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Carlos Raúl Hernández

Notas sueltas pero amarradas

Carlos Raúl Hernández

1.“La presidencia provisional” como todo acto disruptivo, revolucionario, es una aberración ética, política, y constitucional sin medida, en síntesis una imbecilidad redonda, que revela severa merma en esos órdenes, desde haberla apoyado cuando lo racional era arrojarla como una brasa ardiente, por las terribles efectos para el país y para las fuerzas involucradas. Cuando apareció, alerté a una persona a la que apreciaba, que por su propio cuidado no llamara así tal bachillerada y recibí una ráfaga de bofetones verbales. Y cualquier ápice de sentido político quedó en el camino al montar los despojos sobre el burro hasta diciembre de 2022, casi cuatro años ¿Será recuperable el daño? La abscisa no es un interés político sino económico y lo que está en juego hoy es cómo queda el sustento de unas diez mil personas que se mantienen de eso. Vivimos el fin del socialismo y la enferma etapa de insultos, maltratos, amenazas, expropiaciones, acosos, terminó para dar paso a una reforma económica con altibajos, pero que permite a millones salir de la indigencia y trabajar. Según CEPAL, Venezuela es este año es el país con más alto crecimiento en Latinoamérica, en el orden del 12%, música celestial porque es el segundo año, (el Dr. Tonto, economista, se esmerará en retahilar lo obvio: que se crece con respecto al año pasado) pero, aunque cede la hiperinflación, no logran cortarle la cabeza y pugna por crecerle de nuevo. El Dr. Tonto debería dejar de encadenar vaciedades como la “burbuja” y estudiar en serio los errores del gobierno para decir algo que valga la pena.

2. El antihumanismo comienza con Robespierre, el primer moderno que gobierna basado en la ideología de que la vida no tiene valor frente a “la causa”, tradición de marxistas y otros que no lo son, Marx, Lenin, Spengler, Max Scheler, Nietzsche, Hitler, Michael Foucault, Althusser, Merleau Ponty. Parte de que las personas reales son “briznas de paja en el huracán revolucionario”, sacrificables, porque los individuos, familias, sus vidas, muertes y dolores, son epifenómenos frente “grandes empresas humanas”. Foucault, escribe que el hombre solo es “una invención fracasada del Renacimiento”. ¡Qué pueden importar el terror, la tortura, la muerte, si fines superiores de la historia los requieren¡ Para Nietzsche la decadencia de la civilización es producto del humanismo, la piedad cristiana por los débiles y el imperio romano lo derribó el amor al prójimo. Pero es demostrable que más bien fue la esclavitud, el trabajo gratuito sobreexplotado, que funda el ocio de los grupos de poder y frena el desarrollo de las fuerzas productivas, la ciencia, la tecnología, la creatividad, y todo se pudre de improductividad.

3. Cualquier discurso de guerra tiene sentido en la guerra y fuera de contexto es fidelismo, demagogia confrontacional que encubre la incompetencia para resolver problemas. Pensadores alemanes del siglo XX, en evocación de Esparta, denunciaron la falta de disposición de dar la vida por la patria, derramar la sangre en batalla, por obra del confort kapitalista, el comercio, el aburguesamiento. Max Scheler escribe que “los hombres se habrían devorado pacíficamente si no fuera porque la dignidad de la guerra ha justificado la violencia”. Acude al rescate de la decencia Kant y escribe que la condición humana solo se define a partir de las decisiones, que los actos humanos fundan leyes universales, y asesinar o maltratar grupos, razas o naciones, no puede ser ley universal. La acción política, dice Helmuth Plessner consiste en saber actuar, es “el arte del momento adecuado, la ocasión favorable”. Lenin se inspiró para su obra ¿Qué hacer? en el Catecismo Revolucionario del anarquista ruso Sergei Nechayev, maestro de Stalin, Mao, Hitler, Mussolini, Castro, Guevara y cualquiera que los quiera emular. Sus frases resuenan casi textuales en boca de muchos revolucionarios que he conocido, que son bastantes, muchas veces suavizadas, pero idénticas.

4. No se piense que Nechayev fue un teórico de cafetín. Dirigió una célula terrorista de nombre Venganza del Pueblo y por diferencias personales y políticas con uno de sus miembros, lo ajustició a tiros con su propia pistola, tal como hizo el Che Guevara cien años después. Tanto aterrorizó a Dostoievsky la personalidad de Nechayev, que le inspiró una de sus grandes novelas políticas, los Endemoniados, que narra los espeluznantes debates de los círculos anarquistas europeos de finales del siglo XIX. Ricardo III, Nechayev y el Che hoy son encarnación perfecta del hombre nuevo. Los invito a comprobar cómo cada atrocidad debe algo a este abuelo, creador del concepto del hombre nuevo, que queda perfectamente descrito en El catecismo revolucionario.“El revolucionario…no tiene intereses personales, relaciones, sentimientos, vínculos o propiedades, ni siquiera tiene un nombre. Todo en él se dirige hacia un solo fin, un solo pensamiento, una sola pasión: la revolución…

“… ha roto… toda relación con el orden social y con el mundo intelectual y todas sus leyes, reglas morales, costumbres y convenciones. Es un enemigo implacable de este mundo, y si continúa viviendo en él es sólo para destruirlo más eficazmente… Él conoce una sola ciencia: la ciencia de la destrucción… La meta es una sola: la más rápida y más segura destrucción de este sistema asqueroso… …Para un revolucionario, un amigo es sólo aquél que ha probado con sus actos que también él es un revolucionario. La amistad, dedicación u otras obligaciones hacia ese amigo dependen de su utilidad para la causa revolucionaria… Cuando un camarada tenga problemas, y haya que decidir si salvarlo o no, el revolucionario no se guiará por sus sentimientos personales, sino solamente por los intereses de la causa. Por tanto, debe sopesar cuidadosamente la utilidad del camarada en problemas contra el costo del esfuerzo necesario para salvarlo, y debe decidir qué tiene mayor peso…”

Un revolucionario entra al Estado y al mundo intelectual, y vive en ellos, solo para destruirlos rápido y totalmente. No será un revolucionario si experimenta alguna simpatía por algo de ese mundo, o si se detiene ante la destrucción de algún estado de cosas, relación o persona que pertenezca a ese mundo en el cual todo debe ser odiado igualmente. Peor para él si tiene familia, amigos o relaciones amorosas; no podrá ser un revolucionario si eso detiene su mano… Toda esta sucia sociedad tendrá que ser dividida en varias categorías. La primera categoría es la de aquéllos que deberán morir sin demora… harás listas de los condenados, tomando en cuenta el daño potencial que puedan hacer a la revolución, y eliminarán en primer lugar a los primeros de la lista… Al unir esas listas, y agrupar ordenadamente a los condenados, no se tomará en cuenta la maldad personal del hombre ni el odio que éste provoca entre los camaradas o el pueblo.”

La tercera categoría incluye animales que no tienen gran inteligencia ni energía, pero poseen riqueza, posición social, conexiones, influencia y poder … las mujeres. Debes explotarlas de todas las maneras posibles, implicarlas, confundirlas, y conocer, hasta donde sea posible, sus secretos más sucios con el fin de esclavizarlas… hay que dividirlas en tres categorías…las "cabeza hueca", inconscientes y desalmadas, hay que utilizarlas… igual que las apasionadas, devotas y talentosas, pero no son propiamente nuestras…La maldad y el odio pueden servir temporalmente para provocar la sublevación de las masas. Es necesario tomar en cuenta el grado de utilidad que la muerte podría dar a la causa revolucionaria. Ante todo, debes destruir a aquellos que más daño pueden hacer a la organización revolucionaria, o a aquellas otras cuya muerte súbita y violenta provocarán el mayor terror en el gobierno, debilitando su poder y privándolo de sus miembros más enérgicos e inteligentes… El segundo grupo está compuesto por aquellas personas a quienes se les permite vivir temporalmente, porque sus actos terribles conducirán al pueblo a una sublevación inevitable…”

@CarlosRaulHer

Monjas penitentes de Nuestra Señora

Carlos Raúl Hernández

Argentina fue el país más rico del mundo, gracias a la Constitución de apertura (1853), concebida por Juan Bautista Alberdi en su obra Bases y puntos de partida…, y a los primeros presidentes, Mitre, Sarmiento y Avellaneda, cuyos efectos positivos duran hasta mediados del siglo XX. Sarmiento, ante la inmensidad territorial despoblada de Martín Fierro y Facundo Quiroga, plantea la lucha de civilización contra barbarie y traza línea de fuego contra esta. Pobre y primitiva, con apenas dos millones de habs., aislada del mundo, sin metales preciosos, capitales, infraestructura, seguridad jurídica, ni derecho de propiedad y libertad de empresa, inician la modernización social y políticar contra el atraso. Al llegar el siglo XX, Argentina es ya el principal productor de alimentos del mundo que contaba el progreso por millones: doce millones de hectáreas sembradas, 5 millones de toneladas de granos al año, 20 millones de cabezas de ganado. Y 28 mil kms. de vías férreas para exportarlos.

