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Opinión

David Bittan Obadia

Señor AMLO, su majestad el rey Felipe VI, Rey al que admiro, respeto y conozco, no puede dar respuestas a planteamientos impertinentes; quizás usted no entienda, como se bate el cobre en países civilizados, y obviamente mucho menos en la casa Real Española.

Usted lleva un tiempo teniéndole muchas ganas a España, claro con su vecino no se mete por razones obvias, mas bien le coquetea y en exceso.

Señor presidente, no lo tildo de ignorante, pero su abierto desconocimiento sobre la conquista y el Imperio Español, simplemente lo limita mucho y le anima a emitir declaraciones lamentables en su show matutino. Por cierto sus resultados de gestión son desastrosos; y como refiere la prensa de su país: “hay una desgraciada realidad y un intento permanente de esconderla“.

Estoy convencido que la manipulación mediática le ha dado resultados en un grupo importante de personas, ese mismo, a los que no vale la pena sacar de la miseria pues ya no le votarían.

Señor AMLO, el imperio español controló y mantuvo en armonía por casi 400 años a más de 20 millones de km2, que integró en una unidad política, a pesar de los pueblos heterogéneos; usted en su pequeño ecosistema no ha logrado la tranquilidad tan anhelada, y son al día de hoy los grandes campeones de la violencia el narcotráfico y la corrupción.
La historia de España, con sombras y luces ha cambiado el mundo para bien, “el imperio español, existió, y no hay vergüenza posible”.
Los españoles con la primera globalización, llevaron a su país la civilización judeo-española y el idioma fue un verdadero milagro para la cultura humana, logrando también la maravilla del mestizaje. España igualmente exportó su sistema judicial y las universidades. Donde estuvieron los españoles, todavía hay descendientes indígenas, sin embargo cuéntele a su gente la historia del pueblo Inde o Aapaches, ¿usted sabe que fueron los mexicanos y norteamericanos los que los exterminaron?
¿Sabía usted que, indios mestizos o españoles eran considerados como súbditos de Felipe IV, sin importar su lugar de nacimiento?; sus antepasados señor presidente formaron parte de ese imperio, no reniegue de ello, los españoles no le reprochan que algún familiar de su línea directa tomara la iniciativa de seducir a los compañeros de Colón, por ejemplo y de pronto el daño se causó a la inversa.
Usted intenta contar la historia a su manera, pero si los españoles no hubiesen conquistado, quizás su familia estaría todavía en el tema de caza, pesca y recolección y creyendo en brujos y chamanes. Solo puede construir futuro quien conoce la historia.
Ser humorista es un tema serio, México tiene notables profesionales que el mundo admira, pero dar risa es otro tema, lástima por el noble gentilicio de ese país.
Como dicen los humoristas serios de España: si le hubieran hecho caso a sus consejos al empezar la pandemia “la misma habría acabado hace un año y la humanidad un ratito antes”.
Deje a España quieta, su majestad no puede contestarle, por razones obvias, pero yo me encargaré de que le lleguen estas líneas y desde aquí imagino su sonrisa; yo si grito a los cuatro vientos: ¡Viva España y Viva el Rey!

davidbittanobadia@gmail.com

Twitter: @davidbittano

 2 min


Carlos Raúl Hernández

En el barrio Barra Funda de la atronadora Sao Paulo, se encuentra el Memorial de América Latina un gran auditorium para varias decenas de miles de personas, diseñado por el genial arquitecto Oscar Niemeyer. Al frente del Metro, la escultura de una mano gigante, cuya palma tenía una mancha de sangre con la forma del mapa de Latinoamérica. Las venas abiertas de América latina (1971) de Eduardo Galeano, seductoramente escrita, inspira esta sublime interpretación de la historia. Su autor la forjó de metales comunes: equivocaciones, mitos, fanatismo, resentimientos históricos y distorsiones de la realidad, una guía para la acción que lleva medio siglo de sembrar indigencia intelectual y de la otra. Aunque al final de su vida, Galeano la repudió, para nadie es negocio darse por enterado. Es la versión masiva de la teoría de la dependencia que en los setenta replantea los problemas de América Latina en términos de comunismo duro, para descubrir que la felicidad vendría luego de la “ruptura de la relación neocolonial” con el “capitalismo” a la manera de Fidel Castro.

