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Elizabeth Fuentes

No hay gente para tanto candidato

Elizabeth Fuentes

“Lo más importante en una elección son los electores”, clama el ex rector del CNE Andrés Caleca. Pero los partidos de oposición se han empeñado en ahuyentarlos justo cuando 80% del país rechaza a Nicolás Maduro y la conducta que llevan a cabo algunos líderes solo ha contribuido al abandono generalizado de sus simpatizantes. Maduro podría ganar con su techo máximo de tres millones de votos porque la abstención inducida desde el poder podría volver a hacer de las suyas en el destino de todo el país.

La oposición sigue mirando su propio ombligo, muy pendientes básicamente en quién va a ser el afortunado que logrará ganar las Primarias de la “unidad”. Hay ya tres candidatos por Primero Justicia y dos por el mini partido Fuerza Vecinal, mientras el resto de las organizaciones promueve el nombre del suyo (hasta María Corina entró en el carril), como si la escogencia fuese un objetivo trascendental.

Y mientras se movilizan y hacen mítines a su favor, ninguno parece escuchar la sensatez de Andrés Caleca, quien hasta dejó de cocinar su famosa pasta dominical a la nieta para recorrer algunos sitios del país explicando que dos más dos son cuatro también en el terreno electoral. Porque mientras los partidos opositores debaten, se pelean y se enfrascan en esas Primarias, Caleca nos lanza una advertencia dramática, a ver si algún caso le hace: “Estas pueden ser nuestras últimas elecciones”, asegura ante la posibilidad de que Nicolás Maduro repita en Miraflores y entonces buscará mantenerse allí como los cubanos en la isla, modificando la Constitución y estableciendo la elección indirecta a la presidencia vía Asamblea Nacional (que ya controla) y etc., etc., etc.

Con números en la mano, el ex rector del Consejo Nacional Electoral (CNE) asegura que 40% de los venezolanos no quiere votar, que los nuevos votantes ascienden a más de 3 millones pero el CNE, donde manda el partido de Gobierno, organismo que se niega a que los venezolanos en el exterior tengan derecho al voto y se hace el loco con el Registro Electoral, que debería estar abierto en todos los sitios de siempre. Pero lo han reducido a su mínima posibilidad porque saben que les conviene que nadie más se inscriba, incluyendo en esta estrategia a los miles de venezolanos que se han ido del Zulia hacia Caracas (por mencionar un caso); y tampoco se podrán inscribir en su nuevo centro de votación. De modo que así, sin hacer mucho esfuerzo, Maduro podría ganar con su techo máximo de tres millones de votos mientras la abstención inducida desde el poder volverá a hacer de las suyas en el destino de todo el país.

A toda esta tragedia hay que añadir que la oposición necesita 240 mil testigos de mesa que deben ser entrenados para defender los votos desde Caracas hasta el más lejano e inexpugnable pueblito del Amazonas. ¿Ya los tienen, ya los están entrenando? Mientras, el Gobierno se lima las uñas y sigue rebanando los derechos electorales de los venezolanos al extremo de que ya no necesitan ni a Tibisay Lucena para armar su consabida trampa.

“Lo más importante en una elección son los electores”, clama Caleca. Pero los partidos de oposición se han empeñado en ahuyentarlos justo cuando 80% del país rechaza a Nicolás Maduro, según asegura, mientras la pésima conducta que llevan a cabo algunos líderes opositores -cada quién por su lado, zancadillas incluidas de unos contra otros-, solo ha contribuido al abandono generalizado de sus simpatizantes, más preocupados en sobrevivir a diario que en exigir inscribirse en el Registro Electoral o luchar porque los millones de venezolanos que ha expulsado la pésima conducción del gobierno de Maduro, puedan votar en el exterior, como se hizo siempre.

