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Opinión

Daniel Gros

La tasa de llegada de migrantes ha disminuido considerablemente en casi toda Europa desde los gigantescos volúmenes vistos en 2015. Sin embargo, la migración sigue dominando el debate político en toda la Unión Europea. Esto sugiere que, en verdad, el sentimiento populista y anti-inmigración no está siendo motivado por reclamos de que los políticos de los partidos tradicionales no pueden defender las fronteras de Europa.

La caída en las nuevas llegadas a Europa empezó mucho antes de que los líderes políticos anti-inmigrantes asumieran el poder en Italia o que la presión de la inmigración prácticamente derribara a la coalición gobernante de Alemania. Es, en gran medida, el resultado de esfuerzos de parte de la UE, como el acuerdo con Turquía para impedir que los sirios cruzaran el territorio para ingresar a Grecia, su cooperación con las milicias libias y la enorme presión que ha ejercido sobre los estados de tránsito en el Sahara para que cerraran sus fronteras. Gracias a estas medidas, Europa se ha convertido en una fortaleza de facto contra la migración.

¿Por qué entonces la inmigración sigue ocupando un lugar preponderante en la cabeza de muchos europeos? La respuesta podría ser económica: quienes llegaron en 2015-2016 ya han creado desequilibrios en el mercado laboral, donde los inmigrantes poco calificados cada vez más compiten con los ciudadanos poco calificados por empleos. Y es verdad que, en gran parte de Europa, la hostilidad hacia los extranjeros es mucho más profunda entre los trabajadores menos calificados.

Pero hay motivos para creer que lo que está en juego es algo más que cuestiones económicas. Por empezar, el sentimiento anti-inmigración (más precisamente, anti-extranjeros) está empezando a expresarse de manera violenta, no sólo en Italia, donde se han producido varios casos de disparos contra migrantes, sino también en Alemania, un país por lo general muy ordenado.

En la ciudad de Chemnitz, al este de Alemania, recientemente se produjeron choques violentos entre manifestantes de derecha y la policía y contra-manifestantes, seguidos del asesinato de un alemán a manos de dos jóvenes de Irak y Siria. El respaldo por el partido Alternativa para Alemania (AfD) es fuerte en Chemnitz y sus alrededores. La mayoría de los ataques a los extranjeros han ocurrido en el nuevo Länder de la ex Alemania del este.

El delito y el desempleo no explican esta erupción. En Chemnitz viven menos extranjeros que en muchas ciudades alemanas de tamaño similar, y el delito por lo general allí está bajo control. Es más, el desempleo –que está cayendo en toda Alemania- no es particularmente alto en Chemnitz: se ubica en el 7%.

Pero existe otra posible explicación, arraigada en la psicología evolutiva. Una tendencia que pocas veces se menciona en las discusiones sobre migración es el aumento en el porcentaje de hombres entre los refugiados y quienes buscan asilo. En los últimos tres años, los hombres –muchos de los cuales tenían entre 18 y 35 años- representaban más de las dos terceras partes de toda la gente que buscaba protección en Alemania. Mientras que la cantidad total de refugiados como porcentaje de la población total de Alemania es pequeña (2,5%), los refugiados conforman un porcentaje mucho mayor de la población masculina joven de Alemania.

El impacto es particularmente notable en el este de Alemania, que ya sufría un desequilibrio de género –el ratio de hombres y mujeres entre los grupos más jóvenes se acerca a 115:100 en la mayoría de las zonas de la región– porque las mujeres instruidas tienen una tendencia mucho mayor que los hombres a mudarse a Alemania occidental en busca de trabajos mejor pagos. Como consecuencia de ello, un porcentaje significativo de la población masculina joven del este de Alemania tiene pocas posibilidades de encontrar una pareja e iniciar una familia.

La investigación demuestra que cuando existen significativamente más hombres que mujeres, la mayor competencia por parejas femeninas puede derivar en violencia. Un estudio vincula la poligamia, que deja a los hombres de baja condición sin esposas, con las guerras civiles.

La implicancia es que la hostilidad hacia los extranjeros en el este de Alemania –y quizás en toda Europa- puede estar arraigada en parte en una respuesta defensiva primordial de los hombres locales, que quieren proteger su territorio, incluidas “sus” mujeres”, de otros hombres. Probablemente no sea una coincidencia que Chemnitz, que ha mostrado una disposición a votar por partidos extremistas, tenga el ratio masculino-femenino más alto entre quienes tienen entre 20 y 40 años en toda Alemania.

