Pasar al contenido principal

Opinión

Alberto Hernández

En este libro la ficción no existe:

No se trata de la recreación de un imaginario convertido en arcadia del espíritu. Es el testimonio de una larga aventura donde los hombres eran lobos del hombre. Es el testimonio de un hombre que asumió la experiencia de perseguir por encargo, de silenciar por mandato y obediencia a quienes se oponían a los designios del poder.

Una máscara cubrió durante diez años un pedazo de nuestra historia política contemporánea. Un rostro sudoroso bajo esa tropical eufonía del silencio y la muerte. Una cara que crecía en la pupila opaca de quien se ocultaba para favorecer su violencia.

Marcos Pérez Jiménez bailó el vals de esta historia durante casi dos duros lustros en los que la persecución y el crimen dominaron el escenario de Venezuela.

En este libro hay un hombre que cuenta lo que hizo para sostener el poder de ese hombrecito en Miraflores. Un hombre que lideró la tortura, el miedo e hizo de esta experiencia una forma de vida.

No es la primera vez que Braulio Barreto se relata como ejecutor de órdenes emanadas del corazón de la terrible Seguridad Nacional, donde era agente. No es la primera vez que se desnuda en público para testimoniar el infierno del cual fue protagonista, desdelas manoplas de Pérez Jiménez y Pedro Estrada.

Este libro no es literatura:

Este libro es un acto solitario donado por la prisión. Es un gesto desde un pequeño espacio donde purgó condena luego de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez.

Este libro es el testimonio de un “esbirro” (entrecomillado porque el mismo personaje me pidió que lo calificara de esa manera) que hacía también labores de espionaje. Es el relato vívido de un policía del régimen dictatorial, despojado de vocación literaria. Es un libro donde quien cuenta es también una víctima, pero no porque él lo digo sino porque esos diez años lo hicieron víctima de su propia obediencia.

Es también un libro que se aventura a desnudar y a destapar la podredumbre de un lugar bastante alejado de los asuntos del espíritu. Este libro es un pedazo de país, de ese país que un día perteneció a la muerte y al miedo. Es el mismo país que hoy llevamos muy adentro, pero matizado por miedos menos profundos. Es el país que siempre hemos estrenado, atornillado al olvido.

En este libro no hay poesía:

En este libro nos encontramos con aquellos venezolanos que se graduaron: unos, de asesinos, traidores, cobardes. Otros, de cómplices, taberneros de un régimen que aún suena sus copas en los dientes de la estupidez. También es el país de quienes transitaron un tiempo de martirios. Es un país del asco, de muchos sinsentidos. Un país hecho mofa y carcajada enferma.

En este libro de Braulio Barreto uno se encuentra en la herencia que siempre nos convierte en pesadillas de nosotros mismos. Un libro para reconocernos, para vernos en el rostro de hoy de un hombre que no ha querido guardar silencio, porque aún los fantasmas lo llaman desde el pasado.

Braulio Barreto es un hombre que dejó el miedo colgado en el armario. En estas páginas nos topamos con él y nos llenamos de respuestas.

Maracay, 1999 (Texto/ prólogo a la edición de Impresos Urbina)

 2 min


La providencia dotó generosamente a Venezuela de ingentes recursos naturales. No contenta con poner bajo nuestros pies un océano de petróleo y en nuestra tierra inmensas cantidades de minerales valiosos como el oro, el hierro y la bauxita -para sólo nombrar tres-, nos donó caudalosos ríos para que aprovecháramos su potencial hidroeléctrico, hermosos paisajes marítimos, llaneros y de montaña que podrían ser útiles para incitar un profuso turismo propio y foráneo, un clima benigno que no mata en invierno ni deshidrata en verano, hombres brillantes como Arturo Uslar Pietri y Jacinto Convit, mujeres de proverbial belleza y arrollante personalidad y, en fin, tantas riquezas y dones como para hacer palidecer de envidia a los pueblos llamados del primer mundo.

Reconociendo, de forma obligada, que la naturaleza ocurrió en exceso de prodigalidad para con Venezuela cuando se dispuso a distribuir dones, surge una pregunta necesaria: ¿Por qué no somos un País del primer mundo y, por el contrario, nos dirigimos al tenebroso inframundo del hambre y la desesperanza?

