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Opinión

Estados Unidos de América siempre ha sido un polo de atracción para los latinoamericanos, en especial para los mexicanos y centroamericanos. De unos 15 años para acá, también es la meta deseada por cientos de miles de venezolanos de clase media alta y baja. El contraste es brutal entre nuestro país y la gran nación del norte. Aeropuertos enormes y relucientes reciben al viajero venezolano. Al salir a la calle encuentra grandes avenidas y autopistas, llenas de vehículos nuevos de todas las marcas, con gente que respeta las leyes de tránsito y los semáforos, rodeado de verdor por la grama bien mantenida y por el paisajismo siempre renovado, especialmente si llega Florida. Cuando arriba a la casa de un familiar o amigo, que lo recibe en sus primeros pasos, se da cuenta de que no están preocupados por la inseguridad, hasta dejan las puertas sin trancar. En el automercado queda tan extasiado ante tantos productos de todos los tamaños, colores, marcas, que no sabe por dónde empezar. Casi llora de la emoción y de la tristeza al comprobar que todavía existen supermercados abundantes y al recordar los de nuestro país, vacíos, abandonados, casi muertos.

A través de la internet comprueba el viajero que la crisis de 2009, la gran recesión que siguió al estallido de la burbuja inmobiliaria, ha sido conjugada en gran medida, aunque todavía se sientan algunos coletazos. El desempleo está en 4,9%, los indicadores financieros como el Dow Jones han alcanzado records históricos, Estados Unidos no ha vivido una gran guerra en estos últimos 8 años. Se siente confortado y dispuesto a batallar para vivir el sueño americano. Pase lo que pase, aunque sea muy difícil, está decidido a no volver a Venezuela, a su país surrealista, lleno de colas interminables para comprar alimentos y medicinas, donde no le alcanzan para vivir los pocos miles de bolívares que gana porque lo que costaba Bs 500 la semana pasada hoy cuesta Bs. 1.200, y donde un antiguo chofer de autobús, colombiano de origen al parecer, maneja el país con una desidia e ignorancia asombrosa.

Y entonces sucede la convención del partido republicano para nominar a Trump como su candidato. Una convención desordenada y caótica, con discursos de toda la familia de Trump, uno de los cuales pronunciado por Melania, su esposa, contiene en varios párrafos un plagio descarado del discurso de Michelle Obama en la convención demócrata de 2008. Con la ausencia de toda la familia Bush, a

la cual pertenecen los dos presidentes republicanos anteriores, de los candidatos republicanos en las dos elecciones anteriores, Rommney y McCain, de decenas de senadores republicanos, y con un discurso de Ted Cruz, contrincante de Trump en las primarias, en el que finalmente no le da su respaldo. Es como si en Venezuela en 1975 no hubieran asistido a un congreso de Acción Democrática, Rómulo Betancourt, Carlos Andrés Perez, Gonzalo Barrios y Jaime Lusinchi. Toda la semana dedicada a hablar mal de Hillary, burlarse de ella y pedir que sea apresada. Parece una convención electoral de cualquier país del tercer mundo.

Y entonces viene la guinda de la torta: el discurso de aceptación de Trump.

Un discurso donde pinta un país desconocido, un país oscuro y desesperado, en ruinas, con violencia en las calles, humillado internacionalmente, con las familias destrozadas. Dice Trump: “Este es el legado de Hillary Clinton: muerte, destrucción, y debilidad”. Durante un año, el período de las primarias, su

mensaje ha estado cargado de ira y odio, de miedo. Contra los inmigrantes, contra los musulmanes. Contrario a muchos principios republicanos, como el capitalismo global y los acuerdos de libre comercio con distintos países. Demagógico y populista. Nacionalista y aislacionista. Donde él se presenta como el salvador, el hombre fuerte que va a solucionar todo con la fuerza de su carácter y su decisión.

En su discurso, Trump va presentando datos y números apocalípticos, ignorando adrede cualquier estadística positiva. El viajero confundido revisa la prensa para comprobar si lo que dice Trump es cierto. En el Washington Post lee que muchos de esos datos y números son manipulados, tomados fuera del contexto o equivocados. En una sección llamada Fact-Checker de ese mismo periódico, en

la que se contrastan las afirmaciones y datos presentados por los políticos con la realidad comprobable, encuentra por qué ese prestigioso diario afirma que el discurso de Trump está plagado de inconsistencias, exageraciones y equivocaciones.

Sobre la creciente violencia en las calles, Trump se olvida de que la tasa de criminalidad ha disminuido a la mitad desde el pico alcanzado en 1991.

La inmigración ilegal aumentó de 4 millones en 1990 a 12 millones en 2009, casi toda antes de Obama. En cambio, entre 2009 y 2014 se puede decir que la entrada neta de inmigrantes ilegales es cero, porque ha habido una compensación entre los que entraron y los que se fueron debido a la recesión económica. Este dato contradice la afirmación de Trump de que ha habido una inmigración masiva en los últimos años.

