Pasar al contenido principal

Opinión

Fernando Mires

Todas las analogías son ahistóricas. Ni la historia se repite, ni los personajes históricos son reproducidos con papel de calco. Otra cosa son las comparaciones y los paralelos, procedimientos a los que es lícito recurrir desde un punto de vista historiográfico. Naturalmente, Putin no es Hitler, aunque podemos compararlos y encontrar semejanzas y diferencias, así como también podemos hacerlo con Putin y Stalin, o Putin y Pedro el Grande, con quien se ha comparado el propio dictador ruso.

En su artículo precisamente titulado «Putin y Hitler», Manuel Castells, uno de los sociólogos de referencias de la izquierda española (Podemos y algunas fracciones del PSOE) llama «halcones» (concepto usado en los EE UU para referirse a sectores belicistas) a quienes han logrado acuerdos para enfrentar la avanzada de Putin en Ucrania. Con ello imagina tal vez situarse en la fracción de «las palomas» (moderados, en el léxico estadounidense). Pero el problema no es tan simple. Ni todos los que creen en la política de apoyo militar a Ucrania son halcones, ni todos los que creen en la política de la negociación son palomas.

Muchos pensamos que hay que buscar negociaciones entre las partes beligerantes. Pero también sabemos que el principal enemigo de las negociaciones es Putin, pues como constata el mismo Castells «Putin no va a cejar hasta ocupar la parte de Ucrania que define como rusa» (o sea toda Ucrania, según su ensayo del 2021). De ahí que el problema correctamente planteado es cómo llevar a Putin a la mesa de negociaciones, algo que no nos dice Castells.

Partamos de una premisa: mientras Putin tenga poder de fuego, no irá a negociaciones. La experiencia, por lo menos hasta ahora, muestra que Putin no va a aceptar negociar donde pueda perder (y en toda negociación los negociantes deben perder algo). Putin solo aceptará su victoria total. Visto en sentido inverso, Putin solo aceptará negociar cuando entienda que no puede ganar. Conclusión a la que no va a llegar mediante un ejercicio intelectual. De tal modo que hay que obligarlo a negociar. Bien, ese es el objetivo de esta guerra para el campo democrático occidental (halcones, según Castells)

La guerra misma es una negociación. Cada centímetro conquistado es un argumento en contra o a favor de Putin. Nadie piensa que la guerra se lleva a cabo para matar más enemigos sino para acercarse a una condición de negociación aceptable para ambas partes, no solo para una. Si fuera para una, hablaríamos de capitulación. Pues bien, eso lo que propone Castells.

A fin de convencernos, Castells usa dos premisas que a la vez son las mismas de Putin. La primera, es que en Rusia impera un sentimiento de humillación que debe ser compensado. Falso. Putin se siente humillado, pero no así la ciudadanía rusa. Para que los rusos se sintieran humillados deberíamos aceptar que el fin de la Rusia comunista fue obra de la OTAN, la que jamás movió un dedo para apoyar a las fuerzas democráticas insurgentes en Rusia (ni en Hungría de 1956, ni en Checoeslovaquia en 1968, ni en Polonia en los setenta) La caída de los sistemas comunistas fue obra de los ciudadanos del mundo comunista, no de una potencia extranjera.

Por lo demás, no fue solo la humillación derivada del Tratado de Versalles lo que determinó el ascenso de Hitler. Si Hitler llegó al poder fue en primer lugar por el miedo que sentía la población alemana frente al avance del comunismo, de la impotencia política de la república de Weimar y de la inflación desatada desde la crisis de 1929. Hitler enriqueció a Alemania. Eso explica por qué Hitler fue adorado por los alemanes como un mesías. Cosa que no ocurre con Putin, quien está empobreciendo a Rusia. Si los rusos lo vieran como un redentor histórico que va a poner fin a una humillación y luego enriquecer al país, Putin sería tan amado como Hitler. Pero Putin solo inspira miedo, o terror, pero no amor.

La segunda premisa es que Putin puede usar en algún momento los dispositivos nucleares. Y claro, es una posibilidad latente. Por eso el campo democrático usa medios para evitar un desenlace atómico sin tener que entregar Ucrania a Putin, como propone Castells. La no intervención directa de OTAN es un medio. Otro, es la diplomacia internacional, y uno de sus objetivos es lograr que China no se convierta en aliado militar de Rusia, lo que hasta ahora se ha logrado. Alemania, Francia y otros países europeos han intensificado alianzas económicas con China a un nivel incluso más alto que el que prevalecía antes de la invasión rusa.

Cambiar paz por territorio como propone brutalmente Castells, es suponer que Putin lucha por más territorio (no es lo que le interesa, aduce el mismo Castells) y no por la soberanía de Ucrania. En otras palabras, la de Castells no es una propuesta de negociación. Es una, reiteramos, de pura y simple capitulación.

Naturalmente, capitular es también una opción política y al serlo no debe ser descartada. Pero como toda opción, requiere de determinadas condiciones. La primera, que sea el gobierno ucraniano en conjunto con los gobiernos de Europa central y del este – los que en caso de capitulación son los que se verían más afectados frente a posibles nuevos avances de Putin – quienes acepten una capitulación. Sin ese procedimiento, la OTAN y la UE serían dividas en dos partes antagónicas, y eso es lo que más quisiera Putin.

La segunda condición es que el resultado de esa capitulación no sea acercarnos a una nueva guerra. Algo muy importante de tener en cuenta. Pues una capitulación llevaría al desconocimiento de todos los acuerdos y tratados internacionales, de las propias Naciones Unidas, y a una incitación a todos los poderes mundiales antidemocráticos del mundo a seguir el ejemplo de la Rusia triunfante.

