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Opinión

Luis Ugalde

El padre Luis Ugalde, exrector de la Universidad Católico Andrés Bello, dijo que en enero del próximo año debe reactivarse la negociación entre la oposición agrupada en la Alternativa Democrática y el gobierno de Nicolás Maduro.

“Mi impresión es que, queramos o no queramos, en enero hay que activar la negociación. Pero, Venezuela no pensemos que se va a reconstruir con los no chavistas contra los chavistas. Eso es un disparate. Tenemos que reconciliarnos”, dijo el sacerdote jesuita en una entrevista con Circuito Éxitos de Unión Radio.

Ugalde manifestó que es el momento de la humildad para el chavismo y la oposición porque no se puede decir que el 21 de noviembre pasado “Salieron derrotados. Un gobierno que después de cuatro años todavía tiene una hiperinflación, no puede decir que ganó, y menos cuando tenemos la seguridad de que no puede ofrecer una mejoría.; y política y electoralmente, no llegó a 4 millones. No logró ni la mitad de lo que lograba. Y si la votación hubiese sido libre, ellos saben que no llegaban a 2 millones de 21 millones que tienen derecho a votar. Si usted quiere autoengañarse, engáñese, pero el país no se engaña. Los salarios son de miseria, 90% tiene ingresos con los que no se puede vivir, 75% es pobreza extrema, y eso lo experimenta el chavista y el no chavista”, afirmó.

“Se puede ganar”

“Pero también es el momento de la humildad para la oposición porque queda claro que, en conjunto, no hubo una visión y una conducción para el 21 de noviembre. Se tuvieron éxitos increíbles quizá en donde menos se esperaban. La buena noticia es la demostración de que se puede ganar. Nos dijeron que no vale la pena ir, que no vengan los testigos europeos, que no vaya nadie al Consejo Nacional Electoral y el 21 de noviembre la gran noticia es que el chavismo perdió y no pudo impedir esa pérdida en Zulia, donde se trabajó bien, en Cojedes, en Nueva Esparta”, agregó.

El historiador expresó que el gobierno de Maduro tuvo las elecciones para intentar blanquearse y que tuvo un comportamiento medianamente bueno para que la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea los aprobara. Añadió que las divisiones en la división provocaron que se perdieran muchos triunfos en los estados y alcaldías.

Señaló que el deterioro en Venezuela ha sido de gran calibre, hay necesidad de inversiones y que en las oportunidades de trabajo hay pagos realmente miserables. Esto, además, sin la capacidad de producción que contribuya a frenar la hiperinflación.

“No puede haber reactivación económica para dar un salto sin un cambio drástico en la relación con el conjunto del mundo democrático. Necesitamos ayuda internacional, apoyo, garantías democráticas y entonces vendrán las inversiones, nacionales e internacionales, y eso es una posibilidad real, pero tenemos que creerla. No se va a crear una posibilidad si no se cree”, expuso.

“Es importante que se sientan castigados”

El sacerdote afirmó que es importante que la dirigencia del chavismo y de la oposición democrática se sientan castigados por los ciudadanos.

“Saben que el país los repudia, que hay un rechazo y no a la política, sino hacia la manera concreta como se ha vivido. Y, por otro lado, todo está muy globalizado. Entonces Venezuela no se va a recuperar si no cesan las sanciones, si no se convierten en una colaboración amistosa de países. Pero no se van a quitar las sanciones si el gobierno que secuestró la Constitución, que no tiene presidente constitucionalmente electo ni Asamblea Nacional, que tiene presos políticos, partidos secuestrados, dirigentes fuera, es el paquete completo, no devuelve la democracia”, subrayó.

Ugalde enfatizó que debe haber un pacto social entre diferentes y una negociación. Así, respaldó la posición que ha tenido Gerardo Blyde, representante de la Alternativa Democrática en la negociación que se ha desarrollado en México con el chavismo, de que se deben negociar los puntos fundamentales.

Se sentaron en México, por el lado del gobierno y de la oposición, ambos lo necesitan en este momento. El gobierno preferiría no necesitar de ningún diálogo, pero si usted no puede controlar la situación en el país y la desesperación de la gente va a aumentar y el año que viene otro millón va a migrar y el sistema educativo, así como otros sectores, está por el piso, y la economía perdió mas de 70%. No hay más remedio que sentarse”, expresó.

16. de diciembre 2021

El Nacional

https://www.elnacional.com/venezuela/padre-luis-ugalde-en-enero-debe-rea...

 3 min


Fernando Mires

Han sido publicado recientemente solo algunos poemas, los pocos hallados. Probablemente Hannah Arendt escribió muchos más. Suele suceder a quienes no son en primer lugar poetas: no cuidan los poemas que escriben. Los anotan en cuadernos que se pierden, en papeles que van a parar al papelero, en cartas íntimas, a veces no respondidas, o no enviadas. Arendt no era una excepción.

Hannah Arendt no era poeta, o por lo menos nunca fue conocida como poeta. Fue una gran pensadora que, de vez en cuando, escribía poemas. Sin embargo, al leer sus 71 poemas recopilados, podríamos cambiar de opinión: Hannah Arendt era (además) poeta. Y en mi opinión, una gran poeta. Con sus versos alcanzó ella al umbral donde pocos poetas llegan: al de la belleza, palabra que nunca será completamente definible, pero siempre perceptible cuando su realidad asoma como una luz en medio de las tinieblas más oscuras. Entendemos mejor entonces las continuas veces que Hannah Arendt se refirió a la poesía en sus escritos, desde los comienzos de su vida intelectual.

