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Opinión

Salvador Martínez Mas

Si lo que se ha venido a llamar ‘woke’ es una amenaza para las democracias liberales occidentales, surge una pregunta de forma tan inmediata como urgente es encontrar respuesta: ¿Cómo enfrentarse a esas ideas identitarias que defienden los nuevos activistas de la “justicia social”? Los intelectuales estadounidenses Peter Boghossian y James Lindsey, y la británica Helen Pluckrose idearon una singular respuesta a esa pregunta.

Atacaron lo que era, en 2017 la raíz del problema. A saber, las universidades estadounideses en las que los académicos, apoyados en sus publicaciones de ciencias sociales y humanas, estaban validando y propagando con aire de “falsa autoridad”una “jerga sin sentido” compuesta por palabras como “interseccionalidad o cisgénero”, según los términos de Boghossian. Él se ha referido a ese proceso universitario como “lavado de ideas”.

Para exponer los sinsentidos del “wokismo” académico, Boghossian, Lindsey y Pluckrose se remangaron, concibieron y redactaron artículos sin sentido alguno copiando los esquemas ideológicos y vocabulario del activismo universitario más en boga que solo unos valientes critican.

El proyecto secreto de ese trío de intelectuales-activistas “anti-woke” dio lugar a lo que se vino a llamar “El caso de los estudios del agravio”. Lograron publicar varios artículos cuyos títulos, ya de entrada, no tienen ni pies ni cabeza. Por ejemplo, “Entrando por la puerta de atrás: desafiando la homohisteria y la transfobia de los hombres heterosexuales a través de la recepción del uso penetrante de juguetes sexuales”, publicado inicialmente en la revista académica Sexuality & Culture.

Boghossian, Lindsey y Pluckrose terminaron siendo descubiertos. El cineasta australiano Mike Nayna (Melbourne, 1984) acompañó a ese trío desde la fase de gestación de este escándalo que, para sus autores, ha revelado la inconsistencia de la “justicia social académica”. Nayna, ex reportero gráfico convertido en testigo de excepción del “caso de los estudios del agravio” firma el filme The reformers [Los reformistas]. Se trata de un documental de producción independiente que acaba de presentar y en el que cuenta cómo acompañó a Boghossian y compañía.

Nayna, además de testigo del “Caso de los estudio del agravio”, ha terminado siendo, también, punta de lanza del pensamiento liberal que se revela contra lo woke. No en vano, Lindsey y Pluckrose ponen en lo más alto de los agradecimientos a Nanya en su libro Cynical theories [Teorías cínicas] (Ed. Swift, 2020). “Nuestro agradecimiento especial va para Mike Nayna, el editor que tanto sufrió tantos borradores de este libro y nuestro asesor en jefe sobre accesibilidad para el lector común”, se lee en dicho libro, el superventas que probablemente mejor explique lo que ha pasado, en general, con las humanidades en las universidades estadounidenses y más allá

A Nayna, que explica en esta entrevista con Letras Libres cómo llegó a ejercer de testigo gráfico empotrado en la más exitosa operación contra el wokismo universitario estadounidense, no le tiembla la voz cuando dice que las teorías del identitarismo académico “están ahí para socavar los regímenes liberales”.

¿Cómo llegó usted a seguir, desde el inicio, a los autores de lo que se llamó en su momento “escándalo de los estudios del agravio”?

Supongo que hay que echar la vista atrás, al pasado, cuando era camarógrafo y editor para un canal de televisión australiano. Recibíamos allí comunicados de prensa de universidades sobre esos estudios y perspectivas de ciencias sociales, me refiero a las disciplinas que fueron objeto del escándalo. Yo encontraba esos estudios raros, y empecé a interesarme por ellos. Paralelamente, estaba muy interesado en la influencia de internet sobre la sociedad y las comunidades que se forman a través de él. Y, a partir de principios de la pasada década, vi como comunidades y grupos que se habían formado en internet empezaron a tener una manifestación en las calles en Australia.

¿A qué se refiere?

A que las protestas empezaron a ser muy distintas. Yo he cubierto muchas protestas, pero cuando se popularizó el uso de las redes sociales vi cómo se gestaban protestas en reacción a otras protestas, todo, básicamente, era resumible en gente de izquierdas contra gente de derechas. Empecé a ver protestas de gente de izquierdas y de derechas con barricadas de policía de por medio, porque me tocaba cubrirlas con periodistas. Desde la izquierda se hablaba de echar abajo el sistema, hablaban ya de cosas como el cis-heteropatriarcado y bueno, en mi opinión, cosas muy radicales.

Pero el modo en que luego se hacía la cobertura en el canal para el que trabajaba, lo que hacían los medios de comunicación sobre lo que decían estos grupos de izquierda, no se alineaba con lo que yo veía en las protestas. Pasé mucho tiempo en estas protestas, tratando de entender de lo que estaban hablando. Porque tenían su propio vocabulario, sus causas, que me parecían radicales y extrañas. Conforme fui estudiando fue quedando claro que los activistas y manifestantes solían ser gente que venía de lo que se podría llamar “estudios identitarios”

Por ejemplo, ¿de los estudios de género, los estudios coloniales y demás?

Sí, estudios de género, estudios indígenas, todas esas disciplinas. Muchas de las ideas que manejaban estos manifestantes venían de un canon asociado a esas disciplinas. Eso me acabó llevando a las universidades. Fui tirando del hilo hasta ver que eran las universidades las que estaban en el origen de la cadena de distribución de estas ideas. De ahí que acabara hablando con académicos sobre estos “estudios identitarios”. Estaba tratando de saber de qué iban esas ideas, pero pronto me di cuenta de que estos académicos no me querían allí. Seguí investigando y pronto di con el otro lado de la discusión, la gente que estaba en contra de esas disciplinas.

Se refiere a académicos…

Así es. Primero hablé con un profesor y académico al que no puedo citar, un especialista en civilización occidental. Recuerdo que me citó en su despacho y allí, empezó a hablar bajito sobre este tema hasta que decidió llevarme fuera de su despacho. Decía que estaba preocupado por si alguien le escuchaba. Acabamos en un café y habló de los efectos que estaban teniendo esos “estudios identitarios” y cómo él tenía que ir con mucho cuidado con lo que decía.

En privado, él estaba en contra de estas disciplinas, pero no iba a decirlo. Públicamente, para él y otros, estas cosas eran como Lord Voldemort, aquello de lo que no se puede hablar o solo se puede mencionar en susurros. Ahí supe que ahí había una película. Aquel profesor universitario me llevó a contactar a otros académicos, y luego supe de periodistas y escritores contrarios a estas ideas en privado, pero todos ocultaban sus opiniones en público. En este proceso terminé dando con Peter Boghossian. Él me habló de que tenía un proyecto secreto.

Ese proyecto terminó siendo su documental The reformers

Ya tenía el paisaje intelectual, tenía los personajes y, en Peter Boghossian, un protagonista. Pero también hace falta una misión. Él y James Lindsey acordaron conmigo hacer la película sobre ese proyecto secreto, independientemente de lo que pasara. Yo, de hecho, pensé que fracasarían. Piense en lo mucho que hay que saber para publicar artículos en publicaciones universitarias como a las que se dirigieron. Me parecía imposible que dos personas críticas con ese mundo académico lograran escribir y publicar esos artículos en esas publicaciones. Pensé que la película sería sobre cómo varias personas cometen un suicidio profesional.

¿Y en qué se convirtió finalmente su película?

La película es sobre el proyecto secreto que quiere revelar lo que realmente son esas disciplinas.

¿Cree usted que tuvieron éxito?

Sí. Tuvieron éxito por lo que implica que tres personas haciéndose pasar por integrantes de ese mundo académico publicaran siete artículos en diferentes revistas académicas de estas “disciplinas identitarias” –¡Uno de esos artículos incluso fue premiado!–. Hicieron cosas como relacionar de un modo académico cómo los perros se montan los unos a los otros en los parques con lo que se llama en estudios de género “cultura de la violación”. Lo que Boghossian me presentó en su momento como un proyecto secreto sí que consigue mostrarnos cosas sobre estas disciplinas.

¿El libro Cynical theories, de James Lindsey y Helen Pluckrose, pone la guinda al trabajo del que usted da cuenta con su documental?

Sí, yo colaboré en la redacción con James y Helen de Cynical theories. Es la culminación del trabajo de investigación que tuvo lugar en ese proyecto. Veo el libro Cynical theories como una obra de acompañamiento al documental.

Uno de los argumentos que se reprocha a los autores de esta operación para desenmascarar los “estudios identitarios” es que, si se trataba de un experimento, ha de haber un conocimiento de los participantes del experimento de que están participando en un experimento.

La situación en este tema es tal que podemos escalar nuestra forma de actuar. Esa distante actitud académica que usted describe era más bien para otro momento. En 2023 tenemos que escalar. Además, hay que tener en cuenta que el método académico es demasiado lento. Hay que acelerar las cosas.

En The reformers se aprecia, en cualquier caso, que, por ejemplo, Peter Boghossian intentó por activa y por pasiva hablar con los académicos e instituciones que acabaría denunciado con el “escándalo de los estudios del agravio”. ¿No es así?

Exacto. Estamos en un momento en el que, como dice Jonathan Haidt, en el mundo académico se aplican las normas como si fueran tenis. Pero estas disciplinas han entrado en la cancha de tenis y han empezado a arrollar a la gente. Ellos son los primeros que no siguen las normas. Por eso digo que, en la situación actual, las reglas del juego han cambiado.

Previamente, usted realizó un documental sobre lo que pasó en la universidad Evergreen State College, Bret Weinstein, Heather Heying and the Evergreen Equity Council. En él ya se veía lo que estaba pasando con las humanidades y lo que denunciaban los autores del “escándalo de los estudios del agravio”. A su entender, ¿Qué está pasando?

