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Opinión

Eddie A. Ramírez S.

Desde el principio de la humanidad han existido personas, monarcas y presidentes malvados y corruptos, y un número menos numeroso de destructores. Desde el siglo XX, hemos tenido en Venezuela dos dictadores clásicos, Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, quienes fueron malvados y corruptos, y otros dos Hugo Chávez y Nicolás Maduro, ambos malvados, destructores y corruptos.

Gómez y Pérez Jiménez contribuyeron al crecimiento de la economía y al desarrollo de la infraestructura, aunque descuidaron la educación y no enrumbaron el país hacia un desarrollo sustentable, persistió la pobreza, la dependencia del petróleo, el centralismo, la mentalidad estatista y la violación a los derechos humanos, con persecución a los adversarios políticos. Mantuvieron estable nuestra moneda, aunque algo sobrevaluada. Facilitaron una excelente inmigración que contribuyó mucho a nuestro desarrollo.

Chávez y Maduro se apoyaron en trampas y ventajismo electoral, en la incondicionalidad del alto mando militar, del Tribunal Supremo de Justicia y de grupos paramilitares, pactaron con la guerrilla colombiana y el narcotráfico, asesinaron, torturaron, encarcelaron y exiliaron no solo a sus adversarios políticos, sino también a ciudadanos por protestar para exigir elecciones libres y por la escasez de agua, electricidad, combustibles, medicinas y comidas, así como por los bajos sueldos y salarios. Acosaron al sector privado y destruyeron muchas empresas. Le suprimieron catorce ceros a nuestra moneda para intentar disimular la hiperinflación. Obligaron a huir del país a más de siete millones de venezolanos, unos por persecución política, los más en búsqueda de sustento y de calidad de vida.

Sobre la corrupción se han hecho innumerables denuncias desde la época de Chávez, pero la Fiscalía y la Contraloría se hicieron de la vista gorda. Varios fiscales en Estados Unidos fueron los que iniciaron investigaciones. Los acusados reconocieron sus pillerías, tuvieron que devolver lo obtenido por métodos ilícitos y denunciaron a algunos compinches para lograr rebaja de la pena. En Venezuela, el Fiscal Tarek Saab solo actuó cuando Maduro le ordenó que era necesario acusar a varios “compañeros de ruta” para intentar mejorar su imagen.

La toma por asalto de empresas privadas, cuyos dueños no eran activistas políticos, sino ciudadanos que las desarrollaron con esfuerzo propio, fue no solo un abuso, sino una estupidez por razones ideológicas. Todas esas empresas fueron estatizadas y están quebradas por la corrupción e ineptitud de sus nuevos administradores, designados por su cercanía al partido del régimen. El número de las mismas está entre 1.359 y 1.168, según diferentes fuentes.

En el presente artículo queremos recalcar lo malvado que son quienes han disfrutado del poder en estos 23 años. Son malvados por asesinar a manifestantes pacíficos y a ciudadanos presos. Son malvados por torturar. Son malvados por tener presos hacinados y muchos de ellos sin juicio. Son malvados por desaparecer personas. Son malvados por negar información a los familiares de los detenidos. Son malvados por exponer al escarnio público a ciudadanos cuya culpa no ha sido demostrada. Son malvados por arrojar bombas lacrimógenas directamente al cuerpo, o bien detrás o en medio de los manifestantes Son malvados por apropiarse del dinero destinado a servicios públicos. Son malvados por destruir un país que tiene grandes recursos renovables y no renovables, obligando a sus ciudadanos a buscar refugio en otros lares. Son malvados por apropiarse de la propiedad privada y de bienes públicos. Son malvados por hacer trampas en las elecciones y poner obstáculos a la oposición. Son malvados, por omisión, los simpatizantes del régimen que callan ante las violaciones a los derechos humanos.

Cabe recalcar que también son malvados por acosar a los defensores de derechos humanos. La ONG Centro para los Defensores de Justicia informó que, en este primer trimestre del 2023, se produjeron 226 ataques e incidentes de seguridad contra los valientes que han denunciado los atropellos del régimen.

Malvados fueron Hugo Chávez y José Vicente Rangel. Malvados son Maduro Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Tarek Saab Halabi y Padrino López, entre muchos otros. Como diría Francisco de Quevedo, “Osan llamar a su maldad justicia y arbitrio al robo”.

Hay que salir de ellos. Es imprescindible denunciarlos, pero eso no basta. Requerimos que las primarias tengan éxito, tanto en Venezuela, como en el exterior. Confiamos en la Comisión de Primaria, pero debe acelerar las decisiones y proceder sin el CNE. Un grupo de quienes circunstancialmente no estamos físicamente en Venezuela, participamos en el Movimiento Ciudadano de Venezolanos en el Mundo, organización que apoya las primarias, pero a ningún precandidato. La misma pretende establecer una plataforma tecnológica de intercambio y realizar aportes que contribuyan a la reconstrucción del país, en sinergia con otras organizaciones que desde hace tiempo realizan un excelente trabajo apoyando a los refugiados en varios países

Como (había) en botica:

Felicitaciones al poeta Rafael Cadenas, orgullo de Venezuela.

Las investigaciones de la Corte Penal Internacional avanzan “a paso de vencedoras”.

La semana pasada fue de luto para Gente del Petróleo y de Unapetrol. Nuestro compañero José Rafael Pisani Pardo, quien trabajaba como portero en un local nocturno en España murió por intentar neutralizar a un perturbador del orden. En Venezuela, falleció de cáncer mi amigo y compañero de trabajo en Palmaven, el excelente ingeniero agrónomo Luis Zambrano. En enero me informó que en el Hospital de El Llanito lo atendían muy bien y lo habían operado. Requería un ultrasonido endoscópico con toma de muestra para biopsia, pero que solo lo realizan en clínicas privadas. Indigna que en nuestros hospitales no se pueda realizar. Mientras tanto, los rojos siguen robando. Lloré la partida de Luis.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

25 de abril 2023

 4 min


Benjamín Tripier

Con el tema de la Cumbre de Bogotá se abre un capítulo más con iniciativas que les dan más peso a las sanciones que a la democracia. Porque tenemos sanciones, entre otras cosas, por las dudas que presenta nuestra democracia. Y siempre está el tema de si se levantan primero, o si, primero hay elecciones. Y pareciera una selección dicotómica donde las dos opciones tuvieran el mismo peso.

Es importante deconstruir el problema para poner en perspectiva esta nueva corriente de negociación que tiene como promotor principal al presidente Gustavo Petro de Colombia, luego de cuatro visitas en cuatro meses para reunirse con Nicolás Maduro, de varias visitas del canciller de Colombia, de la primera dama colombiana, y de la presencia continua del embajador de Colombia en Venezuela.

Una de las piezas que surge de la deconstrucción es la intencionalidad manifiesta de Petro por asumir un liderazgo regional que hasta ahora le había sido negado, y resultó ser que intervenir en el caso Venezuela le daba esa oportunidad, porque había suficientes argumentos que lo apoyaban como para que realmente tuviera sentido.

Entre esos argumentos estaban los 8 departamentos con los que Colombia tiene frontera con Venezuela, donde se disparó la pobreza, los aproximadamente 2,5 millones de venezolanos viviendo en Colombia, la brutal caída del comercio bilateral que siempre había sido favorable a Colombia con exportaciones colombianas desde 2.200 millones de dólares en 2013 a 630 millones de dólares en 2022, y exportaciones de Venezuela desde 400 millones de dólares a 96 millones de dólares, en el mismo período de tiempo. El santuario para la guerrilla colombiana, el tema del narcotráfico, y, tal vez el iniciador de este emprendimiento, que es la afinidad ideológica entre ambos personajes, Petro y Maduro.

El otro tema es el caso Monómeros que Colombia insiste en que ya tiene información oficial del gobierno de Venezuela de que será 100% colombiana… que se la venderán. Claro que no hay que perder de vista que para vender un activo de Venezuela deben cumplirse algunos pasos, que, si no se dan correctamente, un futuro gobierno de Venezuela, podría reclamar la nulidad del negocio y entrar en otro problema más entre los dos países.