Una capitulación, dicho en breve, no traería consigo ninguna promesa de paz. Lo más probable es que al día siguiente Rusia haría lo posible para hacerse de Moldavia y Georgia. Los países bálticos, más Finlandia y Polonia exigirían, y con razón, concentrar todos los dispositivos militares, incluyendo nucleares, en sus cercanías. La OTAN, o por lo menos una parte de ella, se vería presionada a intervenir directamente. En breve, una capitulación nos acercaría mucho más a la guerra nuclear en lugar de distanciarnos de ella. Pensar lo contrario sería confiarnos en las palabras de Putin. Y eso, la historia reciente lo ha demostrado, es lo que menos se puede hacer.

Y no por último, ¿con quién propone Castells llevar a cabo negociaciones que conduzcan a la capitulación? Cualquiera que entienda un poco de política internacional sabe que el bando occidental, justamente por ser democrático, no es monolítico. En los países escandinavos e Inglaterra no se piensa lo mismo que en Francia o Alemania, en Polonia no se piensa lo mismo que en Hungría, en Europa no se piensa lo mismo que en los EE UU. Turquía y Hungría están incluso más cerca de Putin que de la UE y de la OTAN. Eso significa que cualquiera proposición de capitulación llevaría a una división de las filas occidentales (el logro más alto alcanzado hasta ahora por Occidente) y por lo mismo a una nueva tentación expansionista de Rusia. ¿Es eso lo que busca Castells?

Por lo demás Occidente ya capituló una vez. La guerra que inició Putin en Ucrania en el 2014 y su apoderamiento violento de Crimea y de los territorios del Donbas, no le trajo, aparte de mínimas sanciones que no se materializaron, ningún problema con EE UU y menos con la UE. Justamente, fueron la impavidez de Occidente y la consecuente negación a que Ucrania ingresara a la OTAN, hechos que alentaron las expectativas de Putin. 2014 abriría el camino para el 2022.

Según Castells, estamos en Munich de 1938, cuando los aliados buscaron apaciguar a Hitler a espaldas de Checoeslovaquia. Pero evidentemente no es así: no estamos en Munich de 1938. No obstante, proposiciones de Castells, tendientes a repartir Ucrania a espaldas de Ucrania, sí llevarían a repetir el triste episodio de Munich de 1938. Y bien, precisamente eso es lo que hay que evitar. Un Putin vencedor es mucho más peligroso que uno perdedor. Quizás eso es lo único que une a Putin con Hitler.

Los aliados europeos tuvieron que vencer su antinorteamericanismo para lograr la unidad mundial frente a Hitler. Hoy la unidad ha sido lograda contra Putin, pero Castells y sus derechistas izquierdas quieren desvirtuarla en nombre de ese mismo antinorteamericanismo que en el pasado dejó a Europa, durante un tiempo, desamparada frente a Hitler.

La historia demostró, lamentablemente, que Chamberlain, no tenía razón.

El artículo de Manuel Castells puede ser leído en Manuel Castells – PUTIN Y HITLER (polisfmires.blogspot.com)

Twitter: @FernandoMiresOl

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

 7 min


Alejandro J. Sucre

Imagínese el lector que navega en un barco de los más hermosos del planeta pero que tiene una tronera en su popa por donde se filtra el agua y lo va hundiendo. Imagínese que quienes deben repararlo y deben dirigirlo, llevan ese barco a los territorios donde hay guerras, confrontaciones para debilitar a los pasajeros y mantenerse en el poder, y no donde hay prosperidad y armonía. No quieren sujetarse a ninguna obligación con su tripulación. Imagínese que además los que dirigen ese barco no usan el dinero de los pasajes para reparar, proveer servicios y mejorar el barco sino para embolillárselo. Los pasajeros de ese barco comienzan a pasar hambre, a saltar del barco y navegar en altamar donde deben luchar contra los tiburones. Donde además la tripulación del barco se pelea entre sí y algunos pasajeros se pliegan para tomar partido y beneficiarse de los recursos que todavía quedan en el barco que pudo ser grandioso, pero que no lo fue. Imagínese un barco donde la tripulación es escogida en base a complicidad para robar a los pasajeros y no en base a sus conocimientos y honradez para servir pasajeros. El mundo al revés. Un mundo que va de crisis en crisis sin resolver ninguna.

Esta metáfora la pudiéramos llevar a todos los campos de la acción colectiva. Imaginarnos un equipo de beisbol donde los managers no usan el dinero de los espectadores para pagar jugadores, donde contratan a los cómplices y amigos y no a los verdaderos atletas que se preparan. O un colegio donde los administradores se toman para si las mensualidades de los muchachos y pagan bajos salarios a maestros, no invierten en laboratorios ni en instalaciones deportivas. Imagínese que una junta de condominio se instala y se embolsilla las cuotas mensuales de los propietarios y que además usa a la vigilancia para someterlos y matraquearlos cada vez que entran al edificio. Esas metáforas que describen muy bien las debilidades de Venezuela por varios siglos y que hoy vemos exacerbadas. Vamos de crisis en crisis sin poner un freno al desenfreno de unos funcionarios públicos que no cumplen con sus objetivos, que no licitan obras y que no tienen como objeto servir sino servirse. Unos funcionarios buscando culpar a otros sectores de la sociedad.

Como consecuencia, a diferencia de las sociedades donde combaten la corrupción, en Venezuela las catástrofes naturales no se recuperan rápidamente por que los encargados de reparaciones se embolillan los recursos y no ejecutan las obras. Las obras de infraestructura se presupuestan y no se hacen dejando miles de niños sin escuelas y miles de fábricas y fincas sin posibilidades de prosperar y una población deambulando con bajísimos sueldos. Funcionarios públicos y algunos ciudadanos se asocian como piratas del mar.

