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Opinión

Francisco Suniaga

“Si reconocemos al capitalismo, significaría regresar al abismo, al infierno. Si educamos a nuestros niños con nuevos valores, claro que habría futuro, debemos decir no a la pudrición de la cultura occidental…”. Dijo Nicolás Maduro ante un grupo de trabajadores de la planta Cauchos de Venezuela, antigua Goodyear, en Valencia. Dejando de lado la curiosidad sobre el origen y contenido de esos “nuevos valores” a los que alude Maduro, fijemos el foco en la última consigna (en la tradición instaurada por Hugo Chávez, el discurso de Maduro consiste de consignas pegadas una detrás de otra), sobre la putrefacta cultura de Occidente.

Sobra decir que tengo una mala opinión de Nicolás Maduro; no solo por lo último sino por el hecho de ser un pésimo gobernante, el peor de nuestra historia. Son varias las razones de ese desempeño paupérrimo, pero la de mayor bulto es que nada ha construido. Venezuela se ha convertido en un caos destructivo que ya tiene diez años y que se ha llevado por delante todo lo que había, ni la naturaleza ha escapado. Lo que un hombre ha hecho no es sino el resultado de lo que un hombre es. “Por sus obras los conoceréis”.

No tiene nada de raro entonces que Nicolás Maduro hable mal de la cultura occidental. Por supuesto que tiene que hacerlo, si su vida ha sido un ejemplo de negación de esa cultura. Uno de los valores fundamentales de Occidente ha sido el conocimiento científico como paradigma de la verdad. Maduro prefirió la ideología (la peor, la comunista) y el resentimiento como guías. Para completar el ciclo de educación que le correspondía en función a su condición de muchacho clase media, solo tenía que caminar unas cuadras; entiendo que vivía por las cercanías de la parroquia San Pedro, vecino de la UCV. Pero nunca lo hizo. Se fue de una vez a las trincheras de la clase obrera, y a una escuela de cuadros en La Habana, a luchar contra el “infierno del capitalismo”.

Es obvio también que su desprecio por los valores occidentales no es casualidad. El conocimiento, la ciencia, el libre pensamiento, la diversidad de ideas, el debate democrático de los saberes, ese in lumine tuo videbimus lumen, ese vencer a la sombra que resume a la academia le son ajenos por decisión propia. Sabido eso, la desgracia que ha sido su gobierno es explicable. Bastaría con entender que hay coherencia, una correlación perfecta, entre su pensamiento y su obra. Cualquier venezolano medio, que es igual que decir la inmensa mayoría de nuestros compatriotas, rechaza el gobierno de Maduro. Para muchos ya es una cuestión incluso moral. Por eso resulta indignante no percibir que la dirigencia opositora se esté comportando al nivel de la demanda de orden ético y político de la sociedad venezolana: hay que derrotar a Nicolás Maduro en el 2024.

Maduro, con todo y sus carencias académicas y sus vacíos en cultura occidental, tiene clarísimo qué va a hacer en el proceso de 2024. Se sabe la lección de memoria. Ya lo hizo en 2018 y le salió redondito. Va a golpear a los opositores hasta que solo queden en carrera los candidatos que a él le gustan; los de los partidos otorgados como franquicia del PSUV a unos auténticos corsarios de la política. Por si fuese poco, aparte de su propia historia, tiene al lado la de su colega Daniel Ortega.

Diosdado Cabello pone el dedo en la llaga y acierta al señalar una grave falla de la oposición: «Nos conviene que haya primarias, yo creo que no habrá, pero nos conviene porque eso va a contribuir con peleas internas entre ellos, porque el que llamó ladrón a otro durante la campaña no va a pretender que a ese que llamó ladrón vote por él en 2024. Esas primarias jamás van a contribuir con la unidad en la oposición, no tienen vida».

Ergo, en este episodio de la larga lucha contra una dictadura inmoral, nada peor que hacer de las primarias una guerra entre precandidatos opositores. Ni mucho menos una oportunidad para practicar una escapada en solitario o ponerse alguno a hacer cálculos de cómo, en una carambola trágica para el país, se puede hacer de la candidatura sin tener votos suficientes. Eso será muy político, pero resulta mezquino e inhumano dadas las circunstancias.

La labor política y patriótica sería más bien trabajar por crear desde ahora las instancias y mecanismos de cooperación para hacer frente a la estrategia de Maduro. Una amenaza de la que ni se habla, aunque guardar silencio no signifique que no vaya a estar ahí. Por eso me atrevo a preguntar: ¿Ya saben nuestros dirigentes opositores qué van a hacer cuando Maduro, como hizo en Barinas, comience a inhabilitar candidato tras candidato?

No prepararse para contrarrestar sus marramucias, anunciadas por lo demás, es bastante más que una irresponsabilidad. Es un crimen que se comete contra las esperanzas de toda una nación.

