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El comentario de la semana

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Tiempo de lectura: 3 min.

El saqueo, crimen y la desidia en Guayana

El comentario de esta semana está relacionada con el saqueo, la desidia y la impunidad que gobierna al sur del estado Bolívar, que implosiona social y políticamente en estos días, con la desaparición de 28 mineros dedicados a la extracción informal en la población de Tumeremo, en una de las minas de oro de aquella región, llamada Atenas. Pero son muchas otras las minas que allá existen: Las Cristinas, de vieja recordación para ganancias de empresas rusas; La Camorra, Isidora, Hoja e lata, y tantas otras.

Se nos ha dicho, que nuestro país tiene la segunda reserva mundial de oro, algo así como 133 millones de onzas, de las cuales 81 y un poco más, se concentran al sur de esa región de nuestro país. Pero además de ello, hay tambien grandes reservas de coltán, un mineral estratégico utilizado en una gran variedad de dispositivos electrónicos, la bauxita, que es la materia prima para obtener el aluminio, que antes producíamos y exportábamos.

De modo que Bolívar, y Guayana en general, es una región con una gran fortaleza para la producción de minerales con los cuales Venezuela podría beneficiarse altamente, pero que en la revolución chavista, se ha convertido en el centro no sólo de la gran corrupción para agentes oficiales, gubernamentales y militares, sino que ha permitido que impere el crimen, la minería ilegal a través de mafias que controlan fundamentalmente la extracción del oro, la corrupción que ha enriquecido a boligarcas y bolichicos y ha permitido la ruina de un país que ha esperado mejores esperanzas; pero tambien la impunidad de las autoridades, desde la ceguera de un gobernador cuestionado severamente por su desidia, y la complicidad en el contrabando y cobro de comisiones de sectores militares y policiales en ese ominoso saqueo a nuestras minas de oro, amén de lo que la prensa denuncia, en la cual se asegura, el decomiso de armas de guerra a esas bandas criminales, identificadas como R15 y AK47, propias para el uso de nuestras FANB.

Pero además, se ha permitido la destrucción irracional de más de 80.000 hectáreas de bosques. Es una fiebre de oro desatada, que en perjuicio de nuestros recursos y ambiente se conjugan intereses sin escrúpulos de venezolanos que deberían estar llamados a preservar la naturaleza de Venezuela.

Pero también, la minería ilegal en Venezuela, y en especial en Guayana, constituye un drama social y humanitario porque ha estado vinculado a la baja calidad de vida, a la inseguridad, a la ausencia de programas de salud para los habitantes de la región y que se inició brutalmente con aquella masacre en el año 2006, en el sector La Paragua, en la cual el Estado dejó en manos de criminales y bandas organizadas el control del territorio.

De modo que la metástasis ha aparecido con esta masacre de 28 mineros de la mina Atenas en Tumeremo, que el gobernador del estado Bolívar ha desmentido en las redes al afirmar que los cuerpos de seguridad de la revisión del lugar donde presuntamente ocurrió la masacre, no fue encontrado indicio o prueba del hecho, mientras se contradice con la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo. Naturalmente que un gobernador demócrata y responsable de sus funciones, y no un generalote cuyas condecoraciones debió ganarlas en un polígono de tiro, en vez de mentir y obstaculizar, ha debido colocarse al frente de las investigaciones y dar respuestas a los familiares de los desaparecidos. Esa es la situación que ahora vive el sur del estado Bolívar.

De allí que no solo se espera que aparezcan los desaparecidos, sino que el país reclama que la extracción del oro sea una empresa que fortalezca la economía del país generando más trabajo para beneficio de los venezolanos, pues, la solución a la extracción ilegal de la minería no se acaba con la detención de uno de los pranes que domina otros treinta (30) campamentos mineros, desde Tumeremo hasta los límites con Guyana, sino que es necesario abordar responsablemente el problema de esa industria improvisada, que es la extracción ilegal en la que pobladores venidos de cualquier parte del mundo extraen el oro a su antojo con la única supervisión de agrupaciones o sindicatos mafiosos y armados, que se encargan de mantener el orden en sus territorios, al margen de lo que debiera ser propósito patriota de la Guardia Nacional.

De aquella nacionalización de comiquita para la explotación del oro y sus actividades conexas, firmada por Chávez en el año 2011 hasta esta repudiable masacre, lo que ha habido es extracción ilegal de oro y otros minerales, crimen, más de 100 mineros asesinados al sur del estado Bolívar, violencia mafiosa, corrupción de funcionarios civiles, militares y policiales y abuso de poder desde la gobernación. Otra de las facetas que nos legó el padre de la mayor tragedia política, económica, fiscal y social que vive nuestro país: Hugo Chávez.