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Opinión

La crisis de Venezuela está pasando, inexorablemente, de ser catastrófica a ser inimaginable. El nivel de miseria, sufrimiento humano y destrucción ha llegado a un punto en que la comunidad internacional debe repensar cómo puede ayudar.

Hace dos años, advertí que en Venezuela se avecinaba una hambruna similar al Holomodor de Ucrania entre 1932 y1933. El 17 de diciembre, The New York Times publicó en su portada fotografías de este desastre, provocado por el hombre.

En julio, describí la calamidad económica sin precedentes por la que atraviesa Venezuela y documenté el colapso en la producción, los ingresos, y los niveles de vida y salud. Probablemente, la estadística más reveladora que cité fue que el sueldo mínimo (el que en Venezuela gana el trabajador mediano), medido en la caloría más barata disponible, había caído de 52.854 calorías diarias en mayo de 2012 a tan solo 7.005 en mayo de 2017, completamente insuficiente para alimentar a una familia de cinco personas.

Desde entonces, la situación ha empeorado de manera drástica. Para el mes de noviembre, el sueldo mínimo se había desplomado a apenas 2.740 calorías diarias. Y la escasez de proteínas es todavía más aguda. El abastecimiento de carne de cualquier tipo es tan reducido, que el precio de un kilo en el mercado equivale a más de una semana de trabajo remunerado al sueldo mínimo.

Las condiciones de salud también han decaído, como consecuencia de las deficiencias nutricionales y de que el gobierno decidió no proveer fórmula para lactantes, vacunas contra enfermedades infecciosas, medicamentos para quienes están en tratamiento por SIDA, cáncer, diálisis y trasplante, y también los suministros generales de los hospitales. Desde el 1 de agosto, el valor del dólar ha añadido un cero, y desde septiembre, la inflación ha estado por encima del 50% al mes.

De acuerdo a la OPEP, desde mayo la producción de petróleo ha declinado el 16%, una reducción de más de 350.000 barriles al día. Para detener este declive, el gobierno del presidente Nicolás Maduro no ha tenido mejor idea que arrestar a alrededor de 60 ejecutivos de PDVSA, la empresa petrolera estatal, y nombrar a un general de la Guardia Nacional sin experiencia en la industria para conducir sus operaciones.

En lugar de tomar medidas para poner fin a esta crisis humanitaria, el gobierno la está usando para consolidar su control político. Rechaza los ofrecimientos de asistencia internacional, al tiempo que, para sofocar las manifestaciones, invierte sus recursos en adquirir sistemas de control de disturbios de grado militar fabricados en China.

Muchos observadores externos creen que el gobierno perderá poder a medida que la economía siga empeorando. Sin embargo, la oposición política organizada está hoy en una posición de mayor debilidad que en julio, a pesar de la crisis y del masivo apoyo diplomático internacional. Desde entonces, el gobierno ha instalado una Asamblea Constituyente inconstitucional con plenos poderes, ha cancelado el registro electoral de los tres principales partidos de oposición, ha destituido a alcaldes y diputados legítimamente elegidos, y se ha robado tres elecciones. 1

Dado que todas las soluciones son imprácticas, inviables o inaceptables, la mayoría de los venezolanos anhelan alguna forma de deus ex machina que los salve de esta tragedia. Lo mejor sería poder convocar elecciones libres y justas para llegar a tener un nuevo gobierno. Este es el Plan A de la oposición venezolana organizada en torno a Mesa de la Unidad Democrática, y es lo que se busca en las conversaciones que se están realizando en la República Dominicana.

No obstante, es un desafío a la credulidad pensar que un régimen dispuesto a matar de hambre a millones de personas para mantenerse en el poder, va a ceder ese poder en elecciones libres. En la década de 1940 en Europa Oriental, los regímenes estalinistas consolidaron su poder pese a sufrir derrotas electorales. El hecho de que el gobierno de Maduro se haya robado tres elecciones tan solo en 2017, y que haya bloqueado la participación electoral de tres de los partidos con los cuales está negociando en República Dominicana, de nuevo a pesar de una atención diplomática internacional masiva, sugiere que el éxito es improbable.

La idea de un golpe militar para restaurar el orden constitucional agrada menos a muchos políticos democráticos porque temen que después los soldados no regresen a sus cuarteles. Por lo demás, el régimen de Maduro ya es una dictadura militar, con oficiales a cargo de muchas agencias gubernamentales. Los oficiales de alto rango de las fuerzas armadas son esencialmente corruptos, habiendo participado durante años en actividades de contrabando, delitos cambiarios y en las compras públicas, narcotráfico y muertes extrajudiciales que, en términos per cápita, son tres veces más prevalentes que en Las Filipinas de Rodrigo Duterte. Un número importante de altos oficiales decentes han estado renunciando a las fuerzas armadas.

