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Carlos Raúl Hernández

Catarsis en castellano

Carlos Raúl Hernández

Movimientos muy diversos definidos populistas, desde Getulio Vargas y Perón, signaron medio siglo de historia de Brasil y Argentina, y en latinoamericana, incluso a fuerzas que no lo fueron. En ambos países hay todavía partidos herederos de esos caudillos, y en el segundo, hoy gobiernan. La crítica original al populismo, desde los años 40, surgió de los comunistas, que nunca superaron el trauma de ser pequeñas células atropelladas por monumentales movimientos.

Rezumaban admiración y envidia desde sus cápsulas porque en las calles millones aclamaban a Vargas y Perón. Este insurge en 1946 por la incapacidad de los gobiernos militares para crear instituciones modernas, en una sociedad ya modernizada por la industrialización. Clases medias y masas de trabajadores que querían ascenso social, enclaustradas en un régimen político tradicional y opresivo. Se requerían aperturas que los militares no sabían ni querían dar. Muy parecido en el gigantesco Brasil.

Las jergas comunistas, anarquistas o trotskistas, eran sánscrito, remotas para “el pueblo”. Hablaban de los éxitos de la industrialización en la URSS, su producción de trigo, las persecuciones a los trotskistas, el heroísmo de las brigadas internacionales en España y los crímenes de Stalin. No sabían hablar con millones de campesinos violentamente urbanizados.

Los marxistas despreciaban al populismo porque no quería acabar la sociedad de clases, ni construir un estado socialista proletario, y creaban un desorden de estamentos, de grupos plutocráticos contra otros, e irresponsables regalos a los sectores populares a costillas de los productores. El populismo no es de izquierda, ni de derecha ni de centro, sino todo al mismo tiempo o conforme a la ocasión.


Setenta años no es nada
Perón fue y vino de cripto nazi, admirador de Hitler y Mussolini, a la izquierda anti imperialista. Dentro de partido justicialista convivían cómodamente la guerrilla marxista de los Montoneros, con la Triple A, terrorismo de derecha. Hay dos fases del populismo que en el caso argentino se juntan. Una es su acción política plebeya, demagógica (“mis cabecitas negras” decía Evita, “mis descamisados”, o “mañana no se trabaja: es día de san Perón”).

Etapa de de conflictos y odios entre todos los grupos, hacia el sistema, y oferente de reivindicaciones a “los pobres”. Perón posaba contra las naciones poderosas, y ellas contra él, pero las abastecía y ellas lo financiaban. Otra fase es la acción de gobierno, un distributivismo inconsciente e irresponsable de la riqueza, que conduce a la quiebra, la desestabilización y el caos. Al arribo de Perón al poder, Argentina era la segunda potencia económica del mundo.

Frente a Europa hambrienta, derruida después de la Segunda Guerra, Argentina era el primer suministrador global de alimentos y Buenos Aires tenía poco que envidiar a París. Luego de los nueve años de peronismo, devino un país en antidesarrollo tercermundista más, que después de setenta años profundiza. En 1954, ante la confesión de que “solo no podía”, Vargas se pega un tiro en un programa radial, gesto que lo honra, pero hundió más al Brasil.


Vinieron turbulencias y golpes militares hasta que llegó del “neoliberal” marxista, Fernando H. Cardoso. Al lulismo, después de una gestión brillante, se lo traga la corrupción y casi destruye los avances del país. Durante los 90 surgió el “neopopulismo” y su versión más pobre diabla en Venezuela. La demencial teoría de Giordani se propuso destruir a los productores, porque eran “oligarcas, escuálidos”, y convenía que los pobres lo fueran para tenerles cuerda corta.

El peor de los mundos
La catarata de petrodólares permitió la satánica sustitución de importaciones al revés: Betancourt cambió la importación por la producción local, ahora liquidaron la producción local por importaciones. Al pasar la oleada petrolera, hoy no hay bienes porque se destruyó el aparato productivo, y tampoco divisas para traerlos de fuera, una amenaza social que apunta a Maduro, quien se sostiene en el poder por su terquedad y resistencia.


Y al inconcebible, legendario, inenarrable venadismo de sus opositores. Giordani y su jefe pusieron la sociedad de mayor ingreso per cápita en la región, a la par de Haití. Otros países que cayeron en garras del neopopulismo, por no tener dupla equivalente, estimularon la producción y el empresariado, aunque lo derrotaron políticamente.


Muchos de los arrimados a la demencia colectivista en Venezuela, luego de su fracaso buscaron un premio de consolación, un justificativo de su error: “por lo menos hicieron sentir protagonista al pueblo” cosa que se convierte en una carcajada del Jocker cuando familias enteras protagonizan la ingesta de basura. Pero lo de las bondades protagónicas no es ocurrencia de los pobres pobretólogos locales.

Viene de una indigestión, un libelo insustancial, pedante, frívolo, descerebrado de nombre La razón populista, de Ernesto Laclau. Es una catarsis que solo ve las apariencias y ni un perejil de contenido. Un culto a la forma, la simulación, el callejerismo político sugerido. Un trabajo escrito desde las cavernas de Platón que solo ve sombras y cree que son el mundo (A pesar de que se usa elegante, catarsis en griego significa diarrea)

@CarlosRaulHer

La sensualidad de la muerte

Carlos Raúl Hernández

En 1931 triunfa el bloque de stalinistas, trotskistas, anarquistas, republicanos en las elecciones municipales españolas. El rey huye despavorido y deja el país en una espantosa oleada de violencia fratricida, comparable con la guerra de secesión en EEUU. Los expertos afirman que las guerras civiles son más crueles que entre naciones, porque se desbordan odios de regiones, partidos, vecinos y hasta familias, mientras las otras son impersonales.

El gobierno de España hace poco exhumó a Franco del Valle de los caídos y llamó a hacer lo mismo con los desmanes del franquismo, lo que llena el espacio de fantasmas y corren el riesgo de enamorarse de ellos. En Montevideo, cuenta Victor Cadet el 13/11 pasado, armaron un “acto de repudio” contra el semanario La mañana, por describir miserias del partido comunista en la guerra española, en disenso de elogios a su heroísmo.

Savater escribió no hace mucho que dejaran quietos a los abuelos, porque buscando conseguirían torturadores y asesinos. España en ese período se dividió en manadas de fieras que competían en sadismo y crueldad, seducidas por el olor a sangre y muerte. El reportaje de La mañana se basa en el gran libro Tiempos modernos de Paul Johnson, de los historiadores más sobrios del siglo XX. Las ideologías duras son enfermedades del pensamiento.


