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Opinión

Vladimir Villegas

¿Por qué la Fiscalía ni Defensoría del Pueblo tuvieron un rol de primera línea en ese operativo, si se buscaba la rendición de los alzados?

Las circunstancias en las cuales fueron abatidos, como se dice en lenguaje policial, Óscar Pérez y su grupo, tienen que ser investigadas a profundidad. Tarde o temprano habrá de aflorar la verdad, cualquiera que sea. Por ahora, sólo hay dos versiones. La contada por el propio Óscar Pérez, quien dejó varios vídeos en los cuales mostró su disposición a rendirse y también denunció que la orden era matarlos. Y la versión del gobierno, según la cual respondieron con fuego a un ataque que produjo la muerte de dos funcionarios.

Son muchas las interrogantes que se desprenden de lo ocurrido. Una de las más protuberantes es por qué la Fiscalía General de la República ni la Defensoría del Pueblo tuvieron un rol de primera línea en ese operativo, si se buscaba la rendición de los alzados.

Por qué no se permitió la presencia de los medios de comunicación, ni se pregunta. Ya se ha hecho uso y costumbre. Otra interrogante tiene que ver con Heiker Vásquez, muerto en los hechos, y sobre su doble condición de integrante de un colectivo del Oeste de Caracas y de la División de Inteligencia de la Policía Nacional Bolivariana.

No queda muy claro por qué se frustra la negociación para la rendición del grupo. Tampoco si el proceso estuvo en manos de gente con experiencia en esos casos u obedeció a un procedimiento marcado por la improvisación, o la simulación, para terminar finalmente abatiendo a Pérez y su grupo. ¿Si había la orden del Presidente para garantizarle la vida a los alzados, qué o quién hizo cambiarla? ¿Acaso, aún después de la muerte de dos funcionarios, no había posibilidades de capturarlos con vida? ¿Si hay la orden de negociar, por qué no había siquiera un fiscal del Ministerio Público, un delegado de la Defensoría del Pueblo, o incluso un sacerdote, como se ve incluso hasta en las películas?

¿Por qué ni el Fiscal General de la República ni el Defensor del Pueblo han dicho nada al respecto? ¿Por qué no ha comisionado funcionarios para que investiguen lo ocurrido? ¿A qué obedece tanto hermetismo, si en casos de igual o menor repercusión no dejan de publicar mensajes en Twitter y otras redes sociales, convocar ruedas de prensa o emitir siquiera una lacónica declaración?

También es menester preguntarse por qué tanto temor a permitir que Pérez y su grupo pudieran ser velados, siquiera en mínimas condiciones de respeto a la dignidad y al dolor de sus familiares.

Esos entierros en solitario, con el cementerio tomado por la policía, y esa tardanza en entregar los cuerpos sólo alimentan la desconfianza en las versiones oficiales y la certeza de que hay muchas verdades ocultas, que tarde o temprano irán a aflorar.

Otro elemento digno de comentar es el contraste entre esos entierros en solitario y el funeral que se le hizo al funcionario que resultó muerto y que era al mismo tiempo agente de inteligencia y miembro de un colectivo armado. Las gráficas hablan por sí solas. Allí había funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana escoltando el féretro, que era cargados por encapuchados armados. Esa mezcla de irregulares armados junto a funcionarios policiales deja en evidencia el derrumbe institucional que vivimos. ¿Acaso ya tienen permiso para actuar estos grupos armados? ¿Se puede pertenecer a esos grupos y a la vez ser policías? ¿En qué se diferencian con los paramilitares colombianos? ¿El Alto Mando militar y el Alto Gobierno están cómodos y apoyan eso?

Ah, otra pregunta. ¿se le aplicará la llamada Ley contra el odio a quienes han escrito mensajes de burla y han hecho parodias sobre los vídeos en los cuales Pérez manifiesta su disposición a negociar y denuncia que, pese a ello, les están disparando y la orden es matarlos ? ¿O hacer mofa de la muerte y del dolor de los familiares de difuntos no es una forma de promover el odio? ¿O para castigar violaciones a esta Ley "ciertas condiciones aplican ", por ejemplo, que el infractor no sea partidario del gobierno?

22/01/2018

 3 min


Caros Romero Mendoza

El 5 de enero de 2018, el diputado Omar Barboza[1] asumió la Presidencia de la Asamblea Nacional, y en sus palabras advirtió que los venezolanos experimentamos una crisis muy grave, sin precedentes en nuestra historia, que además nos coloca en una situación que calificó como de emergencia nacional, que sólo puede ser superada a través de un necesario cambio político.