Las sanciones focalizadas en individuos, que administra la Office of Foreign Assets Control (OFAC) de Estados Unidos, están incomodando a muchos de los bandidos que gobiernan Venezuela. No obstante, en el mejor de los casos son muy lentas, pues para el tiempo que rindan el efecto deseado se habrán producido decenas de miles de muertes evitables y se habrán ido al exterior millones de nuevos refugiados venezolanos. Y, en el peor de los casos, nunca surtirán efecto. Al fin y al cabo, sanciones como estas no han conducido a un cambio de régimen en Rusia, Corea del Norte, ni Irán.

Esto nos deja con una posible intervención militar internacional, solución que asusta a la mayoría de los gobiernos latinoamericanos a causa de la historia de agresiones contra sus intereses soberanos, especialmente en México y Centroamérica. Pero es posible que estas no sean las analogías históricas correctas. Después de todo, Simón Bolívar pasó a ser llamado el Libertador de Venezuela gracias a la invasión de 1814 organizada y financiada por la vecina Nueva Granada (hoy Colombia). Entre 1940 y 1944, Francia, Bélgica y los Países Bajos no lograron liberarse de un régimen opresivo sin una acción militar internacional.

La implicación es clara. A medida que la situación en Venezuela se torna inimaginable, sus posibles soluciones se acercan a lo inconcebible. La Asamblea Nacional debidamente elegida hace dos años, en la cual la oposición tiene una mayoría de dos tercios, ha sido despojada de todo su poder de manera inconstitucional por una Corte Suprema nombrada inconstitucionalmente. Y las fuerzas armadas han empleado ilegítimamente su poder para reprimir las protestas y obligar a exiliarse a muchos líderes, entre ellos los jueces de la Corte Suprema que la Asamblea Nacional nombró en julio.

Si se trata de soluciones, por qué no considerar la siguiente: la Asamblea Nacional podría destituir a Maduro y al narcotraficante de su vicepresidente, Tareck El Aissami, sancionado por la OFAC y a quien el gobierno estadounidense le ha embargado más de US$ 500 millones. Dado este vacío de poder, la Asamblea, nombraría de forma constitucional a un nuevo gobierno, el que a su vez podría solicitar asistencia militar a una coalición de países amigos, entre ellos, latinoamericanos, norteamericanos y europeos. Esta fuerza liberaría a Venezuela de la misma forma en que canadienses, australianos, británicos y estadounidenses liberaron a Europa en 1944-1945. Más cerca de casa, esto sería semejante a la liberación de Panamá de la opresión de Manuel Noriega por parte de Estados Unidos, la que marcó el inicio de su democracia y del crecimiento económico más rápido de América Latina.

De acuerdo al derecho internacional, nada de esto requeriría la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (que Rusia y China podrían vetar), puesto que la fuerza militar sería invitada por un gobierno legítimo en busca de apoyo para defender la constitución de su país. La existencia de una opción como esta incluso podría mejorar la probabilidad de que las negociaciones que se están llevando a cabo en la República Dominicana lleguen a un resultado exitoso.

El colapso de Venezuela es contrario al interés nacional de la mayoría de los países. Y las condiciones imperantes en el país constituyen un delito de lesa humanidad al que se debe poner fin por razones morales. El fracaso de la Operación Market Garden en septiembre de 1944, inmortalizado en el libro y el film "Un puente lejano", se tradujo en la hambruna del invierno 1944-1945 en los Países Bajos. La hambruna en la Venezuela de hoy ya es peor que esa. ¿Cuántas vidas más serán destrozadas antes de que arribe la salvación?

Project Syndicate

Enero 2, 2018

https://www.project-syndicate.org/commentary/venezuela-catastrophe-milit...

 6 min


La situación política da margen para ser optimistas. La dictadura finalizará a más tardar a fines del 2018. Ya Maduro no podrá permanecer en el poder, incluso si sigue contando con el apoyo del general Padrino López y de los magistrados sumisos del TSJ. Evidentemente el mandado no está hecho. Todo dependerá de la actuación de la oposición.

Del lado de los totalitarios se produjo un hecho inesperado cuando la Fiscal Luisa Ortega hizo graves denuncias y el usurpador Tarek Saab, siguiendo instrucciones de Maduro, decidió acusar de corrupción a 69 gerentes de Pdvsa, incluyendo a su presidente, al ministro de Energía y Petróleo y, recientemente, a Bernard Mommer, la eminencia gris detrás de Alí Rodríguez y de Rafael Ramírez. Considerando la importancia de Pdvsa, de que los acusados son todos rojos confesos y que fueron designados en esos altos cargos por Chávez y Maduro, sin duda que este hecho tendrá repercusiones entre los “revolucionarios”.

