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Teodoro Petkoff

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 3 min.

Con el fallecimiento de Teodoro Petkoff se aparta de nosotros un político integral, de una autenticidad a toda prueba, de valentía única y de una voluntad de lucha por sus ideales, donde siempre estaba presente el interés nacional.

Su autenticidad y desbordante indomable temperamento lo llevó, durante el inicio de los años sesenta a defender y luchar por sus creencias desde la montaña, luego a principios del presente siglo dijo: "Exceptuando aspectos subjetivos y emocionales, políticamente ése fue un error demasiado grave que no puede ser reivindicado en nombre de nada".

Sin lugar a dudas Teodoro fue un político muy bien equipado y bastante relevante, controversial muchas veces, irreverente y no menos veces discutido de América Latina. Fue un intelectual bien formado y hombre de acción que combinaba con su honestidad con sí mismo y con los demás. En su rostro adusto, algo mal encarado y férreo carácter en él se encontraba una inmensa calidad humana. Era un hombre de respuestas inmediatas, no le permitían sus sentimientos y convicción esperar para más tarde. Lo que creía lo decía y sus ejecutorias y obras guardaban sintonía con sus predicas. A pesar de las enormes vicisitudes que le correspondió o resolvió vivir, que seguramente lo afectaron orgánica y emocionalmente, no recuerdo escucharle ni una palabra de rencor o resentimiento, tampoco pensar en pase de facturas y mire que varias veces tratamos el tema.

El Teodoro comunista, teórico y práctico empieza a deslindarse a partir del año setenta cuando se produce la invasión armada de la Unión Soviética a Checoslovaquia. Si nuestra lucha es contra el capitalismo lo es sin apellido, no solamente contra el "gringo", también contra el soviético, me comentó alguna vez. Sus críticas a la teoría y sobre todo a la praxis del comunismo le valió un sin número de epítetos y calificativos, hasta llamarlo traidor, por parte de los teóricos y la NOMENKLATURA tanto de Venezuela como de América y Europa.

El "Eurocomunismo" que nace en Italia, España, Francia y Portugal en los años 73 y 74, no era otra cosa que una revisión de la vieja ortodoxia materialista, tratando de modernizarla con la pretensión de hacerla humana y digerible. Teodoro en el año 70, es decir cuatro años antes ya lo había advertido y avizorado, lo había escrito y sustentado, fue después del año 74 que reconocieron la razón de su deslinde.

En atención a ese proceso de revisión por el que pasó Teodoro, afirmó a inicio de la década de los noventa "Tanta economía privada como sea posible y tanto Estado como sea necesario", no recuerdo si es de su autoría pero lo cierto es que la tomó para sí. La revisión fue de tal naturaleza que en el segundo gobierno de Caldera fue el Ministro Director de la Coordinación y Planificación de la Nación.

Cuando en una extensa entrevista, varios meses de conversación, el agudo periodista Alonso Moleiro le pregunta sobre su rectificación, le dijo: "Solo los entupidos no cambian de opinión".

Cuando el partido que él entre otros fundó, el MAS, decidió apoyar la candidatura a la Presidencia de la Republica del Teniente Coronel Hugo Chávez , se opuso hasta el final, ya consumado el respaldo les dijo:" Los espero en la bajadita". Y que bajadita.

Incursionó en el periodismo, fue director del vespertino El Mundo, que lo recibió en precarias condiciones y en corto tiempo lo relanzó de tal manera que todo el país salía en las tardes a comprar y leer El Mundo para enterarse del acontecer nacional.

Fundó y dirigió TAL CUAL. Mantengo el honor y distinción de haber sido invitado para estar entre los colaboradores de su nacimiento, lo hice con mucha emoción y convicción de estar colaborando con un instrumento útil a la mejor causa del país y así fue, TAL CUAL (escrito) fue de obligatoria consulta para estar al día con el acontecer nacional, de América y el mundo, además contenía lo que otros callaban. Ahora a través de las redes continúa en su labor de patria brindándonos sustantivos artículos de opinión.

El intelectual, el de indomable temperamento, el irreverente, el auténtico, el honesto y de inmensa calidad humana se nos fue. Padeció en los últimos años de una severa enfermedad que lo alejó de la realidad y lo distanció del mundo exterior. Gracias a Dios creo no vivió su propia muerte.

Tuve el inmenso honor y privilegio de ser su amigo durante más de cuarenta años. Compartimos curul en la Cámara de Diputados del pasado Congreso de la Republica, allá hablábamos mucho, coincidíamos o estábamos en desacuerdo pero siempre la amistad fue superior y honrada.

Nos queda su legado, sus enseñanzas y sobre todo nos queda el ser humano con capacidad de rectificar, nos queda también su testimonio de autenticidad. Teodoro era Teodoro, actuó como pensó y creyó y con el sufrimiento de no poder verlo, leerlo, escucharlo y hablarle nos queda su recuerdo que será por siempre imperecedero.