Así mismo, el presidente de la Asamblea Nacional reconoció el sentido de urgencia que tienen los pasos necesarios para lograr reconstruir la unidad, y calificó esa tarea como un deber político y ético de todos los parlamentarios. También, exhortó a toda la dirigencia política democrática a estar al lado del pueblo en estos momentos y a incorporarse a una verdadera unidad, pues sólo así se podrá lograr el cambio político que la realidad del país demanda.

¿Qué estrategia plantea el nuevo presidente de la Asamblea Nacional para lograr reconstruir la unidad, y promover que el Parlamento esté al lado del pueblo?

Es oportuno recordar que en el pasado reciente hubo dos estrategias interesantes que en teoría permitían un acercamiento institucional y formal de los ciudadanos organizados a la Asamblea Nacional, y que en su oportunidad se enmarcaron en las acciones orientadas a la defensa de la democracia y la Constitución.

La primera de esas estrategias, fue aprobada en el Acuerdo sobre el Rescate de la Democracia y la Constitución, del 13 de octubre 2016, en el cual se acordó la responsabilidad de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional para el período 2016 de liderar un proceso de consulta y organización de la sociedad venezolana para favorecer un gran Movimiento cívico nacional en defensa de la Constitución, la democracia y el voto.

La segunda estrategia, se ubica en mayo del año 2017, cuando se conformó el Comité del Frente de la Defensa de la Constitución, definido como una fórmula política para incorporar a todas aquellas personas que buscan en la unidad nacional la respuesta que necesita el país, según las palabras del diputado Enrique Márquez[2].

El Diputado Márquez también calificó esa estrategia como un paso fundamental para el rescate y reconstrucción del hilo constitucional en Venezuela.

Ese Comité estuvo –o está– presidido por Ricardo Combellas, y a su vez se subdividía en distintos frentes, los cuales vale la pena recordar para fines de este artículo:

Frente para la defensa de los Derechos Civiles, para la defensa de los Derechos Políticos Electorales, para la defensa Derechos Sociales y Familia, para la defensa de los Derechos Educativos y Culturales y para los Derechos Comunitarios. En fin, distintas áreas con la participación y corresponsabilidad de importantes actores de la sociedad civil.

¿Qué resultados lograron esas iniciativas de la Asamblea Nacional a los fines de promover un mayor acercamiento entre los diputados, la Asamblea Nacional y los ciudadanos? ¿Cómo han contribuido esas iniciativas para la defensa de la Asamblea Nacional como único Poder Público legítimo del Estado Venezolano? ¿Qué aprendizajes podemos sacar de esas iniciativas para poder comprender mejor los pasos que hay que dar para que, desde el Parlamento, se contribuya a reconstruir la unidad y se promueva la acción política al lado del pueblo?

En estos momentos tan complejos que vivimos, la Asamblea Nacional está llamada a reivindicarse como espacio institucional natural para el debate de los asuntos de interés nacional, y desde esa posición política, asumir lo que llamó el diputado Barboza el deber político y ético de reconstruir la unidad.

A tal fin, la Asamblea Nacional podría abrir un debate político sobre el desarrollo nacional, a través del cual se construya, y se presente al país, una propuesta alternativa de desarrollo nacional, que responda claramente al marco constitucional y democrático del país.

Un debate político para construir una especie de agenda para el desarrollo del país, podría concretarse a través del Acuerdo Nacional para el Rescate de la Democracia y la Constitución, en cuyo contenido se registren los consensos básicos sobre los temas nacionales que deben ser abordados como prioritarios y que sólo pueden ser atendidos de manera efectiva si se logra un cambio político en el país.

El Compromiso Unitario para la Gobernabilidad, presentado en el 2017 por la MUD, es uno de los documentos que sirven de base para ese debate político a que se hace mención antes; pero además, debería complementarse estratégicamente con los Objetivos del Desarrollo Sostenible 2030, aprobados por la Asamblea de las Naciones Unidas y que hoy representan una Agenda Global para el desarrollo de las Naciones.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, son marco referencial útil y oportuno para orientar el debate político en la Asamblea, que claramente puede concluir en un Acuerdo Nacional que se legitime con la consulta abierta y plural a los electores venezolanos y que se contraponga como alternativa viable a la propuesta del Plan de la Patria 2019-2025.

Puede servir esta estrategia para hacer un juicio crítico y político al Plan de la Patria 2013-2019, en un ejercicio de contraloría política del Parlamento venezolano. Al debatir los Objetivos del Desarrollo Sostenible 2030, necesariamente tenemos que abordar el tema del agua, la pobreza, la seguridad alimentaria, las ciudades sostenibles, la salud, entre otros temas.

