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Opinión

Redacción ALN

Ninguno de los tres escenarios de base para los próximos 18 meses en Venezuela, que debe celebrar elecciones presidenciales en 2024, prevé elecciones competitivas, de acuerdo a la más reciente presentación de la consultora Poder y Estrategia.

Estos son los posibles escenarios según la organización especializada en inteligencia de entorno que, además, presenta como hitos relevantes para los próximos meses los ascensos militares, la primaria presidencial de la oposición prevista para el 22 de octubre y la campaña para las elecciones presidenciales en EEUU.

1.- Elecciones semi competitivas y negociación

Uno de los escenarios probables plantea que, actores con capacidad de implementar “amenazas o incentivos” (gobierno y EEUU), lleguen a un acuerdo que conduzca a elecciones “semi competitivas”.T

Ricardo Ríos, politólogo egresado de la Universidad de Los Andes (ULA) y presidente de Poder y Estrategia, explicó a la Voz de América que se trata de un “escenario” grueso con “variantes”: tener o no al presidente Nicolás Maduro como candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Este escenario podría suponer el alivio progresivo de algunas sanciones de la Oficina de Control de Activos del Departamento del Tesoro de EEUU (OFAC por sus siglas en inglés), así como una reconfiguración del gobierno.

2.-Alineación “eje autoritario” y elecciones no competitivas

Otro escenario, expone Ríos, plantea la posibilidad de que, producto del “alineamiento geopolítico de Maduro hacia el eje de países autoritarios” y ante un «reducido margen de maniobra», sean celebrada unas elecciones “simbólicas”.

En este caso, implicaría el endurecimiento de sanciones, la reducción del tamaño de la economía, un aumento de la represión selectiva, así como la intensificación de purgas internas.

3.- Ruptura de la coalición gobernante

El otro escenario de Poder y Estrategia es que, ante las diferencias a lo interno de la coalición gobernante, se produzca una “ruptura” que propicie una «confrontación institucional».

Entre las variaciones, surge el escenario de que pueda surgir un candidato “sin consenso”, consecuencia de la falta de coordinación estratégica.

En este caso, entre las posibles implicaciones figura una crisis de gobernabilidad y la fragmentación de apoyos electorales del candidato oficialista.

De acuerdo con la más reciente medición de Poder y Estrategia, una de las figuras dentro del oficialismo con menor rechazo es Rafael Lacava, gobernador del estado Carabobo, vinculado al entorno presidencial.

“Sin embargo, si lo que está detrás es la lógica electoral es una de las figuras más potables. Sin embargo, si esa no es la lógica, pudiera ser el mismo presidente Maduro o algún grupo emergente como, por ejemplo, los hermanos Rodríguez, todo dependerá del consenso que se genere a lo interno del gobierno”, sostiene el analista de entorno.

En la mayoría de los escenarios, Maduro tiene la “mayor posibilidad”. En parte, porque es quien está “al frente” y tiene fuertes vínculos geopolíticos con países como Cuba, Rusia y China que han mantenido su apoyo al sistema gubernamental venezolano.

“En la mayoría de los casos estaría Maduro al frente del poder, pero no se descarta que sea un candidato alternativo y no hay que perder de vista la posibilidad de que se rompa el consenso dentro de la coalición gobernante”, afirma.

Consultado por la VOA, Ríos afirma que la salida del grupo del exministro de Petróleo, Tareck El Aissami, uno de los de mayor “influencia y espacio en términos políticos, institucionales, políticos y económicos”, evidencia la “ruptura” que se había venido presentando.

Primaria

Para Ríos, el posicionamiento de la primaria presidencial de la oposición prevista para el 22 de octubre lleva al gobierno a tomar “cartas en el asunto”.

En ese sentido, considera que la renuncia de ocho rectores del CNE allegados al oficialismo y la designación de nuevas autoridades por parte de la Asamblea Nacional (AN), forma parte de una maniobra del gobierno.

El politólogo precisa que las mediciones que manejan, sobre la base del grupo que asegura que definitivamente va a votar, dan una “amplia mayoría” a la dirigente opositora, María Corina Machado, firme critica de que el CNE de asistencia técnica a la primaria opositora.

“Más de la mitad, 57 % votaría por María Corina Machado. El segundo lugar lo tienen Benjamin Rausseo, entre ambos recogen prácticamente el 80 % de ese mercado electoral y ese es un mensaje muy claro para la dirigencia del G4, de la Plataforma Unitaria, en donde hay un agotamiento de líderes, candidatos y estrategias errores”, detalla.

“De ese mismo segmento prácticamente tienen apenas un 20 %”, sostiene.

Dos rectores principales y seis suplentes del Consejo Nacional Electoral (CNE) confirmaron el jueves la renuncia a sus cargos para que la Asamblea Nacional (AN) de mayoría oficialista designe a una nueva directiva que “represente el consenso y las aspiraciones de los sectores democráticos del pueblo venezolano”.

El Parlamento de mayoría chavista aceptó las renuncias y nombró a un comité preliminar, integrado por once diputados, que se encargará de conformar el Comité de Postulaciones Electorales para nombrar un nuevo CNE. Los acontecimientos han desatado una nueva oleada de críticas contra el gobierno, señalado de buscar más control sobre el órgano electoral.

El anuncio ocurre a casi cuatro meses de que la oposición venezolana celebre una elección primaria para definir al candidato presidencial que se medirá con el gobierno en los comicios presidenciales de 2024 y en momentos en los que la Comisión Nacional de Primaria (CNP), ente rector del proceso, consideraba solicitar asistencia técnica del organismo.

Jesús María Casal, presidente de la CNP, anunció que se declararon en “sesión permanente” para analizar los acontecimientos referidos al CNE y aseguró que en las próximas horas se harán anuncios.

“Debemos considerar todas las aristas de estos hechos que son muy recientes”, dijo el jueves.

16 de junio 2023

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 4 min


Leopoldo Papi

El 12 de junio de 2023, Italia lloraba de pena por la muerte de Silvio Berlusconi. El 12 de junio de 2023, Italia lloraba de alegría por la muerte de Silvio Berlusconi. Y era el mismo día en que Italia, sorprendida por una noticia que para muchos italianos parecía solo una posibilidad, sin duda inevitable pero teórica y alejada de la experiencia colectiva, también se sintió perdida, porque Silvio Berlusconi ya no está. Al leer y escuchar la profusión de comentarios e intervenciones de los muchos nombres y rostros famosos de periodistas, políticos, académicos que son sus simpatizantes, sus admiradores o sus implacables detractores (la suerte y la carrera de muchos de los cuales han estado ligadas, de un modo u otro, a la figura de Berlusconi), en las televisiones y en las radios (muchas de las cuales fueron inventadas por Berlusconi), o los comentarios de la gente corriente, por la calle y en los bares, en las redes sociales, se diría, en efecto, que Italia busca la manera de dejar vivir un poco más al Cavaliere, para bien o para mal, y alejar así el momento en que tendrá que asumir la realidad de su fallecimiento.

