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Ignacio Avalos Gutiérrez

¡Hasta en el baño! (Orwell se quedo corto)

Ignacio Avalos Gutiérrez

En su “Gran Hermano” y otros escritos, George Orwell predijo hace unas cuantas décadas, varias de las transformaciones que están afectando esencialmente, dicho sea sin pizca de exageración, las raíces de la vida humana. Por cierto, su obra central, “El Gran Hermano”, figura en una lista de libros, junto a “El Mundo Feliz” de Aldous Huxley, cuya lectura se censura en Estados Unidos.

“Wearables” para perros

Dentro del extenso, casi infinito, repertorio de innovaciones que de manera constante están apareciendo, en estas líneas se hará referencia a la denominada Internet de las Cosas, ese sistema tecnológico que, descrito brevemente y sin entrar en aguas profundas, constituye una red de interconexión digital entre dispositivos, personas y la propia Internet, que permite el intercambio de datos entre ellos y capturar información clave sobre el uso y el rendimiento de los dispositivos y los objetos. Diversos estudios anuncian que para el año 2025, esto es, a la vuelta de la esquina, habrá en el mundo alrededor de cuarenta mil millones de dispositivos haciendo posible el enlace de todos los objetos.

Entramos, pues, al escenario de los autos sin conductor, las maleta robot, los edificios climáticos, las impresoras 3D, los cepillo de dientes que anuncian las caries, los zapatos que registran los kilómetros que se caminan, las conversas con las inefables Siri y Alexa, las pulseras que monitorizan la tensión, los drones y los “wereables” para las mascotas, todo ello una parte mínima, apenas, de una lista interminable y surtida de innovaciones.

Y entramos, así mismo, al tema de los hogares inteligentes. En su más avanzada versión tecnológica, disponible sólo en pocos países, alude a sistemas que permiten manejar de manera remota las luces, la climatización y hasta verificar si las puertas y ventanas de la casa están debidamente cerradas. Y yendo más allá, a la posibilidad de modificar en distintos aspectos la sala de estar, las habitaciones y la cocina, hasta llegar al baño, un sitio al que no alcanzaron a llegar los vaticinios de Orwell.

Los retretes inteligentes.

En este caso, las propuestas desde el Internet de las Cosas incluyen música y noticias, duchas que regulan la temperatura del agua, espejos que analizan la piel, además de un inodoro eficiente desde el punto de vista energético y admite el uso de agua reciclada, además de deshidratar, secar y quemar los desechos sólidos

Por otra parte, en el marco de la salud personal, se cuenta con un catálogo de sensores que permite medir distintos valores de nuestro propio cuerpo (el porcentaje de grasa corporal o el azúcar en sangre, por ejemplo) e igualmente examinar de manera automática las heces y la orina para detectar ciertos tipos de cáncer, así como algunos trastornos digestivos y renales e, inclusive, ayudar a detectar enfermedades en etapa temprana. Por estas vías se reúne, así pues, un buen número datos con la identificación de la persona, que pueden hacerse llegar a manos del médico (y quién sabe a cuántas manos más, con qué propósitos).

Es posible suponer que hoy en día en Venezuela los baños inteligentes deben ser muy poco comunes y que seguramente hacen parte de la economía de burbujas en la que ahora se ha convertido el Socialismo del Siglo XXI. Y, por otro lado, estimar que los existentes no tienen la sofisticación tecnológica retratada en el presente artículo. Pero, en cualquier caso, no hay duda de que, como veremos en los próximos párrafos, remite a una cuestión que tarde o temprano, debemos considerar en sus distintos efectos.

¿Y la privacidad?

Los hogares inteligentes, con sus baños, forman parte de lo que distintos autores, cada quien a su manera, han descrito como “la sociedad de la transparencia”, indicando que los modernos dispositivos y objetos hiperconectados nos “desnudan socialmente”, dejando huellas que se convierten en datos que pueden ser utilizados, a veces causando grandes beneficios sociales y personales, otras generando enormes daños.

Visto lo escrito en estas líneas cabe deducir el grado en que se puede lesionar la privacidad, fundada en la inviolabilidad de la persona humana y cuya protección no es solo tema de los individuos, sino a toda la sociedad. La transgresión de ese principio, cuestiona seriamente la premisa de que sólo el individuo tiene el derecho de hacer públicos los asuntos relativos a su intimidad, aun cuando no es nada fácil delimitar qué debe quedar protegido y qué debe calificarse como intromisión. Un factor que agrava esto último es que, como ha sido señalado en varias investigaciones, se está generalizando la aceptación de la vigilancia por parte del vigilado, bajo el entendido de que vale la pena sacrificar en alguna medida la libertad, a cambio de seguridad. En suma, la entrega de los datos es apreciada como una compensación, según pudo verse el año pasado, durante la pandemia.

Los Ojos de Chávez

Se están eliminando de muchas partes, exigencia tal vez del capitalismo de bodegones que ahora nos rige y nos gobierna. Me refiero a los Ojos de Chávez, dibujados en las paredes del país, concebidos para darnos la sensación de que aún nos observa y controla.

En efecto, es cierto que los están borrando en algunos sitios pero la acción no es suficiente para disipar la amenaza asociada, entre otras cosas, al Sistema Patria, que apuntan a reducir los espacios de la intimidad de las personas, dejando a un lado el hecho de que la Constitución no sólo establece el respeto a la privacidad, sino que registra el derecho de las personas de acceder a la información y a los datos que sobre ellas mismas o sobre sus bienes, consten en registros oficiales o privados.

Aparte de lo anterior, no está de más recordar que obviamente nos encontramos con dificultades que en distinto grado y de diferente manera, interpelan al mundo en todos los escenarios por los que transita la vida humana y que, en medida importante, derivan de la velocidad y profundidad de los cambios tecnológico que tienen lugar en la Sociedad 4.0.

Advertir por otra parte que ha aumentado considerablemente la conciencia respecto a los desafíos planteados, abriendo el espacio a muchas iniciativas con el propósito de reorientar el desarrollo tecnocientífico, hoy en día plegado sin reservas a los dictados del crecimiento económico, al margen de casi cualquier otra consideración. Y añadir, finalmente, que las tareas que vienen realizándose, lo hacen a partir de la libertad del ser humano y de su capacidad de control sobre los procesos de transformación, teniendo como norte la solución de las múltiples crisis que, entrecruzándose unas con otras, perfilan el actual desmadre planetario.

Miércoles 31 de agosto de 2022

La irresistible tentación de comerse la luz (divagaciones en torno al trafico caraqueño)

Ignacio Avalos Gutiérrez

En medio del encierro al que en diversos grados nos ha obligado la pandemia, durante los últimos días estuve recorriendo, por diferentes razones, algunas de ellas un poco borrosas incluso para mí, varias partes de Caracas. Tras hacerlo me ha quedado la impresión de transitar una ciudad con varios millones de habitantes, que habitan en un escenario armado desde la anarquía y el bullicio.

Yendo de un lado al otro pude ver de cerca a nuestra capital, atravesada por carros, motocicletas, autobuses, camiones, gandolas, patrullas y ambulancias, en medio de un tráfico endiablado en casi todos lados y durante buena parte del día.

Observar, así mismo, a los automovilistas conduciendo con la mano preparada para tocar la bocina porque el carro de adelante va muy despacio, porque se detuvo cuando el semáforo se puso en anaranjado o porque no se “comió la luz”, todo lo cual me consta, pues he sido siempre un chofer vilipendiado por manejar lentamente, como si no tuviera apuro por llegar a ningún sitio.

