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Opinión

Desde hace muchos años he seguido de cerca la política norteamericana y siempre me llamó la atención que, para los asuntos importantes, casi siempre los republicanos y los demócratas llegaban a acuerdos para aprobar medidas beneficiosas para todos sus ciudadanos. Esa manera de proceder fue cambiando hasta el punto de que los republicanos se opusieron radicalmente a cualquier iniciativa de Barack Obama, fuera esta sobre los inmigrantes, la protección del ambiente, el seguro de salud para los ciudadanos de menos ingresos, el nombramiento de un miembro de la Corte Suprema de Justicia, etc.

Ahora con Trump en la Casa Blanca, este enfrentamiento con el llamado establishment de Washington ha llegado a extremos que podríamos llamar incandescentes. Trump es el jefe y quiere imponer en el gobierno de Estados Unidos el estilo pugnaz con el que siempre manejó sus negocios.

Las peleas son diarias y múltiples: contra los medios, especialmente los dos periódicos más liberales, el New York Times y el Washington Post; contra los demócratas y cualquier iniciativa aprobada por el gobierno de Obama; contra los defensores del medio ambiente; contra los inmigrantes especialmente los mexicanos; contra la Unión Europea; la OTAN, Angela Merkel, CNN y otras cadenas de televisión. El número de enemigos a vencer, y si es posible humillar, es inmenso y cada día parece aumentar.

Trump no está dispuesto a aceptar disensiones ni diferencias. Sus adversarios políticos no son simplemente adversarios sino enemigos y por lo tanto hay que tratarlos como tales. En esto me recuerda a Chávez, que convirtió a Venezuela en un campo de batalla donde imponer a toda costa su posición, muy propio de la mentalidad militar.

En este accionar belicoso y revolucionario juegan un papel muy importante los asesores más cercanos, especialmente Stephen Bannon que tiene una estrechísima cercanía con el presidente Trump. Este es un personaje de la extrema derecha, lo que llaman aquí la derecha alternativa, la cual, por propia confesión, es racista y afiliada a los "white supremacists". Es un ultranacionalista, conservador, enemigo declarado de los acuerdos multilaterales porque considera que en esos acuerdos siempre Estados Unidos lleva la peor parte porque los demás países se aprovechan de sus aportaciones. Es además antiinmigrante. Pero su característica principal es la supuesta defensa de la civilización judeo-cristiana contra el ataque del islamismo que, según él, pretende acabar con ella.

Seguramente, Bannon es el inspirador principal de la reciente medida de Trump de suspender por 90 días la entrada de ciudadanos de 7 países musulmanes: Iraq, Libia, Somalia, Sudan, Siria y Yemen. Además prohibió la entrada de refugiados por 120 días, y si estos son sirios indefinidamente. Para enorme desagrado de Trump y sus aliados, esta medida fue bloqueada por un juez del estado de Washington, bloqueo que fue confirmado por el noveno tribunal de apelaciones de San Francisco con el voto unánime de los tres magistrados.

Ahora Trump está dudando entre las opciones de redactar un nuevo decreto, con fines similares pero más cuidadoso en sus términos, o llevar el caso ante la Corte Suprema del país. Esta última alternativa tiene el inconveniente de que podría no ser la solución ya que en la actualidad está formada por 4 magistrados conservadores y 4 liberales y la votación podría quedar empatada, lo que dejaría vigente la decisión del juez del estado de Washington.

La gran pregunta que se hacía todo el mundo antes de que asumiera la presidencia era ¿será Trump de presidente igualmente confrontador y narcisista como lo ha sido de candidato y presidente electo? La respuesta es claramente afirmativa. No ha cambiado ni un ápice su estilo. Se molestó enormemente porque el Washington Post le demostró, mediante fotos, que la multitud que asistió a la toma de posesión de Obama en 2009 fue tres veces mayor que la que acudió a la suya. Afirmó sin pruebas que los tres millones de votos populares que le sacó Hillary de ventaja vinieron del voto fraudulento y masivo de inmigrantes indocumentados. Dijo que la decisión de los jueces contra su prohibición de entrada de inmigrantes de los 7 países musulmanes era desgraciada y altamente peligrosa para la seguridad de Estados Unidos. Ha mantenido su relación especial con Putin, lo que, a juicio de la inmensa mayoría de opinadores y revistas especializadas como The Economist, es inconveniente y peligroso, e incluso sin sentido geopolítico.

