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Opinión

Francisco Russo Betancourt

El título que encabeza esta crónica nada tiene que ver con el gobierno democrático y plural al que aspira la inmensa mayoría de venezolanos, es más bien una reflexión de lo que probablemente ocurra de imponerse una Asamblea Constituyente bajo la concepción ideológica de quienes nos gobiernan.

La propuesta de Maduro y sus acólitos para convocar una Constituyente, con fraude a la Constitución, es una maniobra política para imponerle al país un conjunto de disposiciones constitucionales que fueron rechazadas en el referéndum del año 2007, pero que a través de la legislación ordinaria y el control que tenían de la Asamblea Nacional, impusieron nuevas leyes que no armonizan con la Constitución, con las cuales han venido demoliendo progresivamente los principios de la democracia representativa y atribuyéndose con descaro la representación directa de la soberanía popular, ejemplo de ello, por citar un caso, aprobaron el cognomento “del Poder Popular”, tinte ideológico para llamar a los despachos ministeriales, Ministerio del Poder Popular. Nada de eso existe en la Constitución.

Lo que se demanda, entonces, es continuar desnudando y rechazando el despropósito de quien ocupa Miraflores porque con aquella,-la constituyente-, lo que se pretende es la concentración del poder bajo el control de un partido único que se confunda con las competencias del gobierno y el funcionamiento del Estado. Al margen de que este despropósito se postula en el momento de mayor debilidad del gobierno, por el rechazo descomunal a su gestión, que sobrepasa el 80% de los venezolanos, que es la consecuencia de su ineptitud para administrar el gobierno, la vinculación de sectores oficialista con el narcotráfico, la impúdica corrupción de civiles y militares, sin menoscabo del hambre y la miseria que campea en los sectores más deprimidos de nuestra sociedad y una crisis moral y social que habrá de encarar para revertir los valores ciudadanos agravados por una gestión que ha hecho mil millonarios a funcionarios, gestores y testaferros, lo que subyace en el fondo es constitucionalizar la Comuna y establecer el Estado Comunal.

De vieja data es esta pretensión y una conseja se repite, que en algún lugar existe la propuesta del difunto Chávez para que le aprobaran su Constitución concebida por su puño y letra para imponernos ab initio de su gobierno, este modelo totalitario. Afortunadamente eso no ocurrió, a pesar de la mayoría alcanzada en aquella ocasión con kinos y triquiñuelas.

La Comuna entendida como estructura de los ciudadanos para participar en la vida de la ciudad, a pesar de no tener tradición en nuestra vida republicana, se fortalece en la vida democrática municipal y funciona en algunos países, pero la Comuna que pretenden es otra, es la que busca la desaparición progresiva del Estado para construir el autogobierno comunal, puesto al servicio de la clase gobernante y su burocracia. Es la totalitaria, porque su forma de gobierno está determinada por el poder Central a través de Asambleas y Comisarios del gobierno, derivadas de una concepción ideológica. De modo que el difunto siempre se propuso avanzar hacia un Estado Comunal utilizando para ello los medios y formas institucionales contenidos en el ordenamiento jurídico del Estado Democrático y de Derecho. Así ocurrió en la Alemania de 1919 con la llegada de Hitler al poder quien utilizó la Constitución de Weimar para alcanzar sus despropósitos. “Alcanzamos el objetivo, ahora comienza la revolución alemana”, habría dicho Joseph Goebbels, ministro de Propaganda en el gobierno de Hitler y uno de sus más cercanos colaboradores. Hacia ello, pues, conduce la convocatoria fraudulenta de una Constituyente en la cual se quiere que la voten sectores corporizados del gobierno chavista.

Claro que los obreros y grupos territoriales y gremiales forman parte del pueblo, pero no son el pueblo. Una Constituyente tiene que ser postulada bajo la premisa constitucional de consultar a TODO el pueblo, si la acepta o no. Y es a partir de esa aprobación, que el pueblo en ejercicio de su soberanía, fundado en lo dispuesto en el artículo 5 en concordancia con el artículo 63, de la Constitución de 1.999, puede convocar la Constituyente y elegir a los constituyentes para transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico o redactar una nueva Constitución. Una Asamblea como la que quiere Maduro, además de ser ilegal, fraudulenta, ilegítima e inconstitucional, es una farsa y una traición al pueblo, que sólo aspira mejores empleos, comida y tranquilidad social para desarrollarse pluralmente. Otra razón para rechazar esa Constituyente.

frusbet@gmail.com

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El 2 de mayo de 2017, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, manifestó su apoyo a la iniciativa de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, impulsada por el Presidente Nicolás Maduro. ¿Qué argumentos utiliza el comunicado a los fines de justificar la Convocatoria y de motivar su apoyo a la misma?, veamos:

1.- Necesariamente se refiere a la Constitución sin profundizar.