Salarios tres veces más altos que en Europa atrajeron migración masiva y la población creció más que en Canadá y Australia. Para la fecha, ocho países competían en prosperidad. Inglaterra, Bélgica, Suiza, EE.UU. Australia, Canadá, Nueva Zelanda. Y Argentina, la primera exportadora mundial de trigo, maíz y carne. Julio Roca estableció educación primaria gratuita y universal y redujo el analfabetismo a un tercio de la población, mientras en Europa andaba en dos tercios. Desde los años cincuenta del siglo XX que aparece el peronismo, todo se derrumbó y hoy está en el triste número sesenta en el ranking internacional de bienestar, y entre los países más corruptos, con la tercera inflación del planeta y miseria que afecta 45% de la población. Según la Universidad Católica 16 millones son pobres, tres millones indigentes. Apenas ocho millones de trabajadores productivos sostienen a 46 millones de argentinos y en ocho departamentos la mayoría de la mano de obra son empleados públicos.

Los impuestos suman más de la mitad del precio de un carro, que cuesta tres veces más que en EE. UU, el doble que en España; y 45% de la canasta de alimentos. A 80 años del primer gobierno de Perón, sus sucesores protagonizan el “caso de los cuadernos” que condena a Cristina Kirchner por corrupción (12.000 millones de dólares), con un grupo de empresarios. Es el más escandaloso caso en la región, aunque Odebrecht se lleva la palma porque involucra varios países. Se revela un plan ejecutado directamente desde las presidencias Kirchner entre 2003 y 2015. La trama revienta por Oscar Centeno, quien distribuía las coimas y que por hábitos ejemplares de trabajo anotaba en cuadernos meticulosamente, direcciones, nombres, conversaciones y número de maletines que entregaba a los interesados.

Como las sumas eran incontables, la unidad era el maletín de billetes de cien dólares que contenía 800 mil, cuántos maletines recibía cada quien. Resulta que un tal José López tenía 9 millones de dólares en su casa para cigarrillos y chucherías, pensó que iban a allanarlo, y corrió a ocultarlos en el convento de las asustadas Monjas orantes y penitentes de Nuestra Señora de Fátima, donde lo pillaron. Pero ya la cúpula kirchnerista se desmoronaba desde 2017. A Omar “Caballo” Suárez, jefe de los sindicatos portuarios, lo agarran por fraude, estafa agravada y cuentas multimillonarias sin justificación. Juan Pablo “Pata” Medina, jefe del sindicato de la construcción, preso por extorsionista, asociación para delinquir y operaciones por diez millones de dólares no justificados. A ese humilde dirigente popular, la vida lo premió con ciento nueve automóviles, un avión y un helicóptero. Marcelo Balcedo, de los educadores y traficante de armas, tenía cuentas por veinte millones de dólares, y era feliz propietario de dos aviones, un yate, cuatro porches, un Ferrari, un Mercedes McLaren (valorado en 500.000 dólares) y un zoológico privado.

Estos líderes populares apoyaron todo lo que depauperó a sus dirigidos. El procedimiento kirchneriano era el siguiente: el ministro, más bien superministro, de planificación, Julio de Vido, creó un “comando” con las grandes empresas constructoras, que oficiaba el presidente de la Cámara de la Construcción, Carlos Wagner. Allí decidían el plan de obras públicas y adjudicaban quien ganaría cada licitación. Una vez “licitadas” e iniciadas las obras, duplicaban o triplicaban el costo inicial, aunque con frecuencia ni siquiera se concluían. De ahí sobraban dólares para varias capas de funcionarios del gobierno y empresarios, y todo el mundo contento. Estos cuadernos llegaron a manos del poder judicial y comenzó el corre-corre. El supermagnate Carlos Wagner, en compungidas “confesiones”, revela que los Kirchner recibían 3 millones de dólares diarios, 90 al mes, 12 mil millones durante sus tres gobiernos, suficiente para una vida modesta, pero sin privaciones.

En 1943 es el golpe de Estado que hace Ministro del trabajo al teniente coronel Juan Domingo Perón, quien usó el cargo para repartir prebendas y vincularse a los sindicatos, tal como había aprendido de Mussolini. Creció su popularidad y los superiores lo forzaron renunciar en 1945. Se despidió en un dramático discurso de alerta sobre el peligro que corrían los beneficios laborales que él había concedido. Lo detuvieron por su provocación, pero lo excarcelaron las masas con el esfuerzo de Evita y ganó las elecciones de 1946. Su programa revolucionario echaba abajo lo que había formado la prosperidad, con la conocida jerga populista: “soberanía política, independencia económica y justicia social”, oleadas de expropiaciones que convirtieron a los trabajadores en su nómina personal. Nacionaliza transportes, energía, comunicaciones, restringe el comercio exterior y aprisiona la banca privada; controla precios de los servicios públicos por debajo de los costos, infla las nóminas del Estado.

Eso convierte a Perón en patrón universal, produce déficit fiscal, multiplica los controles, para acaba con la productividad y quebrar la economía. Para financiar el gasto gigante que produce, emite dinero inorgánico y desata la inflación. Una ilusión de bienestar insostenible porque la inversión privada se desploma, la balanza internacional pasa a negativa, quiebra al país, quema las reservas y naturalmente se declaró víctima de guerra económica, de los especuladores, el imperialismo, e hizo escasear el pan en el granero del mundo. Como la constitución le impedía reelegirse, hizo otra que declaraba al Estado centro de la sociedad. En 1955 lo derrocan los generales Aramburu y Leonardi, en una nación arruinada, cuesta abajo hasta hoy. La revolución populista pervirtió demasiado la cultura política latinoamericana nos condenó a la pobreza, la, corrupción, el atraso, mientras el síndrome de Perón siga vivo.

Por ejemplo, el rechazo al FMI es una comedia en el país que desde los años 50 vive del FMI, porque no produce para sostenerse. Arturo Frondizi (1958), Juan Carlos Onganía (1966-70) Jorge Rafael Videla (1975) Raúl Alfonsín (1983-89) Carlos Menem (1989) Fernando De La Rúa (1999) Macri (2015) y Fernández- Kirchner (2019) recibieron su beca para equilibrar la economía, pero no lo hicieron y despilfarraron los recursos, iniciaron crisis tras crisis, para pedir reiteradamente. Fernández -Kirchner hacen el último ajuste, no para racionalizar y adecentar el Estado sino para que la gente de a pie pague por la indecencia de los gobernantes. En vez de corregir el despilfarro en ferraris, agreden el ingreso de los ciudadanos, suben impuestos, retienen producto de las exportaciones, reducen renglones no imponibles, gravan la compra de dólares y controlan los cambios. Proteccionismo, devaluaciones, regulaciones e impuestos entre los más altos del planeta, hicieron un Estado parásito y una economía inepta, paciente crónica de endeudamiento externo. Cuando llegaron los Kirchner al poder en 2003 el gasto fiscal era de 23% del PIB y cuando medio sale Cristina en 2015, había ascendido a 40%.

@CarlosRaulHer

La guerra de los bocachancla

Carlos Raúl Hernández

“No confundamos estupidez con maldad. La estupidez es mucho más peligrosa”. Dietrich Bonhoeffer

El autor citado es un teólogo alemán ahorcado por los nazis poco antes de la liberación de Berlín, porque sacaba judíos clandestinamente de Alemania y conspiró para asesinar a Hitler. Aunque no tengo mayores luces de teología, me sedujo su valor, reciedumbre, agudeza, y que haya escrito Resistencia y sumisión: cartas y apuntes desde la cárcel, como su contemporáneo Antonio Gramsci, y tal vez por eso sus textos resuman pragmatismo y amor a las maravillas de la vida. Abandonó la cómoda residencia en EE. UU y regresó a su país en medio del terror, para enfrentar en el púlpito a las turbas nazis que asesinaban, golpeaban y humillaban a los judíos en las calles, en los prolegómenos de la kristallinacht (“noche de los cristales rotos”). Necesitó coraje y moral de acero, ya que la tendencia de muchos héroes es a pirarse cuando las papas se ponen duras, para aullar bien seguros en alguna colina extranjera. “La estupidez es más peligrosa que la maldad”. En nuestros días posmodernos, linchar físicamente no se usa y cede el paso a canalladas, denigraciones, escraches y “cancelaciones”. Acciones estúpidas.

