Parece que el único gas capaz de repartir este régimen es el gas “del bueno” que decía el finado supremo. Es más, lo reparte con carácter selectivo, solo para los jóvenes, adultos y toda persona que por su condición de demócrata se mantenga en las calles luchando por la libertad, por sus derechos constitucionales secuestrados por Maduro y su cúpula cívico militar. Tan evidente muestra de ese guion de violencia y atropellos se puso de manifiesto el pasado miércoles cuando al pelotón de la Guardia Nacional que tiene a su cargo la custodia de la Asamblea Nacional, se le desaparecieron las bombas lacrimógenas para dispersar a los paramilitares colectivos, del mismo modo que al pueblo venezolano no le llegan las bombonas de gas doméstico que le permita cocinar lo poco que consiguen para el sustento familiar.
Por supuesto, a Maduro y su cúpula no le interesan las necesidades de la población. Sólo le preocupa mantenerse la mayor cantidad de tiempo en el poder. Por eso no le importa descaradamente mostrar su incapacidad para gobernar al no ser capaces de distribuir el gas a los hogares venezolanos, repartir esas bombonas que han pasado a ser artículos de primera necesidad. Y saber que todo eso pasa en momentos que PDVSA es de todos, cuando se hace alarde de que Venezuela tiene las más grandes reservas de petróleo y gas, a las cuales el maldito imperio norteamericano quiere ponerles la mano, en conchupancia con la derecha fascista. La espera por el necesario gas doméstico ha llegado a extenderse por semanas y hasta por más de un mes, mientras los usuarios en esta regresiva realidad que nos atosiga optan por el fogón de leña, o se sacrifican para comprar una cocinita eléctrica que poco resuelve dados los frecuentes apagones.
Por supuesto que el otro gas, el de las bombas lacrimógenas, abunda y es repartido a diestra y siniestra por las fuerzas represivas del régimen, no sólo las de los organismos militares o policiales, sino también por paramilitares colectivos que, amparados por los cuerpos uniformados y no uniformados del régimen, con la pretensión de impedir la legítima protesta democrática y no violenta mantiene al pueblo en la calle. Tal entendimiento entre militares y colectivos se puso de manifiesto el pasado miércoles 5 de julio en el recinto parlamentario, cuando colectivos armados, dispararon, golpearon y atracaron a diputados, trabajadores y periodistas, ante la indiferente y complaciente mirada del pelotón militar encargado de la custodia de la Asamblea Nacional. Mientras, Maduro, quien dio la orden para este atropello, con su característico caradurismo, hablaba de un “hecho anormal” y señalaba que no toleraría ese tipo de acciones, que lo suyo es la paz. Será la paz de los sepulcros del casi centenar de muertes causada por la mayor represión jamás vivida en la vida republicana de Venezuela.
En fin, tenemos un compromiso al cual nos convoca Venezuela. Mantener la lucha en la calle y en todos los escenarios. Poner todos los esfuerzos para la realización de la consulta democrática del próximo domingo 16 de julio, paso fundamental para las acciones que seguiremos para derrotar a Maduro y su cúpula, para cerrar el camino a la fraudulenta constituyente, para alcanzar la libertar, la democracia consagrados en la vigente Constitución de 1999. No es un reto y una aspiración de un sector. Es un compromiso de todo venezolano que cree en la democracia, que está contra la dictadura, que sueñan con una Venezuela de oportunidades, sin diferencias, con libertad de expresión, donde todos seamos iguales ante la justicia.
Guanare, 06/07/2017
@edalque1