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Opinión

La Venezuela que queremos todos (I de VIII)

Acordar una nueva Visión de País y una estrategia de desarrollo basada en ella es imperioso para los venezolanos porque ya llevamos treinta y siete años de continua degradación social, económica y política que nos ha hecho antagonistas y que proyecta explicables angustias hacia adelante. Para que nuestros hijos tengan futuro y no opten por irse, para que progresemos y tengamos paz debemos iniciar y hacer sostenible un proceso de desarrollo, lo que trasciende el puro cambio de un gobierno, no tiene nada que ver con “distribuir la riqueza de la que todos somos dueños” e implica mucho más que un crecimiento económico que supuestamente “se derramará para todos”.

Los artículos que escribiré en esta columna en las próximas semanas se alternarán entre dos líneas de reflexión. En la primera, que comienza con el artículo de hoy, comentaré e intentaré motivar a mis lectores sobre la construcción de una propuesta de Visión Compartida de País que está en marcha, basada en siete consensos, y en la segunda continuaré la línea que he explorado desde hace varios meses, de proponer acciones para una transición pacífica e irreversible a la democracia.

La construcción participativa de una propuesta de Visión Compartida de País

Desde hace seis años viene progresando una iniciativa de la sociedad civil venezolana para la construcción de una propuesta de Visión Compartida de País. Entre 2009 y mediados de 2012 la iniciativa completó sus dos primeras etapas, a lo largo de las cuales construyó la espina dorsal de la propuesta alrededor de siete consensos, a través de diálogos de colectividades, talleres de líderes y simposios de académicos y expertos en los que participaron más de 66.000 personas entre partidarios de “El Proceso”, “No Alineados” y “Opositores”.

Hoy día, a finales de 2015, está concluyendo una tercera etapa que ha sido dedicada a enriquecer la propuesta, por una parte, y por la otra a trabajar con diversos liderazgos y organizaciones fundamentales de la sociedad venezolana en la perspectiva de que ellos asuman la convocatoria para que todos tomemos en serio la tarea de convertir en realidad la Visión Compartida de País.

En el proceso de talleres de expertos que está en marcha desde 2014, los especialistas despliegan en forma de objetivos y estrategias de desarrollo los consensos que fueron recibidos como mandatos de la etapa de Voces de la Gente. Se trata de un proceso inédito en nuestro país, en que las bases han expresado cómo es el país que quieren y los académicos y expertos responden planteando cómo lograr los objetivos. Diferente del modo como tradicionalmente han sido formulados los “planes de desarrollo” y los “programas de gobierno”, que sólo involucran a las bases como clientes potenciales a quienes las élites salen a ofrecer los productos que han elaborado.

Los talleres de expertos, que se realizan con el auspicio de la Universidad Metropolitana y la participación de especialistas de varios centros de pensamiento, se completarán en las primeras semanas de 2016, y a partir de ese momento, con las propuestas de estrategias y políticas producidas para cada uno de los siete consensos, se promoverán simposios y foros públicos apoyados en universidades de distintas regiones del país, y se generarán publicaciones y campañas de comunicación para provocar una amplia difusión y discusión a nivel nacional.

La Iniciativa estaría en esta etapa fomentando el compromiso de los liderazgos con una nueva estrategia de desarrollo que responde a las aspiraciones de la sociedad, a la vez que cerrando el ciclo participativo de la construcción de una Visión Compartida de País, al llevar de nuevo a las bases los consensos que habría recibido como mandatos de las Voces de la Gente, convertidos ahora en estrategias y políticas para el desarrollo del país.

Los siete consensos de la Venezuela que queremos todos

Siete consensos sirven de estructura a la propuesta de Visión Compartida de País que está en construcción. Ellos fueron logrados en las primeras dos etapas de la Iniciativa, la primera de las cuales fue denominada “Voces de la Gente” atendiendo a que los acuerdos fueron producidos en las bases de la sociedad, en 309 talleres de día y medio de duración realizados en 22 estados del país los cuales congregaron a más de 6.300 líderes y activistas comunitarios, en 1.714 diálogos de tres a cuatro horas en que participaron más de 60.000 miembros de comunidades, y en cinco simposios y un foro universitarios en que fueron protagonistas más de 500 profesionales.

El primer consenso, al cual se dedicará el próximo artículo de esta serie (II/VIII) bosqueja cómo lograr un país libre de violencia y polarizaciones. Plantea reconciliarnos y comprometer los esfuerzos de los ciudadanos, las comunidades y el Estado, en construir una Venezuela de libertades y justicia que nos una en la diversidad; no violenta, segura y que viva en paz.

El consenso No 2 será tratado en el tercer artículo de la cadena (III/VIII). El esboza una estrategia para lograr un país con predominio amplio de familias de clase media en el cual la exclusión social tiende a desaparecer, y delinea la construcción de un pacto de los actores sociales, económicos y políticos para superar la pobreza y asegurar oportunidades concretas de bienestar y progreso para todos los venezolanos.