El tarado es reptante, denigra, envía mensajes torcidos, chantajea, compone microbianas agitaciones de resentidos contra disruptores de sus letrinas conceptuales y morales. En prisión, Bonhoeffer se interroga por qué muchos intelectuales y demás élites devenían bribones de poca vergüenza, mentirosos, oportunistas y amorales. En cartas desde la cárcel a su mujer y amigos más queridos, expone esta idea: “algunos promovieron el horror nazi por malvados, pero la mayoría por estúpidos”. De ahí nace la hoy trillada tesis de la banalidad del mal. Hace unos 30 años en Venezuela, grupos de intelectuales, empresarios, periodistas, socavaron la democracia en respaldo a salvajadas políticas y económicas, tenían orgasmos con Ortega y Castro (firmaron vergonzosos apoyos), derrocaron al gobierno democrático y trabajaron para entregarse a sus propios aniquiladores. Luego se largaron del país, y me he hecho la misma pregunta: ¿eran estúpidos o malvados?

Caigo en un círculo vicioso: “no pueden ser tan malos; son brutos - a lo que me respondo- no pueden ser tan brutos; son malos”. Al analizar el fenómeno en la opinión pública, en las ofensivas políticas, consigues ambos componentes: designios de grupos de élite que hacen “estrategias” de calumnia, maldad, y aguas abajo las subsecuentes confusiones, desconocimientos y estupidez. Eso opera en esta guerra en la que los fautores usaron a Ucrania con fines económicos, y ahora sufren su propia tragedia ¿por maldad o estupidez? La planificaron con fines extraéticos y una legión bocachanclas menores la apoyan por tontos, sujetos de ambas pulsiones. Decir que Putin es Hitler, “occidente un jardín”, idealizar y promover la desgracia de millones con la destrucción, y ahora venta por piezas de Ucrania desde buena calefacción, es simplemente monstruoso. Siempre debieron saber que la única forma de acabar con Rusia es la guerra mundial que Zelensky propicia, pero el binomio maldad-estupidez lo ignoró.

Los “aliados” de Ucrania podían prever el resultado, pero querían, y quieren, destazarla y venderla por piezas como un pollo en brasas a las “potencias”. Bonhoeffer es un pensador poco conocido, sus tesis (es más peligrosa la estupidez que la maldad) fue fácilmente tomada por otros y en la actualidad la he visto con el nombre de “ley de Hanlon”, e incluso incorporada a la sicología para excelentes terapias. El estúpido primero te odia porque le llevas la contraria. Cuando queda desmentido por los hechos y en evidencia su mentecatez, te odia el doble, porque encima de que tenías razón, lo pusiste en evidencia. Si el bocachancla se atraviesa en tu camino, recomiendo buscar, enterarse y estudiar sus debilidades morales, intelectuales, su situación familiar, humana, sus problemas personales, su memez, y tal vez pasar de largo ¿Te molesta, te favorece o te da igual la retórica de un bocachancla? Actúa a conveniencia. Aristóteles escribió que hasta la ira (y también el amor) deben someterse a la racionalidad. Dice Bonhoeffer “…si los hechos irrefutables contradicen a un necio…este los ignorará y dejará de lado…”

“…así el necio, comparado con el canalla, estará satisfecho consigo mismo, pero puede ser peligroso porque se vuelve agresivo con rapidez. La locura y la estupidez requieren un manejo más complicado que la maldad. Toda revolución religiosa o política producen una explosión de estupidez en parte de la población, porque el jefe lo necesita”. Las revoluciones viven de simplismos, ideas de pacotilla, generalmente basadas en el resentimiento de mayorías contra minorías y de resultados infaliblemente fatales. El filósofo italiano Carlo Cipolla, autor de Allegro ma non troppo, inspirado en Bonhoeffer, afirma igual que “el estúpido es más peligroso que el malvado”. Y aunque el libro es humorístico, propone una interesante hipótesis que coincide con la que comentamos del caso venezolano. Cuando un grupo de gente así controla un país o una organización, indudablemente la arrastra al desastre, según demuestra la historiadora norteamericana Bárbara Tuchman.

Por el contrario, dice Cipolla, “todo país en ascenso tiene un porcentaje importante de ellos, pero también un porcentaje insólitamente alto de personas inteligentes que procuran tenerlos bajo control, y producen para ellos y para los demás éxitos suficientes para que el progreso sea un hecho”. No debe confundirse estulticia con ignorancia porque mucha gente inculta es prudente, y la alfabetización no redime de aquella y a veces la agrava. El estúpido más peligroso es aquél que estudió, pero su incompetencia para entender la realidad resultó invencible. Dos sociólogos norteamericanos, Dunning y Kruger, investigaron en su país con una amplísima muestra de estudiantes y descubrieron un “efecto” que lleva sus nombres: los más mediocres eran los más seguros de sí mismos, mientras los brillantes tenían más dudas metódicas que seguridades.

Aquellos ejercían liderazgos basados en popularidad, simpatía, aptitud deportiva o social, no en raciocinio. Los tontos se autoperciben más inteligentes de lo que se consideran a sí mismos los de verdad aptos. El sufrimiento de la cárcel hizo a Bonhoeffer comprender y valorar profundamente la vida, porque los humanos reciben su cuerpo de Dios y de la tierra y deben recibir esta gracia de con alegría y plenitud, en lo que disiente del misticismo. Debemos amar a Dios con todas las fuerzas sin desmedro del amor terrenal, un regalo del Cielo, idea que me recuerda una encíclica del Papa Benedicto. No se puede vivir confinado, constreñido, a la “esfera de existencia espiritual”, (“esfera de lo último”) ni tampoco a la “esfera de la existencia secular” (“esfera de lo penúltimo”) y la vida cristiana debe ser plenamente ambas.

@CarlosRaulHer

Cambio de piel

Carlos Raúl Hernández

“Ser de izquierdas es como ser de derechas. Es una de las infinitas formas que tiene el hombre de ser imbécil”. Ortega y Gasset

El antes y el después de la segunda guerra mundial pusieron en ascuas las democracias. Aparecen terribles amenazas para la humanidad: el totalitarismo moderno, Jano cuyas dos caras son el nacionalsocialismo y el comunismo, uno hasta la muerte de Hitler y el otro con el auge de Stalin y Mao. Por fortuna la socialdemocracia, la democracia cristiana, los liberales y otras fuerzas, tuvieron coraje y habilidad para frenar las reediciones europeas y aunque en los ochenta parecía que el mundo marchaba al comunismo, caen los ladrillos el Muro de Berlín. Colapsan las diversas formas de estatismo en los 80/90, izquierda y derecha descubren la economía abierta, y mantienen la hegemonía reformista que atempera el debate izquierda-derecha en la alta política. Thatcher y Blair, Reagan y Clinton, Felipe González y Aznar, Aylwin y Lagos, Mitterrand, José Mujica, Fernando Cardoso y Lula, Carlos Andrés Pérez, y Sánchez de Losada, confluyeron en impulsar la globalización, la formación de capital privado y la producción de riqueza.

Hacen su rantrée neofascistas-neonazis, marginales, pandilleros, cuya huella solo quedó en turbulencias callejeras y películas sobre los skinheads, aporreadores de negros, chinos y latinoamericanos, como la impresionante Historia americana X, en la que Tony Kaye dirige al matón Edward Norton. En la segunda década de este milenio aparecen filofascistas electorales que desplazan a la socialdemocracia y hoy cambian de piel, en una “transición” (me agarro la oreja izquierda ante esta palabra) cuya estampa más resaltante es Giorgia Meloni, ahora desmarcada del autoritarismo. De su capacidad y habilidad para deslastrarse del cementerio ideológico dependerá un cambio que estacione claramente la derecha en la democracia representativa y se acaben las fundadas desconfianzas, tan validas como las que se tuvieron con Podemos. Meloni es el primer triunfo electoral, rápidamente se amolda al marco político y los Demócratas de Suecia se convierten en gobierno sin estridencias.

