Pasar al contenido principal

Opinión

Humberto García Larralde

Venezuela padece desde hace varios años de una inflación entre las más altas del mundo, asociada al constante encarecimiento de la divisa. Suele atribuírsele esta inestabilidad a fuertes distorsiones económicas, cuya resolución requiere de políticas de ajuste que restablezcan los equilibrios entre los agregados macroeconómicos de demanda y de oferta para desinflar las presiones al alza en los precios. La respuesta del (des)gobierno de Maduro ha sido reducir aún más una demanda ya de por sí devastada, privar a la actividad económica de financiamiento, sobrevaluar el bolívar y acentuar la desocupación de recursos productivos. Mientras, intenta apaciguar los reclamos de mayor ingreso de los empleados públicos con bonos que no suman para sus prestaciones. Debe financiarlos, además, con emisión monetaria del BCV. Al haber destruido la base impositiva del fisco, no dispone de los ingresos para ello. Tales desaciertos han prolongado el estado de postración de la economía, con grandes costos a la población. Hacen muy cuesta arriba alcanzar condiciones de vida dignas para los venezolanos en las próximas décadas. El destrozo económico y el empobrecimiento resultante han sido demasiado.

Se afianza entre muchos la convicción de que, sin un influjo significativo de recursos externos, será muy difícil instrumentar el ajuste adecuado. Su impacto sobre la reactivación de la economía no habrá de resultar de una respuesta encadenada del aparato productivo ante un aumento súbito de la demanda. Dada la inseguridad y la falta de garantías, la inestabilidad de precios y de tipo de cambio, el deterioro de los servicios públicos, la destrucción del tejido productivo nacional, la migración de mano de obra calificada y la desconfianza e incertidumbre que provocan, tal capacidad de respuesta se encuentra, hoy día, seriamente resentida. Es inelástica. Buena parte de los recursos que logren captarse, por tanto, sólo se traducirá en mayor inflación y alzas en el precio del dólar. El impacto deseado ocurrirá, más bien, por su capacidad de aliviar las condiciones que merman la oferta doméstica.

¿Y de dónde vendrán estos recursos? Fundamentalmente de la banca multilateral y de las inversiones en la actividad petrolera. Obviamente vendrán condicionados a cambios medulares en la conducción de los asuntos económicos, en procura de asegurar los retornos esperados. Conlleva condiciones que son, precisamente, las que habrán de destrabar la oferta productiva, es decir, el propósito buscado. Por los intereses poderosos surgidos en torno a la expoliación de los recursos de la nación, no parece que sea el régimen chavo-madurista el que produzca tales cambios. En consecuencia, el meollo del problema es el de siempre: cómo concertar la voluntad política mayoritaria capaz de llevarlos a cabo.

Empecemos por lo microeconómico, señalando las trabas a la actividad productiva a nivel de empresa. Además del desincentivo que representa una demanda disminuida, salta a la vista el costo que representa el deterioro de los servicios públicos, de la infraestructura vial, de puertos y aeropuertos, la destrucción del tejido industrial de proveedores, industrias complementarias, demandantes y servicios especializados, y la emigración de mano de obra calificada y del talento profesional. A ello debe sumarse la virtual desaparición del crédito de la banca local, inducido por el Ejecutivo. Además, las empresas enfrentan un marco institucional de leyes y reglamentos punitivos aplicados a discreción, y el colapso de la capacidad de respuesta administrativa y de gestión del Estado en múltiples áreas, y la corrupción.

Bajo un gobierno de transición, deberán concertarse préstamos con el Banco Mundial, el BID, la CAF, y/o agencias de cooperación diversas, para financiar la recuperación de servicios, de infraestructura y para la capacitación de recursos humanos. En muchos casos, ya se disponen, en sus formulaciones básicas, de proyectos elaborados por venezolanos calificados que han trabajado en estas áreas. La banca multilateral y las agencias de cooperación tienen, a su vez, amplia experiencia, tanto técnica como de gestión, en este tipo de proyectos. Estos empréstitos deben acompañarse de reformas que hagan atractiva la inversión privada complementaria, así como para inducir la participación de la banca extranjera, en asociación con la banca local, para fondear la rápida ampliación de las posibilidades de financiamiento a los emprendimientos que vayan surgiendo.

Un objetivo central de estos recursos será el saneamiento de la administración pública. Debe acabarse con las corruptelas y el desaguadero de empresas y activos improductivos que paralizan al Estado. Aquellas que serán privatizadas (o devueltas a sus legítimos dueños) deberán recuperarse y contar con un marco jurídico propicio para un retorno satisfactorio, junto a condiciones para su desenvolvimiento exitoso en manos privadas. Otras podrán requerir la supervisión de agencias autónomas, con base en un marco regulatorio diseñado para optimizar su desempeño. Preparar todo esto requerirá de un esfuerzo de auditoría y de conciliación de cuentas que contribuyan con la transparencia necesaria para tomar decisiones que sean acertadas. Debe retomarse y profundizarse, asimismo, la descentralización de la gestión pública y su rendición de cuentas. Donde sea posible, debe promoverse su cogestión con la ciudadanía organizada. El aprovechamiento pleno de plataformas tecnológicas integradas permitirá una gestión ágil, eficiente y abierta, en beneficio de la población y de la recuperación económica.

En fin, el Estado deberá concentrar sus esfuerzos en la producción adecuada de bienes públicos y en la generación de las externalidades positivas que abaraten las actividades de producción, comercialización y financiamiento de bienes y servicios. Sobre esto es mucha la información disponible en la literatura económica, por lo que no tiene sentido insistir en eso aquí. Junto a la superación de los cuellos de botella que resultará de la inyección de recursos mencionada arriba, habrá de incentivar el aprovechamiento acelerado de la enorme capacidad de producción ociosa o subutilizada, dejada por la ruina económica de Maduro. Deberá reactivar también a la inversión, como las compras intermedias y las contrataciones, generando encadenamientos diversos que profundicen y amplíen las transacciones económicas.

A nivel macroeconómico, esto se traducirá en una mayor demanda de dinero, permitiendo, en el marco de políticas fiscales, cambiarias y monetarias adecuadas, la absorción de liquidez, vaciando su presión sobre los precios, incluyendo el de la divisa. Esta remonetización de la economía, hoy en sus niveles históricos más bajos, se expresará en la proliferación del crédito y de medios de pago, esenciales para la recuperación económica. La concertación de apoyo financiero del FMI, habrá de facilitar, además, la reestructuración de nuestra agobiante deuda externa, proveyendo el respaldo para atraer inversiones y créditos de la banca internacional, así como para una mayor integración del intercambio comercial y financiero con el resto del mundo. Esto es diametralmente opuesto al ajuste empobrecedor, de Maduro.

Todo esto será posible, como se refirió al comienzo, si se logra contar con ingentes recursos externos. Su concertación, además de sujetarse al saneamiento y fortalecimiento profundo de las instituciones, deberá contar con expectativas de su eventual reembolso o utilidad, conforme a las condiciones negociadas. El único sector con la capacidad de generar ingresos suficientes como para avalar un endeudamiento como el que se estima requerirá Venezuela, es el petrolero. Por tanto, entre las condiciones básicas está el restablecimiento del ordenamiento constitucional y de las garantías para un juego democrático efectivo, lo cual redundará en el levantamiento de las sanciones que hoy lo afectan. Pero, además, requerirá de una formulación y puesta al día de una estrategia ambiciosa para la transición energética en que se ha embarcado el globo, de tal forma de hacer de la industria local competitiva en ese nuevo escenario, capaz de atraer las cuantiosas inversiones que se requerirán para aprovechar parte de los enormes recursos que yacen en nuestro subsuelo.

