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Opinión

Benjamín Tripier

La salida del embajador James Story de la oficina de Venezuela que operaba desde Colombia dio pie a que ahora Venezuela sea una localidad concurrente para la embajada de Estados Unidos en Colombia. Se podría decir que nos bajaron el rango… pasamos a ser subsidiarios de Colombia. Lo cual no es de extrañar pues el tema Venezuela bajó drásticamente de importancia para la política exterior de Estados Unidos , y consecuentemente para los 60 países que apoyaban el interinato.

Si se compara con el período del 2017, 2018, y 2019, cuando Venezuela estaba diariamente en la primera plana de los periódicos más importantes del mundo, ahora prácticamente no existimos, y cuando aparecemos, ocurre esporádicamente en alguna página interior. Noticias que no despiertan emoción, planas, y como si ya todo estuviera dicho, casi sin alternativas de cambio.

Más allá de las razones por las que terminamos en este estatus secundario, es importante contrastar la lectura que de nosotros tienen en el exterior, que ven el bosque, con la que tenemos nosotros aquí adentro, que solo vemos árboles. Desde afuera, solo ven dos nombres: Maduro, que está en el gobierno, y Guaidó, que ahora está en el exilio. El resto de los nombres, actores casi todos secundarios y terciarios, del chavismo y de la oposición, no son ni siquiera analizados, porque ninguno es capaz de “mover el amperímetro” de la política o de la economía.

Y solo los iniciados en los temas venezolanos sabrán lo de la corrupción auto confesada, o lo de las primarias, y qué significado estratégico podrían tener. Porque los iniciados conocen solo un par de nombres más de opositores, como María Corina por plantarse públicamente y cara a cara ante Chávez y por haberse reunido con Bush II en la Casa Blanca, y de Capriles por no defender su votación cuando compitió contra Maduro.

Y del lado del gobierno, los iniciados saben también de Diosdado (“el segundo hombre fuerte del país”), y de los incluidos en las listas de buscados del FBI. Nada más. Lo que declara Maduro o lo que dice Guaidó, es lo que se convierte en noticia relevante, y lo que entiende el público interesado.

Ya Estados Unidos entró en campaña presidencial, y Biden es la carta fuerte de los demócratas, mientras que, del otro lado, habrá que esperar a ver las nominaciones, y luego quién resulta el candidato republicano. Y para cualquiera de ellos, la única manera de que Venezuela tenga un peso electoral favorable, es imponiendo más sanciones o promoviendo críticas fuertes por la falta de democracia, la corrupción, los DD HH, y el desastre económico.

Los demócratas, especialmente, tratan de tomar distancia de todo lo que signifique socialismo, porque los republicanos son todo lo contrario, y Estados Unidos es un país capitalista por excelencia, y los Bernie Sanders de este mundo, allí, siempre corren desde atrás. Por lo que, no hay manera de que flexibilización a Venezuela (o a Cuba) pueda sumarle puntos a ninguno.

Por eso es que hay que poner en contexto la señal más reciente de la política exterior norteamericana, que es haber rebajado el nivel en el que nos tiene su servicio exterior.

Político

La inhabilitación de un alcalde opositor en ejercicio, con ínfulas presidenciales, es el inesperado precedente, y primer paso, hacia otros alcaldes opositores que han presentado ángulos de vulnerabilidad, y que, cada uno a su tiempo, serán parte de la extensión hacia la oposición de los casos de corrupción que el gobierno confesó sobre su propia gente, y que necesitan salpicar a opositores. Claro que los montos y las causas son extremadamente diferentes y graves, pero todos entrarían en un mismo paquete que los nivelaría con el mensaje subliminal de: todos son lo mismo.

Por otra parte, del lado de la oposición están enfrascados en las primarias, donde cada uno comienza a mostrar su verdadero compromiso (o su falta de) con el cambio en Venezuela. Porque cada vez se hace más evidente la diferencia entre oponerse o convivir; el primer caso es incómodo, mientras que el segundo, la convivencia, significa permanencia.

El síntoma más claro de la debilidad en la presión por parte de la oposición, es la tranquilidad que tiene el gobierno; no tiene una amenaza real de perder el poder a manos de la oposición, más bien lo de la corrupción confesada, y la purga resultante, muestra que la batalla está en otro lado; se cuida de su propia gente, que es donde pareciera tener las verdaderas amenazas.

Social

La pobreza se mantiene como el problema más importante que tiene el país. De acuerdo con Encovi, de la UCAB, el estudio sobre pobreza más respetado en Venezuela para medir las condiciones sociales y económicas, la tasa de pobreza en el país ha disminuido levemente en el último año, pero, aún así, 53% de la población vive en pobreza extrema.

La encuesta Encovi también destaca que casi la totalidad de la población en Venezuela es pobre, con 94,5% de la población viviendo en algún nivel de pobreza en 2021. La reducción de los índices de pobreza en el último año puede deberse a la incipiente recuperación de la actividad económica del país, pero el estudio también señala que la desigualdad en Venezuela es brutal.

De hecho, ha aumentado en el último año convirtiendo a Venezuela en el país más desigual del mundo en términos de distribución del ingreso. Por lo tanto, si bien ha habido alguna mejora en las tasas de pobreza, la desigualdad en el país sigue siendo un problema importante que debe abordarse.

Cuando se habla de erradicar la miseria para 2025, o alinearse con la ONU que pone como objetivo global lograrlo para 2030, lo menos que puede hacerse, al menos para nuestras autoridades en Venezuela, es dar una pista creíble sobre el cómo se va a lograr. Porque el 2025, en términos coloquiales, está la vuelta de la esquina, y se trata de variables estructurales que, cuando se mueven, lo hacen muy lentamente y respondiendo a estímulos de carácter duro… estructural… casi permanentes.

Lo que sí es seguro es que, con subsidios, misiones y bonos, eso no se va a lograr. Solo con expansión y crecimiento económico, con un nivel de actividad sostenible, que incluya mejoras en la educación y capacitación, en la salud y la alimentación y en las condiciones de vida de al menos dos generaciones, sabemos por dolorosa experiencia, que no se va a lograr.

Porque disminución de la pobreza está asociada con el crecimiento del PIB y eliminación de la miseria, se logra mejorando la calidad de ese PIB. Y el PIB de un país, en definitiva, es la electricidad que tiene (o no tiene) ese país. Por eso… para prometer la eliminación de la miseria para el 2025, hay que tener un poco más que buenas intenciones… hay que tener un plan concreto y viable… y eso… eso no lo tenemos.Económico

Es importante establecer un conjunto conservador de premisas para anticipar el comportamiento económico del resto del año y más aún después de un primer cuatrimestre que ha ido generando su propia inercia negativa, la cual se trasladará, al menos, a los meses de mayo y junio. O sea que para estos dos meses no deben esperarse mayores cambios en la tendencia.