Es evidente que nuestros males no se originan en la falta de riquezas naturales y que, por el contrario, podríamos sospechar que el exceso de ellas nos haya perjudicado de alguna manera, por lo que surge una nueva pregunta: ¿Si soy rico, por qué no vivo como tal?. No es preciso ser superdotado para encontrar la adecuada respuesta: hemos sido mal gerenciados y peor administrados, nuestro destino como nación ha estado siempre en manos de pocos, mediante un sistema electoral inventado, sostenido y propulsado por intereses mezquinos, hasta convertirnos en simples espectadores de una obra teatral llamada democracia, donde tras bastidores los actores se reparten alborozados el producto de la taquilla.

Esto no sería posible si desde las elecciones de diciembre de 1958, no se nos hubiera impuesto un sistema electoral dirigido a priorizar los intereses partidistas y aguardar en el cofre de las ilusiones el verdadero querer de la gente. Desde ese entonces, hemos sido despiadadamente manipulados, haciéndonos creer que somos electores cuando en verdad somos simples votantes, convalidadores de decisiones ajenas que, en la mayoría de los casos, están más pendientes de satisfacer intereses particulares o grupales que lo genuinos de la gente.

¿Quiénes deciden acerca de los cargos de elección popular? ¿Quiénes acerca de los altos cargos de la Administración? Los que ya no tenemos 15, recordamos la famosas reuniones de Gonzalo Barrios (AD) y Rafael Caldera (Copei), donde se decidían todos los asuntos relevantes sobre las tres ramas del Poder Público y, en definitiva, el rumbo del País entero.

El sistema electoral inaugurado tras la caída de Pérez Jiménez, fue el comienzo de la tragedia que hoy llena de angustia a los venezolanos. Los partidos políticos se reservaron el derecho a elegir y nos vendieron la falsa ilusión de que lo hacíamos nosotros; los presidentes eran tratados como semidioses que no podían ser interpelados por los representantes del pueblo cada vez que fuera preciso y, alrededor de ellos, se formaron cortes de aduladores que los desconectaban de la realidad nacional.

Los miembros del Congreso (ahora Asamblea) y de los cuerpos legislativos de los estados no debatían, no proponían, no defendían los intereses de quienes decían representar, si no que esperaban que bajara la línea para levantar el brazo o dejar de hacerlo según la orden superior.

Así, nos fueron robando la soberanía y con ella el verdadero poder popular y el derecho a procesar y disfrutar los recursos tan generosamente ofrecidos por la naturaleza.

Los partidos políticos fueron perdiendo apoyo popular como consecuencia de sus malas gestiones gubernativas y éste fue suplido por una clientela ávida de prebendas y comercializadora de apoyos. Estas organizaciones se hicieron cada día menos democráticas y más alejadas del fervor popular y, para colmo, las amantes de los presidentes pasaron a ser una suerte de jefes de gabinete cuyos poderes crecían al unísono de sus cuentas bancarias, mientras la adulación suplía al debate y la genuflexión a la controversia.

A través de esta degradación de la política fuimos inventando el precipicio al borde del cual nos encontramos. Volver a lo mismo sería hacernos acreedores del eterno castigo de Sísifo: ver rodar cuesta abajo, una y otra vez, la enorme piedra que tanto le costó llevar hasta la cima.

Si queremos salir de este atolladero, todos los cargos de elección popular deben ser sometidos a elecciones primarias y para los venezolanos de buena fe, votar para elegir debe ser la consigna.

NOTA: más sobre este tema en www.eligetu.org.

turmero_2009@hotmail.com

@DulceMTostaR

http://www.dulcemariatosta.com

 3 min


Juan Gonzalo Aguilar

#loquequepaquesesepa

Apreciado ciudadano venezolano miembro del poder originario

Presente

Reciba mi saludo cordial con lo mejor para usted y para el país. He visto por vía de las redes sociales que usted manifiesta su libérrima disposición a renunciar a sus derechos establecidos en los artículos 5 y 70 de nuestra Constitución Nacional, vale decir, a la soberanía que intransferiblemente reside en el pueblo dado que los órganos del Estado emanan de dicha soberanía y a ella deben estar sometidos, no por el hecho de sufragar y elegirlos, sino más bien por la participación directa y protagónica del ciudadano en cuanto todo lo que se refiere a la ejecución y control de la gestión pública.

