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Eduardo Fernández

El programa

Eduardo Fernández

No basta con ganar las elecciones y lograr la transferencia del poder. Es indispensable tener claridad en cuanto a los propósitos de la gestión administrativa.

La primera tarea es lograr la reconstrucción de la arquitectura institucional de la República. El régimen imperante en Venezuela ha destruido todas las instituciones. Necesitamos un gobierno que gobierne, una Asamblea Nacional que legisle y que controle la marcha de la administración pública, una administración justicia con independencia y autonomía, una contraloría que controle, un Ministerio Público que cumpla sus funciones y un Consejo Nacional Electoral que merezca la confianza de todos los ciudadanos.

El segundo punto es la recuperación de la economía venezolana. Acabar con la inflación y con la recesión. Una economía que produzca los bienes y servicios que se requieren, que genere empleos modernos, productivos y bien remunerados. Y riquezas y oportunidades para todos los ciudadanos.

El tercer punto es lograr una Democracia sin pobreza. Superar la pobreza es una tarea prioritaria para Venezuela en los próximos años. Ese objetivo se logra con más y mejor educación. Educación de calidad para los hijos de las familias más pobres. Educación para el trabajo. Inversiones que generen empleos y oportunidades y capacitación de los jóvenes para que puedan asumir esos empleos bien remunerados y estables.

El cuarto punto para el próximo periodo es ocuparse de los servicios públicos: agua, electricidad, gasolina, transporte, seguridad, educación, salud, aseo urbano, internet, comunicaciones. Todos esos servicios públicos tienen que ver con la calidad de la vida. Los venezolanos tenemos derecho a contar con servicios públicos modernos y eficientes. Al reinsertar a Venezuela en la comunidad financiera internacional podemos disponer de los recursos para lograr servicios públicos para todos los venezolanos.

Finalmente, proponemos acabar con la corrupción. Para eso, es indispensable un gran esfuerzo educativo en valores y principios. Además, sanciones ejemplares a los corruptos y, finalmente, una reducción del tamaño del estado para hacer desaparecer las trabas burocráticas y las alcabalas que sirven de ocasión para la corrupción.
Venezuela tiene futuro y ese futuro depende de tener un buen gobierno, un buen programa y un ambiente de reconciliación nacional para hacer posible el cambio.

https://noticierodigital.com/2023/06/el-programa-2/

F.A.N

Eduardo Fernández

El artículo 328 de la Constitución Nacional define a una institución fundamental en la arquitectura institucional democrática de la República de Venezuela, la Fuerza Armada Nacional.

Dice ese artículo: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación, asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la ley.»

“En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”.

“Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación”.

«La Fuerza Armada Nacional está integrada por el Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, que funcionan de manera integral dentro del marco de su competencia para el cumplimiento de su misión, con un régimen de seguridad social integral propio, según lo establezca su respectiva Ley Orgánica”.

Son tres grandes misiones las que tienen la Fuerza Armada:
1.- Garantizar la independencia y soberanía de la Nación.2.- Garantizar la seguridad del espacio geográfico y,

3.- Garantizar la seguridad de todos los ciudadanos del país.

Para dar cumplimiento a este mandato, sus integrantes son entrenados, capacitados y formados, basados en tres pilares fundamentales: “la disciplina, la obediencia y la subordinación”.

Como ha ocurrido con todas las instituciones, también la Fuerza Armada ha sufrido un proceso de descomposición en los últimos años. Una disminución de su moral y un proceso de corrupción, politización e ideologización que deben revertirse.

Al producirse el cambio político, el nuevo gobierno debe proceder de inmediato a designar un nuevo Alto Mando Militar integrado por profesionales militares de reconocida solvencia moral, alto nivel de capacitación y un claro compromiso con la cultura democrática.

Debe establecerse un programa de formación para explicar, a todos sus integrantes, lo establecido en el artículo 328 de la Constitución y su significado.

En próximas entregas seguiremos conversando este tema.

Cleptocracia

Eduardo Fernández

Del griego “clepto”, robo; y “cracia”, gobierno. Una traducción libre sería, el gobierno de los ladrones. Es el establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo de capital, institucionalizando la corrupción y sus derivados como al nepotismo, el clientelismo político y el peculado, de forma que estas acciones delictivas quedan impunes debido a que todos los sectores del poder están corruptos, desde la justicia, funcionarios de la ley y todo el sistema político y económico. Es un término que se utiliza para referirse a un gobierno corrupto.

