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Opinión

I.

Fue publicado hace poco y acabo de leer sus casi quinientas páginas, rigurosas y amenas. Su autor es Yuval Noah Hariri, un profesor israelí, quien se da a la tarea de narrar una breve historia del mañana. Se trata del libro Homo Deus, en el que describe y explica los últimos desarrollos en el campo de la genética y de la inteligencia artificial. En lo que me resta de esta cuartilla y media, intento exponer (advierto que no es ésta una reseña) los aspectos que me resultaron más relevantes, extraídos principalmente de la tercera y última parte del texto, convencido como estoy de que sirven para darnos mucho en qué pensar.

II.

El futuro traerá un ser humano muy mejorado, por allí es por donde comienza el autor. El mundo va a cambiar radicalmente gracias a los algoritmos, el big data y la inteligencia artificial. A partir de ahora, sostiene Hariri, la clave del progreso estará en las capacidades disponibles para procesar información. El dataísmo es, afirma, la nueva religión. Se trata de la fe en que “el universo consiste en un flujo de datos y que el valor de cualquier fenómeno o entidad está determinado por su contribución al procesamiento de datos”. En fin, si se disponen de suficientes datos biométricos y del poder informático necesario, un algoritmo puede tomar mejor que cualquier persona las decisiones de su vida.

Así las cosas, continúa Hariri, si el ser humano es un algoritmo y está determinado por procesos bioquímicos, el libre albedrío es casi una quimera y al sistema democrático hay que ponerlo en remojo como opción para la organización política de la sociedad. Las personas ya no se verán como seres autónomos que guían su vida en consonancia con sus deseos, y en cambio “ acostumbrarán a verse como una colección de mecanismos bioquímicos que está constantemente supervisada y guiada por una red de algoritmos electrónicos”. La religión tampoco tendría ningún papel que cumplir, es otra de las moralejas del autor.

La nueva “agenda humana” estriba en buscar la inmortalidad, a través de la ingeniería genética, la medicina regenerativa y la nanotecnología; en buscar la felicidad por vía de la bioquímica, que consiste en “desarrollar productos y tratamientos que proporcionen a los humanos un sinfín de sensaciones placenteras, de modo que nunca nos falten”; y alcanzar la divinidad por vía de “ingeniería biológica, ingeniería cyborg e ingeniería de seres no orgánicos”. En fin, ya lo dijo hace mucho tiempo el biólogo Julian Huxley (hermano de Aldous, el del Mundo Feliz): “La especie humana puede, si lo desea, trascenderse a sí misma …”.

III.

Discutible, desde luego, el pronóstico dibujado por Harari. Pero por encima de las serias discrepancias que se han expuesto con respecto a las interpretaciones vertidas en su libro, lo cierto es que construye inteligentemente menú de temas que resulta imposible no calibrar de cara a un futuro que ya está empezando a ser.

Visto lo anterior, se hace evidente la necesidad de un gran debate acerca de los hechos asociados a estos tiempos de revolución tecnológica, tan complejos, tan llenos de dilemas morales, de paradojas y de incertidumbres, no en balde se trata de procesos sociales. Nada sobresale con más claridad, entonces, que la urgente necesidad de ir creando nuevos marcos de análisis para descifrar las claves de esta época a partir del trabajo sinérgico entre las ciencias sociales y humanas y las ciencias naturales. Y, a partir de ello, la necesidad de ir trazando los mapas que se precisan para desenvolverse con respecto a ellos, so pena de que el futuro nos agarre guindados de la brocha.

¿Será necesario decir que estas cosas también le conciernen a Venezuela, aunque no las tenga en la pantalla a través de la que mira su historia del mañana?

HARINA DE OTRO COSTAL

La ANC está resultando ser lo que se supone que sería, no obstante el papel regalo con el que se le presentó a los venezolanos, antes del 30 de julio. Salvo algunas fintas con relación al problema económico, reducidas a decir, por enésima vez, que el país debe librarse del rentismo petrolero y relanzar los casi veinte erráticos motores económicos ideados para diversificar el sector productivo, de resto nuestros diputados constituyentistas se ha empecinado en “ajustar” cada vez más nuestro comportamiento ciudadano. Ponernos topes aquí y allá. Rodearnos de normas para prohibir y controlar cada vez más cosas. En fin, de poner multitud de rayas amarillas ideadas para apretar la libertad de cada quien.