Italia, como personificación abstracta, obviamente no existe. Los que existen son los italianos, que, con sus instituciones débiles y con sus formas de debate público cargadas de rencillas y desorden, se interrogan, cada uno desde sus propias convicciones, sobre el impacto de Berlusconi en la vida política, social y cultural de la península. No obstante, el recurso retórico ayuda a centrarse en un aspecto que trasciende la figura del Cavaliere: al preguntarse sobre su legado, los italianos reflexionan claramente sobre sí mismos. Es difícil y quizá prematuro descifrar el significado del berlusconismo en la historia italiana. Sin embargo, el final de Berlusconi pone de relieve, a través de las reacciones contrastadas, desorientadas y polarizadas que está generando en el mundo político y en la opinión pública, algunos factores profundos de tensión, así como conflictos irresueltos, de la sociedad italiana que puede ser interesante destacar.

Son elementos que se remontan a mucho antes del asunto Berlusconi y entre los que este, al menos inicialmente, encaja como un intento de solución, según el politólogo Giovanni Orsina –autor de un importante ensayo de 2013 sobre el tema, Il berlusconismo nella storia d’Italia [El berlusconismo en la historia de Italia]–. Para entender dichos elementos, la reflexión de Orsina, aún de actualidad, recurre a las categorías popperianas de sociedad abierta y sociedad cerrada, y a enfoques afines de la teoría política. “En La sociedad abierta y sus enemigos”, escribe el académico, “Karl Popper acusó a Platón de haber generado ‘una confusión duradera’ en la filosofía política al plantear la pregunta equivocada en la raíz de su pensamiento: ‘¿Quién debe gobernar?’ Según el filósofo austriaco, la pregunta correcta debería ser más bien: ‘¿Cómo podemos organizar las instituciones políticas de tal manera que impidamos que los gobernantes malos o incompetentes hagan demasiado daño?’ Bien: aquí, en la historia de la Italia unida y hasta nuestros días, la ansiedad por la modernidad y la necesidad y urgencia de identificar una clase política modernizadora han hecho que la cuestión de fondo haya seguido siendo en muchos aspectos la platónica”.

El análisis de Orsina, con el que estoy de acuerdo, gira en torno al carácter sustancialmente “platónico” que, desde la unificación, ha caracterizado las ideologías dominantes y los acontecimientos políticos en Italia, algo que para quienes han crecido en la península es fácil de reconocer. Desde las décadas “liberales” de la monarquía, pasando por el fascismo, hasta las doctrinas antifascistas que animaron la redacción de la Constitución republicana –simplificando: principalmente de dos matrices, democristiana y comunista–, la mentalidad de los italianos se ha modelado en torno a la idea de que la finalidad de la política es crear una sociedad “justa”, tanto desde el punto de vista ético como en su organización y en su capacidad de desarrollo y distribución de la riqueza. Desde esta clave interpretativa también se comprende mejor la escasa cohesión cultural y la elevada fragmentación de la sociedad italiana, en la que las diversas y abigarradas ideologías del “bien colectivo” platónico –de la derecha fascista y posfascista, de la izquierda comunista y socialista, del pensamiento democrático de matriz católica–, casi siempre ligadas a intereses particulares, se han convertido en marcas doctrinarias de facciones y agrupaciones de poder, entregadas al conflicto y a la amarga deslegitimación mutua.

Orsina de nuevo: “La reacción al fracaso de la clase gobernante ha consistido invariablemente, en todos los periodos de la historia italiana, en el intento de identificar una nueva clase política, por lo general también robustamente inclinada a la ortopedia y la pedagogía, cuya capacidad y moralidad garantizaran que estaba dispuesta y capacitada para por fin llevar a cabo la labor de reeducar y enderezar el país. De este modo, Italia ha seguido planteándose con insistencia la misma pregunta, la que Platón puso en la base de la filosofía política occidental –quién debe gobernar–, y ha probado y descartado una respuesta tras otra. Sin embargo, nunca ha llegado al momento que, según Karl Popper, marca el inicio de la modernidad democrática liberal: ‘cambiar no la respuesta, sino la pregunta, es decir, no preguntarse quién debe gobernar, sino cómo es posible construir un mecanismo institucional que permita la sustitución pacífica de los gobernantes cuando se les considere incapaces”.

La aventura de Berlusconi tuvo lugar, a partir de 1994, precisamente en el vacío de representación y poder generado por uno de los pasajes más dramáticos del intento “platónico” de descartar y sustituir a toda una clase política, ya avanzado en aquellos años por la vía de la moralización y la depuración judicial. Las investigaciones Tangentopoli de 1992 involucraron y barrieron a gran parte de la clase política y del mundo económico italiano, trastocando las estructuras y formas de gestión de la vida y los asuntos públicos de la llamada Primera República. La propuesta de Berlusconi que tomó el relevo en aquellas circunstancias contenía, sin duda, un elemento disruptivo de novedad, al menos en sus principios: hacer la transición hacia una democracia liberal moderna, abandonando todas las concepciones idealistas y precisamente platónicas, “ortopédicas y pedagógicas” de la acción política. Berlusconi, comenta Orsina, “ha introducido una profunda cesura histórica: antes de él, desde el Risorgimento hasta nuestros días, ningún líder político capaz de ganar elecciones y ascender a la jefatura del Gobierno se había atrevido a decir tan abierta y explícitamente, con descaro e impudicia, que los italianos están bien tal como son”.

Sin embargo, el problema de ese proyecto político fue su aplicación concreta. Los años de gobierno de Berlusconi tuvieron muy poco de reforma, en el sentido de reorganizar las instituciones y reforzar los sistemas de rendición de cuentas de los poderes políticos y administrativos, de desmantelar el corporativismo, de abrir los mercados a la competencia en detrimento del capitalismo relacional, de liberar al poder judicial de los ilusorios objetivos “éticos” de moralización social. Uno de los eslóganes utilizados para describir la llegada de Berlusconi fue el advenimiento de la “revolución liberal”. Esa fórmula un tanto oximorónica debería haber despertado sospechas en quienes esperaban una transición política y cultural efectiva hacia la democracia liberal. De hecho, anticipaba lo que estaba por venir: nada más que el nacimiento de una de las facciones de poder a las que los italianos siempre han tendido a afiliarse, la cual, tras las bromas circunstanciales bajo la bandera del marketing liberal, era sin duda funcional sobre todo a los intereses particulares del Cavaliere. En las décadas de 1990 y 2000, la sociedad italiana se polarizó en otro enfrentamiento “platónico” feroz, el existente entre berlusconismo y antiberlusconismo y entre quienes pertenecían, por fe o conveniencia, a uno u otro de los dos bandos. La transición hacia una sociedad verdaderamente abierta, en la que las instituciones que defienden la libertad de las personas frente a la arbitrariedad del poder hagan posible una sociedad cohesionada y fundada en la libre confianza entre los individuos, sigue huérfana e inacabada en Italia.

