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Carlos Raúl Hernández

Negociación o exterminio

Carlos Raúl Hernández

La comidilla masiva de términos como negociación política y diálogo, los marca con todo tipo de distorsiones y errores. Y desde las redes se disparan caprichosos diagnósticos sin ningún respeto por conceptos serios de la ciencia política sobre los que hay dilatada experiencia práctica y tradición académica. Los espontáneos que se lanzan al ruedo sin saber de lo que hablan, aquellos que Hayek llamaba “difusores de ideas de segunda mano”, establecen folklóricos juicios con irrespeto absoluto por el conocimiento acumulado luego de incontables procesos, sangrientos y dolorosos. Y con terrible irresponsabilidad práctica.
La demencia ya arranca a calificar negativamente los visos de sensatez y a pedir aceleración y turbulencia. Desacreditan opiniones y acciones que no entienden y que por lo tanto no pueden compartir, y por ignorancia crucifican a quienes las expresan. Pero si los decisores prestaran atención a tales pavadas, como ha ocurrido recientemente, se vendrían nuevas desgracias. De entrada ignoran que en los conflictos en los que no se vislumbra claramente el vencedor, es ingenuo establecer condiciones previas de negociación, mucho menos todo o nada.

Cuando una de las partes apela a esto, es porque no quiere negociar. Durante el auge de Al fatah, brazo terrorista de la Organización para la Liberación de Palestina dirigida por el fallecido Yasser Arafat, diversos países y organismos internacionales intentaron acercamientos entre ellos y el Estado de Israel. El propósito era detener la oleada de sangre inocente que desparramaban las acciones de Arafat por el mundo entero, que llegaron a su cúspide con el asesinato del equipo de Israel en las Olimpíadas de Munich, y las pronosticables retaliaciones que vendrían del Mossad.

Solo negocio con mi mami

La respuesta de OLP era “poner condiciones” imposibles. Estas eran del tono de “iremos a las negociaciones si se liberan los presos políticos revolucionarios en todas partes del mundo y se nacionalizan las empresas petroleras extranjeras en el Medio Oriente”. OLP se sentía segura de un eventual triunfo por su eficiencia para despanzurrar turistas judíos en los aeropuertos, y cualquier diálogo le parecía tonto, aunque finalmente terminaron por acceder luego de innumerables derrotas y de perder por vía bélica lo que hubieran podido ganar por la otra.

Entre las consejas convertidas en matrices por la difusión de ideas de segunda mano, una es discriminar al interlocutor. “No se negocia con delincuentes” es la nueva ley, como si en los conflictos políticos uno pudiera escoger como interlocutores exquisitos caballeros y damas de nuestra simpatía y afecto y llegar a afectuosos acuerdos. La gama infinita de ejemplos en los que se tiene que negociar precisamente con “el enemigo”, el que nos ocasionó muertes y pérdidas materiales o desorganizó nuestras vidas, debiera ser suficiente para dar discreción a las profusas boquitas que se llenan gases ácidos para soltarlos.

Desde hace unos cuarenta años en los departamentos de policía y el FBI se organizaron unidades de negociadores, formadas por sicólogos, siquiatras, sociólogos y otros expertos, precisamente para enfrentar situaciones de rehenes o secuestros, creadas precisamente por terribles delincuentes. Por fortuna ninguno de nuestros expertos ha pasado por ahí con la tesis de no negocio con delincuentes. Una negociación no se puede realizar con espíritu de exterminio, a menos que el exterminio sea real, como ocurrió con Alemania en la Primera Guerra y no hizo falta negociación sino un diktat.

El costo de la ceguera

Se impuso en Versalles en 1919 un estatuto de paz a los vencidos, las potencias saborearon una victoria adobada con sadismo y venganza por cuyo mandato Alemania se declaraba la única responsable de la guerra y debía pagar reparaciones a todos aliados. Un miembro de la delegación británica, J.M. Keynes, de los economistas más notables del siglo XX, escribió Las consecuencias económicas de la paz, donde cuestionaba lo ocurrido y anunciaba futuros graves conflictos en consecuencia, para escándalo de los desprevenidos del momento que coreaban.

Vinieron los nacionalsocialistas, Hitler y la Segunda Guerra. Una de las pruebas de absurdo más dramáticas que se observan en la jerga empírica que analizamos, es que no solo exigen condiciones sine qua non para acceder a una negociación, sino que entre esas condiciones están nada menos que objetivos máximos, prácticamente la rendición del adversario y nunca las bases para una transición, uno de los enjuagues bucales más usados. Los chilenos que negociaron con Pinochet tuvieron el suficiente talento para no plantearse establecer una democracia plena, sino iniciar el camino para logarla, como ocurrió años después.

Así operan las precondiciones. Los vietnamitas difirieron deliberadamente ocho meses las conversaciones de paz con los americanos en París porque no aceptaban mesas cuadradas ni redondas. Y, ya instaladas, los norteamericanos bombardearon Hanoi para sabotearlas. Pero más errático es cuando las precondiciones exigen la autoaniquilación de un adversario que no está derrotado. Para imponer algo parecido al tratado de Versalles se requiere también algo parecido a una invasión y un aplastamiento militar. Y luego se verán las consecuencias de esa paz.

@CarlosRaulHer

Lobos y muchedumbres

Carlos Raúl Hernández

En 2016 las fuerzas democráticas estuvieron en tercera base hacia el poder, pero todo se derrumbó. Misteriosamente abandonaron la cadena de victorias electorales, la estrategia gradual y retrocedieron al abstencionismo. Rodaron los responsables por acción u omisión, se perdió la oportunidad de que el país saliera de la trampa con sus propias fuerzas y los poderes globales decidieron actuar por sí mismos, obviar a los derrotados, vistas tantas dificultades para hacer el trabajo. En lo que ocurre a partir de enero 2019 son determinantes factores exodinámicos y es necesario replantear los endodinámicos.

Por eso suena asombroso que fans de los autores del descalabro que menguó a los partidos democráticos, produjo muertes, persecuciones y dio oxígeno al gobierno, propaguen que el hoy es producto de una estrategia en la que entran las desventuradas abstenciones y los otros desaguisados. En ese contexto aparece Juan Guaidó, rozado por el ala de la Fortuna, sin la cual para Maquiavelo era imposible que los hombres pudieran culminar grandes empresas, quien al parecer se ha librado de la pulsión suicida.