Gente de buena fe las contrae y pasa a justificar barbaries a nombre de supuestas causas sociales o nacionales. Si los israelíes matan en Palestina, se oyen los gritos del silencio de los afines y el estruendo de los anti sionistas. Si se cuestionan los horrores musulmanes en Francia, es islamofobia. Quien censura el intento de Trump para torcer las elecciones es comunista y pedófilo. Si se dice lo mismo sobre Morales, desprecias a los indígenas. Fanátismo.

Amoralidad del juicio
Las ideologías duras conducen a la amoralidad del juicio, al que Kant prescribe des relativizar, y proceder como si cada acto fuera a convertirse en ley universal. Se llamaban republicanos, pero no querían una república, sino una dictadura soviética. La Comintern de Stalin los controlaba, salvo a la disidencia trotskista y anarquista que aplastará, y aún si Franco no entra en escena en julio del 36, la guerra ya desgarraba la izquierda. Así España vivió dos guerras civiles al tiempo.

Comienza con terrorismo, no anticlerical como sería si se dirigiera solo contra las autoridades episcopales, sino anticristiano, porque persigue la fe. Expulsan obispos, queman iglesias y conventos, pero también asesinan masas de simples creyentes. En tres años liquidan más de 8000 entre obispos (doce), sacerdotes, seminaristas y monjas. Aunque en 1933 gana Alejandro Lerroux, un moderado, gracias al voto femenino, ya el Estado no controlaba nada. Era una bolsa vacía.

Las FF. AA se desmarcaban del caos republicano y los partidos en armas ejercían la soberanía territorial en vez del gobierno. Ignoran a las autoridades electas y llaman a la huelga general en Madrid, Barcelona, el país vasco, y Cataluña se independiza. En Asturias, los consejos obreros toman los cuarteles de la guardia civil, las minas, hacen estallar la Catedral de Oviedo y destruyen la ciudad.

Aun antes del golpe, el ejército tiene que ocuparla para desarmar a los trabajadores y frenar la matanza entre civiles. La soberanía, el poder real lo ejercían las “chekas” para llamarlas en ruso, brigadas armadas con cárceles propias sin control de nadie, donde torturaban trotskystas, franquistas, católicos. Se llamaban Leones Rojos, Linces de la república, Espartacos, Furias. Quien entraba a una de ellas, no salía vivo. “¡Cuídate España de tu propia España!”.

No porque hablaron mal de él
En Cataluña los comunistas aplastan a los anarquistas y al POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y es inmortal el heroísmo del líder trotkysta Andrés Nin. Lo despellejaron vivo, no solo hablando mal de él, sino literalmente, y no delató a sus compañeros. Lo confiesa el camarada Orlov, su torturador, quien desertó y se asiló en Occidente, cuando Stalin lo mando a liquidar por lo que sabía. En sus territorios controlados, el franquismo a su vez ejercía una dictadura militar terrorista que nada envidiaba a Stalin.

Ilegalizados los partidos, incluso los de derecha, todo aquel conocido por remotamente próximo a comunista, socialista, sindicalista o liberal, si tenía suerte sería fusilado o encarcelado. Testimonios republicanos hablan de que los prisioneros cavaban sus propias tumbas, en las que después podían enterrarlos vivos. Estaba prohibido el tránsito interurbano en vehículo o en tren. En el carnaval de sangre asesinaron al poeta más importante de la época, García Lorca, quien no tenía nada que ver con la política.

En prisión fallece Miguel Hernández. J.M Gironella escribió que el balance es de un millón de muertos entre los dos bandos, pero un historiador más moderado, Hugh Thomas, calcula 600 mil. Hoy intelectuales y comentaristas hablan de episodios tan tenebrosos con el fanatismo y la frivolidad de los hinchas del Real Madrid y el Barcelona, o en casos más tontos, de buenos contra malos. Deberían dejar en paz los huesos en los cementerios.

@CarlosRaulHer

La bella y la bestia

Carlos Raúl Hernández

Freud replanteó al final de su vida la teoría del inconsciente o Ello, que al comienzo creía campo de batalla de dos fuerzas opuestas y endógenas: Eros y Tánatos, creación y destrucción, amor y violencia. En Malestar en la cultura, concluye que en el Ello no hay dos, sino una sola energía, Eros, la fuerza vital, que reacciona conforme a la adversidad del entorno. El ser humano lucha para calmar necesidades, hambre, sed, sexo, cubrirse del frío, pero la escasez, el principio de la realidad pone límites.

No tenemos todo lo que ansiamos, la realidad reprime al Eros, al placer, pues si tomáramos lo que se nos ocurre, sería la ley de la selva. La sociedad no es naturaleza, no están disponibles todas las cosas, los bienes ni los cuerpos, ni somos lobos para saciar pulsiones in situ. La cultura nos enseña a controlarnos, auto reprimirnos, que existen momentos y lugares para la satisfacción, pero también lo inalcanzable, y que se castiga invadir el fuero de los otros.

La realidad produce frustración, neurosis y descubrimos que las uvas están verdes. Para la aporía utópico nihilista de Michel Foucault y otros ideólogos, la sociedad es malvada, castigadora, impide la felicidad. Su antropología es una nostalgia por los neandertales que de un leñazo en la cabeza de la hembra y resolvían indisposiciones al acto sexual. Miles de años de pugna, de una relación contradictoria entre cultura y sociedad, instituciones y biología y convivimos a la sombra de la ley, la sanción por irrespetarla, y de Dios.

Bajo su amparo, la sociedad conquistó los más altos niveles de riqueza y libertad. Pese a Foucault, los que arrasaron con los tótem y tabú, ley y propiedad, vigilar y castigar, se sumieron en entropía, barbarie, miseria y tiranía hasta que regresó el orden social. Pero este es tan frágil, que basta que parpadeen las barreras represivas por catástrofes o tumultos, para que regresen el pillaje, la violencia y la barbarie.

Bestias populares
EEUU evidenció que la sociedad más libre podía contagiarse desde el poder, no solo de Covid-19, sino de irracionalidad. Cerca de la mitad de la ciudadanía contrajo calumnia, arbitrariedad, fanatismo, insulto, abuso de poder, rápidamente los vio normales, arquetipos de conducta. Los grupos terroristas que irrumpieron contra Bill Clinton, aquella Milicia de Michigan, los que detonaron el edificio de Oklahoma City, o Unabomber, volvieron ahora con Attack y sicópatas uniformados que acosan gobernaciones, con el apoyo ostensible de Trump.

¿Cómo y por qué personas apacibles, con vidas organizadas, devienen fieras a la prédica de demagogos populistas y feroces? ¿Por qué hubo simpatía por Hitler, Mussolini, Perón, Fidel y por caudillos del presente? Muchas veces he citado a Isaiah Berlin: las sociedades democráticas se arrodillan frente a los hombres fuertes, y las instituciones protectoras se desnudan ante el violador.