Traducción del italiano de Zita Arenillas.

15 de junio 2023

Letras Libres

https://letraslibres.com/politica/berlusconi-italia-y-la-sociedad-abiert...

 6 min


John Yoon, Chang W. Lee

Hace casi 20 años, el país prohibió que los desechos de comida terminaran en vertederos. Ahí, la mayor parte de estos se convierten en alimento para animales, fertilizantes y combustible para calentar los hogares.

La mayor parte de los 1400 millones de toneladas de desechos de comida que se producen en todo el mundo termina en los basureros. Al pudrirse, los desechos contaminan el agua y el suelo y liberan enormes cantidades de metano, uno de los gases de efecto invernadero más potentes.

Pero eso no sucede en Corea del Sur, país que hace casi 20 años prohibió que los desechos de comida terminaran en los vertederos. Aquí, la mayor parte de esos desperdicios se convierten en alimento para animales, fertilizantes y combustible para calentar los hogares.

Los desechos de alimentos son uno de los mayores contribuyentes al cambio climático, no solo por el metano sino también porque la energía y los recursos que se usaron en su producción y transporte también se desperdiciaron.

Gobiernos de todo el mundo han estudiado el sistema de Corea del Sur, el cual mantiene cerca del 90 por ciento de sus desechos de comida fuera de los basureros y los incineradores. Funcionarios de China, Dinamarca y otros países han recorrido las instalaciones de Corea del Sur. Un portavoz del departamento sanitario de la ciudad de Nueva York, que el próximo otoño exigirá que todos sus residentes separen sus desechos de alimentos del resto de la basura, señaló que han estado analizando el sistema coreano durante varios años.

Aunque varias ciudades tienen programas parecidos, solo unos cuantos países, si acaso, hacen lo mismo que Corea del Sur a nivel nacional. Esto se debe al costo, comentó Paul West, científico principal de Project Drawdown, un grupo de investigación que estudia la manera de disminuir las emisiones de carbono. Aunque tanto las personas como las empresas pagan una pequeña cuota para desechar los desperdicios de alimentos, el programa le cuesta a Corea del Sur 600 millones de dólares al año, según el Ministerio del Medioambiente del país.

Sin embargo, West y otros especialistas afirman que debe ser emulado. “El ejemplo de Corea del Sur señala que es posible disminuir las emisiones a gran escala”, aseveró.

Como consecuencia de la tradición culinaria de Corea del Sur, muchos alimentos se quedan sin ser consumidos. La mayor parte de los platillos van acompañados de pequeñas guarniciones (a veces unas cuantas y otras veces más de una decena). Durante años, prácticamente todas esas sobras terminaban en la tierra.

Sin embargo, el terreno montañoso del país limita la cantidad de basureros que se pueden construir y la distancia a la que pueden estar de las zonas residenciales. En 1995, el gobierno introdujo el reciclado obligatorio del plástico y el papel, pero las sobras de alimentos seguían enterrándose junto con los demás desechos.

El respaldo político para cambiar esto fue motivado por la gente que vivía cerca de los vertederos que se quejaba de los malos olores, señaló Kee-Young Yoo, investigador del Instituto de Seúl, una institución gubernamental, quien ha brindado asesoría a algunas ciudades acerca del manejo de los desechos de alimentos. Como los estofados son un alimento básico de la cocina coreana, aquí las sobras de los alimentos tienden a conservar un alto contenido de agua, lo cual implica olores más fuertes y mayor volumen.

“Cuando todo eso se iba al vertedero, liberaba una terrible pestilencia”, comentó Yoo.

Desde 2005 es ilegal enviar residuos de alimentos a los vertederos. Los gobiernos locales han construido cientos de centros para procesarlos. Los consumidores, propietarios de restaurantes, conductores de camiones y otras personas son parte de la red que los recolecta y los convierte en algo útil.

En Jongno Stew Village, un popular local para almorzar ubicado en el distrito de Dobong-gu en la zona norte de Seúl, la comida que más se vende es el estofado de abadejo y el kimchi jjigae, un plato hecho con repollo o col. Pero independientemente del pedido, Lee Hae-yeon, el propietario, sirve pequeñas guarniciones de kimchi, tofu, brotes de soya hervida y hojas de perilla marinada.

Al final del día, los desperdicios de alimentos del restaurante de Lee van a un contenedor especial. Una pegatina prueba que ha pagado por su procesamiento.

Los clientes pueden servirse más y “casi siempre la gente toma más de lo que se va a comer”, comentó Lee. “Cuando se trata de comida, a los coreanos les gusta la abundancia”.

Lee tiene que pagar cerca de 2800 wons, poco más de dos dólares, por cada 20 litros de alimento que desecha. Durante todo el día, las sobras se tiran en una cubeta que hay en la cocina y, a la hora de cerrar, Lee la vacía en un contenedor destinado para eso que se encuentra en el exterior. En la tapa le adhiere una pegatina que le compra al distrito y que es una prueba de que ha pagado para la eliminación de esta comida.

Las empresas contratadas por el distrito vacían los botes en la mañana. Park Myung-joo y su equipo comienzan a pasar por las calles a las cinco de la mañana, quitan las calcomanías de los botes y vacían el contenido en el depósito del camión.

Trabajan todos los días excepto los domingos. “Incluso esperar un día causaría una acumulación de enormes cantidades de desechos”, dijo Park.

Alrededor de las once de la mañana llegan al centro de procesamiento de Dobong-gu, donde descargan todo el revoltijo.

Los residuos —huesos, semillas, conchas— se separan a mano. (La planta de Dobong-gu es una de las últimas del país en la que este proceso no está automatizado). Una banda transportadora lleva estos residuos a un molino, el cual los reduce a pequeños trozos. Se filtra cualquier cosa que no se pueda triturar con facilidad, como las bolsas de plástico, y luego se incinera.

Posteriormente, esto se mete al horno y se deshidrata. La humedad va hacia unas tuberías que conducen a una planta de tratamiento de agua, donde una parte se usa para producir biogás. El resto se purifica y se descarga en un arroyo cercano.

Lo que queda del desperdicio en la planta de procesamiento, cuatro horas después de que el equipo de Park lo ha dejado ahí, se tritura para convertirlo en el producto final: un polvo seco de color marrón que huele a tierra. Se trata de un complemento alimenticio para pollos y patos, rico en fibra y proteína, que se le regala a cualquier granja que lo quiera, señaló Sim Yoon-sik, gerente de este centro.

Dentro de la planta, los fuertes olores se pegan a la tela y al cabello, pero en la zona del exterior casi ni se perciben. Por todo el edificio pasan tuberías que purifican el aire mediante un proceso químico antes de que el sistema lo expulse.

