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Opinión

La expresión narco-Estado ha tomado fuerza a raíz del veredicto que por unanimidad emitió una corte de los EEUU contra los sobrinos de la pareja presidencial por narcotráfico.

Más que un narco-Estado nosotros consideramos que Venezuela es un Estado delincuente, como lo hemos dicho desde la publicación del libro homónimo en 2013.

Utilizar el término narco-Estado de manera simplista es un error, frente a un problema tan complejo como el tráfico internacional de drogas que es un delito que no tiene fronteras por lo que no se puede hablar de países víctimas o victimarios. Colombia sigue siendo el principal productor de cocaína, EEUU, el mayor consumidor y México el lugar donde operan las peores organizaciones criminales de narcotráfico. Venezuela continúa como país puente con un significativo aumento del consumo que se vincula a otras actividades delictivas.

Esa tercera frontera que existe entre Colombia y Venezuela, donde conviven diversas actividades criminales como el secuestro, la extorsión, el contrabando y otros ilícitos, tiene su base principal de apoyo en la corrupción política a través de información privilegiada, sobornos, tráfico de influencias, etc. Una prueba de ello, es que el contrabando de gasolina se realizaba con la complicidad de efectivos militares. Lo mismo ocurre con el tráfico de drogas. Las fronteras de Venezuela están controladas por la delincuencia organizada y su brazo ejecutor son algunos efectivos de la FAN que se van rotando en las responsabilidades de comando en puntos claves del territorio, generando así poderosas alcabalas que permiten el libre desenvolvimiento de los grupos delictivos a cambio del pago de peajes. Prueba de ello es el caso de Walid Makled que logró penetrar las más altas esferas del poder y que a pesar de los gravísimos señalamientos que ha hecho en cuanto a nexos y complicidades, nada de ello se ha aclarado.

A esto hay que añadir la presencia de las FARC y el ELN y otros grupos paramilitares y la acción de las BACRIM (bandas criminales emergentes de Colombia) que, en la medida que ven reducidos sus espacios en territorio colombiano, realizan un trasvase hacia Venezuela.

Mientras el foco de la represión policial y judicial se dirige contra los consumidores, la mayoría presos sin recibir ningún tratamiento como lo prevé la ley al considerarlos enfermos, los grandes traficantes se mueven con absoluta impunidad porque poseen el poder del dinero.

Si revisamos las cifras del MP veremos que, por ejemplo, en 2010 se registraron 17.090 casos de detenciones por posesión de drogas (en su mayoría consumidores pobres) y por el contrario se realizaron solo 32 aprehensiones por tráfico de drogas.

Es decir, más del 80% de los expedientes por drogas son por consumo donde no hay dinero para comprar protección policial y judicial. No hay una política de Estado de prevención social integral y de tratamiento y rehabilitación, ni tampoco de represión efectiva, es decir, el Estado de lo ilegal se ha hecho más fuerte y se tragó al Estado de Derecho, lo que hemos caracterizado como un Estado delincuente donde una de sus peores marcas es lo que algunos, debido a los últimos acontecimientos, llaman narco Estado.

La corrupción política y la impunidad se han adueñado del país y el autócrata, llámese Chávez o Maduro, han impuesto desde el liderazgo hiper presidencialista un modelo de pensamiento único, de partido único, donde el Estado es el partido y el partido es el Estado.

En esa relación perversa se ha sustituido el Estado de derecho, la legalidad y el orden constitucional por un Estado delincuente (cleptocracia o kakistocracia) que es lo que hemos caracterizado como una mezcla entre el Estado forajido (violador de leyes y tratados internacionales) y el Estado fallido (el que no satisface las necesidades básicas existenciales de la población), lo cual está más que evidenciado en la terrible escasez de medicinas y alimentos, la violencia e inseguridad desbordadas y en general, el colapso institucional que todos padecemos.