Irmela von der Lühe, en erudito comentario al poemario de Arendt, anota certeramente que probablemente el amor a la poesía en Arendt provenía de sus primeros estudios sobre filología griega, cuando comenzó a leer a los grandes filósofos en su propia lengua, sobre todo a la Poética de Aristóteles. De los griegos la maravilló el ideal de la armonía la que para ser lograda debía pasar por la antesala del caos, así como el acuerdo pasa por el desacuerdo, la luz por la oscuridad, el concierto por el desconcierto. Esa era la unión que vio Nietzsche en la cultura pre-helénica, entre lo dionisiaco y lo apolíneo. Fue esa la razón – además del hecho de que Arendt continúa la línea romántica de Heine, Schiller y Goethe, pero sobre todo la de Hölderlin- por qué sus primeros poemas son métricos, rítmicos, muy bien rimados (traducirlos cuesta sudor y lágrimas).

Incluso en la prosa ensayística de Hanna Arendt hay un fondo poético que al buen lector no pasa inadvertido. Lo reveló la misma Arendt cuando, sin confesar que escribía poemas, afirmó en la ya legendaria entrevista que en 1964 le hiciera Günter Gaus, después recopilada en un libro bajo el título Yo quiero entender (Ich will verstehen): ”La poesía ha jugado un gran papel en mi vida”.

Creo que todos los que hemos leído intensamente a Arendt, sospechábamos que ella escribía poemas. No solo por sus permanentes alusiones a textos literarios, ni siquiera debido al hecho de que el trabajo concebido para su habilitación (optar al título de Privat Dozentin) Rahel Varnhagen, era una novela poética escrita en forma de ensayo (tres géneros literarios en un solo libro). En ese texto sobre la aforista y poeta judía del romanticismo alemán, Hannah está presente biográficamente. Rahel es Hannah, Hannah es Rahel.

Hannah Arendt había descubierto lo que muchos años atrás habían percibido Schelling y Hölderlin: si el pensamiento racional no abre las puertas al pensar poético, permanecerá siempre encerrado en su propia cárcel. La afirmación de Arendt, Yo quiero entender, debe ser entonces aceptada como una intención radical. Querer entender significa en sus palabras, avanzar con el pensamiento en desacuerdo con la orientación instrumental conferida al razonar. En ese punto Arendt continúa y en cierto modo supera un pensamiento de Heidegger, a saber que, para avanzar con el pensamiento, sobre todo cuando este se encuentra frente a caminos sin salida (los Holzwege de Heidegger) es necesario apelar al discurso de la razón poética. Vale decir, no a una razón irracional, sino a otra razón situada más allá de las percepciones sensoriales, en un espacio desconocido que no puede ser expresado con la gramática de uso cotidiano. Dicha temprana percepción la llevó a pensar y escribir sus tratados políticos y filosóficos (aunque ella no quería ser llamada filósofa, sí lo era) en contra del “cientismo” (para usar una denominación de Kal Popper). Quizás por eso nunca Arendt sintió atracción por las tipologías de Max Weber, pese a los denodados intentos que para ello hiciera su fiel amigo Karl Jaspers. Tampoco tomó nota de los textos sociologistas de Adorno y Horkheimer, mucho menos de los de Marcuse. Es lo más probable que, si hubiera seguido viviendo, tampoco habría brindado culto a las teorías sin personas ni a los acontecimientos sin suelo de un Habermas, ni tampoco al “sistemismo” casi autómata de un Luhman. Al revés también es cierto.

Los sociólogos y politólogos puros, los sociómetros de las disciplinas sociales, los que creen en las leyes universales de la historia, los que imaginan que existen estructuras y procesos pre-determinados, los que piensan que para explicar el mundo basta memorizar conjuntos de teorías causalistas, en fin, toda esa fauna academicista que ha echado a perder la vida a tantos estudiantes con talento, nunca podrán entender los textos de Hannah Arendt. Para esa academia ritualizada, Arendt fue y será siempre demasiado “retórica”.

Cabe aquí afirmar que la retórica para la academias sociométricas no es por supuesto lo que era para los griegos, el arte de formular de modo bello los pensamientos, sino más bien un anatema, una denominación para caricaturizar a quienes no son rigurosamente “científicos”. Ya en los tiempos de Arendt intentaron descalificar a los pensamientos de Walter Benjamin. Sin titubear, Hannah Arendt tomó partido por su querido amigo, marxista y filósofo. Lo que vio Arendt en la prosa fragmentada, en los pensamientos inconclusos, en las metáforas e imágenes de Benjamin, fue simplemente “otro” modo de pensar. El “pensar poético”, lo llamaría Hannah Arendt.

Pensar de modo poético no solo significaba para Arendt escribir poesías. Significaba, en primera línea, no pensar de acuerdo a objetivos pre-determinados, buscar el más allá de las cosas, establecer conexiones entre el ser y la nada, y por cierto, no desdeñar la belleza de la palabra cuando esta se desprende de su significación académicamente canonizada. Aceptar que en este mundo hay realidades no accesibles y no por eso inexistentes. Rendirse a la evidencia de que no todo puede ser explicado o sistematizado y que definitivamente no existen teorías universales válidas para todo tiempo y lugar. Suponer, en fin, que nunca el destino de la historia puede ser aprisionado en rejas conceptuales pues en sus aconteceres actúan seres imprevisibles y banales, librados a su pura contingencia, ya sea en los espacios íntimos, ya sea en los públicos. En otras palabras, Hannah Arendt intentó rescatar una concepción de la vida donde los acontecimientos condicionan su historia y no la historia a sus acontecimientos. Por eso los positivistas, los marxistas, los providencialistas, nunca podrán entender a Hannah Arendt. Para leerla no hay que racionalizar sino razonar y por supuesto, cuando es necesario y las palabras del diccionario no alcanzan, leerla poéticamente.

La compilación poética está dividida en dos secciones que a la vez son dos periodos: 1923-1926 y 1942-1961. ¿Qué pasó entre esos dos periodos? De acuerdo a la biografía de Arendt, la persecución, el exilio, su vida en Francia y en Israel, su desarrollo intelectual en los EE UU donde adquirió la nacionalidad norteamericana, la publicación de sus libros más importantes, hasta llegar a viajar a Europa, visitar Alemania, reencontrar su pasado y tratar de entender la nueva realidad sin traumas, pero tampoco perdones.

