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Opinión

Ese día Caracas era acariciada con su frio mañanero, aun cuando todos los caraqueños se la pasaron llenos de expectativas y con el alma ardiéndoles por los sucesos que hubiesen de desarrollarse hasta bien entrada la noche. Ese 5 de Julio representantes de las diez Provincias adscritas a la Capitanía General de Venezuela, después de arduas deliberaciones, se convocaron a la Capilla Santa Rosa de Lima, para dejar su huella en la historia a través de lo que, a partir de ese momento, conoceríamos como el Acta de la Independencia.

En el ensayo de Allan Brewer Carias sobre “La Independencia de Venezuela y el inicio del constitucionalismo hispanoamericano” este autor nos refiere que todos esos próceres de la independencia, se habían nutrido de las ideas derivadas del proceso revolucionario francés y de la revolución de independencia de los Estados Unidos, las cuales penetraron en la Capitanía General, no sólo a partir de 1810 con los papeles del Archivo de Miranda, sino incluso, por el trabajo que venían realizando varios venezolanos.

Con todo ese arsenal de ideas, los próceres fundadores de la República participaron en la rebelión del 19 de abril de 1810; conformaron el nuevo gobierno de Caracas en sustitución del anterior régimen; organizaron y participaron en la elección de los Diputados al Congreso General de las Provincias de dicha Capitanía a partir de junio de 1810; declararon solemnemente la Independencia el 5 de julio de 1811; y redactaron la Constitución Federal de los Estados de Venezuela.

He aquí el origen y fuente permanente de nuestra férrea voluntad civilista y democrática. Al decir verdad, nuestra historia por muchos períodos ha estado bajo el dominio de regímenes militaristas, pero siempre ha prevalecido en la conciencia de nuestro pueblo la herencia dejada por hombres de la talla de Juan Germán Roscio, Francisco Miranda, Andrés Bello, Francisco Javier Ustáriz, Miguel José Sanz, Francisco Iznardi, quienes aquel 5 de Julio decretaron nuestra independencia del dominio español.

Hoy a los 206 años de aquella gesta libertaria, de nuevo tenemos el reto de reivindicar esa fecha patria. Nicolás Maduro pretende imponernos un régimen dictatorial, corrupto y terrorista, a través de una Asamblea Constituyente, a todas luces fraudulenta. De nuevo el mundo verá de lo que somos capaces los hombres y mujeres nacidos en esta tierra. Vamos hacia una nueva independencia, y el 30 de Julio lo demostraremos donde intenten montar el fraude electoral.

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Victor Hugo D'Paola

El chavismo pudo haber sido no solo un fenómeno político, sino un movimiento transcendente con futuro más allá de su líder fundador. No ha resultado así. En vida y en sus mandatos presidenciales, Hugo Chávez fue demasiado personalista, él solo era la voz de su partido y su gobierno, nadie distinto al caudillo tenía vida política propia. Nunca se preocupó por crear un equipo dirigente del estado, ni siquiera del partido suyo. Único líder, caudillo tradicional venezolano y estalinista de nuevo cuño que asumía la práctica histórica de lo que había sido el centralismo de los partidos comunistas del siglo XX. Cometió dos grandes errores que después Maduro repitió exagerándolos: la dependencia política del gobierno cubano, lo que significó alienarse a los 50 años de fracasos de una revolución, negación de la democracia. El otro grave error de Chávez fue ir cediendo espacios de poder cada vez más determinantes a los militares, activos y en retiro, es decir un retorno al militarismo, que tanto daño le ha hecho al país durante su historia. Chávez y su gobierno fueron presidencialistas, centralistas y militaristas en un populismo, que en la experiencia de América Latina ha sido negativo en países que lo han sufrido.

Con Nicolás Maduro se agravan estos males, fue una pésima escogencia del casi moribundo Chávez, la de Maduro como sucesor en la presidencia de la República y en el liderazgo del movimiento chavista. En Maduro, la desproporción existente entre lo que se propone y la capacidad suya para realizarlo. Su inferioridad es visible, evidente. La inteligencia y la cultura le son ajenas a este presidente, quien ante sus continuos fracasos, cree que la solución es radicalizar su política, llevándola hasta el extremismo fascista. Exagera el presidencialismo, aunque esta institución esté cada vez más devaluada, desconoce poderes legítimos como la Asamblea Nacional, producto de las elecciones de diciembre de 2015, se rodea para gobernar de una camarilla impopular.