La propuesta también permite reclamarle al régimen el intento de imponer, nuevamente, un proyecto país que no se sustenta en la voluntad de una enorme mayoría del pueblo soberano. Además, es una acción que permite recordar al régimen en dónde reposa la legitimidad política de representación del pueblo soberano.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 no son ajenos a la labor legislativa y de debate político de los Parlamentos del mundo. Es más, vale la pena recordar que en la 132ª Asamblea de la Unión Interparlamentaria, celebrada en Hanoi en 2015, se acordó como compromiso que todos los Parlamentos buscarían contribuir de manera efectiva a garantizar que las leyes y presupuestos aprobados estén en consonancia con los planes nacionales de desarrollo sostenible y que además procurarían a exigir a sus respectivos gobiernos que adecúen esos planes a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.[3]

Por lo tanto, la Asamblea Nacional podría asumir un papel de facilitador político de un proceso de construcción de consensos sobre las prioridades de una agenda para la restitución de la democracia y la Constitución, pero además, contribuiría a identificar aquellos temas sobre los cuales edificar la mayor cohesión posible, y con ella la mayor unidad posible.

Ya hemos experimentado que la unidad electoral no es suficiente. Es urgente una verdadera unidad, y para llegar allá, la unidad en el Parlamento es una pieza fundamental en esta lucha cívica, pacífica y de resistencia por reencontrarnos con la democracia y la Constitución.

El país reclama voluntad política y, con ella, recuperar niveles adecuados de confianza entre el pueblo y sus representantes legítimos.

@carome31

PolitiKa UCAB, enero 19, 2018

 5 min


Elías Pino Iturrieta

El 23 de enero de 1958 se debe considerar como un suceso de gran trascendencia: cayó la dictadura militar de Pérez Jiménez y empezó una nueva época de la historia contemporánea. Sin embargo, no se advierte en su recorrido la epopeya colectiva que el futuro fabricó. No hubo tal epopeya, sino un fenómeno movido por un elenco limitado de protagonistas. La posteridad ha sido excesiva en la reconstrucción del hecho, quizá por las limitaciones de las obras llevadas a cabo por las generaciones posteriores, que necesitaban una equiparación artificial. Ahora, después de sesenta años, puede ser ocasión para juicios más equilibrados.

Poner las cosas en su lugar obliga a acertar en la identificación de los actores fundamentales: los militares de la época. Fueron ellos los que presionaron al dictador para que echara del país a dos figuras cercanas que provocaban general repulsa: Laureano Vallenilla y Pedro Estrada. Fueron ellos los que intentaron un primer golpe armado, infructuoso, pero capaz de descubrir la fragilidad de un régimen que parecía robusto. Fueron ellos los que provocaron cambios en el alto mando y en el equipo ministerial, capaces de animar reacciones en la base de una pirámide cuyos miembros se caracterizaban por la pasividad. Por último, fueron ellos los primeros reemplazantes del equipo derrotado, como si se desarrollara ante los ojos de la sociedad la existencia de un perezjimenismo bueno que se libraba del perezjimenismo malo.

Pero ¿y la resistencia contra la dictadura, luchando durante casi una década? Los admirables activistas de la resistencia fueron muy pocos, apenas un millar de venezolanos heroicos capaces de ofrecer el testimonio de su sacrificio, pero vistos por la colectividad como gente peligrosa que no merecía acompañamientos masivos. Nos veían como apestados, aseguraron más tarde muchos de esos combatientes. ¿Y la Iglesia católica? Un documento aislado del arzobispo de Caracas, unos pocos sacerdotes conspirando en sus parroquias y la actitud levantisca de los estudiantes de la UCAB, cercanos todos a las postrimerías de la autocracia, son pocas golondrinas para hacer verano. Una jerarquía que había apoyado a un régimen que se exhibía como coromotano no podía hacer una maroma sin la protección de la red. ¿Y la Junta Patriótica? Estamos ante un símbolo extraordinario, frente al resumen de un anhelo de libertad, a la vista de la flama sinuosa de una candela renuente en la mayoría de los espacios del mapa, pero no impresionados por la existencia de una dirección que determinara la realización de hechos concretos. Esos hechos hacían fila en el patio del cuartel.

La participación colectiva, las movilizaciones de los estudiantes en universidades y liceos, las algaradas en los sectores populares, especialmente en Caracas; los manifiestos públicos, el sonar de las cornetas en las avenidas y de las campanas en las torres, la cascada de manifestaciones callejeras, fueron un hecho semanal, o tal vez quincenal, posterior al Año Nuevo, y la dictadura se desplomó con sus mediocres cabecillas. Una reacción tan breve, sin la asistencia de grandes mayorías, fue importante, pero no capital. Acompañó a los oficiales descontentos y animó a descubrir las simpatías partidistas que estaban en un escaparate de diez años, la efímera presencia de un pueblo al que después se le dio el puesto que en su momento no ocupó.