Maquiavelo pensaba en la Fortuna a propósito de César Borgia quien tenía condiciones de liderazgo para unificar Italia, pero murió sin lograrlo, en un estúpido accidente. Invitó a cenar a unos cardenales en su casa para envenenarlos y el asistente sirvió a él, vino destinado a sus enemigos. Luego de la victoria de 2015 y de un primer diferendo sobre el asunto, los partidos deciden un orden para rotar la Presidencia de la Asamblea. En las calles se inicia una disparatada secuencia que llevó a la cárcel o al exilio a quienes tenían opciones prioritarias para el cargo que hoy detenta Guaidó.

La policía de la felicidad

El insurge en la escena con coraje y prudencia. A partir del 23 de enero pasado cuando se entronizó, se gesta un proceso cuyos vericuetos son difíciles de seguir, pero que podría culminar en el triunfo democrático. Entusiasma que el líder emergente maneja hasta ahora el lenguaje con prudencia mientras actúa con audacia pero bien administrada. Usa racionalmente los recursos, como la calle, de manera de no poner en peligro vidas inocentes, porque hay lobos que desean que se vierta sangre, de uno o el contrario bando, pero que ansían un nuevo Pedro Carmona.

Se agitan tormentas porque pareciera estar dispuesto a ejercer el liderazgo que está en sus manos y no encarnar una especie de Héctor Cámpora, aquella figura menor de la historia argentina, a quien eligieron Presidente de la República y se la guardó a Perón para su regreso. Guaidó camina por terreno vidrioso con gente que lo apresura de buena o mala fe, y debe cuidarse de la euforia de las muchedumbres que lo estrujan en los actos. Y de asesores complacientes que Yehezkel Dror denominaba la jaula de cristal, que incomunican al líder con el mundo real y complacen sus oídos.

La crítica proporciona elementos de juicio más valiosos que los mimos de los entornos. Estos conforman una especie de policía de la felicidad, que sale enardecida como perro de presa contra observaciones que perturben el entusiasmo sencillo de los fans. Los entornos son Mefistófeles que soplan al oído e influyen decisivamente tanto en el fracaso como en la victoria. La policía de la felicidad se encargó de reprimir con furia a quienes alertaron sobre la secuencia de errores del triste periodo 2016-2019 y que por el momento dejó incinerados varios dirigentes.

Revolución contra constitución

Toda situación política es compleja pero sobre todo cuando bordea la violencia interna y la intervención extranjera, que dejan traumas indelebles. Dentro de esta complejidad resalta que gran parte de lo que se hace o se pretende en esta crisis está fuera del orden constitucional, comenzando por la aplicación del famoso artículo 233. Toda revolución es por principio anticonstitucional puesto que su propósito es derrocar la “democracia burguesa” o representativa para crear lo que llaman democracia protagónica o popular, que no es otra cosa que una dictadura.

El régimen constitucional es el Estado de Derecho y las revoluciones se hacen para destruirlo y disponer discrecionalmente de la propiedad, la libertad e incluso de la vida de los ciudadanos. Los derechos humanos están subordinados a los intereses de la revolución y por eso un gran energúmeno declaró “con la revolución todo. Contra la revolución, nada”. No hay que sorprenderse de que la bolivariana se fundamente en el desconocimiento de la Constitución y no en ella. Y un gobierno de facto desencadenó una réplica de facto.

Para impedir desenlaces oscuros es necesario un entendimiento entre las fracciones de la oposición, pero igual imperativo hacia los que han respaldado al gobierno, entre ellos las FF.AA. Así se podrá regresarse al orden y asegurar la estabilidad a mediano plazo con una justicia transicional que ya anunció la A.N en la ley de amnistía. Todas las tendencias críticas al gobierno, partidos, asociaciones, y hasta los aspirantes presidenciales, deben rodear a Guaidó y hacer sentir su indeclinable voluntad de acuerdos. Hace 61 años eso fue el espíritu el 23 de enero. No duró mucho, pero sirvió para sembrar bases constitucionales que duraron 40 años.

@CarlosRaulHer

Rugido de ratón

Carlos Raúl Hernández

La incapacidad, la arrogancia, la fatuidad y la soberbia, cuatro jinetes apocalípticos que en realidad son como quince, llegan periódicamente en estos veinte años con sus trompetillas a neutralizar éxitos posibles y generar tragedias. Pero en vez de montar imponentes bucéfalos, andan a horcajadas en chivos, mulas, burros y hasta cochinos para llegar a la feria. La falta de memoria colectiva, de opinión pública, de sentido crítico, ayuda a que esta cabalgata estrafalaria siga impune, porque quienes deberían evaluar sus acciones son fans. Hoy aparece con Juan Guaidó una llama a la que debe protegerse de estos y muchos otros asedios.

Porque vienen montados en sus cuadrúpedos entre ruidos variados, y pueden devastar a punta de arrebatos y torpeza sistemática cualquier posibilidad de cambio, cualquier esperanza. Lo más probable es que después de cada trastada, de nuevo no aparezcan los responsables porque siempre se agachan a la hora de rendir cuentas. Cada vez que actúan dejan un hueco en el ozono, una oleada de depresión colectiva y familias enlutadas. Muchachos que mueren detrás de un sueño fatuo que se paga con sangre. Esta vez fueron veintiséis los cadáveres. La acción política toma la forma perversa de crear problemas sin resolver ninguno.

Desde 2005 el chavismo se coge las instituciones sin disparar un tiro. Por el otro lado le levantaron la mano a Carmona y le soplaron el decreto fatal. La antipolítica inaugura un mundo de aprendices de brujo y vuelve rampante en las elecciones municipales y presidenciales de 2017 y 2018. Se disloca el proyecto de acumulación de fuerzas, de toma territorial del país y la casa deviene cenizas. En los muros de las ruinas están las inscripciones de la prédica ingenua, infantil. Reaparecen para continuar con los argumentos en 2018 y pretenden marcar la pauta a la AN. Pero Guaidó existe gracias a que elegimos la AN. De no ser así, no habría sino carbón.

Sexo de los ángeles

Se promueve una discusión constitucional sobre si Maduro es legítimo, usurpador, un vacío de poder ambulante, un “no lo llames presidente”, una distracción. Argumentan que tenía la AN que destituirlo, nombrar una “junta de transición” y Presidente de la República. Afincado en décadas de insolvencia política se mantiene un poder que debería haber cambiado. Pese a las advertencias de no crear nuevas fantasías, se presentaron el 10E y luego el 23E, fechas mágicas, encrucijada de destinos. Los militares a los que enviaron mensajes apaciguadores ven síntomas que minan la confianza.

De ser cierta la violación del compromiso con los aliados… ¿cómo creer las promesas de amnistía que pretendieron borrar en un mes las diatribas de veinte años? Da a pensar que los excluidos prospectivos en su nuevo régimen no serán solo los chavistas, sino también todos los demás partidos políticos. Encima de birlar a sus aliados, quedó en evidencia la pretensión de un selecto estamento de cogerse el país. El gobierno ha creado una sociedad mendicante, angustiada, desprotegida, sin futuro, por su empeño en no dar marcha atrás a un modelo económico que debió desaparecer con los cromagnones.