Aduce o se pregunta usted: ¿Para qué votar si me van a robar el voto? ¿Para qué votar si le van a nombrar un protector? ¿Para qué votar si se tienen que juramentar ante una ANC fraudulenta?

Y yo me pregunto, ¿Y entonces, se la ponemos fácil al régimen? Y afirmo: Ellos no van a cambiar las condiciones, ellos no van a cambiar su modelo político y económico, ellos seguirán en su plan de querer perpetuarse en el poder a costa de la destrucción del país y del sufrimiento del pueblo.

Y mientras tanto, nosotros le arrimamos el mingo más cerca para que el boche sea clavado. ¡Craso error!

Mi distinguido elector, permítame decirle que en verdad yo respeto su libre albedrío, pero permítame ahora decirle el mío; yo hubiese preferido que la oposición poseyera actualmente 18 gobernaciones y para las presentes elecciones municipales que se conquistasen 300 alcaldías y que todos concurrieran a la susodicha fraudulenta ANC a levantar la mano derecha no precisamente para juramentarse, más bien en señal de triunfo y mensaje para el pueblo que los días de la dictadura están contados, además con un poco de sátira y para darles un poco de su misma medicina, también me gustaría que en ese momento de alzar la mano derecha, la mano izquierda se la colocaran en la boca como para contener la risa, imagínese usted la cara de arrechera que pondrían los tipos.

Pero, para los gobernadores no fue así y para los alcaldes parece que de nuevo el panorama será rojo rojito, y todo debido a que la abstención se vislumbra de nuevo por parte del sector opositor y por los que en su liberrisíma decisión acudirán a los Centros de Votación a ver cómo hacen para votar nulo. ¡Craso error!

Amigo elector, sigo creyendo que la solución está en tus manos, en tu participación, tal y cual cuando le dijiste ¡NO! A la reforma constitucional, cuando participaste masivamente el 6D y el 16J. Lo otro, es mantener las esperanzas en la comunidad internacional, en líderes que no son tales y que de ñapa pretenden serlos desde las playas de Miami, el Arco de Triunfo de Paris o Las Cuevas de Luis Candelas de España.

Finalmente ciudadano elector, encomiendo a Dios Todopoderoso nos ilumine a todos los venezolanos para que nos presentemos a votar masivamente el 10D, aunque sea nada más que para joder y verles las caras de arrechera a los jerarcas del régimen.

Con mis saludos cordiales, lo mejor para usted y para el país.

Juan Gonzalo Aguilar

 2 min


Entre lo que pudimos haber sido y lo que pudiéramos llegar a ser, es cuestión de cambiar de mentalidad y comenzar por diseñar un proyecto de país nacido de la participación de todos y de acuerdo a la capacidad laboral, técnica e intelectual de cada venezolano.

Los dubaities, es decir, los habitantes de Dubái: un pequeño país petrolero ubicado en la península de Arabia al suroeste del Golfo Pérsico, no pueden ser más inteligentes y emprendedores que nosotros los venezolanos, y entre todos ellos lograron desarrollar su país. La imagen fotográfica que anexamos es elocuentísima. Pero lo que no podemos negarle a ese pueblo, es que tuvo la previsión de sembrar el petróleo y nosotros no.

Ahora bien, para ese gran proyecto de país sugerido al principio de este escrito, este es mi modesto aporte:

  • Convencer a los venezolanos que solamente reconciliados y unidos seremos capaces de construir una nación agrícola, pecuaria, petrolera, minera e industrialmente desarrollada, a través de la educación eficiente, el trabajo creador, la solidaridad ética, la responsabilidad militante, la tolerancia política, el respeto al derecho del otro y la moral pública.
  • Crear la Universidad Autónoma, Agropecuaria, Técnica e Industrial de Venezuela, para que de ella egresen los jóvenes obreros, peritos, técnicos y tecnólogos que el país vaya necesitando en base a un instrumento de planificación ascendente que previamente haya programado el desarrollo armónico y proporcional de la nación venezolana
  • Integrar en una sola Institución, salvo la Universidad Agropecuaria, Técnica e Industrial de Venezuela, a todos los entes que imparten educación superior y proyectarla como Núcleos Regionales hacia cada Capital de Estado y como Aldeas Universitarias en todos y cada uno de los municipios de la República.
  • Crear la Universidad Central de las Fuerzas Armadas, de donde egresarán los jóvenes oficiales y suboficiales que posteriormente se incorporarán al Ejército Libertador Venezolano, el cual estará conformado por tres componentes: Ejercito Terrestre, Ejercito Naval y Ejercito del Aire.
  • Delegar en el Banco Central de Venezuela la recepción y distribución de todas las divisas que genera la industria petrolera.
  • Eliminar el nombre de Bolívar de nuestro signo monetario y sustituirlo por el de "Peso Venezolano".
  • Respetar la propiedad privada, y los medios de producción deben ser la consecuencia de la cogestión solidaria entre empresarios y trabajadores para producir mercancías cuya posterior plusvalía debe ser distribuida equitativamente entre ambos.
  • Modernizar la totalidad del sistema hidroeléctrico del Gurí.
  • Crear Aerolíneas Internacionales Venezolanas y la Compaña Venezolana de Navegación.
  • Comenzar a planificar El Gran Ferrocarril de Venezuela, construyendo un troncal de distribución nacional en Villa de Cura.
  • Reducir el Poder Ejecutivo a quince ministerios.
  • Reincorporar Venezuela a la Comunidad Andina de Naciones e incorporarla a la Alianza del Pacifico.
  • Fundamentar la salud a dispensársele al pueblo sobre tres principios éticos: no dañar, prevenir para no curar y suministrar calidad de vida.
  • Crear el Servicio Único de Salud.
  • Promover una poderosa clase media que ayude a sacar de la pobreza a todo aquel venezolano que la padezca, pero mientras esto no se logre a ese sector de la población habrá que saciar su hambre, curar sus enfermedades, proteger de la intemperie y garantizarle que el futuro que lo aguarda, será mejor.
  • Defender la soberanía e Independencia de la República de cualquier potencia hambrienta de energía petrolera.
  • Transferir el 51% de la acciones de PDVSA, a empresarios, trabajadores y jóvenes profesionales venezolanos.
  • Decretar que el ámbito operacional de PDVSA debe limitarse a lo que en términos petroleros se conoce como aguas arriba y aguas abajo.
  • Concientizar para que el pedazo de pan que cada venezolano lleve a su casa, debe ser del tamaño de su capacidad de producción y no el de la generosidad del gobernante de turno.
  • Atacar el problema penitenciario creando tribunales de emergencia dentro de las cárceles para que trabajen las 24 horas del día a razón de tres turnos de 8 horas cada uno, hasta que no quede ni un solo individuo privado de libertad sin sentencia firme y definitiva; luego, negociar con el preso dos años de su sentencia por un año de intachable conducta.
  • Cimentar la libertad de expresión sobre el siguiente aforismo: “no estoy de acuerdo con lo que dices pero daría mi vida por defender el derecho que tienes a decirlo”.
  • Aplicar la hipótesis de la línea media al problema limítrofe que tenemos con la hermana República de Guyana.
  • Desactivar el argumento que propone: “A los pueblos indígenas hay que mantenerlos dentro de su hábitat natural para evitar que el hombre blanco los contamine”.
  • Enfrentar la problemática campesina a través de programas rurales que no solo sirvan para evitar el éxodo permanente del hombre del campo hacia las grandes ciudades, sino que a vez estimulen el regreso de aquellos que abandonaron sus tierras después que un demagogo e irresponsable enreda pueblo, les dijo: "Vayámonos pa Caracas que allá hay trabajo por coñazo" y ahora andan saltando de rancho en rancho y brincando de cerro en cerro sobre el cordón de miseria que rodea la Capital de la República.
  • Proscribir todo tipo de explotación minera en el frágil ecosistema de Guayana.
  • Incorporar sustancialmente la mujer venezolana a la planificación, ejecución, supervisión y evaluación de políticas públicas trascendentales.
  • Restablecer las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos en un ambiente de respeto mutuo y sin complejos latinoamericanos ni tercermundistas.
  • Rechazar la injerencia de cualquier país en nuestros asuntos internos, tanto más, si esta conducta política se mimetiza en la noble expresión de Simón Bolívar: “Para Nosotros la Patria es América”.