Seguramente Hannah, entre esos dos periodos de su vida, también escribió poemas. Por alguna razón que debemos respetar, no quiso, evidentemente, darlos a conocer. Al fin y al cabo ella fue una defensora ardiente de la intimidad. No sin motivos, una de las diversas definiciones que dio al concepto de totalitarismo fue el de regímenes que destruyen la línea divisoria entre lo privado y lo público. La poesía es siempre íntima, y cuando, con el permiso de su autor, es pública, tampoco deja de ser íntima.

La primera sección del libro testimonia la aparición de una niña convirtiéndose en mujer a partir de la apertura de su cuerpo al amor. Amor que inicialmente se expresa en un conjunto de sentimientos contradictorios con respecto a sí misma y su entorno. Alegría del estar, podríamos decir. Por eso, en uno de sus primeros poemas, de un modo dionisíaco, Hannah baila.

Yo también bailo, dice un verso elegido como afortunado título a su poemario: Pies flotando en patético esplendor. /Yo misma, yo también bailo,/ Liberada de la densidad hacia la oscuridad, hacia el vacío./ Espacios abarrotados de tiempos pasados. Y en otro poema: …..Oh, conocíais la sonrisa con la que me presenté/ Sabíais cuánto me impuse silenciosamente/ Para yacer en prados y ahí pertenecer.

Hannah sentía su ser juvenil en estado de expansión. No es casualidad que en sus primeros poemas recurriera insistentemente al verbo schweben. Literalmente schweben significa flotar en el aire. Pero en los poemas, schweben adquiere sentidos diversos, dependiendo del contexto y del lugar. En algunos momentos podemos traducirlo como volar, en otras, expandir, en otras, disipar. Hannah, eso es lo importante, siente que se le iba el alma del cuerpo ante la maravilla del mundo que la rodeaba y que con su caminar descubría paso a paso. Ahora, oh días flotantes/ dejadme extender mis manos hacia ustedes. /No escapen de mí/ no hay escapatoria al vacío/ y a la ausencia del tiempo.

Hannah siente incluso que su cuerpo no solo es de ella. Su mano, por ejemplo: Miro mi mano, terriblemente cercana a mí. /Y, sin embargo, es otra cosa más./ ¿Es ella más que yo?/ ¿Tiene un significado superior? En cambio, en otro poema, descubre, efectivamente que su mano es de ella, pero solo cuando aparece “un otro”, el sujeto del amor que desde algún lugar a ella viene. ¿Por qué me das la mano tímidamente y como en secreto?/ ¿Vienes de tan lejos, de un país extranjero,/ ¿no conoces nuestro vino?/ ¿No conoces nuestras brasas más hermosas,/ ¿vives tú tan solo? Hasta que llega el momento en el que ella sentirá en sí la presencia directa del amor. Verano tardío/ La noche me cubrió/ Tan suave como el terciopelo/ tan densa como el dolor/ Ya no sé como funciona el amor/ Ya no conozco los fuegos de los campos/ y todo quiere disiparse de sí mismo. Muy pronto el amor que invadirá a Hannah tomará cuerpo y vida, nombre y hombre, y si titubear escribirá, ya con voz de mujer: Pienso en él y lo amo/ Pero como si fuera de un país lejano/ Y el venir y dar me resulta extraño/ apenas sé lo qué me ata.

Después de 1926 no hay mas poemas, hasta 1942. En medio de esos años, la noche del terror, el dominio del mal, la muerte. La niña Hannah ha quedado atrás, perdida en el tiempo. El gran amor de su vida, el que la inició, también. Pero la joven Hannah continuará existiendo en Arendt, la mujer madura e internacionalmente conocida que ha llegado a ser. Aunque de vez en cuando escribe oculta, íntima, como su poesía, con los ojos mirando hacia atrás, como si nunca hubiera terminado de irse de su lugar natal. Sabe por cierto que el pasado no vuelve. Pero también sabe que el pasado nunca se va. Sabe lo que ha dejado atrás. Y sabe que todo eso ha quedado en ruinas. Cito unos de los primeros versos de su segundo periodo poético: La despedida: Esta es la llegada. / El pan ya no se llama pan/ y cuando al vino lo nombramos en lengua extranjera/ la conversación ya no es la misma.

Judía y cosmopolita, más que de una nación ha sido erradicada de lo que ella fue y de algún modo seguía siendo. Ha vivido la traición, y la volverá a conocer. Su vida está rodeada de muertos. ¿Cómo querer volver a lo que ya no existe? Imposible. Así escribe en su poema titulado H.B. Pero, ¿cómo se vive con los muertos? / Dime, ¿dónde está el sonido que debilita su transitar, cuando el gesto, dirigido a través de ellos, deseamos que la cercanía, en nosotros mismos fracase? Acosada por los muertos, los increpa a veces, como en este otro poema: Muertos ¿qué quieren? ¿No tienen ustedes un hogar y un lugar en el Orcus? /……… Bajo los botes de remos adornados con parejas amorosas / en estanques en el bosque, nosotros también podríamos mezclarnos/ silenciosamente, escondidos y embelesados / en nubes de niebla que pronto cubrirán la tierra, la orilla, el arbusto y el árbol/ esperando la tormenta que se avecina.

Arendt sabe, sin embargo, que el tiempo todo lo borra, pero sin olvidar nada. La vida es más fuerte que la muerte: La vejez viene y te guía de nuevo. / No vuelvas tu corazón y no te dejes conmover/ no te demores, despídete del tiempo/ y conserva en ti el agradecimiento y la dicha./ (aunque) Con la mirada desviada.

