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Opinión

La dolarización de la economía venezolana es notoria para todo aquél que hace mercado. El bolívar sigue siendo la moneda de curso legal en el país, pero los precios se fijan con referencia al llamado dólar paralelo, ya que buena parte de las importaciones se hacen a esa cotización. El dólar paralelo está en niveles artificialmente elevados por el absurdo control de cambio actual y los severos desequilibrios macroeconómicos causados por las políticas del gobierno. Como el trabajador percibe su sueldo en bolívares -cuyo ajuste se rezaga con respecto a la inflación-, y no en dólares, los precios dolarizados y la caída de su salario real se convierten en garras que atenazan su nivel de vida.

De poder contar con un tipo de cambio que equiparase el poder de compra interno del bolívar con su poder adquisitivo externo, la inmensa mayoría de los productos que compramos bajarían significativamente de precios. Un cálculo simple arroja que el tipo de cambio real de equilibrio pudo haber estado para finales de marzo en torno a Bs. 700/$. Esto indica que con Bs. 700 se hubiese comprado lo mismo en el mercado doméstico que lo que se adquiere afuera con un dólar. En el anexo se registran precios al consumidor final de algunos productos alimenticios tomados al azar de la página web de Walmart, traducidos a bolívares como si se importaran a Bs. 700/$. El kilo de azúcar y de arroz, que sólo se consiguen hoy a Bs. 5.000, costaría Bs. 805; el pote de leche en polvo Nestlé estaría en Bs. 6.815/kg., cuando una bolsa de “bebida láctea en polvo” se vende ahora a más de Bs. 21.000; el papel toilette a Bs. 455 el rollo; etc., etc., como podrá apreciar el lector.

Pero en los actuales momentos no están dadas las condiciones para que todas las transacciones externas pudiesen sostenerse a Bs. 700 por dólar. Por ejemplo, si se divide la Liquidez Monetaria por las Reservas Internacionales existentes para finales de marzo, da un tipo de cambio de Bs. 1.200/$. De liberarse el tipo de cambio, la cantidad de bolívares en poder del público y la pérdida de confianza en esta moneda como depositario de valor dispararía la cotización del dólar muy por encima de Bs. 700. Es más, lo racional sería endeudarse o vender activos para comprar dólares a ese precio antes de que se acabasen, generando una presión especulativa que pondría el precio del dólar por las nubes. La gente sabe que la exportación de petróleo ha disminuido considerablemente y, con ello, la cantidad de dólares que ingresan al país. Además, parte importante de éstos van a pagar el servicio de la deuda. En la medida en que existan expectativas de una altísima inflación, como ha sido el caso en los últimos años, nadie va a querer conservar bolívares, ya que perderán rápidamente su poder adquisitivo. La gente busca gastarlos de inmediato en cosas que hacen falta o adquiere dólares para preservar su poder de compra. Nadie atesora bolívares por la desconfianza en esta moneda y en las políticas del gobierno.

Esta desconfianza se alimenta de un gasto público desbordado, del financiamiento monetario de sus déficits -la “maquinita” del BCV- y la caída en las reservas internacionales. Estimaciones propias indican que el financiamiento inorgánico del déficit podría haber superado el 20% del PIB en 2016[1]. Distorsiones macroeconómicas tan fuertes explican la descomunal inflación del 550% del año pasado estimada por la Asamblea Nacional. De seguir con las mismas políticas, algunos calculan que la inflación podría superar el 1.600% en 2017 (¡!). No se puede estabilizar el tipo de cambio en torno a sus valores de equilibrio si no se controla la inflación y se consigue un financiamiento capaz de equilibrar en el corto plazo las cuentas externas. Si no se solucionan los graves desequilibrios macroeconómicos, internos y externos, no podrán resolverse los perversos desequilibrios microeconómicos entre precios de consumo dolarizados y capacidad adquisitiva disminuida del salario, que empobrecen a los venezolanos hoy.

