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Opinión

Abordar la situación actual es ineludible, dada la confusión reinante. La descabellada implantación de una supuesta “asamblea constituyente”, al margen del orden constitucional y con un descomunal y notorio fraude electoral como partida de nacimiento, desconcertó a muchos. Pareciera que el fascismo hubiese salido airoso con un ardid tan apartado de la razón. ¿De qué sirvieron los cuatro meses de abnegada lucha, con tan alto costo en jóvenes asesinados o heridos por las fuerzas represivas, en presos, torturas, saqueos y otras vilezas cometidas contra la población?

La respuesta más obvia es que desnudó claramente al actual régimen oligárquico como una dictadura militar. La sensación de desesperanza que, en algunos, provocó tal atropello no expresa derrota alguna. La única manera de parar esa acción tan fraudulenta e irrespetuosa del ordenamiento jurídico era por medio de la violencia, empresa descartada por la identificación del alto mando militar corrupto con la mafia y porque ello nunca ha estado en la agenda de la oposición democrática. No se derrotó a quienes siempre apostaron a la democracia, sino que la oligarquía militar civil confesó claramente que no se atendrá a procedimientos lícitos para permanecer en el poder. ¿Salió fortalecida, convenció a algunos de que no se ampara en una dictadura, logró afianzar una legitimidad democrática con tal sainete?

En un importante tablero, el del concierto de naciones democráticas y de la opinión pública internacional, la mafia ha sufrida una fuerte derrota, auto-infligida, además. El aislamiento internacional autoimpuesto por violentar el orden constitucional, violar los derechos humanos y desconocer a la Asamblea Nacional, pretende remediarlo transformando a su Frankenstein en una versión criolla del Comité de Salud Pública de Robespierre, amenazando a los demócratas con dislates jurídicos como una supuesta “ley” contra el odio y declarándolos “traidores de la patria”, es decir, de los intereses de la mafia, para que sus litigantes (tsj írrito), tomen medidas en su contra. Abogados de Capone.

Corresponde, pues, reevaluar la contienda planteada. En el campo democrático sigue estando la inmensa mayoría de los venezolanos, pero se evidencia una crisis de liderazgo que dificulta convertir a esta fuerza en ariete para terminar de acorralar a la oligarquía. Es la principal debilidad de la oposición democrática y su superación, su principal desafío. Del lado del régimen la única fortaleza que le queda es su disposición a la arbitrariedad, respaldada con los fusiles; o sea, la fuerza represiva de toda dictadura militar. Pero su vocación totalitaria confiere una intensidad particular a esta disposición.

Pero no basta con denunciar la impronta castro-comunista. Para sorpresa de muchos, ello alimenta la imagen que la oligarquía quiere construir de sí misma: “revolucionaria”, campeona de los intereses de un pueblo ficticio invocado a imagen de sus aprendidos clichés y enfrentada al “imperio”. La prédica comunista representa una poderosa apología para la violación de derechos humanos y la expoliación de la sociedad, pues la justifica en nombre de la Historia. Permite, además, despachar lo de las sanciones internacionales como una agresión de EE,UU. contra la “revolución”. No importa para nada que haya empobrecido drásticamente al pueblo trabajador y que le haya despojado de sus conquistas y derechos, “la Historia la absolverá”. Su fundamentación supuestamente “científica” en la obra de Carlos Marx exime toda necesidad de legitimarla ante quienes son considerados “enemigos”.

Pero en absoluto resultó “científica” la doctrina marxiana. Y en manos de sus epígonos degeneró en una ideología maniquea para escamotear la realidad. Quien me lee tendrá que conformarse por el momento con la aseveración de que la retórica comunistoide que ampara los atropellos de esta oligarquía cruel, patriotera, militarista y primitiva, es simplemente un nuevo ropaje del fascismo: volveré sobre el tema en otro escrito. ¿Por qué no identificar a este régimen oligárquico, entonces, como fascista? ¿Dónde está la “absolución” que puede darle el fascismo a Maduro? Obviamente, despierta la mayor repulsa de la gente y, ante los suyos, arranca la hoja de parra “socialista” con que desea cubrirse. No pueden esgrimirse “buenas intenciones” pero manchadas con “algunos excesos”, cuando se identifica al régimen de fascista. Debilita e blindaje ideológico contra el cuestionamiento de sus posturas gorilas y tramposas.