Otras plantas funcionan de manera diferente. En el centro de biogás en Goyang, un suburbio de Seúl, los desechos de comida —casi 70.000 toneladas anuales— se someten a una descomposición anaeróbica. Se quedan hasta 35 días en tanques enormes mientras las bacterias hacen el trabajo de descomponer la materia orgánica y generar biogás, el cual consiste principalmente en metano y dióxido de carbono.

El biogás se vende a un servicio público local que afirma que se usa para calentar 3000 hogares de Goyang. Lo que queda de materia sólida se mezcla con virutas de madera para hacer fertilizantes que luego se regalan.

Los investigadores han revelado que cada tonelada de desechos de alimentos que se pudre en un vertedero emite gases de efecto invernadero equivalentes a 363 kilos de dióxido de carbono. Cuando se convierten en biogás, esto se reduce a la mitad, explicó Lee Chang-gee, un ingeniero en la planta de Goyang.

Los críticos señalan que, pese a todos sus beneficios, el programa de Corea del Sur no ha alcanzado una de sus metas: lograr que la gente descarte menos comida. Según datos del Ministerio del Medioambiente, la cantidad de comida que se desperdicia a nivel nacional se ha mantenido más o menos estable durante varios años.

El sistema ha tenido otras deficiencias. Ha habido quejas dispersas; por ejemplo, en Deogyang-gu, un distrito de Goyang, los residentes de un pueblo contaron que en una ocasión el hedor procedente del centro de procesamiento era tan fuerte que no pudieron dejar las ventanas abiertas. Debido a las protestas de los vecinos, esa planta ha estado clausurada desde 2018.

“Cuando la planta cerró, desaparecieron todos los problemas”, comentó Mo Sung Yun, un residente de Deogyang de 68 años.

Sin embargo, la mayor parte de las plantas de todo el país —a diferencia de los vertederos a los que básicamente están remplazando— no han provocado muchas quejas graves de los vecinos, por no decir ninguna. Las autoridades gubernamentales afirmaron que la mejora constante de la tecnología ha generado que las operaciones sean más limpias y eficientes.

También ha facilitado el proceso de eliminación de desperdicios para muchos. En los complejos residenciales de todo el país, los residentes reciben tarjetas para escanear cada vez que arrojan desperdicios de alimentos en un contenedor designado. El contenedor pesa lo que vierten; al final del mes reciben una factura.

“Los contenedores son cada vez más limpios y menos malolientes”, afirmó Eom Jung-suk, de 60 años, que vive en uno de esos complejos.

A Eom nunca se le ha cobrado más de un dólar por el servicio. En abril pagó 26 centavos. Sin embargo, la factura mensual la hace ser más consciente de cuánto tira.

“Justo hoy, en el desayuno, les dije a mis hijas que tomaran justo lo suficiente para comer”, dijo.

17 de junio 2023

https://www.nytimes.com/es/2023/06/17/espanol/desperdicio-comida-corea.html

 7 min


DW

Se trata de una de las preguntas más antiguas de la humanidad. Ahora los científicos parecen haber dado una respuesta a este enigma evolutivo.

Un nuevo estudio ha dado rienda suelta a una nueva teoría sobre la cuestión del huevo y la gallina tras descubrir que los primeros antepasados de las aves y reptiles modernos podrían haber dado a luz a crías vivas, siendo así la gallina la respuesta que tanto ha ocupado a la humanidad.

Así, el estudio sugiere notar el resultado de una investigación, la cual ha descubierto que los primeros antepasados reptiles de las gallinas, que se remontan a millones de años antes de la evolución de los dinosaurios, podrían no haber puesto huevos como se pensaba.

Un nuevo planteamiento evolutivo

Los científicos han creído durante mucho tiempo que la puesta de huevos con cáscara dura desempeñó un papel crucial en el temprano éxito evolutivo hace más de 300 millones de años de los amniotas, un grupo de vertebrados que incluye mamíferos, aves y reptiles.

El estudio de 51 especies fósiles y 29 vivas encontró que los amniotas, no solo transicionaron del agua a la tierra a través de desarrollar el huevo amniótico (que contiene una membrana protectora dentro del huevo) como su mayor rasgo evolutivo, sino que implementaron una estrategia de reproducción flexible: retención prolongada del embrión, y vivíparos (que dan a luz crías vivas).

Los expertos afirman que, aunque el huevo de cáscara dura se ha considerado a menudo una de las mayores innovaciones de la evolución, esta investigación también implica que la retención prolongada del embrión -cuando las crías son retenidas por la madre durante un tiempo variable- proporcionó en realidad a este grupo concreto de animales la máxima protección.

El profesor Michael Benton, de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Bristol, declaró: "Antes de los amniotas, los primeros tetrápodos que desarrollaron extremidades a partir de aletas de pez eran de hábitos anfibios en general”.

Tenían que vivir en el agua o cerca de ella para alimentarse y reproducirse, como los anfibios modernos, como las ranas y las salamandras.

Cuando los amniotas aparecieron en escena hace 320 millones de años, fueron capaces de alejarse del agua desarrollando una piel impermeable y otras formas de controlar la pérdida de agua”. Pero el huevo amniótico era la clave.

"Se le consideraba como un "estanque privado" en el que el reptil en desarrollo estaba protegido de los climas cálidos y permitía al amniota alejarse de la orilla del agua y dominar los ecosistemas terrestres”.

Reproducción flexible

Y añadió: "Nuestro trabajo, y el de muchos otros en los últimos años, ha mandando al cesto de basura el modelo clásico del 'huevo de reptil' que aparece en los libros de texto”. Por su parte, el director del proyecto, el profesor Baoyu Jiang, añadió: "Este punto de vista estándar ha quedado en entredicho".

Los biólogos han observado que muchos lagartos y serpientes presentan una estrategia reproductiva flexible que abarca la oviparidad y la viviparidad. A veces, especies emparentadas muestran ambos comportamientos, y resulta que las lagartijas vivíparas pueden volver a poner huevos mucho más fácilmente de lo que se suponía".

El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Nanjing y la Universidad de Bristol, se publica en Nature Ecology & Evolution.

16 de junio 2023

https://www.dw.com/es/qué-fue-primero-el-huevo-o-la-gallina-científicos-finalmente-responden/a-65945306

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Jesús Elorza G.

Como ha sido una reiterada costumbre, cada vez que finaliza un evento deportivo, nacional o internacional, la tertulia entre los entrenadores, atletas y dirigentes siempre gira en torno a ese acontecimiento. En esta oportunidad, el tema de conversación era los recién finalizados “Juegos Parapanamericanos de la Juventud” celebrados en la ciudad de Bogotá, Colombia, del 2 al 12 de junio del presente año.