En el otro lado de la acera, el Gobierno sí entiende que lo más importante en las elecciones son los electores y se mueve como pez en el agua inventando estrategias para afinar su famoso 1×10, chantajeando, comprando o amenazando a quienes no les sigan. Inventando consultas populares o nombrando Jefes de Calle y de Comunas, armando su estructura electoral a diario, regalando bonos miserables pero necesarios para millares. Clausurando emisoras de radio en todo el país porque saben que ese es un poderoso medio para comunicar la propaganda adversa; y utilizando su ya hegemónica política comunicacional para seguir convenciendo a los suyos de que existe un bloqueo criminal que no deja entrar comida ni medicinas (carros de lujo sí) o que Maduro es un líder que lucha contra la contaminación ambiental, como hemos visto en la zona de explotación minera que concedió a sus amigos y han arruinado hasta el Parque Nacional Canaima.

Y ni hablar del gobierno interino y la conducta errática de Voluntad Popular, cuya historia se parece cada vez más a la de aquellos militares que se alzaron contra Hugo Chávez tomando la Plaza Altamira; donde todo fue ruido y esperanza para los centenares de ciudadanos que consiguieron allí un sitio magnífico para hacer catarsis contra Chávez. El parque temático de la oposición parecía aquello. Hasta que la euforia dio paso al fastidio generalizado y el movimiento se desinfló solito, murió de inanición.

La pesimista que soy me dice que unas Primarias en Julio de 2023 va a desgastar el esfuerzo de dirigentes y partidos, sin obviar la guerra interna que pueda desatar el resultado. Pero el optimismo también habla y asegura que las emociones que podrían desencadenar las Primarias serían una espita para el entusiasmo colectivo y un nuevo ánimo para recuperar la lucha política, que se trasladaría a las elecciones presidenciales. Se vota por amor o por odio, dicen los clásicos del marketing político. Y uno de los dos será el que gane la Presidencia.

15 de noviembre 2022

La Gran Aldea

https://lagranaldea.com/2022/11/09/no-hay-gente-para-tanto-candidato/?ut...

Leopoldo Martínez: Trump ha debilitado la unidad de la oposición en Venezuela

Elizabeth Fuentes

El único venezolano que integra el Comité Demócrata de los Estados Unidos asegura que un triunfo de Joe Biden no le haría más fácil el escenario a Nicolás Maduro porque las sanciones continuarán y «la política de recuperación de la democracia venezolana está enmarcada en el bipartidismo». Pero cree que es un despropósito y un desacierto de un sector de la oposición venezolana montar una política basada en la premisa de una intervención militar de Estados Unidos. «La oposición venezolana debe entender la importancia del apoyo internacional, pero también sus límites».

Con más de quince años fuera de Venezuela, y hoy uno de los dos latinos que conforman el poderoso Comité Demócrata de Estados Unidos- la organización que gobierna al Partido Demócrata de Estados Unidos-, sigue al pie del cañón en el intento de recuperar la democracia en Venezuela.

Presidente del Centro para la Democracia y Desarrollo de Las Américas, Coordinador de Finanzas de la Conferencia Hispana y del Partido Demócrata en el Estado de Virginia, Leopoldo Martínez asegura que la política de Donald Trump sobre Venezuela ha fracasado porque «escaló unilateralmente y no creó incentivos o propuestas para que China, Rusia o Cuba facilitaran las cosas». Y contraria a la matriz de opinión que se ha instalado en Venezuela, asegura que Nicolàs Maduro no la tiene tan fácil en caso de que Joe Biden llegara a la Casa Blanca.

Nicolás Maduro tiene la esperanza de que Donald Trump pierda las elecciones porque eso le podría facilitar su situación. Que él confía en el triunfo de los demócratas porque «bajarían las tensiones y él podría continuar en el poder.

– Yo creo que nada le conviene más a Maduro que la continuidad de Trump. La política de Trump frente a Venezuela ha «cubanizado» el conflicto por los dos extremos. La Habana influyendo sobre Maduro y la derecha Republicana del exilio cubano influyendo sobre la oposición. El predictor en ese escenario es Cuba.

Pero muchos en la oposición también creen lo mismo. Que un cambio de gobierno en Estados Unidos debilitará la causa de la democracia en Venezuela.