La única manera de sacar a esta mafia expoliadora del poder es acumular fuerzas suficientes -y debilitar las de ella-, para que no le quede más camino que negociar su salida. Es menester cuajar, cuanto antes, alguna fórmula de acuerdo con la disidencia chavista que pueda ser “operativizada” a nivel de las organizaciones de base, sindicatos, vecinales, etc., y en las denuncias públicas sobre la violación de los derechos humanos y del orden constitucional. Ello debe acompañarse de un programa sencillo, contundente, que contraste el desastre empobrecedor urdido por la presente oligarquía contra el pueblo, con las posibilidades que encierra un programa sensato que vuelva a generar oportunidades de empleo productivo, llene de nuevo los anaqueles, mejore el poder de compra de la población abatiendo la inflación y rescate la salud. Este programa, en su dimensión técnica, está prácticamente listo. Lo que hay que hacer es traducirlo en ideas-fuerza que puedan ser asumidas como bandera de lucha. ¿Qué prometió Chávez en su momento? Refundar la patria. ¿Hubo necesidad de explicarlo en detalle?

Las elecciones regionales son una oportunidad para acumular fuerzas que no puede desaprovecharse. Las trampas esperadas por parte de la Lucena y su claque, y su denuncia oportuna y fundamentada por parte de las fuerzas democráticas, debe resultar en un debilitamiento mayor de la mafia. Y, de permitir que las elecciones discurran sin mayores contratiempos, la victoria democrática debe ser contundente. Pero apostar por estas elecciones no puede ser a expensas de otros aspectos de la lucha.

En el debilitamiento del fascismo, el escenario internacional ha sido importante. Pero debe acompañarse internamente con el quebrantamiento de sus bases de sustento. Esto implica una ofensiva contra las pretensiones totalitarias de la asamblea fraudulenta. El liderazgo opositor, enredado con las elecciones regionales, ha bajado la guardia al respecto. Impedir que se consolide la plataforma de tal esperpento es decisivo para la sobrevivencia de la Asamblea Nacional y para las esperanzas de cambio en un futuro mediato. Esto conlleva riesgos de una arremetida por parte de los litigantes de la mafia, al negarnos a reconocer tal adefesio y mucho menos a cumplir sus decisiones. ¡Pero es el único camino a seguir!

Luego, es imperativo un mensaje claro, sin ambigüedades, de lo que está en juego para los militares, de seguir sosteniendo esta dictadura fascista. Ya las sanciones internacionales han revelado el costo que puede tener tal postura, pero falta una formulación política por parte de las fuerzas democráticas que insista en que los postulados constitucionales son la única fundamentación aceptable de su existencia. Esto implica discutir abiertamente el rol que debe tener la Fuerza Armada en un futuro democrático. Aclarar este rol puede disipar algunos temores infundados entre algunos, a la vez que ayudaría a identificar los correctivos y procesos legales a emprender.

La situación actual no es favorable a la oligarquía mafiosa. Pero al liderazgo democrático le ha faltado más “punch” para capitalizar esta debilidad. El lenguaje, el discurso, es en este momento una poderosa herramienta. Hay que insistir en la naturaleza fascista de Maduro y su combo, y negarle todo reconocimiento a la asamblea fraudulenta. Y hay que saber proyectar claramente por qué los venezolanos, incluyendo a los militares, no pueden acatar ninguna de sus decisiones.

Economista, profesor de la UCV.

humgarl@gmail.com

 5 min


Jesús Elorza G.

Los habitantes del Municipio Girardot, ven con creciente preocupación, y por qué no decirlo, con progresiva indignación, como la situación del Aseo Urbano se ha ido agravando con el paso de los días. A los problemas, aún sin resolver, generados por el vertedero de San Vicente, ahora se le suma el del manejo integral de los Residuos y Desechos Sólidos de origen doméstico, industrial y comercial.

A paso de vencedores, como suele decir la consigna del régimen. La recolección de la basura fue reduciéndose de manera sostenida, con el correr de los meses de este año 2017. En los primeros meses, la frecuencia de este servicio era de 2 o 3 veces por semana. Pero, sin explicación alguna, por parte de las autoridades municipales, comenzaron a aflorar las irregularidades: En primer lugar, las Unidades Especiales de Recolección (Compactadoras) fueron suplantadas por camiones de estacas que no reunían las condiciones de salubridad para este tipo de tarea. En segundo lugar, la frecuencia de recorrido fue disminuyendo progresivamente de 2 o 3 veces por semana a una. En tercer lugar, nuevamente sin ningún tipo de explicación por parte de las autoridades municipales se paralizo de manera indefinida la recolección de basura en todo el municipio. Al día de hoy, la comunidad de Maracay tiene más de 35 días sin que se recoja la basura. Lo que ha generado problemas ambientales y de salud pública en distintos sectores de la colectividad maracayera. Las aceras, calles, avenidas, barrios y urbanizaciones muestran el desagradable espectáculo de verse cubiertas por bolsas de basura. Este hecho, no es necesario dar mayores explicaciones para entender que ha sido la causa de la proliferación de moscas y gusanos en las áreas habitacionales. Sumado a ello, el dantesco cuadro de personas, rivalizando con los perros y gatos, en la revisión de los desechos.