Desestiman que chinos y rusos lo abandonaron hace décadas, y los bolivianos ni se le acercan. El 23 de enero de 2019 lo que antes se llamaba pueblo chavista demostró en las calles de nuevo que toda revolución es una desgracia, la peor que puede atravesar cualquier país y que si los gobernantes no dan un viraje hacia la realidad, estamos en el preámbulo de la destrucción, del Estado fallido. No se entiende que un grupo en el poder que explotó la demagogia del amor a los pobres, demuestre la más gélida insensibilidad ante la tragedia social.

Entendimiento nacional

Además esa pulsión insólita de romper relaciones y amenazar a EEUU con un rugido de ratón es para preocuparse. Sin la menor simpatía por la presencia de los militares en la política, pienso que la única respuesta racional de estos días la dio el general Padrino aunque se esperaba que se levantara la mano a sí mismo para juramentarse, (según los chismes estaba defenestrado) Pese al inconstitucional grito de “¡Chávez vive!”, después de la experiencia en días de demencia polimorfa, ubicua, exuberante, su declaración hace pensar que la FAN teme a la anarquía que rechina en las cabezas y que estimulan factores internacionales.

Tampoco el ministro debió callar sobre los veintiséis asesinatos. Entre los extremos que representan Putin y Trump y sus operadores locales, el ministro expuso un elemento central para conseguir el camino: el entendimiento, el diálogo, que deberían haber planteado Guaidó y Maduro, y coincide con la UE. La división de las FAN significaría una guerra civil y la posible fragmentación territorial de Venezuela, la puesta en peligro del Golfo, y países vecinos podrían cobrar su presa. Por eso, luego de suficientes insania democráticamente distribuida, los militares deben estar preocupados por quien podría quedarse con la llave de la casa.

Deben estar alarmados por tener que lidiar con semejantes presiones. Sorprendente efecto colateral de la declaración de Padrino, es que algunos que se dedicaron a acusar y encanallar de colaboracionistas a quienes hablan de diálogo y entendimiento desde hace años, ahora dicen que una de las ganancias de esta última y estruendosa opereta es que el gobierno llama al diálogo. Ahora todos serán colaboracionistas.

@CarlosRaulHer

El eterno fracaso

Carlos Raúl Hernández

Algunos se inquietan por la deriva de la libertad en Estados Unidos, aunque es una de las pocas naciones que eludió los peligros del totalitarismo o la dictadura. Esa virtud puede ser efecto de que el fundamento de la sociedad es la autonomía de los estados, y de que la estructura federal impone que el Estado sea más o menos una convención aceptada por todos, pero una convención al fin, cuya fortaleza hacia adentro es casi solo hacer cumplir la ley, y hacia afuera afirmar la seguridad y defensa. Su constitución garantiza escrupulosamente la libertad de las personas, los derechos de los estados y la posibilidad de que cada quien busque la felicidad.

No existe una cultura nacional, nada específicamente norteamericano, y filósofos como Jean Baudrillard y Slavov Zizek ven al país como un ente sin alma que se traga todo, asimila las culturas de todas partes. “Lo que no se consigue en NY es porque no existe”, dicen los newyorkers con razón. Resulta difícil creer que al echar las bases de EEUU, desde los peregrinos del Mayflower, fueron decisivas variadas sectas religiosas fanáticas con marcados elementos comunistas y anarquistas, y otras que practicaban una incipiente economía del mercado. Convivieron además zoaritas, amanitas, luteranos, auroritas, bethelianos, calvinistas, católicos, y otros.

No hubo algo similar en Latinoamérica sino la Inquisición y la Compañía de Jesús. Desde 1620 de la colonización de Massachusets, la iglesia pietista, con el gobernador William Bradford a la cabeza, y un poco después los cuáqueros o amish, proponían lo que hoy se llama economía de competencia. Eso hizo rica la primera colonia británica en norteamérica aunque conflictos en la metrópoli incidieron positivamente. Por ejemplo, el monarca británico Carlos II tenía un grave problema con William Penn, un poderoso aristócrata hereje, cuáquero, al que no podía tocar pero necesitaba quitarse de encima.

Tres males a erradicar

Para ello le otorgó 120 mil kms. de territorio en la colonia, hoy Pennsilvania. Y aquél funda Filadelfia, la primera república democrática del mundo en 1682, le da una constitución llamada Marco de gobierno, que establece el sufragio, los derechos individuales y que, cien años después, inspira la Constitución de Estados Unidos que George Washington hace aprobar ahí mismo. De acuerdo con Historia de las sociedades comunistas norteamericanas de Charles Nordhoff, esas sectas, hermandades e iglesias se lanzaron a la conquista territorial.

A un extremo la cofradía de la Segunda Aparición de Cristo o shakers, cuyos miembros eran desde encratistas, que prohibían las relaciones sexuales e incluso el matrimonio, hasta los Perfeccionistas, que propiciaban el amor libre. El primer experimento comunista moderno ocurre en Estados Unidos durante el siglo XIX y no en Rusia del XX. Robert Owen compra a la secta economita la comunidad de Armonía dedicada a la carpintería, impresión, destilación, fundición y muchas otras actividades en términos altamente productivos.

Después de iniciar con mal paso, decreta una Constitución de Igualdad que se propone el ideal utópico de pasar de la competencia a la cooperación. Declara que “libraré a la Humanidad de sus tres males más monstruosos: la propiedad privada, la religión irracional y el matrimonio…”. Y en poco tiempo una comunidad productiva modelo se convirtió en abandono, decadencia, caos. Entran en conflictos judiciales por pago de deudas y Owen se rinde y regresa vencido a Europa, quebrado después de haber perdido cuatro quintas parte de su fortuna.

Hombre nuevo estafador

En apenas dos años, el socialismo logró convertir aquel emporio de riqueza y productividad en un antro de pleitos y escasez. Otro de los grandes teóricos socialistas, es el francés Etienne Cabet, ya famoso por sus obras Viaje… a Icaria y El verdadero Cristianismo… en las que reivindica los modelos utópicos de Moro y Campanella. Logra que mil quinientos peregrinos se embarquen de Francia a EEUU en 1848, comprometidos a aceptar a Cabet en condición de dictador por una década. Establece Icaria en Navoo-Illinois, una próspera comunidad en aquel entonces más grande y productiva que Chicago.