24 de mayo 2023

La Gran Aldea

https://lagranaldea.com/2023/05/24/el-enigma-venezolano/

 3 min


Fernando Rodríguez

Muchos profesores universitarios opinábamos al final de la era democrática, sobre todo a los que nos llegaba la hora de la jubilación y el otoño de nuestras vidas, que había decaído mucho el nivel de esas casas mayores de estudio. A lo mejor una cierta dosis nostálgica tenía lo suyo en esa valoración, la universidad en que nos habíamos formado correspondía a la primavera de nuestras juventudes, veinticinco abriles, y de la democracia misma.

Pero no, también, se podían aducir razones muy objetivas. Para empezar el crecimiento cuantitativo que fue muy grande, muy democrático, de un par de decenas de miles a más de un millón de estudiantes en cuatro décadas y que si bien éste fue un logro de los más loables socialmente de la época, no podía dejar de hacer resentir, inevitablemente, la calidad educativa, propio además de economías inestables e insuficientes, tercermundistas. Y también de políticas nacionales envejecidas y, propiamente universitarias, no siempre acertadas. En ese ámbito a ratos politización excesiva o gremialismo o derroche improductivo cuando había para derrochar.

Pero en todo caso ese crecimiento numérico y su espíritu democrático y el de las clases medias que generaba, su muy decente ubicación en el ranking de las universidades del subcontinente y el mantenimiento de su autonomía a todo trance, seguía siendo la posibilidad de enderezar el camino, de no amedrentarse, de pensar en un mañana muy posible y mejor. Claro, unas zonas o facultades mejores que otras. Unos años más próspero que el resto, seguro que con los compases de los precios petroleros. Las universidades seguían siendo, a presar de los pesares, órgano fundamental del país deseado.

Entonces llegó el apocalipsis, la tiranía que incapaz de hacer suyas con su mentalidad cuartelera y populista, esos refugios del saber – estudiantes y profesores- decidió masacrarlos, descerebrar el país, le patearan el alma y las neuronas. Lo hicieron con saña. Desde aplastar sus plantas físicas y su seguridad hasta los sueldos reducidos a limosnas que hicieron minimizar bárbaramente su personal más calificado, patear la ley de universidades y la autonomía, entre otras bloquear las elecciones por un decenio y hasta los alumnos comenzaron a desertar por las imposibilidades institucionales y el achicamiento de todos los mercados de trabajos por la desoladora destrucción de la economía.

Se llegó no hace mucho, por fin, a un arreglo que no hay que aplaudir, pero arreglo al fin, y se pueden realizar las ya postergadas elecciones, algún día tenía que ser. Quizás sea el comienzo de algo positivo ese refrescamiento. Y sorprende y en algo entusiasma, que se haya movido bastante gente con ánimo electoral. No hay que hacerse grandes ilusiones, al parecer tardará tiempo para volver al punto de partida democrático y nuevos avances sobre todo económicos.

Pero, para empezar realmente, para pensar en esos primeros pasos vitales, se necesita un pensamiento altivo sobre el destino universitario que supere estás décadas sucias, un discurso tan noble y sabio como la esencia universitario. Digo por último, ya lo he señalado, que no encuentro ningún otro tan elaborado y brillante para la máxima autoridad que el de Víctor Rago, por notoria distancia. Extraordinariamente elocuente, argumentalmente brillante, tanto que me hace recordar aquellos primeros rectores de la era democrática, magníficos.

fernandor60@hotmail.com

21 de mayo 2023

https://www.costadelsolfm.org/2023/05/21/fernando-rodriguez-la-universid...

 2 min


Ramón Cardozo Álvarez

El pasado mes de mayo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) de la ONU alertó sobre la muy alta probabilidad (98%) de que durante el quinquenio 2023-2027 la temperatura global sufra un aumento sin precedentes a consecuencia de los gases de efecto invernadero y del fenómeno meteorológico de El Niño. Por ello, el secretario General de la OMM, Petteri Taalas, recomendó a los gobiernos tomar previsiones, ya que este aumento de la temperatura mundial "tendrá repercusiones de gran alcance para la salud, la seguridad alimentaria, la gestión del agua y el medioambiente”.

Esta sombría predicción sorprende a Venezuela –que, por su ubicación, es uno de los países más expuestos a los efectos de El Niño– en medio de una Emergencia Humanitaria Compleja, y muy mal preparada para enfrentar este tipo de fenómenos ambientales. De acuerdo con el Reporte sobre Amenazas Ecológicas (Ecological Threat Report) 2022, publicado por The Institute for Economics & Peace, Venezuela se encuentra dentro de la lista de los 27 países del mundo que corren mayor riesgo de conflicto, disturbios civiles y desplazamientos por causa de la degradación ecológica y de eventos relacionados con el clima. En este informe, Venezuela registra puntajes críticos en materia de seguridad alimentaria y de estrés hídrico (porcentaje de población sin acceso a agua potable limpia).