Trump lo hizo y no metafóricamente, hasta toparse con el bofetón de la bella Alicia Machado y luego con Biden y Kamala. La explicación psiquiátrica la pediría a Alirio Pérez Lo Presti, pero en la historia, que la bestialidad se convierta en poder de masas es frecuente, frente a un poderoso y sin escrúpulos. Pesadillas manchan el pasado, la inquisición, el terror revolucionario, el stalinismo, el nacionalsocialismo, el castrismo, el videlismo.

Inquirimos sobre qué explica el apoyo colectivo a esos horrores, que creemos irrepetibles, pero que siempre están por repetirse. Gente normal, parte de 47 millones que votaron por Trump, difundieron que Hillary Clinton y Biden manejan una red pedófila junto, son comunistas y eliminarán Acción de Gracias y la Navidad. La pesadilla no está enterrada. De cualquiera emerge un energúmeno, pero también quien menos esperamos puede ser generoso e incluso heroico.

Un tiburón enganchaste
Si la egolatría, el desprecio por el otro y los instintos predominan sobre el superego, los valores, tendremos un maltratador, una bestia social. Shakespeare, el verdadero creador de sicoanálisis, en La violación de Lucrecia describe la fisiología de su mente en el poema que recrea una leyenda de por qué cae la monarquía romana. Tarquino hijo del rey, se encapricha con Lucrecia, la bella esposa de Colatino, un importante oficiales del ejército, quien estaba en batalla.

Frío, sin clemencia, “con el pecho maluco”, premedita la emboscada pese al terrible daño a sus amigos. Evalúa el escándalo en la nobleza, la humillación de Colatino en el ejército, pero el hijo del gran Tarquino el Soberbio no se arredra y va a la casa de Colatino. Shakespeare se complace, como siempre, en describir el mal en la fisiología de la mente criminal. Estaba decidido, destruiría vidas, pero al final unos ganan y otros pierden.

La violó a punta de espada, Lucrecia se suicida luego de contar a su marido su desgracia. Según la leyenda, eso desencadenó la caída de la tiranía y nace la república romana. La prédica corruptora desde la cúpula afectó a la sociedad norteamericana, pero lo más importante: ella misma expulsó el virus y rápido recuperará la salud para bien del mundo.
@CarlosRaulHer

Rápido y curioso

Carlos Raúl Hernández

Según García Bacca, todos sabemos lo-que-es el vino, lo distinguimos del agua, tenemos noción, aunque no sepamos qué-es el vino, su composición química, peso molecular (150), definición científica (ácido dihidroxibutanodioico), ni podamos escribir su fórmula (C4H606) sin Wikipedia. Hablamos con nociones, pero la teoría está obligada a conceptos, que chocan con lo que la gente piensa.

Es muy difícil que un taxista quiera enseñar al médico como se hace cirugía del cerebro, pero Churchill cuenta que uno le explicó qué hacer para ganar la guerra. Todos asumen que saben de política y odian a quien difiere de sus criterios. Entendemos la noción pueblo, pero usada por Hitler y Perón designaban entes muy distintos, aunque ambos la usaban para excluir. Igual Chávez lo distinguía de “los escuálidos”, la oligarquía.

Para Agustín, el pueblo eran “los más”, “los simples”, un indeterminado, y según Rousseau, “la voluntad general”, un criterio cualitativo abstracto, distinto de la mayoría. El marxismo tomó esa idea y los intereses de la sociedad los representa el proletariado, un grupo cualitativamente superior más allá de su número. En Grecia antigua las mujeres, los esclavos y los pobres no eran parte del pueblo.

Los censitaristas y capacitaristas, dicen que solo los propietarios o ilustrados deben elegir y son el pueblo. Pese a tal enredijo mayéutico, “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” es el referente del gobierno democrático, una categoría ético-filosófica que basa su legitimidad (obligación de acatar) e indica que su origen es consensual y no de facto.

Trick o treath
Es falso que “el pueblo” gobierne o que pueda gobernar la nación. Lo hacen los cuerpos representativos del Estado y las comunidades pueden ejercerlo localmente. Los demagogos falsean la realidad cuando pretenden que cinco o diez mil personas en asamblea o turba, son “el pueblo”. Medio millón en la Av. Bolívar de Caracas o en la Alameda de Santiago pueden decretar la pena de muerte y eso no tiene valor si la ley no la establece. La soberanía se materializa en la constitución.

Esos quinientos mil ni nadie están por encima de ella. En el siglo XVIII los filósofos dieron al pueblo la condición de soberano, la nación de los franceses, constituyente de todo, madre del destino político. Pero como no hay por donde agarrar un ente tan inmenso y abstracto y lo que se materializa en el mundo son partes del pueblo, la teoría democrática lo transforma en la ciudadanía, personas con derechos y deberes, cuyo rostro político es el electorado.

No es la omnipotente soberanía, el huracán de la Historia, ni la materialización del espíritu absoluto hegeliano, ni el crimen que ahogaba a Robespierre con la sangre de Dantón. No. El electorado es un cuerpo político sometido a las leyes, gente que se inscribe en un registro, debe hacer cola para votar, ser mayor de edad, presentar su cédula de identidad, portarse ordenadamente en el proceso y no alterar la tranquilidad del recinto. Si no está en lista, no vota.

Reciente fraude revolucionario es un parapeto llamado “constituyente originaria”, para liquidar las bases del Estado Derecho y rehacerlas a volonté, como lo estableció aquí la Dra. Supraconstitucionalidad. Trick o treath, los 160 sujetos se convierten en el inaprehensible pueblo para cambiar el poder, la vida, la propiedad, el pensamiento, la educación, las relaciones familiares.

El suplente de Dios
Esos 160 señores declararon una vez en Venezuela, en un delirio robespiereano, que “por encima de ellos solo el pueblo y Dios”, dos personas que no asisten a sus curules, pero que ellos suplirían diligentemente. Chile es, sin discusión racional, el país que logró victorias más brillantes contra la pobreza en Latinoamérica, que lo emparentan con los desarrollados, mientras los socialismos fueron un degredo. Y decidieron desacreditar a Chile.

El año pasado hubo motines de niños malcriados, pirómanos destructores, insatisfechos sexuales, con reclamos surrealistas y excentricidades, consabidas consignas “anticapitalistas”, contra el “neoliberalismo”, y los ideólogos vieron entre las llamas, no turbas ni grupúsculos, sino el rostro del pueblo. Convocan una “constituyente”, engendro incapaz de resolver ningún problema, pero sí de crearlos todos. Como un pique urbano en Rápido y furioso: inútil y temerario.

