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José Rosario Delgado

Jugamos como cabilleros… ¿O como lo que somos?

José Rosario Delgado

En las cosas que uno ve, oye o lee por ahí se advierte que en la política, como en la guerra y en el amor, se vale todo pero, al mismo tiempo, se percibe que en todo arte existen reglas que deben ser cumplidas por quienes juegan a la guerra, a la política y al amor; no puede ser que en tales actividades haya una deriva de acciones y posiciones que impidan ordenar los encuentros y desencuentros o expidan licencias para hacer lo que nos venga en ganas sin observar los cánones de la ética y de la moral, si pudiera hablarse de eso.

Recuerdo haber leído en “El Cumanés, 40 años en el delito”, que el autor le pide prestados 20 mil dólares a “El Zar del Boxeo en Venezuela”, Rafito Cedeño, y al recibirlos le da un abrazo y pregunta: “¿Dónde le firmo, maestro”? A lo que el zuliano le responde. “¡Nada tiene que firmar, los gánsters pagamos nuestras deudas!”. Una sabía lección de palabra y de compromiso en el apasionado y cuestionado mundo del boxeo profesional.

Bueno, en nuestra política pasan cosas parecidas, quizá peores, y a los ojos de todo el mundo, algo que no es nuevo. Ese cuento ya lo hemos echado, pero ahora estamos en un país que no es el mismo, un gobierno vil y canalla que no respeta ni sus propias leyes y en una situación jamás vista agravada, por supuesto, por el hambre y la necesidad que tienen cara de perro y debemos comportarnos como lo que queremos ser y no como los que destruyen a la nación quieren que seamos.

Las elecciones primarias, que no son nuevas ni invento de la oposición, remember Prieto Figueroa-Gonzalo Barrios, 1968, son mecanismo usado para dirimir controversias entre demócratas porque los tiranos no las necesitan en virtud de su propia naturaleza. Son una manera de permitir la participación y, por qué no, el protagonismo de todos los que tienen perfecto derecho a aspirar a una posición de gobierno, de poder, fin de la actividad política, pero si somos demócratas tenemos que establecer reglas de juego claras y respetar sus resultados.

No debemos ni podemos actuar como los viejos militantes políticos que imponían la democracia y sus reglas a cabillazo limpio, no sólo para disolver las manifestaciones contrarias sino para someter a la disidencia de sus propias filas como manera de hacer respetar, con sangre y chichones, los precisos estatutos de la organización. Y estos cabilleros no sólo están en los procesos electorales, sino que los cabilleros virtuales asoman sus encabullados hierros a través de las redes sociales, lo que nos hace recordar la filosofía de genial Cantinflas: “¿Hablamos como caballeros o como lo que somos?”.

Teodoro Petkoff y el vate quebrado

José Rosario Delgado

Teodoro Petkoff es gloria de la política, de la sociología, del periodismo y de la ciudadanía venezolanas, amén de sus cuantiosos y valiosos aportes a la cultura, a la educación y a la economía como participante y protagonista directo de las luchas y sucesos que nos condujeron a los 40 años de democracia que disfrutamos aunque, en honor a la verdad, para unos 30 porque sus compromisos por la libertad y la democracia lo ubicaron siempre en la acera de enfrente de quienes entendieron la política como un medio y no como un fin en sí misma.

Es triste que hombres de la talla de Pompeyo Márquez (qepd) y Teodoro Petkoff no pudieran vivir sus últimos años de existencia en libertad y en democracia, disfrutando de la vejez y esparciendo conocimientos en aulas y tribunas durante estos trágicos 25 años de revolución, algo en lo que ellos alguna vez creyeron y que, nuevamente, los convirtió en mártires de una generación siempre rebelada y nunca relevada.

Los aportes de Teodoro Petkof como héroe de todos los tiempos a la vida nacional y a la opinión internacional son de incalculable valor por su interpretación de las izquierdas dobles y del socialismo como problema; es decir, los dobles discursos y la demagogia como instrumento de perpetuación y corrupción del poder, reconocido esto por analistas de todas latitudes y colores.

