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Opinión

Miguel Sanmartín

El régimen facineroso, camarita, está demostrando con sus acciones represivas crueles e inhumanas contra la sociedad democrática que está dispuesto a todo para sostenerse en el poder. Y cuando se dice todo es todo: lo posible e inimaginable. Lo tolerable e inadmisible. Lo permitido y lo ilegal.

En efecto, el agonizante pillorégimen se terminó de quitar la careta y mandó de paseo el raído disfraz de Caperucita roja que todavía cegaba la vista de algunos (cada vez menos) benévolo$ y conde$cendiente$ adepto$ internacionale$. Su grey se limita hoy al puño de tiranos que todavía perviven en el mundo, a algunos receptores de la escasa ayuda que todavía puede proveer Pdvsa (Haití, Bahamas, Belice, Granada, El Salvador y República Dominicana, entre otros) y a ese otro microcosmos insignificante (políticamente hablando) que es la ALBA: Cuba, Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Antigua y Barbuda, Dominica, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, San Cristóbal y Nieves.

En su afán de continuar mandando “como sea” no le importa absolutamente nada al régimen forajido. No mide ni las formas ni el fondo de sus acciones golpistas ni las consecuencias de prácticas consideradas terrorismo de Estado. Tampoco acepta los reclamos internos ni los llamamientos internacionales. Desdeña también todos los exhortos a la rectificación, la concertación, la paz, la convivencia, a convocar elecciones, a permitir la llegada de ayuda humanitaria y a la restitución del orden institucional democrático en el país. ¿Y el Papa? El régimen farisaico tampoco se inmuta ante los ruegos de Su Santidad. Utilizó al Vaticano para simular un diálogo con la oposición. ¡How are you, Panchito! le espetaría el Eterno de no haber “trascendido”. Nada le conmueve. Ni el aumento de la pobreza ni la cantidad de niños y jóvenes en situación de calle delinquiendo y hurgando en la basura para “matar” el hambre. No le perturba que la población, tras horas de cola, no encuentre los alimentos básicos o no pueda pagarlos porque son muy caros debido a la inflación. Tampoco se sensibiliza ante la angustia de personas con enfermedades graves que sufren, adicionalmente, por la escasez de medicamentos requeridos para curarse. Tampoco le perturba el dolor de aquellos que pierden familiares víctimas de la delincuencia desatada.

El régimen rufián todo se lo permite (con las complicidades conocidas) para conservar posiciones y privilegios: desde proferir amenazas, insultos, injurias y acusaciones infundadas; simular delitos o realizar falsas denuncias; inhabilitar adversarios; secuestrar los medios de comunicación radioeléctricos con “cadenas basura”; masificar la arbitrariedad, sembrar anarquía, fomentar violencia, conculcar derechos, detener inocentes y violar consistentemente la Constitución. En esto último son unos expertos. Claro, con asesoría cubana.

Pero mientras más violencia despliega, más tropelías comete, más “cadenas basura” convoca y más acciones tramposas emprende para mantener en “desacato” a la Asamblea Nacional, negar recursos (que le corresponden por ley) a gobernadores y alcaldes no afectos al régimen, impedir elecciones e inhabilitar a dirigentes políticos de oposición es valorado por el país y el mundo como más dictatorial, más deslegitimado, más vulnerable y, por tanto, es más repudiado. La nueva manifestación de repudio contra la caravana presidencial el pasado martes durante un acto conmemorativo, esta vez en San Félix, estado Bolívar, demuestra el poco afecto popular que hoy tiene el régimen y su desprestigiado gerifalte (78% de rechazo según Datanálisis).

Que Dios y la Patria os lo demanden

Así finaliza el juramento que toman a los funcionarios públicos cuando asumen sus cargos. Se comprometen a respetar la Constitución y cumplir y hacer cumplir las leyes, reglamentos y demás responsabilidades inherentes a las funciones que ejercerán y, si no lo hicieren -le increpan- deberán responder por ello. ¿Habrá reparado en este deber y precepto el actual Defensor del Pueblo?