Operación de alto riesgo si el vandalismo del año pasado decide en la “constituyente” y un paso incierto porque anuncian plebiscitar el proyecto luego de aprobarlo la futura asamblea. En primer lugar, porque el conocimiento y la experiencia indican que si se somete a votación los derechos fundamentales, podrían desaprobarlos (en varios países la sodomía es delito penal). Las constituciones estables deben ser de consenso, aprobadas por minorías y mayorías, y no por mayoría.


Dos grandes, la norteamericana y la venezolana de 1961, se sancionaron por un complejo mecanismo del Congreso, las legislaturas regionales y los concejos municipales, que imponía dos tercios de cada cuerpo para la aprobación. Luego vino el populismo. Solo me tranquiliza sobre Chile que un par de amigos inteligentes confían que habrá sensatez.

@CarlosRaulHer

¿Golpe de Estado en EEUU?

Carlos Raúl Hernández

Franklin Delano Roosevelt derrotó al Presidente republicano Howard Hoover en noviembre de 1932 de manera aplastante, en medio de terribles secuelas de la gran depresión de 1929 en la sociedad norteamericana y el mundo entero: miseria, desesperanza y escepticismo sobre la democracia y sobre la misma civilización. Las vanguardias europeas declaran indigno el arte en una sociedad tan monstruosa e irracional, que simbolizan en la batalla de Verdún.

Esa triza del mundo que retrata el cubismo, rechazan dadaísmo y surrealismo, y evaden abstraccionistas, veía el final de los valores de occidente. Caen los viejos imperios y están en vilo las instituciones demo liberales ante los movimientos totalitarios. La hora de los duros: Stalin y los bolcheviques, Mussolini y el fascismo, Hitler y los nazis. Roosevelt era también un duro pese a ser demócrata y amable.

El Presidente de la Corte Suprema de Justicia lo definió como “un carácter de primera con talento de segunda”. La fortaleza de ese carácter, su antipatía por las grandes corporaciones, y la contundencia de su victoria, crisparon el ambiente político y comenzaron complots e invocaciones a la fuerza para detenerlo, pero también para apoyarlo, riesgo a la cohesión social.

El partido Demócrata, con mayoría en ambas cámaras, antes de la toma de posesión introdujo en la de representantes un proyecto de ley de poderes especiales –nunca aprobado- para darle autonomía al Presidente en las decisiones económicas. Se esperaba que asumiría la dictadura, pero no fue así. Su programa, el New Deal, cuajado de populismo, se adaptó a la constitución. (Sutilmente Eleanor los llamó “momentos aterradores”).
Conspiración de los negocios
Fue un populista democrático, una concepción desastrosa, pero en los cauces constitucionales, y desoyó la prédica golpista de medios de comunicación e intelectuales. Para liderizar la conspiración, los que temían a Roosevelt hicieron contacto con el general marine Smedley Butler, el oficial más condecorado y de mayor prestigio de EEUU.

Pero él los denunció ante una comisión del congreso, en un lenguaje muy antisistema. Se conoce así la bussines plot, la conspiración de los ricos. Sus convocantes eran Gerald Mac Guire de Wall Street, y Sterling Clark jefe de la Singer Corporation. El general William Doyle movilizaría la Legión Americana, una prestigiosa organización de militares retirados. Supuestamente estarían involucrados DuPont, J.P. Morgan, Mellon Associates, U.S Stell, Sun Oil, G.M, Stándar Oil, Goodyear y Rockfeller Asociates.

Un año antes, el presidente de Chevrolet, William Knudsen, donó 10.000 dólares a Hitler y regresó diciendo que Alemania era un milagro del nazismo. Según el plan, Butler encabezaría una marcha de medio millón de veteranos de guerra armados, sobre la Casa Blanca. Aplicarían el modelo bolchevique de tomar la ciudad y así derrocar al Presidente. Fiorello LaGuardia, alcalde de Nueva York, bajó la presión de la denuncia, al llamarla “conspiración de coctel” por no haber ninguna prueba.
En esos días un italiano “que odiaba a los políticos”, disparó contra Roosevelt, pero una mujer lo golpeó con el bolso y desvió el tiro, que mató al alcalde de Chicago, sentado al lado del destinatario. La mayoría legislativa, permitió al gobierno aplicar sus políticas, básicamente creación de empleo improductivo gubernamental y subsidios.

Cabezas blancas y duras
Las piñatas populistas, a plazo inmediato alegran a la gente y crean mejoría simulada, pero rápido se desploman en problemas peores, de los que a Roosevelt libró la segunda guerra. Los nueve miembros de la Corte Suprema son vitalicios y entonces había una mayoría estrictamente apegada a la constitución, sin concesiones sobre la creatividad del ejecutivo. Eso llevó a un conflicto de poderes y al conato de golpe de Estado que no se materializó.
El poder ejecutivo presenta el proyecto de Ley de reforma de procedimientos judiciales, ridiculizado como “ley de empaquetamiento de jueces” que lo autorizaría a nombrar un magistrado por cada uno que cumpliera edad de jubilación (¿?) y no lo hiciera. La justicia, según Roosevelt, “no debían administrarla nueve ancianos”. Eso creo una grave tensión entre los poderes, pero al final el gobierno no pudo salirse con la suya.
Los jueces se mantuvieron firmes en que declararían la ley inconstitucional. La constitución norteamericana es un milagro de ingeniería política que le permitió a un grupo de colonias convertirse en país y luego apoderarse de gran parte del norte del continente, para llegar a ser la principal potencia del mundo. No hubo en su dominio golpe de Estado ni revoluciones durante los siglos XX y XXI, a diferencia del resto del planeta.

Pero en este período presidencial hemos visto peligros alarmantes para la democracia. Cuestionar posibles resultados o el voto por correo, denunciar que las instituciones y los partidos están podridos, denigrar del liderazgo son peligrosas pulsiones revolucionarias. Calles tomadas por paramilitares que amenazan asaltar una gobernación y que existan grupos terroristas como Attack, son aberraciones tercermundistas.

@CarlosRaulHer

Neoliberalismo ancestral

Carlos Raúl Hernández

Las constituciones no nacieron por capricho de sabios, aunque ellos las hacen, sino para preservar a la gente del Leviatán hobbesiano, el poder temible del Estado. Los espartanos tenían un sistema político con dos reyes que se vigilaban el uno al otro. En Roma el Senado frenaba al emperador, y a Julio César, aunque siempre lo acató, lo asesinaron “por tirano”, simplemente porque les asustaba la fuerza de su personalidad.

