, profesionales y gerentes que demostraron principios y valores y por ellos lo arriesgaron todo. Algunos fallecieron por falta de asistencia médica. Muchos han tenido dificultades económicas, pero ninguno ha cedido. Gente del Petróleo sigue presente y comprometida, no solo asistiendo a protestas, asambleas de ciudadanos, reuniones con partidos políticos, elaborando propuestas para la recuperación de la industria petrolera cuando finalice la dictadura, y varios escriben en los medios de comunicación.

Alí, a título personal debo agradecerte porque al despedirme me diste la más satisfactoria oportunidad de mi vida, pero como ciudadano venezolano te acuso de la destrucción de Pdvsa y filiales. Solo un fanático como tú pudo despedir a casi 23.000 trabajadores calificados, 67% de la nómina ejecutiva gerencial, 67% de la nómina mayor (profesional, técnico y supervisorio), 29% de la nómina menor (operadores, artesanos, secretarias) y 27% de la nómina diaria (operadores y mantenedores). Ese despido masivo fue porque, al igual que el nefasto teniente coronel, necesitabas” tomar esa colina que era Pdvsa” para ponerla al servicio de tu llamada “revolución”.

Alí no solo cometiste un genocidio laboral, sino que nombraste en cargos importantes a activistas políticos. Tus pecados no terminan allí. Acabaste con la Orimulsión aceptando la recomendación de tu amigo Mommer, por cierto, acusado de corrupción. Esto lo dice incluso alguien como Al Shereidah, estudioso del tema petrolero y crítico de la Pdvsa meritocrática. Dejaste en tu lugar al inepto y también acusado de corrupción, el rojo-rojito Rafael Ramírez, a quien protegiste y después abandonaste. Fuiste ministro de Relaciones Exteriores, de Finanzas y de Energía Eléctrica. Los resultados están a la vista.

Pasas tus últimos años como embajador en Cuba No te importa estar rodeado de la miseria del pueblo, porque disfrutas de los privilegios diplomáticos. Alí, aparta de tu mente ese “mar de la felicidad” y reflexiona sobre tu obra: la Pdvsa roja produce solo un poco más de un millón de barriles diarios de crudo, tres veces menos que la Pdvsa meritocrática, las refinerías están en el suelo, importa petróleo, gasolina y diesel, hay escasez de gas de bombona, de combustibles líquidos y de aceites minerales, la deuda es inmensa y la corrupción alcanzó nivel estratosférico. Fausto, la historia te recordará como perverso y destructor.

Como (había) en botica: La muerte de Modesto Díaz en el Sebin por falta de atención médica es otro asesinato del régimen.

¡No más asesinatos, torturas, presos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Jesús Elorza G.

En el Campeonato Sudamericano de Softbol Adulto Femenino, celebrado del 27 de octubre al 2 de noviembre, el equipo representativo de los colores patrios se coronó campeón. Este hecho, fue muy comentado entre la gran masa de softbolistas existentes en todos los rincones del país.

Llamó la atención que la mayoría de las opiniones técnicas, se referían al papel desempeñado por una de las jugadoras, a quien cariñosamente la llamaban “La Negrita de Curiepe”. Esa pitcher, fue la que nos permitió alcanzar el primer lugar, señalaban algunos. Si no es por ella, hubiésemos llegado “detrás de la ambulancia”, decían otros. Esa “negrita” si tiene en la bola. Además, de velocidad, domina a la perfección cuatro lanzamientos distintos: Recta promedio, dos lanzamientos en curva y un vertiginoso cambio que deja descolgado al bateador más pintado.

Sin embargo, en el Municipio Brión, en la región de Barlovento, estado Miranda donde est á la parroquia de Curiepe, todos se sentían extrañados por la referencia a una jugadora de esa localidad, ¡¡¡Que nadie conocía!!!.......¿Cómo se llama, donde vive, para que equipo juega? Eran las preguntas que se hacían, no solo los aficionados sino la población en general.