Porque hay que estar claros en que no hay una simpatía histórica entre los dos países, y, por lo menos hasta que Petro llegó a la presidencia, tampoco la había entre él y Maduro. Bueno… pero es política y nada es firme ni final, y ya tenemos a un “nuevo mejor amigo” en Colombia… y ya de esto sabemos, porque lo hemos pasado antes.

Lo anterior es lo que fácilmente se explica y lo que está a la vista; pero todo indica que faltan piezas.

Siguiendo la deconstrucción, hay que entender que para EE UU no se trata solo de democracia y DD HH, sino que, principalmente, nos ven como “una amenaza inusual y extraordinaria” para su seguridad interior, por lo que es difícil que eso cambie con Maduro al frente del país, y con los militares declarándose todos los días al toque de Diana como antimperialistas, que es un eufemismo para decir anti EE UU.

Una pieza es importante porque está presente o porque no lo está. En este caso, la pieza faltante en la argumentación de los colombianos ante Joe Biden, es el tema petróleo, que siempre supo ser el pivote sobre el que descansaba cualquier aproximación al caso Venezuela; pero esta vez brilló por su ausencia. Tal vez por el tema de la auto confesada corrupción en Pdvsa, que podría haber desviado el sentido de la conversación de Petro con Biden.

Otra pieza pasa por el tema interno de Colombia que no está fácil para Petro, quien no tiene fuerza en el Congreso, y económicamente cada vez despierta más desconfianza en el empresariado, estimulando la salida de capitales de país. Y estos coqueteos con Maduro no lo ayudan.

No obstante, llama la atención el costo de oportunidad de hablar de Venezuela y de que le levanten las sanciones, gastando una reunión con Biden, que siempre es importante para tratar los temas de los colombianos, temas importantes para los colombianos se dejaron de tratar en esa reunión para reemplazarlos por el pedido a favor de Maduro. Porque, casualmente, coincide, casi palabra por palabra, con el insistente pedido del gobierno de Venezuela y de todos aquellos que los apoyan.

Según el mandatario, quedó planteado sobre la mesa que las sanciones se levanten una vez se realicen elecciones en Venezuela o se vayan retirando paulatinamente a medida que avance un cronograma y una agenda electoral en el país vecino. «Que el pueblo (de Venezuela) decida sin sanciones, sin presiones, su propio destino social y político», concluyó Petro al explicar que se ofreció a la ciudad de Bogotá para destrabar la situación entre la oposición y el oficialismo en Venezuela.

Todos los escenarios donde se discuta la situación política de Venezuela son buenos, porque ayudan a que los argumentos sólidos y genuinos se impongan y que las construcciones de relato y mediáticas se desmonten. Porque esto que está intentando Petro ya se había hecho antes; la gran diferencia es que esta vez la convoca un gobierno de izquierda, invita como testigos regionales a tres gobiernos de izquierda (Chile, Brasil y Argentina) y por la UE envían a un dirigente de izquierda. Digamos, lo menos, que el centro y la derecha estarán subrepresentados.

La delegación de EE UU en esa cumbre estará encabezada por Juan González, un colombiano que es hombre de la Casa Blanca y no del Departamento de Estado. Es alguien que conoce muy bien el caso venezolano, y que pudiera ubicarse del lado de la izquierda del gobierno de Biden, lo cual no significa que simpatice con el proceso revolucionario de Venezuela. En comentarios suyos recientes manifestó incomodidad con las respuestas del gobierno de Maduro con respecto a las propuestas de EE UU, que sin duda serán las que llevará a esa reunión de Bogotá. Porque hay que estar claros en que no hay nuevas piezas de información (por lo menos no que hayan trascendido y que sean oficiales) que lleven a que EE UU cambie su postura. Y como corolario comentó que no había planes para flexibilizar sanciones, y que, si no había progresos medibles y tangibles en el campo de elecciones libres, pues hasta podrían endurecerse aún más.

En definitiva, será una cumbre de Petro pidiendo cosas en nombre del gobierno de Venezuela, en presencia de testigos, frente a representantes de EE UU (no el DoS), que será el que decida si otorga algo, qué es lo que vaya a otorgar, y en qué condiciones lo haría. En esta cumbre no hay éxito garantizado.

Político

Lo primero que habría que decir es que el hecho de tener siempre que “lavar nuestros trapos políticos” en el exterior ya habla muy mal de nuestra situación interna. República Dominicana, Barbados, Noruega, México y ahora Colombia nos ponen en el peor de los perfiles, “más aún cuando hace menos de 15 días, la Corte Penal Internacional concluyó que el mandatario (venezolano) es responsable de un ataque sistemático contra la población civil”; y “la justicia estadounidense mantiene la recompensa de 15 millones de dólares por la captura de Maduro por narcoterrorismo”.

La aparición de Petro en la escena política venezolana pareciera querer hacer desaparecer del contexto el tema del párrafo anterior, y concentrar todo el peso en “sanciones versus elecciones”. Lo cual tampoco habla muy bien de nuestra política interna, porque deja el sabor a que, las elecciones sí, elecciones no, elecciones cuándo, dependen solo de la voluntad del gobierno.

Y la anticipada reunión de Petro con la oposición se nota que es meramente protocolar, porque el diseño de la cumbre se hizo en conjunto con Maduro en las reuniones mencionadas más arriba, y se le presentarán como un hecho consumado que fue discutido con todo el mundo menos con ellos… en fin… el sesgo es innegable.

La dinámica de chavismo versus gobierno americano que se impuso este año con la disolución del interinato, difícilmente cambie; y también difícilmente se presenten argumentos nuevos.

Es difícil que esa cumbre reactive el diálogo entre gobierno y oposición cuando todo el peso se puso en el gobierno y en las sanciones de EE UU, que no tienen nada que ver con la oposición. Porque EE UU no las puso a pedido de la oposición, sino, como todo lo que hace y no hace, las impuso por motivos y voluntad propios. Más allá de que los opositores puedan simpatizar con las sanciones, eso no los convierten en vinculantes.

La distorsión del concepto de democracia ha ido tomando cuerpo en toda la sociedad venezolana que no cree en los métodos y mecanismos, y que desconfía de todos. Ya ni siquiera creen que las primarias vayan a generar un personaje representativo, pues luego de 24 años de chavismo, sienten que gran parte de las instancias de oposición ya fueron penetradas y colonizadas. El opositor promedio sabe con claridad quienes son los verdaderos opositores, y si hubiera que votar, y finalmente lo hicieran, votarían por ellos. Pero creen que el resultado terminará siendo el que el G3 indique, y hasta allí llegó la democracia.

Social

El tema social fuerte se concentra en el salario básico y en las posibilidades de que sea formalmente incrementado. Cualquier aumento dejará un mal sabor para alguien; si se hace y es muy bajo la población se resentirá; y si es muy alto, difícilmente pueda cumplirse sin una emisión masiva de bolívares que lo licuará en muy poco tiempo.

La estrategia de los bonos pudiera funcionar, si los bonos fueran relevantes, pero la realidad es que no dejan contento a nadie… por el contrario, generan irritación y malestar.

Lo anterior se trata, en cualquier caso, de cirugía cosmética, y eso ya no es más posible. Hacen falta algunos cambios de fondo. Que lo ideal es que fueran amplios e integrales; pero sabemos que, en la situación de estancamiento económico, con la toma de decisiones limitada, no será posible.

Habría que permitir la libre negociación entre patronos y empleados para la empresa privada, para poder encontrar soluciones caso a caso, y evitar las decisiones lineales que pudieran ser muy fáciles de implementar para algunas empresas, pero que podrían quebrar a otras.

En cuanto al Estado, como patrono único del sector público, debería sincerar la nómina y dejar activos solo aquellos que agregan valor, y a ellos hacerles ajustes importantes. Para el resto, al sacarlos de la nómina, incorporarlos a los sistemas de asistencia social.

Y en el tema de las empresas del Estado, alinear la negociación de salarios a la productividad de cada empresa, permitiendo el cierre de aquellas que dan pérdidas sostenidas desde hace años sin justificación o explicación; y dejar que cada una de las que queden activas, se provea de los fondos para sueldos y salarios de su propio flujo de operaciones.