El primer argumento utilizado es afirmar que esa convocatoria está en estricto apego a los artículos 347, 348 y 349 de la Constitución, no hace referencia sino al número, lo que podría significar una formalidad, pero para evitar profundizar, no desarrolló cómo opera ese “estricto apego”.

2.- Hace referencia a la voluntad del Presidente de abrir las puertas a un diálogo.

El segundo argumento es político, destaca el comunicado que la convocatoria es una demostración del “talante democrático del Jefe de Estado”, quien convoca a un “amplio e inédito espacio de opinión, ante el injerencismo, la intolerancia política, la violencia, la barbarie y la desestabilización recientemente promovidas por grupos radicales de la oposición, que persiguen la fragmentación del todo social.”

El comunicado afirma que la Constituyente “abre las puertas a un gran diálogo, que en un clima de respeto y reconocimiento mutuo, permitirá el debate de ideas y consecuentemente la reconciliación ciudadana a través de la participación activa y protagónica de los distintos sectores de la sociedad; no precisamente de cúpulas o élites de ninguna naturaleza.”

Se mantiene así la tesis de la Constituyente como un proceso que intenta utilizarse para un diálogo nacional, pero lo que no terminan de entender, es que el diálogo impuesto, con condiciones claramente favorables sólo para una de las partes y cuando precisamente, ese actor parte, ha destruido cualquier posible confianza en sus actores, no funciona.

El Ejecutivo Nacional ha permitido que hoy experimentemos lo que he llamado la inexistencia del Estado. El único Poder Público que detenta la suficiente legitimidad para asumir la restauración del orden constitucional y ser garante de una transición, e incluso, pieza clave para facilitar las tan mencionadas elecciones generales, es precisamente la Asamblea Nacional.

El Ejecutivo facilitó que hoy Venezuela esté desnuda, ante el mundo como una dictadura, y ante sus habitantes, quienes no lograr respuestas del Estado y menos aún del modelo denominado Poder Popular.

Retomando el comunicado, allí, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, sostiene que el Presidente con la convocatoria, asume un “trascendental reto político”, con la finalidad de evitar un enfrentamiento interno, “depositando su confianza en las decisiones que tome el verdadero soberano, el pueblo de Venezuela.”

El comunicado hace una cita a Simón Bolívar, muy útil para la reflexión propia del mundo militar y del propio gobierno nacional, tiene más que decirles a ellos que a los propios ciudadanos. El pueblo con sus expresiones pacíficas y no violentas de protesta, están muy claros que la crisis actual, es consecuencia de un gobierno que no cumple con ese respeto sagrado a que hizo referencia Simón Bolívar en Angostura en 1819.

3.- Hace referencia a la finalidad de la Constituyente advirtiendo reformas relacionadas con los fines del Estado.

Un tercer argumento, sostiene que la convocatoria busca fortalecer la Constitución, en cuyo contenido se fundamenta, ante lo que llama las nuevas realidades geopolíticas y socioeconómicas. Plantea que esa iniciativa busca una “mayor concreción de los fines esenciales del Estado, entre los cuales destacan la consolidación de la paz, el perfeccionamiento del sistema económico, la defensa de la soberanía e integridad nacional y el rechazo al intervencionismo, entre otros.”

4.- Hace referencia al papel de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Cierra el comunicado afirmando que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, es una institución que cree firmemente en la convivencia pacífica y el diálogo constructivo.

Además, ratifica su irreductible vocación de servir a los más elevados intereses de la Patria y el inquebrantable compromiso de respetar y hacer cumplir la Suprema Ley de la República.

Ese compromiso, que en el comunicado la Fuerza Armada Nacional Bolivariana califica de “irreductible” ¿cómo lo expresa en estos momentos?.

No es posible contribuir a la convivencia pacífica y menos aún con el respeto a la Ley, ignorando la suspensión indefinida al derecho soberano de ser consultado sobre el revocatorio; al derecho de los electores de Amazonas de ser representados políticamente en la Asamblea Nacional; al derecho de los venezolanos de elegir oportunamente a las autoridades regionales; el derecho a la protesta pacífica; el derecho a la libre asociación para participar en asuntos públicos, entre otros derecho que han sido ignorados y desconocidos por el régimen.