Como el Senado era una oligarquía de sabios y poderosos, crearon los tribunos de la plebe, y otras instancias para que nadie se moviera de sus posiciones ni amenazara a otros. Emperadores dementes que lo hicieron, perdieron la vida. En 1015, época de Robin Wood, los señores de Inglaterra obligaron al rey Juan a acatar lo que llamaron la Carta Magna, frontera entre el monarca y los derechos ciudadanos, y un siglo después, decapitaron a Carlos I por incumplirla.

Montesquieu consagra que la única manera de vivir sin miedo es que los poderes se controlen entre sí, e impidan la tiranía. Jesuitas y dominicos de la escuela de Salamanca, establecen incluso el “derecho de magnicidio” para el rey que se pase de la raya. Las constituciones norteamericana y francesa llegan a la máxima sofisticación de la paranoia.

Por eso el Terror jacobino 1792-94 la deroga junto con la Declaración de derechos del hombre 1789, con lo que surge el primer régimen bolchevique. Las viejas sociedades aprendieron que la constitución era sagrada, hasta que aparecen los revolucionarios, Lenin, Mussolini, y Hitler con su teórico preferido, Karl Schmitt, quien “demostró” que el poder constituyente estaba en la voluntad que “el pueblo” delegaba en el führer. Perfecto complemento de la teoría leninista.

Jaula abierta, pájaro ido
Es la doctrina que basa la sentencia escrita por unos bribones para derrocar a Carlos Andrés Pérez y luego para autorizar la “constituyente”. Latinoamérica comenzaba a entender qué era la constitución cuando emerge el socialismo XXI, cuyos caudillos decidieron que “encarnaban al pueblo…contra la oligarquía”. Se libraban del freno constitucional, para hacer lo que les daba la gana.

Jellineck, uno de los grandes pensadores democráticos, había escrito “la constitución es la jaula que encierra al poder”. Por eso civiles y militares, dejan de estar obligados a obedecer a quien se sale de sus atribuciones (“el gobierno solo puede hacer lo que las leyes le mandan”) a diferencia de los ciudadanos que “pueden hacer todo lo que las leyes no le prohíban”) Es lo que se llama “la legitimidad de ejercicio”.

Si un Presidente, por ejemplo, ignora el precepto de no reelegirse, es un golpe de Estado y pierde la legitimidad (aunque la oposición venezolana emburdeló hasta ese concepto). Si convoca un referéndum inconstitucional para pedir autorización, es un golpe de Estado. Y si pierde el referéndum e igualmente se lanza, es un golpe de Estado. Y si manda a su compañerita de partido del poder electoral a detener un escrutinio, es un golpe de Estado.

Por desventura, la emergencia de lo que llaman los expertos autoritarismo plebiscitario en los 90 y la aberración del socialismo XXI, han hecho que los ciudadanos desconozcan qué es la Constitución, y muchos parecen no tener idea. Cuando Morales “manda” a suspender los escrutinios, inicia la comisión de un delito, y la fuerza pública estaba obligada a detenerlo en flagrancia.

¡Dispare primero, por favor!
¿Esperará la policía que maten a una familia para que intervenir? En el período democrático el respeto a la constitución era intuitivo en la sociedad, no así hoy cuando parte de la ciudadanía ilustrada apoya un golpista que se niega a salir del poder. Es insólito oír que “lo destituyeron porque era indio”, de quien tenía trece años gobernando, varios de ellos ilegal. Para la ley no existen indios, negros ni blancos sino ciudadanos.

La izquierda asumió la concepción schmittiana-nacionalsocialista desde el siglo pasado. Por eso apoya caudillos vitalicios e introduce sesgos corporativos en los parlamentos. Morales no entragedió al país con políticas económicas socialistas, expropiaciones, controles, acoso a empresarios y mantuvo con “el imperialismo” una relación bastante tranquila. Lo que emociona a algunos ilustrados es el “hombre fuerte”, el Fidel al que añoran pulirle la hebilla.

Si fuera “un indiecito rechazado”, como dicen sus defensores piadosos, sería también, para usar la carcomida jerga ñangarosa, un “indiecito neoliberal” que la pasaba bomba. Venezuela, Argentina y Bolivia, demuestran la ineptitud de los opositores apoyados por este gobierno norteamericano en la región. Honduras, Paraguay y otros, se salvaron porque respondieron en su momento. Nicaragua dejó a Ortega reelegirse ilegalmente.
Trump, también supuesto “hombre fuerte” resultó el sustento vociferante de estos descalabros. Y una amenaza para la democracia en su propio país. La división maniquea de la sociedad, sus agallas supra reeleccionistas y el colado desconocimiento de los resultados electorales, amenazan. No hay por qué suponer que el nuevo Presidente boliviano sea un déspota como Evo. Pero si no es duro sus fans se desengañan y lo dejan de venerar.

@CarlosRaulHer

Un mundo de amor

Carlos Raúl Hernández

“Neruda miraba absorto Machu Picchu. Le pregunté, para la historia: - ¿Qué ves poeta? –El sitio ideal para comerse un asado, respondió”. E. Rodríguez Monegal