La sorpresa fue mayúscula cuando los medios de comunicación dieron a conocer el nombre de la jugadora….¡¡¡¡ Michelle Floy!!!.

-No me jodan, esa no es de aquí, dijo un curiepeño.

-Esa es un gallo tapao, dijo otro.

-Huele a quiquiriguique, no me vengan con el cuento que le pusieron ese nombre en homenaje a la esposa de Obama.

-Vacié carajo, esa negrita no es de aquí ni de vaina, expresó un dirigente parroquial.

El revuelo fue de tal magnitud, que la población, decidió marchar hasta la sede de la Asociación de Softbol para pedir las explicaciones sobre esta situación. Al ver aquella multitud, los dirigentes deportivos intentaron dar sus opiniones al respecto:

A la jugadora Michelle Floyd, la llaman sarcásticamente “La Negrita de Curiepe” para dar a conocer la irregularidad que se cometió con su inclusión en la selección nacional.

-Explícate mejor, fue el reclamo de todos.

Bueno, esa jugadora es norteamericana. La presidenta de la Federación Venezolana de Softbol, María Soto “La Toñeca”, la conoció en Italia, en donde jugaba para un equipo local, se interesó en ella y la invitó para que viniese al país, y si tomaba la decisión de jugar con nosotros le ofreció nacionalizarla para incorporarla a la selección nacional.

El 13 de mayo de este año, la referida jugadora viaja desde Italia a Venezuela y realiza algunos entrenamientos en Valencia con el equipo de Venezuela. En seguida, la Federación aprueba su calidad de juego, y el 17 de mayo le sacan la cédula y el pasaporte en Caracas, en el Saime. ¡¡¡La nacionalizaron en menos de 72 horas!!! y la inscribieron en el equipo que fue al sudamericano. Por esa razón, es que le decimos la negrita, para burlarnos de los dirigentes federativos que pretenden hacer creer que esa jugadora es criolla de pura cepa.

-Un abogado, presente en la marcha, interviene para exponer, que en ese acto de “Naturalización Express” hay una clara violación a la Ley de Naturalización y Ciudadanía que claramente dispone en su Artículo 21:

…… son venezolanos y venezolanas por naturalización:

Los extranjeros o extranjeras que obtengan Carta de Naturaleza. A tal fin, deberán tener domicilio en Venezuela con residencia ininterrumpida de por lo menos diez (10) años, inmediatamente anteriores a la fecha de la respectiva solicitud.

Sin lugar a dudas, señala el abogado, estamos en presencia de un manejo doloso de la ley, que configura un delito agravado, imputable a los promotores de esa solicitud de “naturalización express” y a los funcionarios del SAIME que se prestaron para ello.

Otro dirigente deportivo, interviene para señalar que en el mismo proceso, también le sacaron sus cedula a otra norteamericana que juega en California de nombre Jamee Juerez. Y no hay que dejar por fuera a la gringa Desiree Ybarras que fue nacionalizada hace dos años…..o sea que este perverso y doloso mecanismo para burlar la ley se viene implementando a conveniencia de los federativos y quien sabe si también es empleado con cubanos, chinos, palestinos, rusos e iraníes en las áreas políticas, económicas o de seguridad.

De seguirse implementando esta política de La Toñeca en otras disciplinas deportivas, no sería extraño, que un día de estos la Federación de Baloncesto, nos anuncie la nacionalización de Michael Jordan y Shaquile O´ Neil y los presenten como Los Negritos del Batey.

En la revolución del Siglo XXI, toda marramucia es posible.

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Marino J. González

Nunca imaginé esa fría y oscura madrugada en el aeropuerto de Pittsburgh, cuando veía a los encargados de quitar el hielo de las alas del avión que iba a abordar, que en pocas horas tendría oportunidad de hablar en persona con Teodoro, en ese momento ministro de Cordiplan y coordinador de la reforma de la seguridad social en el segundo gobierno de Rafael Caldera. Era justamente la primera semana de noviembre de 1997, hace veintiún años. Ya teníamos más de cuatro años en los Estados Unidos. Estaba en la parte final del programa doctoral, muy ocupado para terminar a tiempo la tesis. Seguía en la distancia las incidencias de los cambios que se proponían en la seguridad social.

