Pasar al contenido principal

José Antonio Gil Yepes

La Pregunta no es Quién sino Cuántos

José Antonio Gil Yepes

La pregunta más repetida sobre la oposición en relación a las elecciones de 2024 es “¿quién será su candidato?”. Esta formulación parte de dos supuestos: Que la oposición va a escoger un solo candidato; lo que deducen algunos de lo tanto que se habla de unas elecciones primarias para escogerlo. Y que la oposición tiene una gran oportunidad de ganar dichas elecciones; trayendo a colación el caso Barinas como una “prueba” de esa oportunidad. Pero…

Es difīcil que la oposición escoja un solo candidato si consideramos que la corriente central, llamada G4, desarrolló una política de supremacía sobre los movimientos opositores que distanció a estos últimos. A lo que se sumó que el sector oficial intervino y, a través de decisiones del Tribunal Supremo de Justicia, le dio el control de varios de esos partidos a facciones internas que adversaban a los líderes hegemónicos tradicionales. Ahora se observa que estos nuevos liderazgos tienden a expresarse en términos que no reconocen a las dirigencias del G4 y anuncian sus candidaturas con la justificación de que dicen no confiar en la pulcritud de un proceso de elección primaria del candidato opositor manejado por el G4 o el G10. La conclusión es que, por ahora, hay barreras estructurales, además del tradicional egoismo actitudinal, que inclinan a que la oposición presente varios candidatos.

El argumento de que la victoria opositora en la elección del gobernador del estado Barinas es una prueba de que la animadversión de las mayorías contra el gobierno es tan grande que “el triunfo está asegurado, aunque corran varios candidatos de oposición”, no soporta una revisión. No es el hartazgo de la mayoría contra el gobierno lo que produjo el triunfo opositor en Barinas, sino que apareció “un cisne negro” que hizo el milagro de que los votos opositores se concentraran en un solo candidato, Jesús Garrido, despreciando a los otros tres. Barinas es una excepción en el mar de 10 gobernaciones y 100 alcaldías que los candidatos opositores perdieron por ir divididos. El ver lo del caso Barinas como un “cisne negro” se refuerza si se considera que el candidato electo, era el cuarto, no el primero, en el orden de preferencias de la dirigencia opositora.

Las conclusiones de este análisis de las condiciones institucionales son que el supuesto de que “esto está ganado por la oposición porque la gente evalúa mal la gestión de gobierno” no es necesariamente cierta y que el caso Barinas fue un “cisne negro”.

Veamos ahora el tema desde el punto de vista cuantitativo; el de ¿cuántos votantes potenciales aprueban o desaprueban la gestión del presidente NM y cuántos votos tendría NM (o su candidato) en el 2024? Estas dos preguntas van hilvanadas porque desde hace unos 20 años venimos observando una correlación casi perfecta entre “aprobación de la gestión presidencial y la intención de voto por el presidente o sus causas”.

A través de la modesta recuperación económica lograda desde 2019, NM logró subir de 10% de aprobación al 27,6% en la Encuesta Omnibus Nacional de Datanalisis del mes de julio pasado. Si bien, en la encuesta de agosto, la opinión pública le pasó factura por las subidas de la devaluación y de la inflación, bajando el indicador al 21%, es de esperar que el gobierno recupere la ruta de un crecimiento menos modesto para apuntalar sus oportunidades en 2024. De ser así, asumamos que NM pudiera llegar a las elecciones con un 30%. Este porcentaje, que preludia el porcentaje de votos válidos que pudiera obtener, no asegura su triunfo porque la abstención puede ser del 35% + 30% de votos por NM = 35% de votos por la oposición. Esta última podría ganar, pero sólo si el candidato es uno solo.

Si el gobierno vuelve a dejarse influenciar por sus radicales de izquierda y relantiza el ya modesto crecimiento, el nivel de aprobación baja a 25%, la abstención sube a 40% y a la oposición le corresponderían 35% de los votos. En este escenario, la oposición tiene su mejor oportunidad. Pero todo depende del número de candidatos que presente. A falta de evidencias en contrario, hasta ahora, mi estimado es de cinco; y 35% / 5 = 7 puntos; la oposición vuelve a perder aunque NM empeore su gestión. El batacazo opositor estaría en sorprendernos presentando una franca unidad, un excelente candidato y un discurso de construcción y no de oposición. Eso puede no quitarle votos a NM, pero bajaría la abstención de 40 a 30% a favor de la oposición y ésta gana las elecciones 35+10 = 45 a 35, o sea, con el 64% de los votos válidos.

Pero, si el gobierno incrementa su aprobación hasta un 40%, con políticas más pro empresa privada y más coherentes, la abstención baja a un 30%, a favor del gobierno, lo que deja sólo el 30% de votos por el o los candidatos de oposición. Pierde la oposición. Así, el Sr. NM tiene su as en una política pro empresa y la oposición en el número de candidatos que presente.