Vendrán otros amores, otros desengaños, otras despedidas. A veces la ira incontrolable que asoma en las palabras de una mujer traicionada como en su poema Maldición. En cada mujer me desconocerás, / en cada forma me llamarás en vano/ en cada distancia sentirás la cercanía/ .......... .. En cada mujer te desconoceré, / en cada forma te llamaré en vano, / en cada distancia te has ido, / en cada calma mi mano temblaba/. Pero cuando llegue el final/, ya no te recordaré/ Y cuando la otra vida sea demasiado lúgubre sin ti, / volveré para ahogarme.

Un día, el lejano pasado vestido de cartero, golpeó en la puerta de su casa portando, en forma de regalo, un presente en el presente, un libro escrito por un filósofo grandioso y débil al que de alguna manera -a su manera- siempre le fue fiel: a ese genio torpe al que nunca olvidó. Entonces ella, muy triste, escribió un poema: Ese libro te saluda desde la lejanía, / déjalo ser ahí, sin leerlo/. La proximidad también vive en la lejanía, / siempre (todo) es un haber sido.

Nunca pudo evitarlo. Hannah Arendt, gracias a, o a pesar de, su fina inteligencia, era, es, y sigue siendo -si feminizamos al título del libro de Nietzsche- humana, demasiado humana. Por eso, su pensamiento poético, o mejor dicho, su modo poético de pensar, nos seguirá acompañando.

Por los tiempos de los tiempos. Así sea.

15 de diciembre 2021

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2021/12/fernando-mires-hannah-arendt-el...

 11 min


Juan Luis Hernández

Resumen

El análisis

  • Es innegable que las elecciones del 21N favorecieron a Maduro y a su régimen.
  • Sin embargo, el análisis detallado de los resultados muestra signos de debilitamiento del oficialismo.
  • Pero el hecho más significativo es el derrumbe de la oposición representada por el G4 y la tarjeta de la MUD.

Las conclusiones ineludibles

  • La actual configuración de los partidos de oposición no es una opción real para salir del actual régimen político económico.
  • La unidad de la oposición es una ilusión sin posibilidades reales.
  • La salida del régimen por la vía electoral, en las actuales condiciones, no tiene ninguna viabilidad.
  • No existe posibilidad de recuperación real y sostenible del país sin un cambio del régimen político económico.

Los desafíos planteados

  • Es necesario la construcción de una nueva referencia político organizativa con credibilidad y capaz de desarrollar iniciativas que integren a la mayoría de la población que quiere salir de este régimen.
  • En este marco el papel de la Iglesia Católica es fundamental.
  • La acumulación de fuerza opositora en este nuevo marco es la clave para la definición de las opciones para la salida de este régimen
  • Es imperativo un gobierno de transición que recupere la institucionalidad y las condiciones democráticas

En el archivo anexo se incluye el trabajo completo.

Las Bases de datos en la que se apoya la información están a tu disposición en los siguientes vínculos:

https://www.dropbox.com/scl/fi/lfk03upf7l0ldsppxydgj/BD-Eleccioes-21N.xl... y

https://www.dropbox.com/scl/fi/l0rt6gsp0ltn12bmlyies/BD-Eleccioes-21N-Ca...

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Movimiento por la Democracia

Una propuesta para la nación

El pasado 21 de noviembre el pueblo venezolano dio una lección política a todos los que aspiramos influir en favor del cambio que creemos necesario en Venezuela, así como a quienes pretenden mantener todo como está. De los venezolanos habilitados para votar (excluyendo un 20% de electores que están fuera del país), lo hicieron cerca del 53%.

Todo esto ocurrió, a pesar de que la oferta electoral opuesta al PSUV se presentó dividida con muchos líderes nacionales llamando a la abstención y que el interinato argumentó la inexistencia de condiciones electorales competitivas. Cabe destacar también, la inhabilitación arbitraria de innumerables candidatos, así como la confusión generada por el secuestro de numerosas tarjetas políticas y el reducido tiempo que se dio para la campaña electoral. La escasez de combustible y la precariedad de recursos económicos para financiar las campañas de la mayoría de los partidos de oposición, conspiraron igualmente en contra de los derechos políticos de los venezolanos. Sin embargo, a desconsuelo de este escenario desfavorable, la mayoría de las personas habilitadas para votar, lo hizo en contra del PSUV. Este es, sin duda alguna, el dato más relevante de este proceso electoral.

Por encima de todo el despliegue financiero, comunicacional, logístico, burocrático y hasta represivo, el PSUV fue minoría en todas las regiones del país. En 20 de los 23 estados del país dejó constancia de su condición minoritaria. No obstante, el gobierno tuvo una mayor habilidad para maniobrar y ningún escrúpulo para provocar divisiones y anular arbitrariamente a las fuerzas que se le oponen. Fue una “victoria” electoral del PSUV, aunque también una derrota política, si consideramos el uso abusivo y desproporcionado del erario público para financiar su campaña.

En todo caso, este resultado reafirma que la vía electoral es un instrumento que permite avanzar en la acumulación de fuerzas necesarias para propiciar un cambio pacífico y democrático en nuestro país. Atrás quedan, con este resultado, las tesis basadas en salidas de fuerza y otras rutas alejadas de la movilización social pacífica. Igualmente, deja en evidencia que el voto, en sí mismo, es tan inútil como la abstención, si no tiene como respaldo un poderoso movimiento social, que haga valer sus derechos y que tenga la capacidad de ejercer presión para que la voluntad de las mayorías sea reconocida y respetada.

El falso dilema votar/abstenerse se centra en perspectivas morales que en nada nos aproximan a una salida a la crisis. La abstención es una sanción moral efectiva en naciones con alta cultura democrática, con gobiernos que entiendan el significado de la palabra “legitimidad”, pero en autocracias envilecidas, ninguna sanción moral genera cambios en la coalición dominante, más allá del aislamiento internacional. De lo que se trata es de organizar y movilizar a la ciudadanía, pacífica y masivamente, en la defensa de sus derechos constitucionales. Esta es la verdadera tarea estratégica que tiene el pueblo venezolano.