Su hermana mayor era “la teoría del desarrollo” de Cepal, con varios puntos en común: repudio “administrado” a los capitales nacionales y extranjeros, que aceptaba con asco, mientras “la dependencia” los execraba. Ambas concebían que “el desarrollo” debía ser con capitales del Estado, empresas “estratégicas” bajo control nacional. Cepal recomendaba controles de cambio, precios y comercio exterior para subordinar las inversiones privadas, a regusto del populismo y el progresismo; y la segunda, manejo total de la economía por gobiernos revolucionarios. La sustitución de importaciones cepaliana pretendía superar la exportación de productos primarios, que había hecho de Latinoamérica una sociedad pujante, para crear industrias “nacionales dirigidas al mercado interno”, principalmente cerradas a la competencia extranjera. Nacieron industrias no competitivas, ineficientes, sustentadas por subsidios del gobierno, que no producían ingresos en divisas, sino al contrario monstruosos endeudamientos nacionales para sostenerlas.

A la entrada de los 80, los países llegaron a niveles extremos de empréstitos para mantener semejantes parásitos, con hiperinflaciones, hiperdevaluaciones, pobreza, desempleo, estancamiento. En 1982, México y luego Argentina y Brasil declaran default, vulgar bancarrota, y estalló un volcán que puso en peligro a Latinoamérica y el sistema financiero mundial. Debían 330 mil millones de dólares, tres veces el valor de las exportaciones. Los irresponsables causantes del desastre, cuyos colosales errores crearon una crisis mundial, ahora se frotaban las manos por “el fin del capitalismo”. Y se defienden atacando, atribuyen los daños, no a Cepal… ¡sino a los bomberos del FMI! que apagan el incendio. La izquierda crea su Golem, el “neoliberalismo”. El sabio Pablo Iglesias dijo que Galeano “le había dado voz a Latinoamérica”. Ciertamente, dejaron una huella profunda Darcy Ribeiro, Theotonio Dos Santos, Enzo Faletto, Ruy Mauro Marini, Octavio Ianni, Tomás Vasconi, André Gunder-Frank, Carlos Lesa, Aníbal Quijano, Vania Vambirra, Martha Harnecker, junto a Prebisch, Helio Jaguaribe, Oswaldo Sunkel, Celso Furtado y Alonso Aguilar.
Tan profunda que las venas abiertas no terminan de cerrar y todavía muchos profesores, estudiantes, sindicalistas, políticos, empresarios e intelectuales, inconscientemente, como el personaje de Moliere que hablaba en prosa y no lo sabía, se refieren al “neoliberalismo” y las “expropiaciones” como si las experiencias de Latinoamérica de los 80, Cuba y Norcorea, por un lado, y su antítesis China, Vietnam, Indonesia, Laos, Brunei, Malasia, Singapur, Japón, Australia y Surcorea de hoy, por el otro, no existieran. Latinoamérica en los 80 sale de la crisis gracias al FMI, en lucha agónica contra la izquierda más estúpida del planeta que quiso sabotearlos para liquidar el sistema capitalista (a la chilena ya la vimos en acción en 1973 y la seguimos observando). Luego, el cadáver insepulto del cepalismo regresa en la hermética cabeza de Caldera y más tarde el criptofidelismo económico de Giordani y Ramírez.
Los estragos de las “sanciones económicas” globales, permitiría entender que lo que “subdesarrolla”, es si y solo si, la ausencia de inversiones internacionales. Según el pensamiento anacrónico que revelan los debates en la “constituyente” chilena, hubiera ido mejor si nadie nos conociera nunca, como algunas tribus del Amazonas que viven en la Edad de Piedra. La lucha es contra la sociedad abierta, los factores modernos y productivos, para cerrarla al estilo soviético o africano, expropiaciones o nacionalizaciones, sin registrar lo ocurrido con el comunismo de Galeano. Lejos de ser una lucha contra el atraso latinoamericano es contra su avance y algunos tontos todavía cuestionan abiertamente la modernidad. La “dependencia” ni el cepalismo nunca pudieron responder por qué EEUU y Canadá, tan dependientes como Cuba o Nicaragua en su momento, son hoy grandes potencias mundiales. Tampoco por qué Venezuela se hundió en medio de los mayores precios históricos del petróleo y, la una vez desarrollada Argentina, hoy es pasto de la improductividad, corrupción, pobreza, y clama por el FMI.
@CarlosRaulHer

 3 min


Laureano Márquez

De lo sucedido esta semana se desprende que robar en Venezuela es buenísimo, si lo sabes hacer con una buena dosis de cooperación institucional y cinismo. El asunto es que hay que robar mucho, porque al final, estos ladrones antiimperialistas lo que quieren es vivir en el imperio y correr libremente con sus caballos pura sangre por las riberas del río Mehicepipi. El secreto está en robar bastante y luego cooperar con el gobierno norteamericano de manera que este se lleve un altísimo porcentaje de lo robado (que nunca volverá al pueblo venezolano a quien pertenece) y el ladrón, con el repele de milloncejos de dólares que le quede bajo el colchón, pueda vivir una existencia tranquila, al amparo y protección de las autoridades del país del norte.