Caben especulaciones sobre el por qué Mirallores decidió dar ese paso. ¿Luchas entre mafias por el botín de Pdvsa? Puede ser. ¿Medida para intentar persuadir a sus pocos seguidores de que el gobierno no tolera la corrupción? Muy probable. Entendamos que el régimen se está ahogando y requiere una medida efectista para intentar disminuir el rechazo por parte de la población. Pocos se pueden tragar el cuento de que Saab es un santo adalid en contra de la corrupción. Desde hace años varias organizaciones y personalidades han denunciado el saqueo de Pdvsa y, sin embargo, los señalados siguieron haciendo de las suyas. Ahora, la desesperación los obligó a echar al foso a varios de los consentidos. Seguramente vendrán otros, pero ello no será suficiente para desviar la atención sobre la responsabilidad de Maduro, de sus ministros, del Contralor y de los magistrados del TSJ.

Por otra parte, la gente está hastiada de los problemas de escasez y del alto costo de la vida. La protesta es general y no hay general que pueda contenerla. Las excusas de sabotaje y de guerra económica para intentar justificar la falta de gasolina, de diesel, aceites lubricantes gas de bombonas son no solo embustes, sino ridículas. Todos conocen que antes Venezuela exportaba combustibles y productos refinados. La producción de cerdos y de aves abastecía la demanda interna. Es patético que Maduro diga que venían “dos grandes barcos cargados de perniles, pero que Portugal los saboteó”. ¿Qué pensará al respecto Alberto Cudemus, el rojo productor de cochinos, quien en el 2015 declaró que las importaciones de pernil no representaban ni el 5% de lo que se producía en el país?

La mesa está servida por el propio régimen para propiciar su salida. El empujón final tiene que darlo la oposición. El comunicado de Fin de Año de la Unidad Democrática es esperanzador. A la par de los logros en materia de apoyo exterior, reconoce que “la Unidad incurrió en errores y omisiones graves, que es necesario reconocer con humildad y objetividad”. Entre ellos, menciona la falla comunicacional, subestimar la estrategia de control electoral del régimen, sobreestimación de la capacidad organizativa de la Unidad, no lograr posición unitaria en las elecciones de alcaldes y no acompañar al pueblo en sus quejas.

En el mencionado Comunicado, se comprometen a “a acompañar, interpretar y tratar de resolver las necesidades actuales y urgentes de las familias que sufren por esta terrible crisis humanitaria, reforzar la unidad interna y con el país, escogencia de un candidato presidencial unitario junto con una propuesta igualmente unitaria de acciones concretas de gobierno, seguir explorando vías de negociación con respaldo internacional e insistir en las banderas de que haya elecciones libres y transparentes, que se libere a la Asamblea Nacional, que suelten a todos los presos políticos y que haya comida para que la gente no muera de hambre”.

Consideramos que el Comunicado es impecable. Lamentablemente, aparece suscrito en forma un tanto anónima. Aspiramos que todos los actores políticos del sector democrático lo firmen y que no se convierta en letra muerta. Si lo practican estamos seguros de que el régimen habrá llegado a su fin. Caso contrario el pueblo no perdonará otro engaño. El 2018 será muy difícil desde el punto de vista de la economía. Los venezolanos tendrán dificultades para sobrevivir, el régimen no rectificará, pero se visualiza una solución, siempre y cuando la oposición cumpla lo prometido en su Comunicado del 29 de diciembre del 2017.

Como (había) en botica:

Rafael Ramírez, acusado de corrupción por sus compañeros revolucionarios, ahora alega que durante doce años advirtió de los errores que se estaban cometiendo y que en Venezuela se viola la Constitución al condenar por TV y no presumir la inocencia. ¿Acaso él no practicó y avaló esos procedimientos, ofreciendo sacar a carajazos de Pdvsa a quien no fuese rojo-rojito? ¿Por qué en una oficina pequeña de Pdvsa en Viena el jefe era Mommer y también trabajaba su esposa, igualmente acusada de corrupta? Mommer mató la Orimulsión y muchos dicen que fue por “intereses creados”. El valiente sindicalista Iván Freites tuvo que salir del país porque el régimen pretendía apresarlo por sus denuncias sobre el grave deterioro de las refinerías.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 4 min


Miguel Rodríguez Torres

El año que finaliza queda para nuestra historia como el más duro que nos ha tocado vivir a las generaciones presentes. Venezuela termina el 2017 signada por una crisis que aún marca con fuego la dimensión espiritual, política, económica y social de la República.