Digo lo dicho a propósito de la Ley del Odio. En efecto, ¿puede alguien, en su sano juicio, dudar de que en la práctica puede convertirse en un instrumento para censurar, sancionar y reprimir a quienes discrepen del gobierno? ¿Dudar de que en la práctica puede convertirse en un instrumento que termina protegiendo a los funcionarios del gobierno, filtrando las posibles acusaciones en su contra? ¿Dudar que en la práctica puede servir para reforzar el autoritarismo, convirtiendo la discrepancia política, esencia de la democracia, en un acto que será siempre susceptible de convertirse en un acto de odio?

A todas éstas, y dado que no soy abogado, pregunto : ¿Cómo se determina y mide el odio a fin de calcular la pena correspondiente para quien lo demuestra ?

El Nacional, miércoles, 29 de agosto de 2017

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Francisco Monaldi

HOUSTON, Texas – Luego de la elección e instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, solo ha habido anuncios de sanciones individuales contra el presidente Maduro y algunos miembros de dicha asamblea, pero la Casa Blanca ha reafirmado que mantiene sobre la mesa las diversas opciones de sanciones económicas, incluyendo las dirigidas a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).

Para captar la magnitud del efecto que pueden tener las sanciones en las finanzas de PDVSA, es importante entender que buena parte del flujo de caja de la empresa viene de los barriles que venden en el mercado estadounidense. La petrolera, a su vez, genera 95 por ciento de las divisas que ingresan al país.

El menú de sanciones económicas que el presidente Trump podría aplicar, sin aprobación legislativa, ordenándolas de menor a mayor según su efecto económico, incluye:

1) Limitar el nuevo financiamiento a PDVSA por parte de firmas estadounidenses. Esta medida haría más difícil a PDVSA reestructurar su deuda, obligándola a recurrir a instituciones financieras de otros países que estén dispuestas a trabajar en esas circunstancias; incrementaría los costos de las operaciones financieras, y aumentaría los riesgos de que la deuda externa venezolana quedara en suspensión de pagos.

2) Prohibir las exportaciones de petróleo de Estados Unidos a Venezuela. Esto afectaría a alrededor de 110 mil barriles diarios de exportaciones de productos refinados y crudo liviano. PDVSA tendría entonces que incrementar sus importaciones desde Europa o África a un mayor costo. El aumento del costo de los diluyentes importados haría más difícil la rexportación de más de 200 mil barriles diarios de crudo extrapesado diluido, lo cual reduciría los márgenes de ganancia y posiblemente también los volúmenes exportados.

3) Prohibir las importaciones de petróleo venezolano a Estados Unidos. Ante la imposibilidad de exportar unos 750 mil barriles diarios, principalmente de crudo pesado, PDVSA tendría que buscar mercados en Asia, con mayor costo de transporte y un importante descuento. Los márgenes de ganancia y los volúmenes exportados caerían sustancialmente.

4) Finalmente, el gobierno de Trump podría designar a PDVSA como sujeto de las sanciones, con lo que le prohibiría el uso del sistema financiero de Estados Unidos, de hacer contratos con empresas estadounidenses y obstaculizaría todas sus transacciones en dólares. Esta medida sería la más dura y equivaldría a la suma de todas las anteriores.

PDVSA produce alrededor de 2,1 millones de barriles diarios, de los cuales aproximadamente 500 mil se venden con pérdidas en el mercado interno; unos 600 mil están comprometidos para pagar deudas con China, Rusia y otros acreedores, y unos 100 mil se siguen entregando subsidiados a Cuba y otros países de la región. Si a ese monto le restamos los casi 200 mil en importaciones, el flujo de caja neto de PDVSA proviene de unos 700 mil barriles diarios.

Aunque PDVSA puede buscar otros mercados, las sanciones más severas producirían una caída importante de los ingresos externos y de PDVSA, así como una importante reducción de las importaciones y del consumo, lo que obligaría al impago de la deuda y profundizaría la que ya es una de las depresiones económicas más graves de la historia de América Latina, con la consecuente crisis humanitaria. El efecto general sobre la economía venezolana sería devastador. Una aplicación sostenida de sanciones económicas también haría aún más difícil la recuperación de la industria petrolera venezolana. Aunque es factible que de seguir en el poder el gobierno de Maduro ocurra algo similar en cámara lenta: las sanciones acelerarían la debacle.

Geopolíticamente, probablemente incrementarían la ya creciente participación de la empresa petrolera estatal rusa Rosneft en el sector petrolero venezolano. No solo como socios, sino como suplidores de diluyente y compradores de las exportaciones de crudo. Esta tendencia sería aún más acentuada en caso de que PDVSA entre en suspensión de pagos.