No se trata solo de ser un corrupto, sino de tener una libretica donde se van anotando nombres y datos de toda la trama de corrupción de la que se es parte. Esas informaciones son las que, suministradas en el momento oportuno, van a permitir al ladrón su liberación en los Estados Unidos con una sentencia reducida.

Con la información que obtienen, los jueces harán nuevas detenciones y embargos de otras fortunas hasta que lleguen al más bolsa (¡mosca bolsas!, que ahora van por ustedes), el que se ha robado apenas una docena de millones de dólares y que, sin la previsión de la libretica, se queda sin posibilidades de negociar y consiguientemente de partir la cochina.

Lo robado por el corrupto también es un negocio, sin duda, para el gobierno norteamericano. Es la transferencia de fondos más brutal que un país haya hecho a otro en toda su historia. Nuestros ladrones de cuello blanco no se roban el 10% de la represa que va a producir la energía hidroeléctrica del país, como hace cualquier corrupto decente del primer mundo. Los nuestros se roban la represa entera y encima, desvían el río en el que se iba a levantar, para robarse también el oro, imposibilitando para siempre la construcción de la represa, causando un daño ecológico irreparable y dejando al final al país a oscuras. En definitiva, el asunto es que el monto de lo robado por estos predios es exorbitante, incalculable, descomunal, inconmensurable, hercúleo. Y lo que se roban nuestros corruptos en nombre de la lucha antiimperialista, va a parar, pues, at the end of the day a las arcas del tesoro de los Yunay Esteys.

Robar es, como hemos dicho, un excelente negocio en Venezuela, pero no para los niños que pierden la vida en el hospital J.M. de los Ríos (que pena con el Dr. José Manuel, un magnífico pediatra) y para todas las personas que mueren de mengua en hospitales mal dotados por carencia de fondos.

Tampoco el robo es negocio para las universidades del país, que deben pagar sueldos miserables a sus profesores y reducir su actividad por la carencia de presupuesto, destruyendo la educación, que es el motor con el que avanza una nación. Robar es bueno, pero no para el que trabaja decentemente, con empeño, durante treinta o cuarenta años y espera, con el fruto de sus ahorros y su merecida jubilación, concluir su existencia con seguridad y paz. Y este, si protesta con justicia por lo que le corresponde, lo meten preso el mismo día en que el otro sale en libertad.

Esta es la conclusión a la que hemos llegado luego de las informaciones aparecidas esta semana. Y eso sin tener en cuenta lo que aún no se saabe.

Twitter @laureanomar

Laureano Márquez P. es humorista y politólogo, egresado de la UCV.

 2 min


Fernando Mires

Hasta el cansancio ha sido repetida aquella verdad que dice que Putin intenta restaurar el edificio geopolítico de la URSS. Hay quienes sin embargo difieren y sostienen que lo que intenta restaurar es el antiguo imperio zarista. No vamos a entrar aquí en esa más bien académica y políticamente infructuosa discusión. Lo que interesa decir por el momento es que efectivamente Putin es un restaurador, un expansionista, un imperialista e incluso un colonialista, pero sobre todo, como ha destacado recientemente Anne Appelbaum en un emotivo artículo dedicado a analizar a Putin, un antidemócrata. Pero el problema no termina ahí. Putin, además, es el representante máximo de una enorme ola antidemocrática que avanza primero hacia la por él considerada “periferia rusa”, su utópica “Eurasia” religiosa y cultural, equivalente a la “Germania” con la que soñaba ese monstruo llamado Adolf Hitler.

No hay revolución sin contrarrevolución. Desde la Santa Alianza, pasando por los totalitarismos nazi y stalinistas, hasta llegar a nuestros días, han habido diversas olas antidemocráticas, surgidas como reacción a las por Samuel Hungtinton llamadas “olas de democratización”.