Por otro lado, en varias ocasiones advertí como gandolas y autobuses hacían de las suyas y como las patrullas exageraban, sospecha uno, la necesidad de su presencia “en el sitio de los acontecimientos”, elevando hasta el cielo el silbido de sus alarmas.

Igualmente, pude mirar a los motorizados, en crecimiento casi exponencial gracias al “delivery”, terciando con ventaja y alevosía en el tránsito cotidiano, colándose entre los carros sin más pasaporte que un pitico atado compulsivamente al dedo pulgar, tratando de ganarse la arepa, condenados a soportar la mala fama que le generan los colegas que prefieren el atraco y convertidos en víctimas propicias de cualquier “operativo”, obligados a detenerse para ser revisados e interrogados por su “pinta”, o sea, algo así como el “porte ilícito de cara”

En suma, lo que suele denominarse el tráfico rodado ha convertido a Caracas en una metáfora del ruido, violando las normas existentes y generando lo que se ha clasificado como un problema ambiental que afecta a las personas, tanto en su salud física (molestias ocasionales, pérdida de la audición, diabetes, hipertensión…), como en su condición mental (depresión, ansiedad, estrés…).

Así lo ha revelado en distintos informes la Organización Mundial de la Salud (OMS), institución que lo señala como la principal fuente de “contaminación sónica”, por encima de otras tales como la industria, la construcción o los sitios de recreación, afectando seriamente la calidad de vida de la población en las áreas urbanas, a lo largo y ancho del planeta. No obstante lo anterior, se advierte una tendencia fuerte hacia su tolerancia, como si las personas se acostumbraran a ella. En este sentido, algunos estudios plantean la idea de que esa suerte de aclimatación es propia de los tiempos que corren, determinados por la aceleración de la vida en todos sus aspectos, ocasionando la sedotofobia, esto es, al miedo a la calma, al sosiego y a la quietud.

No hay mejor manera de mostrar lo anterior que mediante una frase de la de la poeta venezolana Hanni Ossott, «Estamos llenos de ruido porque no soportamos el silencio»

HARINA DE OTRO COSTAL

Apenas elegido, el Presidente Joe Biden afirmó que "Es el problema número uno que enfrenta la humanidad. Y es el tema número uno para mí" ". Se refería al cambio climático, considerándolo “…una amenaza existencial para la humanidad".

A lo largo su gobierno pareció que los enredos de la política norteamericana (Trump persiste en su necedad política, aún sin su cuenta de Twitter), dejarían estas declaraciones en el limbo del papel. Sin embargo, hace pocos días, consiguió que el Congreso le aprobara una ley que, entre varios temas, contempla el impulso de las energías renovables, mediante importantes incentivos financieros para los productores y consumidores de energía eólica, solar o nuclear, con el fin de que Estados Unidos reduzca en 40% sus emisiones de CO2 para 2030, en relación a 2005. Se trata, sin duda, de una buena noticia para un planeta

Aunque cojeando, el Acuerdo de París continúa vivo, respaldado (al menos con su firma) por la mayoría de los países. La cuestión ahora es si también conseguirá sobrevivir a una guerra como la de Ucrania, origen de en una crisis energética que amenaza no solo al Acuerdo de París y a la lucha climática, sino la cooperación entre las naciones, como la única forma de la que disponen los terrícolas para resolver sus conflictos y encarar las complejidades de su futuro

El Nacional, martes 17 de agosto de 2022

El nuevo socialismo (pasito a pasito)

Ignacio Avalos Gutiérrez

Edulcorando el relato político mantenido durante casi dos décadas, el Gobierno asoma hoy en día medidas económicas sorpresivas, que dejan la impresión de que el país se recupera y sale de la larga crisis, esa suerte de “hueco negro”, en el que se encontraba desde hace tiempo.

Que diría Chávez

Se han generado, ciertamente, algunos cambios que surgen como consecuencia del aflojamiento de los controles aplicados a la actividad privada, de la apertura de las aduanas para la importación de bienes terminados, de la creación de zonas económicas especiales y de la conversión en la práctica del dólar en moneda nacional, incompatible, le parece a uno, con la lucha contra el imperialismo. Estas y otras decisiones oficiales, como la insólita concesión de unas cuantas hectáreas a Irán para que se ensayen algunos cultivos, apuntan al fortalecimiento de las actividades de comercio y servicios orientados al consumo final. La sensación de bonanza se extiende hacia ciertos sectores de nuestra sociedad y llega, incluso, más allá de nuestras fronteras. Como dicen los analistas, los efectos de rebote que se producen lucen gigantes, comparados con la crisis que se venía padeciendo.

Lo escrito en el párrafo de arriba ocurre dentro del marco de lo que el Presidente Nicolás Maduro describe como “nuestro propio modelo de socialismo”, como si el anterior no fuese tan de nosotros y mientras la realidad nos deja ver el surgimiento de un capitalismo de bodegones, según se le suele calificar, diseñado en burbujas que levantan barreras estructurales e impiden el acceso de un porcentaje muy alto de venezolanos, tal como lo explican varios estudios, cuyas cifras reflejan una gran precariedad en la nutrición, la salud, la educación y otros muchos aspectos, sin que de las transformaciones propuestas se desprendan, por ahora, señales que anticipen un descenso significativo de los indicadores de pobreza y desigualdad.

La conclusión pareciera ser, así pues, que hay una puerta abierta, que para mayoría de la población semeja tan sólo una pequeña rendija a través de la que los beneficios se cuelan en gotas.Imposible no pasearse por lo que pensaría Chávez de este nuevo modelo, construido bajo la invocación de su legado y, por otro lado, sin caer en la tentación de imaginar que probablemente habría hecho lo mismo.

Los bodegones artísticos

En medio de este contexto, y bajo la pancarta de que “Venezuela se arregló”, Maduro se ha dado a la tarea de aupar algunos espectáculos artísticos con el propósito de recuperar “la alegría del pueblo libertador y maravilloso que ha enfrentado dificultades impuestas desde el extranjero, siempre con resistencia heroica y amor por la Patria. Nos tiraron todos los misiles y no pudieron con nosotros”.

Así, con motivo de la celebración del Dia Internacional de la Salsa, desde el propio Palacio de Miraflores, se concibió un acto en el Poliedro de Caracas, realizado recientemente, y hace poco se informó que en octubre habría una segunda edición en el mismo sitio. Por su parte, diversos empresarios han llevado a cabo o tienen previstos numerosos espectáculos en diversos escenarios en Caracas y en menor grado en el interior, contratando entre otros artistas a Ricardo Arjona, Nathalia Jiménez, Emannuel, Olga Tañón, Chayanne, El Puma José Luis Rodríguez, Oscar D’León y Fito Páez, éste último para escucharle cómo es “El amor 30 años después del amor”. Un productor de eventos musicales declaró en una entrevista que en Venezuela se avizoraba una "orilla interesante", gracias a la dolarización de su economía.

Como cabe sospechar, estos eventos buscan maquillar al gobierno, a pesar de que también ocurren bajo el formato burbujas y de que los precios de las entradas los vuelven inasequibles para la mayor parte de la población, dado que sus ingresos giran alrededor de la cesta básica.