Lejos de tomar las acciones necesarias para corregir esta problemática, el Alcalde Pedro Bastidas se limita a ocultar la verdad de los hechos. Por ejemplo: En la presentación de su Memoria y Cuenta del año 2015-2016 señaló con su cara bien lavada y sin ninguna muestra de vergüenza ¡¡¡que uno de los logros del 2015, es el anuncio de un Plan definitivo de cierre del Vertedero de San Vicente para su posterior saneamiento, hecho que se cristalizará en el año venidero!!!.

Igualmente, en el mismo informe señaló ¡¡¡La consolidación del sistema de rutas y la frecuencia de recolección en cada parroquia del municipio!!!

Para cerrar el circo informativo de la alcaldía, se nos dijo con bombos y platillos:

…..Que Girardot cuenta con el Gran Taller Municipal, donde se coordina el mantenimiento preventivo y correctivo de las máquinas y equipos de recolección, teniendo como meta contar con 20 compactadoras, para que las frecuencias de las rutas no fallen ni tengan ningún tipo de retraso en la recolección de basura dentro del municipio….

Pero, la realidad de los hechos no perdona ni admite falsas justificaciones. Frente a la ola de reclamos el Alcalde ensaya una nueva estrategia para “Justificar” su incompetencia e intentar trasladarles la causa de los problemas a los contribuyentes:

…..La ausencia de las compactadoras para la recolección ….Es producto de los problemas mecánicos y económicos de los cuales no escapamos”, indicó Bastidas.

“No hay una conciencia tributaria – continuó el alcalde- sobre el pago de la tasa de aseo urbano, hay que ver esto como el gasto común del hogar….

El incapaz y rocambolesco alcalde queda al desnudo, como un cantinflerico mentiroso, cuando en su propio informe de gestión señala que:

… Acompañado de su tren ejecutivo, personalidades aragüeñas y representantes del Poder Popular, Bastidas mostró los logros realizados durante el año 2016, con un total de ingresos de 12.001.154.902,16 bolívares, de los cuales 9.177.685.032,00 provienen de los recursos tributarios, por lo que el Burgomaestre felicitó a todas las personas, comerciantes y empresarios por la responsabilidad tributaria que han demostrado y los instó a seguir contribuyendo…

En fin de cuentas, esta problemática del manejo integral de los Residuos y Desechos Sólidos de origen doméstico, industrial y comercial ha permitido, entre otras cosas, definir al burgomaestre del Municipio Girardot como “El Alcalde Basura”

Queda entonces, para la superación inmediata de esta irregular situación, la aplicación del artículo 57 de la Ordenanza que regula los servicios de Aseo Urbano y manejo integral de la basura, publicada en la Gaceta Municipal Nº 18,964 de fecha 04 noviembre 2014.

Artículo 57. Cuando el incumplimiento de las disposiciones de la presente Ordenanza, tuviere carácter grave o signifique un peligro inminente para la salud o la seguridad publica, los agentes de policías podrán detener a los contraventores a objeto de que se les apliquen las sanciones de Ley.

Los concejales tienen la palabra……

 3 min


Ysrrael Camero

Es legítima la suspicacia que despierta la convocatoria extemporánea a unas elecciones regionales, que debían realizarse en diciembre de 2016, en un contexto claro y acelerado de autocratización.

El debate que se ha generado en torno a la participación de las fuerzas democráticas no ha ayudado a clarificar el lugar que ocupan estos comicios en la lucha por la democratización o en el proceso de autocratización, dependiendo de la perspectiva del actor.

He señalado en repetidas ocasiones que detrás de cada fotografía yace una película en desarrollo. Las diversas metamorfosis que ha sufrido el régimen político venezolano son una expresión clara de un progresivo proceso de autocratización.

Hemos descendido de tener una democracia con problemas en 1998, a la construcción de un régimen híbrido sui generis, una forma de autoritarismo competitivo, que entró en crisis con el resultado de las elecciones parlamentarias de 2015. Con la suspensión del referéndum revocatorio y de las elecciones regionales en 2016 se expresó con claridad una nueva vuelta de tuerca en la autocratización, que nos lleva rápidamente a un autoritarismo hegemónico, es decir, a una dictadura abierta, pura y dura.

Frente a la autocratización las fuerzas democráticas habían opuesto un instrumento y una estrategia. La Mesa de Unidad Democrática perfeccionó formas y procedimientos de la antigua Coordinadora Democrática que había liderado las luchas entre 2003 y 2005. Se colocó en un lugar central al liderazgo de los partidos políticos en la puesta en práctica de una estrategia de acumulación de fuerzas con expresión electoral para contener, revertir y finalmente derrotar al autoritarismo. Efectivamente, se mostró como una línea de acción correcta, alejada de atajos violentos, con vocación democrática y constructora de mayorías sociales. En cada uno de los comicios que se realizaban, fueran regionales, municipales, o nacionales, se mostraba el fortalecimiento de los sectores democráticos, incluyendo un perfeccionamiento de su capacidad organizativa electoral. Esta estrategia de crecimiento alcanzó su techo en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015: las fuerzas democráticas venezolanas eran mayoría política, electoral, ganando los dos tercios de la Asamblea Nacional.