Pero el gobierno se niega a corregir sus políticas para acabar con estas distorsiones macroeconómicas. Ello implicaría sanear las cuentas públicas, sincerando los precios de los bienes y servicios que vende, desembarazándose de empresas que desangran al Estado y rescatando a PdVSA de la lamentable postración a que la han llevado. Un Estado robustecido en sus ingresos podría focalizar el gasto de manera mucho más eficaz en los bienes públicos de educación, salud, infraestructura, servicios y asistencia social, que requieren los venezolanos. El gobierno se niega, asimismo, a acudir a organismos financieros internacionales para un empréstito que permitiría renegociar la deuda externa sin tener que sacrificar las importaciones, así como unificar y estabilizar el tipo de cambio muy por debajo de su actual cotización “paralela”. En este marco, un crédito puente serviría para solventar de inmediato la crisis humanitaria que resulta del desabastecimiento de alimentos y medicinas. Un financiamiento externo bien negociado permitiría disponer, además, de recursos para compensar a aquellos sectores de bajos ingresos ante la sinceración de los precios de la gasolina, la electricidad y la telefonía, hasta tanto la economía se reactivase y pudiesen conseguir empleos cada vez mejor remunerados. Por último, el Ejecutivo se niega a desmontar el sistema de controles que actualmente asfixia la actividad económica doméstica, dificultando la capacidad de repuesta del aparato productivo ante las reformas mencionadas. En un marco de garantías sobre los derechos de propiedad y para solución de conflictos, estas reformas atraerían inversiones extranjeras interesadas en las grandes potencialidades de nuestra economía y en los bajísimos sueldos que, lamentablemente, han provocado las políticas “revolucionarias”. Actualmente, Venezuela es el país latinoamericano que percibe menos inversiones foráneas, salvo Haití.

El gobierno se refugia en su retórica ideológica para no cambiar sus políticas. Denuncia las reformas como “neoliberales”, capitalistas, mientras sus políticas favorecen al pueblo (¡!) Las verdaderas razones por las que se niega a cambiar consisten simplemente en que el sistema de controles y los desequilibrios a que dan lugar son la fuente de inconmensurables ingresos que, de la noche a la mañana, se embolsilla la oligarquía militar-civil actualmente en el poder, a espaldas del control político y social de los venezolanos, como expliqué en otro artículo [2]. Así las cosas, el único ajuste que le queda a Maduro ante la caída en el ingreso petrolero es el recorte drástico de las importaciones para poder pagar la deuda externa -agravando aún más el desabastecimiento interno- y el rezago en el incremento de los salarios ante al alza en los precios, que empobrece al trabajador, como política anti-inflacionaria. El control de precios tenía que fracasar, pero pregona ahora que la solución está en los CLAPs, instrumento de chantaje y control social de los más humildes, y fuente de corruptelas y dineros malhabidos.

En un plazo comparativamente corto un aparato productivo libre de importar insumos, equipos y repuestos a un dólar mucho más barato que el “paralelo”, y sin los controles de precio que lo aplastan, podría suplir buena parte de los requerimientos de la demanda doméstica, sustituyendo importaciones y ahorrando divisas. La afluencia de inversiones extranjeras permitiría ampliar exportaciones petroleras y no petroleras, aliviando la restricción externa y permitiendo el pago de las deudas contraídas. La reactivación de la economía generaría fuentes de empleo productivo que permitirían un aumento relativamente rápido de los sueldos que, junto a un tipo de cambio de equilibrio, recuperaría el poder adquisitivo de los asalariados. El emprendimiento de grandes, medianos y micro empresarios, así como nuevas inversiones, se traducirán en aumentos sostenidos de productividad. Ello revertiría el perverso desequilibrio entre precios dolarizados altos y remuneraciones ínfimas.

Que este gobierno insista en su ajuste hambreador, habiendo posibilidades de superar el sufrimiento que hoy agobia a la población, es señal inequívoca de crueldad. Le quita toda legitimidad.

ANEXO

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¿Qué lección podemos extraer de los sucesos del 11 de abril del 2002 aplicable a los hechos actuales? Hace 15 años las protestas fueron organizadas por la sociedad civil. La primera alerta de lo que pretendía el régimen la dio la AC Asamblea de Educación al oponerse al proyecto de Ley de agosto del 2001. Con la promulgación de 49 Decretos-Leyes, en noviembre 2001, se hizo notorio el irrespeto a la democracia y a la Constitución. Fedecámaras expresó su rechazo a esas Leyes y ese mismo año el gobierno intentó apoderarse de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) impulsando la candidatura de Aristóbulo Istúriz, quien fue derrotado por Carlos Ortega. A fines de ese año la CTV y Fedecámaras, en presencia del cardenal Velasco, suscribieron las bases para un acuerdo democrático.