Caramba, no lo demuestra. Es infinita la lista de áreas y responsabilidades que son de su competencia y, proporcionalmente, resultan incontables las posiciones desequilibradas, parcializadas y omisiones que se le atribuyen al citado funcionario. Los hechos están a la vista. Es su responsabilidad, entre otras, velar por el fiel cumplimiento de la Carta Magna y garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos. Pero su desempeño dista mucho de honrar esos principios. Cierra los ojos ante las torturas de los organismos policiales, ante las tropelías del poder judicial, ante el enjuiciamiento de civiles en tribunales militares, ante la infrahumana situación de los presos políticos y ante el desacato de funcionarios que se niegan a cumplir órdenes de liberación emitidas por jueces. Nada dice. Nada hace. No se pronunció como correspondía y sí lo hizo la Fiscal General ante la extralimitación de funciones de la Sala Constitucional del TSJ cuando propinó el “golpe institucional” al asumir las funciones de la AN. Tampoco se ha mostrado diligente ante la crisis humanitaria por la falta de alimentos y medicinas y por el pésimo estado de los hospitales y la falta de insumos médicos. Ha ignorado los abusos de las OLP y no ha emitido opinión ante ese perverso sistema de exclusión que son los CLAP.

Pero la mayor indiferencia, al grado de complicidad, la ha mostrado el Defensor ante los excesos cometidos por la Guardia y la Policía Nacional en el control de las protestas de los últimos días. Hasta lacrimógenas lanzaron desde helicópteros. ¿Y el Defensor? Mirando hacia otro lado, tal vez hacia la guerra en Siria, y ponderando lo “legítimas” y “proporcionales” que han sido las acciones del gobierno. No ha expresado con contundencia su repudio ni mucho menos procedido por el uso desmesurado de la fuerza ni por la aplicación exagerada gases tóxicos contra los manifestantes. Ni por el uso de armas de fuego ni tampoco por la participación criminal (consentida, apoyada) de las bandas armadas afectas al régimen para dispersar a los marchistas.

¡Dios y los ciudadanos de esta patria, camarita, le demandarán en su momento al Defensor y a los demás funcionarios públicos involucrados en los desmanes sus omisiones y tropelías!

msanmartin@eluniversal.com

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Fernando Londoño Hoyos

Lo que pasa en Venezuela tenía que llegar y llegó, así sea que todavía falte lo peor. Por desgracia.

El Castrochavismo será recordado como autor de un milagro económico a la inversa, de los que se registran tan pocos en el devenir de los pueblos. Convertir en país miserable al más rico de América no es hazaña de todos los días. Habiendo tanta pobreza en tantas partes, en pocas tiene que pelear la gente, a dentelladas, por una bolsa de leche, por una libra de harina o por un pedazo de carne.

Convertir en despojos una de las más organizadas, pujantes y serias empresas petroleras del mundo no es cualquier tontería. Llevar a la insolvencia una nación ante las líneas aéreas, los proveedores comerciales y los que suministran material quirúrgico y hospitalario no es cosa que se vea cualquier día. Y arruinar el campo y la industria, el comercio y los servicios, la generación eléctrica, la ingeniería, la banca y las comunicaciones es tarea muy dura, cuando se recuerda que la sufre el país que tiene las mayores reservas petroleras del mundo.

En esa frenética carrera hacia el desastre, el gobierno Castrochavista tuvo que proceder a la eliminación paulatina de todas las libertades, al sacrificio del pensamiento y la conciencia, a la ruina de las instituciones, del periodismo, de los partidos, de la universidad, de los gremios, de los sindicatos. Pues todo se ha cumplido tras el designio implacable de los ancianos inspiradores del sistema, Fidel y Raúl Castro, que una vez más han demostrado su audacia, su carencia total de consideración y respeto por los valores más caros de la especie humana, pero también su falta absoluta de talento. Llevar a Venezuela a la ruina total es matar su propia fuente de subsistencia. Y es lo que han hecho, moviendo los resortes del fanatismo más imbécil, de los odios más cerriles, de los desquites más torpes. Nicolás Maduro tiene poca inteligencia y un pobre tacto político que exhibe en cualquiera de sus discursos. Pero al fin de cuentas es un pobre rehén de los intereses inconfesables de la clase corrupta que ha llevado a Venezuela a su perdición. Si ese títere fuera libre, hasta de sus menguadas condiciones de estadista pudiera esperarse algún acto de rectificación, algún gesto de apaciguamiento, alguna voluntad de comprender el desastre y de corregirlo. Pero Maduro es el primer esclavo de las pasiones atroces que dominan en Venezuela. Los saqueadores de esa gran nación no están dispuestos a que nadie ensaye el menor examen de su conducta. En los antros del delito se pierde todo, empezando por el pudor.