Vox de Santiago Abascal fue el primero en derribar el muro entre la nueva derecha y la tradicional al pactar en varios gobiernos regionales con el PP. El veloz avance en apenas dos décadas viene con el equivalente de su némesis, su enemiga gemela, la ultra izquierda, que toma el control de organizaciones socialistas moderadas que abandonaron sus programas de los 80/90-pienso en EE. UU, Chile, España- para desarrollar la política de desgarramientos identitarios, como el Partido Demócrata de los EE. UU, varios europeos. Eso ocurre bajo el manto de la Agenda 20-30 que cercena el proceso gradual de reivindicación de las minorías y crea un antagonismo ético político virulento contra las mayorías, que es precisamente lo que da el triunfo a Meloni a nombre de estas últimas y parece anunciar una era “de derecha”. Hasta la reciente aparición de Vox, España era uno de los pocos países europeos donde los conservadores duros no tenían representación parlamentaria. Pero el gobierno actual del PSOE y los aventureros de Pablo Iglesias, convirtieron la política en pelea de perros, como los republicanos españoles en los 30s.

El auge y la caída de Trump son hitos. La derecha europea son unos 30 partidos en crecimiento, feroces contra inmigración: Vox de Abascal en España y en Italia La liga de Mateo Salvini; SIDE de Victor Orban en Hungría (quien construyó un muro de 175 km en la frontera serbia y otro en la croata), Jussi Halla-Aho del Partido de los Finlandeses Independientes; Alexander Gauland y Alice Weidel de Alternativa por Alemania. Los Nacionalistas Demócratas suecos de Jimmie Akesson, arribaron al parlamento en 2010 y en diez años tomaron el poder en alianza con la derecha moderada y despacharon a los socialistas a mediados de 2022 y Marine Le Pen llegó a 42% de la votación en 2021. Hoy la guerra Rusia-Ucrania hace confluir grupos de izquierda, derecha y centro con o contra Putin, que obliga a la UE mantener los ojos entrecerrados. Los ultraconservadores polacos, son antirusos pronorteamericanos, por los que la Unión Europea mira para otro lado con las violaciones de derechos humanos y el incumplimiento de las normas democráticas, y azota con plumas de ganso a Orbán, aunque pro ruso, miembro de la UE.

Steve Bannon, asesor de Trump, viajó constantemente a reunirse con dirigentes europeos con los que comparte el nacionalismo económico, el proteccionismo, la antiglobalización y el rechazo al euro y a la U.E por “despilfarrar malamente” recursos en salvar a los países del sur de Europa en la crisis de 2008 y enajena la soberanía de los países. En eso coinciden con el inefable Iglesias, quien además planteaba durante su vicepresidencia muy izquierdistas expropiaciones y derrocamiento de “la casta”. Pero en 2015 la extrema izquierda de Siriza ganó en Grecia y se alió con los ultraconservadores Griegos Independientes, porque ambos querían una economía cerrada, proteccionista y nacionalista, exactamente todo lo que fracasó y llevó Grecia –y al mundo- a la pobreza. Al contrario, Merkel en 2018 rechazó pactar con la derecha de la AFD mientras el Frente Nacional de Le Pen en 2021 consiguió gran parte de sus votos en los cantones tradicionalmente socialistas. Trump buscó apoyo en los partidarios de Bernie Sanders y su política económica fue enfrentar la globalización, procurar el regreso de los capitales norteamericanos en una terrible carrera contra China que hoy continúa Biden.

Tienden al populismo (“el pueblo víctima de la élite”) e imitan el comportamiento la de gente común. Coinciden en la defensa de la familia, contra el aborto y las parejas homosexuales. Abascal adversa la ley de violencia de género que enciende hoy su país. Alternativa por Alemania llegó al parlamento en 2017 con un plan contra el euro y la Eurozona, y cuestiona la apertura a la inmigración de Angela Merkel, pero la catástrofe del Brexit obra maestra de Boris Johnson, matiza la tendencia a salirse de la UE. Un dirigente de Alternativa por Alemania AFV aclaró la nueva línea entrista, poner diques a la UE desde dentro. Si los gobiernos no tocan los tratados internacionales, los derechos humanos y la justicia, pueden vulnerar debilitar el identitarismo en sus países, la Comisión Europea no puede hacer nada, y si se juntan tres en el Europarlamento y 33%, de los votos, se constituye una “minoría de bloqueo” de las decisiones de Bruselas. Marine Le Pen cuyas referencias son Putin y Trump anunció en 2021 que de ganar saldría de la OTAN para contribuir a enderezar el desorden mundial, obtuvo 42% de los votos y junto al partido de la Libertad en Austria y Holanda, marca distancia de sus extremismos del pasado, una metamorfosis usual en los radicales que aguzan el entendimiento y dejan de ser carnívoros.

@CarlosRaulHer

Mad Max no ve explosión demográfica

Carlos Raúl Hernández

Sobre la pandemia, notorios del marketing filosófico global colocan en vidriera sus trascendentales disertaciones y así desfilaron curiosas teorías que comentamos entonces. No hacían humorismo y daban la impresión de creer sus asertos: era una conspiración china para echarle mano a multinacionales en su territorio, destruir la economía occidental, y cierto marxista crítico intuía una superdictadura totalitaria digital. Otros, por el contrario, veían una maniobra judía para vender vacunas prefabricadas. Infaltables los que descubrían las sucias manos imperialistas coaligadas con “los laboratorios” en hacer el agosto, o la turbidez de Putin para colocar su vacuna en el mercado. Trump, sus imitadores Boris Johnson, Bolsonaro y demás terraplanistas, se burlaban del virus y las vacunas. Los paulo-coelhos de la filosofía anunciaban un futuro tenebroso, Armagedón, las desoladas y peligrosas carreteras de Mad Max, Farenheit 451 o Ciudad Gótica.

Esas tesis filosóficas deberían contarse junto a las andanzas de Jaimito y de Hans. Libres ya de teorías conspirativas hoy sabemos lo que antes suponíamos. Gracias a las vacunas y a la ciencia médica (cero acupuntura o medicina alternativa) no hubo efectos comparables a pandemias del pasado que cambiaron el curso de la humanidad, la llamada peste de Justiniano entre los siglos VI y VIII, la peste negra del XIV o la gripe española del XX. El mundo sigue siendo como era y se mantienen o aceleran tendencias existentes, buenas y malas. Justiniano pensaba unificar de nuevo Roma, reiniciar las conquistas y la plaga lo detuvo en seco, modificando el destino universal. La peste negra torció la historia en el siglo XIV liquidó 40% de la población europea, creó escasez de mano de obra, e incentivó automatizar la producción. La mayor baja demográfica del siglo XX la produjo el SIDA, 55 millones desde los años 80. La gripe española de 1928 se cargó 30 millones.

Los terremotos sociopolíticos tienen efectos tan poderosos como las pandemias. La gran depresión de los años 30 y el embargo petrolero de los 70, revolucionaron los paradigmas económicos. La primera desacreditó la economía abierta, trajo el estatismo rooseveltliano, sus versiones europeas y el auge del socialismo que generalizaron la pobreza y colapsaron dramáticamente en los 80. El segundo produjo una reingeniería del transporte, de la relación hombre-ambiente, y del uso de los recursos energéticos, e hizo surgir la ideología verde. El covid no tocó las tendencias demográficas, económicas y sociales pre-existentes, aunque ayudó contraer la economía y reducir el empleo, moderados por el teletrabajo y el delivery, con más fuerza en occidente que en Asiá. En noviembre la población planetaria llegó a 8 mil millones, con una notable ralentización de su crecimiento desde hace tiempo.

El impacto del covid en la mortalidad global es leve, 133 muertes por millón de habitantes. La tasa de natalidad desciende desde mediados del siglo XX, cuando el promedio era de cinco nacimientos por mujer n/m, mientras hoy es 2.3. n/m. La cultura urbana revolucionó el papel de las mujeres en la vida social, su acceso al mercado de trabajo y al mundo profesional. Hace setenta años cuando la vida rural era significativa, los padres tenían hijos para asegurarse en la vejez. Parían a los 18 de edad, mientras ahora lo hacen a los 30. Mantener y educar una persona hasta que cumple 22 años en EE. UU, por ejemplo, cuesta 500 mil dólares y las parejas se limitan a tener uno o dos. El envejecimiento demográfico viene con la baja natalidad y la prolongación de la vida por el desarrollo de la medicina.