Lamentablemente la historia del fracaso reiterado se hace presente nuevamente. Colombia, punto referencial para el análisis de nuestros resultados deportivos a nivel del ciclo olímpico, nos volvió a superar en esta oportunidad, como lo viene haciendo desde el año 2013, cuando logró desplazarnos del primer lugar en los Juegos Bolivarianos, luego de 48 años seguidos de supremacía venezolana en dicho evento deportivo.

En esta oportunidad, Parapanamericanos Juveniles de Bogotá 2023, Colombia, con su destacada actuación, agranda el abismo con respecto a nuestro país al ocupar el primer lugar del medallero con un total de 85 medallas, de las cuales 36 fueron de Oro, 26 de Plata y 23 de Bronce. Venezuela pasó a ocupar un sexto lugar, alcanzando solo 34 medallas, separados de Colombia en 51 medallas. En Oro la diferencia fue de 24, en Plata 7 y en Bronce 13. En el cuadro final, Venezuela quedó en el 6º lugar, que en la práctica ha podido ser el 9º lugar, si hubiesen participado los Estados Unidos, Canadá y Cuba, por solo citar a algunos de los países ausentes. En el tobogán del fracaso nos hemos desplazado del primer lugar en el 2005 al sexto lugar en el 2023. El deporte, en la revolución bolivariana del siglo XXI, va en caída libre.

Más allá del cuadro de medallas, se hace necesario considerar los diferentes aspectos que han incidido en esta cadena de desastres o fracasos deportivos. En cuanto a la conformación de la delegación que nos representó en los referidos juegos, hay que destacar que la misma estuvo conformada por 61 atletas y ¡¡¡78 acompañantes!!! O sea que el turismo de enchufados acompañantes superó a los atletas.

Quizás los hechos más relevantes que han incidido en nuestro retroceso deportivo tengan que ver en primera instancia con, la suspensión de los Juegos Deportivos Nacionales por diez años consecutivos. Hecho este que coincide plenamente con el desplazamiento de nuestro país del primer lugar en los Juegos Bolivarianos. Los Nacionales fueron suspendidos en el 2013 y ese año perdimos la supremacía en los Bolivarianos. Volvimos a perder en el 2017 y para esa fecha los Juegos Nacionales seguían suspendidos y en el año 2021, Colombia nos volvió a joder y los juegos siguen suspendidos.

Algunos dirán que este año 2023 se realizaron los nacionales, lo cual es cierto, pero hay que decir que lo ocurrido fue una “parodia” o un engaño populista para tratar de tapar la incapacidad e incompetencia de las autoridades deportivas del régimen: Ninguna de las Direcciones de Deporte del país contaban con recursos presupuestarios para la preparación y participación de los atletas representativos de sus estados en la parodia gubernamental. Sumado a esto, la multiplicación de las sedes (7) ocasionó insuperables gastos para las delegaciones, los equipos que lograron clasificar en los eventos zonales, posteriormente fueron informados que estaban eliminados y en los deportes individuales les comunicaban que por órdenes del IND debían reducir sus delegaciones.

En segunda instancia hay que señalar a la corrupción en los manejos de los dineros públicos asignados al deporte. Todas las Federaciones Deportivas nunca recibieron los presupuestos necesarios para el desarrollo de sus Programas Operativos Anuales (POA), El destino de los recursos del Fondo Nacional del Deporte hasta este momento es desconocido, nadie entrega cuentas del manejo de esa cifra millonaria de bolívares. Las Selecciones Nacionales no tienen el apoyo necesario para sus concentraciones o intercambios ni en materia de pasaportes o reserva de vuelos. La incompetencia de las autoridades deportivas es manifiesta: atletas y delegaciones se han quedado varadas porque estos detalles no fueron resueltos. Quedan para la historia de la corrupción en el sector deportes la Copa América de Futbol, el Estadio Iberoamericano de Atletismo, los Expedientes de CADIVI y los escándalos del despilfarro en los Juegos del Alba.

En tercera instancia, la inexistencia de un programa de Asistencia Social Integral al Atleta que pueda garantizarles el pago oportuno de las becas, asistencia médica, estudios, transporte, alimentación y dotación de equipos a los atletas que conforman nuestras delegaciones representativas. Igualmente, con mucha indignación y dolor, hay que señalar que la seguridad social de los trabajadores del sector deportivo obreros, empleados y entrenadores activos y jubilados ha empeorado progresivamente; los contratos colectivos están congelados desde el año 2000, salarios de hambre, no se les reconoce la homologación de las pensiones y jubilaciones, se mantiene cerrada la Escuela de Entrenadores, los seguros HCM por sus pírricas coberturas prácticamente los mantienen en condiciones de "condenados a muerte", los manuales clasificadores de cargos no son aplicados y los pasivos laborales duermen el sueño del burócrata, en la larga espera de su cancelación. Salarialmente son discriminados frente a los chulos entrenadores cubanos.

La diáspora de atletas y entrenadores generada por la crisis que hoy vive el país y que han conseguido poder trabajar y competir en otras latitudes, es otro de los factores que hoy afectan negativamente al deporte. Varios atletas y entrenadores paralímpicos han emigrado y hoy entrenan y representan a otros países como Chile, Colombia, España, Ecuador y Perú.

Frente a todo esto, las autoridades deportivas del régimen (Ministerio del Deporte, IND y Comité Olímpico Venezolano) pretenden tapar sus errores, falta de programas y su desconocimiento de la materia deportiva solo con consignas demagógicas o populistas tales como: “Generación de Oro”, “Somos Potencia Deportiva” o “Venezuela se arregló”. Es el caso típico de los ineptos en el poder.

Superar el deslizamiento del deporte en el tobogán del fracaso producido por esta tormenta perfecta de problemas requiere un cambio de gobierno, planes y programas para restituir integralmente los Juegos Nacionales, un programa de Asistencia Social para los atletas y entrenadores, acabar el flagelo de la corrupción, fortalecer la autonomía del sector deportivo federado, recuperar nuestras instalaciones deportivas, una ley de deporte que limite la dualidad de cargos en las organizaciones, que elimine la reelección indefinida, que prohíba la elección de funcionarios públicos de libre nombramiento y remoción en la dirigencia deportiva, un acuerdo con el sector universitario para la formación de entrenadores, el manejo transparente del Fondo Nacional del Deporte, la descentralización del programa Deporte para Todos y un presupuesto acorde con las necesidades del sector.

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Maxim Ross

No puede caber la menor duda de que si queremos construir un influyente y poderoso Poder Ciudadano o Cívico, tal como hemos estado defendiendo en artículos anteriores, el tema de la propiedad del petróleo tiene que ser parte de la agenda civil y política y debería ser evaluado profundamente. Obviamente, en la medida que se mantenga la inercia de la propiedad estatal del suelo y del subsuelo y la participación de los particulares venezolanos, sea como individuos o asociaciones, esté, prácticamente vetada, las posibilidades de construirlo son muy limitadas, si ni siquiera puede acceder a la propiedad de nuestro principal recurso.