En lo *espiritual* tenemos una sociedad dividida, desmotivada, con miedo, desmovilizada y manipulada por el hambre y la desesperación, llena de resentimientos que la corroen y que a cada intento de romper la inercia fenoménica termina en frustración.

En lo *político* estamos atrapados entre quienes juegan con la miseria y los que aspiran poner las manos en el botín para disfrutar de él. Políticos que promueven la guerra y no el diálogo fructífero que pone los intereses nacionales y del pueblo por encima de los de su partido o facción. En esa estrategia perversa, que va en varias direcciones, ninguno se reconoce ni se respeta, actitud con la que alimentan el aplastamiento espiritual y moral de la sociedad.

La *economía* venezolana, está entregada a un neoliberalismo desordenado y desarticulado que la dolariza engañosamente. El pueblo debe entender que sin poner el aparato productivo a funcionar a toda máquina, eliminar el control cambiario, redimensionar al Estado y sacudir la institucionalidad para ponerla al servicio transparente de la gente no habrá manera de salir del laberinto.

Todo esto desemboca en la grave crisis social que se traduce en pobreza, pobreza espiritual, intelectual, material y la peor de todas sus formas: pobreza de actitud, esa que hace que se vote por un candidato que no nos gusta, a cambio de dádivas. Esa actitud que entrega la libertad y la democracia a cambio de cualquier mendrugo dejado caer por los importadores de turno.

Ahora toca dar inicio al 2018 con un gran Desafío De Todos: romper esa realidad donde más del 80% de los venezolanos rechaza al actual gobierno por razones diversas y NO hay manera de salir de la tormenta sin cambiar al capitán del barco.

En las diversas alternativas electorales estudiadas, solo una se perfila como capaz de vencer y abrir los cauces a una robusta democracia participativa:

El primer paso es EL CONSENSO. Entender y hacer entender que se requiere de un candidato único, que nazca del consenso, y que necesariamente no esté afiliado a ningún partido de los tradicionales en la política venezolana. Ese candidato debe recorrer el país con apoyo de todo aquel que quiera un cambio sustancial de la realidad y organizar una maquinaria eficiente y valiente para la defensa del voto. Las primarias solo pondrían todo en bandeja de plata para que repita el actual gobierno. Por eso es el consenso, motivador, movilizador, el que puede darle jaque electoral al PSUV.

El Segundo paso es LA ORGANIZACIÓN. Logrado el consenso debe organizarse un equipo de gobierno incluyente, un gabinete de concertación nacional donde estén representados todos los sectores del país. Lograr eso garantizaría la gobernabilidad necesaria en los tiempos post Maduro que no serán nada fácil.

El tercer paso es el diseño de un plan que garantice la GOBERNABILIDAD: Quizás lo más complejo, gobernar con las condiciones que deje el actual gobierno: 20 gobernadores, 300 alcaldes, TSJ, CNE, una espada de Damocles como la ANC y una Fuerza Armada con serias interrogantes. Superar eso requerirá gran consenso, amplio diálogo nacional de alto nivel, reconocimiento de cada actor político y de todas las instituciones que conforman el poder nacional y la disolución de una ANC que usurpa permanentemente los espacios del resto de los poderes y que no ha resuelto absolutamente nada de lo que en campaña ofreció. Además se haría necesaria la elección de miembros del CNE que garantice transparencia en los procesos electorales que habrá que realizar en la gran jornada de democratización. Paralelamente debemos aplicar medidas económicas que permitan recuperar la confianza y abrir nuestros mercados al mundo globalizado.

En este escenario PDVSA debe ser relanzada y remoralizada entendiendo que es el motor fundamental de todo plan económico que se pretenda aplicar en Venezuela y la puerta para iniciar negociaciones con socios estratégicos que en un nuevo ambiente de honestidad y confianza puedan ayudar a la refinanciación de la deuda y lograr la captación de recursos frescos necesarios para impulsar la economía nacional. La alianza estrecha y sincera con el sector agropecuario y agro industrial debe ser prioridad para producir lo que nos comemos si de verdad queremos izar la bandera de la soberanía.

La seguridad ciudadana debe ser un tema de abordaje INMEDIATO. Siendo un problema profundamente social, cada paso que demos en la solución de la crisis debe sumar a la seguridad de los ciudadanos. Debemos aplicar un plan nacional de seguridad muy amplio, desde conceptos integradores y con la asignación de los recursos necesarios. Este plan será parte del soporte para el relanzamiento de la economía. La atención a los núcleos más duros de pobreza extrema debe ser igualmente una prioridad dado el incremento estadístico de tales espacios en los últimos tres años.

