“… si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra.”
Blas de Otero
Ciertamente, no hay peor cuña que la del mismo palo. Durante varios días me dediqué a recoger las opiniones que algunos voceros de la oposición tienen de otra parte de esa oposición; por ejemplo, sobre la MUD o el denominado Frente Amplio, que son los blancos y las presas favoritas.
Solo he recogido aquellas expresiones que se publican en artículos de prensa en los principales medios impresos del país, pues en ellos aún existe cierto recato y moderación. Deliberadamente omití las denominadas redes sociales, especialmente “Twitter” ─convertido en el patíbulo de la opinión pública─ con lo que hubiera podido llenar una enciclopedia de términos y expresiones extremadamente escatológicas y soeces que no soportarían ningún tipo de autocensura o llamado a la decencia.
Ruego me disculpen aquellos de quienes no haya recogido ninguna expresión, o los que vean las suyas reflejadas y se sientan citados fuera de contexto; esto es solo una muestra con fines didácticos y lo que he podido recolectar es más o menos lo siguiente:
“Oposición oficialista”, “falsos opositores con razonamientos falaces”, “retórica derrotista”, “bufones”, “garantes de la dictadura”, “servidumbre voluntaria”, “políticos acomodaticios”, “recolectores de favores y prebendas sin patria”, “ilusos”, “títeres”, “colaboracionistas”, “oposición corrupta como la dictadura”, “legitimadores de la dictadura”, “claudicantes”, “arrogantes autocomplacientes morales”, “fundamentalistas del voto”, “oposición francamente gobiernera”, “quintacolumnistas”, “agrupación de zombis”, “carcamales del puntofijismo”, “neoburocracia política mezquina, regresiva y voraz”, “deshonestos”, “fracasados”, “sermoneadores demagógicos”, “ingenuos”, “cómplices del régimen”, “coalición incapaz”, “coalición viciosa”, “coalición putrefacta”, “oposición de accionar incoherente”, “oposición acomodaticia”, “oposición que emplea falsos mecanismos profundamente anti democráticos”, “falsos demócratas”, “improvisados”, “serviles”, “traidores”, “canallas”, “cómplices del asesinato de jóvenes”, “impúdicos”, “cooperadores con la tiranía”......
Y paremos ya la lista.
Como ven, algunos se esmeran en el insulto y hasta son ingeniosos, otros son simplemente despiadados, injustos y algunos términos y calificativos hasta inspiran compasión por lo comunes, ligeros y poco originales. Las expresiones que salen del lado de la barrera de quienes defienden a la MUD y el Frente Amplio hacia quienes han proferido los insultos que reseñé, no son para nada condescendientes o diferentes, pero ciertamente son menos frecuentes y en todo caso, aunque fueran iguales, para lo que quiero destacar y significar ─ya dije que esto tenía fines didácticos─ es suficiente con lo aquí recogido. Además, cualquiera de las partes se podría atribuir la autoría de los insultos y considerar a la otra merecedora de los mismos, pues lo que piensan los unos de los otros no es muy diferente.
Estamos en una época de fáciles y rápidas comunicaciones; emitir una opinión sobre algo o alguien nunca había sido tan fácil y las redes sociales hacen que esa opinión “viaje” y se difunda velozmente, pero también irresponsablemente y lo más impresionante es que parece lo normal, sin importar lo que eso significa.
Los juicios, las opiniones, la palabra misma ─como dice una buena amiga─ ha ido perdiendo significado, sentido y trascendencia. Nadie medita sobre lo que dice u opina sobre las posiciones de los otros o las consecuencias que pueda tener; simplemente lo lanza al viento porque lo considera su derecho, y si antes no era fácil que se difundiera, ahora es difícil de recoger.
Lo triste y lamentable es que ahora ─volviendo a nuestro tema inicial─ mucha gente, de los bandos opositores, espera que a quienes han endilgado semejantes epítetos, olviden todo lo expresado y lo que se ha dicho sobre ellos y contra ellos, sin reparo y se sienten y comiencen a conversar ─es tiempo de unidad, dicen algunos─ y a ponerse de acuerdo para desarrollar una sólida alianza que sea capaz de derrotar a esta dictadura, por el método que sea, elecciones, revuelta popular, alzamiento militar interno o internacional, renuncia presidencial, o lo que sea.
Ciertamente hay espíritus superiores, capaces de perdonar cualquier agravio, poner la otra mejilla ─por algo tenemos dos, se dice─ y haciendo de tripas corazón, poner por delante algún principio sublime y abstracto, olvidar todo lo dicho y pasado, como si no hubiera ocurrido, y estar dispuesto a comenzar de nuevo. Pero la realidad es que esa unidad solo se puede construir sobre la base de la confianza, que rutinariamente socavamos y destruimos día a día.
Tal vez quien ha sido insultado piense que como ese insulto nada tiene que ver con él, por lo tanto no se considere aludido u ofendido y no tendría ningún inconveniente en iniciar cualquier tipo de diálogo con quien ha proferido los insultos; pero lo que no logro entender es al “insultador”; ¿Cómo alguien puede sentarse a conversar y llegar a acuerdos con quien considera un traidor, un vendido, un cómplice de una dictadura asesina y corrupta? No va a ser nada fácil ponerse de acuerdo y unificar a una oposición que se ha endilgado mutuamente semejantes calificativos y epítetos, que han socavado la base de confianza y respeto sobre la que se deben apoyar.
Confieso que por más que trato de autoconvencerme que “la política es así” o que quien se meta a político tiene que tener la dura y áspera “piel del cocodrilo”, creo que queda hoy muy poca gente de esa “raza”; muy poca gente capaz de sobreponerse tras estar expuesto a algunos de esos insultos y actuar como si nada hubiera pasado.
Pero, si no los hay, pues habrá que inventarlos, como se suele decir, aunque no sea fácil, pues ciertamente hay que pasar por encima de diferencias y dicterios, para construir una opción que interprete y le llegue al país, le explique al pueblo la raíz de nuestros males y cuál es la opción que queremos construir, para la cual contamos con él.
Esa es la verdadera tarea y la difícil, para la que sí se requiere imaginación y templanza, para encontrar esa idea poderosa, esa palabra, ese discurso, ese mensaje que nos siembre en el corazón del pueblo venezolano y haga crecer en él la esperanza de que si es posible un futuro mejor que el oprobio en el que vivimos.
Esa es la tarea para la que se necesita ingenio, carácter, civilidad, y sobre todo buena voluntad y propósito, porque para insultar, mal hablar, gritar o decir lo primero que nos pasa por la cabeza, no hace falta mucho o quizás nada.
@Ismael_Perez