A finales de 2015 se encuentran de esta manera dos curvas de aprendizaje y dos procesos que caminaron en simultáneo. Por un lado, la política de control autoritario de la sociedad y del Estado impulsada, con vocación totalitaria, desde Miraflores.

Por el otro, la resistencia organizada de las fuerzas democráticas. Esa es la coyuntura específica a la que se ha enfrentado el Gobierno de Nicolás Maduro desde 2016. La profundidad de la crisis económica y el empobrecimiento de la sociedad, así como el retroceso en la estatalidad y la violencia cotidiana derivada de una criminalidad desbordada, convertían al chavismo en una minoría política y electoral, con pocas probabilidades de recuperar su vocación mayoritaria.

El tablero electoral se hacía hostil para la continuidad de la élite chavista en el poder. El Gobierno de Nicolás Maduro tuvo oportunidades de cambiar la dinámica política, abriendo paso a reformas económicas aperturistas y a un proceso de transición a la democracia. Desde 2013 se habían presentado diversas alternativas de normalización de la vida política y económica que fueron desaprovechadas por Maduro y su entorno. Cada oportunidad perdida para enmendar el rumbo se convirtió en un paso más en el descenso autoritario.

En 2016 terminaron de desaparecer los pocos moderados del chavismo gubernamental. Nicolás Maduro, junto con un entorno cada vez más reducido y aislado de leales, tomó la decisión de atrincherarse en el poder, de cerrar las posibilidades de una apertura política y económica, de aislarse detrás de una creciente represión contra la disidencia. Bajo esta línea de política decidieron bloquear el referéndum revocatorio y las elecciones regionales. Del autoritarismo competitivo, con elecciones regulares, pasamos al autoritarismo hegemónico, con procesos electorales sometidos a la arbitrariedad del poder.

La olla de presión de la vida política venezolana volvió a expresarse en términos de movilización de calle. En 2016, y con más fuerza en 2017, una parte importante de las fuerzas democráticas se lanzó en manifestaciones masivas de diverso tipo, en movilización generalizada en varias ciudades del país. Cuatro fueron las exigencias primeras de los líderes de las protestas: el reconocimiento de la Asamblea Nacional electa en 2015 –que había sido bloqueada en su accionar por el Gobierno y su Tribunal Supremo–, la liberación de los varios centenares de presos políticos, la apertura de un canal humanitario que permitiera a los ciudadanos acceder a alimentos y medicinas, y el cronograma electoral completo, con fecha cierta y garantías para la realización de elecciones regionales, municipales y presidenciales. La respuesta represiva del Gobierno trajo consigo más de un centenar de asesinados en más de tres meses de protestas durante este año.

Al bloquearse las posibilidades de cambio político nacional a través de mecanismos electorales tomaron fuerza los otros tableros de la dinámica venezolana. Con la calle activa, el Gobierno de Maduro caminaba hacia un creciente aislamiento internacional. Parecían abrirse espacios para una negociación política, la crisis económica se profundizaba incrementando las tensiones sociales, y la presión aumentaba sobre las Fuerzas Armadas, protagonistas de la represión y la persecución. Todos los tableros parecían moverse contra el Gobierno de Maduro, que solo tenía su voluntarismo revolucionario y el apoyo militar para sostenerse.

Es allí donde volvemos a encontrarnos con el sesgo perceptual que nos limita y caracteriza. Moderados y radicales perciben la realidad con cristales distorsionados, lentes que nos devuelven imágenes esperpénticas de la dinámica venezolana. ¿Estaba derrumbándose el Gobierno de Maduro a mediados de este año? Para muchos de quienes estuvieron comprometidos con las movilizaciones la respuesta parece ser afirmativa, sin asomo de duda. Para algunos políticos experimentados o analistas nunca hubo esa posibilidad y la movilización implicó inflar expectativas para luego destruir esperanzas. Unos y otros coinciden en el mismo espacio y tiempo, pero viven en mundos distintos, manejan las mismas palabras con significados diversos, se oyen pero no se escuchan, se ven pero no se observan.

Partiendo de la existencia de estos mundos paralelos es que podemos acercarnos a comprender las dificultades en la toma de decisión de los sectores democráticos para participar en las elecciones regionales.

Las movilizaciones estaban mermando desde fines de mayo. En la medida en que la violencia era la noticia principal, cada vez más gente se retiraba de las manifestaciones. Allí se abrieron nuevamente las brechas en la percepción. Para unos fue la Constituyente y la decisión de participar en las elecciones lo que “enfrió la calle”, para los otros, la calle tenía más de un mes enfriándose cuando se tomaron las decisiones. Porque se iba a las movilizaciones sin tener claro el objetivo realista de las mismas, que no era “derrumbar al régimen”, como muchos creyeron, sino mejorar las condiciones para una negociación política que hiciera posible una transición a la democracia.