La última gran ola fue la que puso término al imperio soviético durante 1989-1990. Putin, desde esa perspectiva macro-histórica, representaría una reacción en contra de la revolución democrática, rusa y europea. En ese sentido es el anti-Gorbachov. Pero no está solo. Putin es solo una parte, quizás la principal, de la contrarrevolución antidemocrática de nuestro tiempo.

Como Stalin ayer, Putin mantiene fuertes enclaves en el Occidente político. Mas, a diferencias de la era Stalin, no se trata de organizaciones doctrinarias como fueron los partidos comunistas pro-soviéticos, sino de una gama de diversos movimientos y gobiernos abiertamente anti-democráticos. Los principales por ahora son los movimientos y partidos antidemocráticos de Europa.

Entre esos gobiernos nos referimos a las autocracias europeas, sobre todo a ese trío representado por Erdogan en Turquía, Orban en Hungría, Kaczinski en Polonia.

Parecerá raro quizás incluir al tercero en la triada pro-Putin dado que Kacszinski, como la mayoría de la ciudadanía polaca, teme a que Putin, en su no oculto proyecto por restaurar la geografía soviética, intente ocupar Polonia. No obstante, Kacszinski, en su visión anti-UE es el mejor aliado de Orban. Y Orban es el más estrecho aliado europeo de Putin.

Al jerarca ruso, a diferencias de Stalin, no importan las convicciones doctrinarias. Pero sí le interesa que sus aliados objetivos de Europa mantengan un desacuerdo vital con la UE y con la OTAN. En ese sentido Kaczinski, como sus homólogos húngaro y turco, comparten con Putin similares convicciones. Los tres son partidarios de un gobierno fuerte y autoritario representado en un líder que encarne la tradición mítica de sus naciones. Los tres se entienden como restauradores del orden familiar, sexual, patriótico y religioso (no importa cual religión). Los tres son enemigos declarados de la democracia parlamentaria. Los tres creen en “el principio del caudillo”. Los tres consideran a la democracia occidental como un producto de la decadencia de Europa.

I-liberalismo llama Viktor Orban al conjunto de ideas y creencias compartidas con sus homólogos. Pero ese i-liberalismo es solo una media verdad. Desde el punto de vista económico los aliados de Putin son radicalmente liberales. Y desde el político, el enemigo no es la ideología liberal sino las instituciones de las democracias europeas. Naturalmente, ellos dicen, y probablemente creen, ser democráticos. Y en sentido literal lo son pues su ideal político está basado en una comunicación directa entre pueblo y caudillo. La democracia que ellos enaltecen no está basada en instituciones ni en constituciones sino en el “principio del líder”, tal como lo formulara el jurista alemán Carl Schmitt al que los nuevos autócratas probablemente no han leído pero, visto objetivamente, han llegado a ser sus mejores discípulos. El odio que en los autócratas despierta lo que ellos llaman “democracia liberal” está, como todo odio, basado en un miedo, en este caso, el miedo a que el control unipersonal del poder sea cuestionado. Como bien observara el historiador polaco Adam Mischnick: “Es posible que Putin no pueda implementar cada escenario, pero ha concentrado el poder político incluso más que Stalin. Stalin, al menos formalmente, estaba limitado por su “politburó”, un organismo político que en principio podía decirle que no, aunque por supuesto no lo hizo. Putin no tiene politburó, es todopoderoso, un monarca absoluto, un César”.

Naturalmente, en su reciente aventura ucraniana, Putin ha contado, si no con el apoyo directo, con el consentimiento indirecto de las tres autocracias mencionadas. Puede que pronto aparezcan más. Los movimientos de la ultraderecha avanzan de modo zigzagueante en todos los países de Europa. La Liga Norte de Salvini ha sido temporariamente desplazada en Italia pero ahora avanza el Vox español que, si bien no se ha declarado miembro del putinismo, comparte con este sus valores esenciales. Las elecciones presidenciales en Francia decidirán sobre el futuro inmediato de Europa. Le Pen es abiertamente putinista y Zemmour puede llegar a serlo sin problemas. Todos son partidarios de una Europa des-unida. Eso al fin es lo que cuenta para Putin. Por si fuera poco, a la derecha nacional-populista europea habría que agregar algunos remedos de la izquierda del pasado. Podemos de España se declara “pacifista” y anti-OTAN. Lo mismo ocurre con los socialistas de Melenchon en Francia y “Die Linke” en Alemania.