En este artículo deseamos provocar una reflexión sobre el tema que llegue a toda la sociedad venezolana, a las autoridades gubernamentales, a los partidos políticos, a las universidades y gremios profesionales pero, muy particularmente al venezolano común quien, muy posiblemente, desconozca esa problemática y no sepa que él es el verdadero y autentico propietario de tan valioso recurso. Sabemos, que un propósito de esta naturaleza conlleva un tema sumamente controversial, dada la historia y la significativa presencia que el petróleo ha tenido y tiene en la vida venezolana, pero también es pertinente reconocer que es indispensable debatirlo para bien de la sociedad venezolana.

¿Se justifica este planteamiento?

Conscientes estamos de lo delicado del tema, pero a la vez consideramos que debe ser examinado porque la experiencia de este formato de explotación del crudo nos ha llevado hasta la situación actual. Con toda razón se puede decir, que la absoluta ausencia de participación y control del venezolano sobre el desarrollo de su principal industria, está en la base de este cuestionamiento porque, si bien su explotación ha sido causante de etapas de crecimiento y bienestar económico generalizado, también lo ha sido de crisis que han afectado severamente la vida y las instituciones de nuestro país.

No se trata de repetir las pretéritas frases del “petróleo estiércol del diablo” o la “bendición o maldición petrolera” porque, en realidad el trasfondo del asunto está en la forma en que el Estado lo ha manejado, cuestión que tiene demasiado que ver con el concepto de propiedad que hemos aceptado pasivamente. En ese sentido, la intención de estas notas es extraer la discusión fuera de los clásicos “clichés”. Por ejemplo, de un lado: el “petróleo es de los venezolanos y para los venezolanos” o “el petróleo es del pueblo” y del otro lado “hay que privatizarlo”, nociones las tres, que han hecho mucho daño a la hora de enfrentar el problema con mayor objetividad.

Unas, porque trasladan ese concepto de propiedad a una eufemística entelequia institucional, en la que nadie es propietario de nada y otras porque crean la percepción de que esa posesión será transferida a algunos pocos muy poderosos o a empresas extranjeras, revirtiendo los beneficios de los procesos de nacionalización llevados a cabo, ampliando el control nacional de la industria, pero, sobre todo porque ocultan la realidad de quien es su verdadero dueño.[1] Una breve historia puede ayudar a disipar, en esa entrañable maraña de decretos y leyes que lo rigen, como nos fuimos acostumbrando y aceptando el “status quo” de la propiedad estatal de nuestro petróleo.

Una breve historia.

Como es bien sabido y repetido toda esa trama se origina en el famoso Decreto del Libertador en el que se traslada el formato institucional de la propiedad colonial al de la reciente creada República independiente. Textualmente, dice así: [2]

“el 24 de octubre de 1829, restándole poco más de un año de vida, El Libertador Simón Bolívar, presidente de la República, decreta que se mantengan las Ordenanzas de Minería coloniales de 1783, de tal modo que la propiedad de las minas correspondería a la República, conservando la tradición legislativa de la Corona Española en esta materia.”[3]

Desde luego, con un origen de ese peso en la historia venezolana es muy difícil cuestionar la bondad de la decisión y la sagrada opinión, pero lo cierto es que ya ha pasado mucho tiempo y demasiados trances que bien vale la pena interrogarse sobre una verdad convertida en axioma indiscutible, aun cuando hay que reconocer que las vicisitudes y acontecimientos que estuvieron presentes en aquel momento y luego, cuando el petróleo llegó a Venezuela, bastante justificaron que nos quedásemos adheridos a ese concepto.

De un lado, al hecho de que recién salíamos de una cruenta guerra y, del otro, la incursión de las grandes compañías internacionales produjo una especie de nacionalismo que solo podía tener cobijo en el naciente Estado. Por una parte, no se les otorgaban concesiones[4] a los enemigos de la guerra y a la provincia donde estaban y, por la otra, la explotación del recurso tenía tales características y tal tamaño, que obligaba a balancear el poder de las grandes compañías.[5] No es de extrañar, entonces, que el país se acogiera a la formula estatista. Todas las regulaciones posteriores sobre la materia siguieron esta pauta hasta culminar con la nacionalización de 1975, que viene a ser la exegesis de la inercia de la propiedad del Estado venezolano sobre el recurso petrolero.

Criterios que pueden ayudar a entendernos

Ofrecemos tres criterios para evaluar la conveniencia de mantener el mismo sistema hasta hoy día. Por un lado, partir de la relación de los ciudadanos con la noción de propiedad, por el otro, analizar la conexión entre Nación y Ciudadano y, finalmente, repasar los resultados económicos, políticos y sociales de la propiedad estatal.

La relación Propiedad – Ciudadano.

Si repasamos brevemente la historia de la humanidad, en su lucha por la igualdad y la libertad, esta ocupa el primer lugar en la fila en sus principales reivindicaciones y no es posible concebir la idea de Ciudadanía sin apelar a su sustento en los derechos de propiedad. Sabemos muy bien que estos han evolucionado, tanto en la realidad, como en la práctica, así como en las distintas concepciones jurídicas que han marcado épocas. Sabemos también que, desde los tiempos de los tratadistas clásicos hasta los más modernos esa relación ha estado presente en la constitución de cada modelo de sociedad.

Por tanto, a los fines de estas notas, es imprescindible revisar este tema y reconocer los derechos que le han sido negados a los venezolanos en la propiedad de su principal recurso, pues el dominio de la supremacía del Estado, altamente asociada a las ideas de propiedad social que han abanderado en el mundo político y en las que se ampara todo el derecho legal petrolero han evitado, salvo honrosas excepciones[6] que los ciudadanos y sus representaciones o asociaciones de ellos, puedan participar o tener incumbencia en su propiedad, manejo y control.

Por consecuencia, está llegando la hora de que esos derechos sean reconocidos, pues en la práctica, de este formato institucional deriva que las operaciones medulares de explotación del crudo estén reservadas exclusivamente a PDVSA y no puedan ser realizadas por ciudadanos venezolanos o sus asociaciones, salvo en aquellas en las que esta conserva la propiedad y el control mayoritario del poder accionario.

¿Quién es el verdadero dueño?

Las Repúblicas, los Estados y las Naciones están, como es natural y lógico suponer, habitadas por gente, por ciudadanos y, sin lugar a dudas, al final del camino son estos los que terminan siendo los autores y actores de lo que en aquellos sucede, solo que para llegar allí el ser humano ha diseñado el marco legal que lo dirige. A veces, ese marco los representa, a veces no y de lo que se trata aquí es evaluar, repetimos, si ese orden en la materia petrolera concuerda con los intereses de la gente, de los Ciudadanos que habitan en este país.