El elemento crítico que debemos considerar es el mercado petrolero, la cantidad de barriles que en promedio podemos exportar, y el precio al que los podemos vender y cobrar. Sujeto a las restricciones de los sedimentos en el canal del lago, y a los ajustes por corrupción, porque el hecho de haber denunciado lo que ya ocurrió, no garantiza que no vaya a seguir ocurriendo, ahora con nuevos actores, y con el aprendizaje de lo que no deben hacer para evitar ser descubiertos.

Otras premisas tienen que ver con la permanencia de las sanciones, y los efectos colaterales que estas tienen sobre la actividad privada, la cual, si bien no está directamente sancionada, es víctima del llamado over compliance, que nace de lo reputacional negativo, que, con solo estar relacionado con Venezuela, hace que tengan que revisar más parámetros para, según ellos, “curarse en salud”.

A partir de allí, todo el peso de la estrategia económica está puesto en la política monetaria y cambiaria, la cual, para optimizar su relación con la economía real, se vuelve restrictiva por las intervenciones cambiarias para ralentizar la devaluación, y drenando el mercado con encajes y falta de crédito. Pese a que la verdadera solución está en concentrarse en la parte dura, la de aumentar la producción y la oferta nacional de bienes y servicios. Porque compensar con oferta importada, no solo no les dio anclaje a los destellos de actividad del año pasado, sino que, a la menor amenaza, se derrumbó, y ahora estamos pagando las consecuencias.

Cuando un empresario tiene una inversión dura, por ejemplo, en una planta, se ve inhibido de cerrar al menor contratiempo, y busca las maneras de sostenerse y pasar las vacas flacas, protegiendo su inversión. Mientras que lo que pasó fue tan, pero tan superficial, que, al menor estímulo negativo, todos salieron corriendo y dejaron los locales vacíos… como si allí nunca hubiera habido nada… y tal vez no lo había, y nosotros creíamos que sí.

Internacional

Hay que estar atentos a “la transformación de la OTAN para una nueva era de defensa colectiva”, todo motivado por la invasión de Rusia a Ucrania. Allí dicen que Rusia se encuentra ahora en el decimoquinto mes de lo que esperaban sería una guerra de tres días: “Goliat está vacilando. Y eso se debe a que David ha demostrado una inmensa resiliencia y brillantez táctica, con el apoyo de 50 naciones de todo el mundo”.

La OTAN activó todos sus planes de defensa, puso 40.000 soldados bajo su mando, respaldados por un importante poder aéreo y marítimo, y reforzó sus defensas avanzadas. Ellos dicen que “estas acciones reducen el riesgo de errores de cálculo y escalada. Al dejar en claro que defenderemos cada centímetro del territorio de la OTAN”. Cabe mencionar que el día 10 de mayo, Ucrania comenzó los trámites para entrar en la Unión Europea, como paso previo a su asociación a la OTAN.

El concepto estratégico de la OTAN y la estrategia militar de la OTAN, esencialmente defensivos, identifican dos amenazas: Rusia y los grupos terroristas. Y como ya dejó de ser teoría y se está experimentando en la práctica, el nuevo modelo de fuerza de la OTAN para producir una nueva estructura de fuerza que incluya más tropas en alta preparación, y la cantidad y tipo de equipos y organizaciones necesarios para llevar a cabo las operaciones de la OTAN.

En estos días se está trabajando para incluir al grupo Wagner, los contratistas privados rusos que están en el frente de Ucrania, en la lista de terroristas. Por lo que en Rusia se concentrarían los dos objetivos estratégicos: Rusia, y el terrorismo.

Por su parte, Japón está en conversaciones con la OTAN para abrir una oficina de enlace en su territorio, que sería la primera de la OTAN en Asia y se utilizaría para consultas con Japón y otros países de la zona sobre asuntos de seguridad, retos geopolíticos, nuevas tecnologías y ciberamenazas. Los japoneses señalan a la guerra en Ucrania y la agresión rusa como una de las razones por las que la cooperación entre Asia Oriental y la OTAN es cada vez más importante y que la creciente inestabilidad en todo el mundo ha hecho que esto sea necesario.

Las principales amenazas que enfrenta Japón son China y la intensificación del programa de misiles de Corea del Norte. Las conversaciones entre Japón y la OTAN sugieren que la OTAN y Japón tienen una cooperación de larga data, y la apertura de una oficina de enlace de la OTAN en Japón sería un hito significativo para la organización en su expansión en Asia. Sin embargo, la apertura de una oficina de enlace de la OTAN en Asia también podría ser vista como una escalada de la tensión en la región, especialmente en relación con China y Corea del Norte.

La OTAN está expandiendo sus sucursales en América Latina, enfocándose en Brasil, Colombia y Argentina. Según el Celag, Brasil, Colombia y Argentina aportarían más activos a la OTAN que los miembros europeos anexados en la década de 1990. Colombia es un «socio global», mientras que Argentina y Brasil son «principales aliados extra-OTAN».

Ser un socio global no significa que un país sea miembro de la OTAN, solo significa que tienen un acuerdo de cooperación con la organización, con el estatus de socio global y principal aliado, complementario a una amplia gama de programas de asistencia y entrenamiento militar de Estados Unidos.

Lo cierto es que la OTAN, anticipando el futuro, posiblemente agregue a su propósito defensivo, el de poder también atacar, y se convierta en el frente armado de todos los países que buscan masa crítica para enfrentar a esa otra parte del mundo donde descollan China, Rusia, Irán y Corea del Norte, por nombrar a los más relevantes.

Recomendación

  • Al gobierno: que revise el aumento de la unidad tributaria porque se convierte en un peso más a las posibilidades de reacomodo de nuestra economía. Así como el IGTF se convirtió en el hito que frenó el discreto crecimiento del 2022, esto se convertirá en el lastre que terminará dejándonos nuevamente en el fondo, ahora con menos capacidad de recuperación.
  • A la dirigencia opositora: que le dé más importancia a restaurar la confianza de las bases (que son gigantescas) que a la selección de precandidatos. Porque si la gente saliera a votar, sabría a quién elegir, porque ya los conocen a todos. Pero para eso hay que mostrar con acciones concretas que realmente se oponen; y con todo lo que vemos diariamente, hay como una cierta pasividad y falta se sentido del riesgo y de la urgencia. Los dos temas críticos, no lo para las primarias, sino, principalmente, para la elección, son el CNE y los votos en el exterior.
  • A la dirigencia empresarial: que revise alternativas de refugio, porque el dólar, por sí solo, también está perdiendo esa característica aquí, en nuestro país, que todo lo distorsiona. Posiblemente el enfoque tenga que parecerse más al trueque, pero integrado en alguna plataforma que mantenga la representatividad del bien subyacente; unos certificados asociados a inventarios concretos que eviten el deterioro de los activos líquidos.
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 11 min


Griselda Reyes

El país va por un lado y la política por otro. Son pocos los puntos de encuentro entre ambos, y es que los venezolanos, desde hace muchos años, están más pendientes de su supervivencia, de llevar el pan a la mesa, que de los vericuetos de la clase dirigente.