Maduro se convierte en prisionero de su propia incapacidad y de un grupo reducido de militares que buscando controlar el poder, lo hacen a través de Maduro, presidente títere. Es muy difícil en los primeros años del Siglo XXI, un gobierno dictatorial abiertamente militar, la opinión internacional no lo aceptaría. El asalto militar al poder se disfraza con gobernantes títeres que no vistiendo uniformes militares, estén dispuestos a ponerse al servicio de ellos. En Venezuela, nadie puede negar que hay un gobierno dictatorial y éste no podría sostenerse sin el poder de fuego, armado y represivo de militares en funciones.

El gobierno actual no solo es dictatorial, también es fascista, aunque todavía algunos chavistas lo ignoren. Este es uno de los problemas que afectan a muchos chavistas que se creen obligados a servir a Maduro y a una falsa revolución. Maduro, su camarilla y su gobierno, aun con sus relaciones con el despotismo cubano, no son verdaderamente una revolución, son una voluntad de cómplices que desesperadamente buscan mantenerse en el poder, conservar sus desmesurados privilegios ante un pueblo hambreado y cada vez más pobre.

Los chavistas han podido ser un movimiento que transcendiera su paso por el gobierno, como lo fue el peronismo y el sandinismo, ida y regreso. Cuando han perdido el poder se van a la oposición y más tarde recuperan el gobierno. Todo hace ver que el chavismo será “flor de un día”. Un solo líder que está muerto, no basta el culto a la personalidad de un difunto, la necrolatría. No ha surgido en sus filas un liderazgo nuevo, Maduro, Cabello y Rodríguez son caricaturas de líderes, de inanidad como políticos. Esta situación muestra lo que está pasando en el chavismo, cada vez mayor descontento en sus filas, pérdida del respaldo popular, la división tocando a sus puertas. Unos, aspirando a volver a ser una opción transformadora y otros solo interesados en su acomodo político, en “salvar sus piscinas”, como dijo una vez el gran cineasta Orson Welles.

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Asdrúbal Aguiar

La perspectiva épica que acompaña la gesta por la independencia en Venezuela y le domina desde la caída de la Primera República en 1812, deja oculto un hecho crucial de nuestra historia: el de la guerra fratricida que tiñe de rojo nuestro ingreso al concierto de las naciones y tiene como telón de fondo el “affaire” de Antonio Nicolás Briceño.

El mismo evoca cuanto ahora vemos y presenciamos –80 jóvenes asesinados por las huestes serviles de Nicolás Maduro y el premio que este le otorga a uno de sus sicarios: coronel Bladimir Lugo, por maltratar al presidente de la Asamblea Nacional y orinarse sobre la soberanía popular que en número de 14.000.000 de votantes se expresó en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015.

Briceño, próximo al Libertador Simón Bolívar, mientras se organiza desde Cúcuta la invasión a Venezuela y como premio del Decreto de Guerra a Muerte, redacta la Providencia N° 9. Su texto es emblema de la barbarie: “Se considera ser un mérito suficiente para ser premiado y obtener grados en el ejército el presentar un número de cabezas de españoles europeos, incluso los isleños; y así, el soldado que presentare veinte cabezas de dichos españoles será ascendido a alférez vivo y efectivo; el que presentare treinta, a teniente; el que cincuenta, a capitán”.

La queja posterior de Bolívar frente a Briceño es que mal puede hacer lo que propone sin su previa consideración, sobre la gravedad del caso y su ajuste a las leyes. Pero nada más.

Manuel del Castillo y Rada, coronel cartagenero y segundo al mando, reacciona con vergüenza republicana ante la primera baja que provoca el dispositivo: “Me ha estremecido el acto violento que Usted ha ejecutado (…); pero me ha horrorizado más el que, deponiendo todo sentimiento de humanidad, haya usted comenzado a escribir su carta con la misma sangre que injudicialmente se ha derramado”. Y concluye lapidario: “Devuelvo la cabeza que se me remitía. Complázcase usted en verla, y diríjala a quien tenga el placer de contemplar las víctimas que ha sacrificado la desesperación”.

Maduro y la corte de rufianes militares que lo mantienen alelado por lo visto se solaza como Briceño por los actos de violencia primitiva que promueve. Pero la diferencia con el pasado, sin que se justifique ese pasado, es proverbial.