Reducir el periodo presidencial a cuatro años con una sola reelección y establecer que el rol como Primer Maestro de la Nación Venezolana, que le corresponde ejercer al Primer Mandatario, debe estar por encima de sus condiciones de Presidente de la República, Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y Comandante en Jefe del Ejército Libertador Venezolano.

 4 min


La desconfianza exponencial que sufre la sociedad venezolana después del 15-O hacia su dirigencia partidista política clama por una nueva clase política, es decir de dirigentes que evidencien como práctica en el ejercicio del gobierno el empleo de la ética. Ética como un modo de proceder, entender y practicar el ejercicio del gobierno, para lograr la resolución de las urgentes y graves necesidades que sufre la sociedad venezolana. Ejercicio de poder para la resolución de los gobernados y nunca más como plataforma personal o grupal de los intereses contrarios a la responsabilidad de una clase política.

La desconfianza se muestra en los venezolanos como una institución invisible, que reclama por un nuevo Operador Político capaz de ampliar la legitimidad de quienes gobiernan, preocupado por el bien común y nunca más por los personalismos y grupalismos partidistas carentes de visión. Carentes de visión, sobre todo, y acción frente al bestiario militarista culpable y responsable por la más grave peligrosidad que pudiese conducir a la destrucción de lo que queda del sistema político venezolano, por la vía de una calamidad político-social.

Calamidad político-social que hoy arrasa con el frágil orden social y convierte a Venezuela en una masa incendiaria, violenta y frustrada dispuesta a inmolarse ante las bocas de fuego y persecución de la tiranía acorralada por sus robos, por una inmensa deuda internacional y sobre todo por su incapacidad dirigencial. Calamidad político-social que como desgracia impuesta, y a la cual juega el régimen del bestiario militarista, ha terminado con el sistema político pero más grave aún con las bases y fundamentos de la República. Entonces, los repúblicos tenemos que defender la República y es allí donde aparece un grupo, una especie de políticos que desde hace mucho tiempo existen en Venezuela: los prohombres.

La calamidad político-social a la cual juega el régimen demanda de los prohombres que -como dirigentes- establezcan una nueva conexión con el ciudadano lleno de desconfianza. Nueva conexión anclada en una relación ética-ciudadana, que crecerá y mostrará una nueva hipótesis de conducta política dentro de la crisis que azota la República. La República requiere de prohombres, mujeres y hombres que ya existen como ciudadanos que, distantes de la politiquería, son constructores y son repúblicos. Ciudadanos comunes, sacerdotes, trabajadores, profesionales, académicos, empresarios, eso sí, todos convencidos de que la República no puede seguir por el camino de la violencia instalada desde el 4F y el 27N de 1992, y sí requiere y necesita de una nueva clase política. Clase política alejada del compromiso politiquero y grupalista, y en contrario sí cercano al real ejercicio del poder entendido como una extensión de la civilidad en donde pesa la determinación de los hombres ciudadanos, que ahora están atrapados por una guerra absurda, ahistórica y primitiva.

Los prohombres han venido sembrando civilidad por la vía del conocimiento histórico y de la práctica tecnológica, ellos están convencidos de la importancia de la idea de la tolerancia activa como forma óptima de vida social para el venezolano. Son innovadores y emprendedores y, sobre todo, entienden que la gloria de Simón Bolívar reside en su condición de filósofo y político y jamás en su gesta militar. Los prohombres no creen que Venezuela es un vivac, sí tienen claro que es una República y los repúblicos practican la disciplina del saber, la rectitud y la ética.

Los prohombres ya existen. Están y construyen a diario aún, en esta calamidad político-social. Esos prohombres que sí son intransigentes con la violencia, el primitivismo y el militarismo, y mucho más intransigentes con la mediocridad, ignorancia y mentira. Son mujeres y hombres del siglo XXI que saben y practican que sólo con los valores de la libertad, igualdad y cumplimiento de las leyes se puede mantener una sociedad y guarecer la República. Los prohombres son generadores de confianza, confianza para que la institución invisible y primitiva que hoy vive el venezolano se orille para que se regularice la vida, la creatividad y el ejercicio de la iniciativa para disminuir el riesgo-país.