Lamentablemente, como en otras áreas, el (des)gobierno actual ha exhibido una negligencia criminal al respecto, además de haber saqueado a PdVSA a fondo. Publicaciones especializadas señalan que entre los países que menos han hecho en América Latina, para prepararse para aprovechar las oportunidades de una transición a fuentes energéticas menos contaminantes de carbón, está Venezuela.

Economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela

humgarl@gmail.com

 6 min


Eddie A. Ramírez S.

Establecer paralelismos entre hechos pasados y la situación actual puede ser útil para reflexionar, pero es imprescindible tomar en cuenta que las circunstancias rara vez son iguales. Sin embargo, siempre hay algo que aprender. Hugo Chávez se vio obligado a renunciar, pero a las pocas horas la misma Fuerza Armada que le solicitó la renuncia lo regresó al poder ante la falta de acuerdos en el sector político y en la institución armada. Nadie se preocupó por realizar la tarea para el día D más uno, aunque sin duda los acontecimientos nos sorprendieron a casi todos. Por ello, es vital la velocidad de respuesta ante acciones del régimen. A pesar de los escollos, Maduro puede ser derrotado electoralmente, pero se requiere el apoyo de toda la oposición al candidato o candidata que seleccionemos. Quien resulte electo deberá seguir contando con ese apoyo. ¿Será esto posible después de tantas descalificaciones, la mayoría relacionadas con aceptar o no la participación del Consejo Nacional Electoral (CNE) en las primarias?

Nuestros candidatos a las primarias y sus partidos deben evitar descalificar injustamente a sus oponentes, ya que eso perjudica las probabilidades de éxito para derrotar a Maduro. Tildar de colaboracionistas a Capriles, Rosales y Prosperi, por el solo hecho de predicar que las primarias deben ser con la participación de este organismo es injusto y no suma. Tanto Capriles, como Rosales pueden ser criticados por sus inconsistencias en algunas declaraciones o porque no nos gusten sus propuestas o actuaciones, pero ello no los hace colaboracionistas.

A Carlos Prosperi lo han masacrado por las redes por haber declarado que Maduro no es tirano, ni dictador. Podemos entender que, al estar en Venezuela, se expondría a ser encarcelado caso de decir que sí lo es, pero fue una declaración infeliz. Le faltó experiencia.

Rausseo también acepta al CNE, pero tiene en su contra el haber declarado que “no sabe si en Cuba hay una dictadura debido a que no vive allí “, respuesta que evidencia, entre otras cosas, que no quiere quedar mal con Maduro; además, su jefe de campaña deja mucho que desear y solo tiene como credencial sus chistes vulgares. Por sus declaraciones poco sensatas, la candidatura de Ecarri es poco atractiva para muchos.

Andrés Velásquez, Delsa Solórzano y María Corina Machado están opuestos a la participación del CNE. Velásquez ha sido muy consistente en sus declaraciones. Delsa ha insistido en denunciar las violaciones a los derechos humano. César Pérez Vivas ha dicho que participará con o sin el CNE. Roberto Enríquez ha sido prudente, instando a los precandidatos a bajarlo dos al tema. La valiente María Corina es quien está más de frente contra la participación del CNE. Tiene algunos puntos válidos que podría esgrimir sin necesidad de descalificar a quienes piensan lo contrario. Su discurso agresivo atrae, pero a mediano plazo puede pasarle factura. Es positivo que ABP decidiera apoyarla.

Ante el retiro de Guaidó, hubiese sido deseable que Voluntad Popular apoyara un candidato fuera de sus filas. Al parecer, Andrés Caleca anunciará que participará en las primarias. Tiene buen nombre. Ha insistido en que el factor crítico es contar con los testigos. Los partidos y candidatos con baja probabilidad de ganar deberían endosar a quienes tienen más opción. Lo ideal sería acudir a primarias con dos o tres candidatos.

Repetimos que hubiésemos deseado que no nos embarcáramos en unas primarias que serán torpedeadas por el régimen y por algunos opositores. Desde luego que se entiende que los ciudadanos quieran elegir a su candidato para enfrentar a Maduro, pero quizá era preferible seleccionar a un venezolano con credenciales reconocidas, que no tenga mucho rechazo y que no divida a la oposición. Si los chilenos que enfrentaron la dictadura de Pinochet se hubiesen inclinado por las primarias, en lugar de seleccionar por consenso a Patricio Aylwin, el resultado probablemente hubiese favorecido a Bucchi, candidato del oficialismo.

Consumado el hecho, no tenemos duda de que hay que respaldar las primarias. Esperemos que la Comisión Nacional de Primarias tome la mejor decisión y apoyémosla, aunque podamos no estar totalmente de acuerdo. Un fracaso de las mismas sería un triunfo de Maduro. No es descartable que alguien decida postularse sin pasar por ese filtro. Ello es respetable, pero debe considerar si en ese caso lograría el apoyo de las otras toldas políticas, lo cual es necesario para ganar, para tener testigos en todas las Mesas electorales y, posteriormente, para gobernar. Si no tenemos testigos es seguro que la estructura del partido de gobierno podrá operar a voluntad las máquinas de votación, tal y como ha hecho en el pasado.

La tarea es ser comedidos, lograr el éxito de las primarias, unidad para sortear las trampas y ventajismo del régimen para poder derrotarlo, así como para gobernar con cierta estabilidad. Este último punto es importante debido a que el nuevo gobierno estará sometido a infinidad de problemas y presiones.

Como (había) en botica:

“Se mataron entre sí, y dieron muestras de estar poseídos del odio más enconado. ¡Ni le compren, ni le vendan!”. Esto se vivió en un país que hoy superó esos odios y es ejemplo de civilidad. No fue en ninguno de nuestros países en los que han proliferado las dictaduras y el militarismo. Fue en Costa Rica, en 1948 (tomado del libro El 48, de Miguel Acuña).

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

16 de mayo 2023

 4 min


Benjamín Tripier

La salida del embajador James Story de la oficina de Venezuela que operaba desde Colombia dio pie a que ahora Venezuela sea una localidad concurrente para la embajada de Estados Unidos en Colombia. Se podría decir que nos bajaron el rango… pasamos a ser subsidiarios de Colombia. Lo cual no es de extrañar pues el tema Venezuela bajó drásticamente de importancia para la política exterior de Estados Unidos , y consecuentemente para los 60 países que apoyaban el interinato.

Si se compara con el período del 2017, 2018, y 2019, cuando Venezuela estaba diariamente en la primera plana de los periódicos más importantes del mundo, ahora prácticamente no existimos, y cuando aparecemos, ocurre esporádicamente en alguna página interior. Noticias que no despiertan emoción, planas, y como si ya todo estuviera dicho, casi sin alternativas de cambio.

