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Ignacio Avalos Gutiérrez

Se apagó Zunkenberg

Ignacio Avalos Gutiérrez

Se apagó Zuckerberg, (a) Facebook, y las redes sociales dejaron de funcionar cerca de seis horas, una eternidad en la que más de tres mil millones de terrícolas, esparcidos alrededor de todo el planeta, no pudieron comunicarse por donde habitualmente lo hacen para informarse y conversar en torno a un menú casi infinito de cosas. Fue la debacle de un espacio en el que la humanidad pasa cada vez más tiempo y en el que, además, se desenvuelven cada vez más actividades (educación, trabajo, entretenimiento, comercio, finanzas, política, ciencia, en fin), sobre todo en esta época de pandemia.

De inmediato, se iniciaron las especulaciones sobre sus causas, aunque Facebook no demoró mucho en informar que la caída no estaba relacionada con un ciberataque ni nada por el estilo, pero sin lograr impedir que quedara al aire la debilidad de un sistema que parecía a prueba de todo. Por otro lado, y como cabía esperar, la mano invisible e inmisericorde del mercado castigó a la empresa, reduciendo de manera importante el valor de sus acciones, mientras los competidores sacaban provecho de su desgracia.

Lo peor no fue la desconexión

Frances Haugen, ingeniera informática, ex empleada de Facebook, fue quien filtró los documentos internos de la empresa que ahora provocan un gran escándalo. Habiéndose mantenida en el anonimato tras su renuncia, reveló su identidad la madrugada de este lunes en un programa de televisión, señalando que “…. la compañía era consciente de que Instagram, su red social de fotos, era tóxica para muchas adolescentes, que “…. siempre escogía optimizar su propio interés, ganar más dinero” y denunciando que “…oculta buena parte de los males que provoca”.

Por si no fuera suficiente lo anterior, la prensa dio a conocer que la fiscalía norteamericana inició una investigación criminal sobre su práctica de compartir la información de los usuarios sin contar con su autorización, tema que se encuentra sobre el tapete desde que la empresa admitiera que fueron extraídos los datos privados de 87 millones de usuarios.

Por su parte, Edward Snowden, ex funcionario de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, hoy en día residente en Rusia, le echo más leña el fuego manifestando, ironía de por medio, que "Facebook e Instagram se desconectan misteriosamente y, durante un magnífico día, el mundo se convierte en un lugar más saludable". Expresó también que lo ocurrido “parece un ejemplo fácilmente comprensible y popular de por qué dividir cierto monopolio en al menos tres partes podría no ser una mala idea…”, haciéndose eco de iniciativas y denuncias cuyo objetivo es disminuir el poder de los llamados “gigantes tecnológicos”

Un porrazo a la utopía digital

La actual fascinación por las redes sociales, ha recibido un rudo golpe. Como lo ha escrito el filósofo Daniel Innenarity, es muy humana la ilusión que alimentan las nuevas tecnologías. Así, “Marx creyó que el ferrocarril disolvería el sistema de castas en la India; el telégrafo fue anunciado como el final definitivo de los prejuicios y las hostilidades entre las naciones; algunos celebraron el avión como un medio de transporte que suprimiría, además de las distancias, también las guerras; sueños similares acompañaron al nacimiento de la radio o la televisión.”

A propósito de lo anterior cabe apuntar que desde hace un buen tiempo se ha establecido que el desarrollo tecnocientífico tiene lugar en un determinado contexto social, que obviamente influye en la manera en que se utilizan las innovaciones, determinando, sobre todo hoy en día, que su gobernabilidad sea un problema ineludible en la agenda humana. Continuamos, sin embargo, con instituciones y normas inadecuados para orientar los propósitos y usos de los avances digitales y en general del nuevo paradigma tecnológico, integrado, además, por las nanotecnologías, las biotecnologías y las neurotecnologías, al que se han incorporado las ciencias sociales y humanas, de acuerdo con un formato que dejaré pendiente para otro artículo.

Qué dirá Zuckerberg

Progresivamente ha ido aumentando el consenso respecto a la idea de que el entorno que emerge de la digitalización, es un espacio de relación compartido y común. El mismo no puede estar en las manos, prácticamente libres, de empresas que manejan sus propios códigos, dándose incluso el lujo de cancelar cuentas, como hizo Facebook en el emblemático caso de Donald Trump, alegando que sus mensajes a propósito del asalto al Capitolio, estimulaban la violencia, infringiendo las reglas establecidas en su “política de integridad cívica"

El asunto es, entonces, disponer de procedimientos públicos, transparentes y democráticos, fundamentados en los derechos humanos, para evitar esa suerte de anarquía digital que hoy en día enfrentamos.

