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Opinión

Benjamín Tripier

Ya casi está cerrado el proceso comicial de medio término en EE UU. Los republicanos ganarán la cámara baja, y todo indica que los demócratas obtendrán el puesto en disputa para quedar 51 a 49.

Más allá del impacto interno en EE UU que esto tiene, donde los republicanos no arrasaron y los demócratas no fueron aplastados, todo indica que la situación de gobernabilidad para el resto del período de Biden, será de mucha negociación ajustada, y que todo tenderá a ser bipartidista… prácticamente consensos y acuerdos, en vez de victorias y derrotas. Debido a lo cual, la Casa Blanca deberá administrar muy bien las batallas que decida luchar, porque siempre serán a costa de otras que deberán perder.

Biden es el único candidato que tienen los demócratas para el 2024, y se pudiera decir que su desempeño electoral en estas de medio término, ha sido no solo superior a lo esperado, sino superior a lo que otros presidentes demócratas lograron en esas elecciones.

Corroborado por la baja en la inflación y la suba excepcional de los mercados: le dieron un voto de confianza, que tendrá que administrar eligiendo las batallas, en función de los objetivos que las encuestas le marcaban, entre ellos la inflación, el tema del aborto y la defensa de la democracia.

Entonces, Biden sería el candidato (fuentes bien informadas me indican que la VP Kamala Harris, estaría fuera de carrera) por los demócratas. Y estaría enfrentando, o bien a Trump (que no salió tan bien parado porque no hubo marea roja) o a Ron DeSantis que se posicionó como una opción alternativa, por el resultado en la gobernación de Miami, que fue aplastante.

Lo anterior es para anticipar que el tema Venezuela, que es una cuestión de honor del congreso de EE UU con acuerdo bipartidista previo, en realidad no debería cambiar mucho. Es decir, es difícil que Juan Gonzales pueda continuar con su cruzada a favor de levantar las sanciones a Venezuela, porque podría poner en riesgo otras situaciones más críticas que enfrenta EE UU internamente, y en el resto del mundo. Por lo que, aparentemente, esos escenarios venezolanos de excesivo optimismo, difícilmente puedan concretarse, tal como estaban planteados.

Claro; la conseja local es que con todo el petróleo que tenemos, a EE UU le convendría, hasta de manera prioritaria, permitir que Venezuela aumente su producción, alivianando sanciones e impulsando a Chevron como la única de las grandes que queda en Venezuela, y que además es norteamericana. Y eso es porque vemos el mundo desde Venezuela, y nos negamos a ver cómo es que el mundo nos ve y nos percibe; y las visiones son muy diferentes.

Cuando desde EE UU miran al Caribe desde el punto de vista petrolero, en el radar de aproximación, primero que Venezuela, seguramente, aparecerían Surinam y Guyana; también con empresas norteamericanas, y con petróleo más liviano, todo por hacer, con inversiones frescas y con buen mantenimiento, y baja politización… y sin sanciones.

Hay que comenzar a considerarnos postpetroleros, y dejar el ingreso de los 650.000 barriles diarios, parte para consumo interno y parte para vender a descuento, como una especie de plataforma de mantenimiento en el proceso de transformación del país. Porque a este paso, y sin inversiones, lo que nos queda, es optimizar los costos de producción petrolera, concentrarnos en los mejoradores del petróleo de la faja, y apostar a descentralizar las operaciones de toda la cadena, hacia empresas privadas petroleras, medianas y pequeñas, nacionales y extranjeras; que son las que correrían menos riesgo de sanciones.

Una vez más hay que mirar al mercado de valores como una opción para desintoxicar las inversiones del estado y sacarlas del ámbito de las sanciones, para transferirlas al sector privado.

Bottom line, nuestro panorama petrolero externo no mejorará, por lo que hay que apuntar a sacar del ámbito del estado toda actividad productiva (esencialmente privada), comenzando con el sector eléctrico, sin el cual no hay posibilidades de expansión de nuestro PIB; ni del petrolero, ni del no petrolero; porque ambos necesitan electricidad, y mucho más el petrolero. Y estamos muy limitados de electricidad.

Político

La frase que no hay que perder de vista es la del secretario de Estado Blinken indicando que la paciencia de EE UU no es infinita, refiriéndose al juego interminable y sucesivo de las mesas de diálogo, negociación o como quieran llamarlas.

Porque si no es infinita, entonces es finita; tiene fin… termina… se agota. La pregunta que hay que hacerse, es qué pasaría si esa paciencia se agotara. Porque cada vez que se habló de sanciones, de Chevrón y de petróleo, siempre la respuesta de EE UU fue la misma: elecciones libres. Y después de eso hablamos.

Porque en su mente, donde somos una amenaza para ellos, difícilmente le permitirían inversiones petroleras a un gobierno que seguramente las usaría como palanca y leverage político en contra de EE UU. Ellos habilitarían todo, solo cuando el panorama político institucional interno, les permita las garantías suficientes de que eso no va a ser usado en su contra; y en las condiciones actuales, pues eso no es posible.

Para que habiliten inversiones y aumentos de producción, aquí debe haber un cambio, que, por lo que se aprecia, no está a la vista en el futuro cercano.

Y porque la única manera de poner a prueba esa paciencia finita, es el camino del diálogo, y por eso es que hay tanto interés de EE UU de que se produzca un cambio. Porque hasta podría pensarse que, si el chavismo ganara las elecciones, para ellos, nada cambiaría, y seguirían o empeorarían las sanciones.

Lo que ellos buscan es un cambio de gobierno… y todo indica que, por el camino que llevamos, eso no pasará.

Y al agotarse la paciencia, habría que razonablemente imaginarse que cambiarían la estrategia de las sanciones por algo diferente, más fuerte y de solución rápida. Creo que debemos comenzar a mirarnos en el espejo de Irak y la invasión, porque ya desde la salida de Trump, han ido presentándonos ese escenario con mucha claridad. Y aquí no se ha entendido, y si se entendió, pues no les importó.