Más allá de las razones por las que terminamos en este estatus secundario, es importante contrastar la lectura que de nosotros tienen en el exterior, que ven el bosque, con la que tenemos nosotros aquí adentro, que solo vemos árboles. Desde afuera, solo ven dos nombres: Maduro, que está en el gobierno, y Guaidó, que ahora está en el exilio. El resto de los nombres, actores casi todos secundarios y terciarios, del chavismo y de la oposición, no son ni siquiera analizados, porque ninguno es capaz de “mover el amperímetro” de la política o de la economía.

Y solo los iniciados en los temas venezolanos sabrán lo de la corrupción auto confesada, o lo de las primarias, y qué significado estratégico podrían tener. Porque los iniciados conocen solo un par de nombres más de opositores, como María Corina por plantarse públicamente y cara a cara ante Chávez y por haberse reunido con Bush II en la Casa Blanca, y de Capriles por no defender su votación cuando compitió contra Maduro.

Y del lado del gobierno, los iniciados saben también de Diosdado (“el segundo hombre fuerte del país”), y de los incluidos en las listas de buscados del FBI. Nada más. Lo que declara Maduro o lo que dice Guaidó, es lo que se convierte en noticia relevante, y lo que entiende el público interesado.

Ya Estados Unidos entró en campaña presidencial, y Biden es la carta fuerte de los demócratas, mientras que, del otro lado, habrá que esperar a ver las nominaciones, y luego quién resulta el candidato republicano. Y para cualquiera de ellos, la única manera de que Venezuela tenga un peso electoral favorable, es imponiendo más sanciones o promoviendo críticas fuertes por la falta de democracia, la corrupción, los DD HH, y el desastre económico.

Los demócratas, especialmente, tratan de tomar distancia de todo lo que signifique socialismo, porque los republicanos son todo lo contrario, y Estados Unidos es un país capitalista por excelencia, y los Bernie Sanders de este mundo, allí, siempre corren desde atrás. Por lo que, no hay manera de que flexibilización a Venezuela (o a Cuba) pueda sumarle puntos a ninguno.

Por eso es que hay que poner en contexto la señal más reciente de la política exterior norteamericana, que es haber rebajado el nivel en el que nos tiene su servicio exterior.

Político

La inhabilitación de un alcalde opositor en ejercicio, con ínfulas presidenciales, es el inesperado precedente, y primer paso, hacia otros alcaldes opositores que han presentado ángulos de vulnerabilidad, y que, cada uno a su tiempo, serán parte de la extensión hacia la oposición de los casos de corrupción que el gobierno confesó sobre su propia gente, y que necesitan salpicar a opositores. Claro que los montos y las causas son extremadamente diferentes y graves, pero todos entrarían en un mismo paquete que los nivelaría con el mensaje subliminal de: todos son lo mismo.

Por otra parte, del lado de la oposición están enfrascados en las primarias, donde cada uno comienza a mostrar su verdadero compromiso (o su falta de) con el cambio en Venezuela. Porque cada vez se hace más evidente la diferencia entre oponerse o convivir; el primer caso es incómodo, mientras que el segundo, la convivencia, significa permanencia.

El síntoma más claro de la debilidad en la presión por parte de la oposición, es la tranquilidad que tiene el gobierno; no tiene una amenaza real de perder el poder a manos de la oposición, más bien lo de la corrupción confesada, y la purga resultante, muestra que la batalla está en otro lado; se cuida de su propia gente, que es donde pareciera tener las verdaderas amenazas.

Social

La pobreza se mantiene como el problema más importante que tiene el país. De acuerdo con Encovi, de la UCAB, el estudio sobre pobreza más respetado en Venezuela para medir las condiciones sociales y económicas, la tasa de pobreza en el país ha disminuido levemente en el último año, pero, aún así, 53% de la población vive en pobreza extrema.

La encuesta Encovi también destaca que casi la totalidad de la población en Venezuela es pobre, con 94,5% de la población viviendo en algún nivel de pobreza en 2021. La reducción de los índices de pobreza en el último año puede deberse a la incipiente recuperación de la actividad económica del país, pero el estudio también señala que la desigualdad en Venezuela es brutal.

De hecho, ha aumentado en el último año convirtiendo a Venezuela en el país más desigual del mundo en términos de distribución del ingreso. Por lo tanto, si bien ha habido alguna mejora en las tasas de pobreza, la desigualdad en el país sigue siendo un problema importante que debe abordarse.

Cuando se habla de erradicar la miseria para 2025, o alinearse con la ONU que pone como objetivo global lograrlo para 2030, lo menos que puede hacerse, al menos para nuestras autoridades en Venezuela, es dar una pista creíble sobre el cómo se va a lograr. Porque el 2025, en términos coloquiales, está la vuelta de la esquina, y se trata de variables estructurales que, cuando se mueven, lo hacen muy lentamente y respondiendo a estímulos de carácter duro… estructural… casi permanentes.

Lo que sí es seguro es que, con subsidios, misiones y bonos, eso no se va a lograr. Solo con expansión y crecimiento económico, con un nivel de actividad sostenible, que incluya mejoras en la educación y capacitación, en la salud y la alimentación y en las condiciones de vida de al menos dos generaciones, sabemos por dolorosa experiencia, que no se va a lograr.

Porque disminución de la pobreza está asociada con el crecimiento del PIB y eliminación de la miseria, se logra mejorando la calidad de ese PIB. Y el PIB de un país, en definitiva, es la electricidad que tiene (o no tiene) ese país. Por eso… para prometer la eliminación de la miseria para el 2025, hay que tener un poco más que buenas intenciones… hay que tener un plan concreto y viable… y eso… eso no lo tenemos.Económico

Es importante establecer un conjunto conservador de premisas para anticipar el comportamiento económico del resto del año y más aún después de un primer cuatrimestre que ha ido generando su propia inercia negativa, la cual se trasladará, al menos, a los meses de mayo y junio. O sea que para estos dos meses no deben esperarse mayores cambios en la tendencia.

El elemento crítico que debemos considerar es el mercado petrolero, la cantidad de barriles que en promedio podemos exportar, y el precio al que los podemos vender y cobrar. Sujeto a las restricciones de los sedimentos en el canal del lago, y a los ajustes por corrupción, porque el hecho de haber denunciado lo que ya ocurrió, no garantiza que no vaya a seguir ocurriendo, ahora con nuevos actores, y con el aprendizaje de lo que no deben hacer para evitar ser descubiertos.

Otras premisas tienen que ver con la permanencia de las sanciones, y los efectos colaterales que estas tienen sobre la actividad privada, la cual, si bien no está directamente sancionada, es víctima del llamado over compliance, que nace de lo reputacional negativo, que, con solo estar relacionado con Venezuela, hace que tengan que revisar más parámetros para, según ellos, “curarse en salud”.

A partir de allí, todo el peso de la estrategia económica está puesto en la política monetaria y cambiaria, la cual, para optimizar su relación con la economía real, se vuelve restrictiva por las intervenciones cambiarias para ralentizar la devaluación, y drenando el mercado con encajes y falta de crédito. Pese a que la verdadera solución está en concentrarse en la parte dura, la de aumentar la producción y la oferta nacional de bienes y servicios. Porque compensar con oferta importada, no solo no les dio anclaje a los destellos de actividad del año pasado, sino que, a la menor amenaza, se derrumbó, y ahora estamos pagando las consecuencias.