Dicho sea de paso, aparte hablar de la falla técnica, que a uno le suena a algo así como que es sólo cuestión de unos cablecitos que se desenchufaron, ¿qué dirá Zuckerberg de lo que salió a la luz después del apagón de su compañía?

El Nacional, jueves 7 de septiembre de 2021

Petitissimo Larouse de la actual política venezolana

Ignacio Avalos Gutiérrez

Compendio de palabras básicas para medio entender el país

A

Abstención. Decisión política que en diversas ocasiones han tomado algunos sectores opositores, suerte de un autogol o tal vez de auto suicidio, como dicen que dijo Carlos Andrés Pérez

Anomia. Situación en el que los vínculos sociales se debilitan y la sociedad pierde su fuerza para integrar y regular adecuadamente a los individuos. A pesar de que este concepto lo elaboró el célebre sociólogo Emile Durkheim hace bastante tiempo, resulta muy útil para comprender la actual sociedad venezolana.

Arco Minero. Zona del sur de país donde se concentran reservas importantes de agua dulce y una gran biodiversidad, que se explota bajo el marco del “capitalismo, rentista extractivista”, en nombre del Socialismo Ecológico.

B

Bolívar, Simón. Artífice de la independencia nacional, cuya historia ha sido reescrita al extremo de que parece que él hubiera sido chavista antes que Chávez.

Benedetti, Mario. Gran escritor uruguayo, quien sin ser politólogo señalo que la humanidad enfrenta dos grandes peligros: “La derecha cuando es diestra y la izquierda cuando es siniestra”

Bodegón. Bodega grande en la que se venden exquisiteces, casi todas importadas, con precios en dólares y asequible sólo para una parte pequeña de la población. Término que ayuda a describir el actual del modelo económico.

Burbuja. Espacio pequeño y aislado de la sociedad en el que vive una minoría de venezolanos y desde el que resulta imposible imaginar como transcurre la vida de la gran mayoría de sus compatriotas

C

Carvajal. Pollo que amenaza con hablar como si fuera Loro

Casinos. Establecimientos en el que tienen lugar los juegos de azar, cerrados hace dos décadas por el Presidente Chávez, quien los consideraba “lugares de perdición de la burguesía”. Maduro anunció hace unos días que se abrirán 30, advirtiendo, para endulzar ideológicamente la medida, que los recursos generados se emplearían en la educación y la salud.

Canasta básica. Creación teórica los economistas, muestra inequívoca de que el ingreso de la mayoría de los venezolanos no da para las tres comidas de cada día.

Corrupción. Practica recurrente en el contexto de la gestión oficial, respecto a la cual el sistema de justicia se hace el desentendido

CH

Chambita. Puesto de trabajo medio chimbón, considerado como privilegio en estos tiempos de crisis

China. País asiático. Inventor de los juegos artificiales y de un modelo económico regido por un capitalismo, administrado por el Partido Comunista. Hay quienes creen que el gobierno actual pretende transitar caminos parecidos, con su toquecito tropical, claro está.

D

Discurso Oficial. Relato en el que la realidad es un detalle menor, respecto al que no es preciso guardar ninguna una relación de concordancia.

Dialogo. Ingrediente esencial para tejer la convivencia social, según se ha escrito desde los tiempos de Perogrullo

Diáspora. Seis millones de venezolanos que han optado por no vivir en su país.

Dólar. Moneda local en la República Bolivariana de Venezuela.

E

Educación. Aspecto clave en la llamada sociedad del conocimiento, cuyas deficiencias son imposibles de exagerar en la sociedad venezolana

Escasez. Palabra que retrata todos los escenarios de la vida cotidiana y que se hace particularmente evidente en la falta de futuro para los más jóvenes.

Estado. Ente invisible para gran parte de la población en lo que respecta a seguridad, justicia, salud, educación y otras menudencias parecidas, pero muy visible en sus maneras de ejercer el poder.

Fuga de cerebros. Exportación de capital intelectual que descapitaliza seriamente al país.

Futuro. ¿Como será la semana que viene?