China redujo el número de nacimientos con la política del hijo único en 1979 que afectó la relación demográfica entre varones y hembras, porque las familias evitaban las niñas. Aunque ahora pueden tener hasta tres hijos, la tasa de maternidad es apenas de 1.3 n/m hacia la baja. Desde los años 70, por ejemplo, en Taiwán es de 1.3 n/m, y en Corea del Sur la más baja del mundo, 0.9 n/m. En 2030 India será la primera potencia poblacional, Africa la segunda, entonces el mayor mercado de consumo del planeta y ni el SIDA, que mató 35 millones de africanos en los 80 y 90, alteró la curva de crecimiento. India y Africa desplazan demográficamente a China que, a cambio, al parecer será en 2030 primera potencia económica global y es hoy principal inversionista en el continente negro. La población africana aumenta porque las mujeres que no tienen educación primaria procrean un promedio de nueve hijos.

Desde 1980 la modernización asciende a las mujeres africanas y las que obtienen título universitario se limitan a un solo hijo. En el mundo desarrollado la población comienza a crecer a partir del año 2000 hasta hoy, por efecto de la inmigración, lo que no impide que Europa, segunda población mundial en los años cincuenta, pase en 2030 al quinto lugar. 22% de la población de Canadá no nació allá y en 2030, Norteamérica estará conformada mayoritariamente por las hoy minorías. A mediados del siglo pasado, la expectativa de vida de alguien nacido en el subdesarrollado era 30 años menor que la de alguien nacido en el primer mundo. Hoy esa brecha se cierra porque los países atrasados mejoraron su calidad de vida, salvo en algunos puntos de África. La moda posmo, incentiva aplicar el “pensamiento transversal” que podría hacer de utilidad estas informaciones para quienes toman decisiones.

Pudiera ser útil para los aprendices de brujo por ejemplo en Chile donde un gobierno ideológico e inexperto, juega con los exitosos fondos de pensiones de capitalización individual. En todos los países crece el número de personas de la tercera edad; en China, por ejemplo, pasarán de 250 a 365 millones de personas. Con el desarrollo de la medicina, después de los sesenta años la gente puede vivir 25 más. Al mismo tiempo, mundialmente el número de individuos en edad productiva se reduce, de 5 o 6 por cada persona jubilable, a 1 y medio en edad laboral por cada persona jubilable. Dicho más claro: si hace unas décadas el trabajo de seis jóvenes producía la pensión de un jubilado, ahora tres jóvenes deben sostener a dos jubilados. Eso obliga a altas tasas impositivas, desiderátum de ignorantes en materia social, porque frena mejorar las condiciones de vida, la acumulación de capital social y empleo, la formación de empresarios y lesiona el sistema de retiro tradicional, que, según actuarios, colapsará en diez años.

En países estatistas, socialistas y populistas los fondos de retiro en manos del Estado se hicieron sal y agua o están en eso. Enfrentar esta perspectiva implica implantar un modelo que permita la reproducción ampliada de los ahorros de los trabajadores, conocidos como fondos de capitalización individual. En el modelo tradicional pasábamos por etapas: jugar, estudiar, trabajar y pasar a retiro, pero el alargamiento de la vida nos obligará a trabajar después de la edad de jubilación porque la pensión no alcanza, pero nuestros conocimientos serán obsoletos. En China 75 millones de personas mayores de 55 años regresan a la universidad. Además, no habrá suficiente gente joven para cuidar a los numerosos ancianos. En Japón estos prefieren que los cuide un robot por muchas razones.

@CarlosRaulHer

La guerra del fin del mundo

Carlos Raúl Hernández

A los estrategas se les pasó un detalle del Manual de guerra para mermados mentales: cómo enfrentar un invierno sin calefacción.
Las declaraciones iniciales sobre la guerra Rusia-OTAN en territorio ucraniano, agitaban la “defensa de occidente y sus valores”, y con eso, de entrada, excluían semióticamente, se enajenaban, África, Asia, y confundían a los latinoamericanos, siempre confundidos. Ampliar una brecha con oriente “más que un crimen, es una estupidez”, sobre todo porque es mayoría planetaria, y Rusia y China principales proveedores de materias primas y manufacturas para occidente. Un montón de países asiáticos son economías y mercados más abiertos que “occidente”, e India, Japón, y varias más se rigen por democracias constitucionales. La dualidad greco-romana de oriente vs. occidente es un anacronismo perturbador de los liceístas que dirigen hoy Europa y comprueba que la ramplonería política del siglo XXI es tan global como el Covid 19. Rusia y China la agarraron al vuelo y son ellos los que insisten en el abismo entre ambos hemisferios políticos y el fin de la “hegemonía” anterior. Nada de eso indica fortalecimiento de la democracia ni de los valores del Estado de Derecho.
Por el momento quedan agrietados por su más que eventual derrota y porque contribuyeron a cuajar gran parte del planeta en un mega bloque “extra occidental”: la mayoría de los dieciocho países del Grupo de Shangai, de los BRICS, de la OPEP, del Tratado de Libre Comercio Asiático y de África, mientras Latinoamérica “observa” porque su segundo socio comercial es China. Esa guerra no “estalló” como dice la lengua raída, sino fue meticulosamente planificada con la pobre Ucrania como caballo de Troya “proxy”. El plan se cumplió: amenazar con que esta sería parte de OTAN, algo intragable para Rusia, como para EE. UU los misiles atómicos en Cuba 1963. Eso obligaría a Putin a atacar por su sobrevivencia, “caer en la trampa”, y muchos se frotaban las manos. Rusia dio cuerda, gruñó, amagó con la movilización de tropas en la frontera como recurso disuasivo, pero la OTAN estaba muy segura del plan.
A comienzos 2021 el recién estrenado presidente Biden había dejado caer una frase reveladora, después de hablar dos horas por teléfono con Xi Jimping: “!si no hacemos algo nos aplastan!” (NYT). Los estrategos norteamericanos saben que no pueden confrontar directamente a China porque gran parte de la economía global depende de ella y es una potencia demográfica (circa 1500 millones). Santiago Carrillo cuenta en su autobiografía que el bárbaro Mao Tse tung dijo en la internacional comunista que “podía asumir 200 millones de muertes para acabar con el imperialismo”. La señora Pelossi arma un kit de provocaciones, boomerang con filos envenenados que puede volver al cuello de Taiwan y su autonomía, lo que tampoco “fortalece los valores occidentales”, ni hace avanzar la democracia. Decidieron comenzar más bien por el que suponían equivocadamente el “soldado más lento”, Rusia, y calcularon exactamente revés, que el boicot de los compradores europeos de hidrocarburos la arrodillaría ante Europa.
Putin defenestrado iba a ser un leñazo brutal por mampuesto a China, dos por el precio de uno, pero más bien se recordará como una de las patochadas tremebundas de estos dos siglos. Hasta las vacas mugían preocupadas porque Europa montaba el auto patíbulo y su instinto de conservación habría previsto y evitado la magnitud autodestructiva de tal incordio. Hubieran entendido mejor las dificultades insuperables para sustituir los suministros siberianos. En vez de la bancarrota esperada, se fortalecen los ingresos rusos, el rublo, se conforma un nuevo club de potencias medias no necesariamente democráticas, el Nuevo Orden Mundial, y Rusia se gradúa de gran potencia. Lesionan sus democracias al sacrificar el bienestar social en los altares de una guerra asombrosamente simplista y ajena, que se ha llevado ocho gobiernos occidentales y contando. Clases medias y demás trabajadores europeos sufren inflación brutal, encarecimiento de la energía, porque la norteamericana es cuatro veces más cara y en varios países la gente recurre a ayudas gubernamentales para adquirir alimentos.
Los países se desindustrializan y la ley norteamericana “anti inflación” incentiva que las empresas se vayan de Europa a EE. UU. Dice el FMI que "…la confrontación… lleva… a… bloques enfrentados, una nueva Guerra Fría… (y a) la fragmentación de la economía mundial…a un mundo más pobre y más inseguro". Las brigadas de gacetilleros mangasmeadas y bocasucias denostaban a cualquiera que repitiera esa verdad, aunque fuera del tamaño del Millenium Falcon y los aplastara: la necesidad de un freno político a la guerra, porque Ucrania podría desaparecer, la Unión Europea quedar gravemente herida y desde las primeras operaciones aliadas es claro que el desquiciado plan se devolvería. Hoy Biden y el Departamento de Estado, difícilmente calificables de “putinistas”, invocan negociación, porque Ucrania es una pesadilla para sí misma, para el mundo, y no era ningún misterio que esta operación zoológica terminaría así. Efectos perversos, los llamaría el maestro.
El plan bélico hace ceder los sutiles mecanismos que mantenían el orden internacional y el interno de los países. Con las atolondradas declaraciones de los líderes estudiantiles de la UE, coherentes como loros tomados por la cola, contrasta la intimidante frialdad de Putin y Xi Jimping, que lucen tan pétreos como Hannibal Lecter. Entre las peores noticias, la pérdida de credibilidad de medios otrora respetables por la falsificación sistemática de los hechos, que obliga a un redoblado trabajo para “deconstruir” gatuperios. Engañan y hacen creer a la gente que “su equipo” gana por arrase. Al chino le viene de sastrería la guerra en la que formalmente no es beligerante, aunque el objetivo real es su país. Aprovecha la coyuntura para endurecer su imagen y para ello urbi et orbis, hizo sacar por la oreja del congreso del partido a su maestro Hu Jintao, bastante menos “neoliberal” que aquel, quien se proclamó jefe del liberalismo mundial. en la meca kapitalista, Davos,
La propaganda disfrazada de información hizo del reagrupamiento de tropas rusas, la evacuación civil y la retirada de Jersón como victorias ucranianas pese a que se anunciaron hace más de un mes, porque la inteligencia rusa supo que Zelensky pensaba volar la represa del Donetz e inundar la ciudad. Por lo pronto se despejaron incógnitas sobre cuáles son los pesos geopolítico y militar de la OTAN, la UE, el G7, y también de Rusia, que iría a las negociaciones después de anexar 20% del territorio ucraniano, país que queda hemipléjico, sin agua, calefacción ni electricidad y con su infraestructura destruida. Viene la negociación porque Europa y Ucrania no quieren enfrentar el invierno sin gas ruso, ni Putin cargar con las culpas. Los dirigentes estudiantiles de la U.E hubieran podido ahorrarnos y ahorrarse todo eso. Para evitar la guerra, Rusia proponía sólo la neutralidad de Ucrania y ni siquiera reconocía la independencia de Lugansk y Donetsk, proclamada desde 2014, pero ahora será distinto. Tarea difícil demostrar que la guerra robusteció “los valores occidentales”.
@CarlosRaulHer