No todos los hombres están afectados de igual manera por la situación actual. Como las mujeres tienden a “casarse” o encontrar parejas con una condición socioeconómica más alta, las perspectivas románticas de los hombres menos instruidos y más pobres son las más afectadas por la llegada de solicitantes de asilo de género masculino. Y, por cierto, los grupos menos instruidos y más pobres tienden a ser quienes más se oponen a la migración.

Cabe mencionar que los problemas creados por los desequilibrios de género no se pueden resolver sin una mejor educación o una mayor redistribución del ingreso, porque las preferencias a la hora de formar pareja son relativas, no absolutas. Las personas de la población nativa con los ingresos y los niveles educativos más bajos siempre estarán en peores condiciones si tienen que competir con una cantidad mayor de inmigrantes jóvenes de sexo masculino.

Sin duda, los desequilibrios de género no son sólo el único motor detrás del sentimiento anti-inmigrantes, mucho menos del populismo en términos más amplios. Pero la psicología evolutiva, que destaca la competencia por las mujeres, puede agregar otra dimensión a la manera en que entendemos estos fenómenos, ayudándonos al mismo tiempo a predecir cuándo y dónde podría surgir una lucha civil.

Es poco lo que se puede hacer para cambiar los desequilibrios de género en un lugar determinado. Pero, inclusive si el problema no pudiera “resolverse”, entenderlo podría ayudar a limitar el daño, entre otras razones porque les permitiría a los líderes evitar políticas que no sean útiles o exacerben las tensiones. Por ejemplo, restringir la reunión familiar (para limitar la cantidad de extranjeros) podría empeorar las cosas, porque sería más factible que los solicitantes de asilo de sexo masculino fueran solteros y buscaran parejas en la población local.

Países como Alemania que recientemente han admitido una cantidad importante de refugiados masculinos jóvenes tendrán que manejar las consecuencias de los cambios sociales resultantes. Hacerlo de manera efectiva exige que sus líderes reconozcan que estos cambios no son sólo una cuestión vinculada a la economía.

5 de septiembre 2018

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/migration-fuels-sexual-comp...

 5 min


Alfredo Michelena

El caso de los cultores de lo que se llamó el socialismo del siglo XXI es emblemático en cuanto a los niveles de corrupción a los que hemos llegado. Pero como para que no hubiera duda de que este flagelo trasciende fronteras ideológicas, recordemos los recientes casos de los presidentes peruanos y del actual del presidente guatemalteco. La corrupción se ha convertido en un mal endémico. ¿O quizás siempre ha sido?

En Venezuela acusar a alguien de corrupto sin pruebas es el pan de cada día. Entre los casos emblemáticos del pasado, Carlos Andrés Pérez y ahora Capriles Radonski. Recordemos que CAP fue juzgado por malversación de fondos, es decir, usar los fondos de una partida presupuestaria para otros fines. Fines que por cierto no fue el disfrute personal sino el apoyo al nuevo gobierno democrático de Nicaragua. A Capriles le aplicaron aquello que decía mi amigo Pancho, “si dices en un mitin ‘les aseguro que fulano no es ladrón’, de allí en adelante queda la duda, aunque no se pruebe nada”. Así somos, condenamos sin pruebas.

Pero lo de ahora va más allá de rumores o malas interpretaciones: dos presidentes peruanos presos, uno escapado y dos objeto de investigaciones. Lula da Silva preso y Cristina Kirchner bajo investigación. Y todos por corrupción, por sobornos. En Guatemala el presidente anterior enfrenta un juicio por corrupción y el actual presidente, Jhonny Morales, que llegó al poder sobre una plataforma anticorrupción, “ni corrupto ni ladrón”, ahora está envuelto en un escándalo de ese tipo.

Guatemala creó en 2006 la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) en convenio con la ONU, a fin de dar apoyo a las labores del Fiscal General y ha tenido un excelente desempeño, tanto que ha permitido juzgar a varios presidentes así como a ministros y otros altos funcionarios.

A pocos meses de entrar a la presidencia, su hijo José Manuel Morales y su hermano Samuel ‘Sammy’ Everardo Morales fueron señalados en casos de corrupción. Jhonny declaró persona non grata al responsable de la CICIG. Pero esto fue bloqueado en la Corte Constitucional y se creó una crisis política que hizo renunciar a parte del gabinete, que no lo apoyó. Luego la CICIG detectó irregularidades en el financiamiento de su campaña electoral, pero el presidente se salvó de ser investigado pues el Congreso no le levantó su inmunidad. Esto fue la gota que rebasó el vaso y Morales le dio la vuelta legal y decidió no renovar el convenio con la ONU. ¿Qué tal?