Despacito

Pasito a pasito, como dice reiteradamente la famosa canción, obra de dos compositores puertorriqueños, surge entre nosotros el capitalismo autoritario, conforme a una fórmula que se viene empleando en otros lugares del planeta y que, como es sabido, combina el funcionamiento de las fuerzas del mercado, con severas restricciones políticas.

En el caso venezolano se advierte con nitidez un variado menú de medidas clientelares, mezclado con una sofisticada vigilancia que aumenta con el continuo avance de las nuevas tecnologías. Hemos topado, así pues, con la biopolítica de esta época, un concepto que refiere a los mecanismos que se originan desde el poder con el objetivo de gobernar la vida individual, haciendo de la libertad un espejismo y proyectando un escenario que le reduce el espacio a la política, circunscribiéndola a pequeños gestos que tratan de guardar las apariencias y alimentan la creencia de que el todo de la cuestión reside, permítaseme explicarlo de manera obviamente simple, en el crecimiento del PIB.

Por tanto, aún si el modelo adoptado permite mejorar la situación social del país, resulta imposible soslayar el hecho de que subvaloran y arrinconan a los derechos humanos, civiles y políticos. Como escribió el filósofo Miguel de Unamuno, a quien he citado en algunos de mis artículos, lo que define una nación es un proyecto sugestivo de vida en común; los grupos nacionales, añade, «no conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo».

La sumisión y la falta de consensos que encauzan al capitalismo autoritario no riman con esta concepción

El Nacional, jueves 4 de agosto 202

Que rudo es ser chamo en Venezuela

Ignacio Avalos Gutiérrez

El Presidente Nicolás Maduro nos cuenta una y otra vez, su versión del país, el de ahorita y el del futuro, el que, según él, va viento en popa, a toda velocidad. En un acto de prestidigitación verbal, ignora la realidad y extrae de su chistera una nueva versión, llena de luces y esperanza.

El semillero de la Patria

Así, con un optimismo que resulta incomprensible para el venezolano de a pie, el pasado domingo, en la conmemoración del Dia del Niño, tuiteó su felicitación expresando que eran “la alegría de nuestros hogares, quienes a diario nos enseñan, con su inocencia y amor, a ser mejores. A ellos dedicamos todo nuestro esfuerzo para garantizarles la Venezuela bella, feliz y próspera que se merecen”. “Qué Viva el Semillero de la Patria!, concluyó replicando a Hugo Chávez, quien a comienzos de su gobierno prometió que los niños de la calle serían transformados en los Niños de la Patria.

En su mensaje pasó por alto por alto al país que somos, dibujado por la pobreza, conforme lo indican diversas investigaciones, tanto nacionales como internacionales, (la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, FAO, muestra a Venezuela como el segundo país de Latinoamérica y el Caribe, detrás de Haití, con mayor porcentaje de población en estado de miseria). Y asimismo soslayo el hecho de que la vida de la mayoría de los chamos transcurre envuelta en tropiezos de toda índole, relacionadas con su salud (mental y física), la desnutrición, el embarazo precoz, la violencia, el trabajo prematuro, la falta de recreación e, incluso la carencia de cédula de identidad, lo que los vuelve casi invisibles.

Por otro lado, y como resulta fácil de imaginar, las circunstancias anteriores, empeoradas por la pandemia, frenan la inclusión al igual que la oferta escolar. De manera muy breve cabe señalar que en la mayoría de las escuelas existen problemas serios con su infra estructura y con los servicios básicos tales como agua, electricidad y transporte, amén de las fallas en la conexión a internet, lo que complica la enseñanza a distancia. Encima de todo lo anterior, lo más grave es la falta de maestros y profesores, dadas las pésimas condiciones en las que éstos deben trabajar.

En suma, nos encontramos, ante un paisaje social que estrecha notablemente las posibilidades de los chamos. Trazan la fisonomía de una sociedad azarosa que les pone la vida cuesta arriba y chiquitica, cuando apenas comienza. Viven, pues, en modo sobrevivencia, no es una desmesura indicarlo de esta manera. Han sido despojados de sus derechos básicos contemplados en la Convención Internacional de Derechos del Niño, así como en nuestra Constitución e igualmente en la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (LOPNNA), cuyas normas denuncian la magnitud de las deudas que el país tiene con ellos.

¿Y el futuro?

Vivimos tiempos determinados por grandes y variadas transformaciones de toda índole, que ocurren en todas partes e impactan todos los escenarios de la vida social. La Sociedad del Conocimiento es un concepto que se ha vuelto común para describir esta época, caracterizada por una enorme complejidad desde el punto de vista de las múltiples interacciones que están presentes en ella y en la que cada vez hay más acontecimientos imprevistos que irrumpen y que solo en parte podíamos prever, según lo expresan diversos intelectuales dedicados al tema.

Han cambiado los problemas y, por tanto, el tipo de saber que se requiere, añaden. Cualquier reflexión sobre el sentido de la escuela debe tener en cuenta el tipo de conocimiento que exige el mundo contemporáneo. Que prepare para adaptarse a la vida, desde luego, pero también para encarar el futuro

Digresión sobre los Bricomiles

Durante su alocución del pasado martes, después del Dia del Niño, Nicolás Maduro anunció que les encomendaría a las Brigadas Comunitarias Militares (Bricomiles), la tarea de recuperar las escuelas del país. “En cada escuela y liceo debe haber un responsable militar encargado para resolver, arreglar y poner las cosas como deben ser”, decretó.

Aquí entre nos, estimado lector, me parece que en medio del drama educativo venezolano, esta decisión no es más que un absurdo tiro al aire.

El Nacional, viernes, 21 de julio de 2022

Los besos escritos no llegan a su destino

Ignacio Avalos Gutiérrez

Antes de abordar el asunto que tengo pensado para el artículo, siento la obligación de poner las cartas sobre la mesa y confesar que, de acuerdo a la clasificación que se ha inventado para ubicar a las personas conforme a su vinculación con las nuevas tecnologías (generación X, Y , Z, Alpha ), yo me encuentro catalogado como predigital y si bien logró surfear con cierta dignidad en algunas plataformas, nunca se me borra la sensación de ser un intruso que proviene del escenario analógico.

El tema escogido se enmarca dentro de la actual metamorfosis tecnocientífica, envuelto en muchas preguntas para las que aún no alcanzamos a tener respuestas, si bien algunos análisis muestran indicios que llaman a encender las alarmas con respecto al proceso de digitalización de la vida humana.

Los niños del Silicón Valley

Me parece que nadie en su sano juicio puede voltear la cara ante los beneficios y ventajas que traen consigo las nuevas tecnologías, abriendo puertas que resultaban impensables. Pero tampoco puede hacerse el desentendido frente a las tendencias que marcan su evolución, orientada en muchos de sus aspectos, hacia un futuro poco deseable, por no decir distópico.