@joseagilyepes

Opinión Pública y Estimaciones de la Recuperación Económica

José Antonio Gil Yepes

Es obvio que las cifras, tanto del gobierno venezolano como de multilaterales y bancos extranjeros, han ofrecido unos datos sobre el tamaño -modesto- del Producto Interno Bruto (PIB) que no explican el mucho mayor tamaño de algunas manifestaciones socioeconómicas que se observan a simple vista: la circulación de autos y motocicletas, la afluencia a sitios de comida, supermercados y abastos, la venta de artículos para el hogar, etc. Todo esto sugiere que, además de las actividades económicas que podemos medir, ocurren otras informales que no estamos midiendo, pero tienen efectos reales y notorios.

Lo que más llama la atención es la recuperación de los indicadores de opinión pública, también muy por encima de las modestas cifras sobre la recuperación económica. Por ejemplo, según la Encuesta Nacional Omnibus de Datanalisis, la Situación País era evaluada negativamente por el 85% de la población hace 18 meses; hoy ese porcentaje ha descendido a -60%. Sigue siendo “mala” dicha evaluación, pero el indicador ha mejorado en un 30%. Esta tendencia es mucho más marcada en el caso de la evaluación de la Situación Personal. Ésta se encontraba en + 15% hace tres años, pero, para julio 2022, se encontraba en +69%; una recuperación de, aproximadamente, el 460%.

La Evaluación de Gestión de Nicolás Maduro ha subido un 180% en 18 meses, de 10% a 28%. Quienes quieren que deje la Presidencia de la República han bajado del 80% en esos mismos 18 meses a 54%, una mejora del 33%.

El cambio que puede explicar estas mejoras se basa en las políticas económicas iniciadas a partir de 2019, sobre todo la desregulación de los precios, de la libre circulación de las divisas, reducción de aranceles, etc.; políticas que han empujado la oferta y el empleo. También es obvio que la reducción de la inflación de 1.680.000% en 2017 a 660% en 2021 tiene que representar un gran alivio que estaría reconociendo la población. Desde hace unos 20 años Escenarios Datanalisis viene siguiendo la correlación entre Liquidez Real (Liquidez Nominal menos Inflación) y el nivel de aprobación de gestión de quien haya sido el Presidente de la República de turno. Entre 2004 y 2012 dicha correlación fue muy alta y positiva (+ 0,94%). Desde 2013 hasta 2018, años en los que el presidente Maduro cometió el error de seguir las políticas populistas y estatistas de Hugo Chávez, pero sin altos ingresos petroleros que taparan esos errores, por más que al principio de ese segundo período subiera la liquidez real, la aprobación de gestión del presidente bajaba. Sin embargo, a partir del cambio de políticas económicas del 2019, se ha observado, primero, que la Liquidez Real dejó de caer y, a partir de 2021, comenzó a crecer muy modestamente. No obstante, el rédito que la pequeña mejora en este indicador le ha rendido a NM es enorme porque su aprobación de gestión ha crecido notablemente, como ya señalamos.

La mejora en esta relación entre Liquidez Real y Aprobación de Gestión presidencial sugiere lo mismo que los indicadores de la economía real; es decir, que circulan mucho más divisas que las que se pueden medir.

Otro mensaje de este breve análisis es que el gobierno estaría cometiendo el error de tratar de recuperar el valor del bolívar recortando la circulación de las divisas y, además, castigándola con el IGTF. Si se quiere rescatar el bolívar, se debe hacer promoviendo el crecimiento de la economía real a través de la inversión privada para que nuestra moneda tenga respaldo. Precisamente, el error es peor si se considera que la libre circulación de divisas fue, junto con la desregulación de precios, uno de los grandes alicientes para que el empresariado se metiera la mano en bolsillo y, sin crédito bancario, financiara la recuperación económica. Si el gobierno no tiene, como tampoco tenía en 2019 como financiar dicha recuperación, creo que, para seguir reconectando con la población, le conviene desarrollar las políticas que atraen la inversión privada, oferta y empleo nacionales, no frenarlas.

@joseagilyepes

La Economía Bipolar

José Antonio Gil Yepes

Se observa una estrecha relación entre la recuperación económica, reflejada por el 62% de las empresas que reporta aumentos en sus ventas en la Encuesta Multisectorial Empresarial de Escenarios Datanalisis y la recuperación de la mayoría de los indicadores de opinión pública según la Encuesta Ómnibus Nacional de Datanalisis; incluyendo la recuperación del nivel de aprobación de gestión de NM del 10% al 21% y un 64% que reporta una Situación Personal positiva.