Es difícil explicar en términos generales lo que está pasando. Cuanto más general habla uno, más detalles se pierden. Pero estamos ante un fenómeno generacional, tecnológico –con las redes sociales, que se han convertido en una herramienta de distribución ideológica– y muchas otras cosas más. La aparición de Tumblr, Youtube, Twitter y demás, sumado al canon de activismo en las universidades, hizo que proliferaran unas visiones del mundo extrañas pero que en internet tienen sentido. Pero ese activismo académico es anterior a las redes sociales. Pero, digamóslo así, ese canon se escapó del laboratorio una vez que las redes sociales empezaron a servir para la circulación de ideas.

Recordemos, básicamente, que esas ideas son lo que se conoce como teoría crítica de la raza, de la teoría queer y la teoría postcolonial.

Sí, a mí me gusta llamarlas las tres cabezas de la hidra a la que nos enfrentamos. Porque son teorías que están ahí para socavar los regímenes liberales. Los académicos que están trabajando sobre estas teorías se han colocado en posiciones de control de la evolución del pensamiento de la civilización occidental y están manejando los hilos.

Hay gente que está plantando cara a estas teorías y a estas disciplinas de las humanidades que exponen los protagonistas de The reformers, pero parecería que no es suficiente. ¿Qué piensa usted?

No es suficiente, no. Es demasiado tarde para tener un comportamiento 100% académico. Ese comportamiento era, si acaso, para los años noventa. Piense en que hay artículos académicos defendiendo la meritocracia que acaban siendo publicados en publicaciones como The Journal of Controversial Ideas. O sea, que la meritocracia se ha convertido en algo controvertido. La defensa de la meritocracia, por tanto, ya no encuentra cabida en las grandes publicaciones científicas. En suma, los esfuerzos académicos en defensa de la meritocracia son un poco como los violinistas del Titanic. Mis respetos, pero es demasiado tarde.

¿Diría usted que tenemos un problema en el resto del mundo si atendemos a las Humanidades, que en Estados Unidos y el mundo anglosajón están corrompidas, como vienen a decir los protagonistas de The reformers?

Bueno, no creo, por otro lado, que las universidades estén jugando ahora un papel similar al que estaban jugando antes de la era de internet. Antes, el saber venía de las universidades. Pero eso ya no es así. La gente que gobernaba los espacios de saber e información ya no lo hace. Puede que trate de hacerlo. Pero su momento ha pasado ya. Decir esto tal vez sea demasiado radical. Pero no creo que estemos en una situación como la de los años ochenta o noventa. Sin embargo, el mundo occidental tienen un problema porque internet hace que las ideas circulen de forma muy diferente.

¿Y cómo valora tentativas como la nueva Universidad de Austin, un esfuerzo universitario liberal en el que participa Peter Boghossian? También han surgido nuevos medios de comunicación en esta línea, como The Free Press, de la mano de Bari Weiss, u otras iniciativas como las de la propia Helen Pluckrose o James Lindsay.

No quiero sonar cínico después de lo que le acabo de decir. Es verdad que se están presentando soluciones. Creo que muchas soluciones para el mundo académico o los medios de comunicación –que también generan información y saber– vendrán de fuera de esas instituciones. A mí me interesan particularmente las soluciones que se están produciendo fuera de esas instituciones. ~

20 de julio 2023

Letras Libres

https://letraslibres.com/politica/mike-nayna-nos-enfrentamos-a-una-hidra...

 10 min


Ignacio Avalos Gutiérrez

En estos días me he dedicado a pensar y leer sobre temas distintos, escogidos casi al azar. Son diversos los asuntos por los que deambulé, algunos de los cuales los expongo en estas breves líneas, sin ningún orden y sin ningún motivo que no sea el asombro, aderezado por el desconcierto.

Sube el “record” de calor

Leo que en el transcurso de las últimas semanas el planeta ha venido rompiendo sucesivamente el “record” de calor, registrando una temperatura cada vez más alta, estimación en la que coinciden todos los organismos que abordan el tema. Encima los expertos advierten que la marca podría superarse varias veces más este año, dándonos la pésima noticia de que estas olas de calor serán cada vez más frecuentes y severas. Concuerdan, además, en que tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles, no dentro de algunas décadas, sino ahora.

Me viene a la mente, entonces, la cantidad de informes que han estado alertando, desde hace alrededor de cincuenta años (recordemos “Los Limites del Crecimiento”, el famoso Informe del Club de Roma en la década de los setenta) sobre el riesgo que corremos los terrícolas y desfilan en mi memoria los infinitos acuerdos aprobados, casi bajo juramento, por la mayoría de los países, pero ignorado al momento de tomar las medidas correspondientes. Se le ocurre a uno, entonces, la sospecha de que los habitantes del mundo tienen tendencia hacia el “autosuicidio”, palabra inventada a finales del siglo pasado, según se cuenta, por un importante líder político de la denominada Cuarta Republica.

La Globesidad

Brincando de asunto observo que el mundo engorda con el pie en el acelerador, a tal punto que Organización Mundial de la Salud acuñó el término Globesidad para describir lo que está sucediendo en niños y jóvenes, adultos, hombres y mujeres, tanto en los países ricos (Estados Unidos a la cabeza: casi dos tercios de los adultos), como en los pobres, al igual que en los que se ubican entre aquellos y éstos. Se trata, pues, de una verdadera pandemia de la que no se libra Venezuela, según lo muestran las estadísticas, ubicándola entre los tres primeros lugares de América Latina. Es, pues, un grave problema de salud pública, según lo ha señalado el propio Gobierno.

Los diagnósticos explican que hay una inequívoca conexión entre pobreza y gordura y que, más allá de ciertos desacomodos en el funcionamiento del cuerpo, el gordo se fabrica por comer mucho, mal y con premura, además de llevar una vida sedentaria.

Pero el asunto tiene, así mismo, aristas económicas fundamentales. Un vistazo rápido señala que a lo largo de los últimos años ha tenido lugar un proceso de industrialización que, gracias a innovaciones tecnológicas y organizativas llevadas a cabo en buena medida en nombre de las sagradas economías de escala, se ha logrado abaratar el precio de los alimentos, homogeneizándolos mediante la adopción de sistemas que buscan cantidad, más que calidad, esto es, ser rentables, más que saludables. Transgénicos, concentración insalubre de animales, alimentados de manera inadecuada, aditivos químicos para la conservación de los productos, son, por mencionar algunos factores, propios de un esquema productivo cuya más clara señal de éxito, según opinó alguien con cierta dosis de sarcasmo, es el número de personas obesas.

La velocidad

Conforme a una expresión que se ha convertido en “cliché”, la sociedad de hoy en día se encuentra "enferma de prisa y totalmente anestesiada", y lo peor, es que los terrícolas somos cada vez menos conscientes de ello. Somos víctimas de “un estado de turbo temporalidad en donde todo va acelerado".

La rapidez se ha convertido en un criterio imprescindible para ordenar la vida, al extremo de que los países no se dividen únicamente entre desarrollados y subdesarrollados, sino en lentos y rápidos. Atragantarse en el almuerzo se convierte, entonces, en un dato relevante para transitar la ruta del progreso.

Así las cosas, la tranquilidad y el sosiego son valores incapaces de rivalizar con el termómetro del PIB o el número de automóviles por habitante. “Correr o morir”, that is the question. Ir a toda velocidad, aunque no se sepa muy bien hacia dónde, e incluso si se abriga la sospecha de que se va por la pista equivocada. Cosas éstas, así pues, que describen, si bien no de manera exclusiva, a la civilización occidental, como judeocristiana y rápida.

La Sedotofobia

Estamos expuestos diariamente a sonidos que, según la arriba mencionada OMS y otras muchas instituciones, superan el umbral de ruido saludable para nuestros oídos (alarmas del teléfono, tráfico en las ciudades grandes, tubos de escape, sirena de patrullas o ambulancia, música todo volumen en cualquier lado, en fin) Son, se advierte, sonidos que pueden acabar dañando seriamente el sistema auditivo.

Nuestro mundo se ha convertido en una metáfora del ruido, clasificado como un problema ambiental que afecta a las personas, tanto en su salud física (molestias ocasionales, diabetes, hipertensión, alteración de la frecuencia cardíaca…), como en su condición mental (insomnio, falta de atención y escasa concentración, fatiga, estrés, irritabilidad, lapsus de memoria, agresividad, depresión, ansiedad, …).

El ruido es uno de los factores medioambientales que provoca más alteraciones en la salud, después de la contaminación atmosférica. Sin embargo, lo peor es que nos hemos acostumbrado a tolerar el ruido y lo que es seguramente más grave, habituado a generarlo, esto es, le dimos carácter de costumbre.

Pero la cosa no termina allí puesto que diversas investigaciones han diagnosticado la “sedotofobia”, esto es, al miedo, a la calma, al sosiego y a la quietud. En una de sus canciones Joaquín Sabina habla de “un ruido que todo lo inunda, que no deja lugar para el sosiego o la paz que nace de una de las más preciosas -y subversivas- libertades que, mal que bien, aún nos quedan: el silencio”. Se está perdiendo, por tanto, un derecho fundamental de cualquier ciudadano.

La guerra

Pareciera que se nos ha perdido la noción del tiempo que ha durado sólo tenemos la certeza de que los muertos son miles de miles El conflicto se ha convertido en eso que los expertos denominan un problema geopolítico. Así, diversos países tercian en el asunto, cada uno con su barajita escondida tras las banderas de la paz, el resguardo de los derechos humanos, el repudio a las armas químicas y atómicas y el resto del bla, bla, bla, que condimenta la prédica de los que fungen como guardianes planetarios. Así las cosas, si por fin hay un cese a la guerra, es porque las distintas barajitas pudieron hacerse compatibles.