– Con Joe Biden en la Casa Blanca continuarán las sanciones porque la política de recuperación de la democracia está enmarcada en el bipartidismo. Pero las sanciones tienen que coordinarse de forma multilateral para que sean eficientes, y no pueden convertirse en un fin en sí mismas. Tienen que tener un objetivo. El objetivo que une a la coalición internacional es producir elecciones limpias, libres, justas y creíbles en Venezuela. No otras imposiciones ni amenazas. Las sanciones deben incentivar que los actores del conflicto se pongan de acuerdo, vayan a unas elecciones creíbles y a partir de allí, el país inicie su transición a la democracia.

Trump ha impuesto un unilateralismo y una ambigüedad de objetivos que ha debilitado la coalición internacional, y por las expectativas creadas con sus amenazas de uso de la fuerza (que sabe no va a cumplir) ha debilitado también a la unidad de la oposición en Venezuela. Para Trump, Venezuela no es una causa, es una herramienta electoral a lo interno en EE. UU. Busca con su “bravado” agitar emociones para conquistar el voto cubano y venezolano en Miami, porque no tiene otra forma de conseguir apoyos en el gran electorado latino a nivel nacional, y en la misma Florida. Necesita esos márgenes que tiene con el voto cubano y venezolano para sumarlo a su electorado fundamentalmente, electores blancos en el norte de la Florida que son profundamente anti-inmigrantes. Es una simple manipulación o cálculo electoral.

Despejado ese problema, en el supuesto negado de una reelección de Trump, la influencia de Putin sobre su presidencia será mayor, incluyendo el tema Venezuela. Ese riesgo lo denunció el propio John Bolton en su libro recientemente.

¿Qué le recomiendas a Juan Guaidó en este momento? Porque se ha tropezado con demasiados obstáculos, quizás por confiar excesivamente en el real apoyo de Trump.

– Creo que en cualquier escenario, la oposición venezolana debe entender la importancia del apoyo internacional, pero también sus límites. El apoyo internacional no sustituye el esfuerzo de organización y movilización interno, la capacidad de encontrar vías para negociar y hacer viables esas elecciones creíbles, y dar sustentabilidad a los esfuerzos internacionales.

La comunidad internacional no puede imponer un gobierno a la fuerza, ni dictar los términos de la transición. Puede presionar y coadyuvar, crear incentivos, tramitar lo necesario para exigir el respeto a los derechos humanos, incluyendo las sanciones como mecanismo para incentivar cambios de conducta en el régimen. Pero nada puede sustituir lo que haga y alcancen las partes del conflicto político en Venezuela. Es lo que te enseña la experiencia histórica internacional.

Felipe González hace un tiempo dijo que la oposición no podía ponerse en manos de Trump. Y tiene mucha razón. Además, no puede enajenarse con esa simbiosis con Trump el apoyo bipartidista que tienen la causa democrática en los EE. UU.

Si bien el Estatus de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés) que apoya Joe Biden es muy positivo, ¿no implica una especie de “condena”?. Es decir, como la situación en Venezuela no van a cambiar, Estados Unidos va a tratar a los emigrantes lo mejor posible. Algo semejante a lo que ocurrió con los cubanos que apenas pisaban tierra americana, ya tenían residencia. Una suerte de premio de consolación…

-Biden está comprometido con algo muy importante: la protección migratoria a los venezolanos desplazados a los Estados Unidos. El TPS para los venezolanos es una medida de reconocimiento y apoyo muy valiosa en medio de la crisis humanitaria.

No es un premio de consolación. El TPS (y más aún cualquier cambio migratorio que se ofrezca) no significa abandono de la política de recuperación de la democracia en Venezuela. El primer paso es precisamente otorgar ese alivio migratorio en un marco temporal, apostando a que se pueda resolver el problema en Venezuela. Pero el tiempo pasa y debemos dar una respuesta digna y humanitaria a los refugiados venezolanos, que son cerca de 200 mil personas en EE. UU.

¿Qué tanto peligro real representa el gobierno de Nicolás Maduro para Estados Unidos, al extremo de que ambos candidatos buscan que haya un cambio en Miraflores? Venezuela ya ni petróleo tiene. ¿Qué tanto les puede importar el destino de un país empobrecido y débil?

El régimen que prevalece en Venezuela no puede continuar. Es imperativo un cambio. Eso está claro. Hay que producir un cambio en Venezuela, principalmente por los venezolanos. Porque la región entera desea una Venezuela próspera. Además, el éxodo de los venezolanos crea un problema en los países vecinos que es motivo de preocupación.

