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Resistencia activamente civil y pacífica

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 2 min.

En la lucha de los venezolanos por restituir la democracia en el país hay varios aspectos que me parecen vitales. Señalaré tres.

En primer lugar, con la salida masiva a la calle es imprescindible no alimentar expectativas que conduzcan a la frustración: cada día de esperanza frustrada incrementa la desesperanza aprendida. Por ello, consignas como “hoy es el día” resultan por completo contraproducentes. Es necesario concebir la manifestación ciudadana como una estrategia sostenida, a ser mantenida día a día, con perseverancia, hasta que se logre un confiable inicio de la transición a la democracia. Esta concepción no inmediatista de la lucha es lo que encierra la palabra “resistencia”.

Por otra parte, por varias razones, es esencial mantener la lucha dentro de una propuesta de resistencia activamente civil y pacífica. Aunque el punto de inflexión política llegue a darse gracias a la futura intervención de factores de fuerza armada, la lucha por la democracia debe continuar dándose con orientación civil. Esto implica que a su cabeza deben continuar estando civiles con un discurso firme, valiente, pero de paz. La posiblemente necesaria incorporación de una fuerza armada en el cuerpo de lucha debe adquirir la función de un brazo, no de una cabeza; ésta, reitero, debe ser civil y con claro talante democrático. Una razón para que esto sea así es el interés en asegurar que la transición sea a una vuelta a la democracia y no a otro gobierno dictatorial.

Finalmente, pero lo más importante, debemos hacer -para el logro de la futura reconciliación de los venezolanos- un explícito esfuerzo porque la paz sea algo más que una característica objetiva de la lucha, esto es, que no tenga lugar solo en el hecho de que los demócratas no empleamos armas. La paz ha ser también un estado interior: los venezolanos debemos sembrar desde ya el perdón en nuestros corazones, en cuyo terreno se ha cultivado por años el resentimiento. Esto es imprescindible y por completo posible: para luchar por Venezuela no necesitamos la ira ni el resentimiento. Podemos presentar una firme lucha por la democracia a la vez que perdonamos a aquellos contra quien luchamos. Para sentir este perdón a quienes tanto daño nos han hecho podemos recurrir a una o más de las siguientes fuentes: a) religiosa: todos los textos sagrados proponen el perdón y el amor incondicionales como parte de un contacto con un Ser Superior; b) espiritual: sólo podemos cuidar de nuestro ser interior y vivir en armonía y plenitud si conscientemente nos conectamos con el otro –todo otro- desde la empatía y la aceptación; c) psicológica: nadie es culpable de ser como es: los modos de ser personal son resultado de un tejido de múltiples factores que constituyen su estructura psíquica, por lo que toda mirada psicológica es una mirada de comprensión. Esta propuesta puede sonarle a alguien como de “come flor”, pero no lo es: la futura y difícil reconciliación de los venezolanos debe cultivarse desde ya.

En síntesis, la lucha por la democracia en Venezuela debe ser de resistencia, civilmente activa y doblemente pacífica: hoy, mañana y pasado, no será de un día; civiles de marcada vocación democrática deben estar siempre a la cabeza; la paz debe estar en las manos, pero también en los corazones.

20 de abril de 2017

@marcosrequena1

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