En esas semanas, Edgar Capriles, gran amigo desde los tiempos en que lideró la descentralización de los servicios de salud en el estado Aragua a principios de los noventa, me había consultado sobre la propuesta de reforma que se discutía. Le había escrito a Edgar unas notas con mis observaciones, basadas en el seguimiento que había realizado de esos procesos en los sistemas de salud en América Latina y el Caribe. En esas notas expresaba preocupaciones por algunos aspectos, así como mi creencia de que era una excelente oportunidad para aprobar mejores soluciones en el sistema de salud del país.

Edgar, asesor en ese entonces del Congreso Nacional en la Comisión de Salud, organizaba un seminario internacional sobre estos temas. Me propuso que asistiera como expositor. Ahora le agradezco más la invitación. A pesar de lo atareado que estaba, decidí ir, era una oportunidad privilegiada para comunicar las observaciones y contribuir con ideas. No olvidaré nunca esa mañana porque me preguntaba cómo iba a hacer el piloto para despegar el avión en un cielo tan oscuro y cerrado. Pues lo hizo, después de unos cuantos minutos atravesando nubes apareció el sol muy radiante, nunca he visto el cielo tan azul como esa mañana. A partir de ahí el avión se movió sin ningún sobresalto hasta Nueva York, en escala a Caracas.

Luego del seminario, realizado en el BCV, Edgar Capriles y Eduardo Orozco me propusieron ir con ellos a conversar con Teodoro. Ellos consideraban que sería útil plantearle lo analizado en el seminario y comentarle las observaciones que tenía. Acepté con entusiasmo, por la oportunidad, pero también con cierta inquietud. Yo no conocía personalmente a Teodoro. Por supuesto, para los de mi generación su figura era familiar, había formado parte relevante en nuestra socialización política. Solo pensé que debía transmitirle los argumentos, decirle la verdad al gobernante.

Teodoro ya tenía año y medio como ministro, había superado la primera fase de la Agenda Venezuela, y estaba coordinando una de las actividades más importantes que asumió en su gestión. Nada más y nada menos que impulsar una reforma amplia de la seguridad social, caracterizada por intentos infructuosos en años anteriores. Es difícil imaginar un tópico de políticas públicas más complejo que la seguridad social. Ya aproximando al año final de la Administración Caldera, es muy probable que Teodoro hubiera decidido sobre las prioridades a la cuales dedicarse hasta el final del período. Y ciertamente, la seguridad social tenía la máxima importancia. Con el paso del tiempo, me he percatado más que en ese intercambio de aquella tarde salieron a relucir tres rasgos de Teodoro que son muy significativos, poco frecuentes en el ejercicio del gobierno.

El primero de ellos era la conciencia que tenía Teodoro del manejo del Estado, de la importancia que tendrían los cambios para los arreglos en el mundo laboral y de la protección social. Es decir, de la gravedad de la situación y de la urgencia de tomar decisiones. Estos aspectos eran evidentes tanto por su manera de expresarse sobre ellos, como en el tiempo y esfuerzo que les había dedicado. También se notaba que estaba informado, que había estudiado un tema difícil con el que estaba probablemente poco familiarizado al comenzar la gestión, que conocía los detalles y las implicaciones, así como las dificultades.