Trump dice que 58% de la población negra joven está desempleada cuando en verdad esa cifra es la mitad.

Trump dijo que se firmó el acuerdo con Irán que le costó a Estados Unidos

$150.000 millones sin recibir nada a cambio. Ese dinero no es sacado de los contribuyentes norteamericanos sino que era el dinero de Iran que estaba congelado por las sanciones económicas anteriores. Y en realidad parecen ser solo $32.000 millones. Pero con eso se logró congelar por 10 años la producción de bombas atómicas por Irán.

Afirmó que Bill Clinton firmó el tratado, llamado aquí Nafta, con Mexico y Canadá, lo que no es cierto porque ese tratado fue negociado y firmado por George H. W. Bush, el padre de George W. Bush. Además fue aprobado por un mayor número de senadores y representantes republicanos que demócratas.

Y así sucesivamente.

Entonces, aquel, que a su llegada se había maravillado del orden, la belleza, la seguridad, la opulencia en algunos casos, de Estados Unidos, que comprendió luego que no todo era felicidad, eficiencia y corrección sino que había muchos problemas por solucionar, pero que al final el balance era muy positivo, sobre todo al compararlo con sus país de origen, piensa: caramba, el candidato de un partido tan serio y responsable como el republicano, por lo menos hasta hoy, me dice que lo que yo he visto y observado con mis propios ojos no es cierto. Que este país es en realidad un desastre, inseguro, infeliz, amenazado por los inmigrantes mexicanos y musulmanes, con una infraestructura a punto de derrumbarse, manejado por un presidente negro que ha contribuido a aumentar la división y el racismo.

Y lo que más le llama la atención es que Trump con ese discurso airado, lleno de insultos y mentiras, provocador, haya ganado la nominación presidencial contra otros 16 candidatos, y que pueda ganar la presidencia porque sus números están muy cerca de los de Hillary, según la mayoría de las encuestadoras. Al parecer hay en este país mucha gente molesta, insatisfecha, airada, sobre todo gente blanca, protestante y anglosajona que está dispuesta a seguir a Trump. No entiende cómo Trump que es un multimillonario (según Forbes tiene una fortuna cercana a los $4.500 millones), dueño de casinos, campos de golf y hoteles, se presente como el salvador de la clase media depauperada de Estados Unidos.

Esperará la convención demócrata para ver si Hillary Clinton tiene una visión más positiva del país y si, además, tiene la fuerza moral y política suficiente para superar en noviembre al inesperado y temido candidato republicano.

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Es una verdad de Perogrullo que la economía se ajusta continuamente a sus circunstancias. El principal mecanismo de ajuste, como aprenden quienes inician sus estudios en esta disciplina, es el sistema de precios. Las políticas públicas afectan la forma en que opera este sistema y pueden aliviar o acentuar las restricciones que acotan el desenvolvimiento económico. La forma en que el gobierno incide determinará la bondad o el daño del ajuste: podrá optimizar el uso de los recursos, siempre limitados, aumentando el producto y contribuyendo con el asentamiento de instituciones que propicien que su usufructo sea socialmente justo, o podrá intervenir el sistema de precios, distorsionando la asignación de recursos y desplazando la inversión productiva por la especulación, a la vez que reparte el producto social por mecanismos no mercantiles que fomentan corruptelas.

Lo insólito del caso venezolano es que Maduro pretende hacernos creer que su gobierno no está “ajustando” la economía. Para él, la palabra “ajuste” forma parte de su arsenal de guerra. Vendría siendo, según él, la cabeza de proa de supuestos intereses foráneos que buscan someter la economía venezolana a sus intereses. ¡Qué nada se interponga al manejo discrecional del país por parte de los “revolucionarios” quienes, por antonomasia, representamos al pueblo!

Durante los catorce años del gobierno de Chávez el ingreso per cápita por exportación de petróleo se incrementó en más de un 500%. La “revolución” aprovechó la bonanza para afianzar los objetivos políticos del Presidente, acosando a la economía doméstica con restricciones y controles de precio que redundaron en un ajuste distorsionado y muy ineficiente. Las importaciones, más que se triplicaron por cada venezolano durante ese lapso y, para finales de 2015, la producción manufacturera por habitante era un 23% menor a la de 1998 y la agrícola había caído en un 7%. El ajuste chavista, de muy baja calidad, nos hizo mucho más vulnerables a los vaivenes del mercado petrolero mundial, pero mientras su precio rondaba los $100 por barril, no mostraba sus costuras.

