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Opinión

Felix Arellano

Entre las diversas lecciones que podemos ir extrayendo de la evolución del caso Venezuela, una importante y en pleno desarrollo tiene que ver con la identificación de fortalezas y debilidades de las organizaciones internacionales, particularmente en lo relativo a la defensa de los derechos humanos y la democracia. En este contexto, la Organización de Estados Americanos (OEA) juega un papel privilegiado, pues estos temas representan parte fundamental de su agenda, por ello conviene evaluar brevemente su actuación y perspectivas frente al caso Venezuela que, como podemos observar, se agudiza progresivamente.

Un hecho evidente y paradójico tiene que ver con el fortalecimiento de la OEA. Conviene recordar que el discurso radical del proceso bolivariano, apoyado por los miembros de la ALBA, destacaba el rechazo y eventual eliminación de la organización. En esa línea, el proceso avanzó más que sus aliados al denunciar el Tratado de San José, que crea el Tribunal Interamericano de los Derechos Humanos, limitando las oportunidades jurídicas de los venezolanos.

Luego, en la medida que la crisis venezolana se incrementaba por la violación de los derechos humanos y el deterioro de la institucionalidad democrática, la OEA se ha constituido en el epicentro de la consideración del caso, particularmente por el coraje del Sr. Luis Almagro, Secretario General, quien decidió utilizar el Articulo 20 de la Carta Democrática Interamericana (CDI) y solicitar su activación. El caso venezolano se inscribe en el marco del deterioro de la legitimidad en el ejercicio, que si bien está incluido en la CDI (no es el caso en otras Cláusulas Democráticas), requiere de un mayor desarrollo jurídico.

Debemos reconocer que el caso Venezuela se ha mantenido en la agenda de la OEA, prueba de ello son las Declaraciones adoptadas por el Consejo Permanente: la Nro. 51 adoptada en el año 2014 y las Nros. 63 y 66 adoptadas en el año 2016. Para el 2017 ya tenemos la Resolución 1078, adoptada el pasado lunes 03 de este mes, que cuenta con el rotundo rechazo del gobierno bolivariano.

Con la Resolución 1078 nos encontramos en la primera fase de la Carta Democrática que se concentra en el diálogo y la negociación. Adicionalmente, conviene destacar que el contenido de la Resolución coincide, tanto con la Declaración que adoptaron los Cancilleres del Mercosur en Buenos Aires el sábado 01 de este mes, como con la Carta que el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, remitió al gobierno bolivariano en diciembre del 2016, resaltando los compromisos que estaba incumpliendo en el marco del proceso del diálogo.

Con la carta del Cardenal Parolin se hizo evidente el fracaso del equipo Zapatero. Ahora bien, fracaso para quienes actuaban de buena fe, para el proceso bolivariano, solo interesado en perpetuarse en el poder, el equipo de Zapatero y la Unasur de Samper jugaban como “tontos útiles”, para quemar tiempo en una falsa negociación, afortunadamente el Vaticano no se prestó a la farsa y la denunció responsablemente.

Naufragó la Unasur, pero la OEA está activada y activa, tratando de construir espacios para una negociación seria y responsable, dispuesta a explorar iniciativas como un “grupo de amigos”. Pero el proceso bolivariano rechaza su actuación, pues eso implicaría aceptar cambios tales como: definir el calendario electoral, liberar presos políticos, reconocer la Asamblea Nacional y transformar el modelo para superar efectivamente la crisis humanitaria.

La Resolución 1078 ha activado la Carta Democrática en su primera fase y pareciera que hasta ese punto se podría llegar en la OEA. Para ir a la segunda fase se requiere de 24 votos, que no existen en este momento. Por otra parte, un importante número de países críticos al proceso bolivariano, que han apoyado la activación de la primera fase, no quieren caer en la trampa de la suspensión venezolana de la OEA, que podría resultar en un premio para el gobierno bolivariano, como lo ha manejado por muchos años la dictadura cubana.

Los gobiernos democráticos de la OEA están tratando de establecer puentes con el gobierno bolivariano, que en el fondo los necesita desesperadamente, pero la soberbia del poder y la irracional influencia de la dictadura cubana, no le permiten comprender la conveniencia de avanzar por el camino que plantea la OEA. Los gobiernos democráticos de la región insisten en explorar opciones pacificas frente a la crisis venezolana y han abordado de nuevo el tema en la reciente cumbre de los ocho Cancilleres del Mercosur y la Alianza del Pacifico, efectuada el pasado viernes 07, en el marco del Foro Económico Mundial sobre América Latina que se realizó en Buenos Aires.