A los hombres de espada de la Independencia anima, quizás, el quítate tú para ponerme yo: que salgan los peninsulares para que gobiernen los españoles criollos, sin que ello signifique la verdadera libertad del pueblo, hasta que en 1830 el catire Páez, otro general, devuelve las espadas hacia las haciendas o fundos de sus detentadores para que las luces, la ilustración civil, dibujen la república naciente. Se hace célebre, entonces, el altercado del sabio y rector José María Vargas con Pedro Carujo, otro coronel felón como Lugo: “El mundo es del hombre justo. Es el hombre de bien, y no del valiente, el que siempre ha vivido y vivirá feliz sobre la tierra y seguro sobre su conciencia”.

A la dictadura hoy imperante en Venezuela, desnuda tras los golpes de Estado sistemáticos que propina: desde el desconocimiento de la Asamblea en 2016 hasta el mamotreto de su narco-para-constituyente inconstitucional en 2017, en las antípodas de la historia comentada, apenas le importa la consolidación, a rajatabla, de su empresa colonial y cubana de narcotráfico y lavado de dineros, disimulada tras las banderas del socialismo marxista.

No hay barbarie más extrema que pueda concebirse que la cocinada en las hornillas del mal absoluto, del tráfico internacional e interno de drogas, sobre todo cuando involucra una política de Estado sistemática y coludida. Y es en este punto en el que cabe abrir los ojos de la opinión pública, para que entienda lo agonal de la tarea agónica de libertad que tiene por actores a las generaciones más jóvenes de venezolanos, a sus vidas ofrendadas en holocausto.

Solos no podrán llevar a término su propósito, que no es político sino de liberación del secuestro que sufren a manos de una delincuencia criminal hecha gobierno. Con la solidaridad de la comunidad internacional ello será posible, pronto. Y esa solidaridad crece, a pesar de los tropiezos, como el habido recién en la OEA. Allí los representantes de los países que menos representan, pues suman apenas 1,81% de la población de las Américas, impidieron por razones leguleyas que los gobiernos cuyas poblaciones suman 850 millones de habitantes se pronunciasen de manera concluyente en contra del cártel de los Maduro-Flores y Cabello-Reverol.

Los gobiernos huidizos al castigo de Maduro deben ser sometidos, por ende, a severo escrutinio. No por haber adoptado una decisión soberana, sino por la razón de fondo que la anima: ¿Acaso hacen parte de la estructura logística del negocio de la muerte los gobernantes de Bolivia, Dominica, Nicaragua, St. Kitts, St. Vicent, Surinam, Trinidad, Haití, Granada, El Salvador, Ecuador, Antigua y República Dominicana?

El narcotráfico es sinónimo de muerte. Ya suman 29.000 los homicidios promedio de cada año, que se inician de modo selectivo y por órdenes del Palacio de Miraflores desde que Hugo Chávez firma su pacto de alianza con las FARC, en 1999.

Cuando se abra la caja de Pandora el capitán Diosdado Cabello, el actual presidente del Supremo Tribunal, y ex fiscal general Isaías Rodríguez, tendrán mucho que cantar. Entonces hablarán, por boca de otros, los muertos del silencio: El fiscal Danilo Anderson (2004), Gamal Richani (2005), Arturo Erlich y Freddy Farfán (2004 y 2009), Richard Gallardo y Luis Hernández (2008), el gobernador William Lara (2010), Nelly Calles (2011), el gobernador y capitán Jesús Aguilarte (2012), la embajadora Olga Fonseca (2012), el general Wilmer Moreno (2012), el diputado Omar Guararima (2013), el capitán Eliézer Otaiza, el colectivo José Miguel Odremán y el diputado Robert Serra (2014), por lo pronto.

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Con el aumento del Salario Mínimo y del Bono de Alimentación decretado ayer (02 07 2017) por Maduro, la remuneración total percibida por ambos resulta ser un 44% menor, en términos reales, del correspondiente al último año del gobierno de Caldera. Como es del sufrimiento de todos, la inflación desbordada reduce la capacidad adquisitiva de nuestras remuneraciones.