Cuando un empresario tiene una inversión dura, por ejemplo, en una planta, se ve inhibido de cerrar al menor contratiempo, y busca las maneras de sostenerse y pasar las vacas flacas, protegiendo su inversión. Mientras que lo que pasó fue tan, pero tan superficial, que, al menor estímulo negativo, todos salieron corriendo y dejaron los locales vacíos… como si allí nunca hubiera habido nada… y tal vez no lo había, y nosotros creíamos que sí.

Internacional

Hay que estar atentos a “la transformación de la OTAN para una nueva era de defensa colectiva”, todo motivado por la invasión de Rusia a Ucrania. Allí dicen que Rusia se encuentra ahora en el decimoquinto mes de lo que esperaban sería una guerra de tres días: “Goliat está vacilando. Y eso se debe a que David ha demostrado una inmensa resiliencia y brillantez táctica, con el apoyo de 50 naciones de todo el mundo”.

La OTAN activó todos sus planes de defensa, puso 40.000 soldados bajo su mando, respaldados por un importante poder aéreo y marítimo, y reforzó sus defensas avanzadas. Ellos dicen que “estas acciones reducen el riesgo de errores de cálculo y escalada. Al dejar en claro que defenderemos cada centímetro del territorio de la OTAN”. Cabe mencionar que el día 10 de mayo, Ucrania comenzó los trámites para entrar en la Unión Europea, como paso previo a su asociación a la OTAN.

El concepto estratégico de la OTAN y la estrategia militar de la OTAN, esencialmente defensivos, identifican dos amenazas: Rusia y los grupos terroristas. Y como ya dejó de ser teoría y se está experimentando en la práctica, el nuevo modelo de fuerza de la OTAN para producir una nueva estructura de fuerza que incluya más tropas en alta preparación, y la cantidad y tipo de equipos y organizaciones necesarios para llevar a cabo las operaciones de la OTAN.

En estos días se está trabajando para incluir al grupo Wagner, los contratistas privados rusos que están en el frente de Ucrania, en la lista de terroristas. Por lo que en Rusia se concentrarían los dos objetivos estratégicos: Rusia, y el terrorismo.

Por su parte, Japón está en conversaciones con la OTAN para abrir una oficina de enlace en su territorio, que sería la primera de la OTAN en Asia y se utilizaría para consultas con Japón y otros países de la zona sobre asuntos de seguridad, retos geopolíticos, nuevas tecnologías y ciberamenazas. Los japoneses señalan a la guerra en Ucrania y la agresión rusa como una de las razones por las que la cooperación entre Asia Oriental y la OTAN es cada vez más importante y que la creciente inestabilidad en todo el mundo ha hecho que esto sea necesario.

Las principales amenazas que enfrenta Japón son China y la intensificación del programa de misiles de Corea del Norte. Las conversaciones entre Japón y la OTAN sugieren que la OTAN y Japón tienen una cooperación de larga data, y la apertura de una oficina de enlace de la OTAN en Japón sería un hito significativo para la organización en su expansión en Asia. Sin embargo, la apertura de una oficina de enlace de la OTAN en Asia también podría ser vista como una escalada de la tensión en la región, especialmente en relación con China y Corea del Norte.

La OTAN está expandiendo sus sucursales en América Latina, enfocándose en Brasil, Colombia y Argentina. Según el Celag, Brasil, Colombia y Argentina aportarían más activos a la OTAN que los miembros europeos anexados en la década de 1990. Colombia es un «socio global», mientras que Argentina y Brasil son «principales aliados extra-OTAN».

Ser un socio global no significa que un país sea miembro de la OTAN, solo significa que tienen un acuerdo de cooperación con la organización, con el estatus de socio global y principal aliado, complementario a una amplia gama de programas de asistencia y entrenamiento militar de Estados Unidos.

Lo cierto es que la OTAN, anticipando el futuro, posiblemente agregue a su propósito defensivo, el de poder también atacar, y se convierta en el frente armado de todos los países que buscan masa crítica para enfrentar a esa otra parte del mundo donde descollan China, Rusia, Irán y Corea del Norte, por nombrar a los más relevantes.

Recomendación

  • Al gobierno: que revise el aumento de la unidad tributaria porque se convierte en un peso más a las posibilidades de reacomodo de nuestra economía. Así como el IGTF se convirtió en el hito que frenó el discreto crecimiento del 2022, esto se convertirá en el lastre que terminará dejándonos nuevamente en el fondo, ahora con menos capacidad de recuperación.
  • A la dirigencia opositora: que le dé más importancia a restaurar la confianza de las bases (que son gigantescas) que a la selección de precandidatos. Porque si la gente saliera a votar, sabría a quién elegir, porque ya los conocen a todos. Pero para eso hay que mostrar con acciones concretas que realmente se oponen; y con todo lo que vemos diariamente, hay como una cierta pasividad y falta se sentido del riesgo y de la urgencia. Los dos temas críticos, no lo para las primarias, sino, principalmente, para la elección, son el CNE y los votos en el exterior.
  • A la dirigencia empresarial: que revise alternativas de refugio, porque el dólar, por sí solo, también está perdiendo esa característica aquí, en nuestro país, que todo lo distorsiona. Posiblemente el enfoque tenga que parecerse más al trueque, pero integrado en alguna plataforma que mantenga la representatividad del bien subyacente; unos certificados asociados a inventarios concretos que eviten el deterioro de los activos líquidos.
  • E-mail: btripier@ntn-consultores.com
  • Instagram: @benjamintripier
  • Twitter: @btripier

 11 min


Griselda Reyes

El país va por un lado y la política por otro. Son pocos los puntos de encuentro entre ambos, y es que los venezolanos, desde hace muchos años, están más pendientes de su supervivencia, de llevar el pan a la mesa, que de los vericuetos de la clase dirigente.

Todos los estudios de opinión, y el más importante de todos estos, la calle, evidencian que la preocupación 1, 2, 3, 4 y más, del ciudadano, es la economía.

Hoy, poco se habla de política en la calle, en reuniones o restaurantes; la polarización nos llevó a un punto de inflexión. La política, y el acontecer nacional, como tema de conversación, encuentro o discusión en nuestros desayunos, almuerzos y cenas, desapareció, siendo sustituida por la subsistencia del día a día, en medio de la más que crítica situación de los servicios públicos.

El proceso político de la primaria presidencial que organiza un sector de la oposición venezolana, prevista a celebrarse el próximo 22 de octubre, el panorama no es muy distinto. El diarismo de este proceso, los detalles y pormenores, se ha quedado disminuido al mundillo político venezolano. Prueba de ello es que las proyecciones más optimistas estiman que votarían entre dos y tres millones de venezolanos. Impacta el nivel de acciones que hay que emprender, en tan poco tiempo, para conectar este tema importante, con el grueso del país.

A escasos cinco meses de la elección unitaria o unificadora, los abanderados del proceso opositor se debaten sobre las condiciones del mismo. La dinámica ha llegado al punto en el que pareciera que varios de los candidatos o candidatas, condicionan su presencia, apoyo y postulación, al costo más elevado posible para la Comisión Nacional que dirige el proceso.