El armado institucional que hizo EE UU con el interinato solo será cambiado cuando haya una vía alternativa para manejar los activos en el exterior, y mantener la vigencia de la acefalía, base conceptual de la creación del interinato.

Social

La nueva encuesta de Encovi mostró una baja en la pobreza de ingresos, que pasó de 94% a 81,5%; y la pobreza extrema pasó de 76% al 53,3%. En contrapartida, se profundizó la desigualdad de ingresos mensuales, donde el decil más rico gana 533 dólares, y el más pobre 7,9 dólares (70 veces menos).

El otro indicador importante de las ayudas del estado, es que 35% de los beneficiarios recibe mensual y regularmente los CLAP, 30% cada 2 o 3 meses, 24% más de 4 meses, y casi 10% no recibe esta ayuda.

La única manera conocida de bajar la pobreza y la desigualdad en con la creación de puestos de trabajo privados genuinos capaces de contribuir al PIB del país. Y eso está asociado al crecimiento de la economía, lo cual está asociado a la disponibilidad de energía para promover ese crecimiento.

Confirma que la población total es de 28,5 millones de habitantes, número al que llegamos por la emigración y porque las defunciones superaron los nacimientos; aunque aquí se asume que se fueron solo 5 millones, y la ONU reconoce 7,1 millones; con una proporción de emigrantes retornados que no supera 6%.

Bueno… hasta que no tengamos un censo no sabremos el número exacto; pero seguro que ya no somos los 32 millones; “la migración reciente transversalizó todo el espectro social y territorial y se diversificó en términos de su capital educativo”; “perdimos las ventajas del bono demográfico que suponía contar con el mayor volumen de población en edad de trabajar, que podía significar un factor de potenciación del desarrollo”.

Debemos hacernos a la idea de que los que se fueron no regresarán y que deberemos impulsar un proceso inmigratorio selectivo de nacionales de otros países, con las profesiones y habilidades que el plan de desarrollo (cuando tengamos uno) nos vaya marcando.

Económico

El tema relevante de la semana es el deslizamiento del precio del dólar paralelo que por una parte se comienza a alejar del dólar oficial, y por otra parte impacta sobre todo aquello que está referenciado en dólares, que es casi toda la economía venezolana.

Porque ya sea al oficial o al paralelo, lo cierto es que todo precio de referencia público o privado está asociado al dólar.

Y todo indica que ese deslizamiento continuará, por lo cual tanto las posibilidades de inversión, como los precios de reposición, impulsan al empresario a tomar una posición de “esperar” con el consiguiente impacto sobre el nivel de actividad. Es de esperar que tengamos un fin de año extensible al primer trimestre del 2023, con un descenso en el nivel de actividad, lo cual exacerbará el componente de oferta (o su falta) de nuestra inflación, que ya se ha convertido en estructural.

No hay que perder de vista que lo anterior impacta sobre la sensación de bienestar que es impulsado por la capa transaccional de última milla de nuestra economía, que sigue alimentada más por importaciones que por producción nacional. No obstante lo cual, hay que reconocer que poco a poco se va incorporando un componente nacional de origen industrial.

La utilización de planta ya ha superado 30%, lo cual se ve reflejado en la encuesta de Encovi, como una mayor incorporación de gente al mercado laboral, y en la discreta disminución de la pobreza.

Es interesante evaluar la posibilidad de comenzar a sustituir importaciones del otro lado del mundo, por producción de países de Latinoamérica, tal como Argentina o Brasil, con una afinidad de mercados que hace más fácil la incorporación de productos.

La Cámara de Comercio Venezolano argentina, Cavenarg, está organizando una misión empresarial Exploratoria a Buenos Aires para los días 23 y 24 de noviembre de este año, en sectores como los alimentos, farmacia, medicinas y laboratorios, café, equipos y tecnología agropecuaria, asesoría en finanzas corporativas, y mercado de capitales.

Internacional

La incorporación de Colombia y Francia a los actores involucrados en el futuro democrático de Venezuela, le amplía el panorama de opciones tanto a los opositores como al gobierno venezolano.

La aparición intempestiva de Maduro en Egipto, sirvió como para medir el grado de aceptación o rechazo internacional de su figura, que en ese foro no contó con la presencia de sus aliados ideológicos, China y Rusia; por lo que había más países interesados en aconsejarle que “arreglara las cosas” que en apoyar el estatus quo.

Tan inesperada fue la visita de Maduro a Egipto como la de Petro a Caracas; se especuló que había traído un mensaje urgente de EE UU, que uno puede pensar que solo se transmitía en persona, y que era relevante; y si tuvo algo que ver con el viaje a Egipto, pues tampoco se sabrá. Lo que si sería interesante saber es si era solo entregar el mensaje, o si también debía llevar respuesta; y si la obtuvo… en fin.

Porque durante esa semana todo el gobierno colombiano, Benedetti incluido, salió a explicar a quien quisiera escuchar que ellos no hacían nada sin consultar con EE UU; dejando muy clara la alineación. Lo cual fue reconfirmado por el pedido de disculpas a Guaidó: ¿Cómo se le ocurre insultar al reconocido por EE UU?

Por lo que también sería razonable anticipar que EE UU no le soltará la mano a Guaidó, y que la estructura del interinato continuará; porque las condiciones que llevaron a su diseño, no han cambiado. Y todo lo que hay es fuego amigo por los juegos de tronos, de posicionarse mejor frente al chavismo dominante; porque pareciera que los ataques en su contra son solo eso.

Las otras preguntas que surgen son si México finalmente se formalizará, si Paris será “solo una noche” o si habrá otra mesa; y también si existe la posibilidad de fusionar las conversaciones en París. Y si eso fuera así, pues el rol de Petro se volvería mas relevante que el de López Obrador, quien no busca soluciones, sino solo que la mesa esté en su casa… al Grupo de Puebla no le interesa un opositor mandando en Venezuela, ni que EE UU retome la relación, sino todo lo contrario. Si se moviera hacia París, pues habría, al menos, algo diferente, que pudiera anticipar un resultado diferente. Porque seguir haciendo lo mismo, conducirá a los mismos resultados.