Mientras tanto se ha enfrentado con el presidente de Mexico, con Angela Merkel, con la Unión Europea. Tampoco ha tomado las medidas más exigentes para mantenerse alejado de sus intereses comerciales e inversiones; en los últimos días hasta salió en defensa de los negocios de su hija Ivanka cuya línea de productos cosméticos y de vestir fue descontinuada por la cadena Nordstrom.

Mantiene la costumbre insólita de manejar su presidencia mediante el twitter. Con más frecuencia de la debida dice mentiras y exageraciones sin presentar pruebas, las que son rápidamente desmontadas por los periódicos más importantes. En resumen, no se parece en nada a ninguno de los anteriores presidentes que siempre mantuvieron una conducta mesurada, seria, responsable, como corresponde a la que llamaría la majestad del poder que tiene el presidente de Estados Unidos.

Todos los días el pueblo americano se levanta a esperar cuál medida extraña, inesperada, polémica, va a salir de los twits y decretos de Trump. Me recuerda claramente en este aspecto a Chávez, que de forma permanente tomaba decisiones que nos mantenían en vilo e incertidumbre y que constituyeron la marca de sus años de gobierno.

Es evidente la preocupación de los opinadores más prestigiosos de Estados Unidos y Europa ante las posibles consecuencias de este estilo de gobernar a la nación más poderosa del mundo. Todavía es temprano para formarse una idea definitiva sobre el destino inmediato de Estados Unidos, pero los primeros pasos auguran un período presidencial muy polémico y volátil, con secuelas que pueden ser muy perjudiciales para este país y el resto del mundo.

Hoy es evidente en Estados Unidos una sensación de temor e inestabilidad, en algunos casos hay miedo ante lo que puede venir. Hay miedo en los millones de inmigrantes ilegales que temen su deportación, en los 20 millones que tienen su salud asegurada por el Obamacare y no saben cuál es la alternativa que le ofrecerán los republicanos. Hay temor en las escuelas públicas gratuitas porque no saben si van a tener suficiente apoyo de parte de la secretaria de educación, Betsy DeVos, quien prefiere darle prioridad a la educación privada. Hay temor y suspicacia en los empleados civiles del gobierno porque no saben cuáles medidas tendrán que hacer suyas aunque no estén de acuerdo. Hay preocupación en los defensores del medio ambiente porque temen que todas las medidas del gobierno de Obama en esa área puedan ser desechadas o detenidas.

En este país hay una gran independencia del poder judicial y ese va a ser un freno para las tendencias autoritarias de Trump. Confío menos en la independencia del congreso porque hasta ahora, con contadas excepciones, el partido republicano que domina en ambas cámaras se ha mostrado totalmente de acuerdo con la política de Trump.