De nuevo, como si faltaran pruebas, se comprueba que las normas internacionales parecieran borradores escritos en servilletas. Que las diversas instituciones encargadas de elaborarlas y hacerlas cumplir, semejan un jarrón chino. Que les queda grande la globalización, no saben manejar la creciente densidad de las interdependencias y sólo observan las cosas desde la perspectiva del interés asociado al pedazo que corresponde al Estado Nacional.

Ucrania no será, tristemente, el último caso que ponga de bulto el peligroso déficit de gobernabilidad en el planeta. Lo más lamentable es que el conflicto será una derrota para todos, sea cual sea su resultado.

Queda demostrado por enésima vez que, al final de cuentas, la guerra solo la entienden (y sienten) los que la sufren, así como quienes son capaces de ponerse en su lugar y comprender que no existen causas por las que haya que morir.

Conclusión

Los asuntos considerados anteriormente dejan la sensación de que el planeta evoluciona sin una brújula que le señale la ruta que lleva y menos aún, si es la correcta, circunstancia cuya gravedad no es posible abultar en esta época trazada por la globalización (todo ocurre en todos los rincones del mundo), el agotamiento del vigente modelo de desarrollo (hace agua por todas partes) y las profundas trasformaciones tecnológicas (aceleradas y disruptivas), aspectos que desde hace un buen rato están enviando señales que hay que saber descifrar porque ponen a la especie humana entre la espada y la pared.

El Nacional, miércoles 26 de julio de 2023

 6 min


Karin van Groningen

¡El Narciso ha logrado atraer la atención sobre su persona desde hace al menos treinta y nueve siglos!... Y es que ya en el siglo XVIII a. d. Cristo los griegos le cantaban al Narciso, que había nacido de la unión del dios del río Cefiso y de la ninfa Liriope. Estaban encantados con él…

¡Ignoraban que habían sido víctimas de su embrujo malsano!... Ignoraban los griegos de aquellas épocas que la necesidad de hechizar era la condena que los dioses le habían impuesto al joven Narciso por haberse negado a enamorarse de la ninfa Eco y luego del joven Ameinias. En venganza lo obligaron a enamorarse de sí mismo. Y fue tan grande su auto enamoramiento que cayó en las aguas de un manantial, cuando incapacitado para otra cosa, abrazó su propia imagen autoadorada.

Fue el médico Sigmund Freud quien lo rescató y de ello hace solo dos siglos ¡Treinta y siete siglos pasó el Narciso abrazado a sí mismo en las aguas de ese manantial!... Y el médico psiquiatra lo llevó de inmediato al hospital. ¡Está enfermo! —dijo. Es un enano que no pudo crecer… ¡Un “enano” emocional! —gritó súbitamente con vehemencia. Es por ello que, ahora siendo un adulto, sigue manteniendo un yo infantil, grandioso y poco realista que necesita continua admiración —explicó el doctor—. Necesita que crean que es muy importante y especial y que lo traten en correspondencia con esa idea… Por eso se autopromociona constantemente manipulando la realidad e introduciendo cambios en los hechos. Por ello vive pendiente de los demás para sacar provecho de ellos a favor de su imagen fantasiosamente manipulada, mientras simula un amor que no siente, incapaz de entender los sentimientos y las necesidades ajenas. Autoimagen construida a su antojo que usa para tejer una red de dependencias psicológicas —siempre conflictivas—. Pero nuestro Narciso, concluye el Dr. Freud, es en realidad muy envidioso e inseguro sobre su propia valía, lo que le provoca visibles estados de infelicidad y de frustración que se disparan —sin control— cuando no recibe los favores, la atención especial, el reconocimiento o la admiración que cree que merece. Cuando no siguen sus recomendaciones expertas.

Lo cierto es que el Dr. Freud y el hospital —o el manicomio—no encontraron la cura a esta enfermedad y ese “enanismo emocional” parece haberse propagado conforme han seguido creciendo las masas humanas en el mundo. Y es solo en el siglo XXI, cuando tenemos el “instrumental médico” que permite observar la pandemia abiertamente —descarnadamente—. La tecnología detrás de las redes sociales y de los selfies delata a los millones de “enanos emocionales” que habitan en el universo como si se tratase de un poderoso microscopio, facilitándoles la manipulación para construir aquel mundo de fantasía en el que desean exponer y promocionar su imagen. Manifestaciones que se extienden como la pólvora entre grandes grupos de jóvenes y no tan jóvenes “emocionalmente inmaduros” poniendo en duda la tesis freudiana de la enfermedad y devolviéndolos al mundo mitológico de la Grecia Antigua. ¿Usted qué opina?

Copyright©Karin van Groningen Chiriboga

 2 min


Eddie A. Ramírez S.

La historia narra infinidad de derrotas de generales que, equivocadamente, pensaron que no tenían que realizar alianzas, ya que tenían suficientes recursos para vencer. Tal es el caso de Napoleón, quien desafió a las fuerzas de Inglaterra, Rusia, Suecia, Prusia, Austria y España, que lo vencieron en Waterloo. Por el contrario, Hernán Cortés pudo tomar Technotitlán porque se asoció con varios pueblos que no aceptaban el yugo de Montezuma. Otros, como Aníbal el cartaginés, creen equivocadamente que por haber ganado en varias batallas tenían ganada la guerra. Las alianzas son necesarias y es mortal descansar en Capua. Para vencer se requiere sumar y no descansar.

Ante la proximidad de un evento importante que puede desembocar en una solución positiva para Venezuela, es de vital importancia que los demócratas nos mantengamos alejados de los extremos. Otras veces nos hemos desbocado pecando de optimistas al creer que el mandado estaba hecho. Hoy, más que nunca, la oposición debe ofrecer un solo frente. Lograr que se levanten las ilegales inhabilitaciones y que haya una elección presidencial libre es tarea de todos. Insistir que hay una oposición verdadera supuestamente mayoritaria y otra que es complaciente e incluso colaboracionista con el régimen, es una insensatez. No podemos meter en un mismo saco a Brito, Parra y Timoteo, que son aliados del régimen, con otros con los que podemos tener diferencias, pero que han evidenciado que su objetivo es salir del régimen.

La comunidad internacional está consciente de que Venezuela requiere que se realicen elecciones libres. Para ello ha convocado reuniones entre el régimen y la oposición. Es lógico que para que puedan avanzar es conveniente que en las mismas participen presidentes como Petro, Lula y Fernández que evidencian simpatías por Maduro, pero que saben que el problema de los refugiados venezolanos que los afecta no se podrá resolver sin un cambio de gobierno. Quizá, ellos puedan influir más que otros a quienes el régimen percibe como enemigos.

En estas reuniones, la delegación de la oposición ha estado encabezada, acertadamente, por Gerardo Blyde. Sin embargo, algunos de los nuestros la descalifican porque “no nos representa”, alegando que no cuenta con el apoyo mayoritario de la nueva oposición conformada por los seguidores de María Corina Machado, quien, contra viento y marea, por tenaz y valiente, encabeza las encuestas. Sin embargo, también hay que tomar en cuenta que hay un elevado porcentaje de ciudadanos que todavía no se identifica con ningún candidato.

Tenemos un enemigo común al que hay que ofrecer un solo frente. Todos los partidos han expresado que el objetivo de cualquier negociación es lograr que el régimen acepte realizar elecciones libres. Entonces, ¿qué sentido tiene hacer quedar mal a Gerardo Blyde ante los gobiernos que tratan de interceder? ¿Cómo se selecciona a alguien que sí represente a esa parte de la oposición que percibe que es mayoría? ¿Pueden decirnos qué es lo que quieren corregir?

Algunos han dicho que hay que cambiar a los negociadores porque no han conseguido el objetivo. Cabe preguntar si alguien ha logrado doblegar al régimen. ¿Acaso lo logramos con el paro cívico, con las abstenciones, votando, convocando movimientos como La Salida o invocando la ayuda internacional bajo el tratado de Responsabilidad de Proteger? No es cierto que hemos fracasado por falta de estrategias, ni de iniciativas. No hemos tenido éxito porque enfrentamos un régimen sin escrúpulo, que apela a todo tipo medidas inconstitucionales, a las violaciones a los derechos humanos y que cuenta con apoyo de los militares, del sistema judicial y de gobiernos dictatoriales o autocráticos.

Recordemos que el 12 de abril 2002, Hugo Chávez regresó al poder porque, entre otros errores, pecamos de triunfalistas y descartamos contar con apoyo político que neutralizara al grupo de militares que lo regresaron a Miraflores.

Tenemos una nueva oportunidad. La calle volvió a despertar, tenemos una Primaria que debe dejar claro cuál es la dirigencia que tiene mayor apoyo de los ciudadanos. Tenemos que presionar para que se levanten las medidas ilegales que quieren impedir que algunos de nuestros candidatos ejerzan su derecho a competir. Como sabemos eso no será fácil. Por eso, es imprescindible que hagamos un frente común. Por otra parte, ganar la elección presidencial implica grandes movilizaciones y contar con testigos en todas las Mesas, lo cual obliga a dejar las descalificaciones y la prepotencia. ¡Cuidado con desbocarnos!

Como(había) en botica:

Mañana 26 de julio, se cumplen 70 años de la creación del Movimiento iniciado por Fidel Castro para combatir la dictadura de Fulgencio Batista. Surgió para construir una mejor Cuba, pero solo sirvió para empobrecerla y para promover violencia en varios países, entre ellos el nuestro.

Muchos venezolanos fuimos a Costa Rica a estudiar agronomía y regresamos a trabajar a Venezuela. En los últimos años un grupo numeroso regresó a ese bello y democrático país por causa de la dictadura de Chávez y Maduro. Uno de sus integrantes fue nuestro amigo y colega Nelson Cedeño, quien se ocupó de unirlos e integrarlos a la sociedad tica. Hoy lamentamos su fallecimiento. Así mismo, la partida de Jesús A. Semoco M., compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 4 min


Milagros Pérez Oliva

Después de una lucha sin cuartel, la mayor parte del tiempo con una doble jornada, gestionando la vida profesional en condiciones adversas y la doméstica con notables dosis de culpabilidad por no llegar a todo, llega la línea simbólica de la cincuentena y todo parece saltar por los aires. La edad corre para todos, pero los hombres no tienen una meta volante tan explícita como la retirada de la regla y, dado que la identidad social de las mujeres se ha construido a lo largo de milenios en torno a la fertilidad, cuando esta decae, parece que todo se derrumba. De repente, la escalera que subía comienza a bajar. Incluso las mujeres que ya han conquistado una habitación propia, como reclamaba Virginia Wolf, son invitadas a retirarse.