San Anselmo llamó “insensatos” a quienes no comprendían ni sus propias palabras. Por ejemplo, parece serlo quien crea que entre los genes hispánicos, negros e indígenas, hay unos más originarios que otros, como entre Guaicaipuro y Francisco Fajardo. O quien menosprecie la monumental trascendencia de la sociedad mestiza por la violencia inicial de la conquista. O quienes llaman genocidio al contagio de males inmunológicamente desconocidos.
También los que nos definen como “lo peor de España, indios flojos y negros esclavos”. Quienes maldijeran que los musulmanes salieran de Arabia y desparramaran su cultura por el Mediterráneo hasta España para tratocar la historia; que Alejandro helenizara al mundo, o que Roma ocupara desde Britania, hasta el Asia menor y el norte de África, porque cambió “costumbres ancestrales” y romanizó al mundo. O quien reniegue porque 20% de la raza humana tiene genes de Gengis Khan.
La búsqueda de nuevos mundos comenzó hace 80 mil años cuando el homo sapiens abandonó África para ocupar el planeta. El insensato llama “invasión” … “crimen histórico”, a la América hispánica, preso del mito del “buen salvaje”, de los dulces pueblos rousseaunianos, turbados por extranjeros. El colonialismo ha sido consustancial a la marcha de la humanidad hasta la llegada de los estados nación, la comunidad internacional y la ONU.
El mar de la felicidad
Tan inseparable de la historia que no hay un palmo de territorio en el globo que no haya sido colonizado una o varias veces, o que no haya pasado de colonizado a colonizador, también varias veces. Oí a una guía más ideológica que turística en Ollantaytambo, camino a Machu Picchu, que “las tribus colonizadas por los incas eran muy felices. Vivían en un mundo de amor”. Su cara era como las rocas de la ciudad sagrada hacia la que corría el autobús.
Ese Edén ideológico era falso por la condición humana y por la dinámica de la civilización. Algunos insensatos-pero-no-tanto, creen “nos hubiera ido mejor”, si en vez de los españoles, hubieran sido los portugueses, los franceses o los ingleses. Pero Brasil, Argelia, Jamaica, Angola, Haití, Guyana, no permiten juicios rotundos. En Cusco, “ombligo del mundo”, los incas dominaban desde Antofagasta en Chile hasta Colombia, pasando por Ecuador, Bolivia, Perú.
A diferencia del imperio mexica, que era abiertamente antropófago y por eso los sacrificios masivos, en el Tahuantinsuyo, los prisioneros no estaban en el almuerzo diario. Esa moderación dietética se debía a que grandes extensiones agrícolas y ganaderas necesitaban mano de obra. Para aplacar los levantamientos de los pueblos esclavos, practicaban mitimaes.
Era esto: ocupaban una población chilena, secuestraban a todos los hombres y los trasladaban a Colombia, a miles de kms., para que no pudieran comunicarse con nadie ni, por lo tanto, rebelarse. Y de reversa se traían los varones de Colombia a Chile. Una coincidencia histórica es que los jefes mexica e inca, el tlatoani Moctezuma y el inca Atahualpa, creyeron que Hernán Cortés y Francisco Pizarro eran los dioses Quetzalcóatl y Viracocha.
Ser esclavo es malo
Y ambos caciques caen prisioneros. Cortés y Pizarro andaban con apenas 300 y 168 hombres respectivamente, para dominar dos imperios de 15 y 12 millones de habitantes resquebrajados por el odio de los oprimidos. Cortés tejió la alianza para la guerra de liberación. Pizarro en su viaje definitivo a Perú, en 1532, encuentra la guerra civil en plena ebullición Es la alianza de chancas, lurigayos, chachapoyas, karanjas, caraballos tarmas, huancas, yauyos y otros pueblos la que derroca el imperio.
Los crímenes de los europeos contra los indígenas, solo se comparan con los que los indígenas cometieron contra otros indígenas. Los españoles sentenciaron a Atahualpa a morir ahorcado, por el espantoso asesinato de su propio hermano Huáscar, a quien odiaba porque fue el escogido de su padre, e hizo condenarlo al más espantoso suplicio imaginable. Madre, hermanas, mujer favorita, concubinas, hijos, amigos, familiares y servidores de Huáscar, los ejecutaron lentamente, uno a uno en su presencia.
A las preñadas les tasajeaban el vientre en ese mundo de amor. Luego lo liquidaron, según algunos, desollado, según otros, ahorcado. Lo arrojaron al río para que, al no tener tumba en la tierra, no pudiera alcanzar la paz en el otro mundo. Marx no gustaba de estas ancenstralidades, era un modernizador y celebró el colonialismo, que Inglaterra ocupara la India y EEUU a México. Lo creyó progresos civilizacionales.

El ñangarismo tercermundista actual rinde culto al guayuco, la utopía arcaica, pero con tecnología. Carlos Alberto Montaner vio diputados “étnicos” en Perú, ataviados de Hollywood, pero con smart phone y tablet además de arco y flechas. (Vuelvo al principio. En Pablo Neruda: el viajero inmóvil, Rodríguez Monegal destaca que, años después del incidente del asado, Neruda publica su magno Canto general, que comienza con Machu Picchu, uno de sus poemas más poderosos)

@CarlosRaulHer

…y Dios creó esa mujer

Carlos Raúl Hernández

“Un caballero sólo defiende causas perdidas”. Borges

Treinta etnias esclavizadas, aplastadas, se aliaron contra el régimen político más canalla de la humanidad: el imperio azteca o mexica, cuya religión pautaba lo que hoy llamamos genocidio, y los historiadores discuten si fueron 100.000 o 250.000 sacrificados. En horrendos días de 1486, asesinan 20 mil al dios del sol y la guerra, Huitzilopochtli.
Los aztecas ejercían su sangriento dominio sobre 15 millones de rehenes. La capital, Tenochtitlan, una isla del lago Texcoco, cuyo centro urbano estaba en lo que hoy es el Zócalo de Ciudad de México. Los pueblos esclavos debían tributar cosechas, animales y sobre todo humanos, porque el dios bebía sangre a diario, y los aztecas tenían la delicadeza de no importunar en lo posible a su propia gente.
Había opciones. Arrancar el corazón a la víctima todavía latiendo, o desollarla viva, o lanzarla desde lo alto de la pirámide, y a los hombres, enfrentarlos con cuatro guerreros al mismo tiempo. Terminada la faena, se los comían. Esa ciudad maravillosa y sanguinaria, con 200 mil hbs., esclavizaba los vecinos. Igual en el sur del continente los incas, el Tahuasinsuyo, sometían desde Cusco regiones hoy de Chile, Uruguay, Paraguay, Ecuador, Colombia, países que no existían, como tampoco México.
Las comunidades vivían en terror porque los mexicas secuestraban metódicamente y algún dios prefería niños. La que pasó a la historia como Malinche, dicho hoy en clímax feminista, pertenecía al último nivel en la escala social. Era popoluca, de un pueblo marginal encadenado por los mexicas. Al ser mujer, no podía hablar ante los varones ni levantar la vista, lo que no variaba mucho con los europeos.