Los ojos de los enterrados

Carlos Raúl Hernández

“¡Cuídate, España, de tu propia España!”. César Vallejo


Savater escribió hace poco que, si buscaban entre los abuelos, los españoles hallarían demasiados torturadores y asesinos. J.M Gironella que el balance es de un millón de muertos entre los dos bandos, pero más moderado, Hugh Thomas, calcula 600 mil. Hoy intelectuales y comentaristas hablan de episodios tan tenebrosos como hinchas del Real Madrid y el Barcelona, o en casos más tontos, de buenos contra malos. Deberían dejar en paz los huesos en los cementerios. El gobierno socialista de España hace poco exhumó a Franco del Valle de los caídos y llamó a hacer lo mismo con “los desmanes del franquismo”. Más reciente la exhumación de Queipo del Llano, colma el espacio de fantasmas y corren el riesgo de enamorarse de ellos como en un relato de Stephen King. Roosevelt y Churchill sostuvieron a Franco después de la guerra mundial, por pánico a que regresaran los “pasionarios”.

La guerra civil española estalla entre 12 y 20 de julio de 1936 y dividió a los hombres en manadas de fieras que competían en sadismo y crueldad, seducidos por la sangre y la muerte. Las ideologías duras son enfermedades del pensamiento y la guerra civil, lago de sangre, sentina de atrocidades, obra de cabecillas políticos tan radicales como ineptos para la convivencia civilizada. La noche del 12 de julio los agentes de la Guardia Civil, Fernando Condés y Luis Cuenca, escolta de Indalecio Prieto, el jefe del partido socialista, irrumpen en el hogar y secuestran al diputado monárquico José Calvo Sotelo. Salvador de Madariaga cuenta que, en una vibrante intervención de Calvo en el parlamento, la medusa, madre muerte, la “Pasionaria”, le gritó: “!este es tu último discurso¡” y el orador amanece en la calle con dos tiros en la nuca.

Crimen monstruoso e imbécil, precipita el golpe de Estado del general Mola “para tomar el país en tres días” que ramaleaban altos oficiales y convence al temible Francisco Franco, pero son tres años y Franco dominará España hasta su muerte. La historia narra la lucha entre republicanos y nacionales, pero ¿había nacido de verdad una república en 1931, un horrendo drama, o lo que Platón y Aristóteles llaman degeneración republicana, la anarquía, la república popular o revolucionaria? A diferencia de Carlos I o Luis XVI, el colapso mismo de la monarquía borbona es patético. La república degenerada nace 1931 aunque no de un referéndum constitucional ni nada parecido sino una simple elección municipal convertida en instrumento de subversión. Gana por nariz la alianza de socialistas, stalinistas, anarquistas, trotskystas, republicanos. Los primeros en las grandes ciudades, y los otros en los campos.

La izquierda lanza las masas a la calle, y Alfonso XIII sale disparado de incógnito, renuncia al trono y pasa a la historia… de las aves de corral. Comienza la república popular de 1931 con la expulsión del Primado, arzobispo de Toledo monseñor Segura y del eminente monseñor Múgica, quienes habían despedido afablemente al rey, aunque llaman a apoyar el naciente régimen. La revolución estalla en odios y oleadas de asaltos, quema de conventos, iglesias, fábricas, comercios, por todo el país. Las Cortes Constituyentes` paren una “constitución inviable” dice Gregorio Marañón. Para Ortega y Gasset “lamentable, sin pies ni cabeza, ni el resto de materia orgánica”. Prohíben las congregaciones y actividades pedagógicas, industriales o mercantiles a los curas. Dos años más tarde, las elecciones de 1933 voltean por un momento la tortilla, cuando por primera vez votan las mujeres.

Aunque gana el moderado Alejandro Lerroux, ya el Estado no controlaba nada. Era una bolsa vacía. La izquierda se alza en armas, huelga general y proclama el Estado catalán. Los partidos armados ejercen la soberanía territorial en vez del gobierno y las FF. AA se desmarcan del caos republicano. La izquierda ignora a las autoridades electas, Cataluña se independiza, y llaman a la huelga general en Madrid, Barcelona, el país vasco y Asturias. En la capital, Oviedo, los soviets, consejos obreros, toman y arrasan los cuarteles de la guardia civil, la cuenca minera, las fábricas de armas y destruyen casi mil edificios. Las tropas decomisan cientos de miles de fusiles y pistolas e intentan pactar con los mineros, pero estos vuelan la Catedral medieval. Saldo, dos mil muertos y 30.000 presos. El ejército tiene que ocuparla para desarmar a los trabajadores y frenar la matanza entre civiles.

La soberanía, el poder real lo ejercían las “chekas”, brigadas armadas, cárceles propias en las que convirtieron los conventos y monasterios, sin control de nadie, donde torturaban trotskystas, franquistas, católicos. Cada partido tiene las suyas, anarquistas, socialistas, estalinistas que se llamaban Leones Rojos, Linces de la república, Espartacos, Furias. El destino más aterrador era entrar en una de ellas. “¡Cuídate España de tu propia España!”. Manuel Azaña, hoy tranquilamente enterrado sin que lo desalojen, bárbaro ilustrado y de corbata, declara que “todos los conventos de España no valen la vida de un republicano”. Y Largo Caballero que “…si las derechas no se dejan vencer en las urnas …nos veremos obligados a ir a la guerra civil”. Violencia en las calles contra los moderados y en 1936 Azaña gana por nariz 4.570.000 contra 4.356.000, y avanza la sovietización de un país partido por la mitad.

Santiago Carrillo, después arrepentido, fusilará 4000 presos madrileños en Paracuellos. En tres años liquidan más de 8000 religiosos, entre ellos (doce) obispos, sacerdotes, seminaristas y monjas. Dirigidos por Largo Caballero, Manuel Azaña, J. A. Primo de Rivera, la Pasionaria, crean el infierno que traerá 40 años de dictadura, Franco, Mola Queipo y tantos otros igualmente asesinos. La pesadilla totalitaria despierta dragones que imponen orden y silencio. Las ideologías duras conducen a la amoralidad del juicio. Se llamaban republicanos, pero querían una dictadura soviética. La Comintern de Stalin los controlaba, salvo a las disidencias trotskysta y anarquista que aplastarán, y aún si Franco no entra en escena en julio del 36, ya había guerra entre trotskystas y stalinistas, dos guerras civiles al tiempo. Ejercen terrorismo, no anticlerical porque va contra las autoridades episcopales y anticristiano porque persigue la fe y asesinan masas de simples creyentes.