El desarrollo de una economía de alta productividad es el tema del tercer consenso. El mismo traza los objetivos y las estrategias fundamentales que deben seguirse, planteando reformas y estrategias de desarrollo que faciliten, promuevan y den seguridad a la inversión privada para diversificar e innovar de forma sostenida, para construir una economía que se conecte favorablemente con el mundo, y para crear muchas oportunidades de emprendimiento y empleo decente, contribuyendo así al desarrollo con equidad.

La reforma institucional es el foco del cuarto consenso, el cual plantea los propósitos y las líneas de acción para que la misma ponga efectivamente al Estado al servicio del ciudadano, la democracia y la libertad. Bosqueja estrategias para profundizar la democracia participativa y el protagonismo regional y local, y para extinguir el clientelismo y recuperar la ética en la gestión pública.

El quinto consenso aborda cómo mejorar la calidad del ambiente natural y del hábitat construido en que vivimos todos los venezolanos (ciudades, centros poblados y vivienda), con foco en la equidad y cómo hacerla sostenible para el beneficio de las generaciones presentes y futuras.

Finalmente, los consensos 6 y 7 de La Venezuela que queremos todos se dedican a dos líneas fundamentales que atraviesan a los demás consensos para asegurar la viabilidad de sus objetivos y estrategias.

El sexto trata de las estrategias referidas al conocimiento y los procesos educativos. Plantea elevar hasta niveles de excelencia la calidad de la educación, hacerla efectivamente accesible a todos los venezolanos a lo largo de sus situaciones de vida, y fomentar la producción de conocimientos relevantes para su realización y el desarrollo del país. Plantea además reorientar el proceso educativo e impulsar la innovación y la creación científica, tecnológica y artística para que contribuyan a la construcción de valores y capacidades para el emprendimiento, la creatividad y la realización del individuo; para la convivencia en paz, la democracia y la ciudadanía; para la preservación del ambiente y la naturaleza; y para la inserción de Venezuela en la sociedad mundial del conocimiento.

El séptimo consenso se refiere a la superación del rentismo, conjunto de conductas de la sociedad que obstaculiza nuestro desarrollo y que trasciende ampliamente lo puramente petrolero o las esferas de lo económico. En él se plantea implementar estrategias culturales-educativas y una profunda reforma institucional que favorezcan la economía productiva, destierren el populismo clientelar y fomenten una cultura que valore los logros basados en el esfuerzo y la responsabilidad.

Invertir capital político en una Visión Compartida de País

Las sociedades que han extraviado su senda de desarrollo suelen ver cómo crece la exclusión social y se disipan gradualmente la cohesión y los intereses compartidos hasta llegar a enfrentamientos profundos. Al perder la visión compartida no logran ponerse de acuerdo en las acciones que les permitirían recorrer nuevamente un derrotero de progreso y libertad, llegan a desgarrarse en el enfrentamiento social y la polarización política y ven a sus hijos languidecer en la frustración o marcharse para no volver.

Un círculo vicioso como el descrito atrapó progresivamente a Venezuela en las dos últimas décadas del Siglo XX y favoreció la degradación política que nos ha venido empujando en los últimos dieciséis años hasta la aguda crisis de hoy, que ha devastado la economía y deshilachado los tejidos de cooperación social, que corrompe nuestra cultura y pareciera haber removido de ella valores fundamentales para la convivencia, que nos ha enfrentado acerbamente y que ha destruido las instituciones.

El año 2015 ha sido uno más de privaciones y sufrimientos para los venezolanos y el 2016 no va a ser fácil, pero en él se van a iniciar cambios que no podemos enfrentar con una visión miope, limitada a la gestión política de corto plazo. En 2016 podremos comenzar a construir un nuevo futuro si somos capaces de llegar a acuerdos en que participe la mayor parte de la sociedad. Hoy más que nunca tiene sentido intentar la movilización de los venezolanos para acordar una Visión Compartida de País que nos una en los propósitos y que dé sustento a la construcción de una nueva realidad en la que todos podamos vivir y realizarnos, en paz y en libertad.

@wernercorrales

Guayoyo en letras

http://www.guayoyoenletras.net/index.php/2012-08-06-05-07-46/en-lo-politico/2719-2016-ano-de-acuerdos-sobre-una-vision-compartida-de-pais

 7 min


Héctor E. Schamis

Ese es el subtítulo de Eichmann en Jerusalén, de Hannah Arendt. El libro recopila los envíos regulares de su cobertura del juicio para The New Yorker. Fue en 1961, convirtiéndose en una contribución monumental para nuestra comprensión del fenómeno totalitario y los rasgos ocultos detrás de su tan visible crueldad.

La banalidad del mal, justamente, es la conclusión derivada del hecho que Eichmann no resultó ser un monstruo, ni mucho menos. Allí se lee que no es un iluminado, no es un ideólogo, no es un fanático, no es un líder. No es carismático ni particularmente inteligente. Tampoco tiene una personalidad criminal, es muy capaz de expresar empatía y afecto por su familia y sus amigos. Es la profundidad y al mismo tiempo la sutileza del totalitarismo.