El tema de la participación del Consejo Nacional Electoral (CNE) y el voto de los venezolanos que han emigrado a diversas partes del mundo, destacan desde el inicio como los temas más polémicos sobre el proceso.

Por su parte, el órgano rector también ha puesto una cuota alta por su participación en el proceso que no todos están dispuestos a saldar.

En cuanto a la diáspora criolla, la última información oficial surgida de la propia Comisión Nacional de Primaria, señala que se le permitirá registrarse electrónicamente, lo cual arrojaría cuántos son y dónde están, desde los lugares más cercanos a los más recónditos del mundo; en un esfuerzo por hacerles espacio para ser parte del proceso.

La primaria, que podría ser un gran ejercicio de democracia, hoy se ha reducido a actores de los partidos tradicionales y unos cuantos que pretenden venderse como outsider. ¿Será esto suficiente para arrastrar al electorado? ¿Se conformarán todos los actores del proceso con el voto de las maquinarias partidistas?

Después del 22 de octubre, el país no se acaba. La primaria parece ser preámbulo de lo que nos viene, y me refiero no solo a 2024. También el 2025 es otra prueba de fuego para todos los actores de la vida pública nacional.

El gran reto

Aunque, como en el béisbol, el juego no se acaba hasta que se termina, en política –y más aún en la venezolana– cualquier cosa puede pasar. Lo que hoy es una gran verdad es el reto que tienen todos los involucrados en el proceso electoral: quienes aspiren al proceso de primaria; los marginados y autoexcluidos de este evento; y hasta el Gobierno; es volver a hablarle a la gente, volver a entenderse con el venezolano que hoy está decepcionado de todos los extremos.

El rescate de la confianza está íntimamente relacionado con el estímulo a la fibra electoral. ¿Será suficiente este año y medio para lograrlo?, ¿Podrán las clases políticas venezolanas dar respuestas a los venezolanos?, ¿Seremos capaces de entendernos todos o nos limitaremos al dedo señalador y un «te lo dije» después de los comicios?

El 2024 y todas sus características políticas y el 2025; serán años muy movidos en el que acertamos o erramos. Lo segundo nos hará seguir en esa inercia hacia la nada que a tantos venezolanos hoy tiene decepcionados.

Twitter: @griseldareyesq

www.griseldareyes.com

Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.

 3 min


Simón García

El proyecto original de Chávez, que sedujo a tantos venezolanos de buena fe, es hoy la profundización de los legados negativos de la IV República y el empeoramiento de algunos nuevos. El gobierno de Maduro necesita recomponer legitimidad porque tiene varias candelitas que la consumen: la imposibilidad de pagar un salario mínimo digno; el saqueo de la riqueza pública; la incapacidad para asegurar servicios como electricidad y agua; la asfixia de la economía privada y los graves descuidos en el mantenimiento de la integridad territorial.

El gobierno quiere, pero no puede, apagar esas candelitas. El prolongado tiempo en el poder demostró que su modelo de sociedad y su programa de cambio lograron resultados diametralmente opuestos a los esperados. En las bases chavista se expande el descontento.

Todo el país se indignó; opositores, chavistas y no alineados, cuando el propio gobierno tuvo que develar una trama de corrupción perpetrada por una maraña de ladrones. Las interrogantes y dudas sobre cómo pudieron actuar impunemente en las narices del presidente no han sido respondidas. El tiempo, aliado del olvido y la impunidad, amenaza con un final de palmaditas y la desaparición definitiva de bienes y dineros de la nación. ¿Hay alguna instancia encargada de vigilar e informar sobre la recuperación de los bienes?

Sólo un cambio de timón decidido por el presidente y los factores de poder que lo sostienen puede devolverle al oficialismo los apoyos que ha perdido y las causas que ha roto en girones. El cambio de conducta desde arriba requiere que Maduro encabece un proceso de reformas que abran una transición con objetivos institucionales, sociales y económicos. Hay débiles asomes, pero no intenciones firmes.

En el campo opositor hay una mayoría que desea una transición, pero no cree en ella. Menos en una transición promovida por sectores que están en la alianza dominante y que comienzan a considerar que el único modo de salvar al país y evitar el derrumbe del proyecto chavista es cambiar sus métodos, sus concepciones y sus objetivos.

Es duro de admitir, pero no es un imposible que en nuestro país se produzca una anulación de la dominación en el ámbito económico y un desplazamiento de la acumulación de recursos y mecanismos de control al plano de las instituciones y la vida política.

Dejar a un lado las quimeras y tragedias del socialismo del siglo XXI, restablecer el mercado y crear condiciones para que cada ciudadano pueda tener derecho a trabajar y mejorar su patrimonio puede ser el inicio de un cambio en las reglas de juego.

Una oposición acostumbrada a vivir de ilusiones y concluir en desengaños actúa como si todo el descontento va a generar espontáneamente una avalancha de votos a su favor. Sería excelente, pero hay que tomar en cuenta la eventualidad que se esté formando un voto condicionado, más consciente y menos movido por los fuegos artificiales.

La posibilidad de una victoria electoral es el único factor de presión y negociación que tiene la oposición. Pero la exaltación de los que no advierten que hay muchas acciones por emprender y muchos logros que mostrar, sin prepotencia ni exclusiones, puede terminar ahorcándole la cochina a las fuerzas de cambio. Una tragedia que hay que intentar evitar.

Twitter: @garciasim

Simón García es analista político. Cofundador del MAS.

 2 min


Fernando Mires

Aunque algún académico de tipo weberiano pueda no estar de acuerdo, ni la historia ni la política se dejan regir de acuerdo a tipologías. Pues si pensamos que los procesos históricos asumen movimientos multideterminados, la razón tipológica debe contentarse solo con detectar situaciones y señalar características del mismo modo como cuando fotografiamos un paisaje sabiendo que al día siguiente después de una lluvia ya no será el mismo.

Tampoco, por cierto, debemos renunciar a la confección de «tipos». Por el contrario: los necesitamos para comparar estructuras y procesos. Al fin y al cabo, todo conocimiento es comparativo. Basta con manejar los «tipos» con prudencia, a sabiendas que no son «cosas» sino, para decirlo con Norbert Elías, simples «figuraciones». O tal vez en lugar de «tipos» deberíamos hablar de formas o formaciones (la forma fascista, la forma dictatorial, la forma democrática, etc.) Y naturalmente, de la forma totalitaria, la más fácil de definir por una razón muy sencilla: Totalitarismo alude a todo el poder concentrado, ya sea en una persona, en un estado, en un partido. Totalitarismo es el poder total. Si esa totalidad del poder no existe, no hay totalitarismo.

El totalitarismo de la era posindustrial

En textos anteriores nos hemos regido por una escala de formas de dominación no o antidemocráticas, las que pueden, bajo determinadas condiciones, culminar en esa fase llamada totalitarismo. Así hemos hablado de gobiernos autoritarios, autocráticos, dictatoriales y, finalmente, totalitarios, que son los que acumulan la totalidad del poder, de un poder que al politizarlo todo, deja de ser político. En ese punto hay cierto consenso: el totalitarismo fue un fenómeno del siglo veinte que cristalizó en tres países: la Alemania hitleriana, la Rusia estalinista y la China maoísta.