Mi impresión, confirmada con el paso de tiempo, es que Teodoro, por su formación política pero también por sus criterios técnicos afinados en el ejercicio como ministro, tenía una idea profunda de los grandes problemas del Estado venezolano. Y estaba tratando por los medios a su alcance de modificar en alguna medida esa situación

El segundo rasgo fue la curiosidad. Teodoro se había hecho preguntas complejas en el tema en cuestión. Y había elaborado, con los aportes de sus equipos técnicos, respuestas a esas preguntas. De manera frontal, directa, en su estilo, las expresaba. Pero también tuvo la curiosidad de considerar nuevas preguntas y nuevas respuestas. Quería saber la fundamentación de las observaciones. Ante ellas respondía con los argumentos que conocía, pero era permeable a opiniones diferentes. Y llegado el punto, también continuaba con ideas para aprovechar las nuevas posibilidades que estaba conociendo. Nos hizo innumerables preguntas. Hasta el cansancio. En realidad, se las estaba haciendo también a él mismo. Y a partir de la curiosidad, apareció el tercer rasgo. Tratar de concretar en decisiones lo que se estaba conversando. Ahora sus preguntas eran diferentes: ¿Cómo se podría hacer tal cambio? ¿Ese cambio podría contradecir este otro aspecto? ¿Cómo hicieron con ese tema en tal país?

Llegado el cierre de la conversación, de más dos horas, Teodoro me preguntó cuándo regresaba a Pittsburgh. Me planteó si le podía enviar un memo con las observaciones y recomendaciones. Le contesté que con mucho gusto. Al día siguiente de regresar a casa, redacté ese memo al ministro. Lo envié al fax de su despacho, como me había indicado. Lo conservo como algo muy apreciado, el viaje había sido toda una experiencia. Sin embargo, las orientaciones de la reforma terminaron en otras direcciones. De hecho, las leyes aprobadas en 1998 fueron suspendidas en los primeros meses del gobierno de Chávez. Un tiempo más adelante, en una reunión donde coincidimos y surgió nuevamente el tema, Teodoro se aproximó después del almuerzo y tuvimos una amena charla. Ahora parecía tener más preguntas.

Años después, en una conversación con un grupo, haciendo un balance de su gestión como ministro, Teodoro expresó algunas opiniones que bien pudieran ser una síntesis de la percepción que tenía de su actividad en el gobierno de Caldera II. En primer lugar, decía Teodoro que nunca se propuso ser ministro, que no le había pasado por la cabeza. Sin embargo, es obvio que se tenía que haber considerado dirigiendo un gobierno como presidente. Pero también es cierto que su gestión como ministro la fue concibiendo a través de las críticas que expresaba en sus columnas de prensa a las políticas de la primera parte del gobierno de Caldera, y a través de las propuestas que expresaba por la misma vía. En otras palabras, Teodoro se había dedicado a pensar en las políticas que se requerían.

Un segundo aspecto fue su convicción de la importancia de comunicar, de decirle a la gente, en lenguaje sencillo y directo, tanto la gravedad de los problemas como lo que se podía esperar de las políticas de la Agenda Venezuela. Comentó que muchas veces se le acercaban personas de todo tipo a agradecerle que hubiera explicado lo que iba a pasar y eso los tranquilizaba. Señaló que la gente sabía que no había mentiras, que no había magia.

Teodoro dedicó innumerables horas a comunicar la Agenda Venezuela, en todos los escenarios, y al hacerlo convencía, porque estaba próximo a la realidad de las personas

Aumentó la viabilidad de la política con la comunicación. Tremendo ejemplo a seguir. Un tercer rasgo, fue su insistencia en que era fundamental promover por todos los medios un acuerdo, en el caso concreto de la seguridad social. Por eso siempre señaló que aceptó coordinar la comisión y trabajar incesantemente “hasta que se llegue a un acuerdo”.

Gobernar requiere combinar la atención a las grandes ideas, pero también a los grandes detalles. Teodoro estaba ya acostumbrado a vincularse con las grandes ideas. Baste citar la anticipación que hace en los años sesenta sobre la disolución de la Unión Soviética varias décadas después. Desde la cárcel y en el otro lado del mundo. Es probable que su paso por el gobierno haya sido una forma de combinar grandes ideas con grandes detalles. En ese tránsito, Teodoro ofrece lecciones muy actuales para los que aspiren gobernar: sentido de Estado, curiosidad por las políticas públicas, atención a la implementación, anticipación como práctica, comunicación directa y capacidad de facilitar acuerdos. Todo un estilo para enfrentar los retos de gobernar. Gracias por esos aportes, Teodoro.