 5 min


Alberto Hernández

Crónicas del Olvido

I
El derrumbe de la conciencia ciudadana, la depresión causada por algún desastre en el corazón de una democracia, son motivos para que los pueblos aborten su tranquilidad y le abran las puertas a la violencia. Muchos han sido los ensayos escritos acerca de asuntos donde los extremismos logran encontrarse en la misma trinchera.
George Steiner llegó a preguntarse sobre esa tragedia llamada nazismo y que Gelman cita desde su dolor argentino: “¿Por qué las tradiciones humanistas y los modelos de conducta (se refería a Europa) resultaron una barrera tan frágil contra la bestialidad política? En realidad, ¿eran una barrera? ¿O es más realista percibir en la cultura humanística expresas solicitaciones de gobiernos autoritarios y crueldad?”. Sin querer rozar las comparaciones, la vista es clara cuando hablamos de esta América Latina sumida en los desencuentros, más cuando se trata de deslaves anímicos fundados en la venganza. Nuestro continente no ha logrado despojarse de dos fijaciones: 1) La cuenta por cobrar a Europa, que aún libera adrenalina en alguna sociopatía degenerativa, y 2) La factura que Estados Unidos no ha logrado arreglar con su patio trasero.
Es decir, mientras Europa dejó la semilla de una herencia, Estados Unidos recoge los frutos de las riquezas que los españoles o portugueses no supieron mantener para ellos. La segunda parte de la historia es un determinismo tan superficial que nos aleja de lo que podríamos calificar como progreso. Siempre les añadimos nuestras culpas a otros. Estos dos frentes conforman la permanente angustia histórica que hoy, en esta Venezuela dislocada por el pasado, verifica la redención nunca bien vista por la lógica de cierta sociología. Somos un problema: la catástrofe siempre está a punto de tocar a nuestra puerta.
II
La pregunta de Steiner entra en la “bestialidad política” que asoma a cada vuelta de reloj en nuestros fundados miedos. Al parecer, a la hora de cometerse abusos, los pueblos son de la misma nacionalidad. El rasero del horror nos coloca al lado de las mentes más perversas. La irracionalidad toma cuerpo en medio del almuerzo. Responder a estos aquelarres es tarea difícil. Para el poder no existe la dificultad en el adobo de justificaciones. Somos historia, hueso y músculo de los antojos de quienes se consideran salvadores de sociedades que aspiran a resarcirse del pasado. Con ese sólo deseo, hacen de una nación una catarsis: la catástrofe como retórica sienta su reino en la conciencia colectiva.
¿Cuántas preguntas son necesarias para olvidar, por ejemplo, la tragedia de Chile o las muchas matanzas que han quedado marcadas en la memoria de un continente cuya independencia sigue siendo una pesadilla?
Mientras sigamos instalados en esta premisa, seremos esclavos de nosotros mismos, del atavismo más radical. Del sufragio de la desesperanza.
En esta América que sigue siendo sueño de pertenencia, la imagen de la catástrofe es un fenómeno cultural. En nuestros genes habita cómodamente. Si dejamos que esta “costumbre” siga arraigándose sin control, seremos terreno fértil para que los profetas y carismáticos escriban otra historia. La historia del dolor.

 2 min


Perkins Rocha

Doy por sentado que quien me lea, entiende que hoy existe en nuestro país un quiebre institucional de profundas consecuencias sociales, económicas y políticas; y que adicionalmente, nuestra nación va cayendo por un despeñadero que resulta casi imposible detener. El gobierno, en vez de reaccionar con honestidad, reconociendo en primer lugar, su incapacidad para detener el colapso; y segundo, permitiendo que los mecanismos previstos constitucionalmente para afrontar la crisis se expresen, opta maquiavélicamente por hacer uso de su experticia en el uso del neo-lenguaje, introduciendo las justificaciones semánticas de lo que a mi modo de ver significa el próximo tránsito definitivo entre el viejo sistema democrático representativo y protagónico hacia el autoritarismo dictatorial de facto, populista y cuasi-técnico, justificado en una supuesta emergencia constitucional permanente, y soportado socialmente bajo una resignación que empieza ya a ser un suicidio colectivo.

Es así como la falsa tesis propugnada por el oficialismo acerca de la imposibilidad de acudir a un momento electoral –que reclama toda la sociedad por intensas razones políticas, sociales y constitucionales– cuando lo que priva es un cuadro de necesidades colectivas, comienza progresivamente a ser expuesta sin ningún rubor por sus emisarios, tratando de camuflajear con la tesis de la "emergencia nacional" –la cual es evidente– su intenso terror –no menos evidente– a una consulta nacional electoral, la que será sin duda alguna, una nueva derrota pero esta vez de pavorosa magnitud para el chavismo-madurismo. En síntesis, estamos ante la inminente suspensión total de procesos electorales, gobierneramente justificada con la magnitud de lo que mal se ha llamado la guerra económica.

Cerradas por decisión unilateral del régimen las salidas electorales y avalado conspicuamente por sus instituciones acólitas (leáse CNE y TSJ) tal inconstitucional proceder, ¿qué caminos democráticos le queda a la sociedad civil opositora por transitar, qué puedan representar un sentido aglutinador capaz de mantener el ánimo desbordante que durante mas de dieciocho años se niega a claudicar? Solo entender y activar en consecuencia, con conciencia y valentía, el significado de lo establecido en el artículo 5 de la constitución: "La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta constitución (...)".