I

Ideología. Palabra chiclosa que se puede emplear, acomodándola a casi cualquier situación.

Iguana. animal que suele ser acusado como responsable de los daños que sufren los servicios públicos, en alianza con la acción terrorista de algunos grupos financiados desde el exterior.

Intervención Extranjera. Sueño de algunos opositores de cara a la solución de la crisis venezolana, cuyo cumplimiento hubiese sido una pesadilla, según lo muestra la historia universal.

M

Machismo. Muerto que aún goza de buena salud, a pesar de las palabras, los palabros y les palabres

Moto. Bípedo mecánico que convertía a su jinete en víctima automática de cualquier redada policial durante la anterior república, pero también en ésta.

Mazo. Objeto contundente que puede ocasionar daños graves. Algunos dirigentes del oficialismo se valen de la esa palabra como metáfora de la política

N

Niño de la calle. Niño de la Patria que sigue viviendo en la calle.

Nostalgia. Percepción indulgente del pasado que obvia los polvos que trajeron estos lodos de hoy.

Negociación. Proceso que tiene lugar en México entre la oposición y el gobierno, cuyo trasfondo no debiera ser la disputa por el poder, sino llegar a los acuerdos que resuelvan el drama que vive el país.

O

Ombligo. Pequeña cicatriz ubicada en medio del vientre de los seres humanos. En buena parte de nuestros lideres políticos representa la única perspectiva desde la que miran la sociedad, haciendo que a veces que el escenario político se asemeje a un festival de egos.

Oposición. Partidos y grupos diversos contrarios al gobierno, que a veces suelen parecer contrarios entre sí.

P

Palabra. Instrumento esencial de la comunicación humana. Algún politólogo tendrá que establecer cuanto de la crisis que padece el país, se debe a la forma como se han dicho las cosas.

Pandemia. Epidemia universal causada por un bichito microscópico que ha puesto en jaque al planeta, inclusive Venezuela, país en donde es difícil saber de las andanzas y perjuicios del coronavirus en sus distintos disfraces.

Pensamiento único. Pensamiento que se opone radicalmente a los pensamientos únicos de los demás.

Política Financiera. Borrar cada cierto tiempo el número de ceros al Bolívar para disimular la inflación y otras incongruencias de nuestra economía, según opinan algunos economistas enemigos del gobierno.

Privacidad. Derecho humano que cada vez se ha visto más comprometido en el mundo, inclusive en Venezuela, por supuesto.

R

Redes Sociales. Espacio en donde hoy en día sucede buena parte de la vida humana. Escenario libre de filtros, en el que en buena medida ahora transcurre la política para bien, para mal y para todo lo contrario, obligando a repensar la democracia, según argumentan varios autores.

Rojas, Yulimar. Notable atleta venezolana. Rara avis en medio de los graves problemas que rodean al deporte nacional.

S

Salario Mínimo. Remuneración que solo alcanza para llevar una vida microscópica.

Sastre. Señor que hace trajes a la medida del cliente. Metáfora de los diputados de la Asamblea Nacional, encargados de elaborar leyes al gusto del poder ejecutivo, aprobadas casi siempre por unanimidad y en primera discusión.

Socialismo del Siglo XXI. Proyecto de sociedad que asomó el chavismo durante los primeros años, que luego se transformó en algo semejante al Socialismo del Siglo XX, hasta convertirse hoy en día en un capitalismo incipiente, tipo burbuja, cobijado por el autoritarismo político y bañado en el poco jugo que aun le queda a su retórica revolucionaria.

Sociedad Civil. Grupos diversos que actúan en el ámbito público fuera de las estructuras gubernamentales y de las organizaciones políticas. Pese a los obstáculos que enfrentan, llevan sobre su espalda buena parte de la disidencia política en el país.

T

Transición energética. Proceso que se orienta a la utilización de energías verdes en sustitución de los combustibles fósiles, planteando desafíos importantes a un país petrolero que no ha puesto el empeño suficiente en diversificar su economía y cuyo aparato productivo se encuentra por el suelo, muy lejos de la Venezuela Potencia, siempre presente en la propaganda oficial.

Tsunami. Tormenta generada por profundas transformaciones tecnocientíficas, que sorprenden a Venezuela sin paraguas.

U

Unidad. término que produce alergia en ciertos sectores opositores, a pesar de que les dio el triunfo en los comicios del año 2015.