Resumir todo lo que ha de hacerse para la renovación de Venezuela resulta difícil, sin embargo éste ejercicio nos permite reconocer que salir de la crisis se logrará a través del consenso y del compromiso con la reconciliación en torno al sueño de prosperidad, orden, justicia, seguridad y paz verdadera.

No es un imposible, ni es una complejidad que supera nuestras capacidades. Requiere voluntad, amor a Venezuela y una actitud correcta y propositiva de líderes valientes, capaces de dejar de lado sus aspiraciones personales para asumir el Desafío de Todos y para Todos. De lograrlo los venezolanos podremos decir ¡FELIZ AÑO 2018!

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Arichuna Silva Romero

«—Pero entonces, ¿qué te consuela?

—La certeza de mi libertad interior —respondió Maurice tras un instante de reflexión—, que es un bien precioso e inalterable, y de que conservarlo o perderlo sólo depende de mí. De que las pasiones llevadas hasta el extremo, como ahora, acaban por apagarse. De que lo que tenido un comienzo tendrá un final. En una palabra, de que las catástrofes pasan y hay que procurar no pasar antes de ellas, eso es todo. Así que lo primero es vivir: Primum vivire. Día a día. Vivir, esperar, confiar.»

Irène Némirovsky (1903-1942) / Suite Francesa (2004)

I

A mediados del mes de junio de 1942, Irène Némirovsky, debió haber escrito muy rápido las últimas líneas de su trabajo ambicioso: Suite Francesa. Proyecto, que a la postre, quedaría inconcluso. Pues, un presentimiento le decía que le quedaba poco tiempo de vida. Su condición de judía, ya estaba bajo el control de los operarios del sistema de exterminio nazi.

De su vida, podemos reseñar, que fue toda una tribulación. En ella sola, se encarnaron, los más funestos actos malvados que se pudieron cometer a un ser humano, y que, apartando el método extremo del holocausto que se empleó en otrora; en la contemporaneidad que se vive, muchos de ellos se siguen practicando abiertamente o sutilmente, a través de otros métodos según sea el caso y bajo los auspicio de la democracia. Y es que todo, obedece a esa palabra medular que no termina de ser digerida por ciertos seres humanos: Intolerancia.

En este orden de ideas, qué diferencia existe, entre la estrella amarilla y negra que portaba Irène como una más, de los miles de judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial; y las etiquetas verbales de “escuálido” o “apátrida” que desde el régimen chavista-madurista se impusieron a una parte de la sociedad venezolana. Del mismo modo, cómo apreciar el éxodo que sufrió esa afamada escritora, siendo niña, tras huir con su familia de Kiev; al llegar la revolución bolchevique en 1917, por el sólo hecho que poseían una inmensa fortuna. Y lo que observamos en Venezuela, en relación al éxodo masivo de venezolanos por causa de un régimen militarista-totalitarista, que le cerró las puertas de su bienestar y progreso. Pero, no sigamos abriendo más las grietas que poseemos, las cuales son de dominio público.

Dejemos, que sean las notas de Irène Némirovsky, las que nos retraten la situación de Francia luego de la invasión nazi. En ellas veremos cómo plasmó, la actitud «aborrecible» (como la describió) de una parte de los ciudadanos franceses ante la derrota y el colaboracionismo. Muy comparable, con la situación de desazón y decaimiento que impera la Venezuela de estos últimos dieciocho años. La República que fue llamada a refundarse a partir de 1999, por todos. Donde el miedo, la cobardía, la traición, la aceptación de la humillación, la persecución y las masacres han estado a la Orden del Día.

Males, que Irène vivió día a día, esperando confiadamente que su catástrofe pasara —y esto, a pesar—, de que no tenía ninguna ilusión sobre su propio destino. El 13 de julio de 1942, los gendarmes franceses llamaron a su puerta y la detuvieron y, posteriormente, la enviaron a Auschwitz, donde murió asesinada el 17 de agosto. Su esposo Michel Epstein, lo deportaron tres meses después y también fue muerto en Auschwitz el 6 de noviembre. Por su parte, y gracias a la Divina Providencia y a la diligencia de la tutora que estaba a cargo de sus dos hijas, las niñas pudieron sobrevivir.

Recordemos seguidamente estas notas, para el presente que vivimos:

II

«¡Dios mío! ¿Qué me hace este país? Ya que me rechaza, considerémoslo fríamente, observémoslo mientras pierde su honor y la vida. Y los otros, ¿qué son para mí? Los imperios mueren. Nada tiene importancia. Se mire desde el punto de vista místico o desde el punto de vista personal, es los mismo. Conservemos la cabeza fría. Endurezcamos el corazón. Esperemos.

1942. Los franceses estaban cansados de la República como de una vieja esposa. Para ellos, la dictadura era una cana al aire, una infidelidad. Lo que querían era engañar a su mujer, no asesinarla. Ahora que ven muerta a su República, su libertad, lloran.