Nuevamente, movilización y negociación son las dos caras de la misma estrategia. Quien pretenda separarlas se perderá, y la transición democrática se perderá si se dividen los esfuerzos, al cancelarse mutuamente. El ciclo de movilización se agotó, como era normal y previsible, y sobre esa tragedia caminamos y tomamos decisiones.

¡Elecciones! ¿Para qué? ¡Para trastornar las certezas del poder!

¿Qué significa para quienes impulsan la autocratización las elecciones regionales? A partir de 2015 tomaron la decisión de no arriesgar la revolución en una elección a la que se presentaran sin certeza de triunfo.

¿Por qué llamar a comicios de gobernadores en 2017? Justamente porque parten de la imagen de confusión en las fuerzas democráticas. Sigue siendo un riesgo, pero la convocatoria puede dividir a la oposición. En ese sentido, la apuesta puede ser “normalizar” la vida política sin poner en riesgo el funcionamiento del macrojuego, del poder nacional. Por otro lado, podrían usar las elecciones para mostrar al mundo un teatro de pluralismo que reduzca la presión de la comunidad internacional.

¿Qué significa para las fuerzas democráticas y para la sociedad democrática en general las elecciones regionales? ¿Qué significa para quienes impulsan la democratización del sistema político venezolano? No voy a decantar mi argumentación sobre el tema de los espacios defendidos y conquistados, sino sobre la posibilidad de recuperar un impulso, una dinámica, de reactivar los niveles de activación de la sociedad democrática venezolana.

Sabiendo que la mayoría de la población está convencida de la necesidad de un cambio de gobierno, cualquier proceso electoral se convierte en una oportunidad para organizar, movilizar, activar, reunir, articular agendas, consolidar esfuerzos. Esa certeza que tienen las fuerzas autoritarias de ser minoría en la Venezuela actual es la que incrementa las posibilidades de que el proceso sea vulnerado, suspendido, o tergiversado. Hay que incrementar el costo asociado a una violación de la soberanía popular, y eso costo solo puede elevarse en medio de la participación política.

No puede ser asumida la participación electoral, en esta ocasión, como la continuidad de la política de crecimiento exitosa entre 2006 y 2015, pero superada como estrategia por las decisiones del núcleo autoritario. Debe ser enfrentada en conjunto con todos los demás tableros de la lucha política venezolana. Son los procesos electorales oportunidad para la movilización de calle, para la organización en las comunidades, para dejar un legado organizativo, para la construcción de puentes y consensos sociales y políticos, para la presión internacional, para la presión sobre el sector militar, para someter al entramado institucional autoritario a nuevos niveles de tensión, para vincular la crisis social y económica con el impulso proclive al cambio político.

No podemos contribuir a la “normalización” de la vida política venezolana, porque bajo las condiciones del autoritarismo actual cualquier forma de normalización es autocratizante, sino que debemos emplear la coyuntura electoral para elevar los niveles de tensión interna de todo el entramado autoritario.

Sostengo que participar en las elecciones regionales es la decisión correcta, incluso bajo un autoritarismo como el venezolano, en la medida en que se asuma esa participación con conciencia de la coexistencia del tablero electoral con el resto de los tableros políticos.

En la Venezuela del día de hoy no hay una salida electoral a la crisis, pero son las elecciones ocasión para que se expresen las más diversas tensiones existentes por todas las fisuras del régimen, las que se despliegan entre gobernantes y gobernados, entre civilistas y militaristas, entre moderados y radicales, entre cubanófilos y nacionalistas, entre socialistas y capitalistas, entre negociantes y negociados, entre los hambrientos y los hambreadores. Es en el seno de esos conflictos sociales donde se despliega la coyuntura electoral. El epicentro de todos los conflictos sociales, políticos y económicos yace bajo la superficie de Miraflores, es momento de mover las fallas, es hora de tocar todas las teclas y desplegar una única estrategia sobre todos y cada uno de los tableros. No perdamos la ocasión. ¡Manos a la obra!

Politika UCAB

5 de septiembre de 2017

 8 min


Alirio Pérez Lo Presti

La montaña rusa de emociones por las cuales se pasea cualquier venezolano en los tiempos que corren no tiene precedentes en la historia de la nación. Lo vemos en la cotidianidad, en las conversaciones de rigor y en la calle que se hace más dura en cada jornada.