En Cataluña los comunistas asesinan en masa anarquistas y trotskystas del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y es inmortal el heroísmo del líder trotskysta Andrés Nin, a quien despellejaron vivo, pero no delató a sus compañeros. Lo confiesa el “camarada Orlov”, su torturador, quien desertó y se asiló en Occidente cuando Stalin lo mandó a liquidar por lo que sabía. En sus territorios, el franquismo a su vez ejercía una dictadura militar que nada envidiaba a Stalin. Ilegalizados los partidos, incluso los de derecha, todo aquel conocido por remotamente próximo a comunista, socialista, sindicalista o liberal, si tenía suerte sería fusilado o encarcelado. Testimonios republicanos hablan de que los prisioneros cavaban sus propias tumbas, en las que después podían enterrarlos vivos. Estaba prohibido el tránsito interurbano en vehículos o en tren. En el carnaval de sangre asesinaron al poeta más importante de la época, García Lorca, quien no tenía nada que ver con la política. En prisión fallece Miguel Hernández.

@CarlosRaulHer

Los monstruos de mayo

Carlos Raúl Hernández

“No podemos seguir gobernados pasivamente por las leyes de la ciencia, ni de la economía…”
(Asamblea estudiantil. Toulouse 1968)

El llamado mayo francés de 1968 conjuga dos terremotos contradictorios en el pensamiento, apocalipsis o integración, yin y yang. La rebelión contra el oscurantismo y la represión a las mujeres de los años 50 toma el mundo; los anticonceptivos y la minifalda, el gran invento de Mary Quant. Irrumpen al mercado laboral, las universidades, bajo el influjo de la TV, el cine, el rock, música sexual de Elvis y Jagger. Pero en esa legítima y auténtica explosión de libertad se camuflaba el radicalismo totalitario que quiere cambiar la naturaleza humana, machacar la médula, las entretelas, las moléculas de la vida: la familia, el trabajo, la escuela, la religión, el hogar, y esas semillas aún pugnan por retoñar. En consignas poéticas vertían su despotismo inspirado en el Libro rojo de Mao, los delirios de Herbert Marcuse y la revolución cubana por una moral revolucionaria y colectivista que daría fin a “burguesas” libertad moral, individuo y vida privada. “Cubano, trabaja. Tu mujer la vigila la revolución” fue la consigna para que, aplacados los celos, los hombres se entregaran a la adefésica zafra “de las diez mil toneladas”.

Para Marcuse, la familia proletaria sustentaba al sistema y la fuerza motriz de la revolución tendrían que ser delincuentes, presidiarios, drogadictos, marginados y antisociales. Las calles anarquizadas de París fueron el gran aquelarre para Michel Foucault en submundos sórdidos donde lo mordió el SIDA. Manifestaciones de la Unión Nacional de Estudiantes terminan en violencia con la policía, el cierre de La Sorbonne, Nanterre y la educación media, los sindicatos de izquierda llaman a una huelga general para derrocar el capitalismo. Se decreta cacería de brujas contra profesores no suficientemente revolucionarios. El más brillante de todos los bribones, Jean Paul Sartre, fungía de gran Inquisidor e hizo expulsar de la universidad a Raymond Aron, el pináculo del pensamiento francés del siglo XX.

Francia, Italia, EEUU, Alemania, Inglaterra, al decir de Marcuse, eran sociedades oprimidas, enajenadas por el “bienestar”, el consumo, pero en las calles vivían formas extremas de libertad, prohibido prohibir, pero soñaban con el paredón de la Revolución Cultural China, Enver Hoxda de Albania y Fidel Castro. Las huelgas eran “salvajes”, sin objetivos, no por mejoras laborales sino para derrocar el orden burgués. A mediados de ese meteórico mes, había diez millones de huelguistas, 2/3 de la fuerza de trabajo. En la capital histórica de las barricadas, había algunas en las que día y noche un piano interpretaba jazz. Al principio del enfrentamiento, la fuerza pública dejó miles de heridos, luego la policía se repliega. Pero en medio hay una figura excepcional. El presidente Charles De Gaulle era un personaje épico, de un valor personal casi imposible. Fue baleado en tres ocasiones y recibió un bayonetazo cuerpo a cuerpo. En 1916 perdió el conocimiento por una explosión de gas mostaza y lo secuestraron los alemanes, de los que intentó fugarse cinco veces. Caminaba en medio de balaceras sin siquiera bajar la cabeza, en medio del pánico colectivo.

De Gaulle abandona el palacio del Elíseo, “estaba caído”, pero el hombre de hierro no dio su brazo a torcer y se refugió en una base francesa en territorio alemán, Baden-Baden, dirigida por uno de sus mejores amigos de la guerra. Francois Mitterrand declaró que “en Francia el Estado dejó de existir”. El 30 de mayo, después de crear una situación de ansiedad límite con su desaparición, emerge y afirma, contra las conjeturas, “no renunciaré…probaré a los franceses que los fanáticos del totalitarismo y la destrucción hicieron un carnaval”, y anuncia elecciones adelantadas para el 23 de junio, en las que triunfó apoteósicamente. Como dijo Marcuse, De Gaulle convirtió “cada barricada, cada automóvil incendiado… en decenas de miles de votos para el gobierno”. Los revolucionarios sacan un millón de manifestantes, con la consigna elección=traición, los cuerpos de seguridad se despliegan en los Campos Elíseos en Estado de emergencia.

Por fortuna los abstencionistas suspenden la movilización, aceptan el proceso electoral y todo termina en los bistros abarrotados de manifestantes que combaten contra las existencias de vino y cerveza. Mattei Dogan en su monumental obra Ciencia política y otras ciencias sociales dice que 57% de los franceses rechazaban un golpe de Estado y votaron contra la insania revolucionaria, que ahogó en odios y vituperios a los que la cuestionaban. Los estudiantes de Nanterre recibieron con vítores a los sindicatos en una gran asamblea, y minutos después los corrieron a insultos porque estos ya no querían expropiar las fábricas. Simone de Beauvoir escribe en El pensamiento político de la derecha: “…el pluralismo es burgués porque la revolución tiene una verdad única”, y su carnal Sartre, padrino de la revolución de mayo, denuncia la traición del Partido Comunista por asumir preceptos burgueses como el pluripartidismo. Aron repudia las humillaciones contra honorables profesores que cuestionaban al movimiento, al que define como “una masa de resentimientos en envoltura lírica”. La historia lo absolvió. (Youtube: Aron analiza mayo 68)

@CarlosRaulHer

Tiranosaurio rex vs. Sarcochusus imperator

Carlos Raúl Hernández

El mapa europeo preguerra indicaba que la distribución del poder ya no era entre socialistas y conservadores, sino entre liberales y conservadores (no sabemos que vendrá después de la guerra) La revolución rusa de 1917 parte aguas entre comunistas y socialdemócratas y la palabra socialismo toma un alto grado de ambigüedad retórica que encubre un abismo político. El comunismo fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética y con sus satélites se autodefinieron “mundo socialista” (“socialismo o muerte” decía Fidel Castro “el dulce”). El abismo consiste en que la misión de Marx y sus comunistas la lucha democratica era “una vía” para implantar “la dictadura del proletariado” y “expropiar los medios de producción”, los “renegados” socialdemócratas, de Karl Kautsky y Edward Berstein a Betancourt, conciben la democracia representativa como medio, pero esencialmente como máximo fin, objetivo, ultima ratio de la lucha. Los comunistas jugaron -y ganaron- a la turbulencia insurreccional en países atrasados o de desarrollo incipiente y fracasaron en el mundo progresivo, mientras la socialdemocracia apostó a un pragmatismo civilizado y aplastante, el voto obrero, demográficamente mayoritario en Europa. Y ganó.

El crack del 29 desacreditó la economía de mercado y EE. UU y Europa abrazaron el capitalismo de Estado. Estado de bienestar, grandes empresas públicas, intervencionismo y altos impuestos. La socialdemocracia se hizo hegemónica por largo tiempo, pero colapsó en el mundo entero a comienzos de los 80, igual el comunismo y con ella el antikapitalismo. De ese fracaso arranca la renovación, el socialismo de mercado, la tercera ola de Toffler: Clinton, Tony Blair, Felipe González, Mitterrand, Schroeder, Deng Xiaoping, Salinas de Gortari, Lagos, Sánchez de Losada, Carlos Andrés Pérez. En Francia imperó el bipartidismo entre el socialismo de Mitterrand y la OMT. Ahora es entre los liberales de Macrón y la derecha de Marine Le Pen; la izquierda rupestre de Melancton quedó relegada a un tercer lugar, y es muy posible que se repita en Alemania. En Grecia el histórico Pasok, que nos hizo vibrar con la música de Theodorakis y llegó al poder en 2009, sumó 46% de los votos y vivió una crisis de imbecilidad helénica con el premier radical AlexisTsipras y su ministro Yanis Varufakis (del partido ultraizquierdista Siriza).