Todo lo que se hace en Francia en cierta clase social desde hace unos años no tiene más que un móvil: el miedo. Ha llevado a la guerra, la derrota y la paz actual. El francés de esa casta no siente odio hacia nadie; no siente ni celos ni ambición frustrada, ni auténtico deseo de revancha. Está muerto de miedo. ¿Quién le hará menos daño (no en el futuro, en abstracto, sino ahora mismo y en forma de patadas en el culo y bofetadas)? ¿Los alemanes? ¿Los ingleses? ¿Los rusos? Los alemanes le han pegado, pero el correctivo está olvidado, y los alemanes pueden defenderlo. Por eso está «Por los alemanes». En el colegio, el alumno más débil prefiere la opresión de uno solo a la libertad; el tirano lo humilla, pero prohíbe a los otros que le birlen las canicas y le peguen. Si se libra del tirano, está solo, abandonado en medio de todos.

III

Hay un abismo entre esa casta, que es la de nuestros dirigentes actuales, y el resto de la nación. Los otros franceses, como poseen menos, temen menos. Como la cobardía no les ahoga en el alma los buenos sentimientos (patriotismo, amor a la libertad, etc.), éstos pueden nacer. Ciertamente, entre el pueblo se han amasado muchas fortunas en los últimos tiempos, pero son fortunas en dinero devaluado, que no se pueden transformar en bienes reales, tierras, joyas, oro, etc. Nuestro carnicero, que ha ganado quinientos mil francos de una moneda cuya cotización en el extranjero (exactamente cero) conoce, le tiene menos aprecios que un Péricand a sus propiedades, un Corbin¹ a su banco, etc. El mundo está cada vez más dividido entre los que poseen y los que no poseen. Los primeros no quieren soltar nada y los segundos quieren cogerlo todo. ¿Quién ganará?

Los hombres más odiados de Francia en 1942: Philippe Henriot² y Pierre Laval. El primero como el tigre, el segundo como la hiena. Alrededor del uno se percibe el olor a sangre fría y alrededor del otro, el hedor a carroña.

Quieren hacernos creer que vivimos en una época comunitaria en la que el individuo debe perecer para que la sociedad viva, y no queremos ver que es la sociedad la que perece para que vivan los tiranos.

Esta época que se cree «comunitaria» es más individualista que la del Renacimiento o la de los grandes señores feudales. Todo ocurre como si en el mundo hubiera una suma de libertad y poder compartida tan pronto entre millones como entre uno solo y millones. «Tomad mis sobras», dicen los dictadores. De modo que no me vengan con el espíritu comunitario. Estoy dispuesto a morir, pero como francés y como racional quiero entender por qué muero, y yo, Jean-Marie Michaud³, muero por P. Henriot, P. Laval y otros señores, del mismo modo que un pollo al que matan para servirlo en la mesa de esos traidores. Y yo sostengo que el pollo vale más que los que se lo comerán. Sé que soy más inteligente, mejor, más valioso a los ojos del bien, que los susodichos. Ellos tienen la fuerza, pero una fuerza temporal e ilusoria. Se la quitará el tiempo, una derrota, un capricho del destino, la enfermedad (como ocurrió en el caso de Napoleón)… Y la gente se quedará boquiabierta: «¿Cómo? —dirá—. ¿Y esto era lo que nos hacía temblar?» Tengo auténtico espíritu comunitario si defiendo mi parte y la de todos contra la voracidad. El individuo no tiene valor si no siente a los otros hombres. Pero que sean «los otros hombres», no «un hombre». La dictadura se funda en esa confusión.

Napoleón sólo desea la grandeza de Francia, dice, pero le grita a Metternich: «la vida de millones de hombres me importa un comino».

Hitler: «No lucho por mí, sino por Europa» (empezó diciendo «no lucho por el pueblo alemán». Piensa como Napoleón: «la vida y la muerte de millones de hombres me importan un comino».

  1. Personajes de Suite francesa.
  2. Diputado católico por la Gironde, Philippe Henriot (1889-1944) fue uno de los propagandistas más escuchados y más eficaces del régimen de Vichy. Miembro de la Milicia desde su creación en 1943, a principios de 1944 entró en el gobierno presidido por Pierre Laval, en cuyo seno propugnó la colaboración a ultranza. Murió a manos de la Resistencia en junio de 1944.
  3. Personaje de la novela.

