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Opinión

“Esta edad vanidosa que se alimenta de vacuas esperanzas, ama los cuentos y odia la virtud; esta edad que adora lo útil se hace cada día más inútil”. G. Leopardi, ‘El pensamiento dominante’.

Confieso sentir un perverso placer cuando las predicciones de los especialistas sobre algún comportamiento colectivo fracasan estrepitosamente. Y ello aunque lo que realmente ocurre sea para mí más inquietante que lo que parecía que iba a pasar. Mi regocijo agridulce es del mismo tipo que expresa la repetidísima exclamación de Voltaire (apócrifa, por otra parte): “Estoy en completo desacuerdo con lo que usted dice, pero daría mi vida por que pudiera seguir diciéndolo”. De semejante modo, lamento que los votantes en una consulta o en unas elecciones se pronuncien mayoritariamente contra lo que aconsejan los expertos más fiables o la simple argumentación racional, pero me alegro de que tal desvío pueda ocurrir, porque la capacidad masiva de disparatar a coro es una prueba de salud democrática. De hecho, esta temible disposición es el argumento derogatorio que han empleado siempre contra la democracia sus adversarios más insignes, desde Platón a Borges. Y hoy continúa escandalizando a muchos de menor talento. Pero precisamente en ese punto estriba lo característicamente democrático. Jean Cocteau aconsejaba: “Lo que todos te censuran, cultívalo… porque eso eres tú”. Con algo de prosopopeya, también podríamos decírselo a Doña Democracia.

Deplorando el resultado de las elecciones presidenciales norteamericanas, una portavoz de Podemos dijo: “Hoy es un día triste para la democracia”. Lo repitió varias veces y luego, ya lanzada, dijo también que “era un día triste para la humanidad”. Pasemos por alto esta última hipérbole, porque a todos se nos puede calentar la boca. Pero ¿por qué es un día triste para la democracia? Sin duda es una jornada poco radiante para quienes, como esa señorita y yo mismo, aborrecemos el ideario agresivamente xenófobo, clasista, machista y sobre todo apoyado en descaradas exageraciones y falsedades del ya presidente Trump. Pero ni la portavoz ni yo somos dueños de las instituciones, debemos compartirlas con otros millones de personas que desdichadamente no piensan como nosotros. En cambio, desde otra perspectiva, unas elecciones donde los ciudadanos prefieren contra todo pronóstico a un candidato al que no apoyan ni en su propio partido (mientras a su rival la recomendaba el presidente anterior, los periódicos de referencia, artistas, intelectuales, etcétera), que vomita barbaridades, se comporta públicamente como un patán, ofende a todos los grupos sociales imaginarios, promete medidas políticas autoritarias, belicistas o que amenazan mejoras sociales, demuestra ser un ignorante en casi todo y elogia demagógicamente a quienes lo son aún más que él… Pues vaya, caramba, eso sí que es una muestra estremecedora pero indudable de libertad. Porque elegir según recomienda la lógica, la fuerza de las razones, la opinión de los expertos políticos y morales, puede ser socialmente beneficioso, pero deja un regusto de que es “lo que hay que hacer”, lo obligado; mientras que ir contra lo que parece conveniente y cuerdo es peligrosísimo, pero sin duda revela que uno sigue su real gana. Cuando se incendia la casa, el que sale corriendo para salvar el pellejo hace muy bien, pero obedece a las circunstancias; libre, lo que se dice grandiosamente libre, es el que se queda dentro cantando salmos entre las llamas.

La libertad política es algo muy deseable de tener pero peligroso de utilizar. Nos hemos criado oyendo mencionar al poder como el coco que quiere devorarnos: el lenguaje del poder, las asechanzas del poder, la cara oculta del poder… Lo imaginamos oculto en cenáculos restringidos donde conspiran unos cuantos plutócratas desalmados. Seguro que hay algo de verdad en esta caricatura siniestra, pero el poder más temible en democracia es precisamente el que comparten todos y cada uno de los ciudadanos: el poder de elegir. Temblamos con razón ante los autócratas que monopolizan el mando, pero en nuestras democracias es lógico sentir escalofríos al pensar en las multitudes que deciden quién debe ostentarlo. Algunos tratan de aliviar este recelo asegurando que la mayoría de los ciudadanos no pueden ser llamados realmente libres porque son ignorantes en las cuestiones de gobierno, se dejan engañar o seducir con promesas vanas, se asustan ante amenazas imaginarias, son venales, xenófobos, intolerantes… Pero todo esto sólo quiere decir que son humanos: esos mismos defectos existen en todas partes, aunque no haya libertades políticas. En democracia la diferencia es que pueden expresarse y elegir lo que prefieren: quizá no sean más felices que otros vasallos, pero al menos son tratados como realmente humanos. No se les reconocen sus virtudes, sino su dignidad. La democracia no es ante todo el asilo de la lucidez, la solidaridad, el buen gusto o la creación artística, sino que es “la tierra de los libres”, como dice el himno de Estados Unidos.