Es muy conocida la frase de Lord Acton según la cual “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

En Venezuela, desde que se convocó la Asamblea Nacional Constituyente, hace más de veinte años (1998) tenemos un régimen de poder absoluto. En Venezuela dejó de existir la independencia y la autonomía de las ramas del poder público. Condición indispensable para evitar o por lo menos dificultar la corrupción.

El órgano legislativo del poder público se supone que además de legislar ejerce la función de vigilar la marcha de la administración pública. En Venezuela, lamentablemente, tenemos una Asamblea Nacional obediente (al poder ejecutivo) y no deliberante. Es un órgano incapaz de controlar la marcha de la Administración Pública.

La rama responsable de la administración de justicia, también está sometida y subordinada a los designios del Ejecutivo Nacional. No existe un tribunal capaz de sancionar a ningún funcionario por hechos de corrupción administrativa, salvo que reciban instrucciones del Ejecutivo Nacional.

Por último, el Presidente de la República que por mandato constitucional es el jefe de la Hacienda Pública, es responsable por haber nombrado para manejar a la industria más importante del país a unos señores que no solamente eran incompetentes sino que eran ladrones. Además, el Presidente debe ejercer la función de vigilancia de lo que hacen sus subalternos. Tres mil millones de dólares no se desaparecen de un día para otro. ¿Y mientras los subalternos del Presidente de la República se robaban esa enorme cantidad de dinero, ¿En dónde estaba el Presidente? ¿A qué se dedicaba?
Dos pecados graves por parte del Jefe del Estado. Uno fue nombrar ladrones incompetentes para manejar el negocio petrolero y otro, no vigilar las actividades de sus subalternos.
No tengo dudas de que vendrán tiempos mejores pero lo que ha sucedido en estos años es una tragedia inconmensurable.

Estrategia

Eduardo Fernández

En relación con la estrategia para el cambio que Venezuela reclama hay dos palabras que son claves: participación y unión.

Sin participación masiva de los ciudadanos en la conformación de la opinión pública, en el debate cívico y en las urnas electorales, no habrá cambio.

Durante los años de la República Civil, 1958 ? 1998 predominó la participación electoral. Por lo menos hasta 1988. En las elecciones de 1993 comenzó a ganar la abstención y a predominar la apatía cívica. Desde entonces, casi todos los procesos electorales que se han producido en el país han sido ganados por la abstención. Cosa que ha resultado muy conveniente a los que están en el poder para perpetuarse en el poder. Con un respaldo muy precario de apenas un tercio del electorado les basta para seguir en Miraflores.

El cambio político sólo será posible en la medida en que los ciudadanos tomen conciencia de lo importante de su participación y en la medida en que el liderazgo nacional, no me refiero estrictamente a los líderes de los partidos políticos, actúen de manera de motivar a la participación ciudadana.

La otra palabra clave en la estrategia de cambio además de la participación es la convocatoria a la Unión de los venezolanos. El chavismo vino para dividir. Y lo ha hecho muy bien. Ha fracturado a la familia venezolana. Nos ha dividido hasta el infinito.

Si la estrategia del chavismo ha sido la división, la estrategia de la Alternativa Democrática tiene que ser la unión. Venezuela no saldrá de sus crisis espantosa que padece sino se hace un esfuerzo sincero por reconstruir el sentimiento de Unidad Nacional.

Esa unidad no será alrededor de un caudillo. Ojalá el de Chávez haya sido el último ensayo caudillista en el país. Tampoco será alrededor de un partido político o de una alianza de partidos. Lamentablemente, los partidos están muy devaluados en esta hora de la República.

La convocatoria a la unión que proponemos es alrededor de un programa de reconstrucción nacional. Un programa que contemple la solución de los problemas políticos, institucionales, económicos, sociales, culturales, morales y de servicios públicos.

Participación masiva de los ciudadanos en los asuntos públicos y en las elecciones y una política sincera de recomposición de la Unidad Nacional.

Seguiremos conversando.

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Puntofijo

Eduardo Fernández

El lunes de esta semana, 31 de octubre, se cumplieron sesenta y cuatro años de la firma del Pacto de Puntofijo.

Con ese motivo, el Ifedec, Centro Internacional de Políticas Públicas Arístides Calvani y el Movimiento Social Independiente Unión y Progreso organizaron un Foro con la participación de tres venezolanos muy distinguidos: Rafael Simón Jiménez, Pedro Benítez y Mercedes Malavé.