El mal es banal porque Eichmann es un ser normal—común, en realidad—como cualquier otro. Su maldad no es innata ni patológica, solo la mera consecuencia de quien obedece sin interrogar la moralidad de las órdenes que recibe. Eichmann causa el mal a millones por ser eficiente, un simple burócrata como tantos que cumplen sus obligaciones sin cuestionar. Simple pero competente, un servidor público ejemplar quien, ante un tribunal, articula la defensa de su propio juicio: ser victimizado por haber seguido órdenes. A esta altura, sabemos que ese es un lugar común argumental.

Con las entrevistas al fiscal Franklin Nieves, el acusador de Leopoldo López, y las opiniones sobre el caso, especialmente la magnánima y conmovedora columna de Leopoldo López Gil, el libro de Arendt acompaña y perturba. El paralelo puede ser exagerado, lo cual sería un legítimo debate, pero es inevitable. Nieves ha estado en mi cabeza estas últimas semanas acompañado de Eichmann, ambos bajo la sombra de la gran Hannah Arendt.

Es que la banalidad de Nieves sobresale, al punto que uno se siente incómodo con el tema, se ruboriza por ser testigo de la humillación de un individuo. Vergüenza ajena es la expresión de estilo. Cuando el victimario se constituye en víctima, eso ofende. Al mismo tiempo humilla a quien mira. Y, sin embargo, allí sigue uno, leyendo y mirando con fascinación voyeurista. Nieves confiesa lo obvio, lo conocido por todos. La noticia es el valor institucional de su confesión.

Su arrepentimiento sirve políticamente, es un golpe al régimen de Maduro y Cabello. Lo demás interesa porque evoca la gran intuición de Hannah Arendt. Nieves era un burócrata como Eichmann. Acató sin moralidad alguna y lo hizo hasta el final, hasta que hubo condena. Manufacturó la evidencia, se sometió al Ejecutivo, acusó a sabiendas de la falsedad de las pruebas. Tristemente exiliado en Miami, según cuenta, su obediencia debida tampoco lo absuelve ni lo hace víctima.

Ni mucho menos, por sus decisiones hay un preso inocente. Su arrepentimiento ha generado sorpresa en muchos, compasión en algunos y una cierta rebelión en otros. Si su defección hubiera ocurrido antes, ese mismo arrepentimiento podría haber truncado el juicio y tal vez evitado una condena injusta. El daño al régimen habría sido mayor al que fue.

Pero, como Eichmann, Nieves decidió obedecer, cumpliendo con su (supuesta) obligación. Supuesta porque Eichmann obedecía leyes injustas y opresivas pero que existían, estaban escritas. Nieves debió violar los procedimientos legales para acusar. Y a propósito de banalidad, y nótese la perversidad que acompaña, el fiscal Nieves jamás será el mejor amigo de Leopoldo López, según afirmó.

El paralelo sirve porque Eichmann y Nieves pertenecen al mismo universo conceptual. Juntos también ilustran algo esencial sobre el poder en la no democracia. Prolongado indefinidamente, aquello que puede comenzar como un autoritarismo relativamente benigno—y así empezó el chavismo—entra en descomposición. Entonces muta, adopta rasgos de otra especie. Gobierno y Estado se fusionan, la esfera de lo privado se contrae—es penetrada por el aparato estatal—y la opresión se hace indiscriminada. Ese régimen bordea en el totalitarismo, Nieves se parece cada vez más a Eichmann. Y al final, para mayor paralelo, es el terror lo único que sostiene su imprescindible perpetuación.

Los burócratas obedientes, en definitiva, son funcionales a la reproducción de ese orden político. Nunca son víctimas. Su arrepentimiento es con frecuencia apócrifo y siempre tardío, obligado por las circunstancias de un régimen que se desmorona o que los abandona al costado del camino. Es que además de todo, esos burócratas son siempre material descartable. Esa sí que es una definición de banalidad.

Twitter @hectorschamis

El País. 7 de nov. 2015

http://internacional.elpais.com/internacional/2015/11/07/america/1446924...

 3 min


La Asamblea Nacional se pronunció recientemente (en realidad lo hizo la bancada oficialista, pues nuestro actual Parlamento no es un parlamento en el estricto, y no tan estricto, sentido democrático de la palabra), con el propósito oponerse a la paralización de actividades en diez universidades autónomas y experimentales. Palabras más, palabras menos, señaló la AN, que a pesar de que el precio petrolero anda por los suelos, tales instituciones han recibido recursos como nunca antes, pero que no los administran bien ni se dejan auditar. Que se encuentran divorciadas de las necesidades del país y que están secuestradas por grupos políticos opositores, enemigos de todo aquello que favorezca a la sociedad venezolana. Que, sin compasión alguna y de manera irresponsable, han dejado fuera de las aulas a 200.000 estudiantes. Y que, visto lo anterior y otras cosas más, acudirá al Ministerio del Poder Popular del Trabajo para que tome las medidas a las que haya lugar y al TSJ que opine con relación a tanto crimen junto.