La reactivación se explica por políticas aplicadas desde 2019 en adelante: Liberación de precios, del tipo de cambio, de la circulación de divisas y reducción de aranceles. Luego, se sumaron otras políticas, como los créditos de BANCOEX para exportadores, la contratación de la gestión de empresas del Estado a empresas privadas, devolución de empresas expropiadas y hasta la privatización de empresas. Estas políticas explican que el empresariado haya financiado casi toda la recuperación económica, cosa que nunca había ocurrido en 500 años de historia estatista.

Pero ese mismo gobierno mantiene políticas contraproducentes a la reactivación: Un alto encaje legal que minimiza el crédito bancario. No permite prestar sino el 10% de los depósitos en divisas en las cuentas en custodia ni permite las transferencias entre dichas cuentas. Insiste en rescatar la vigencia del Bolívar, a la vez que pecha el uso de las divisas. Asigna aranceles cero y elimina el IVA a importaciones. Mantiene una significativa sobrevaluación del Bolívar (“quemando” reservas internacionales, en vez de utilizarlas para recuperar los servicios públicos), por lo que fomenta las importaciones, el desempleo, desincentiva el ahorro nacional, incentiva la fuga de divisas, desestimula la inversión, la producción, el empleo, las exportaciones y el turismo.

A todo ello se le suman el aumento de impuestos nacionales y municipales, aumentos de tasas y precios y tarifas de bienes y servicios, desmotivando a los inversionistas dada la tendencia recesiva de los impuestos, de las cargas parafiscales y de los pésimos servicios públicos.

Así y todo, habrá que preguntarse si NM no será un gran equilibrista que, más que sortear una oposición muy débil, las sanciones y el aislamiento internacional, que sabemos que no cambian gobiernos, ha logrado sortear unos demonios internos, abanderados del estatismo, el centralismo, la polarización y del autoritarismo; políticas desatadas durante el gobierno de Hugo Chávez. Al finado lo asesoraron muy mal Fidel Castro, Jorge Giordani y otros gurús de la concentración del poder, aunque ello significase la ruina del país y la de desestabilización del gobierno. Explicándose que a Chavez “no se le vio la costura” porque repartió enormes recursos, por su alianza cívico-militar y, más aún, por la debilidad y divisionismo entre los opositores.

Algunos de esos gurúes, como el mismo Giordani, tuvieron la osadía de tratar de confundir y presionar a NM acusándolo de ser el culpable de la crisis, ¡por no haber seguido los lineamientos de Chávez! Pero, el principal error de NM fue seguirlos y sin tener los inmensos recursos que tuvo el finado para tapar con subsidios al consumo los errores que destruyeron la producción y el empleo. El error de NM fue no cambiar esas políticas a tiempo, como sí lo hacían los gobiernos de AD y COPEI.

Los gobiernos del régimen de Punto Fijo cometieron los mismos errores desde el cambio de política petrolera en 1973. Desde entonces hemos tenido una política económica “bipolar”, que oscila entre dos extremos, estatismo y liberación, sin lograr una síntesis. Cuando se tienen altos ingresos petroleros, se incrementan el gasto público, la liquidez, el consumo; surge la inflación, se culpa al empresariado por ella para controlar los precios; no se devalúa, provocando la fuga de capitales, hasta que se controla el cambio (para tener poder y cobrar peaje). Al caer los precios del petróleo, los gobiernos se endeudan, hasta que explota la crisis, y, luego se ajusta y reestructura la economía mediante la liberación de precios, del tipo de cambio, la privatización y acudiendo al FMI. Estas condiciones atraen al empresariado, cuya inversión reactiva la economía, hasta que vuelvan a subir los precios petroleros, con lo que el gobierno de turno repite el ciclo anterior para evitar que el enriquecimiento de las empresas, empresarios y trabajadores fuerce la pluralización de la estructura política del país. En el caso del gobierno de NM, los precios petroleros se le cayeron en 2013, pero no acudió a la “solución” sino cinco años muy tarde, en 2019. Por lo que el daño a la economía fue mucho mayor.

Quedamos a la espera pues de ver qué hace el gobierno de NM con las políticas y los actores que frenan la recuperación económica. Así las cosas, los principales enemigos de NM, de sus proyectos futuros, del empresariado y del pueblo no son los opositores ni los gobiernos de Occidente sino sus propios radicales de izquierda.

@joseagilyepes

11 de mayo 2022

Versión Final

https://versionfinal.com.ve/opinion/jose-antonio-gil-yepes-la-economia-b...

“La Carta” al Presidente Biden

José Antonio Gil Yepes

“La Carta” que dirigimos al presidente Biden solicita un cambio de estrategia en el uso de las sanciones económicas en contra del gobierno del presidente Maduro. Dicho cambio se venía perfilando al cambiar el gobierno de los EE. UU. Para Trump, las sanciones eran, “supuestamente”, para “cambiar el gobierno”; mientras que para Biden, dichas sanciones serían un instrumento para negociar cambios en las políticas del chavismo.