Al igual que la antigua URSS, el imperio Putin tiene importantes aliados extra-continentales. Gracias a las vacilaciones de Obama logró convertir a Siria y parte de Irak en un condominio ruso. Irán puede contarse entre sus aliados estratégicos. Los ayatollahs han descubierto que comparten con Putin las mismas obsesiones anti-occidentalistas. Para el ruso como para la camarilla teocrática persa, Occidente es un mundo degenerado. En no pocos puntos, las ideologías teocráticas de los países del Oriente Medio son compatibles con las visiones integristas de la iglesia ortodoxa rusa que ve en Putin un paladín de la cristiandad, cabalgando en contra de los demonios lujuriosos y ateos que acosan Occidente. Sin necesidad de recurrir a Max Weber podríamos afirmar que Putin encabeza una rebelión de la tradición en contra de la modernidad. Pero solamente en contra de la modernidad cultural. No así con respecto a la modernidad tecnológica, la que en sus formas digitales y nucleares pone al servicio de la expansión territorial de su país.

La gran ventaja de Putin es que sabe que al interior de la mayoría de los países occidentales existen multitudes anti-democráticas y que en no pocos de esos países la democracia se encuentra en muy precaria condición. La gran revelación para Putin fue no tanto la presidencia de Trump, la que mal que mal debió ajustar su práctica a las férreas instituciones norteamericanas, sino el carácter del movimiento que encabeza Trump. Por cierto, el ex presidente nunca ha sido un modelo democrático. Su personalismo, su autoritarismo, sus convicciones patriarcales, su escaso respeto por los valores que han permitido forjar a su nación y, no por último, su radical anti-europeísmo, no hablan bien de sus convicciones democráticas. Pero mucho menos democráticos que Trump son los trumpistas. Quizás en este caso habría que invertir la relación entre líder y masas. No es, en el caso de Trump, el líder el que ha producido un fuerte movimiento radical antidemocrático en los EE UU, sino estos últimos son los que han producido el fenómeno Trump. El asalto al Capitolio, por ejemplo, fue una muestra de como la contrarrevolución anti-democrática ha logrado apoderarse, si no del corazón, por lo menos del sistema nervioso de la democracia más antigua de la modernidad. En otras palabras, Putin ha visto en Trump a uno de los suyos.

En donde las instituciones democráticas son débiles o precarias, donde surgen caudillos que enamoran y enardecen a sus pueblos, donde las masas son organizadas desde el estado, donde no hay sociedad civil, y sobre todo, donde los canales de comunicación política se encuentran obstruidos, allí está el campo abonado para que el imperio ruso reclute contingentes. Hay una alianza perfecta entre los movimientos y gobiernos nacional-populistas y el proyecto antidemocrático mundial del cual Putin ha pasado a convertirse en su máximo líder.

Casi no hay dictadura o autocracia en el mundo que no cultive relaciones con el gobierno Putin. Se quiera o no, Putin ha logrado articular en su torno a una internacional de gobiernos y movimientos anti-democráticos. No es casualidad que las tres anti-democracias latinoamericanas, la autocracia mafiosa de Maduro, la dictadura neosomocista de Ortega y la dictadura poscastrista de Díaz Canel, se declaren partidarios incondicionales de Putin.

El proyecto inmediato de Putin es convertir a Rusia en un poder mundial. En el hecho ya lo es. Pero para que este sea más sólido, Putin requiere asegurar su dominación en el que considera espacio vital de Rusia. Ucrania representaría, simbólica y fácticamente, el último bastión que hay que derribar para dar inicio a esa locura distópica llamada por el ideólogo del putinismo, Alexandr Dogin, “Eurasia”. Eso es precisamente lo que no han entendido algunos gobiernos europeos, particularmente el alemán. Si Occidente no opone a través de su diplomacia y de sus ejércitos un decidido “no pasarán” a Putin en Ucrania, Rusia puede, definitivamente, destruir la paz mundial.

Puede ser, así opinan muchos comentaristas, que por el momento Putin decida no invadir a Ucrania. De acuerdo a una relación costo-beneficios, el precio podría ser muy alto, piensan algunos. No obstante, aún sin invadir a Ucrania, Putin ha logrado mostrar al mundo que el bloque occidental se encuentra políticamente dividido a la hora de enfrentar a un enemigo común. Con esa victoria probablemente no contaba Putin antes de enviar a sus cien mil soldados a los límites con Ucrania.

La deserción (sí, objetivamente fue deserción) de Alemania, ha debilitado, se quiera o no, la hegemonía militar y política de los EE UU en Europa. Peor aún, ha debilitado al eje Francia-Alemania y con ello ha dejado a Occidente sin conducción unitaria. Logrado ese objetivo, la invasión a Ucrania –a la que Putin nunca renunciará- puede esperar un tiempo más.