“Nuestro programa es el comunismo racional democrático: aumento de la producción, reparto equitativo, supresión de la miseria…”. Cabet implanta un régimen autoritario en el que las mujeres carecían de voz y la comunidad entera de voto, con una sentencia apabullante… “el pueblo debe estar protegido de la tentación de buscar la verdad por el contraste de opiniones”. Las familias vivían en casas iguales, con cuartos iguales, el mismo mobiliario y los padres delegaban la educación de sus hijos en la comunidad.

Se repite la historia. Al poco tiempo Icaria está en decadencia y las arbitrariedades del dictador hacen que Ia colectividad se divida y se retire gran parte de los integrantes para fundar una nueva colonia. El hombre nuevo que se proponía alumbrar, termina en reyertas, pleitos judiciales, infidelidades, traiciones y estafas. El colectivismo es estructuralmente perverso y todas sus versiones en el tiempo conducen a lo mismo: pobreza, dictadura, violencia, sufrimiento. La sociedad norteamericana logró tragarlo y asimilarlo, como seguramente hará con cualquier otro peligro.

@CarlosRaulHer

Crónica de farsantes y farsantas

Carlos Raúl Hernández

“La estupidez es más poderosa que nosotros”. Oscar Wilde

Oscar Wilde, uno de los más brillantes escritores de la historia, terminó en 1900 guiñapo y luego cadáver en un humilde hotel de París a los 46 años, víctima de la persecución de los farsantes y las farsantas en la Inglaterra victoriana. No pudo soportar la tenebrosa cárcel de Reading, penado por mantener una relación sentimental con lord Alfred Douglas, que duró caóticamente hasta su muerte. Cada sociedad encubre las liberalidades morales de la gente con un tinglado necesario de fingimientos, protocolos, seudo conservatismo, útiles para la cohesión social, para que cada quien pague su dosis de disimulo y haga lo que le da la gana.

Pero sobre Wilde cayó en deslave una montaña de animales podridos, tal vez por el resentimiento que despertaban su brillo e irreverencia. Un periodista le preguntó cuáles consideraba los mejores cien libros y respondió “no puedo decirle eso porque hasta ahora solo he escrito quince”. El padre de Lord Douglas era el marqués de Queensberry, un patán de cuna de oro, a quien se recuerda por formalizar las reglas del boxeo, y porque juró y cumplió destruir a Wilde para castigarlo, no así a su hijo, por supuesto. Cualquier rememoración del lejano tema recogía unánimes reacciones de horror y dolor por un acto tan inhumano.

Ese repudio es más obvio luego de la revolución sexual de los años 60, y de los sucesos de Stonewall en 1969, que se conmemoran como el Día de la dignidad gay. Luego de ambos acontecimientos se creía haber conquistado una vida social más respetuosa con la privacidad de cada quien. Pero con asombro observamos cómo en la segunda década del siglo XXl se podría repetir a escala el caso Wilde, esta vez con Kevin Spacey. Siempre estamos a un paso de regresar a la Edad Media. Aunque usted no lo crea.

Acosador: demuestra lo contrario

Después de centurias de cacería de herejes, judíos y brujas, la calidad del proceso judicial dio un salto humanizador. Surge el juicio acusatorio, en el que se presume la inocencia del acusado, éste tiene derecho a la defensa y la fiscalía está obligada a probar la comisión del delito. En el caso de Spacey se procede hasta ahora al modo de un tribunal de inquisición. Como en la cacería de brujas, basta un señalamiento sin pruebas, que hasta ahora no se exigen, ni tampoco hay posibilidad de conseguirlas, para abrir un juicio al actor por acoso sexual a otros varones hace nada más que 30 años.

Como si fuera un crimen contra los Derechos Humanos, tortura, genocidio, esta especial sospecha de delito no prescribe, aunque no haya pruebas, ni indicios firmes. Previamente perdió sus trabajos, muy posiblemente su carrera y la opinión pública ya lo condenó, independientemente de que el tribunal lo exculpe. Varias paradojas: no sabemos qué consecuencias podrán tener, sobre todo a partir del desconcertante video que publicó los últimos de diciembre, donde sugiere que la causa es insostenible y se cuela que puede venir a la contraofensiva como Morgan Freeman contra CNN, con una lluvia de demandas que mojaría varias cabezas.

Eso podría hacer desistir a los cazadores de fortuna que dan vueltas como tiburones. Una es que se produce contra un actor homosexual, en momento de auge de las políticas llamadas “de género” en ciertos fondos intelectuales, en ese lenguaje bufo y retorcido que al mismo tiempo encubre un retorno salvaje al espíritu conservador y reaccionario de los años 50 y el macartismo. Esa jerga que convirtió la Constitución de Venezuela en un panfleto impresentable de “concejales y concejalas”.

Más bella será tu mamá

En España están prohibidos los piropos y según cuenta Javier Marías, en Wall Street los brokers varones no quieren ni hablar con las mujeres para evitar riesgo de procedimientos judiciales por acoso. En Francia planean multas de 90 euros para quien diga algo a una mujer en la calle. Neflix estableció que nadie puede mirar a otra persona cinco segundos fuera del rodaje porque podría ser objeto de una acusación. Si usted se burla de la leyenda negra izquierdista sobre la colonización española y el mestizaje que produjo la nueva etnia latinoamericana, saldrá escandalizado algún pájaro de mal agüero, algún disfraz lloroso de Teresa de Calcuta.

Esta maraña de medianía, fingimiento y ánimo destructivo, es parte del mismo tronco. El asalto de lo políticamente correcto, ahora con el ímpetu de pequeños grupos feminazi que determinan lo que deben o no aceptar o hacer las mujeres. Por fortuna en 2017 un grupo de actrices europeas publicó un documento que fijaba posición racional ante la amenaza de Metoo de crear un mundo de autómatas hostiles que caminan sin mirarse.

Hace poco una activista de Podemos decía que en cada penetración la mujer se arrodillaba moralmente al patriarcalismo, la dominación, encarnaba la sumisión y el machismo kapitalista. Una tuitera le respondió simplemente “tal vez señora, pero puedo vivir con eso”. La ola doblega a algunos y crea preocupación en todas partes porque arranca de suponer que quien denuncia un acoso no miente, como los acusadores de Spacey, y basta su palabra para desatar los demonios contra alguien. Muchos savonarolas andan sueltos con un atavío progre.

@CarlosRaulHer

Asuntos del corazón

Carlos Raúl Hernández

A Jean y Eleonora

Incluso en el país del odio debiera haber Navidad, si no con la tranquilidad de la democracia, si para dejar que la gente que los tiene viva de recuerdos, y los que no, de esperanzas. Pero el Atila colectivo desde hace un cuarto de siglo y hasta hoy domingo, pisotea cualquier retoño. Roto en Venezuela el cántaro de Pandora, que nunca fue una caja, no aparece aún el trapito verde con aroma de reingreso al carril perdido, la esperanza de la razón y del corazón, como diría un poeta. Junte en un texto las palabras pájaro, barco, corazón, alma, y tendrá un lindo poema de Benedetti.