Una de las contribuciones de Teodoro a la política venezolana fue fundar el Movimiento al Socialismo (MAS), partido que si bien no creció en las proporciones en que todos esperaban, la calidad de formación de su dirigencia y su militancia permitió un importante punto de referencia para el debate político de las ideas de empoderar a los pueblos en la gestión social y económica propias del gobierno antes, por supuesto, de caer en las tentaciones del oportunismo y de la corrupción.

Nada de eso quieren reconocerle hoy día a Teodoro Petkoff los viles soportes de la falsa revolución que no olvidan ni le perdonan el ser siempre defensor de la libertad de expresión y de la comunicación del pensamiento, que le pasan la factura de sus hazañas políticas y sus proezas periodísticas contra los tiranos y los torturadores de siempre que buscaron confinarlo en mazmorras para acallarlo y mantenerlo lejos de la opinión y de la gente que ama sus palabras y sus letras para buscar y sostener la verdad.

Sin embargo, la mayor carga de responsabilidad durante los varios años que Teddy permanece entre rejas de tafetán la debe tener el poeta ramplón de la robolución que echó al barro el poquito respeto que alguien pudiera haber sentido por él; el juglar de la infamia y del oportunismo, el trovador de la inquina y de la depravación; el vate quebrado de los versos cojitrancos y vate quebrado en derechos humanos; el cantor de la inquisición que ni como defensor ni fiscal se aboca ni se avoca a pronunciarse de una vez a conocer el caso de Teodoro Petkoff quien ya anciano, en el sentido exacto de la palabra, y enfermo, en la acepción circunstancial del término, merece una vida de calidad y un destino de dicha y felicidad conforme a sus aportes a la venezolanidad…

El silencio de los indecentes

José Rosario Delgado

Es muy cierto que existe una gran cantidad de personas que desde diferentes trincheras y hacia distintos objetivos disparan a diestra, siniestra y a mansalva a través de las redes sociales, con o sin máscara, sin y con premeditación y alevosía, también es de verdad rigurosa que hay otros que mantienen un silencio impúdico, deshonesto e indigno ante los hechos que año a año, mes a mes, semana a semana, día a día y minuto a minuto se suceden aquí en Venezuela y que repercuten ya en el mundo.

Son los que se mantienen a la expectativa, agazapados en movimiento sigiloso, que no le tiran un disparo al gobierno ni otro a la oposición, esperando a ver qué pasa y cuadrarse a la hora de que todo esto caiga y se deshaga porque no les cabe, como a nosotros, ninguna duda de que esto en cualquier momento caerá y se hará pedazos, con el favor de Dios y la ayuda de todos.

Tal silencio de los indecentes es aberrante porque, agachaditos, hacen negocios y obtienen pingües ganancias a la luz y la sombra de millones de familias que no pueden ni tienen qué comer ni medicamentos para paliar sus graves males crónicos o agudos, viejos o de nueva data, las enfermedades modernas generadas y potenciadas por esta crisis que nos acogota y nos agobia día y noche con tormentosos pensamientos irresolubles.

Algunos aportan cifras sobre ingresos y egresos oficiales y/o empresariales, pero no muestran posibles medidas para afrontar la difícil situación ni por lo menos alertan o exigen con valentía lo que gobierno y oposición deben hacer, tienen que hacer y están obligados a hacer en atención a los principios y fundamentos de la Constitución de la República.

Otros, por supuesto, simplemente cantan la lotería, pasan la raqueta y guardan en casa las ganancias y no dicen ni pío, ni esta boca es mía, cuando hay gente que desde el mismo montaje de obras teatrales, con dramas o comedias, sí se ponen al lado del pueblo y reclaman atención de la comunidad nacional e internacional para que volteen su mirada hacia Venezuela, hacia nosotros, que vean que no es mentira lo que está pasando ni es culpa del supuesto imperio o de la inexistente burguesía criolla, sino de la oligarquía bolivariana y comunista, es decir, el grupito inferior a diez capitostes con o sin soles ni estrellas que mancillan al noble pueblo venezolano.