Para ello, nuestro líderes sociales y políticos debieran comenzar ya una cruzada para la convocatoria a un mínimo del 15% de los electores inscritos en el Registro Electoral, en que fuera de las directrices del CNE –que siempre han estado fraudulentamente diseñadas para proteger al gobierno frente a la arremetida democrática de la soberanía popular– y lejos del alcance de los manipulados fallos de un TSJ indigno, convoquemos a la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente, la cual nos permitirá proponer un nuevo modelo de Estado y un nuevo equilibrio del Poder Público venezolano que nos permita recomponer el orden institucional actualmente destruido. La garantía de que esa iniciativa originaria y libérrimamente soberana no será torpeada por las malévolas instituciones del chavo-madurismo, estará en dos órdenes: el formal, representado en el primer aparte del artículo 349 constitucional ("Los poderes constituidos no podrán en forma alguna impedir las decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente"); y en el orden material, en la voluntad indoblegable que nace de la angustia de muchos, del desespero de los más jóvenes, del hambre de los pobres, de la rabia de los excluidos y del desamparo de toda la sociedad.

A diferencia del 99, los venezolanos tenemos hoy, no solo mayores razones económicas y sociales para plantear un momento pre-constituyente, sino que además gozamos de las mayores justificaciones éticas y doctrinales para encauzarlo. Pero, por si fuera poco, a la vasta experiencia ciudadana que nos ha acompañado a todo lo largo de estos ya casi 4 lustros de lucha democrática contra la arbitrariedad, hoy se suma una herramienta constitucional de ilimitado poder político –inexistente en el 99– que justifica el legítimo y democrático desmontaje del armazón fraudulento y delictual con que se sostiene el gobierno, aun antes de la entrega definitiva del nuevo texto constitucional: el artículo 350, el cual por primera vez, introduce formalmente en nuestra doctrina política constitucional, lo que ya el no solo el derecho natural venía invocando, sino la mayoría de las Cartas internacionales sobre derechos del hombre y de los ciudadanos afirmaban: el derecho político de desconocer un régimen arbitrario, es un derecho humano.

La fuerza social, moral, ética y política que acompañaría a una Asamblea Nacional Constituyente, como poder originario capaz de realizar las urgentes tareas públicas de desarticulación progresiva del entarimado delictual en que hoy circula viciosa y criminalmente las instituciones chavo-maduristas, tendrían en el artículo 350, la herramienta fundamental para implantar un nuevo orden político transicional, antes de la nueva constitución, realizando no solo los correctivos necesarios para el despegue de las nuevas instituciones, sino para el inicio del establecimiento de las responsabilidades civiles, administrativas y penales del régimen oprobioso que nos desgobierna y la repatriación del capital mal habido depositado en cuentas bancarias extranjeras, recursos estos que serán necesarios para reconducir nuestra economía.

@PerkinsRocha

El Nacional. 9 de febrero de 2017

http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/constituyente-350_79960

 3 min


La actividad política y administrativa del régimen ha tenido –desde los tiempos del difunto– dos características fundamentales: eficacia y progresividad.

En una oportunidad oí a Chávez citar al panameño Omar Torrijos: «lo importante no es andar por ahí moviéndose a la velocidad de la luz, sino moverse un milímetro, cinco milímetros, diez milímetros, pero en la dirección correcta.» Con la meticulosidad de un oficial de artillería determinando el ángulo de tiro y la graduación de la espoleta, los chavistas han entendido que es vana la pretensión de destruir el objetivo con un solo disparo, que es preciso hacer otros cuantos que, aun cuando parezcan ociosos, son necesarios para lograr el acierto final.

El Carnet de la Patria, observado a la luz de esa tradición chavista y actualmente vinculado a la lucha del venezolano común para no morir de inanición, o de una enfermedad contraída con motivo de la ingesta de alimentos sacados de la basura, es posible que se encuentre en su etapa de determinación de la deriva, necesaria para poner el proyectil de artillería en el mero centro del objetivo.

Sin querer hundirnos en los charcos del pesimismo, se nos ocurre que el Carnet de la Patria es el primer paso para la categorización política de todo el conglomerado nacional; es posible que con el tiempo llegue a suplir la Cédula de Identidad y sea exigido para todos los actos de la vida civil, incluidos hasta los más personales como el matrimonio, el registro de nacimiento, la inscripción de hijos en institutos educacionales y otros de similar catadura.

Este Carnet no será entregado de forma gratuita, pues si bien en apariencia no tendrá relación con lo crematístico, el receptor deberá pagar mediante la renuncia a sus derechos civiles, políticos y económicos señalados por la Constitución y su vida –si a eso puede llamarse vida– se convertirá en una inacabable sucesión de admisiones, renuncias y genuflexiones, que darán al traste con todo vestigio dignidad. Vivir para obedecer puede resultar la consigna.

