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Analítica

OIT: La procesión continúa

Analítica

La segunda fase del Foro Social realizado en Caracas del 26 al 29/09 pasado y coordinado por la Organización Internacional del Trabajo, amerita abordar el accionar de los diferentes actores de las relaciones de trabajo en Venezuela y las propuestas anunciadas luego de finalizado el evento.

Como ya conocemos la reunión tripartita de septiembre estuvo precedida de una primera fase realizada del 25 al 29/04 de 2022, cuya realización ha sido la consecuencia de la Comisión de Encuesta aprobada por la OIT (2019) para evaluar la aplicación de los convenios 26, fijación de salarios mínimos, 87, libertad sindical y 144, consulta tripartita.

Luego de transcurridos 5 meses de abril a septiembre 2022 demás está decir que el régimen madurista ha sido aplazado, en todas las asignaturas que los convenios laborales establecen para lograr el trabajo decente, se reconozca la libertad sindical y se consulte debidamente a empresarios y trabajadores en materia de fijación de salarios y de empleo.

Esta situación ha derivado en la protesta laboral acentuada al mantenerse el salario mínimo como el salario promedio del sector público, la afectación del complemento salarial con el Instructivo ONAPRE y el fracaso rotundo de la política económica por su incapacidad de contener la inflación. La muestra evidente es que el salario mínimo de 30 $ mensuales decretado unilateralmente en marzo hoy representan 15 $, cantidad insuficiente ante una canasta alimentaria de 450 $ al mes.

Es oportuno preguntarse ¿vale la pena continuar con estos encuentros a pesar de la evidente posición del régimen de evadir su responsabilidad ante este desmadre laboral?, la respuesta debe ser indudable y del tamaño de una catedral, un rotundo Si.

Mas aun al estar en presencia de una gestión autoritaria que no desea tratar ningún tema del estado ante organismos internacionales que los evidencien, y mucho menos ante la opinión pública nacional, por ser característico de estos gobiernos sórdidos esconder, maquillar sus oscuras intenciones, las cuales adornan con discursos de ser víctima de bloqueos y el fraseo “socialista revolucionario”.

Por tanto, resulta incomprensible los ciruelazos permanentes de corrientes sindicales del país contra la OIT, este organismo no es una central sindical, ni un tribunal, es un espacio creado desde hace un siglo para ordenar civilizadamente las relaciones de trabajo a nivel global.

No por casualidad atiende los requerimientos de los actores laborales de 169 países, donde se incluye a gobiernos, empleadores privados y trabajadores. Este organismo tripartito cuando arriba a un país no selecciona a quienes representan a los trabajadores, por el contrario, estos deben ponerse de acuerdo previamente y acordar quienes son sus representantes, aun cuando los reglamentos de la OIT mencionen de preferencia a la central más representativa.

Me atrevería a afirmar que este organismo tripartito internacional ha sido el más consecuente seguidor de la situación de los trabajadores venezolanos durante el siglo XXI, con el envío de mas de 15 misiones de diferente tenor en procura de llamar al botón a un régimen contumaz violador de los convenios laborales firmados por el estado venezolano desde el siglo pasado.

Tanto ha sido su insistencia y perseverancia que finalmente concretó la Comisión de Encuesta, cuya iniciativa por cierto partió de Fedecámaras no de las centrales sindicales, las cuales luego de acordada la decisión se sumaron correctamente al reclamo de los patronos venezolanos.

Por lo explicado le corresponde al sindicalismo venezolano ordenar sus desencuentros, que han conllevado incluso al congelamiento de numerosas quejas introducidas por sindicatos ante el comité de libertad sindical de la OIT al no actualizarlas adecuadamente, siendo entre otros un caso resaltante el de los 23.000 trabajadores petroleros despedidos en 2003, sin pago de prestaciones sociales, quienes hoy deambulan en procura de defensa de sus derechos laborales sin respuesta alguna.

En resumen, se ha programado una nueva reunión para febrero 2023, es oportuna la ocasión para que el sindicalismo enmiende sus diferencias y pueda presentar una posición sólida frente a un régimen calificado como violador de los DDHH por el reciente informe de las Naciones Unidas, con caso abierto en la Corte Penal Internacional y un expediente laboral de larga data que debe permanecer vigente como espacio de denuncia y seguimiento a las políticas antilaborales que violentan intencionalmente los convenios internacionales.