Es menester, pues, reconstruir el tejido social y recuperar el sentido de la política, en tanto acción para el alcance del bien común. En consecuencia, es indispensable una refundación del mundo partidista. Los partidos deben ser instrumentos de formación de líderes y estadistas comprometidos al servicio de la nación. Para esto, deben proponerle a la sociedad un proyecto de nación. Hoy no existe ningún partido que tenga capacidad de ocupar el gobierno, ni de dirigir, técnica y programáticamente, la reconstrucción nacional. El reto no es solo un cambio de gobierno, sino de la manera de gobernar.

En suma, se requiere superar la cultura política maquiavélica, en la que el poder es un fin en sí mismo, en la que la gestión del gobierno está al servicio de las élites políticas y no al servicio de la República. Urge un cambio en nuestra cultura política y éste debe empezar por el liderazgo político y social de la nación.

Por esto proponemos la siguiente hoja de ruta al país:

1. Iniciar un proceso de democratización de todas las organizaciones partidistas y sociales. No es posible convocar a la democratización del país si las organizaciones políticas y sociales venezolanas no han sido renovadas en muchos años. Quizás muchos de los líderes actuales repitan en coaliciones sindicales, rectorías universitarias, gremios, partidos, etc., pero la democracia debe ser, en primer lugar, un movimiento cultural irradiado desde las vanguardias de la sociedad. No se trata de elegir voceros nacionales, pues no estamos en la etapa de escoger candidatos presidenciales. Se trata de que cada organización active sus mecanismos democráticos para la renovación de sus liderazgos internos y mecanismos de trabajo. Esta es una condición necesaria para reconectar a las vanguardias con las fuerzas motrices de la sociedad.

2. Iniciar, desde ya, conversaciones entre las diferentes fuerzas políticas y sociales para evaluar la posibilidad de construir una agenda común. Esto incluye a la Plataforma Unitaria, a la Alianza Democrática, a Fuerza Vecinal, a la APR, al FAVL, a Foro Cívico, a las iglesias, centrales sindicales y gremios, empresarios, comerciantes, productores, entre otros. Creemos que es posible encontrar espacios de confluencia de intereses, pero implica dejar de lado los sectarismos, las bajas pasiones y pretensiones hegemonistas. No se trata de construir una unidad perfecta, sino de construir espacios de coordinación democráticos y amplios, con agendas comunes de lucha. Es más importante unificar una hoja de ruta que la forma concreta que debe tener una nuevo aparato orgánico. Esto último será mucho más fácil de resolver, si primero logramos construir la ruta común.

3. Asumir de una vez y sin vacilaciones, una nueva teoría del cambio centrada en la despolarización, el reconocimiento y respeto del adversario, la reincorporación de las grandes masas a la lucha pacífica por sus derechos, así como la negociación de elecciones competitivas como vía de reinstitucionalización del país.

4. Reconocer el Referéndum Revocatorio como herramienta para consultarle al pueblo su voluntad, en condiciones de democracia e independencia institucional. Sin embargo, actualmente se requiere de tres condiciones: cambiar el reglamento actual que hace prácticamente imposible su realización, lo que lleva a la segunda condición, que haya un acuerdo en México para poder cumplir con la primera condición y, por último, construir un acuerdo entre todas las fuerzas democráticas para llevarlo a cabo. Sin estas tres condiciones será imposible su realización y podría conducir al país a una nueva frustración. Pedimos que este instrumento no se use irresponsable y demagógicamente con pretensiones personalistas. El país necesita líderes responsables en este momento.

5. Concentrar todas las voluntades posibles en la reconstrucción de los movimientos sociales que le dan vida sustantiva a un pueblo. Esta es la condición indispensable para transformar nuestra sociedad agonizante, autocratizada, desigual y destruida institucionalmente, por una sociedad próspera, democrática y justa.

Sirvan estas propuestas para enriquecer los debates que se están dando nacional e internacionalmente a la construcción de una nueva ruta democratizadora para Venezuela.

Movimiento por la Democracia

Dirección Nacional

 5 min


​José E. Rodríguez Rojas

El gobierno vive en un recule permanente. El último tiene que ver con la hiperinflación, después de oxigenarla durante varios años, ha decidido controlarla. A tal fin se ha propuesto reducir el exceso de bolívares circulando en la calle, para lo cual está pagando sus compromisos en dólares y llevando a cabo un recorte draconiano del gasto público, negándose a aumentar los salarios y pensiones. Esta política se prolongará en el año 2022.

El régimen viene desde hace varios años en un recule en lo que a su política económica se refiere. El primero de importancia fue la renuncia a la implementación del Socialismo del Siglo XXI heredado de Chávez. Se trataba de implementar un socialismo estatista basado en la implantación de controles de precios, del tipo de cambio y de los salarios. Al final decidió, en el año 2019, desmontar los controles y que las fuerzas del mercado se encargaran de fijar los precios

El segundo recule de importancia tuvo que ver con la dolarización. La dolarización surgió como una respuesta de los agentes económicos a la hiperinflación, tratando de proteger sus ahorros y activos, utilizando el dólar como refugio. El régimen en las primeras de cambio cuestionó la dolarización tildando al dólar de criminal y presentando a la divisa como un instrumento del imperio. Al final terminó aceptando la dolarización y adaptándose a ésta como todos.

El último recule importante ha sido el que tiene que ver con la hiperinflación. El año 2021 ha sido un punto de inflexión. El régimen ha dejado de recurrir a la emisión de dinero por parte del Banco Central de Venezuela para financiar su gasto, cosa que hizo en años previos y fue el factor que derivó en la hiperinflación que padecemos desde finales del 2017. El gobierno está obsesionado en la tarea de controlar el flagelo y aspira presentarlo como un triunfo de su política económica el próximo año. Ha terminado por aceptar que la inflación es impulsada por el exceso de bolívares circulando en las calles y se ha propuesto reducirlo.