Pero el caso más emblemático es el de Lula da Silva que ya convicto y ratificada su sentencia intentó lanzarse a las elecciones presidenciales. Y el Tribunal Electoral se lo negó en votación 4 a 1. Parece increíble que un juez considere que puede ir a elecciones luego de ser condenado en varias instancias por corrupción Y esto solo puede ser superado por las informaciones de las encuestadoras que lo ponen liderando la intensión de voto con casi 40 % de apoyo popular.

Por su parte, Cristina Kirchner, a quien le explotó el escándalo de los cuadernos que reseñaban los pagos o coimas del alto gobierno y los esposos Kirchner, no ha bajado su popularidad según varias encuestadoras.

Esto recuerda el eslogan aquel de ““Puto y ladrón, lo queremos a Perón”, o uno más cercano “con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo”.

¿Qué nos pasa a los latinoamericanos que somos capaces de seguir líderes corruptos ciegamente? Quizás hemos convertido la corrupción en un mal que se critica pero se acepta como “un mal necesario”. Hace mucho tiempo me dijo un dirigente obrero cuando le señalé que había corrupción en la directiva de la CTV, “si no roban para ellos, tampoco harán nada por mí”. Condenamos sin pruebas pero perdonamos aun cuando nos muestran las pruebas, si está en nuestro interés. ¿Así de mal estamos? La única consolación es que cada vez más los corruptos de alto rango terminan en la cárcel.

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Miles de millones de dólares han sido transferidos de Venezuela a Cuba a cambio de un supuesto servicio médico-sanitario, lo cual ha resultado una verdadera estafa.

Como recuerda el Dr. Edgar Capriles, ex Director regional de salud durante nuestra gestión al frente de la gobernación, pero sobre todo, incansable defensor de una salud pública eficiente e inclusiva, mucho antes de Barrio Adentro existieron en Aragua los Núcleos de Atención Primaria de Salud (NAPs), exitoso programa que iniciamos gracias al proceso de descentralización, ejecutado por capaces y abnegados profesionales venezolanos con el apoyo de las comunidades.

Los NAPs eran mucho más eficientes y mucho menos costosos que el Barrio Adentro de los cubanos. El porcentaje de vacunación era superior al 95% y las cifras de diarrea, así como las tasas de mortalidad por esa causa en niños de 1 a 5 años, disminuyeron.

Como bien señala el Dr. Edgar Capriles, Barrio Adentro nunca fue un programa de prevención sino de “medicalización” al que se desviaron las medicinas y los insumos de los que se privó a la red tradicional de atención para generar problemas de funcionamiento y culpar, de manera perversa, al personal de salud venezolano.

Además de la red de espionaje montada con los supuestos médicos cubanos – que de paso cobran en dólares – lo verdaderamente importante para la dictadura cubana es el “negocio” y las brutales ganancias detrás de la intermediación en la compra en los mercados internacionales de equipos de segunda y medicamentos a punto de caducar. Como se sabe, la mayoría de los productos vendidos a Venezuela con sobreprecio, no se producen en la isla caribeña.

En la era de Barrio Adentro, el panorama de salud es catastrófico. Han reaparecido enfermedades erradicadas hace 80 años como la difteria, el sarampión, la tuberculosis, la tos ferina y la malaria, para señalar solo algunos indicadores.

Resulta revelador el reciente documento de un grupo de médicos oficialistas que por fin reconocen el evidente fracaso de las actuales políticas de salud a nivel nacional y se lo atribuyen a “la improvisación, la ignorancia, el nepotismo y la corrupción”.

La solución que aportan los médicos oficialistas – con los que coincidimos en el diagnóstico- es crear un Sistema Público Único Nacional de Salud reforzando así el modelo centralista, principal causa de la debacle actual.

Por el contrario, lo probadamente eficiente es transferir las competencias y los recursos a las gobernaciones, municipios, comunidades y sociedad civil, bajo una rectoría gubernamental colaborativa.

Por otro lado, los denominados médicos integrales deben ser evaluados por las facultades de Medicina para poder ser reconocidos e incorporados en un amplio programa nacional de prevención y educación para la salud.

Es imposible lograr nada de esto con el actual régimen, por lo tanto es necesario continuar y ampliar la justa y valiente protesta que encabezan los gremios y sindicatos para salir de la dictadura del hambre y la corrupción de Maduro.