El triunfo de Petro, el inicio de un utopismo irrealista

Analítica

Editorial

Lamentablemente para nuestro hermano país, la irreflexiva desesperación de los que querían un cambio sin entender que podía ser peor que lo que había, y que los hombres providenciales no sólo no existen, sino que cuando algún oportunista asume esa función, lo que suele ocurrir es una acentuada involución en vez de una progresiva evolución.

El tiempo les hará ver, después de las mucha intencionadas descalificaciones, que el presidente Duque no era lo que se dijo de él y que obtuvo logros, tal vez no percibidos por la mayoría, que iban a enrumbar a Colombia hacia una evolución positiva que permitiría ir reduciendo progresivamente la desigualdad social, uniéndola a una modernización del país.

Al igual que Chávez, Petro será, muy probablemente otra versión nefasta del populismo que tanto daño le ha hecho a America Latina. De esos que, en su enorme ignorancia creen tener las claves para resolver en pocos años la miseria acumulada y paradójicamente lo que logran es más bien agravar la desigualdad, por la inviabilidad de sus utópicas reformas.

Esperemos que los colombianos no dejen que les destruyan las instituciones o que modifique la Constitución. Que no intente perpetuarse en el poder y que el daño que pueda causar sea reparable, después de los 4 años de su mandato presidencial, , no como en Venezuela.

Esperamos que su discurso inicial de amplitud y de reconciliación no sea mera retórica y que sepa, por el bien de Colombia, gerenciar la crisis que se le viene encima como consecuencia de la guerra en Ucrania. Poder sortearla va a requerir mucha habilidad y realismo y no solo discursos populistas cuya ejecución será insustentable.

Colombia: Por qué no sirve darle una patada a la mesa

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Editorial

Pareciera que nadie escarmienta en piel ajena y Colombia no es la excepción. De nada le ha servido a los colombianos ver el desastre ocurrido en Venezuela, cuando cansados de la democracia porque esta no lograba resolver todos los problemas, una importante mayoría decidió darle una patada a la mesa y elegir a un militar, demagogo y populista que terminó con la democracia y entronizando en el poder un poder político que acabó con la prosperidad de uno de los países más ricos del continente y convertirlo en uno de los más pobres, evidencia que está a la vista de todos los colombianos en los millones de venezolanos que ahora viven en la hermana nación.

En Chile ocurrió algo parecido, el pueblo cansado de la democracia le dio una patada a la mesa y decidió elegir como presidente a un joven líder y están redactando, cómo ocurrió ya en Venezuela, una nueva Constitución que por lo que se vislumbra será galimática y el país va derecho a una grave crisis económica.

Ahora los colombianos se aprestan a elegir a Petro como el “salvador”, sin percatarse que estarían eligiendo a un personaje autoritario, que no tiene un verdadero mensaje ideologizador, sino unas ansias incontenible de poder y, por ello, demagógicamente ofrece lo que sabe que no puede realizar y se apoya en una plataforma política integrada por diversas aspiraciones pero que, ciertamente, no presentan una unidad de acción política para gobernar a una nación tan grande y diversa como lo es Colombia.

Si Petro llegase a ganar la presidencia en la segunda vuelta, paradójicamente sería como una infección de viruela en el cuerpo humano, que se cura pero deja marcas en el rostro.

Además, le viene encima una crisis económica global acompañada por una aceleración de la inflación y un deterioro en la condición alimentaria de la mayoría de los países. ¿Estarán Petro y su heteróclito equipo en condiciones de gerenciar positivamente esa situación? o por el contrario hará lo que hacen todos los narcisistas populistas tomar medidas disparatadas, que en vez de sortear la crisis la agravara.

No, las cosas no están mejorando

Analítica

Editorial

Han venido tomando calle rumores, e incluso análisis, apuntando hacia una mejora de la economía. Más que curioso, es peligroso especialmente para el régimen de Maduro. Porque no es verdad, no somos “una economía de 30 millones de consumidores”, sólo un porcentaje muy minoritario dispone de ingresos para vivir razonablemente bien, y un grupo aún más reducido es el que acude a los bodegones y otros establecimientos de moda.