Para evitar que el devenir democrático sea una serie de dictaduras electivas contrapuestas, están las leyes. Los ciudadanos basan las garantías de su libertad participativa en el acatamiento de la Constitución. Los que hablan de fascismo y caos tras la victoria de Trump fantasean tétricamente. Lo único que verdaderamente sonó inquietante en el discurso electoralista de Trump fue la amenaza de no respetar el resultado de las elecciones si no le gustaba. Algo parecido a lo que hoy berrean por las calles —espero que por poco tiempo— los modernos caprichosos del “No es mi presidente” o “No me representa”, que se consideran por encima de la democracia y capacitados para decidir cuándo la libertad ha optado por el bien y cuándo no.

En España ya estamos acostumbrados a quienes piensan que la democracia funciona mejor sin leyes que la coarten, como la paloma de Kant creía volar mejor en el vacío… Sin duda Trump es populista, como en nuestro país Podemos y sus siete enanitos: no porque prediquen lo mismo sino porque predican del mismo modo, empleando la retórica demagógica para conseguir aunar la heterogeneidad de los descontentos.

En la era de Internet, el populismo tiene campo abonado. Y es inútil empeñarse en regañar a la gente por sus preferencias (todos son “gente”, los que piensan como nosotros y los demás), mejor es perseverar en educarla para argumentar y comprender en lugar de aclamar. También hay que proponer alternativas ideológicas fuertes, no simplemente apelar al pragmatismo y la rentabilidad. Hagamos lo que hagamos, seguiremos remando en lo imprevisible. Porque la incertidumbre no la ha traído Trump, sino la libertad.

Filósofo y ensayista.

El País. 11 de nov. 2016

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/11/11/actualidad/1478883603_653674.html

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Lester L. López O.

Apreciación de la situación política # 88

La literatura es abundante en cuanto a los procesos de transición democráticas, pero esencialmente es el paso de una dictadura, o gobierno no democrático, a un gobierno democrático de transición que debe cumplir con tres premisas: a) restablecer la democracia; b) restablecer el estado de derecho y c) realizar, en un tiempo perentorio, elecciones libres, transparentes y justas. Aparte de estas premisas, el gobierno de transición, probablemente por la fuerza de los hechos, también deberá reorientar la economía y enmendar, o redactar, una nueva constitución en condiciones precarias de gobernabilidad. Por esta última razón el presidente de un gobierno de transición no puede aspirar a reelegirse inmediatamente y también para garantizar unas elecciones justas, como se prevé en la premisa tres.

Lograr el cambio de gobierno amerita una negociación que actualmente se está realizando con la mesa de diálogo instalada y que es un logro para los factores democráticos, pero hasta ahora por los desaciertos comunicacionales de la misma oposición no se ha evidenciado en el común de la gente. Mantenerse en la mesa es imprescindible para lograr el cambio, especialmente porque es la forma constitucional, democrática, pacífica y electoral que ha sido la propuesta original de la oposición democrática, siendo a su vez, la que le ha permitido el reconocimiento y apoyo internacional, el cual hay que buscar la forma de aumentar su presencia en el país.

Como es obvio, cambiar de gobierno implica cambiar al presidente, para lo que se había solicitado el referendo revocatorio que fue suspendido (o anulado) por una truculencia jurídica. La otra forma de cambiar al presidente es obligarlo a su renuncia – que está prevista en la Constitución – para que termine el vicepresidente el periodo constitucional. El llamado a unas elecciones generales no está contemplado constitucionalmente, por lo que amerita una enmienda o reforma constitucional que, aunque se acuerde en la mesa de diálogo llevará su tiempo igualmente y, aun así, a mi entender, todavía no hay garantía de que el gobierno finalmente lo acepte.