En síntesis, la AN considera que se trata de casas de estudio que aportan muy poco al país y que deber ser profundamente transformadas (intervención mediante, cabe imaginar), de acuerdo a un guión inspirado en lo que pudiera llamarse el “pensamiento del socialismo del siglo XXI”, del que, por cierto, se cuenta con evidencias que francamente dan susto.

Sin embargo, yo, profesor ucevista da a pie, observo cosas muy distintas de las que dice la AN. Observo que el presupuesto universitario ha sido reconducido desde el año 2007 y que si bien hoy suena generoso con su cantidad de ceros, lo es sólo si nos olvidamos de la inflación más elevada del planeta, pues a duras penas alcanza para pagar salarios y realizar las labores mínimas de mantenimiento. Que en estas universidades, que históricamente han representado el 80% de la actividad científica nacional, los laboratorios funcionan a media máquina (en el mejor de los casos), y un número importante de investigadores y de profesores ha dejado la universidad e inclusive el país. Que los académicos venezolanos son, de lejos, los peor pagados de América Latina y que su sueldo no alcanza para comprar la canasta básica, es decir, los bienes y servicios que, según los estadísticos, les permite ubicarse dentro de los parámetros mínimos de una vida más o menos llevadera. Que se pide que las universidades rindan cuentas, pero se guarda silencio frente al silencio del Banco Central, no se toca ni con pétalo de una rosa la partida para viajes del Presidente Maduro y mejor no hablemos de los Ministerios.

Observo, pues, que el pecado cometido por estas universidades es no querer afiliarse a la franquicia política oficial y mantener a toda costa el derecho de cada quien a opinar conforme le indican su cerebro y su corazón y, por otro lado, no querer parecerse a las que ha creado el Gobierno, esas en las que, por ejemplo, las autoridades se nombran a dedo (participativo y protagónico, desde luego) y las neuronas guardan disciplina partidista.

Observo, pues, que nuestras universidades precisan cambios, pero creo que el comunicado de la AN no sirve para abonar el terreno, porque en vez de promover soluciones convenidas a través del diálogo, publica un escrito que descalifica y amenaza, además de que desborda el juego democrático buscando imponer, “como sea”, su visión del tema universitario.

Observo, en fin, que la AN cree que eso de la sociedad del conocimiento es puro chisme. O, peor aún, que no existe, pues no la capta desde su precario radar.

HARINA DE OTRO COSTAL

La Selección Nacional de Fútbol se encuentra en La Paz para enfrentarse mañana con Bolivia, a 3.500 metros de altura. Como se sabe, allá arriba, en las vecindades del cielo, se respira con dificultad y las piernas pesan toneladas. Por eso es necesaria una preparación especial, hoy en día centrada principalmente en el uso de las cámaras hiperbáricas.

Sin embargo, hace poco se descubrió que el Viagra puede ayudar, prueba de que la ciencia no pocas veces transita caminos ignorados por ella misma. En efecto, de acuerdo a los especialistas, la mencionada pastilla genera efectos vaso-dilatadores que aumentan el flujo sanguíneo y la oxigenación y, por ende, elevan el rendimiento físico, compensando el efecto generado por la menor presión atmosférica. Los médicos advierten, por si acaso, que la píldora no produce erección alguna en los futbolistas, puesto que se administra en dosis bajas y no suele haber, por lo menos que se sepa, una estimulación sexual en la cancha.

¿Sabrá el Chita Sanvicente de esta nueva aplicación de la famosa pildorita azul?

El Nacional, miércoles 11 de noviembre de 2015

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Francisco Russo Betancourt

Declaración de Aragua en Red con motivo inicio de la campaña electoral

Vocero: Francisco Russo B.

Unas elecciones para renovar el parlamento en un país con gobierno de vocación democrática, no deja de ser un evento común y corriente. En nuestro país, en los últimos 16 años ha sido un ejercicio caracterizado por la violencia y por la violación de los más elementales derechos políticos de los venezolanos que no comulgamos con el gobierno. De allí la trascendencia de la carta que el Secretario General de la OEA ha enviado a la presidenta del CNE exigiéndole transparencia en el proceso comicial. La negativa de la rectora en autorizar una observación internacional de ese organismo y de cualquier otro ente, para las elecciones parlamentarias y las condiciones en las que se desarrolla la campaña electoral con graves dificultades que solo alcanzan a los partidos políticos de oposición, revela la difícil situación en que se desarrollará este proceso.