Universidades Autónomas. Instituciones que a pesar de ser públicas, pareciera que pueden ser expropiadas por el Estado. En virtud de ello, y sin importar lo que establece la Constitución, se ha venido desarrollando durante varios años una estrategia que hace apenas una semana dio su primer fruto para el gobierno: Universidad Simón Bolívar (USB). De ahora en adelante será una universidad autónoma en manos del Estado.

V

Voto. Instrumento necesario, aunque no suficiente, para solventar las graves dificultades por las que atraviesa el país.

Violencia. Elemento omnipresente en la fisonomía de la sociedad venezolana.

Vida. Algo que ocurre mientras estamos exclusivamente ocupados por el día a día, según podría haber dicho John Lennon, si estuviera entre nosotros.

Y

Yo. Ciudadano de a pie para quien el optimismo no es una opción, sino una obligación, como sostiene Daniel Innenarity, filósofo español.

El Nacional, miércoles 22 de septiembre de 2021

Play Matters

Ignacio Avalos Gutiérrez

Una mínima honestidad me exige iniciar estas líneas señalando que quien las escribe es un “baby boomer”, conforme a una categoría que lo ubica como nacido en tiempos predigitales, esto es, alguien para quien los dispositivos tecnológicos actuales significan una realidad “sobrevenida”, en la que surfea lo mejor que puede.

Así, aunque me muevo con cierta dignidad en varios rincones del espacio digital, me encuentro lejos del mundo de los video juegos y con respecto a los E-sports guardo una absoluta indiferencia, dado que no alcanzo a entender, por ejemplo, que alguien prefiera jugar futbol sentado frente a una pantalla, en vez correr en una cancha con veintidós tipos disputándose el balón para marcar un gol.

Sin embargo, me atrevo a escribir sobre el asunto porque advierto en los videojuegos el reforzamiento de señales que se están mostrando hace tiempo y de manera muy acelerada, en otros contextos que no me resultan tan ajenos.

Drogas electrónicas

Leo, pues, que en el mundo hay alrededor de 2.500 millones de personas de todas las edades, que diariamente se acercan a los videojuegos en sus múltiples formas, redibujando el tiempo dedicado al ocio y abriéndole el camino a un negocio cuyas cifras actuales son estratosféricas.

Con más de 665 millones de jugadores, China es el mayor mercado del mundo. Se estima que sus ventas en 2021 estarán en torno a los 41.700 millones de euros, y se espera que para 2025 el monto se eleve hasta alcanzar alrededor de 60.000 millones, siempre y cuando se mantenga la tendencia que viene registrando, cosa que está por verse.

Está por verse, digo, porque desde hace dos años, China ha mostrado su preocupación por el daño que pueden causar los videojuegos, principalmente en niños y adolescentes, un 60% de los cuales los practica de manera habitual. Se convirtió así, en el primer país en declarar la adicción de los jóvenes como un "desorden clínico", mientras que los medios de comunicación estatales, menos cuidadosos en el empleo de las palabras, los definieron como "opio espiritual" y "drogas electrónicas”.

En virtud de lo anterior, recientemente el Gobierno elaboró un conjunto de normas que limita drásticamente el tiempo de exposición a los jugadores menores de 18 años: de lunes a jueves a tres horas semanales y de viernes a domingo a una hora, de 8 a 9 de la noche. Las nuevas pautas se aplicarán universalmente a todas las plataformas de juegos en línea que operan en China, a partir de un sistema común que identifique la identidad y edad del usuario.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace menos de un mes publicó su nueva Clasificación Internacional de las Enfermedades, en la que incluyó por primera vez la adicción a los videojuegos, poniéndola dentro de la sección correspondiente a "trastornos mentales, del comportamiento o del desarrollo neurológico". La normativa adoptada entra en vigor a partir del año entrante, en los casi 200 países que integran la referida organización

Play Matters

Nadie puede oponerse a establecer determinadas reglas en función del diagnostico expuesto por la OMS. Pero se han prendido las alarmas por la influencia que pueden tener las plataformas y su capacidad para extraer datos de todo lo que ocurre mientras esta encendida la pantalla. “Los datos de quién eres son muy valiosos, los datos de qué quieres ser lo son todavía más. En los juegos se ve lo que aspiramos a ser”, dice Miguel Sicart, filósofo español, autor del libro Play Matters.