@marinojgonzalez

marinojgonzalez@gmail.com

TalCual

http://talcualdigital.com/index.php/2018/11/07/teodoro-ante-los-retos-de...

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Plinio R. Carvajal H

Isaac Asimov, notable escritor de ciencia ficción decía que hay pocas en el mundo en las cuales la gente deposite tanta fe con tantas evidencias en contra como la revolución. Voy a extender un poco la imagen y diré que en el mundo en general y en América Latina en particular no hay nada tan cómodo, inclusivo y socialmente reconocido como declararse de izquierda.

Tomemos un ejemplo: España. En ese país, como en muchos otros, la gente tiende a identificar izquierda con sensibilidad social y derecha con individualismo. Pero estos términos son ambiguos; hace siglos que los asientos de la Asamblea Nacional francesa perdieron vigencia. Deberíamos hablar hoy en día de socialismo y capitalismo, términos que tiene un significado más concreto y operacional.

En España el representante de la izquierda por antonomasia fue el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Aun cuando se fundó que con una orientación claramente socialista, evolucionó hacia la socialdemocracia y la economía de mercado, de la mano de Felipe González y otros, llevando a España por el camino del desarrollo, hasta formar parte de la Comunidad Europea.

Administraciones poco afortunadas, como la de Rodríguez Zapatero, en la búsqueda de un Estado de Bienestar, impulso una vorágine de gastos sin control, que crearon un fuerte déficit fiscal y una gran deuda, dejando al país en una posición vulnerable, y fue profundamente afectado por la crisis financiera del 2008. Tocó a un gobierno liberal (Partido Popular), tomar las siempre antipáticas medidas correctivas, la reducción de gastos y equilibrio fiscal hasta que, poco a poco, España fue saliendo de la crisis, disminuyó el desempleo, presenta un razonable desempeño, y un crecimiento sostenible.

En los peores momentos de la crisis surgió un movimiento autodenominado “los indignados”, que obtuvo cierto respaldo por denunciar la cara fea de la crisis y de las medidas destinadas a combatirla; este respaldo, amén de un generoso financiamiento por parte de gobiernos socialistas latinoamericanos, permitió la creación del partido Podemos por Pablo Iglesias. Con un aura romántica y de protesta, pronto capitalizó las simpatías de los más jóvenes, incluyendo parte de la militancia más radical del PSOE, que comenzó a sentir que le estaban comiendo parte del pastel. Algo similar paso con el partido Popular y el partido Ciudadanos, pero eso es otra historia.

Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, no sabemos si por ideología propia o por conveniencia política, inicio un “giro a la izquierda”, destinado a restablecer la imagen del PSOE como la auténtica expresión del socialismo español, recuperar el terreno y la militancia perdidos. Este giro incluyó alianzas con sectores radicales, rechazadas por los líderes históricos del PSOE. Esto permitió, pese a los peores resultados electorales en 40 años, hacerse con la presidencia del gobierno, gracias a un voto de censura a Mariano Rajoy. Para lograr este voto de censura con escasos 84 diputados tuvo que hacer alianzas peligrosas: con los socialistas de Podemos, con los independistas catalanes y vascos, con republicanos radicales, eso dejó una factura que será costosa de pagar.

Ahora como presidente, con dos años de magistratura por delante, se ha esforzado por demostrar que efectivamente el PSOE es el partido de la izquierda española, tomando las medidas usuales por los partidos de ese signo. Primero fue la toma de los medios de comunicación, empezando con RTVE, en donde hizo una purga de comunicadores, otorgándole a Podemos un tribuna privilegiada para su propaganda. En segundo lugar, incrementó el salario mínimo, creando déficit fiscal; para subsanar este déficit presentó nuevos presupuestos, incrementando el gasto público. Toma como personal el tema del cadáver de Franco, y crea una comisión para reescribir la Historia. Pero lo más llamativo ha sido la actitud conciliadora con el independentismo catalán.