Lo paradójico de esta situación es que, en materia de recursos hídricos, Venezuela es un país privilegiado. Con una estimación de 1.325 kilómetros cúbicos de agua dulce, Venezuela se encuentra dentro de la lista de los 10 países del mundo con mayores reservas hídricas. Sin embargo, un porcentaje muy alto de su población no tiene garantizado el acceso al agua necesaria para mantener la vida y la salud, y para satisfacer sus necesidades básicas. Para marzo de 2022, aproximadamente 7 de cada 10 venezolanos presentaban necesidades humanitarias relacionadas con el suministro regular y el saneamiento del agua, según el Diagnóstico Comunitario de HumVenezuela. Las razones detrás de esta paradoja la encuentran los expertos en décadas de corrupción y mala gestión de los recursos hídricos de Venezuela y en la implantación de un modelo de desarrollo extractivista que ha conducido a una grave degradación de los ecosistemas del país.

Deforestación de las cuencas hidrográficas

Venezuela cuenta con una abundante red de ríos y cuencas hidrográficas que desempeñan un papel fundamental en la disponibilidad de agua, la generación de energía y la biodiversidad del país. Durante las últimas décadas, las principales cuencas hidrográficas de Venezuela se han visto degradadas y contaminadas a causa de la deforestación, la minería, los derrames de petróleo y las actividades agrícolas y pecuarias.

Aunque sobre la deforestación en Venezuela no se dispone de información oficial debido a la política de opacidad informativa del gobierno, organizaciones ambientales y expertos independientes han venido haciendo un seguimiento del problema y alertando sobre el crecimiento acelerado de las tasas de deforestación en el país durante las últimas décadas. Rosales y García, en su estudio "Las cuencas hidrográficas y su gestión integral” (2015), advertían que "Venezuela ocupa uno de los primeros lugares entre las naciones con mayor tasa de deforestación, con 288.000 ha/año, que corresponde a una tasa de 0,62% /año en relación con la superficie de bosques del país (FAO, 2011)”. Por su parte, la ONG Clima 21, con datos de Global Forest Watch (GFW), estimó en su Informe 2022 que Venezuela, entre el 2001 y el 2015, sufrió una perdida promedio de 97.258 ha/año de su cobertura forestal total. Durante los siguientes cinco años (2016-2020), la tasa de deforestación sufrió un aumento acelerado, alcanzando en promedio las 157.307 ha/año. El 57% de esta grave pérdida de la cobertura vegetal se concentró en cinco entidades federales: Bolívar, Zulia, Monagas, Amazonas y Anzoátegui, afectando de manera directa a las dos principales cuencas hidrográfica del país: la del Rio Orinoco y la del Lago de Maracaibo.

Contaminación de las cuencas hidrológicas

Otro factor que ha venido afectando gravemente la capacidad de producción de agua de las cuencas hidrológicas del país ha sido la contaminación directa de sus aguas debido a actividades extractivistas, como la explotación petrolera, la minería y las descargas de efluentes domésticos e industriales.

En su informe del 2021, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, expresó su preocupación por el aumento de los derrames petroleros que, desde el 2014, se venía produciendo en el país. Entre enero y noviembre de 2021 se reportaron al menos 73 derrames petroleros en el país, siendo las cuencas más afectadas la del Lago de Maracaibo-Mar Caribe.

Aunada a la industria petrolera, otra de las actividades que más ha contribuido con la contaminación de las aguas en Venezuela ha sido la explotación minera. Ha sido dramático el impacto contaminante de la política extractiva del Arco Minero del Orinoco sobre la amazonia venezolana y, en especial, sobre la cuenca del Rio Orinoco, zona donde se produce la mayor cantidad de agua del país. Aunque no se ha podido hacer una cuantificación precisa sobre los daños que estas actividades le han producido al medio ambiente, se cuenta con suficiente evidencia de que el agua, la fauna acuática y las poblaciones de esas zonas han sido contaminadas por el mercurio que se utiliza para la explotación de las minas de oro. De acuerdo con un reportaje del 2021 de la ONG SOS Orinoco, el 35% de los indígenas pemón presentaban niveles de mercurio más altos que lo establecido en los parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Infraestructura hídrica inoperativa

Para garantizar un servicio hídrico de calidad, además de preservar las cuencas hidrológicas, es necesario contar con un sistema eficiente de control, distribución y saneamiento de agua. En Venezuela, ese sistema fue desarrollado entre 1940 y 1995. Así lo afirma Jesús Castillo, de la ONG Agua Sin Fronteras: "Durante ese periodo, Venezuela pudo desarrollar uno de los servicios de agua potable más importantes de toda la región, con tecnología de vanguardia y el desarrollo de infraestructura de altísima calidad, para alcanzar altas metas y estándares de salud pública. En ese sentido, ya para los años 90, se podía estimar que el 87% de la población venezolana tenía un buen servicio de agua potable y saneamiento”.