Parte del origen de estos rumores que propenden al fortalecimiento del optimismo nacen de los envíos de remesas por parte de muchos de los millones de venezolanos que se han ido del país. Que en realidad no se han ido, han escapado, muchos de ellos a pie.

Envían lo que pueden, pero si una familia de marido, mujer y dos hijos ingresa por cualquier causa menos de 100 dólares mensuales, está hundida en la pobreza. Lo más lamentable es que el régimen poco hace para mejorar en algo la economía. La nueva reconversión monetaria sólo servirá para que sea más fácil sacar las cuentas, en un país en el cual cualquier tontería se paga en millones.

Son muchas las acciones que el régimen podría –debería- implementar, acciones para generar lo que falta, confianza, buenos servicios públicos, incentivos para la producción local, incentivos para reestructurar sueldos y pensiones, por ejemplo. La banca y el Estado han organizado fórmulas para facilitar el intercambio de esos dólares de remesas en bolívares, pero el verdadero problema no está en la banca, sino en cuánto más pueden gastar más venezolanos en bodegas, abastos, mercados y automercados.

Un compromiso de todos

Analítica

Editorial

Es alarmante, y al mismo tiempo angustioso, comprobar que la mayoría de las personas del país, tanto opositores como neutrales o prochavistas, más que apostar aseguran que las conversaciones entre el régimen y la oposición en México son inútiles y no llevarán a nada en beneficio del país.

Se fijan en detalles que resaltan, desconfían de todo lo que supuestamente se está hablando, desconfían de cada integrante de cada parte representada allí. Es impresionante.

No importa lo que declaren o dejen de informar, no importan sus silencios que no son tomados como discreción diplomática, sino como secretos culpables o rechazo a informar. Consideran que la presencia de Holanda es inferior que la de Rusia por el tamaño y hacen cálculos diversos de fechas electorales o medidas a tomar por cualquiera de los dos sectores para presionar al otro o ponerle una trampa.

Esas personas en realidad apuestan contra el país. No presionan por soluciones, sino por la profundización de las diferencias. No toman en cuenta que el primer elemento de los participantes en un diálogo es la paciencia y el segundo la voluntad de negociar, es decir, de ceder a cambio de lo que se exige, y que lo esencial es lograr resultados positivos para el país en cuyo nombre ambas partes conversan.

No hay que esperar resultados inmediatos, ni siquiera de cara a unas elecciones regionales cuestionables per se. Hay que esperar resultados que beneficien al país, y eso no tiene fecha en el calendario pero sí una ruta en el patriotismo. No se dialoga y negocia a favor de una facción ,sino de todo un país.

Y que ninguna de las dos partes puede, a estas alturas, desembarazarse del compromiso. Abandonar la mesa es ser irresponsable y perdedor. Sentarse el tiempo que sea necesario, que no se mide en días ni meses sino en logros, es labor de país.

https://www.analitica.com/el-editorial/un-compromiso-de-todos/

Paciencia

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Editorial

No se apure que tengo prisa, dicen que le indicaba Napoleón a su edecán cuando lo ayudaba a vestirse, el emperador no quería correr el riesgo de una falla en su vestimenta causada por la rapidez, o aquél viejo refrán castellano que advierte que del apuro sólo queda el cansancio.

Es decir, las cosas que cuentan no pueden hacerse a la carrera, mucho menos en política. Avanzar a saltos no es avanzar, es jugarse una caída, y las caídas duelen, rompen huesos, convierten el apuro en humillación.

Diálogos o negociaciones o como prefiera usted llamarlos entre el régimen castromadurista y la oposición venezolana tiene objetivos de parte y parte pero es un proceso de paso a paso, no puede ser una carrera de 100 metros. Es un maratón en el cual no se juega una medalla de oro sino dos de plata.

Las dos delegaciones están siendo, y eso es signo de seriedad tanto como la seriedad es síntoma de funcionamiento adecuado, discretas y poco habladoras. Un paso a la vez, los acuerdos no se logran en encuentros de todos contra todos, sino en las negociaciones intermedias.