Criticamos a los que nos atacan y atacamos a los que nos critican, pero no nos percatamos de que hay un sector que guarda silencio incorrecto y cómplice, una caterva de indecentes que esperan, como sucede en los recovecos de toda dictadura, con obscena cautela y sucio disimulo, el instante de asomarse como mártires y hacerse de espacios y bienes que les reportarán importante presencia en el venidero gobierno o en la periferia…

Venezuela, política y pataleo

José Rosario Delgado

Si algún derecho se ha ejercido y se ha respetado en Venezuela durante toda su historia republicana ha sido el derecho al pataleo, excepto en esta piazo ‘e revolución que en veinte años les ha negado a los venezolanos hasta ese sagrado recurso de la pancada a quienes tienen el agua al cuello y que ellos, en este momento practican, porque se saben perdidos, con la diferencia de que sus ardides atornillantes les cuestan libertades, vidas, dinero e institucionalidad a una nación que sufre y padece la más grave de las pestes humanas, el hambre.

Un ejercicio de memoria sobre el pataleo político en los últimos 60 años nos hace recordar que en 1958, cuando Rómulo Betancourt y Acción Democrática (AD) ganaron las elecciones, se dijo que los adecos habían hecho trampa a Unión Republicana Democrática (URD) y a Wolfgang Larrazábal, algo que sospechaban porque URD no sólo acaparó las curules del hoy finado Congreso de la República, sino que arropó las asambleas legislativas y los concejos municipales de entonces; es decir, el mapa se tiñó de amarillo.

En un país con el 80 por ciento de su población viviendo en el campo, con un altísimo porcentaje de analfabetismo, no sería extraño que a la gente la pusieran a votar blanco en virtud de que el candidato amarillo vestía de blanco marinero y supuestamente les dijeran a los electores: “Gorra blanca, camisa blanca, pantalón blanco, voto blanco”. Quizás no fue así, pero ese era el discurso que manejaban los seguidores de Jóvito Villalba como su derecho al pataleo.

Durante la campaña de 1963, Acción Democrática se dividió en AD y AD-Op cuando Raúl Ramos Giménez, del ala más izquierdosa, le quitó hasta el color blanco de su tarjeta, no dejándoles a los adecos otra opción que tomar para sí el color negro como divisa y, con la consigna “Vota Negro”, Raúl Leoni fue elegido Presidente y los betancouristas, gracias al pataleo político, fueron acusados de hacer trampas otra vez.

En 1968 AD organizó unas elecciones primarias para escoger candidato entre dos opciones representativas del sentimiento partidista, Gonzalo Barrios y Luis Beltrán Prieto Figueroa, que habrían sido ganadas por Prieto y desconocidas por Barrios. En ese pataleo AD se dividió en dos grandes toletes y dio origen al Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) que lideró el maestro margariteño. La tolda blanca recuperó el albo color de su tarjeta y los nuevos adversarios el morado con la ilustración de una oreja que aludía los grandes apéndices auriculares del candidato.

Bueno, como se dice en el argot hípico, el copeyano Rafael Caldera se coló por los palos, por la baranda, y derrotó a Barrios y a Prieto por poco más de 30 mil votos. Allí el pataleo se acentuó más porque la división permitió la pérdida del poder por parte de AD y surgieron mutuas acusaciones; sin embargo, el que no ganara ninguno de los dos les sirvió de consuelo para arrastrar y soportar la derrota.

Como el régimen dictatorial que sufrimos nos quitó hasta el derecho al pataleo, y el que patalee lleva plan y va preso con condenas que los delincuentes togados pretenden extender hasta por 50 años, mínimo, tenemos a los simpatizantes de la oposición y de la MUD pataleando en las redes sociales como recurso para no perder la tradición ni la costumbre…

María Corina no quiere gobernar

José Rosario Delgado

Quién iba a creerlo. María Corina, la chica de Súmate, la que nos pidió que nos sumáramos y así lo hicimos, ahora nos pide, nos ruega, nos suplica, nos implora que nos restemos y nos dividamos en vez de multiplicarnos para hacerle frente al régimen sátrapa e infame con miras a salir de la tiranía campante. Curioso que Antonio Ledezma también se empate en ésa, siendo él un personaje moldeado, forjado y formado en las filas de Acción Democrática, un partido que entre sus muchos trofeos ostenta el de campeón mundial de la resistencia.