A todos nos afecta la corrupción como una mal inmenso. Es una verdadera enfermedad social. No hay suficiente empleos ni inversión. Eso significa bajos sueldos para todos los venezolanos, bajas ventas para todas las empresas y políticos que no saben dónde esconder el dinero ni explicar sus fortunas que viven sin poder explicar sus riquezas.

El potencial que Venezuela tiene para crecer y aportar exportaciones al mundo es inmenso. Según el Atlas de Recursos Naturales (https://www.worldatlas.com/articles/countries-with-the-most-natural-reso...), Venezuela es el octavo país en el mundo con mayores recursos naturales comercializables y el quinto en términos per cápita. Venezuela tiene un inventario de USD 14,3 trillones en recursos naturales comercializables como productor y exportador líder de numerosos minerales, incluidos petróleo, mineral de hierro, oro, carbón y bauxita, sin considerar su capacidad gasífera, agrícola, turística, manufacturera, logística, financiera y tecnológica. Venezuela pudiera ser un centro financiero internacional como lo es Singapur. Una potencia petrolera y gasífera como lo es Qatar o Arabia Saudita. Una maravilla turística como los es Costa Rica, México o Tailandia. Venezuela pudiera tener terminales de pasajeros y logística como los es Texas o Florida. Venezuela pudiera ser un centro médico importante para el mundo occidental.

Si fuéramos honrados con el erario público, Venezuela pudiera atraer de los mercados nacionales e internacionales $3 trillones en inversiones en los próximos 10 años para desarrollar su potencial económico y expandir su PIB anual a USD 2 Trillones por año, basado en recursos naturales, agrarios y demás sectores de la economía. Una economía de $2 trillones de dólares, como la de Texas, permitiría un PIB per cápita de USD 60,000 en lugar de los $2.000 que hoy obtiene. Esta economía de 2 trillones de dólares de producción anual que pudiera ser Venezuela se pierde en filtraciones causadas por sus lideres, que articulan malas políticas o corrupción, de manera patológica y sin correctivos de fondo. Buscando culpables en otros, muy pocas veces rectificando.

La historia de Venezuela ha sido en sus 5 siglos dirigida mayoritariamente por lideres políticos y militares con una visión de embolsillarse los recursos de la nación. Una visión cínica de la sociedad. Muchos dirigentes anhelan para vivir en el primer mundo y gastar como los grandes magnates en esas sociedades con el dinero de los niños que quedan sin escuelas y maestros mal pagados. Esa gran distorsión cognitiva que ha sufrido nuestra sociedad desde siglos atrás nos limita como nación. Comenzar a licitar obras y todo gasto fiscal es el primer paso para salir de esta enfermedad y presentar informes de gestión auditados en cada institución del estado.

Twitter: @alejandrojsucre

 4 min


José Luis Cordeiro

ChatGPT (chat.openai.com) es una inteligencia artificial (IA) conversacional que todo el mundo debería probar. Por ejemplo, he escrito lo siguiente y abajo sigue la excelente respuesta de ChatGPT: “Escribe un artículo periodístico de 300 palabras sobre el transhumanismo, incluyendo una cifra estadística y dos menciones de científicos."

El transhumanismo es un movimiento cultural y filosófico que promueve la mejora de las capacidades humanas a través de la tecnología. Los transhumanistas creen que la tecnología puede ser utilizada para mejorar la salud, la longevidad y las capacidades físicas y mentales de los seres humanos, así como para expandir nuestras posibilidades y alcanzar nuestro máximo potencial. Según una encuesta realizada en 2018, el 15% de los estadounidenses afirman estar familiarizados con el transhumanismo y el 5% se identifican como transhumanistas.

Uno de los principales objetivos del transhumanismo es aumentar la longevidad humana a través de la medicina y la tecnología. El científico Aubrey de Grey, fundador de la Fundación SENS, cree que es posible llegar a vivir 1,000 años o más gracias a avances en terapias regenerativas que pueden reparar y rejuvenecer nuestros cuerpos. Otro científico prominente en el campo del transhumanismo es Ray Kurzweil, que ha escrito ampliamente sobre la singularidad tecnológica y cómo la inteligencia artificial y otras tecnologías avanzadas pueden cambiar radicalmente la forma en que vivimos y funcionamos como sociedad.

El transhumanismo también ha suscitado preocupaciones y críticas. Algunos temen que la tecnología avanzada pueda llevar a la creación de una élite tecnológica y a una sociedad desigual. Otros argumentan que la búsqueda de la mejora humana a través de la tecnología es intrínsecamente peligrosa y que deberíamos aceptar nuestras limitaciones naturales. Sin embargo, muchos transhumanistas creen que la tecnología puede ser utilizada para mejorar la vida de todos y no solo para beneficiar a una élite selecta.

En resumen, el transhumanismo es un movimiento filosófico y cultural que busca mejorar las capacidades humanas a través de la tecnología. Aunque ha generado controversia y preocupación, muchos científicos y transhumanistas creen que la tecnología puede ser utilizada para mejorar la vida de todos y no solo para beneficiar a una élite selecta.
José Luis Cordeiro

www.cordeiro.org

 1 min


Carlos Raúl Hernández

“Si quieres cambiar no puedes seguir haciendo lo mismo”. Pepe Mujica

Chile, Uruguay y unos pocos más, desmentían que en Latinoamérica, a partir de cierto momento, para dominar el sistema político o el gobierno, iba con ventaja quien tuviera alguna merma mental, problema de conducta, fuera un drop up académico o, en su defecto, tuviera un título falso. Chile con el promedio de crecimiento más alto del mundo en cuarenta años, lo confirmó sin dejar dudas y en 2019 un grupo de vándalos quemaron todo lo que pudieron hasta que se les acabó la gasolina, y luego ganaron las elecciones en 2021. Queda Uruguay como muestra de país con gobiernos psicológicamente sanos de la región, junto a Panamá, República Dominicana y uno que otro. Uruguay fue la Suiza de América a partir de 1875, período que los historiadores llaman de modernización por sus avances económicos, sociales y administrativos, hasta comienzos del siglo XX en los gobiernos de José Batlle y Ordoñez y el batllismo.