Lamentablemente, durante el transcurso de lo que va del siglo XXI, la infraestructura instalada dejó de recibir por parte de las autoridades competentes la debida atención, mantenimiento y reposición. Para marzo 2022, de acuerdo con el informe de seguimiento de los impactos de la Emergencia Humanitaria Compleja en Venezuela, elaborado por HUMVenezuela, la red de acueductos del país presentaba una reducción del 60% en la cantidad de agua distribuida, disminuyendo de 350 a 140 litros por persona al día, en un sistema con 74% de las tuberías no presurizadas, lo que ocasiona fugas y expone a los habitantes al consumo de agua contaminada. Aunado a ello, el 90% de los embalses destinados para la recolección de agua y el 99% de las plantas potabilizadoras se encuentran con importantes niveles de inoperatividad, según se señala en el Reporte "Derecho al Agua y al Saneamiento 2022”, realizado por el Grupo Interdisciplinario Emergencia Humanitaria en Agua.

Aparte de la mala gerencia, la corrupción gubernamental ha jugado también un papel en la crisis del agua que sufren los venezolanos. La ONG Transparencia Venezuela elaboró un listado de 18 obras para el sector agua que no fueron construidas o quedaron inconclusas, a pesar de haberles sido asignados más de US$ 3.000 millones. En ese listado se encuentran, por ejemplo, el acueducto Mamporal; la construcción de las Represas Dos Bocas y del embalse de Puerto Maya; la rehabilitación de varias plantas de potabilización, entre ellas la de La Mariposa y Caujarito; el Proyecto Tuy IV, y el Sistema Hidráulico Yacambú – Quibor.

De acuerdo con los cálculos del Observatorio de Gasto Público CEDICE, la recuperación del sector agua requeriría US$ 1. 400 millones, distribuidos en 30% de los recursos para saneamiento, 50% para el tratamiento, transporte y cobertura, y 20% para el monitoreo preventivo, en un lapso de tres a cinco años.

Impacto de la crisis del agua sobre los venezolanos

Todos estos factores trajeron como resultado un conjunto de cifras dramáticas para Venezuela en el año 2022. Según el reporte de marzo de 2022 de HUMVenezuela: 19,1 millones de personas tuvieron restricciones severas de acceso al agua; 12,5 millones sufrieron interrupciones severas de suministro de agua por acueducto; 6,9 millones pasaron un mes o más sin agua por acueductos; 6,7 millones no tuvieron conexión a acueductos; 21,2 millones reportaron señales de agua contaminada, es decir no apta para la salud; 4,4 millones no tuvieron acceso a métodos de purificación de agua; 4,4 millones no tuvieron acceso a cloacas, y 1,3 millones carecieron de acceso a servicios mínimos de saneamiento.

A comienzos de este mes, Nicolás Maduro pidió a los venezolanos prepararse para "tiempos de emergencia climática”. ¿No debiera haberse hecho esta advertencia a sí mismo y a su equipo de gobierno desde hace mucho tiempo?

22 de mayo 2023

DW

https://www.dw.com/es/la-paradoja-de-la-crisis-del-agua-en-venezuela/a-6...

 7 min


Humberto García Larralde

La Universidad Central de Venezuela ha sido instrumento indispensable de la modernización del país, tanto por la formación de profesionales capacitados requeridos en múltiples áreas, la generación de conocimientos científicos, técnicos y humanísticos para abordar los múltiples problemas nacionales --y para posicionarnos como interlocutores con los avances de la humanidad en el mundo--, como en la defensa de la libertad de opinión y de la contrastación de ideas en la búsqueda desinteresada del saber. Ha sido portavoz de los valores más avanzados de justicia y de la ética de convivencia en democracia. Inevitablemente, la ha enfrentado con el afán dictatorial de quienes hoy controlan al Estado, empeñados en acallar toda disidencia o crítica que cuestione su poder. Ideas distintas de las “verdades reveladas” por sus líderes, subvierten la realidad ficticia que han construido para legitimarse. No es de sorprender, por tanto, su acoso a las universidades nacionales, ninguneándoles presupuesto y condenando a sus académicos y empleados a subsistir con remuneraciones miserables. El desafío que enfrenta la UCV hoy es, por tanto, cómo continuar y fortalecer sus capacidades para cumplir con su elevada misión.

Tuve el privilegio de coordinar el Plan Estratégico de la UCV entre 2007 y 2013. Ahí conocí aportes muy valiosos de calificados académicos sobre el quehacer universitario en distintas áreas. Me permiten ofrecer algunas pinceladas de una visión futura de la institución que, incluso en las circunstancias terribles que le toca vivir hoy, debe servir de norte a quienes resulten elegidos como sus autoridades. Y es que la búsqueda de la excelencia, inspiración de su misión académica, descansa, entre otras cosas, en un uso más racional de sus recursos, lo que ayudará a enfrentar las limitaciones actuales.