Estas medidas, que a primera vista, parecen “progresistas”, tienen, sin embargo, su lado oscuro. En primer lugar, el incremento de los presupuestos se aleja de la meta europea de reducir el déficit fiscal y podría tener efectos inflacionarios a corto plazo; la alianza con socialistas radicales como Podemos puede llevar a tomar medidas de corte restrictivo a la libertad económica, por ahí se habla de una regulación de alquileres, aún sin confirmar, así mismo se especula con una marcha atrás a la reforma laboral vigente. Y la deuda con los independentistas podría costar la pérdida de Cataluña.

En nuestra opinión, un gobierno socialista siempre es peligroso para cualquier país, más aún para uno que apenas va saliendo de una crisis. La negativa a realizar nuevas elecciones lo obliga a asociarse con peligrosos compañeros de viaje, como los independentistas catalanes, vascos y navarros, que públicamente han amenazado la estabilidad de su gobierno si no libera los enjuiciados por el intento separatista de octubre 2017 y si no aprueba un referéndum vinculante para la independencia de Cataluña.

El afán de controlar la economía y la vida de las personas para “protegerlas” siempre termina mal. Son malos augurios para la economía, la sociedad y la propia integridad territorial de España. Lecciones que los venezolanos debemos aprender a la hora de escoger el gobierno que vaya a regir nuestro país en la era post-chavista.

06 de septiembre de 2018

https://visionyanalisis.blogspot.com/2018/09/espana-y-la-izquierda.html

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Julio Dávila Cárdenas

Esto es algo que nos narra el escritor húngaro Sándor Márai, en su novela ¡Tierra, Tierra!, sobre lo que se vivió en su patria, luego de la ocupación soviética.

“Los campesinos sabían que no era posible defenderse de los conquistadores que llegaban del Este con métodos que no fueran la ayuda de los bosques, los hoyos cavados en la tierra y los escondrijos. El pueblo húngaro, refugiado en un sentimiento vital desesperado y anárquico ante los turcos, que robaban, saqueaban, violaban y se llevaban a los muchachos y muchachas, había salvaguardado algún reflejo nervioso de esos ciento cincuenta dolorosos años, un reflejo que permaneció intacto cuando la tragedia se presenta bajo una forma distinta. Mientras los alemanes habían robado de forma organizada e institucional, los rusos saqueaban de manera oficial y también privadamente. Es imposible conocer el valor real de su botín.

Me acuerdo del primer cochinillo que un ruso le quitó a un vecino mío, un transportista, delante de mis propios ojos. El hombre miraba al ruso que se llevaba el cochinillo con la cara pálida y los labios exangües. Con el tiempo, el cochinillo engordó. Tenía apetito y se tragó todo lo que los rusos le echaron, lo que habían ido recogiendo como botín a su paso por Finlandia, Polonia, los estados bálticos, el este de Alemania, Hungría, Rumania, Bulgaria, la parte oriental de Austria; así que engordó tanto como ningún otro cerdo en la Historia. Sólo los inocentes podían pensar que los rusos renunciarían por voluntad propia —a cambio de algún crédito americano de varios miles de millones— a esa posibilidad de engorde. Durante años y años se llevaron por barco, por carretera y por tren todo lo que encontraron en esos ricos países: se llevaron el trigo, el hierro, el carbón, el aceite, la manteca y también la fuerza humana, a los expertos alemanes, a los operarios bálticos... El cochinillo que aquel ruso se había llevado ante mis propios ojos engordó más de lo debido durante aquellos años. Todo había empezado en las pocilgas de los pueblos por donde pasaban y cogían su botín, para continuar después en las salas bien iluminadas de los ministerios de los países ocupados, cuando —bajo el foco de los fotógrafos presentes— los agregados comerciales soviéticos firmaron los acuerdos de «indemnización» y los tratados «comerciales» con sus países satélites. Hay pocos casos en la Historia moderna comparables a ese saqueo institucionalizado y constante.

El pueblo se defendía como podía.”