Después del derrumbe del comunismo, no pocos autores llegaron a pensar en que la posibilidad de un resurgimiento de nuevos regímenes totalitarios estaba descartada. No obstante, tras dos decenios transcurridos del siglo XXI, podemos decir que tal esperanza carecía de fundamentos. En el hecho, ya hay dos países a los que, sin titubeos, podemos caracterizar como totalitarios (o por lo menos, neototalitarios): la Rusia de Vladimir Putin y la China de Xi Jinping. El primero alude a un poder totalitario personal y el segundo, colectivo (el PCCH) aunque en los dos últimos años este ha derivado desde el colectivismo partidario hacia un personalismo excluyente representado en la figura de Xi Jinping.

Importante es mencionar que tanto en China como en Rusia, se trata de reaparecimientos totalitarios lo que nos indica que, los por Hannah Arendt constatados elementos de la dominación totalitaria, permanecían latentes, sin desaparecer, en ambos países. En la China postmaoísta (que no estudio Hannah Arendt) fueron mantenidas todas las estructuras de la dominación totalitaria, pero el poder, sobre todo bajo Deng Xiao Ping (1979-1997), asumió formas deliberativas, las tendencias fueron permitidas y las discusiones circulaban bajo la luz pública. Bajo la era de Xi Jinping, de acuerdo a lo mostrado en el faraónico 20. congreso del PCCH, el partido volvió al centralismo antidemocrático y al oprobioso sistema de las «purgas».

En Rusia, el proceso que ha llevado hacia la (re) totalización del poder ha transitado de modo más lento. Durante Gorbachov (y su entrada a la «casa europea») y durante los primeros tiempos de Yeltsin, Rusia pareció experimentar un proceso de occidentalización. Putin, desde su llegada el año 2000, hasta 2007, con su inesperada agresión verbal a Occidente en la Conferencia de Münich, había mantenido la apertura postdictatorial, cumpliendo al menos con las formas electorales. La conversión del poder autoritario en una autocracia personalista comenzaría a cristalizar con las agresiones a Chechenia y Georgia el año 2008, cumpliéndose así una premisa de Arendt, en el sentido de que el totalitarimo es impulsado por el imperialismo (Origins of Totalitarianism).

Por el momento no es posible esclarecer con exactitud si fueron las guerras de Rusia las que llevaron a la dominación totalitaria, o fue el proyecto totalitario que acariciaba Putin, la razón que impulsó las guerras de expansión de Rusia. Los indicios –sobre todo a partir de la invasión a Crimea en el 2014– apuntan más bien hacia la segunda posibilidad. Lo importante es que el proceso que llevó del autocratismo al totalitarismo está articulado con la expansión territorial de Rusia. Lo que es explicable: durante una guerra rige el estado de excepción, y si esa excepción no es transitoria sino permanente, deja de ser excepción.

En el caso de China, no fueron guerras, pero sí desafíos geoestratégicos los que probablemente impulsaron al partido dominante a instituir un «estado de excepción en permanencia». El crecimiento económico de China convenció a su dirección política que debía reconocer el punto de inflexión donde la nación no solo debía ser una potencia económica sino, además, política. Para Xi y los suyos había llegado la hora en la que China debería reclamar derechos hegemónicos como conductor, no solo de la economía, sino de las relaciones políticas internacionales a nivel mundial.

La era de la globalización –ese es un evidente convencimiento de Xi– exigía una China global y no regional: Política, militar y no solo económica. Desde ese autoreconocimiento, Taiwán no solo interesa a China por razones económicas sino también simbólicas. Eso quiere decir que si China logra sentar soberanía política sobre Taiwán, mostrará al mundo que ya está en condiciones de doblegar la hegemonía política-militar, si no la occidental, por lo menos la norteamericana.

Y para enfrentar esa escalada global, China necesita de sus perros de presa atómicos. Ya tiene por lo menos a tres: Kim Jong Un en Corea del norte, el Irán de los ayatolas, y naturalmente, la Rusia de Putin.

La Rusia de Putin ha seguido un camino diferente en la ruta que conduce hacia la totalización del poder. Para Putin, lo ha dicho el mismo, no se trata de alcanzar un futuro luminoso, sino de recuperar un pasado sagrado: el de la Santa Madre Rusia. De tal manera, mientras el totalitarismo chino puede ser definido como posmoderno, el de Rusia es evidentemente premoderno (un imperialismo de la era posimperial según Timothy Garton Ash).

En los dos casos, sin embargo, no nos encontramos solo con una simple reedición de los totalitarismos maoísta y estalinista, sino con nuevas formas totalitarias, concordes con su tiempo. Ambos totalitarismos, dicho en breve, son totalitarismos del siglo XXI.

Y eso significa, mientras los totalitarismos del pasado reciente surgieron en el marco determinado por la era de la industrialización, los del presente pueden ser vistos como totalitarismos posindustriales.

Para poner un ejemplo, la base social que lleva a la emergencia del fenómeno totalitario provino, en el caso del nazismo y del comunismo, de la conversión de las clases en masa. Pero aquí debemos puntualizar: las masas que hoy emergen en China y Rusia son diferentes a las que nos describiera Arendt y otros autores (Gene Sharp, por ejemplo) que se han ocupado del tema del totalitarismo. Quiere decir, mientras las de los totalitarismos del siglo XX eran masas pauperizadas, utilizadas como carne de cañón para alcanzar objetivos meta-económicos por medio de la industrialización forzada, las masas del periodo postindustrial son masas consumistas, férreamente ligadas al mercado local. En ese sentido (solo en ese) las masas de Putin se parecen más a las de Hitler que a las de Stalin y Mao.

Hitler, recordemos, elevó los ingresos, el consumo y el bienestar de las masas de trabajadores (ocupación plena, vacaciones pagadas, seguro social, automóviles). El trabajo esclavizado impuesto por Stalin en las fábricas urbanas y en las granjas colectivas (koljoses), lo reservó Hitler para el infierno de los campos de concentración, los que también existían en cantidades en la Rusia y en la China comunista. Podríamos decir incluso que bajo los totalitarismos stalinista y maoísta, tuvo lugar, y en un muy corto plazo, ese proceso de acumulación originaria (Marx) que en el mundo capitalista se extendió a lo largo de siglos. Sobre y no durante esa fase de acumulación, fueron erigidos los totalitarismos del siglo XXI.

Occidentalización económica, desoccidentalización política

Si volvemos a recordar a Hannah Arendt, encontraremos dos elementos inherentes a la dominación totalitaria del siglo XX: el terror y el adoctrinamiento ideológico. Ambos existen sin duda bajo las dictaduras de Xi y de Putin, pero en un nivel más bajo y, a la vez, distinto. El terror continúa de modo más sutil. Ya no se trata tanto de la vigilancia policial, casa por casa, sino de una más bien digitalizada, menos estricta, más eficiente. Basta simplemente que los ciudadanos no participen en política, actividad reservada en China para la casta comunista, y en Rusia suprimida del todo.

Raramente, solo en contadas ocasiones, las masas de ambos países son movilizadas para vitorear a sus líderes. Más importante es que se queden en casa, informadas por la televisión estatal, y en los tiempos libres, que acudan a los mercados a consumir productos, aunque algunos sean inventados en el odiado occidente. Contradicción que no parece importar demasiado a los administradores del poder. Ellos no están en contra del mercado occidental, están solo en contra de las ideas y de los derechos humanos occidentales. O lo que es lo mismo: ni Xi ni Putin están en contra de la occidentalización del mercado pero sí en contra de la occidentalización de la política.