Una de las cosas que está haciendo, con el propósito mencionado, es utilizar la mejora en los ingresos como, el petrolero, para pagar sus compromisos en divisas y no en bolívares, como solía hacerlo. Lo que se complementa con la otra política de intervenir el mercado cambiario para quitarle presión al alza del dólar. Estas acciones orientadas a estabilizar los precios continuarán en el primer trimestre del 2022, cuando se espera que Venezuela salga del proceso hiperinflacionario. La estrategia parece estar dando resultados pues se estima que la inflación termine el 2021 ligeramente por debajo del 1.000% y en el 2022 por debajo de 300% (Tal Cual. 2021).

Un segundo aspecto de su estrategia anti inflacionaria es realizar un recorte draconiano del gasto público, lo que se ve reflejado en su negativa a realizar aumentos de los salarios al mismo ritmo que venía haciéndolo en años previos. Al respecto señala Asdrúbal Oliveros Director de la empresa consultora Ecoanalítica “Esto los ha llevado a una ejecución del gasto que es muy loable desde el punto de vista económico, pero que desde la perspectiva social es terrible”. En lo que va de año el gobierno no ha aumentado los salarios ni pensiones con todo lo que ello implica en términos de la miseria en que viven los empleados públicos en el país” (El Diario. 2021).

Concluye Oliveros que: “No existen indicios que permitan prever una mejora en términos del ingreso que perciben mensualmente (los que devengan) un sueldo mínimo pues a la Administración no le interesa aumentar la cantidad de bolívares en la calle, al menos hasta mediados del primer semestre del 2022. Esto supone un oscuro panorama para un importante sector del país cuyos ingresos se diluyen mes a mes” (El Diario. 2021).

Desafortunadamente continuaremos viendo a los trabajadores del Estado como los que laboran en las instituciones educativas, haciendo malabarismos para sobrevivir. Elaborando tortas y “matando tigres” de todo tipo para compensar su miserable ingreso. En consecuencia el ausentismo en las instituciones educativas proseguirá y se profundizará así como las dificultades para reiniciar actividades, las cuales provendrán no solo de la pandemia sino del deterioro de la infraestructura y de los precarios ingresos devengados por maestros y profesores.

Referencias:

El Diario. 2021. Asdrúbal Oliveros: “Pasamos de ser una economía en caída libre a una estancada que se estabiliza en el foso”. 2 de diciembre.

Tal Cual. 2021. Venezuela saldrá de la hiperinflación, pero deja un alto costo de la vida en dólares. 4 de diciembre.

Profesor UCV

 3 min


Humberto García Larralde

Chávez entendía muy poco de economía. Al comienzo, lo acompañaron algunos que sí dominaban la disciplina, pero, o bien no supieron convencer al caudillo de sus implicaciones o, aprovechándose de la disolución de normas que aquél fue imponiendo, optaron por llenarse los bolsillos. Quizás la única decisión certera del iluminado fue conservar a Maritza Izaguirre al frente del ministerio de Hacienda durante su primer año y medio de gestión. Pero sus ansias desbocadas de poder –procuraba controlarlo todo—pronto anularon cualquier intento de conducir con sensatez los asuntos económicos.

Sin embargo, a la vuelta de pocos años, los dioses de la fortuna lo compensaron con creces. Los precios del crudo en los mercados internacionales subieron a niveles estratosféricos, liberándolo de tener que prestar atención a distracciones tan mundanas como velar por la eficiencia en el uso de los recursos: interferían su tarea trascendental de redimir al “Pueblo”. Bajo la consigna, “Ahora PdVSA es nuestro”, procedió a repartir las enormes rentas captadas en los mercados internacionales, inventando diversas misiones. Entre 2003 y 2012, dispuso de rentas petroleras que superaron los USD 400 millardos, más de cuatro veces la cantidad de que disfrutaron conjuntamente los gobiernos de CAP y LHC. Ojo, no me refiero al total de los ingresos por exportación, sino a las ganancias extraordinarias obtenidas, una vez deducidos los costos de producción del crudo, incluyendo una ganancia normal, es decir, a la renta propiamente dicha. El consumo privado por habitante aumentó en más de un 50% durante estos diez años de reparto chavista. El sello socialista lo completaron los controles de precio, de tipo de cambio, las regulaciones diversas y confiscaciones al sector privado.

Como resultado, fueron acentuándose, progresivamente, distorsiones a nivel microeconómico: las empresas difícilmente podían competir con los controles de precio, una moneda sobrevaluada y un cúmulo de regulaciones que cercenaban sus iniciativas, amén de las extorsiones de “revolucionarios” que vigilaban por su “buen comportamiento”. Surgieron desabastecimientos cada vez mayores y presiones al alza de los precios. Pero mientras Chávez destruía internamente a las fuerzas productivas, los dioses le seguían sonriendo. En 2012, la bonanza petrolera le permitió importar unos USD 88 millardos en bienes y servicios para suplir las insuficiencias domésticas. Y, como era año electoral, había que botar la casa por la ventana para asegurar la victoria, como reconocería luego su sempiterno ministro de Cordiplan, Jorge Giordani. El déficit público llegaría a frisar el 18% del PIB ese año.

Bajo su sucesor, los desequilibrios macroeconómicos se hicieron cada vez más patentes. Déficits públicos sostenidos, por encima del 10% del PIB, se asociaron a un fuerte déficit externo, una vez que se revirtiera, abruptamente, la tendencia al alza de los precios del petróleo. Maduro, quizás aun más ignorante que su mentor en materia económica, intentó continuar con el libreto del socialismo de reparto. Pero esto implicaba atender, cada vez más, los apetitos de las mafias, militares y civiles, que se habían enseñoreado de los engranajes del Estado en la medida en que se desmantelaban las instituciones y se obstruía el accionar de las fuerzas del mercado. Habían descubierto oro en el caldo de cultivo de corruptelas provocado por las regulaciones excesivas, los controles de precio, el racionamiento de divisas “baratas”, la ausencia de rendición de cuentas y de transparencia en la gestión pública, las operaciones dolosas con entes del Estado y el tráfico de estupefacientes. En particular, continuó la depredación del flujo de caja de PdVSA, como si continuaran los años de bonanza, provocando, sobre todo bajo gestión militar, graves deterioros en los niveles de producción y de refinación petrolera.