El auge se basó en la exportación de materias primas (lana y carne). Como en el resto de esta infortunada región, a finales de los años 50, lo hemos comentado, vino la caravana de Cepal a venderle baratijas, que se industrializaran a la brava con préstamos externos, capitales públicos y sin ventajas competitivas, porque le daba la gana. Igual que el resto de Latinoamérica, colapsó en los 80 con la deuda, para recomenzar una economía normal a partir de las reformas del FMI. Y a diferencia de demasiados otros países, Uruguay mantuvo la senda con un éxito sin precedentes hasta nuestros días, no triunfó ningún redentor del pueblo contra la explotación capitalista, a garganta desgarrada contra el FMI y la oligarquía. Y no es que no los hubiera, porque desde 1963 hasta su derrota y rendición formal en 1985, el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaro fue, junto a las dictaduras, piedra en el zapato de la vida normal.

Al principio quiso ser una guerrilla espectáculo, lo que llamaron la “violencia cortés”, no derramar sangre, imposible porque ese oficio lleva a matar y en varias ocasiones, entre ellas, al agente norteamericano Dan Mitrione. Tenían cárceles del pueblo para encerrar empresarios y políticos, víctimas de secuestros juzgadas por tribunales también del pueblo de un solo magistrado, un dirigente tupamaro que ni siquiera veía al “reo” y ante quien no existían defensores. La historiadora tupamara Clara Aldrighi dice “el MLN- Tupamaros aplicaba justicia alternativa, con sus fuentes de derecho propias (!!!)…”. El gobierno responde con similar brutalidad; apresan dirigentes históricos o importantes y los convierten en rehenes. Es la suerte de Jorge Manera, Raúl Sendic, Adolfo Wasem, Henry Engler, Jorge Zabalza. Tres de ellos, José Pepe Mujica, Mauricio Rosencof, Eleuterio Fernández Huidobro, estuvieron encarcelados e incomunicados más de una década, de 1973 a 1985.

Las incidencias del cautiverio se registran en La noche de doce años película de Álvaro Brechner; y Emir Kusturica rueda Pepe, una vida suprema, presentadas en los festivales de Huelva y Venecia 2018. Terminadas las pesadillas dictatorial y revolucionaria, lejos de traumas de prisionero, Mujica sale a la lucha política y luego de la brillante presidencia de Tabaré Vásquez, llega el mismo a ser presidente en 2010. Sin odios, con inmensa sabiduría y una humildad desconocida en políticos, hace una gestión admirable. Despreciaba la corrupción de los Kirchner “…esa vieja es peor que el tuerto. El tuerto es más político, pero ella es más terca”. Continúa la apertura económica y la liberalización (“no es bonito legalizar la mariguana. La única adicción saludable es el amor”, el matrimonio homosexual (“no legalizarlo sería torturar a las personas inútilmente”) la interrupción del embarazo.

En las siguientes elecciones exitosamente devuelve el poder a su partido el Frente Amplio, que gobierna hasta 2020, cuando triunfa Luis Lacalle Pou quien mantiene invariables las políticas internas, muchas diseñadas veinte años atrás. La continuidad administrativa es el secreto para no hacer oposición salvaje, no botar al niño con el agua en que lo bañaste y para que los países puedan progresar al corregir los errores. Según la Cepal (“nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos” escribió Neruda) Uruguay tiene 4%, el menor porcentaje de pobreza, los mayores niveles de ingreso per cápita, desarrollo social y alfabetización de Latinoamérica. Transparencia Internacional dice que es el país menos corrupto de la región y el que tiene la más grande clase media. Sufrió una crisis financiera en 2002 pero se recuperó de inmediato y ya lleva veinte años de crecimiento sostenido, ligeramente importunados por la pandemia.

Según la escala de The Economist que mide los grados de democracia y autoritarismo, ocupa el puesto número uno de la región y en la escala mundial, es una “democracia plena”, por encima de EE. UU, Gran Bretaña y Francia. Esperemos que no aparezcan vándalos con latas de combustible para incendiar el Palacio Salvo, la Torre de las Comunicaciones, el Mercado Agrícola, o los hoteles “burgueses”, “kapitalistas” en el balneario de Punta del Este, porque después no faltarán doctores en economía que escriban sobre “la verdad oculta” de Uruguay, como pasó con Chile, una vez descubierto por los doctores que era un Haití o Somalia encaletado. Uruguay discretamente, sin estruendo, dio pasos de altísima planificación estratégica que lo colocan en clara ventaja sobre otros de la punta latinoamericana sobre un asunto esencial. La cuestión es ¿por qué Colombia, Panamá,Chile, México, Perú, pese a años de crecimiento sostenido, no alcanzan el nivel europeo de ingresos?