En el caso chino la industria del videojuego guarda el control de los datos de millones de usuarios, convirtiéndose, así, en una pieza más del sistema de vigilancia que ha logrado armar su gobierno para supervisar la vida de los ciudadanos en casi todos sus aspectos, incluso en “el control actual de los úteros a través de la planificación familiar”, como expresaba un sociólogo chino, cuyo nombre obviamente no puedo recordar. La tarea, añadía, se realiza mediante dispositivos tecnológicos que. unidos a los sistemas de calificación social, dan lugar a esquemas para catalogar a los ciudadanos.

La «Gran Cibermuralla» bloquea a las grandes empresas extranjeras (Apple, Samsung, Microsoft, Facebook…), a fin de que no se cuelen mensajes políticamente inconvenientes para el gobierno. La población no tiene otra versión de la realidad que la que le brindan sus autoridades, Vive, pues, una realidad paralela, recreada por su gobierno conforme a un diseño que incluye censura, vigilancia, adoctrinamiento, desinformación … Así las cosas, dentro del paisaje por donde transcurre la vida de los ciudadanos, el control social es parte de la normalidad, algo completamente institucionalizado y en general no se percibe ninguna necesidad de buscar otras opciones.

El Sistema Patria

Desde luego, no sólo en China ocurren estas cosas. En casi todos los países la vigilancia social lleva instalada un buen rato. La pandemia le ha servido como anillo al dedo. En efecto, ¿quién se va a oponer a determinados controles si lo que se persigue es una loable e imprescindible medida de bioseguridad? En este sentido, cabe mencionar que las diversas organizaciones que observan los niveles de democracia y libertad en todo el mundo demuestran que el autoritarismo ha aumentado sensiblemente en estos tiempos de coronavirus.

En Estados Unidos es una cuestión central de la agenda pública desde hace años, según lo relató, entre otros, Edward Snowden (empleado de la Agencia Central de Inteligencia y de la Agencia de Seguridad Nacional), quien se vio obligado a salir de su país por denunciar, con pruebas en la mano, que organismos públicos coartaban las libertades políticas y civiles de la población norteamericana. E igualmente podríamos mencionar otros muchos países que, en la medida de sus capacidades, tienen semejantes estrategias. Y ni hablar de las llamadas grandes “empresas tecnológicas”, promotoras del “capitalismo de la vigilancia”, un sistema económico que, en síntesis, funciona a partir de la recolecció y procesamiento de una enorme y variada cantidad de datos.

En lo que respecta a Venezuela, la aparición, con asesoría China, por cierto, del Sistema Patria ha dejado constancia durante sus cuatro años de funcionamiento que no es solo una pequeña plataforma digital empleada para la entrega de subsidios gubernamentales. La amplitud de su sistema y el volumen de su base de datos, se dirige ciertamente al objetivo de paliar en alguna medida la crisis nacional, pero como lo escribió recientemente el sociólogo Héctor Briceño, “…en paralelo busca trazar un mapa de lealtades políticas…”, y es obvio, añado yo, que marcha hacia fines más ambiciosos en cuanto al control social.

¿Democracia Digital?

Menuda tarea, así pues, la que encaramos los terrícolas. Dicho en pocas palabras, hay que reconceptualizar la democracia, pensarla a la luz de las nuevas condiciones que plantean los diversos cambios tecnológicos, tal y como se viene argumentando desde hace tiempo, desde varios países, desde varios sectores. Menuda tarea, repito, porque además de todo lo señalado tiene como trasfondo una grave confrontación geopolítica en la que varias naciones, en particular China y Estados Unidos, compiten por la hegemonía en el desarrollo global de tecnologías como la inteligencia artificial (IA), el 5G o la vigilancia masiva.

La buena noticia es que el mundo no se encuentra de brazos cruzados. Lejos de ello proliferan iniciativas muy importantes que apuntan a garantizar la democracia y las libertades en las sociedades digitales.

El Nacional

Miércoles 8 de septiembre de 2021

El planeta azul y el código rojo

Ignacio Avalos Gutiérrez

La agricultura fue la base de todas las civilizaciones hasta la llegada del capitalismo moderno. Francis Bacon figura destacada entre los filósofos que se ocuparon de la Primera Revolución Industrial, escribió que partir de ella se gestó en Inglaterra la "ideología de la dominación de la naturaleza", entendida como “soporte de un modo de producción”. Como veremos en las próximas líneas, de aquellos polvos nos vienen estos lodos que ahora nos agobian.