Todos los estudios de opinión, y el más importante de todos estos, la calle, evidencian que la preocupación 1, 2, 3, 4 y más, del ciudadano, es la economía.

Hoy, poco se habla de política en la calle, en reuniones o restaurantes; la polarización nos llevó a un punto de inflexión. La política, y el acontecer nacional, como tema de conversación, encuentro o discusión en nuestros desayunos, almuerzos y cenas, desapareció, siendo sustituida por la subsistencia del día a día, en medio de la más que crítica situación de los servicios públicos.

El proceso político de la primaria presidencial que organiza un sector de la oposición venezolana, prevista a celebrarse el próximo 22 de octubre, el panorama no es muy distinto. El diarismo de este proceso, los detalles y pormenores, se ha quedado disminuido al mundillo político venezolano. Prueba de ello es que las proyecciones más optimistas estiman que votarían entre dos y tres millones de venezolanos. Impacta el nivel de acciones que hay que emprender, en tan poco tiempo, para conectar este tema importante, con el grueso del país.

A escasos cinco meses de la elección unitaria o unificadora, los abanderados del proceso opositor se debaten sobre las condiciones del mismo. La dinámica ha llegado al punto en el que pareciera que varios de los candidatos o candidatas, condicionan su presencia, apoyo y postulación, al costo más elevado posible para la Comisión Nacional que dirige el proceso.

El tema de la participación del Consejo Nacional Electoral (CNE) y el voto de los venezolanos que han emigrado a diversas partes del mundo, destacan desde el inicio como los temas más polémicos sobre el proceso.

Por su parte, el órgano rector también ha puesto una cuota alta por su participación en el proceso que no todos están dispuestos a saldar.

En cuanto a la diáspora criolla, la última información oficial surgida de la propia Comisión Nacional de Primaria, señala que se le permitirá registrarse electrónicamente, lo cual arrojaría cuántos son y dónde están, desde los lugares más cercanos a los más recónditos del mundo; en un esfuerzo por hacerles espacio para ser parte del proceso.

La primaria, que podría ser un gran ejercicio de democracia, hoy se ha reducido a actores de los partidos tradicionales y unos cuantos que pretenden venderse como outsider. ¿Será esto suficiente para arrastrar al electorado? ¿Se conformarán todos los actores del proceso con el voto de las maquinarias partidistas?

Después del 22 de octubre, el país no se acaba. La primaria parece ser preámbulo de lo que nos viene, y me refiero no solo a 2024. También el 2025 es otra prueba de fuego para todos los actores de la vida pública nacional.

El gran reto

Aunque, como en el béisbol, el juego no se acaba hasta que se termina, en política –y más aún en la venezolana– cualquier cosa puede pasar. Lo que hoy es una gran verdad es el reto que tienen todos los involucrados en el proceso electoral: quienes aspiren al proceso de primaria; los marginados y autoexcluidos de este evento; y hasta el Gobierno; es volver a hablarle a la gente, volver a entenderse con el venezolano que hoy está decepcionado de todos los extremos.

El rescate de la confianza está íntimamente relacionado con el estímulo a la fibra electoral. ¿Será suficiente este año y medio para lograrlo?, ¿Podrán las clases políticas venezolanas dar respuestas a los venezolanos?, ¿Seremos capaces de entendernos todos o nos limitaremos al dedo señalador y un «te lo dije» después de los comicios?

El 2024 y todas sus características políticas y el 2025; serán años muy movidos en el que acertamos o erramos. Lo segundo nos hará seguir en esa inercia hacia la nada que a tantos venezolanos hoy tiene decepcionados.

Twitter: @griseldareyesq

www.griseldareyes.com

Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.

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Simón García

El proyecto original de Chávez, que sedujo a tantos venezolanos de buena fe, es hoy la profundización de los legados negativos de la IV República y el empeoramiento de algunos nuevos. El gobierno de Maduro necesita recomponer legitimidad porque tiene varias candelitas que la consumen: la imposibilidad de pagar un salario mínimo digno; el saqueo de la riqueza pública; la incapacidad para asegurar servicios como electricidad y agua; la asfixia de la economía privada y los graves descuidos en el mantenimiento de la integridad territorial.

El gobierno quiere, pero no puede, apagar esas candelitas. El prolongado tiempo en el poder demostró que su modelo de sociedad y su programa de cambio lograron resultados diametralmente opuestos a los esperados. En las bases chavista se expande el descontento.

Todo el país se indignó; opositores, chavistas y no alineados, cuando el propio gobierno tuvo que develar una trama de corrupción perpetrada por una maraña de ladrones. Las interrogantes y dudas sobre cómo pudieron actuar impunemente en las narices del presidente no han sido respondidas. El tiempo, aliado del olvido y la impunidad, amenaza con un final de palmaditas y la desaparición definitiva de bienes y dineros de la nación. ¿Hay alguna instancia encargada de vigilar e informar sobre la recuperación de los bienes?

Sólo un cambio de timón decidido por el presidente y los factores de poder que lo sostienen puede devolverle al oficialismo los apoyos que ha perdido y las causas que ha roto en girones. El cambio de conducta desde arriba requiere que Maduro encabece un proceso de reformas que abran una transición con objetivos institucionales, sociales y económicos. Hay débiles asomes, pero no intenciones firmes.

En el campo opositor hay una mayoría que desea una transición, pero no cree en ella. Menos en una transición promovida por sectores que están en la alianza dominante y que comienzan a considerar que el único modo de salvar al país y evitar el derrumbe del proyecto chavista es cambiar sus métodos, sus concepciones y sus objetivos.

Es duro de admitir, pero no es un imposible que en nuestro país se produzca una anulación de la dominación en el ámbito económico y un desplazamiento de la acumulación de recursos y mecanismos de control al plano de las instituciones y la vida política.

Dejar a un lado las quimeras y tragedias del socialismo del siglo XXI, restablecer el mercado y crear condiciones para que cada ciudadano pueda tener derecho a trabajar y mejorar su patrimonio puede ser el inicio de un cambio en las reglas de juego.