Los economistas llaman ese fenómeno trampa de los ingresos medios. Los demagogos tienen la tarúpida respuesta de culpar a los que producen (los ricos) a Elon Musk, no sé si oí que a los neandertales o a los neoliberales. Pero romper el cerco solo se puede por dos medios: o producen petróleo (y administran bien) o exportan bienes y servicios de alta tecnología con calidad global, lo que solo es posible al tener una fuerza de trabajo altamente calificada. Si los jóvenes se mantienen de vender caramelos o incluso de trabajar en fábricas tradicionales, el país no pasa el cerco de los ingresos medios. Uruguay ya es exportador mundial de software, el primero de Latinoamérica, y también electricidad y celulosa, sin abandonar las materias primas (hay tres vacas por cada ciudadano). El liderazgo quiere que sea un parque tecnológico como la India, y para ello Tabaré, Mujica y Lacalle Pou, contra el reflejo pavloviano de los presidentes de la región, bajan y tienden a bajar impuestos a la inversión en tecnología

Igual derriban las barreras legales para la inmigración de expertos y profesionales calificados. No ha habido cambios bruscos, todos los presidentes cumplieron sus períodos, la política es tranquila y respetuosa, el país no se mete en conflictos internacionales. Para terminar, Perú merece mención porque rompe varios records Guinnes. Tuvo presidentes normales en un sistema político aterrador, que lucían como la compuesta niña Wednesday en medio de la familia Addams. Los locos Addams peruanos controlan el congreso y desde 2000 encarcelaron o persiguieron a Fujimori y a todos sus sustitutos democráticos. La respuesta que se estaban rifando se había hecho esperar hasta que Sendero Luminoso aprovecha el intento de golpe de Estado y la destitución de Castillo para ponerse a la cabeza de una insurrección que derroque a Boluarte, disuelva en congreso y haga la revolución, pero que carece de destino.

@CarlosRaulHer

 5 min


Guillermo Mendoza Dávila

La demanda mundial del oro negro está prevista a crecer unos 2 millones de b/d en el 2023, trepando ya por encima de los 100 millones de b/d, principalmente por la recuperación de la economía China, luego del levantamiento de las restricciones post Covid.

Mientras tanto, el crecimiento de la oferta debe ralentizarse, con un aumento estimado en 1 mm de b/d, en gran medida debido a la insensata situación bélica soviética. Algún precio ha de pagar Mr. Putin por sus locuras y ya Rusia siente el impacto de las sanciones internacionales. A la fecha han perdido unos 200.000 b/d de ventas y se espera que el escarmiento alcance hasta cuatro veces esa cantidad.

Por lo anterior, mayor crecimiento de la demanda que el crecimiento de la oferta, parece muy probable que el precio del petróleo se mantenga alto durante el año. Ello, asumiendo que no habrá en el corto plazo un fin negociado a la cruenta invasión a Ucrania u otras acciones correctivas de parte de la OPEP y otros actores.

Trayendo a casa este escenario, pareciera que nuestro petróleo mantendrá un precio atractivo a lo largo del año. Ahora sólo tenemos que incrementar significativamente nuestra producción para aprovechar esta nueva oportunidad de mejorar los ingresos públicos. Para ello, ciertamente debemos soñar con la drástica reducción o quizás la eliminación total de las sanciones a nuestra principal industria.

Quede claro a mis dilectos lectores dos aspectos; uno, que me refiero taxativamente a las sanciones en contra de las instituciones afectadas; y dos, que no hago juicio de valor sobre el destino de dichos fondos. Solamente hago votos por aprovechar al máximo todas las oportunidades que se nos presenten como nación y que son por demás muy necesarias.

La semana pasada preguntaba cómo podría el Estado pagar a sus empleados un ajuste salarial de cualquier magnitud. Estimamos que la partida de sueldos represente entre el 4% y el 5% de los ingresos totales para 2023. Entendemos que el clamor popular es más que justificado, ya que el sueldo promedio del sector público ronda los $20 mensuales, con un mínimo de $14. Pero debemos curiosear de dónde saldrá el dinero para dicho ajuste, si los escasos recursos están totalmente comprometidos. Ergo, el párrafo anterior.

La otra pregunta es cómo atender a la solicitud de que el pago se haga en divisas. Nadie quiere bolívares, pero para el Estado no será fácil depositar dichas nóminas en divisas. Liquidar nuestra moneda es anatema y la apertura de millones de cuentas nuevas es inviable, lo que nos deja con un acertijo entre manos. Podrían quizás depositar las divisas en las mismas cuentas actuales en bolívares, obligando a la banca a registrar ambos saldos simultáneamente, pero ello parece altamente improbable, técnica y prácticamente.

Anclar el salario al Petro o algo similar que mantenga el pago en moneda local no resuelve el problema de fondo y nos empujaría aún más por el derrotero de la muy temida hiper. Como pueden apreciar, no hay salida fácil, más allá de aceptar abiertamente que se deben modificar las políticas que dan pie a la inflación, rescatar la confianza en el país y en su moneda, y sólo así podremos ver los salarios dignos del trabajo que ofrecen a cambio todos los venezolanos, cada quien desde su puesto, cada uno desde su trinchera. Claro que toma tiempo y resolución, pero como dicen los chamos, no hay de otra.

Todo lo cual nos lleva de regreso al punto de partida. El potencial para un significativo ingreso público lo hay, este año y muchos per venir. Con las reformas estructurales adecuadas rescataremos nuestra industria petrolera y todas aquellas que hicieron grande a este país, en el cual cabemos todos los que estamos y los que se marcharon, derivando de nuestro esfuerzo el justo sustento al que todos aspiramos.

¿Qué cómo se logran esas reformas? No cejando en nuestro diario empeño por propender a ello hasta lograrlo. De cualquier manera posible, aún si el mensaje ha caído en oídos sordos por ahora. El entonces presidente norteamericano John F. Kennedy dijo, “no preguntes lo que la nación puede hacer por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tu nación.”

guillermomendozad@gmdconsultor.com

 3 min


Ignacio Avalos Gutiérrez

Aun cuando íbamos dos juegos abajo, había algo me decía que ganaríamos la final. De hecho, me atreví a hacer un boceto del artículo que escribiría esta semana, vanagloriándome de la victoria de los Tiburones de La Guaira, como Campeón de la Liga del Beisbol Venezolano, luego de una prolongada sequía que, sin embargo, no consiguió alejar a sus seguidores ni acabar con sus esperanzas.

