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Nuestro deber

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 3 min.

Bien lo acaba de afirmar Su Santidad el Papa Francisco: "Es deber del cristiano involucrarse en la política". Además, dijo que no debemos lavarnos las manos como Pilatos y ser indiferente ante la suerte de los pueblos, de nuestra comunidad, de nuestra familia y hasta de nosotros en particular. El Santo Padre, en su acostumbrado mensaje conceptual y refrescando lo más profundo de las raíces cristianas calificó la política como "la práctica más elevada de la caridad", que es una de las tres excelsas virtudes teologales.

El llamado del Papa está dirigido a los cristianos, pero perfectamente puede extenderse al ser humano en general. No está en la esencia humana la indiferencia y la apatía cuando está en juego el Bien Común, quienes así se comportan padecen con seguridad de trastornos de conducta y serios problemas de personalidad. El indiferente y que nada le importa tiende a quedar aislado y solo y ello es contrario a la sociabilidad del humano.

El exhorto del Sumo Pontífice se corresponde con el que siente el deber de servir y no de servirse, con el que es capas de subordinar su personal interés al colectivo y comparte y sufre la infelicidad del prójimo y lucha con él para superarla.

Particularmente en nuestro país, las palabras del conductor de la Iglesia Católica cobran mucha vigencia. Estamos hartos de ver y saber de funcionarios y no funcionarios que hasta ayer eran modestos ciudadanos y se desenvolvían con estreches económica y hoy exhiben y nos estrujan en la cara su fortuna. Incursionaron en la política para servirse, para adueñarse de lo que nos corresponde a todos, para desde su posición hacer negociados para engrosar su personal patrimonio y colmarse de lujos extravagantes y propiedades en distintas latitudes del planeta.

Lo que se sabe, porque los medios de comunicación social internacionales se encargan que así sea, es que casi a diario aparece alguien que ocupó u ocupa importantes posiciones de gobierno confesando sus fechorías a cambio de aminorar la pena (en los Estados Unidos de norte América). En la confesión delatan al combo de bandidos y dan detalles como con el lavado de dinero, el narcotráfico, el tráfico de influencia y en general negociados de la peor calaña, se han enriquecido todos.

Sabemos quiénes son y en donde están, pero la justicia venezolana ante ellos es ciega, sorda y muda. En nuestro país se ha entronizado una sociedad de cómplices donde a nadie se le ocurre señalar a alguien porque éste guarda las fechorías del otro y además se ponen de acuerdo para el saqueo. Cuando se llega a estos niveles de corrupción es porque estamos en presencia de la más espesa tiniebla y urge un rayo de luz que ilumine el camino correcto.

Más de 400 mil millones de dólares se han llevado del erario y están campantes como si nada hubiese ocurrido. Acabaron con nuestra planta industrial y comercial. Acabaron también con la producción de nuestras fértiles tierras. PDVSA (la gallina de los huevos de oro otrora la tercera empresa más importante del mundo) está técnicamente quebrada, la producción de 3 millones 500 mil barriles diarios de petróleo se redujo a menos de un millón (los que saben del asunto dicen que si la empresa hubiese sido bien manejada hoy con holgura produciríamos 5 millones de barriles cada día). Pulverizaron nuestro signo monetario y para nada importa los alarmantes niveles de pobreza y desnutrición de nuestra población, sumado a ello el criminal drama de la asistencia a la salud que es prácticamente ninguna y cuando alguien es tratado por un médico viene el calvario para conseguir los medicamentos cuando se dispone del dinero necesario y cuando existe en el mercado.

Peor crisis que esta no hemos vivido, ni siquiera en la lectura de nuestra historia se registra algo similar. Llegaron para saquear y acabar con el país, ese ha sido el objetivo. Allí no hay la más mínima dosis de servicio, bien lejos o mejor dicho inexistente la caridad, lo de ellos es cuánto hay para eso y como me beneficio en este tiro.

Está bueno de enunciar lo que nos acontece, incurro con frecuencia en ello, es urgente y necesario pasar a la acción con UNIDAD y buscar una salida cuanto antes a este drama, el gobierno no va a ceder por iniciativa propia, tenemos que empujarlo y empujarlo ya y lo más fuerte que podamos.

Hagamos buena las palabras de nuestro venerado, querido y respetado Papa Francisco, hoy la lucha como nunca se parece a la caridad y debemos afrontarla con la convicción que le estamos prestando un buen servicio al país, como debe ser.