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Edgar Alfredo Quero

Enredados en las redes sociales

Edgar Alfredo Quero

Mucho se ha discutido en diferentes escenarios sobre la utilidad de las redes sociales y respecto al uso inadecuado que se hace de ellas. Todos reconocemos los medios digitales como alternativa para obtener información al instante, desde cualquier lugar del mundo e indiferentemente de las circunstancias. Las redes sociales son un instrumento para expresar con libertad lo que sentimos y pensamos; intercambiar opiniones con grupos de interés común; facilitar la comunicación entre docentes y alumnos, facilitar la comunicación entre las instituciones; y tantos otros usos provechosos para la comunidad. Informar, informarse y exponer libremente sus opiniones, percepciones y demandas sobre asuntos políticos y sociales. Son una forma de escape, una ventana por la cual poner a circular discursos alternativos de comunicación, ejerce un contrapeso al poder y una forma de expresión de diversidad. No obstante, en el ámbito político venezolano las redes se han convertido en una espada de doble filo, un mecanismo de manipulación, un medio para falsos positivos, una forma de crear matrices de opinión, de acusar, ofender y sentenciar el comportamiento de dirigentes, militantes o ciudadanos.

En estos años en los cuales el régimen desde el poder la hegemonía comunicacional con un desmedido aumento de los medios oficiales, que combinado con el cierre de medios privados, el estricto control sobre la distribución de papel, las amenazas cada vez más frecuentes sobre los espacios de opinión, las redes sociales han pasado a ser una herramienta para que los ciudadanos se organicen y participen, planteen los problemas y exijan soluciones; además de promover opiniones en la comunidad nacional e internacional. Debemos agregar que muchos han desdeñado la influencia de las redes sociales al indicar que llegan sólo a un 1% de la población; sin embargo, sobran los ejemplos, como las elecciones de Colombia, del Parlamento Europeo y de algunas naciones del viejo continente donde el papel de esta herramienta tecnológica ha sido primordial.

No vamos a extendernos en el manejo oficialista de las redes. Es obvio que las han usado, y las seguirán usando, para crear matrices de opinión con base a la mentira y el engaño, criminalizar a la oposición y crear desaliento y desesperanza en la población. Tales hechos son propios de la dictadura. Grave es el uso que se hace en la oposición venezolana, donde Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, Telegram y demás medios digitales son aprovechados para agredir, acusar sin pruebas, difundir rumores, desarrollar agendas ocultas, y lo más grave aún, compartir publicaciones y mensajes sin comprobar su origen cuyo emisor por lo general es el gobierno y sus salas situacionales y que van dirigidos contra factores opositores. Ejemplos sobran. Ha sido común la difusión de mensajes como que Capriles Radonski recibió dinero de Ordebrech, que los hijos de Ramos Allup tienen negocios con PDVSA, que el padre de último hijo de Lilian Tintori no es Leopoldo, que la MUD es una mafia que tiene negocios con el gobierno, que María Corina es una burguesita disfrazada de Caperucita, que tal artista opositora era amante del difunto Chávez, y pare de contar. El colmo es que la mayoría de los casos los comparten y le dan “me gusta” sin leerlos, o los dan como ciertos sin un análisis sobre las fuentes y el contenido. No es que mostremos incredulidad ante todo lo que circule, ni que creamos que todos los actores políticos son unos bandidos o angelitos caídos del cielo. La cuestión es informarnos, buscar las fuentes y determinar su credibilidad, y actuar en consecuencia.

Necesario es promover que cada día, ante las dificultades para opinar y recibir información veraz, tengamos más ciudadanos participando en las redes sociales, y activados políticamente. Eso sí, con conciencia y responsabilidad cuando se difundan imágenes o informaciones sobre lo que pasa en el país, de manera que sea cierta la información que se publica o comparte. Aprovechar los medios digitales para la discusión, la suma de voluntades y la movilización, en función de un objetivo común, la unidad para derrocar al régimen.

Guanare, 12/07/2018

Gas del bueno o del malo

Edgar Alfredo Quero

Parece que el único gas capaz de repartir este régimen es el gas “del bueno” que decía el finado supremo. Es más, lo reparte con carácter selectivo, solo para los jóvenes, adultos y toda persona que por su condición de demócrata se mantenga en las calles luchando por la libertad, por sus derechos constitucionales secuestrados por Maduro y su cúpula cívico militar. Tan evidente muestra de ese guion de violencia y atropellos se puso de manifiesto el pasado miércoles cuando al pelotón de la Guardia Nacional que tiene a su cargo la custodia de la Asamblea Nacional, se le desaparecieron las bombas lacrimógenas para dispersar a los paramilitares colectivos, del mismo modo que al pueblo venezolano no le llegan las bombonas de gas doméstico que le permita cocinar lo poco que consiguen para el sustento familiar.

Por supuesto, a Maduro y su cúpula no le interesan las necesidades de la población. Sólo le preocupa mantenerse la mayor cantidad de tiempo en el poder. Por eso no le importa descaradamente mostrar su incapacidad para gobernar al no ser capaces de distribuir el gas a los hogares venezolanos, repartir esas bombonas que han pasado a ser artículos de primera necesidad. Y saber que todo eso pasa en momentos que PDVSA es de todos, cuando se hace alarde de que Venezuela tiene las más grandes reservas de petróleo y gas, a las cuales el maldito imperio norteamericano quiere ponerles la mano, en conchupancia con la derecha fascista. La espera por el necesario gas doméstico ha llegado a extenderse por semanas y hasta por más de un mes, mientras los usuarios en esta regresiva realidad que nos atosiga optan por el fogón de leña, o se sacrifican para comprar una cocinita eléctrica que poco resuelve dados los frecuentes apagones.

Por supuesto que el otro gas, el de las bombas lacrimógenas, abunda y es repartido a diestra y siniestra por las fuerzas represivas del régimen, no sólo las de los organismos militares o policiales, sino también por paramilitares colectivos que, amparados por los cuerpos uniformados y no uniformados del régimen, con la pretensión de impedir la legítima protesta democrática y no violenta mantiene al pueblo en la calle. Tal entendimiento entre militares y colectivos se puso de manifiesto el pasado miércoles 5 de julio en el recinto parlamentario, cuando colectivos armados, dispararon, golpearon y atracaron a diputados, trabajadores y periodistas, ante la indiferente y complaciente mirada del pelotón militar encargado de la custodia de la Asamblea Nacional. Mientras, Maduro, quien dio la orden para este atropello, con su característico caradurismo, hablaba de un “hecho anormal” y señalaba que no toleraría ese tipo de acciones, que lo suyo es la paz. Será la paz de los sepulcros del casi centenar de muertes causada por la mayor represión jamás vivida en la vida republicana de Venezuela.

En fin, tenemos un compromiso al cual nos convoca Venezuela. Mantener la lucha en la calle y en todos los escenarios. Poner todos los esfuerzos para la realización de la consulta democrática del próximo domingo 16 de julio, paso fundamental para las acciones que seguiremos para derrotar a Maduro y su cúpula, para cerrar el camino a la fraudulenta constituyente, para alcanzar la libertar, la democracia consagrados en la vigente Constitución de 1999. No es un reto y una aspiración de un sector. Es un compromiso de todo venezolano que cree en la democracia, que está contra la dictadura, que sueñan con una Venezuela de oportunidades, sin diferencias, con libertad de expresión, donde todos seamos iguales ante la justicia.

Guanare, 06/07/2017

@edalque1