Me pidieron que hiciera algunos comentarios y esto fue lo que dije:

El Pacto representa un momento crucial en nuestra historia. Gracias a ese acuerdo pudimos disfrutar de cuarenta años seguidos de gobiernos civiles. Es el período de la República Civil, caracterizado por la vigencia del estado de derecho, la primacía de la Constitución, el respeto a los derechos humanos y la alternabilidad republicana.
Sólo comparable con el Tratado de Amnistía y Regularización de la Guerra que en Santa Ana, Estado Trujillo, en 1820, firmaron Simón Bolívar por la República de Colombia y Pablo Morillo por la monarquía española. Tratado en el que tuvo una actuación muy protagónica Antonio José de Sucre, consagrado poco después como el Gran Mariscal de Ayacucho. Con ese Tratado se puede decir que nació el Derecho Internacional Humanitario.

Otro acuerdo político importante en la historia de Venezuela fue el llamado Tratado de Coche que puso fin a la guerra larga, también conocida como la guerra federal. Allí el General José Antonio Páez y Pedro José Rojas del lado de los conservadores gobernantes se pusieron de acuerdo con el Mariscal Juan Crisóstomo Falcón y su segundo, el General Antonio Guzmán Blanco, para poner fin a aquella guerra fratricida.

El Pacto de Puntofijo nos deja tres lecciones muy claras: 1. Los verdaderos políticos, aquellos a quienes podemos llamar estadistas, colocan los intereses nacionales por encima de las agendas partidistas o de las ambiciones personales.

2. Es bueno destacar la importancia que en el Pacto se le da al aspecto programático. No fue un acuerdo para distribuirse el poder. Fue un acuerdo para llevar adelante un programa en beneficio de los ciudadanos, de todo el país.

Y finalmente, 3. El Pacto fue un intento para cancelar el canibalismo político. Los líderes democráticos habían aprendido la lección. El canibalismo en la política es contrario al interés nacional.

Ojalá el liderazgo político contemporáneo tenga presente estas tres lecciones que se derivan del Pacto de Puntofijo.

Seguiremos conversando.

@EFernandezVE

El cambio económico

Eduardo Fernández

El primer punto del Programa Mínimo que Ifedec y el Movimiento Unión y Progreso le están presentando a la opinión pública nacional tiene que ver con el cambio político. Con la Arquitectura Institucional del estado democrático. De la Nueva Democracia que aspiramos comenzar a construir a partir del cambio político electoral que debe producirse el año 2024.

El segundo punto de ese Programa Mínimo tiene que ver con el cambio económico. Dejamos atrás el modelo del rentismo petrolero. Dejamos atrás el modelo del Socialismo del Siglo XXI que al final terminó siendo una pésima copia del modelo rentista petrolero.

Proponemos adoptar el modelo de Economía Social y Ecológica de Mercado que tanto éxito ha tenido en los países que lo han ensayado en Europa occidental y en el extremo oriente (Japón). Ese modelo que se resume en la frase: -Tanto Estado como sea necesario, tanto mercado como sea posible-.

En nuestra propuesta los protagonistas fundamentales de la economía son los empresarios y los trabajadores. El Estado no tiene que inmiscuirse más allá de su responsabilidad para preservar el orden público y el orden legal y constitucional y defender a las personas y a la propiedad.
Nuestra propuesta económica invita a aprovechar las ventajas competitivas y comparativas que tiene nuestro país. Por ejemplo, la ubicación geográfica, el potencial petrolero, minero, industrial, comercial, agropecuario y turístico. Construir entre todos, una economía que procure objetivos muy concretos: Crear riquezas para todos, oportunidades para todos, empleos modernos y bien remunerados para todos. Esos objetivos son perfectamente alcanzables dentro de un cuadro político en el que prevalezcan el estado de derecho y el respeto a la propiedad privada.

Desde luego, estamos conscientes de que los objetivos de una política económica moderna y eficiente solo podrán alcanzarse en la medida en que el país cuente con servicios públicos modernos y eficientes. No puede haber desarrollo económico sin energía eléctrica, sin agua, sin seguridad para las personas y para los bienes, sin vialidad y transporte, sin gasolina, en fin, sin todos los servicios públicos como educación y salud que caracterizan a un país moderno.

A estos temas nos proponemos referirnos en próximos artículos que nos permitan desarrollar el programa mínimo que le proponemos a los venezolanos.

Seguiremos conversando.

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El gran derrotado en Chile fue el presidente Boric

Eduardo Fernández

Cuando un cambio constitucional pretende ser impuesto por una mayoría circunstancial contra la opinión de una minoría también circunstancial, ese cambio está llamado a durar poco y a no ser eficiente.

El pueblo chileno acaba de derrotar, contundentemente, a la clase política chilena. El gran derrotado, por supuesto, es el presidente Boric. Cometió el gravísimo error de convertirse en líder de una propuesta que terminó siendo absolutamente rechazada por la voluntad de la mayoría determinante de los ciudadanos chilenos.