Las llaves que le abren la puerta al tráfico de drogas en Venezuela son la corrupción política y la impunidad. El narcotráfico es un componente importante de las actividades delictivas del país, más no el único. En nuestra opinión, el principal es la corrupción política, en la cual se licúan los diversos intereses en base a una relación perversa entre lo ilegal y lo legal. En Venezuela no hablamos de carteles ni de mafias ni de estructuras rígidas porque lo que existen son redes que se relacionan de manera horizontal y vertical, que se hacen y se deshacen de acuerdo a la dinámica del delito en cada caso.

Sin embargo, destacamos la presencia de una especie de partido militar que se ha convertido en una casta corrupta que tiene el control de todas las instituciones desde las que se resguardan las fronteras, los puertos y aeropuertos, hasta las que manejan las finanzas públicas. Es decir, si ha habido empresas de maletín responsables del saqueo cambiario es porque han contado con la complicidad de la GN y el Seniat. La misma ruta y modus operandi utilizadas en este esquema para defraudar al país, seguramente se ha usado también para el tráfico internacional de drogas.

Los sobrinos de la pareja presidencial entraron en el negocio del tráfico de drogas precisamente de la mano de la corrupción política: información privilegiada, sobornos, tráfico de influencias y cobro de comisiones a contratistas y proveedores del Estado, en especial, Pdvsa. Una evidencia más de la corrupción política en el caso de los sobrinos es el contrato otorgado por PDVSA de más de 132 millones de dólares al empresario Wilmer Ruperti y que esté a su vez asumiera el pago de los costosos abogados de la defensa.

Aprovecho para alertar a la pareja presidencial sobre los presuntos vínculos con actividades ilícitas de otros familiares cercanos. Se menciona insistentemente a Nicolás hijo y a otro sobrino, Carlos Erik Malpica Flores, de ser gestores de tráfico de influencias y otras acciones reñidas con la ética pública.

El tráfico internacional de drogas y los homicidios son las caras más visibles del maridaje entre la corrupción política y la delincuencia organizada. Las redes delictivas se han apoderado de las principales ciudades. Un ejemplo es la situación de las cárceles del país donde los grupos dirigidos por los denominados pranes coordinan y ejecutan las más diversas y horribles actividades, la mayoría de ellas relacionadas directa o indirectamente con el tráfico de drogas, desde prisiones convertidas en guaridas.

En el proceso de transición y cambio que vive Venezuela hacia un nuevo gobierno, urge tomar medidas como la reforma del Estado, dándole prioridad al sistema de justicia para dotar al país de un verdadero Poder Judicial autónomo, idóneo y capaz de ofrecer seguridad jurídica a todos. Una verdadera carrera judicial que sustituya a los jueces provisorios por jueces titulares respetables. Leyes de financiamiento de partidos políticos y campañas electorales para evitar que el financiamiento con dinero ilícito privatice la política y la someta al dominio perverso de la delincuencia organizada. Creación de un cuerpo policial de élite para la investigación de la delincuencia organizada, sobre todo, para rastrear, ubicar y confiscar los bienes patrimoniales relacionados con el delito. Una unidad de análisis e inteligencia integrada por profesionales idóneos bien remunerados de distintas disciplinas, representantes del BCV, Tesorería, Pdvsa, ministerio de Finanzas, SUDEBAN, entre otros, con recursos suficientes para quitar a las organizaciones criminales su principal fuente de energía y oxígeno que no es otra que el dinero producto de sus actividades criminales.

www.carlostablante.com

@TablanteOficial

carlostablanteoficial@gmail

28 de noviembre de 2016

 5 min


Era 1959 cuando Rómulo Betancourt se juramentó como Presidente de la República de Venezuela. Estaba vigente la Constitución de 1953, en ella se reconocía la autonomía de los Estados y de los Municipios, pero no había artículo alguno que expresamente definiera nuestra forma de Estado como Federal.

Betancourt no necesitó de una norma para reconocer la existencia de los gobiernos estadales y municipales y para impulsar espacios para la inclusión de esos actores políticos en el debate sobre los problemas y los enormes desafíos que imponía los cambios políticos de aquél momento en Venezuela.

El 13 de marzo de 1959, un mes después de haberse juramentado, Betancourt convocó la I Convención de Gobernadores, con la finalidad de buscar una mejor coordinación en escala nacional de la gestión política y administrativa del Gobierno.

