Existe un inmenso y creciente malestar en el país, casi es unánime, la situación es tan grave que en mucha gente el malestar se ha transformado en odio. Debemos cuidarnos de ello, el odio es un sentimiento que mina y afecta nuestro espíritu y generalmente nos aparta de un comportamiento racional necesario en todo tiempo, más en éstos
Personas que ocuparon en este régimen importantes cargos ministeriales se han pronunciado públicamente y algunos con hechos concretos en las calles, sobre el rumbo equivocado y perjudicial del gobierno. Quienes fueron ministro de Ambiente, Educación Superior, Finanzas, Energia y Minas y presidente de PDVSA y Cordiplan, recientemente lo han hecho. No deseo reivindicar a nadie pero cuando es de adentro donde vienen las críticas nada bueno está pasando.
Rodrigo Cabezas, ex ministro de Finanzas acaba de señalar duras críticas a la política económica del gobierno e indica que si no se rectifica ahora vamos directo a un despeñadero.
Rafael Ramírez, ex ministro de Energía y Minas y ex presidente de PDVSA, no solamente crítica al régimen si no con mucha frecuencia despotrica de él. Acusa al gobierno de ser perseguidor de la disidencia y de destrozar la industria petrolera, ayer extraíamos 3.500.000 barriles de petróleo diariamente y hoy estamos por debajo de 1.400.000.
La señora que fue Ministro del Ambiente la vimos manifestando en Caracas, pancarta en mano, por la carencia de luz y agua.
Jorge Giordani, quien presidió el gabinete económico, ahora se desborda en críticas y avisora que si no hay cambio cuanto antes vamos disparados a un desastre mayor.
El ex ministro de Educación Superior tiene tiempo con fuertes señalamientos a los gobernantes, tildándolos de traidores e ineficaces.
A la opinión nacional se suman organizaciones internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA), Organización de las Naciones Unidas (ONU) y casi la totalidad de los países democráticos del mundo, con preocupación y alarma por lo que ocurre en nuestra nación. La OEA acordó una resolución en la que desconoce la legitimidad de los resultados surgidos del espectáculo montado el 20 de mayo pasado. El Presidente proclamado, para los Estados Americanos no existe, es ilegítimo y como tal usurpador. También la OEA alerta sobre el resquebrajamiento de las normas democráticas en Venezuela y solicita de inmediato su restablecimiento. Igualmente desde África, Asia, Europa y Oceanía nos llegan voces de preocupación por lo que acontece en nuestro país. La Unión Europea con fortaleza, coraje y decisión ha manifestado reiteradamente su posición contraria a todo lo que ocurre en nuestra tierra y pide a gritos volver a ser el país democrático que fue modelo para América y el Mundo.
Si somos sensatos debemos concluir que estamos viviendo un horror político, económico, social, cultural y moral. No es posible que a la casi unanimidad del pueblo venezolano se sumen las naciones del mundo si no fuese cierto que confrontamos uno de los peores momentos de nuestra historia.
La política utilizada para la persecución y las peores patrañas, la economía destrozada, acabaron con nuestra planta industrial, la inflación más alta del mundo, no se cultiva ni se produce nada, nuestras tierras están invadidas y en manos del hampa, acabaron con la pequeña y mediana empresa y las que quedan están al borde del cierre definitivo, han enfermado la sociedad con odios, rencores, amenazas, coacciones que jamás habíamos conocido y como si fuera poco existe un descenso moral y ético de los cuadros oficiales que además de preocupante es absolutamente intolerable e inaceptable.
No sé si se debe agregar algo más a esta situación para entender la urgente necesidad de rectificación y ella pasa por la renuncia del Presidente Maduro, voluntariamente o empujado, como dice el Padre Ugalde. Nuestra Fuerza Armada, sostén fundamental del gobierno debe tener una palabra en esta crisis, que esperamos desde luego esté enmarcada en la civilidad democrática.
Aún estamos a tiempo. Dios quiera que la sensatez toque las puertas del gobierno y la dejen entrar para que entiendan la magnitud de la crisis tan honda que vivimos.
Urge la rectificación, es de vida o muerte, estamos en una zona fangosa que amenaza nuestras vidas y debemos cuanto antes salir de ella.
Ahora bien, sería ingenuo pensar que el régimen a voluntad propia rectifique, mil veces el pueblo lo ha pedido y mil veces el gobierno ha sido indiferente ante el clamor popular. Somos nosotros, la oposición, la que tiene que lograr la rectificación con una estrategia bien estudiada y definida y que conduzca lo más pronto posible al restablecimiento democrático. Para poder rectificar debemos rectificarnos, revisarnos y reinventarnos si es necesario para recomponer la UNDAD, que es el elemento fundamental y prioritario para superar esta dolorosa situación que amenaza lanzar al país a un barranco sin fondo.
Debemos también nosotros rectificar para una vez restablecida la democracia y por ende haber salido de este régimen, estar en capacidad de enfrentar con éxito el arduo y apasionante trabajo para la reconstrucción nacional que será una tarea en la que deben colaborar las mejores inteligencias y voluntades del país. UNIDAD es la palabra mágica de este tiempo, allí está la palanca para sacar lo que tenemos y reconstruir la nación. Para que Dios nos ayude en esta jornada debemos empezar por ayudarnos, si lo hacemos, estoy seguro EL lo hará.