Una oposición acostumbrada a vivir de ilusiones y concluir en desengaños actúa como si todo el descontento va a generar espontáneamente una avalancha de votos a su favor. Sería excelente, pero hay que tomar en cuenta la eventualidad que se esté formando un voto condicionado, más consciente y menos movido por los fuegos artificiales.

La posibilidad de una victoria electoral es el único factor de presión y negociación que tiene la oposición. Pero la exaltación de los que no advierten que hay muchas acciones por emprender y muchos logros que mostrar, sin prepotencia ni exclusiones, puede terminar ahorcándole la cochina a las fuerzas de cambio. Una tragedia que hay que intentar evitar.

Twitter: @garciasim

Simón García es analista político. Cofundador del MAS.

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Fernando Mires

Aunque algún académico de tipo weberiano pueda no estar de acuerdo, ni la historia ni la política se dejan regir de acuerdo a tipologías. Pues si pensamos que los procesos históricos asumen movimientos multideterminados, la razón tipológica debe contentarse solo con detectar situaciones y señalar características del mismo modo como cuando fotografiamos un paisaje sabiendo que al día siguiente después de una lluvia ya no será el mismo.

Tampoco, por cierto, debemos renunciar a la confección de «tipos». Por el contrario: los necesitamos para comparar estructuras y procesos. Al fin y al cabo, todo conocimiento es comparativo. Basta con manejar los «tipos» con prudencia, a sabiendas que no son «cosas» sino, para decirlo con Norbert Elías, simples «figuraciones». O tal vez en lugar de «tipos» deberíamos hablar de formas o formaciones (la forma fascista, la forma dictatorial, la forma democrática, etc.) Y naturalmente, de la forma totalitaria, la más fácil de definir por una razón muy sencilla: Totalitarismo alude a todo el poder concentrado, ya sea en una persona, en un estado, en un partido. Totalitarismo es el poder total. Si esa totalidad del poder no existe, no hay totalitarismo.

El totalitarismo de la era posindustrial

En textos anteriores nos hemos regido por una escala de formas de dominación no o antidemocráticas, las que pueden, bajo determinadas condiciones, culminar en esa fase llamada totalitarismo. Así hemos hablado de gobiernos autoritarios, autocráticos, dictatoriales y, finalmente, totalitarios, que son los que acumulan la totalidad del poder, de un poder que al politizarlo todo, deja de ser político. En ese punto hay cierto consenso: el totalitarismo fue un fenómeno del siglo veinte que cristalizó en tres países: la Alemania hitleriana, la Rusia estalinista y la China maoísta.

Después del derrumbe del comunismo, no pocos autores llegaron a pensar en que la posibilidad de un resurgimiento de nuevos regímenes totalitarios estaba descartada. No obstante, tras dos decenios transcurridos del siglo XXI, podemos decir que tal esperanza carecía de fundamentos. En el hecho, ya hay dos países a los que, sin titubeos, podemos caracterizar como totalitarios (o por lo menos, neototalitarios): la Rusia de Vladimir Putin y la China de Xi Jinping. El primero alude a un poder totalitario personal y el segundo, colectivo (el PCCH) aunque en los dos últimos años este ha derivado desde el colectivismo partidario hacia un personalismo excluyente representado en la figura de Xi Jinping.

Importante es mencionar que tanto en China como en Rusia, se trata de reaparecimientos totalitarios lo que nos indica que, los por Hannah Arendt constatados elementos de la dominación totalitaria, permanecían latentes, sin desaparecer, en ambos países. En la China postmaoísta (que no estudio Hannah Arendt) fueron mantenidas todas las estructuras de la dominación totalitaria, pero el poder, sobre todo bajo Deng Xiao Ping (1979-1997), asumió formas deliberativas, las tendencias fueron permitidas y las discusiones circulaban bajo la luz pública. Bajo la era de Xi Jinping, de acuerdo a lo mostrado en el faraónico 20. congreso del PCCH, el partido volvió al centralismo antidemocrático y al oprobioso sistema de las «purgas».

En Rusia, el proceso que ha llevado hacia la (re) totalización del poder ha transitado de modo más lento. Durante Gorbachov (y su entrada a la «casa europea») y durante los primeros tiempos de Yeltsin, Rusia pareció experimentar un proceso de occidentalización. Putin, desde su llegada el año 2000, hasta 2007, con su inesperada agresión verbal a Occidente en la Conferencia de Münich, había mantenido la apertura postdictatorial, cumpliendo al menos con las formas electorales. La conversión del poder autoritario en una autocracia personalista comenzaría a cristalizar con las agresiones a Chechenia y Georgia el año 2008, cumpliéndose así una premisa de Arendt, en el sentido de que el totalitarimo es impulsado por el imperialismo (Origins of Totalitarianism).

Por el momento no es posible esclarecer con exactitud si fueron las guerras de Rusia las que llevaron a la dominación totalitaria, o fue el proyecto totalitario que acariciaba Putin, la razón que impulsó las guerras de expansión de Rusia. Los indicios –sobre todo a partir de la invasión a Crimea en el 2014– apuntan más bien hacia la segunda posibilidad. Lo importante es que el proceso que llevó del autocratismo al totalitarismo está articulado con la expansión territorial de Rusia. Lo que es explicable: durante una guerra rige el estado de excepción, y si esa excepción no es transitoria sino permanente, deja de ser excepción.

En el caso de China, no fueron guerras, pero sí desafíos geoestratégicos los que probablemente impulsaron al partido dominante a instituir un «estado de excepción en permanencia». El crecimiento económico de China convenció a su dirección política que debía reconocer el punto de inflexión donde la nación no solo debía ser una potencia económica sino, además, política. Para Xi y los suyos había llegado la hora en la que China debería reclamar derechos hegemónicos como conductor, no solo de la economía, sino de las relaciones políticas internacionales a nivel mundial.

La era de la globalización –ese es un evidente convencimiento de Xi– exigía una China global y no regional: Política, militar y no solo económica. Desde ese autoreconocimiento, Taiwán no solo interesa a China por razones económicas sino también simbólicas. Eso quiere decir que si China logra sentar soberanía política sobre Taiwán, mostrará al mundo que ya está en condiciones de doblegar la hegemonía política-militar, si no la occidental, por lo menos la norteamericana.

Y para enfrentar esa escalada global, China necesita de sus perros de presa atómicos. Ya tiene por lo menos a tres: Kim Jong Un en Corea del norte, el Irán de los ayatolas, y naturalmente, la Rusia de Putin.