El país-Nación y el Estado venezolano en el cual el bestiario militarista y los operadores partidistas politiqueros lo han colocado en un precipicio: la calamidad político-social. Allí surgen los prohombres, mujeres y hombres gran reserva moral, intelectual, profesional y social que, anclados en la ética como motor funcional-político, recrearán la confianza para contener a los miopes, simplistas y ausentes del saber que aún no entienden a la sociedad venezolana. El país está requiriendo de esa nueva clase política los prohombres entendidos como un grupo crítico, con formación, organización y disposición anímica, social y venezolanista para producir un recambio que aparte a los operadores inmorales, desplace al bestiario militarista y haga crecer… aunque parezca imposible una nueva Venezuela política con la reinstalación de la democracia.

Es original,

Director de CEPPRO

@JMachillandaP

Caracas, 21 de noviembre de 2017

 3 min


Sadio Garavini Di Turno

Para la oposición democrática venezolana el apoyo de los gobiernos democráticos es absolutamente vital. Y todos los gobiernos democráticos, incluyendo el Grupo de Lima, EEUU, la UE, además de la Santa Sede, en todas sus declaraciones, afirman que la crisis venezolana debe tratar de resolverse a través de negociaciones entre el gobierno y la oposición. Por tanto es evidente que la oposición no puede rechazar a priori la búsqueda de una solución negociada al conflicto, aunque sea sólo para demostrar, de forma definitiva ante la comunidad internacional, que el régimen es el que impide una solución pacífica, constitucional y democrática a la crisis.

Además la historia nos enseña que no hay transición de un gobierno autoritario a uno democrático que no pase por una negociación, a menos que sea por un golpe de Estado, guerra civil o intervención militar extranjera. Así fueron los casos, por ejemplo, de Polonia, Chile, España, Filipinas, Indonesia, Nicaragua y Sur África. En estos dos últimos casos la negociación vino después de conflictos armados internos. En efecto, la historia también nos dice que las dictaduras se enfrentan con éxito a través de diferentes “caminos”, complementarios y simultáneos. Los “caminos” se dividen en presiones nacionales e internacionales, de diverso “tipo”. En el caso venezolano, la presión internacional es existencial, aunque no necesariamente suficiente. Las negociaciones que los partidos mayoritarios de la Asamblea Nacional han aceptado iniciar en República Dominicana, a diferencia del mal llamado “diálogo” del pasado, tendrán la presencia como garantes de cancilleres de gobiernos, miembros del Grupo de Lima, como México, Chile y Paraguay y también de países aliados del régimen como Nicaragua, Bolivia y la República Dominicana, como anfitriona.

Hay negociación posible cuando las partes consideran que negociando se puede lograr algo mejor de lo que se puede obtener sin negociar. La negociación es un proceso de decisión interdependiente, en la cual los resultados para cada parte dependen no sólo de su propia acción sino de lo que haga, deje de hacer o se piense que vaya a hacer el “otro”. El Grupo de Lima, EEUU y la UE han afirmado que, después del fraude evidente de la “constituyente” y las elecciones regionales, no pueden reconocerse elecciones en Venezuela sin un CNE equilibrado y una observación internacional calificada. Es evidente, por tanto, que este debe ser un objetivo fundamental de la oposición en la negociación. Así como, la liberación de los presos políticos, verdaderos rehenes del régimen, el fin de las inhabilitaciones, la restitución de las facultades constitucionales de la Asamblea Nacional (AN) y la posibilidad de recibir ayuda humanitaria. A la luz de la teoría de la negociación, desde el punto de vista del gobierno ¿Qué es lo que quisiera obtener el régimen que sea mejor de lo que tiene sin negociar? Ciertamente no va a negociar sólo los términos de su salida. Sólo lo haría si estuviese prácticamente caído. ¿Lo está? En cambio, lo que el gobierno necesita con urgencia es financiamiento internacional, que no es factible sin la aprobación de la AN. También quisiera obtener una eliminación o por lo menos reducción de las sanciones internacionales que le están haciendo mucho daño, particularmente en el marco del ya evidente “default” y de la baja progresiva de la producción petrolera.