Rusia podría ayudar a limitar significativamente el impacto de las sanciones; al menos por un tiempo, dado que los costos de hacerlo de manera prolongada serían elevados. Putin se ha alineado con el presidente Maduro en una clara apuesta geopolítica. Mientras, ante la cuestionada legitimidad del gobierno venezolano, las empresas internacionales han estado dudando si firmar contratos petroleros sin la aprobación de la Asamblea Nacional —de mayoría opositora—. Rosneft ha seguido haciéndolo e incluso parece decidida a aprovechar las oportunidades que dejen otros para incrementar su exposición en Venezuela en condiciones muy favorables.

A diferencia de Rusia, el gobierno de China —el otro actor geopolítico de gran peso— ha sido mucho más cauteloso al evitar involucrarse abiertamente en el conflicto político interno o aumentar su exposición. De cualquier forma, si las sanciones se imponen, Venezuela se volvería más dependiente de China donde tendrá que colocar una mayor porción de su producción.

¿Podrá el gobierno venezolano evadir su responsabilidad sobre la imposición de sanciones trasladando la responsabilidad de la crisis económica al gobierno estadounidense como argumenta Moisés Naím? ¿Podrían las sanciones dividir a los moderados de los radicales del gobierno, o más bien los unirán frente a un enemigo común? Todo dependerá del tipo, orden, oportunidad y coordinación de las sanciones que entren en efecto.

Si Estados Unidos actúa multilateralmente con el apoyo de Europa y Latinoamérica; aplica las sanciones selectiva y gradualmente para afectar más al gobierno y menos a los venezolanos, y establece condiciones claras para la ejecución y levantamiento de las mismas atándolas al restablecimiento del Estado de derecho y la democracia, las sanciones podrían motivar a actores moderados dentro de la coalición gobernante a impulsar una resolución de la crisis política, aunque no hay garantías de ello.

Pero si se aplican de manera arbitraria, unilateral y extensa, podrían devastar a la población, obstaculizar la transición democrática y aumentar la influencia geopolítica de Rusia y China en América Latina.

Por el bien de la población venezolana, la mejor opción es una solución negociada que evite las sanciones. Pero si se aplicaran, deberían ser solo el último recurso para impulsar las negociaciones y estar acompañadas de ayuda para aliviar la crisis humanitaria ya existente.

***

Este texto fue publicado originalmente el 23 de agosto en el portal web del New York Times en Español.

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Ricardo Hausmann y Ugo Panizza

CAMBRIDGE – El viernes 25 de agosto, el gobierno de Estados Unidos impuso sanciones financieras a Venezuela, que limitan la posibilidad de que el gobierno de Nicolás Maduro y su petrolera nacional, PDVSA, emitan nueva deuda en los mercados de capital estadounidenses. Las sanciones se impusieron en respuesta a la elección inconstitucional y fraudulenta, organizada por el gobierno, de una Asamblea Constituyente, y al cierre de facto de la Asamblea Nacional, que había sido elegida de manera constitucional con amplia mayoría opositora.

Si los mercados financieros funcionasen bien, hace mucho tiempo que el acceso a los mercados financieros por parte del régimen de Maduro se habría cerrado. El hecho de que esto no haya ocurrido, no solo ha golpeado los sentimientos morales de muchos, sino que también ha revelado la existencia de un defecto fundamental en la arquitectura institucional de los mercados de deuda soberana. Pocas cosas buenas saldrán de la catástrofe económica de Venezuela, sin embargo, una consecuencia positiva podría ser una reforma que ponga a dichos mercados en un pie financiero —y moral— más sólido.

Toda deuda entraña el compromiso por parte del prestatario de repagar lo que ha recibido, con interés. En el caso de deuda pública, el principio de pacta sunt servanda implica que los gobiernos futuros tienen la obligación de respetar los compromisos adquiridos por sus antecesores. No obstante, como en 1927 lo sostuvo Alexander Sack, este no debería ser siempre el caso para los gobiernos posteriores:

“Cuando un régimen despótico contrae una deuda, no en pos de las necesidades o de los intereses del Estado, sino para fortalecerse a sí mismo, reprimir una insurrección popular, etc., esta deuda es odiosa para la ciudadanía de todo el Estado”.