En esa I Convención, el Presidente afirmó: “estamos resueltamente empeñados en una acción concertada que vaya desde los ministerios hasta los municipios para realizar una labor de conjunto, resuelta y decidida, hacia la solución de los problemas fundamentales de Venezuela”.[1] Con esas palabras, Betancourt expresó la necesidad de involucrar a todos los actores necesarios en el proceso de buscar soluciones a los graves problemas que enfrentaba aquél país.

La Convención de Gobernadores, cada seis meses, y luego el 18 de septiembre de 1960, la convocatoria a la Convención de Municipalidades, representaron los dos espacios institucionales a través del cual Betancourt pretendió buscar una mejor coordinación y planificación desde el gobierno, consciente que en aquellos momentos era necesario ir más allá de la simple administración.

En relación a la Convención de Municipalidades, es importante destacar que en Venezuela no se realizaba un encuentro así desde el año 1911. En esa Convención, celebrada en 1960, Betancourt expresó con claridad los objetivos que aspiraba alcanzar, a saber: 1.- Conocer la realidad de los problemas de las municipalidades; 2.- Estimular el interés cívico nacional por los asuntos municipales; 3.- Lograr el interés municipal en los programas de desarrollo de la comunidad y 4.- Fomentar la coordinación por parte de organismos nacionales con las municipalidades en el planteamiento y ejecución de sus programas.

Con la presencia de representantes de los Concejos Municipales de todo el país, Betancourt reconoció que los problemas y los desafíos que el gobierno debía afrontar eran complejos y en tal sentido, reconoció en ese momento que la necesidad de ir hacia un proceso de descentralización administrativa, que advirtió, no era incompatible con el Plan Cuatrienal 1960-64.[2]

Para Betancourt los Planes Anuales deberían ser un compromiso adquirido ante el país, compromiso que además, debería ser, con el tiempo, reclamado por la opinión pública a las sucesivas administraciones. De esa forma, con esas palabras expresadas en la I Convención de Gobernadores en 1959, Betancourt, advertía de unos ciudadanos críticos y activos frente a la gestión del gobierno.

Precisamente aquella I Convención de Gobernadores en marzo de 1959 sirvió de escenario institucional para que el Presidente recién juramentado, se comprometiera a construir el Plan Nacional Cuatrienal 1960-1964. Betancourt, expresó a los Gobernadores en ese encuentro, que para la fecha no era posible presentar un programa de acción administrativa nacional, pues no había datos confiables y menos aún, estudios serios sobre la realidad del país.

Previamente, y así lo recordó en las palabras expresadas en la I Convención de Gobernadores, Betancourt había acordado con los Gobernadores, que cada uno de ellos, así como el Gobierno Nacional, deberían levantar un diagnóstico de la realidad, a los fines de traer a la Convención los problemas, las urgencias y las necesidades de cada Estado, con lo cual, aspiraba a lograr una mejor priorización de los problemas nacionales, buscando con mayor facilidad identificar la viabilidad de algunas soluciones a esos problemas.

Los problemas que Betancourt presentó en esa Convención a los Gobernadores fueron los siguientes:

Vialidad, pues habían pocas carreteras y/o autopistas.

Vivienda, pues advirtió del grave déficit de viviendas en el país.

Alimentación, alertó que había mucha hambre en el país.

Honradez Administrativa, que planteaba un compromiso para enfrentar con seriedad y desde las instituciones el manejo responsable de los recursos públicos.

Betancourt cumplió su compromiso y el 18 de febrero de 1960, en el marco de la III Convención de Gobernadores, logró presentar y analizar con los Gobernadores el proyecto del Plan Anual 1960-1964, destacando que el gobierno iniciaría una serie de consultas con distintos sectores, a saber: el sector de la producción, el industrial, universitario, laboral, bancario, en fin de todo grupo que tenga capacidad de aportar una idea.