Es muy significativo lo ocurrido en Chile. Un grupo político autoproclamado como revolucionario y progresista, impactado por un triunfo electoral que ni ellos mismos se lo esperaban, creyeron que podían imponer una nueva constitución a toda la nación, sin tomar en cuenta factores históricos, culturales e institucionales fundamentales.

Por definición, las constituciones y los cambios constitucionales, deben ser resultado de un consenso muy amplio entre todos los ciudadanos del país. La constitución de 1961 en Venezuela, la de más larga duración ininterrumpida en la accidentada historia constitucional de nuestro país, duró tanto tiempo y fue tan respetada, precisamente porque fue objeto de un gran consenso nacional entre todas las fuerzas políticas que actuaban en el país. Además, recibió de inmediato el respaldo de los factores de la economía, empresarios y trabajadores, de la academia y de la opinión pública en general.
La Constitución venezolana de 1961 fue suscrita desde Rómulo Betancourt y Rafael Caldera hasta Gustavo Machado y Luis Miquilena. Todo el espectro político la suscribió y asumió su defensa y su implementación.

Cuando un cambio constitucional pretende ser impuesto por una mayoría circunstancial contra la opinión de una minoría también circunstancial, ese cambio está llamado a durar poco y a no ser eficiente. Por eso la Constitución llamada Bolivariana ha tenido tantos tropiezos y tantas dificultades. Fue impuesta por una mayoría circunstancial en contra de la opinión nacional

Por eso aconsejo a mis amigos que creen que todo se arregla cambiando la Constitución, que el cambio constitucional sólo tiene sentido en la medida en que responda a un gran acuerdo nacional.

El presidente Boric ha tenido una reacción inicial que no vacilo en calificar de muy positiva. Ha dicho que acepta el resultado con humildad y que se propone hacer ahora lo que ha debido hacer desde el principio: promover un amplio debate entre todos los factores de influencia en Chile para que los cambios que hay que hacer, que son muchos, se hagan bien hechos. Ojalá aprendamos algo del ejemplo chileno.

Seguiremos conversando.

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El programa mínimo de Gobierno

Eduardo Fernández

A estas alturas del juego el Programa es más importante que la candidatura. Sacar al actual gobierno dirigido por Nicolás Maduro es una acción indispensable para superar la crisis. Condición necesaria pero no suficiente. Hay que superar la crisis humanitaria que padece Venezuela. Hay que recordar, con ocasión y sin ella, que la política es para servir a la gente, a la gente de carne y hueso. A los venezolanos que sufren por el hambre, por las necesidades más fundamentales, por servicios públicos eficientes.

El programa que el Movimiento Social Independiente Unión y Progreso está promoviendo tiene cinco puntos fundamentales. El primero está relacionado con la Arquitectura Institucional democrática que pretendemos que prevalezca en la Venezuela del futuro.

El segundo punto es relativo a la economía venezolana. Queremos sustituir el modelo rentista petrolero que nos ha venido acompañando durante el último siglo. Proponemos una política económica que se acerca más al modelo de la economía social y ecológica de mercado que tanto éxito ha tenido en Europa occidental y en el lejano Oriente.

El tercer punto lo hemos orientado hacia la superación del problema de la pobreza que hoy aflige a la mayoría de los venezolanos. Lo que proponemos es una Democracia sin pobreza. Ese es el título de una excelente ponencia elaborada por Rafael Simón Jiménez para Unión y Progreso.

El cuarto punto del Programa mínimo que propone el Movimiento Social Independiente Unión y Progreso tiene que ver con los servicios públicos más fundamentales: agua, luz eléctrica, educación, salud, gasolina, vialidad, transporte, aseo urbano, etc., etc.

Finalmente, un tema crucial. La erradicación de la corrupción. No podemos de ninguna manera resignarnos a que la corrupción estará siempre con nosotros. Entre otras cosas porque si en el pasado tuvimos corrupción, nunca esa enfermedad había llegado a los niveles escandalosos que ha alcanzado en estos últimos años.

Esa es una propuesta programática que puede ser objeto de un gran respaldo nacional. Una propuesta programática con vocación de ser compartida por una gran mayoría de los ciudadanos.

Consenso no es igual a unanimidad. Consenso es algo que interpreta sentimientos y esperanzas de la gran mayoría. Siempre habrá opiniones discrepantes. Bienvenidas. Ellas ayudan a clarificar más todavía el panorama.

Seguiremos conversando.