Como se notará, se trata de cirugía importante, aunque aún no de corazón abierto, pese a que a esa debería llegarse si queremos reinventarnos como nación. Al menos lograríamos segmentar el problema e ir solucionándolo por partes. Porque así como vamos, hemos creado un problema para el cual no tenemos la solución… vamos a transformarlo en un problema para el cual, en algún momento, podamos encontrar una solución.

Económico

Estamos estancados. Pero al menos, con la dinámica de intervención, nuevamente semanal, del BCV en el mercado cambiario, se genera un cierto espacio de tranquilidad, esperando a que se arranque para algún lado. Ni el gobierno muestra para dónde, ni el empresariado presenta alternativas.

Estamos en un punto en el cual nos mueven las esperanzas de que todo salga bien y nos encaminemos hacia un mayor nivel de bienestar y estabilidad. Porque el tema de la corrupción auto confesada en el gobierno, ha sacado a la luz las diferencias internas entre el chavismo clásico del Plan de la patria, y el neochavismo del dólar y el mercado. Y no se sabe quién la ganará. Porque el choque interno entre las dos facciones del neochavismo, los ha dejado vulnerables, y los tradicionalistas volvieron a la carga para ocupar espacios.

Mercado versus Estado. Ese es el tema; sabiendo que el estado no cuenta con recursos, pero no sabe cómo manejarse en una economía de mercado. El gobierno le tiene miedo al mercado… mejor dicho, le tiene miedo a perder el control económico según la conseja del fallecido Aristóbulo de que «si nosotros quitamos el control de cambio, ustedes (oposición) sacan los dólares y nos tumban».

Bueno… hoy no hay muchos dólares, y los pocos que hay, entran en el riesgo de la corrupción. Y quedó claro que no hay que cuidarlos de que la oposición se los lleve, sino de que su propia gente se los apropie.

Estamos en un momento crítico, porque el estancamiento puede arrastrarnos nuevamente a un ciclo híperinflacionario (bueno… ya estamos ahí, pero menos que cuando superaba 3.000%), porque no hay que olvidar que nuestra inflación es de oferta (o de su falta), haciendo que cualquier mínimo desequilibrio en la demanda produzca un exceso que se vuelva inmanejable. Nuestra inflación no es causada por exceso de demanda, sino por déficit de oferta. Por eso luce razonable mantener controladas las variables monetarias.

Aquí cabe aclarar que la manera más orgánica de inyectar recursos financieros en la economía productiva, desde los actores superavitarios a los deficitarios, es a través del mercado de valores que mantiene el contacto entre el origen de los recursos, a través de diferentes instrumentos bursátiles, con el destino de esos fondos, que difícilmente se dirijan a la especulación.

La propia necesidad ha ido generando que las empresas, especialmente las pymes del tejido industrial vayan, poco a poco, acercándose al mercado, y desde el mercado, los diferentes actores, casas de bolsa, sociedades de corretaje, bolsas de valores y Sunaval, han ido promoviendo la información y las normativas como para facilitar el acceso. Y el gobierno, a través de sus personeros, ha ido demostrando interés en el desarrollo del mercado de capitales y generando y facilitando las condiciones.

Son procesos de cambio cultural, donde el empresario mediano y pequeño se acostumbre a la idea de ser observado, que mantenga su institucionalidad transparente, y que los estados financieros sean un reflejo real de su situación de negocios, vía los auditores y los calificadores de riesgo. Entre las cosas positivas de esta terrible situación que nos toca vivir ya desde hace años, está una nueva cultura empresarial, poco dependiente del estado, y acostumbrándose a que el mercado es el que decide que es lo que debe producirse.

Hoy, cada producto que se encuentra en el anaquel de un supermercado fue pagado, por adelantado, y de su propio bolsillo, por un empresario venezolano… y eso, es realmente nuevo.

Internacional

Los acercamientos de Lula con China y Rusia en medio del choque frontal de estos con EE UU y la UE, dejaron en evidencia una debilidad antes nunca vista en la famosa Itamaratí, una de las cancillerías más prestigiosas del mundo. Allí siempre estuvo claro lo que imponían como ejemplo en el mundo diplomático, que era la política de Estado por encima de la política de un gobierno.

Lula tuvo que desdecirse y mencionar que, cuando dijo lo que dijo, no quiso decir lo que dijo. Bueno… ya pasó… pero queda y no se olvida. La pregunta es si es un nuevo enfoque con cancilleres paralelos impulsando políticas de izquierda y sin que la verdadera cancillería pueda administrarlo.

Siempre se pensó que Brasil estaba llamado a asumir el liderazgo en nuestra región, y nunca, por una razón o por otra llegó a concretarse. Ni siquiera ahora, que hay un vacío importante, está pudiendo lograrlo. Esa es una de las razones por las que Petro, desde agosto del año pasado, comenzó a promoverse como el nuevo líder de la región. Querer hacerlo, es muy distinto de poder hacerlo.

Pero hay que reconocerle que este tema de la Cumbre de Bogotá es un esfuerzo genuino, que alinea sus objetivos personales, con los de Colombia y con los de la región. Porque Venezuela, con millones de emigrados concentrados en Colombia y en Perú, ya es un problema de la región, y Petro está intentando ayudar.

Ya tuvimos el Grupo de Lima, el de Montevideo, y ahora el de Bogotá. Veremos adonde nos lleva, y si le sirve a Petro de impulsor, o si no lo hace. Porque Lula, parece que, otra vez más, perdió su oportunidad.

Recomendación

  • Al gobierno: que busque una solución no tradicional al tema de los aumentos de salario. Dejar que el tiempo pase sin tomar decisiones, ya es una decisión… una mala decisión. Seguir manejando a la gran masa de trabajadores como un solo bloque ya no responde ni a al nuevo perfil de país ni a las necesidades que de él se desprenden. Deben pensar y actuar en forma disruptiva, solucionado lo que se pueda y dejando el resto para después. Pero dejar todo para después no es una buena idea.
  • A la dirigencia opositora: que se plantee, y se prepare para, la posibilidad de tener que hacer unas primarias privadas con el solo propósito de identificar una persona que aglutine la voluntad de la mayoría de los participantes. Utilizar alguna plataforma ad hoc que permita un proceso bottom up, que surja de cada rincón del país y de cada rincón de la tierra donde haya un venezolano (el 16 de julio de 2017 hubo 1.600 centros en todo el país y 108 más en varias ciudades del mundo). Lo importante no es que el gobierno crea en el resultado, sino que los participantes crean en él como ya ocurrió en el pasado.
  • A la dirigencia empresarial: que hay que desarrollar un plan estratégico para el país donde se identifiquen posibilidades reales y no se apoye en fantasías y en supuestos que dependen de otros. Cada empresario sabe que su estrategia de negocios debe estar apoyada en decisiones que pueda tomar él, y no que todo esté sujeto al humor de otros actores. Necesitamos una hoja de ruta donde, en forma realista, se establezcan roles para las empresas, los consumidores, las cadenas de suministro y, especialmente al estado/gobierno, en sus diferentes facetas, de generador de políticas públicas, de regulaciones y de impuestos y tasas. Mercado dónde sea posible, Estado dónde sea necesario.

 14 min


Ángel Monagas

Nicolás Maduro, visiblemente presionado por las circunstancias que actualmente le rodean, manifestó que no sabía si las elecciones presidenciales serían celebradas en 2023 o en 2024.

Ante esta información, Juan Guaidó —a quien Jorge Rodríguez está tratando de revivir en el arco de ciudadanos de las distintas tendencias que están dispuestos a votar en las primarias— salió a explicar que para un escenario con elecciones presidenciales no se cuenta con algo tan elemental como un cronograma. Pero, sin embargo, retó a Maduro a que pusiera una fecha para las elecciones presidenciales, divagando sobre la posibilidad incluso de que sean fijadas para el mismo día que los factores de oposición tienen estipulado realizar la elección primaria de su posible candidato.

El régimen ha encomendado a Jorge Rodríguez el sabotaje a las primarias de la oposición.