Pero muchas de esas mujeres, protagonistas de la mayor revolución de la historia, no se resignan a quedar sepultadas bajo el estereotipo del atractivo y la capacidad menguante, bajo las normas no declaradas de un edadismo que sutilmente les dice que vayan saliendo. No han conquistado tanto terreno factual y simbólico en el espacio público para aceptar volverse invisibles sin resistir. Pertrechadas en el conocimiento y la experiencia acumulados, cada vez más mujeres afrontan esa nueva etapa sin renunciar ni a la posición ni al deseo. Es la rebelión de la edad madura.

Con suerte, a una mujer sana, en el momento en que se le retira la regla le queda por vivir tanta vida como la que ha vivido con ella. ¿Por qué habría de aceptar el camino de la invisibilidad? En 2019, cinco mujeres, todas ellas profesionales muy activas —Maria Rosa Benedicto, Sara Berbel, Maribel Cárdenas, Estrella Montolío y Ester Pujol— quisieron salir al paso de lo que se les venía encima con un libro que titularon Imbatibles. La edad de las mujeres. Su propósito era lanzar una contranarrativa sobre la etapa de madurez y llamar a las mujeres a impugnar, allí donde estén, “la asociación entre edad y derrota”. Por supuesto que iban a abordar los cambios físicos que trae, aunque no siempre, el climaterio: sofocos, pérdida del deseo sexual, sequedad vaginal, aumento de peso y emociones a flor de piel, pero también lo que más temían de esa nueva etapa: “La falta de respeto, de credibilidad, el miedo a ser desplazadas al almacén simbólico de los productos caducados”.

Creían que las mujeres de su edad necesitaban un revulsivo como lo fue en los años setenta la obra Our Bodies, Ourselves (Nuestros cuerpos, nuestras vidas), del Colectivo de Mujeres de Boston, que en 1971 invitaron a sus coetáneas a impugnar la falta de control sobre su cuerpo y reivindicar su propia sexualidad y su propio deseo. Aquella revolución cambió la vida de las mujeres jóvenes. Queda por romper el relato del climaterio como el punto de partida de la mujer declinante. Ni abuelitas indefensas ni brujas amargadas. Quieren ser simplemente mujeres que envejecen con alegría, tan plenas y atractivas como antes y orgullosas de su experiencia y sus arrugas.

Las imbatibles pronto se dieron cuenta de que estaban pinchando en hueso porque, siendo varias de ellas autoras que habían publicado antes sin problema, con ese libro tuvieron que peregrinar para encontrar editorial. “La tesis les parecía demasiado disruptiva. No sabían dónde colocarlo”, recuerda Estrella Montolío, catedrática de Lengua e investigadora sobre Comunicación en la Universidad de Barcelona. Desde luego, la tesis no encajaba con la manida etiqueta de la autoayuda, que tanto vende. Cuatro años después, Sara Berbel, que acababa de dejar el cargo de gerente del Ayuntamiento de Barcelona, cree que es una rebelión aún bastante silenciosa, pero irá a más. “El tema está en la conversación pública y ha servido para poner el foco en el problema de edadismo, que sufren también los hombres, pero especialmente las mujeres”.

Así lo cree también Maribel Cárdenas, directora de uno de los centros monográficos de recursos para mujeres, innovación y economía feminista más relevantes de España, La Ciba de Santa Coloma de Gramenet, y directora de Políticas de Igualdad de esa ciudad que lidera desde hace años con mayorías absolutas la alcaldesa Núria Parlón. Cárdenas cree que hace falta una resignificación de cómo se transita hacia la vejez. “La identidad femenina está todavía mediada por la mirada masculina. Cuando no encajas en el ideario de esa mirada, pierdes todo el valor y, con él, el respeto. La suma de edadismo y sexismo es una expresión más de la desigualdad en algo que es irremediable, como es el paso del tiempo”.

Especialmente dura es esa presión en el caso de las mujeres directivas. “A los 28 te preparas para comerte el mundo, y sabes que te exigirán un alto precio. A los 58 te dicen que lo que has logrado no importa. Después de tantos años de esfuerzo por alcanzar posiciones destacadas, has de volver a luchar por no perder valoración y respeto”. Quien así se expresa es Esther Nin, directora de la Asesoría Jurídica Internacional del Banco de Sabadell. Cree que a los 50 las mujeres están en plenitud de su capacidad. Han llegado a esas posiciones a pesar de haber sufrido una doble presión, en el campo profesional y el campo del deseo, del atractivo, y justo cuando están en condiciones de recoger los frutos, cuando por fin han dejado lastre porque ya no tienen tantas obligaciones, surge una nueva barrera invisible: la de la edad. “De repente, los méritos desaparecen de la ecuación y has de volver a disciplinarte, no para llegar a ser, sino para no desaparecer”. Que en la sociedad del rendimiento se desperdicie toda la inmensa reserva acumulada por las mujeres no solo es injusto, sino ilógico.

Susan Sontag ya advirtió en 1972 en The Double Standard of Aging (El doble rasero del envejecimiento) que a partir de los 50, pareciera que los hombres maduren mientras las mujeres envejecen. Lúcida y rebelde hasta con la muerte, Sontang llamó a desobedecer la convención por la que hacerse mayor empodera a los hombres mientras destruye paulatinamente a las mujeres. Pero para romper esa convención y poder envejecer con asertividad hay que encarar bien el tránsito de los 50. Anna Freixas llama a la fase del climaterio “la edad de la renovación”. Después de escribir Sin reglas, sobre la liberación que implica dejar atrás la edad fértil, y Tan frescas, con prólogo de Rosa Regàs, sobre cómo una nueva generación de mujeres mayores, “las hijas del rock and roll y del feminismo”, rompían moldes y estereotipos, insistió en 2021 con Yo, vieja, un nuevo ariete contra las convenciones en el que, desde sus 75 años y con una larga trayectoria como profesora de Psicología Evolutiva en la Universidad de Córdoba, reivindica el derecho de las mujeres a una vejez libre, confortable y afirmativa, que no se oculta ni pide perdón por estar ahí. Lo considera la versión punk de Tan frescas, publicado en 2010, y lo que más le ha sorprendido es que “interesa a las mujeres mayores, pero sobre todo a las de 50 y a muchas de 40″. Decir la verdad con humor penetra mejor. También le ha deparado sorpresas agradables, como la de aquella pareja de mediana edad con la que se cruzó en la calle Ancha de Cádiz, ella ligeramente más alta y con su brazo sobre el hombro de él, que al cruzarse, le hacen un guiño: “Gracias por el libro”. Como las autoras de Imbatibles, hay muchas mujeres que, en esta nueva revolución, quieren tener a su lado a los hombres que aman. Hombres cómplices que quieren y valoran a las mujeres maduras, tan distintos de esos otros que solo quieren y valoran a las mujeres jóvenes. Y que refuerzan.

La fascinación por la juventud y el imperativo de la belleza a cualquier precio son los dos grandes corsés que el sexismo ha impuesto a las mujeres. Esa narrativa aboca a muchas mujeres a hacer esfuerzos titánicos por parecer más jóvenes de lo que son a base de gimnasio, dietas draconianas y/o cirugía estética. Para Esther Nin: “Hay que luchar también contra la otra invisibilidad, la consentida, porque el patriarcado es una sociedad anónima de la que todos tenemos acciones, incluidas las mujeres. Hay un patriarcado de la coerción, que somete con el burka, y un patriarcado del consentimiento, el de la delgadez, el tinte y la depilación, que es una presión interiorizada y aceptada”. Cuanto más marcado y más unívoco es el ideal de belleza, más mujeres sufren por quedar fuera del canon. En España debe ser muy fuerte porque, con el 8% de todas las intervenciones que se registran, se ha convertido en el primer país de la UE y el cuarto del mundo en el que más cirugía estética se practica. Esa forma de luchar contra el tiempo es una tortura y al final está destinada al fracaso, porque el ideal puede ser eterno, pero el cuerpo no lo es. “No podemos (ni debemos desear) tener a los 50 el mismo cuerpo que a los 20″, zanja la doctora Maria Rosa Benedicto, coautora de Imbatibles y especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.

El climaterio comporta cambios físicos y puede entrañar un ligero aumento de peso. Es conveniente hacer deporte y seguir una dieta sana a cualquier edad, y especialmente en el climaterio, pero no para cumplir con imposiciones externas, sino para sentirse bien y proteger la salud. Ese es el objetivo a perseguir. Pero antes que convertir los cuatro kilos de más en una obsesión es preferible lucirlos. Lo mismo que las arrugas. O las canas. Este es otro signo de rebeldía que crece. Cada vez hay más mujeres que dejan de teñirse y lucen su pelo blanco como si fuera una pancarta: “Aquí estoy. Yo soy así”. El hecho mismo de presentar síntomas ya no se vive de forma vergonzante: “¿Soy yo o es que hace calor?”. ¡Contra los sofocos, abanicos! La fotógrafa Montse Roura suele recordar que se dio de bruces con la menopausia porque ella sola reunía todo el muestrario de síntomas. Eso era en 2010 y tuvo la idea de crear una web donde compartir información, experiencias e inquietudes con otras mujeres. Ella y el abanico tiene ahora 12 millones de seguidoras.