La guerra en Europa está entrando en una nueva fase de estabilización que permite pensar que durará varios años. Porque la OME de 2 semanas ya fracasó, y ahora los rusos comienzan a perder los territorios conquistados.

Ucrania se convertirá en una potencia militar con tropas entrenadas en el campo de batalla, y con habilidades para manejar tecnología militar de avanzada, en el campo de operaciones. Son pocos los ejércitos de la OTAN que pueden decir lo mismo.

Y la zona impactada por la guerra se transformará de ser un proveedor de alimentos a ser un importador neto, y en condiciones desfavorables, por lo que el peso relativo de los polos productivos, se trasladará, poco a poco, hacia américa latina, y el Atlántico el corredor productivo más importante del mundo. Y eso se verá reforzado, porque los escenarios de conflictos bélicos que se anticipan, están en el Pacífico y el Índico. Ojalá nuestra región comprendiera el rol estratégico que deberemos jugar, y que lo podamos hacer por voluntad propia, y manteniendo nuestros sistemas políticos.

Porque el mundo occidental no se detendrá en temas burocráticos a la hora de hacerse cargo de los recursos que nuestra zona pudiera proveer; y los obtendrá por la fuerza si fuera necesario. No olvidar que los contrapesos de Rusia y China están cada vez más aislados y perdiendo relevancia relativa para nuestra región.

Especialmente en Venezuela, los que fueron nuestros amigos, los “chicos malos”, están aislados y ya no pueden hacer mucho por nosotros. Estamos solos y a merced de quien la revolución decidió convertir en enemigo: Los EEUU.

Recomendación

  • Al gobierno: que revise la posibilidad de otorgar un mayor nivel de flexibilización económica, bajando sustancialmente los costos externos de las empresas para operar; los registros y notarías, las tasas fiscales y la unidad tributaria, están funcionando como contrapeso a la optimización del sistema empresarial privado. Se puede entender que no permitan que la economía crezca para mantener el equilibrio de fuerzas (Aristóbulo dixit), lo cual no significa que no se permita optimizar lo que hay, y así poder generar nuevos empleos; los cuales ya sabemos, que son la única forma de bajar la pobreza.
  • A la dirigencia opositora: que siguen armando estructuras que los alejan cada vez más de la gente, dando pie a que puedan aparecer líderes emergentes que provengan de esa base desconectada. Y que les resulte más razonable no estar en el rol de las primarias y avanzar por fuera, como siguiendo el patrón del advenimiento de las derechas; tal como en Argentina, Brasil y Colombia. Aún están a tiempo de refrescar la estrategia, porque los está llevando a un callejón sin salida.
  • A la dirigencia empresarial: que el peso de la responsabilidad social está cayendo cada vez más en el sector privado, personas y empresas. La última encuesta de ENCOVI muestra que ha disminuido la presencia del estado, y que con un poco más de libertad económica y empresarial, pues la pobreza disminuye. Deben apoyar en forma sistémica la construcción de planes de RSEX, asegurándose el impacto en las zonas de influencia de cada empresa, independientemente de su tamaño. Lo mismo es válido para cada persona natural, ayudando a todo aquel necesitado que se tenga cerca, y a quién se pueda ayudar.
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 12 min


Griselda Reyes

Llevo tiempo haciendo énfasis en este punto: construir ciudadanía. Un proceso social que requiere la participación de todos los actores que hacemos vida en este maravilloso país. Empezando por las autoridades nacionales, regionales y municipales –quienes deben pregonar con el ejemplo– hasta el individuo que vive en el sitio más recóndito de nuestra geografía y que es cabeza de familia.

Aun cuando en otros tiempos, los pensa incluían la materia Formación Social, Moral y Cívica durante los años de la educación secundaria, ésta fue desapareciendo con el ocaso del siglo XX. Desconozco las razones por las cuales los gobernantes de turno decidieron prescindir de dicha asignatura, a mi parecer, medular para crear conciencia en el venezolano.

Si bien la formación ciudadana, que incluye principios y valores, comienza con esa semilla que padres y madres siembran en sus hijos desde que son muy pequeños, ésta debería ser reforzada en la escuela, en los liceos y en las universidades.

La enseñanza en valores es la que nos forma para la actuación adecuada, respetuosa, positiva, sensata, proactiva y humana. Y la formación social y cívica es la que nos ayuda a generar conciencia ciudadana, la que nos nutre de valores patrios, de respeto a las leyes y a la Constitución, la que garantiza la convivencia ciudadana, la que nos hace comprender y defender la democracia, los principios de elección popular y de alternabilidad en el ejercicio de las funciones públicas.

Por eso insisto en el hecho de que esta es una tarea macro, en la que debe participar toda la sociedad. El Estado venezolano debería actuar en función de la persona, pero lamentablemente quien ejerce la Jefatura, es el primer transgresor de las normas de convivencia cuando, de manera despectiva, se refiere a quienes considera sus adversarios.

Y este comportamiento atípico de un mandatario nacional se replica en todos los niveles de gobierno. Gobernadores y alcaldes, diputados nacionales y regionales y concejales que se creen dueños de sus parcelas y quienes, al ser conminados a rendir cuentas, lo toman como ofensa y «pasan factura» a quienes hacen uso de la participación y la subsidiariedad como expresiones de irrenunciable protagonismo ciudadano.

Por la naturaleza del gobierno que nos rige, creo que no veremos más en los pensa materias como Moral y Cívica. Hoy apenas existe algo que se llama Geografía, Historia y Ciudadanía, enfocada más hacia las dos primeras asignaturas, porque de ciudadanía se da muy poco o nada. Pero sí le dan peso a Soberanía, que sólo cambió de nombre, pues esta antes era Instrucción Premilitar.