Maduro ha mantenido el esquema destructivo anterior, salvo que ahora se ha visto obligado, adicionalmente, a ajustarse a la reducción drástica del ingreso externo. En absoluto se ha propuesto superar este cerco reactivando el aparato productivo doméstico a través del desmantelamiento del sistema de regulaciones y de controles de precio (y de cambio), que hoy asfixian su quehacer. Tampoco atiende a la caída brutal en la capacidad adquisitiva de la población, tomando las medidas imprescindibles para aplacar la altísima inflación, la más alta del mundo. Lo que ha hecho es rezagar el ajuste en los salarios, con lo que ha evitado hasta ahora que se dispare una hiperinflación, pero a costa del empobrecimiento brutal de los trabajadores.

Su interés ha sido privilegiar el pago de la deuda pública externa, para lo cual ha contraído las importaciones violentamente, agravando aún más el desabastecimiento interno, con su trágica secuela de colas insufribles en busca de alimentos regulados, malnutrición y muertes evitables si se pudiera producir o importar libremente medicamentos y equipos médicos. Pone al Ministro de la Defensa a cargo de la distribución de estos escasos recursos para cubrir las apariencias, como si el problema fuera de disciplina y control logístico. Juega con la salud de los venezolanos.

Ante la gravísima situación que padece la inmensa mayoría de los venezolanos, los economistas hemos venido exhortando que se apliquen políticas de estabilización macroeconómica que reduzcan sustancialmente el déficit público y su financiamiento monetario –la maquinita de imprimir billetes del BCV-; unifiquen y liberen el tipo de cambio con apoyo de un generoso financiamiento externo negociado con los organismos internacionales; y sustituyan los controles y regulaciones por la promoción activa de la competencia, tanto nacional como internacional.

Al levantar la restricción externa, al aparato productivo doméstico podrá importar insumos, equipos y repuestos para reactivarse, ya que hoy opera con apenas un 35% de su capacidad. Ello permitiría sustituir importaciones, reduciendo las necesidades de divisas, y generar empleos, cada vez mejor remunerados en la medida en que se incremente la productividad. Adicionalmente, una unificación cambiaria que equilibrara la capacidad adquisitiva interna y externa del bolívar se traduciría en que la mitad de las importaciones de bienes de consumo final e insumos disminuyan de precio, ya que hoy deben recurrir al dólar paralelo, mucho más caro. No obstante, se encarecerían aquellos bienes que importa hoy el gobierno con dólares subsidiados. Buena parte de los venezolanos ya pagamos esos productos a precios muy superiores (de “bachaquero”), pero una porción creciente se ve obligado a padecer colas maratónicas en espera de poder conseguir algún alimento o producto farmacéutico a precio regulado, dados sus miserables ingresos. Será menester instrumentar mecanismos eficaces de compensar a estos sectores mientras se reactive la economía, vuelvan a llenarse los anaqueles con productos a precios estables y se generen empleos bien remunerados. La condicionalidad que exigirían los organismos financieros internacionales para otorgar los recursos que facilitarían estos avances sería el saneamiento de las cuentas públicas para reducir el gasto dispendioso y cerrar el déficit que alimenta la inflación. Para no comprometer el gasto social habrá que privatizar empresas que hoy constituyen enormes desaguaderos de dinero. En fin, un ajuste expansivo, enriquecedor, que atraerá cuantiosas inversiones y mejorará el bienestar de los venezolanos, en contraposición al actual ajuste empobrecedor. Pero el gobierno de Maduro rechaza este tipo de ajustes descalificándolos con una serie de epítetos propios de la retórica comunistoide, alegando la defensa de la “revolución”. En realidad, bajo tal disfraz, defiende un sistema de complicidades entre factores de una oligarquía militar y civil parásita que se ha apoderado de las distintas instituciones del estado para depredar el sistema de controles, los diferenciales de precio y las oportunidades de extorsión, y expoliar la riqueza social sin rendición de cuentas.

Bajo banderas “socialistas” el chavismo ha conformado un estado patrimonialista que ha privatizado el usufructo de muchos bienes públicos por parte de esta oligarquía corrupta -¡ah, las mieles del poder!- mientras denuncia "los intentos del imperio, por medio del FMI por doblegar a Venezuela”. Las imposturas ideológicas, como se ve, pueden ser inmensamente rentables.

Economista, profesor de la UCV

humgarl@gmail.com

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En política, como en cualquier otra actividad humana, la observancia de los principios es fundamental; ellos sirven de brújula a la conducta, trazan su derrotero y hacen coherente al discurso con la acción. Los principios, que a decir del diccionario de nuestra lengua son las primeras proposiciones o verdades fundamentales por donde se empiezan a estudiar las ciencias o las artes, son los cimientes de cualquier obra humana que pretenda ser perdurable, lo que llevó a decir al político checo Vaclav Havel «Si no se comparten e implantan unos valores y unas obligaciones morales, ni la ley, ni un gobierno democrático, ni una economía de mercado funcionaran correctamente.»