MSc. Arichuna Silva Romero

@asiromantis

 6 min


José Rosario Delgado

No hay ya ninguna duda sobre lo que dijo y lo que quiso decir el personaje aquél cuando nos prometió llevarnos “al mar de la felicidad”. El mismo que dijo que ésta es una revolución pacífica, “pero armada”, y hasta los dientes. Armada de las más despiadadas intenciones y que peláramos el ojo porque no había vuelta de hoja, no habría marcha atrás. Un régimen que se caracterizó y se caracteriza por No cumplir sus promesas, Sí cumplió y cumple todas y cada una de sus amenazas.

“Con hambre y sin empleo con… me resteo” no fue ni es sólo una consigna, es la estrategia para mantenerse en el poder a toda costa, cueste lo que costare, y mire cuánto nos ha costado durante tanto tiempo entender cómo es posible que en un país que pase todo lo que está pasando en Venezuela la gente se mantenga cuajada de la risa y la dirigencia actuando como si fuera un país normal.

Por menos pasó más en la Venezuela democrática. Por menos pasó mucho más en otros países de regímenes democráticos o dictatoriales. Sin recursos naturales como los de esta patria de Bolívar, otros países y su gente pidieron más y obtuvieron más no sólo de sus nacionales, sino de organismos internacionales que se acercaron a prestar la humanitaria ayuda que tanto se necesitó y que hoy necesita Venezuela.

No eran países forajidos ni estaban gobernados por delincuentes capaces de los más atroces atropellos como lo está Venezuela hoy día. Son países que, en sus amargas experiencias, eran gerenciados por la tradicional e ineficiente burocracia ladrona de Latinoamérica y que ya lograron enrumbar su destino a puertos más seguros y confortables, dentro de los naturales sacrificios que toda nación debe asumir para darse un gobierno decente, austero y capaz de resolver problemas y conflictos a más bajo costo.

Lamentablemente, los venezolanos pagamos el más alto precio del planeta para sobrevivir mientras los gobernantes se dan la gran vida dentro y fuera del país, sin importarles un bledo las muertes que a diario ocurren por falta de alimentos y medicamentos, por la escasa o nula atención médico-asistencial y sin transporte colectivo ni ambulancias para lograr a tiempo la ayuda divina.

Al crear el Ministerio de la Felicidad Suprema del Pueblo, todas las amenazas de las expropiaciones y confiscaciones trajeron todos estos males que nos agobian a todos los venezolanos, el hambre que nos mata y nos remata. Todos los males que la gente aplaude a través de largas, tediosas y repetitivas cadenas de radio y tv que a ahora y a toda hora nos conducen por el mal de la felicidad

 2 min


Jesús Elorza G.

Luego de los abrazos y felicitaciones por la llegada del año nuevo, los atletas, entrenadores y dirigentes deportivos que se encontraban en los pasillos del Instituto Nacional de Deporte, comenzaron a intercambiar opiniones sobre las aspiraciones o deseos para el 2018...

Todos los allí presentes, expresaron en sus opiniones la necesidad que tiene el deporte de superar las insuficiencias de todo tipo que prevalecieron durante el año que finaliza y que a pesar de haber sido denunciadas en diferentes oportunidades todavía no han sido resueltas. Por ello, estaban de acuerdo en mantener una actitud crítica y no complaciente frente a las autoridades gubernamentales del sector deportivo.

Recordaron en sus diálogos, que al comienzo del año, concretamente el 6 de enero, se celebra la tradicional “Misa del Deporte” en la iglesia de La Pastora en Caracas y esa era una inmejorable oportunidad para dar a conocer los problemas que atraviesa el deporte y exigir la solución de los mismos. La aceptación del planteamiento fue unánime y de inmediato procedieron a elaborar lo que pudiera llamarse “un censo de problemas” por cada sector de los que hacen vida en la actividad deportiva.

También, acordaron que la acción que iban a realizar, en ningún momento podía entorpecer el desarrollo de la eucaristía, por el contrario, la Oración de los Fieles pasaría a ser una expresión solidaria de denuncias y reclamos del deporte venezolano.

Al cabo de un rato, representantes por cada uno de los sectores tomaron la palabra para expresar su problemática y sus aspiraciones reivindicativas:

ATLETAS: acabar con la discriminación política ideológica que rige en los programas de asistencia social para solo favorecer a los identificados con el régimen.

ENTRENADORES: respeto al derecho de sindicalización de los trabajadores y a la normativa laboral mediante la discusión y aprobación de los contratos colectivos. Rechazamos “La tercerización” de nuestra labor ya que la misma representa ser tratados como esclavos sin derechos sociales. Exigimos de las autoridades del IND y el Ministerio del Deporte el respeto al derecho constitucional que establece “A igual trabajo igual salario” no puede continuar la discriminación laboral del entrenador criollo frente al extranjero.