Para la sequedad vaginal, como para los sofocos, hay remedios. Para lo que no los hay es para el mito de la eterna juventud. Fue una gran feminista, Germaine Greer, quien en los años noventa se rebeló contra la pretensión de la industria farmacéutica de “vender” la terapia hormonal sustitutiva como la pócima mágica para seguir siendo jóvenes. Es un tratamiento que combina estrógenos y progesterona para compensar la pérdida fisiológica de estas hormonas, de manera que el cuerpo reacciona como si continuara teniendo la regla. Se llegó a recomendar prescribirlo con carácter preventivo a todas las mujeres durante por lo menos 15 años a partir de los 50. Aunque en Estados Unidos llegó a recetarse masivamente, por suerte se impuso la prudencia, porque más tarde se demostró que también tenía riesgos importantes. Ahora está indicado para tratar los síntomas, pero solo cuando sea estrictamente necesario. La ciencia está para ayudar a vivir mejor, pero hay que ir con cuidado con la medicalización de la menopausia si eso implica riesgos y contribuye a negarla como parte natural de la vida o a presentarla como una etapa indeseable que hay que pasar con culpa y a escondidas.

En realidad, no hay dos menopausias iguales y la mayoría son llevaderas. A partir de los 45, la actividad del ovario disminuye y comienza a bajar la producción de estrógenos y progesterona hasta que cesa la regla. Eso ocurre entre los 50 y los 55, aunque el estrés y la contaminación están provocando cada vez más casos de menopausia precoz. Estos cambios hormonales tienen, obviamente, consecuencias. Carmen Sánchez Martín ha cumplido 55 años y está justo en ese punto en el que va a poder sincronizar el conocimiento adquirido en 30 años de experiencia como sexóloga con sus propias vivencias. Cuando empezó a trabajar en un centro de planificación familiar comenzó a tratar mujeres con menopausia que le doblaban en edad. Como explica en su libro El sexo que queremos las mujeres, la caída de estrógenos y progesterona influye en el deseo sexual, pero la biología no lo es todo. “Somos seres biopsicosociales”, recuerda. “Si has vivido bien y tienes relativamente buena salud, dejar de ser fértil no ha de significar dejar de tener deseo”.

La experiencia de Carmen Sánchez es que cada mujer vive la menopausia y su sexualidad de forma diferente. Para unas es un trago, para otras una liberación. Todo depende de cómo han vivido antes y del contexto socioeconómico al que pertenecen. De la salud que tengan y las posibilidades de cuidarse. Hay mujeres muy enfocadas a la maternidad que sufren el síndrome del nido vacío y, a veces, en esa edad, entran en una crisis que afecta también a su relación con la pareja. Pero otras viven más intensamente su propia sexualidad y la relación de pareja se refuerza. Si hay una ruptura sentimental, cuando se rehacen, el deseo vuelve. Y si están solas descubren el poder de la autosatisfacción. Algunas incluso han experimentado por primera vez el sexo con otra mujer.

Uno de los aspectos de esta rebelión es, en opinión de Sara Berbel, que cada vez hay más mujeres maduras que empiezan a tener sexo con otras mujeres. “El hecho de que a los hombres ya no les interesen tanto hace que se centren en las relaciones con otras mujeres, y de ahí surge a veces la oportunidad de relaciones amorosas inesperadas, que no se habían planteado nunca”. Maribel Cárdenas está de acuerdo y señala que en estos casos las vivencias son muy diferentes: el elemento central no suele ser el sexo, sino el vínculo. Pesan más sentimientos como la admiración, la compenetración o la complicidad.

Todas señalan que el climaterio es un excelente momento para limpiar el desván de todo aquello que ya no te sirve. De ser selectivas, desprenderse de las mochilas y encontrar una nueva libertad, incluidas otras experiencias afectivas. “Se ha creado el mito de que, tras la menopausia, las mujeres no solo no son deseables, sino que no son deseantes. Ni objeto ni sujeto de deseo”, recuerda Carmen Sánchez. Pero para muchas mujeres significa poder empezar a vivir como quieren. Dejar de preocuparse tanto por ser deseadas y desear ellas más, como en la película Buena suerte, Leo Grande, en la que una magnífica Emma Thompson encarna a una mujer en edad madura que se atreve a vivir la experiencia del sexo como nunca antes lo ha hecho.

Porque ni la vida ni la sexualidad se interrumpen cuando se va la regla, pero el lenguaje y el discurso sobre el climaterio no son neutros, como bien sabe Estrella Montolío, de ahí la importancia de apoderarse de las palabras y hacer oír la voz femenina madura. “A nivel social está ocurriendo algo muy relevante: la reivindicación del deseo. Después de la menopausia, las mujeres se sienten tan vivas y tan potentes como antes, y quieren seguir siéndolo. Lo que cambia es la mirada de los otros”. Por eso considera tan importante que haya referentes potentes en los medios de comunicación. Esas escritoras, deportistas, artistas, periodistas, investigadoras, sindicalistas de edad madura que no están dispuestas a ceder ni un centímetro.

Como ha descrito la presentadora de televisión June Sarpong en The Power of Women (El poder de las mujeres), nombrada en 2019 comisaria de Diversidad Creativa de la BBC británica, que haya referentes femeninos es esencial para empoderar a las mujeres, especialmente en el escaparate que son los medios de comunicación, de los que suelen desaparecer al llegar a los 50. “Cuanto más se empodera a las mujeres, más hombres se liberan de la esclavitud del patriarcado que ellos mismos han creado”.

La rebelión está en marcha, pero Maribel Cárdenas ve riesgo de involución. “Es la relación de poder la que devuelve a las mujeres la mirada de sí mismas. Las mayores hemos de seguir luchando por nosotras, pero también por las jóvenes. Por cómo se ven en el espejo: en una sociedad hipersexualizada, las jóvenes están interiorizando que su valor pasa, más que nunca, por el físico, en un discurso muy peligroso que hace que tengan una relación problemática con su cuerpo. Aprenden que hacerse mayor es lo peor que te puede pasar. Pero no es un proceso individual, sino colectivo. Hay que cambiar ese espejo deformante y eso solo se puede hacer desde una mirada colectiva. Plantando cara”. La edad del climaterio no es, como ya escribía en 1991 Germaine Greer en El cambio: mujeres, vejez y menopausia, “una etapa que deba vivirse apresuradamente, procurando dejarla atrás cuanto antes, y menos debe ser ocultada o negada. De estos años depende el resto de tu vida, una vida tal vez tan larga como la que ya has tenido”.

22 de julio 2023

Ideas

https://elpais.com/ideas/2023-07-23/adios-a-los-mitos-de-la-menopausia-l...

 13 min


Benjamín Tripier

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, observa mientras habla con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente de Colombia, Gustavo Petro y el presidente de Argentina, Alberto Fernández durante una reunión al margen de la cumbre de la Unión Europea-Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (UE-CELAC) en el edificio del Consejo Europeo en Bruselas el 17 de julio de 2023. Foto: Emmanuel DUNAND / AFP

Es natural que una sociedad esencialmente optimista como la venezolana, se la pase buscando puntos de referencia que le den la esperanza de que las cosas pueden mejorar. Y claro, lo que le llega a la gente es la interpretación sesgada de lo que realmente ocurre o de lo que realmente se dice, y si eso que le llega es manipulado y tendencioso, entonces viven en una montaña rusa emocional, donde la realidad los deprime, y la interpretación los alienta… pero, como la realidad se impone, se vuelven a deprimir, hasta que se les inyecta otra dosis de información trucada, y así en forma continua y desgastante.

Las conclusiones a las que se llegó en la reunión de diálogo de esta semana en Bruselas, entre la VPE y Gerardo Blyde, que se plasmaron en un documento, dieron pie a la afirmación local de que se levantarían las sanciones, la cual no solo no fue precisa, sino que fue tendenciosa y parcial, pues el concepto de “levantamiento” siempre estuvo asociado al tema del fair play electoral… pero solo después (o a medida) que se avanzara en el proceso de elecciones libres y transparentes.

Lo cual, no figuró en la interpretación oficial que solo se concentró en lo de las sanciones, y, ya para ese momento, todos sabíamos que no sería así, por las dos señales brutales de descabezar al CNE y de inhabilitar a María Corina Machado, y tuvieron que salir Macrón y Borrell a desmentir y a aclarar.

Hay que reconocer que esa reunión fue una sorpresa inesperada, parecida a la “cumbre” de Petro, o al encuentro con Lula. Todo se ve muy desarticulado, como buscando la manera de entrarle al tema, y repitiendo experiencias estériles del pasado (porque nada de esto es nuevo) que no conducen a nada concreto.

Lo que sí habría que rescatar como novedoso y positivo, es la afirmación de Lula sobre que Venezuela está «cansada de pelear» y «quiere encontrar una solución», sin ganas de repetir lo mismo, y yo agrego, y estar cada día peor… porque en realidad es un desgaste permanente que horada las bases emocionales de la población.

Aunque a estas alturas, estoy seguro que Lula no lo dijo pensando en el sufrido pueblo de Venezuela, sino como parte de una estrategia comunicacional, la cual, tratándose de él, sería en apoyo a Maduro… al igual que lo hacen Petro y Fernández, que son amigos de su gobierno.

Porque debe estar claro para esos presidentes que el chavismo no puede entregar el poder sin recibir unas garantías que nadie puede darles, porque no se trata de si el futuro gobierno de la oposición puede o no puede pactar alguna “justicia transicional”, sino que, en el resto del mundo, hay órdenes de captura y procesamientos que funcionan en canales independientes, que difícilmente el nuevo gobierno de Venezuela pudiera desarticular… así quisiera hacerlo, no tiene el poder ni la influencia para lograrlo.

Regresando al optimismo fantasioso con el comencé esta nota, siguen dando vueltas rumores infundados de extender la licencia de Chevron a otras empresas, de levantar sanciones en esto o en aquello, de que las elecciones en EE UU nos van a beneficiar, y en general de seguir focalizándonos en las consecuencias, evitando concentrarnos en las causas e intentar corregirlas.