Que las masas de los respectivos países consuman toda la chatarra que quieran, sigan todas las modas, bailen y canten la música occidental, los tiene sin cuidado. Incluso, dichas inclinaciones son estimuladas desde el alto poder. Pero ay de las mujeres si asumen el feminismo occidental, ay de los ciudadanos si reclaman pluralismo político, ay de quien defienda los derechos fundamentales del ser humano.

Las ideologías del poder neototalitario

Desde un punto de vista doctrinario, hay también una gran diferencia entre los totalitarismos del siglo XX y los del XXI. Los detentores del poder del antiguo totalitarismo creían actuar en nombre de doctrinas, la fascista y la marxista leninista, a las que eran conferidas dos características: La universalidad y el futurismo. De acuerdo a esas doctrinas, los tres dictadores imaginaban que sus ideologías eran válidas para todo lugar y que el mundo terminaría, tarde o temprano, siendo fascista, para unos, comunista para otros. El Tercer Reich iba a ser mundial y el comunismo también. De una u otra manera, los dictadores totalitarios del siglo XX creían tener a la historia universal de su parte.

Xi y Putin también creen en doctrinas, pero sus características son radicalmente diferentes. Los dos dictadores nos hablan por cierto de un nuevo orden mundial, pero ese orden lo entiende cada uno a su manera. Lo único que para ellos está claro es que ese nuevo orden significará la derrota económica y política de los EE UU primero, y de occidente después. Pero desde un punto de vista teórico, ético, político e incluso utópico, ese nuevo orden está vacío. Eso explica por qué las ideologías a las que recurren los nuevos totalitarismos distan mucho de ser futuristas, como lo fueron las del comunismo y del fascismo. Al contrario, son más bien – si me permiten el término – “pasadistas”.

La dictadura de Putin, incapaz de ofrecer un futuro esplendoroso, ofrece un regreso a un pasado supuestamente glorioso y heroico: al de la antigua Rusia, sea la de los zares, sea la de Stalin. Para algunos rusos ese retorno –en un vocabulario psicoanalista: esa regresión– puede ser fascinante. Pero es difícil que la gran masa apolítica del país adhiera a las reaccionarias utopías de Putin. Mucho menos atractivo puede ser el culto «pasadista» para habitantes de naciones que ayer pertenecieron al imperio soviético. Imposible, por ejemplo, que las naciones de Asia Central, en su mayoría musulmanas, sientan demasiado entusiasmo por formar nuevamente parte de una Rusia, ya no soviética sino cristiana-ortodoxa.

La doctrina de Putin es nacionalista, pero no mundialista. Peor aún: es «rusista». Como medio de dominación ideológica internacional, no sirve para nada. ¿Qué nos puede ofrecer Rusia aparte de represión, fanatismo religioso, y glorias zaristas? se preguntan con toda razón los ucranianos. Dicho con las palabras del escritor alemán Peter Schneider: «El único objetivo claramente establecido que Putin promete a sus rusos y a los pueblos que van a regresar al Imperio Ruso es la restauración del poder y la grandeza pasados ​​y una participación en el esplendor del imperio resucitado».

La dictadura de Xi Jinping por su parte, parece haber comprendido que la doctrina marxista ha dejado de ser un producto de exportación ideológica. En el mejor de los casos es solo consumible para los cretinos que gobiernan en países como Nicaragua o Venezuela. Eso explicaría por qué, bajo Xi, los jerarcas chinos parecen estar cada vez más preocupados por promover la unidad espiritual de sus habitantes mediante la intensificación y propagación de la filosofía confuciana, hoy obligatoria en todos los establecimientos educacionales.

En cierto modo, el partido comunista chino ha adoptado una doctrina marxista confuciana (algo así como un vaso de leche mezclado con ají) cuyo propósito es reivindicar una tradición nacional y nacionalista y así mantener sujetos ideológicamente a las grandes masas de la inmensa nación. En otros términos, los totalitarismos chino y ruso ya no son internacionalistas sino tradicionalistas. La religión ortodoxa y la filosofía de Confucio, ambas magníficas creaciones del espíritu humano, han pasado, bajo la égida neototalitaria de nuestro tiempo, a convertirse en ideologías de estado. Su función no es nada espiritual: mantener, gracias al carisma (Weber) de la religión y de la tradición, la cohesión del frente interno a fin de avanzar económicamente hacia la construcción de un nuevo orden mundial donde las democracias sean la excepción y las dictaduras la regla.

El problema es que ese objetivo no es imposible. De hecho, los dos totalitarismos del siglo XXI cuentan con el apoyo directo o tácito de todos los antidemócratas del mundo, de casi todas las dictaduras y autocracias del mundo, de muchas mentes tecnocráticas del mundo.

REFERENCIAS:

Jan Claas Behrends – Rusia: TOTALITARISMO Y DICTADURA PERSONAL (polisfmires.blogspot.com)

Hans van Ess – CHINA: CAPITALISMO COMUNISTA CONFUCIANO (polisfmires.blogspot.com)

Peter Schneider – ¿QUÉ OFRECE PUTIN A UCRANIA? (polisfmires.blogspot.com)

Fernando Mires – RUSIA: EL RETORNO DEL TOTALITARISMO (polisfmires.blogspot.com)

Twitter: @FernandoMiresO

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

 11 min


Carlos Raúl Hernández

“A España no la reconoce ni la madre que la parió”. Alfonso Guerra

(Erase 2014. Estos episodios de subnormalidad ocurrieron mucho después de la caída del muro de Berlín. No hay excusas) España vivió en paz gracias a los pactos de gobernabilidad de la Moncloa en 1977 y la Constitución de 1978, un proceso de estabilidad política y económica a partir de la transición, una transición de verdad, que seguía el ejemplo venezolano a la caída de Marcos Pérez Jiménez. La historia narra que entre 1931 y 1936, el líder del PSOE, Francisco Largo Caballero amenazaba asaltar el poder por la fuerza (“Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia”. 10/2/1936) e impulsó la tragedia de la guerra civil. Fue un milagro político reconciliar a la sociedad española con los culpables vivos de crímenes terribles, “La Pasionaria” Dolores Ibarruri, Santiago Carrillo; el PSOE había virado del stalinismo y lo cubrieron de indulgencias. Con el Partido Popular, P.P, una fuerza liberal-conservadora de buena gestión de gobierno, estabilizaron el statu quo, que llamaban PPSOE y la noche quedó atrás por décadas de convivencia y olvido, hasta que un gobierno de izquierda resuelve desenterrar los muertos con la Ley de Memoria Histórica de 2007, para falsificarla. Con problemas económicos corrientes, locales y globales, avances y traspiés, la democracia nueva, exitosa, modernizaba el país aceleradamente y “el nuevo tigre europeo” tomó las portadas de las grandes revistas.