Aunque para algunos opositores la versión de Trump es la correcta, a muchos analistas nos pareció que Trump utilizaba una postura dura para congraciarse con los votantes de Florida en su competencia con Hillary Clinton, pero que no tuvo una sincera intención de utilizar las sanciones ni fuerza alguna para cambiar al gobierno de NM. Sin embargo, cabe notar que muchos de los firmantes (analistas y empresarios y sindicalistas), ya nos habíamos preguntado, tiempo antes de que llegara Biden a la Presidencia, “¿para qué servían esas sanciones?”. Es más, algunos habíamos investigado el potencial de las sanciones económicas en cambiar gobiernos y encontramos que, de unos 180 casos de países sancionados por las potencias (Rusia, China, EE. UU., Alemania, etc.) en los últimos 100 años, sólo siete gobiernos habían cambiado por esa presión: ¡Un magro 4% de éxito! De allí que los gobiernos sancionados más conspicuos siguen todos allí.

“La Carta” no plantea que se suspendan todas las sanciones porque, al eliminarlas, el gobierno de NM no tendría incentivos para cambiar sus políticas. Se trata de una negociación incremental, progresiva y sin enamoramiento alguno: “tú me das, yo te doy”. Pero si, “Tú me vuelves a quitar, yo también te vuelvo a quitar”.

En todo esto, cabe destacar que estamos hablando exclusivamente de sanciones económicas, financieras, comerciales. “La Carta” no se inmiscuye en sanciones personales. Aunque, para mi, es obvio que las políticas chavistas dañaron más nuestra economía que las sanciones, “La Carta” no toca ese punto.

En cuanto a las críticas a “La Carta”, llama la atención que casi nadie dijo algo en contra de incrementar las inversiones occidentales para exportar más petróleo, a pesar de que, para ello, es necesario flexibilizar sanciones y a pesar de que el gran beneficiario de esta negociación sería el gobierno de NM. Puede ser que, al no decir nada, estuviesen pensando que nos interesa que los países occidentales recuperen el espacio geopolítico que perdieron, por sancionar a Venezuela, ante sus competidores geopolíticos acérrimos: China, Rusia, Turquía e Irán. La contradicción está en que ahora, que “La Carta” plantea extender ese mismo enfoque a otros sectores, surja un revuelo en contra.

Por último, cabe destacar que todos tenemos derecho a opinar como consideremos conveniente. De eso se trata la Democracia. Pero el opinar necesita enfocarse en el problema, sin aludir a las características de las personas que opinan. Y esto tiene dos planos. En el plano socio psicológico, las encuestas indican que la mayoría de los que vivimos en Venezuela vemos en la “negociación” la primera herramienta para resolver los problemas del país. En cambio, la mayoría de los venezolanos que viven fuera y opinan tienden a tener posiciones más confrontacionales. La experiencia de vivir dentro o fuera del país crea dos psicosociologías diferentes y es comprensible que quienes viven fuera se sientan más distantes del gobierno de NM, bien por sus políticas que nos arruinaron y forzaron a migrar; o, peor, se trata de perseguidos políticos que tuvieron que huir. Comprender esto es respetar al que piensa diferente. En cambio, quienes vivimos aquí, a pesar de las críticas que hemos mantenido sobre la mala gestión de gobierno, necesitamos partir del supuesto de que tenemos que entendernos y convivir con el que no es igual a nosotros. Esta postura también hay que entenderla y respetarla.

Pero, lo que todo texto de negociación proscribe como inaceptable es el referirse a rasgos personales como argumento para hacer valer intereses. Se debe ser duro con el problema, pero blando con las personas. Si el argumento para “demostrar” que la flexibilización de las sanciones a cambio de concesiones en las políticas del gobierno es inconveniente pasa por llamar “amorales”, “incompetentes” o “vendidos” a los que hacen la propuesta, allí no queda diálogo posible… sino el silencio. De la misma manera, quienes propongamos dicha flexibilización no podemos argumentar que quienes se oponen lo hacen porque “como no se ponen de acuerdo ni logran recuperar el apoyo popular, buscan que los países extranjeros, mediante las sanciones, les hagan el trabajo de cambiar el gobierno.”

Estos juicios, fundados o no, duelen tanto que nos bloquean psicológica y socialmente contra el diagnóstico y las soluciones que toda sociedad Democrática debe buscar incorporando a todos sus miembros; no excluyéndolos. Por lo pronto, “La Carta” destrancó el juego en congruencia con el 75,4% de nuestros habitantes que apoya la flexibilización de las sanciones.

@joseagilyepes

¿Cambiamos el juego?