Por su parte, el no carnetizado verá como poco a poco se le irán conculcando sus derechos fundamentales y que la patria, que desde su advenimiento al mundo creyó suya, ahora es ajena y él una visita indeseable, invitada a partir hacia otras tierras; para él este plástico será el carnet de la patria ajena, del sueño renunciado y del futuro incierto.

El mal llamado Carnet de la Patria es un peligro grave que se parece más al hierro candente que el ganadero aplica al anca del becerro para marcarlo como propio, que a una identificación ciudadana. Por ahora, las masas famélicas que lo solicitan son obligadas a firmar una solicitud de disolución de la anodina Asamblea Nacional, con la cual no tienen ninguna conexión ni agradecimiento y si el reclamo por el despilfarro de la fortuna política que el esfuerzo popular le confirió el 6 de diciembre de 2015, y que sólo ha servido para que los partidos dominantes en la MUD colocaran a sus activistas y a uno que otro tonto útil, esos que los políticos han utilizado siempre para dar visos de honorabilidad a lo que no lo es.

La carnetización por hambre puede ser excusable; la madre que lo solicita para aliviar el hambre de sus hijos o el hombre que lo pide para alimentar a sus padres ancianos, incapaces de procurarse el sustento, no deben ser despreciados. Los que no tienen perdón de Dios son los políticos que se hacen los distraídos mientras esta grave amenaza gana terreno en detrimento de la libertad.

Mientras este monstruoso intento de convertirnos en un País de esclavos toma fuerza, los partidos que se auto titulan opositores y se agrupan en la MUD, siguen aplicando la política del pendejismo, que ni siquiera es de su autoría, pues dicen que hace siglos la inventó el primer avestruz que enterró su cabeza en la arena para huir del peligro.

turmero_2009@hotmail.com

@DulceMTostaR

http://dulcemariatosta.com

 3 min


Francisco Russo Betancourt

La señora que nos hace el servicio en la casa dos veces a la semana, fue notificada por mi mujer de hacer ahora el trabajo una vez semanal, en virtud de la dificultad económica que nos impide erogar una suma de dinero que compromete mensualmente nuestra economía familiar. La señora nos contesta, que esta notificación le ha sido comentada en otros hogares donde acudía semanalmente a prestar el servicio interno. Y no es para menos, el último estudio de opinión nacional realizado por Datanalisis, arrojó como primer problema de los venezolanos el desabastecimiento de alimentos, y el segundo, es el alto costo de la vida.

Estas son dos necesidades sentidas, dicho de otro modo, son los dos problemas personales más significativos de los venezolanos, y parecieran no estar en los proyectos del gobierno ni tampoco, lo más grave, en los propósitos de lucha política de la plataforma electoral que dirige a la oposición. Estas dos necesidades revelan el hambre y la miseria que padece la gran mayoría de los treinta millones de venezolanos, incluida la clase media y profesional.

Mientras tanto, el gobierno se preocupa por llevar los restos de un venezolano que creyó en la utopía revolucionaria, sin haber sido revolucionario, y esto lo digo del modo más respetuoso, sin pizca de ánimo en molestar su memoria. El gobierno sigue empeñado, ejecutiva y arbitrariamente, en convertir el santuario de la patria en una suerte del paseo de la fama, al estilo de las placas que se colocan en una calle de Hollywood para el reconocimiento de sus actores preferidos. Al Panteón Nacional llega hoy, desde El Agachado, un personaje que fue asaltante de caminos en esas montoneras que cubrieron el centro del país en el año 1847, hasta venezolanos ilustres, sin duda, pero que por la naturaleza del monumento sólo deben guardarse las cenizas de nuestros libertadores y los que hubieron prestado servicios eminentes a la República, siempre previa aprobación del parlamento nacional. También, más importante que las necesidades sentidas de los venezolanos, es la creación del Comando Anti-golpe para lo cual designó al exgobernador del Estado Aragua. Las funciones atribuidas por Decreto, según los personajes que la integran, parece ser la persecución a la disidencia.

Es la nueva SN de los años 50, o la vieja y conocida Gestapo de la Alemania nazi dirigida por Reinhard Heydrich, hasta su muerte en el atentado en Praga en el año 1942. Ya actúa, le arrebataron el pasaporte al diputado Luis Florido, impidieron la salida al exterior al diputado William Dávila, detuvieron nuevamente al General Raúl Isaías Baduel, golpearon a diputados que protestaban pacíficamente ante el CNE e igualmente a quien proteste por la falta de alimentos o reclame derechos políticos.