Como parte de los beneficios que la OEA podría ofrecer destacan: el mantenimiento de la paz, evitar los escenarios de sangre que tanto pregona el discurso oficial; la construcción de garantías y equilibrios para todas las partes y la posible apertura financiera de la comunidad internacional, que se está cerrando ante un país inestable, con un gobierno irresponsable que no respeta su propia constitución.

http://www.talcualdigital.com/Nota/141410/venezuela-y-la-oea

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Asdrúbal Aguiar

Era predecible, según el catecismo de amoralidades diseñado por Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Tarek El Aissami y hasta el juez supremo Maikel Moreno, entre otros tantos, el desconocimiento por éstos de la nueva Asamblea Nacional. Y es que les disgrega el “todo” revolucionario, de estirpe bolivariana. Se empeña en reconstituir ésta una moral pública distinta de la forjada en el curso de los últimos 17 años. La más vieja y anterior, con sus falencias, al menos censura a mandatarios, castiga a ministros, expone a la miríada de funcionarios corruptos y sus cómplices ala reprobación social.

La visión “ética” de quienes integran el actual Poder Moral venezolano, a saber, el Contralor de la República, la fiscal general, y el defensor de pueblo, muestra, por ende, signos que perturban, visto el saldo de sus ejecutorias.

Me refiero, justamente, a lo que con coraje describe el Secretario de la OEA, Luis Almagro, en su Informe de actualización sobre el gobierno de Nicolás Maduro y que el Poder Moral acalla: “La implicación en actividades de narcotráfico llega a los niveles más altos del gobierno venezolano, así como al círculo familiar del presidente.”

Si se trata del contralor Manuel Galindo Ballesteros, compadre de Maduro, su empleado antes, como lo fuera de la primera combatiente y consorte de éste, Cilia Flores, y encargado a la sazón de vigilar el comportamiento y virtudes de su mismo compadre, se ocupa de perseguir a quienes desafían a la narco-aristocracia que éste comanda. Henrique Capriles, es su más reciente víctima.

Transparencia ha acusado a Galindo de la práctica de nepotismo, que despliega a profundidad y sin miramientos, pues la califica de “nepotismo positivo” al ser sus familiares, según él, competentes y eficaces a la hora de no vigilar la falta de probidad pública de su compadre.

En el caso de la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, recién abona en su beneficio el coraje – puesto en duda por la opinión – de declarar como ruptura del orden constitucional y democrático el golpe de Estado ejecutado desde un Tribunal Supremo que dirige el ex convicto juez Moreno. Parece ser, se dice, que no acompaña a sus pares del Poder Moral en la decisión de no aceptar sean removidos por la Asamblea los jueces venales quienes participan de la felonía. No obstante, la duda sobre aquélla no se despeja, pero podrá despejarse, si asume la iniciativa penal que sólo ella tiene, para que éstos sean castigados con una pena que oscila entre 12 y 24 años de prisión. Ya se verá.

Lo de Tarek William Saab, defensor del pueblo, es de otra catadura y clama a los cielos. Se dice poeta y defensor de derechos, desde cuando me visita en mi Despacho como gobernador de Caracas, en 1994, sirviéndole al Alcalde Aristóbulo Istúriz, mi vecino de plaza.

Le dije el manido 11 de abril que lamentaba el desprecio que sufriera por sus vecinos amotinados, pues junto a él estaban sus hijos, pequeños, padeciendo sin ser responsables, sin comprender lo que ocurría. Le insistí, días después, que mirase más allá de los árboles patentes. Que en beneficio de sus hijos y también de los míos, se preguntase sobre el porqué de la severa censura social que recibiera y con rabia contenida. No me hizo caso.

De defensor del pueblo Tarek se ha hecho su represor. Algo insólito. Así lo registrará la historia, para su vergüenza. La violencia de los cuerpos armados y paraestatales contra quienes marchaban hasta su oficina para demandarle, como cabeza del Poder Moral, castigo para los jueces al servicio de un Estado transformado en asociación de criminales, quedará para la memoria de la infamia.