Lo de la aún joven MCM pudiera entenderse porque no tiene una experiencia política más allá de sus esfuerzos precisamente de buscar la vía electoral como forma y fórmula para dirimir nuestros desacuerdos entre los gobiernos y la sociedad civil sin otra interferencia que la voluntad de los venezolanos para votar, votar y votar como tantas veces lo hemos hecho desde 1948. A lo mejor María Corina no quiere gobernar, pero Antonio, repito, ha gobernado impuesto por su partido y electo por el pueblo, pero siempre en democracia y por eso, por luchar por nuestra libertad, es que está pagando injusta prisión.

Como la mayoría de los improvisados opinadores que aparecen por allí son jóvenes, muy jóvenes, afortunadamente, quizás desconozcan la historia de la resistencia que partidos como Acción Democrática (AD), Unión Republicana Democrática (URD) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV) libraron desde siempre y por siempre y que nunca desecharon las salidas electorales que les pintó la dictadura perezjimenista. Votaron y llamaron a votar en 1952 con una tarjeta distinta, a sabiendas de que la trampa de los esbirros estaba montada, y ganaron.

Por supuesto que tal y como se sabía, la oprobiosa tiranía de Pérez Jiménez les escamoteó el triunfo; a unos los mandó al exilio, a otros los encarceló y, en el peor de los casos, a otros los mató, pero nadie se rindió ni dejó de luchar, incluso cinco años después, en el Plebiscito de 1957, adecos, urredistas, comunistas y “los reaccionarios” copeyanos (como los llamaban entonces), votaron y llamaron a votar y la gente salió a votar de manera masiva aunque sabían que la dictadura aquella, al igual que ésta, les tenía otra trampa montada.

Sí, les montó la trampa, pero esto no les quitó las ganas y salieron a votar, porque esas luchas eran, como deben ser hoy día, participativas y protagónicas de verdad-verdad, con dirigentes dejando el pellejo y las uñas en la calle y en las mazmorras de los tiranos. El plebiscito del ’57 también lo trampeó el general; sin embargo, el pueblo venezolano, encabezado por su juventud estudiantil, se impregnó de esa calle y esa lucha y un mes después el militar tirano cogió las de Villadiego en un avión que aquí está, en Maracay, de adorno en el Museo Aeronáutico.

De modo, pues, que este pueblo venezolano debe ocuparse de la historia y del conocimiento de los historiadores y sus textos y no estar pendiente de las “reses sociales”, esa estampida de aprendices de brujo de la Web que, a la menor campanilla madrinera, salen corriendo a repetir y repetir lo que oyen y leen sin detenerse a pensar qué será de ellos mañana o pasado, tarde o temprano…

Sangre y ajena

José Rosario Delgado

Hay un grupo importante de personas, aunque en modo alguno determinante, empeñado en empujarnos hacia la calle, la necesaria lucha de calle ante un tiránico y aberrado régimen, a sabiendas de que, por eso mismo, hay que tener cierta cautela estratégica porque decisión y arrojo se ha observado en las protestas y manifestaciones actualmente en receso, en taima, como se dice en buen criollo, aunque no descartada. Nuestro espíritu demócrata y liberador no se cansa y, aunque descansa, dadas las circunstancias, mantiene su ímpetu de sensatez y conciliación.

A juzgar por la opinión de otros grupos, esos son los que quieren ver sangre… Sí, sangre, pero sangre ajena, como si no fuera suficiente la que ya ha sido derramada por esas calles y por esas víctimas martirizadas por la brutalidad de la fuerza bruta que la satrapía despliega al servicio de sus más oscuros intereses dictatoriales a la vista de todo el mundo, aunque pretenda ocultarlo bajo el manido argumento de una supuesta soberanía que no se ve porque no existe.

Es muy sencillo dar órdenes y trazar estrategias de lucha en la comodidad del ordenador de palabras y desde la confortabilidad de abutacadas poltronas observando, desde un monitor, cómo se desarrollan los acontecimientos donde algunos exponen y ponen sus vidas y otros lucen y exhiben sus videos, dando cuenta de los sucesos de los cuales son ávidos espectadores y distribuidores de macabros sucesos.