Es el mismo Jorge Rodríguez que infiltró el procedimiento de recolección de firmas para solicitar el referendo revocatorio de 2016 y que luego se salvó con la judicialización y paralización del mismo; cuando, además, se inhabilitó la tarjeta de la Unidad.

La participación de aspirantes inhabilitados para ser candidatos a cargos públicos supone otra interrogante. ¿Y si gana uno de esos inhabilitados?

¿Qué le daría legitimidad a la línea de sucesión de candidatos para no terminar con una persona que nunca tuvo la mayoría o que incluso no participó?. ¿Cuál es la garantía de que el candidato no sea el chofer de la excursión, cuya fortaleza en la campaña sería que, al igual que Nicolás Maduro, también es un chofer?

La aparición de personajes infiltrados que han sido enviados por Jorge Rodríguez para el sabotaje a las primarias, como es el caso de Benjamín Rausseo, demuestra que no habían tomado en cuenta una situación así, con una Comisión inocente buscando despachar el asunto, pidiendo una recolección de firmas que con los medios de los que dispone el régimen obviamente no van a tener problema en recoger.

Sí, Benjamín Rausseo fue mandado por Jorge Rodríguez. Sus propias palabras lo delatan. No muestra ni un ápice de crítica o denuncia contra los que gobiernan y sus actores.

¿Y es que no se han planteado un escenario en donde el régimen echa mano de sus votantes cautivos para imponer su propio candidato de oposición? Es el tipo de estratagemas propias de Jorge Rodríguez. Se trata de un sistema de gobierno al estilo de Daniel Ortega, que tiene los recursos.

Pero yendo más allá. ¿Es que hasta ahora nadie se ha preguntado con cuál tarjeta la oposición va a participar en las elecciones presidenciales? Y qué podemos decir del chiripero disfrazado o apodado como los «alacranes».

¿Tienen alguna idea de cómo manejar la utilización fraudulenta de las tarjetas de los partidos tradicionales en favor del régimen que las tiene secuestradas?

¿Tiene la oposición algún plan alternativo ante estas situaciones?

El experto en temas electorales, José Rafael Rincón, manifiesta que el cronograma establecido para las primarias se ha cumplido de una manera muy accidentada y los retrasos existentes afectan los equipos de trabajo, y en la línea temporal establecida, el modelo del proceso electoral aún no aparece claramente definido.

De por sí, la constitución de las juntas regionales de las primarias ya presentó un retraso de 30 días.

Juan Guaidó dice que si el régimen adelanta las elecciones, entonces las primarias deben ser adelantadas. Pero ¿cómo adelantar los tiempos de algo que hasta el momento aparece con retrasos?

En los predios de Jorge Rodríguez, los expertos en potes de humo se sonríen de su gracia. Si se adelantan las elecciones la estampida de los candidatos será un buen caladero para la pesca de nuevas chiripas disfrazadas de opositores.

Y sin tiempo real para unas primarias, no es prometedor un escenario de consenso para nombrar un candidato que represente al colectivo opositor. Juan Guaidó, quien ya adoptó la recomendación de hablar de alternativa democrática, en vez de oposición, se siente confiado en ser el candidato preferido de Jorge Rodríguez.

¿Está preparada la oposición para retomar el consenso como método para designar su candidato y abandonar las primarias?

El presidente de Colombia, Gustavo Petro está montando su propia carpa de circo a costa de la situación política venezolana, invitando a un grupo de países a reunirse en Colombia para plantear soluciones a la problemática de nuestro país.

Tácitamente, el denominado por Ramiro Valdés Gran Mamerto, apoya la iniciativa. Voceros opositores se mostraron favorables a esta propuesta de Gustavo Petro.

Sin embargo, en esta reunión se va a discutir sobre Venezuela sin que vaya ningún venezolano; porque Petro no invitó a ninguno.

El eje central de este circo de Gustavo Petro es impulsar una propuesta para relajar las sanciones internacionales en contra del régimen de Nicolás Maduro, como principal fórmula para favorecer un clima adecuado donde se puedan resolver los problemas políticos de Venezuela.

El representante diplomático ante el gobierno de los Estados Unidos, Fernando Blasi, designado por la Junta Directiva de la Comisión Permanente de los diputados electos para la Asamblea Nacional en el 2015, solicitó, supuestamente a nombre personal, que la administración del presidente Joe Biden relajara las agobiantes sanciones petroleras que pesan sobre el gobierno que preside Maduro.

Cualquier diplomático sabe, que estas salidas «a título personal» son inaceptables en el contexto de las relaciones internacionales.

Todo apunta a un lobby para quitarle las sanciones al denominado gobierno de Nicolás Maduro y, a cambio, ni siquiera hay un cronograma oficial para las elecciones presidenciales.

¿Está la oposición siguiendo un plan para favorecer a Maduro y que nadie conoce?

Partimos de un pensamiento basado en un proceso matemático: negar la hipótesis para afirmar la tesis.

El análisis que plantea Fernando Blasi, que para muchos ya debería haber sido sustituido, hace coro con los aportes de otros analistas que apuntan a pasar la página de la campaña de presión máxima que los aliados internacionales que apoyan la democratización de Venezuela han sostenido hasta la fecha.

Para ellos, estos mecanismos internacionales fracasaron, porque Nicolás Maduro sigue allí. Y si no los eliminan, entonces Venezuela será como Cuba y no volverá la democracia.

Yo estoy de acuerdo con el fondo planteado, más no con la forma. Eliminar sanciones sin otros compromisos sería un craso error.

Esto es un sofisma. En este disparatado análisis el planteamiento de esos iluminados es: Maduro es un dictador, las sanciones han permitido que Maduro siga en el Poder, entonces, al quitar las sanciones Maduro dejará de ser un dictador, o al menos dejará de seguir en el poder. En principio, cesaría un discurso, una justificación para mantener el desastre venezolano.

¿Si la oposición tiene un plan, no se tratará de una maquinación tan extravagante y disparatada como la que plantea que sin las sanciones Maduro dejará de ser dictador y abandonará el poder?

Si, hasta ahora, todo el apoyo internacional a la causa venezolana no ha rendido sus frutos, es por la impericia de los actores de la oposición que acapararon las tareas de restauración de la democracia. 23 años prácticamente perdidos.

Porque desde el 2017, hasta la Operación Gedeón en el 2020, hubo un plan.

¿La cumbre colombiana es parte del plan de la oposición? Pues no. La oposición venezolana se «autoinvitó». Ese es un plan de Petro, maquinado por los cubanos, porque lo que sí es cierto y está incluido en la agenda de la isla, Maduro ya no es necesario, puede ser prescindible. Eso lo sabe Nicolás. Sucedió con Chávez el 8 de diciembre del 2012 y puede repetirse.

Vale preguntar, ¿eso significa un avance para la oposición? Pudiera serlo si hay un plan.

Los cubanos siguen dirigiendo el proceso.

Maduro sin Tareck El Aissami es vulnerable. El sirio-libanés no salió por corrupción ni por ambición y eso no significa que no la tenga o que no haya como 99% de los funcionarios chavistas cometiendo actos de corrupción. No se condena al «diablo por robar almas», se castiga si solo muestra los cachos y bota fuego y no infunde temor. Los cuadros chavistas y de la Fuerza Armada ya saben quién es el verdadero poder.

La oposición, si no lo tiene, necesita un plan; una estrategia coherente. Que no se repita el fenómeno nicaragüense…Hasta la próxima.

Twitter e Instagram: @AngelMonagas

Ángel Monagas es abogado y comunicador.

 6 min


Fernando Mires

OTAN, la tan odiada OTAN, las cuatro letras que nunca deben faltar en el papagayismo ideológico de las izquierdas (dícense antimperialistas) ya tiene sus buenos años, más de 70, y como tal ya tiene también una historia. Y como toda historia, la de la OTAN puede dividirse en fases (o en capítulos, o en etapas). Quiere decir que la OTAN de hoy no es la misma de antes, lo que es lógico.