Diversidad y flexibilidad en sus planes de estudio

La UCV ofrecerá en el futuro una mayor variedad de carreras y de certificados/titulaciones, gracias a una mayor flexibilización en sus programas curriculares y a la certificación de salidas intermedias donde ello sea factible. Permitirá al educando confeccionar su carrera a la medida de sus expectativas y de las competencias que aspira adquirir, cumpliendo con una sólida formación medular básica, según sea su carrera, complementada con opciones que enriquecerán su formación profesional y cultural, como la de ciudadano venezolano y del mundo. El pregrado se hará, salvo contadas excepciones, en cuatro años, transfiriendo asignaturas de mayor especialización y/o profundidad teórica al cuarto nivel. Reducir esta “frondosidad curricular” contribuirá a una mejor formación promedio de los educandos del pregrado, al focalizar su atención en los aspectos básicos, medulares, de la carrera. Los más aventajados podrán proseguir en el postgrado una formación más especializada y/o de mayor profundización teórica.

Se ofrecerán variadas modalidades de estudio –presencial, semi-presencial, a distancia, promoviéndose la inter, trans y multidisciplinariedad de la enseñanza. Donde sea factible, se combinará con asignaturas aplicadas –“de campo”- o pasantías, para la adquisición de experiencias y aprendizaje en la solución de problemas reales. Así, el estudiante tendrá la oportunidad de compartir con alumnos de otras disciplinas y de familiarizarse con las particularidades del entorno social, cultural y ambiental en que habrá de desarrollar sus actividades de trabajo, lo cual deberá ampliar su perspectiva como futuro profesional.

La flexibilidad curricular llevará, asimismo, a ampliar y profundizar acuerdos de equivalencia y titulación doble con múltiples universidades de prestigio, tanto nacionales como extranjeras, permitiendo a estudiantes cursar etapas de su carrera en estas instituciones y obtener la titulación correspondiente luego de cumplir los requisitos exigidos, similar al programa Erasmo en la UE. Esta integración habrá de extenderse también a los cursos de especialización, maestría y doctorado, en colaboración con otras universidades, para acceder a una masa crítica de académicos de alto nivel que difícilmente podría concentrarse en una sola. Acuerdos de intercambio versátiles habrán de mejorar la calidad y el prestigio del cuarto nivel de la UCV, permitiendo que se posicione competitivamente, también, en la provisión de cursos de actualización de alta calidad, en una variada gama de áreas de conocimiento.

Una estructura académica más sencilla y consistente

El usufructo exclusivo de edificios, laboratorios, aulas, y recursos administrativos por parte de escuelas y facultades, dará paso a su compartición por Áreas de Conocimiento, y a una departamentalización creciente del profesorado. Facilitará una mayor racionalidad y movilidad de recursos de todo tipo, en aras de la eficiencia, eficacia y sinergia en su aplicación. Favorecerá la consistencia y cobertura de los procesos de enseñanza-aprendizaje, pudiendo lograr atender, incluso, aumentos de matrícula. Los Departamentos, agrupados por áreas temáticas, asumirán la gestión de la carrera docente, coordinando su asignación entre escuelas según las demandas de cada período. Serán espacios para la formulación, coordinación y desarrollo de proyectos de investigación. Las escuelas podrán, así, focalizar su atención en la permanente adecuación de su respectivo currículum, incluyendo una mayor integración con otras disciplinas y con el postgrado, como su proyección hacia la comunidad, desembarazándose de engorrosos procesos administrativos. Facilitará, asimismo, la mayor movilidad estudiantil y profesoral.

La producción y gestión de conocimiento

La mayor “redificación” (de red) de la investigación se potenciará con una rica interacción con usuarios o demandantes externos del conocimiento, así como con otros centros de investigación en el país o en el extranjero. La producción de saberes será el resultado del intercambio de conocimientos en múltiples direcciones, en el que los actores externos a la universidad aportarán criterios, experiencias y/o investigaciones propias, para enriquecer y/o complementar la labor de los equipos intramuros. La dinámica así generada será fuente de innovaciones que respondan directamente a las expectativas y requerimientos de los actores involucrados, tanto internos como externos. Fortalecerá la capacidad para proveer de soluciones a distintos actores de la sociedad –empresas, gobiernos locales, organizaciones sociales, instituciones del Estado, comunidades-, ampliando las fuentes de financiamiento de la UCV, en resguardo de asignaciones presupuestarias insuficientes por parte del Estado. Una oficina de Interfaz con la sociedad, ágil y eficaz en la detección de oportunidades para la provisión de soluciones a problemas particulares con base en las competencias en diversos campos y/o proyectos específicos, que ofrece la UCV, dispondrá de una asesoría jurídica calificada que resguarde la propiedad intelectual de la institución y del (los) profesor(es) involucrado(s), y vele por las mejores condiciones contractuales para la prestación de estos servicios. Esta oficina desembarazará al investigador de tener que apartar tiempo para actividades de naturaleza comercial que no son su especialidad y para las cuales no suele estar bien preparado, quitándole su dedicación a sus labores académicas.