Aprovecho para reconocer la abnegada labor de todos los profesionales que en medio de la violencia y la precariedad continúan luchando por la salud de todos, como bien señaló recientemente el prestigioso médico Dr. Rafael Muci Mendoza, al rechazar los insolentes e inaceptables comentarios del embajador de Cuba en contra de los médicos venezolanos.

@TablanteOficial
Carlos Tablante

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“La guerra es la paz;

La libertad es la esclavitud;

La ignorancia es la fuerza”.

George Orwell, 1984, editorial Alfa y Omega, República Dominicana, 1984, Pág. 10

“…Se restablece la libre convertibilidad de la moneda en todo el territorio nacional,

por lo que cesan las restricciones sobre las operaciones cambiarias”,

Artículo 2, Convenio Cambiario N° 1, del 07 09 2018

A pesar del enunciado de su artículo 2, en los 87 restantes de este convenio se describen, con lujo de detalles, las restricciones a la libre convertibilidad de la moneda nacional. Ciertamente lo ahí planteado representa un avance en términos de la normativa existente, pero uno que es más cosmético que real. Se instituye un Sistema Cambiario Nacional controlado por el BCV y por otras instancias, en el que, salvo en casos especiales, éste no vende divisas. Ello a pesar de haber recuperado el Instituto Emisor su papel de oferente (cuasi) monopólico al obligar a los entes públicos a venderle las divisas que obtengan, incluida PdVSA (Art. 40, 41, 45 y 55). No obstante, podrá desplegar medidas para “procurar el equilibrio en el sistema cambiario” (Art. 3); o sea, un mercado controlado. Es un avance, por otro lado, que las divisas asignadas al sector público sean expresamente destinadas al “abastecimiento urgente” de alimentos y medicinas, pagos requeridos por las actividades productivas del sector público, remesas “inherentes al servicio exterior de la República” (entre los cuales se menciona los de la fraudulenta asamblea constituyente), compra de armamentos, pagos de deuda pública, compromisos por acuerdos y tratados internacionales, viáticos y requerimientos de caja de la Tesorería Nacional (Art. 48) pero, ¿por qué explicitar lo que –en otras circunstancias—se entendería como el Deber Ser del Estado en el manejo de los bienes de la Nación? Precisamente porque se intuye que el convenio no elimina el mercado paralelo y, por tanto, junto a los controles de precio todavía vigentes, perpetúa las tentaciones para manejos “irregulares” con las divisas escasas. ¿Cómo es eso? Veamos.

Desde que Maduro dictó las medidas de su rimbombante Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad Económica hace tres semanas, el dólar paralelo –según una de sus cotizaciones menos extremas— ha visto escalar su precio en un 55%. Hoy es 50% más caro que el precio resultante de la última subasta oficial. ¿Por qué, si se suponía que tales medidas se inspiraban en la prosecución de una disciplina fiscal y en la eliminación del financiamiento monetario del BCV, como alardeó quien hoy ocupa la silla presidencial? Porque, como nos cansamos de advertir los economistas y las academias, las medidas iban en dirección totalmente contrarias a tales propósitos. En la semana del 17 al 24 de agosto, el crédito a las empresas públicas no financieras por parte del Instituto Emisor –la impresión de dinero inorgánico”—saltó de 86,8 millardos de BsS. a un billón 419,4 millardos (¡!). Este rubro, que habrá de “cubrir” las erogaciones del estado por el incremento salarial decretado y el “bono de adaptación“ al nuevo cono monetario, se incrementó en siete días, 16 veces (¡!). ¿¡Disciplina fiscal!? La liquidez monetaria, que se había multiplicado por 33 durante el año, se incrementó un 48% más en las dos semanas posteriores al 17 08 y habrá de acelerarse en el futuro próximo. La inflación registrada para agosto por la Asamblea Nacional del 223%, ¡se traduce en aumentos diarios de precios mayores a los de nuestros socios comerciales principales en un año! Lamentablemente, con tal inyección de dinero a la circulación, se habrá de acentuar todavía más. No es de sorprender, por ende, que ante tal desbarajuste monetario la tan cacareada libre conversión no sea tal y siga disparándose el dólar paralelo.