El régimen de Venezuela se va a caer, porque se tiene que caer. No podría subsistir sino amordazando totalmente al pueblo, imponiendo cartillas de racionamiento, levantando un paredón, como el del Che Guevara en La Cabaña. Y no están dadas las condiciones para que el mundo soporte estas afrentas. Con una Cuba le basta a América.

El pueblo está en las calles, dispuesto a hacerse matar. Y lo están matando. La juventud estudiantil, que sabe cerrados los caminos del porvenir, le apuesta a cualquier cosa, menos al continuismo cobarde. Los empresarios lo perdieron todo hace rato. No tienen cuentas para hacer. Y los paniaguados del sistema ven con horror que el sistema ya no tiene mercados para comprar sus conciencias.

http://www.analitica.com/opinion/desnudando-la-realidad-de-venezuela/

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Todo indica que la manifestación convocada por la oposición venezolana para el día 19 de Abril (19-A) marcará un hito. Será sin duda la más grande demostración de masas ocurrida en toda la historia de Venezuela.

A fin de ayudar a entender el carácter y sentido de esa manifestación, he redactado las siguiente siete tesis.

1. Importante es remarcar que, en contra de lo que han supuesto algunos sectores no organizados de la oposición, dicha manifestación no obedece a un llamado insurreccional. Hasta el momento en ninguna convocatoria se lee, “a salir del gobierno”, o algo parecido. Que así pueda suceder como consecuencia de este u otro acontecimiento, nadie lo puede vaticinar. Venezuela atraviesa por una situación en la cual cada suceso puede revertir sobre otro, generándose así dinámicas imposibles de ser previstas.

2. Se puede afirmar, sin embargo, que nunca en toda la historia del chavismo y del madurismo las condiciones han sido tan desfavorables para el régimen. El aislamiento internacional de Maduro es casi total. En América Latina solo lo apoyan las dictaduras cubana y nicaragüense y el autoritarismo boliviano. El repudio de los gobiernos democráticos europeos es general. Ni siquiera las dictaduras militares del siglo XX lograron concitar tanto rechazo. En el plano interno es minoría absoluta. La situación económica es catastrófica y no hay visos de recuperación. A Maduro solo lo sigue una clientela cada vez más disminuida, una cúpula militar corrupta y grupos de ilegales para-militares. Por otro lado, la oposición nunca ha estado tan unida como en estos últimos días. Las fisuras producidas entre la ciudadanía y sus parlamentarios ya están cerradas. Las multitudes han perdido el miedo y enfrentan con manos y piedras a tropas armadas hasta los dientes. En fin, para decirlo en términos directos, la dictadura agoniza. Si esa agonía será breve o larga, es una pregunta que nadie puede responder.

3. La convocatoria del 19-A ha sido redactada como protesta en contra del golpe de estado al parlamento, golpe que culminó con la anulación de la AN por el TSJ. Pero como ha señalado la mayoría de quienes se ocupan de estudiar el caso venezolano, no fue ese un golpe repentino. La anulación de la Asamblea fue un golpe más en una cadena de golpes asestados a la Constitución, a la democracia y al pueblo. Tal vez, el más decisivo, el más evidente, el más grosero. Golpes precedentes fueron dados al revocatorio (constitucional y electoral) y a las elecciones regionales pautadas para el 2016 y 2017. La cadena golpista ha continuado en la reciente inhabilitación a Henrique Capriles. Esa es la razón por la cual la protesta en contra del golpe será, inevitablemente, una protesta en contra de toda la dictadura de Maduro. Pues la naturaleza de la dictadura es golpista. Detener el golpe –como reza la convocatoria al 19-A- significa detener a la dictadura. El golpismo es la dictadura. La dictadura es el golpismo.