Una misión sustentable, a tono con el siglo XXI

Las discusiones a propósito del Plan Estratégico de la UCV ofrecen muchos más elementos para adecuar la institución a las oportunidades y desafíos del siglo XXI. Debe instrumentarse, entre otras cosas, la automatización plena de los procesos administrativos para agilizar la contratación y ascensos de profesores y empleados (y su pago oportuno), las inscripciones estudiantiles, las compras, etc., reservando el Consejo Universitario (CU) su rol central como formulador de políticas académicas. Podría auxiliarse con un Consejo Consultivo, integrado por exrectores y representantes externos calificados, quienes proveerán perspectivas de análisis sobre tendencias particulares del país y del mundo como insumo para la optimización de tales políticas académicas. No existirá Vicerrector Administrativo. Un profesional calificado, con amplia experiencia, contratado por concurso como Gerente General de la institución, rendirá cuentas periódicas al CU, siendo removible sólo con el voto calificado de este organismo. Permitirá contar con políticas administrativas de mayor permanencia para afianzar las actividades académicas de la UCV.

Éstas y otras transformaciones se constituirán en ejercicio central de las potestades autonómicas de las que debe desfrutar la universidad. Sin autonomía, se degrada la institución, sometiéndola a intereses políticos bastardos y minando la necesaria libertad de cátedra como fundamento de su misión. En este orden, es menester que, las discusiones de un Plan Estratégico para la institución contribuyan a la formulación de una propuesta de Ley de Universidades que responda a los desafíos y oportunidades de la Venezuela de hoy y ponga a las instituciones de educación superior a tono con las exigencias en el avance de la frontera del conocimiento, proveyéndoles, además, bases sólidas para su financiamiento.

Dicho lo anterior, y obviando otras consideraciones que alargarían excesivamente este escrito, deseo manifestar mi apoyo a la candidatura de mi tocayo, el profesor Humberto Rojas de la Facultad de Ciencias, para Rector de la UCV. Soy amigo de otros de los candidatos en liza y no tengo porque negar sus respectivos atributos para asumir el cargo. Pero encuentro en el profesor Rojas una robusta y sólida carrera como investigador y docente, y una rica experiencia en la asunción de responsabilidades académico-administrativas, como en la defensa del profesorado, que atestiguan de sus capacidades y compromisos con los mejores intereses de la institución y de país. Creo que habrá de mostrar la capacidad de tomar firmemente las decisiones que nuestra querida Alma Mater requerirá para sortear estos momentos tan difíciles, de manera realista y con sentido de lo posible.

Economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela

humgarl@gmail.com

 7 min


Julio Castillo Sagarzazu

Un fantasma recorre el país. El fantasma de la no realización de las primarias. En la nota de la semana pasada dábamos cuenta de que la prioridad número uno del régimen de Maduro es impedir a cualquier costa que se realicen unas primarias exitosas en la oposición.

Referíamos que una de las principales bazas a jugar estaba en la eventualidad de que el TSJ argumentara cualquier “quítame esta paja” para colocar a las primarias “fuera de la ley” y hacer titánica su organización. Pues, lo que ha trascendido esta semana es que se prepara una decisión contra los reglamentos aprobados por la CNP.

En efecto, una sentencia declarando ilegal el proceso pondría cuesta arriba a cualquier ciudadano poder ayudar en su logística; daría argumentos “legales” a la paralización de la campaña; encerraría a los candidatos en sus casas y de hecho “inhabilitaría” a todos los ciudadanos para su participación en actos; eventos o cualquier acto de apoyo a candidatos o partidos que se mantengan en la pelea.

Estaríamos en presencia de una Nicaragua “light” y con unas “primarias de la oposición” ordenadas y modeladas por el gobierno.

Si ese día llega (ojalá que no) cada quien tendrá que escoger su campo y cada quien deberá asumir su responsabilidad ante el país.

Ahora bien, esa es una actitud previsible del régimen. Lo que valdría la pena preguntarse y, con ello, renovamos la interrogante de la semana pasada: ¿Qué se supone que debemos hacer? ¿Deberíamos acatar una intromisión grosera del régimen, por más TSJ que lo diga? En principio, si se produce un desaguisado como ese, pues habría naturalmente que acudir a todas las instancias nacionales e internacionales para que no se aplique, pero mientas se recurre a todas las instancias legales, habrá que seguir en la calle dando la pelea.

Las primarias son, efectivamente, un acto para escoger una opción y un liderazgo, pero también deberían ser un acto de rebelión cívica y democrática, una revolución del rescate del valor del voto y un mecanismo de movilización de las reservas morales y políticas de los ciudadanos.

Si todo esto ocurre, se nos vendrá encima una decisión importante. Habrá que pensarlo con cabeza fría, con aplomo, pensando siempre en que hay que proteger la pequeña puerta que se está abriendo en la esperanza del venezolano de a pie.