En ese proceso de consulta, los Gobernadores eran los primeros en ser invitados a presentar observaciones, críticas o aportes a la propuesta de Plan Anual. La propuesta de escuchar a otros actores para alimentar el Plan Anual, fue calificada por el propio Betancourt como una “forma inteligente y democrática de gobernar”.

El proyecto de Plan Anual 1960-64 proponía dotar de agua potable, suelo sano, luz eléctrica a las pequeñas poblaciones de la provincia venezolana y algo importante de destacar, era el impulso de un programa orientado al desarrollo de las comunidades, cuyos objetivos eran: estimular el espíritu de progreso en la población y los hábitos de acción cooperativa; crear nuevas fuentes de trabajo para mejorar ingresos y fortalecer el gobierno autónomo local para que sea la expresión de un proceso democrático, esencia del desarrollo de la comunidad.

La Democracia venezolana daba sus primeros pasos, buscando espacios institucionales para el diálogo y la negociación, para el encuentro entre ideas y opiniones diversas, intentado crear mecanismos efectivos de coordinación entre los distintos actores políticos a los fines de desarrollar un modelo político democrático, reconociendo la necesidad de la descentralización como herramienta útil en esa labor.

Aquellos municipios y estados, llamados por Betancourt para debatir los problemas del país, hoy, más de 50 años después, están ignorados y excluidos como actores de desarrollo en el Plan de la Patria 2013-2019; pero además, la voz de esa opinión pública a la que se refería Betancourt cuando promovía la consulta del Plan Cuatrienal ha sido silenciada por el régimen.

¿Qué dejamos de hacer como sociedad, que lejos de mirar 1959 como el inicio de un modelo político que ha trascendido en el tiempo, lo vemos a la distancia como una historia pasada, desconocida por algunos y como una referencia para volver a entender el valor y el sentido de la democracia?

[1] Betancourt, Rómulo. Las Necesidades de todo el país. En: La revolución democrática en Venezuela. 13 de marzo de 1959. Caracas 1968. P. 21

[2] Idem. II Convención de Municipalidades. P. 41

https://politikaucab.net/2016/11/25/la-voluntad-politica-de-escuchar-a-l...

Artículo escrito para Politika UCAB. 25 de noviembre de 2016

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Ramón Guillermo Aveledo

Malos imitadores del difunto Presidente han creído que su éxito radicó en la ordinariez del lenguaje e inclinación a la pendencia. Su fenómeno es más complejo, me parece, que las meras apariencias, aunque éstas sean las más fáciles de copiar por gente escasa en talento e imaginación.

Pero ha quedado un discurso contaminante que rebaja el debate político. Alos verdaderos problemas nacionales, muchos, muy grandes y agravados en estos años, les cuesta encontrar sitio en la reyerta y el lodazal. En ese contexto,el éxito y el provecho nacional será para los que no se conformen con imitar.

Hace un siglo Azorín daba consejos a los políticos, y si bien muchas cosas han cambiado desde entonces, sobre todo a causa del uso de las redes sociales, hay clásicos cuya permanencia nadie sensato puede discutir. Su validez sigue intacta.

El escritor y parlamentario español recomienda al político fortaleza, como la primera condición del hombre -y la mujer- de Estado. “Una naturaleza muy firme, muy segura, para no dejarse aplanar en aquellos momentos críticos de amargura, en que nuestros planes y esperanzas se frustran”. Más adelante dirá de lo bueno que es “permanecer impasible ante el ataque”. Junto a la fortaleza, aconseja la hoy muy escasa virtud de la eubolia, la cual “consiste en ser discreto de lengua, en ser cauto, en ser reservado, en no decir sino lo que conviene decir”. Que “no se desparrame en palabras el político”. Qué oportuno y pertinente.

Cuidado con la impaciencia, llama la atención. “Lo que se hace precipitadamente se hace mal y a disgusto”. No apresurarse en responder un agravio, ni “dejarse arrastrar por el impulso general”. A veces, “lo prudente es callar”.