Lo único que puede garantizar una eventual renuncia anticipada del presidente es la activación del RR con la recolección del 20% de las firmas preferiblemente este año, con un CNE con dos rectores nuevos que obvie la decisión judicial truculenta que lo mantiene secuestrado por inconstitucional. Su valides simbólica como muestra del rechazo de la población al régimen no tiene por qué perder vigencia si se realiza en el 2017 y sería un argumento irrebatible para forzar la renuncia del presidente que evidentemente no está dispuesto a pasar por un RR. ¿Qué vicepresidente se quedaría para finalizar el periodo? Para eso está la mesa de diálogo.

La Mesa de la Unidad Democrática ha tenido éxitos indiscutibles como alianza electoral, sin embargo, como alianza política ha tenido contratiempos entre sus integrantes que se han subsanados bajo el eslogan “la unidad dentro de la diversidad”, pero que en las circunstancias críticas que vive el país que amerita soluciones políticas de altura para enfrentar con éxito el actual régimen dictatorial, evidencia que esa diversidad se ha convertido en un obstáculo difícil se superar. La misma conformación de la MUD donde no están todos los que son ni son todos los que están, complica más su funcionamiento, en esencia porque es muy difícil que todos los partidos compartan una sola visión de país y una sola estrategia para alcanzar cuotas de poder a las que aspiran legítimamente. Esto sin olvidar que la ubicación de los partidos políticos venezolanos, desde los noventa, sigue siendo la misma sin poder remontar la cuesta ni medianamente, como consta en las diferentes encuestas y sondeos de opinión.

Todos hablamos de la necesidad de una “unidad superior” para enfrentar y salir del régimen, el problema es que esa unidad superior no está plenamente definida y si se quiere aún está, principalmente, en los buenos deseos de organizaciones y asociaciones de la sociedad civil organizada. Pero la situación del país no está como para abrir un debate para caracterizar esta unidad propuesta.

Sin embargo, para mi criterio, sí existe una necesidad que puede, y debería motivar una sola unidad en los factores políticos: la urgente necesidad de salir de este régimen autocrático, militarista, narcotraficante y por supuesto, corrupto, que es el mayor problema para superar la crisis del país. Si no se cambia el régimen, los planes de cada partido político para desarrollar su propia visión del país se quedarán en eso, en planes y visiones. En consecuencia, para la importante coyuntura actual, sería conveniente crear una “Unidad para la transición” enfocada únicamente en conducir con éxito el proceso de transición en curso. Esta “Unidad para la transición” posibilitaría el ingreso de nuevos actores, especialmente de la sociedad civil, y bajaría los niveles de cálculo político que agobia actualmente a la MUD nacional.

La Unidad para la transición en torno a ese solo objetivo debe prever una estrategia comunicacional que enfrente la propaganda y la estrategia cumunicacional del régimen fundamentado en generar la división de la oposición, hacer creer que el régimen está sólido en el poder, crear la desesperanza en la mayoría de la población y la eterna promesa de que las cosas van a mejorar en el corto plazo, especialmente para los más pobres, siempre todo en la defensa del pueblo que es su primera víctima.

Finalmente, además de una estrategia comunicacional, la Unidad para la transición debe ser presidida por un solo vocero que garantice unidad de mando y

20/11/16

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La angustia y la tristeza se mezclan, acrecentadas, ante lo que a muchos no parece importarle y ante los pocos intentos de una minoría, preocupada y arrinconada, para buscar una solución o una modesta política para evitar el derrumbe, el colapso total del campus de la UCV-Maracay.

Sigue el desvalijamiento de oficinas y departamentos, perpetrado por seres invisibles y con la mayor impunidad jamás vista en esta institución. Y a quienes corresponde en los cargos de dirección en las facultades y en las dependencias centrales la responsabilidad de encararlo con firmeza y un carácter institucional acorde con las gravísimas circunstancias, sólo muestran un mínimo gesto de actitud de burocracia anquilosada y “atornillada” en una minúscula parcela de poder: su actuación se limita a ese pequeño ámbito de su parcela personal, lo que hace lucir a toda la UCV como un cuerpo desmembrado y agónico.