Lo realmente trascendental ocurrió después, cuando se limpió de perezjimenistas la primera junta y cuando los partidos, con su militancia ya despierta y con sus líderes actuando sin trabas, forjaron una sensibilidad unitaria, nacida en el seno de la Junta Patriótica, que logró la restauración de la democracia, el triunfo sobre nuevos militarismos y, en especial, la búsqueda de un republicanismo perdido en los rincones de la historia. De allí la entidad del golpe ocurrido hace sesenta años, cuando el “bravo pueblo” se hizo de rogar para animarlo, pese a que después lo inflamos y celebramos. Si las sociedades no tienen pergaminos, se los inventan.

En Nacional

21 de enero de 2018

epinoiturrieta@el-nacional.com

@eliaspino

 3 min


Maxim Ross

Un tema poco discutido en Venezuela es la relación entre las elecciones del presidente de la Republica, el poder que este tiene y el que le otorgamos en cada una de ellas. Este año, 2018, se van a realizar quizás las elecciones presidenciales mas importantes de nuestra historia, no solo porque se dirime ese “gran poder”, sino porque en este caso se trata de la escogencia, a través de ellas, del modelo de sociedad que quiere Venezuela, tomando en cuenta el inmenso poder que se acumula en “manos presidenciales”.

La reelección de Nicolás Maduro o la elección de cualquier otro candidato de la revolución bolivariana, lleva esa importante connotación, más todavía si cualquiera puede ser elegido con un mínimo de votos, puede serlo indefinidamente y las condiciones y garantías electorales no están plenamente vigentes. El “dibujo” del peligro resulta lo bastante nítido como para estimular una seria reflexión sobre el tema.

Números que ayudan a pensar.

En los resultados electorales de varias elecciones presidenciales encontramos una pauta de interés. En general en casi todas ellas el presidente fue elegido por la mitad o menos de votos y, en algunos casos, con una minoría significativa. Repito, ello no sería relevante si no tomamos en cuenta el poder que va a tener el escogido, pues no se trata de una elección en Inglaterra, Francia o los Estados Unidos donde está severamente limitado por los restantes poderes públicos. No. En Venezuela se trata de todo lo contrario porque aquí solapa y limita los demás y no se trata solo de ahora. Es un patrón de larga data

Desde que existen elecciones presidenciales el presidente fue elegido con estos votos:[1]

1947 Rómulo Gallegos con el 74%

1958 Rómulo Betancourt con 49%

1963 Raúl Leoni con el 33%

1968 Rafael Caldera con el 29%

1973 Carlos A. Perez con el 49%

1978 Luis Herrera con el 46%

1983 Jaime Lusinchi con el 57%

1988 Carlos A. Perez con el 53%

1993 Rafael Caldera con el 31%

1998 Hugo Chávez con el 56%

Después de estas elecciones ya no podemos decir que se realizaron en condiciones plenamente democráticas, pero allí están los resultados:

2000 Hugo Chávez con el 59%

2006 Hugo Chávez con el 63%

2012 Hugo Chávez con el 55%

2013 Nicolás Maduro con el 50%

¿Qué nos dicen?

1º En las 10 primeras 6 resultaron por debajo de la mitad y 4 por encima,

2º En las 4 siguientes todas, menos una supera la mitad,

3º De un total de 14 elecciones 7 fueron por debajo de la mitad y 7 por encima, pero este es un resultado distorsionado por unas elecciones muy cuestionadas.

Si solo tomamos en cuenta las primeras, observamos que el patrón a que nos referimos se cumple por cuanto el presidente toma el poder con solo la mitad o una minoría de votos. Una encrucijada tan importante como la que se presenta en el 2018 obliga una seria reflexión sobre el tema.

Poder y Presidencia en Venezuela.

Quizás resulte un lugar común invocar esos dos valores porque, en nuestro país todo el mundo sabe que los presidentes siempre han tenido mucho poder, más todavía en un país donde la figura del “líder” o del esperado “Mesías” son tan marcadoras de la vida política, pero no vamos a repetir esa apreciación. Evaluemos su verdadera dimensión.

Primero que nada, detrás, si quizás muy detrás, está la figura legendaria de Libertador, del militar que libera la patria del yugo extranjero, lo cual, ya de si le da el inmenso poder que deriva de la guerra. Si nos vamos a los primeros tiempos en la formación de nuestra nación, esos hechos marcaron la gesta de su vida republicana, con la influencia decisiva del poder militar sobre el civil. No en balde se ha repetido que, en todos esos años, pocos civiles gobernaron Venezuela. Generales y generales vimos hasta 1958.