“No pierda nunca el sentido del equilibrio” es otro buen consejo azoriniano, válido y valioso en tiempos como los que vivimos, y para aplicarlo hace falta valor del bueno, máxime cuando las pasiones se desbordan fácilmente y es fácil confundir agresividad con definición.Y, utilísimo cuando las vanidades se hacen efervescentes y por lo mismo espumosas, y espuma no es cuerpo como pluma no es carne, se recomienda “desdén para el elogio”.

Líderes políticos, muchos y muy buenos, nos harán falta para encaminar a Venezuela. Ahí les dejo estos consejos que no son míos, sino de Azorín, deseándoles que el fragor del combate político les deje un tiempecito para la lectura y la reflexión.

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Ian Vásquez

Ayer lanzamos el Índice de Libertad Humana 2016. Es nuestro segundo informe anual que presenta el estado de la libertad general en el mundo basado en una amplia medición de la libertad personal, civil y económica. Co-publicado por el Instituto Cato, el Instituto Fraser (Canadá) y el Instituto Liberales (Alemania), junto con Tanja Porcnik, mi coautora, examinamos 79 indicadores distintos en 159 países sobre asuntos que van desde la libertad de expresión y asociación hasta las libertades de las mujeres, el grado de intercambio voluntario, la seguridad, el Estado de Derecho y más.

Dado el auge del populismo, el nacionalismo y el autoritarismo en muchos países del mundo en los últimos años, creemos que es cada vez más importante no sólo apreciar el valor inherente de la libertad, sino también apreciar su papel central en el progreso humano. Por esta razón, creemos que vale la pena medir cuidadosamente la libertad.

Entre las 10 jurisdicciones más libres según el ranking encontramos a Hong Kong, Suiza y Nueva Zelanda en los tres primeros lugares. Los Estados Unidos ocupa el puesto 23º. En comparación con 2008 —el primer año para el cual tenemos datos suficientes para un índice robusto— Estados Unidos ha estado en declive; ocupó el puesto 16º ese año. En términos de libertad económica, para la cual tenemos décadas de datos comparables, Estados Unidos ha estado en una disminución de largo plazo desde el año 2000. Sin duda, la guerra contra las drogas, la guerra contra el terrorismo, la expansión de un estado regulador, el surgimiento del capitalismo de amigotes y la erosión de los derechos de propiedad debido al abuso del dominio eminente han contribuido a que Estados Unidos caiga en cuanto al Estado de Derecho y a la libertad humana en general. Desgraciadamente, Estados Unidos no puede más pretender ser el bastión de la libertad del mundo.

Otros países con calificaciones relevantes son Chile (29º), el país más libre de América Latina, y Venezuela (154º), posicionado como el menos libre de la región (no medimos a Cuba debido a la falta de datos fiables). India ocupa el lugar 87º, Rusia 115º y China 141º. Turquía ocupa el 73º lugar, Sudáfrica 74º, Brasil 82º y Egipto 144º.

El nivel de libertad es importante para la prosperidad y el bienestar general. Por ejemplo, el ingreso promedio per cápita de los países del cuartil más libre es de 37.147 dólares, muy por encima del cuartil menos libre (8.700 dólares). Todas las dimensiones de la libertad son importantes y se refuerzan mutuamente. A medida que los países se vuelven más libres y, por lo tanto, más prósperos, los datos sugieren que primeramente tienen niveles relativamente más altos de libertad económica en comparación a las libertades personales. Y que una vez que alcanzan un alto nivel de libertad, tienen niveles relativamente más altos de libertad personal en comparación con los de libertad económica, pero aun así todos los indicadores de libertad son altos. Dicho de otro modo, si desea vivir en un país con un alto nivel de libertad personal, es mejor que tenga un nivel relativamente alto de libertad económica.

También encontramos una fuerte correlación entre la libertad humana y la democracia, la cual la medimos por separado. Respecto a esto, Hong Kong es un caso aislado, y dada la creciente interferencia de Beijing allí, nos preocupa cómo podrá mantener su alto nivel de libertad. Lea la discusión sobre esto y más en el informe completo.
Ian Vásquez

Fuente: http://www.elcato.org/el-indice-de-libertad-humana-2016

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Una vez que el gobierno decide suspender el referéndum revocatorio y cualquier válvula de escape electoral a la crisis, ¿qué cree que puede o debe hacer usted ahora?