La importancia simbólica del corazón en la cultura, la inagotable variedad de noblezas asociadas con él, amor, voluntad, coraje, carácter, esfuerzo, bondad, comienzan porque para Aristóteles, fundador del pensamiento, en este órgano radica el aparato pneumático, encargado de recoger las sensaciones de los cinco sentidos y trasmitirlas al alma. Aristóteles da un paso gigante en la evolución del conocimiento al producir una respuesta de cómo se relacionan el mundo sensible y el de las ideas, que supera la oposición absoluta entre ambos concebida por su maestro.

Si no hubiera una conexión, los dos componentes del hombre, sustancias opuestas, no tendrían ningún punto de contacto y el espíritu pasaría a través del cuerpo sin tocarlo, lo traspasaría como en las películas. Ese gozne es el corazón que articula la fuerza vital inmaterial con el cuerpo, que sin alma es inerte, está muerto. Como la transmisión de un carro, conecta la aceleración del motor con las ruedas. Así transfiere vida a la carne, capacidad de movimiento por medio de la circulación sanguínea, y en proceso inverso el alma percibe, siente el mundo material que se trasmite por la piel, los ojos, los oídos.

Esta cruel melancolía

En el alma, las sensaciones se transforman en pensamientos a los que Aristóteles llama fantasmas o fantasías. El enamoramiento, por ejemplo, ocurría porque una mujer con la regla se miraba al espejo, dejaba en él una película invisible de mínimas gotas de sangre que penetraban por los ojos, llegaban al corazón de un hombre y formaban un fantasma que se apoderaba de él. La víctima se debilitaba y podía morir de melancolía negra, enfermedad también llamada hereos (término que designa un tipo de demonio), y una particular manera de calificar al mundo femenino. Al aquejado de ese mal lo domina el fantasma que lo había seducido.

Y por no poder entenderlo, semejante poder de una mujer sobre un hombre, causaba odio, miedo y rabia. En la Edad Media la melancolía erótica de los varones tuvo fascinantes y terribles implicaciones antifemeninas, asociada a maleficios, magia negra, pacto con el Diablo y demás crímenes. El hereos o despecho trae “omisión del sueño, de la comida y de la bebida, todo el cuerpo se debilita salvo los ojos… Sin tratamiento, los enfermos se hacen maniáticos y mueren”. Deambulan con el pulso alterado, pierden capacidad de atención y para actuar.

El médico prescribe relaciones con varias mujeres, viajes, excursiones, consumir alcohol, hacer ejercicio. Si no mejora, se contratará una vieja arpía para que consiga un trapo lleno de sangre menstrual y se lo restriegue en la cara al paciente mientras grita “ella es esto, suciedad, es una asquerosa como todas” en el entendido que las mujeres son “un mal de la naturaleza” como reza el más insigne manual de cacería y tortura de brujas, el Malleus Maleficarum. Si después de eso no se curaba, entonces no estaba poseído por el fantasma de la amada sino por el demonio en persona.

Esclavo de un fantasma

El enfermo de melancolía negra o hereos, se debilitaba, se deshacía en el dolor, pero no sus ojos. La malignidad entraba por ellos y a través del nervio óptico tomaba el cerebro y derribaba la autoestima. Se salvaban los ojos porque el espíritu obsedido los necesitaba para buscar o mantener contacto angustioso con su dominadora. Un poeta del primer Renacimiento se preguntaba: “¿cómo esa mujer tan grande puede entrar por mis ojos, tan pequeños?” y los médicos respondían que no era ella directamente la que imperaba en el infeliz, sino que lo hacía por medio de su fantasma y algunas prendas que él le quitaba con autorización o subrepticiamente.

Él atesoraba pañuelos, relicarios, prendas de vestir, mechones de pelo. En la magnífica y terrible leyenda artúrica, el valiente e invencible Lancelot colapsó ante un peine con los dorados rizos de Ginebra, “la sombra blanca” y, mujer al fin, causante de la aniquilación del reino de Camelot. Ellas siempre eran culpables de desgracias y los hombres víctimas inocentes o en todo caso propiciatorias, por lo menos hasta la aparición del arquetipo de Don Juan. El enamorado obsesivo era víctima de una brujería o de la posesión del fantasma destructivo de una mujer. Don Juan, el burlador, será la antítesis.

Pero en otra rama de la pasión medieval, que la literatura llamó amor cortés o cortesano, a ellas se las presenta como tiranas, despectivas, sádicas con los pobres caballeros que sucumbían a su embrujo. Se trataba de embelesos masculinos adúlteros y no correspondidos por mujeres casadas, y hasta un hombre tan serio como Petrarca, se hace la víctima: “Quien me tiene en prisión, ni abre ni cierra/ni me retiene ni me suelta el lazo/ y no me mata amor ni me deshierra/ ni me quiere ni quita mi embarazo”.

@CarlosRaulHer

Donde digo digo, digo Diego

Carlos Raúl Hernández

Sobre el 10 de enero, olas de imaginación van y vienen, pertinaces, y el último conejo del sombrero, el nuevo traje pret-a- porter, es que ese día mágico el Estado colapsará ante el repudio universal por ilegítimo. Un gobierno es legítimo únicamente cuando cumple el pacto sagrado de respetar la Constitución. Las fuerzas democráticas están obligadas a competir, gobernar y oponerse con reglas del juego inviolables. Pero ocurre que para los revolucionarios esta es una tramoya burguesa y la legitimidad revolucionaria emana del caudillo que encarna al pueblo y no de un librito demoliberal. A Stalin, Mao, Castro o Hitler al parecer no les inquietó mucho el asunto.

Los nuevos estrategos primero dijeron que el 10E era el día dramático. Se les pidió no crear ilusiones como el R.R, elecciones ya, el 16J, el 350 o la hora cero, pero con la acotación que no todo era pérdida porque ellos mismos fijaban la fecha de prueba para la verdad o falsedad de su hipótesis. Alertados sobre el ganso muerto, rápido lo lanzaron a la A.N: el gobierno se caería sí y solo sí ésta obedecía las instrucciones de los estrategos, que de acertar, serán héroes, y si fallan, será culpa de la A.N. Señalada la jiribilla, hicieron un nuevo borrón: el 10E no es la cosa, pero comienza un proceso y en el que todos los gatos son pardos y nadie víctima de su lengua.