La Rusia de Putin ha seguido un camino diferente en la ruta que conduce hacia la totalización del poder. Para Putin, lo ha dicho el mismo, no se trata de alcanzar un futuro luminoso, sino de recuperar un pasado sagrado: el de la Santa Madre Rusia. De tal manera, mientras el totalitarismo chino puede ser definido como posmoderno, el de Rusia es evidentemente premoderno (un imperialismo de la era posimperial según Timothy Garton Ash).

En los dos casos, sin embargo, no nos encontramos solo con una simple reedición de los totalitarismos maoísta y estalinista, sino con nuevas formas totalitarias, concordes con su tiempo. Ambos totalitarismos, dicho en breve, son totalitarismos del siglo XXI.

Y eso significa, mientras los totalitarismos del pasado reciente surgieron en el marco determinado por la era de la industrialización, los del presente pueden ser vistos como totalitarismos posindustriales.

Para poner un ejemplo, la base social que lleva a la emergencia del fenómeno totalitario provino, en el caso del nazismo y del comunismo, de la conversión de las clases en masa. Pero aquí debemos puntualizar: las masas que hoy emergen en China y Rusia son diferentes a las que nos describiera Arendt y otros autores (Gene Sharp, por ejemplo) que se han ocupado del tema del totalitarismo. Quiere decir, mientras las de los totalitarismos del siglo XX eran masas pauperizadas, utilizadas como carne de cañón para alcanzar objetivos meta-económicos por medio de la industrialización forzada, las masas del periodo postindustrial son masas consumistas, férreamente ligadas al mercado local. En ese sentido (solo en ese) las masas de Putin se parecen más a las de Hitler que a las de Stalin y Mao.

Hitler, recordemos, elevó los ingresos, el consumo y el bienestar de las masas de trabajadores (ocupación plena, vacaciones pagadas, seguro social, automóviles). El trabajo esclavizado impuesto por Stalin en las fábricas urbanas y en las granjas colectivas (koljoses), lo reservó Hitler para el infierno de los campos de concentración, los que también existían en cantidades en la Rusia y en la China comunista. Podríamos decir incluso que bajo los totalitarismos stalinista y maoísta, tuvo lugar, y en un muy corto plazo, ese proceso de acumulación originaria (Marx) que en el mundo capitalista se extendió a lo largo de siglos. Sobre y no durante esa fase de acumulación, fueron erigidos los totalitarismos del siglo XXI.

Occidentalización económica, desoccidentalización política

Si volvemos a recordar a Hannah Arendt, encontraremos dos elementos inherentes a la dominación totalitaria del siglo XX: el terror y el adoctrinamiento ideológico. Ambos existen sin duda bajo las dictaduras de Xi y de Putin, pero en un nivel más bajo y, a la vez, distinto. El terror continúa de modo más sutil. Ya no se trata tanto de la vigilancia policial, casa por casa, sino de una más bien digitalizada, menos estricta, más eficiente. Basta simplemente que los ciudadanos no participen en política, actividad reservada en China para la casta comunista, y en Rusia suprimida del todo.

Raramente, solo en contadas ocasiones, las masas de ambos países son movilizadas para vitorear a sus líderes. Más importante es que se queden en casa, informadas por la televisión estatal, y en los tiempos libres, que acudan a los mercados a consumir productos, aunque algunos sean inventados en el odiado occidente. Contradicción que no parece importar demasiado a los administradores del poder. Ellos no están en contra del mercado occidental, están solo en contra de las ideas y de los derechos humanos occidentales. O lo que es lo mismo: ni Xi ni Putin están en contra de la occidentalización del mercado pero sí en contra de la occidentalización de la política.

Que las masas de los respectivos países consuman toda la chatarra que quieran, sigan todas las modas, bailen y canten la música occidental, los tiene sin cuidado. Incluso, dichas inclinaciones son estimuladas desde el alto poder. Pero ay de las mujeres si asumen el feminismo occidental, ay de los ciudadanos si reclaman pluralismo político, ay de quien defienda los derechos fundamentales del ser humano.

Las ideologías del poder neototalitario

Desde un punto de vista doctrinario, hay también una gran diferencia entre los totalitarismos del siglo XX y los del XXI. Los detentores del poder del antiguo totalitarismo creían actuar en nombre de doctrinas, la fascista y la marxista leninista, a las que eran conferidas dos características: La universalidad y el futurismo. De acuerdo a esas doctrinas, los tres dictadores imaginaban que sus ideologías eran válidas para todo lugar y que el mundo terminaría, tarde o temprano, siendo fascista, para unos, comunista para otros. El Tercer Reich iba a ser mundial y el comunismo también. De una u otra manera, los dictadores totalitarios del siglo XX creían tener a la historia universal de su parte.

Xi y Putin también creen en doctrinas, pero sus características son radicalmente diferentes. Los dos dictadores nos hablan por cierto de un nuevo orden mundial, pero ese orden lo entiende cada uno a su manera. Lo único que para ellos está claro es que ese nuevo orden significará la derrota económica y política de los EE UU primero, y de occidente después. Pero desde un punto de vista teórico, ético, político e incluso utópico, ese nuevo orden está vacío. Eso explica por qué las ideologías a las que recurren los nuevos totalitarismos distan mucho de ser futuristas, como lo fueron las del comunismo y del fascismo. Al contrario, son más bien – si me permiten el término – “pasadistas”.

La dictadura de Putin, incapaz de ofrecer un futuro esplendoroso, ofrece un regreso a un pasado supuestamente glorioso y heroico: al de la antigua Rusia, sea la de los zares, sea la de Stalin. Para algunos rusos ese retorno –en un vocabulario psicoanalista: esa regresión– puede ser fascinante. Pero es difícil que la gran masa apolítica del país adhiera a las reaccionarias utopías de Putin. Mucho menos atractivo puede ser el culto «pasadista» para habitantes de naciones que ayer pertenecieron al imperio soviético. Imposible, por ejemplo, que las naciones de Asia Central, en su mayoría musulmanas, sientan demasiado entusiasmo por formar nuevamente parte de una Rusia, ya no soviética sino cristiana-ortodoxa.

La doctrina de Putin es nacionalista, pero no mundialista. Peor aún: es «rusista». Como medio de dominación ideológica internacional, no sirve para nada. ¿Qué nos puede ofrecer Rusia aparte de represión, fanatismo religioso, y glorias zaristas? se preguntan con toda razón los ucranianos. Dicho con las palabras del escritor alemán Peter Schneider: «El único objetivo claramente establecido que Putin promete a sus rusos y a los pueblos que van a regresar al Imperio Ruso es la restauración del poder y la grandeza pasados ​​y una participación en el esplendor del imperio resucitado».