José Antonio Gil Yepes

En días recientes he enviado por las redes sociales mensajes que reportan la recuperación económica que está ocurriendo desde principios de 2019, cuando el gobierno de NM liberó los precios, el cambio, la circulación de las divisas y bajó los aranceles. Este proceso, aunque lento y con resultados modestos, tiene cada vez algo más de impacto positivo sobre la población. Por lo que también coincide y he reportado que los resultados de las Encuestas Omnibus Nacional de Datanalisis muestran mejoras en la percepción de la Situación País, aunque siga en negativo. La Situación Personal mantiene un balance positivo, entre 52 y 58%, desde hace casi un año. Lo mismo ha pasado con la evaluación de gestión de NM, la cual sigue muy baja, pero ha subido de 12 a 20% en un año, pasando del sexto lugar en el orden de aprobación de los líderes políticos nacionales (gobierno y oposición) a ser el menos mal evaluado de todos ellos. En la Encuesta Multisectorial Empresarial de Escenarios Datanalisis los resultados son más alagüeños: todos los sectores dicen que están mejor que hace un año y esperan estar mejor aún en los próximos doce meses.

Cuál es mi sorpresa, que, si bien he recibido comentarios positivos por reportar lo que estamos observando y que esas mejoras nos benefician a todos, otros comentarios no sólo manifiesten su incredulidad sino que son hechos con descalificaciones e insultos personales, tales como “¿Y cuánto te pagaron?” Es decir, que no basta manifestar un desacuerdo sino que hay que asesinar moralmente al otro, a pesar de que estos cambios positivos los están reportando decenas de fuentes económicas nacionales e internacionales y varias encuestadoras nacionales en cuanto a la opinión pública.

Este tipo de experiencia me recuerda otras observaciones en las cuales uno constata la existencia de interlocutores que no les importan los hechos, lo observable, sino que los rechazan si no concuerdan con lo que ellos quieren. Esta posición no sólo es inmadura sino que pasan de no reconocer la realidad a descalificar y a dudar de la calidad moral del otro que te dice lo que no quieres oir, pasas de inmaduro a tener una posición “yo estoy bien, tú estás mal”, propia de los extremismos religiosos o ideológicos. Recordando esto, a su vez, que de esos fundamentalismos salen asesinos, como vemos en las noticias mundiales.

Este tipo de actitudes coincide con la deplorable evolución de los regímenes políticos en la Venezuela republicana: Han sido 13 regímenes desde la Independencia hasta la fecha y todos los cambios de uno a otro han sido violentos, con la excepción del cambio entre el Pacto de Punto Fijo y el régimen chavista. Todos los cambios han sido un “quítate tú pa’poneme yo”. Todos han perseguido a los gobernantes salientes. Todos han prometido cumplir con las promesas que los anteriores no cumplieron. Ninguno las ha cumplido. Todos han gobernado en función de una máxima: la concentración del poder político. Por lo que todos se han caracterizado por la desconfianza y la exclusión de los grupos no gobernantes, el clientelismo, la corrupción y la ineficiencia. Ninguno ha podido erradicar la pobreza. Por supuesto, todos han fracasado.

Es decir, que siempre hemos cambiado a Quién Gobierna, pero nunca hemos cambiado el Cómo se Gobierna. El afán de ver las cosas y de hacerlas cómo yo digo, de excluir y descalificar a los demás no solo tiene visos de inmadurez sino también de una gran violencia, moral, social y hasta física. Lo peor es que esa violencia es preludio de que se repita la deplorable historia de los regímenes políticos de Venezuela.

No vamos a mejorar la situación por cambiar a quien manda sino cambiamos cómo manda. Eso no se logra negando sus pocos logros sino reconociéndoselos para que “tome nota” y siga cambiando. ¿Ud. se imagina lo torcido y estúpido (dícese de “persona o animal que muestra torpeza o falta de entendimiento para comprender las cosas”) que es no reconocer que un marxista-estatista, como NM, haya liberado los precios, el cambio, etc. y esté negociando con EEUU las sanciones a cambio de petróleo y esté devolviéndole a la banca la capacidad de prestar dinero, revirtiendo la medida con la cual ha podido quebrarla? Entonces si, en vez de reconocerle sus pocos logros y el gran esfuerzo moral de poner de lado sus principios ideológicos inservibles, se le niega cualquier cambio y mejora, cómo se puede esperar que tome nota y cambie el juego?

Estas reflexiones se pueden resumir en una invocación a que nos demos la oportunidad de jugar otro juego. Estamos acostumbrados al ajedrez, emblemático de Occidente, y que consiste en acabar con el otro, o sea, en darle “jaque mate”. Me pregunto, si no será mejor ensayar a jugar el juego emblemático del Oriente, llamado en China, Wei Chi, y por los japoneses Go. Este juego consiste en ir poniendo fichas en un tablero para ocupar más espacios que el otro y el que lo logre gana; pero eso no quiere decir que el vencido muera ni que se quede sin nada. En la sociedad moderna, plural por excelencia, la pregunta clave no puede ser quién tiene la razón, sino cómo nos ponemos de acuerdo.