Venezuela no tiene ni recibe dólares. Su industria petrolera está quebrada y está sometida a sanciones financieras internacionales gracias a las fechorías de muchos de los jerarcas que hoy expolian al país. Nadie quiere prestarles dinero. De ahí que no puede haber un mercado cambiario libre y único que propicie el desarrollo de la actividad económica, menos cuando subsisten todo tipo de controles absurdos y desde el gobierno se echa gasolina al fuego hiperinflacionario. Luego, lo que persigue el nuevo convenio cambiario es sólo sistematizar y hacer más transparente el racionamiento de la divisa. Entre principios de febrero y el 5 de septiembre, las subastas DICOM apenas asignaron unos USD 25 millones, 80% a personas jurídicas (empresas). En 2017 se estima que las importaciones fueron de USD 12 millardos. Si bien el Estado se ha convertido en principal importador, la empresa privada se ve obligada a cubrir sus necesidades mayoritariamente en el mercado paralelo. Ilusamente, el convenio cambiario lo que apunta es, precisamente, a incidir en este mercado a ver si logra captar algunas de las divisas que circularían por ahí.

Los prestadores de servicios turísticos “de al menos cuatro estrellas” deben cobrarles a las personas extranjeras sólo en divisas, así como las líneas aéreas y demás transportistas. La banca, ahora autorizada para participar en el sistema “libre”, no lo puede ser como demandante. Pueden colocar títulos valores para captar divisas (Art. 27) que, de paso, deben ser integrados al Sistema Cambiario Nacional, pero ¿con qué pagarán su servicio? Toda referencia a la empresa privada está ausente, por lo que deben ofertar sus propias divisas. En un intento por aparecer “amigable” al sector empresarial, se estipula que la deuda privada externa se contabilizará al tipo de cambio vigente para cuando fue contraída, pero, ¿Quién carrizo les va a vender a los empresarios dólares a ese precio para honrar estos compromisos? Y, para reafirmar su business friendly disposición, se autoriza a los exportadores a quedarse con hasta el 80% (Oh my god!) de las divisas que ingresan (y a los operadores turísticos el 25%), siempre que sean para “atender gastos, pagos y cualquier otra erogación que deben realizar en ocasión de sus actividades” (Art. 57). Es de esperar un incremento en la actividad exportadora, pero no incentivado por las “bondades” del esquema cambiario –de haber libre convertibilidad el exportador pudiera vender sus divisas hasta en un 50% más alto y quedarse con el 100%— sino por los sueldos de miseria que la hiperinflación ha arrojado sobre los trabajadores venezolanos. El sueldo mínimo magnánimamente aumentado por Maduro, es la décima parte del promedio latinoamericano y su hiperinflación lo reducirá aún más. Competitividad por sueldos de hambre, de los cuales no es responsable el sector exportador.

La palabra clave para unificar y estabilizar el tipo de cambio para que sirva de sustento a la reactivación económica es la confianza. Pero esta depende de un programa de estabilización creíble respaldado con un muy generoso financiamiento negociado con los organismos financieros multilaterales y el restablecimiento de las garantías a la inversión y la iniciativa privada, es decir, el levantamiento de los controles, regulaciones y leyes punitivas que hoy asfixian a la economía. Pero ello es anatema para los conductores de la “revolución”, no por ningún imperativo socialista, sino porque elimina todo oportunidad de expoliación. La oligarquía militar civil en el poder navega entre el Caribdis de un colapso definitivo de las divisas disponibles para sus “negocios” y el Escila de reformas que restablezcan las posibilidades de que el país acceda a ellas, pero a costa de eliminar el intervencionismo discrecional que hace posible su apropiación privada. De ahí este híbrido estéril –la cuadratura del círculo-- que habrá de estrellarse contra los arrecifes de la hiperinflación en poco tiempo. De paso, ¿dónde escondieron el tan pregonado Petro que iba a “anclar” el precio de la divisa según los anuncios del 17 08?

Pero, en definitiva, no puede dar confianza un gobierno que motiva el nombramiento de una nueva junta directiva para PdVSA invocando “el supremo compromiso y voluntad de lograr la mayor eficacia política y calidad revolucionaria en la construcción del socialismo y la refundación de la Patria venezolana, basados en principios humanistas, sustentados en condiciones morales y éticas que persiguen el progreso del País y del colectivo….” (Decreto 3.608, G.O. Extraordinaria 6.405) ¡Mayor cinismo es difícil conseguir en tan corto enunciado! Pero cuando se percibe la firma de Delcy Eloína estampada al final de semejante ridiculez, se aprecia la verdadera condición sine qua non para sembrar confianza, atraer inversiones y estimular la actividad económica: el cambio ya de este gobierno de mafiosos.

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José Rosario Delgado

En el sostenido crecimiento y desarrollo del país durante la República Democrática, cuando se oían voces de alerta sobre los desvíos políticos, sociales, económicos, educativos, etcétera, la dirigencia política de entonces espetaba que eran “profetas del desastre” los que auguraban un futuro sombrío, siniestro, a una nación y a su pueblo que marchaban hacia al destino bendito por Dios y pertrechado por la providencia gracias a su madurez, su arraigo y su adaptación al tamaño de los compromisos que se les presentaran.