Poner cuidado, digo. No en balde, y lo coloco sólo como un ejemplo, los hijos de los directores de las compañías identificadas como las “grandes tecnológicas” (Apple, Google y demás), asisten a la escuela para oír a sus profesores, pizarra y tiza mediante, y aprender aritmética, lenguaje, geografía y el resto de las materias que se incluyen el pensum de la primaria. Bill Gates, el creador de Microsoft, limitó el tiempo de pantalla de sus hijos, afirmando en una entrevista que “No tenemos los teléfonos en la mesa cuando estamos comiendo y no les dimos móviles hasta que cumplieron los 14 años”

“Lo que detona el aprendizaje es la emoción, y son los humanos los que producen esa emoción, no las máquinas. La creatividad es algo esencialmente humano. Si le pones una pantalla a un niño pequeño limitas sus habilidades motoras, su tendencia a expandirse, además de su capacidad de concentración”, expresó un ingeniero de la citada empresa. En la misma dirección, distintos estudios han revelado que una exposición inadecuada de los niños a las pantallas está asociada con retrasos en el desarrollo de su nivel mental, además de otros desacomodos que lo desestabilizan psicológicamente. Como es lógico suponer, los desórdenes se presentan, a su manera en cada caso, en todos los ámbitos por donde transita la existencia de las personas.

Déficit de abrazos

Las tecnologías digitales han cambiado acelerada e intensamente los anteojos tras los que los humanos miran la realidad y se vinculan unos con otros, conectándose más, pero volviéndose cada vez más individualistas y fragmentados. En otras palabras, más comunicados, pero más recluidos y abrumados por la soledad.

Ciertas investigaciones llevadas a cabo sostienen que cada vez se tiene menor roce personal para crear vínculos y las experiencias han quedado relegados a lo que suceda frente a la pantalla. Hay un déficit de besos, abrazos, olores. El tacto, que resulta clave para experimentar la vida, se reduce, mientras se amplía casi infinitamente el espacio digital, según ya lo empieza revelar el metaverso, destapando la posibilidad de que dentro de algunos años pasemos gran parte de la existencia en el entablado virtual.

El Rock Star de la filosofía

Leo en un comentario sobre su libro, que hoy estamos en la transición de la era de las cosas a la era de las no-cosas. Que no son las cosas, sino la información, lo que determina el mundo en que vivimos, Que la digitalización desmaterializa el mundo. Que, en lugar de guardar recuerdos, almacenamos inmensas cantidades de datos. Que los nuevos dispositivos sustituyen así a la memoria, “…sin violencia ni demasiado esfuerzo”.

Me refiero la última obra del coreano Byung-Chul Han, el filósofo que vende más libros en el planeta. En ciertos corrillos intelectuales se lo considera una estrella propia de la sociedad del espectáculo y se le critica cierta superficialidad, dado que no matiza debidamente sus juicios

Criticas aparte, su texto gira en torno a las cosas y las no-cosas, y pone bajo la lupa, en una entrevista “… los escollos que levanta la digitalización, a la par que recupera la magia de lo sólido y lo tangible y reflexiona sobre el silencio que se pierde en el ruido de la información”. En términos algo equivalentes se expresó hace ya unos cuantos años el intelectual polaco Zygmunt Bauman, refiriéndose a la Modernidad Líquida, indicando que “…los humanos nos hallábamos frente a la desaparición de las realidades sólidas que estructuraban nuestras vidas.”

Las líneas precedentes son apenas el tímido esbozo de una cuestión complicada y polémica, pero alcanza, creo, para sentir aprensión por las limitaciones del traslado de los espacios de socialización físicos a los digitales. De paso, ya se comenta del “tecnoestrés” como una enfermedad, uno de cuyos síntomas es tener el celular a la mano (y hasta enganchado en la mano) durante las 24 horas del día.

La vuelta a la normalidad

Conforme a lo que sostienen varios especialistas, la vuelta a la normalidad tras la pandemia, pudiera significar hasta cierto punto, la reivindicación de la vida analógica, la de las experiencias reales, la del contacto humano, la de las emociones verdaderas. Uno de ellos cita a Kafka, escéptico con las cartas, quien advertía que “… los besos escritos no llegan a su destino.”, una afirmación que, me parece, puede estimarse como una metáfora anticipada los vientos que nos soplan actualmente.

Visto lo anterior, no debe sorprender la aparición de un número mayor de estudios que sostienen que, “lo físico contraataca”. Que toma cuerpo una suerte de desquite de lo analógico. Para no ir más allá de lo que este espacio permite, solo referiré como muestra el hecho de que Amazon están montando establecimientos físicos que evoquen la emoción que es imposible de transmitir vía Internet, esto es, la cercanía humana, la experiencia física, el juego con los sentidos y las emociones humanas y en función de ello se ha dado a la tarea de abrir librerías y tiendas, propósito tras el que van orientándose negocios de distinta naturaleza, así como, a su manera, en otras esfera (política, educativa, ambiental, deportiva, sanitaria …), visto que a la digitalización nada le resulta ajeno.

En cierto grado, el retorno a lo analógico podría entenderse, igualmente, como el reclamo por un ritmo de vida más calmado, ante la aceleración dominantes en la vida cotidiana, y para que el mundo y las cosas «vuelvan a hablarnos, afirma Chul Han.

Somos seres biológicos, que interactuamos en la vida a través de los cinco sentidos. En consecuencia, lo que corresponde es arremangarse la camisa y trabajar por la conciliación de ambos mundos.

HARINA DE OTRO COSTAL

En la actual edición, Venezuela, sempiterno campeón de los Juegos Bolivarianos, dueño del primer lugar durante largo tiempo, volvió a quedar (cuarta o quinta vez consecutiva) tras de Colombia, país que duplicó al nuestro en lo que respecta al número de medallas obtenidas. En su versión actual la Generación de Oro según la bautizó Hugo Chaves a comienzos de su gobierno, se quedó con muy poco para presumir. Al contrario, dejó ver que en lo que respecta al deporte, el gobierno es el mismo que maneja la educación, la salud, el ambiente, la economía, en fin, comprobando que una Yulimar Rojas no hace montaña.

El Nacional, miércoles 4 de julio de 2022

La hormiga es un animal politico

Ignacio Avalos Gutiérrez

En estos días, en la mitad de una tarde ociosa, sin ninguna brújula que le diera algún sentido, decidí ejercer mi derecho constitucional a la evasión, esto es, a darle la espalda a la realidad como si ella no estuviera haciendo de las suyas. Estando, así pues, en plan de haragán, me encontré en un viejo escritorio con distintas carpetas que llevaban largo tiempo engavetadas, sin que se supiera si su destino final era el basurero o pasarían algún día a la categoría de reliquia familiar. Descubrí, entonces, una pequeña libreta que recogía en cuatro o cinco frases cortas y deshilvanadas, con la letra propia de un chamito de 10 años, las “reflexiones” que nos hicimos mi hermano Francisco y yo, tras espiar por un rato, durante dos o tres días, cómo transcurría la vida de las hormigas en un pequeño jardín, ubicado al lado de nuestra casa

Las hormigas ¿son de izquierda?

A los dos nos llamó la atención ver como esos animalitos eran capaces de mostrar semejante disciplina. Los veíamos formando hileras, yendo y viniendo con una coordinación sorprendente, muy distinta, por cierto, al desacomodo que veíamos en el colegio cada vez que se llamaba a filas para entrar al salón de clase o se intentaba comprar un helado durante el recreo. Estos insectos, en cambio, colocaban el interés individual al servicio del afán colectivo, o sea, el orden socialista, según nos enseñó después, a la altura de nuestra adolescencia, un compañero sabihondo, bastante mayor que nosotros, sentando catedra desde la autoridad de le daban sus lentecitos, propios de un intelectual que se cree sobrado y al que ningún asunto le resulta ajeno. De paso, más nunca lo he vuelto a ver, pero siento curiosidad por saber lo que diría respecto al grado en que se ha desdibujado (¿corrompido? lo que hoy en día se describe como socialismo.