La crisis financiera mundial entre 2008-2014 y errores en política económica, desovan el gusano de la manzana, un brote populista de clase media, antipolítica, turbulenta, antisistema, el 15 de mayo de 2011, 15M: “los indignados” universitarios, con un discurso facilista y moraloide de quienes medio saben la parte pedestre de los problemas y tienen consignas ramplonas como soluciones. Se desborda en las calles ultraizquierda, profesores y estudiantes que admiraban los tiros en la nuca de ETA, partidarios de la leyenda negra, enemigos de la unidad nacional y del “imperialismo de Castilla”, que “sojuzgó” Cataluña, las Vascongadas, Galicia, Andalucía y a quienes el término España les suena franquista. Posmarxistas, animalistas, indigenistas, autonomistas, pansexualistas, feminazis, pederastas, queer, veganos, ambientalistas, el poscomunismo en carne y hueso. Como toda agrupación de políticos novatos, ignoran las normas elementales del oficio, pero también ignoran que ignoran y pronto se estrellarán con su verbo salvífico, escatológico y lupanario, comedia de superioridad moral. Uno de los entrenamientos políticos esenciales es convivir con ideas opuestas, lo que desconoce ese partido de adolescentes eternos. A pesar de su identidad ideológica, a los de la cúpula los dividió el ego, no pasaron la prueba de tolerarse siquiera entre sí. ¿Qué podía salir mal?

La primera cabeza en la cesta es del ecofriendly Iñigo Errejón, una de cuyas frases memorables es “la transición será ambientalista o no será”. Luego Teresa Rodríguez, filóloga, diputada, profesora, líder del movimiento Anticapitalista de Andalucía, se hizo boom comunicacional en la campaña a la presidencia de la región por exhibir su esplendorosa figura sin bikini en la playa, aunque días después publicó pícaramente la carta anónima de una mujer que declaraba ser la de la foto. Juan Carlos Monedero se mantiene tan cerca como le conviene y tan lejos como puede del aparato. Pablo Iglesias, deja el partido y se dedica a “empresario” de medios de comunicación, luego de una salida penosa de la Vicepresidencia de España y de que Isabel Díaz Ayuso pulverizara su candidatura a la presidencia de Madrid. Yolanda Díaz, es hoy por encargo de Pedro Sánchez, candidata presidencial para liquidar a Podemos. El filósofo Miguel Urbán afirma que “España no existe” y Pablo Iglesias que “no menciono a España porque solo soy patriota de la democracia” y “al independentismo catalán se le podrán hacer muchas críticas, pero no es violento, es democrático y por lo tanto no es legítimo combatirlo con el derecho” ( lo legítimo sería dejarlo dividir el país).

Los podemitas, anti hispánicos, reivindican Al-Andalus, como se conocía la península bajo dominio árabe, y lamentan su fin en 1492, con lo que violentan el sentido común de una gallina. España se constituye al hacerse predominantes los valores del cristianismo contra las teocracias orientales y su objetivo es separar el poder temporal del eclesiástico, uno de los principios esenciales del mundo al que pertenecemos. En contrafáctico, de no haber desalojado a los árabes, ni surgido España, serían musulmanes embatolados, en chancletas, rezando cinco veces al día y Teresa Rodríguez no hubiera podido deslumbrar en Marbella porque la matan apedreada. Es legendario un período de la cultura musulmana, pero en el siglo XV ya la civilización cristiana la superaba ampliamente, surge el imperio español y Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada, el punto de partida del nuevo mundo. Una vez me tope un profesor podemita que odiaba a Isabel la Católica como si fuera del PP, por haber echado a los moros. Le dije que sin Isabel no hay España, que sería hoy parte de Marruecos. Me miró desconcertado y gruñó algo que debió ser “neoliberal” o· “fascista”, lo único que se le ocurre al populacho podemita y sesoseco, contra quien no comparta sus gatuperios.

En una de sus primeras intervenciones en el congreso, Iglesias dijo a gente, mucha de ella de decencia comprobada –lo que me gustaría decir de él- “señorías: Uds. ni siquiera son fascistas, son unos parásitos”, y esa fauna “indignada”, marcusiano-foucaultiano-sartreana con cincuenta años de retraso, demuestra la dudosa actualidad de las facultades de ciencia social, más bien centros de adoctrinamiento. Podemos es el nóumeno de resentidos inexplicables que gozaban de las maravillas de la sociedad democrática. Eran libres con sus ideologías extravagantes, totalitarias y simplistas, podían detestar el kapitalismo, adorar a Castro y al Che, colocarse al margen de la sociedad y contra ella. Visitabas la facultad de Somosaguas y te sentías en Saigón 1975. Los grupos de acampados pedían huelga general para derrocar al orden y crear una “verdadera democracia”. Pero vista hoy, su performance era también asombrosamente trumpista contra el “Estado profundo”, los ricos, banqueros, políticos del sistema, partidos, intelectuales del sistema, etc., etc., etc. e irrumpen en las “acampadas” de 2011 en la Puerta del Sol (donde hoy reina Ayuso) y años después en el Capitolio de Washington o los edificios de los poderes en Brasilia. Antipolíticos de derecha e izquierda, deja vu del mayo francés y de sí mismos.

Un rayo esperanzador comprometía la sobrevivencia de Podemos. Si un partido que lance consignas ideológicas y moralistas en medio de una crisis económica y habla como los marcianos, es impermeable a la gente normal. Una vez en el gobierno, sus leyes son no ideológicas sino ideolocas, también contra las personas normales: Ley trans, Si es si, Ley de protección animal, reducción de penas al golpismo con el PSOE a rastras. Entre los trabajadores y los okupas de viviendas, se ponen del lado de éstos. Pero gran aporte de todo eso es demostrar la corrupción del término “feminismo” (y las otras macarras), es el nombre engañoso del lobby cuyas víctimas son las mujeres, los trabajadores, las víctimas de ETA, los que se sienten españoles. A pesar de que varias veces Pablo Iglesias se definió comunista, quiso ser hábil y su partido hablaba de “más democracia” … “contra la casta”, un mensaje hiperdemocrático, que sorteaba el trasfondo. Al comienzo propusieron “la constituyente” al servicio de “la revolución” pero comprendieron que eso no tenía futuro en el sistema político y saltan, de cuestionar la constitución del 78, a utilizarla para fomentar los independentismos. Finalmente abandonan esa estrategia de degeneración constitucional, originada en el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) de Valencia, donde se “formaron” doce diputados de Podemos, el propio Iglesias, Errejón y Monedero.

Su “teoría constitucional revolucionaria y emancipadora” rodó por América Latina, en pos de estados plurinacionales indigenistas. En su documento fundacional de 2014, Mover fichas. De la indignación al cambio político dice “a partir de mañana comienza a escribirse el fin de los partidos de la casta”. Después de su paso por el gobierno, ese “fin” está más bien lejos, cerca, este 28 de mayo, eventualmente el de Podemos y hoy ya sabemos bien lo que querían “los honestos jóvenes”. Quebraron España, que no colapsa estrepitosamente porque la U.E la tiene a base de transfusiones financieras porque las consecuencias serían terribles. Del brillante PSOE de González queda esta morisqueta ultrosa. Enguerrillaron a todos entre sí, instauraron el insulto y el odio como lenguaje político y el país queda de nuevo al borde de un precipicio. Dijo Iglesias que “en política no gana quien tiene razón, sino quien tiene éxito”. Una, sabemos que no la tiene. Veremos la otra.

@CarlosRaulHer

 6 min