El 25 de febrero 2002 los trabajadores de Pdvsa emitimos el comunicado ¡Salvaguardemos a Pdvsa! Y el 5 de abril se inició el paro petrolero por la Refinería de El Palito. El 9 se sumaron la CTV y Fedecámaras y, tal día como hoy, hace 15 años convocaron a una marcha en apoyo a los petroleros. La marcha estaba programada desde el Parque del Este hasta el edificio de Pdvsa en Chuao. Fue tal el volumen de los asistentes, que era imposible que no decidiéramos marchar a Miraflores a solicitar la renuncia del presidente.

Chávez convocó a sus violentos a ¨defender la revolución¨, lo cual corresponde a los organismos del Estado. Pudo ordenar detener la marcha a la altura de la autopista, pero le interesaba la confrontación, por lo que es responsable de la masacre. Por ser testigo presencial en la avenida Baralt, junto con mi esposa, puedo dar fe de los disparos desde Puente Llaguno hacia quienes manifestábamos y la intervención de la Policía Metropolitana tratando de impedir el choque. El libro ¨Las balas de abril¨, de Francisco Olivares, y el documental ¨Radiografía de una mentira¨, de Wofang Schalk y Thaelman Urgelles detallan objetivamente ese suceso. El irresponsable difunto reconoció el 15 de enero del 2004 que él había provocado la crisis.

Cumpliendo con su deber, la Fuerza Armada le solicitó la renuncia al presidente, la cual aceptó. Posteriormente la misma Fuerza Armada, en una decisión insensata, lo regresó al poder. Durante su detención lloró e imploró lo enviasen a Cuba. De nuevo en el poder pidió perdón, regresó a sus cargos a los petroleros que fuimos despedidos o jubilados, pero al poco tiempo volvió a cometer desafueros y a violar la Constitución.

¿Por qué no culminó exitosamente esa gesta de la sociedad civil? Básicamente porque el gobierno presidido por Carmona no tuvo apoyo militar, ni político. Los generales estaban divididos y disputándose cargos. A los políticos les faltó visión. No percibieron que Chávez tenía mentalidad totalitaria y que era necesario salir de él, en ese entonces con solo un 35% de apoyo popular. Algunos se rasgaron las vestiduras y denunciaron que se había roto el hilo constitucional, ¿acaso Chávez no había violado la Carta Magna? Otros sostienen que Carmona pudo llegar a un acuerdo con los diputados para dar legalidad a su mandato. Hechos posteriores evidenciaron que solo un pequeño grupo hubiese estado dispuesto a eso. Esa Asamblea tenía que ser disuelta ¿o es que todavía alguien piensa que era posible la cohabitación?

En este 11 de abril del 2017 la situación es diferente. No se percibe que haya un Manuel Rosendo que desobedezca órdenes de aplastar a quien protesta. Tampoco que haya oficiales subalternos como el capitán Michael O´Brien que denuncie a los José Vicente Rangel que dan órdenes de reprimir. Rojiarcas con desprecio por la vida de sus conciudadanos como el general Reverol, Diosdado, Istúriz y Bernal están decididos a empuñar kalashnikov y asesinar a los demócratas.

Del lado positivo, por fin los dirigentes de los partidos democráticos tienen clara la naturaleza totalitaria del régimen y las dificultades para desplazarlo solo con elecciones. Han estado activos al frente de las protestas y logrado gran apoyo internacional. La iglesia católica y la Federación de Iglesias Evangélicas condenaron el golpe de Estado. Los militares tendrán que reaccionar. No creemos que en los cuarteles comulguen con Padrino y Reverol.

En el 2002 había abusos, pero algunos pensaban que con elecciones podíamos recobrar la democracia. Hoy, además de la represión, hay escasez de todo tipo, una gran inflación y el bolívar en el suelo. Los jóvenes no tienen futuro. Con Leopoldo, Ledezma y Ceballos presos, Capriles inhabilitado, diputados golpeados y la Asamblea Nacional imposibilitada de legislar, el régimen demostró que no está dispuesto a entregar el poder. Hace 15 años marchamos, nos fuimos a casa y solo regresamos a la calle meses después. Hoy el pueblo ha marchado y sigue en la calle. Somos optimistas, esto no puede continuar. Hace tiempo Maduro rompió el hilo constitucional, nos toca restaurarlo.