Sin embargo, al momento de presentarse ese compromiso, tristemente augurado, quienes tuvieron a su cargo la institucionalidad del país para hacerle frente a la situación que comprometía la integridad de la nación, se entregaron mansamente, bajándose los calzones unos y deslizando sus blúmers otras para que el felón, sin formación ni escrúpulos, hiciera lo que le diera su pura gana con los recursos humanos, naturales y morales de una república que sí tenía las bases para sustentar su sueño.

Los grandes medios de comunicación, tanto impresos como audiovisuales y radioeléctricos, haciendo uso de la libertad que los acompañaba, formaron parte de los proféticos y desastrosos augurios y poco hacían, con seriedad, para promover cambios más allá de sus interesados deseos de ganancias económicas y sociales por encima de los obvios privilegios y prerrogativas que su tarea les otorgaba como favores condicionados a sus mismas imposiciones.

El pueblo venezolano, militante o reserva de los grandes partidos políticos tradicionales y de la decente izquierda emergente, previamente azuzado por pescadores del río revuelto, se entregó en cuerpo y alma enteros al felón que, sin formación ni escrúpulos, prometía villas y castillos, pero que terminó entregando grillos y casillas para someter a todos aquellos que no se plegaran al régimen del terror que impera y desespera, despojando al país de lo más valioso de su riqueza, su gente, que sin brújula huye en busca de un futuro tan incierto como el que aquí nos espera.

Pero si hubo aquellos, los desoídos profetas del desastre y los embelesados con el sátrapa, también surgieron los “proxenetas del desastre”, estos que buscando provecho político-electoral aprobaron, auparon y celebraron el artero golpe al Estado constitucionalmente estructurado, al Presidente democráticamente posicionado y a las Fuerzas Armadas profesional e institucionalmente preparadas. no obstante ser sorprendidas por la aviesa sedición entre gallos y medianoche.

Y así fueron sumándose más alcahuetas y proxenetas a las jaculatorias en pro de la supuesta revolución no para lograr verdaderos cambios, sino para llenar y rellenar sus bolsillos con dineros mal habidos en detrimento del grueso de la población venezolana que sobrevive en medio de las necesidades, el hambre y las enfermedades, esperando a la impávida comunidad internacional para que venga de fuera la salvación porque los llamados a encontrar fórmulas políticas para la solución se encuentran imbuidos en sus propias miserias y ambiciones, haciendo real el viejo refrán de que “no lavan ni prestan la batea”.

Mientras el poder ju-judicial y el ministerio impúdico están postrados ante el poder ejecutivo, y la prostituyente neutraliza a la Asamblea Nacional para que ninguna ley ni resolución adquiera legalidad, el resto de las instituciones entronizó la corrupción como indebida fuente de ingresos, haciendo más torturante y desesperante la vida de un bravo pueblo muy cerca de la implosión y tan lejos de la explosión, gracias a que ve una sola imagen y oye una sola voz que arrulla el silencio de sus sueños, opaca la luz del sol y apaga el brillo del alumbrado público.

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Cualquiera con acceso a Internet piensa y da por seguro que en un solo envío tiene acceso a miles de personas para expresar su propio pensamiento, sin ninguna mediación y, al menos teóricamente, eso es así. Nadie puede negar el impacto y “empoderamiento” que supone para el hombre común el acceso y utilización de las llamadas redes sociales. Se llega al punto de sobre estimar su “penetración”, sobre todo en los sectores de clase media, alta y profesional, en nuestro país, pero se desestiman algunos de sus efectos perniciosos.

Los usuarios de redes sociales nos dividimos en dos grandes grupos. Un primer grupo está compuesto por profesionales de los medios, artistas, políticos, figuras públicas, que fácilmente pueden montarse en 200 mil, 500 mil, seguidores y en contados casos algunos sobrepasan los millones. Pero hay un segundo grupo, el del ciudadano común y corriente –usted y yo, quien escribe y quienes me leen– que a lo mejor tenemos acceso a ochocientas, mil, dos mil personas, que son nuestros “seguidores” y entre quienes están familiares, amigos, algunos clientes y familiares y amigos de estos.

Los del primer grupo son los verdaderos “comunicadores”, los verdaderos voceros propagandistas de la era electrónica, con capacidad de influir en la formación de opinión y toma de decisiones. Los del segundo grupo participamos también en la generación de opinión y discusión de ideas, pero con un menor impacto mediático, pues seguimos siendo mayormente “consumidores” de la información e ideas que originan los primeros, las cuales difundimos y apoyamos o adversamos.