A pesar de que el Banco Central de Venezuela no cumple con sus obligaciones de actualizar sus cifras, la Asamblea Nacional ha asumido esa tarea y estimó que la inflación de 2016 fue de 550%. Ha continuado con estas estimaciones para este año, lo que permite actualizar el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) elaborado por el BCV y el INE, que sólo llegaba hasta fines de 2015. Les suministro anexo un cuadro en el que he calculado el valor real del salario mínimo y del bono alimentario deflactando sus montos (nominales) con base en el INPC actualizado. Es decir, ahí se elimina el efecto de la inflación, que abulta estas remuneraciones, para registrar su poder adquisitivo a los precios de hoy (30 06 2017 ). Ello permite examinar la evolución de ambas remuneraciones en términos reales y comparar el aumento decretado con años anteriores.

El cuadro registra en sus primeras columnas los salarios mínimos y bonos de alimentación decretados desde el gobierno de Caldera. En las últimas tres columnas se registran ambos conceptos, más el total (suma), pero en términos reales (a precios actuales). Al final del cuadro se exhiben algunas variaciones.

Se observa que, con relación a octubre, 2016, último mes en que se ajustaron ambas remuneraciones el año pasado, el último aumento de Maduro representa una disminución real, por ambos conceptos, de un 23,3%, aunque el Salario Mínimo se mantiene prácticamente igual. Al examinar la variación porcentual desde el comienzo del gobierno de Maduro, comparando este aumento con cifras de febrero, 2012 -último ajuste de la época de Chávez- la caída es del 41%, aún mayor. Y, si se hace esa comparación con la remuneración existente por ambos conceptos en el último año del gobierno de Caldera (ajustado en enero 1998), la reducción es del 44,3%.

En la medida en que continúe el mismo equipo de (des)gobierno en el poder, la inflación seguirá altísima, por lo que el poder adquisitivo de nuestras remuneraciones seguirá reduciéndose aceleradamente. Como dice el aforismo conocido por todos, mientras los precios suben por el ascensor, los salarios suben por la escalera. La única manera de detener este deterioro y revertir la pérdida de nuestro poder adquisitivo es abatiendo la inflación y tomando medidas para reactivar la economía para así poder incrementar nuestras remuneraciones en términos reales. Como Maduro no lo va a hacer, pues implica desmantelar el sistema de expoliación de los venezolanos montado por la mafia en el poder, es menester salir de él cuanto antes.

Economista, profesor de la UCV.

humgarl@gmail.com

Cuadro

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Lester L. López O.

Apreciación de la situación política #111

La semana que finalizó debe llevarnos a entender que el régimen de delincuentes que, en mala hora, nos gobierna, va con todo, para imponer su fraudulenta constituyente como único medio para apoderarse definitivamente del país y acabar con la poca democracia que tenemos y la forma republicana que la sustenta.

La expresión del jefe visible en cadena defendiendo lo que llaman revolución “si no lo logramos con votos, entonces lo haremos con las armas” pareciera que fuera una orden adelantada para que los colectivos y sectores de la policía y guardia nacional actuaran de la manera más arbitraria, casi sanguinaria, contra los manifestantes en la calle, pero también en conjuntos residenciales, barrios y comunidades con total impunidad ante los ojos de las autoridades que deben evitar estos desmanes. Asesinatos, encarcelados, violaciones, secuestros, desapariciones, saqueos, vandalismo, etc., caracterizan estas actuaciones auspiciadas, reconocidas y premiadas por los jerarcas más conspicuos, incluyendo al jefe máximo, todo en defensa de la revolución trastocada en robolución desde sus propios inicios.

Ese es el enemigo, sin medias tintas de adversarios, o disidentes, así han tratado a la oposición desde el inicio, y como enemigos hay que destruirlos. Pensar, a estas alturas y con las últimas demostraciones que no es así, ya es cuestión de ilusiones. Este régimen está en guerra contra la mayoría del pueblo venezolano, por lo que no es cuestión de artículos 333 y 350 constitucionales, ya la cosa es, prácticamente, de vida o muerte, de ellos o nosotros.

Por supuestos, la oposición democrática, no puede hablar de enemigos y guerra por razones fundamentales y de principio democráticos, eso sería reprochable e inconveniente ante la razón pública y la opinión internacional. Pero si quiere salir del régimen, o al menos llegar a un proceso de negociación serio con el mismo, debe comenzar a verlo como lo que son en realidad, un enemigo del pueblo, del país. Pensar en vencer a un adversario es un plano mental completamente diferente a pensar en vencer a un enemigo, especialmente cuando este está dispuesto a utilizar las balas.