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Colombia y Venezuela

Eduardo Fernández

Colombia nos sigue dando lecciones de política, de democracia y de civilización. Contra todos los pronósticos el triunfo de un candidato de izquierda no ha significado un cataclismo. Mucho menos han significado el inicio de una guerra civil entre los colombianos.

Gustavo Petro gana las elecciones después de un proceso muy conflictivo y sus primeras palabras son de apertura y de conciliación. Antes de haberse proclamado la victoria oficial del candidato vencedor, el otro candidato, Rodolfo Hernández, que no logró el triunfo electoral pero cuya votación se acercó al cincuenta por ciento de la votación nacional, se apresuró a llamar al candidato vencedor para felicitarlo por su triunfo. Petro no vaciló en tomar la llamada, agradecerla y manifestar su deseo de conversar con Hernández dentro de su propuesta de lograr un gran acuerdo nacional.

Hay que decirlo con toda claridad: Petro se comporta como un ganador democrático y civilizado que tiene conciencia de que recibió el voto de la mitad de los colombianos, pero sabe que la otra mitad no votó por él. Hernández se comporta como un político democrático y civilizado cuando llama a su adversario para felicitarlo por su triunfo a conciencia de que por él voto la mitad de los electores colombianos.

En seguida, el Presidente electo, Gustavo Petro se comunica con él líder más importante de lo que ha sido y seguirá siendo la oposición a sus propuestas, el expresidente Álvaro Uribe. Este último toma la llamada, acepta la invitación a dialogar y reunirse con el nuevo mandatario para conversar acerca de los intereses superiores de Colombia y de los colombianos.

Que gran demostración de cultura cívica, de conciencia democrática y de responsabilidad para con los ciudadanos colombianos, que en toda esta ecuación, son los más interesados en que Colombia avance y no retroceda.

En sus declaraciones luego de la reunión con el Presidente Petro, el ex Presidente Uribe habla en términos de concederle el beneficio de la duda, ofrece lo que el mismo llama una «oposición razonable» y mantiene un discurso de elevada textura democrática y ciudadana.

¡Qué gran lección para nosotros los venezolanos; ojalá seamos capaces de aprenderla, de asimilarla y de emularla! Ojalá la transición democrática que todos anhelamos para nuestro país, podamos lograrla en un ambiente civilizado, de diálogo constructivo, de aceptación de las reglas que impone la cultura democrática, de colocar los intereses de Venezuela y de los venezolanos por encima de banderías partidistas, de odios y de retaliaciones.

Seguiremos conversando.

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Una política nueva

Eduardo Fernández

El Movimiento Social Independiente Unión y Progreso propone una política nueva y distinta. La política tradicional ha fracasado en los últimos veinte años. La del gobierno no ha podido ser más desacertada. El daño causado al país por la política del gobierno de Chávez y de Maduro ha sido inconmensurable.

La política de la oposición también ha fracasado. La tarea fundamental de la oposición en estos veinte años era la de construir una Alternativa Democrática para ofrecerle al país un nuevo gobierno. También la política opositora ha fracasado. El fracaso de la política del gobierno explica que Maduro y sus amigos tengan 80% de rechazo en las encuestas. El fracaso de la política de los partidos de oposición explica que ellos también tengan un enorme rechazo en las encuestas de opinión pública.

Venezuela está esperando una política nueva, distinta y superior. Los venezolanos no estamos contentos con los que han hecho nuestros políticos, ni los del gobierno, ni los de la oposición.

Una política diferente es una que no cultive el odio ni la división. Que no se distraiga en una confrontación permanente y en una polarización infecunda. Una política nueva coloca la prioridad en la gente, en las personas, en el sufrimiento de la población, en la búsqueda de soluciones para los problemas del país.

La política nueva apuesta por la ruta electoral, no promueve la violencia. Rechaza la tentación de las soluciones de fuerza: ni golpes de estado vernáculos, ni invasiones extranjeras. Ninguna de esas opciones es factible y, además, ninguna de las dos es deseable. Tampoco está de acuerdo la nueva política con apoyar sanciones que afectan la calidad de la vida de los venezolanos ya suficientemente degradada por los errores de las políticas del gobierno.

La política nueva convoca a la unidad de todos los ciudadanos alrededor de una propuesta programática que responda a las necesidades de los venezolanos. Lo que necesita Venezuela no es más odio y más división. Lo que queremos es procurar los consensos que permitan recuperar la democracia y el estado de derecho, reactivar la economía, generar empleos y oportunidades para todos, resolver el problema de la pobreza, recuperar los servicios públicos fundamentales y acabar con la corrupción. En una palabra: vivir mejor.

Seguiremos conversando.

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