De acuerdo a esta doctrina, las deudas contraídas por regímenes “odiosos” no deberían ser exigibles, puesto que el acreedor debería haber sabido que ellas no fueron contraídas con el consentimiento de la ciudadanía, y tampoco para su beneficio. Según lo expresa Sack:

“Estas deudas no obligan a la nación; son deudas de un régimen, deudas personales contraídas por el gobernante, y, en consecuencia, desaparecen al desaparecer el régimen”.

La idea de la odiosidad de la deuda fue revivida en un importante artículo de 2006 escrito por Seema Jayachandran y Michael Kremer, como también en un informe de 2010 emitido por el Center for Global Development (CGD), que proponen que las sanciones económicas incluyan un mecanismo dirigido a evitar la acumulación de deudas odiosas. Dicho mecanismo consistiría en una declaración de que la deuda emitida por un gobierno en particular debe ser considerada odiosa. En efecto, esto es lo que acaba de hacer el gobierno de Trump.

Una declaración como esta reduce el flujo de fondos a regímenes odiosos debido al riesgo de que gobiernos posteriores desconozcan las deudas de sus antecesores sin incurrir en costos judiciales ni de reputación (ya que los tribunales de justicia de los países participantes no exigirán el cumplimiento de contratos de deuda).

El informe del CGD propone que un régimen debe ser considerado odioso si viola los derechos humanos de la ciudadanía, emplea fuerza militar, comete fraude electoral, y gestiona mal o malversa fondos públicos.

Es indudable que el régimen venezolano ha perpetrado todos estos actos, lo que lo convierte en el ejemplo modelo de la odiosidad. Pero no los perpetró todos al mismo tiempo: el saqueo de la riqueza de Venezuela, la descarada violación de los derechos humanos, y la inconstitucionalidad de sus decisiones no comenzaron con la elección de la nueva Asamblea Constituyente del 30 de julio de este año. Ha sido un proceso lento, que comenzó hace muchos años.

Por ejemplo, es difícil argüir que la destrucción de la industria petrolera de Venezuela, que ha perdido casi la mitad de su participación en el mercado mundial desde que el presidente Hugo Chávez asumiera el poder hace casi 20 años, se llevó a cabo para favorecer los intereses del pueblo venezolano. Y ello sucedió en medio del mayor y más largo auge del precio del petróleo de la historia, cuando el país poseía las reservas más grandes del mundo y PDVSA se estaba endeudando a gran escala.

Es aún más difícil sostener que la deuda de la PDVSA denominada en dólares era legítima cuando fue vendida en moneda local por debajo de los precios de mercado, a personas con conexiones políticas, quienes solían pedir prestados los bolívares necesarios de la noche a la mañana a bancos del sector público, solo para vender inmediatamente los bonos a Wall Street. Como lo documentó Alejandro Grisanti de Barclay’s en 2008, los beneficiarios se hicieron con una ganancia instantánea en dólares igual al 20-30% del valor nominal de la deuda.

Ninguna de estas consideraciones impidieron que el régimen venezolano se endeudara, incluso a la absurda tasa del 50%, como sucedió en junio con la compra los “bonos del hambre” por parte de Goldman Sachs. Tampoco lograron evitar que instituciones como JP Morgan incluyeran bonos venezolanos en su índice de bonos de mercados emergentes y adquirieran más de mil millones de dólares en estos bonos en los fondos mutuales y cotizados en bolsa que ofrecen al público como instrumentos de inversión.

Debido a esto proponemos que se adopte un sistema de calificación de odiosidad, parecido a las calificaciones crediticias. Si bien estas últimas se enfocan en la capacidad y disposición de un prestatario a repagar, la clasificación de odiosidad proporcionaría una estimación de la probabilidad de que un tribunal decida que la deuda desaparece junto con el régimen. La escala sería continua, yendo desde, por decir, O (dictaduras represivas odiosas) hasta B (democracias bien dirigidas y en pleno funcionamiento). Existirían niveles intermedios: dictaduras que promueven el desarrollo económico y así benefician a la población (por ejemplo, Corea del Sur en los años 1970) y democracias defectuosas que se caracterizan por un manejo económico malo y corrupto (por ejemplo, Argentina bajo Cristina Kirchner).