Muchos parecen olvidar, y en algunos casos ignorar, que la academia no es sólo un conjunto de asignaturas, horas de clases, tesis y reuniones generalmente estériles y referidas a una realidad imaginaria que ni siquiera alcanza a la categoría de ideal. La academia, en su estricto sentido originario, es una comunidad espiritual en la que los valores intelectuales y la ética han de ser pilares indestructibles. Al no ser así, transitamos por este desfiladero por el cual hoy vamos a ciegas y a punto de caer al vacío, entre negligencias, incompetencias, complicidades y, al igual que el país, en un estado de anomia con visos de demencia colectiva.

Nuestra cotidianidad ya es la indiferencia o la resignación ante la destrucción material y moral de esta institución, en la que el desvalijamiento de edificaciones y la acritud y no pocas bajezas en las relaciones personales son el escenario y la trama de esta peculiar tragedia, que muy bien refleja la de todo el país.

De seguir así, en el fatigado marasmo académico, administrativo y gremial, y con un estudiantado más reactivo que creativo, muchas veces justificado todo ello por el déficit presupuestario, dedicados al más elemental inmediatismo de la sobrevivencia y con las cada vez más mermadas reservas espirituales, morales e intelectuales, sólo nos quedará por hacer lo que Unamuno dijo respecto a la Universidad de su país y de su tiempo si no se emprendía una verdadera renovación: darle garrote vil y luego aventar sus cenizas.

La sombra no se vence sólo con un lema orgullosamente proferido en actos de graduación y en declaraciones políticas, porque no podemos seguir amparándonos en frases hechas entre las cuatro paredes de una oficina y detrás de un escritorio. ¿Acaso no suele denominarse alma mater (madre nutricia) a la Universidad? Tal como estamos hoy, podemos parafrasear al poeta Whitman cuando se refería a su país: la Universidad es un cuerpo que ha crecido con muy poca o ninguna alma.

De nosotros depende el dejarla al capricho de las manipulaciones politiqueras y de las acentuadas pasiones de la barbarie civilizada, cuyos tentáculos hacen prosperar toda forma de corrupción, o convertirla de verdad en una comunidad espiritual para la cultura, para la ciencia desprejuiciada y la formación ciudadana.

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Jesús Elorza G.

Muy tranquilo, subió el Diputado Rafael Guzmán a la tribuna de oradores de la Asamblea Nacional. Su derecho de palabra, era para referirse a la ineptitud del gobierno para resolver la crisis económica que atraviesa el país. Carpeta en mano, comenzó a desglosar como ha impactado la economía nacional el hecho de las expropiaciones, las invasiones, el control de precios y de divisas. Esta política, continuo diciendo el diputado, solo ha servido para quebrar al sector productivo y empobrecer a la población. Poe ejemplo, vean el precio de la leche, como ha aumentado en los últimos años.

En este punto, fue interrumpido por la diputada Tania Díaz, quien de manera inusual, mostrándole los dientes, lo llamaba mentiroso en forma reiterada.

Guzmán, con toda la calma del mundo, se limitó a decirle: “Vampira, cálmate, tranquila vampira”. Esta frase, produjo un impacto en la sala de reuniones. Acto seguido, Héctor Rodríguez, jefe de la fracción del Psuv, cual Drácula, voló hasta la tribuna de oradores, para increpar al diputado. Con los ojos desorbitados y con la boca entreabierta mostrando unos desproporcionados colmillos, le dijo “Si vuelves a llamar Vampira a la camarada Tania….te muerdo”

Sereno y muy aplomado, el diputado opositor, le respondió “Tú no me asustas” estoy protegido en primer lugar por la Constitución de la Republica, tengo inmunidad y lo que estoy diciendo se apega a la ley, En segundo lugar, anda, a morder a Mario Silva, quien fue el que calificó a la diputada, a Gustavo Arreaza y a Rubén Hernández como “El Grupo de Vampiros” que se chuparon todo el presupuesto de Venezolana de Televisión. En tercer lugar, déjame decirte, que vine preparado para una situación de esta naturaleza, y comenzó a sacar de su maletín una ristra de ajos, un frasco con agua bendita y un crucifijo. Al ver todo aquello, Drácula Rodríguez y la Vampira, volaron del lugar para refugiarse en sus curules, dejando impregnado el lugar con un fétido olor sulfuroso.