Luego, en la era democrática los presidentes no dejaron de tener poder e influencia, inclusive mas allá de quienes los eligieron y de sus propios partidos políticos, en especial después de la ruptura del Pacto de Punto Fijo, cuando esa relación se quebró, pero ¿De donde proviene ese super poder?

El Petróleo, el Estado y el Poder.

Si bien antes pudiéramos decir que el poder presidencial provino de la guerra y la sucesión militarista, ahora, en nuestros tiempos tiene otra fuente. La configuración del Estado venezolano, ya en su origen y tradición “centralista”, se fortalece totalmente con la llegada del petróleo pues, en la particular circunstancia de que su explotación original es por firmas extranjeras, se desarrolla una perspectiva “nacionalista” que fomenta el poder del Estado y, con este, el Presidencial. La tesis, amparada en el famoso decreto de Bolívar sobre la explotación de las minas, cierra el capítulo de quien ha de ser el propietario del valioso recurso natural. El Estado único dueño y señor y, con él, quien lo dirige.

Todos los presidentes venezolanos, civiles o militares, contaron con ese recurso para hacer y deshacer con Venezuela. No hubo poder que pudiera contra restarlo y controlarlo. El Estado pudo apropiarse de las principales industrias y así lo hizo. Reiterados “planes quinquenales” fueron la forma de gobernar a Venezuela y, en ellos, el presidente es el autor principal.

El presidente pudo y puede legislar a su antojo, sin contar con más nadie. Basten algunos ejemplos: “…en los últimos tres cuartos de siglo (75 años) vale decir, desde 1940 al 2015, se ha producido un fenómeno, que políticamente podemos calificar como muy inconveniente, de leyes emanadas del Poder Ejecutivo Nacional, las cuales han convertido a éste en el gran legislador durante el mencionado período…. A título meramente ilustrativo, se ha de tener en cuenta que desde 1939 hasta 1961 se dictaron aproximadamente más de cuarenta (40) decretos fundamentados en la restricción de la garantía económica; posteriormente, desde 1961 hasta 1985 se dictaron aproximadamente ciento cuarenta (140) decretos. Bajo la Constitución de 1961 se dictaron siete (7) leyes habilitantes y bajo la Constitución de 1999 se han dictado cinco (5) Leyes Habilitantes y, consecuencialmente, una profusa y amplia legislación delegada que debe ser objeto de reflexión…”[2] .

Como puede constatarse, el poder presidencial en Venezuela rebasa todas las dimensiones, es casi infinito y, podría decirse, que lo ejerce prácticamente con el mismo poder de una “monarquía”, régimen político que, se supone sustituimos por el de una República.

El otro ejemplo, digno de considerar es la actual capacidad del presidente de decretar estados de excepción, sin que ningún nadie tenga la fuerza para limitarlos o evitarlos. Demás estaría decir del que le confiere el manejo de la Hacienda Pública, cuestión desde luego normal para cualquier presidente o Primer Ministro, pero bajo condiciones completamente contrarias al caso venezolano.

Por si no fuera poco.

Un componente peculiar que le añade “algo mas de poder” al presidente de Venezuela, es que tiene la facultad de presidir la Asamblea de Accionistas de PDVSA, esto es él es la acción preferida o, en realidad, la única que maneja el negocio petróleo. De allí su facultad para nombrar y quitar directivos sin la intervención de ninguna otra entidad, menos por supuesto de quienes lo eligieron, los verdaderos propietarios del recurso. La otra facultad está en la elección del presidente del Banco Central, esta vez supuestamente limitada por un voto de la Asamblea Nacional, pero que en realidad no es así. Lo elige su única autoridad. Maneja, entonces, el petróleo y la moneda.

Luego de estas apreciaciones sobre el poder presidencial en Venezuela, cabe la pregunta de ¿qué se puede hacer?. En este sentido elaboramos varias propuestas que recapitulo ahora, pero quizás mas importante sea evaluar estas elecciones presidenciales desde una perspectiva mayor: la conciencia de que es lo que vamos a elegir en el 2018 y si asi debería ser. Estas son las propuestas que hemos sugerido para la discusión.[3]

1º Prohibir bajo toda circunstancia la delegación legislativa de la Asamblea Nacional al Poder Ejecutivo, esto es al presidente,

2º Elegir al presidente en una segunda vuelta que, desde luego, debería ser de mas de un 50% de los votos, pero dado ese poder ¿no sería mejor al menos un 60%?,

3º Suspender indefinidamente la posibilidad de la “reelección indefinida” y limitarla a un máximo de dos periodos consecutivos. Para ambas se propone realizar una Enmienda Constitucional, para la cual esta facultada nuestra Asamblea.