Hice, pues, de tripas corazón, eche al basurero el borrador que recogía mi optimismo y conseguí redactar estos párrafos en los que traté, y creo que logré, disimular mi rabia (iba a decir arrechera) por la derrota sufrida en el último partido y me dispuse, así pues, a elaborar un texto apelando a la nostalgia, calcando, incluso, ideas que publique en diversos momentos a lo largo de los años que llevo como feligrés guaireño.

Un deporte embrollado (dicen)

Para conmemorar el triunfo de Venezuela en la Serie Mundial de Beisbol, el Presidente Isaías Medina Angarita declaro el día 22 de octubre de 1941, como fiesta colectiva y el beisbol se convirtió en el “Deporte Nacional”, quedando así en los libros de historia, pero sobre todo en la cultura vernácula, convirtiéndonos a todos en religiosos de una religión laica (si es que cabe la expresión).

El país ha convertido en su deporte favorito a este juego curioso hecho de interrupciones y vacíos, en el que durante la mayor parte del tiempo los jugadores parecieran ser observadores y no protagonistas, y en el que el equipo que ataca no es el que tiene la pelota. Un juego que se rige por reglas complejas, se calibra a través de sofisticadas estadísticas que reparan hasta el más mínimo detalle y no tiene límite de duración dado que no admite la posibilidad del empate. Para resumir sus paradojas suele decirse que es un deporte que se juega con una pelota redonda, que viene en una caja cuadrada.

Entre nosotros el beisbol se ha convertido, incluso, en una suerte de cédula de identidad que nos registra como fervientes partidarios de algún equipo, sin importar en absoluto que muchos no sepan lo que es un pisicorre o crean que el robo de base es delito, que el toque de bola sea una acción obscena que no se debe hacer a la vista del público, que el flay de sacrificio sea la inmolación de alguien o que el sweezze play sea una variedad del auto suicidio.

El beisbol es, por otra parte, el deporte que nos abastece de palabras y frases que en muchas ocasiones resultan imprescindibles para contarnos y explicarnos ciertos pasajes de nuestro camino por la vida. Los venezolanos estamos hechos de beisbol, es ésta una de las mejores maneras de definirnos, aunque no sé, por cierto, que dirán los antropólogos al respecto.

El Beisbol en medio de la crisis

Desde hace ya unas cuantas décadas, en el mes de octubre se inicia nuestra temporada de béisbol. En tiempos recientes, en algunas ocasiones no se ha podido llevar a cabo y en otras se han realizado en medio de innumerables obstáculos, derivados de la profunda, diversa y prolongada crisis que agobia al país.

Sorteando las dificultades, fui algunas veces, más bien pocas, al universitario. Me parecía que respiraba una atmósfera distinta a la de antes, No me acostumbre al escaso público, sobre todo en las gradas. No me acostumbré a un estadio demasiado silencioso. No me acostumbré tampoco a que casi no hubiera colas para entrar al universitario, ni tampoco para ir al baño. Tampoco a ver a alguien pagando una cerveza o unas papitas fritas con un fajo de billetes agarrados con una liguita, (por cierto, en esos días el bolívar circulaba como moneda nacional), contándolos con nerviosismo, y tal vez comparando la cantidad cancelada con la canasta básica o con el sueldo de un maestro o de un empleado público.

Era, en suma, un espectáculo muy venido a menos, incluido el nivel de calidad de los equipos. Como muchas otras personas, yo me dejaba caer de vez en cuando por las tribunas con la pretensión de guarecerme un rato, un rato que dura nueve innings, disfrutando de esa sabrosa sensación de normalidad y certidumbre, el revés de lo me encontraba apenas salía y ponía un pie en la calle.

Un espejismo

El año pasado Nicolás Maduro anunció un cambio en la dirección de su gestión. Desde hace un buen rato viene pregonando que “Venezuela se Arregló”, manteniendo la retórica revolucionaria, buscando dejar claro que por esta vía transitamos “nuestro propio modelo de socialismo”. Descrito en pocas palabras se ha adoptado lo que, dentro de un estilo más bien coloquial, se ha identificado como “capitalismo de bodegones”, expresión de un sistema que se desarrolla a través de “burbujas”, concebidas éstas como espacios reducidos, a los que sólo tiene acceso una minoría de los ciudadanos, dados los niveles de pobreza y desigualdad que retratan al país.

Seguramente Maduro dirá que nuestro beisbol se arregló. Que este último Campeonato de la Liga de Beisbol Profesional Venezolano fue un verdadero éxito: estadios con una muy buena asistencia del público, beisbol de altura, buena transmisión a través de un numero relevante de medios de comunicación y una serie final espectacular.

Cierto todo lo anterior. Pero deja una falsa impresión de la situación en la que se encuentra el país. La misma que dejan los concurridos conciertos musicales a los que asisten artistas de otras partes del mundo. La misma que dejan los bodegones, provistos de insólitas mercancías importadas. La misma que deja el estadio recién inaugurado por los lados de La Rinconada, a propósito de la Serie del Caribe, considerado el más grande de América Latina, copia del que existe en Washington, sede de un equipo de las ligas mayores.

Una falsa impresión digo, porque nada tiene que ver con el paisaje cotidiano del ciudadano común y corriente. Para éste es una realidad engañosa e ilusoria. Un espejismo

Yo, un Tiburón de a pie

Perdone, pues, que por enésima vez reitere por esta época en estas mismas páginas de El Nacional, que desde que tengo uso de razón beisbolística, soy seguidor de los Tiburones de la Guaira, equipo que he apoyado siempre, mediante adhesión que no necesitó de ninguna razón para ser, ni para transformarse, luego, en fidelidad vitalicia y a ultranza, sin condiciones que la sometan, se gane o se pierda, jugando bien o mal, con errores o sin ellos, bateando mucho o poco, sin importar, siquiera, que, en los últimos tiempos, el equipo pareciera haberse instalado en la derrota. Es la devoción a los tuyos en la alegría, en la angustia, el suspenso, la desesperación, el temor, el miedo, la zozobra, la tristeza, en la rabia de cada partido.