5.- El mensaje final dirigido a la sociedad civil.

Por último, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, hace la siguiente petición:

Exhorta a la colectividad a abandonar cualquier tipo de manifestación violenta que atente contra los derechos humanos de las personas e invita deferentemente a todas las formas de organización social que hacen vida en el país, para que se incorporen a este llamado legal y democrático, que con toda certeza representa un mecanismo de solución a los problemas que padecemos, en el marco del entendimiento, la armonía y la hermandad que siempre nos ha caracterizado.

15 de mayo 2017.

Fuente:

Ministerio del Poder Popular para la Defensa. Comunicado Oficial. 2 de mayo de 2017. http://www.mindefensa.gob.ve/mindefensa/2017/05/02/comunicado-de-la-fuer...

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Si los que ocupan actualmente el poder exhibiesen la cordura de un ser “normal”, hace rato que se hubieran marchado ante un repudio tan persistente y abrumador como el manifestado por la población venezolana en su contra. En fin de cuentas, lo que se les exige no tiene vuelta atrás: elecciones, libertad para los presos políticos, respeto al ordenamiento legal de la Constitución y canales para la ayuda humanitaria. Pero, como se ha evidenciado tan trágicamente desde el 19 de abril, su respuesta ha sido la represión más brutal y desproporcionada de manifestaciones desarmadas y pacíficas, con más de cuarenta muertos, la casi totalidad de ellos jóvenes que apenas iniciaban sus vidas de adulto.

Tanto salvajismo y crueldad es propio de una secta perversa, que es en lo que ha devenido el chavo-madurismo. Es la forma que asume el fascismo en su fase de implosión. Vaciado ya de contenido popular, ahíto de entusiasmo, incapaz de insuflarle ilusiones a nadie, languidece como un cascarón de clichés y diatribas al vacío. Trata de revivir su época dorada, cuando Chávez insultaba a todo el mundo, prometía el oro y el moro, y la masa ensimismada le aplaudía. Hoy, ese cascarón cobija, dentro de una burbuja construida a base de falsedades repetidas hasta el cansancio, a demagogos populistas insensibles que asesinan para mantenerse en el poder. Los recluye de un país real que airadamente increpa sus fantasías y les exime de tener que enfrentar la dimensión de sus ultrajes.

El constructo ideológico del neofascismo chavo-madurista se apoderó hace años de la mitología comunista. Con ello pretendió arrogarse una supuesta “supremacía moral” que, según el imaginario de izquierda, acompaña a quienes se proyectan como “luchadores contra la opresión” y “campeones del pueblo”. Y Chávez respondió en buena medida a las expectativas a que ello dio lugar mientras la bonanza petrolera le proveyó de abundantes recursos para repartirlos entre la población, a la par que destruía la capacidad productiva interna y desmantelaba las instituciones del Estado de Derecho. Ahora, cuando los terribles padecimientos de quienes se profesaban ser el objeto de sus luchas desnudan la impostura de tales pretensiones, causa estupor la insistencia con que la dirigencia chavo-madurista se aferra al mismo discurso. Pero no tienen de otra. El dispositivo expoliador que lograron armar a espaldas de la constitución y las leyes no tiene cómo justificarse en un debate democrático abierto. Por tanto, se refugian en sus disparates “redentores” para escamotear la realidad con su propaganda. Pero en un retruque paradójico de las prácticas Goebbelianas que tanto se esmeraron en dominar, ahora que todo está perdido nadie se deja embaucar por sus falsedades. Solo ellos se aferran a éstas. Y no es que realmente crean sus imposturas: es que constituyen el único refugio que les queda para evadir el implacable juicio que de ellos han hecho los venezolanos. Evocando grandes épicas anti-imperialistas, masajean su propio ego y el de una cúpula militar gorila que los resguarda de la ira popular, para así poder continuar depredando al país sin remordimientos, a pesar de sus terribles consecuencias.