La política venezolana ha estado ayuna de principios durante muchas décadas; las últimas posiciones principistas de altos políticos venezolanos que me vengan a la memoria fueron las de Leoni en 1968, al disponerse a entregar el poder a Caldera afirmando «si por un voto pierdo por un voto entrego» y la de Eduardo Fernández al ofrecer su irrestricto apoyo al presidente Pérez cuando estaba en pleno desarrollo el «simpático» golpe del 4 de febrero de 1992.

El conteo de cañones, que –según se dice­– es la manera como los militares brasileños dirimen sus diferencias sin disparar un tiro, entró a nuestro País sin visa ni pasaporte, desalojando del andamiaje político principios que son caros a los gobiernos democráticos, entre los que destaca uno fundamental: el respeto a la voluntad popular, que dio piso al artículo 5 de nuestra Constitución (La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo …), con su antecedente en el artículo 4 de la Constitución de 1961 (La soberanía reside en el pueblo, quien la ejerce, mediante el sufragio …).

Este principio, en cuya ausencia es inconcebible la democracia, ha sido reiteradamente negado en la práctica por quienes se dicen demócratas mientras ejercen la política caribe, cuyo objetivo fundamental es la toma del poder para disfrutar de las prebendas que confiere, para enriquecerse sin esfuerzo y obtener para sí una calidad de vida negada a sus conciudadanos.

Para algunos, tal afirmación pudiera resultar tremendista o exagerada, pero a ella me obligan hechos concretos y comprobables, entre los que destacan, para citar solamente unos pocos:

El intento de desconocimiento del resultado de las elecciones para Alcalde del Municipio Libertador por parte de Claudio Fermín y su partido Acción Democrática, que fueran ganadas ampliamente por Aristóbulo Istúriz, de Causa R. El triunfo de Istúriz se hizo oficial gracias a la protesta de un pueblo iracundo que no estaba dispuesto a ser despojado de triunfo tan evidente;

El silencio cómplice de todos los partidos ante las amenazas de desconocimiento del entonces Ministro de la Defensa V/A Radamés Muñoz León contra el candidato opositor Andrés Velásquez, quien se perfilaba con grandes posibilidades de obtener la victoria;

El acomodo de los resultados de la elección presidencial de 1993, donde Andrés Velásquez fue bajado a un cuarto lugar, aún por debajo de la desvaída candidatura copeyana de Oswaldo Álvarez Paz. Personas cercanas y que fueron testigos presenciales de los hechos en comento nos narraron la manera como Causa R fue penetrada para impedirle o, al menos, dificultarle la estructuración de una maquinaria para computar los votos y preservar la voluntad popular. El historiador Julio Portillo, afirma que Radamés Muñoz le confesó que el ganador de esa elección había sido Velásquez (http://www.laverdad.com/opinion/18022-la-lucha-de-andres-velasquez.html);

La conducta anárquica del Plan República, cónsona con las declaraciones antidemocráticas de Muñoz León que, en definitiva, convirtieron las elecciones presidenciales de 1993, una actividad eminentemente civil, en un evento tutelado por las Fuerzas Armadas.

Ese alejamiento de los principios democráticos trajo como consecuencia lógica y directa un fuerte rechazo a la política y a los políticos y a la apertura de canales no democráticos para la solución de los problemas del País. Ese anteponer el interés de los políticos a los de la Nación produjo hastío, desasosiego y simpatía por los que llegaron a la vida política nacional ofreciendo un cambio radical para lograr un Estado democrático y social de derecho y de justicia.

La filósofa estadounidense Ayn Rand parece haber estado pensando en la Venezuela de ayer y de hoy cuando dijo: «Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican, no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no los protegen contra ellos, sino, por el contrario son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada».

turmero_2009@hotmail.com

@DulceMTostaR

http://www.dulcemariatosta.com

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Con voz propia

¿Tú sabías que el Che (Ernesto Guevara de La Serna) iba para Venezuela? -me preguntó Fidel Castro (FC) en aparte del VII Congreso de la Organización Internacional de Periodistas (OIP), en enero 1971.

-Otra cosa hubiera sido -se respondió el mismo.

En efecto, el guerrillero argentino tenía escogida a nuestra Patria para continuar su lucha revolucionara que patrióticamente combatía la Fuerza Armada que hoy sustenta el régimen que lo proclama Precursor junto a Francisco de Miranda y Simón Bolívar. Pero en aquel entonces no encontró ambiente para su incursión aquí.