En síntesis donde digo digo, digo Diego y volvemos a lo resabido: falta poco, Maduro vete ya y gente desarmada a las calles contra la Guardia Nacional. El nuevo Lenin llama a un golpe militar, pero luego corrige y pide fineza a los golpistas y entregar la junta de gobierno a civiles de la transición ¿Habrá retiro masivo de embajadas a partir de esa fecha? No parece que Europa ni EEUU harían ese gran favor al gobierno, al que le conviene el mayor aislamiento para que el país termine de convertirse en un preso incomunicado en Cayena. Mientras más extranjeros se vayan, más solos quedamos.

Retiro ma non troppo

El Presidente de Colombia anunció un aporte simbólico, retirar su embajador, pero dejó claro que permanecería en Venezuela gran parte de la delegación. La historia del repliegue de embajadores merecería estudiarse porque no conocemos precedentes modernos de algo así. En la extrema Camboya cuando el triunfo de los jemeres rojos, muchos países lo hicieron, no en tanto respuesta política sino para preservar la vida de sus funcionarios en el terreno. Tal vez habría algo similar en la Guerra de los Bóxer en 1899, también por temor a la cacería de extranjeros.

Un déspota paraguayo del siglo XIX, Gaspar Rodríguez de Francia, se auto aisló para, al contrario, instalarse en el poder por tres décadas. Surgen muchas dudas sobre un elemento aparejado al retiro de las embajadas: las sanciones económicas a instituciones o personas del gobierno, porque hasta ahora no hay un solo tirano al que hayan forzado a un cambio de régimen, léase Hussein, Kim Jon-un (antes su padre y su abuelo), Fidel Castro, Al Assad, Gadafi. En ninguna de estas naciones tuvo resultados tal política.

Veamos: Corea del Norte (desde 1950), Cuba (desde 1960), Irán (1979), Irak (1990), Yugoeslavia, Birmania (1997), Zimbabue (2002) Bielorusia, (2004) Siria (2004), Congo (2006), Sudán (2007), Sudán del Sur (2014) Somalia (2010), Libia (2011) Costa de Marfil (2011), Líbano (2012), Yemen (2012) Ucrania (2014), Rusia y Venezuela (2014). En Irán hay sin angustias, miles de personas sometidas a esa penalidad. Queda en evidencia que no vulneran la estabilidad del régimen y que los momentos en los que surgió alguna esperanza democrática, no se debió a eso sino a triunfos electorales de la oposición.

Sancióname

Las sanciones han empobrecido pavorosamente a la mayoría de los iraníes,-y a las de los otros países mencionados-, y destruido sus infraestructuras de servicios. La política sancionatoria aherrojó la alianza Rusia, Venezuela, Turquía e Irán (por ahí anda China con cuidado). Y ante la amenaza de un embargo al petróleo iraní, el presidente Rohani amenazó ocupar y cerrar del estrecho de Ormuz, bloquear las exportaciones petroleras desde el Medio Oriente y, en síntesis, una nueva guerra en el Golfo Pérsico.

Europa ya manifestó su reticencia a las acciones norteamericanas que lanzaron a Irán al bloque anti occidental, mientras fuerzas internas bregaban, torpemente como aquí, por una liberalización de los ayatolas. Por desgracia la oposición venezolana tomó el camino de la iraní al renunciar a la presencia en los mecanismos de poder a cambio de alternativas, lo que precisamente condujo al fracaso de la izquierda en el continente durante los sesenta, cuando Rómulo Betancourt limpió el piso hemisférico con ella.

Vico introdujo el término revolución en idioma italiano aplicado a la ciencia fáctica y la definía como un inútil giro de 360 grados que conducía al mismo sitio de partida. La insurrección civil de la posmodernidad coincide en el punto cero con el “Gran rechazo” de los marxistas en los 60. Alguien decía que estudiar la historia no sirve para nada porque estamos condenados a cometer los mismos errores. El trabajo para recomponer las fuerzas democráticas debe olvidar sortilegios y volver a las bases populares abandonadas, reconstituir los partidos, regresar al voto, la vía democrática, y enfriar los espíritus recalentados.

@CarlosRaulHer.

“…que no hagan nada o que lo hagan mal”

Carlos Raúl Hernández

Se reunió en el Aula Magna de la UCV un grupo de personas distinguidas para la refundación del Frente Amplio, constituido a principios de este año, aunque sin presentar balance de lo hecho hasta ahora. Buen síntoma que en hora terrible para la esperanza de cambio, la llama no se extingue y haya hard core para una recuperación. Quienes estaban ahí aunque en su mayoría no eran activistas, y no saldrán a los barrios a crear comités de base, son ciudadanos preocupados con capacidad para transmitir ideas a otros. La reunión toca la fibra de hacer algo, frente a la boa constrictor que nos asfixia por la debacle de tres años grises.

Sin dirigentes en los barrios, los sindicatos y las aldeas, es difícil que la mayoría social, el descontento, se convierta en mayoría política como la que conquistó la A.N. Un pensador nada superficial del Siglo de las Luces, Edmund Burke, dejó la conocida frase cuya deconstrucción va a las entretelas de la dinámica política: “Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada”. Pero la frase es conceptualmente trunca sin una coletilla: “…o que lo hagan mal”. Las derrotas y triunfos en la política y en otros espacios de la razón práctica, están relacionadas con que unos hacen lo pertinente y otros no.

Aunque así sea, siempre ronda el espectro maquiavélico de la Fortuna. En el caso del documento que emergió de la reunión, después de naturales invocaciones a la negatividad esencial del gobierno, la corrupción, la incompetencia, el autoritarismo y demás paspartú, llegamos al noumeno, el proyecto de acción política. Y en él la mula vuelve a dar vueltas a la noria: repetir lo que en tres años ha conducido al desastre, como si no hubiera ocurrido. Pero el F.A. se autoimpone la prueba ácida, el deadline para comprobar su acierto o error: el 10 de enero.

El día de la verdad

Ese día comenzará el noveno inning, según los estrategas del F.A. Al decir de Karl Popper, ese sería el momento de la refutación o afirmación. Si a partir de él no se produce la anunciada ruptura hacia el cambio cualitativo, la teoría queda refutada. Y si no se cumplen los augurios, se impone la decepción y por eso no es indicado esparcir nuevamente ilusiones (hora cero, 350, 16 de julio). Pero siembra mayores dudas que las acciones prácticas que se piensa repetir y que llevarían a “la transición ordenada”, fracasaron sistemáticamente como las movilizaciones de calle que ya enlutaron cientos de familias.