La guerra de liberación nacional
En su futuro, el puñal de ónix le partiría las costillas, como a sus dos hermanas, a cuyo padre asesinaron por defenderlas. Su madre la vendió a tratantes aborígenes que la entregaron como sirvienta y esclava sexual a un cacique maya de Tabasco desde los once años. Más tarde su amo, derrotado por Hernán Cortés, para hacer las paces con él se la regaló en un grupo de veinte muchachas.
Pero no se rindió a su suerte como era lo normal. Sus extraordinarias personalidad, inteligencia y sensibilidad política, la sacaron del abismo para que fuera una de las figuras más poderosas del siglo XVI. Hablaba la lengua azteca náhuatl, maya, aprendió castellano rápidamente y se hizo traductora del capitán en las negociaciones para las alianzas indígenas, desplazando a Jerónimo Aguilar. Fue compañera inseparable de Cortés y al final su mujer. La llamaban la lengua.
Uno de los primeros mestizos es su hijo Martín Cortés. Los historiadores aclaran que Hernán no fue ningún Leónidas que enfrentó al imperio más poderoso con 300 españoles. En 1519 se acordaron cerca de treinta etnias, miles de indígenas, para derrotar a los mexicas en la primera guerra de liberación nacional del continente, comandados por Cortés y gracias a la habilidad de Malinche en las negociaciones, quien traducía como le daba la gana y ocultaba los arrebatos del capitán.
Llamada de cuna Un-ocelote, la cristianizaron Marina, pero los indígenas solo podían pronunciar Malina. Malin-tzin, (doña Marina) la jerarquizó el tlatoani (cacique) de los tlascaltecas, arrobado por su carácter y atractivo. De allí derivó al fonema Malinche. Otro tlatoani la increpó porque se atrevía a dirigirse a él, y ella contesta, sin bajar la mirada “te lo voy a decir otra vez. Aquí quien habla soy yo. Y si no es conmigo, no tendrás con quien hacerlo”.
Lengua suelta
Sin su tacto y habilidad, el violento Cortés hubiera fracasado. Él diseñó la estrategia militar, pero la lengua la hizo posible porque más que traducir, elaboraba política, conciliaba, los caciques a veces querían hablar solo con ella, y a Cortés lo llamaban el señor Malinche. Él, y ella en su corta vida, crearon México, al unificar los pueblos indígenas y construir la entidad político administrativa que avanzó al resto del territorio, más tarde poderoso Virreinato y que hoy lleva ese nombre.
En la etapa de la independencia se entronizó la leyenda negra anti hispánica, los criollos renegaron y cubrieron de oprobio la memoria del fundador, y naturalmente a la heroína. Por alienaciones ideológicas, no se sabe cómo pudieron escamotear que el nacimiento de México es obra de españoles e indígenas, así como la independencia lo fue de criollos y pardos.
A mediados del siglo XIX, al comenzar las hostilidades entre México y EEUU, el mundo compadecía la suerte de este ridículo experimento democrático anglosajón, al que casi el mundo entero, salvo Alexis de Tocqueville, le auguraba corta vida. En la guerra, los gringos les arrebataron la mitad del territorio, y los criollos crearon una perversión ideológica para desahogar el resentimiento y la amargura. El patrioterismo mexicano cuando México no existía.
Malinche ya no fue la creadora de la nación y estratega liberadora de los oprimidos, sino su antítesis. Y para incomodidad de quienes no entienden o entienden retorcida la historia, Latinoamérica, que Vasconcelos llama “la raza cósmica”, existe porque las indígenas se cruzaron con los españoles, como Cortés y Malinche. Y porque los africanos se incorporarán a la fusión racial iniciada por Colón el 12 de octubre de 1492.

@CarlosRaulHer

Dios con muletas

Carlos Raúl Hernández

A mi amigo Víctor Cadet quien sugirió el tema

Hace 20 años la oveja “Dolly” estremeció al mundo y se decía que ya andaban en las calles y comían fish and chips varias personas clonadas. La comunidad científica en pánico cerró la entrada al abismo descubierto, y la investigación perseguida se desplazó a Oriente. Dos décadas después, 15 de noviembre de 2018, supimos que el médico investigador Hi Jiankui inmunizó genéticamente contra el VIH dos gemelas recién nacidas, sin aval del instituto donde trabajaba, ni del gobierno. Hoy cumple arresto domiciliario.


Por eso ya antes de la performance del Covid-19, su “capitalismo iliberal” y autoritarismo tecnológico, a China se le asocia con el laboratorio de Lex Luthor. El arte y la literatura temen irracionalmente que la ciencia traicionará a sus creadores para esclavizarlos, y el cine vive una recurrente rebelión de máquinas, cyborgs, mentes “subidas a la nube”, Schwarzenegger o Keanu Reeves, y computadoras que sabotean misiones espaciales de Kubrick en 2001 Odisea del espacio.


Ese terror lo llamé en un libro “síndrome Frankenstein” (Vértigo comunicacional, caos global:2003). Las dizque dramáticas relaciones hombre-techno matizan la teoría y desatan desde los cincuenta la críptica discusión sobre transhumanismo (h+) término acuñado según algunos por el teólogo Theilhard de Chardin. Otros dicen que Julian Huxley, biólogo hermano de Aldous, creador del “transhumanismo evolutivo” o reformista.

Trashumar llama Dante pasar al cielo, lo que dice sentir con Beatriz. ¿Será que la confluencia hipertecnológica: inteligencia artificial, robótica, nanotecnología, ingeniería genética, neurociencia, cirugía regenerativa, trasplantes, prótesis-órtesis, biotecnología informática, células madre, conduce al superhombre nietzscheano, - ¿el cyborg? -, que comenzaría en el automercado genético, donde los padres escogerían las hormas de sus hijos por venir?


Solo existe la Matrix
También por bio-hackeo los dotarían de condiciones físicas, súper inteligencia, inmunidades, destrezas, propensión al arte, saberes, deportes o técnica (One aprendiendo en el tatami con Morpheus)… pero ¿cuáles serían las secuelas? Por ahora se problematiza el milagro porque las minifrankenstein del Dr. Hi Jiankui tendrán que estar bajo vigilancia médica de por vida, ya que son aleatorios los efectos que podría tener en ellas su ultra sistema inmunológico. ¿Qué de autoagresiones, como el lupus?

En los 60 y 70 con la avalancha revolucionaria, antidemocrática, antiliberal, totalitaria, antihumanista, el anarquismo existencial, varias generaciones de sicópatas brillantes, inconformes con la sociedad, sus cuerpos y vidas, se declaran en rebelión hasta contra la naturaleza humana, y cuestionan por “burgueses” tabús totémicos, incesto, pedofilia, bestialismo. El transhumanismo cultural de Foucault, Beauvoir, Derrida, Barthes, Sartre, Firestone, Deleuze, Millet, Butler, Singer. “Prohibido prohibir”.

Foucault dice que la llamada realidad son constructos sin dignidad, creaciones- voluntarias de la mente “dominante”, para someter, “vigilar y castigar”. En Las palabras y las cosas, que el hombre es también una ficción renacentista, “una creación del siglo XVI… que duró dos siglos”. Luego el kapitalismo lo enajenó, esclavizó y lo convirtió en esa piltrafa con esperanza de vida de 84 años que llegó a la luna, va a Marte, parió a Picasso, Kafka, Mahler y redujo la pobreza al nivel más bajo en 40.000 años.

Locura radical, mundo infantil para adultos para subvertir la cultura, el homo sapiens, la biología y hasta la muerte. Choque entre la ciencia concebida para mejorar la sociedad vs. la que quiere el hombre nuevo poshumano, cuyo gap con los hombres actuales será tan grande como el que hay entre nosotros y los primates. Peter Singer desde la izquierda propone además de eugenesia masiva, biohackear embriones para erradicar genéticamente la violencia.


Pata de palo
Otros “subvierten” desde la derecha. Afirman que quienes estén en el mundo en 2045, podrá vivir cientos, miles de años y posiblemente alcanzarán la inmortalidad. Que la crioconservación, contra toda evidencia, permitirá poner a funcionar un organismo complejo luego de congelarlo. Y creen en la posibilidad de escanear un cerebro y subirlo a la computadora o a la nube, otra forma de inmortalidad. Por lo visto, se superarán las enfermedades, pero no la del pensamiento: la utopía.