Sin duda, Venezuela tiene que comenzar a enfrentar un reto tremendo: transitar un camino que, necesariamente, nos debe involucrar a todos: educar para la ciudadanía. Cada vez que veo los vídeos de aquella campaña que en los años 70 que hizo Renny Ottolina para generar conciencia ciudadana, no dejo de pensar en cuántos años hemos perdidos.

Su ausencia nos tiene hoy enfrentados en un debate encarnizado acerca de lo que está bien o lo que está mal. Quienes estamos alarmados por el daño infligido a la sociedad y sus consecuencias a mediano y largo plazo para el país, debemos emprender una cruzada para retomar y hacer nuestra aquella frase del Libertador: «Moral y Luces son nuestras primeras necesidades».

Necesariamente, tenemos que dejar de ser una sociedad mediocre. Crear conciencia ciudadana implica una educación integral del individuo, tanto desde el punto de vista ciudadano, como desde el punto de vista personal y profesional. Mientras más educada es una sociedad, más difícil de manipular es y más fácil será desarrollar económicamente a un país.

Los demócratas defendemos el civilismo, entendido éste como la doctrina que defiende los derechos de los ciudadanos. Cuando los ciudadanos pueden alcanzar adecuadamente sus fines, las autoridades estatales son incompetentes para entrometerse en sus asuntos. Sembremos ciudadanía, cosechemos civilismo.

griseldareyes@gmail.com

www.griseldareyes.com

Twitter: @griseldareyesq

Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.

 3 min


Carlos Raúl Hernández

“¡Cuídate, España, de tu propia España!”. César Vallejo


Savater escribió hace poco que, si buscaban entre los abuelos, los españoles hallarían demasiados torturadores y asesinos. J.M Gironella que el balance es de un millón de muertos entre los dos bandos, pero más moderado, Hugh Thomas, calcula 600 mil. Hoy intelectuales y comentaristas hablan de episodios tan tenebrosos como hinchas del Real Madrid y el Barcelona, o en casos más tontos, de buenos contra malos. Deberían dejar en paz los huesos en los cementerios. El gobierno socialista de España hace poco exhumó a Franco del Valle de los caídos y llamó a hacer lo mismo con “los desmanes del franquismo”. Más reciente la exhumación de Queipo del Llano, colma el espacio de fantasmas y corren el riesgo de enamorarse de ellos como en un relato de Stephen King. Roosevelt y Churchill sostuvieron a Franco después de la guerra mundial, por pánico a que regresaran los “pasionarios”.

La guerra civil española estalla entre 12 y 20 de julio de 1936 y dividió a los hombres en manadas de fieras que competían en sadismo y crueldad, seducidos por la sangre y la muerte. Las ideologías duras son enfermedades del pensamiento y la guerra civil, lago de sangre, sentina de atrocidades, obra de cabecillas políticos tan radicales como ineptos para la convivencia civilizada. La noche del 12 de julio los agentes de la Guardia Civil, Fernando Condés y Luis Cuenca, escolta de Indalecio Prieto, el jefe del partido socialista, irrumpen en el hogar y secuestran al diputado monárquico José Calvo Sotelo. Salvador de Madariaga cuenta que, en una vibrante intervención de Calvo en el parlamento, la medusa, madre muerte, la “Pasionaria”, le gritó: “!este es tu último discurso¡” y el orador amanece en la calle con dos tiros en la nuca.

Crimen monstruoso e imbécil, precipita el golpe de Estado del general Mola “para tomar el país en tres días” que ramaleaban altos oficiales y convence al temible Francisco Franco, pero son tres años y Franco dominará España hasta su muerte. La historia narra la lucha entre republicanos y nacionales, pero ¿había nacido de verdad una república en 1931, un horrendo drama, o lo que Platón y Aristóteles llaman degeneración republicana, la anarquía, la república popular o revolucionaria? A diferencia de Carlos I o Luis XVI, el colapso mismo de la monarquía borbona es patético. La república degenerada nace 1931 aunque no de un referéndum constitucional ni nada parecido sino una simple elección municipal convertida en instrumento de subversión. Gana por nariz la alianza de socialistas, stalinistas, anarquistas, trotskystas, republicanos. Los primeros en las grandes ciudades, y los otros en los campos.

La izquierda lanza las masas a la calle, y Alfonso XIII sale disparado de incógnito, renuncia al trono y pasa a la historia… de las aves de corral. Comienza la república popular de 1931 con la expulsión del Primado, arzobispo de Toledo monseñor Segura y del eminente monseñor Múgica, quienes habían despedido afablemente al rey, aunque llaman a apoyar el naciente régimen. La revolución estalla en odios y oleadas de asaltos, quema de conventos, iglesias, fábricas, comercios, por todo el país. Las Cortes Constituyentes` paren una “constitución inviable” dice Gregorio Marañón. Para Ortega y Gasset “lamentable, sin pies ni cabeza, ni el resto de materia orgánica”. Prohíben las congregaciones y actividades pedagógicas, industriales o mercantiles a los curas. Dos años más tarde, las elecciones de 1933 voltean por un momento la tortilla, cuando por primera vez votan las mujeres.

Aunque gana el moderado Alejandro Lerroux, ya el Estado no controlaba nada. Era una bolsa vacía. La izquierda se alza en armas, huelga general y proclama el Estado catalán. Los partidos armados ejercen la soberanía territorial en vez del gobierno y las FF. AA se desmarcan del caos republicano. La izquierda ignora a las autoridades electas, Cataluña se independiza, y llaman a la huelga general en Madrid, Barcelona, el país vasco y Asturias. En la capital, Oviedo, los soviets, consejos obreros, toman y arrasan los cuarteles de la guardia civil, la cuenca minera, las fábricas de armas y destruyen casi mil edificios. Las tropas decomisan cientos de miles de fusiles y pistolas e intentan pactar con los mineros, pero estos vuelan la Catedral medieval. Saldo, dos mil muertos y 30.000 presos. El ejército tiene que ocuparla para desarmar a los trabajadores y frenar la matanza entre civiles.