La pregunta la hicimos en un estudio nacional que acaba de realizar la UCAB como parte de una investigación sobre actitudes de los venezolanos hacia su país y su realidad política. Las respuestas obtenidas obligan a una necesaria reflexión: 24,4% de los encuestados cree que no pueden hacer nada; 20,2% opinan que lo mejor es seguir las instrucciones de la MUD sobre lo que hay que hacer; 23,4% afirma que se dedicará ahora a sus cosas personales, y 25,3% no sabe o prefiere no contestar. Hay además 2 porcentajes marginales de respuestas: 5,2% que dice estar dispuesto a ir a la calle a enfrentar al gobierno y no moverse de allí hasta que Maduro se vaya, y un escuálido 1,5% que piensa celebrar porque el gobierno sigue mandando.

Si bien es importante que uno de cada cinco venezolanos está a la espera de directrices por parte del liderazgo democrático sobre qué hacer ahora, proporción de suyo bastante aceptable, no deja de llamar la atención que tres de cada cuatro, frente al escenario actual, no tengan respuestas, crean que no pueden hacer nada o piensen ingenuamente que pueden escapar de él escondiéndose en sus propios asuntos.

La investigación además arrojó, entre otros, 2 datos que merecen ser resaltados. Por una parte, ya alcanza a 93% la población que opina que su país está mal o muy mal. Pero además, un altísimo 78% piensa que ellos y su familia, en lo personal, también lo están. Hay que recordar que este dato sobre percepción de malestar propio se ha encontrado en la literatura sobre crisis sociales como un indicador peligroso de conductas antinormativas y violentas. Y si bien nadie ha podido nunca predecir eso que llaman “explosiones sociales”, dada la multicausalidad de factores que concurren en su aparición, lo cierto es que en nuestro país se está jugando a acumular mucha paja seca cerca de la chimenea.

Un venezolano así, que cree que su país está mal pero él también, y al que le cierran las válvulas para escapar de la crisis, se vuelve conductualmente un acertijo. ¿Cómo podría reaccionar si su situación de deterioro continúa, como es seguro que ocurra, y no se le abren opciones?

Al menos dos escenarios son posibles. Uno, que la desesperanza termine por agotar su capacidad de lucha y resistencia, y dé paso al acostumbramiento y la resignación ante lo que termina por considerar inevitable y superior a sus fuerzas. Este escenario, si bien es posible, no parece tan probable en el corto plazo, dadas las altas cifras de conflictividad social que se mantienen, retando incluso la tendencia histórica a disminuir en los últimos dos meses del año.

El otro escenario es la adopción de conductas anárquicas y violentas por parte de sectores de la población, como reacción desesperada y catártica ante la invisibilidad de opciones para superar su desamparo y su calvario. El riesgo de este tipo de respuestas, especialmente cuando ocurren de manera desordenada y sin norte, es que terminan en contra de la propia gente, y justificando la represión del gobernante y su eventual fortalecimiento.

Por supuesto, existe un tercer y deseable escenario, en el cual el descontento y la presión popular se conjuguen con el resto de las modalidades de la lucha política para que su efecto se potencie en términos de utilidad y fuerza. Pero recordemos que, de acuerdo con lo encontrado, tres de cada cuatro de los venezolanos no sabe muy bien qué es lo que habría que hacer para superar la crisis, y mucho menos cree que él pueda hacer algo.

Frente a este venezolano sufriente y confuso, es entonces prioritario asumir una estrategia apremiante de docencia social para darle direccionalidad política a este descontento, ofrecer una hoja de ruta creíble para la lucha con sentido, y tratar de canalizar la rabia para que no se devuelva contra la propia gente. Este es el reto más urgente de quienes no quieren jugar a escenarios sorpresa.

Fuente: http://www.el-nacional.com/angel_oropeza/Docencia-social-escenarios-sorpresa_0_966503375.html

@angeloropeza182 29 de noviembre 2016 - 12:05 am

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