@joseagilyepes

17 de marzo 2022

ElUniversal

https://www.eluniversal.com/el-universal/120913/cambiamos-el-juego

Qué y Cómo Negociar

José Antonio Gil Yepes

Aunque la negociación no ha sido el signo de los gobiernos Chávez-Maduro, cabe visualizar un Escenario de Negociación, como está planteado, en la medida que se cumplan dos condiciones: Que la oposición sea fuerte porque tenga algo que el gobierno no tiene y necesita; por ejemplo, la paz interna o flexibilizar las sanciones; o porque tenga la capacidad de castigar al gobierno por sus faltas y errores mediante protestas. En segundo lugar, la oposición y sus aliados necesitan dejar abierta una puerta que le permita al oficialismo cambiar sus políticas represivas y ruinosas o salir del gobierno sin mayores penas. De lo contario, no cambia sus políticas ni sale del gobierno. Sobre estas dos opciones cabe destacar que entre los desafectos al gobierno hay dos posiciones: Para unos no habrá cambio de políticas ni resultados si no cambia el gobierno; mientras que, para otros, cabe que el gobierno cambie sus políticas para recuperar el nivel de vida, sea quien sea quien gobierne. Esta diferencia debilita a la oposición.

No basta que el descontento de la población supere el 85% en varios indicadores. Esto es sólo el telón de fondo, pero una masa desorganizada no tiene la capacidad de cumplir con las dos condiciones anteriores para inducir una negociación a favor de un cambio de políticas o de gobierno; como lo atestiguan los casi 20 años de descontento y de protestas sin solución. Las protestas sociales, espontáneas, muy numerosas, pero aisladas, momentáneas y no sostenidas no suplen a las protestas políticas, organizadas por los partidos, menos numerosas pero coincidentes en varias ciudades, por la misma causa y duraderas en el tiempo que han desestabilizado al gobierno.

Recientemente Juan Guaidó señaló que era necesario acompañar la tramitación del Acuerdo de Salvación Nacional que está promoviendo con la protesta de calle. Tiene razón. Pero, por ahora, la protesta se diluyó en apatía, sobrevivencia individual cotidiana y emigración. La capacidad de castigo de la oposición no dependa de sí misma sino de las sanciones impuestas por países extranjeros.

Afortunadamente para los intereses de la oposición, la crisis económica creada por las pésimas políticas económicas oficiales es tan grave que el gobierno necesita flexibilizar o evadir las sanciones para poder rescatar la calidad de vida de la ciudadanía y algunos representantes de la oposición que se encuentran en buenos términos con los gobiernos de los países sancionadores pueden intermediar en la tramitación de esa flexibilización. De allí la misión dirigida por Gerardo Blyde que está por reunirse con los representantes de esos gobiernos haya declarado que las sanciones están incluidas en su agenda.

Pero, ¿flexibilizar sanciones a cambio de qué?

En las negociaciones en curso, los puntos en que ha cedido el gobierno son aquellos en los que tiene necesidades o tiene un Plan B. El gobierno aceptó el Programa de Alimentos “cediendo” que la coordinación fuese compartida con la ONU; que el programa de vacunación fuese coordinado con la COVAX; le dieron casa por cárcel a los ex directivos de CITGO que estaban presos; y aceptó cambiar los Rectores del CNE. En algunos de estos casos sólo ha cedido en aspectos que nunca han debido ser condición; por ejemplo, no tiene sentido que el gobierno haya querido que le dieran los alimentos y las vacunas y administrarlos sin la participación de los donantes. En el único tema en que puede parecer que ha cedido algo es en el cambio de los Rectores. Sin embargo, el ceder en este aspecto puede ser una posición táctica, momentánea, y no estratégica porque las discusiones en marcha en la Asamblea Nacional sobre las Leyes del Poder Comunal (inconstitucional) apuntan a que las gobernaciones y alcaldías serían vaciadas de funciones y presupuestos que pasarían a las Ciudades Comunales y las autoridades de estas ciudades serían electas por un sistema de elección (inconstitucional) indirecta, a mano alzada y vigiladas. Entonces, la misión de Blyde no sólo necesita atender el punto de la flexibilización de las sanciones sino también a cambio de qué se flexibilizarían. Es más, es posible que el oficialismo manifieste que busca negociar la flexibilización de las sanciones pero que, en realidad, su objetivo sea seguir consiguiendo arreglos con sus aliados geopolíticos internacionales para evadirlas, como está ocurriendo.