Luchamos contra dictadores desalmados, sin compasión ni escrúpulos, a quienes no les tiembla el pulso ni se les agua el ojo para arremeter contra una población ansiosa de libertad y de democracia, mientras ellos defienden sus riquezas y poderes mal habidos que no son conchas de ajo. Hay que hacer una tregua, tomar un descanso, que no es capitulación ni claudicación, sino una manera de demostrar que si queremos los justos y necesarios cambios debemos ejercer el recurso del voto como una vía institucional y constitucional, una camino electoral de acceso a la deseada paz republicana.

Así como la resistencia tiene que ser sostenida y sistemática, debemos darle una chance a la racionalización de los esfuerzos democráticos, aunque nada demócrata es el adversario felón y canalla que sonríe, baila y aplaude el hambre y las necesidades que estamos padeciendo casi que estoicamente mientras continúan amasando grandes bienes de fortuna sucia y maloliente, cuyo tufo ya los sofoca a ellos mismos y a su familia que, poco a poco, comenzará a desmarcarse ante la realidad de que el pescuezo no retoña.

Ya es hora de asumir nuestra tragedia con sensatez, con mesura, con moderación, pues no por tanto madrugar amanece más temprano. Lo que ha de pasar pasará y tendrá que ser para bien, para mejor, porque no todas las salidas van a dar a un campo florido o a un lecho de rosas; muchas veces las salidas de emergencia nos conducen a un precipicio o a un infierno que nos traerá más lamentaciones y cabezazos contra la pared, solos en una habitación que, Dios quiera, sea en nuestra casa y no en una mazmorra padrinera.

Rebelde sin pausa

José Rosario Delgado

Venezuela siempre fue, es y será un país rebelde y de rebeldes. Ya lo decía “El Ilustre Americano” Antonio Guzmán Blanco en su tiempo: “Venezuela es como un cuero seco, lo pisan por un lado y se levanta por el otro”. Desde el mismo momento en que los españoles pisaron tierra venezolana, allá por Macuro, en 1498, comenzó el tábano de la rebeldía a carcomerles las batatas a los codiciosos visitantes. Guaicaipuro fue, quizá, el primero que se les sublevó a los auritraficantes, no sólo enfrentándolos de frente y cuerpo a cuerpo, sino que logró confederar a sus tradicionales y habituales enemigos aborígenes para plantarles pelea e intentar, en vano, sacarlos de nuestra incipiente nación.

De ahí en adelante comienza la historia de alzamientos, sublevaciones, tentativas, escaramuzas y conatos que nos llevan al 19 de abril de 1810, cuando a los organizadores de una junta protectora de los derechos de Fernando VII, creo, les salieron unos rebeldes con la Junta Patriótica que consideró pertinente iniciar el proceso de liberación del yugo español mediante la Declaración de Independencia por todos los medios, lo cual se hizo realidad el 5 de julio de 1811 con la firma del Acta.

Durante la guerra emancipadora también son históricos los empujones y traiciones por las jefaturas y, una vez lograda la hazaña, los encontronazos y pescueceos por la paternidad de las victorias y la orfandad de las derrotas, pero nunca han tenido pausa las rebeldías en esta Patria de Bolívar y de Páez, etcétera, incluyendo las pujas entre militares y civiles no sólo por las glorias, sino por el jugoso botín que durante siglos se comparte, parte y reparte y nunca se acabó, hasta que llegaron los sátrapas dizque bolivarianos a alzarse con el santo y la limosna dejando al pueblo en la más terrible ruina de necesidad y hambre vivida en toda nuestra historia.

Los oprobiosos autócratas llegaron al escenario criollo mediante un acto que pudiera catalogarse de rebeldía, incluso el felón mayor lo denominó rebelión y se atribuyó eso como un “derecho” de los venezolanos, sólo que su traicionera deslealtad acabó con los sueños y las esperanzas de quienes en él creyeron y de quienes, aun no creyéndole, dieron tiempo a la duda sobre lo que podía pasar, para bien o para mal, como en efecto fue para peor. Peor de lo mismo.

