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Jose Luis Cordeiro

Industria 4.0

Jose Luis Cordeiro

Durante el siglo XIX Venezuela vivió de lo que tenía sobre la superficie: el cacao, el café y el ganado, principalmente. Durante el siglo XX el país se concentró en los enormes recursos petroleros que tiene debajo de la superficie. En el siglo XXI los venezolanos tenemos que utilizar los recursos que tenemos dentro de nosotros mismos para progresar. Lo importante ya no es la agricultura y la ganadería de arriba, ni el petróleo de abajo, en el futuro es mucho más importante el cerebro dentro de cada uno de nosotros.

Mientras las naciones desarrolladas avanzan rápidamente hacia la revolución de la inteligencia, paradójicamente iniciada en Venezuela con las ideas de Luis Alberto Machado, nuestro país todavía no sale de la revolución agrícola centrada en la explotación de los recursos primarios que nos ha dado la naturaleza, desde la tierra hasta el petróleo. En vez de progresar hacia la era del capital humano, Venezuela se ha quedado en los tiempos del capital físico.

“Mentefactura”
Las grandes industrias del futuro no serán de la manufactura sino de la “mentefactura”. Las fábricas ya no dependerán de las manos de obra sino de las mentes creadoras. Las tendencias mundiales son muy claras al respecto, y mucha gente habla ahora de la Industria 4.0.

La revolución de la inteligencia ha transformado totalmente el mundo de la manufactura tradicional. General Motors, quizás la compañía más grande y representativa de la revolución industrial durante el siglo XX, hoy vale bastante menos que Microsoft, quizás la primera gran compañía de la revolución de la inteligencia a finales del siglo pasado. Además de Microsoft, ahora también existen Apple, Google y muchas otras empresas de la mentefactura del futuro que hacen palidecer a la otrora gran Pdvsa y las compañías de la manufactura del pasado. Como ya dijo el gran visionario Arturo Uslar Pietri: “La materia prima más preciosa del presente y futuro no será ni el petróleo, ni el hierro, ni el uranio, ni la tierra arable, sino la materia gris.”

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Adam Smith y petróleo

Jose Luis Cordeiro

De acuerdo a la visión del “padre” de la Economía, Adam Smith, hay Estados “propios” y Estados “impropios”, según quien sea el dueño de los recursos de un país. En los países que tienen un Estado “propio” la riqueza (petrolera, o de cualquier otra forma) pertenece directamente a la población que luego paga impuestos. Los Estados “propios” sólo pueden ser ricos si sus ciudadanos también son ricos.

Trágicamente, Venezuela tiene un Estado “impropio” donde los recursos van directamente al gobierno. Es necesario reestructurar el Petro-Estado “impropio” y sincerar su relación con los ciudadanos. El problema es como el de un cáncer que hay que extirpar antes de que crezca más. Puede ser doloroso hacerlo, pero será aún más doloroso mientras pase más tiempo. El cáncer crece y con él la pobreza de la población sometida a un Estado “impropio”. ¡Hay que extirparlo y cuanto antes mejor!

Hay que devolver la prioridad a los ciudadanos en un Estado “propio”, a los estudiantes en las escuelas, a los pacientes en los hospitales. Un Estado “propio” debe ocuparse del verdadero bienestar de sus ciudadanos, quienes deber ser los dueños de los recursos nacionales.

Apoyo de los líderes
La desestatización y democratización del petróleo, mediante la entrega directa de acciones y dividendos del petróleo a todos los ciudadanos, es un proceso técnicamente viable, pero que necesita del apoyo de los líderes y, aún más importante, del convencimiento popular. Venezuela requiere una verdadera nacionalización del petróleo, es decir, que el petróleo ahora expropiado por el Estado pase directamente a los nacionales. Necesitamos una nacionalización que revierta la terrible experiencia de varias décadas de estatización bajo un Estado “impropio”: la llamada nacionalización “chucuta” descrita por Juan Pablo Pérez Alfonzo. Ha llegado el momento de una nueva Venezuela en la que podamos decir con conocimiento y sentir con orgullo que “el petróleo es nuestro” y no del Estado.

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Las dos Venezuela

Jose Luis Cordeiro

Existen dos Venezuela conviviendo en nuestro país. La más grande de las dos cree que “Venezuela es rica porque tiene petróleo” y que el rol del gobierno es distribuir esa inmensa riqueza. Esa es la Venezuela que se hunde en el “excremento del diablo”, como diría Juan Pablo Pérez Alfonzo, el ilustre venezolano cofundador de la OPEP. Por otro lado, también hay una Venezuela más pequeña que comprende que el petróleo, por sí solo, no hace “ricos” a los venezolanos. Esta segunda Venezuela percibe que el desafío consiste en poner el petróleo y otros recursos a trabajar, como diría Arturo Uslar Pietri: “hay que sembrar el petróleo”.

La mentalidad de la primera Venezuela destruye la autoestima pues la gente piensa que “no hay nada que un individuo pueda hacer para remediar la situación”. Esa mentalidad aniquila la ética del trabajo y también explica por qué tantos venezolanos siguen buscando en el Estado una solución a sus problemas, a pesar del fracaso que han tenido las políticas socialistas e intervencionistas, tanto en Venezuela como en el resto del mundo. En pocas palabras, se trata de una mentalidad que produce pobreza, frustración y odio.
Promover iniciativas
Por su lado, la segunda Venezuela está dispuesta a abrazar estrategias económicas de mercado, diseñadas para integrar a Venezuela en la economía global, para promover iniciativas individuales y colectivas que generan riqueza. Es la Venezuela que favorece el cambio y el progreso económico dentro de un mundo globalizado. En pocas palabras, considera que Venezuela puede moldear su propio destino y alcanzar la prosperidad a través de políticas competitivas con el trabajo de los ciudadanos.

Debido a las políticas erróneas actuales seguimos hundiéndonos más en el excremento del diablo. Las políticas chavistas eluden la racionalidad económica y van en contra de la modernidad. Mientras la mayor parte del mundo sigue avanzando, Venezuela continúa retrocediendo. ¿Hasta cuándo seguiremos en este laberinto anacrónico?

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