La OTAN es una organización transcontinental y militar, el brazo armado de una gran parte del occidente político, cuyas ramificaciones se extienden más allá de Europa y de los Estados Unidos. Y en tanto es militar, ha debido ser configurada de acuerdo a la estructura de sus enemigos principales, los que evidentemente no han sido siempre los mismos. Por lo tanto, quien quiera escribir alguna vez la historia de la OTAN se verá obligado a tomar en cuenta la identidad de sus enemigos. Si así lo entendemos, y quisiéramos hacer una periodización, deberíamos destacar entonces tres momentos de su historia.

  • Primero, la OTAN frente al comunismo internacional.
  • Segundo, la OTAN frente al terrorismo islamista internacional.
  • Tercero —y es el momento que estamos viviendo—, la OTAN frente a un conglomerado autocrático liderado por tres potencias atómicas: Rusia, China e Irán, el que ha tomado formas visibles a partir de —y durante— la invasión de Putin a Ucrania.

No está de más agregar que al hacer una división en fases debe tenerse en cuenta que una fase no suprime necesariamente a la otra. Más bien la relega a un lugar secundario.

Para decirlo a modo de ejemplo, la lucha de la OTAN en contra del terrorismo internacional no ha terminado, pero se encuentra subordinada a la guerra en contra de Rusia y a la amenaza que representa el bloque autocrático mundial conducido por la triple alianza: China, Rusia e Irán.

1.

La primera OTAN —la vamos a llamar así— surgió como respuesta a la expansión del imperio ruso en Europa del Este y Central. Como es muy sabido, su precursor indirecto fue Winston Churchill quien venía alertando insistentemente a los Estados Unidos sobre los propósitos anexionistas de Stalin, los que de hecho pasaban por alto los acuerdos de la Conferencia de Teherán (1943) y el Tratado de Yalta (1945) acerca de las limitaciones geopolíticas que debían ser establecidas después de la derrota de la Alemania nazi.

Los principales países europeos, no solo la Inglaterra de Churchill, ya habían tomado noticias del peligro. La fundación de la OTAN fue precedida por diversas alianzas de posguerra como los acuerdos de Dunkerque entre Inglaterra y Francia (1947) y los de Bruselas (1948). La incorporación de los EE UU y Canadá fue decidida solo después de la anexión soviética de Checoeslovaquia y las amenazas que ya se cernían sobre Grecia y Turquía, países que fueron incorporados el año 1952.

En otras palabras, la OTAN surgió como un cerco defensivo de Occidente en contra de las pretensiones imperiales de la Rusia de Stalin. La Guerra Fría nació junto con la OTAN.

La OTAN y la Guerra Fría parecían ser las dos caras de la misma moneda, y lo fueron hasta el punto de que, después de 1990, cuando el peligro soviético hubo desaparecido, surgieron en distintos países europeos voces que postulaban la supresión de la OTAN. No pocos analistas pensaban —hoy sabemos, con cierta inocencia— que después de la caída del Muro de Berlín iba a cristalizar la Paz perpetua soñada por Kant.

La ola idealista comenzó recién a amainar cuando fue comprobado que las naciones liberadas después del derrumbe de la URSS no se sentían libres teniendo al lado un coloso que, si bien no era la URSS, seguía siendo un imperio atómico. Dichos temores se vieron acrecentados con las guerras que asolaron a la ex-Yugoslavia, cuyo principal agresor, la Serbia de Milosevic, fue apoyada por el presidente Yeltsin desde Rusia. Así, el siglo XX terminaría no con una disminución, sino con un crecimiento de la OTAN, siendo incorporadas a la asociación países como Hungría, Polonia y la República Checa (1999).

En cierto modo, la OTAN seguía conectada a la lógica de la Guerra Fría, aunque más bien como una agencia destinada a vigilar la difícil transición de estructuras autocráticas en democráticas, sobre todo en el Este de Europa.

Cabe agregar que desde el derrumbe del imperio soviético destacados académicos y políticos norteamericanos seguidores de una línea que apunta a la disolución de la OTAN, prefijada por el notable geoestratega George F. Kennan, comenzaron a plantear la inconveniencia de que la OTAN siguiera ampliándose hacia el este a fin de no despertar aversiones nacionalistas en la Rusia de Yeltsin. Ante este dilema, los historiadores deben precisar que no fue el interés de la OTAN —ni siquiera el de los EEUU— continuar la ampliación, sino el de las naciones que hasta hace poco habían sido sometidas al imperio soviético. Al fin y al cabo, las alternativas históricas de las naciones no las escogen sus gobiernos «a la carta».

Lo que no entendieron los especialistas que abogaban por la disminución cuantitativa de la OTAN fue que el ingreso a la OTAN significaba para los gobiernos y ciudadanías de los países que habían sido sometidos al imperio soviético su plena acreditación como naciones soberanas, con los mismos deberes y derechos que corresponden a los demás países europeos. No calificar a esos países como miembros de la OTAN habría significado, desde una perspectiva europea del Este, una discriminación difícil de aceptar. En el hecho, ellos se habrían sentido, y con razón, como miembros de una Europa de segunda clase. El resentimiento que en esos países habría despertado su no incorporación a la OTAN habría sido aún más grande que, el por Kenan y sus seguidores, temido resentimiento que podría despertar en Rusia el ingreso de esos mismos países a la OTAN.

Europa Occidental y Estados Unidos debían elegir entre dos opciones, cada una con sus pros y sus contra. Rusia, a su vez, tenía frente a sí a dos vías y todavía no estaba decidida sobre cuál de ellas iba a transitar: la de la democratización —que llevaría a fortalecer sus relaciones económicas con Europa— o la de la instauración de una potencia revanchista. Aparentemente, Putin —por lo menos hasta 2008, cuando invadió a Chechenia— no sabía cuál de esas opciones iba a tomar. Si tomaba la primera, la democratización total de Europa más Rusia, iba a convertir a la OTAN en una institución obsoleta. Por lo demás, todo indicaba que una OTAN poscomunista sin comunismo había perdido su derecho a existir.

Una nueva vida, o digamos mejor, una nueva razón de ser, había creído encontrarla el presidente George W. Bush años atrás, ese 11 de septiembre de 2001 cuando fue despertado con el estallido de las dos torres gemelas de New York. Tal vez en ese momento Bush creyó pasar a la historia como el profeta que había descubierto una nueva misión para los EEUU y, por ende, para la OTAN. Una cruzada —lo dijo así— en contra del nuevo demonio: el terrorismo internacional. Que esa nueva misión iba a acercar a la OTAN al borde del abismo no lo presentía ni siquiera Putin.

2.

El terrorismo islámico —esa fue la evaluación predominante en los Estados Unidos— tiene dos rostros: uno supranacional y otro estatal. Eso quiere decir: hay unidades multinacionales de terroristas y hay otras que actúan directamente bajo las órdenes de determinados Estados. Entre esos, el Afganistán de los talibanes fue clasificado como un Estado terrorista y, por las mismas razones, los Estados Unidos con el respaldo explícito de la OTAN procedieron a llevar a cabo la invasión a ese país.

En Afganistán, la OTAN, principalmente representada por tropas norteamericanas, participó en tareas de defensa y contención, así como en la asesoría de proyectos de reconstrucción de Afganistán como Estado nacional. A esas iniciativas la OTAN invitó a participar a Rusia. Fue tal vez ese el momento cuando Putin descubrió que, colaborando con la OTAN en la lucha en contra del «terrorismo internacional», podía expandir sus propias zonas de influencia. Para eso necesitaba, por supuesto, que no desapareciera la OTAN. Efectivamente, fue así.

Los genocidios cometidos por Rusia en Chechenia (2003-2009) y en Siria a partir de 2015 fueron realizados en nombre de la lucha en contra del terrorismo internacional auspiciada por Estados Unidos y por la OTAN. De acuerdo a ese propósito, Putin manejó hábilmente sus relaciones con el gobierno de Obama e invadió Siria bajo el pretexto de combatir a los terroristas del IS. El resultado es conocido: Putin no liquidó al terrorismo islámico, más bien lo puso a su servicio, se apoderó prácticamente de Siria a la que convirtió en lo que hoy es: una colonia militar del imperio ruso en el Oriente Medio, liquidó los movimientos rebeldes surgidos durante la mal llamada primavera árabe del 2011 y, finalmente, provocó un movimiento demográfico de inmensas dimensiones en dirección a Europa.

