La designación de la Comisión de primarias constituye un paso de avance, pero no está asegurado que lo sea en la dirección correcta. Ella recibió de la Plataforma Unitaria un Reglamento, algunas de cuyas normas reducen la participación. Está por verse si tiene facultades para modificar esas normas o solo debe acatarlas.
Una coincidencia absurda de la oposición es que todas parecen preferir una unidad negativa: ir divididos a la competencia electoral y contribuir a que gane Maduro. Casi todos empujan hacia ese desenlace y es lo que terminará ocurriendo si no se ejerce una presión fuerte y creíble para convencer a las élites partidistas que su deber es organizar la derrota del régimen.
El momento requiere un candidato con chance de ganar. Pero los dirigentes de partido con méritos para ser candidatos combinan baja aceptación y alto rechazo. Ojalá hubiera una excepción, pero la situación de debilidad confirma que la pertenencia a un partido no es una condición de candidato ganador.
El país está cansado de una pugna por el poder sin sentido social, ético y de país. Hay dos verdades sencillas que ha costado ver pese a sus evidencias: La vía para combatir al régimen es la electoral y el medio para derrotarlo es la unidad.
El mayoritario país descontento con el gobierno y con la oposición, sabe distinguir cual es el mal mayor y por eso espera que una oposición con lógica ordinaria actúe para presentar un programa y un candidato común, aunque sea para esta ocasión. La gente no va a salir a votar para repartir la derrota.
Tal vez haya que redundar ideas básicas para buscar la mejor opción: 1) Oposición dividida es triunfo seguro de Maduro, 2) El trabajo común es atraer a quienes no están decididos a votar, 3) En su diseño actual primarias y consensos se concentran en el electorado cautivo de cada sector de oposición. Su resultado será reproducir la división y medir el tamaño de sus diferentes fracciones, 4) El método, primaria o consenso, propone un candidato, los electores deciden, 5) El rechazo a los dirigentes opositores no es de orden personal, forma parte de un cuestionamiento cultural a los partidos y a la política.
Si hoy el país no aprecia a los candidatos de partido, estos deben analizar lo que hay de razón en esta valoración. En perspectiva las elecciones son un movimiento para abrirle puertas a una transición del autoritarismo a la democracia. Para ese proceso es conveniente ampliar el protagonismo de los independientes y constituir alianzas con dirigentes de la sociedad civil y de otras instituciones no partidistas que hacen política desde lo cívico y no desde la lucha por el poder.
No se trata de dar nombres, que los hay con virtudes en independientes y en dirigentes partidistas, sino de seleccionar al más idóneo para personificar una política de transición y tener chance de competir para ganar.
Lo primero es no convertir en incompatibles los nombres que puedan surgir de primarias o consensos y estar dispuestos a evaluar quien suma más respaldos y evidencias de triunfo, sea un independiente o un militante de partido. La mayoría para ganar no está en ningún método en particular si no en el país que desconfía de la política.
Hay tiempo y más respaldo del que se supone para seleccionar un candidato alternativo con chance de ganar.
Simón García|@garciasim
Twitter: @garciasim
4 de diciembre 2022
Talcual
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