Es el momento de unirse con los adversarios para vencer al enemigo común.

@lesterllopezo 02/07/17

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Maduro y Padrino convencieron a sus fanáticos de que somos una potencia militar. Considerando los cinco mil seiscientos millones de dólares gastados en armas, más de uno se tragó ese cuento. Algunos quizá titubearon, pero dejaron el recelo al constatar que nuestra Fuerza Armada cuenta con más de dos mil generales de brigada y de división, una docena de mayores generales y varios generales en jefe, entre estos últimos Gustavo González López, comandante de la Policía Nacional, ascendido por violar los derechos humanos y como premio por haber sido imputado por la Fiscal. La duda cartesiana terminó de disiparse al admirar la cantidad de condecoraciones que esgrimen orgullosos nuestros generales. Con ínfulas los rojos exclamaron ¡Somos una potencia militar!

El “imperio mesmo” nos temía y por ello no se atrevía a “pisar el suelo sagrado de la patria”. Solo los hermanos Castro tenían rueda libre para imponernos su “mar de la felicidad”, no porque fuesen más potencia militar que la nuestra, sino porque regímenes totalitarios deben apoyarse para enfrentar el peligro de las democracias. Lamentablemente, “qué presto se fue el placer como diría el poeta Jorge Manrique. Hechos recientes derrumbaron ese mito. El general Reverol, el coronel Lugo y el helicóptero son los responsables del desprestigio. Ahora estamos expuestos a que incluso San Cristobal y Nieves o San Vicente y las Granadinas nos invadan para reclamarnos el compromiso de enviarles más petróleo por haber apoyado a la dictadura en la OEA.

El general Reverol, ministro del Interior, inició el descrédito al declarar que la Base Militar de La Carlota, fue “asediada” y ello obligó a sus valientes defensores a repeler la agresión con todo su poder de fuego. El problema, para Reverol y el prestigio de nuestra Fuerza Armada, es que varios videos mostraron que los supuestos sitiadores eran estudiantes que arrojaban piedras a los soldados ubicados detrás de las rejas. Sin embargo, para rechazar a ese gran ejército, los policías militares decidieron fusilar al que tenían más cercano, que resultó ser el joven David Vallenilla. ¿Qué pensarán de nuestra Fuerza Armada los demócratas del mundo?

La otra “hazaña” que desprestigió a nuestros uniformados fue la cobarde acción del coronel Vladimir Lugo, al empujar al abogado Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional, quien le reclamó al gorila por la agresión a dos diputadas que solicitaban información sobre unas misteriosas cajas que Lugo había introducido en algo que llamó “el parque de armas” ubicado en la Asamblea. “Yo soy el comandante de la unidad militar”, rugía el cobarde gorila mientras empujaba al presidente de la Asamblea y en su rudimentario castellano se refería a "una diputada femenina". Por su heroico gesto, Maduro le otorgó la Orden del Gran Collón ¿Estos son los oficiales que comandan una Fuerza Armada “potencia militar”?

La guinda de la torta fue el episodio del helicóptero piloteado por un efectivo policial del CICPC de nombre Oscar Pérez, quien decidió evidenciar su descontento con el régimen apoderándose de un helicóptero de ese organismo. Sobrevoló Caracas con letrero alusivo al artículo 350 de la Constitución y cuando se cansó de exhibirlo, lanzó un par de granadas sobre la sede del TSJ y siguió su paseo hacia el litoral central ante la mirada asombrada de los militares ¿Y las defensas aéreas? ¿Y los aviones de última generación para interceptar naves enemigas? ¿Y los costosos radares adquiridos? ¡Qué vergüenza!

La Fuerza Armada que exige el país debe ser respetuosa de la Constitución y por lo tanto de los ciudadanos. Ante los desafueros cometidos por algunos de sus miembros debe reaccionar y demostrar que en la institución no todos son unos bárbaros. Lo menos traumático para salir de la crisis es que presione la renuncia de Maduro y se forme un gobierno de transición.

Como (había) en botica:

Borges actuó correctamente. Si hubiese repelido la agresión del gorila Lugo, hubiese dado pie a más atropellos y el régimen lo hubiese acusado de “agresión al centinela”. Con su actitud, demostró la diferencia entre un demócrata desarmado y un desaforado coronel.