El ventajismo del gobierno pasa desde la utilización de camiones pertenecientes a organismos oficiales para la colocación de afiches de los candidatos apoyados por el gobierno y uso exagerado de la propaganda, que probablemente tipifica el delito de peculado de uso, hasta la manipulación del voto forzado, la creación de centros electorales con los nombres de pasajes y personajes vinculados al gobierno, lo que constituye un acto intimidatorio para el elector en ese sector, la colocación de puntos electorales de grupos oficialistas a las puertas de los centros electorales, la creación del estado de excepción en regiones opositoras, la colocación de tarjetas electorales al lado de la tarjeta de la MUD con expreso ánimo de confundir, la inhabilitación de candidatos opositores y la intervención judicial en la organización de partidos opositores, hasta el cierre tardío de las mesas electorales con presencia de motorizados pagados para intimidar a votantes y testigos opositores.

Son muchos los medios fraudulentos que utiliza este gobierno bajo la mirada tolerante del CNE.

Pero los demócratas estamos convencidos que las elecciones parlamentarias constituyen el camino menos traumático para comenzar a salir de la tragedia que vive nuestra sociedad. Estamos viendo que este gobierno, que carece de escrúpulos, utiliza todos los recursos para impedir, a troche y moche, el triunfo de la oposición, pero al mismo tiempo, es tal el descontento de la población, que la avalancha de votos que obtendrá la Unidad Democrática hará más difícil se concreten actos fraudulentos que modifiquen la voluntad de la mayoría opositora expresada en las urnas. Mientras más numerosa sea la participación opositora, menos serán las posibilidades de fraude que transmuten los votos opositores al gobierno.

Hemos dicho que si bien no están garantizados plenamente los derechos electorales de la oposición, no es menos cierto que en el país se respira un sentimiento de cambio, por ello, las dificultades y amenazas como las que se hacen a los empleados públicos con botarlos, que el gobierno reparta vehículos y bolsas de comida confiscadas a comerciantes en los mercados populares, que obliguen al personal militar a participar en el “Plan Victoria Perfecta” del PSUV, lo que hace es generar un ambiente de rabia e impotencia interior en la ciudadanía que clama por un proceso de cambio que promueva la paz, la tranquilidad y mejoras en la calidad de vida de los venezolanos.

Desde Aragua en red llamamos a los aragüeños a mantener la calma y a votar masivamente el 6 de diciembre próximo por la tarjeta de la Unidad Democrática, ubicada abajo y a la izquierda; la tarjeta del puñito, que representa el comienzo del rescate de la democracia venezolana.

Una mayoría simple nos permite cambiar la directiva de la Asamblea Nacional, interpelar a los Ministros, integrar democráticamente a las Comisiones Permanentes, devolver a los periodistas al hemiciclo para reseñar en vivo los debates parlamentarios, pero ello no es suficiente para iniciar el cambio que reclama el país; hay que salir a votar resuelta y masivamente para comenzar un proceso que nos devuelva la unidad del país y una vida democrática de progreso y de elevación cultural y ciudadana. ¡Queremos una mayoría calificada!

Concluyo recordándole respetuosamente a los aragüeños, que la fuerza del poder ciudadano está en el voto. En vuestras manos y vuestra conciencia está el futuro promisor del país.

noviembre 13 de 2015

 3 min


Desde el espacio que Trucutú convirtió en caverna -blandiendo su mazo contra todo asomo de civilidad-, se acordó la semana pasada pedir la intervención de las Universidades Nacionales. Los considerandos que pretenden motivar la petición cavernícola, se inician con lo siguiente:

Que el Estado hace esfuerzos extraordinarios para aportarles recursos a estas universidades, paralizadas sin explicación alguna…”

Pero sucede que este “esfuerzo extraordinario” está muy lejos del que se hace para las compras militares. En momentos de graves penurias por la falta de dólares, Maduro anuncia la adquisición de 12 caza-bombarderos Sukhoi 30 que, a $40 millones cada uno, suma cerca de los $500 millones. Al tipo de cambio oficial de 6,30 Bs/$, cubriría íntegro el presupuesto de 2015 de la UCV; a la tasa SIMADI, más que duplica el presupuesto inicialmente formulado para el Ministerio de Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología para este año, y a dólar paralelo, la cifra es cuatro veces mayor. Con chocante cinismo la insuficiencia presupuestaria que nuestras máximas Casas de Estudio vienen padeciendo desde hace muchos años es escamoteada por una mayoría oficialista que prioriza la gastadera en armas que no necesitamos, mientras se vanagloria del,

“… esfuerzo extraordinario que hace el Estado venezolano para cumplir con un compromiso sagrado como lo es la educación”.

Desaparecen en este acuerdo las dificultades para reponer equipos y cargos profesorales, mantener la planta física, adquirir insumos de trabajo y reactivos para laboratorios, así como para evitar el deterioro de los servicios estudiantiles y hacia la comunidad, que quebrantan la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje, de investigación y de extensión, que son la razón de ser de estas universidades. Y, como si la situación no fuese suficientemente crítica, el Ministerio de Educación Superior, avalado por un dictamen del Tribunal Supremo de Justicia, las obliga a ingresar un gran número de nuevos estudiantes seleccionados con base a dudosos criterios que, junto a los que entran por méritos académicos, hacen prácticamente imposible atenderlos como se merecen.