La dictadura de Xi Jinping por su parte, parece haber comprendido que la doctrina marxista ha dejado de ser un producto de exportación ideológica. En el mejor de los casos es solo consumible para los cretinos que gobiernan en países como Nicaragua o Venezuela. Eso explicaría por qué, bajo Xi, los jerarcas chinos parecen estar cada vez más preocupados por promover la unidad espiritual de sus habitantes mediante la intensificación y propagación de la filosofía confuciana, hoy obligatoria en todos los establecimientos educacionales.

En cierto modo, el partido comunista chino ha adoptado una doctrina marxista confuciana (algo así como un vaso de leche mezclado con ají) cuyo propósito es reivindicar una tradición nacional y nacionalista y así mantener sujetos ideológicamente a las grandes masas de la inmensa nación. En otros términos, los totalitarismos chino y ruso ya no son internacionalistas sino tradicionalistas. La religión ortodoxa y la filosofía de Confucio, ambas magníficas creaciones del espíritu humano, han pasado, bajo la égida neototalitaria de nuestro tiempo, a convertirse en ideologías de estado. Su función no es nada espiritual: mantener, gracias al carisma (Weber) de la religión y de la tradición, la cohesión del frente interno a fin de avanzar económicamente hacia la construcción de un nuevo orden mundial donde las democracias sean la excepción y las dictaduras la regla.

El problema es que ese objetivo no es imposible. De hecho, los dos totalitarismos del siglo XXI cuentan con el apoyo directo o tácito de todos los antidemócratas del mundo, de casi todas las dictaduras y autocracias del mundo, de muchas mentes tecnocráticas del mundo.

REFERENCIAS:

Jan Claas Behrends – Rusia: TOTALITARISMO Y DICTADURA PERSONAL (polisfmires.blogspot.com)

Hans van Ess – CHINA: CAPITALISMO COMUNISTA CONFUCIANO (polisfmires.blogspot.com)

Peter Schneider – ¿QUÉ OFRECE PUTIN A UCRANIA? (polisfmires.blogspot.com)

Fernando Mires – RUSIA: EL RETORNO DEL TOTALITARISMO (polisfmires.blogspot.com)

Twitter: @FernandoMiresO

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

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Carlos Raúl Hernández

“A España no la reconoce ni la madre que la parió”. Alfonso Guerra

(Erase 2014. Estos episodios de subnormalidad ocurrieron mucho después de la caída del muro de Berlín. No hay excusas) España vivió en paz gracias a los pactos de gobernabilidad de la Moncloa en 1977 y la Constitución de 1978, un proceso de estabilidad política y económica a partir de la transición, una transición de verdad, que seguía el ejemplo venezolano a la caída de Marcos Pérez Jiménez. La historia narra que entre 1931 y 1936, el líder del PSOE, Francisco Largo Caballero amenazaba asaltar el poder por la fuerza (“Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia”. 10/2/1936) e impulsó la tragedia de la guerra civil. Fue un milagro político reconciliar a la sociedad española con los culpables vivos de crímenes terribles, “La Pasionaria” Dolores Ibarruri, Santiago Carrillo; el PSOE había virado del stalinismo y lo cubrieron de indulgencias. Con el Partido Popular, P.P, una fuerza liberal-conservadora de buena gestión de gobierno, estabilizaron el statu quo, que llamaban PPSOE y la noche quedó atrás por décadas de convivencia y olvido, hasta que un gobierno de izquierda resuelve desenterrar los muertos con la Ley de Memoria Histórica de 2007, para falsificarla. Con problemas económicos corrientes, locales y globales, avances y traspiés, la democracia nueva, exitosa, modernizaba el país aceleradamente y “el nuevo tigre europeo” tomó las portadas de las grandes revistas.

La crisis financiera mundial entre 2008-2014 y errores en política económica, desovan el gusano de la manzana, un brote populista de clase media, antipolítica, turbulenta, antisistema, el 15 de mayo de 2011, 15M: “los indignados” universitarios, con un discurso facilista y moraloide de quienes medio saben la parte pedestre de los problemas y tienen consignas ramplonas como soluciones. Se desborda en las calles ultraizquierda, profesores y estudiantes que admiraban los tiros en la nuca de ETA, partidarios de la leyenda negra, enemigos de la unidad nacional y del “imperialismo de Castilla”, que “sojuzgó” Cataluña, las Vascongadas, Galicia, Andalucía y a quienes el término España les suena franquista. Posmarxistas, animalistas, indigenistas, autonomistas, pansexualistas, feminazis, pederastas, queer, veganos, ambientalistas, el poscomunismo en carne y hueso. Como toda agrupación de políticos novatos, ignoran las normas elementales del oficio, pero también ignoran que ignoran y pronto se estrellarán con su verbo salvífico, escatológico y lupanario, comedia de superioridad moral. Uno de los entrenamientos políticos esenciales es convivir con ideas opuestas, lo que desconoce ese partido de adolescentes eternos. A pesar de su identidad ideológica, a los de la cúpula los dividió el ego, no pasaron la prueba de tolerarse siquiera entre sí. ¿Qué podía salir mal?

La primera cabeza en la cesta es del ecofriendly Iñigo Errejón, una de cuyas frases memorables es “la transición será ambientalista o no será”. Luego Teresa Rodríguez, filóloga, diputada, profesora, líder del movimiento Anticapitalista de Andalucía, se hizo boom comunicacional en la campaña a la presidencia de la región por exhibir su esplendorosa figura sin bikini en la playa, aunque días después publicó pícaramente la carta anónima de una mujer que declaraba ser la de la foto. Juan Carlos Monedero se mantiene tan cerca como le conviene y tan lejos como puede del aparato. Pablo Iglesias, deja el partido y se dedica a “empresario” de medios de comunicación, luego de una salida penosa de la Vicepresidencia de España y de que Isabel Díaz Ayuso pulverizara su candidatura a la presidencia de Madrid. Yolanda Díaz, es hoy por encargo de Pedro Sánchez, candidata presidencial para liquidar a Podemos. El filósofo Miguel Urbán afirma que “España no existe” y Pablo Iglesias que “no menciono a España porque solo soy patriota de la democracia” y “al independentismo catalán se le podrán hacer muchas críticas, pero no es violento, es democrático y por lo tanto no es legítimo combatirlo con el derecho” ( lo legítimo sería dejarlo dividir el país).