La Republica y el Estado han sido creaciones abstractas y normativas de los seres humanos, mientras que la noción de Nación es más amplia y se acerca más a la realidad porque la conforman costumbres, historia, vínculos especiales, con lo cual, se puede concluir en principio que, aun cuando sigue siendo una abstracción, es más representativa de la vida de quienes la habitan que las entidades anteriores.

La Nación es el todo, la Republica y el Estado son parte de ella. Por tanto, estas dos últimas están construidas sobre un ordenamiento político y jurídico que puede cambiar a juicio de sus ciudadanos y según sus intereses, especialmente cuando se trata del tipo de Estado que hemos heredado y que provino de aquellas condiciones iniciales. La sociedad ha venido cambiando, en tanto que ese Estado quedó petrificado en su formato original y, probablemente hoy no representa el interés de sus nacionales. Veamos, entonces, hasta donde hay correspondencia entre una cosa y otra.

El Estado Petrolero

También llamado “Petro-Estado”, su nombre significa que ese ente se reserva exclusivamente la propiedad del suelo y subsuelo donde se explota el mineral, como una norma institucional y constitucional. Por consiguiente, las entidades jurídicas que derivan de él, empresas públicas o mixtas, han de ser de su exclusiva propiedad o compartida, siempre prevaleciendo el principio de mantener el Estado en ellas una mayoría accionaria. Ubicamos al lector en ese terreno porque, si bien ese formato es cierto y el Estado Petrolero se define y caracteriza por ello, bastaría una reforma jurídica para cambiar ese derecho de propiedad pero, en nuestra opinión, de él deriva toda una gama de intereses que rebasan la estricta concepción jurídica.

De hecho, tiene un muy fuerte componente político y geopolítico, como todos sabemos. De todos ellos, deseamos destacar la coincidencia de intereses de los partidos políticos que han gobernado a Venezuela y esa exclusiva propiedad, porque ella, precisamente, garantiza el monopolio en ese poder[7], sea con el método de la alternancia o, como lo es ahora, en su versión monopólica. La connotación que esto tiene, a los fines de definir quién es el dueño de nuestro petróleo es más que evidente, porque trasladar efectivamente la propiedad a los venezolanos afecta considerablemente a los partidos políticos, todos ellos, por cierto, muy adheridos al concepto de Estado Petrolero.

La otra connotación que tiene esta versión es que se crea una especie de dilema entre el interés nacional y el del Estado propietario, bajo el supuesto de que solo un Estado así definido garantiza aquel interés, especialmente en el campo de la geopolítica internacional. Estaría demás informar cómo, países donde el petróleo no le pertenece al Estado, logran configurar exitosamente su política internacional[8], de manera que no existe una necesaria identidad entre ambos intereses. Además, como veremos más adelante, la separación que han venido proponiendo varios expertos en el tema despeja ese aparente dilema. De todos los criterios sugeridos el de los resultados que se han obtenido con ese formato son más que evidentes de la necesidad de un cambio.

Los resultados de la era petrolera

Es mucho lo que se ha escrito para identificar los beneficios y los costos de estos, casi 100 años, que llevamos disfrutando del crudo, sus épocas de auge y de crisis, las que nos dejan una precisa lección de lo que hay que hacer y lo que no, independientemente de los buenos y malos momentos[9], lección que tiene que traducirse en la pregunta ¿Cómo fue que los venezolanos dejamos que todo eso sucediera?, porque, mas allá de todas las inversiones, gastos en educación, universidades, subsidios y misiones, algo sucedió en el camino que borró todos esos beneficios.

También, mucho se ha subrayado la relación entre la magnitud de los recursos financieros que ha aportado el petróleo y los logros obtenidos, para concluir en que ha sido elevadamente desproporcionada la distancia entre unos y otros. Como un recordatorio de esta conexión, la cual consideramos con el valor de prueba ultima, aportamos los siguientes datos:

  • Desde 1950 hasta el 2007 se habían recibido US 674.435 millones a precio corriente y US$ 1.329.132 millones a precio constante[10],
  • Como contraste, para referir la época más reciente, de 1999 al 2012 se habían recibido US$ 779.415 millones a precios corrientes[11]
  • Entre 2012 y 2021 hemos estimado[12] se han recibido en el orden de US$ 305.687 millones, cifra nada despreciable a pesar de la reducción de los últimos años.

Lo que sí parece contundente es afirmar que esos resultados no permitieron prosperar a los millones de venezolanos que siguen viviendo muy precariamente y en situación de pobreza[13]. Creemos que ese es el barómetro principal[14] que nos debe guiar a la hora de contestar esa pregunta y la respuesta no puede venir del consabido “cliché” de “la maldición petrolera”, o más sofisticadamente, como alguien lo argumentó en “la maldición de los recursos naturales”[15] porque hoy sabemos muy claramente que la respuesta se encuentra más cerca del modelo organizativo[16] que se adoptó en Venezuela para explotarlo, cuyo nombre y apellido es Estado petrolero.

La pregunta del ¿Cómo?

Tenemos la obligación de cerrar esta propuesta de reflexión con un intento de dar una respuesta al ¿Cómo hacerlo?, porque sobraran los argumentos para defender la inviabilidad de una profunda reforma del Estado Petrolero, comenzando por aquel de como asignar esa propiedad a cada venezolano. Para nosotros la respuesta, sin ser simple, es otorgarle una acción intransferible a cada Ciudadano nacido en Venezuela mayor de edad, del “holding” que es hoy PDVSA, esto es conformando ellos la Asamblea de Accionistas de la industria, en lugar del Estado y quien nos representa allí, el Presidente de la Republica.

El próximo argumento a discutir proviene de la tesis de que ese esquema hace inviable el manejo, la gerencia y la explotación del crudo, lo cual, en nuestra opinión debe resolverse si separamos, como lo es en cualquier sociedad anónima, la propiedad de una empresa, de la forma de explotación y, en este sentido, son innumerables las propuestas de los expertos petroleros que van de la creación de una Junta Directiva[17] representativa de los Ciudadanos propietarios, hasta la creación de la entidad de una Agencia para fines de normas de explotación y una entidad estatal, compartida entre los distintos poderes públicos, para dirigir la política petrolera.

Sin embargo, esta delicada tarea del ¿Cómo?, debe quedar en manos de la experticia que se designe para sugerirla, proponerla y debatirla, pero ella, de ninguna manera debe ser argumento sustantivo para otorgarle a los venezolanos ese derecho que le ha sido negado históricamente.

[1] Usamos la palabra nacionalización consciente de su conversión a estatización.

[2] Goedder, C. “Orígenes de la industria petrolera en Venezuela” Diario Exterior. (abril de 2015).

[4] Recordemos hubo excepciones a esta política, especialmente las que otorgaron los estados, las que luego fueron derogadas y concedidas con el Estado nacional.