4. El 19-A se encuadra dentro de la más estricta continuidad con la historia de la lucha antidictatorial. Esa lucha ha sido definida por sus cuatro puntos cardinales: pacífica, democrática, constitucional y electoral.

5. La convocación a elecciones fue, antes del golpe a la AN, la principal exigencia de la oposición. Pero después del golpe a la AN las exigencias pasaron a ser dos: elecciones y devolución de su soberanía a la AN. Lo último pasa por la inmediata destitución de los magistrados golpistas. A esas dos exigencias, y surgidas de la propia lucha, han sido agregadas otras dos: anulación de la inhabilitacioes y disolución inmediata de los grupos para-militares.

6. Las elecciones (regionales o generales), la reivindicación constitucional de la AN, el fin de las inhabilitaciones y la disolución de los para-militares, no son puntos separados entre sí. Constituyen un todo. Cada uno depende del otro. Cualquier intento del régimen por sacar del contexto a una o a algunas de esas cuatro exigencias, debería ser considerado como una simple coartada destinada a engañar y a dividir a la oposición.

7. El llamado a elecciones, a las cuales el régimen podría aceptar como una posibilidad de sobrevivencia, debe ser entendido como un llamado a la celebración de elecciones libres. Pero no puede haber elecciones libres con un parlamento secuestrado, con políticos ilegalmente inhabilitados, y con grupos armados disparando en contra de la ciudadanía.

Por muy repetida que sea, la frase no deja de ser cierta. El 19-A el pueblo venezolano tiene una cita con la historia.

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Nada como el Ministro Reverol cerrando la jornada de ayer y diciéndonos que, gracias a la acción oportuna de la Guardia Nacional y de la Policía Nacional Bolivariana, las terribles agresiones de la “derecha” no habían tenido consecuencias graves. Al verlo en la pantalla, casi sentí que pequeños chorros de gas morado salían disparados de sus oídos. Ahí estaba él, garantizando la seguridad y la tranquilidad de la nación. Menos mal que tenemos un General cerca para que nos explique lo que ocurre, para que nos cuente cómo es nuestra realidad. Dice Reverol que aquí hay un “golpe a la paz”. Y yo creo que tiene razón.

El oficialismo se ha empeñado en pregonar que toda manifestación o protesta ciudadana en su contra es, por definición, un acto subversivo cuyo único objetivo es derrocar al gobierno. Sin embargo, por primera vez en esta larga historia, un miembro del poder moral señaló públicamente que quien realmente había subvertido el orden Constitucional había sido el TSJ. La Fiscal no solo denunció un acto concreto sino que, además, tal vez sin proponérselo deliberadamente, desenmascaró un discurso. Dejó en ridículo al Defensor del Pueblo. Lo mostró tal cual es. Desinfló toda la retórica fraudulenta de quienes –desde las alturas– habían justificado, legitimado y defendido, la sentencia. Todas esas palabras ni siquiera pudieron flotar. Se derrumbaron, se hicieron añicos. Al denunciar la ruptura del hilo constitucional, la Fiscal también develó las costuras de los hilos discursivos del poder.

Porque son estos mismos farsantes quienes, dos días después, como si nada, arremeten en contra de la ciudadanía, tratando de impedir que haya protestas. Son ellos mismos los que se rasgan los liqui liquis y hablan de un “golpe parlamentario”. Son ellos quienes denuncian nuevos intentos terroristas, con nombres francamente inverosímiles, y terminan organizando la represión feroz en contra de los venezolanos. Este sábado, el exceso de bombas y de gas no fue solo un problema de violación a la Constitución y a los Derechos Humanos. También fue un asunto de malversación de fondos. Lanzaron bombas lacrimógenas vencidas. Hasta en el ejercicio de la violencia, aquí se ve la corrupción.