Además, el miedo fundamental del gobierno, al devolverle las atribuciones a la AN, es que la oposición haga lo que el régimen hizo cuando tenía la mayoría calificada de dos tercios en la AN: adueñarse del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el CNE, el Fiscal General, el Contralor General y el Defensor del Pueblo. En teoría, sería posible un acuerdo en el cual se nombraran los integrantes de todas estas instituciones antes de devolverle todas las atribuciones constitucionales a la AN. Ahora bien ¿será posible un acuerdo con un régimen que pareciera tener como único objetivo mantenerse en el poder? Muy difícil, pero no es imposible que una aceleración del desastre socioeconómico, el aumento de las sanciones internacionales y el posible catastrófico embargo de los activos de Pdvsa en el exterior, particularmente de los embarques de petróleo, creen las condiciones para una ruptura interna en el régimen, que permitiría una transición hacia la democracia.

@sadiocaracas

 3 min


Arichuna Silva Romero

«En una situación en la que las consecuencias de la decisiones erróneas son tan terribles, en la que un mínimo de irracionalidad puede poner en movimiento un tren entero de acontecimientos traumáticos, no creo que podamos darnos por satisfechos sabiendo simplemente que la “la mayor parte de la gente se comporta racionalmente la mayor parte de las veces”.»

Charles E. Osgood (1916-1991)

I

Venezuela vive un permanente malestar. Sufriendo un mal estar en las colas por una ración de alimentos, aquejándose de sus dolencias físicas que no puede mitigar con las medicinas que no encuentra. Sintiendo náuseas al destapar las bolsas repletas de basura, buscando algo que comer o ponerse. Despidiendo a sus seres queridos en terminales, aeropuertos y fronteras. Viendo sí, el contador dolartoday por fin se detiene o comienza a descontar su cifra astronómica. Viviendo un ciclo inflacionario desequilibrado. Esperando a que vuelvan a los anaqueles los productos de producción nacional para que se pare la importación. Pero, también siendo testigo de la muerte de compatriotas por inanición y de mártires encerrados en lúgubres ergástulas a lo largo y ancho de la patria de Simón Bolívar.

Su decadencia no le es soportable más, y frente a otras calamidades –que sería larga la lista nombrarlas aquí–, está su penúltima molestia padecida: haber sida sacrificada por la dirigencia política de la MUD luego que interpretaran los roles de Pilatos y Judas.

II

Sólo dos batallas ha ganado la Venezuela republicana y democrática en estos dieciocho años de confrontación política, contra un régimen que se saltó las líneas invocadas en el Preámbulo de la Constitución (1999): recordamos el Referéndum para la Reforma Constitucional de 2007 y las Elecciones Parlamentarias de 2015. Dos victorias que no fueron bien administradas y, a las que no se les dedicó una debida reflexión por parte de los responsables elegidos para que nos representaran y, legislaran y controlaran la cosa pública.

Así pues, como se careció de algunas competencias –esto, como un libre ejercicio de destrezas e inteligencia–; y pese a que la nación, tiene dieciocho años de atropellos y atraso a cuestas, los nuevos diputados no llegaron con la convicción y la unidad pregonada a plantearle al país cuál era la gran estrategia requerida, y acto seguido, se durmieron en los laureles.

Por ello, el día de la instalación de la Asamblea Nacional (05 de enero de 2016), lo que se vio fue un protocolo de celebración y toma de cargos. El grave hecho ocurrido un mes antes, con el nombramiento de los Magistrados del TSJ y la anulación de los diputados indígenas, no llamó a la conciencia y a la acción de los 112 diputados opositores; de llevar aquel día de gloria democrática, una voz de protesta y condena sobre el abuso de poder consumado. Los hechos que vinieron después, son parte del historial que ha sido bien documentado y conocido por todos.

III

El estratega chino Sun Tzu dijo: “La victoria es el principal objetivo de la guerra. Si se pospone demasiado, las armas se embotan y la moral decae…”. Y este axioma se aplica igualmente, en los campos pacíficos de la política y de la actividad empresarial.

Visto esto, y ante la petición que se nos hizo desde la MUD, luego del acontecimiento traumático del pasado 15 de octubre, de seguir transitando más unidos y con una estrategia unificada; resulta conveniente hacerles una respetuosa recomendación: dedicarle una reflexiva lectura al libro De la Dictadura a la Democracia. Un Sistema Conceptual para la Liberación (2011) de Gene Sharp, en especial, el capítulo sexto.

Tcnel (Av) retirado

@asiromantis

 2 min