@joseagilyepes

Quo Vadis Venezuela

José Antonio Gil Yepes

Las variables políticas con mayor impacto en la evolución de Venezuela son el manejo de los Derechos Humanos y la Articulación del Oficialismo, muy por encima de la Articulación de la Oposición y las negociaciones locales facilitadas por los representantes de Noruega y del Grupo de Contacto. En lo político internacional, se destacan eventos que reflejan la alianza del gobierno de NM con países del bloque de Oriente; lo cual sugiere que su enfoque hacia las sanciones es más evadirlas, con el apoyo de Rusia, Irán, Turquía, etc., que negociar la flexibilización de dichas sanciones con los países de Occidente a cambio reformas democratizadoras y económicas. Este proceso refleja la continuación de la tendencia de Venezuela hacia un cambio de esfera de influencia geopolítica hacia los países de Oriente (todos de corte autoritario, con la excepción de la India); mientras que, por su parte, Estados Unidos no ha definido otra política hacia Venezuela que la de ponerse de acuerdo con los países de la Unión Europea y estos, a su vez, se encuentran ocupados de la pandemia, Brexit, Ukrania, etc.
A medida que cede la pandemia, está la emigración de venezolanos y, con ella, se reactivarán las presiones de los países receptores de nuestros migrantes para que el gobierno de NM cambie sus políticas o para que cambie el gobierno.

En lo económico se destacan, en positivo, el avance de la dolarización, con la legalización de contratos con precios y pagos en divisas, la vacunación y la promoción de exportaciones privadas. En lo negativo, se destacan la lentitud y privilegios (Sistema Patria) en la vacunación; la persistencia de las semanas de no circulación, que entorpecen la economía; los amagos de la Sundee en controles de precios y la extraña ausencia de privatizaciones (ofrecidas por el oficialismo vía Ley AntiBloqueo). En este último aspecto, recientemente anunció el diputado oficialista José Gregorio Leandro Mora que la privatización no es lo que plantea la Ley Antibloqueo, sino la “equitización” (¿?). Lo económico también se ve frenado por las fallas en servicios públicos: combustibles, transporte, electricidad y servicios de salud.

El cambio climático sigue cobrando conciencia en los países del G7 y, con ello, los planes para sustituir el auto a gasolina por el auto eléctrico. Lo cual apunta a que, si Venezuela pretende volver a ser un país petrolero –ya no lo es-, tendrá que reorientarse del mercado energético a los mercados químico y petroquímico y tendría que sincerarse si es que es verdad que el gobierno de NM quiere atraer inversionistas importantes para lo cual necesita reformar la Ley de Hidrocarburos (una de las más estatizantes y más fiscalistas del mundo), poner en marcha el proceso de privatizaciones ofrecido por la Ley AntiBloqueo y garantizar la propiedad privada.

En suma, las fuerzas que están moviendo los escenarios de Venezuela son la concentración de poder en el gobierno de NM, basada en su relativa articulación interna y el apoyo militar; la ruina económica y de servicios públicos que ocasionó esa concentración de poder; la emigración de venezolanos y la presión de los países receptores por cambiar el gobierno de NM o que éste cambie sus políticas ruinosas; la necesidad del gobierno de recuperar algún bienestar; el apoyo internacional mayoritario a la oposición venezolana; y las sanciones, que están siendo usadas como cartas de negociación para obligar al gobierno a cambiar sus políticas y a democratizar el país. Las fuerzas ausentes se deben a la desarticulación de la oposición y a su falta de coordinación de estrategias con el resto de los sectores democráticos.

La verdadera solución para cualquier demócrata radica en las negociaciones, lo cual es difícil de llevar a cabo por la poca vocación negociadora del oficialismo y la carencia de un vocero de consenso por parte de la oposición: el reto de los facilitadores noruegos es mayúsculo. Cierto es que el gobierno de NM hace anuncios mayores, como la privatización generalizada vía Ley Antibloqueo; pero luego no pasa casi nada. En temas menores sí, como la renovación de los Rectores del CNE. Pero éstos cambios no reponen la democracia ni recuperan la economía. Por ahora, Venezuela da vueltas alrededor del punto donde el gobierno de NM la ha colocado. Puede ser que el gobierno esté comprando tiempo, como ha hecho siempre con el supuesto Diálogo, para esperar que sus antagonistas o problemas se agoten y continuar su mismo rumbo. Sin embargo, la crisis económica se le salió de las manos y el gobierno ha tenido que implementar medidas ajenas a su interés por concentrar el poder, como la liberación de precios y del tipo de cambio. Además, parte del empresariado, se cansó de esperar: está reactivando operaciones y las federaciones empresariales, coordinadas por Fedecamaras, están tratando de negociar con el gobierno cambios en las políticas económicas, lo cual es aprobado por el 81% de los empresarios según la Encuesta Multisectorial Empresarial de Escenarios Datanalisis. Los políticos opositores pudieran tomar ejemplo de Fdecamaras y ponerse de acuerdo en crear una instancia que los represente y comprometa, tanto para negociar como para presionar. Si alguien piensa que estos esfuerzos negociadores son inútiles, también debe pensar que el gobierno de NM está en graves apuros que le inducen a cambiar. Recuerde, la historia se escribe cada día, todos los días; como se escribió la historia de la transición del gobierno en 1958-1959.