Hay suspicacias populares porque ninguno de los dos grupos, que en el fondo son mas o menos lo mismo, la participación en el poder, cuenta con la credibilidad de las mayorías ciudadanas, ni con los resultados de unas elecciones forzadas para generar una imagen de democracia organizada.

Paso a paso, sin revelaciones parciales, llegarán a un acuerdo que tranquiliza a la opinión internacional y logre algo conveniente para cada parte que, en el fondo, son lo mismo: la imagen polvorienta de una Venezuela destruida.

Y todos coinciden en que el interinato sólo ha sido un aspecto de la totalidad, y que las sanciones no derrumban gobiernos ni convienen a nadie. Es una cuestión de dinero disponible.

Inconsistencia

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Editorial

Se denomina inconsistencia a la ausencia de consistencia, es decir, la falta de firmeza, de persistencia y de equilibrio.

Y eso es, lamentablemente, lo que esta ocurriendo en nuestro país en algunos sectores políticos y empresariales, al abandonar la lucha por la libertad, por el acomodo con una realidad que no pueden superar. No pretendemos juzgar las razones que los impulsan a encontrar fórmulas de acomodo con un régimen que reiteradamente ha demostrado que no cree en la economía de mercado y tampoco en la democracia y cuyo propósito fundamental es su perpetuación en el poder.

Lo que sí queremos advertir es que esa falta de consistencia no facilita el cambio que el país requiere para iniciar su proceso de recuperación económica, pero principalmente social, moral y ética. Son muchos los ejemplos históricos que muestran que esos acomodos circunstanciales lo único que logran es beneficiar a unos pocos y prolongar la agonía de la mayoría.

El cambio solo se logra cuando la mayoría de la población se convence, porque un liderazgo así lo demuestra. Que las cadenas que impone una dictadura solo se rompen siendo coherentes y luchando unidos para conquistarla, como ocurrió en Polonia y en Sudáfrica, para señalar dos de los más emblemáticos ejemplos.

Ahora, vemos como el pueblo cubano y el iraní están luchando por romper las cadenas, sin saber si lo lograrán. Si nosotros queremos que eso ocurra tenemos que ser consistentes y entender que desunidos sólo lograremos que la dictadura prolongue su permanencia por algunos años más.

Carabobo, doscientos años después

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Paradójicamente, cada cien años, nos ha tocado conmemorar en tiempos de Dictadura, de opresión y de sometimiento colectivo, el aniversario de aquella batalla que nos dio la independencia en el Campo de Carabobo.

En efecto, en 1921, con motivo del primer centenario, el tirano JUAN VICENTE GÓMEZ, era quien detentaba el poder de la República liberada en el campo donde se escenificó el combate decisivo entre los Realistas y los Patriotas en la lucha por la independencia. En aquel año, el Benemérito, como se hacía llamar el General andino, ordenó levantar allí “…un monumento para perpetuar el recuerdo imperecedero del magno hecho de armas, digno de los vencedores de aquel campo inmortal” fraseología rimbombante recogida en el texto del decreto respectivo matizado por esa narrativa grandilocuente, propia de la historiografía oficial que durante más de la mitad de la existencia de la república, ha impuesto la bota militar en ejercicio del poder, cobijada bajo la iconografía de los héroes de nuestra nacionalidad. En cumplimiento de aquella decisión, el mismísimo General, inauguró en el campo de la batalla de Carabobo un Arco de Triunfo en diciembre de 1930.

Hoy, en el segundo bicentenario de aquel memorable acto de guerra libertaria, un Dictador vuelve a dejar su impronta totalitarista en la sagrada sabana de Carabobo, avanzando en la falsificación de la historia patria como herramienta de la desesperanza aprendida capaz de enervar los valores sociales y familiares imbricados en el imaginario colectivo venezolano.

Cada Dictadura en Venezuela ha cultivado sus antivalores propios, que usualmente son la negativa del legado de los padres fundadores, aun cuando se valgan de la exaltación de la gesta emancipadora para rubricar todos sus actos oficiales. Por eso, este Régimen sin rubor alguno, festejará el bicentenario de Carabobo con el llamado “Primer Encuentro Cultista de Santería” que más que un evento cultural se trata de un episodio la transculturización producto de la cubanización del país.