Las clasificaciones de odiosidad podrían integrarse al derecho internacional indicativo, a ser empleado por los tribunales al hacer cumplir contratos de deuda, y podrían usarse para determinar qué bonos se incluyen en el cálculo de los índices de mercados emergentes. El mismo país podría tener bonos que, al ser emitidos en distintos momentos, tendrían distintas calificaciones de odiosidad y de probabilidades de que se hagan cumplir. Puesto que una calificación de mayor odiosidad limita el apetito de los inversores por esos bonos, los descensos de calificación limitarían la acumulación de deuda irresponsable y los desastres económicos provocados por regímenes como el de Venezuela —y posiblemente acelerarían su desaparición—.

Todavía quedan muchas interrogantes. ¿Quién debería emitir la calificación? ¿Qué metodología debería usarse? ¿Cómo se puede proteger al calificador de presiones políticas? Todas estas preguntas se pueden contestar. El mejor modo de hacerlo es iniciando la discusión.

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Ricardo Hausmann, ex Ministro de Planificación de Venezuela y ex Economista Jefe del Banco Inter-Americano de Desarrollo, es Director del Center for International Development at Harvard University y profesor de economía del Harvard Kennedy School. Ugo Panizza ocupa la cátedra Pictet y es profesor de economía del Graduate Institute, Ginebra.

Copyright: Project Syndicate, 2017.
www.project-syndicate.org

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Enrique Rondón Nieto / EDC

El 8 de agosto fue sacado de su celda en Ramo Verde, esposado y con el rostro cubierto. El fiscal Tarek William Saab admitió que fue “cambiado de centro de reclusión” pero no dijo a dónde lo llevaron. Se suponen que lo relacionan con los sucesos del Cuartel Paramacay.

La “treintena” es una modalidad que contaría con la aceptación de la ministra para Asuntos Penitenciarios. Consiste en que todo interno recién ingresado, sea por detención primaria o por traslado, no podrá ser visto o visitado dentro de los primeros treinta días. No hay recurso de habeas corpus que valga.

El procedimiento ha trascendido cuando ha sido aplicado a detenidos mediáticos como el violinista Wuilly Arteaga , el magistrado Ángel Zerpa y mucho antes al escolta de Henry Ramos Allup, Coromoto Rodríguez , pero se está convirtiendo en una rutina más dentro de la macabra administración de justicia que estamos viviendo en Venezuela.

En esos treinta días el detenido es aislado del mundo externo e intentan desmoralizarlo afirmando que la familia lo abandonó, que ni comida le llevan. Lo interrogan y hasta unos “toques técnicos” la aplican los primeros días para que no queden las marcas cuando permitan la visita.

La variante en el caso del general Raúl Isaías Baduel es que no han dicho a qué lugar fue trasladado el martes 8 en la madrugada, cuando fue sacado de su celda en Ramo Verde, por funcionarios de Contra Inteligencia Militar, con la cara tapada y esposado.

Su abogado, Omar Mora Tosta , calificó el procedimiento de “secuestro”.

Este martes 29, cuando el general Baduel cumplió 21 días desparecido, su hijo Adolfo Baduel , en su cuenta tweeter, afirmó que el Fiscal designado por la Asamblea Constituyente, Tarek William Saab “MIENTE sobre reunión” con los familiares, “pero confirma que el régimen lo tiene SECUESTRADO”.

Ese mismo día, la Fiscal General Luisa Ortega Díaz , aseguró que ha denunciado ante organismos internacionales la “desaparición forzada” del general retirado Raúl Isaías Baduel. Además, utilizó en Twitter la etiqueta #FeDeVidaDeBaduel para exigir que el Gobierno de Nicolás Maduro muestre pruebas sobre el estado de salud del ex ministro de Defensa.

Germán Ferrer , diputado a la Asamblea Nacional y esposo de Ortega Díaz, aseguró que la desaparición de Baduel de su celda es una flagrante violación de los derechos humanos y responsabilizó a Maduro.

¿Qué buscan del general Baduel?

Raúl Isaías Baduel es un militar institucionalista. Fue el hombre clave en el regreso de Hugo Chávez al poder en el 2002 pero eso no lo convirtió en un seguidor incondicional de Chávez y más de una vez manifestó públicamente sus desacuerdos. Por “respondón” comenzaron a buscarle la caída hasta que fue acusado y condenado por malversación de fondos durante su gestión como ministro de Defensa. En mayo de 2010 dijo que no se sentía “un preso político sino un reo del presidente Hugo Chávez” y pronosticó “que otros que contraríen al mandatario correrán igual suerte”.

Es un admirador de Nelson Mandela, a quien considera un “adalid de la paz y la esperanza, quien en su tránsito vital reconcilió su nación y dio un valioso aporte para transformar al mundo”.