A los Tiburones les debo mucho de lo más grato de mi vida. Les debo la ocasión para el entretenimiento y la diversión. El motivo para una fe. El arraigo a una causa. El argumento de un sectarismo “light”. La razón basada en un fanatismo inocuo. El asidero para una ilusión anual. La identificación con una historia. La solidaridad con una fanaticada anónima, digna, entrañable e imprescindible. Le debo, en fin, parte de mi propia memoria.

A mi equipo le agradezco, además y por encima de todo, la salvación del terrible dilema de tener que ser caraquista o magallanero.

HARINA DE OTRO COSTAL

El “Perreo”

Este último Campeonato dejará no pocos recuerdos. Uno de ellos será, con toda seguridad, el “perreo” de Robert Acuña, excelente jugador de Los Tiburones de la Guaira, tras lograr un jonrón frente a los Leones del Caracas. Se trata de una vieja práctica, denominada antes de otra manera y en ocasiones prohibida, que se ha actualizado últimamente. Hoy en día es una suerte de coreografía realizada por un jugador después de haber realizado una gran jugada, bien sea un bateando o fildeando. El hecho ha causado una discusión entre quienes consideran que el “perreo” es una práctica vulgar y ofensiva al contrario y quienes argumentan que se trata de una demostración de júbilo, con visos artísticos.

Poco se dice que el ”perreo” es hoy en día, una práctica estimulada en las Grandes Ligas, consecuencia de ciertos estudios que demostraban una baja sensible en el interés de los jóvenes por el beisbol, palpable tanto en los estadios, como en los medios de comunicación, quienes lo apreciaban como un deporte muy lento, que acontece en medio de muchos paréntesis, hecho que no rima, desde luego, con la prisa característica de esta época digital, en la que ir despacio es casi un delito. Los nuevos análisis indican que, efectivamente, el “perreo” ha conseguido el objetivo: ha aumentado la cantidad de nuevos aficionados.

El Nacional

Sábado 4 de Febrero 2023

 6 min


Gilberto Picón Medina

La historia reciente muestra ejemplos de transiciones políticas exitosas logradas mediante negociaciones, treguas, acuerdos o pactos que han permitido interrumpir o evitar la violencia y el sufrimiento de sus pueblos y hacer posible la gobernabilidad post transición . Se registran casos emblemáticos como el Pacto de Punto Fijo en Venezuela al concluir la dictadura de Pérez Jiménez (1958); la transición española del franquismo a la República (1975-1979); la transición chilena del dictador Pinochet a la «Plena Democracia» (1985) y la transición brasileña de la Era de Vargas a la administración Cardoso (1998). Estos casos han sido objeto de múltiples análisis, esclarecedores de los factores conducentes a los éxitos que históricamente se les reconoce

Los siguientes acuerdos, que se ofrecen solo a título ilustrativo, dan una idea del tipo de resultados logrados por los negociadores en algunos de estos casos:

a) «Defensa de la constitucionalidad y del derecho a gobernar conforme al resultado electoral.» (Venezuela)

b) «Gobierno de Unidad Nacional, cuando menos por tanto tiempo como perduren los factores que amenazan el ensayo republicano…» (Venezuela)

c) «Se emitirán 40.000 millones de deuda pública en condiciones de mercado para financiar construcciones escolares» (España)

d) » …incorporación de las distintas lenguas y contenidos culturales en sus respectivos ámbitos territoriales, para todos los niveles educativos obligatorios…» (España)

e) «…superación de la extrema pobreza y la marginalidad, la creación de oportunidades de trabajo productivo y estable, y el logro de una tasa alta y sostenida de crecimiento económico.» (Chile)

f) «Aprobación de una ley electoral para elegir presidente de la República y Congreso Nacional, mediante sufragio directo, personal y secreto, libre, informado y debidamente controlado» (Chile)

g) «Garantía constitucional del derecho de propiedad, incluidos los medios de producción.» (Chile)

Estas transiciones han sido consideradas como modelo de soluciones inteligentes para salir de situaciones políticas críticas, sin violencia y sin víctimas que lamentar; las mismas pueden estudiarse como «buenas prácticas» a tomar en cuenta a la hora de enfrentar crisis similares. Pueden también ser analizadas desde una perspectiva sociológica, como acciones generadoras de un tipo de conocimiento práctico susceptible de ser recuperado y adaptado para abordar crisis políticas comparables.

La urgencia que impone la actual crisis venezolana demanda un análisis orientado hacia la acción, que permita extraer de estos eventos un conocimiento de utilidad inmediata: estrategias de acción derivados de aprendizajes sociales logrados en escenarios culturales muy próximos a la realidad venezolana.

Un investigador universitario puede abordar este tipo de análisis con fines de carácter académico; mientras que en manos de un político experimentado, con capacidad para orientar opiniones y acciones, este conocimiento puede convierte en un instrumento eficaz y eficiente para el logro de objetivos políticos apremiantes.

En materia de negociación política, en la actual circunstancia venezolana, podemos distinguir dos escenarios relacionados:

a) Negociación entre los diferentes partidos y grupos que integran la oposición al actual régimen, para encontrar los puntos comunes que los unen, conciliar o diferir las diferencias que tienden a dividirlos y lograr la indispensable unidad de propósito, respetando la diversidad;

b) Negociación entre las fuerzas de una oposición unificada y el gobierno, con el fin de establecer acuerdos para unas elecciones presidenciales libres, justas, inclusivas, limpias, transparentes y competitivas, y para la gobernabilidad post elecciones.