Recuerdo el asombro que nos producía ver a las hormigas cargando ramas o pedacitos de quien sabe que cosa que las triplicaban en tamaño y peso, turnándose unas a otras, hasta desaparecer por la entrada de su nido, un agujerito perfectamente bien hecho. No entendíamos bien cómo eran tan inteligentes observando que lo que pareciera ser su cerebro, no alcanzaba a ser la mitad de la punta de un alfiler.

Hablan los mirmecólogos

Desde la evocación de las noticas escritas en nuestra niñez, la semana pasada me di a la tarea de buscar en internet alguna información sobre estos insectos, en particular algunos trabajos de Klaus Jafée, un excelente científico de la Universidad Simón Bolívar a quien conozco desde hace tiempo y al que tenía casi una eternidad sin ver, hasta que la diosa casualidad hizo que nos encontráramos hace pocos días. Se trata de un investigador que convirtió a las hormigas en uno de los temas medulares de su vida académica, mientras a varios de sus amigos nos lucía, desde nuestra casi infinita ignorancia, que había escogido una tarea entre esotérica e inútil, por decir lo menos.

Con el Profesor Google me enteré de que partir de sus trabajos sobre los insectos, mi amigo Klaus incursionó en el estudio de las sociedades humanas, desarrollando modelos para hacer simulaciones con estas últimas, con el propósito “… de estudiar el efecto de diferentes reglas, restricciones y comportamientos sobre la evolución de la cohesión social”.

Picado por la curiosidad lance la red para ver cuáles otras cosas podían pescarse en la pantalla de la computadora, acudiendo también a otros mirmecólogos, como son identificados los investigadores dedicados a explorar estos animalitos. Así, me fui enterando que las hormigas llevan 120 millones de años viviendo sobre la faz del planeta, que actualmente hay alrededor de 14.000 especies distintas y que forman sociedades cuyo nivel de complejidad se puede equiparar al de las humanas, planteando cuestiones de enorme importancia para biólogos, psicólogos, sociólogos, físicos, matemáticos y similares.

El estudio de las hormigas, así como el de otros insectos, remite, según fui aprendiendo, al análisis de los niveles de organización y de selección, esencial para comprender el funcionamiento y evolución de sistemas biológicos complejos en los que están involucrados desde los genes hasta los diversos factores socioculturales. Los exámenes realizados han ido determinando que la organización de las hormigas tiene cuatro características fundamentales: 1) división del trabajo reproductivo; 2) cooperación en el cuidado de las crías (la descendencia ayuda a los progenitores durante su vida); 3) varias generaciones de adultos que ayudan al cuidado de la descendencia y 4) altruismo.

Desde la protección mutua hasta la elección del nido, todas las decisiones que afectan a la colonia de hormigas se toman en común. Sin ser democráticas, se afirma, las colonias de hormigas tampoco son autocráticas. Las jerarquías han sido reemplazadas por redes de trabajo compartido. Cada individuo actúa de manera independiente, cargado con la empatía suficiente para buscar el bien común, que también es de él, ya que no puede vivir sin la sociedad de la que forma parte. Hablan los especialistas de una suerte de inteligencia colectiva, que ha inspirado el desarrollo de la inteligencia artificial.

En términos generales, actualmente la investigación tecnocientífica ha ampliado notablemente sus campos de interés y los encara a través de nuevos esquemas que implican la interdisciplinariedad, a fin de poder analizar sistemas complejos, resultado de múltiples y variadas causalidades, propias del mundo en el que ahora vivimos.

En este sentido, comprender cómo tienen lugar las interacciones entre los genes y el medio ambiente y entender como influyen en el comportamiento social es un objetivo fundamental de las investigaciones actuales. Estos temas, argumentan los expertos, son fundamentales para entender las dinámicas económico-sociales de nuestros países y el mundo.

Hagámosle caso a Aristóteles

Tomando en cuenta los resultados que vienen arrojando los estudios realizados por los mirmecólogos y observando, por otro lado, las complicaciones por las que atraviesa el planeta, cuyo origen proviene en buena medida de una crisis política (y de civismo), evidencia de nuestra incapacidad para vivir juntos con base a ciertos esquemas de regulación, para trazar objetivos compartidos y alcanzarlos a través de distintas maneras de colaboración y para sortear pacificamente los conflictos y las diferencias, ¿no sería bueno, me pregunto, ponerle la lupa a estos animalitos a ver si se nos pega algo, dándole la razon a Aristóteles, considerado como precursor de als sociobiologia, quien catalogó a la hormiga como un animal político, esto es, un animal que se organiza en función de la convivencia.

HARINA DE OTRO COSTAL

Llegandito de su gira por varios países y apenas terminando de bajarse del avión, Nicolás Maduro reunió al Consejo de Vicepresidentes Sectoriales del Gobierno y anunció la creación de la Vicepresidencia de Ciencia, Tecnología, Educación y Salud.

El país que avance en estas áreas, declaró, “… ira a la vanguardia y ese país será Venezuela.” Me hago eco de la noticia porque tantos años después, aún no logro entender por qué el Gobierno tiene como costumbre asumir que el desarrollo en los distintos escenarios y la solución de los distintos problemas que agobian a nuestra sociedad, se resuelven cambiando el organigrama que dibuja la estructura burocrática del Estado.

Con este comentario, regreso a la realidad. De paso, me gustaría saber que cual sería la opinión de las hormigas, respecto a la decisión mencionada.

El Nacional, miércoles 22de junio de 2022

Davos: (casi) nada nuevo bajo el sol

Ignacio Avalos Gutiérrez

En días pasados se llevó a cabo la reunión anual del Foro Económico de Davos (World Economic Forum), evento organizado en torno a una agenda amplia, que incluía los problemas que más ocupan y preocupan a la humanidad en estos tiempos. Como se sabe, este encuentro presenta una suerte de resumen sobre el estado del mundo, elaborado desde el punto de vista de empresarios, líderes políticos e intelectuales, cuyas opiniones y acciones pesan mucho, para bien y para mal (y también para todo lo contrario) en el destino de nuestro planeta.

Una vez terminada la pandemia de covid-19, el encuentro vuelve al formato presencial después de dos años. Es éste el evento número 51 y ha sido denominado” La Historia en un Punto de Inflexión”, haciendo alusión al hecho de que “… es la primera cumbre que reúne a los líderes mundiales en esta nueva situación caracterizada por un mundo multipolar emergente como resultado de la pandemia y la guerra", según declaro en su discurso de apertura Klaus Schwab, su fundador. El evento duró una semana y congregó 2.500 personas, consideradas como muy influyentes en sus respectivos escenarios. Como resulta fácil suponer la apertura del acto estuvo marcada por la situación de Ucrania (Rusia no fue invitada) y lamentablemente las conclusiones a las que se llegó tras una semana de trabajo, no perecieran haber dado respuesta a las complicadas interrogantes que esboza esta segunda década del Siglo XXI.

El decálogo de los problemas actuales

La llamada Agenda Global que se elabora con motivo de estos congresos, identificó en esta ocasión diez tendencias que configuran la realidad mundial, definidas a partir de diversos estudios y que, expuestas en orden de importancia, son las siguientes:

1) La desigualdad creciente, percibida como un gran problema tanto en los países del África subsahariana como en Estados Unidos, al tiempo que la brecha de ingresos se agranda en Asia y América, persiste en Europa y amenaza el crecimiento en África.