Quien quiera de ese segundo grupo recurrir de manera masiva a estas redes, para algún propósito específico, personal o comercial, probablemente o seguramente, tiene que recurrir a algunos de ese primer grupo, a los “especialistas” o “profesionales” de estos medios.

No olvidemos además que esos medios también tienen un costo y, en consecuencia, quien tenga más poder económico o esté dispuesto a invertir más en ellos, tendrá mayor acceso a redes sociales y su voz será más “fuerte” que la del ciudadano común, por más que el ciudadano común pueda ahora tener una voz que antes, ciertamente, no tenía.

Dicho lo anterior, hay dos efectos perversos que debemos tomar en cuenta en materia política, sobre todo en el lado de la oposición a esta oprobiosa dictadura. El primero es que las redes sociales, algunas de ellas, especialmente Twitter, se han convertido en refugio y trinchera de quienes bajo seudónimos o anónimos, despliegan una crítica virulenta, destructiva, toxica, hacia partidos, políticos o simplemente hacia quienes no compartan su opción y vía política concreta.

Esa conducta se justifica o ampara en la necesaria crítica política que tiene que darse en cualquier sociedad. Si, por supuesto que se impone un proceso crítico y auto crítico sobre muchos temas, pero debemos tener cuidado en no hacerle el juego a la dictadura, seleccionando un blanco fácil, que ahora, como siempre, es la MUD, la AN y los partidos o políticos en general. Ya conocemos esta historia, no hace falta abundar más en ella.

Este grupo conforma una especie de "justicieros", verdaderos savonarolas electrónicos, que se erigen en jueces supremos de acciones y actitudes, fieles de la balanza y sabuesos fieros de lo que se considera la “ortodoxia pura” de la anti dictadura; son los directores de pauta de lo que debe ser considerado la conducta “correcta” para arreglar el país. Y el que caiga en sus “tuits” por salirse de su pauta, es insultado, humillado, rebajado en su dignidad y a veces calumniado.

Pero hay otro sector o grupo de “usuarios” de las redes que las utilizan –deliberadamente en la mayoría de los casos o por ingenuidad, en otros– para transmitir errores, malas intenciones, cría y refugio de noticias falsas y guerra sucia, como hemos visto que ha ocurrido últimamente; pensar que eso no es así, es realmente una ingenuidad y es creer en la pureza intrínseca de algunas cosas, o en la maldad intrínseca de otras.

Los mensajes que circulan los que practican esta modalidad, son de una calidad técnica y auditiva extraordinaria; los de audio llegan con voz clara y sin atropellamientos, comienzan invariablemente con un “hola familia” u “hola grupo”, nadie se identifica nunca, ni tampoco la fuente precisa de la información que utilizan y desgranan un tema de actualidad, recubierto de cosas ciertas y un montón de otras no tan ciertas, exageradas o abiertamente falsas; en otras ocasiones hablan –generalmente una dama– con voz semi angustiada y alterada que nos narra un acontecimiento de obvia actualidad, e igualmente dice cosas ciertas y otras falsas y exageradas; en ambos casos claramente lo que buscan es atemorizar o asustar, más que informar.

Lo que aún no tengo muy claro es la procedencia y el propósito final de quienes utilizan de esta manera las redes. ¿Lo que buscan es angustiarnos más de lo que ya estamos, para hacernos reaccionar? ¿O son parte de una estratagema de los laboratorios de guerra sucia de la dictadura para desmoralizarnos, en búsqueda del “…sometimiento total, la sumisión absoluta…” como dice Laureano Márquez (“¿Qué pretenden?” 05/09/2018) ... ¿O solo buscan distraernos, confundirnos, generar incertidumbre para demorar, dividir y ganar tiempo?

En cualquiera de los estos casos, el de las virulentas criticas o el de las “posverdades” –para utilizar un término de moda–, debemos estar conscientes de su capacidad de manipulación y, más importante, no olvidar que hay que trascender la crítica improductiva y destructiva, el “asesinato por vía electrónica”, la comunicación angustiante y desmotivadora, pues lo que toca ahora es hacer lo que no hicimos, organizar de manera seria la resistencia civil a una dictadura que se alza cada vez con más poder. Y digo que toca ahora hacerlo pues es evidente que no se hizo, a juzgar por la incapacidad de movilizar a la población de manera eficaz frente a lo que está ocurriendo hoy en el país.