En relación con estas últimas, Joaquín Villalobos (2020), ex miembro de la guerrilla salvadoreña, «…hace un rápido recorrido por una serie de treguas, negociaciones y acuerdos políticos que se extienden en un largo período histórico, para mostrar que estas negociaciones se dan incluso entre enemigos irreconciliables y argumentar a favor de un acuerdo entre la oposición y el actual gobierno de Venezuela». (p 257) Comienza con las treguas durante la guerra civil de su país entre la guerrilla y el gobierno para salvar vidas en los casos de una epidemia (1985) y de un terremoto (1986). Señala cómo en El Salvador, dos años de negociaciones lograron la pacificación y transformación del país.

Villalobos (2020) destaca negociaciones como las de Nelson Mandela, desde su prisión; la de Estados Unidos y Vietnam, en plena guerra; Estados Unidos y los talibanes, después del 11 de septiembre; el gobierno colombiano y las FARC, a pesar del terrorismo y el narcotráfico; en Sudáfrica, a pesar del apartheid; y en Guatemala, donde hubo un genocidio. En Birmania donde se dio otro genocidio. Entre Donald Trump y Kim Jong-un, el dictador de Corea del Norte, y en Mozambique donde se firmó un acuerdo de paz después de 15 años de guerra y un millón de muertos.(*)

Esta variedad de casos contienen valiosas lecciones que conviene tomar en cuenta en la actual crisis venezolana, calificada como crisis humanitaria compleja y profunda, en la cual los líderes políticos se deben a un pueblo sumergido en carencias y necesidades de tal magnitud, que han provocado la migración de más de siete millones de compatriotas, y a una nación con un futuro comprometido por el colapso de sus sistemas económico y educativo, que deja a su población en franca desventaja frente al conjunto de las naciones de la región y del mundo.

No se trata de acudir a la historia en busca de modelos a imitar; sino de estudiar la lógica y la ética que emerge de esas «buenas prácticas» y de esas negociaciones extremas, analizarlas a la luz de la actual circunstancia venezolana, e idear las acciones más apropiadas para resolver las múltiples crisis que caracterizan esa circunstancia.

Desde el punto de vista ético se plantea la responsabilidad de quien detenta algún grado de poder, como es el caso de la oposición venezolana, que si bien ha logrado contener los avances del gobierno hacia un mayor totalitarismo, tiene la obligación de contribuir a destrabar la coyuntura política actual para evitar más sufrimientos a su población y hacer posible el desarrollo del país, hoy estancado. Esta responsabilidad ética exige actuar oportunamente, establecer prioridades y sacrificar o diferir intereses personales o grupales a fin de atender lo sustantivo de la crisis nacional. La oposición está llamada, además, a mostrar con hechos, que su lógica y su ética son cualitativamente diferentes de las del régimen que desgobierna actualmente a Venezuela.

Los casos mencionados ofrecen valiosas informaciones que los líderes de la oposición podrían analizar en el marco de los valores contenidos en nuestra Carta Magna: vida, libertad, justicia, igualdad, solidaridad, democracia, responsabilidad social, preeminencia de los derechos humanos, ética y pluralismo político (Art. 2 de la CRBV); a los cual podemos agregar valores que tienen en común la ciencia y la democracia: respeto por las evidencias, compromiso con la razón, rendición de cuentas, apertura mental, actitud crítica y autocrítica, tolerancia, atención a la incertidumbre y a la ignorancia.

Al momento de terminar esta nota tiene lugar un recrudecimiento de las diferencias existentes entre los grupos que integran la oposición; situación que exige, por lo menos, una breve mención. Desde finales del 2022 se ha venido incrementando la pugnacidad y el distanciamiento entre estos grupos, situación que alcanza un punto crucial cuando la Asamblea Nacional-2015 decide eliminar la presidencia interina; acción definida como anticonstitucional por eminentes juristas venezolanos, y considerada un error político por sectores de la misma oposición.

A pesar de este contratiempo y de los errores que le han sido señalados en varias oportunidades, confiamos en que la oposición logrará finalmente su propósito, para lo cual cuenta con factores como los siguientes: las elecciones presidenciales fijadas para el 2024; la decisión de realizar unas Primarias para la elección de un candidato único; la presencia de un buen número de líderes dispuestos a medirse en esas Primarias; la existencia de 4 gobernaciones y 124 alcaldías en manos de la oposición; la diáspora venezolana, que incluye un significativo número de profesionales de alto nivel, con capacidad de organizarse e influir en amplios sectores nacionales a través de las redes sociales; la posibilidad de dar continuidad a las negociaciones en México; la Asamblea Nacional-2015; y el firme apoyo representado por la Constitución Nacional de 1999.

Finalizamos entonces, insistiendo en nuestro llamado sobre la conveniencia de consultar las lecciones de la historia política en materia de negociaciones, pactos y acuerdos de modo que, por encima de las dificultades y amenazas, las cuales no son pocas, y apoyándose en los factores positivos mencionados, que también existen, se logren los acuerdos indispensables para una sólida unidad de toda la oposición y el despliegue de una vigorosa campaña política incluyente y pedagógica, que permita avanzar hacia la solución de la crisis humanitaria, la restitución de la democracia, la reconstrucción del país y la reconciliación de los venezolanos

Twitter: @picongilberto

(*) Para escribir esta nota nos hemos apoyado, con ciertas libertades, en la información y los análisis incluidos en mi reciente libro «Ciencia, Educación y Democracia» (Nov. 2021). El mismo contiene una bibliografía específica, para quien desee ahondar en el tema. Todo en internet, a la distancia de un clic.

Gilberto Picón Medina es Lic. en Psicología (1967), UCV, Maestría en Educación para el Desarrollo (1972).Univ. de Stanford, USA. Doctor en Educación (EdD) (1978), Univ. de Stanford, (USA). Actualmente Trabaja en investigaciones sobre los Procesos de Cambio en Educación y sobre la relación entre Ciencia y Democracia.

 7 min