Días antes de morir estuve visitando, en su lecho de enfermo terminal, a mi amigo Pacho Sayago, de profesión ciudadano, jurista integral, laboralista de vocación y, fundamentalmente, hombre de derecho, acucioso, directo en sus planteamientos, inquieto en la búsqueda de soluciones dentro del espíritu de la Constitución y las leyes.