La soberanía, el poder real lo ejercían las “chekas”, brigadas armadas, cárceles propias en las que convirtieron los conventos y monasterios, sin control de nadie, donde torturaban trotskystas, franquistas, católicos. Cada partido tiene las suyas, anarquistas, socialistas, estalinistas que se llamaban Leones Rojos, Linces de la república, Espartacos, Furias. El destino más aterrador era entrar en una de ellas. “¡Cuídate España de tu propia España!”. Manuel Azaña, hoy tranquilamente enterrado sin que lo desalojen, bárbaro ilustrado y de corbata, declara que “todos los conventos de España no valen la vida de un republicano”. Y Largo Caballero que “…si las derechas no se dejan vencer en las urnas …nos veremos obligados a ir a la guerra civil”. Violencia en las calles contra los moderados y en 1936 Azaña gana por nariz 4.570.000 contra 4.356.000, y avanza la sovietización de un país partido por la mitad.

Santiago Carrillo, después arrepentido, fusilará 4000 presos madrileños en Paracuellos. En tres años liquidan más de 8000 religiosos, entre ellos (doce) obispos, sacerdotes, seminaristas y monjas. Dirigidos por Largo Caballero, Manuel Azaña, J. A. Primo de Rivera, la Pasionaria, crean el infierno que traerá 40 años de dictadura, Franco, Mola Queipo y tantos otros igualmente asesinos. La pesadilla totalitaria despierta dragones que imponen orden y silencio. Las ideologías duras conducen a la amoralidad del juicio. Se llamaban republicanos, pero querían una dictadura soviética. La Comintern de Stalin los controlaba, salvo a las disidencias trotskysta y anarquista que aplastarán, y aún si Franco no entra en escena en julio del 36, ya había guerra entre trotskystas y stalinistas, dos guerras civiles al tiempo. Ejercen terrorismo, no anticlerical porque va contra las autoridades episcopales y anticristiano porque persigue la fe y asesinan masas de simples creyentes.

En Cataluña los comunistas asesinan en masa anarquistas y trotskystas del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y es inmortal el heroísmo del líder trotskysta Andrés Nin, a quien despellejaron vivo, pero no delató a sus compañeros. Lo confiesa el “camarada Orlov”, su torturador, quien desertó y se asiló en Occidente cuando Stalin lo mandó a liquidar por lo que sabía. En sus territorios, el franquismo a su vez ejercía una dictadura militar que nada envidiaba a Stalin. Ilegalizados los partidos, incluso los de derecha, todo aquel conocido por remotamente próximo a comunista, socialista, sindicalista o liberal, si tenía suerte sería fusilado o encarcelado. Testimonios republicanos hablan de que los prisioneros cavaban sus propias tumbas, en las que después podían enterrarlos vivos. Estaba prohibido el tránsito interurbano en vehículos o en tren. En el carnaval de sangre asesinaron al poeta más importante de la época, García Lorca, quien no tenía nada que ver con la política. En prisión fallece Miguel Hernández.

@CarlosRaulHer

 5 min


Diego Zuñiga

A instancias de Emmanuel Macron y Gustavo Petro, líderes regionales buscan sentar las bases para organizar, ahora sí, unas conversaciones que permitan superar la crisis venezolana.

La noticia apareció el domingo pasado en el diario colombiano El Tiempo, y era bastante clara: los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y de Colombia, Gustavo Petro, están organizando una gran cumbre de mandatarios latinoamericanos para sentar las bases de una negociación que, al fin, consiga poner término a la crisis política que azota a Venezuela. A esa reunión, que tendría lugar esta misma semana, estarían convocados los mandatarios de México, Chile, Argentina y Colombia.

Si bien es cierto que dicho encuentro seguramente no tendrá lugar en la forma señalada (Boric no tiene previsto salir de Chile esta semana y más bien prepara su esperado viaje a La Araucanía, mientras AMLO es muy reacio a salir de las fronteras de su país), sí es verdad que a nivel diplomático se están tejiendo redes para, esta vez, tener una estructura sólida que lleve a buen puerto esas conversaciones. La prensa colombiana, de hecho, asegura que Petro le exigió a Nicolás Maduro garantías de elecciones libres y democráticas como piso para negociar.

Varios de los mandatarios convocados pertenecen al Grupo de Puebla, una alianza de corte progresista que lleva años llamando al diálogo en el país sudamericano. "Desde el primer día hemos planteado que la política exterior debe ser mucho menos ideológica y mucho más política, y en el caso de Venezuela el diálogo es el camino para encontrar una solución”, dice a DW el coordinador político de la entidad, el chileno Marco Enríquez-Ominami.

Doble dilema

Jesús Seguías, analista político y presidente de la consultora Datincorp, estima que el nuevo escenario responde a una sucesión de factores. "El primero es el fracaso total de la política diseñada por la Casa Blanca con Donald Trump, y secundada por Juan Guaidó, de lograr un cambio de gobierno en Venezuela a partir de sanciones. Eso genera un doble dilema para Washington: cómo seguir adelante con esas sanciones rechazadas por la absoluta mayoría de los venezolanos y cómo seguir reconociendo como presidente a alguien que tiene tanto o más rechazo que Maduro”, explica el experto a DW.

Para él, el encuentro del presidente de Francia, Emmanuel Macron, con Nicolás Maduro en la COP27, cuyo video circuló profusamente en redes sociales, responde a una estrategia posiblemente pactada con la administración Biden, atada de manos para abordar el problema venezolano debido a las elecciones de medio término de esta semana. Enríquez-Ominami, por su parte, piensa que la nueva actitud de Macron tiene un valor enorme. "Él fue uno de los motores del reconocimiento del gobierno de Guaidó y por ello el cambio es muy importante. Y que Francia haya decidido producir un diálogo es central. Y por tanto ese encuentro entre jefes de Estado, al menos Petro y Alberto Fernández, en Francia, con las partes interesadas, es de un impacto inconmensurable”.