Si toda la amenaza se disipa, si el gobierno no se siente lo suficientemente fuerte para dar este zarpazo, pues entonces, alegrémonos de ello y continuemos, hasta el final, con pie firme hasta el 22 de octubre cuando escogeremos a quien derrotara a Maduro el 2024.

 2 min


Simón García

No la tenemos fácil, pero el gobierno menos. El orden y naturaleza de los obstáculos es diferente para unos y otros. El gobierno debe convencer resolviendo a la gente los problemas que él creó, como la inflación o la destrucción del salario. La oposición debe tener una estrategia acertada para convertir descontento en votos.

Un régimen con 23 años en el poder, desgastado, ineficiente y descompuesto por la corrupción no es un atractivo; es una carga, incluso para quienes asisten a sus mítines.

Pero el gobierno cuenta con una estructura de control social y una capacidad de movilización del Estado que es varias veces mayor que la capacidad de movilización de todos los partidos de oposición juntos.

Una primera clave para tomar las oportunidades es abrir la competencia electoral a los ciudadanos, en vez de reducirla a los partidos.

Si caemos en el espejismo de valorar la competencia entre los candidatos como lo fundamental quemaremos las oportunidades en la pequeña fogata de nuestra votación dura.

Tomar la oportunidad exige que la oposición comprenda que su principal interés particular es persuadir a los ciudadanos sobre el carácter trascendente y existencial de las elecciones presidenciales del año próximo. Dar confianza en una victoria que es posible, pero no inevitable.

Tomar la oportunidad es llevar el diálogo, el entendimiento, la política de transición y las propuestas de cambio al territorio bajo influencia del régimen autoritario. Ello supone definir una relación con el gobierno que impida que este manipule la idea de una oposición buena y otra mala.

Las oportunidades de cambio ya son fuertemente bloqueadas por el gobierno en sus ataques para desacreditar organizaciones políticas completas, administrar las inhabilitaciones y reforzar la decepción y la indiferencia en los sectores que más necesitan el cambio. El gobierno se propone reconducir el descontento y enfilarlo contra la oposición.

Pero el principal riesgo de bloqueo proviene de la reorganización del extremismo político para hacer de las elecciones una guerra contra el diálogo, el entendimiento y la urgencia de unir a los venezolanos. Retornan fórmulas como “quien no está conmigo es mi enemigo”, antes aplicadas a quienes consideraron errónea la idea del poder dual y ahora aplicadas a quienes mantienen la idea del consenso.

Mantener la división entre consenso y primarias es perder.

Reaparece también la imagen que votar por el cambio es desencadenar una situación insurreccional. Si nuestra victoria se vuelve a asociar a una amenaza de violencia para cobrarla o de persecución y castigo para gobernar, solo se obtendrán aislamientos y derrotas. Lo hemos verificado en el pasado.

A buena parte de los opositores que no participan en las primarias debe interesarles su realización exitosa porque es un paso para unir fuerzas en torno a una figura con chance de ganador.

Pero es obvio que esa condición hay que comprobarla después de la selección, de cara al país.

Hace falta repetirlo: estamos ante un régimen autoritario hegemónico, cuya finalidad es prolongarse en el poder. Ese régimen no va a ceder poder si no hay una relación de fuerzas favorable al cambio y una propuesta de transición que le haga entender que abrirse a una fase no hegemónica de su proyecto es su costo menor.

Es hora de pensar en cómo ganar y hacer lo necesario: volver a la gente, tener una estrategia eficaz, luchar y unir.

La unidad se ve intrincada y la estrategia para tomar oportunidades es compleja. Pero hay que seguir hasta el final con el propósito de lograr un país de convivencia y prosperidad.

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Eddie A. Ramírez S.

El primer terremoto tuvo origen telúrico, hizo aflorar lo mejor de los venezolanos y, años después, desencadenó una actividad que cambió a nuestro país. El segundo, fue por causa antrópica, asomó las peores cualidades de nuestro pueblo y asoló casi todo, menos la esperanza y voluntad de reconstruir. El 18 de mayo, hace 158 años, tuvo lugar un terremoto en el Táchira que hizo brotar petróleo en una finca y despertó el espíritu empresarial de distinguidos tachirenses, quienes crearon la compañía Petrolia del Táchira. El otro terremoto ocurrió en 1998, cuando se cometió el error de elegir a un personaje experto en demoliciones. La reconstrucción de Venezuela pasa, entre otras cosas, por salir del régimen y por rehabilitar nuestra industria petrolera.

Con respecto a esto último, la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV organizó un foro presentado por Rómulo Frías, quien aseveró que, ante el empobrecimiento del país, se requiere que nuestra industria petrolera desarrolle todo su potencial. De allí su invitación a presentar propuestas a conocedores del tema.