¿Será que ahora habrá de ser diferente? ¡Hay que quitarse el miedo! Resistir, convencer y luchar hasta lograr la libertad.

julio.davilacardenas@gmail.com

 2 min


Desde hace algún tiempo me interrogo sobre cómo calificar la conducta de Maduro y de quienes lo acompañan en su ejercicio de (des)gobierno. ¿Qué vocablos sirven para denotar a quienes, con sus políticas, a consciencia condenan a las grandes mayorías al hambre, la miseria y la muerte? ¿Cómo adjetivar a quienes, con su exhaustiva destrucción de los medios de vida de los venezolanos, han obligado a millares a escapar a pie de esta condena, exponiéndose a helados páramos y a toda suerte de angustias y sinsabores? Difícil encapsular tanta perversidad en palabras.

Pudiera pensarse que lo desastroso de la gestión económica de Maduro obedece a su manifiesta ignorancia en esta materia (como en tantas otras). Los economistas hemos intentado explicarle las fallas de sus políticas, alertando sobre sus consecuencias adversas e indicando medidas para superar las penurias ocasionadas a la población. A estas alturas, algo ha debido haber captado sobre cómo funciona la economía. De hecho, al anunciar su Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad el 17 de agosto, reconoció la necesidad de lograr la disciplina fiscal, eliminar la emisión de dinero no orgánico y anclar el bolívar, es decir, que venía instrumentando políticas equivocadas. No obstante, las medidas del 17 de agosto resultaron en un salto en la emisión del llamado dinero inorgánico de 1.536%, ¡más de 16 veces!, la siguiente semana. Ello ha ido colándose hacia las variables monetarias que impactan directamente sobre los precios. Para finales de octubre, la liquidez monetaria se había expandido más de 4,5 veces desde la fecha de los anuncios, con lo que la inflación acumulada entre septiembre y octubre fue de 727%: un incremento general de los precios mayor a 8 veces. Con ello, la capacidad adquisitiva del salario mínimo que Maduro había aumentado en más de 3.300% el 1° de setiembre, se ha reducido al nivel que tuvo a mediados de julio, ¡un 92% menor a la de finales del año pasado! Por su parte, tal cantidad de dinero arrojado a la circulación ha impulsado al dólar “paralelo” a alturas inusitadas. Supera ya cuatro veces la cotización oficial de las subastas DICOM, reproduciendo incentivos perversos que desvían recursos para especular en el mercado cambiario a costa de las necesidades del país.

¿Es solo cruel cinismo que Maduro anuncie objetivos loables que de seguidas estropea? Porque ha agravado la situación aún más aplanando las tablas salariales del sector público de manera que la remuneración de unos tres millones de empleados se iguala, o difiere poco, del salario mínimo. Si a ello se le añade el colapso de los servicios públicos, producto del despilfarro o robo de los recursos destinados a su mantenimiento –agua que no llega, luz eléctrica que se esfuma, gas doméstico cada vez más difícil de conseguir—, sin mencionar el transporte denigrante en “perreras” y el derrumbe de los servicios hospitalarios, se dibuja el cuadro dantesco que ha generado su gestión de gobierno. Además, ha ido acabando con las herramientas del futuro desarrollo, al espantar las inversiones y destruir la educación, en particular las universidades. ¿Cómo catalogar comportamiento tan funesto?

¿Y a los demás depredadores de la cosa pública, culpables de privar a los venezolanos de recursos que podrían haber evitado mayores deterioros en su bienestar, cómo llamarlos? ¿Cuánto sufrimiento evitable, cuántas muertes, están detrás de las fortunas acumuladas por Diosdado Cabello o Tarek el Aissami? ¿Con qué nombre designar a Padrino López, González López, Reverol, Benavides y demás militares esbirros que han prostituido a la Fuerza Armada para que las armas que le confió la República sean usadas para asesinar a los que protestan o para someterlos a torturas denigrantes? ¿Y qué decir de Maduro que se hacía grabar bailando salsa mientras ocurría la escabechina de manifestantes?