Pero se les hace cada vez más cuesta arriba sostener su teatro. Ante las masivas manifestaciones exigiendo la restitución del hilo constitucional, el cese a la represión y el cambio de gobierno, el chavo-madurismo se ve obligado a malversar dineros públicos para que centenares de autobuses acarreen suficiente gente desde distintos rincones del país, con el fin de montar una ficción de “pueblo” en sus actos. Y ese “pueblo-a-juro”, traído a la fuerza como nos lo hizo patente la directora del Seguro Social, lo anteponen al mayoritario repudio de la población que, por contraste, no es pueblo sino un hatajo de terroristas y desadaptados. Para remachar esta aberración, se exhiben bailando para pretender que todo está normal, obviando cruelmente que la “normalidad” que defienden se construye sobre el asesinato de venezolanos que claman por sus derechos. En su torpeza más reciente -no aprendieron nada de las sentencias 155 y 156 del tsj espurio, buscan legitimar una Asamblea Constituyente corporativa, al mejor estilo fascista, con esa ficción de “pueblo”. Los delegados a ésta sólo serán designados de organismos bajo su control, desconociendo así la soberanía popular consagrada en el artículo 5 de la Constitución y la voluntad que ésta depositó en la Asamblea Nacional. Si lo del tsj enardeció a la población, hoy existe la convicción de que Venezuela no tiene vuelta atrás hasta sacar a estos usurpadores sanguinarios.

Se nos ha encaramado una oligarquía sumamente cruel e insensible, dispuesta a mantenerse en el poder a toda costa. Su razón de existir -la expoliación de la riqueza social del país- los lleva a enfrentar irremediablemente a los venezolanos y a condenarlos a niveles crecientes de miseria y desamparo. Se trata de una dictadura de nuevo cuño, refractaria a toda pretensión de actuar en apremio a situaciones de emergencia como excusa para sus desmanes y atropellos. Se despojan de todo talante de racionalidad política para alardear que el país es de ellos, de la secta, y que de ahí no los saca nadie. Le declaran la guerra al país. Y están claros de que sus perspectivas de éxito penden de la cohesión que pueda brindarles la ideología fascio-comunista y de la complicidad de estamentos corruptos de la cúpula militar. De lo contrario, perderán la manguangua que tanto han disfrutado.

De ahí que, en la medida en que se ven acorralados, huyen hacia adelante. Cuando ya nadie duda del carácter fascista del régimen, se desgañitan acusando a las fuerzas democráticas de “fascistas”. La cabeza del gorilismo, el Gral. Padrino López, invoca a Zamora para proyectar a la fuerza castrense pro-chavista de “anti-oligárquica”, cuando ésta constituye el pilar principal de la nueva oligarquía expoliadora. Someten a civiles demócratas a tribunales militares, montándoles un expediente falso para acusarlos de “traición a la patria”, cuando la vil entrega que han hecho de Venezuela a la dictadura castrista de Cuba está a la vista de todos. El reposero que hoy ocupa la primera magistratura se la pasa alardeando de ser un “presidente obrero”, la canciller pendenciera anuncia que Venezuela saldrá de la OEA “en defensa del pueblo” y personeros tan conspicuos del fascismo criollo, como Diosdado y El Aissami, aparecen denunciando a una “ultraderecha terrorista” que busca derrocar a la “revolución” (¡¡!!). Desesperados, buscan proyectar en la oposición las lacras que los distinguen, en la vana ilusión de que los referentes de “izquierda” le darán el amparo de la Historia (con mayúscula) que absolvería sus crímenes.

En octubre de 1968, bajo la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, las fuerzas represivas del Estado Mexicano (granaderos) abrieron fuego a mansalva contra estudiantes agolpados en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco en demanda pacífica de mayores libertades, la democratización del país y la reforma de las universidades. Masacraron a unos 267 jóvenes y dejaron 1.200 heridos. Tan bárbara y salvaje acción quedó grabada en la memoria latinoamericana como una de las acciones más oprobiosas y criminales de represión que haya visto la región. Particularmente, quedó como condena desde la izquierda a la “dictadura perfecta” del PRI. Recogida en una canción del cantautor chileno, Ángel Parra (México 68, https://www.youtube.com/watch?v=yRT7QCzNcLc), dice en uno de sus versos:

¿Cómo harán los granaderos, cuando llegan a sus casas?

¿Amarán a sus mujeres, con manos ensangrentadas?

Pero esas manchas no salen, ni con jabón, ni con agua.

Te pregunto, granadero: ¿con qué has pensado lavarlas?”