La negativa del gobierno alemán a enviar armas a Ucrania tiene un enorme significado político-simbólico. Significa, lisa y llanamente, que la principal potencia económica europea disiente de las resoluciones de la OTAN negándose con ello a aceptar la hegemonía norteamericana en la región. Para los observadores bienpensantes, Alemania ha llegado a perfilarse como un adalid de la paz. Pero las apariencias engañan.

Si bien en Alemania existen fuertes tendencias pacifistas, no podemos obviar que estas no fueron absolutamente determinantes en la política de Scholz. Hay, se quiera o no, un espacio de decisión que corresponde solo al gobierno. En ese sentido, las razones de la negativa alemana a plegarse a las decisiones confrontativas de la OTAN hay que buscarlas más bien en Olaf Scholz y en su partido. Y aquí hay que nombrar dos hechos que se cruzan entre sí. Uno es que al interior de la socialdemocracia alemana, amparada en los negocios del gas, ha cristalizado una suerte de conexión con el putinismo, vale decir, políticos profesionales que de una u otra manera consideran legítimas las pretensiones territoriales de Putin en Ucrania. Probablemente piensan –y tal vez no les falten razones– que Putin tarde o temprano terminará por construir su imperio euroasiático y con ese imperio habrá que coexistir pacíficamente en el futuro. Ahora bien, si a esas tendencias derrotistas sumamos el fuerte anti-americanismo que prima al interior de sectores de la socialdemocracia alemana y del partido Verde, la mesa estará servida para las ambiciones inmediatas de Putin. No vale la pena, en fin, morir por Ucrania– eso es lo que piensa y no dicen, no solo alemanes sino también algunos políticos europeos-.

Sobre el papel, la idea podría parecer formalmente correcta. Pero la realidad no es un papel. Lo que probablemente no entienden los nuevos estrategas de la geopolítica alemana es que, al mostrar divisiones hacia afuera, Putin ha descubierto que, si anexa a Ucrania -lo dijo el ex minitro del exterior alemán Joschka Fischer- la puerta para apoderarse de los países bálticos sería abierta de par en par. Entonces muchos harán la pregunta que el conocido historiador escocés Neal Ascherson ya formuló irónicamente. ¿Valdrá la pena después morir por Estonia? Y así sucesivamente.

Sin embargo, el problema alemán, como todo problema, tiene dos caras. A la negativa alemana de sumarse a las disposiciones de los EEUU mostrando al mundo la debilidad de liderazgo del gobierno norteamericano, hay que mencionar que, con o sin esa negativa militar, esa debilidad de liderazgo precedió a la negativa alemana. Los europeos, entre otras cosas, recuerdan muy bien que en la caída del imperio soviético EE UU tuvo muy poco que ver.

Digamos de una vez: Desde Bush jr. hasta llegar a Biden pasando por Obama y Trump, los EE UU han descapitalizado su liderazgo mundial. La guerra desatada a Irak por Bush jr. pasará a la historia como uno de los grandes crímenes a la humanidad, más aún que la guerra de Vietnam, donde al fin y al cabo EE UU intentaba frenar la expansión soviética en el sudeste asiático. El invento de las armas de destrucción masiva denunciado por el general Powell es una mancha demasiado sangrienta sobre la historia norteamericana. La reacción anti-Bush de Obama, al ceder prácticamente el espacio sirio al colonialismo ruso, permitió la entrada de la Rusia imperial de Putin en la región islámica. El deterioro de la OTAN y el descrédito que llevó Trump a la UE terminarían por exacerbar los deseos expansionistas de Putin. Si hoy gobernara Trump, Ucrania sería rusa, quizás sin necesidad de una invasión. La retirada caótica de las tropas norteamericanas de Afganistán, no mostró precisamente la cualidades estratégicas del gobierno Biden.

Los latinoamericanos ya sabemos como los intentos norteamericanos, al apoyar a dudosos grupos políticos y económicos -ayer en Cuba y hoy en Venezuela- para derribar a gobiernos anti-democráticos, han bordeado el límite de lo grotesco. En otras palabras, por su poderío económico, militar y cultural, la nación mejor condicionada para ejercer el rol hegemónico en defensa de las democracias de Occidente, no ha sabido o no ha podido cumplir su papel histórico.