Además de estas dos propuestas se sugiere:

1º Modificar la Ley del Banco Central y, de acuerdo a la Constitución vigente, velar porque su directiva sea efectivamente nombrada por el cuerpo legislativo,

2º Incorporar en la Asamblea de Accionistas de PDVSA, al menos una representación de la Asamblea Nacional o, mejor todavía, darle una capacidad representativa a la sociedad civil a través de sus organizaciones e instituciones, por ejemplo, gremios, universidades, etc. De ello derivaría una Directiva mas representativa de los distintos intereses nacionales.

Posiblemente se consideren estas ideas situadas en el terreno de la “utopía”, en especial porque ni Asamblea Nacional tenemos, ni Banco Central y PDSVA en la “bancarrota”, pero allí quedan para algún momento futuro a conciencia de que esas reformas podrían ayudar a balancear ese inmenso poder que le hemos dado a los presidentes de Venezuela. 2018 puede ser una oportunidad para hacer algo distinto.

[1] Tomados de Wikipedia, Porcentajes redondeados por el autor.

[2] Ver “Necesidad de un Proyecto Integrador para Venezuela” CEDEV/UMA.2016

[3] Ver doc., previamente señalado

 7 min


Carlos Raúl Hernández

Esa pitonisa no acierta jamás, ni siquiera como los relojes dañados que tienen razón dos veces al día. Pero colgó en tuiter la nómina exacta de los sobornos del gobierno a la delegación opositora en Santo Domingo, por permitirle “ganar tiempo”. Como ella misma y la mayoría de los lectores saben que es mentira, decirlo es un esfuerzo que denota a interés específico. Su trabajo, su forma de ganarse la vida es “adivinar” en las redes. Por eso el asunto no es lo que ella diga sino quién indica el objetivo a destruir, da las instrucciones y paga? Hay gente que se dedica desde hace años a desacreditar a los que disienten de sus luctuosos errores: La Secta.

No se debe hablar en serio con traficantes de engaños, pero… la hipótesis de que “Maduro gana tiempo” es nula porque él quiere hacer elecciones en abril y la oposición en octubre. Otro ejemplo: al jefe de un partido de la Unidad en un sofá del hotel donde se alojaba en Santo Domingo, lo grabaron para hacerle la repugnante trampa de denunciarlo por estar en el hotel donde se alojaba en Santo Domingo. El sicario que grababa fingía recibir instrucciones sobre un tratamiento facial, para darle realismo inculpador a la escena.

¡Horror! El vendido está en un hotel mientras el pueblo no come! Estos productores y distribuidores de ruindades deben ser cyborg ambulantes, programados por sujetos con arterias sin sangre, con una merengada de bilis, frustraciones, amarguras, fracasos existenciales, carencias éticas, que solo obtienen paz con dañar a otros. Un peligro que tuvieran siquiera el poder de abrir y cerrar una puerta. Vienen a la política por estos sumideros, por ayuno de atributos y mesura para hacerlo por vías higiénicas. Lo peor es que ellos, formados bajo el “galáctico”, trasmiten a los suyos la enseñanza de que vale todo.

El síndrome de Caín
El diálogo debe mantenerse porque el gobierno quiere que la oposición lo rompa. Pero a fin de degradar a los negociadores de Santo Domingo se acuñó la consigna de mayor infelicidad en años: el hambre no dialoga. Al intelecto mermado del programador de cyborg se le ocurrió, para hacer creer quién sabe a quién que los dialogantes son de alguna manera cómplices de sus infortunios. Política desaseada, chismes, depredación verbal. No se apunta a una realización concreta, no dan un paso para edificar algo, ni ayudan a nada constructivo. Y las posiciones recibidas de la Unidad, las dilapidaron.

Carecen de buena disposición hacia nada, porque integran un sanedrín, un club deslenguado para estar en locación cuando llegue el general Lee. Su práctica es lo que llama Peter Sloterdijk, pureza de los fines, cinismo de los medios. Ideales superiores, grandilocuentes, declamatorios, pero lo concreto, los instrumentos que utilizan, son de polimorfa amoralidad. El síndrome de Caín. Como me rechazan y no tengo a nadie, asesino a mi hermano que si logra reconocimiento, aunque sea precario (Kafka escribe en El proceso que estaba aterrado porque “la mentira se convierte en el orden del mundo”.