Frente a todo aquello, no le quedó más alternativa al Presidente de la Asamblea, que ordenar la apertura de todas las ventanas del salón. Eso produjo, una estampida en la fracción del gobierno. Todos se pararon y buscaban lugares oscuros donde no los alcanzaran los rayos del sol que repentinamente inundaron el salón. ! Nos vamos a desintegrar! ... ¡Cierren esas ventanas!

Un jodedor, de los que nunca faltan, viendo ese espectáculo, se le ocurrió la genial idea de colocar en su radio grabador, la canción “Vampiro-Vampiro” de los Corraleros de Majagual….y de inmediato todos comenzaron a corear:

Yo soy como los vampiros que salgo al anochecer / porque en las noches me inspiro y me llevo a una mujer.

Vampiro vampiro, te chupo el vampiro...

Falta, que ahora se le ocurra a Nicolás anunciar en cadena nacional que en solidaridad con la agraviada camarada Tania Díaz la designe ¡¡¡Presidenta del Banco de Sangre!!!

¿Quién ha visto Vampiro cuidando Sangre? Al igual que lo ocurrido en VTV, al banco se lo va a chupar todito.

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Luis Ugalde

Los comunistas chinos tomaron el poder e implantaron una dictadura integral, política, económica, cultural… Luego de medio siglo con poder total tuvieron que admitir su miseria económico-social y la incapacidad de mejorar económicamente con su modelo estatista integral sin libre iniciativa en economía. Los soviéticos les habían precedido en el derrumbe del régimen, pero el Partido Comunista chino vio que sus homólogos rusos en el cambio perdieron también el dominio político; por eso los comunistas chinos pensaron que para afianzar su dictadura política y conservar el poder les convenía cambiar la economía abriendo las puertas al capitalismo: promoviendo enormes inversiones capitalistas extranjeras con su tecnología y desarrollando el capitalismo chino, siempre que acataran la dictadura política. Han establecido una dura y exitosa economía capitalista de gran potencia y han fortalecido la dictadura política de su partido único. Los inversores capitalistas saben que gozan de libertad para sus negocios siempre que se sometan a la dictadura política. Los posibles diálogos internacionales en China son para lograr algunos avances en apertura cultural y religiosa y algo de humanización del régimen político, que sigue siendo de partido único con monopolio dictatorial.

En Venezuela la situación es distinta.

Nuestra Constitución es democrática y en una épica votación en 2007 los venezolanos con votos derrotamos al régimen que quería implantar una constitución dictatorial cubanoide; pero el gobierno, en la práctica y con leyes anticonstitucionales, continuó avanzando hacia la dictadura. Al contrario de China, ha llevado al país a una total ruina económica y a un régimen dictatorial rechazado por 80% de la población. Aquí las negociaciones en curso no pueden ser para afianzar ese secuestro de la Constitución vigente y de los derechos humanos, sino para reconstitucionalizar el país y cambiar el régimen de pobreza y miseria que sufre todo el pueblo. Es lo que está en la Constitución y en la voluntad de la inmensa mayoría en 2016 y por Constitución estamos obligados a defenderla (art.350 y 333).

En Nicaragua muchos empresarios pragmáticamente están plegados a una vergonzosa política dictatorial que va acompañada de significativos logros económicos (con importante crecimiento del PIB, poca inflación y mejoras sociales) y buenos negocios empresariales. Por el contrario en Venezuela el régimen jugó a hundir a la empresa privada y lo ha ido logrando en parte. Aquí es imposible lo que tardíamente quiere hacer el régimen: reforzar y consolidar la dictadura política y mejorar la economía incluso dando un respiro temporal a la empresa privada.

¿Por qué no es posible?