Pues, la secta enferma que hoy mata a jóvenes venezolanos -ya van más de 40 durante el último mes, otros 40 y tantos en 2014- pretende lavar las suyas ¡invocando cínicamente el historial de luchas, tan caras a la izquierda, por la cual dieron su vida los estudiantes mexicanos! En esta hora tan menguada para su malhadado proyecto, busca resistir la ofensiva popular escamoteando sus crímenes tras una mampara moral “revolucionaria”. No le demos el gusto a la oligarquía milico-civil de evadir el juicio de la historia con tales imposturas y llamémosla, junto al despotismo de la gerontocracia cubana de la que ha sido tan servil, por el nombre con que la humanidad ha maldecido para siempre crímenes de esta naturaleza: ¡¡fascistas!!

Economista, profesor de la UCV.

humgarl@gmail.com

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Día tras día recorro en Twitter las imágenes de Venezuela. Siento una indignación infinita acompañada de un sentimiento no menos abismal de impotencia. El criminal régimen de Maduro (con sus narcomilitares y sus socios cubanos) somete a la población a una guerra de desgaste, terror y plomo: los mata lentamente de hambre, desnutrición, insalubridad, desabasto, inflación, miseria; los priva de sus libertades; los reprime sin tregua, los acosa, encarcela y asesina. Y, por si fuera poc baila en sus tumbas. Frente a esa agresión directa, cínica y deliberada, la inmensa mayoría de los venezolanos se ha levantado, pero no con granadas en la mano, sino en una marcha incesante y pacífica cuyo arrojo –estoy seguro– no tiene precedente en la historia latinoamericana. Saben que no hay opción. Deben hacerlo día tras día: les va la vida, la presente y la de las futuras generaciones.

En muchos episodios trágicos de la historia (genocidios, matanzas, guerras), solo unas voces levantaron su protesta. Los gobiernos que pudieron intervenir se alzaron de hombros. No les faltaba información, les faltaba voluntad. Al terminar los conflictos, el mundo comenzó a tomar conciencia de la dimensión y la naturaleza de los crímenes. Pero siempre tarde. Ningún pueblo salva a otro. Ningún hombre salva a un pueblo. Ningún hombre salva a un hombre. Los pueblos y los hombres solo se salvan a sí mismos.

Si estuviera en sus manos, el régimen venezolano establecería campos de concentración y exterminio. Su desprecio frente a los que no están con ellos (que ahora son legión) es el mismo que el de los nazis o los estalinistas: los “otros” no son realmente humanos, son “escuálidos”, palabra atroz que denota ya una voluntad de hambrearlos hasta la muerte.

Por fortuna, la OEA (encabezada por el valeroso Luis Almagro) levanta la voz. Por fortuna hay gobiernos como el peruano, el argentino o el brasileño que han llamado a las cosas por su nombre: Venezuela es una sangrienta dictadura frente a la cual el bravo pueblo (nunca más digno de la letra de su Himno Nacional) ha decidido rebelarse sin armas. Solo con las armas de la razón y el derecho. Y con un solo fin: restablecer la democracia, celebrar elecciones, liberar a los presos, reconciliar a la familia venezolana.

Es una decepción que los gobiernos restantes de América (no me refiero a los satélites de Cuba y de la propia Venezuela) no se pronuncien de manera mucho más enfática. Es una vergüenza que un sector influyente de la izquierda latinoamericana y europea cierre hipócritamente los ojos ante esta tragedia e incluso apoye a Maduro: por lo visto, una dictadura de izquierda merece ser vitalicia. Y es una paradoja cruel que el primer papa latinoamericano, papa Francisco, repita (con su distraída tibieza o su tácita complicidad) la historia de Pío XII y otros pontífices que fueron indulgentes con oprobiosos regímenes dictatoriales.

Impotencia y rabia, es lo que sentimos los amigos de la democracia venezolana. Pero también admiración por el bravo pueblo (sus mujeres, sus ancianos, sus jóvenes heroicos) que se juega la vida en las calles. Aunque escribí un libro sobre el delirio del poder chavista, aunque me acerqué a Venezuela como una segunda patria (acaso la más sufrida de la patria grande latinoamericana) no tengo recetas que dar a mis amigos venezolanos, a los que conozco, admiro y quiero, y a los que no conozco pero también quiero y admiro.

Mi única reflexión es esta: piensen en la luz al final del camino. Fijen la mirada en aquel futuro en el que Leopoldo López esté libre, cuando la democracia se restablezca. Entonces –les aseguro– su ejemplo heroico concitará la adhesión de muchos pueblos (que ahora viven, como el mexicano, sumidos en sus propios y abismales problemas). Millones de personas que se precipitarán a apoyarlos y alentarlos en la tarea de reconstrucción. Y, lo más importante, cuando llegue el día, ustedes habrán conquistado la libertad responsable que les permitirá cuidar y explotar los recursos providenciales de su país en un marco de civilidad y paz, completamente inmune a los demagogos y dictadores.