Como (había) en botica: Solidaridad con el tenaz general retirado Ángel Vivas, secuestrado por el régimen. Rechazamos la inhabilitación a Capriles que ordenó Maduro al Contralor Galindo. Instamos al gobernador a dar una respuesta adecuada, sin caer en las vulgaridades de los rojos ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 4 min


En estos días de la Semana Mayor, que hoy comienza, recordamos, una vez más, el inicuo e injusto proceso a Jesús, auténtica muestra del más absoluto desprecio a todas las garantías de la justicia humana, representada en personajes que en todos los tiempos han hecho acto de presencia en oscuros recintos que asumen el nombre de tribunales, no siendo otra cosa, en no pocos casos, que tarimas de ejecución con verdugos encapuchados que cumplen con su papel de dictar sentencias bajo acusaciones sin fundamento y declaraciones amañadas.

Los protagonistas de este proceso guardan estrecha similitud con muchos de los enjuiciamientos penales de nuestros días aciagos que vive Venezuela.

Por la delación cobarde de un patriota cooperante, fuente viva de información, cubierta con el anonimato ofrecido y las dádivas prometidas, con manifiesto engaño, se inician entre nosotros investigaciones penales por presuntos hechos de conspiración o de traición a la patria. Con gran despliegue de fuerza, grupos armados ejecutan las órdenes de sus jefes para practicar detenciones en supuesta flagrancia, como lo hicieron con Jesús, entregado por Judas, su discípulo, quien, a cambio de treinta monedas y movido por su profundo resentimiento, condujo a los aprehensores hasta su Maestro, concluyendo sus días en trágico suicidio. Judas había aceptado la traición “y desde entonces buscaba una ocasión favorable para entregarlo a escondidas del pueblo”.

El preso, llevado ante los notables de la comunidad fue interpelado y acusado con falsos testigos y, después de la “escandalosa” confesión de ser el Hijo de Dios, el Mesías, se dio por probada la blasfemia que, sin embargo, no abría el camino para una condena a la pena máxima por parte del Consejo Supremo local, acordándose su entrega a la autoridad invasora romana. El imputado, dueño de sí, dejó sentada la arbitrariedad de su arresto y los confrontó con el alegato de su mensaje difundido en público y a plena luz del día ante lo cual solo quedó el argumento, en este caso, trascendente, pero que encerraba la inculpación de un inocente: “Es necesario que uno muera por el pueblo”.

Formulado el acto conclusivo de la acusación que ponía fin a la etapa ventilada ante los notables o el Consejo más prominente del pueblo, de sesgo oficialista, sin potestad para aplicar la pena de muerte que se quería para el acusado, se acordó la vía de exhortar al gobernador romano a los fines de juzgar al reo, manipulando su lealtad al poder que no podía estar de acuerdo con un agitador social que desafiaba al propio imperio: “Si lo dejas libre, no eres amigo del César”.

Entra así en escena uno de los más repudiados jueces de la historia, el magistrado prevaricador, pusilánime, cobarde, entregado al poder y no a la justicia, capaz de expresar la terrible sentencia que lo marcó para siempre: “Como ven ustedes, no encuentro motivo alguno para condenar a este hombre (...) en todo lo que hizo no hay ningún crimen que merezca la muerte: así es que, después de castigarlo, lo dejaré libre”, para concluir pronunciando el veredicto que reclamaban.

Estos siniestros personajes que llenan el espacio de la injusticia suprema que juzgó y condenó a quien se entregó a la muerte por nosotros, cobran vida en la realidad de nuestros días. Se negocia con la justicia y el Estado entra en el juego macabro de canjear la impunidad por una delación colocando el ius puniendi al servicio de los intereses más bajos.

En el pasado reciente, un informante arrepentido, otro patriota cooperante aportó los datos considerados concluyentes para para inculpar a los señalados en el horrendo crimen de un fiscal; otro ex magistrado, de triste recordación, mostró la faz horrorosa de la injusticia al servicio del poder; cientos de venezolanos han sido vendidos al aparato del régimen; y, ahora, jueces con elegantes togas y medallas, escondidos en ponencias conjuntas de infeliz redacción, como secuencia lógica de la progresión de decisiones desconocedoras de todos nuestros derechos y de la legitimidad de la soberanía popular, decidieron que la representación popular no existe en razón del maleficio de un eterno desacato, para confirmar el sometimiento y la entrega de las migajas del poder judicial que tenemos al servicio de una revolución que solo ha producido hambre, escasez e insatisfacción de las necesidades básicas del ciudadano, en un clima de inaguantable desesperanza e incertidumbre.