"La comunidad internacional siente que esto de Venezuela se ha convertido en un problema y quiere ya zafarse de él. Además, hay factores internacionales que obligan a buscar una solución, como la crisis generada por la pandemia, la guerra de Ucrania, los problemas económicos que han surgido, la confrontación con Rusia y China… obviamente estos son retos de alta monta comparados con Venezuela”, dice Seguías.

Una nueva dimensión

A la reunión en París, que tendría lugar el 11 y 12 de noviembre, seguirá otro encuentro en México el próximo 24 de noviembre. El presidente Andrés Manuel López Obrador espera recibir ese día a Boric, Fernández y al brasileño Luiz Inácio Lula da Silva para hablar de integración, y seguramente el tema Venezuela estará sobre la mesa. "Es de enorme importancia que la crisis política venezolana sea abordada, y los vecinos con mayor vocación democrática son los que tienen mayor legitimidad para ello”, dice Enríquez-Ominami, que recuerda que la crisis no solo afecta a Venezuela, sino que repercute en toda la región.

"Creo que tanto Macron como otros líderes europeos están buscando afanosamente recursos petroleros alternativos al suministro ruso”, estima Seguías. "Y no hay duda que Venezuela es una alternativa interesante para resolver este asunto. Estados Unidos necesita aliados para validar la nueva posición, que es la búsqueda de consensos, acuerdos y negociaciones para llegar a una solución pacífica y electoral. El problema de Venezuela entró en otra dimensión, tanto por los cambios de gobierno que ha habido en América Latina como los cambios políticos que se han dado en Washington y Europa”, sostiene Seguías. Para él está claro que habrá negociaciones y elecciones tan transparentes como sea posible en 2024.

10 de noviembre 2022

DW

https://www.dw.com/es/por-qué-la-izquierda-latinoamericana-se-reúne-en-parís-para-hablar-de-venezuela/a-63702916

 3 min


Trino Márquez

Ya estamos viendo cómo a medida que se acerca el 5 de enero, fecha en la cual la Asamblea Nacional electa el 2015 debe comenzar un nuevo año legislativo, arrecian los ataques al ‘Gobierno interino’ encabezado por Juan Guaidó, por parte del régimen y de algunos adversarios del dirigente dentro de la oposición.

El Gobierno de Nicolás Maduro se burla sin compasión y seguirá calificándolo de farsa ridícula. Se valdrá incluso de personajes oscuros como el embajador de Colombia en Venezuela. Al régimen le duele demasiado que Guaidó, una figura poco conocida surgida de repente, le haya asestado golpes nobles de los que nunca ha podido recuperarse. Los competidores de Guaidó en el campo opositor, en medio de su extravío, tratan de descalificarlo y minimizar su relevancia.

Guaidó es de los pocos líderes opositores que se tomó en serio que su designación fue producto de un acuerdo colectivo ampliamente consultado, analizado y discutido dentro de la oposición y con aliados internacionales. Ese arreglo se adoptó cuando Maduro y Diosdado Cabello –en ese momento presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, convocada de forma ilegítima en 2016- llamaron a elecciones presidenciales en mayo de 2018, adelantando de forma unilateral e inconsulta el calendario comicial y pasando por encima del Consejo Nacional Electoral, único organismo facultado por la Constitución para convocar procesos electorales. Los comicios en los que Maduro se reeligió fueron desconocidos por la gran mayoría de los países democráticos del planeta, que a su vez apoyaron el acuerdo de los opositores, quienes establecieron que la Asamblea Nacional electa en 2015, ganada ampliamente por las fuerzas opositoras, se mantendría activa luego de enero de 2019, cuando Maduro asumiría de nuevo el cargo de jefe de Estado; y que Juan Guaidó, presidente de la AN en ese momento, cubriría el vacío legal dejado por Maduro, quien haciendo un uso abusivo del poder, había alterado el hilo constitucional con el fin de empotrarse en Miraflores. Esos fueron los hechos que precipitaron el surgimiento de Guaidó y su ‘Gobierno interino’.

Ahora, a pesar de que nada ha cambiado en el panorama jurídico, esa historia es ignorada por muchos de los detractores de Guaidó. De esos detalles se olvidan hasta algunos de los defensores más apasionados de la Constitución de 1999, que en su momento señalaron la conveniencia de desconocer a Maduro por ilegítimo, promover la continuidad de la AN de 2015 y designar a Guaidó como presidente interino, debido a su condición de presidente de la AN.

Juan Guaidó y el equipo que fielmente lo ha acompañado a lo largo de este proceso tan complicado, se han anotado algunos triunfos importantes que han provocado la ira del régimen. Gracias a ese grupo, Citgo no ha caído en las garras de Maduro. Este no ha podido hacer con esa empresa lo mismo que con Pdvsa, con la CVG y con las numerosas firmas estatizadas. Por las acciones de ese equipo, las reservas de oro que se encuentran en el Banco de Inglaterra tampoco han ido a parar a las arcas del régimen. Producto de las actividades de Guaidó y su gente, los venezolanos en el exterior –especialmente en Estados Unidos, Colombia y España, para citar solo tres países- han recibido un trato especial; a los compatriotas se les reconocen los pasaportes vencidos, lo que les permite entrar y circular libremente por esas naciones. Los derechos humanos en Venezuela han recibido especial atención de los organismos internacionales durante los años recientes, también debido a las labores de ese grupo. Además, el régimen no ha sido aún más feroz con la oposición durante los últimos años porque se levantó el muro de protección construido por Guaidó y compañía, junto con los factores de la comunidad internacional que lo respaldan.

Una revisión rápida y desapasionada de la gestión de Guaidó y su pequeño dispositivo indica que, a pesar de no haberse cumplido las metas de sustituir a Maduro y convocar elecciones libres, existen otros logros significativos que sí se alcanzaron.

En el marco del diálogo planteado entre el Gobierno y la oposición –entre cuyos promotores se encuentran Emmanuel Macron, Gustavo Petro, Gabriel Boric y Alberto Fernández- conviene considerar esas conquistas.