En 2013 la economía entró en caída libre. Ocho años después, aun no se ha revertido. Estimaciones serias –el BCV no publica cifras sobre el desempeño de la economía real y la balanza de pagos desde 2018—sitúan el valor del PIB al cierre de 2021 en apenas la quinta parte del de 2013. Los niveles de pobreza asociados convirtieron a Venezuela en el país más pobre de América Latina, junto a Haití.

El ajuste de Maduro ante los desequilibrios generados (de la gestión pública y del sector externo) fue, inicialmente, reducir drásticamente el monto de las importaciones para generar los excedentes con los cuales cancelar las abultadas cuotas de deuda que vencían --por encima de los ocho millardos de dólares a partir de 2017-- con la ilusión de mantener el crédito externo, y, por otro lado, financiar el déficit público con emisión monetaria del BCV, dada la destrucción de las bases de la tributación doméstica y petrolera. Con depresión tan drástica del consumo (importaciones reducidas e hiperinflación provocada) descargó íntegramente el costo del ajuste sobre los hombros de los venezolanos no enchufados.

No es menester insistir en los indicadores de miseria generados para comprender la magnitud de la tragedia resultante. Todos estamos conscientes de ella, incluidos los chavomaduristas. Como ya no sirven las monsergas “revolucionarias” para salirse del paso, se han visto obligados a liberar el tipo de cambio y los controles de precio, permitir la dolarización de las transacciones domésticas, desprenderse de activos públicos con su “Ley Antibloqueo" y ofrecer algunos incentivos. Pero esta pretendida “normalización” en el fondo de un foso tan profundo, no descansa en la restitución plena de las garantías económicas --¡mucho menos, de las civiles y políticas!, ni en la transparencia de la gestión pública.

Los ajustes monetaristas clásicos para abatir la inflación y los déficits externos suelen afincarse en la reducción de la oferta de medios de pago, en vez de la demanda por dinero. Ha llegado a representar una especie de Santo Grial para ciertos proponentes neoliberales. Sucede que tal “remedio” puede ameritarse cuando las economías funcionan a pleno empleo y tiene sentido “enfriar” la dinámica que ha provocado los desbordamientos monetarios. Venezuela se encuentra, actualmente, en el polo opuesto de esta situación. Requiere, por el contrario, dinamizar su economía, profundizando sus transacciones –inversiones, contrataciones, empleo, financiamiento—, de manera de aumentar la demanda por dinero, “re-monetizándola”, para absorber los medios de pago que actualmente se fugan hacia la compra de divisas y/o presionan al alza de precios de una oferta sumamente disminuida de bienes y servicios.

Pero dinamizar la economía venezolana requiere restaurar el ordenamiento constitucional, con sus garantías civiles, políticas y económicas, negociar un fuerte financiamiento internacional asociado a un programa consistente de estabilización macroeconómica, incluyendo la reestructuración de la deuda, y restituir la transparencia y la rendición de cuentas de la gestión pública, en el marco de profundas reformas que rescaten la capacidad de producir los bienes públicos que tanto hacen falta.

Lo anterior, empero, significa acabar con el barullo que ha servido de caldo de cultivo para las fortunas mal habidas de las mafias atrincheradas en el poder. Las alianzas entre éstas dan sustento al régimen fascista. Maduro, por tanto, ha preferido el ajuste neoliberal: reducir al máximo el gasto público real y, con ello, la necesidad de financiamiento monetario de los déficits, y ahogar la demanda de divisas con encajes prohibitivos a la banca nacional. Implica deprimir aún más las remuneraciones reales a los empleados del Estado, menos recursos para mantener los servicios públicos y reducir el financiamiento bancario hasta hacerlo prácticamente desaparecer. Y, efectivamente, se está “domando”, muy dolorosamente, la hiperinflación. Lo demás es dar rienda suelta al capitalismo salvaje que ha permitido arrasar Guayana con la minería de oro, diamantes, coltán y otros, aupar traficantes al estilo de Alex Saab y acabar con los resguardos que podían constreñir la dedicación de las divisas generadas en montar “bodegones”.

La débil reanimación ocurrida de algunas exportaciones e industrias en este contexto no es lo que define la supuesta “normalización” de Maduro. No nos confundamos. Sus prioridades son otras.

Economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela

humgarl@gmail.com

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Joaquín Villalobos

El populismo chavista es el caso más emblemático para generar miedo en la política continental. Sectores de la oposición venezolana sostienen que si les pasó a ellos le puede pasar a cualquiera. Pero esta es una falsa premisa, Chávez logró controlar todo el poder, en gran parte, producto de errores de estrategia de empresarios y sectores de la oposición política. La intolerancia frente a la popularidad de un mulato que no pertenecía a las élites convirtió la prisa por sacarlo del poder en una enfermedad endémica de los opositores. Mientras otros países con similar amenaza han contenido o tenido progresos contra el populismo, Venezuela sigue empeorando. La oposición venezolana no tuvo paciencia, ni sentido de gradualidad. Se aferraron a una estrategia de corto plazo con la idea del todo o nada que los ha mantenido 22 años corriendo sin llegar a nada.