Igual la exhortación a un coup, la “intervención militar democrática”. En los que dieron a Erdogan en 2016 y a Chávez el 11 de abril, fracasó el esquema. Los turcos pensaron que la violencia represiva, la “muerte por goteo” produciría una reacción militar triunfante que derrocaría al gobierno para entregarlo a los interesados. En este caso es volver sobre lo que ya naufragó por desconocer un elemento básico de la razón práctica desde Tzun Tsu, que debe preceder y suceder cualquier acción racional y que no falta hoy día en las operaciones políticas, militares, comerciales, científicas o productivas: la crítica de la acción.

Dos de los más grandes fundadores del pensamiento occidental, San Agustín y Sigmund Freud, demostraron que el equilibrio del espíritu, de la razón, está asociado a la confesión y al sicoanálisis, y ambas disciplinas parten de reconocer y dar cristiana sepultura a los cadáveres de la mente. Es el balance crítico para no repetir las equivocaciones y corregir a través de la discusión, como hacen los estados mayores en todas las actividades sociales. La esencia del partido político moderno, de las directivas de las empresas, de todo tipo de comandos en la acción social, es el debate sobre estrategias, errores y resultados.

Pero el golpeado sistema político entregó desde comienzos de este ominoso año, las decisiones en manos de gente muy respetable pero aficionada. El silencio sobre lo ocurrido en los tres años anteriores puede ser causal de la contumacia en hacer lo mismo. Los dos respetables sacerdotes que tuvieron una participación determinante en las equivocaciones de este trienio, hoy vuelven por sus fueros con el mismo cuchillo de cartón. Pero rápidamente echan mano a un cómodo expediente: “ordenar” a la A.N. la papa caliente de nombrar una patética Junta de Gobierno y así librarse ellos de la autoprueba ácida del 10 de enero.

Medio totalitario

El recurso es nada ingenuo para surgir de quienes podrían caracterizarse con Max Weber como cuasipolíticos, competentes en sus actividades propias de gerencia o dirección, pero no formados en la técnica y el arte de la política stricto sensu. En la declaración brilla la sorprendente ausencia de los procesos electorales reales, esos que permitieron a las organizaciones democráticas convertirse en mayorías políticas empíricas, como ocurrió hasta diciembre de 2015.

Es un grueso error conceptual decir que tenemos un “régimen totalitario” (aunque tenga vocación totalitaria), tanto como el médico que trata a un paciente contra peritonitis pero éste tiene una hernia inguinal. Si fuera así, la reunión del Frente Amplio se hubiera realizado en una cárcel entre cinco personas. No habría sistema de partidos, ni de medios de comunicación, ni reuniones políticas, ni la posibilidad de decirle burro al mandamás, ni de llamar a golpes. Jugamos despreocupados con conceptos que definen realidades serias y que requieren estrategias diferentes.

@CarlosRaulHer

¡Otra vez déjà-vu!

Carlos Raúl Hernández

Según expertos, un importante porcentaje de la ciudadanía evidencia síndromes de ansiedad, neurosis, desorientación, actitudes esquizoides y sicóticas. Varias investigaciones como de costumbre descubren lo que ya se sabe. El gobierno desquicia a la población con su incompetencia para enfrentar el proceso hiperinflacionario y la subsecuente descomposición de la sociedad. La propiedad ansiolítica de esta omisión, abulia o como se quiera llamar, se agrava porque se sabe que el padecimiento de la inflación es el equivalente de la bilharzia o la gastroenteritis, dos males erradicados, anacrónicos y hasta penosos para el país donde aparecen.
Los investigadores del futuro no podrán comprender cómo un país tan extraordinariamente dotado, pudo prácticamente autodestruirse como un mensaje de Misión imposible. Tardó solo veinte años, mientras la URSS y las naciones del bloque soviético soportaron más de setenta. El guano atesorado, la calabrina tesórea venida de Sabaneta, y quien tuvo la epifanía del pajarito, pueden pasar a la historia como ejemplo de una probabilidad cero que ocurrió.

Otra fuente de inestabilidad mental se produce así: hubo fuerzas que en una primera etapa se dedicaron a convencer de que toda participación en instancias institucionales y procesos políticos, las elecciones, era espuria. Después de una cadena de pisotones, juanetes maltratados, caídas y uñas enterradas, y terminar bebiendo barro en 2005, comenzó el proceso contrario. Por diez años, el discurso dominante consistió en las maravillas de la vía pacífica, democrática, constitucional, electoral, negociada, primariada, consensuada, amortiguada, respetuosa, etc., etc.

Pepe Grillo

“Los dioses castigan a los hombres al hacer realidad sus sueños”. Como producto de pedirle rapidez al genio de la lámpara, luego de ganar en 2015, sin mediar palabra, quienes tenían una década diciendo lo contrario, comenzaron a desacreditar lo que habían dicho y hecho, la conciencia de gradualidad creada en la ciudadanía que permitió acorralar al gobierno. Todo el mundo andaba apurado por sacar a Maduro lo antes posible y la diferencia estaba en “el método”. Pero apareció el grillo jurídico-tuitero, un sabio abogado mercantil.

Pero también constitucionalista, experto electoral, asesor político, polemista sobre táctica y hasta economista, se autohabilitó a dedicación exclusiva para argumentar por qué trancones, paros, referéndum popular, 350, nos conducirían directamente al poder. De vez en cuando aparece de nuevo con sus consejos y sobre el triunfo estudiantil democrático en la Universidad de Carabobo, ahora abstencionista irredento, trata de demostrar casi que era mejor que perdieran para que él no quedara de nuevo en evidencia.

Así a la gente que venía formándose en defensa de una opinión racional en las redes y otros medios, violentamente le cambiaron todo y la dejaron girando en el mismo sitio, colgados sin capacidad de procesamiento, como mariposas alrededor de un bombillo. Nadie les explicó nada, porque algunos dirigentes guardaron silencio o simplemente enloquecieron, abrazaron lo que odiaban y rechazaron lo que hasta ese momento habían defendido. Era patética la deriva de esos blogueros desorientados, como nos tocó verlos, desmintiendo lo que habían hecho y maldiciéndose a sí mismos al maldecir a quienes hasta ayer defendían junto con ellos la misma causa.

Morrocoy volteado

Pretendían tapar con agresividad su voltereta y su desorientación. Pero apenas año y tanto después, a finales de 2018, desde fuera modifican violentamente la línea de acción y quienes venían explotando el dudoso mérito de ser irreductibles, se vuelven a cambiar, y de repente descubren que no habrá intervención armada, tampoco golpe de Estado democrático previamente mojado en agua bendita ni ninguna otra fantasía, sino negociaciones. Quienes dirigen la política venezolana, los líderes de los grandes centros de poder, determinaron que había que volver al diálogo y vemos como saltaron por el aro hasta los más incoercibles felinos.