2) El alto nivel del desempleo, incluso en países que muestran cierto crecimiento económico, mencionándose, aunque muy de pasada, la necesidad de un nuevo contrato social que refleje las consecuencias de las distintas transformaciones digitales en la redefinición de las relaciones obrero-patronales).

3) La debilidad y el desatino del liderazgo mundial, con respecto a los numerosos y graves problemas que le toca enfrentar.

4) Las dificultades geoestratégicas asociadas a la desglobalización, al avance de los nacionalismos y a las fisuras que muestra el multilateralismo.

5) El notable debilitamiento de la democracia y de la política, mientras se fortalece el autoritarismo en distintos formatos, sacando grandes ”ventajas” de las posibilidades que abren las tecnologías digitales.

6) El aumento de la contaminación en el mundo en desarrollo.

7) La mayor frecuencia de catástrofes naturales, directamente relacionadas con el cambio climático.

8) El avance del nacionalismo, que tiende a justificar la defensa de lo propio ( culturas, tradiciones e identidades…), acompañado por un gran sentimiento antinmigración.

9) Disponibilidad y acceso al agua.

10) La crisis de la salud y sus repercusiones en la economía.

En suma, se trata de un decálogo en donde no hay nada que sorprenda. Nada que no se haya dicho así o de manera parecida en anteriores reuniones. Nada que no haya que seguir diciendo más veces hasta que se traduzca en medidas que mejoren el planeta en el que vivimos.

¿Transformar el capitalismo?

«Estamos en una encrucijada crítica, un período de decisión que dictará la salud y viabilidad de nuestra civilización», declaro Al Gore en la reunión. Es, la suya, una apreciación que resulta medular para captar lo que esta ocurriendo con nuestro planeta. Refiere a lo que en varias investigaciones se ha calificado una “Crisis Civilizatoria”, expresada en desacomodos profundos, particularmente graves por su origen común y convergencia, resultado de un modelo de desarrollo que, dicho en breve, instaura la manera como los humanos se relacionan entre sí y con la naturaleza.

Se habla, así pues, de una crisis que interpela al capitalismo como modelo (de paso, ¿los chinos también?) y coloca sobre la mesa la necesidad de someterlo a cambios drásticos, según lo han señalado economistas como Joseph Stiglitz y David Collier y, desde una perspectiva estimada como más radical, Tomas Piketty y Mariana Mazzucato. Uno tiene la impresión de que durante la convención este asunto no recibió la atención que merecía, lo mismo que ocurrió con el tema de la democracia, no obstante haber sido señalado este último, como una de las diez tendencias que perfilarán al mundo.

En este sentido, el filósofo español Daniel Innerarity habría dicho, de haber sido invitado a Davos, que la política que opera hoy en día en entornos que se han modificado sustancialmente, no ha encontrado, todavía, su teoría democrática. “Tenemos que redescribir el mundo contemporáneo con las categorías de globalización, saber y complejidad. Se requiere otra forma de pensar la democracia, otro modo de gobernar si queremos que la democracia sea compatible con la realidad compleja de nuestras sociedades”. En suma, nos llama a reflexionar sobre “… si puede sobrevivir la democracia a la complejidad del cambio climático, de la inteligencia artificial, de los algoritmos...”.

Una Nueva Agenda Humana

El intelectual israelí Yuval Harari, quien estuvo presente en la penúltima cita del Foro Mundial, concluyó el discurso que pronunció señalando que “… tenemos que reconocer, que no sabemos lo que está ocurriendo…”, al tiempo que recalcaba la urgencia de “… formular una nueva Agenda Humana que determine qué hacemos con nosotros mismos.”. Creo que de esta manera describe muy claramente la tarea pendiente y establece cuan lejos estamos de concretarla en políticas que se traduzcan, sin más demoras, en las transformaciones correspondientes.

La duda que queda en el aire es si los habitantes de este planeta asumiremos nuestra condición de terrícolas y conseguiremos llegar a los acuerdos necesarios para lograr, como lo manifestó Al Gore, la “viabilidad de nuestra civilización”

El Nacional, jueves 9 de junio de 2022

Me invitaron a tomar un café por Zoom

Ignacio Avalos Gutiérrez

Los terrícolas estamos siendo ubicados, generacionalmente hablando, a partir de la manera como encaramos las nuevas realidades engendradas por las veloces transformaciones digitales que vienen ocurriendo. El mundo actual es muy distinto al de hace relativamente poco, y genera miradas parecidas, pero a la vez distintas de acuerdo con la edad que se tenga.

La clasificación demográfica a partir de este último criterio ha recibido algunas observaciones. Se dice, sobre todo, que las categorías elaboradas dan cuenta fundamentalmente de la realidad norteamericana, y que han sido ideadas por los especialistas en marketing, Pero más allá de la crítica académica, tales agrupaciones son de uso común y brindan una perspectiva interesante y útil que retrata grosso modo la vida de las personas en un escenario cada vez más digitalizado, a partir de sus respuestas ante lo que sucede a su alrededor en virtud de las alteraciones que, como señalé, van emergiendo con inusitada rapidez.

¿Regresar a cuál normalidad?

El desglose por la edad establece diferentes generaciones que van desde los denominados Baby Boomers, nacidos entre 1946 y 1964 (actualmente tienen entre 57 y 75 años), hasta los de la Generación Z, correspondiente a los nacidos entre 1997 y 2015 (hoy en día cuentan entre 6 y 24 años).

Hace poco más de dos semanas un amigo, ubicado hacia la mitad de la tabla de los conjuntos digitales mencionado, y a quien había perdido de vista desde hacía un largo tiempo, me llamó para proponerme que nos encontráramos para vernos y echarnos los cuentos de la vida de cada uno. Le sugerí un lugar equidistante y agradable y me dijo que a él le provocaba más bien que nos tomáramos un café por zoom y conversáramos un rato, no muy largo, me advirtió, porque en una hora debería estar como ponente principal en una conferencia de gran importancia, cuyo tema no recuerdo.

AL fin lo convencí y, terminado nuestro diálogo de cuarenta minutos, una vez de regreso a mi casa y tumbado en la cama, me asaltaron las mismas inquietudes de cuando el país atravesaba la mitad de la pandemia, asumidas y sentidas desde mi perspectiva de “inmigrante digital”, cosa que digo porque no siento ninguna preocupación, caso de que se me caiga la cédula. Repasé, pues, varios estudios que había leído e incluso dos o tres artículos escritos en estas páginas, convenciéndome aún más de que la solución a muestras dificultades, sacadas a la luz por el COVID, no pasaba por “volver a la normalidad”, pues eran sus lodos los que en buena medida habían causado los desacomodos del planeta, originados por la manera en que los humanos concebíamos la vida dentro de un modelo de desarrollo que hacía agua por varias partes, centrado como estaba en torno al crecimiento permanente del PIB, aún cuando se le pusieran al lado otros termómetros que insinuaban cierta preocupación por las desigualdades sociales o el cambio climático, por ejemplo.

¿Ir, entonces, a la “nueva normalidad”?