Seis años más tarde el Pasok ya era un pequeño club de 5% que no aceptaría ni a Groucho Marx. El problema de un partido político no es perder o ganar una elección, sino hacerse irrelevante. La primera ministro danesa, la bella Mette Frederiksen, socialista, tiene menos que ver con el socialismo que su paisana La Sirenita. Sus políticas son cero refugiados, mercado de par en par y planteamientos que hacen ver a Cayetana Álvarez de Toledo como reencarnación de La Pasionaria. La superstición habla de socialismo nórdico, pero el índice de libertad económica creado por Milton Friedman, entre otros, lo ubican entre las naciones de mayor libertad económica kapitalista y menos estorbo estatal a los negocios. El bárbaro Otelo Saraiva de Carvalho comentó a Olof Palme, jefe de los socialistas suecos, que “la revolución de los claveles quería acabar con los ricos”. Palme sonriendo amablemente respondió: “nosotros queremos acabar con los pobres”.

El deslave socialista en Europa comienza desde los 2000, se profundiza a partir de 2008 y lo que queda no tiene nada que ver con sus orígenes. Sobreviven tiranosaurios “firmes a sus convicciones históricas” (pienso en el apaleado Jeremy Corbyn, en 2019 con el peor resultado de los laboristas en 80 años), los sarcochusus “posmodernos” identitarios españoles, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, a los que las encuestas prometen felpa. Para Marx los proletarios, oscuro objeto de deseo de los sueños húmedos socialistas, “que carecen de medios de producción”, “solo tienen las cadenas que perder” (y su “prole”), es un concepto que hoy no dice nada porque abarcaría a los gerentes, tecnócratas, burócratas, secretarias de altos ingresos. Marx pensaba en los hoy casi extintos blue collar, entonces la mayoría de las clases trabajadoras.

Desde los 70 comienzan a desaparecer las fábricas tradicionales, se trasladan a Asia y mutan en complejos robóticos manejados por técnicos altamente calificados que en Francia quintuplican al trabajo manual del que apenas 8% está sindicalizado. La zanja entre burgueses y proletarios ahora es entre clases medias y desempleados (en España e Italia, por ejemplo, 40% de los jóvenes no trabajan ni estudian). Se sabe que los blue collar y los red neck en EEUU son republicanos y que un predictor del voto demócrata son las minorías. Montones de teóricos de la identidad, entre ellos Felix Guatarí, descubrieron que la clase obrera era sustento del sistema y buscaron otras vías. La estrategia es poner fin a la esencia liberal “vive y deja vivir”, cada quien según su privacidad, y romper la cohesión social: golpear la familia, religión, la vida sexual, el trabajo, la escuela. Eso lo llamaron Guatarí y Deleuze revolución molecular disipada. Luego del descalabro sueco los cinco países con gobiernos socialdemócratas que quedan, defienden más bien el socialismo de La Sirenita que los de Marx, Corbyn o Sánchez.

@CarlosRaulHer

La gata parda

Carlos Raúl Hernández

“Cambiar para que todo siga igual”, es la ajada cita-lugar común que sustituye leer Il Gattopardo de Lampedusa, aunque la obra no hace justicia al paso de Sicilia desde la monarquía borbónica a la modernidad constitucional de la casa de Saboya a finales del siglo XIX, ni a que nada siguió igual; y el más grande de los directores italianos, Luchino Visconti, la lleva al cine y transubstancia a Burt Lancaster, un vaquero y aporreador de Hollywood, en el Príncipe Fabrizio, viejo aristócrata que simboliza la decadencia de su clase ante la burguesía arrolladora. Cuentan que Lancaster se sorprendió porque había muchas camisas de seda en el armario durante el rodaje de una secuencia: “quería que te sintieras de verdad príncipe”, le dijo Visconti. La monarquía constitucional apenas duró 50 años y en ella nace un partido socialista que se desgajó en comunistas y fascistas, los segundos un invento de Mussolini para fundir patria y socialismo. ¿Será que la flamante political sex symbol, Giorgia Meloni cambiará para que todo siga igual?

Hasta su entrada en la UE, Italia era más rica que casi toda Europa pese a su proverbial inestabilidad política desde el final de la segunda guerra (73 gobiernos en 77 años); y potencia cult-pop con Raffaella Carra, Laura Pausini, Claudia Cardinale, ristretto, cappuccino, Sofía Loren, Gianni Morandi, Marcelo Mastroniani, Eros Ramazzotti, el Festival de San Remo. Superó los efectos patológicos de la ndhangreta calabresa, la camorra napolitana, la mafia siciliana y el terror de las Brigadas Rojas, el asesinato de Aldo Moro y de su tesis del “compromiso histórico”. Pero el euro la arruinó y, como Grecia, hoy es pobre y en depauperación. Su éxito radicaba en ser, al igual que China del siglo XXI, proveedora global de objetos y servicios low cost, porque podía devaluar la lira y mantener su competitividad, lo que aseguraba capitales extranjeros y turismo masivo. EEUU y el resto de Europa ofrecían carísimos diseños originales de Saint Laurent, Givenchy, Balenciaga, Mary Quant, Chanel (“una mujer solo necesita un vestido negro y un hombre que la ame”).

Pero Italia se encargaba de las imitaciones. Rolex, Cartier, carteras de firma, trajes, que vendían los manteros en el Vaticano. A las superproducciones del oeste con John Wayne, Yul Brynner, Kirk Douglas o Gary Cooper, respondía con baratos, atractivos y exagerados western espaghetti y si los gringos lanzaban a la sugerente Donna Sommer, los italianos replicaron con la explícita Sabrina, y el país feliz crecía a 18%, hasta que el euro liquida la posibilidad de devaluar y China inunda con manufacturas baratas hechas con bajos salarios. Desde el fin de la segunda guerra casi siempre gobierna el democristiano Julio Andreotti, quien sorteo exitosamente la inestabilidad política, promovió el crecimiento y con base en la abundancia, el Estado empleó más de tres millones de burócratas bien pagados. Hoy Italia está en el paso previo al colapso y de llevarse al hoyo también a la U.E. Suma 20 años sin crecer, por ende con poca recaudación, pero hay que pagar a los tres millones funcionarios que siguen ahí.

Por eso ahora es el cuarto país más endeudado del mundo con dos billones de dólares, un escandaloso 145% del PIB, el doble del PIB anual de México. 40% de los jóvenes están desempleados, los llamados ni-ni que ni estudian ni trabajan ni tienen futuro y el país va la debacle. La votación de Meloni reacciona a esto y a la revolución identitaria de la minoría izquierdista que le ladra a la mayoría como perro bravo, que quiere “transvalorar” los valores de la gente corriente, se les mete en la cama, las escuelas, la privacidad de los hogares, y el común se rebela, tal como en Chile. Con Meloni la gente llevará la normalidad de sus vidas libremente, se acostará con quien le de la gana, exentos de la barbaridad totalitaria en las “recomendaciones” de Irene Montero y su “ministerio” sobre como tener sexo sin límites etarios. Para la jauría pareciera que en vez de ella hubiera triunfado Hitler y mascullan que es de “ultraderecha”, “neofascista” y otras babosadas, pero no se preocupan “por la democracia” con los camaradas de Podemos, ni con Boric.

Saben que Meloni se “integró al sistema” al afiliarse al instituto Aspen, “globalista” y financiado por la Carneige Corporation, la Fundación Bill y Melinda Gates, la Fundación Ford, los hermanos Rockefeller, y rechaza la invasión a Ucrania. Su sentido común y la tremebunda deuda italiana, que debe enjugar la U.E, no le permitirían hacer desplantes, aunque no sabemos qué pasará con Europa y el mundo. Aunque su programa económico tiene luxaciones, la asesoría de Mario Draghi contribuiría a un gobierno sensato y racional. En nuestra Latam para fundamentalistas de derecha en Brasil ganó la primera vuelta una especie de Mao Tse Tung, un tirano de paredones y expropiaciones masivas, y no el cuerdo y competente Lula quien gobernó democráticamente y al que el mismo tribunal que lo detuvo, dio el indulto. Lo mejor para el continente sería que se imponga en la segunda vuelta sobre Bolsonaro, un clon de Trump que amenazó con invasión y guerra a nuestro país. Lula sería un apoyo para fumigar chinches ideológicos en Venezuela, Colombia y Chile, e iniciar el cambio de verdad.

@CarlosRaulHer