Muchos pueblos masacrados en la historia no tuvieron mañana. Ustedes sí.

http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/mensaje-bravo-pueblo_182355

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I.

El país se encuentra en crisis. No lo niega ni el propio gobierno, aunque lo atribuya siempre a causas que no caen dentro de su responsabilidad. El país es un desmadre, y perdónese esta palabra usada por los mexicanos, tan poco elegante en cuanto a su sonido, pero tan cabalmente apropiada para señalar una situación en la que algo se sale de su cauce habitual. Venezuela es un ejemplo, según lo reflejan las estadísticas, no las del Gobierno, desde luego. Pero lo refleja, sobre todo, la vida personal de cada venezolano, convertida en una tragedia descrita por la violencia, la escasez de alimentos y medicinas, la inseguridad, la incertidumbre, la angustia y no sigamos porque la lista es larga y desoladora.

Ante lo anterior, asombrosamente (¿asombrosamente?), el Presidente Maduro ha reaccionado convocando a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Lo ha hecho a la brava, no solo esquivando las normas vigentes, auxiliado por interpretaciones rebuscadas, sino, peor aún, contrariando el más elemental sentido común democrático.

Nos propone, así pues, una iniciativa que a la postre deberá terminar en una Constitución Nacional, redactada conforme a un mapa previamente elaborado por el Presidente y sus asesores, basado, pareciera, en un manuel de sobrevivencia política, y que, según se ha dicho con argumentación irrebatible, desmejora visiblemente el país trazado en la Carta Magna del año 1999. Para no redundar en lo que ya se ha opinado al respecto, diré, apenas, que tendríamos un texto elaborado desde el sectarismo oficialista, a partir de electores cautivos (nuevos sujetos políticos sociales y políticos, en la jerga oficial) que menoscaba la democracia y reitera con fuerza la vigencia del modelo del Socialismo del Siglo XXI, de cuyos pobres resultados ya se tiene una muy amplísima prueba.

II.

Imposible, a todas éstas, quitarse de la cabeza la idea de que la ANC le sirve al Gobierno de mampara para tratar de esconder el trance en el que se encuentra el país. Y, sobre todo, ocultar el objetivo central que lo mueve, esto es, seguir siendo gobierno a como dé lugar, dicho esto último de manera literal.

Así las cosas, la ANC no sólo no resuelve los problemas que agobian a nuestra sociedad, sino que los empeora. Pone la linterna en la presunta deficiencia de la Constitución vigente para encarar tales problemas, sugiriendo, piensa uno, que la misma ha impedido que la inflación baje, se desarrolle la agricultura, se castigue la corrupción, mejore la educación o se reduzca nuestra tasa anual de homicidios, entre las primeritas del planeta. Pone la linterna allí, digo, en vez de colocarla en la gestión de un gobierno que se ha equivocado en su diagnóstico y en sus soluciones, llevado siempre de la mano de un galimatías ideológico que ha inspirado planes y políticas voluntaristas, además de dogmáticos, que suelen correr en paralelo con la terca realidad.

E, igualmente, saca del foco a las elecciones, ese invento de la democracia que a partir de la aritmética, sirve para dirimir diferencias, marcar preferencias y determinar futuros posibles para una sociedad. Teniendo siempre por delante las encuestas, el gobierno lleva largo rato rehuyéndolas, contando siempre con la colaboración del CNE, el TSJ y hasta de la propia Contraloría. Ahora, y para guardar una cierta apariencia republicana, ha convocado a la realización de la ANR, a sabiendas de que es la única consulta en la que puede triunfar, porque está construida para que ello ocurra así.

III.

No puede ser que alguien considere seriamente que la ANC pueda ser el remedio. En las actuales circunstancias y dada la naturaleza de nuestras dificultades, es una calle ciega, sobre todo si el país no termina de tener un horizonte electoral claro. En abril y lo que va del mes de mayo han muerto cuarenta venezolanos como consecuencia de la represión a las protestas populares. ¿No es suficiente mensaje para quienes tienen en sus manos la posibilidad de que en el país se solventen los problemas y zanjen las diferencias de manera democrática y en paz?.