Jesús nos dio el ejemplo de quien asume sus responsabilidades, rebelándose ante el juez que solo supo imponer la sinrazón de su cobardía y se entregó al injusto juicio, condenado desde el principio y reclamando por la justicia: “Si he hablado mal, muéstrame en qué, pero si he hablado bien, ¿porqué me pegas?”.

En definitiva, un magistrado indigno que “fingió ser balanza”, se lavó la manos, ordenó la tortura y la muerte de un inocente, crucificado entre dos delincuentes como anuncio de su gloriosa Resurrección que reivindica su verdadero Reino.

aas@arteagasanchez.com

@ArteagaSanchez

El Nacional

10 de abril de 2017

 3 min


Lester L. López O.

Apreciación de la situación política # 103

Sin dudas el próximo 19 de abril del presente año tendrá connotaciones especiales para el país, es la apreciación generalizada en el común de la gente que de alguna manera participa, conoce o se mantiene informada del acontecer político nacional. Y no es para menos.

La dirigencia política opositora ha conseguido un segundo aire con las grandes masas de la sociedad civil que ahora, nuevamente la está siguiendo, cuando hace escasamente un mes le resultaba esquiva por los errores cometidos el año pasado. Las sentencias emanadas por la sala constitucional del TSJ, ya conocidas por todos, las denuncias del rompimiento del hilo constitucional por parte de la asamblea nacional, el inmediato apoyo de la comunidad internacional, las continuas declaraciones del secretario general de la OEA en defensa de rescatar el estado de derecho y aplicación necesaria de la carta democrática al Estado venezolano, calaron en la sociedad democrática que se dio a la tarea de participar nuevamente en las convocatorias realizadas por los dirigentes opositores.

Pero no fue sino las inesperadas declaraciones de la fiscal general de la república, denunciando la ruptura constitucional y del modelo republicano que contempla la CRBV, la que finalmente despertaron en los venezolanos la conciencia de que verdaderamente estamos en presencia de una dictadura que se quitó el escaso ropaje democrático que le quedaba. De nada sirvió el artilugio del “ímpasse” que le inventaron al neo dictador para tratar de salirse del paquete. La comunidad internacional no se comió el cuento y la calificación de dictadura es la que priva en esa comunidad.

Como ya se ha visto, las asistencias a las convocatorias han sido masivas, especialmente en la capital, y desacertadamente el régimen las ha repelido brutalmente, lo que ha terminado de deteriorar su imagen internacionalmente.

Con este impulso, y en estas circunstancias, la dirigencia opositora convoca a una concentración precedida por marchas que partirán desde diferentes puntos de reunión con la finalidad de: a) solicitar la renuncia de los 7 magistrados de la sala constitucional por golpistas; b) que se reconozca nuevamente las potestades conculcadas a la AN desde hace un año, por la figura del desacato inventado por la misma sala constitucional y el TSJ; c) Exigir que se entregue un cronograma electoral con las elecciones pendientes; d) la liberación de los presos políticos y; e) que se abra un canal de ayuda humanitaria hacia el país.

Inexplicablemente no se solicita la renuncia del único responsable de la situación del país y beneficiario exclusivo de las sentencias emanadas que, por cierto, aún están vigentes y el neo dictador no ha negado su acatamiento, que es lo que le corresponde, por lo que lo vuelve cómplice de la misma ¿Qué pasó ahí?

¿Qué puede pasar el 19 de abril? Además del previsible enfrentamiento entre las fuerzas represivas del gobierno, quien también ha convocado a sus simpatizantes a marchas en la capital, lo más probable es que no se cumplan con ninguna de las peticiones al gobierno, por lo que el 20 de abril estaremos nuevamente cansados de la marcha que alcanzó números impresionantes, pero que no obtuvo ningún resultado a los efectos prácticos ¿Otro llamamiento a la calle para seguir presionando a un gobierno que no va a aceptar nada que no sea elecciones en diciembre del próximo año?