En junio de 2017, con motivo de los 97 años de Mandela, escribió una carta en la que afirma que las lecciones del líder surafricano “son una referencia válida para nuestro país”.

Se supone que al general Baduel lo “secuestraron” para interrogarlo sobre la llamada “Operación David”, que uno de sus episodios fue lo ocurrido en el Cuartel Paramacay el pasado 6 de agosto.

El jueves 7 de septiembre se cumplen los 30 días de la desaparición forzada del general Raúl Isaías Baduel. Seguramente entonces -o unos días antes- sabremos de primera mano lo que ocurrió. Quizás será un nuevo expediente en la colección de la abogada Tamara Sujú , quien está denunciando los casos de delitos de lesa humanidad en instancias internacionales.

http://informe21.com/actualidad/el-general-baduel-estaria-en-treintena

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Sadio Garavini Di Turno

En Venezuela estamos sufriendo un gobierno depredador y forajido, que quisiera implantar un régimen totalitario, similar al cubano, pero no tiene la capacidad ni la eficiencia para concretarlo y que puede calificarse como un totalitarismo fallido: una dictadura chapada a la antigua, pero con fachada neocomunista. La historia del último medio siglo nos enseña que las dictaduras se enfrentan exitosamente a través de diversos “caminos”, en la mayoría de los casos, complementarios. Los “caminos” pueden ser catalogados en dos renglones: Presiones nacionales y presiones internacionales. Las nacionales, por ejemplo, incluirían protestas pacíficas y no violentas. Protestas que pueden también ser alrededor y en combinación de movilizaciones electorales. Incluyen también guerrillas como la Contra en Nicaragua y el ANC en Suráfrica, y obviamente los diversos tipos de golpes de Estado militares. Entre las presiones internacionales, hay que mencionar las diplomáticas, que conducen al aislamiento y reducen la imagen y el prestigio del gobierno forajido, las sanciones financieras y comerciales, el apoyo financiero y logístico a las guerrillas internas, como en el caso de la Contra en Nicaragua, el apoyo discreto a un golpe de Estado y la intervención militar directa, como pasó en la caída de la “narcodictadura” de Manuel Noriega en Panamá. Salvo en los casos de golpe militar e intervención militar externa, el proceso de presiones termina cuando hay un resquebrajamiento del régimen y asume el control del gobierno el sector que acepta una salida negociada y pacífica. Al respecto la historia enseña que son necesarias garantías políticas y personales para una buena parte de los dirigentes del régimen. Recordemos los casos de Pinochet y Humberto Ortega, quienes se mantuvieron en la comandancia del Ejército de Chile y Nicaragua por varios años.

En el caso venezolano actual, por largos cuatro meses se mantuvo un proceso de protestas básicamente pacíficas, que fueron reprimidas violentamente, “manu militari”, con el resultado de alrededor de 120 muertos y miles de detenidos y torturados. Uno de los errores de una parte de la dirigencia de la oposición fue haber creado la imagen de que “faltaba poco” (hora cero, etc.) para que el régimen se tambaleara. No fue el debate–dilema sobre las elecciones regionales que enfrió la “calle”. Después de cuatro meses de protestas casi diarias ya había cansancio y fatiga. Particularmente en los sectores populares, que necesitan trabajar, cobrar y comprar diariamente. El debate sobre las elecciones regionales ya es pasado, la decisión fue tomada. Sabemos que el régimen puede abortar los comicios, hacer todas las trampas y además quitarles las atribuciones a los posibles gobernadores democráticos. Pero lo relevante es aprovechar la campaña electoral para movilizar y organizar de nuevo en todo el país la protesta. Son centenares los candidatos y miles sus parientes y seguidores que van a recorrer los barrios subrayando el desastre socioeconómico producido por un gobierno incapaz, corrupto y con las “ideas muertas” de un modelo fracasado. Por eso, hay que participar en la movilización electoral. Además, los gobiernos democráticos amigos así lo solicitan. La comunidad internacional ha claramente acentuado sus presiones diplomáticas y sus sanciones tanto individuales como institucionales. China tiene intereses básicamente económicos y comerciales en Venezuela, teme por su deuda y estaría dispuesta a negociar con quien pueda un día responder al teléfono en Miraflores. Rusia no es la URSS, ni financiera ni militarmente. Es un gigante disminuido, con pies de barro. Aprovechará de la debilidad del régimen para adquirir, a precios favorables, activos petroleros y materias primas, pero no tiene ni la capacidad ni la voluntad de subsidiar totalmente a un gobierno fallido. El fracaso socioeconómico madurista le está afectando a Cuba, con la disminución del subsidio petrolero. Pero los cubanos son también suficientemente pragmáticos para entender que no les conviene hundirse con un barco seriamente averiado y estarían dispuestos también a negociar con quien les pueda conceder una reducción gradual y concertada del apoyo petrolero. La oposición democrática debe transformar la unidad electoral en una unidad de estrategia y sobre todo de comando. La fundamental interlocución internacional debe ser definida y coordinada por el más alto liderazgo político de la MUD.