Porque seguimos con el mismo modelo político que no solo ha perjudicado al país hasta niveles impensables, sino que también al mismo chavismo, fuente de ese modelo, lo va dejando cada vez más solo en la percepción del pueblo de Venezuela; y, hasta sus amigos, se están cansando de defender lo indefendible. La palabra “cansado” que usó Lula, no solo se refiere a Venezuela, sino, principalmente a él mismo y a los amigos, que ya no saben qué actitud tomar frente a Venezuela. Por eso lo de “desarticulado” que les mencionaba más arriba.

Político

Si bien la agenda política la está marcando la oposición, eso no significa que esta tenga alguna influencia sobre el presente o el devenir económico de Venezuela. La oposición, si bien ahora se está volviendo algo concreto, y ya no es solo una abstracción deseada y conceptual, aún no tiene perspectivas de influir en el curso de los acontecimientos, ni en el proceso de toma de decisiones.

Pero sí es importante que la oposición vaya creando conceptos referenciales como para que la gente, la gran masa de gente que ha internalizado y normalizando nuestra situación, vaya procesando que hay formas diferentes para vivir mejor… que lo que nos pasa, no tiene que seguir siendo así… que, en definitiva, hay una vida mejor y posible, que se merecen, y a la cual tienen –tenemos- derecho.

La conferencia de María Corina Machado en Nueva York se ha constituido en el primer planteamiento electoral concreto que ha realizado candidato alguno en los últimos años, sobre sus planes sobre la economía. Lo hizo en inglés fluido, una profesional universitaria con postgrado y experiencia laboral en el sector privado, con y sin fines de lucro, de buena familia y buena formación de hogar, honestidad, con principios éticos sólidos y alineados con el sentir de cualquier venezolano común… que con su sola presencia destila honestidad y transparencia.

Porque esto que escuchamos todos los días sobre socialismo y redistribución, 25 años después de ver tanta destrucción moral y estructural, robo y corrupción, aún no puede ser procesado por la gente, que, en su inmensa mayoría cree en la propiedad privada, en el trabajo y en los méritos. En todo este tiempo no se logró cambiar los paradigmas de base de una sociedad que, cuando sale huyendo al exterior, se comporta como se hubieran comportado aquí si se los hubieran permitido. Los países receptores de nuestra diáspora, no tienen más que palabras de alabanza para nuestros hermanos emigrados a la fuerza.

Y esto que está pasando con el renacimiento de la oposición de la mano de María Corina Machado, es en realidad, una bocanada de aire fresco, como hace ya mucho tiempo no se sentía. Porque si bien ella lleva mucho tiempo en la lucha política, en realidad es percibida como si recién llegara… claro… es que tal vez, su mensaje, recién ahora está llegando… recién ahora, con tanta destrucción y desolación, la gente está preparada para entender que como vamos, solo se destruye… y ella, propone construir… y eso, después de tanto tiempo, resulta ser novedoso y hasta fresco… ella se percibe como la entrada de aire fresco.

Social

El video que circuló esta semana de varias familias disputando con los perros callejeros los restos de comida arrojados a la basura por un restaurante en Sabana Grande, no es sino la documentación formal del “triste espectáculo” que uno aprecia en vivo todos los días, cuando transita por la ciudad de Caracas, y que por vergüenza no documenta grabando en su teléfono, solo queda grabado en las retinas. Y me dicen que en el interior la situación es aún más dramática.

Porque cuando hablamos de caída del consumo, de inflación y de recesión, nos estamos refiriendo a una masa de cinco millones personas que son aquellas que, al estar incorporadas a la economía, tienen la oportunidad de lidiar con esos fenómenos.

Pero quedan 21 millones más, a los cuales no les afecta esa situación porque viven en un nivel de pobreza e indigencia tal, que no tienen acceso si no a la caridad y la limosna. Su preocupación es quién los ayudará ese día para alimentarse… a ellos y a sus familias, casi siempre encabezadas por las madres que se han convertido en la cabeza de los grupos familiares.

Si ya el Estado no puede ayudarlos, entonces todo terminará recayendo en las personas naturales y jurídicas que componemos el sector no gubernamental de la sociedad. Entre la preocupación de cada uno de nosotros para con la gente que tenemos cerca, y los esfuerzos organizados de RISE de las empresas, debemos asumir que tenemos que ayudarlos.

Económico

Estamos arrancando una nueva etapa económica, que no se parece a las que hemos ya transitado bajo el chavismo, por lo cual, no sería razonable intentar soluciones que fueron útiles en otros momentos del tránsito por la revolución, pero que ya no lo son.

Al haber vivido la escasez profunda y la hiperinflación, y haber salido de ella flexibilizando la economía con énfasis en que no sea un delito operar en dólares (aunque no sea totalmente de curso legal), y en la exoneración de derechos de importación, con énfasis en el “puerta a puerta”, y sin haber abandonado la recesión continuada y progresiva. Lo cual le dio relevancia al sector privado empresarial de la economía.

Y esa relevancia, alineada con una oposición política que se está haciendo notar, aunque aún no tenga influencia, comenzó a ser interpretada por el gobierno como una amenaza política, lo cual generó dos movimientos en paralelo que estamos viviendo en la actualidad:

  • Uno con mensajes directos a los empresarios de “no se metan en política porque perderán”,
  • otro con medidas concretas de desaceleración del consumo, congelando salarios y estimulando los aumentos de precios, en un marco de inacción y estancamiento.

Se ha producido como un torniquete que ha hecho que todos los sectores de la economía, de una forma o de otra, hayan sentido el freno en el consumo, el aumento de los inventarios, y, aguas arriba, el freno a las importaciones y a la producción.

La última información sobre el “puerta a puerta” está en un arancel del orden de 38%, lo cual será íntegramente trasladado al precio, que sacará al producto del rango de alcance del consumidor, el cual se abstendrá de consumirlo.

Si esa desaceleración se pone en el contexto de fuertes limitaciones al financiamiento, entonces estamos condenando a la economía a su minimización. Si el PIB de Venezuela en 2022 fue de 65.500 millones de dólares y pensáramos que en este 2023 se sostiene, y el de Guatemala es de 78.315 millones de dólares para 2023, y el de Haití, para esa misma fecha es de 17.758 millones de dólares, a este paso, tenderemos más a acercarnos a Haití (el país más pobre de la región) que a Guatemala.

Tenemos todos los elementos como para salir de esta situación negativa y aprovechar las capacidades de nuestra gente, nuestra situación geográfica, y la potencialidad de nuestra economía, pero el modelo político económico (independientemente de las sanciones que no son internas) bajo el cual estamos administrando los elementos mencionados, solo la está profundizando (a la situación negativa), y seguimos perdiendo oportunidades.

Porque así la gente se haya ido acostumbrando a lo que pasa, y las expectativas de cambio se van durmiendo, el factor tiempo es importante, porque la generación de los baby boomers (que es la de la experiencia y la sabiduría) se está yendo de este plano, la de los millennials y la generación Z es limitada (por la emigración) y está en fase de maduración, y la que está moviendo el país en la actualidad, no solo es insuficiente, sino que está viciada y acostumbrada a que la “normalidad” es lo que vivimos, y no hay manera de que la perciba como una excepción.

Habría que hacer un cambio muy profundo en la mentalidad de gerentes y empresarios como para refrescar sus estrategias de negocio, y pasar del modo supervivencia, al modo innovación, crecimiento y desarrollo disruptivo.

Internacional

Ya la campaña presidencial en EE UU está dando sus primeras aproximaciones al perfil de lo que será. Una vez más será Biden contra Trump, pero esta vez Biden desde el gobierno, y Trump en la oposición.

Biden luce más actualizado, por simplemente estar en un gobierno que va navegando con el tiempo y se ve forzado a estar actualizado. Por un lado, porque debe lidiar con el progreso y el avance de la sociedad; y por otra parte por los avances y movimientos que él, desde el gobierno, le induce a esa sociedad. Lo cual lo obliga a estar en permanente actualización. Palabra clave: actualización.

No solo por los dos grandes frentes internacionales, Rusia y China, sino por la administración de las alianzas de alto nivel, y por la necesidad de interactuar con amigos y enemigos de nivel medio o bajo de poder e influencia global.

Del otro lado, su contrincante, Trump, no solo no está en modo actualización permanente, sino que aparenta haberse quedado en el tiempo, cuando Rusia no era el enemigo que es ahora; se está presentando como el amigo de Putin, justo en el momento en el que su figura (la de Putin) está percibida por la humanidad asimilada a la de Hitler en la WWII. Y continúa con un discurso disruptivo, que dio beneficios en su momento, pero que luce desalineado con la sociedad actual. Palabra clave: estancamiento.

Lo que no quiere decir que el estancamiento no pueda vencer a la actualización, porque al interior del Partido Republicano, le está ganando por mucho a su competidor DeSantis. Lo cierto es que la percepción de la actitud de Trump frente a Rusia-Ucrania, y frente a la OTAN lucen fuera de tiempo, y, visto desde afuera de EE UU, donde la campaña presidencial llega casi desarticulada, Trump parece un aliado de Putin, atacando a Ucrania, a la OTAN y a la UE.

No parece ser el presidente que EE UU necesita en estos tiempos… no obstante, los americanos son los que van a terminar decidiendo, y el resto del mundo, entre ellos nosotros, terminaremos impactados por cualquier cosa que ese pueblo decida. Y al ser el país más importante de la tierra, las asimetrías mutuas con cualquier país o bloque de países, siempre serán positivas, y para los demás, resultarán negativas… lo que en este enfoque significa aceptantes, y sin derecho a réplica.

Tal vez para un país del poder y tamaño de EE UU, el resto del mundo también debería participar en la elección de ese presidente.