Habrá de escribir Tarek poemas fúnebres. Acaso llorar en silencio pasada la tormenta que sufre Venezuela, mientras, desde la distancia, le observarán entonces sus hijos, y mis hijos, y los hijos de nuestros hijos a lo largo de las siguientes generaciones, sin comprender el porqué de la hora de inmoralidades e impunidades que anegara a la república.

La figura o institución del poder moral, de origen bolivariano entre nosotros, tiene raíces en la llamada “costumbre de los ancestros” romanos (mores maiorum), preservada por los Censores. Es célebre el edicto de éstos que guarda Suetonio para la posteridad: "Todo lo nuevo que es realizado de manera contraria al uso y costumbres de nuestros antepasados no parece estar bien".

Bolívar, artesano de un Poder Moral que replica casi 200 años después el causante, Chávez, lo imagina distinto, centralista y totalitario; busca la forja de una ética social sin historia, que permita la fusión y amalgama del pueblo con su Estado en igual forja.

Cree que todo ciudadano debe amar a sus magistrados – léase a Nicolás Maduro y sus compinches – y a la patria, que no sería hoy otra distinta de la bolivariana: “Todas nuestras facultades morales no serán bastantes, si no fundimos la masa del pueblo en un todo; la composición del gobierno en un todo; la legislación en un todo; y el espíritu nacional en un todo”.

Es llegada, pues, la hora de enmendar el camino. Por falta de referentes moralizadores inmediatos, la trinchera de lucha ha pasado a manos de nuestros hijos y de los nietos, los estudiantes. Son ellos la esperanza segura.

correoaustral@gmail.com

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Julio Borges

Las dos sentencias del Tribunal Supremo de Justicia que le otorgaron a éste y al Ejecutivo funciones exclusivas de la Asamblea Nacional así como la eliminación de la inmunidad que la Constitución establece claramente y que por orden del presidente Maduro a los magistrados, evidenciando la inexistencia de la separación de poderes fueron tachadas, se constituyen en un Golpe de Estado. Los 7 magistrados por órdenes de Maduro rompieron así el orden constitucional, una decisión cuyo objetivo es que el Gobierno negocie con empresas extranjeras sin control parlamentario, lo cual no modificaron en las sentencias “aclaratorias”, para seguir robando el dinero de los venezolanos.

A la par ha sido inhabilitado por 15 años para ejercer cargo público el gobernador de Miranda Henrique Capriles, como continuación del golpe a la Constitución.

El mundo entero se ha pronunciado: gobiernos, parlamentos, partidos, organizaciones internacionales, todos frente a esta estocada final que se le ha dado a la democracia venezolana y nos acompañan en nuestra lucha por recuperarla.

La Fiscal General Luisa Ortega Díaz ha declarado que estas sentencias rompen el orden constitucional. Es la hora de que quienes tengan posiciones de poder en Venezuela obedezcan a la conciencia y a nuestro único jefe: la Constitución Nacional. El marco de convivencia que todos debemos respetar.

Ahora que el mundo nos acompaña debemos continuar en las calles en defensa de la Constitución y la Democracia con objetivos claros: cronograma electoral, respeto a la Asamblea Nacional, libertad de presos políticos, y canal humanitario para ingreso de medicinas y alimentos. El Gobierno está fracturado y débil, por eso acude a la fuerza bruta y a la violación abierta de la Constitución al no aceptar que el pueblo venezolano lo repudia.

No ha cambiado nada porque no se respeta a la Asamblea Nacional en sus competencias constitucionales, ni el derecho del pueblo venezolano a votar en elecciones libres pues continúan las inhabilitaciones políticas. Venezuela tiene hambre de alimentos y de libertad. Hambre de Justicia para colocar orden y empezar a construir juntos en base a la Constitución un futuro más digno para todos los venezolanos.

Borgesjulio2015@gmail.com

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La crucifixión era usualmente utilizada para castigar a la víctima con una muerte especialmente lenta y dolorosa. Quienes la sufrían, eran expuestos públicamente para disuadir a los observadores de cometer crímenes parecidos. Los métodos de la crucifixión variaban de acuerdo al lugar y el tiempo donde se consumaban. En algunos casos, antes de la crucifixión, los romanos acostumbraban a dar latigazos al reo. Luego, durante el trayecto hasta el lugar de ejecución, el condenado era obligado a cargar un yugo de madera (“Patibulum”) sobre sus propios hombros, que posteriormente solía ser usado como travesaño de la cruz. La crucifixión era considerada en aquel tiempo como la ejecución más terrible y temida. Flavio Josefo la considera “la muerte más miserable de todas” y Cicerón la califica como “el suplicio más cruel y terrible”.