La dificultad en encontrar palabras referentes a la índole deshumanizada del régimen fascista de Maduro y los suyos tiene que ver con sus mentes enfermas, que no reconocen límites morales, éticos o legales a sus desafueros. Sabido es que, en regímenes dominados por mafias, ocurre una especie de selección adversa en que son atraídos al poder los seres más perversos. Las “competencias” requeridas para sus trastadas así lo demandan. Difícilmente podrán prevalecer individuos probos entre las altas instancias de gobierno venezolano actual o entre los mandos militares. “El honor –simplemente-- no se divisa”.

Muchos sostienen que la mantención de políticas que han fracasado fehacientemente en numerosos países es dictada por los compromisos ideológicos de Maduro y los suyos. Pero no es la ideología en sí lo que determina su conducta destructiva. La explicación la da la economía política: las políticas intervencionistas y de control, la depredación de PdVSA y de las arcas del Estado, una vez destruido el Estado de Derecho y eliminado toda transparencia y rendición de cuentas, constituyen la fuente de las fabulosas fortunas acumuladas por los Maduristas. Poderosísimos intereses, entre éstos los de la gerontocracia cubana, se han atrincherado en los nodos decisorios del Estado venezolano para asegurar la continuidad de políticas que tanta riqueza les han acarreado. Su preocupación no es, en absoluto, el bienestar de la población que se ufanan en clamar que defienden.

Pero la ideología sí tiene importancia en explicar la crueldad con que persiguen sus intereses. Toda ideología llevada a extremos es perversa. Y ello es así porque reemplaza a la realidad con un mundo ficticio construido en torno a un fin trascendental, que sirve para justificar la violación de los derechos humanos y civiles más básicos. Las mafias atrincheradas en el poder han buscado refugio en una burbuja construida a base de simbolismos y clichés banales que los aísla del sufrimiento de la gente. Cuando hablan de “pueblo”, no se refieren a la gente de carne y hueso del país –que abrumadoramente los repudia--, sino a una ficción engendrada por un “deber ser”: sólo puede entenderse como “pueblo” quienes se identifican con su prédica. La “revolución” cobra y se da el vuelto. Fuera de su imaginario amurallado, nada tiene importancia y nada debe afectarlos. Ello derriba toda contención moral, toda conciencia de culpa por sus atropellos que pudiera surgir en ausencia de tal blindaje ideológico. Su accionar se cobija en una permanente invención y reinvención de embustes fabricados para ensalzar una supuesta supremacía justiciera –nosotros, los buenos—contra los “malos”, enemigos del “pueblo”, en la más pura tradición fascista. Las mentes enfermizas se amparan en tal ideología. De ahí la necesidad constante de desenmascarar la impostura de sus alegatos: la “Historia” no los absolverá, como no lo hizo con Hitler[1], primero en acuñar esa frase, ni tampoco lo hará con Fidel.

La devastación urdida por la oligarquía militar civil que actualmente controla el poder no ha sido sólo material, ha sido también una devastación moral que ha destruido las esperanzas por una vida digna, justa y solidaria, sembrando desespero y resignación. Las fuerzas democráticas no deben desestimar el poder que se deriva del rescate de los valores del pueblo alegre, generoso y fraternal que una vez fuimos. Es menester erigirse en referencia clara, no sólo de soluciones concretas al desastre creado por quienes han espoliado al país, sino en términos de los valores que antes nos hermanaban y sobre los cuales se construye la confianza en ese futuro que sabemos es posible conquistar. Ello es un elemento fundamental para aunar esfuerzos y labrar la credibilidad en torno a nuestras propuestas de solución a los innumerables problemas de hoy. Y en ello debemos contribuir todos, desterrando descalificativos entre nosotros que le hacen el juego a la mafia depredadora. Aquellos que están dando la cara en el día a día de la denuncia y el acompañamiento al pueblo en sus luchas merecen nuestro respeto.

Economista, profesor de la UCV

humgarl@gmail.com

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