Parece que se prenden las alarmas

Hace alrededor de medio siglo, expertos de distintas partes agrupados en el denominado Club de Roma, publicaron un libro, “los Límites del Crecimiento”, que mostraba la peligrosa (y hasta neurótica) relación que guarda el proceso productivo con la degradación de la naturaleza, señalando que si el incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantenía de acuerdo a la tendencia que venía mostrando en los últimos tiempos, el Planeta Azul se haría inviable en alrededor de 100 años (ojo: ya pasaron cincuenta). Pero tal diagnóstico no parece haber generado el temor suficiente como para que se asumieran medidas efectivas, de manera, pues, que el PIB continuó engordando a sus anchas, particularmente en algunos países.

En la misma dirección, bastante después de esta alerta inicial, desde el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), fundado en el año 2001, se describió el empeoramiento de los diversos problemas ambientales que confrontaba el mundo. Huelga señalar que su mensaje tampoco alcanzó para a presionar la adopción de las políticas requeridas. En suma, el peligro no se veía tan peligroso, como si se tratara apenas de algunas hipótesis, de amenazas muy lejanas o de algunas apreciaciones equivocadas de los propios científicos.

En su más reciente comunicación, el citado Club de Roma fortalece sus evidencias y hace más explícitos los costos que implica dejar que las cosas sigan como van. Por otra parte, el Secretario General de la ONU declaró que en su más reciente estudio, el IPCC muestra que no hay duda de que se nos acorta el tiempo de manera dramática.

Es extenso el inventario de pruebas que expone éste último. Incendios incontrolados, inesperadas inundaciones, olas de calor, sequías de duración cada vez mayor, pérdida de la biodiversidad, factores a los que se suma un amplio etcétera, cuyo origen es el ser humano, por su manera de relacionarse con la naturaleza. Gutérrez se refirió a este informe como un Código Rojo, subrayando que se trata de un problema que es responsabilidad de todos, lo que supone, entonces, mejorar en gran medida la institucionalidad encargada de la gobernanza mundial e implica, además, la necesidad de que los terrícolas se perciban como integrantes de una misma especie, lo que no parece fácil de lograr si le damos un vistazo a lo que ocurre en este momento

La transición energética

En el marco anterior y en sintonía con los postulados fundamentales del Acuerdo de París suscrito en 2015 y al cual se han adherido más de 180 países, se estimulan las iniciativas que han venido dándose en el marco de la “transición energética”, impulsando la generación de las energías limpias (agua, sol, viento, biomasa), con el propósito de sustituir las energías fósiles (petróleo, carbón, gas), cuyo impacto ambiental es enorme, una estrategia en la que se encuentra alineada la Agencia Internacional de la Energía con su reciente propuesta de no autorizar nuevos proyectos de explotación de yacimientos de petróleo y gas natural, ni tampoco nuevas minas de carbón.

La cuestión no es, entonces, averiguar cuantos barriles guarda la tierra en sus entrañas para seguir alimentando la expansión desmedida del aparato productivo. El tema es, por el contrario, su abundancia con respecto a la capacidad de digerirlo sin comprometer la sobrevivencia humana. Tenía razón, así pues, el Jeque Yamani, quien fue Ministro de Energía de Araba Saudita, cuando hace mucho tiempo sostuvo que “La Edad de Piedra no se acabó por falta de piedras, así como la del petróleo no acabaría por falta de petróleo.”

La transición energética va de la mano con la modificación de las premisas que vertebran el modelo de desarrollo que nos ha traído hasta aquí e igualmente con la necesidad de entender que al PIB hay que ponerlo a dieta, acompañándolo de termómetros que calibren otros aspectos del desarrollo. En el mismo sentido, pero desde una visión un poco más amplia, hay que echar mano de una ciencia interdisciplinaria que contribuya a crear nuevos vínculos entre la vida humana y el medio ambiente, en un contexto globalizado en el que nada nos resulta lejano ni ajeno. Menuda tarea la que nos espera, por eso no extraña que algunos sugieran que lo más conveniente sería colonizar Marte

Venezuela envuelta en una ¿paradoja?

A pesar de que, obviamente, nos incumbe de manera significativa, el cambio climático apenas figura en un rinconcito de la agenta política nacional, copada casi por completo por la crisis que nos rodea, escondida tras los problemas más inmediatos más urgentes, los que circundan la vida cotidiana de la gente de a pie.