El régimen y algunos sectores de la oposición pretenden que cesen las labores de Guaidó sin que Maduro ceda nada concreto a cambio. El régimen, al menos, tendría que comprometerse con los actores nacionales e internacionales de ese diálogo a garantizar el llamado a elecciones libres, equilibradas y transparentes con supervisión de organismos internacionales; reconocer que el CNE es la única instancia con atribuciones para convocar elecciones y fijar el calendario; y conceder una amnistía que levante las inhabilitaciones que pesan sobre los dirigentes más destacados de la oposición incluyendo, desde luego, a Juan Guaidó y a los dirigentes que se encuentran en el exterior, debido a que fueron perseguidos y expulsados por el Gobierno.

Desactivar a Juan Guaidó y desmontar su grupo sin lograr esos compromisos me parecería un error garrafal.

@trinomarquezc

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Beatriz De Majo

En un discurso calificado de magistral por parte de Nicolas Maduro, Gustavo Petro expuso en Egipto ante el mundo, durante la reunión cumbre sobre la climática planetaria, su política en torno la transición energética que deben emprender los países petroleros, su país incluido. En esta ocasión, el mandatario neogranadino actuó como si fuera un monarca planetario y ordenó a tirios y a troyanos “desconectarse de los hidrocarburos de manera inmediata”. No contento con ello, hizo un aparte en relación a dos naciones vecinas, Venezuela y Guyana, al exigirles a sus gobernantes sumarse a la transición energética ya emprendida por Colombia en los 100 días transcurridos de su mandato.

Alli es donde uno, pobre espectador de estas novedosas y enrevesadas lides políticas, deja de entender lo que pretende el recién inaugurado presidente de Colombia. No es solo que ni Venezuela ni Guyana pueden considerar una propuesta tan dislocada como la de desasociarse de la producción petrolera. Es su propio país quien no puede permitirse el lujo de prescindir hoy de esta actividad y, por el contrario, debería apoyarse en ella justamente para impulsar sus políticas de protección del ambiente.

Sin duda que Petro sabe de lo que habla cuando se suma a las cuerdas exigencias mundiales de migración hacia energías más limpias. Lo que parece ignorar, o al menos deleznar de manera deliberada, es el crucial momento que atraviesa el mundo a partir del bloqueo energético implantado de la noche a la mañana por Rusia y el reacomodo mundial de precios que ello ha provocado. Mas que nada, no parece tomar en cuenta la imperiosa necesidad de su país de impulsar una diversificación económica, acelerar su industrialización y motorizar exportaciones no petroleras para no solo consolidar una economía prospera sino para derrotar la desigualdad social que es su característica más notoria. La única manera de hacerlo es apuntalando al sector de hidrocarburos en este momento, para más adelante motorizar una migración inteligente hacia la producción de otras fuentes de energía.

A nadie se le escapa la dependencia superlativa que tiene hoy su país de la producción y de las exportaciones petroleras y lo indispensables que son los ingresos de hidrocarburos para la transformación que el nuevo equipo de gobierno pretende ejecutar en lo económico y en lo social. La venta de los hidrocarburos por fuera de las fronteras colombianas contribuye en más de 50% con los ingresos de exportación del país.

A nivel de las regiones el panorama es muy agudo. Las cifras del DANE del año pasado – antes de la crisis energética actual- anunciaban que este 2022, el 47,25 % del PIB del Meta depende de los minerales, incluido el petróleo; en Casanare ese aporte alcanza el 42,44%; en Arauca el 37,85 %; en Putumayo el 23,41 %; en el Huila el 6,05 % y en Santander el 3,62 %. En ellos viven 3,6 millones de colombianos. El Ex ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, había señalado en su momento que un “anuncio de cortar súbitamente la exploración y la exportación de petróleo sería el suicidio económico para 20 departamentos del país”

Es cierto que lo corto del periodo presidencial colombiano pone presión en la Casa de Nariño para tomar decisiones tempranas y heroicas en todos los terrenos. Pero cuando allí se reflexione dos veces sobre el tema, será evidente que toda política sensata de desarrollo que se emprenda en Colombia debe tomar en cuenta los aportes que han hecho y hacen los hidrocarburos en todos los terrenos. Ello debe llevar a evitar improvisaciones. Ya con la nueva Ley de Impuesto sobre la Renta lo que se conseguirá es espantar la inversión petrolera.

El caballo de batalla del nuevo presidente de Colombia en las arenas internacionales es el tema de la protección del planeta y mas precisamente la salvación de la Amazonia. Ello no está reñido con extraer de la actividad petrolera actual un beneficio que dote al país de los recursos para emprender esos otros derroteros plausibles.

Hacer otra cosa no es solo política de galería sino una atroz equivocación del primer gobierno socialista de la hermana república. Seguimos sin entender, por ello, el aplauso entusiasta de Nicolás Maduro.

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Ismael Pérez Vigil

“Abstención”, “levantamiento militar”, “insurrección popular”, “renuncias”, “marchas”, “¡calle hasta el final!”, “huelga total general”, “paros escalonados”, “paro total”, “gobierno interino”, “sanciones”, “poder dual”, “vía electoral”, “elección primaria”… palabras, palabras que son bengalas, luces de alarma, nombres y conceptos que se suceden con rapidez vertiginosa y no da tiempo a procesarlas, a pensarlas. No hace ni falta, las hemos pensado miles de veces. Todas nos remiten a los últimos 24 años transcurridos en el que no hay presente, todo es pasado y ninguna de esas palabras nos quiere servir para describir el futuro.

Pero todas ellas, ¿son palabras “malditas”?, que como dice Irene Vallejo −la autora española de moda, con toda razón− son palabras que nos enseñaron a callarlas, a medirlas, “…a envainar las frases hirientes: el arte de la mentira amable…”, ¿Cuántas de ellas son “imperdonables”?, como las maldiciones de igual nombre en los embrujados cuentos de Harry Potter, de la hoy también imperdonable J. K. Rowling −por “magia” de los defensores y postuladores de alguno de los “géneros”−; palabras, algunas, que en nuestro país no se pueden mencionar sin temor a represión.