Cuando en 1966 Luben Petkoff (LP), quien trató directamente con FC la invasión, le planteó al Che su incorporación. Antes él manifestó decisión de venir, que se encontró con la negativa del Partido Comunista. Ante la nueva situación dijo que él quería comenzar en un país “que estuviera en cero y ya nosotros estábamos adelantado”. Lo cierto es que para la nueva fecha dicho partido se distanció del castrismo porque había decidido abandonar la lucha armada, en la cual seguía el líder fundador de la guerrilla Douglas Bravo y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria.

FC se apersonó en los preparativos de la invasión y estuvo a punto de “morir en combate” en la guerrilla, de acuerdo a relato que hizo LP en reportaje a Eleazar Díaz Rangel.

“Hay que montar un desembarco exactamente igual al que harán en Venezuela”.

En el simulacro, en una lancha conducida por FC fueron emboscados por un batallón de exterminadores de invasores contra revolucionarios, que en sus actuaciones no dejaban sobrevivientes.

¡Alto, quien vive!

El capitán Mario Bouza, quien hasta hacía poco estaba al servicio del batallón se identificó y les gritó: ¡No disparen, aquí va el Comandante Fidel¡

Y como no le creyeron llamó por sus nombres a oficiales del Batallón. Entonces le ordenaron acercarse, brazos en alto. Así pudieron aclarar la situación.

Cumplidos el entrenamiento, los expedicionarios salieron de La Habana. LP y los 14 cubanos. Arribaron a Venezuela por las playas de Morrocoy, en el Estado Falcón, el 24 de Julio 1966 –hace 50 años- en la operación “Simón Bolívar”. De allí se dirigieron a las montañas donde se unieron a la guerrilla de Bravo.

De los isleños sobresalía Arnaldo Ochoa Sánchez (AOS). En testimonio de Héctor Pérez Marcano, efectivo de la segunda y última invasión castrista en 1967, “llegara a convertirse en el general de más gloria y nombradía en la historia del ejército revolucionario cubano, héroe en Angola, en Sudáfrica y en Etiopía”.

En la guerrilla venezolana participó en 1967 en emboscadas de “El Mortero” entre Sanare y El Blanquito de Lara, el 25/02, fueron muertos 3 efectivos del Ejército y 8 heridos y “Cerro Atascadero” el 16/09, entre Yumare y Duaca, de Yaracuy, donde mataron a 1 oficial, a 1 suboficial e hirieron a 2 soldados.

En 1988, fue ejecutado por tribunal de guerra que presidió Ulises Rosales del Toro, otro expedicionario de 1967. El mismo a quien AOS, según confesión propia le salvó la vida en la incursión guerrillera en Venezuela, “tuvo que cargar en sus espaldas por varios días… para evadir los cercos a que eran sometidos por el ejército”.

Se le vinculó a oficiales del Ministerio del Interior cubano para realización de operaciones de narcotráfico con el Cartel de Medellín. El diario Granma informó AOS y sus cómplices, transportaron 6 toneladas de cocaína vía Cuba, recibiendo a cambio $ 3,4 millones.

Para mayor vergüenza nuestra, no es de extrañar que la invasión comentada sea revolucionariamente celebrada.

Al MARGEN. Turismo por hambruna es la que provoca el militarismo que nos desgobierna. Solo por Táchira pasaron más de 100 mil en fin de semana por restringida frontera a Colombia. jordanalberto18@yahoo.com.

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En 1993, mediante un Decreto firmado por Ramón J. Velásquez, se creó el Consejo de Gobierno del Área Metropolitana de Caracas, definido como un órgano de cooperación, conciliación y coordinación entre los distintos actores políticos responsables de la gestión pública en un mismo territorio denominado metropolitano.

Aquél espacio institucional metropolitano estaba integrado por los Alcaldes de los municipios Libertador, Vargas (Distrito Federal), Chacao, Sucre, Baruta, El Hatillo, Los Salías y Carrizal (Estado Miranda); los Gobernadores de Estado Miranda y Distrito Federal; así como también de una representación del Ejecutivo Nacional a través de los siguientes ministerios: Relaciones Interiores, Desarrollo Urbano, Ambiente y Recursos Naturales Renovables, Sanidad y Asistencia Social, Transporte y Comunicaciones, Descentralización y CORDIPLAN.

El diseño institucional de aquél Consejo de Gobierno, asumió que de manera rotativa, cada 6 meses, un Alcalde o Gobernador del Área Metropolitana asumiría la responsabilidad de presidirlo, y para garantizar la dinámica operativa y administrativa de la misma, se creó la figura del Director Ejecutivo, que según registros públicos fue designado en octubre 1993.