El chavismo se maneja con esquemas rígidos. Casi siempre trabaja con dos estrategias. La más común es el contra ataque. Era la acción preferida de Hugo Chávez. Su naturaleza militar contaminó con todas estas ideas su desempeño político. En cada movimiento de la oposición, el chavismo solo ve una oportunidad para contra atacar y profundizar su proyecto. Desde esta perspectiva, la democracia es impensable. Es una hipótesis que no cabe en una mentalidad basada en el “contexto de guerra”. Ante el intento de influir o de mover de alguna manera el Poder Moral, el oficialismo reacciona demostrando su control, en una jugada de contra ofensiva: inhabilita a Henrique Capriles. Toda la historia de estos años puede también contarse desde este permanente vaivén. Es un proyecto invasivo. Para ellos, la idea de alternancia aquí no tiene ningún sentido.

La otra estrategia consiste en la negación. Es también de uso frecuente. Cuenta, además, con el apoyo, de eso que –con exceso de decencia– llamamos “hegemonía comunicacional”. Se trata de las diversas maneras de decir “aquí no está pasando nada”, mientras en la calle hay miles de venezolano alzando su voz, su indignación, y siendo reprimidos. Desde la censura directa hasta la discreta auto censura, pasando por la vulgar propaganda del sistema de medios públicos, la lengua del poder pretende tapar cualquier otra imagen, cualquier otro sonido. El día de ayer, por ejemplo, hubo bailoterapia en la avenida Bolívar. Y los medios públicos se concentraron en los participantes de esa actividad, como si no estuviera ocurriendo nada más en la ciudad, en el resto del país. No te confundas. No te dejes confundir. La realidad no existe. La vida es un baile.

Dice el Ministro Reverol que podemos confiar en él y en sus soldados. Todavía tienen mucho gas rojo. El año pasado se incrementó 156% el presupuesto de la Defensa. Dice el General Reverol que hay un golpe en contra de la paz. Tiene razón. La violencia en Venezuela no es un imprevisto: es una decisión del gobierno. Es el camino que ha elegido el chavismo para imponerse, para sobrevivir. La bailoterapia es lo que intenta hacer Nicolás Maduro. Las bombas y los gases son para el pueblo.

http://prodavinci.com/blogs/bombas-gases-y-bailoterapia-por-alberto-barr...

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Frente Institucional Militar

COMUNICADO
Nosotros, los abajo firmantes, militares integrantes del Frente Institucional Militar (FIM), nos dirigimos respetuosamente a nuestros compañeros activos de la Guardia Nacional de Venezuela en la ocasión de las graves violaciones de Derechos Humanos ocurridas en las recientes protestas y movilizaciones en Caracas y en algunas ciudades del interior.

A comienzos de agosto del remoto año de 1937, el General en Jefe Eleazar López Contreras creó y fundó la Guardia Nacional de Venezuela para llenar un gran vacío en lo referente a la Seguridad Integral de la República. La Institución demostró con el andar del tiempo, su recia capacidad de lucha y sacrificio para realizar con éxito su complejo y arduo trabajo cotidiano, como valiosa e importante cuota de contribución amplia y devota, dinámica y constante al bien común de todos los venezolanos.

En el trajinar de sus hombres y mujeres por las diferentes unidades de la Guardia Nacional, fue constante y reconocida su proverbial lealtad a la institucionalidad republicana, su alta moral y su tradicional mística al servicio de la patria. El honor, que fue, es y será su Divisa, es un gran símbolo en la conciencia de sus efectivos.

La colectividad venezolana por su parte hizo suya la Guardia Nacional como identidad inseparable de su patrimonio espiritual y humano. Dispersa a todo lo largo y ancho de nuestra geografía, en cada puesto, por más lejano e inhóspito que se encontrara, al amanecer de cada 4 de agosto se recordaba el sagrado deber de nuestra institución para con Venezuela, sus instituciones y su pueblo.

Hoy la patria atraviesa una severa crisis de democracia, de libertades y de gobernabilidad, con todas las graves y profundas consecuencias que ello implica. Como lo ha señalado la Doctora Luisa Ortega Díaz, Fiscal General de la República, se ha roto el hilo constitucional y por consiguiente hay un precario Estado de derecho. Ante este complejo panorama el pueblo, único poseedor legítimo de la soberanía popular ha actuado en el marco de la norma constitucional para restablecer el orden y la vigencia de la misma, tal como lo pauta el artículo 5, en concordancia con los artículos 19, 57, 63,130 y muy especialmente los artículos 333 y 350 de la Carta Magna.