La profunda crisis económico-social de Venezuela no puede resolverse con el actual gobierno y su dictadura, desprestigiada nacional e internacionalmente, pues aunque hable de diálogo no está dispuesta abrirse en serio a un nuevo modelo económico indispensable. Sin apertura a una amplia ayuda internacional (medicinas, comida) y garantías para la necesaria inversión millonaria, sin refinanciar la deuda y conseguir no menos de 40 millardos o 50 millardos de dólares en préstamo, crear confianza, garantías jurídicas y estímulo a la inversión (nacional y extranjera) con nuevo sentido y espíritu de productividad, con oportunidades, elevación del trabajador productivo y del poder adquisitivo salarial…, sin resolver el terrible déficit fiscal, frenar de raíz la inflación, no saldremos de este infierno. El actual régimen con su empeño dictatorial, con violación de la Constitución y de derechos humanos, con sus presos políticos y persecución a los opositores… no puede ni debe lograr apoyo internacional y mucho menos la confianza nacional para la reactivación económica. Es falsa la propuesta de: “Ayúdame primero a salir de la crisis económica y luego yo te restituyo la democracia política”. El respiro que buscan es para fortalecer la dictadura al mismo tiempo que “dialogan”. Pero, sin cambio político no es posible toda la movilización de nuevos recursos y actitudes para la recuperación económico-social. Es importante que los demócratas tengan claridad y defiendan esto en la mesa de negociación, en la calle, en la AN y en todas las instancias internacionales y que ayuden a que los facilitadores así lo entiendan. No se trata de humanizar la actual usurpación anticonstitucional disfrazada, sino de cambiar con votos democráticos el gobierno que viola la Constitución y los derechos humanos y unir al país para la urgente y difícil reconstrucción.

Hace décadas un líder político-sindical para justificar la falta de seriedad lanzó aquella sentencia “no somos suizos”. Hoy necesitamos estar convencidos de que “no somos chinos” y persuadir a quienes de fuera nos quieren ayudar, que estén alerta pues el régimen “dialoga” al tiempo que va dando pasos para consolidar la dictadura. “No somos chinos” que se conforman con la dictadura política si nos alivian algo de la miseria económico-social, somos demócratas bajo un régimen que usurpa los derechos humanos y viola la Constitución.

La Patilla. Nov 19, 2016

http://www.lapatilla.com/site/2016/11/19/luis-ugalde-sj-no-somos-chinos/

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Provea (Programa Venezolano de Educación – Acción en Derechos Humanos)) está emitiendo cada viernes, de manera extraordinaria, un boletín internacional (al que se pueden suscribir a través del formulario: http://goo.gl/forms/71OrYUl4xW ) para continuar visibilizando la delicada situación de nuestro país. Igualmente, ha creado una nueva publicación digital "Referencias" con la cual quieren construir un espacio para pensar los retos del futuro, desde nuestra perspectiva de DDHH, en el siguiente enlace:

https://www.derechos.org.ve/actualidad/n-1-referencias-retos-y-desafios-de-las-ong-para-la-transicion-venezolana.

Datos de interés

Rafael Uzcátegui

Coordinador General de Provea

Celular: 58-0426-225.06.40

58-212-862.1011/ 8625333

Skipe: fanzinero

@_provea

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En estos momentos difíciles que padecemos los venezolanos, preocupados tanto por la crisis misma como por los posibles desenlaces violentos, miramos estupefactos la mamadera de gallo del “diálogo” entre dos que con la anuencia papal y de los acompañantes ex presidentes, se está llevando a cabo a cuenta gotas, mientras el chorro de muerte producto de la inseguridad inmisericorde, el hambre que campea por todos los rincones, la pulverización de la moneda que nos vendieron como “fuerte”, la corrupción, descaro y cinismo de quienes detentan el poder burlándose a diario del pueblo y la diáspora de decenas de miles de compatriotas que ha desgarrado la familia venezolana nos inunda amenazando con ahogarnos.

La gente, en cualquier rincón, calle, mercado o espacio, exterioriza la necesidad de diálogo, pero a la vez manifiesta, con razón, desconfianza de lo que se percibe como una negociación entre pranes, a espaldas del pueblo, como siempre. La negociación del reparto del botín y sus migajas.

A final de cuentas, por más que aborrezcamos al despotismo actual, tenemos que admitir que Maduro no es la causa. Ni siquiera Chávez. Son consecuencia. Es una crisis estructural que coyuntura tras coyuntura sigue arrimando la arruga y que en este momento pareciera ya no poder arrimarla más. Salir de Maduro, como queremos la mayoría cierta y abrumadora de los venezolanos, quizás resuelva un momento, quizás dé un respiro, pero la crisis que ha envilecido las instituciones, pulverizando al Estado venezolano, ahora amenaza peligrosamente con desintegrarnos como nación.