Venezuela vive una nueva etapa en un traumático, pero inexorable, proceso de cambio.

@sadiocaracas

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El Ambiente Político Real de Violencia vivido hasta el 30 de Julio muestra ahora un Ambiente Político Electoral que como cambio político requiere de ciencia y arte política para minimizar la confrontación entre las oposiciones y coincidir éticamente en una acción electoral que promueva reflotar el voto. Reflotar el voto significa que las oposiciones entiendan el acto de votar como una expresión de la Resistencia Civil que conduzca y facilite la rebelión como parte del método de lucha política colectiva que la sociedad venezolana emprendió desde el 20 de octubre del 2016.

El Ambiente Político Real imperante — gústenos o no — es electoral y obliga a que identifiquemos a los demócratas y ‘‘a los otros’’ para que se tenga claro que ‘‘solo el poder detiene al poder’’. Se equivocan quienes asumen que la violencia pudiese contener al poder político que se construye sobre los más, o sea la mayoría pivote fundamental de la democracia, aún en la regresión democrática que vive Venezuela. De lo que se trata entonces es que desaparezca la confrontación entre las oposiciones democráticas y crezcan los Operadores Políticos Regionales como un cuerpo de mujeres y hombres líderes alrededor del hecho sagrado y civilizado del voto.

El voto es un vocablo que significa sufragio… en donde los ciudadanos-electores parte de la comunidad política expresan su sentimiento de confianza y de adhesión a un líder, pero también una conceptualización política que no cabe duda hoy en Venezuela es la preferencia por la democracia. El voto es la máxima expresión de la ciudadanía, de la civilidad y del retorno a la Constitución, a la normalidad y a la democracia. El voto se corresponde entonces a un hecho supremo, sublime y único para construir el poder político que conduzca a un nuevo orden social fundado en los valores que garanticen la Constitución y la civilidad.

El Ambiente Político Electoral, la afirmación de que solo el poder detiene al poder y el voto, constituyen la tríada sobre la cual los Operadores Políticos Regionales promoverán el sufragio. El voto como promesa, ofrenda de los demócratas, logrará una exponencial mayoría en las elecciones de octubre. Mayoría que ratificará el éxito universal del 16J y que revivirá a los mártires y héroes que con su sangre imponen que esta vez la racionalidad del voto nos permita la rebelión civil para la instauración de un cambio político y de un nuevo orden social.

Reflotar el voto es priorizar la ciudadanía, fortalecer la democracia, crecer dentro de nuestras particulares diferencias, pero otear el necesario cambio político que niegan de manera arbitraria los bárbaros autocráticos militaristas que sueñan con un Estado comunal en Venezuela. Reflotar el voto es una tarea de líderes que reconozcan la política como arte y ciencia, que están conscientes del Ambiente Político Real impuesto con una franca violación de la Constitución. Reflotar el voto será alcanzar un triunfo electoral exponencial que requiere la República de Venezuela frente a un grupo comunistoide fracasado.

Reflotar el voto es el más trascendental mensaje al Continente Americano y al mundo para remarcar la trascendencia del ciudadano y de la civilidad del venezolano en la búsqueda del poder. Reflotar el voto es también un mensaje a quienes han confundido la Resistencia Civil con la violencia política. Reflotar el voto permitirá reconocer nuevos y pertinentes líderes mujeres y hombres, que desde la región les ha sobrado capacidad, coraje y mística para la defensa de la post democracia en Venezuela. Post democracia que se nutrirá de valores éticos y políticos que promuevan un nuevo orden social y sobre todo una clara responsabilidad política en el ciudadano.