El transhumanismo (h+) tiene mucho de secta cienciológica o de new age, que a partir de avances reales en el conocimiento empegosta a la fuerza una especie de metafísica positivista, una ideología holística. Yuval Harari, por ejemplo, afirma “Kurzweil y De Gray son incluso más optimistas: sostienen que quienquiera que en el 2050 posea un cuerpo y una cuenta bancaria sanos tendrá una elevada posibilidad de alcanzar la inmortalidad al engañar a la muerte una década tras otra…”.

“…Cada diez años, aproximadamente, entraremos en la clínica y recibiremos un tratamiento de renovación que no solo curará enfermedades, sino que también regenerará tejidos deteriorados y rejuvenecerá manos, ojos y cerebro... en realidad, serán amortales, en lugar de inmortales… su vida no tendrá fecha de caducidad”. Por eso, con humor capaz de pulverizar el mármol más invulnerable, Freud escribió: “el hombre es Dios con prótesis”. (continuará)

@CarlosRaulHer

Juana la loca

Carlos Raúl Hernández

Las utopías son invulnerables a la realidad. Desde Platón, llevan dos mil años de trizas y se levantan, se sacuden el polvo y reintentan. Marcuse en El final de la Utopía, desarrolla una idea de Marx: que el kapitalismo “realizará” la utopía, porque su producción de riqueza es tal que, al expropiarla y repartirla, la escasez será un mal recuerdo burgués. Inspirado por el Manifiesto comunista, un panfleto zafio pero fulgurante, el mundo asumió la barbarie.

Se desmarcaron los socialdemócratas, aunque muchos siguieron llamándose socialistas democráticos. Pero pese a que el Presidente Rómulo Betancourt detuvo la guerrilla de los años 60, diez años después de la caída del Muro de Berlín, nuestro gran aporte al mundo fue, como Juana la Loca, exhumar y entronizar el cadáver que, esta vez sí sería amable. Un gran marxista disidente, Lucio Coletti, escribió que “un socialismo de rostro humano era como un rinoceronte de rostro humano”.

Los fans dicen que “todo ha sido un error, porque el verdadero socialismo hasta ahora no ha existido, sino un capitalismo de Estado”. La teoría y la práctica de dos siglos demuestran que socialismo es solo capitalismo de Estado, “control de los medios de producción”, con autoritarismo político variable si los ejecutores son dictadores del proletariado o socialdemócratas. Doquiera se acosó a los “explotadores”, los productores de riqueza, se recaló en la depauperación absoluta o, en el mejor de los casos, relativa.

Algunos acuden al burladero de un “socialismo sueco”, paradójicamente país situado en el top los veinte con economías de menor intervención estatal, junto a Canadá, Hong Kong, Nueva Zelanda, Holanda, Chile, Suiza, Irlanda, Reino Unido, Singapur, Australia y otros. Para más señales, Suecia decidió desde el siglo XX la aterradora herejía de no tener ley del trabajo ni salario mínimo, y se norman por contratos colectivos y diálogo tripartito. Y ¿casualidad? es sexto en el Índice de Progreso Social del mundo.

¡Unidos jamás serán vencidos!
Toman las decisiones sociales y laborales, entre socialdemócratas, el movimiento obrero, liberales, conservadores y la organización empresarial. Son parte del Estado de bienestar europeo, pero principalmente de la economía social de mercado alemana. Asumir que tener empresas poderosas es objetivo de todos los suecos, burgueses y proletarios, permitió el milagro de Electrolux, Ikea, Saab, Ericcson, Volvo (vendida a China, por decisión colectiva).


Desmedraron (desmadraron) la lucha de clases, las políticas económicas y sociales son de consenso y el Estado no las impone. En los 70 llegaron a ser la segunda economía mundial, cometieron errores “de época”, universalizaron la seguridad social gratuita al cien por ciento de la población: educación, empleo, transporte, salud, desde la cuna hasta la tumba. Esta utopía comenzó a naufragar en los 70 con la crisis petrolera mundial y el alza de los precios de la energía.

Nació una rama torcida llamada “cultura del bienestar”: desestímulo al trabajo, la producción y la superación de los individuos, que vivían del Estado. Pese a tener una de las poblaciones más saludables del mundo, Suecia presentaba los niveles más asombrosos de permisos por enfermedad, y desempleo. Para mantener el Estado de bienestar, siguieron el tobogán europeo: incrementar impuestos, lo que reduce la inversión y el empleo, y el modelo declinó.

Pero los grupos de poder mantuvieron la mirada en las tendencias mundiales y en el arranque de la globalización en los 90. Para modernizar el Estado de bienestar modelo del mundo, lejos de enquistarse, se involucraron en las herejías “neoliberales” de la globalización. Lo que llama Mauricio Rojas Reinventar el Estado de bienestar (Edit. Gota a gota: 2010) Crear fondos privados de pensiones y jubilaciones (también lo hizo Chile), flexibilizar la estabilidad laboral para que el trabajador valore su plaza.

Uno ve lo que quiere
Como altos impuestos desestimulan la inversión, con el consecuente freno del producto interno y de la oferta de empleos, ante el reto de la inmigración y la vagancia juvenil, el “socialismo sueco” estremece a los paladines antineoliberales del planeta: privatiza la dispensa de servicios esenciales, nada menos que salud, educación, energía, aguas blancas, a empresas privadas que garantizan mayores eficacia y eficiencia, naturalmente financiados por la seguridad social. La tercerización.

Esta mala palabra, tercerización o subcontratación, hizo eficiente el gasto social. Un médico sueco atendía 3.5 pacientes diarios mientras que en el resto de Europa era más del doble. Las reformas modernizadoras cambiaron radicalmente y pese a los problemas que sobreviven, el sistema se recuperó. Por eso se callan, la izquierda que desconfía de las reformas al mercado laboral, eufemísticamente flexiestabilidad, y mucho más de la privatización de los servicios, y la derecha que cuestiona al Estado.

Esta maravilla de la ingeniería social fragmentaria se debe a la pareja de economistas Gunnar y Alva Myrdal, ambos Premio Nobel (por separado) y militantes socialdemócratas, que la concibieron en los lejanos años 30. Ojalá quienes gobiernan y gobernarán en Venezuela leyeran El reto de la sociedad opulenta, un libro muy despreciado por reformista cuando yo era estudiante. Y alguien se ocupe de enterrar el olisco cadáver socialista de Felipe, ya no el Hermoso, sino el exterminador.

@CarlosRaulHer