Canadá celebró sus 150 años. Receptor de 250.000 inmigrantes por año a quienes ofrece enseñanza gratuita del inglés y del francés y orienta para la consecución de empleo. Multicultural, con una calidad de vida envidiable, una democracia ejemplar que condena a los gobiernos dictatoriales del mundo, inclusive al de Maduro. Con un sistema de salud del Estado que es bueno en cuanto a prevención, aunque con mucho tiempo de espera para acceder a un especialista, salvo casos de gravedad. La educación es muy buena y los estudios universitarios son costosos, aunque hay programas de ayuda económica. La reválida es difícil para profesionales de la salud. Para ejercer cualquier trabajo se requiere una certificación. El recién llegado debe ir dispuesto a empezar por abajo, pero es un gran país para vivir

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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El Tribunal Supremo de Justicia, convertido en instrumento político, en Sala Plena, admitió la solicitud que le hiciera el diputado Pedro Carreño de un denominado antejuicio de mérito contra la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, por presuntas faltas graves, todo lo cual tiene por objeto su remoción del cargo, como sanción administrativa de competencia exclusiva de la Asamblea Nacional, de acuerdo con el artículo 279 de la Constitución.

Sin duda, con esta nueva acción, amparada bajo la simple apariencia de la legalidad, invocando normas que han sido previstas para resguardar el ejercicio legítimo de esos cargos y velar por el eficaz funcionamiento de las instituciones en un Estado de Derecho, se pretende destituir a quien, en nombre del Ministerio Público, garante de los derechos ciudadanos, ha optado por defender la Constitución y denunciar la ruptura del orden democrático por parte del propio tribunal que ahora procede en su contra.

Por supuesto, tratándose de la exigencia legal de protección a la función pública, por parte de quienes son sus enemigos manifiestos, se ha convocado a una audiencia pública en la que debe oírse a la fiscal y a sus denunciantes, a los fines de un pronunciamiento que deberá ser sometido al debate y decisión de la Asamblea.

Con la simple admisión de la solicitud y sin fundamento jurídico razonable, “a los fines de garantizar el cauce procesal respectivo”, que ya se conoce, el tribunal ha acordado medidas cautelares de prohibición de salida del país, congelación de cuentas bancarias y prohibición de enajenar y gravar, todo ello, sin juicio, sin debate y en el curso de un procedimiento que se abre simplemente para evaluar si hay elementos serios que comprometan la responsabilidad de la fiscal por faltas administrativas y sin que esas medidas tengan algo que ver con las imputaciones formuladas. Sin duda, estamos ante una condena anticipada y una fórmula expedita para destituir a uno de los más altos funcionarios, a cuyo cargo pone la ley la representación del interés general y la responsabilidad por el respeto a los derechos ciudadanos.

Por lo demás, sin ser vidente, todo parece indicar que el “cauce procesal” no es otro que la remisión del expediente, no a la Asamblea Nacional, a quien corresponde conocer, debatir y decidir de manera exclusiva la eventual remoción de la fiscal –pero considerada en permanente, reiterado, eterno y absurdo “desacato”– sino a la propia Sala Constitucional, juez y parte, cuya decisión ya se conoce.

Una vez más, la arbitrariedad y las vías de hecho sustituyen la institucionalidad, en este caso, paradójicamente, bajo la apariencia de una formal legalidad. Sencillamente, se trata de acciones emprendidas como instrumento de terror contra cualquier forma de disidencia y denuncia de los abusos del poder.

En el caso de la fiscal, la “sinrazón” de su remoción no es otra que su posición expresada con energía en defensa de la Constitución y su denuncia clara y terminante de la ruptura del orden democrático por parte de la Sala Constitucional, cuyos integrantes no están por encima de la ley, sino sujetos a ella, de manera que sean ejemplo para una sociedad que aspira a la convivencia en paz por el camino del derecho, sin que pueda entender el pueblo que sus jueces responden a los intereses de la revolución y no de la justicia.

Solo la Asamblea puede remover a la fiscal general y si lo hace otro poder, simplemente estará usurpando las funciones del Parlamento y llevando a cabo un acto nulo e ineficaz, como ya lo son todas las decisiones que desconocen la soberanía popular y los derechos ciudadanos.

aas@arteagasanchez.com

@ArteagaSanchez

03 de julio de 2017

http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/antejuicio-fiscal-general...

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