La condena de Jesús de Nazaret al suplicio de la crucifixión por parte del poder teocrático judío e imperial romano buscaba sofocar ejemplarmente el movimiento religioso que habían construido aquel hombre y sus seguidores. Se trataba de eliminar de raíz su evangelio, su recuerdo y la esperanza que desató en aquel pueblo que era sometido interna y externamente, pero que contaba una larga tradición de autonomía y rebeldía. Jesús fue entendido como un profeta. Los pobres y excluidos se alegraron de escucharlo y verlo actuar, el poder político sólo vio en él un blasfemo y una amenaza.

¿Cómo vive Jesús este trágico martirio? Las fuentes no ofrecen una descripción psicológica de su pasión, pero invitan a acercarnos a sus actitudes. Por su relevancia para el momento que vivimos en Venezuela haré referencia en especial a una de ellas. Se trata del grito de Jesús antes de morir que recogen los evangelios de Marcos y Mateo: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado.” Estas palabras pronunciadas en arameo, lengua materna de Jesús, y gritadas en medio de la soledad y el abandono total, son de una sinceridad abrumadora.

La invocación del salmo 22 en el último grito de Jesús no deja de ser una expresión de confianza: Llama a Dios, Dios mío, a pesar de todo. Jesús no duda de su existencia ni de su poder para salvarlo. Se queja más bien de su silencio: ¿dónde está? ¿Por qué se calla? ¿Por qué lo abandona precisamente en el momento en que más lo necesita? Jesús muere en la noche más oscura. No entra en la muerte iluminado por una revelación sublime. Muere con un “por qué” en sus labios. Todo queda ahora en manos del Padre. Dios se ha escondido.

Sus discípulos huyeron a Galilea, lejos de Jerusalén. Sin embargo, al poco tiempo sucede algo difícil de explicar. Estos hombres vuelven de nuevo a Jerusalén y se reúnen en nombre de Jesús, proclamando a todos que el profeta ajusticiado días antes por las autoridades del templo y los representantes del Imperio está vivo. Dios lo ha resucitado. Lo ha levantado de entre los muertos para vivir la vida plena de Dios, manifestada ahora en la palabra convencida y la acción prodigiosa de sus seguidores.

Jesús fue torturado y asesinado bajo el poder de Poncio Pilatos. Ese era su poder: el poder de dar muerte. Frente a ese poder se manifiesta otro poder: el poder de dar vida. Ese es el poder de Dios.

Hoy el poder político en Venezuela es poder de represión, tortura y muerte. Nuestras calles se han convertido en patíbulos para las marchas y protestas de muchos venezolanos que legítimamente reclaman sus derechos. El poder político cree que esa fuerza vital se puede silenciar y aplastar. Se equivocan, esa fuerza y esa lucha por la vida es más fuerte que la muerte porque viene de Dios. Por eso no cesará nunca aunque se empeñen en crucificarla.

fjvirtuoso@ucab.edu.ve

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El concepto de Zeitgeist (espíritu del tiempo) proviene de la pluma de Hegel. Comunmente es utilizado para señalizar las formas hegemónicas de pensamiento que priman durante un tiempo en un país, región o incluso, en el mundo.

Debido a su índole metafísica el concepto de Zeitgeist ha sido cuestionado por filósofos de inclinación materialista. Pero haciendo una revisión de los más recientes periodos, es indudable que, por lo menos en el campo de la política, posee cierta validez. Podemos así hablar del espíritu rebelde de los años sesenta, del espíritu anti-totalitario y anti-dictatorial de los ochenta y noventa, del espíritu populista en los comienzos del siglo XXl.

Hoy, a juzgar por acontecimientos que tienen lugar en diversos países de Europa y América Latina, es posible pensar en el renacimiento de un cierto espíritu democrático. Lo comprueban dos hechos.