El Nacional, viernes 12 de mayo de 2017

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15 de mayo de 2017

Dra. Luisa Ortega Díaz:

Como profesional que ejerce el derecho penal –guardián de la libertad de las personas– y, por ello, en contacto permanente con el Ministerio Público, hoy bajo su dirección y responsabilidad, he reclamado no pocas veces por actuaciones suyas o de sus fiscales, que he considerado no apegadas a la ley, reconociendo, a la vez, el esfuerzo y la dedicación de los honestos funcionarios de ese despacho que laboran en condiciones de absoluta limitación y sin posibilidad de dar respuesta a los requerimientos de su oficio.

Usted, por mandato de la ley, tiene a su cargo garantizar el respeto a los derechos y garantías constitucionales.

En desacuerdo con acciones de la Fiscalía en estos años, sin embargo, no puedo menos que expresarle ahora, como ciudadano y como abogado, integrante por tanto del sistema de justicia, que comparto sus más recientes declaraciones, tajantes e inequívocas, sobre la ruptura del hilo constitucional por parte de los magistrados de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, su exigencia de respeto al derecho de protesta y su justo reclamo por la sujeción irrestricta al debido proceso que, ni siquiera en estados de excepción, puede ser restringido.

Esta es y solo esta, puede ser la posición del Ministerio Público, de acuerdo con el mandato de nuestra Constitución, ahora objeto de la más burda y alevosa amenaza de la fraudulenta convocatoria de una “constituyente popular” que se ha propuesto arrebatarle al pueblo el poder originario para expresar su voluntad a los fines de modificar sustancialmente el Estado y crear un nuevo ordenamiento jurídico, lo cual, como está planteado, cercena nuestro derecho a la democracia en su verdadero sentido y alcance.

Como usted claramente lo ha percibido y se infiere de sus declaraciones, es necesario reaccionar ante tan graves intentos de desestabilización de nuestro sistema de libertades y afectación de las instituciones, incluido el Ministerio Público, marginado del ejercicio de la acción penal en su función investigadora por parte de cuerpos de seguridad militar que detienen sin orden judicial, sin flagrancia, bajo amenazas, con declaraciones de informantes anónimos, todo ello en franca violación del derecho a la libertad y al debido proceso.

Sus advertencias, ciudadana fiscal, han sido oportunas y usted, al formularlas, ha cumplido con su deber. Le corresponde actuar en consecuencia y hacer valer sus atribuciones como garante de la legalidad en un Estado de espaldas al derecho.

No basta con esos señalamientos. Tiene usted en sus manos la posibilidad de enderezar el camino y los entuertos de la justicia, intentar acciones contra los transgresores y responsables por hechos graves de violación de la Constitución y de los derechos humanos, por supuesto, con absoluto apego a las garantías legales.

Sin pretensiones retóricas, ni simples fórmulas de ocasión, por la imperiosa necesidad ciudadana de rescatar la institucionalidad y la paz pública, constituye una verdadera urgencia, para lograr que aparezcan vestigios de justicia que cierren el camino a los atajos de la violencia y de la venganza, la actuación oportuna y apegada a las normas del ejercicio del elevado cargo de servicio público que usted ejerce, en beneficio de toda la colectividad.

En estos momentos, sin más, la sociedad le solicita, ciudadana fiscal, que de nuevo le exija al Ejecutivo garantizar el derecho a la protesta; que investigue la actuación de los cuerpos policiales y de los grupos armados paramilitares; que lleve a juicio a los acusados por las lesiones o muertes alevosas que han ocurrido en la manifestaciones y marchas que han debido ser protegidas por el Estado y que reclame con la mayor firmeza, una vez más, por el atropello que implica el sometimiento de civiles a la “justicia militar”.

aas@arteagasanchez.com

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Alberto Hernández

Crónicas del Olvido

1.-

Por años, tantos que he llegado a una edad casi sagrada, he tratado de no perder el equilibrio, toda vez que le temo a las alturas. El vértigo de estos días consume por completo la salud de los que están afuera y de los que me habitan, esos que muertos continúan respirando el tiempo y la desmemoria.

Confieso que he llegado a un lugar donde mi inutilidad es más que famosa. Inepto para ejecutar ciertas empresas, prefiero acaecer a la orilla de los hechos, como un simple curioso, sin dejar de pensar y morigerar algunas acciones.