DIRIGENTES: que las elecciones se realicen respetando la autonomía de las federaciones sin la intervención y amenazas del ministerio del deporte. Reclamar de la Asamblea Nacional la inmediata reforma de La Ley Orgánica del Deporte para impulsar la descentralización del sector y los programas deportivos. Igualmente, el establecimiento de responsabilidades en los casos de corrupción que han sido denunciados en reiteradas oportunidades. Restablecer el cronograma Bi-anual de los Juegos Deportivos Nacionales. Establecer una coordinación entre las federaciones deportivas, el Comité Olímpico y el IND para el manejo del Fondo Nacional del Deporte en base a los Planes Operativos Anuales. Acabar con la militarización de los Juegos Universitarios. Romper “el silencio cómplice” del comité ejecutivo del Comité Olímpico con las autoridades del Ministerio del Deporte.

EMPLEADOS: acabar con el nepotismo que impera en el IND.

OBREROS: un aumento salarial indexado a la inflación y la incorporación al salario integral de las bonificaciones.

JUBILADOS Y PENSIONADOS DEL IND: respeto a sus derechos laborales con la implementación inmediata de la Homologación de sueldos y salarios Aumento de la cobertura del seguro HCM. Mejora significativa en las bonificaciones por concepto de transporte, alimentación, medicinas y becas para los hijos. Inmediata incorporación de los entrenadores que siguen fuera del sistema de pensiones del IVSS.

Al finalizar el censo de problemas, sin proponérselos, todos al unísono unieron sus voces para exclamar “Te lo pedimos Señor” y sellaron su compromiso solidario de asistir a la Misa del Deporte y continuar la lucha por “Un Deporte Mejor en una Sociedad Mejor”.

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José Felix Díaz Bermudez

Debe producirse el año próximo un cambio profundo de la realidad venezolana en un país cada vez más angustiado, cada vez más apremiado de problemas, reducido a extremos de necesidad, con asuntos fundamentales no resueltos, desmejora significativa de la ca­li­dad de vida y ausencia de políticas concertadas que per­mitan vislumbrar un programa coherente de rec­ti­fi­ca­ción e impulso nacional.

El argumento ideológico y sus abstracciones, justi­fi­ca­do y necesario en otros escenarios, en realidad, resulta insuficiente y no responde a la urgencia de explicar y resolver con validez el estado de miseria social y eco­nó­mica en el que se halla el país.

El liderazgo no resulta convincente, ha perdido credi­bi­li­dad y autoridad indispensable para visualizar un ca­mi­no certero por el cual se conduzca la Nación y la agru­pe en torno a objetivos concretos y acciones especí­fi­cas producto de la reflexión colectiva que se imponga sobre el interés particular y grupal.

La conducta social agresiva y violenta que se observa por doquier es consecuencia de la desesperanza, de la falta de salidas inmediatas y la ausencia de pers­pec­ti­vas ciertas que estimulen la confianza general ante la cer­teza de cambios y rectificaciones que se reclaman con urgencia.

Una política nacional no se construye aisladamente ni de manera parcial y para serlo debe responder a cri­te­rios de integración que no existen desde hace años en Venezuela. El manejo de los asuntos públicos en razón de su generalidad no puede circunscribirse y limitarse a una sola posición, apresada por la ideología, en­car­ce­lada por la idea de un grupo que intenta imponerse sobre otro.

Se hace necesario revisar y corregir de manera sus­tan­cial, si ello fuera posible, la naturaleza del debate, el sen­tido de las relaciones políticas, la manera de ejer­cer el poder y sus resultados, la credibilidad social, los prin­cipios y los comportamientos, las propuestas y los logros y más cuando se había prometido que para el año 2021 Venezuela iba a ser la Nación más desa­rro­lla­da y próspera de América Latina.

La pasión en la política se contrarresta ante los re­sul­ta­dos. Un gobierno independientemente de su signo ideológico debe ser medido por sus efectos que no deben ser otros que la unidad y el bienestar nacional.

La política debe ser útil a la gente. La política debe estimular el crecimiento, la integración, la concertación de la Nación. La política debe contener irrenunciables parámetros éticos y debe estar orientada por valores sustanciales que representen efectivamente a todo el pueblo que no obstante su pluralidad sea una unidad consciente que le da sentido y dirección a un país.

Una política nacional en esencia persigue, alcanza y concreta el interés general apreciado y consentido por toda la sociedad, en el que el país se reconozca y en­cuen­tre definitivamente y logre superar las conse­cuen­cias de una crisis que afecta todos por igual, esta­ble­cien­do las bases de una conciliación y el desarrollo de una voluntad superior que permita a Venezuela resurgir y salir del estado de postración en que se encuentra, con derechos y garantías plenas de democracia, liber­tad, bienestar y futuro.

@articulistasred

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