El primero es europeo: se trata de los retrocesos experimentados recientemente por los partidos fóbicos o neofascistas (mal llamados “populismos de derecha”) en países como Austria y Holanda. Las encuestas alemanas y francesas, además, delatan una creciente preferencia por los partidos de centro representados en figuras como Angela Merkel y Emmanuel Macron.

Interesante es constatar que las personalidades centristas de nuestro tiempo no solo bloquean a los extremistas del neofascismo sino, además, a la alternativa que en el pasado reciente representó el socialismo democrático. El declive de este último, en Austria, España, Holanda, Alemania, Francia e Italia, ha facilitado el aparecimiento del neo-fascismo, pero también la emergencia de un centro democrático vigoroso en condiciones de emprender la defensa de la UE. Sin duda una institución que, pese a sus deformaciones burocráticas ocupa un significado importante al nivel de lo simbólico, a saber, la representación de una cooperación internacional basada en los principios heredados de los tiempos de la Ilustración.

A pesar del Brexit, a pesar de la aparición de los partidos y movimientos neo-fascistas, o quizas gracias a eso, Europa ha sacado fuerzas de flaqueza y mostrado su disposición a continuar la ruta trazada por los acuerdos de Roma, hace ya sesenta años.

El segundo hecho democrático es latinoamericano. Estamos asistiendo al ocaso del también mal llamado socialismo del siglo XXl y al desplazamiento de la política a posiciones centristas. Las derrota electoral del peronismo kirchnerista o cristinismo en la Argentina, la salida constitucional del post-lulismo de Rousseff en Brasil, la desintegración del bacheletismo en Chile, la derrota plebiscitaria sufrida por Morales en Bolivia y la perdida de fuerzas del correísmo en Ecuador, son signos suficientes para afirmar que la política regional está hoy caracterizada por un viraje que va desde la izquierda hacia el centro (centro-derecha o centro-izquierda).

Las declaraciones conjuntas de la OEA mediante las cuales la mayoría de sus países se pronunciaron en contra de los desmanes golpistas del régimen de Maduro sientan un caso precedente. Significan un evidente compromiso con la democracia continental. Una democracia que ya no solo será entendida por sus orígenes electorales sino por el cumplimiento de normas como son la separación de los poderes públicos, la vigencia del principio constitucional, las elecciones libres y secretas y, no por último, el respeto a los derechos humanos. En fin, todo lo que Maduro y su pandilla ha violado en Venezuela.

Sí, el Zeitgeist no fue solo una ocurrencia hegeliana. Existe.

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Julio César Moreno León

La crisis venezolana parece llegar a un desenlace final. Los diversos sectores de la sociedad han tomado conciencia de la magnitud del conflicto que sufrimos. Y por primera vez la dirigencia opositora aparece unida en el propósito de salir de lo que ahora, sin ambages, llaman dictadura.

Esa realidad se ha evidenciado en las potentes movilizaciones populares ocurridas en Caracas y en el resto del país que exigen la salida del régimen, la restitución de la democracia, el restablecimiento del estado de derecho y la recuperación moral, económica, política y social de la nación.

El gobierno, vista la precaria situación en que se encuentra, lanza ahora el anzuelo de unas posibles elecciones regionales con el fin de paralizar la calle y distraer los esfuerzos y objetivos de los partidos políticos, divorciándolos del verdadero clamor ciudadano.

Aceptar esa propuesta significaría transarse por la obtención de victorias parciales en las regiones, y esperar hasta el año que viene para competir en la elección presidencial.

Seguramente la dirigencia opositora rechazará esa maniobra gubernamental, ya que el nivel de deslegitimación y descomposición del régimen va más allá del tema de las elecciones regionales suspendidas en abierta violación de la Constitución.

Las gentes rechazan esa y cualquier otra tramposa oferta que posponga la sustitución del gobierno. Saben los ciudadanos que si este sistema continúa, Venezuela será una ruina impuesta por Cuba y por delincuentes que capturaron para su provecho las instituciones del Estado y los instrumentos de represión civil y militar con el fin de mantenerse a toda costa en el poder.

Perdida la calle, derrotados en las elecciones del Parlamento y en el debate público, el gobierno se queda sin discurso. Es el caso del criminal que no puede sostener su coartada ante el cúmulo de evidencias que el mismo construye en su intento de seguir incurriendo en el delito. Ya no hay la excusa del anti imperialismo, o de las conspiraciones de la “derecha vende patria” para justificar imperdonables tropelías.