El Comando que la gente quiere del gobierno es aquel que le permita llevar con su trabajo, los tres golpes diarios para su familia, el desayuno, el almuerzo y la cena.

No hay duda, tenemos un Estado forajido, porque está gobernado por grupos o individuos que no respetan los derechos humanos, que convierten al Derecho en una farsa (TSJ dixit), que desconocen las normas de convivencia política y maltrata al adversario político, que el comportamiento de sus integrantes no es propio de estadistas porque actúan con superchería, en tanto la respuesta opositora es como si se tratara de un gobierno democrático. No le arrebatamos ni siquiera un afiche al gobierno.

La dirigencia de oposición sigue sin dar pie con bola en la búsqueda de un proyecto político que no repita los errores y evite la desconfianza y el aburrimiento de los electores. Que vaya más allá de la plataforma electoral. Los partidos continúan encerrados en sus claustros, entretenidos en resolver el asunto de su legalización para actuar en la eventual convocatoria a elecciones regionales y municipales y la candidatura presidencial. Cada quien en su soliloquio. A veces cuesta recordarlo, pero para ir al rescate de la democracia operan fuerzas más urgentes que la legalización de un grupo político. Tenemos que atrevernos y volvernos a atrever, tenemos que atrevernos siempre. Para ello no hay que ser alquimista.

Insisto, por las calles de nuestros pueblos y ciudades, la hambruna en el país se agrava y no es cuento de caminos. Las largas colas ante cualquier bodega o supermercado y bajo un sol que quema la piel, así lo refleja. A quién importa. La falta de comida y los altos precios para comprarla, la colocan como la principal necesidad de nuestros compatriotas; los estratos más bajos de la población presentan mayores problemas respecto a la administración de sus ingresos y la capacidad para adquirir alimentos, cada día más costosos, de allí entonces que la desnutrición sea ahora un problema que ataca a los niños y ancianos que concluye con la muerte, como está ocurriendo en distintos centros hospitalarios públicos y que la esperanza de vida al nacer se haya reducido.

Este es un asunto que compete a la responsabilidad del gobierno y en especial, al presidente de la República quien tiene la obligación constitucional de formular el Plan Nacional de Desarrollo de la Nación. No hay ni ha habido Plan Nacional de Desarrollo, que sirva de base y provea los lineamientos estratégicos de las políticas públicas para el crecimiento y tranquilidad de sus conciudadanos. Ese plan nunca se ha presentado a la Asamblea Nacional, ni al comienzo de su mandato ni en ninguna de sus comparecencias ante la Asamblea Nacional. Es un plan que incluye asuntos políticos, económicos, sociales, así como la seguridad del país, para el buen funcionamiento del Estado. No es entonces, el plan bufo de la patria ni tampoco la chapucería del carnet de la patria. Cuando se desconocen estos asuntos y se comienza por desconocer la voluntad del soberano que eligió a sus representantes en la Asamblea Nacional, se comienza a instalar el Estado forajido. Esto lo tenemos hace tiempo y la falta de comida y dinero para comprarla tambien está en el día a día de todos los venezolanos.

frusbet@gmail.com

 4 min


Según viejas creencias, la piedra filosofal podía no solo convertir el plomo en oro, sino que también tenía propiedades místicas y mágicas. Incluso hay varias recetas para supuestamente producirla. Como aquí nos gusta la papa pelada y, como dice la canción gitana que canta mi amigo el venerable Antonio, preferimos la cuesta abajo en lugar de la de arriba, cada quien tiene su receta de cómo producir la piedra y así solucionar nuestros problemas.

En el 2002 la piedra filosofal era la huelga. Lamentablemente la misma solo logró unos acuerdos que el régimen incumplió, entre ellos el referendo revocatorio que lo demoró hasta que el precio del petróleo permitió el lanzamiento de las llamadas misiones, las cuales inicialmente convencieron a un pueblo que fácilmente se deja engañar con ofertas de dádivas. Como la huelga no tuvo el éxito deseado, sus promotores fueron descalificados.