Desde la psiquis, nos defendemos frente a lo que acontece, desarrollando mecanismos adaptativos como la “negación”, que es no ver lo malo o tratar de minimizarlo para que no nos afecte. Es una manera muy básica de lidiar con lo que nos perturba, aunque de todas maneras la guadaña de la vida nos jala tarde o temprano por el pescuezo y caemos de platanazo frente a la realidad. Salarios que no alcanzan ante el espantoso problema inflacionario ponen a más de uno a la defensiva; si a esto le sumamos la pobre capacidad para estructurar un futuro más alentador, muchos actuamos como si se tratase de un espacio de supervivencia.

En términos generales las emociones negativas básicas son la rabia, el miedo y la tristeza, y cada una de ellas se dispara frente a puntuales eventos que las desencadenan. La rabia es una respuesta emocional asociada a la sensación de injusticia, el miedo aparece ante la amenaza y la tristeza es una respuesta desencadenada por la pérdida.

Estas tres emociones están a flor de piel en muchos de nuestros connacionales y lo peor de todo es que las tres emociones se pueden presentar de manera simultánea. Pero si decimos que muchos de nosotros estamos desarrollando miedo, rabia y tristeza a la vez, entonces tenemos a una sociedad con elevados niveles de tensión y cualquiera con un poco de sentido común puede inferir que no es poca cosa una sociedad enferma en el alma, y las secuelas las vemos en cada rincón.

Creo que los niveles de frustración ciudadana poseen una energía potencial que debe ser canalizada de manera prudente o tarde o temprano el volcán que hierve en el sustrato del entramado nacional seguirá reventando de las maneras menos apropiadas para todos. No es posible pretender mantener a la nación en una situación de crisis perpetua porque en una sociedad como la nuestra no existe adaptación al dolor emocional.

Los romanos lo solucionaban de manera pragmática con pan y circo. La diferencia es que en la antigua Roma tanto el pan como el circo no le costaban ni un denario al ciudadano. En nuestro caso y en nuestro tiempo tan particular, en donde la microtecnología ya es parte de nosotros, ante una población patológicamente politizada, pareciera que son pocos los bálsamos que logran aplacar la dolencia y el malestar, entre otras razones porque las maneras más elementales de distracción tienen un valor al cual no se puede acceder.

¿Cómo se distrae un venezolano común y corriente en el siglo XXI? ¿Cuáles son las ofertas culturales a las cuales puede aspirar una persona? ¿Cómo percibe el presente y el futuro la gran mayoría de los habitantes de nuestro país? ¿En quién se puede creer cuando ha cundido la sensación de suspicacia hacia quienes ostentan el rol de ser líderes? ¿Quién puede pretender llevar una vida normal si malgastamos gran parte de nuestra energía en estar pendientes de los lugares a los cuales llegan de manera espasmódica los productos básicos para vivir? ¿Cómo no sentirse ansioso frente a la posibilidad de enfermarse y la imposibilidad de conseguir la medicación requerida? Son interrogantes que están en el ambiente y a las cuales no se les da un desagüe apropiado, condicionando el caldo de cultivo para los más desalentadores escenarios.

Las mejores naciones son las que consagran los mayores niveles de seguridad a los ciudadanos, siendo esta necesidad concretada por cosas elementales que aquí perdimos hace rato, como el derecho a la integridad personal, a una alimentación de calidad, una educación para el trabajo y la productividad, de un sistema de salud que nos garantice la atención oportuna y la posibilidad de progresar en función de futuro a través de la consecución de metas concretas. Aunado a esto, el tiempo de ocio debe ser tomado en cuenta (y muy en serio) porque el ocio bien canalizado es sinónimo de distracción y goce y mal canalizado lleva a lo adictivo y delincuencial. Hemos devenido en una pobre sociedad de pobres sin necesidad porque en los años de las vacas gordas no hicimos la tarea para prepararnos para los inevitables tiempos que estamos transitando.

Por mucho que se le quiera dar una fachada ideológica, el problema venezolano ha pasado a ser una pobre lucha para controlar espacios básicos de poder, sin medir las consecuencias que padece uno de los más maravillosos pueblos que ha existido, de generosidad incomparable y amabilidad sin par, donde la solidaridad era nuestra carta de presentación. Ahora nos invaden nuestros peores temores, las más inimaginables pesadillas y los más retorcidos sentimientos, convirtiéndonos cada día en pregoneros de las más insufribles letanías, que harían reír a cualquiera si no fuese porque adquirieron los matices de una tragedia.

@perezlopresti

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Nos encontramos nueva, y afortunadamente, en las puertas de un proceso de elecciones primarias para elegir al candidato, pues lamentablemente no hay candidatas, quien representará a la oposición democrática, en las próximas elecciones a Gobernador del Estado Aragua. En esta oportunidad, este candidato tendrá la primera opción entre el electorado aragüeno, pues esta oposición democrática, aunque no es la única y exclusiva opción opositora, es la que representa la abrumadora mayoría de los venezolanos que queremos un cambio de gobierno, un cambio de rumbo en la conducción del país, para salir del desastre en que nos han sumergido las desacertadas políticas y acciones de la cúpula maduro-cabellista enquistada en el poder.