Por tradición, la Guardia Nacional ha sido siempre respetuosa de la Constitución Nacional y de nuestro pueblo. De allí que pensemos que nuestra Institución debe conducirse dentro del más exigente respeto de los derechos humanos, y no puede continuar siendo el sostén pretoriano de parcialidades políticas que actúan al margen de la justicia. La Guardia Nacional no puede seguir por el camino espinoso y equivocado que la lleve al desprestigio y hasta el odio de la población, que solo clama y lucha por la paz verdadera, su bienestar, calidad de vida y libertades.

Es el momento de oír a nuestro pueblo: cada día tiene que enfrentar el hambre y la muerte como consecuencia de la ineficiencia de un régimen que, en medio de la corrupción y el despilfarro, dilapidaron miles de millones de dólares provenientes de los altos precios del petróleo. Ésta verdad debe hacerlos a ustedes rectificar. Es el momento oportuno para hacerlo. Recuerden su juramento de servir a la patria y a sus instituciones hasta perder la vida. La Guardia Nacional debe cesar, de una vez por todas y para siempre, esa triste y vergonzosa tarea de reprimir a nuestros hombres y mujeres, que solo exigen pacíficamente la atención de las autoridades y el restablecimiento de la democracia y del Estado de derecho. Recuerden de manera especial a la juventud venezolana, que ha sido atropellada, vejada y lesionada por cumplir con un sagrado deber ciudadano, el de defender las instituciones, la democracia y tener derecho a un mejor futuro.

Esta es una reflexión cordial y respetuosa, pero categórica para todos y cada uno de los Guardias Nacionales, especialmente dirigida al alto mando y a todo el cuerpo de generales, para que recapaciten y actúen de manera irreprochable, correcta y justa, sin atender a intereses bastardos ajenos a nuestra historia de sacrificio y servicio a Venezuela y a nuestro pueblo.

Apreciados compañeros de la Guardia Nacional:

Venezuela espera de ustedes una reacción pronta y favorable, apegada a sus responsabilidades y deberes constitucionales e institucionales para bien de la patria, y de nuestra Guardia Nacional

Caracas, 13 de abril de 2017

Por el Frente Institucional Militar, firman:
Vicealmirante Rafael Huizi Clavier.(Presidente del FIM)
General de Brigada (Ej.) Teodoro Díaz Zavala. (Vice-presidente del FIM)
Coronel (Ej.) Rubén Darío Bustillos Rávago. (Secretario de Organización)
Coronel (Ej.) Luis Enrique Sucre (Representante del Ejército)
General de Brigada (GN) Simón Figuera Pérez. (Representante GN)
Capitán de Navío Pedro Rafael Betancourt. (Representante de la Armada)
Coronel (Av.) Ángel Rodríguez Campos. (Representante de la Aviación)

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David Uzcátegui

En mucho se ha comparado desde hace rato la situación de Venezuela con una olla de presión, en cuanto al hecho de toda la tensión que se viene acumulando sin válvula de escape alguna. Y ese símil parece que está encontrando su plena justificación en estos días, cuando la ciudadanía se ha volcado a protestar en contra de las incontables penurias que padece. Sin embargo, la reacción de quienes hoy gobiernan, muy lejos de ser la de escuchar las demandas de la gente, ha sido exactamente la contraria: reprimir a los manifestantes. Nos preguntamos: ¿hacia dónde vamos si seguimos viviendo esta situación?

Porque los venezolanos efectivamente, vivimos literalmente en una olla de presión desde hace tiempo: la presión inflacionaria, la de la cada vez menor oferta de alimentos, la de los insólitos precios que alcanzan los que se consiguen, el viacrucis de recorrer infructuosamente farmacias buscando el medicamento para algún familiar, el acecho del hampa sin castigo que se lleva numerosas vidas casa día.