Los podemitas, anti hispánicos, reivindican Al-Andalus, como se conocía la península bajo dominio árabe, y lamentan su fin en 1492, con lo que violentan el sentido común de una gallina. España se constituye al hacerse predominantes los valores del cristianismo contra las teocracias orientales y su objetivo es separar el poder temporal del eclesiástico, uno de los principios esenciales del mundo al que pertenecemos. En contrafáctico, de no haber desalojado a los árabes, ni surgido España, serían musulmanes embatolados, en chancletas, rezando cinco veces al día y Teresa Rodríguez no hubiera podido deslumbrar en Marbella porque la matan apedreada. Es legendario un período de la cultura musulmana, pero en el siglo XV ya la civilización cristiana la superaba ampliamente, surge el imperio español y Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada, el punto de partida del nuevo mundo. Una vez me tope un profesor podemita que odiaba a Isabel la Católica como si fuera del PP, por haber echado a los moros. Le dije que sin Isabel no hay España, que sería hoy parte de Marruecos. Me miró desconcertado y gruñó algo que debió ser “neoliberal” o· “fascista”, lo único que se le ocurre al populacho podemita y sesoseco, contra quien no comparta sus gatuperios.

En una de sus primeras intervenciones en el congreso, Iglesias dijo a gente, mucha de ella de decencia comprobada –lo que me gustaría decir de él- “señorías: Uds. ni siquiera son fascistas, son unos parásitos”, y esa fauna “indignada”, marcusiano-foucaultiano-sartreana con cincuenta años de retraso, demuestra la dudosa actualidad de las facultades de ciencia social, más bien centros de adoctrinamiento. Podemos es el nóumeno de resentidos inexplicables que gozaban de las maravillas de la sociedad democrática. Eran libres con sus ideologías extravagantes, totalitarias y simplistas, podían detestar el kapitalismo, adorar a Castro y al Che, colocarse al margen de la sociedad y contra ella. Visitabas la facultad de Somosaguas y te sentías en Saigón 1975. Los grupos de acampados pedían huelga general para derrocar al orden y crear una “verdadera democracia”. Pero vista hoy, su performance era también asombrosamente trumpista contra el “Estado profundo”, los ricos, banqueros, políticos del sistema, partidos, intelectuales del sistema, etc., etc., etc. e irrumpen en las “acampadas” de 2011 en la Puerta del Sol (donde hoy reina Ayuso) y años después en el Capitolio de Washington o los edificios de los poderes en Brasilia. Antipolíticos de derecha e izquierda, deja vu del mayo francés y de sí mismos.

Un rayo esperanzador comprometía la sobrevivencia de Podemos. Si un partido que lance consignas ideológicas y moralistas en medio de una crisis económica y habla como los marcianos, es impermeable a la gente normal. Una vez en el gobierno, sus leyes son no ideológicas sino ideolocas, también contra las personas normales: Ley trans, Si es si, Ley de protección animal, reducción de penas al golpismo con el PSOE a rastras. Entre los trabajadores y los okupas de viviendas, se ponen del lado de éstos. Pero gran aporte de todo eso es demostrar la corrupción del término “feminismo” (y las otras macarras), es el nombre engañoso del lobby cuyas víctimas son las mujeres, los trabajadores, las víctimas de ETA, los que se sienten españoles. A pesar de que varias veces Pablo Iglesias se definió comunista, quiso ser hábil y su partido hablaba de “más democracia” … “contra la casta”, un mensaje hiperdemocrático, que sorteaba el trasfondo. Al comienzo propusieron “la constituyente” al servicio de “la revolución” pero comprendieron que eso no tenía futuro en el sistema político y saltan, de cuestionar la constitución del 78, a utilizarla para fomentar los independentismos. Finalmente abandonan esa estrategia de degeneración constitucional, originada en el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) de Valencia, donde se “formaron” doce diputados de Podemos, el propio Iglesias, Errejón y Monedero.

Su “teoría constitucional revolucionaria y emancipadora” rodó por América Latina, en pos de estados plurinacionales indigenistas. En su documento fundacional de 2014, Mover fichas. De la indignación al cambio político dice “a partir de mañana comienza a escribirse el fin de los partidos de la casta”. Después de su paso por el gobierno, ese “fin” está más bien lejos, cerca, este 28 de mayo, eventualmente el de Podemos y hoy ya sabemos bien lo que querían “los honestos jóvenes”. Quebraron España, que no colapsa estrepitosamente porque la U.E la tiene a base de transfusiones financieras porque las consecuencias serían terribles. Del brillante PSOE de González queda esta morisqueta ultrosa. Enguerrillaron a todos entre sí, instauraron el insulto y el odio como lenguaje político y el país queda de nuevo al borde de un precipicio. Dijo Iglesias que “en política no gana quien tiene razón, sino quien tiene éxito”. Una, sabemos que no la tiene. Veremos la otra.

@CarlosRaulHer

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Carlos Roque

La Comisión Nacional de Primarias inició esta semana el proceso de registro preliminar de aspirantes que oficialmente comenzará el 24 de mayo y cerrará el 23 de junio y cuyos candidatos oficiales serán presentados el 10 de julio. Entre los temas ya aprobados por la CNP se encuentra el voto en el exterior, el cual será ejercido de manera presencial en la Mesa Electoral en la que el elector esté inscrito según el Registro aprobado por la Comisión Nacional con preservación “de la identidad de los votantes y el secreto del voto”. También fueron juramentadas las Juntas Regionales correspondientes en los estados y se iniciaron reuniones con las dirigencias de los partidos interesados en participar en la consulta para analizar y definir asuntos políticos que ya han suscitado discrepancias en la opinión pública, como la participación en su logística de la estructura del Consejo Nacional Electoral y la actualización integral del padrón electoral.

LA EXPERIENCIA

Las elecciones primarias son históricamente rutinarias en el seno de los partidos políticos, siendo emblemática la selección de los candidatos presidenciales demócratas y republicanos en Estados Unidos. Se destaca como una experiencia en la materia, aunque se mantiene la soberanía de cada partido. Las “elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de Argentina, creadas en 2009 durante el gobierno de Cristina Fernández y que se celebran cada dos años en el mes de agosto, para determinar “candidaturas en las elecciones presidenciales y legislativas”.

EN VENEZUELA

A partir de 1958 el juego democrático se consolida en el país con presencia determinante de los partidos AD, COPEI, URD y PARTIDO COMUNISTA, así como los desprendimientos posteriores de esas organizaciones. AD y COPEI ensayan formas de consultas directas o delegadas pero siempre a sus militancias para escoger sus candidatos, siendo notable la selección de primarias en el seno de AD, algunas veces con el cuestionamiento de sus resultados y divisiones. Distinto los casos de alianza de partidos en torno a un candidato con oferta programática común como el FND, Frente de la Victoria en el año 1969, URD, FDP (Burelli Rivas) y la Nueva Fuerza en el año 1973; MEP, PCV URD; siendo abandonada por éste partido (Paz Galarraga y Villalba).