Escenarios Petroleros

José Antonio Gil Yepes

Aunque estamos en elecciones, ya sabemos los resultados, por lo que creo que es conveniente destacar el aspecto que más le interesa a la población que sufre y espera un rescate económico.

Estamos acostumbrados a que el tema petrolero ocupe un sitial predominante en nuestros análisis sobre el bienestar, este tema hoy es doblemente relevante, pero por razones distintas a las tradicionales: Primero, porque Venezuela ya no es un exportador de importancia en el mercado mundial petrolero. Segundo, porque es muy difícil que vuelva a serlo. Tercero, porque la gran oportunidad para diversificar nuestra economía y democratizar al país dependen de la lentitud y moderación -no de la velocidad y magnitud – con que se recupere la producción de hidrocarburos.

Es muy difícil que el país vuelva a ser un player importante en el mercado mundial petrolero porque, desde 2014 se observa una tendencia excedentaria en la capacidad instalada de producción sobre el volumen de la demanda. De allí los precios bajos. La pandemia vino a agravar esta tendencia debido a que la cuarentena impuso una caída del PIB mundial y, por ende, del consumo de energía y, particularmente, del transporte, del cual depende buena parte de la demanda petrolera. La respuesta de la mayoría de los grandes productores y exportadores de hidrocarburos fue cerrar unos 30 MM BD de producción. Es decir, que antes de invertir en nuevos campos petroleros o en la reactivación de los existentes, las grandes petroleras esperarían que se supere la pandemia y se recupere el PIB mundial. Por lo que quienes recuperarían la producción en Venezuela, no estarían en disposición ni capacidad de hacerlo.

Así y todo, en la medida que la economía mundial se recupere, tenderá a aumentar la demanda de energía, pero el calentamiento global y la conciencia ambientalista están creciendo, fomentando la incorporación de fuentes de energía no contaminantes que sustituyen al petróleo. La peor noticia para los petroleros en este sentido es que el gobierno de Joe Binden, a través de su nueva política de Clean Energy, buscará sacar a su país de la cuestionada posición en que Donald Trump lo colocó al deslindarse de todos los pactos conservacionistas internacionales.

A pesar de lo dicho, es posible que aparezcan inversionistas en Venezuela atraídos por sus reservas petroleras, ubicación geográfica y nexos con el régimen que neutralizarían la inseguridad jurídica que ha caracterizado la era chavista. Pero, lo más probable es que su inversión sea más para tomar posiciones en las alianzas estratégicas para controlarlas, pero no necesariamente para producir hasta que no estén seguras de que una producción adicional no bajaría los precios. Así sucedió en el Proyecto Cristóbal Colón para la producción de gas libre, proyecto que fue bloqueado por los socios de PDVSA que ya tenían una amplia participación en el mercado mundial de este commodity. En todo caso, una moderada inversión podría dirigirse a recuperar una primera camada de pozos que no suponga grandes inversiones, lo cual nos puede llevar a producir hasta unos 700 MBD en un par de años y un millón de BD en tres o cuatro años; siempre dependiendo de la intersección entre la recuperación del PIB mundial, la sustitución del petróleo por otras fuentes y de los desarrollos tecnológicos que vienen incrementando la Eficiencia Energética.

Como la economía venezolana ni sus gobiernos se pueden estabilizar con esos niveles de producción tan bajos, en la medida que eso sea así, a quien quiera que gobierne, se le presenta la opción de liberar la economía, abrirla, dolarizarla, privatizar las empresas del Estado (Ley Antibloqueo), con las consecuencias favorables de diversificar la producción y las exportaciones, así como las fuentes fiscales y de divisas. Todo lo cual redundaría en un mayor bienestar económico y en un mayor pluralismo político y democratización del país. Por el contrario, en la medida que la producción petrolera repunte y el gobierno de turno, del color que sea, pueda re estabilizarse con los ingresos petroleros, las probabilidades de diversificación de la economía y sus exportaciones se reducen porque se reducirían la liberación, la privatización, la dolarización, se mantendrían el bolívar como moneda, la política monetaria y la consiguiente emisión inorgánica de dinero, la sobrevaluación de la moneda y la concentración de las exportaciones en petróleo, oro, coltán, etc. Todas ellas fuentes rentísticas con las que el gobierno de NM ha buscado recuperar su capacidad fiscal y evitar la democratización económica y política del país. Creo pues que a los venezolanos amantes de la libertad y el bienestar nos conviene que el petróleo se recupere muy lentamente, que las otras fuentes rentistas no prosperen para que quienquiera que gobierne se vea obligado a dejarnos trabajar en paz.

@joseagilyepes