Todavía bajo el impacto de la sugerencia del cafecito virtual de mi amigo, me dedique a pensar sobre cual sería nuestra nueva normalidad calibradas de las notas que había tomado de varios libros y documentos. Así, en una de mis libreticas encontré una nota en la que José María Lasalle, filósofo español indicaba, palabras más palabras menos, que entre las consecuencias originadas por el por la Covid-19 en el planeta, destacaba el paso de una “transición digital” a un “nuevo status quo”. La razón principal radica en que nos hemos digitalizado a una velocidad y a una escala sin precedentes en la historia, que nos han sorprendido sin respuestas para entender los cambios que tienen lugar, ni ideas para establecer las reglas de juego que los permitan orientar y regular.

Así mismo, el citado autor, junto con otros que también militan en el mismo punto de vista, subraya la necesidad de promover políticas públicas que le den sentido cívico y ético a la revolución tecnológica y trasciendan los modelos de sociabilidad digital de los que se aprovechan las grandes corporaciones tecnológicas, al monetizar un control eficiente diseñado para consumidores y usuarios, y no para ciudadanos.

Se trata de adoptar de un humanismo tecnológico que empodere a las personas y les confiera la responsabilidad de dar sentido a los datos, los algoritmos, la inteligencia artificial y las máquinas, con el fin de fundamentar una respuesta que impulse un conjunto de normas que controle democráticamente la tecnología, que emancipe al ser humano de ella, lo resignifique como ciudadano, que decida sobre el impacto que tiene en él y que no haga de la desinformación y las fake news, sus prácticas más recurrentes, Apremia, en suma, la necesidad de llevar a cabo ciertas consideraciones que ponderen la influencia que ocasiona la inmersión digital sobre nuestra personalidad, sobre nuestros valores, sobre el respeto a nuestros derechos fundamentales o sobre la fortaleza de nuestras democracias.Por otro lado, se sostiene la opinión de que este entorno ha ido produciendo mutaciones relevante en el ámbito social y cultutal. Se ha alterado el tipo de relaciones humanas cuantitativa y cualitativamente. Viviendo online tantas horas, surge una realidad paralela que está sustituyendo a la realidad física, no en balde se habla ya del “Homo digitalis”

El sociólogo Manuel Castells perfila la que define como una “Sociedad Red”, cuyas características modifican las pautas que rigen la manera como nos plantamos y vinculamos en la sociedad. En este sentido, los investigadores han hecho gran hincapié en que las características más destacadas de estos grupos digitalizados en todas partes del mundo son el distanciamiento y aislamiento físico y social, y sus consiguientes repercusiones en el desenvolvimiento socioemocional. Al respecto se ha registrado un aumento visible en las cifras de los trastornos de salud mental, especialmente estrés, ansiedad, depresión, soledad, apatía, dispersión, insomnio, adicciones, etcétera, datos que sobresalen entre la población más joven.

Predomina la visión distópica (pero la suerte no está echada)

Nos encontramos en las profundidades de la era digital. La vida está siendo diagnosticada como cada vez más pública, abierta, externa, inmediata y expuesta. De acuerdo a lo que señala el Profesor Edward Mendelson, gracias a los smartphones, las experiencias y emociones que considerábamos propias de la vida interior han quedado a la vista de todos. Un nuevo mundo público ha comenzado con la revolución tecnológica incluyendo una manera inédita de entender el “yo”.

Finalmente, cabe concluir estas líneas con unas palabras de Mario Stofenmacher: La sociedad pasó de ser “…una sociedad analógica, basada en papel, a la espera de que nos cuenten las cosas, a una sociedad digital, donde nosotros tomamos el mando y buscamos, decidimos y actuamos. No es solo “no paper”, sino actuar con un clic…”. Y es una realidad porque hoy en día casi todo se encuentra al alcance de un clic. Agrega Stofebmacher que el tema menos explícito es un nuevo concepto del yo ubicuo, permeable y efímero, en el que la experiencia, los sentimientos y las emociones que solían estar en el interior de nuestro yo, en relaciones íntimas, y en objetos tangibles e invariables –lo que William James llamó “el yo material”–, ha emigrado al celular, a la “nube” digital, y a los juicios cambiantes de la masa.

Un café por zoom, ni de vaina

Así las cosas, se encuentra planteada la confrontación entre una visión distópica y una visión utópica con relación a la evolución y los impactos de las tecnologías digitales. La balanza pareciera inclinarse hacia la perspectiva distópica, dominada por el determinismo tecnológico. Pero como he señalado en otras oportunidades, la suerte no esta echada. Crece la conciencia sobre la enorme importancia del tema y con ella la necesidad de orientarlo en función de patrones éticos que conciban la vida, no como una carrera acelerada y constante hacia quien sabe dónde, sino como una reivindicación en muchos sentidos de nuestra condición humana, en forma de ciudadanía general, apegada a un catálogo de nuevos derechos y garantías que den forma y establezcan una ciudadanía digital, plataforma de una ciber democracia que, dicho sea de paso, no tenga nada que ver con el Leviatán de Thomas Hobbes

Como muy bien lo resume la profesora Shoshana Zubof, de lo que se trata es de “La Lucha por un futuro humano frente a las nuevas fronteras del poder”.

El Nacional jueves, 25 de mayo 2022

El Premio Polar

Ignacio Avalos Gutiérrez

La semana antepasada se presentó, como ha sido usual cada dos años y durante tres décadas, a los investigadores que obtuvieron en su edición XX, el Premio Fundación Empresas Polar “Lorenzo Mendoza Fleury”.

Coloquialmente conocido como el Premio Polar, fue pensado con la idea de promover la valoración pública de la ciencia por parte la sociedad. En este sentido, diversos estudios realizados en América Latina (inclusive Venezuela), buscando medir el interés de las personas y tratando de determinar que fuerza tiene en este ámbito el concepto de ciudadanía, han revelado, en general, que, si bien hay avances, aún queda un buen trecho por caminar en todos los países. Y, por otro lado, fue concebido con la finalidad de subrayar la gran relevancia de la investigación, sobre todo en este momento en el que nuestras capacidades tecnocientíficas se han venido abajo, situación de la que la que dan testimonio, la fuga de talentos, el descalabro de los laboratorios y el proceso de “desaprendizaje tecnológico” que ha sufrido el sector productivo.

Mediante un largo y cuidadoso proceso, permeado por un ritual (los ritos son necesarios, según quedó expresado en El Principito, el magnífico relato de Antoine Saint Exupery), los biólogos Oscar Noya y Jorge Luis Ramírez y el químico Jaime Charris, los tres de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la astrofísica Gladis Magris (del Centro de Investigaciones de Astronomía (CIDA) y el matemático Neptalí Romero de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado (UCLA), fueron los investigadores seleccionados como los ganadores del premio en esta ocasión, mismo que les será entregado próximamente en un acto público.

Según el criterio del jurado, cada uno de ellos cuenta, en su campo respectivo, con una obra sobresaliente, a pesar, piensa uno, de tener el viento en contra como consecuencia de unas políticas públicas inestables, incompletas, descompaginadas y hasta contradictorias, que han dejado un saldo muy por debajo de lo que auspiciaban los discursos y planes gubernamentales en los comienzos de este siglo y, asimismo, de lo que prometían los fondos disponibles para promover la expansión de las capacidades tecnocientíficas, asunto que, repito, debe ubicarse en un lugar central de la agenda nacional.