Salvo Bolivia, y con menos entusiasmo Ecuador y Nicaragua, la mayoría de países que integran la OEA reconocen la crisis venezolana, señalan al gobierno como responsable de ella y exigen salida electoral, libertad de presos políticos y plena restitución de la democracia. Una prueba reciente es la actitud del hasta hace poco complaciente Presidente de Uruguay quien está “altamente ofendido” por declaraciones de Maduro, en las que éste le acusa de coordinar acciones contra Venezuela a través de la Embajada de Estados Unidos en Montevideo.

En ese contexto, la firme posición de Luis Almagro y la ya inocultable dinámica de una represión cada día mayor en medio de la espantosa crisis humanitaria, han hecho cambiar la tradicional e inservible diplomacia de formalidades, por la diplomacia de los principios y de las claras definiciones a las puertas de un caos capaz de afectar a toda la región.

El Secretario General de la OEA acaba de dejar constancia nuevamente de la situación en que se encuentra el gobierno venezolano, negado a cumplir con los principios que sustentan la Carta Democrática Interamericana auspiciada por Chávez y suscrita por su gobierno en 2001.

Fortalecido moral y políticamente, Almagro afirma el día 7, cuando se refiere al asesinato del joven Jairo Ortiz: “Este crimen debe llamar a la democracia del país, a hacer justicia, a superar la cobardía de la ignominia de sus asesinos”.

De manera enfática emplaza a cesar la represión contra las manifestaciones pacíficas, y denuncia a “un autoritarismo que se escuda en las fuerzas armadas que, lejos de actuar como las fuerzas del orden actúan como las fuerzas de la represión y el terror”.

Dice además: “Es un autoritarismo que en sus escalada de odio y vergüenza contagia también de ese odio y vergüenza a las fuerzas armadas. Este régimen autodenominado cívico – militar es no sólo el responsable de la pérdida de la Democracia y de la crítica situación alimentaria en Venezuela, es también responsable de incitar al odio, mediante la represión”.

Por su parte el almirante Kurt Tidd jefe del Comando Sur ha señalado que la crisis humanitaria en Venezuela exige una “respuesta regional”. Con lo que el gobierno norteamericano (en labios de un militar metido en los más altos rangos de acción y decisión), pudiera estarnos anunciando no sólo la suspensión de Venezuela del organismo regional, sino también la aplicación de medidas más directas que permitan la sustitución del actual gobierno, y luego el restablecimiento de la democracia mediante elecciones generales, tal y como lo ha propuesto el Secretario General de la OEA.

Las declaraciones de Almagro y las del Jefe del Comando Sur, tienen como destinatario importante a los militares venezolanos en su condición de único sostén de un gobierno totalmente descalificado ante el mundo por violar derechos humanos, reprimir a la ciudadanía y exhibir una espantosa corrupción que ha conducido al país a la ruina y a la crisis humanitaria. A esos militares que sufren al igual que el resto de los ciudadanos estos tiempos de descomposición social y crispación colectiva, y que además saben que al obedecer órdenes contrarias a la ley y a los derechos humanos se convierten en responsables de crímenes contra la población civil, en un posible escenario de caos e incontrolable violencia.

https://www.lapatilla.com/site/2017/04/10/julio-cesar-moreno-leon-delinc...

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Carlos Raúl Hernández

El TSJ prácticamente disolvía la Asamblea Nacional –un fujimorazo sin tanques–, pero la subsecuente reacción de la Fiscal Luisa Ortega erradicó la Sentencia hasta de la página WEB, complejidades que debieran ayudarnos a superar el daltonismo que a veces nos priva de una gama enorme de colores de la realidad. Los más ingenuos hacen uso de la astucia chapulín para demostrar que todo ha sido una maniobra del gobierno para confundirnos y la Fiscal, una actriz. Un ejemplo y a la vez detalle humorístico –pero asombroso– es que hay por ahí un grupo que exigía a quien quisiera ser militante, reconocer que en Venezuela hay una dictadura y cualquier titubeo sería propio de colaboracionistas, es decir, herejes, brujas, sirvientes del diablo. La Gestapo observaba, arrestaba por sospechosos y pasaba a la cámara de torturas a quienes oyeran usar determinadas palabras criptocomunistas.