OPOSICIONES

El triunfo de Chávez en 1998 obedeció entre otros factores al agotamiento de los partidos tradicionales lo que abrió espacio en los primeros años del 2000 a la emergencia de la sociedad civil y sus organizaciones propias y la fundación de nuevos partidos sin la consistencia social necesaria. De tal manera que se estableció la polarización chavismo y antichavismo con los resultados que ya se conocen. Para las elecciones del 2006, los factores opositores escogieron un abanderado unitario, en este caso Manuel Rosales por la vía del consenso luego del retiro de los otros principales aspirantes: Teodoro Petkoff y Julio Borges. Es a partir del 2008 con las elecciones regionales y parlamentarias cuando se ensayan las fórmulas unitarias a través de la MUD y con asistencia plena del Consejo Nacional Electoral CNE; las elecciones primarias que ofrecieron resultados significativos para los candidatos de las organizaciones de la oposición. El mismo clima y las mismas condiciones privaron para la consulta presidencial el 2012 y un año después 2013 que lograron un sólido puente unitario con resultados alentadores para el candidato presidencial, en ambas ocasiones Henrique Capriles.

LA DIVISIÓN

Desde el 2014 con el planteamiento de “la salida” y en consecuencia de la abstención, se produjo la fractura de facto de la unidad opositora que se reflejó posteriormente en las contiendas electorales y en los enfrentamientos de los partidos críticos ahora del madurismo. De tal manera, que lograr la participación conjunta en torno a un solo candidato de las organizaciones opositoras, no es tarea viable ni tampoco fácil. Ese el grave dilema que enfrenta la venidera elección primaria.

Número 181. Mayo 2023

https://revista.eneltapete.com/eneltapete/eneltapete/18946/el-laberinto-...

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Trino Márquez

Chile es un ejemplo del camino lleno de vaivenes, contrastes y matices en los que se mueve el proceso político en Latinoamérica. El actual presidente de la República, Gabriel Boric, es expresión de ese movimiento insurreccional, incendiario, que se desató en el país del Cono Sur durante 2019. Como se recordará, las protestas callejeras destruyeron estaciones del metro, farmacias, clínicas, automóviles particulares. Una parte del patrimonio urbano construido con el aporte financiero y el trabajo de los ciudadanos, fue demolido debido a que los manifestantes estaban indignados porque el crecimiento económico de décadas se había traducido en un incremento de las desigualdades sociales, no en su reducción.

Durante meses vimos un Chile desconocido para sus vecinos del continente. Observamos a una sociedad dominada por la ira y los deseos de revancha contra los ricos que –según la versión de los insurgentes- se habían apropiado de gran parte del producto nacional. Los jóvenes que se enfrentaban a la policía en las barricadas exigían una educación universitaria y una salud pública gratuita y una seguridad social que les costara muy poco a los contribuyentes. El ideario izquierdista fue enarbolado como estandarte. El espíritu de la época catapultó a Boric hasta la jefatura del Estado.

Una vez instalado en La Moneda, el joven mandatario trató de cumplir con una de sus promesas: modificar la Constitución de 1980, aprobada durante la era de Augusto Pinochet. Era una aspiración plausible: luego de tres décadas de haberse instalado el sistema democrático, había llegado el momento que la democracia tuviese sus propia Carta Magna. Una que subrayase la naturaleza civil, republicana, plural, inclusiva e igualitaria del Estado y la sociedad. Sin embargo, el tono mesurado que debía contener la nueva Constitución no fue comprendido por algunos de los factores que integraban la mayoría parlamentaria, vinculada fundamentalmente con los partidos y grupos izquierdistas que habían motorizado las protestas, a pesar de las sabias advertencia de Boric, quien al ver disminuir su popularidad producto de los excesos radicales, entendió que pueden ganarse elecciones con un lenguaje vehemente, pero hay que gobernar con el sentido común que recomienda el pragmatismo cauteloso. El proyecto de reforma constitucional elaborado por los extremistas de izquierda asustó tanto al pueblo, desde los colocados en el polo de la derecha hasta los más moderados, que fue rechazado de forma categórica en septiembre de 2022, al ser votado en un referendo popular. El miedo frente a la desmesura fanática fue tan grande, que el país se movilizó hasta las urnas electorales para decirles No a los extremistas.

El naufragio de ese nuevo proyecto constitucional obligó a la élite política a buscar una salida negociada. Se entendía que los chilenos querían otra Constitución, pero no la diseñada por la izquierda arrogante y miope. Colocados ante la disyuntiva, los ciudadanos preferían la Carta pinochetista. En esa pugna salió ganando José Antonio Katz, rival de Gabriel Boric en la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de 2021. Katz se había opuesto frontalmente al cambio de la Constitución.

La búsqueda concertada que se produjo luego del fracaso llevó a concebir el Consejo Constitucional, conformado por cincuenta miembros, instancia que se elegiría en una consulta popular. Esta fue la votación llevada a cabo el pasado domingo 7 de mayo. Allí el péndulo electoral se movió claramente hacia la dirección opuesta de donde se había desplazado cuando Boric obtuvo la victoria. El bloque de la derecha –conformado por el ultraderechista Partido Republicano, dirigido por Katz, y la alianza más convencional Chile Seguro- se quedó con la mayoría de los representantes: en total 33 representantes. Mientras la izquierda –Unidad para Chile, de Boric, la centroizquierda de Todo por Chile y el populista Partido de la Gente- pasó a ser una minoría bastante reducida, con apenas 17 representantes. La derecha cuenta con más de las tres quintas partes exigidas para las decisiones que requieran mayoría absoluta.

El Consejo Constitucional redactará la futura Constitución en consulta con el equipo de expertos designado por el Congreso Nacional. Esa Carta Fundamental tendrá que ser sometida al juicio de los votantes en un referendo popular en diciembre próximo. Será el pueblo el que decida cuál es la Carta Magna que servirá de marco general durante las próximas décadas. Cuál será el Estado constitucional y de derecho que regulará la vida de esa nación. Las organizaciones triunfantes, ya lo dijo Boric, deberían aprender de la experiencia reciente: los chilenos no quieren que impere una supremacía sectaria. Ninguna visión ultraconservadora o ultraliberal va a prevalecer de forma avasallante. La hegemonía supremacista parece estar condenada a fracasar.

Los chilenos, al moverse de un extremo a otro, les dijeron a los partidos y a la dirigencia que quieren sensatez, sindéresis e inclusión, aunque el triunfo de la derecha haya sido categórico. Se trata de vivir en un país en el quepan todos, no únicamente quienes militan en el campo de las ideas de una determinada concepción del Estado y la sociedad. Chile podría representar el camino que Venezuela debería seguir cuando salgamos del disparate en el que vivimos.

@trinomarquezc

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