Pero, la realidad nos sale al paso con algunas de ellas. Querámoslo o no −me refiero a los que nos identificamos con la oposición democrática− en 2024 confrontaremos una elección presidencial −una de esas palabras “malditas”−, que buscará presidente para los próximos seis años. Y digo 2024, que es la fecha constitucionalmente hablando, pero que “otros” ya hablan de “adelantos” y nos ponen el país mucho más pequeño.

Pero, por lo pronto, ¿Cómo vamos a enfrentar ese 2024, tan lejano y cerca a la vez? Tenemos algunas “claves”; en la oposición democrática vamos a esas elecciones, con candidato unitario, seleccionado en un proceso de elección primaria, y con un programa también unitario, un “Plan País” −y otras propuestas− que ya estamos desempolvado, con el reto de convertirlas en un mensaje vital, que entusiasme a seguirlo, que nos dibuje un país que valga la pena vivirlo, en contraste con la ignominia que hoy padecemos.
Para llegar a 2024 tenemos por delante ese 2023 con la elección primaria, programada para realizarse en algún momento, lo más pronto que sea posible, con las mejores condiciones de participación, que también sean posibles.

Ese es un reto inmediato, al que, por lo visto y afortunadamente, vamos con bastante consenso, pues desde las voces más radicales hasta las más atemperadas, dentro o fuera de lo que llaman “G algo” dicen que están dispuestos a participar en ellas. Y hasta las vituperadas encuestas parecen recoger la opinión de que la mayoría del país se inclina por participar y por hacer de esa elección primaria la forma de determinar el candidato; y ya sabemos que cuando la “gente común” se plantea una vía unitaria, ¡Ay del que la rompa!

Pero salir con bien del 2023 y llegar con bien al 2024, supone exorcizar los demonios y fantasmas de siempre

El régimen, todos lo sabemos, todos lo decimos −¿o hay alguien que no? − controla todo el poder. Todos los poderes públicos −AN, CNE, Contraloría, Poder Ciudadano−; lo más importante, controla la fuerza armada y las policiales y el sistema de justicia y carcelario. Desde luego, controla los comparablemente mermados ingresos del Estado, que están a su discreción, que no alcanzan para resolver los problemas básicos que han creado en estos 24 años.

Repito, no porque no se entienda, sino por énfasis: el régimen controla todo el poder; pero, lo curioso es que entre quienes lo dicen hay algunos que piensan, pretenden y sueñan, que, a pesar de ese poder omnímodo, seremos nosotros, los opositores democráticos, quienes impondremos las condiciones para celebrar un proceso electoral, a nuestro gusto y medida; y si no es así, entonces, dicen esos algunos: ¡No participamos! Díganme, en frio, sin apasionamiento, si ésta no es una posición un tanto absurda e irreal.

Camino ya recorrido, ese de no participar, de la abstención, como política o como “descuido” y “dejadez”, como “hartazgo”. Debería estar claro, entonces, que con eso probablemente se han dejado sentados e incólumes algunos “principios”; o por lo menos, tranquilizada la conciencia de muchos, que han podido dormir plácidamente, después de darle una “lección” de democracia y civismo al régimen; pero, ¿Cuál ha sido el resultado de esas “políticas”? ¿Se ha debilitado el régimen? ¿Se ha unido más la oposición? ¿Ha mejorado la condición socio económica de los venezolanos?

También todos sabemos que, sin una adecuada presión interna e internacional, de tenaza, que aprisione por ambos lados, todo esfuerzo electoral es inútil, pues no soltarán a su presa por un puñado de votos; no me sonrojaré entonces porque me lo echen en cara, simplemente diré, lo que siempre hemos dicho: la vía hay que construirla y no nos podemos quedar sentados, cruzados de brazos, esperando que ese poder omnímodo ceda y por gracia de birlibirloque nos entregue el poder. La electoral, vía fallida, poco exitosa hasta el momento, sí, pero es una manera de emprender camino, a nuestro alcance, al alcance del más modesto ciudadano. No insistiré en argumentos ya trillados y cansones.

Hago, sin embargo, una ligera concesión y es que sin duda las abstenciones de 2018 y 2020, deslegitimaron al régimen frente a la comunidad internacional; el caso Venezuela se hizo más notorio y evidente; nunca la conciencia internacional había estado más clara en cuanto a la verdadera condición, tiránica, opresiva, del régimen venezolano.

Hasta se tomaron medidas o sanciones contra Venezuela, aplicadas por unos pocos países; lástima que fue de manera incompleta y poco efectiva; seguramente esas medidas perjudicaron “algunos negocios” internacionales; y qué duda cabe que tanto el Gobierno Interino, como Juan Guaidó, como la oposición en general, disfrutó por eso de un reconocimiento internacional, durante estos tres últimos años, como nunca antes lo había tenido. Algunos en su paroxismo libertario, hasta llegaron a soñar con “renuncias” o “invasiones”; pero poco más que elevar el nivel de conciencia −en algunos países− sobre la situación de Venezuela, fue lo que se logró.

Hoy, en nuestra “liderofagia” y en nuestra máquina demoledora de líderes, corremos el peligro de derrumbar, vale decir a patada limpia contra el Gobierno Interino y Juan Guaidó, el poco andamiaje que se logró construir, en vez de darle continuidad y aprovecharlo completamente. Lo cual no nos exime de evaluar, hacer críticas y asignar responsabilidades por lo ocurrido.

Pero, dado que el cántaro aún no está completamente derramado, es posible aun recoger el líquido, con un proceso integral, democrático, decisivo, que nos permita salir con una opción unitaria para enfrentar al régimen en 2024, o cuando sea. La elección primaria del candidato opositor, esa aspiración tantas veces solicitada, durante tantos años, y tan pocas veces lograda, se nos abre nuevamente, no la dejemos pasar.

Politólogo

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