El acuerdo prosigue con la represión contra universidades que, ante la caída de los precios del petróleo,

“…deberían aportar todo su conocimiento para la transformación de la sociedad venezolana,

porque ello es

“…producto de la política de los Estados Unidos de Norteamérica para acabar con los países que han desarrollado políticas soberanas y que le impiden dominar el mundo…”

Es decir, la entrega de nuestro país a Cuba, la venta de petróleo venezolano a países centroamericanos y del Caribe a descuento y en condiciones sumamente ventajosas y muchas veces incobrable sino en especie –alimentos, textiles-, la rebaja a la mitad de la deuda que República Dominicana, Jamaica y Uruguay tenían con nosotros, la hipoteca de la producción petrolera a China debido al endeudamiento con ese país, y la sarta de negocios turbios con los dineros de PdVSA que afloran en Andorra, Panamá y EE.UU., son expresión de “políticas soberanas y que le impiden [a EE.UU.] dominar el mundo” (¡!)

Y, sin rubor alguno, señala como razón del “cúmulo de dificultades” por la que atraviesa el país,

“….la guerra económica (¡!), el cerco financiero de los diferentes organismos internacionales que impide que la República Bolivariana de Venezuela pueda obtener préstamos, la vigilancia feroz que establecen los Estados Unidos de Norteamérica sobre el pago de los bonos de la deuda pública, en la búsqueda de que el Estado no pueda pagar para declarar a Venezuela, ‘Estado Insolvente’, y aplicar la misma política que hoy ejercen sobre Argentina.” (¿?)

¡La eterna conspiración contra la “revolución”, tan a flor de labios en los fascistas, para eximirse de toda responsabilidad en el desastre que han provocado en contra del bienestar de los venezolanos! Pero ahora, idioteces como la “guerra económica” se esgrimen para comprometer en este “atentado” a las universidades por desdeñar su deber patriótico de aportar ideas sobre estas sandeces.

El acuerdo pasa después a ofender abiertamente a las universidades autónomas por convertirse en “espacios de decadencia”, cuyos integrantes han secuestrado

“…el ámbito académico y científico, para generar procesos de insubordinación ante la ley, que incluyen, el apoyo a salidas inconstitucionales y violentas en contra del Gobierno democráticamente electo por la mayoría del pueblo venezolano.”

Es decir, la criminalización del justo reclamo salarial y por la dotación presupuestaria adecuada, que sitúa a los universitarios como “golpistas”, agentes de los oprobiosos factores mencionados arriba.

Terminan los considerandos mintiendo sobre una supuesta anuencia de FAPUV[1] en no interrumpir sus actividades, dada su satisfacción (¿?) con la segunda Convención Colectiva Única. Lo cierto es que los trabajadores universitarios padecen hoy los peores niveles de remuneración real de que se tenga memoria, dada la altísima inflación desatada por el obstinado empeño del Ejecutivo en mantener políticas destructivas de la actividad económica. Hoy un profesor universitario, con el ajuste reciente de sueldo que el oficialismo se jacta en ensalzar, gana apenas la octava parte de lo que perciben sus colegas en otros países de América Latina[2]. El sueldo de un docente a dedicación exclusiva y de escalafón Titular -el máximo que se puede percibir-, ni siquiera llega a la mitad del costo de la canasta básica para una familia de cinco que registró Cendas para septiembre.

Pero además, el acuerdo de la caverna ignora adrede las actividades académicas como la investigación y la docencia de postgrado que se siguen realizando. Pero el “extraordinario esfuerzo” (¡!) que el Gobierno hace en materia de educación, no cubre las vacantes profesorales para atender el número inflado de nuevos estudiantes en pregrado, y tampoco remuneraciones a veces inferiores al salario mínimo motiva a los docentes a asumir una sobrecarga de trabajo para –así- sacarle las patas del barro a la irresponsable y demagógica política de ingreso que impuso el Ministerio de Educación Universitario. La FAPUV, atendiendo una invitación del ministro a conversar sobre los reclamos salariales, le hizo una contrapropuesta que, dos semanas después, todavía no ha sido respondida.

Y todo este montaje truculento es para “sugerirle” al Gobierno a que demande a los rectores de estas universidades, “por perjuicio al Estado Venezolano”, que tome medidas ante “el paro ilegal desarrollado” y que realice ”una auditoría a las universidades que están paralizadas (…) que analice el uso de los recursos que el Estado ha entregado para el funcionamiento, mantenimiento y cancelación de sueldos y salarios a personas que no han trabajado”.