¿Por qué a tan solo dos siglos de la lucha de emancipación este trágico hado de nuestro destino nos ha llevado a esta tragedia de la pérdida del sello independentista de Carabobo? Sería importante hoy, como un acto individual de patriotismo, respondernos esa pregunta de cuya respuesta depende que nuestros descendientes puedan celebrar en democracia el próximo centenario de ésta efemérides.

Las barbas del vecino ardiendo

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Editorial

No tenemos la menor duda, a estas alturas, que Colombia está siendo utilizada como laboratorio de pruebas para una izquierda latinoamericana empecinada en acceder al poder por la vía de la violencia, tras sus fracasos en Cuba, donde comienza a agonizar, y en Venezuela, donde por haberse institucionalizado con la torpeza como bandera, la violencia es su arma pero no su conveniencia. La que espera confiada la resurrección ética de Lula Da Silva y la definición de mando de Cristina Kirchner. La que tropezó en Ecuador y empieza a temer un nuevo fracaso ciudadano en Perú.

Colombia ha sido por décadas una gran democracia trabajadora y progresista, la gran defensora del emprendimiento privado y la confiabilidad de sus trabajadores, sentada sobre volcanes de violencia, unos humeando y gruñendo en los campos, ya con lava en Venezuela, y la que está quieta pero no dormida en el resto del país. Un Yellowstone suramericano.

El problema en Colombia es que esa violencia de repente dejó de ser lejana, guerrillera y narcotraficante, y surge como lava social, como hartazgo ciudadano. Y de cómo termine, depende en mucho el futuro social latinoamericano. Si es que un gobierno amenazado y nervioso no termina de comprender que la paz no viene con las armas en la mano, sino con ajustes socioeconómicos tan sonoros como las explosiones.

https://www.analitica.com/el-editorial/las-bardas-del-vecino-ardiendo/

Guaidó dio un paso al frente

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En su intervención de ayer martes, en la que invocó la necesidad de un acuerdo nacional para resolver la grave crisis por la que atraviesa nuestro país, Juan Guaidó señaló que era necesario buscar soluciones realistas y viables para recuperar la democracia y que para lograrlo se requiere negociar, pero no de cualquier manera, sino con la participación de todos los venezolanos, apoyados por la comunidad internacional, y que esta no se convierta en otro esquema gatopardeano, en el que se de la ilusión de un cambio para que todo permanezca igual.

Guaidó dejó muy clara la idea de que Venezuela requiere un acuerdo de salvación nacional que debe darse entre las fuerzas democráticas del país, el régimen y la comunidad internacional, y que eso se lograría si se establece una convocatoria de elecciones libres presidenciales, parlamentarias, regionales y municipales, con observación y respaldo internacional.

Además hizo énfasis en que se requiere una masiva ayuda humanitaria y un amplia campaña de vacunación contra la Covid-19.

También es indispensable que haya garantías democráticas para todos los actores, las fuerzas democráticas por un lado y el chavismo por el otro, con mecanismos para iniciar la reinstitunalizacion del país; la liberación de todos los presos políticos y el regreso de los exiliados, y algo muy importante, la necesidad de establecer una justicia transicional.

Un punto importante de su intervención fue que se deben suministrar incentivos y garantías al régimen, que pudieran llegar a la eliminación progresiva de sanciones, siempre y cuando cumplan con los términos establecidos en el acuerdo.

Tendió puentes a los otros líderes opositores para que puedan medirse, pero observó que, sin un acuerdo unitario, el régimen hará lo que sea para seguir dividiendo a las fuerzas democráticas, dejando entender que esta propuesta que presenta al pueblo venezolano tiene un alto respaldo de la comunidad internacional.

Es la hora de que los venezolanos pensemos en cómo construir un mejor futuro y poner a un lado las luchas intestinas, que no nos han dejado sino división, frustración y desesperanza.

Creemos que la propuesta de Guaidó es razonable y vale la pena apoyarla, esperando que el régimen no la estropee de nuevo posteando la mesa. Esto si es un paso al frente, que va mucho más allá que el nombramiento de un nuevo CNE, porque se dirige a todos los venezolanos sin exclusión.