Yo no creo que el Papa Francisco, Samper, Zapatero y sus compadres, entiendan bien esto. Pero los venezolanos necesitamos urgentemente reencontrarnos como nación, necesitamos reconciliarnos, urgimos de justicia y libertad, y eso no lo va a resolver un “diálogo” entre quienes solamente representan sus intereses y no a los ciudadanos. Los venezolanos necesitamos dialogar. Un gran diálogo por todos los rincones que permita parar la hecatombe fratricida que toca insistentemente a la puerta, azuzada especialmente desde las instancias de poder para preservarlo al costo que sea.

La única manera real de hacerlo, y que permita en verdad que los hijos de esta tierra, todos sin excepción, chavistas y no chavistas, partidos, gremios, colegios profesionales, campesinos, vecinos, indígenas, empresarios, obreros, académicos, jóvenes, hombres, mujeres, en fín, todos, podamos debatir el país que queremos y construirlo entre todos para intentar superar esta barbarie, el rentismo y la centralización asfixiante, para diseñar un verdadero estado federal, donde la municipalización sea realidad y podamos por fin superar la dependencia del vaivén del precio petrolero, construir riqueza a través del trabajo y el estudio y detener la criminal explotación irracional de nuestros recursos, definitivamente es a través de un proceso constituyente.

Estoy convencido que es la última barrera que nos separa del fratricidio, para no matarnos salvajemente en las calles. Llegó el momento de hacer realidad la soberanía que reside en el pueblo. Sin ataduras, Sin mesías. Sin imposiciones. Es la hora de un verdadero proceso constituyente popular, que no pueda ser secuestrado como el de 1999 y que devino en esta caricatura trágica y cruel que sufrimos en la actualidad.

Podrá decirme cualquiera que el hambre no puede esperar por el resultado de la constituyente. Es cierto. Tampoco los enfermos, ni las víctimas del crimen, ni la devastación producida por el Arco minero. Todo eso es cierto y muchas cosas más. Pero igual, se fue este 2016 con un resultado nulo en la intención de superar la crisis y especialmente con la burla en que devino la mayoritaria aspiración de revocar a Maduro. Solamente la Constituyente es el mecanismo constitucional, profundamente democrático, cívico y pacífico que nos puede permitir cambiar todo de una vez. No es tan solo revocar a Maduro y su banda de bárbaros. Es revocar también a los integrantes de los otros poderes arrodillados servilmente al despotismo. Es revocar la impunidad, la prevaricación y comenzar a revocar a la corrupción de una vez por todas. ¿Y quién mejor para hacer eso que el pueblo mismo? Sin ataduras, sin negociaciones, sin líneas partidistas. Y está consagrado en nuestra mancillada Constitución.

Lo contrario es seguir de burla en burla, de manipulación en manipulación, de fraude en fraude. Y los venezolanos estamos hartos. O dialogamos entre todos o vamos a matarnos en las calles. Eso no lo merecen nuestros hijos y nietos. No lo merecemos ninguno. Y es la única forma que podamos ir de nuevo a las calles masivamente con un propósito real. Millones de venezolanos en toda Venezuela exigiendo una Constituyente.

Sabemos a quienes no les conviene. Tanto a los depredadores que bárbaramente saquean desde el poder en la actualidad, como a los que aspiran sucederlos para retrotraernos a la cuarta, o sea, más de lo mismo. Y definitivamente, sólo el pueblo salva al pueblo. No le tengamos miedo a nuestros poderes creadores, no temamos a la democracia: vamos a impulsar un verdadero proceso constituyente popular, soberano, legítimo y democrático e impidamos que Venezuela se ahogue con la sangre de sus hijos en un cruel conflicto civil al que nos ha llevado la soberbia y los intereses de los grupos de siempre, y que hoy está peligrosamente en la vuelta de la esquina.

Doctorando en Estudios Políticos ULA, MSc en Ciencias Políticas, Capitán (Ej-R) 4F, Ex Constituyente, Ex Gobernador del Estado Mérida

@FlorencioPorras

florencioporras@yahoo.es

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