En primer lugar, nadie ha llamado a paro. Luego, como todo el mundo sabe, las universidades autónomas son las instituciones más inspeccionadas, auditadas y vueltas a auditar, de todo el sector público. La mayoría oficialista que se ha hecho oídos sordos a la innumerable cantidad de peticiones de diputados demócratas porque se abran investigaciones sobre los sobreprecios denunciados en contratos, procuras y servicios prestados al sector público, sobre los negocios turbios a través de PdVSA –remember Pudreval- y el lavado de millardos de dólares en Andorra-, se “escandaliza” porque los profesores estarían cobrando su miserable sueldo sin estar incorporados al 100% de sus actividades. No puede olvidarse que la cueva también la han transformado en refugio de Alí Babá y que los cavernícolas son duchos en aplicar la lección de Sun Tzu: “la mejor defensa es la ofensiva”.

No otra cosa puede esperarse del fascismo venezolano que un acuerdo como el comentado en estas líneas. Necesita cultivar la ignorancia para que su representación maniquea de la sociedad, construida con base en simbolismos, pueda retratar a sus integrantes de “revolucionarios” dedicados al “pueblo” y exponentes de una “izquierda” moralmente superior, que se enfrenta a una “derecha”, traidora de la patria y empeñada en destruir las “conquistas” que ese pueblo consiguió bajo la iluminada conducción del comandante eterno. Es misión de toda universidad digna de llamarse tal, desmontar esta representación falsa, primitiva, de odio y destrucción, que alimenta las ansias de control fascistas.

Como instituciones comprometidas con la búsqueda de la verdad, las universidades son factores imprescindibles de progreso, de defensa de las libertades y de sostenimiento de los valores de convivencia ciudadana. Pero para el pensamiento troglodita a la universidad no le corresponde preguntarse por el “qué” ni el “por qué” de las cosas, fuente de la indagación científica, sino sólo por el “cómo”, técnico e instrumental, ya que el “qué” y el “por qué” ya fueron decididos y grabados en piedra por el iluminado.

Es el afán de imposición de un pensamiento único que asfixie los señalamientos críticos que le corresponde hacer las universidades ante las injusticias y desaciertos en la conducción del país. Porque de eso trata el pensamiento único, de legitimar el ignominioso régimen de expoliación que ha arruinado a los venezolanos y defender el enriquecimiento de una oligarquía milico-civil que no tolera que sean expuestas sus vagabunderías.

No es de extrañar, entonces, la retaliación de los cavernícolas: la universidad venezolana, autónoma y democrática, siempre estará en sus antípodas y su mera existencia es referencia que expondrá irremisiblemente -por contraste- la podredumbre y bancarrota moral de los que hoy defienden desde el poder uno de los regímenes más primitivos, reaccionarios y represivos de América.

¡Qué vergüenza que una bancada autoproclamada de “izquierda”, asuma la postura de una dictadura al pregonar la intervención de las universidades, en violación de lo dispuesto en el artículo 109 de la Constitución Nacional y desconociendo los invalorables aportes al país que estas Casas de Estudio han realizado en el ejercicio de sus fueros autonómicos! Sólo les falta el grito bárbaro del general franquista, Millán Astray, en la augusta Universidad de Salamanca, de ¡Muera la Inteligencia!

Razón contundente para acudir a votar el 6-D por un cambio que permita sacar a Trucutú con todo y mazo y su tribu de trogloditas, y transformar la caverna en un espacio de discusión, de intercambio de ideas en libertad, animados por los mejores esfuerzos de recuperación y desarrollo de la nación venezolana. La universidad autónoma y democrática será un valioso baluarte en este empeño.

Economista, profesor de la UCV, humgarl@gmail.com

 7 min


La sorprendente declaración de Nicolás Maduro, dada en Barquisimeto el 29 de octubre, demuestra el poco conocimiento que tiene de la manera de ser de la Fuerza Armada Nacional. “Si se diera ese escenario, el triunfo de la oposición, Venezuela entraría en una de las más turbias y conmovedoras etapas de su vida política y nosotros defenderíamos la revolución, no la entregaríamos y la revolución pasaría a una nueva etapa. Si ese escenario ocurriera yo siempre gobernaría con el pueblo, en unión cívico-militar, con la Constitución en la mano defendiendo la independencia de Venezuela”. Sus amenazantes palabras buscan, en medio de un gran deterioro de su imagen y del estruendoso fracaso de su gobierno, debilitar la absoluta convicción que tienen los venezolanos, ratificada por todos los últimos sondeos de opinión, de la segura derrota del oficialismo y del avasallador triunfo de la oposición democrática en las elecciones parlamentarias.

En la primera parte de su declaración mantiene que Venezuela viviría, en caso de ganar la oposición las elecciones parlamentarias, un gran enfrentamiento nacional. En verdad, las elecciones del 6 de diciembre están orientadas exclusivamente a la escogencia del Poder Legislativo. Nicolás Maduro continuará en la presidencia de la República desarrollando las políticas que considere conveniente, sean estas revolucionarias o no. Ese no es el problema. En realidad, la crisis nacional se hará inmanejable, no por el triunfo de la oposición, sino porque se hará evidente, en medio de la tragedia económica y social que vive Venezuela, que más de 80% de nuestro pueblo rechaza el nefasto gobierno de Nicolás Maduro. La Mesa de la Unidad Democrática aspira a que la solución de esta grave crisis sea democrática, pacífica y electoral. Por lo que se observa, esa no es la posición del gobierno nacional y mucho menos de los sectores radicales del chavismo liderados por Diosdado Cabello.