La verdad es que Obama no podía hacer nada en contra. Después de la desgraciada invasión de Bush en Irak, mediante la cual el inepto presidente destruyó a ese país bajo la mentira de que Sadam Hussein poseía armas de destrucción masiva, el antinorteamericanismo subió a niveles nunca vistos en la región. De modo que cuando Estados Unidos debía de verdad actuar en contra del terrorismo en Siria, su gobierno tenía las manos atadas.

Si bien la OTAN solo participó indirectamente en la guerra contra Irak, su prestigio estaba por los suelos al haber sido arrastrada en el fango creado por el peor presidente de la historia estadounidense: George W. Bush.

La OTAN no fue concebida para llevar a cabo guerras irregulares como son las que tienen lugar en contra del terrorismo islámico. La OTAN agrupa a ejércitos para luchar contra otros ejércitos (o guerra de posiciones) no para hacerlo en contra de partisanos que una vez aparecen como civiles y otro día como soldados (o guerra de movimientos). Esa fue, seguramente, la razón que impulsó a Bush a «estatizar» al terrorismo islámico, identificando a un Estado terrorista, Irak, y así librar contra ese Estado una guerra convencional. El resultado lo conocemos. Irak, otrora un país tecnológica y urbanísticamente avanzado, fue convertido por la invasión norteamericana en un nido de terroristas de diferentes nacionalidades islámicas.

Hacia el segundo decenio del siglo XXl, el dilema occidental ya no era el de si hacer crecer o no a la OTAN sino el de salvar o no la existencia de la OTAN. La solidaridad de los gobiernos europeos con Estados Unidos después de las aventuras de Bush en el mundo islámico, habían bajado a cero, y esa apatía se hacia presente en la propia alianza atlántica. No estaban los tiempos para predicar el otanismo.

En los tiempos finales del gobierno Bush y durante la administración Obama, la OTAN no era más que un elefante paralítico y, además, muy caro de mantener. De ahí que las iniciativas no confesas de Trump para disolver a la OTAN no solo fueron populares en los Estados Unidos sino también en diversos países europeos. El presidente Macron compartía evidentemente las opiniones de Trump. Sus frases de defunción han quedado grabadas En 2019 escandalizó incluso al propio Trump al declarar a The Economist que «la OTAN se encuentra en estado de muerte cerebral». Y lo peor: todo parecía indicar que el presidente francés tenía razón.

Lo que ni Trump ni Macron imaginaban en esos días, fue que tres años después, a partir del 24 de febrero de 2022, la OTAN iba a renacer desde sus propias cenizas para convertirse en una nueva OTAN a la que aquí llamamos, una tercera OTAN. La invasión de Putin a Ucrania, haría renacer a la OTAN.

3.

Ha llegado entonces la hora de poner sobre sus pies el argumento que estuvo a punto de poner sobre su cabeza el geoestratega George Kenan, hecho suyo después de la invasión de la Rusia de Putin a Ucrania por personas tan conocidas como el sucesor intelectual de Kenan, el geoestratega John Mearsheimer, o el veterano lingüista y activista Noam Chomsky. De acuerdo a esas interpretaciones, la ampliación y presencia de la OTAN fue la causa que «obligó» a Putin a invadir a Ucrania, subterfugio que, de paso, confería a la salvaje agresión a un país vecino nada menos que el carácter de una guerra defensiva de liberación nacional (¡!).

Considerando los datos mencionados, estamos en condiciones de afirmar una tesis que podría ser importante a la hora de evaluar de modo historiográfico a los hechos que llevaron a la invasión a Ucrania. Esa tesis dice lo siguiente: no fueron las amenazas de la ampliación de la OTAN las razones que impulsaron a Putin a invadir a Ucrania, sino exactamente al revés: fue el estado calamitoso de una OTAN aquejada de «parálisis cerebral» —detectada correctamente por Macron en 2019— la razón que hizo pensar a Putin que ahora sí tenía un camino libre para avanzar a su gusto sobre Ucrania. Eso significa: no el peligro de la OTAN, sino su ausencia de peligro, incitó a la codicia del dictador ruso para apoderarse de Ucrania, propósito que el mismo, en un conocido libelo, había anunciado un año atrás. Que se equivocó totalmente, lo sabemos ahora.

Si la oprobiosa invasión de los Estados Unidos a Irak llevaba a la ruina de la OTAN, la aún más oprobiosa invasión de Putin a Ucrania llevaría nada menos que al renacimiento e incluso ampliación de la OTAN. Más aún, de una OTAN relegitimada antes los ojos de los europeos, principalmente en el Este del continente.

Putin ha conferido, sin quererlo, un sentido histórico a la existencia de la OTAN. La OTAN que ahora vemos ayudando a Ucrania, desafiada por un enemigo inmediato, la Rusia de Putin, esa tercera OTAN, está dispuesta a enfrentar no solo a Putin, sino también al nuevo orden que quieren imponernos tres dictaduras atómicas, hegemónicas en el espacio autocrático del planeta: la de China, la de Rusia y la de Irán.

Naturalmente, la OTAN al tener a diferentes enemigos en el curso de su existencia, deberá estar siempre sujeta a cambios. No por haberlo dicho en el falso momento y con falsas palabras Macron en su ominosa visita a China de abril del 2023, debe estar claro que la OTAN no puede ni debe estar al servicio de un solo país, aunque ese país sea Estados Unidos. Por lo demás eso no ha ocurrido. Ni en Vietnam ni en Irak, Estados Unidos actuó en nombre de la OTAN. Pero para que esa independencia con respecto a Estados Unidos ocurra al interior de la OTAN —eso es lo que calla Macron— los países europeos miembros de la organización deben estar dispuestos a asumir al menos la defensa de su propio continente, decisión que debería llevar a un aumento considerable de sus capacidades y presupuestos militares, aún en desmedro de sus propios proyectos de crecimiento económico.

El exministro del exterior alemán Joschka Fischer ha entendido la naturaleza de los peligros que se avecinan de un modo mucho más político que Macron. En un artículo publicado a comienzos de abril, escribió:

«Con la ilusión de paz destrozada, la tarea de Europa ahora es superar sus divisiones internas y su indefensión lo antes posible. Deberá convertirse en una potencia geopolítica capaz de autodefensa y disuasión, incluida la capacidad nuclear (….) Esto no será fácil, y el camino por delante está lleno de peligros. Consideremos por ejemplo algunos de los peores escenarios. ¿Qué hará Europa si otro aislacionista tipo América first es elegido para la Casa Blanca el próximo año, seguido por el ascenso de la líder nacionalista de derecha francesa Marine Le Pen al Elíseo?” (Project Syndicate, 31.03. 2023)

Una OTAN absolutamente unida no es posible, tampoco es deseable. No solo hay diferencias entre Europa y los Estados Unidos, también las hay al interior de Europa.

Los intereses de Lituania, Finlandia o Polonia, para nombrar solo a tres países, nunca podrán ser idénticos a los de Francia, Alemania o España. Por eso, nadie no expresamente autorizado puede erigirse como portador de las opiniones europeas, como intentó hacerlo recientemente Macron en China —el «presidente inoportuno» lo calificaría la destacada periodista francesa Michaela Wiegel— sin haber sido designado para cumplir ese cometido. Justamente por eso es necesaria que la tercera OTAN, nacida para enfrentar una nueva guerra —si no mundial, de connotaciones mundiales— debe cuidar ese soporte político del que carecen sus enemigos autocráticos. Ese soporte es la deliberación, tanto interna como externa. De esa deliberación permanente deberán surgir opciones militares, como ya ha ocurrido en un año de colaboración intensa con Ucrania. Una guerra que, definitivamente, va mucho más allá de Ucrania.