A menos que el propio 19 de abril, por la fuerza de los hechos, se produzca un pronunciamiento militar negociado para instalar un gobierno de transición hasta el próximo año, cuestión que no parece probable, la oposición se quedará sin mayores argumentos para seguir llamando a la calle y dependerá del apoyo internacional para seguir en sus exigencias.

El año pasado, los dirigentes de la MUD nacional, y especialmente su secretario ejecutivo, manifestaron en repetidas ocasiones, que aplicarían diferentes formas constitucionales para lograr el cambio político en Venezuela, quedando el llamado a un proceso constituyente como la “carta bajo la manga”. Carta que, finalmente, ni se volvió a mencionar.

Algunas veces recordar la historia puede servir para algo y hasta ayudarnos. El 19 de abril de 1810, como se menciona al principio, se inició la revolución independentista de nuestro país en rechazo a las monarquías europeas de la época que nos sometían. Anunciar e iniciar oficialmente un proceso constituyente por parte de nuestros diputados de la AN el próximo 19 de abril ante una masiva concurrencia de ciudadanos exigiendo un cambio, al igual que a Emparan en 1810, puede ser la oportunidad de iniciar verdaderamente el cambio constitucional, electoral, democrático y pacífico, tal como se prometió el año pasado, pero también ser consecuente con el discurso y mantener la calle activa en la promoción y recolección de firmas en los próximos meses, sin intervención de los desacreditados poderes constituidos que apoyan a la dictadura.

Este 19 de abril, ciertamente, puede ser el momento constituyente.

@lesterllopezo 16/04/17

 3 min


José Rosario Delgado

Sin duda, el título recuerda al Gabo quemando sus últimos cartuchos memoriales y literarios al narrar los caprichos de un viejo periodista encuera’o con una carajita que le arrimaba su celestina de confianza pero que, en ningún momento, se rindió en la lucha por su libertad de expresión cuando pergeñaba cuartillas en la redacción del diario de su pueblo y, por encima del hombro, se le asomaba “el abominable hombre de las 9” con el lápiz rojo y que ahora entra, en cadena, más temprano, por mayor tiempo y con peor asco.

En su afán por torcerle la voluntad a la gente que ya no lo quiere ni lo soporta, este gobierno se mete en todo lo que cree rendirá frutos para mantener su vil garrote sobre las libertades suponiendo, también, que sustituir el nombre a lo que existió y manipulando tiempo, espacios y palabras logrará que el pueblo cambie la opinión que del régimen tiene desde hace, por lo menos, 15 años.

El difunto eterno marcó una serie de caminos que denominó “rutas” y así mareó a un gentío ofreciendo lo que estaba acabándose por su nefasta reacción con tanto poder en sus manos; la ruta de la empanada, del pescado, del casabe, del ñame, del cochino ofrecimiento y sus asquerosos resultados, mientras el sustituto enfermo lo potenció al sideral desastre que padecemos hoy.

Hoy hay rutas tristes por todo el país y en todo el país, empezando por el dolor que reflejan sitios que antes eran peajes carreteros de encuentro entre funcionarios, viajeros y lugareños que intercambiaban saludos, alegrías, sonrisas y hasta abastecimiento de jugos, café, granjerías y “souvenirs” artesanales que enriquecían el anecdotario, el acervo cultural y el patrimonio personal del turista propio y extraño henchido de emoción porque Venezuela fue y será un país de encantos una vez que salgamos de esta tenebrosa pesadilla de gobierno que insiste en matarnos no sólo de hambre sino de tristeza y de amargura.

Para conseguir panelas hay que ir a San Joaquín a elaborarlas, las “cucas” en tierras yaracuyanas y larenses se han puesto inalcanzables e intocables; las hallaquitas de jojoto, el chicharrón y el queso ‘e mano son recuerdos tan antiguos como el guarapo ‘e papelón y los besitos de coco. Tristes, muy tristes están todas las rutas de Venezuela y sólo en los canales televisivos del gobierno a cada momento se aprecia el paraíso turístico que fue nuestro país, porque esas tomas promocionales son de aquella época cuando, dicen algunos, “éramos felices y no lo sabíamos (yo sí lo sabía, porsia)”.