En 2005 la piedra filosofal fue la abstención en las parlamentarias. Fue un mensaje rotundo, pero a los pocos días la dirigencia opositora reconocía a la Asamblea. Como fracasó, muchos sembraron la tesis de que ¨por haber entregado la Asamblea¨, el régimen tuvo rueda libre para hacer sus fechorías, pasando por alto de que en esas elecciones los partidos estaban disminuidos y no hubiesen sacado más de una docena de diputados.

En el 2014 la piedra filosofal era ¨la salida¨, la cual consistía en protestas en la calle e inclusive la pernocta. Los opuestos a esta solución no solo la criticaron, sino que incluso la sabotearon y hasta dieron la razón a los cobardes que agredieron a los estudiantes. Un dirigente llegó a justificar la prisión de Leopoldo. Para reprimir esas manifestaciones pacíficas el régimen violó masivamente los derechos humanos, lo cual despertó la atención internacional con la consecuente censura a los rojos.

En el 2015 la piedra filosofal era lograr una mayoría de la Asamblea Nacional, ante la cual el régimen debería abandonar sus abusos y podríamos tener un nuevo CNE y un TSJ decentes. Para sorpresa de todos, obtuvimos las dos terceras partes de las curules con la tarjeta única de la MUD. Como era de esperar, el régimen no respetó a nuestros diputados. Ahora, algunos reclaman que por haber ido sin la tarjeta de los partidos estos quedaron ¨fuera de la ley¨.

En el 2016 la piedra filosofal fue el referendo revocatorio presidencial. Haciendo honor a su totalitarismo el régimen no lo permitió. Ahora algunos opinadores alegan que fue un error y que lo procedente era apostar a las elecciones de gobernadores y alcaldes. Sin embargo, esa decisión del régimen fue la puntilla para que los más indecisos aceptaran calificar de dictadura al régimen e internacionalmente tuvo un elevado costo político para los rojos.

También en el 2016 algunos promovieron el diálogo como piedra filosofal. Pocos se oponen a un diálogo bien llevado, pero la oposición acudió sin una estrategia y con negociadores no aptos para este menester. El régimen se salió con la suya.

En el 2017 está por verse si la MUD cumple su promesa de reestructurarse y depurarse. Mientras tanto, algunos pontifican que las elecciones regionales son la perfecta piedra filosofal ante la cual el régimen deberá ceder. También algunos quieren revivir el diálogo y critican a los opositores que rechazaron a los mediadores. Un grupo valioso de ciudadanos promueve una Constituyente para la cual tienen aportes importantes. El punto débil es que piensan que se puede convocar sin la participación del CNE y, por otra parte, si se logra encaminarla, Maduro puede adelantarse y convocarla bajo premisas que favorezcan a los rojos.

Esta breve reseña permite visualizar que salir de un régimen totalitario no es sencillo. Desde luego que tenemos que seguir presionando para que haya elecciones regionales. También se puede iniciar un nuevo diálogo que tenga como base el respeto a la Constitución, incorporación de otros mediadores y cambio de nuestros negociadores. Sin embargo, no debemos esperar resultados positivos. El Pacto de la Moncloa en España tuvo éxito porque quienes estaban en el gobierno no querían perpetuarse. Si Franco hubiese estado vivo no se habría dado. Es decir, en el gobierno de Adolfo Suárez había voluntad de un cambio. En el caso de Pinochet frecuentemente olvidamos que el general se vio obligado a entregar porque el alto mando militar le retiró el apoyo.

Lamentablemente, para que Maduro ceda se requiere una de las tres siguientes condiciones: que su propia gente decida presionarlo, que la misma se la exijan los militares o que haya una protesta civil generalizada con una huelga en todos los sectores y presencia masiva en las calles. Desde luego que paralelamente hay que insistir en las regionales, pero como parte de una movilización general. Como dice ese gran luchador que es Pompeyo Márquez ¨Ninguna lucha se pierde cuando es por valores como la libertad, la independencia y la democracia. Cada vez que cometemos un error avanzamos¨.

Como (había) en botica: La ministra de Salud Antonieta Caporale le echa la culpa al capitalismo por inducir algunas enfermedades ¿Y los casos de paludismo, tuberculosis, difteria y desnutrición? La Fiscal Ortega tiene lista la investigación por las violaciones a los derechos humanos en el período 1958-1998, lo cual nos parece correcto, aunque ya asoma que fueron 10.000 casos lo cual no es creíble. ¿Por qué no investiga también los del período rojo, entre ellos el asesinato de José Manuel Vilas? ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Andrés Oppenheimer

Muchos de nosotros hemos alabado al Papa Francisco por su humildad y su tolerancia por las víctimas de la discriminación que el Vaticano había ignorado durante mucho tiempo, pero es hora de decirle alto y claro: ¡salga de Venezuela!