Sea porque EE UU ya no tiene pretensiones territoriales en ningún lugar del mundo, sea porque no posee una doctrina internacional supra-estatal, sea simplemente porque sus gobernantes han sido políticamente deficitarios, hay que constatar que en este momento Occidente padece de una seria crisis de liderazgo. Cómo y cuándo será superada esa crisis (seguramente lo será) nadie puede saberlo. Lo que sí sabemos es que en estos momentos, esa crisis –con o sin invasión a Ucrania- favorece a los planes de Putin. Y Putin lo sabe.

Cierto, no hemos hablado de China todavía. Ya lo haremos. Cada cosa a su tiempo.

17 de febrero 2022

Polis

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 11 min


José Machillanda

La persecución política, el abuso policial y la vigilancia militar crece exponencialmente por parte del régimen, coincidiendo con un exponencial desempleo y la nueva pobreza de la vida nacional, factores todos que potencian la desesperanza en Venezuela y de los venezolanos, dibujando a un régimen autocrático que impone la exclusión. Esa exclusión ha potenciado la migración venezolana a otras latitudes, declarando que en Venezuela hoy no se puede vivir quedando clara la estrategia perversa de este socialismo militarista, para aumentar su control y persecución sobre grupos y familias de venezolanos. He allí la barbarie socialista, que no comprende que en la democracia el individuo está por encima de comunidad y del Estado.

Este régimen farsante no ha podido entender que su propaganda de máxima violencia lo delata cuando crea un ambiente de persecución sobre muchos venezolanos, que prefieren huir. El régimen hace de la miseria, de la violencia, de la persecución, y -sobre todo- de la mentira sistemática un modo de acción sobre la venezolanidad. La tesis de la exclusión sobre específicos grupos venezolanos crece exponencialmente. En consecuencia, el líder político emergente, democrático, clase media, está impuesto ha convertirse en un líder clave que accione sobre el cuerpo social, que fortalezca con conductas y acciones la confianza para la recomposición en el ambiente social.

El liderazgo político democrático tiene que desarrollar, con fundamento de Reconstrucción, un discurso y acciones solidarias que neutralice la maniobra comunista socialista de imponer miedo y pánico a la ciudadanía, que como acción perversa muestra un modo de dominación. Ese modo de dominación está apoyado por el militarismo socialista que cree firmemente en el revolucionarismo instrumentado por el régimen, quehoy acciona como un despropósito que debe ser controlado por el liderazgo político. Hacer política tiene que ser la tarea impostergable del liderazgo democrático.

El liderazgo político emergente democrático vinculado con el saber, consciente de la necesidad de democracia tiene que hacerse entender y sentir ¡Ya! para que la barbarie del militarismo socialista entienda que Venezuela no es una isla, que su historia honor y práctica de la política obedece a la ciencia, a la rectitud y al cuerpo de leyes de la República. Son esos los instrumentos ideológicos y organizacionales de la democracia, en consecuencia, su actividad y su accionar debe facilitar crear una escuela pública, inmediata y general sobre la democracia y, como un solo cuerpo, defenderse frente a esta grotesca amenaza, entiéndase construir esquemas y articulaciones solidarias propias del Estado Providencia.

El liderazgo político emergente está impuesto a comprender la amenaza de la conducta militarista como un reto la paz social y la persecución de situaciones caóticas inhumanas, que tienen que ser contenidas mediante el genio del líder y el empleo de la ciencia política propias del Estado Providencia. El liderazgo político democrático está retado a interpretar frente a esta locura el rol histórico, que le toca frente a un régimen trastocado que poco le importa la venezolanidad, la paz social y el crecimiento generando al final una migración impuesta.

El liderazgo político democrático y la masa social atormentada por la persecución del régimen tienen que aproximarse al barrio, la comuna, la parcela para acercarse a hacer política de verdad. El liderazgo político emergente tiene que construir acciones inteligente y única que taponeen la perversión de migrar. Frente a la falsedad y maniobra perversa del régimen aparecerá la democracia, crecerán acciones y empeños entre el liderazgo y el cuerpo social para guarecer la familia y neutralizar la trampa y el engaño perverso que atiza un revolucionarismo inmoral.

Es original,

Director de CEPPRO-CSB

@JMachillandaP

 2 min


Jesús Elorza G.

Los empleados y obreros que trabajan en el Comité Olímpico Venezolano COV, se mostraban nerviosos y preocupados por la situación de legalidad del comité ejecutivo. Todos se preguntaban sobre la legitimidad de la actual directiva puesto que su mandato terminó el pasado 31 de enero. Lo que indica, sin lugar a duda, que no hay una cabeza que dirija a ese cuerpo.