Mis felicitaciones, pues, a todos ellos. También, desde luego, mi reconocimiento a la Fundación Polar, al tiempo que le manifiesto, no es la primera vez que lo hago, una queja personal (ojo, no es porque sea sociólogo), la cual asumo como un atrevimiento de mi parte, aunque vaya envuelta dentro de una pregunta con buenas intenciones: ¿por qué sólo se laurean a las (mal) llamadas ciencias duras, (la física, las matemáticas, la biología, la química), dejando de lado las (peor) denominadas ciencias blandas (las sociales y las humanas), éstas últimas imprescindibles para transitar con acierto los camino que traza el Siglo XXI, llenos de oportunidades pero igualmente empedrados por riesgos y preguntas para las que no tenemos respuesta?.

HARINA DE OTRO COSTAL

TSJ (lo mismo, nomás que diferente)

En el año 2021 Nicolás Maduro ordeno la creación de una Comisión, encabezada por Diosdado Cabello y Cilia Flores, con el objetivo de introducir reformas en el poder judicial, expresando que en “Venezuela hace falta una revolución que estremezca, que sacuda, que transforme todo el sistema de justicia del país”.

Así, luego de un proceso no muy ortodoxo desde el punto de vista normativo, la mencionada Comisión designo en días recientes, con demora, a un nuevo Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Las modificaciones pregonadas en el discurso presidencial terminaron en cambios que merecen ser descritos, apenas, como un ligero maquillaje. En efecto, se mantuvo en el cargo a un buen número de sus integrantes, se introdujeron algunas nuevas caras - que se parecen demasiado a las caras de los que salieron del organismo-, se redujo el número de magistrados y como éstas otras decisiones de poca monta que no mejoran en ningún plano, la calidad de la administración judicial. El nuevo TSJ es lo mismo que el anterior, nomás que diferente, opinaría Cantinflas.

Queda claro, entonces, el mensaje que se nos envía. Nos reitera a los ciudadanos, sin dispensarnos siquiera un mínimo gesto de disimulo, que los magistrados no se encuentran allí para aplicar la justicia conforme a los principios de independencia e imparcialidad, sino para orientar su gestión de acuerdo a las instrucciones venidas de “arriba”.

La escogencia de los nuevos integrantess muestra que autoritarismo gubernamental se encuentra en pleno desarrollo. Hace evidente que el ejercicio del poder gubernamental tiene cada vez menos límites, que las reglas que lo tiemplan se van desdibujando, a la vez que muestra, por ahora solo la punta, el iceberg de la vigilancia social.

El Nacional, mayo 2022

El capitalismo del Siglo XXI (o el fin de la revolución que nunca fue)

Ignacio Avalos Gutiérrez

El 20 de abril, brincando de un canal a otro, me tope de casualidad con una cadena nacional de televisión en la que se celebraba el noveno aniversario de la toma de posesión de Nicolás Maduro, como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Fue una transmisión muy larga, perdóneseme lo obvio del detalle, en la que se pudieron escuchar algunas partes de su primer discurso como mandatario, junto al que pronunciaba en vivo, mostrando que las ideas palabras de entonces mantienen su vigencia, al igual que las promesas no cumplidas, prorrogadas una y otra vez.

Un “País Fuera de Servicio”

Desde el púlpito mediático, Maduro predicó su mensaje. En modo optimista señaló que, a partir de su economía, el país empezaba a levantar vuelo mediante un conjunto de políticas que reimpulsaría el proyecto del Socialismo del Siglo XXI, heredado de Hugo Chávez, quien como se sabe, y sin entrar en muchos detalles, disimuló sus desatinos gracias a los altos ingresos petroleros, no en balde buena parte de su período de gobierno fue descrito como el del “socialismo rentista”, dibujado principalmente con medidas clientelares que enseñaron las uñas del chantaje político, como distintivo en el uso del poder .

En su discurso no hubo la más mínima referencia respecto a cómo ha venido siendo el país en los años de revolución, sobre todo en los últimos. Ni una palabra acerca de su crisis, descrita por cifras que solo dan malas noticias, generando problemas que se encuentran atornillados a la cotidianidad de la gente. Hemos vivido en un “País Fuera de Servicio”, según lo relata acertadamente Paula Vásquez en su novela, escrita bajo ese título.

Maduró dedicó la mayor parte de su tiempo a anunciar, casi con bombos y platillos, la recuperación de la economía nacional. Enarbolando las mismas banderas ideológicas de Chávez, comunicó las nuevas estrategias y una vez más recurrió al amuleto de cambiar a parte de su gabinete. Pareciera, pues, que la terca realidad le gano el pulso, si bien trató de lavarse las manos usando el detergente ideológico y señalando al imperialismo y a la derecha interna (que también juegan, desde luego), como únicos culpables del desacomodo nacional.

El Capitalismo Autoritario

Los acontecimientos recientes han dejado muy claro que no existe una asociación automática entre capitalismo y democracia. China, el ejemplo más elocuente, se desarrolla sobre la base de una economía que, si bien le ha abierto las puertas al mercado, siempre se encuentra en la mira del gobierno del Partido Comunista. Existen otros muchos países que desde la derecha o desde la izquierda, asumen el formato capitalista en medio de un contexto que no es verdaderamente democrático, a pesar de algunos gestos que intentan disimular lo que se ha definido como el Capitalismo Autoritario, también llamado, desde otra perspectiva, el Capitalismo de Vigilancia debido al grado en que su desempeño es influido por las tecnologías digitales.

En el marco de lo expresado en el párrafo anterior, y sobre el piso de las ideas y consignas de la revolución, el actual gobierno ha venido auspiciando lo que localmente ha terminado de identificarse como el Capitalismo de Bodegones, trenzado por la liberación de precios y del mercado cambiario, la dolarización, ciertos procesos de reprivatización, además de otras decisiones, que han configurado una suerte de burbuja económica que fragmenta la sociedad e incrementa la desigualdad, sin que aparentemente contradijeran su idiosincrasia socialista.

De otro lado, se acentúa el autoritarismo puesto en evidencia en el control de todos los poderes encargados del arbitraje social, leyes elaboradas según diseño, limitaciones a la libertad de expresión, militarización de la sociedad y otros muchos aspectos que reflejan el manejo del poder como si fuera un derecho a la arbitrariedad, ejercido por quienes lo ostentan.

En suma, el actual Gobierno confirma su modus operandi, el mientras vaya viniendo vamos viendo, siempre bajo el propósito de valerse del poder para mantenerlo sin término alguno.

HARINA DE OTRO COSTAL

(El peligro del humor)

Tal vez no diga nada nuevo, pero no siento que por ello deba quedarme callado. Me refiero al video que grabó hace poco en tono de chiste, una señora que, al tiempo que tostaba unas arepas explicaba su respectivo relleno a partir del sobrenombre que le ponía a un quinteto de figuras políticas, incluyendo al presidente Maduro. La grabación fue interpretada como ofensiva por el alto gobierno. Así las cosas, el Ministerio Publico se valió de la Ley contra el Odio, convertida en un instrumento versátil que las autoridades usan a discreción e informó que el mensaje de la mencionada señora suponía una “incitación al magnicidio” y por tanto había sido imputada, y adicionalmente divulgó un video (grabado bajo presión, seguramente) en el que ella pedía perdón manifestando que toda había sido una broma.

Le cuento, estimado lector, que escribiendo estas líneas me acordé de “El Miedo a la Libertad”, de Erich Fromm. Ciertamente, el miedo es un importante activo político de los gobiernos no democráticos y representa un medio muy efectivo para el control social facilitado por el sometimiento “voluntario” de los ciudadanos.

El Nacional, miércoles 27 de abril de 2022