El Decreto que creó en 1993 al Consejo de Gobierno, le atribuyó facultades para: A) Coordinar obras, servicios e inversiones que por su naturaleza exijan un tratamiento integrado. B) Conocer y dar su aprobación al Plan de Ordenación Urbanística que le someta el Ministro de Desarrollo Urbano, antes de su aprobación final. C) Formular propuestas y adoptar acuerdos para el mejor desarrollo de las actividades públicas que se realicen en el área metropolitana, sobre la ejecución de obras y actividades promovidas por órganos competentes. D) Formular propuestas ante órganos nacionales y estadales, así como también sobre los medios de ejecución de diversas obras que se decidan y realicen en el área metropolitana. E) Promover y acordar convenios de mancomunidades y encomiendas de gestión. F) Conocer propuesta de transferencia de competencias.

Para complementar la labor del Consejo de Gobierno Metropolitano, se planteó en el Decreto la creación de 7 Comités de Trabajo, a saber: Comités Metropolitanos para Planificación Urbanística; Transporte y Tránsito; Seguridad y Policía Urbana; Aseo Urbano; Acueductos, Alcantarillados; Salud Pública y por último Mantenimiento Urbano.

En la Memoria y Cuenta del Ministerio para la Descentralización de 1993, se logra identificar que entre los temas que le correspondió abordar en 1993 a aquél Consejo de Gobierno del Área Metropolitana, estaban dos temas de mucha actualidad, uno de ellos era la mancomunidad en materia de aseo y la otra, era la exigencia a Hidrocapital para que acudiera a presentar avances del servicio de agua en el área metropolitana entre otras materias.

El proyecto de Ley Especial para la Restitución del Régimen del Distrito Metropolitano de Caracas, que expone la página oficial de la Asamblea Nacional con fecha 14 de julio de 2016, plantea la necesidad de rescatar el espacio institucional para facilitar el encuentro entre distintas autoridades públicas que actúan en el ámbito territorial metropolitano, eliminado en la reforma de la Ley Especial del Régimen Municipal a dos niveles del Área Metropolitana de Caracas en el año 2009 y que el proyecto denomina Consejo de Gobierno del Distrito Metropolitano de Caracas.

A diferencia de aquél Consejo de Gobierno creado en 1993, el diseño planteado de este nuevo espacio institucional, es asumido en el proyecto de Ley como un órgano auxiliar del Alcalde Metropolitano en aquellas materias municipales propias de la vida local y se propone como una instancia superior de planificación y concertación de Políticas Públicas para la formulación del Plan Estratégico Metropolitano, con la finalidad de coordinar su ejecución y alcanzar el desarrollo armónico integral del Distrito Metropolitano en base a un denominado Sistema Metropolitano de Planificación Pública.

El Proyecto de Ley no desarrolla el diseño de ese Sistema Metropolitano de Planificación Pública por lo que no es posible identificar la participación de los Municipios en ese modelo de planificación, en el marco de lo que la Constitución llama gobierno de dos niveles.

El Consejo de Gobierno del Distrito Metropolitano se presenta como el espacio institucional para facilitar el intercambio de información necesaria para formular recomendaciones a otros órganos del Estado y para el desarrollo de estudios, análisis y búsqueda de las distintas opciones para instrumentar acciones que faciliten la coordinación de la gestión de los niveles de gobierno municipal de la ciudad de Caracas.

Así mismo, el proyecto de Ley reconoce a ese Consejo de Gobierno del Área Metropolitano como una instancia asesora del Alcalde Metropolitano para responder a todas las consultas que éste formule en materia de Plan de Inversión, Programas de Seguridad Ciudadana; Obras de Infraestructura y todas aquellas otras que pos su dimensiones impongan una transformación significativa de algunos de los municipios.

Han pasado 23 años desde aquel Decreto dictado por Ramón J. Velásquez y desde entonces hemos tenido 3 modelos de gobierno metropolitano, el primero planteado en el año 1993; luego en el año 2000 a través de la Asamblea Nacional Constituyente en la cual se mantiene vigente el Consejo de Gobierno del Área Metropolitana, sin mucho desarrollo normativo y menos aún en la práctica; además, aquél contenido aprobado por los Constituyentistas abrió las puertas para crear un modelo confuso, complicado e inviable, al fusionar al extinto Distrito Federal con el Distrito Metropolitano.

Por último, un tercer modelo que fue diseñado en la Ley Especial del Régimen Municipal a dos niveles del área metropolitana del año 2009, que resultó como consecuencia de la creación del Distrito Capital, luego de 9 años de omisión legislativa para su creación. Obviamente, la justificación de crear el Distrito Capital fue una estrategia política útil para debilitar la gestión del gobierno metropolitano presidida por Antonio Ledezma.

Han pasado 23 años y sigue pendiente la tarea de definir un modelo de gobierno metropolitano que permita responder a los desafíos que impone el crecimiento de Caracas, en especial en aquellas materias que desde 1993 son identificadas como propias de un nivel metropolitano.