De modo que la rebeldía activa vistas en las calles, con una juventud resteada con la libertad y con la democracia, así como la rebeldía cómoda y pasiva de las redes sociales, forman parte de nuestro natural comportamiento porque los venezolanos somos rebeldes sin pausa, y ahora también con prisa…

Los grillos del silencio

José Rosario Delgado

Ya el régimen se despojó de cualquier atisbo de pudicia. El propio caporal en jefe dijo antes de la elección prostituyente que, a partir del 30J hay que vigilar, supervisar, fiscalizar y controlar a las emisoras de radio porque están echando vaina; él mismo dijo, también en cadena nacional, que Televén y Venevisión deben explicar su comportamiento durante la consumación del colosal y dominical fraude o lo obligarán a “tomar medidas” correctivas al respecto pues, según él, trataron de invisibilizar al pueblo votando en masa.

Todos los funcionarios de alto, medio y bajo rango durante su comparecencia hablan del “extraño” comportamiento de los medios y sus periodistas con respecto a la constituyente al tratar de desconocerla. No les bastó las abusivas cadenas todo el día todos los días en la ilegal promoción del adefesio electoral, metiéndoselo por los ojos a raimundo y to’ el mundo, y todavía se quejan de que los medios no les dan cobertura a sus actos proselitistas que les quitan todo el tiempo que deberían estar trabajando por el pueblo para cumplir las obras que llevan 25 años prometiendo.

El legado del eternamente difunto, el cierre de Radio Caracas Televisión, quiere revivirlo mediante las amenazas diarias a los pocos espacios que van quedando de todos los que había en el pasado reciente; pero no sólo es el cierre compulsivo de periódicos, radios y televisoras, sino que muestra el vil garrote de la censura y de la cárcel a los periodistas, seguramente colocándoles los grillos gomeros y perezjimenistas para obligarlos a guardar silencio o dedicarse a lanzarle loas al régimen para garantizarles la comida.

No creemos que sea “jugando”, pues las amenazas van más allá de amedrentar a los periodistas o comunicadores sociales, sino que se refieren también a las ya populares y masivas redes sociales, tanto a la dirigencia política, social y económica como a los ciudadanos que se valen de FaceBook y Twitter para interactuar ante las constante fallas de la Cantv, Movilnet y otras operadoras de telecomunicaciones.

Alguien dijo por allí, no sé cuándo ni dónde, que el precio de la libertad es su eterna vigilancia, lo que lógicamente nos compromete aún más con la defensa de la libertad de prensa, la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos. No puede quedarse el ejercicio democrático en las manos y los caprichos del ministerio del interior (de residencias ajenas), ju-justicia y paz sepulcral como corolario del fraude constituyente que contó con la ejecución y alcahuetería del órgano garante de la pulcritud en los comicios.

El imperio contra trácala

José Rosario Delgado

Dijeron Gardel y Le Pera que 20 años no es nada… Depende, porque los 20 años de este odioso y baboso régimen parece veinte siglos de cansancio y hastío, con un discurso fastidioso, aburrido y monótono, diciendo y repitiendo siempre lo mismo, ha llegado hasta el hartazgo de la más sensata audiencia, aunque algunos se regodean viendo y oyendo la prédica de las más insustanciales sandeces con su inmensa dosis de mentiras y promesas incumplidas e incumplibles.

Desde el inicio mismo de esta una malhadada revolución comenzó el sistemático ataque a la cubana contra Estados Unidos, el imperio yanqui, como responsable de todos los males que teníamos y, lo que es peor, de las tragedias que vendrían por el nefasto desempeño que improvisados y mesiánicos aprendices endosaron a otros la supina irresponsabilidad en ciernes, haciéndoles creer a los incautos que serían los capitalistas e imperialistas yanquis los causantes y culpables de nuestra asomada ruina.