Sin embargo, tampoco esta vez, estas elecciones primarias serán, como deberían, abiertas a la participación ciudadana, donde los aragüenos promuevan y postulen a quién libremente consideren. Se impusieron nuevamente, en el calor de las circunstancias políticas sembradas desde el gobierno, y dictadas por el sumiso CNE, las candidaturas de las burocracias partidistas, impidiendo la libre postulación y permitiendo que un pre-candidato sea un diputado electo en las pasadas parlamentarias.

Un cambio es necesario, indudablemente, pero no solo en el color de la cúpula que nos pretenda gobernar. Este cambio debe comenzar en la manera de seleccionar a nuestros gobernantes, lo cual debe hacerse mediante elecciones libres, donde todos los venezolanos con derecho al voto, elijan realmente y no solo voten, donde el ciudadano ejerza su soberanía. Hay que rescatar el valor y el poder del voto ciudadano como un real y verdadero instrumento de cambio.

Para empezar a cambiar tenemos que comenzar por examinar a los candidatos postulados en el marco de sus propuestas del estado Aragua que queremos. Es absolutamente necesario que nos avoquemos al debate en vez de la campaña, muchas veces marcada por el descrédito del contrario más que en la propuesta propositiva. El candidato de la oposición democrática, quien muy probablemente sea el próximo Gobernador de Aragua, debe encarnar y representar el cambio que necesitamos.

Quienes a pesar la profunda crisis que padecemos, seguimos soñando una Venezuela democrática, solidaria, generosa y próspera, en la que podamos vivir con dignidad sin renunciar a la forma en que pensamos, tenemos la obligación ética y moral de apoyar la emergencia de los nuevos liderazgos. Basta ya del reciclaje de los representantes de la vieja partidocracia, de los “nuevos bueyes cansados”. Las elecciones primarias del próximo 10 de septiembre son una oportunidad para iniciar un nuevo comienzo. Participemos con conciencia y ética ciudadana. Propulsemos el cambio que Aragua y los aragüenos nos merecemos.

Aragua sin Miedo

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La historia narra que frecuentemente los pleitos entre grupos afines son más encarnizados que entre los disímiles. Así, los cristianos seguidores del papado se enfrentaron con otros cristianos considerados “herejes”. Judíos y musulmanes tienen raíces comunes y sin embargo no logran convivir. Sunitas y chiitas se matan entre ellos. En Venezuela, para salir de la dictadura de Maduro, los demócratas estamos encasillados en cuatro grupos que parecieran aferrados a dogmas religiosos: los partidarios de la intervención armada, los promotores de las protestas cívicas, los defensores a ultranza del voto y los que insisten en la negociación.

Por principios pensamos que una intervención de nuestra Fuerza Armada no es lo más deseable, pero se justificaría ante una dictadura con apoyo de Cuba, Rusia, China, de la izquierda del Foro de Sao Paulo e infiltrada por el narcotráfico y favorecedora del terrorismo internacional. Sin embargo, esta opción tiene rechazo en la esfera política que teme se cambie una dictadura por otra, lo cual pensamos no sería probable También por cierto prurito de que el problema lo debemos resolver los civiles. Este rechazo quizá impidió una deseable unión cívico-militar y explica la poca solidaridad con los militares presos. Hoy, con un alto mando servil es poco probable una intervención militar exitosa y aspirar que sea una fuerza foránea no solo es poco realista, sino ser ciegos ante sus indeseables consecuencias.

En el grupo de promotores de las protestas cívicas incluimos no solo a los que predican las manifestaciones de calle, sino también a quienes promovieron paros y una actitud más frontal desde los inicios del régimen. Se logró desnudar a la dictadura. Lamentablemente, no conseguimos el cambio y, por ahora, la represión ha obligado a suspender las acciones de calle. Quienes critican esta salida han llegado al colmo de afirmar que la dictadura se impuso como reacción defensiva ante estos hechos e incluso que Maduro aprobó la constituyente cubana porque algunos dirigentes democráticos se opusieron al diálogo con Rodríguez Zapatero de intermediario.

Los electoralistas están convencidos de que el voto es la única vía válida para salir del régimen. Algunos llegan a sostener la necedad de que la lucha democrática y efectiva solo se inició en el 2006. Desde luego que votando hemos logrado importantes resultados, al evidenciar que somos mayoría y despertar la atención y apoyo internacional. Sí debemos reclamar a nuestra dirigencia que tardó mucho en calificar de dictadura al régimen actual, que durante los primeros años prefirió la vía del apaciguamiento y que no actuó unida.