Por denuncias nunca nos quedamos cortos, la queja y critica permanente que no se traduce en la movilización ciudadana efectiva y mayoritaria reflejan que el problema de siempre es organizar las cosas de manera efectiva. Por supuesto eso –si es serio– no es tema que se deba desarrollar en detalle por esta vía.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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En una reunión de amigos la semana pasada, con motivo de la reconversión económica y las nuevas medidas, se abordó el tema de la influencia que tendrían estas en el pensamiento y la conducta de los venezolanos. Después de varias rondas de opiniones e ideas concluimos que el problema era de credibilidad. Aquí, la discusión se tornó polémica… contradictoria. ¡La credibilidad en el gobierno acaparó profusamente el tema de discusión! Como es conocido factores objetivos y subjetivos componen el grado de credibilidad de una persona o institución. Influyen creencias, valores, dogmas, opiniones y criterios. La carga de la credibilidad es la confianza. Como esté la confianza estará la credibilidad. Si es confiable tendrá alta credibilidad. Podrá ser poca, mucha o nula. Débil o fuerte. Es el transcurrir de la conducta personal o institucional la que determina, la imagen que haya proyectado y como haya sido percibida. El conocimiento, el comportamiento público y privado de tipo moral y ético constituyen elementos claves en la formación de una buena o mala credibilidad.
La credibilidad del político

Tal como es sabido y lo reflejan importantes estudios en muchos países del mundo, el político es uno de las funciones o actividades del ser humano con mayor desprestigio. En Venezuela, investigaciones (focus groups) dan cuenta de la mala imagen que tienen de los políticos. Entre las cosas que piensan están “Los políticos y los partidos no cumplen”. “Trabajan para sus intereses”. “Solo buscan nuestro voto”. “Les interesa su beneficio personal”. “Terminan traicionando a su gente”. Sobre las condiciones del nuevo liderazgo, dijeron: “Ser diferente”. “Que diga la verdad”. “Honesto y no defraude”. “Que proponga sin rodeos”. “Que asuma sus compromisos”. “Que trabaje por los ciudadanos”. La primera carga negativa de la imagen del gobierno entonces es lógicamente la imagen que de los políticos tiene la gente. Aquí y debemos decirlo pagan justos por pecadores. Sin duda, hay políticos creíbles y transparentes en su andar público y privado. Muchos tienen buenas convicciones, doctrina y propuestas. Sin embargo, “No todo está perdido”, como dijo Napoleón después de su derrota en Waterloo. ¡El hombre es un animal político! como expresó Aristóteles.

La credibilidad del gobierno

El otro componente de la credibilidad del gobierno es su modelo de comunicación política. La política es el arte de gobernar los pueblos y el modo de conducir un asunto. La comunicación política implica aquellos mensajes que afectan la distribución de poder, como la definiera Richard Merrit. Por eso, es necesario analizar el modo de comunicación oficial para ver su grado de credibilidad. En general, son peroratas largas y descriptivas, muy técnicas y carentes de pericias pedagógicas. Divulgan materias de gran complejidad y de claras dificultades para comprender y advertir. Cansan al receptor interesado y fastidian al predispuesto. No es una comunicación cercana al pueblo. Y la compra de esos mensajes exige alta credibilidad. Por ejemplo, la venta de los lingoticos de oro, la reconversión financiera, el pago del salario mínimo, el pago a los pensionados, el precio de la gasolina, la moneda petro y la relación dólar bolívar. Temática que ha sido además corregida y vuelta a corregir varias veces.

Una población confundida

Esta marcha y contra marcha en las cuales se rodea cada medida siembra la incertidumbre en la población. Aumenta la desconfianza y disminuye la empatía en las políticas gubernamentales. La poca comprensión aleja al ciudadano y multiplica las dificultades para su implementación. Una vocería gubernamental en muchos casos abrumada de galimatías y poses autosuficientes y presuntuosas. Un galimatías es un lenguaje enredado… confuso y poco perceptible. En el fondo, observamos improvisación y hasta falta de preparación. Deficiencia que es de algún modo reforzada con la propagación brutal y repetitiva de las medidas. ¡Hasta “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”!, de acuerdo a Joseph Goebbels. Reconocemos, no obstante, que es una materia compleja y que exige el uso de técnicas de la comunicación y de la psicología. Como resultado, una población confundida, subinformada y enredada en sus propias circunstancias y capacidades culturales y educativas. Pero, que al fin y cabo, aprenderá de acuerdo a su propia experiencia. Y a la comunicación persona a persona con amigos y familiares.

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