En ninguna cabeza medianamente juiciosa cabía que un país con Pdvsa, quizá la más exitosa y boyante de las empresas del negocio petrolero americano, con gerentes y técnicos digna y decentemente aptos, estaría hoy día destartalado, quebrado y saqueado por una caterva de incapaces que se embolsillaron todos los reales, dieron y repartieron a manos llenas lo que no les pertenece para promover un liderato ramplón y populista que nos convirtió en el hazmerreír del planeta,

Por supuesto, los herederos del legajo de desgracias que vivimos continuaron y repotenciaron el festín sangriento a través de la tortura física y anímica, el hambre y las necesidades para someter a un pueblo que se ha calado todo esto gracias a su nobleza, a su natural y espiritual paciencia, mientras en la calle brega para conseguir, a duras penas, el bocadito de comida y lucha de manera sostenida y pacífica para salir de este gobierno malandro en un Estado forajido.

El gobierno estadounidense nunca le paró ni media bola a las babiecadas que decían o hacían sus marruñecos pares venezolanos, pero todo gobierno de país serio rechaza el colosal fraude prostituyente cometido por el régimen dictatorial contra de la institucionalidad democrática, contra la libertad, contra la Constitución, contra el pueblo venezolano y contra el sistema electoral; claro está, el gobierno norteamericano no podía pelar esta bonita oportunidad de presentarse como defensor de la democracia y acusar a los bandoleros de burlarse de la ciudadanía con esa parodia de asamblea constituyente; o sea, EE UU, como todo el mundo, el Vaticano incluido, sabe que la tiranía cometió una soberana trácala contra la decencia y contra la trácala también está Donald Trump, quien no es ningún angelito y hasta sabe “play trick”…

Cuatro votos y un funeral

José Rosario Delgado

Nunca antes, en mis 70 años de edad, 50 de ellos votando en todas y cada una de las elecciones programadas por el calendario electoral venezolano, incluidas las ausentistas parlamentarias de 2005, había visto yo una jornada electoral tan lúgubre, tétrica ni funesta como la del domingo 30 de julio de 2017, día de la asamblea nacional prostituyente… Y mire que en este país ha habido abstención y abstinencia, sobre todo en los últimos 25 años de pre y posrevolución bolivarista y narcisocialista.

Jamás antes, durante ni después de alguna elección se había desarrollado una tan abusiva, aberrante ni aberrada campaña electoral usando ventajista y oportunistamente de los recursos del Estado para ponerlos a la orden del gobierno de turno, alcahueteado no sólo por los órganos del poder público sino por los garantes del Estado de Derecho y protectores de los derechos civiles y humanos en una vil reacción de quienes pretenden, y casi que lo consiguen, acabar con una república ejemplo de gestas emancipadoras de los pueblos e impulsoras de la democracia como forma de gobierno.

Mi voz que se ve, se lee y se oye dijo que lo mejor que podríamos hacer quienes luchamos por la libertad y la democracia de Venezuela durante ese nefasto día 30J era quedarnos en casa para no hacer bulto en las calles ni asomarles posibilidad alguna de justificar la acción agresiva y torturadora de sus cuerpos policiales y colectivos represivos que estaban como las fieras hambrientas y hambreadoras que son a la espera de los jóvenes que ayer, hoy y siempre estarán en la calle manifestando su inconformidad.

Sin embargo, ya pasó lo que pasó y estos tracaleros gobernantes que engañan y se engañan sacaron sus cuatro pelagatos o gatos pelados para llevarlos nariceados a las urnas del funeral de la libertad y al velorio de la revolución en una jornada que a la luz de los observadores y medios locales, regionales, nacionales e internacionales fue de ausencia total del sabor y el calor del pueblo que por tradición ha tenido toda fiesta electoral en Venezuela.

Triste es que profesionales universitarios descendientes de hombres y mujeres que dejaron sus dientes, su sangre y su vida luchando por la democracia salgan en las pantallas televisivas a burlarse de nuestros jóvenes asesinados por la tiranía y a celebrar una jornada que más que electoral se asemejaba a un funeral, no sólo por la estela de muertos regados en las calles sino por el ambiente fúnebre de los electores en las “colas” forzosas que a punta de billetes y bolsas de comida colocaron a la entrada de los centros de votación para montar una farsa que pagarán caro…