Y en cuanto a nosotros, no debería haber cambios sustanciales en la relación con EE UU, sea Biden o sea Trump, porque se trata de decisiones bipartidistas y de Estado, basadas en una caracterización estructural, de reconocernos como una amenaza a su seguridad interior. Y mientras eso sea así, y por otra parte sigan convencidos (por las confesiones oficiales y de los corruptos que tienen procesados y condenados en EE UU) de que cualquier excedente económico que reciba el gobierno será cooptado por la corrupción, pues no habrá manera de que cambien o alivianen nada… más bien podrían endurecer algo.

Pero como dijo Juan González en estos días, “ya les estamos aplicando las sanciones más duras que se pueden imponer”. Aunque agregó nuevamente lo de la paciencia que se les agota; lo cual sumado al “cansancio” de Lula, es posible que, sin descartar sanciones, busquen otros métodos para aproximarse a la solución de la catástrofe en la que nos encontramos los que vivimos en esta Tierra de Gracia.

Recomendación

  • Al gobierno: que revise el conjunto de medidas que se van tomando, porque no solo no están contribuyendo a salir del estancamiento, sino que están profundizándolo. Una medida positiva, pero de alcance limitado, fue la de la armonización tributaria; pero por otra parte y con potencial impacto negativo muy alto a lo largo y ancho de la economía, está lo de las tasas de importación, lo cual incluye 38% al “puerta a puerta”. Sigue sin estar clara la estrategia económica del gobierno, aunque, visto desde afuera, pareciera de radicalización del control político, al cual se subordina el tema económico.
  • A la dirigencia opositora: que reconozca que no se está eligiendo un candidato, sino un líder que guíe y acompañe a la oposición “hasta el final”. Ya debería estar clara la situación real del liderazgo opositor, y quienes tienen o no tienen posibilidades de ganar las primarias, y apostar, con o sin primarias, a reconocer y apoyar a quien supera por varios cuerpos al segundo lugar, que en este caso es María Corina Machado; hoy, si preguntas por el líder de la oposición, así como hasta el año pasado la respuesta era Guaidó, ahora, casi sin duda, la respuesta será: María Corina.
  • A la dirigencia empresarial: que impulsen la focalización en la transacción de última milla, justo en el perfil de contacto entre oferta y la demanda, entre el que vende y el que compra. Y que hagan lo necesario para que cada operación pueda cerrarse, optimizando los precios y las presentaciones, para que el consumidor, interesado en cerrar la transacción, pueda hacerlo. Se trata de alinear la oferta, a las posibilidades del flujo de caja de la demanda. Tratar de ver el conjunto, pero focalizarse en la transacción. Hay que concentrarse en ese punto de contacto para lograr superar la etapa de radicalización económica que todo indica se está gestando… ojalá que esté equivocado en el análisis.

https://www.elnacional.com/venezuela/entrada-de-aire-fresco-analisis-de-...

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Fernando Mires

La frase exacta, tantas veces citada del barón Carl von Clausewitz, es la siguiente:

«La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas por otros medios»

En esa frase encontramos de modo condensado el espíritu de su obra inconclusa De la Guerra. Un tratado sucinto en donde Clausewitz enseña que la guerra no es un acto aislado, de modo que las estrategias deben contemplar factores no militares, entre ellos la demografía, la cultura, las estructuras sociales, las formaciones políticas, las biografías de los oficiales enemigos, y mucho más.

  1. El objetivo de la guerra es ganarla, y toda la ratio de una guerra debe ser puesta al servicio de la posibilidad de un triunfo. Pero ganar la guerra no significaba para el barón matar más soldados que el enemigo, sino imponer las condiciones de uno de los bandos las que, dependiendo del curso de la guerra, nunca serán las mismas que a ella dieron origen. Volviendo a la frase clásica, Clausewitz se refiere justamente al origen de cada guerra, y ese origen es siempre político. Pero, ojo, lo político no está antes ni después de la guerra, sino latente al interior y durante su permanencia. Si una guerra se desconectara de la política, pensaba el autor, ninguna guerra tendría final, por eso la guerra, a lo largo de su extensión, consulta a la política. En ese punto Clausewitz conectaba con Kant de cuya filosofía era apasionado lector. La guerra, para Kant, no dependía solo de las armas, sino también de los armisticios, hoy llamados negociaciones, y estos no pueden ser sino políticos.

Sin conexión con la política, la guerra se convierte en absoluta o total. Hitler y Goebbels apostaron por la guerra total. No así Stalin. Tan asesino y malvado como Hitler, el dictador ruso sabía retirarse a tiempo cuando las condiciones lo exigían. Así lo hizo en 1949, cuando notó que la decisión de los Estados Unidos de no dejarlo avanzar ni a Turquía ni a Grecia, iba en serio. Entonces Stalin congeló el avance soviético, optando por una guerra limitada con Occidente. La Guerra Fría fue muy caliente, pero no al interior de Rusia, ni de Europa, ni de los Estados Unidos. Desde Stalin aparecerían las guerras de representación. Las más cruentas fueron las de Corea y Vietnam.

Stalin era un estratega político militar (si se quiere, un geopolítico) a diferencias de Hitler que era solo un estratega militar.

Hacia dentro de Rusia, Stalin era un carnicero. Pero hacia afuera era un interlocutor hábil, e incluso, confiable. Roosevelt, Churchill (lo dijo en sus memorias) y Truman sabían a qué atenerse frente al tirano ruso. No así con Putin.

Putin –lo ha demostrado desde las sangrientas guerras cometidas en Chechenia, Georgia y Siria– se pasa todos los acuerdos internacionales por su lugar de atrás. Esa es la conclusión a la que están llegando, durante la invasión a Ucrania, la mayoría de los gobiernos occidentales: Putin no es un interlocutor político confiable. En el mejor de los casos, es un interlocutor militar. No sabemos si Stalin leyó a Clausewitz, pero aún sin haberlo leído, lo entendía. Seguramente Putin ha leído a Clausewitz, pero no lo entendió. Por eso, no pocos historiadores, entre ellos Appelbaum, Snyder, Garton Asch, han llegado a la conclusión de que Putin, a pesar de ser ruso, está más cerca de Hitler que de Stalin.

  1. Siguiendo a Clausewitz. la política no solo antecede a la guerra. Además está contenida en ella, del mismo modo como los embriones de la guerra yacen al interior de la política. En las dos prácticas hay lucha por el poder, en las dos hay antagonismos entre enemigos o adversarios, en las dos existe el goce de vencer. De ahí que el traspaso de una a otra, no suprime ni a la una ni a la otra.

En sentido estricto la guerra comienza cuando el antagonismo no puede ser librado con palabras. Por lo tanto, si es cierto que la política nació de la guerra, la guerra –me refiero a la guerra moderna– nace desde la política. O mejor dicho, de una decisión política. Significa: todas las guerras tienen razones que las pueden justificar. En una sociedad política, la decisión debe ser explícitamente fundamentada. Esa fundamentación debe, no solo ser, sino también aparecer, como verdadera.

La guerra, casi no hay necesidad de escribirlo, requiere de mentiras. Esa es la diferencia entre la política y la guerra. No porque en la política no existan mentiras, ni mucho menos porque el objetivo de la política sea buscar la verdad, sino porque la política es deliberativa. La tarea del político, en efecto, es convencer al mayor número posible de personas. La tan denostada retórica es antes que nada el arte de saber convencer y para eso requerimos de argumentos que reflejen la realidad tal como la entendemos. En la guerra ocurre exactamente al revés: el objetivo es engañar al enemigo, sorprenderlo, difundir mentiras, tender trampas, divulgar noticias falsas para desorientarlo. Un general que no sabe mentir en la guerra puede ser muy buena persona, pero es un mal militar.

A quienes en una estrategia militar no se debe mentir, es a los propios soldados.

Y el único lugar en la que un político no debe mentir en ese peldaño que separa a la política de la guerra, es acerca de las razones que obligan a tomar esa decisión tan radical. Una decisión que es, en el más pleno sentido del término, existencial, pues cada soldado asume la posibilidad de morir. Por cierto, todos somos, en el sentido ontológico de Heidegger, seres que vamos hacia la muerte. Pero el soldado asume esa ontología de modo inmediato. Él sabe que va hacia la muerte, si no a la suya, en lugares donde muchos morirán.

Ese soldado tiene, por lo tanto, el mínimo derecho de saber por qué va a morir o a matar. Como también lo tienen sus padres, sus esposas o novias, sus hijos, sus amigos. No decir a los soldados y a su nación las razones por las cuales serán enviados a combatir y, probablemente a morir, es un doble crimen. Por un lado es un crimen político y, por otro, un crimen de guerra.

  1. De acuerdo a las razones expuestas, George W. Bush, durante la guerra de invasión a Irak procedió como un criminal de guerra, como un criminal político y como un criminal común a la vez. Como un criminal de guerra, mandó a morir y a matar a sus soldados en nombre de verdades que eran mentiras. Como criminal político, engañó a la ciudadanía de su país. Como criminal común, chantajeó y presionó a altos oficiales para que mintieran por «razones superiores», las que nunca reveló. Si no gozara de inmunidad, Bush debería estar en prisión.

Sadam Hussein era un despiadado dictador, no cabe duda. Había de sobra razones morales y políticas para obstaculizar su mandato. De hecho, desde su invasión a Kuwait, castigada legal y legítimamente durante el gobierno de Bush padre, Hussein era un factor de peligro para aliados directos de los Estados Unidos como en ese tiempo eran Turquía, los Emiratos, Arabia Saudita. Pero sobre todo era una amenaza para un estado amigo: Israel. Sin embargo, ninguna de esas razones eran suficientes para legalizar una invasión en Irak. Fue así como Bush, en comunicación directa con el Pentágono y la CIA, decidió, como presidente constitucional, inventar una mentira para justificar «su» invasión frente a sus soldados, frente a su ciudadanía y frente al mundo.