Las estaciones de peaje fueron convertidas en lugares sombríos, tenebrosos de emboscada, acecho para el crimen y refugio de antisociales con o sin uniforme, de alcabalas para el atraco, la matraca y el atropello; en depósito de despojos tóxicos de todo tipo, incluyendo carros robados, “picados” y abandonados, animales muertos…

En esta Semana Santa nos daremos cuenta con mayor fuerza y decepción que en Venezuela estamos recorriendo y recogiendo las “Memorias de mis rutas tristes” porque se acabó lo que había y se acabó lo que se daba a otros países que ahora nos miran “como perro que ve muleta” y no nos paran ni media bola. Así que la lucha es luchando y en la calle para salir, pronto, de esta dictadura que es pura bulla, pura muela, pura paja, pura coba…

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Alberto Hernández

I

Los violentos siempre salen derrotados. Los violentos siempre pierden. Los violentos siempre mienten. Los violentos se inventan como víctimas. Los violentos no ganan una porque matar no trae ganancias. Los violentos generalmente se olvidan de que han sido engendrados por la paz. Los violentos se creen más valientes que los demás, porque atacan en grupo, lo que no los enaltece. Los violentos no saben luchar. Los violentos son sólo una pequeña sombra del país. Los violentos apoyados por el poder son instrumento de los que se llevan las riquezas del poder. Los violentos piensan en blanco y negro, no matizan. No ven en colores y se ahogan en su propio odio. Los violentos son tan insignificantes que cuando desaparecen no hacen falta. Los violentos lanzan piedras con la cara cubierta: cuando se la descubren lloran, pujan y corren. Los violentos no son dueños de nada, carecen de lugar y sólo defienden el arma que cargan en la mano. Los violentos se castigan al disparar, por eso huyen. Los violentos comen las migajas que les da el miserable. Los violentos jamás son felices, se conforman con odiarse a sí mismos. Los violentos son una gangrena, se pudren. Los violentos no saben llorar a solas, lo hacen en público para ocultar su cobardía. Los violentos no ríen, se comen sus propias entrañas. Los violentos celebran el festín de las hienas, envidian el eructo sobre la carroña. Los violentos son parte de nuestros temores, pero también de la osadía de enfrentarlos y someterlos a la ley, cuando ésta existe. La violencia no tiene color de piel, sorbe sombras interiores. Los violentos sostenidos por el poder son más tontos de lo que parecen. Los violentos sólo sirven para olvidarlos. Los violentos no hablan: farfullan, gritan, se ahogan.

II

“Matar en presente indicativo: Yo mato, tú matas, él mata, nosotros matamos, vosotros matáis, ellos matan. El Hombre Salvaje alegrándose: ¡Cuando os hayáis matado todos, entonces me volveré doméstico”, mensaje de Giovanni Papini y Domenico Giuliotti para los dueños del poder, sobre todo para aquellos que participan de la teoría del caos con la ayuda de tira piedras encapuchados y parlamentarios enloquecidos por su propia pesadilla.

Los violentos no hacen la digestión, eructan. Los violentos no aman, golpean. Los violentos no enamoran a nadie, asustan. Los violentos no acarician, rasguñan. Los violentos no llegan al gobierno, lo asaltan. Los violentos envidian los restos de comida que consume el perro. Los violentos se quedan solos. Los violentos añoran la cárcel y el cementerio. Los violentos no sueñan, tienen pesadillas. Los violentos no eyaculan, sufren. Los violentos jamás ven el cielo, arrastran sus balbuceos. Los violentos al ver el mar se molestan. Los violentos son tan cobardes que desconocen a Dios cuando se orinan. Los violentos, en el fondo, no son nada, sólo una mano armada. Los violentos aman la huida. Los violentos son un montón de despojos. No hay violento que valga.