Y sí, había una válvula de escape a toda esta presión, como en las ya mencionadas ollas: contarnos. Recordemos que el año pasado nos tocaba el derecho a un referendo revocatorio, para cuya cita se movilizaron las fuerzas democráticas nacionales; pero que fue negado por las autoridades competentes, a fuerza de excusas endebles que a nadie convencieron.

Regionales

También tenemos pendientes las correspondientes elecciones regionales, las cuales se han postergado con el insólito pretexto de la crisis. Una crisis que provocaron ellos mismos con su nefasta administración y que solamente se puede resolver permitiendo a los venezolanos reemplazar mediante el voto popular a las autoridades que no han sabido hacer su trabajo.

Pero, tras la avasallante victoria de la democracia en las más recientes elecciones parlamentarias, el miedo ha cundido en el oficialismo y han venido las excusas para no volver a medirse.

Mucho más allá de eso, factores afines a la ideología roja, están buscando la manera de confiscar las funciones legítimas del Parlamento nacional, con el fin de anular el contrapeso que este debe ser por derecho y por mandato de la ciudadanía.

Y es allí donde la gente levantó su voz. No es ya solamente que el dinero no alcance, que no haya insumos para atender la salud o que la delincuencia sea un azote. No es simplemente el hecho de correr la arruga electoral: es pretender anular la única voz legítimamente electa con la que contamos los venezolanos.

Lo menos que se podía esperar era que la gente se lanzara a las calles. Y se lanzara indignada. Con la ira de las frustraciones acumuladas, de las necesidades postergadas, de los derechos atropellados y confiscados.

Pero ni siquiera esa expresión legítima es permitida. La represión por parte de las fuerzas del orden público ha sido tan desproporcionada como condenable.

Los ojos del mundo pueden verlo a través del valiente trabajo reporteril, ahora asistido por los dispositivos móviles y las plataformas sociales de todos los ciudadanos, que han documentado en fotos y videos numerosos excesos policiales que no pueden ser casualidad.

A través del voto

Olvidan quienes hoy administran a Venezuela, que esa gente que está siendo atropellada por gritar su descontento, es la misma a quien le deben cuentas. Parecen no tener idea de qué es la democracia y parecen también creer que el poder es su propiedad y no una encomienda entregada por los venezolanos a través del voto, sobre cuya administración tenemos derecho a exigir cuentas.

La realidad es que lo han hecho muy mal y que como empleadores de tan malos funcionarios tenemos derecho a despedirlos por las vías democráticas. Pero ellos no lo quieren aceptar. Aumenta la presión. Y la represión.

La gente se sigue citando en las calles. Los gobiernos del mundo se siguen pronunciando ante la alarmante situación nacional. Y la razón cada vez está menos del lado de la tolda gobiernera.

No se extinguirá la protesta ni con miedo, ni con represión, ni con gritos ni con órdenes. Todo esto la alimenta, porque lejos de ser un capricho, es la legítima expresión de las necesidades no satisfechas y de los derechos negados. Los poderosos juegan hoy en su propia contra, porque no saben qué más hacer.

El brutal y documentado trato a los manifestantes agrega más presión a la olla que no tiene válvula. Que no tiene ni referendo, ni elecciones y ya ni siquiera protesta. ¿A qué están jugando quienes gobiernan? ¿Miden, aunque sea remotamente, el tamaño de la tragedia nacional que están provocando? ¿Hasta dónde puede llegar la irresponsabilidad de estos empleados del pueblo?

El gobierno ha enviado un mensaje muy claro: no está dispuesto a escuchar ni a dialogar. Creen que siempre tienen la razón y si no logran imponerla, avasallan a quien pretenda reclamar.

duzcategui06@gmail.com

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Soledad Morillo Belloso

Si se está suficientemente cerca, se escucha el accionar del arma de "fumigación". Lo próximo es la bomba que llega. Y el humo. Y el olor. Y empieza como una picazón. Luego arde como toque de demonios. Y uno empieza además a asfixiarse, a sentir el pecho comprimido, la taquicardia.

Sobre otros manifestantes los uniformados riegan balas, ojalá de goma. Que duelen y que pueden generar mucho daño corporal. La gente cae por el impacto o corre. Se arma una confusión -reacción natural- y entonces hay heridos por caídas y pisotones.