Se me reclama que debo incendiar el cielo, que no debo descifrar el mensaje de quien me lanza palabras en otro idioma. Reconozco que no tengo madera de héroe, prefiero el silencio, la muerte lenta a configurar el rostro de una estatua.

Como mi corazón es una bomba que se declara casi inservible, prefiero los afectos, en procura de que el infarto no sea masivo. La vida es tan cambiante que la muerte no tiene necesidad de hacer preguntas. Prefiero el equilibrio, cuestión harto difícil pese a los reclamos y demás fantasmas de utilería. No se trata de contemplar el paisaje y luego plasmarlo ante los ojos de quienes abundan en inteligencia, acciones y desplantes. Por eso los retratos en el pasillo de mi pequeño espacio de sueños.

A veces aparece la soberbia. Trato de apartarla de un manotón. Mosca de la incertidumbre, intenta desviarme de lo que busco como país, el que llevo a todas partes sin necesidad de anunciarlo.

2.-

Un día, que fueron muchos, abandoné la casa y me dejé tullir por lo que tenía ante los ojos. Asomo esta biografía porque no sé hacer otra cosa que decir desde lo que he sido y soy: un personaje de poca taquilla, un personaje que se llena con lo que hacen los otros. Maquillado con la estirpe de los fantasmas que he logrado disipar, no me angustia el silencio, todo lo contrario, comparto con él lo que no me da, pero sí lo que me aporta como despropósito a la mirada de los demás. Ese día —que fueron muchos— perdí la brújula, la inocencia, la locura fue un sendero seguro, hasta dar con mis huesos en la Puerta de Alcalá, en una pequeña celda de Carabanchel, donde estuvieron los asesinados, los martirizados del fascismo español, los comidos de los gusanos de los camisas grises, herencia de la Italia de Mussolini, los que cantaban “Cara al sol” y se orinaban en la cara de Goya. Ese país lo llevo bajo las costillas, resonando como un tambor. Pero antes, mientras la democracia se aturdía en aquella década que comenzaba, fueron ratos de miseria en los ojos y en la boca. El crimen casi me alcanza en la herida redonda de un policía. El odio formaba parte de aquella dilatada adolescencia: nadie podía escapar de ese país que aún se siente en el protagonismo del poder. ¿Cuántos sueños quedaron en la costa africana mientras me veía en los ojos de un niño marroquí, siendo yo casi niño, y la muerte se anunciaba en la sífilis de una hermosa prostituta caída en la arena del Mediterráneo?

Entonces tenía un país invisible.

3.-

Ahora, cuando ya se han agotado tantas cosas, aparece un país angustioso, derivado de muchísimas desviaciones de otros días dejados atrás. Se habla de una herencia, de los desaguisados cometidos por un poder donde las ganancias iban a un solo lado. Como hoy, como siempre.

Cosa cierta. Un país que se debate entre el ruido y la búsqueda de la utopía que Thomas Moro no supo ubicar. Porque las utopías, por eso son utopías, son irrealizables. A quién no le gustaría regresar al paraíso de Adán y Eva, pero con papel higiénico y música compacta. A quién no le gustaría retornar a aquella infancia donde éramos el centro del universo.

El hombre es la medida de su hombría, de la justicia que aprendió en la casa. El hombre es la medida de su inteligencia, la que encontró en cada asombro. Allí radica el equilibrio. La tolerancia —qué esfuerzo para lograrla, toda vez que es un sacrificio— podría ser el equilibrio. Tolerar es aguantar, soportar. Debería cambiar el maquillaje.

Quien no lo logre tendrá que batirse con los fantasmas del pasado y con los monstruos que la historia re-crea para su beneplácito.

Y todo porque la poesía tocó a la puerta y se le dio entrada. Las monsergas, el enredo de los discursos traen más confusión. Esta Babel nos es propia desde que somos nación. Pero se impone, desde el espíritu, no desde la calle, un lugar para reflexionar, pensar lo que somos y lo que no somos. Pensar en lo que nos han convertido. Porque aún no hemos logrado disipar la soberbia y la prepotencia. Si no hemos asimilado los dictados del tiempo, mucho menos podremos aprender del equilibrio. Allá abajo, donde los espectadores esperan la caída, hay alguien que corre por una malla de circo.

No es fácil el país que soñamos. Pero casi imposible el que tratamos de arrancarnos con cuchillos, el que se abate en el barro de nuestro odio, de los amores que reclaman la hora y se pierde en su propio ahogo.

Así, ni el equilibrio ni los sueños. Sólo pesadillas.

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