Luego está el tema del crimen organizado y el narcotráfico. Eso por supuesto es un asunto que genera inmensa preocupación y acciones concretas en el marco de la lucha contra lo ilícito, que están en pleno desarrollo, con distintos impactos. Pero es un problema del hemisferio. No es exclusivo de Venezuela.

La droga pasa y se mueve desde Venezuela con complicidad del régimen, pero se produce en Perú, Bolivia y Colombia, y también se mueve por toda la región, el Caribe, Centroamérica, México, con base en muchas complicidades y con distintos impactos sociales y políticos; todo debido a un inmenso y complejo tejido, a toda una capilaridad que ha logrado crear el crimen organizado.

Contra eso se lucha y sin descanso, con inteligencia, multilateralidad y un enfoque holístico. Pero de allí a pensar que la sociedad estadounidense percibe una amenaza a su seguridad nacional que justifique una intervención militar en Venezuela, ante los ojos de un ciudadano americano (fuera de las diásporas cubanas o venezolanas de Miami), hay un trecho inmenso, es un despropósito y un desacierto de la oposición montar una política interna basado en esa premisa.

-¿Considera positivo que se genere un movimiento dirigido a anular las próximas elecciones parlamentarias?–

Creo que hay que seguir presionando para que esas elecciones tengan condiciones que las hagan creíbles, con garantías de participación para todas las fuerzas sociales y políticas del país.

Pero el asunto como está planteado va mucho más allá. El mandato de la Asamblea Nacional vence. Eso es una realidad también, con sus impactos. ¿Entonces que tenemos? ¿La disolución de la Constitución misma? Un régimen cuyo presidente tiene una legitimidad de origen desconocida a nivel internacional (además de un desempeño anti democrático denunciado), sin contrapesos institucionales que puedan ser del todo reconocidos.

En cualquier caso, de consumarse esas elecciones parlamentarias, con todos los cuestionamientos que caben en este caso, también se empoderarán otras expresiones políticas, diferentes al régimen de Maduro y el actual gobierno interino. Eso agrega complejidad al análisis y no puede, en mi opinión personal, despacharse con planteamientos binarios. Sencillamente se complica todo.

Por eso te decía, este es uno de los resultados de la política de Trump y de haber puesto la estrategia opositora en sus manos. Se debilitó la coalición internacional, pero también se fracturó a la oposición. Es el peor escenario.

Y en materia de sanciones, el gobierno de Trump escaló unilateralmente, no creó incentivos o propuestas para que China, Rusia o Cuba facilitaran las cosas, y allí tenemos el terrible impacto de todo ese esquema. La crisis social y económica era profunda, inmensa, y en el diseño de la política de sanciones cobra relevancia aquello que dijo Garrincha (el célebre futbolista brasileño): “los rusos también juegan”. En este caso literalmente ellos, pero también los chinos, los iraníes y los turcos.

En fin, cabe preguntarse ¿Qué estrategia tuvo Trump frente a ese escenario? Estaba cantado que ocurriría agravando el cuadro venezolano. Y esta reflexión es pertinente para responder tu pregunta sobre la elección parlamentaria y el posible desconocimiento internacional: en un universo de 60 países que reconocieron el gobierno interino de Guaidó, y el resto de los países en el sistema de la ONU que no tienen posición o la fijaron de respaldo a Maduro ¿qué se puede esperar de cada uno de ellos en este barajo que viene? Sería un gran error apostar a algo tan incierto, nuevamente, en el diseño de una estrategia opositora para recuperar la democracia.

Y concluyo con algo para la reflexión: que la estrategia opositora de tener como objetivo (o como resultado) un “gobierno interino” en el exilio sería un inmenso error.

22 de agosto 2020

El Cooperante

https://elcooperante.com/leopoldo-martinez-trump-ha-debilitado-la-unidad...

¿Y quién asesora tan mal a los dirigentes de Voluntad Popular?