Por años, quienes hemos seguido a la oposición venezolana, nos concentramos en su condición de víctima y muy poco en dimensionar el grave impacto que han tenido sus propios errores. Conocer esos errores es la lección más importante para el resto del continente. En el 2001, cuando Chávez tenía menos de dos años de Gobierno, los empresarios decretaron un paro cívico que fue seguido de un intento de golpe de Estado en abril de 2002. El golpe fue encabezado por Pedro Carmona, presidente de las cámaras empresariales. En diciembre de ese mismo año iniciaron una huelga en la empresa petrolera PDVSA que terminó en febrero del 2003 con más de 18.000 despidos; en agosto del 2004 convocaron a un revocatorio que perdieron. En el 2005 se retiraron de las elecciones legislativas, a pesar de tener el 40% del voto. El intento de golpe militar y la huelga en PDVSA dejó a los opositores sin influencia en las Fuerzas Armadas y en la producción petrolera. El revocatorio fue una reafirmación del mandato de Chávez y el retiro de las elecciones le regaló al chavismo el control total del Poder Judicial, el Consejo Electoral y la Fiscalía.

Con alta popularidad, los militares de su lado, mucho dinero y todas las instituciones en sus manos, Hugo Chávez pudo hacer lo que le dio la gana frente a una oposición débil y fragmentada. Se reeligió así con el 62% del voto en el 2006. En este contexto, a partir del 2007, no antes, ocurrió la ocupación cubana y nació el socialismo del siglo XXI que era mitad marxismo nostálgico y mitad venganza contra los empresarios y medios de comunicación que habían tratado de derrocar a Chávez en su primer gobierno. En Venezuela, a diferencia de Cuba, la propiedad privada nunca ha desaparecido totalmente y las expropiaciones a la escala del chavismo no se repitieron en los gobiernos populistas de Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Nunca hubo un proyecto anticapitalista claro, pero si una lucha brutal entre el gobierno y el sector privado que dejó a los empresarios derrotados y la planta productiva desmantelada. Es decir que jamás debieron los empresarios venezolanos liderar la lucha política contra Chávez. Es más difícil un cambio con una economía destrozada que con una economía que sigue funcionando. Las crisis de sobrevivencia inmovilizan a la gente y las crisis de expectativas las motivan mejorar. Lo paradójico es que ahora Maduro está tratando de restablecer el capitalismo.

Los errores señalados contribuyeron a que el chavismo se victimizara, radicalizara y fortaleciera. Es irrelevante argumentar que Chávez ya tenía planes para concentrar el poder y quedarse gobernando para siempre, porque eso no justifica anticiparse. El populista Donald Trump tampoco quería irse y Jair Bolsonaro ha dicho que su futuro es: “victoria, cárcel o muerte”. Muchos presidentes de izquierda o derecha les encantaría concentrar poder, pero el funcionamiento de las instituciones se los impide, aunque sean muy populares. La independencia de poderes y la neutralidad de las Fuerzas Armadas son por ello cruciales y esto fue lo que perdió la oposición venezolana en solo cinco años. La popularidad de los populistas se degrada lentamente, incluso si su gobierno es un desastre, porque son una consecuencia del colapso moral de la política. La gente está enojada y tarda en reconocer que está siendo engañada.

El populismo es una venganza, nace de la polarización, se considera víctima, niega el diálogo, divide a la sociedad en buenos y malos, fomenta el conflicto y considera que quienes piensan diferente deberían desaparecer. Es un error enfrentarlo con sus mismas ideas y en la cancha donde es fuerte victimizándolo, polarizando y dividiendo más a la sociedad. Eso hicieron los venezolanos y cayeron en un circulo vicioso de deseo de venganza y miedo a la venganza que ahora dificulta que unos dejen el poder y que los otros pueden acceder a este. Es un error pensar que sería mejor si quienes creen en el populismo desaparecieran porque la solución es incluir a todos para acabar con la confrontación-polarización.

Latinoamérica continúa siendo la región del mundo en desarrollo con mayores progresos democráticos. Las instituciones que se crearon en la transición durante el siglo pasado son imperfectas, pero están funcionando para contener pretensiones populistas autoritarias. Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia llegaron a tener el 60% del voto. En Ecuador el correísmo ha sido derrotado dos veces, la primera por su propio partido y la segunda por la oposición que ahora gobierna el país. En Bolivia los opositores derrotaron la reelección de Morales, son la mitad del poder y evitaron que se aprobara una ley impopular. En Argentina el populismo “kirchnerista” ha sufrido dos derrotas electorales y lo más probable es que pierda el poder en el 2023. Bolsonaro seguro perderá la elección en el 2022. Hubo pánico en Perú por la elección altamente polarizada que ganó el izquierdista Pedro Castillo, pero los contrapesos lo están empujando al centro. El miedo se está trasladando ahora a Chile que igual elegirá presidente bajo fuerte polarización. Las posibilidades de un gobernante de concentrar poder son directamente proporcionales a la debilidad de las instituciones y Chile es un país con instituciones fuertes. Algo similar puede decirse sobre las elecciones de Colombia el próximo año.

En Honduras los militares derrocaron en el 2009 al izquierdista Manuel Zelaya por populista y chavista. El resultado fue un gobierno de derecha corrupto, autoritario, vinculado al narcotráfico. Doce años después la esposa de Zelaya, Xiomara Castro, ganó las elecciones. Al populismo es mejor sudarlo, tener paciencia, evitar la tentación de los iluminados que no saben esperar y tratan de corregir el error del voto popular a toda costa. A los pueblos no se les enseña, ellos aprenden. No se trata de derrotar un enemigo, sino de restablecer la tolerancia, la convivencia y reunificar al país. Esto puede parecer lento y difícil, pero es el único camino para avanzar en madurez democrática. La oposición venezolana corrió, se tropezó y cayó en un agujero del que no termina de salir. En este tema vale lo que sabiamente dijo José Alfredo Jiménez “no se trata de llegar primero, sino de saber llegar”.

13 de diciembre 2021

El País

https://elpais.com/opinion/2021-12-13/el-populismo-hay-que-sudarlo.html

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