Humberto Calderón Berti señaló que el petróleo fue factor fundamental en la modernización del país. El éxito logrado por Petróleos de Venezuela (Pdvsa) en el período 1976 al 2002 se debió a que el proceso de nacionalización se produjo con mucho consenso, estableciendo a Pdvsa como casa matriz no operadora, responsable de planificar, coordinar y realizar la gestión financiera. El ministerio de Energía y Minas dictaba y discutía con Pdvsa los lineamientos de la política a seguir, aprobaba los planes y resultados. El Estado no tiene recursos suficientes para aumentar la producción y poner a funcionar las refinerías. Reconstruir la Pdvsa anterior es inviable. Sin embargo, contar con Pdvsa es imprescindible, al menos en una primera etapa, ya que es lo único que tenemos para generar divisas. Para ello debe redimensionarse y desprenderse de empresas que realizan actividades no relacionadas con los hidrocarburos, todas ellas quebradas. La mayor inversión y actividad tendrá que venir del sector privado. Hay que modificar la Ley de Hidrocarburos. El Estado no debe ser empresario.

Rafael Gallegos mencionó que el petróleo seguirá teniendo un rol preponderante en la matriz energética mundial, quizá unos 25 años en los países desarrollados y unos 50 en los subdesarrollados. Incluso, si mejoran las tecnologías de captura y secuestro de CO2, podría ser mucho más. Nuestra producción podría ser de un millón de barriles por día de petróleo liviano y mediano y de tres millones provenientes de la Faja del Orinoco. Será imprescindible una amplia apertura al sector privado, tal y como existe en México, Brasil, Colombia y Argentina. Se requiere una nueva ley de hidrocarburos, una agencia independiente de energía, establecer regalías flexibles y que, tanto estas, como los impuestos, sean destinados a inversión. Presentó los escenarios de estatización, apertura y privatización, recalcando que es un falso dilema el de estatización versus privatización. Es partidario de una Pdvsa más pequeña y recalcó que la soberanía no implica que la industria petrolera sea operada por el Estado.

Rafael Quiroz enfatizó que no hay que entregar la industria petrolera al sector privado, ya que el Estado debe tener control de la producción y de los precios, componentes básicos de la geopolítica. Sin embargo, está de acuerdo en que es imprescindible la inversión privada, ya que se requieren unos 25.000 millones de dólares al año, durante diez años, para llegar a producir unos tres millones de barriles por día. Calificó de mentira afirmar que tenemos las mayores reservas petroleras del mundo. Mencionó que entre los países productores ocupamos el puesto número 13 en reservas probadas, pero que de todos modos son cuantiosas. Estados Unidos tiene siete cuencas petrolíferas más grandes que la Faja del Orinoco. Recalcó que hay 38 empresas mixtas en la Faja, casi todas paralizadas esperando el aporte que le corresponde a Pdvsa. El costo de producción en la Faja está entre 28 y 35 dólares por barril, mientras en el caso de crudos convencionales es de solo 7,85 dólares. El precio promedio de nuestra cesta de exportación es de 18,50 dólares por barril.

David Morán expuso la necesidad de reestructurar las empresas del Estado, explorando mecanismos de transferencia de activos al sector privado, así como instrumentos de participación de los trabajadores. Preservar la propiedad de la nación sobre los yacimientos de hidrocarburos, maximizar producción de petróleo y de gas, permitir la participación de empresas internacionales, establecer subsidios directos. Recalcó los problemas de declinación de la producción, destrucción del sistema de refinación, incumplimiento de estándares de seguridad higiene y ambiente, corrupción y quema excesiva de gas. Se debe ir a un modelo de libre mercado. El petroestado y estatismo fueron un desastre. El mayor Producto Interno Bruto por habitante se logró en la etapa concesionaria de 1957. Nuestra participación en producción de crudo a nivel mundial fue de 13,5 por ciento en 1960 y de solo 0,91 en el 2021. El monopolio estatal de Pdvsa debe ser concesionado o privatizado, con adecuada fiscalización estatal.

Elio Pepe Trifance recalcó lo perjudicial que son las tendencias totalitarias. Enfatizó que el país requiere cuantiosos recursos para su recuperación, la necesidad de generar suficiente renta y de un nuevo sistema productivo.

De este y otros foros, este escribidor de cuartillas concluye que hay cierto consenso alrededor de este tema: el Estado no tiene, ni tendrá suficientes recursos para reactivar la industria petrolera, por lo que se requiere inversión y presencia de petroleras con músculo financiero y tecnológico. A mediano plazo es imprescindible contar con una Pdvsa de menor tamaño, después se verá si la misma puede y debe mantenerse. El Estado tiene muchos medios para controlar las compañías que vengan y hay experiencia en el pasado. Tenemos recursos humanos para contribuir a reconstruir las ruinas ocasionadas por el terremoto que tuvo su mayor intensidad en el 2003 con el despido de 726 ejecutivos y gerentes, 12.371 profesionales y técnicos, 5.659 operadores, artesanos y mantenedores, además de unos 2.500 trabajadores de diferentes niveles de la empresa mixta Intesa.

Como (había) en botica:

Lamentamos el fallecimiento de Franklin Patiño, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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