[5] Es la época de las “Siete Hermanas”. La postura de los principales actores de la época, Salvador de la Plaza, Uslar Pietri, Pérez Alfonzo, de un lado y de un Gumersindo Torres del otro son buenos ejemplos de esa coyuntura.

[6] Ver contratos de servicio, convenios operativos, para empresas privadas.

[7] Conscientes estamos de la pertinencia de ese poder político en una democracia, pero en Venezuela él se ha exacerbado por el formato de propiedad existente.

[8] Estados Unidos, UK, Canadá son buenos ejemplos de ello. El caso de la OPEP podría ser un contra ejemplo de lo aquí indicado porque todos sus miembros son Estados Petroleros, pero ambos casos pueden considerarse válidos.

[9] En otros ensayos y libros hemos discutido exhaustivamente cuando se sucedieron etapas de prosperidad y de precariedad, ligadas a tres factores que las definen: devaluación del bolívar, aumento de las tasas de inflación y pobreza.

[10] Ross, M. ¿Capitalismo salvaje o Estado depredador? (pág., 29) Alfa, 2008.

[11] Ross, M. “El Fin de Petrolia y Una Nueva Venezuela” (pág., 237) Amazon,2021

[12] Estimaciones realizadas en el informe Coyuntura de varios años

[13] Son muy conocidas las cifras de pobreza publicadas periódicamente por el informe ENCOVI-UCAB-UCV

[14] No vamos a inundar al lector con los números y resultados económico- financieros y productivos que se han elaborado desde mucho tiempo y, bastaría para convencer al lector, la cifras de producción petrolera que hoy tiene Venezuela, además del reconocido colapso de toda la industria.

[15] Ver Sachs, J. D. y Warner, A. M. (1995). “Natural Resource Abundance and Economic Growth”. NBER Working Paper No. 5398.

[16] Una distinción importante ha de hacerse entre la gerencia de la industria petrolera y la propiedad estatal, porque la primera tuvo éxitos indiscutibles en determinados momentos, pero de la segunda provienen los daños y las crisis que vivió Venezuela. En otros ensayos hemos defendido claramente como la necesidad de mantener ese Estado ocasionó utilizar el método devaluación- inflación-recesión/contracción económica.

[17] Directiva que puede ser conformada por representaciones equivalentes del poder ejecutivo y legislativo o con una participación decisiva de miembros o entidades de la sociedad civil, tal como se ha propiciado con la conformación del Poder Electoral, Judicial o del Poder Ciudadano.

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Guillermo Mendoza Dávila

En el ya folclórico escenario político nacional se ha incorporado ahora un nuevo elemento, por demás muy variopinto. Se trata de un proceso rutilante conocido como las primarias de la oposición. Y en este preciso momento yo pregunto, ¿para qué son las primarias?, ¿qué aspiramos todos sacar de este proceso?

A priori la respuesta rápida debería ser la más obvia. Una parte importante del país desea la selección objetiva del contrincante que acuda a las elecciones presidenciales del 2024, de ser posible una candidatura salida de un proceso transparente y aglutinador de todas las corrientes políticas, que ofrezca esperanzas de éxito y unifique el país en su frenética búsqueda de una salida democrática a veinticinco años de predicamentos.

Da la impresión de que ese debería ser el propósito primordial. Más sin embargo, la otra respuesta que está surgiendo del proceso mismo es muy diferente. Todas las corrientes conocidas y otras absolutamente anónimas, promovidas por indecibles intereses, han unido sus esfuerzos para sabotear el proceso, ahuyentando así toda posibilidad de enamorar al electorado. Quizás es que no todos aspiramos a lo mismo.

A junio de este año nos quedan escasamente cuatro meses para la referida justa de la oposición y aún los eventuales votantes no sabemos básicamente nada del referido proceso, más allá de la fecha prevista. No sabemos el cómo, ni el dónde y de seguir así, lo que es más grave es que tampoco sabremos el por qué. Estamos quizás ante otro de muchos episodios de oportunidades ignominiosamente desaprovechadas.

Según encuestas publicadas recientemente, más del 80% del país expresa no identificarse con ningún partido político, lo cual no ha de causar extrañeza, más allá quizás del otro 20% que aún si lo está. Pero basta con leer las noticias para comprender lo aterrador de esas cifras, en un país que ha visto destruidos todos sus logros en tan solo unos pocos años. La joya de la corona latinoamericana, otrora tierra de oportunidades y prosperidad e imán de inmigrantes de todas las latitudes, hoy cuasi arrasada en lo institucional, lo social, económico, educativo, su infraestructura y con las esperanzas perdidas.

Habría que considerar por qué en tan angustiante escenario la oposición no logra captar más adeptos. Y la respuesta la conseguimos con facilidad, ya que ellos hacen sentir sus contrarias posturas diariamente. Unos quieren al CNE, otros no. Unos quieren contar los votos de la diáspora, otros prefieren que no. Hay quienes cuestionan el proceso mismo. Los precandidatos se agreden y descalifican entre ellos por doquier; sus equipos, aquellos que los tienen, ofrecen las más disparatadas soluciones en plazos inalcanzables, inverosímiles medias verdades aún en el habitual campo del populismo.

No en vano un calificado vocero del oficialismo dijo hace pocos días que ellos apoyaban las primarias porque les servirían para dividir (aún más) a la oposición. Lo simple de su declaración no oculta la triste realidad de su profundo impacto. Con un cuarto de siglo a cuestas, todavía la coordinación opositora brilla por su ausencia de la forma más inaudita. Asumiendo que si lo saben pero no lo quieren aceptar, la cruda realidad es que a esta alturas del partido al pueblo le va y le viene si en el 2024 el candidato opositor es este o aquella, si es el o ella, su ideología o marcada carencia de ésta, sus antecedentes como abogado, empresario, cómico, ama de casa, político de oficio o funcionario de carrera.

Aquí hace falta quien rescate las alicaídas ilusiones de un pueblo excluido y abatido en una guerra frontal de absolutismo pragmático, con el apoyo de las armas cuando ha sido necesario para controlar todas las esferas del acontecer nacional, obviamente con fatales resultados. Por ello, ese 80% sólo apoyará la promesa firme, unificada y creíble que la ilusión de justicia social se convertirá en parte medular de la gestión del eventual gobierno, sin que el protagonista sea el gobernante o su entorno, si no el pueblo como un todo, partiendo de los más necesitados.

Sin más que categórica e incondicional unidad podremos alcanzar esa meta, que por ahora pareciera una alejada quimera. La pluralidad es necesaria, pero hoy las avenencias son imperativas. Parafraseando lo dicho por Barak Obama en la convención demócrata del 2004, no participemos en la política del cinismo, más bien participemos en la política de la esperanza. Quizás así los resultados sean otros.

guillermomendozad@gmdconsultor.com

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