El truco es sencillo: sus elevados fines (el bien, la patria, “la república”, la libertad) los convierten en criaturas resplandecientes y no necesitan argumentar sus trágicas torpezas. Santifican operaciones opacas, maniobras y trucos. Como no pueden construir, su única ocupación es distorsionar, desnaturalizar santamente cualquier cosa que hagan o digan Henry Ramos, Borges, Rosales o Falcón. Para eso cuentan con una federación de amargados, guerrillas comunicacionales, cabilleros digitales, que pasan el día en chancletas rumiando bajas pasiones, el Grupo Exterminio en las redes. Ya conocemos lo que traen quienes se meten en política a nombre de la destrucción.

Fines santos, medios cínicos
Eso naturalmente terminará cuando necesiten de nuevo los votos de los partidos para ser diputados o alcaldes, como hemos visto y veremos. No tienen una idea, un argumento, solo la negación, la expresión de su rabia mellizal y de sus limitaciones, la heterodoxia moral y carencia de sentido político. La mala noticia para ellos es que reapareció en las redes un componente de racionalidad y sensatez que desconcierta a La Secta porque no deja pasar libres sus tóxicas destilaciones. Gente decente, inteligente, hastiada de la demagogia, impostura e irresponsabilidad, entra en acción, cosa que agradezco en profundidad.

En beneficio de mantener con vida a nuestros jóvenes ojalá no oigan el balbuceo de “salir a la calle” (algunos irónicamente lo interpretan como salir de tascas). Vacío de ideas, de ética, de estrategia, de sentido común y sentido de la realidad. No pudieron hacer una organización presentable y las posiciones que alcanzaron gracias a la fuerza de la Unidad, se las quitaron de la mano como caramelos a un niño. Dedíquense a hacer lo suyo y dejen a los demás en lo que creen, sin calumnias ni bajezas.

Los partidos podrán legalizarse a finales de enero, ojalá lo hagan y La Secta seguirá fuera de la política real, para bien de los jóvenes que son los que pagan cada vez que ella se alebresta. Pero siempre despotricarán y si la oposición racional regresa al camino que no debió abandonar, se reducirán a ser molestia ambiente. Imitan el tinitus, una afección que sufrieron personajes como Michelangelo y Van Gogh, un permanente pitico en el oído. Al principio desequilibra emocionalmente a quien lo sufre, pero con el tiempo se hace costumbre, pasa a ser irrelevante.

@CarlosRaulHer

 4 min


Ramón Peña

En pocas palabras

¿Por qué me aguijoneas si te estoy ayudando a cruzar el rio? preguntó la ranita al escorpión.

Lo siento, esa es mi naturaleza, le respondió.

Fábula popular

Si faltaba horror en el corazón de las tinieblas de la Venezuela de hoy, el país y el mundo entero han presenciado en tiempo real las imágenes de la masacre a sangre fría de unos venezolanos rebeldes que negociaban su rendición ante la fuerza pública y la justicia.

Las premonitorias grabaciones que el líder del grupo, el Comisario Oscar Pérez, tomó cuidado en enviar a las redes sociales antes del brutal ajusticiamiento y las de los celulares indiscretos que registraron el desmesurado ataque con armas de guerra, reafirman una vez más ante el mundo la naturaleza despiadada y malandra de la banda gobernante.

Esta acción de los matones del régimen nos ha recordado uno de los iconos más representativos de la cruenta Guerra de Vietnam: aquella fotografía, tomada en febrero de 1968, luego de la masiva Ofensiva del Tet, en la que un general del ejército de Vietnam del Sur dispara a la cabeza de un joven del Vietcong, prisionero, indefenso y esposado, en una calle de Saigón. La gráfica, testimonial del cobarde gesto de este oficial de una tiranía que era respaldada por el ejército de Estados Unidos, produjo repudio y condena mundial. En la sociedad norteamericana, desató un categórico rechazo que liquidó las aspiraciones del guerrerista Lyndon B. Johnson a ser reelegido Presidente.

La pandilla que nos rige podrá continuar mintiendo y deformando los hechos, pero le será imposible borrar las imágenes acusadoras de los medios digitales. Son tan indelebles como aquella gráfica de Saigón. Cuando llegue la hora de la justicia estos criminales se las verán con los celulares como testigos de cargo.

22 de enero de 2018

ramonpen@gmail.com

 1 min


Jesús Elorza G.