Eso se llama acefalía, dijo una de las secretarias que estudia derecho en la Universidad.

-Coño, exclamó uno de los obreros, y ahora quien se hace responsable de nuestros sueldos y salarios preguntó medio alterado.

-No entiendo, lo que ustedes dicen, señalo uno de los vigilantes. Yo veo al señor Eduardo y su combo en la oficina casi todos los días y no está acéfalo. Tiene su cabeza pegada al cuello, ahora que no tenga nada dentro de ella, es otra cosa. Repito, por favor explíquenme que está pasando.

Intervino nuevamente la secretaria, para aclararle a los presentes la situación actual del COV:

Recuerden que, por la acción de un amparo constitucional conjuntamente con un recurso contencioso electoral, el Tribunal Supremo de Justicia, al comprobar la violación del derecho al voto de las federaciones de Remo, Boxeo y Pelota Vasca, dictó sentencia donde declaró nula la asamblea que eligió la comisión electoral el pasado 7 de diciembre, ordenando la actuación de una comisión Ad hoc que dirigiera el proceso electoral que debió celebrase el 5 de enero de 2022 y no se realizó. El tiempo fue pasando y seguía la incertidumbre de la realización de la asamblea electoral, llegando a el 31 de enero sin haber elegido a las nuevas autoridades olímpicas para el ciclo 2022-2025…

-Eso lo entiendo, dijo el vigilante, pero sigo sin entender lo de la acefalía.

Déjame terminar, señaló la secretaria. Los estatutos del COV establecen en su Art. 20 que durante el mes de enero. al finalizar el cuarto año de gestión de la junta directiva, se reunirá la Asamblea General con carácter de elección. Al no realizarse el proceso electoral, el Comité Olímpico queda acéfalo, por el vencimiento del periodo de gestión de las autoridades directivas. Todo acto de administración y disposición que realice las autoridades vencidas de los recursos del Comité Olímpico pudiera interpretarse como una presunta violación de normas penales con las debidas sanciones correspondientes.

-Nos jodimos, gritó uno de los obreros. Un jefe sin cabeza, no podrá firmar las nóminas de pago y quedaremos en el aire.

-El personal de limpieza, que se había mantenido al margen de la conversación, expresó al unisonó, ¿Ahora quién podrá defendernos?

Bueno compañeros, dijo con voz firme la secretaria, corresponde a las Federaciones Deportivas, máxima autoridad del Comité Olímpico, convocar a una Asamblea General para elegir una Comisión reorganizadora que en un lapso determinado convoque a una asamblea para elegir a la nueva junta directiva.

-Ojalá esto ocurra a la brevedad posible, dijeron todos. De no resolverse esta situación la sede del COV se transformaría en “La Casa del Terror habitada por dirigentes sin cabeza”.

 2 min


Banca y Negocios

Sin ayuda financiera de organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial no se recuperará el país, ya que la crisis de servicios públicos, la crisis de salud, la crisis económica no la podrá resolver ningún gobierno por sí solo, afirmó el economista Pedro Palma.

«Para que funcione un plan integral de recuperación de los servicios públicos, la educación, la salud, debe existir un financiamiento amplio y sólido que no es posible tener en Venezuela, sino que debe venir de afuera, de organismos multilaterales como el FMI, el Banco Mundial, entre otros. Además, debe haber créditos puentes establecidos por otros gobiernos, como los que ayudaron a México hace unos años», refirió en entrevista con Román Lozinski.

Destacó que es importante un nuevo liderazgo que esté en la capacidad de hacer la voluntad de los ciudadanos y que avance hacia un plan amplio de reestructuración del país.

«Debe ser un plan de rescate del país y luego de ese plan debe establecerse un plan de desarrollo sustentable, que tenga una visión de 2, 3 y hasta 4 décadas, que garanticen que ese plan sea viable», agregó.

En este sentido, aseguró que todo esto debe estar acompañado de un acuerdo político y los líderes de ese plan tendrán que hablarle con claridad al país y explicarle a los venezolanos que todos los esfuerzos rendirán frutos. «Esos ajustes implicarán un sacrificio, pero tendrán que decirle al venezolano que eso es mejor que estar como estamos», dijo.

18 de febrero 2022

Banca y Negocios

@bancaynegocios

https://www.bancaynegocios.com/pedro-palma-para-recuperar-al-pais-se-nec...

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