No se trata de crear un nuevo nivel político territorial autónomo, pues ello supondría revisar el modelo del Poder Público Municipal para el área metropolitana de Caracas; por el contrario, se trata de diseñar un modelo de coordinación y planificación que sin violentar la autonomía municipal, logre acuerdos, consensos y articulación entre las distintas autoridades locales, que permitan superar los grandes desafíos que impone la realidad a través de una autoridad metropolitana.

Artículo escrito para Politika Ucab, 22 de julio de 2016

https://politikaucab.net/2016/07/22/la-institucionalidad-metropolitana-u...

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​José E. Rodríguez Rojas

Sectores del chavismo como los agrupados en Marea Socialista han planteado que la desastrosa situación que atravesamos, se debe a la negligencia e incompetencia de Nicolás Maduro y no guarda relación con el legado del difunto ex presidente Chávez. En un artículo previo sobre el legado de Chávez y la corrupción, expusimos la tesis del historiador mexicano Enrique Krauze que no avala los planteamientos de esta agrupación. Según Krauze, el ex presidente construyó un régimen absolutista y personalista en cuyo marco la corrupción prosperó como un subproducto natural del régimen. En la construcción de este régimen, el ejercicio de las libertades propias de la democracia enfrentó restricciones de todo orden. En consecuencia, en lo que a las restricciones a la libertad se refiere ha existido una continuidad con el legado del difunto.

Como lo señala Krauze en su obra “El poder y el delirio”, la mayor paradoja del gobierno bolivariano de Hugo Chavez fue el intento subyacente de restaurar el absolutismo contra el cual luchó El Libertador. Debido a ello, la palabra “libertad” desapareció de su diccionario. El proyecto de futuro de Chávez era un retorno al pasado absolutista, un todo ordenado, paternal, tutelar, con el gran padre Chávez a la cabeza. Opinaba el historiador en el año 2008, que “tras la experiencia democrática de tres décadas Venezuela ha aprendido los valores de la democracia, y la libertad…”; por lo cual “un amplio sector no se plegará a ese concepto totalizador de la política. Por eso Chávez ha asumido frente a la oposición una actitud que recuerda a la Contrareforma: quienes disienten no son adversarios políticos sino enemigos de la verdad, herejes de la religión oficial” a los cuales califica como: “escuálidos”, “pitiyanquis”, “traidores a la patria”, “vende patrias”.

Señala el historiador mexicano, que si bien Chávez llevó a cabo procesos electorales, estos se dieron en un contexto de creciente asfixia de las libertades públicas y control total de los poderes públicos. En el año 2008, señalaba: “Chávez ha ido avanzando por caminos que desembocan en la franca ilegalidad y bordean la dictadura. A pesar de la negativa mayoritaria del 2 de diciembre del 2007 a la reforma a la constitución ha ido imponiéndola por la vía de las leyes habilitantes… Chávez se ha venido arrogando paulatinamente todos los poderes”.

Chávez no escondió desde el inicio su desacuerdo con la democracia y su intención de destruirla. Para ello, según el historiador, Chávez “ha venido implementado el método del cercado. Cercado a la justicia independiente, cercado a la ley civil, cercado (y bloqueo) a los candidatos de la oposición que pueden vencerlo, cercado a los derechos humanos, cercado a la iniciativa privada”.

La creciente asfixia de las libertades públicas se vio reforzado por la influencia del modelo cubano. Señala Krauze, que aunque el gobierno lo niegue, se trata de intentar una vez más el experimento que ya mostró su fracaso total en la Unión Soviética, China y la propia Cuba. El chavismo es una reposición anacrónica de ese modelo montado sobre un solo factor: el precio del barril de petróleo.

La imposición de un régimen absolutista y personalista ha implicado la destrucción de las capacidades de control de las instituciones públicas sobre los desmanes del ejecutivo. Estas instituciones, como el poder judicial y la contraloría, no solo han sido subordinadas al partido de gobierno sino convertidas en instrumentos personales de Chávez para la vendetta política contra la oposición. En el mes de julio de 2007, el Contralor General de la República Clodosvaldo Russian, entregó la lista definitiva de los 260 políticos de la oposición inhabilitados para ocupar cargos públicos por supuestos actos de corrupción y faltas administrativas. También ha utilizado al poder judicial para el cobro de afrentas personales, como se evidenció en el caso del General Raúl Baduel, a quien no perdonó su oposición a sus deseos de perpetuarse en el poder.

El cercado a las libertades que representó el chavismo desde un inicio ha sido reportado por organismos internacionales desde época muy temprana. A mediados de 2008 la ONG Human Rights Watch publicó su informe “Una década de Chávez. Intolerancia política y oportunidades perdidas para el progreso de los derechos humanos en Venezuela”. El informe documenta cómo la oportunidad que representó la nueva constitución de 1999 para fortalecer el Estado de derecho y la protección de derechos humanos fue desaprovechada. El informe concluyó que en Venezuela se adoptaron un amplio espectro de medidas que debilitaron garantías fundamentales, como la separación e independencia de los poderes, el derecho a la libertad de expresión de los periodistas y el derecho a la libertad de asociación de los trabajadores. Horas después que presentó su informe, el gobierno expulsó del país a su director José Miguel Vivanco.