III

Cosa amorfa, los violentos se desintegran. Los violentos caminan de espalda, reculan para ver a la víctima caer y así cerciorarse de que ellos también están en su propia lista, porque siempre existe uno más violento que ellos. Para ir a la guerra no es necesario ser violento, se precisa de agallas y de algo de seso. Los violentos no merecen una guerra: no saben batallar. Un violento muerto es una lástima, pero muchos celebran. Un violento vivo tiene la esperanza de esconderse de él mismo. Muerto, es sólo eso, un muerto cubierto de monte. Cuando un violento se inicia, si es inteligente, regresa al lugar donde comenzó su problema hormonal. Los violentos se comen su propio cuerpo. Los violentos no viven, vomitan. Todo violento, de alguna manera, recibe una paga. Los violentos saben de tarifas, también de muertos. Los violentos –harto sabido- suelen teorizar desde su cobardía. Los violentos, cuando sueñan que vuelan, se descubren zamuros en picada hacia la podredumbre. Los violentos tienen en la fealdad su lista de ilusiones. Los violentos se resienten de todo, hasta de su aliento. Los violentos echan plumas, cacarean y dejan los huevos abandonados. Los violentos duermen vigilados por sus fantasmas. Los violentos que reencarnan no se reconocen ni en el espejo. Los violentos se drogan con sus maldiciones. Los violentos mueren y no se enteran. Los violentos narran sus miserias y leen las moscas de sus propios despojos. Los violentos rumian y regurgitan, con el perdón de las vacas. Los violentos celebran el eructo de otro violento porque ellos fueron expulsados por la boca que alaban. Los violentos atacan las faldas porque no saben despertar el hombre que exageran. Los violentos que ostentan el poder no tienen vida para contar su obra. Los violentos mueren de tristeza o a balazos.

La derrota de los violentos es la fiesta de la inocencia. ¿Cuántos violentos quedan tomados de la mano del poder en este país? El violento mayor espera el turno del olvido.

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Jesús Elorza G.

Yo, Judas Iscariote, condenado al desprecio eterno de la humanidad por mi traición al amigo y al hombre más noble del que se tenga referencia, estoy obligado por la fuerza de la costumbre y la tradición venezolana a hacer un testamento que habrá de ser leído el domingo de resurrección.

Quisiera no dejar nada a nadie, para por lo menos una vez en la historia ser consecuente conmigo mismo, pero como ya dije, la tradición me impone la pena de dejar mis bienes a aquellos que mucho tienen en común con la forma como concebí la vida.

Las treinta monedas de plata que me dieron por la traición al Maestro, las lego a quienes mejor representan la venta del alma por unas monedas. Los “camaradas magistrados” de la Sala Constitucional del TSJ. En particular a Maikel Moreno, le dejo la soga que usé para pasar a mejor vida. Espero que encuentre un palo como El Samán de Güere y le dé el mismo uso que yo le di. Los otros magistrados tendrán como penitencia, llevar sobre sus hombros por el resto de sus vidas y más allá, las sentencias golpistas 155 y 156.

Mi beso, ese beso con el que hasta última hora quise aparentar afecto por mi maestro, se lo lego al Gordo Escarrá alias IBM (Inmensa Bola de Mierda). Él, que si sabe lo que es cambiar de amigos o de ideas por dinero, es quien mejor merece heredar mi forma de besar.

Mi ¨amor¨ por Cristo. Ese amor simulado al que le puse precio y en cuyo desempeño actué como el mejor de los actores, no puedo dejárselo a cualquiera. Ser merecedor de ese arte significa carecer de moral para no tener problemas al hablar en nombre de Cristo y actuar como un verdadero Judas. El ser que sin lugar a dudas merece este reconocimiento es Aristóbulo Isturiz. Su parodia de jalabolismo, sobre la “Emboscada de amor” que le hicieron a Nicolás en San Félix no tiene precio.

La cobardía, ésa cobardía que me hizo elegir la muerte antes de enfrentar las consecuencias de mis actos, se la lego a Tarek William Saab. Nadie mejor que él, para merecer ser calificado de tan cobarde como Judas. El tipo no ha asumido jamás la responsabilidad de sus actos como Defensor del Pueblo, ni nuca lo hará.

Al Comandante de la Guardia Nacional y al jefe de la Policía Nacional Bolivariana les dejo un arsenal completo de Bombas Lacrimógenas “vencidas” para que las lancen desde sus helicópteros. A ellos, los espero en la Quinta Paila del Infierno por sus actos criminales de disparar y asesinar a mansalva a venezolanos que pacíficamente protestan en las calles contra la dictadura.

Al camarada Nicolás, no me queda otra, que dejarle mi sartén preferido, para que en él, Cilia pueda prepararle la “Gran Huevonada” con las miles de postura de gallina (léase huevos) que le lanzaron en San Félix. Estoy seguro, que este domingo, el país entero no va a celebrar la Quema de Judas sino “La huevonada de Nicolás”

A los millones de venezolanos que hoy luchan por sus valores democráticos en contra del régimen dictatorial solo me resta decirles que: para el 19 están convocados/ con invierno o con garúa/ a decir todos resteados/que la lucha continúa.

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