Con igual mecanismo del intelecto, en los debates teológicos medievales los nominalistas creían que las cosas existían al nombrarlas y muchos fueron a la hoguera por dudar. En un enfoque constitucional legítimo podría hablarse de una cadena de golpes o de un golpe continuo desde hace dieciocho años. Suspender los diputados de Amazonas, declarar en “desacato” nada menos que al órgano de la soberanía popular, no pagar los sueldos, no asistir a las interpelaciones, no reconocer su nueva directiva, son sucesivos microgolpes de Estado en su sentido estricto (un poder que de facto usurpa o desconoce atribuciones otro), micro ACVs en las instituciones democráticas. Pero revolución es justamente antítesis del concepto moderno de Constitución, norma que existe para consagrar la inviolabilidad de la vida, la libertad y la propiedad, y limitar las atribuciones del poder.

Nuevos y viejos leninistas
La revolución, por el contrario, se establece para liquidar el Estado de Derecho burgués y expropiar los derechos a la vida, la libertad y la propiedad. En Quienes son los amigos del pueblo… Lenin dice que “la ruptura completa y final con los demócratas es inevitable e imperativa”. Eso nos permite otra perspectiva, ya no constitucional sino match-política: un enfrentamiento entre Estado Vs. Sociedad en el que el primero despliega desde hace dieciocho años una estrategia gradual para desintegrar los dominios sociales y crear una sola potestad, a lo que la sociedad naturalmente se opone. La revolución necesita requisar las jurisdicciones autónomas de la ciudadanía y decapitar la Asamblea es un paso necesario, así como los gobernadores y alcaldes, y que el país no se haya batido como una fiera para defender su elección fue una ceguera irreparable.

Es de match-política que el núcleo duro revolucionario se haya lanzado sobre el cuello de la AN en esta coyuntura de debilidad por efecto de annus terribilis 2016. Se pensaba que funcionaba la aplanadora unánime y se emplearía a fondo. Pero la Fiscal Ortega Díaz se salió del carril y cuestionó, con la fuerza que le da su ubicación en el círculo del poder, la ruptura del orden constitucional, y se sospechaban reacciones similares de otros miembros del Poder Moral, una seria grieta. Eso produjo las tartajeantes decisiones posteriores que regresan la situación donde estaba antes del estallido de cólera que quiso degollar el Poder Legislativo. Puede pensarse que a partir de este momento comienza en el gobierno la cadena de operaciones que conduciría a destituir a la Fiscal, cosa que constitucionalmente no parece viable porque tendría que hacerlo la Asamblea

Semivírgenes
Aunque a los que mandan eso parece rodarle, no es así cuando se refiere a efectos políticos en el chavismo y en la FAN. Y lejos de extraviarse por otras veredas, la respuesta democrática debía ser tomarle la palabra al presidente Maduro en su alocución e invitar los mediadores internacionales, y dirigir todos los esfuerzos a elecciones de gobernadores y alcaldes este año, y presidenciales en 2018. Este tormentoso episodio es propio de lo que Giovanni Sartori llama semidemocracias o semidictaduras, a las que se ajustan las instituciones actuales y sería inimaginable en una dictadura cerrada dicha, como las de Videla o Pinochet– y muchísimo menos en una dictadura totalitaria, como Cuba (aún) o Norcorea (Hitler simplemente pasó ejecutó a Roems y las SA). Howard Hiarda, profesor de Harvard plantea una curva de hamaca con varios grados intermedios entre la democracia plena y la dictadura cerrada.

Para ubicar cada país en la curva, analiza en cada uno grupos de variables políticas y económicas para evaluar si los países avanzan en el proceso democrático o por el contrario, retroceden hacia la dictadura. En 1989 con la incorporación de la elección directa de gobernadores y alcaldes, la apertura económica, la incorporación de partidos opositores al control de importantes estados, Venezuela avanzó casi hasta la democracia plena. No tuvimos capacidad para manejar un país que triunfaba y hoy se encuentra cerca del rango contrario y con la posibilidad de ir más allá de la antimeta. El elemento decisivo para su lugar terminante será el compromiso constitucional de convocar elecciones presidenciales el año próximo y, naturalmente, las de gobernadores y alcaldes durante éste.

@CarlosRaulHer

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