Elizabeth Fuentes

Con su líder más carismático preso, rostros frescos en la Asamblea Nacional y varios años de “burdel político”, la organización Voluntad Popular no pudo escoger peor momento para ventilar públicamente sus diferencias, justo después que el gobierno de Venezuela sufriera semejante derrota ante la OEA, regalándole nuevamente al poder una excusa perfecta para destruir a su adversario.

Con una polémica vergonzosa e inútil sobre lo que hizo o no hizo el parlamentario Luis Florido al frente de la Comisión de Política Exterior, la campaña sucia -que obviamente provino de las entrañas del partido-, comenzó con una suerte de lista Tascón, donde se denunciaba en las redes los nombres de cada uno de los seleccionados por Florido para representar a la diáspora venezolana en el exilio, como si de semejante designación dependiera el futuro del país, la independencia de los poderes o la culminación de la hambruna y las epidemias.

Más grave aún cuando Leopoldo López Gil -el padre de Leopoldo Lopez-, lo sentenció muy temprano en la mañana vía Twitter y le conminó a abandonar el partido al mejor estilo de Maduro o Cabello. Sin una discusión interna, sin asomo de democracia, sin ninguna posibilidad de defensa por parte de Luis Florido. Y lo peor: dejando a los espectadores con la percepción de que algo muy oscuro debió haber ocurrido y, en consecuencia, cada quien se arrogó el derecho de especular. Empezando obviamente por el gobierno y su vocero fundamental, Diosdado Cabello, quien no vaciló en señalar que lo de Florido obedeció a que “se llevó una plata que no le correspondía llevarse” y que los demás dirigentes del partido naranja “se molestaron” porque “no repartió el dinero pero si lo hubiese repartido no dicen nada”, casi regalándole a VP su propia estrategia, valga el detalle.

Y es acá cuando los venezolanos que hacemos cola, que no conseguimos medicinas ni alimentos, que no nos alcanza el dinero para casi nada y vivimos el día a día al borde del abismo, miramos hacia otro lado cuando los partidos nos convocan a marchas y protestas. Porque y sin que suene a análisis de peluquería, cualquiera de nosotros termina preguntándose ¿Por qué esta gente no lava los trapos sucios en su casa? ¿En que me beneficia a mí ese zaperoco entre Florido y Leopoldo papá? ¿Por qué no lo discutieron entre ellos y ya?

De hecho, no hay que ser un genio en marketing político para calibrar lo que ahora llaman el momentum. Ni se necesita tener más de 50 años para recordar cómo y quiénes hundieron a Acción Democrática desde las entrañas mismas de un partido que llevaba 40 años en el poder – así estuviese en la oposición-, pero que se autodestruyó comerciando con El Nacional chismes bajos y denuncias varias, a cambio de centímetros cuadrados de “información”, tal y como me lo reveló Miguel Henrique Otero años atrás, cuando desarrollaba mi tesis para la Maestría en Comunicación Política que hacía en la Universidad Autónoma de Cataluña ( “Los Trapos Sucios se Lavan en el Partido”, se llamaba casualmente la tesis) y donde buscaba demostrar cómo esa pésima estrategia en los medios, develando sus luchas intestinas, acabó con un partido que aún hoy sigue sin recuperarse de semejante barbaridad.

Todo esto sin contar con que al gobierno no se le movería un ápice de la cordura para tomar las presuntas denuncias como pruebas y mandar a Florido directo a la cárcel por corrupto.

Y aunque suene feo, realmente los partidos de oposición deberían hacerle caso a Diosdado y seguir la estrategia del Psuv, que es mantener todos sus secretos, pugnas, odios y corruptelas en la más estricta intimidad. Si un Ministro robó – casi una redundancia-, pues lo cambian de cargo y ya. O lo envían a una embajada. O lo dejan salir del país con todo lo robado completico, siempre que el asunto no salpique al bunker del poder. Y allí están, con casi 20 años en Miraflores y viendo felices desde el Balcón del Pueblo a los partidos de oposición hiriéndose entre todos, pisando los peines que les pone el gobierno cada cierto tiempo, cayéndose a dentelladas entre si, mientras en la galería a nadie le interesa quien gane o pierda, porque los venezolanos están demasiado ocupados buscando alimentos y medicinas para andar pendientes de semejante idiotez.