Uno de los aspectos más difíciles de entender en la declaración de Maduro es la que afirma: “Nosotros defenderíamos la revolución, no la entregaríamos y la revolución pasaría a una nueva etapa. Si ese escenario ocurriera yo siempre gobernaría con el pueblo, en unión cívico-militar”… Eso significa, debería explicarlo el propio Maduro, que el régimen chavista, ante la derrota parlamentaria, encabezaría un golpe de Estado para constituir un régimen cívico-militar que permitiera pasar a una nueva etapa de la revolución. Eso es lo que dice. Por esa razón, millones de venezolanos se preguntan: ¿Se prestaría la Fuerza Armada para dar un golpe de Estado y sostener en el poder a un gobierno totalmente desacreditado y deslegitimado? Realmente no lo creo. Es verdad que algunos jefes militares han declarado que la Fuerza Armada es chavista. Esa misma forma de actuar la tuvo la camarilla militar durante la dictadura perezjimenista. El alzamiento del 1° de Enero del 58 demostró el profundo descontento existente en los cuadros militares…

No dudo que Nicolás Maduro y sus asesores entienden que un golpe de Estado difícilmente puede darse para respaldar un gobierno que ha sido derrotado, de manera aplastante, en unas elecciones. En todo caso, lo que podría producirse sería la desobediencia generalizada de importantes cuadros militares ante sus aviesas intenciones. Nuestra Fuerza Armada siempre ha sabido interpretar el sentimiento nacional. Cada vez que una crisis política ha llegado a tal nivel que puede comprometer gravemente la paz social ha intervenido militarmente, con aciertos y errores, con la finalidad de restablecer el orden. En verdad no creo que esa declaración anuncie una intervención militar. Lo inaceptable es que Nicolás Maduro comprometa el honor de la institución armada al utilizar su nombre en esa maniobra política. Lo que busca es desmoralizar a los venezolanos para que no voten masivamente en las elecciones y así evitar el más grave descalabro electoral sufrido por político venezolano en nuestra historia.

En esa misma línea estratégica, de innegable tufo cubano, se encuentran las permanentes declaraciones de Maduro afirmando “que el chavismo ganará las elecciones sea como sea” o la decisión del CNE de no permitir la presencia de una verdadera observación internacional. Reconozco que existen motivos para dudar de la transparencia de los procesos electorales realizados durante el régimen chavista. Sin embargo, soy de los que creen que el fraude no se realiza en el conteo de los votos sino en el descarado ventajismo a favor del oficialismo desde el inicio del proceso hasta el propio día de la votación. De todas maneras, por primera vez la oposición asiste a una elección con una marcada diferencia a su favor. Cada día se hace mayor. La abusiva propaganda electoral no ha dado resultado. Tampoco el control de precios. Mucho menos la amenaza de emplear la Fuerza Armada para desconocer los resultados La respuesta, a todas estas triquiñuelas, es una sola: votar masivamente el 6 de diciembre. Después, defender el resultado…

El Nacional, 8 de noviembre 2015

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El comentario de la semana

Son tantos los temas que ponen sobre la mesa los personeros del gobierno que no queda otro remedio que coincidir en un lugar común ¡Están provocando!

Uno de ellos y al que somos particularmente sensibles los que nos educamos en democracia es la autonomía universitaria, contra la cual la mayoría oficialista de la Asamblea Nacional actual, protagonizó una embestida totalitaria con su solicitud de “investigación”, “elevada” al tribunal supremo de la república bolivariana (nunca mejor precisado).

Sin ahondar en consideraciones sobre la forma, y mucho menos sobre la falta de fondo de dicha acción, baste como suficiente señalar que, de haber mediado una intención real de conocer lo que pasa en el medio universitario e inclusive proponer medidas que ayudasen a solventar, o al menos mitigar, las causas del conflicto que mantiene paralizado al sector más importante de la educación superior venezolana, su actitud ha debido ser otra. Una asamblea nacional consciente de su papel habría convocado a las partes y después de oídas, hubiese cumplido con sus obligaciones en la resolución del conflicto (mediar y asignar un presupuesto justo) y recomendado a los otros poderes nacionales asumir sus correspondientes.

Pero como de lo que se trata es de intentar “agitar” a los universitarios y provocar reacciones “convenientes” para la intranquilidad nacional, no asumieron sus responsabilidades, prefiriendo las de buenos patriotas cooperantes.

Olvidaron que sin importar el tema que pongan sobre el tapete, la escasez, la inflación y la inseguridad nos están agitando para que el 6D la única opción sea votar por el cambio de la Asamblea Nacional, como comienzo de una transformación institucional y política que permita la regeneración de la democracia en Venezuela.

8 de noviembre de 2015

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