El esfuerzo de mediación del Vaticano en Venezuela ha sido un desastre. Ha legitimado al gobernante autoritario de ese país, Nicolás Maduro, lanzándole un salvavidas cuando millones de manifestantes exigían su renuncia en las calles en octubre de 2016. Y le ha permitido a Maduro ganar tiempo, fortalecerse y reprimir aún más a la oposición.

Varias entrevistas con líderes políticos venezolanos y el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, me convencieron de que la mediación del Vaticano –junto con la falta de una declaración oficial de la coalición opositora dándola por terminada– se han convertido en los mayores obstáculos para restablecer la democracia en Venezuela.

La mediación del Vaticano junto a la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) –una institución que no ha hecho más que defender a demagogos populistas– ha mirado hacia el otro lado mientras Maduro se ha rehusado a liberar a Leopoldo López y otros prominentes presos políticos, y ha aumentado el número total de presos políticos de 83 el año pasado a 108 hoy, según cifras del Foro Penal Venezolano.

Además, el régimen de Maduro ha invalidado el derecho constitucional del pueblo venezolano a convocar un referendo revocatorio y ha recortado inconstitucionalmente los poderes más importantes de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora.

Entre otras cosas, el régimen le ha quitado al Congreso el poder de hacerle un juicio político al presidente, y de nombrar a los miembros del Consejo Nacional Electoral. Casi el 80 por ciento de los venezolanos se oponen a Maduro, según una reciente encuesta de Datanálisis.

Como resultado de todo esto, Venezuela se encuentra en una parálisis catastrófica. Hay un caos político y económico –se prevé que la inflación superará el 1,000 por ciento este año, un récord mundial–, escasez de alimentos, y la mayor tasa de homicidios de Sudamérica.

Lo lógico sería que Estados Unidos y los países latinoamericanos hagan implementar la Carta Democrática de la OEA, que permite sanciones diplomáticas colectivas contra países que violan el estado de derecho.

Pero en una entrevista esta semana, el Secretario General de la OEA, Almagro, me dijo que tiene las manos atadas mientras siga la mediación del Vaticano y UNASUR.

“Mientras el Vaticano esté ahí, definitivamente nosotros no tomaremos ninguna acción de impulsar la Carta Democrática”, me dijo Almagro. “Si nos dicen que ese diálogo terminó y hay una comunicación formal de la oposición y del Vaticano al respecto, entonces recomenzaremos los trabajos que deban ser realizados para sumar esfuerzos a la hora de tomar medidas”.

Agregó que la parálisis en Venezuela es resultado “de la presencia del Vaticano y de una actitud de espera por parte de la oposición venezolana”.

Mi opinión: Para que Venezuela salga de su espiral descendente deben ocurrir tres cosas.

Primero, la oposición y el Vaticano deben anunciar oficialmente que la actual mediación ha terminado. Deberían definir a Venezuela como una dictadura porque Maduro ha violado el estado de derecho, especialmente desde que le quitó poderes básicos a la Asamblea Nacional después de que la oposición ganara las elecciones legislativas del 2015.

En segundo lugar, la Asamblea Nacional debe solicitar oficialmente a la OEA que active su Carta Democrática. Para lograr imponer sanciones diplomáticas al régimen de Maduro, la OEA necesitará los votos de la mayoría de los países de la región.

Tercero, el Presidente Trump debe dejar de insultar a México, y por extensión a toda América Latina. De lo contrario, Maduro se presentará como la víctima de una supuesta agresión estadounidense, y muchos países no querrán votar contra el régimen venezolano por temor a ser vistos como aliados de un presidente estadounidense que maltrata a la región.

A menos que se tomen estos pasos, Venezuela continuará en su espiral descendente. Es hora de poner fin a este drama. Y el Papa Francisco debería dar el primer paso dejando de ser un obstáculo para la presión colectiva para la restauración de la democracia en Venezuela. @oppenheimera

Andres Oppenheimer

Fuente: http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/andres-oppenheime...

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