Finalmente, reflotar el voto es entender la política requerida de instrumentos analíticos que determinen y definan el Ambiente Político Real y sus cambios, pero también es comprender la importancia de la civilidad y del ciudadano y hacer crecer la participación política para lograr el éxito electoral el próximo mes de octubre. Reflotar el voto es comprender que la política no es lineal y mucho menos la guerra que — como guerra civil establecida por el hiato Nicolás-Padrino — instrumenta una propaganda y una guerra psicológica basada en la mentira para tratar de distraer y contener a la mayoría democrática venezolana que triunfará en las elecciones para gobernadores.

Es auténtico,

Dr. José Machillanda

@JMachillandaP

Director de CEPPRO

Caracas, 29/08/2017

 3 min


Como si les hubiese dado muy duro la actual dieta de Maduro, así aparecieron ante la historia los héroes del 4 de febrero, ojerudos, flacuchentos, sin obesidades y curtidos por el fragor militar. Todavía cargaban sus rostros llenos de sueños, cuales soldados contra la corrupción y el bipartidismo adeco copeyano, al cual le acababan de dar un tiro de gracia. Desde esos días hasta el sol de hoy han dominado al país durante casi dos décadas; de nuevo se muestran al país acompañados de humildes hombres y mujeres en son de guerra, pero esta vez su tropa lo conforman cuerpos y caras de seres hambrientos, que les delata la profunda crisis social y económica, donde han sumergido al país.

Con sus ahora mofletudos rostros, signos de la opulencia derrochada, pretenden acusar de traidores a la mayoría del pueblo venezolano, por no acompañarlo en esta nueva farsa, montada más como sainete donde reflejan su propia tragedia, que como verdaderos ejercicios militares contra el supuesto ejército invasor. Los traidores no se definen así mismo sino por la gente a quienes traicionan. De traición y con suma propiedad, pueden hablar los millones de marginados por la injusta distribución de nuestra renta petrolera durante el periodo cuarto republicano, quienes incautamente volcaron sus esperanzas en las elecciones del 6 de diciembre de 1998 hacia el Líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías.

Si de traiciones, falsías y vilezas nos tocara hablar, es evidente que no tendríamos espacio para explicar las razones por las cuales, desde el propio comandante eterno hasta el último enchufado de baja ralea, han traicionado sus ideales que, en algún momento de su existencia, juraron no solo defenderlos sino cumplirlos una vez llegados al poder. Ellos y no otros son los verdaderos traidores. Aquí se juró acabar con los vicios del pasado y traerle a este pueblo la mayor suma de felicidad posible, pero todo lo han convertido en letra muerta. Hoy acorralados como andan, acusan al primero que insinúe ponerles al descubierto el mar de privilegios, dólares y bienes de todo tipo que los rodea.

Con la desaparición física de Vladímir Lenin, su “camarada” José Stalin, utilizó los mismos términos de traidor y vende patria, contra todos aquellos dirigentes del PCUS que se atrevieran a disentir de su modelo socialista, impuesto allá en la Unión Soviética a finales de la década de 1930. De trotskista y de alta traición al proceso revolucionario, también acusó Stalin en 1936 a Grigori Zinóviev, Lev Kámenev y a trece miembros más del Comité Central del Partido, dando inicio con estos juicios a la gran purga, que, en definitiva, terminó con las posibilidades de realizar el gran sueño de construir un Estado Socialista, Democrático y Libertario.

De manera que estos episodios no son nada nuevo en la historia, cuando de intentar construir el socialismo se trata; en todo caso lo que llama la atención, es como hallándose el ignorante de Nicolas, rodeado de tantos viejos militantes del socialismo, no exista uno que le recuerde como del 14 al 26 de febrero de 1956 se celebró el XX Congreso del Partido Comunista de la URS, donde el mismo se transformó en el punto de partida de las primeras críticas directas a la gestión de un régimen, que después de 50 años se vino abajo, sin echar un tiro y sin necesidad de que insurgiera un soldado o miliciano, para defenderlo de la amenaza de una invasión extranjera. Simplemente fracasó por la tozudez de sus líderes.

Así las cosas, este socialismo que se nos pretende imponer con la espuria ANC, copia y calco del ya fracasado en el siglo XX, también saldrá derrotado, y no precisamente por la invasión, jamás deseada, de la bota imperial gringa; fracasará porque esta patria ha sido traicionada de nuevo, y los venezolanos en más de una oportunidad, hemos sabido cobrarles bien caro a los verdaderos traidores de la patria. Sino pregúnteselo a Pérez Jiménez y a quienes abusaron del poder en la democracia representativa, surgida al calor del pacto de Punto Fijo.

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