  1. Hannah Arendt, siguiendo más a Kant que a Heidegger, nos ha dejado textos muy útiles para reflexionar en torno al tema de la verdad y la mentira en la política.

En uno de ellos, Verdad y Política, Arendt realiza su conocida distinción entre verdades racionales y verdades fácticas. No oculta que las verdades de la razón, aun pasando sobre la verdad de los hechos, son de uso corriente en la política. Las verdades racionales (o mejor: racionalizadas) están, según ella, puestas al servicio de supuestos fines superiores y, por lo mismo, de los poderes que los representan. No siempre, pero muchas veces, las verdades racionales pasan por encima de la verdad de los hechos. Suele así suceder que las verdades oficiales, al estar sujetas a la decisión del poder político, no son las verdades verdaderas.

Más allá de cualquier moralismo, Arendt intenta comunicarnos que las verdades de la razón, cuando son mentiras, atentan en contra de la misma razón. La vamos a citar: «Donde los hechos son constantemente reemplazados por mentiras, resulta que no hay ningún sustituto para la verdad. Porque el resultado no es de ninguna manera que la mentira sea ahora aceptada como verdadera y la verdad sea difamada como mentira, sino que el sentido humano de orientación en el ámbito de lo real, que no puede funcionar sin la distinción entre la verdad y la falsedad, es destruido».

En breve, la mentira al destruir la verdad como sinónimo de realidad, nos desrealiza, quitándonos el piso donde está afirmada nuestra existencia. El espíritu kantiano se deja ver en esta cita, cuando según Arendt, la mentira no solo daña a la moral, sino a la razón práctica sobre la cual esa moral se sustenta.

Efectivamente, el propósito de Bush con su mentira no era engañar a «un vosotros» sino a «un nosotros», incluido dentro de ese «nosotros» a todos los países aliados y amigos de Estados Unidos. Una racionalización que fue a la vez un atentado en contra de la propia racionalidad occidental al invertir de modo perverso las relaciones básicas de causa y efecto.

Primero, Bush decidió la guerra –como demostró en base a hechos verídicos, la conocida película alemana titulada Curveball (2020) – y después decidió la causa (armas biológicas de destrucción masiva en los depósitos de Saddam Hussein). Esa causa sin pruebas, creyó ser encontrada por la BND (servicio de espionaje alemán) antes que la CIA, aceptando como moneda buena, las declaraciones de un pillastre refugiado iraquí.

Cuando un experto alemán en armas biológicas descubrió que esas declaraciones eran falsas, ya era demasiado tarde. La CIA, el gobierno norteamericano, y el propio gobierno alemán (contrario a la invasión) ya la habían adoptado como verdad. No sin ironía, la película lleva como subtítulo la frase, “wir machen die Wahrheit” (nosotros hacemos la verdad). Pues bien: como resultado de esa verdad inventada, murieron cientos de miles de personas.

Más allá de las pérdidas humanas, las consecuencias de la mentira adoptada como verdad por el gobierno de Bush, fueron desastrosas. Lejos de exportar la democracia a Irak, un país hasta entonces relativamente próspero, la invasión lo convirtió en un nido de terroristas llegados de todos los rincones del mundo islámico.

Con ello, Estados Unidos perdió uno de los soportes que impedían la hegemonía de Irán en la región (Hussein era un dictador brutal, pero al menos era laico) Los islamistas del IS se encargaron de liquidar a los opositores democráticos iraquíes. Más todavía, el desprestigio de Estados Unidos en la región llegó a ser tan grande, que cuando llegó el momento en que, bajo Obama, estaba llamado a intervenir en defensa de los demócratas de la primavera árabe, no fue posible debido a la oposición interna de su país.

Fue entonces cuando Obama, en su increíble ingenuidad, aceptó la colaboración de su colega ruso, Vladimir Putin, para que este lo ayudara a combatir al terrorismo islámico. Ni corto ni perezoso, Putin se hizo presente en la región, apoderándose de Siria a la que convirtió en condominio militar ruso. Luego, destruyendo a la oposición democrática de ese país, pactó con los terroristas, en un frente común contra Occidente. Todo, gracias a la mentira de George W. Bush, el peor presidente de la historia de los Estados Unidos.

  1. Hoy, cuando los Estados Unidos apoyan la lucha nacional de liberación del pueblo ucraniano, uno de los principales argumentos de los sectores que apoyan a la invasión de Putin en Ucrania, es la invasión norteamericana en Irak.

Cada vez que he escrito un artículo en defensa de Ucrania, y ya son demasiados, recibo réplicas de sectores filoputinistas, sobre todos los que pululan en torno de los gobiernos antidemocráticos de América Latina, como son la dictadura cubana, la tiranía de Ortega y la autocracia de Maduro. ¿Por qué no escribes sobre los crímenes de Estados Unidos en Irak y en otras regiones del mundo, proyanqui? Me escriben los más suaves. Pues bien, en este artículo les estoy respondiendo.

Condeno a la intervención norteamericana en Irak con la misma decisión y seguridad con la que hoy condeno a la invasión de Putin en Ucrania. Más todavía, les digo que, celebrar la invasión a un país, como hacen ustedes, y al mismo tiempo condenar a las de otros, es simple hipocresía. Quien condena las invasiones norteamericanas y al mismo tiempo alaba las rusas (o al revés) si no es un mercenario, es un autómata ideológico.

Lo dicho no significa entrar en el terreno de los odiosos paralelos. En el hecho se trata de dos episodios inversos. Trump obligó, sobre la base de mentiras, a una nación democrática a invadir a una nación dictatorial. Putin obligó a una nación dictatorial a invadir a una nación democrática. Esto no hace mejor ni a la una ni a la otra. Del mismo modo se podría agregar que la de Putin fue una invasión con miras a una anexión, lo que no se puede decir de la de Bush. No importa. El hecho objetivo es que la legislación internacional prohíbe las invasiones, sean de anexión o no. Ambos presidentes, el democrático y el dictador, cometieron un crimen internacional.

Quien condena las enormes mentiras de Bush, y al mismo tiempo repite con Putin que la invasión a Ucrania fue para defenderse de la OTAN (que nunca lo ha atacado), que Ucrania es una provincia natural de Rusia, que la revolución preeuropea de Maidán fue obra de nazis, que los soldados ucranianos son también nazis, que la guerra en Ucrania fue sembrada por Occidente, que la guerra a Ucrania es solo una operación especial, que Rusia no ha violado ningún tratado internacional, que las fotos de Bucha y otros templos de la muerte son invenciones mediales, y tantas otras mentiras, son seres con el alma irremediablemente dañada. Lamentablemente estoy obligado a aceptar su existencia. Ellos, con su antidemocratismo y mentiras, son también consecuencia de nuestras democracias.

Es cierto, Bush y otros presidentes norteamericanos, también han mentido. Esas mentiras son – puede parecer sorprendente leerlo– aún más condenables que las de Putin. Pero no porque sean más mentirosas. Son más condenables porque son mentiras divulgadas en democracia, por presidentes que, a diferencias de Putin, Xi, y los sacerdotes homofóbicos de Irán, fueron elegidos democráticamente, con la confianza humana depositada en un voto.

Nadie ha negado que en democracia, cada cierto tiempo, los pueblos se equivocan y eligen a malas personas. En los Estados Unidos, además de Bush, han sido elegidos presidentes de la calaña de un Nixon o de un Trump. La democracia, y la de los Estados Unidos es la más antigua, no hace más virtuosos a los gobernantes que en países regidos por dictaduras. La diferencia entre democracia y dictadura no reside en ese punto. La diferencia es que, cuando los pueblos en democracia se equivocan, pueden corregir sus errores, y en las próximas elecciones elegir un mejor gobernante que el que tuvieron. En ese sentido, Estados Unidos ha tenido tan buenos o tan malos presidentes como cualquiera otra nación democrática. El problema es que Estados Unidos no es cualquiera nación. Es una nación, para bien o para mal, globalmente hegemónica.

Los pueblos, como cualquier ciudadano, suelen equivocarse. Los presidentes democráticos también. Solo los dictadores dicen no equivocarse. Al fin y al cabo, gobiernan sobre, y no bajo la constitución, y por eso la palabra de ellos es ley. Los errores, las mentiras, incluso las más criminales como fueron las de Bush, han sido cometidos por gobiernos, no por regímenes ni por sistemas. Los gobiernos en democracia vienen y se van. Los dictadores quieren quedarse, hasta que la muerte los separe de su nación. No obstante, al final también se van.

Las dictaduras suelen implosionar. Eso sucede cuando el cúmulo de mentiras sobre las que están erigidas llega a ser insoportable, y explotan. Lo vimos en los años setenta en el sur de Europa (Grecia, España y Portugal) En los ochenta en el Cono Sur latinoamericano. En los noventa, en la URSS y en el este de Europa. Hannah Arendt, quien no vivió el derrumbe del comunismo, nos dio una explicación de carácter casi físico para entender ese fenómeno. “La verdad, porque es realidad, es terca”. Frente a esa terquedad de la verdad, la mentira termina por desvanecerse.

El ser humano, por su imaginación, es mentiroso, lo dijo Kant. Pero un exceso de mentiras puede terminar por ahogarlo. Así nos lo demostró Collin Powell. En un momento, el general sintió que necesitaba respirar el aire puro de la verdad. Y denunció a Bush ante el mundo.

Por eso, más que por otras razones, Ucrania también vencerá. Ucrania es la verdad que aterra a Putin.

Referencias:

Carl von Clausewitz, De la Guerra, Madrid 2018

Hannah Arendt, Verdad y Mentira en la Política, Barcelona 2017

Fernando Mires – PUTIN Y EL DISCURSO DE LA MENTIRA (polisfmires.blogspot.com)

Fernando Mires – LAS TRES GRANDES MENTIRAS DEL PUTINISMO (polisfmires.blogspot.com)

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

https://talcualdigital.com/verdad-y-mentira-en-la-guerra-por-fernando-mi...

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