Cuando se activan la ballena y el rinoceronte, el "riego" cae con fuerza de pedradas. Algunos tienen el tupé de decir que son instrumentos leves de control. A esos les propongo pararse frente al chorro de agua y después me cuentan.

Dejemos de lado las violaciones constitucionales que suponen el ataque del gobierno y las fuerzas de seguridad del Estado a la población que ejerce su legítimo derecho a protestar. Usemos la lógica. Hagamos preguntas elementales. ¿Qué pasaría si simplemente el régimen dejará a los ciudadanos ejercer su protesta en libertad? Los paranoicos del régimen dicen que la multitud destrozaría todo lo que fuera hallando a su paso. Pero no hay evidencia que compruebe tal presunción. La verdad más presumible es otra. La gente pasaría por enfrente de todas las oficinas institucionales, obsequiaría insultos a la autoridad, rompería algunos potes de basura, quemaría uno que otro caucho, dibujaría pintas en las paredes. Y ya. Nada del otro mundo.

Pero no. El régimen no entiende la lógica de una protesta. No comprende que aquí o en cualquier parte del mundo la gente agredida por la autoridad se enfurece. Más de lo que ya estaba, aunque la furia sea un vocablo superlativo. Y el régimen reprime salvajemente generando un innecesario desasosiego y encono, en especial entre la categoría de jóvenes manifestantes a quienes la agresión les activa la producción de endorfinas.

Esta represión barbárica no es política nueva en este régimen. Llevamos años tragando bombas lacrimógenas, comiendo piedras y balas, agarrando paliza de ese instrumento que tienen los cuerpos de seguridad y que recuerda a los látigos de tiempos de la antigüedad. A eso sumamos la acción protegida por el gobierno de esos cuerpos fascistas llamados con el romántico mote de "colectivos", que no son sino fuerzas paramilitares financiadas y apañadas por el régimen. Pero, ¿logra acaso el gobierno recuperar algo del apoyo popular y electoral que otrora tuvo? Los resultados luego de cada elección revelan anorexia de apoyos al régimen.

Y en medio de este rifirrafe, hay que hacer mención al silencio (cobarde o cómplice) de los medios, en especial de la televisión venezolana, que se hace la vista gorda y en medio de las protestas transmite novelas, comiquitas, películas, programas de cocina, conciertos y noticias sin la menor importancia. Ya ni siquiera disimulan. Callan pecaminosamente. Y entonces los venezolanos terminamos en estado de dependencia de lo que logremos ver a través de las redes (imposibles de conectar en muchos casos dada la ranchificación del sistema de telecomunicaciones en Venezuela) y lo que reporten canales internacionales como TN de Argentina, El Tiempo y Caracol de Colombia, BBC del Reino Unido, CNN en inglés de Estados Unidos, CNN Chile y un brevísimo etcétera. Porque en Venezuela los canales venezolanos se han rendido y dejado domesticar, a cambio de un "perdonarles la vida" y la pauta de campañas de empresas de enchufados.

Las protestas continuarán porque las razones para ellas no hacen sino tener cría. Una Defensoría del Pueblo que no defiende al pueblo, un TSJ que prostituye cada día a la justicia, una Contraloría que le garantiza la impunidad a los corruptos, un presidente que no es más que un dictadorzuelo con sobrepeso, unas empresas estatales en estado de pudrición dirigidas por incompetentes y absoluta falta de principios. Un país no puede subyugarse ante el fascismo de un gobierno que acumula pecados capitales y delitos horrorosos.

La protesta continuará, le guste o no al gobierno. Ya pueden poner mil sentencias con sello claramente tiránico. Y la protesta no es sólo en las calles de ciudades y pueblos. Hay varios otros escenarios, nacionales e internacionales, en los que el régimen no tiene ya cómo batir el cobre. Sobre el asfalto y las pieles de los ciudadanos lloverá bomba y bala. Pero la consigna está intacta y en mayúsculas: Constitución, República, Libertad, Elecciones.

soledadmorillobelloso@gmail.com

@solmorillob

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