El asalto a la democracia y las restricciones a las libertades que ella implica, iniciada por Chávez, se han incrementado con el gobierno de Nicolás Maduro; como lo evidencia el reciente informe del Secretario General de la OEA ante la Comisión Permanente de ese organismo donde se reportan cómo los medios de comunicación son sometidos regularmente a procedimientos penales y administrativos… a censura indirecta y al acoso. Se sigue utilizando en medida creciente, los tribunales y juicios penales como arma de persecución política. Se denunciaron al Foro Penal Venezolano, 4253 detenciones, arrestos, o encarcelamientos vinculados a protestas y críticas contra el gobierno. Existen en la actualidad 1986 personas a las que se les aplican medidas restrictivas de libertad, de esas 94 están en las cárceles, entre ellas Leopoldo López y Antonio Ledezma. El Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre la Detención Arbitraria ha encontrado más de 300 casos de detención arbitraria. Desde el año 2014, se han denunciado al Foro Penal Venezolano 145 casos de castigo cruel e inhumano, incluida la tortura.

La posición del Secretario General de la OEA frente al asalto a la democracia y a las libertades por parte del gobierno chavista-madurista es tajante: “tener presos políticos es claramente un acto de un régimen autoritario”. “El pueblo venezolano se enfrenta a un gobierno que ya no rinde cuentas, que no protege los derechos de los ciudadanos. Un gobierno que ya no es democrático”.

En síntesis el proyecto original del ex presidente Chávez se orientó desde su inicio al establecimiento de un régimen absolutista personalista, en el marco del cual se fueron cercenando las libertades propias del régimen democrático; en consecuencia la realidad apunta a que el gobierno de Nicolás Maduro mantuvo el legado de Chávez profundizando el asalto a la democracia, lo que ha llevado a un escenario dantesco de presos políticos, detenciones arbitrarias y trato cruel e inhumano, que hace imposible hablar de un gobierno democrático en Venezuela. Se trata de un régimen autoritario que continua el legado del difunto ex presidente.

Profesor UCV

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¿Desde cuándo los venezolanos rendimos honores a nuestro héroe patrio?

Señala nuestro historiador, Elías Pino Histurrieta, en su obra “El Divino Bolívar” que una de las primeras manifestaciones alegórica al bolivarianismo surgió en el año de 1832, cuando en San Fernando de Apure, se produce una catástrofe natural.

El rio se desborda inundando a todo el pueblo, y ante aquella tragedia, se le ocurre a la primera autoridad política del pueblo recurrir a la figura epopeyica del libertador.

Debido al colonizaje impuesto por la religión católica, hasta ese momento los venezolanos en sus tragedias y apuros, solo le pedían al Cristo Redentor y a todos los Santos; pero esta vez y quizás sea la primera registrada por la historia, ante la emergencia que los embargaba, toman la épica del caraqueño y deciden realizar un paseo referenciado al glorioso 19 de abril de 1810.

Para levantar la moral de los habitantes del pueblo, deciden realizar un teatro callejero con elementos alegórico a aquella fecha patria. Hombres montados a caballo, simulando al ejército de Bolívar y niños portando dibujos con las caras del Generalísimo Francisco de Miranda y Simón, fueron la nota en aquel desfile patriótico, estimulado por las caudalosas aguas del Apure

Ante las embestidas de del rio, los habitantes de San Fernando se refugiaron en las palabras de Simón Bolívar: “Si la naturaleza se opone lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”.

Esta vez no sólo le rogaron al Dios impuesto a punta de escudo y espada. Desde ese momento descubren que tienen otra imagen redentora a quien imitar, reivindicar y adorar para siempre.

Aquellos humildes vecinos de San Fernando de Apure, sin proponérselo en su justo momento, estaban colocando las primeras piedras del nuevo altar de la patria, donde todos los venezolanos, juraran servirle a al país, tal como lo hiciera Simón Bolívar y su ejercito libertador.

Hoy a sus 233 años de su nacimiento, quienes trajeron a la Constitución Nacional, el nombre de República Bolivariana de Venezuela, y etiquetan su gestión como Gobierno Bolivariano, mantienen a su pueblo en la peor humillación y en una crisis humanitaria, ni siquiera comparable con la tragedia provocada por el sanguinario José Tomas Boves, cuando le impuso al pueblo caraqueño, la penosa marcha hacia el oriente del país, donde casi todos murieron víctima del hambre, los peligros de la selva y el terror impuesto por la guerra.

24 de julio de 2016

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