Sin embargo, es injusto criticar a la MUD por no lograr lo que aprobamos en el referendo del 16 de julio, así como aseverar que por aceptar ir a la elección de gobernadores esa organización se apartó del mandato del pueblo. La MUD rechazó y desconoció la constituyente cubana y gracias a su trabajo los principales países democráticos también lo hicieron. Ha demandado reiteradamente a la Fuerza Armada y a los funcionarios públicos que deben obedecer y defender la Constitución de 1999 y respaldar las decisiones de la Asamblea Nacional. En cumplimiento de lo exigido, procedió a designar nuevos magistrados del TSJ. ¿Qué hizo la dictadura? Puso presos a quienes capturó y obligó al resto a auto exiliarse. Aprobamos la realización de elecciones libres y transparentes y la MUD lo ha estado requiriendo.

Cuando ninguna de las partes tiene la fuerza para imponerse, la negociación no es una entrega, sino una necesidad. El objetivo no puede ser una rendición incondicional de alguna de las partes. Ambas tienen que ceder algo. La Constitución de 1999 tiene que ser el punto de referencia. La presión nacional e internacional son imprescindibles y tiene que ser conducida por expertos en el tema, con avances graduales y sin micrófonos ¿Es difícil una salida negociada? Claro que lo es.

La dirigencia democrática ha intentado salir del régimen por las vías mencionadas. Si no se ha logrado es porque estamos ante gente sin escrúpulos, con un proyecto político perverso gestado durante años, apoyado en las armas y en jueces corruptos. De nuestro lado ha faltado cohesión. Los dirigentes de los cuatro grupos mencionados, los articulistas y usuarios de las redes sociales tenemos que cesar las descalificarnos mutuas, muchas de ellas sin fundamento. La votación para gobernadores es un escenario más de lucha, enfatizando las necesidades de la población y las promesas gubernamentales incumplidas. Ojalá elijamos nuevas caras. Claro que harán trampas, inhabilitarán a algunos y les quitarán atribuciones, pero no podemos doblegarnos.

Como (había) en botica: Gente el Petróleo no apoyará ningún candidato en las primarias, pero sí a quienes sean designados abanderados de la unidad. Atención médica y libertad para los estudiantes Kevi Rojas, Alex González y José Dávila, presos políticos en la ergástula de El Dorado. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

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José Rosario Delgado

Es muy cierto que existe una gran cantidad de personas que desde diferentes trincheras y hacia distintos objetivos disparan a diestra, siniestra y a mansalva a través de las redes sociales, con o sin máscara, sin y con premeditación y alevosía, también es de verdad rigurosa que hay otros que mantienen un silencio impúdico, deshonesto e indigno ante los hechos que año a año, mes a mes, semana a semana, día a día y minuto a minuto se suceden aquí en Venezuela y que repercuten ya en el mundo.

Son los que se mantienen a la expectativa, agazapados en movimiento sigiloso, que no le tiran un disparo al gobierno ni otro a la oposición, esperando a ver qué pasa y cuadrarse a la hora de que todo esto caiga y se deshaga porque no les cabe, como a nosotros, ninguna duda de que esto en cualquier momento caerá y se hará pedazos, con el favor de Dios y la ayuda de todos.

Tal silencio de los indecentes es aberrante porque, agachaditos, hacen negocios y obtienen pingües ganancias a la luz y la sombra de millones de familias que no pueden ni tienen qué comer ni medicamentos para paliar sus graves males crónicos o agudos, viejos o de nueva data, las enfermedades modernas generadas y potenciadas por esta crisis que nos acogota y nos agobia día y noche con tormentosos pensamientos irresolubles.

Algunos aportan cifras sobre ingresos y egresos oficiales y/o empresariales, pero no muestran posibles medidas para afrontar la difícil situación ni por lo menos alertan o exigen con valentía lo que gobierno y oposición deben hacer, tienen que hacer y están obligados a hacer en atención a los principios y fundamentos de la Constitución de la República.

Otros, por supuesto, simplemente cantan la lotería, pasan la raqueta y guardan en casa las ganancias y no dicen ni pío, ni esta boca es mía, cuando hay gente que desde el mismo montaje de obras teatrales, con dramas o comedias, sí se ponen al lado del pueblo y reclaman atención de la comunidad nacional e internacional para que volteen su mirada hacia Venezuela, hacia nosotros, que vean que no es mentira lo que está pasando ni es culpa del supuesto imperio o de la inexistente burguesía criolla, sino de la oligarquía bolivariana y comunista, es decir, el grupito inferior a diez capitostes con o sin soles ni estrellas que mancillan al noble pueblo venezolano.

Criticamos a los que nos atacan y atacamos a los que nos critican, pero no nos percatamos de que hay un sector que guarda silencio incorrecto y cómplice, una caterva de indecentes que esperan, como sucede en los recovecos de toda dictadura, con obscena cautela y sucio disimulo, el instante de asomarse como mártires y hacerse de espacios y bienes que les reportarán importante presencia en el venidero gobierno o en la periferia…

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