Solo despotrican los fuera de juego, la retaguardia de la retaguardia y estarán ahí hasta que alguien tenga la amabilidad de explicarles que la línea es otra, recogerlos y ponerlos sobre las patitas, como se hace con un morrocoy volteado. Hablaron Estados Unidos, el Grupo de Lima, Europa, Rusia y todo el mundo para repetir lo que cualquiera sabía que dirían: que la vía es pacífica, democrática, constitucional, pactada. Ojalá los operadores que sobrevengan no se empeñen en poner condiciones absurdas ni pretender que la negociación sea para instalar la democracia noruega.

Deberíamos tener claro que un eventual y ya desatanizado ciclo de transacciones, daría la posibilidad de comenzar un cambio político (no repetiré la pavosa palabra transición y más bien me agarraré la oreja izquierda). Si se estudian las más importantes experiencias anteriores, sabremos que solo se debe y se puede aspirar a comenzar un proceso y no debe haber condiciones previas porque suelen ser subterfugios para impedir su inicio. Para cualquier arranque suenan problemáticas las mesas de negociación y hay que valerse de asesoría técnica del más alto nivel, como la que ofrecen algunos importantes centros académicos del mundo.

@CarlosRaulHer

Frenesí

Carlos Raúl Hernández

Arrojaron los antisociales políticos a la diputada Delsa Solórzano un montón de ratas muertas, vejámenes ruines, lapidaciones, hojillazos. Precisamente ella, varios años en la línea dura, por lo que arriesgó simpatías y ahora pierde el favor que nunca terminó de tener entre los radicales. Especialmente quiso humillarla una conocida crápula de tuiter, un corazón purulento que acosó a una poetisa deprimida hasta que se suicidó, y se dio el gusto de hacer con la fonía del cargo de Solórzano un chiste rastrero.
Esa señora da la razón a aquel nihilista que dijo que los seres humanos eran un saco de humores fétidos, tripas, heces y torvas intenciones y que muy pocos tenían algo más que eso. La sociedad política debe salirse del chantaje de los antisociales, al que se sometió cuando dejó de dirigir y cambió la política democrática, pacífica y electoral para ponerse a la cola de éstos. Es de desear que la Asamblea Nacional librarse de caer en los toscos chantajes del señor Almagro y de los magistrados del exilio que se aprovechan de su nobleza para jugar a liquidarla.

Estar bien con Dios y con el diablo impide rechazar claramente la viveza lerda de quienes querían meter en el ring al presidente Zapatero, pero intentar una línea media los varó en el peor de los mundos. No es lo mismo ser centrista que ni-ní, dicen @Mibelis Acevedo y @FernandoMires. Un centrista tiene una posición beligerante basada en racionalidad política, se propone un juicio correcto frente al errado, y rechaza sin subterfugios los disparates. Un ni-ní es Tío Conejo, vivo, astutillo que quiere pasar agachado sin desagradar a nadie y termina irritando a todos.

El centro de la razón

Al centrista lo guía la prudencia, el sentido democrático; y es acertada la declaración de Capriles sobre eso. Al vivo la aspiración de nadar y cuidar la ropa, tocar campanas e ir en la procesión. El centro está a la ofensiva para derrotar los extremos. El ni-ní hace tortilla sin romper los huevos. La posición de centro obligaba a rechazar por mil razones la burrada de incluir a Zapatero en la agenda, mientras el Tío Conejo recomienda objetar su papel de mediador sin declararlo persona no grata, de manera que nadie se enfade demasiado. Pero esto es apenas un detalle del delirio furioso de destrucción que vivimos y que no parece parar.

El tanatos en el que creyó Freud por bastante tiempo se adueñó de los factores de poder, de las élites y eso explica que sean personalidades amargas las que tomaran del control de la sociedad. Comenzó con Caldera, cuyo programa de acción fue siempre descuartizar a Carlos Andrés Pérez, luego a los partidos, a su propio partido y a Eduardo Fernández. En la ordalía antiperecista y antipolítica se enrolaron empresarios, curas, editores, sindicalistas, políticos que salieron de la operación ahítos de sangre y como el Drácula de Leslie Nissen, muertos, pero felices.

Fue Caldera quien inició la alianza maligna, ese despertar necrófilo del Juicio Final que llamó chiripero, conformada por todos aquellos que habían fracasado en el intento de quebrar la democracia. Esa alianza íntegra la recibió luego el gran Leviatán que se dejó de sofisticaciones demócrata burguesas y “dijo las cosas como son”, “sin pelos en la lengua”, “se las cantó clarito” y lo adoraron. El lenguaje adoptado por los políticos en adelante fue ese y hasta hoy lo vemos patológicamente repetido hasta en la gestual de demasiados hombres y mujeres que han desempeñado funciones de dirección. Sobran Cantaclaros de piñata y faltan líderes.

El machito bocón

La inmensa votación de nuestro Leviatán pese a lo que digan los “engañados” por él, la obtuvo sin nunca engañar a nadie y exponer claramente su programa aniquilador, su frenesí moral. En adelante todos somos Chávez y cualquiera que tenga la infeliz idea de regresar a los usos y lenguajes de la política moderna, en la que se habla de entendimientos, acuerdos, parlamentos, alianzas, candidaturas, votos, pasa la desgracia. La figura socialmente aceptada en este horripilante periodo es el machito bocón, hombre o mujer, generalmente con aserrín dentro del cráneo y que lo único que puede anunciar al mundo son arrebatos.

Chávez los enseñó a golpear el puño contra la palma y otras señales de machismo, “a mí no me doblegan” “yo no les tengo miedo” y demás ridiculeces que deslumbran a cierta galería. Es demasiado triste porque gente bien criada, de familias estructuradas, que no tendría que comportarse como azote de barrio, desgraciadamente lo hace. Presentarse como moralista y como valiente puede compensar ante el público la ignorancia, la incapacidad política, la mediocridad y sobre todo la inacción. Quienes lo único que hacen es insultar, hablar de ética y anunciar catástrofes inasibles, puede que encubran: 1) Que no saben qué hay que hacer, 2) Que por eso no hacen nada, 3) Que servirían mejor para otra cosa. Líder es aquel que en todo momento se interroga sobre cómo salir del hoyo y trata de comunicarlo a los demás para ganar. Rómulo Betancourt en 1931 no gemía por la pobreza ni del costo de la vida, sino lanzó el Plan de Barranquilla. Havel no sollozaba por los horrores del comunismo checo. Se reunía con su equipo en bosques helados alrededor de Praga para ver cómo reabrían espacios democráticos. Ni pasaba la vida como un pavorreal diciendo que nada lo doblegaba. Sencillamente no se doblegaba (y era útil).

@CarlosRaulHer