Europa ha comprendido lo que el poeta búlgaro Gueorgui Gospodinov dijo en breves palabras: «La guerra a Ucrania es una guerra en contra de Europa». Y con una Europa avasallada por Rusia y/o China, eso lo saben muy bien los políticos de los Estados Unidos, el occidente político y democrático de nuestro tiempo dejaría de existir. Por eso, Europa y Occidente necesitan de la OTAN, pero no de una OTAN autónoma, tampoco de una al servicio de un par de países, sino de una OTAN política, emergida del poder deliberativo interoccidental, poder que yace tanto dentro como fuera de la OTAN.

Twitter: @FernandoMiresOl

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

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Alejandro J. Sucre

Al igual que lo hice al presidente Emmanuel Macron de Francia, hoy quiero agradecer al presidente de Colombia, Gustavo Petro, por haber impulsado la búsqueda de soluciones para la economía venezolana estancada en sanciones de Estados Unidos.

Me parece un gigantesco y cruel error que políticos de la oposición venezolana vayan al Congreso de EEUU a afirmar que las sanciones a la economía venezolana deben continuar. Es un crimen contra los empresarios y trabajadores en Venezuela y solo beneficia a un grupito de opositores y al mismo alto gobierno de Venezuela que se beneficia de las sanciones. Es impresionante el espíritu empresarial que hay en Venezuela y que subsiste intacto ante tanta corrupción y ante tan pesadas sanciones. Todas las empresas venezolanas y sus trabajadores estamos siendo afectados y arruinados con ventas bajísimas debido a las sanciones de EEUU sobre la economía venezolana. Todos los negocios en Venezuela facturan aproximadamente 15% de lo que podrían facturar si no hubiera sanciones a la economía y si estas estuvieran canalizadas solo a las personas que violan Derechos Humanos. Los servicios de Internet, las medicinas, los alimentos, todos los servicios públicos y privados son más costosos y escasos debido a las sanciones sobre la economía. El desempleo y los bajísimos sueldos son responsabilidad de las sanciones. Y en nada han ayudado a un cambio de gobierno, sino todo lo contrario. Si las empresas venezolanas estuvieran facturando $400.000 millones de PIB al año, los sueldos estuvieran en un per cápita de $12.000 en lugar de $2.000 por año.

Incluso, aunque Pdvsa ha sido objeto de escándalos de corrupción en las dos últimas décadas, las sanciones recientes a Pdvsa aúpan la corrupción aún más, ya que la hace inauditable ya que sus ventas se hacen hoy por canales irregulares, a compradores ad hoc, improvisados, piratas de todo tipo y los pagos son en depósitos bitcoin, sin plan de cuentas transparentes. Las sanciones a las empresas del Estado venezolano también perjudican a los países del Caribe, a Europa y hasta a países como Japón que necesitan energía.

También las sanciones petroleras de Estados Unidos impiden que Venezuela pague su deuda externa, a proveedores, a que se invierta en infraestructura. La corrupción y violación de DDHH de los gobiernos de Venezuela debe generar sanciones individuales, y al contrario vemos que muchos de los funcionarios públicos corruptos de la era del socialismo del siglo XXI y de los anteriores viven en EEUU y tienen propiedades inmobiliarias extravagantes en ese país y en Europa. Vemos también que si Estados Unidos condena a unos pocos lo hace para negociar parte del botín y no para devolver los recursos a los venezolanos. En EEUU los corruptos venezolanos son condenados por pocos años y de ninguna manera se devuelve el dinero al pueblo de Venezuela ni se coloca en cuentas fideicomiso para cuando llegue una nueva administración en Venezuela.
La Constitución venezolana ya prevé elecciones presidenciales para el año 2024, no es necesario ningún acuerdo entre el gobierno de Maduro y el G4. Como se demostró en las elecciones de gobernadores y alcaldes pasadas, la oposición del G4 puede ganar si va unida y no necesita que Estados Unidos sancione a todo un país de emprendedores y trabajadores de mayoría honesta.
Las sanciones petroleras de EEUU debilitan la economía más que la misma corrupción interna y por lo tanto generan éxodos de emigrantes que debilitan el tejido social necesario para proteger a la democracia. El gobierno del presidente Joe Biden debe levantar las sanciones petroleras sin condicionamientos. Estados Unidos no tiene que comprar petróleo venezolano, puede producir su propio petróleo o comprar a quien lo desee.
Las sanciones al petróleo venezolano fortalecen a todos los enemigos de la democracia, debilitan a la oposición que lucha en el territorio nacional, generan emigración, fortalecen a Vladímir Putin y a los países árabes, y generan mayor opacidad en la Administración de Maduro. Es muy cruel que se use el poder mundial de EEUU para impedir que Venezuela venda petróleo a otras naciones. Ofrecer ayuda humanitaria a Venezuela es un acto cruel si es a costa de mantener las sanciones petroleras que tanta miseria generan.
Son héroes para los venezolanos de a pie la posición de los presidentes Macron y Petro. Ambos, al reconocer los costos de las sanciones, valientemente rompen con los intereses burocráticos para pedirle a la Administración Biden que levante las sanciones petroleras a Venezuela.
EEUU debe y merece, por ser una luz de esperanza para el mundo, redimensionar su enfoque hacia Venezuela y levantar las sanciones petroleras. Mientras tanto, los venezolanos agradecemos tener al presidente Macron, de Francia, y al presidente Petro, de Colombia, defendiendo los intereses del pueblo y buscar alternativas menos punitivas para la población venezolana de resolver sus conflictos.