Desde muy tempranas horas, miles de personas fueron llenando las calles de la parroquia Santa Rosa de Barquisimeto para participar en la peregrinación que se celebra cada año. La Divina Pastora de Barquisimeto es una advocación mariana de la Iglesia Católica. Su imagen tiene su principal centro de veneración en el Santuario de Santa Rosa situado en la parroquia Santa Rosa de Barquisimeto y es la patrona de la ciudad. Cada 14 de enero se celebra una multitudinaria peregrinación mariana, que es considerada la tercera más grande a nivel mundial, solo es superada por la que se hace con la Virgen de Guadalupe (México) y la Virgen de Fátima (Portugal). Sin embargo, tiene un toque auténtico y es que la imagen de la Virgen sí sale de su templo y recorre buena parte de la ciudad. Por lo tanto, se puede decir que es la procesión mariana más grande del mundo en lo que respecta a nivel de asistencia.

El acontecimiento que sentó las bases de la actual devoción a la Divina Pastora ocurrió a raíz de la epidemia de cólera que asoló varios estados venezolanos en la década de 1850. El párroco de la iglesia de la Concepción de Barquisimeto, Macario Yépez, decidió sacar en procesión la talla mariana para invocar su auxilio contra la peste. La Divina Pastora salió de Santa Rosa el 14 de enero de 1856 seguida de una inmensa multitud.

Contra todo pronóstico y rompiendo barreras económicas, de transporte, de salud y de distancia, la procesión de la Divina Pastora en su recorrido 162, superó las expectativas para este año al lograr que más de dos millones y medio de personas se movilizaran y respondieran al llamado de la fe mariana. Los feligreses, venidos desde todas las regiones del país acompañaron a los guaros de Lara en todo en el recorrido de aproximadamente siete kilómetros y medio de la procesión.

En el trayecto de la peregrinación, los participantes se toparon con una tarima lujosamente adornada ubicada en la avenida Morán con Venezuela, a una cuadra del círculo militar de Barquisimeto. En la misma, se encontraban espléndidamente atendidos por una decena de mesoneros la gobernadora del estado y las autoridades militares. Este derroche estaba acompañado de un potente equipo de sonido que hacia retumbar en todos los alrededores las interpretaciones musicales que adornaban el sarao “y que religioso” de los enchufados representantes. El maestro de ceremonias, no perdía oportunidad para ensalzar a los presentes en la tribuna, con loas al gobierno y a la revolución.

Un sentimiento de repulsa e indignación, no se hizo esperar en los feligreses y comenzaron a gritar consignas contra el deprimente espectáculo de los enchufaos por considerarlo ofensivo al acto de devoción que hoy se manifestaba a la Divina Pastora.

El maestro de ceremonia, micrófono en mano, intentaba manipular las consignas de rechazo, haciéndole ver a la “ilustre comitiva” de la tarima otra realidad. A los gritos de “Y va a caer, y va a caer / este gobierno va a caer”….cambiaba el contenido para hacerlo pasable a las autoridades. “Y va a caer, y va a caer/ el gobierno de Trump va a caer”….lo cual era seguido por aplausos frenéticos y la gobernadora transformada en una porrista cualquiera con sus pompones rojos-rojitos.

A la consigna “Fuera, fuera”…le agregó “Fuera, fuera los lacayos imperialistas”….aplausos.

“Si se puede”….la cambio por “Si se puede instalar la revolución bolivariana –socialista del siglo XXI”

La consigna de los estudiantes presentes en la peregrinación “Resistencia, resistencia”….fue modificada por “Resistencia / el imperialismo no pasará”…esta vez. los aplausos fueron acompañados de una ronda de whisky 18 años.

A los gritos de Libertad, Libertad, el maestro de ceremonias muy emocionado, arengó a los presentes en la tribuna señalando que allí estaban los hijos de Bolívar pidiendo la Libertad de los sobrinos de la primera combatiente y el camarada Nicolás….otro whisky.

“Elecciones Ya”…..nuevamente el pueblo miliciano que hoy recorre las calles de Barquisimeto, le exige a la camarada Tibisay que convoque de inmediato elecciones en la Conferencia Episcopal Venezolana……el párroco Muna Molina presente en la tribuna, con una revolucionaria formula sacramental (epíclesis) cambio el vino que representa la sangre de Cristo por un whisky 18 años.

Cuando los feligreses, comenzaron a lanzar naranjas contra aquel bochornoso espectáculo, el inefable locutor pretendió decir que eran peticiones que el pueblo les lanzaba a las autoridades. Pero, como la lluvia de objetos fue en aumento, no le quedó más camino que gritarle a los enchufaos, imitando a Páez, “Vuelvan cara “y saltando de la tribuna se refugiaron en el Círculo Militar”

Ese acto de rebeldía ciudadana contra la desfachatez gubernamental, el hambre, la escasez, la inseguridad fue catalogado como “La Divina Protesta”

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