Twitter: @alejandrojsucre

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Carlos Raúl Hernández

“…en la guerra los jóvenes mueren y los viejos pactan” (Aquiles, ciego de celos, lo grita al Rey Agamenón, quien le había arrebatado a Briseida)
Adán y Eva cometen el primer error político y terminan expulsados del paraíso convertidos en mortales y dolientes. Les dijeron “y seréis como dioses”, no dudaron de las palabras de una víbora ni precaverse de posibles consecuencias. Maquiavelo lo llama efectos perversos de la acción, que liquidan el objetivo buscado. Alguna vez lo ejemplifiqué de manera menos metafísica con el caso de alguien que necesita bajar un libro, y por flojera de buscar un taburete, se medio cuelga de la biblioteca, que se le viene encima. No logra el objetivo y además tendrá que rearmar el mueble y los libros, si no se fractura algo. Son frecuentes en la cotidianidad, pero en la política representan amenazas colectivas; recibir derrotas y no entender por qué. Varias disciplinas lo llaman “males involuntarios”, “efectos colaterales”, efecto boomerang, que en la guerra asimétrica, revolucionaria o guerra de todo el pueblo, son el fin buscado. Maquiavelo crea el concepto para definir acciones que se vuelven contra los objetivos de quienes las toman, propias de la estupidez política (no competir en las elecciones de 2017 y 2018, por ejemplo, o negarse a hablar con el gobierno de Maduro en 2019). En cambio, el objetivo en el World Trade Center, era asesinar miles de personas para horrorizar al planeta.
Los efectos perversos, la política fallida, cuyos medios y acciones alejan los fines, también la llaman “efecto pantano”: mientras más se mueve más se hunde. A comienzos de siglo, Putin quiso que lo estimaran en “occidente” y prestó a EE. UU sus bases para las guerras de Irak y Afganistán, pero lo retribuyeron con el avance de OTAN hacia sus fronteras, hasta que cambió la estrategia, y la de “occidente” pinta como un gran error. Al teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, lo asesinan los nazis por atentar contra la vida del führer. Autor de una genial obra sobre la estupidez, define “ingenuo es quien hace el bien a otro a cambio de la indiferencia (pero) estúpido es quien lo hace a cambio de la hostilidad”. Entre esa galaxia de insensateces que borroneó Marx y corrigió Engels, aparece una categoría hegeliana, “enajenación”: “al trabajador lo niega el producto de su trabajo, la plusvalía que le arrebatan, es trabajo alienado”, y para liberarse debe “liquidar el orden burgués y apropiarse de los medios de producción”.
Incalculables estragos trajo ese monumental disparate a la humanidad y a 170 años del Manifiesto Comunista y su fracaso hasta la náusea en todas las versiones, aun suena la melodía. Con diversos lenguajes y formas, oímos que empleadores y trabajadores (o pobres y ricos) son enemigos, pese a ser cóncavo y convexo, inseparables para producir riqueza. El político fallido de Maquiavelo toma decisiones hacia una meta y el resultado lo aleja de ella, con frecuencia definitivamente; busca el poder, pero lo separan abismos de errores. Matriz esencial de efectos perversos, además de la estupidez pura y simple, es la estupidez ideológica, por ejemplo del marxismo. Los revolucionarios, demagogos, llegan a la cima proclamando su amor por los trabajadores y gobernar en su nombre, los llevaron a la miseria y terminan sumergidos en la corrupción, porque la sociedad no puede controlarlos. Den Xiaoping comprendió ese fracaso, se enfrentó a Mao, quien no lo asesinó por la mediación de Chou En-lai, triunfó y a finales de los setenta comienza “el socialismo de mercado” que convierte a China en la gran potencia “kapitalista”.
El poder revolucionario reclama “manos libres” para hacer bien al pueblo (dictadura del proletariado, democracia directa o como la llamen) porque la separación constitucional de poderes es “democracia burguesa”, otro brillante aporte de Marx, (hoy “neoliberalismo” para sus desorientados seguidores). Los “efectos perversos” fueron el stalinismo, el maoísmo, el fidelismo, titoísmo, polpotismo, allendismo, todos los países que creyeron en la revolución, media humanidad autoaniquilada y luego el final cinematográfico en 1989. El planeta era hasta el estallido de la guerra en Ucrania, un viejo matrimonio entre Estados Unidos, por un lado, y China-Rusia, por otro, pero Trump, un revolucionario, decide que en vez de competir con China que se había adelantado, debe destruirla a la brava. El divorcio desarma la relativa tranquilidad y pone en ascuas al mundo y en el pleito por los bienes, gana hasta ahora China-Rusia con el apoyo sotto voce de África, Asia e Hispanoamérica, la mayoría, mientras a EE. UU lo acompañan Europa dividida, autodebilitada y en desindustrialización, que a última hora busca nuevos vínculos con China.
El más agresivo en la solicitud de sanciones anti-rusas, Polonia, es también el mejor cliente de energía rusa, sin olvidar la propia Ucrania. Los derrotados hasta ahora son “los valores de occidente” y la democracia, incluso dentro de los Estados Unidos, aunque no lo analicen. El gobierno federal y un grupo de estados de la Unión mantiene un modelo económico ruinoso, colectivista y estatista al estilo del tercer mundo y las dos lumbreras del pasado, New York y California, se empobrecen, aunque por fortuna otro grupo, encabezado por Florida y Texas, prosperan. Entre los graves efectos que vivimos, EE. UU pierde el liderazgo económico y político mundial, sacudido por violencia racial y crímenes colectivos en espacios públicos, pero se niegan siquiera a regular el porte de armas. En un evento de la Sociedad del Rifle se exhibieron graciosamente civiles con fusiles de guerra. Biden dio una declaración enérgica sobre esto.
El efecto perverso de decisiones como sembrar una guerra en Rusia, deshizo la precaria paz mundial, con una nueva polarización no a favor de “los valores de occidente”, y “el jardín” se marchita. El embargo al gas lleva Rusia a buscar ansiosa mercados alternativos y en el camino los BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, deciden estrechar sus lazos para enfrentar el bullying. En el paquete de sanciones contra Rusia está su desconexión del Swift, el sistema global de pagos en dólares, (más de 100 países, 12 mil bancos, 24 horas al día, 365 días al año) que paraliza a Moscú para cobrar o pagar exportaciones e importaciones. Pero hay efectos no esperados del embargo: los BRICS deciden en respuesta hacer las transacciones en sus propias monedas y sustituir el dólar como base de los intercambios, siendo que la mitad del PI norteamericano proviene del simple uso universal del dólar. El senador Marcos Rubio analiza que con esta medida pronto EE. UU “no podrá sancionar a nadie”. La lección olvidada dice que un enemigo acorralado es letal y que “tanto va el cántaro a la fuente…”.
A cada uno de los BRICS le ha tocado su sábado de bofetadas. Pero a última hora la secretaria del tesoro de EE. UU, Janet Yellen, afirma, según cita Rafael Alberto Martínez, “que las sanciones a Rusia ponen en riesgo la hegemonía del dólar” (World News) cosa que ladraban desde el principio hasta los perros de la calle. Un terremoto es lo único comparable a que por primera vez los BRICS, que suman la mayoría del territorio y 40% de población, superan el PIB del G7, lo que conmociona la geopolítica. Aspiran entrar al club Arabia Saudita, Irán, México, Indonesia, Argentina, Nigeria y varias otras. No se plantean que el nuevo orden mundial sea de democracias, que coexisten en su seno con autocracias. Los BRICS llevaban años larvados y esta aceleración se debe a que Trump y Biden desatan un bullying insoportable, desenfrenado y brutal, pierden el sentido de la realidad con la borrachera de sanciones, al extremo de sembrar una guerra con Rusia y querer reclutar países por la fuerza en ese conflicto que no es suyo ni de nadie, sino del laboratorio de Rand Corporation.
Decir que ganó la democracia sería ceguera o algo peor. Hoy algunas zarigüeyas cuestionan que a Angela Merkel le concedan la Cruz Federal del Mérito, recibida solo por tres líderes alemanes, Konrad Adenauer, el primer canciller después del nazismo, Helmuth Khol, el unificador de Alemania, y ella. La critican por bloquear la entrada de Ucrania a la OTAN en 2014, como dice Martínez, por impedir que Rusia destruyera ese pobre país hace diez años, y por la dependencia alemana del gas ruso, como si hubiera mejorado algo haberla cambiado por otra dependencia con precios cuatro veces mayores. Viene una fecha temible: la contraofensiva para “recuperar” el Dombass y Crimea, otra masacre de muchachos indefensos. Según Financial Times son 35.000 ucranianos sin municiones, por no decir desarmados, sin liderazgo ni conducción, y de frente 140.000 soldados rusos, con super artillería, control del aire, y separados por un territorio minado de explosivos antitanque rusos. Alguien debería parar la carnicería que hará inviable la subsistencia de Ucrania, qué si usa armas de uranio empobrecido, Rusia también tiene y se contaminaría el territorio por siglos, con proliferación de cáncer, malformaciones genéticas y otras desgracias. Polonia apuesta a la derrota ucraniana para quedarse con parte del territorio. Como dijimos al comenzar la guerra, Europa luchará hasta la última gota de sangre ucraniana y luego vendrán los carroñeros. Maquiavelo tenía razón.

@CarlosRaulHer

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Eduardo Fernández

El artículo 328 de la Constitución Nacional define a una institución fundamental en la arquitectura institucional democrática de la República de Venezuela, la Fuerza Armada Nacional.

Dice ese artículo: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación, asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la ley.»

“En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”.

“Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación”.

«La Fuerza Armada Nacional está integrada por el Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, que funcionan de manera integral dentro del marco de su competencia para el cumplimiento de su misión, con un régimen de seguridad social integral propio, según lo establezca su respectiva Ley Orgánica”.

Son tres grandes misiones las que tienen la Fuerza Armada:
1.- Garantizar la independencia y soberanía de la Nación.2.- Garantizar la seguridad del espacio geográfico y,

3.- Garantizar la seguridad de todos los ciudadanos del país.

Para dar cumplimiento a este mandato, sus integrantes son entrenados, capacitados y formados, basados en tres pilares fundamentales: “la disciplina, la obediencia y la subordinación”.

Como ha ocurrido con todas las instituciones, también la Fuerza Armada ha sufrido un proceso de descomposición en los últimos años. Una disminución de su moral y un proceso de corrupción, politización e ideologización que deben revertirse.

Al producirse el cambio político, el nuevo gobierno debe proceder de inmediato a designar un nuevo Alto Mando Militar integrado por profesionales militares de reconocida solvencia moral, alto nivel de capacitación y un claro compromiso con la cultura democrática.

Debe establecerse un programa de formación para explicar, a todos sus integrantes, lo establecido en el artículo 328 de la Constitución y su significado.

En próximas entregas seguiremos conversando este tema.

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