Ciertamente Venezuela encara un complicado escenario. El país lleva un largo tiempo jugándose su destino en el petróleo, atento a los vaivenes del mercado, rogándole al cielo que no se hundan los precios. Es ésta, desde luego, una apreciación demasiado general que pasa por alto los no pocos e importantes resultados obtenidos en la diversificación de nuestra estructura económica, aunque no fueran suficientes para sacar al país del rentismo, o sea, su zona de confort

En este momento el país se encuentra ante en un escenario especial, trazado por su condición de productor y exportador de combustibles fósiles. Como sostienen varios especialistas, la cuestión es si el tiempo alcanzará (lo estiman entre 10 y 20 años) para recuperar la industria petrolera – hoy en día muy venida a menos -, antes de que el reloj indique el final uso de combustibles fósiles. Simultáneamente tendrá que surfear durante la transición energética y comenzar a construir una sociedad con un menú más amplio y variado en lo atañe a sus capacidades productivas, todo ello montado sobre en un escenario perfilado por rápidos y profundos cambios tecnológicos.

En fin, hay que aprovechar los recursos petroleros de manera tal que el futuro del país sea posible sin ellos. Parece paradoja, pero no es.

El Nacional, miércoles 24 de agosto de 2021

La pulga salto a Paris

Ignacio Avalos Gutiérrez

Alguna vez escribí que Adán anticipó el fútbol cuando, antes de morder la manzana, la chutó como si fuera un balón, versión ésta que, lo confieso, parece no ser compartida por nadie. En fin, desde su origen, cualquiera que sea, los historiadores señalan que ha evolucionado en sus esquemas institucionales, en sus reglas y su arbitraje, en el nivel de la participación femenina, en las formas de entrenar, en las estrategias de juego, en el tratamiento de las lesiones, en el balón y los zapatos, al igual que en otros muchos aspectos, hasta convertirse hoy en día en el deporte que tiene más practicantes, tanto en el ámbito profesional como en el amateur, e incluso, en el formato de “caimanera” y, así mismo, es el que cuenta con mayor cantidad de seguidores en el mundo.

Por otra parte, además de jugarse en la cancha, el balompié transita en un gran escenario dentro del que nace una amplia gama de negocios, a partir de los derechos de televisión, el márquetin publicitario, la compraventa de jugadores y otros muchos renglones, que generan ingresos cuantiosos, cuya gestión es bastante opaca, por decir lo menos.

La Pulga

Desde los cinco años este zurdito dejo en claro que tenía un futuro brillante. Sin embargo, siendo ya adolescente los médicos le descubrieron un retraso en su evolución ósea, culpa de un déficit hormonal que le impedía crecer. Imposible, entonces, que con el tamañito que le auguraban los médicos, pudiera llegar a actuar como profesional en una cancha. El pibe es bueno, sin duda, opinaban los encargados del fichaje de nuevos futbolistas, pero ¿y si no alcanza los centímetros requeridos, si se nos queda pasmado por debajo del metro y medio? Así las cosas, aprovechando las raíces catalanas de la madre, el padre decidió llevarlo a España y al poco tiempo de arribar, el club Barcelona lo pasó por el control de calidad previsto para quienes aspiran a ser sus integrantes. Carlos Rexach, responsable de la cantera, lo vio jugar media hora, no le hizo falta más tiempo para saber que se encontraba frente a un futbolista nacido de un molde especial, aunque según dice una leyenda, esa misma impresión fue la que tuvo apenas advirtió la manera como bajaba las escaleras del avión que lo trasladó. En fin, los directivos del club sacaron cuentas – el fútbol es un negocio, se ruega no olvidarlo - y decidieron hacer la apuesta rechazada por sus colegas argentinos, encargándose de sufragar el tratamiento médico del muchacho. Después de algunos meses, éste alcanzó a crecer lo suficiente como para ser futbolista, aunque siguiera vestido de Pulga. De allí en adelante la historia revela que firmó muy pronto como profesional y debutó con el equipo, en la primera división española, cuando apenas contaba 17 años. Fue éste el inicio de una carrera extraordinaria, protagonizada por un tal Leonel Messi.

Se dice que es el mejor jugador de la historia, opinión que en verdad no comparto, pues tuve la fortuna de ver, algunos en el estadio y a otros por televisión, a futbolistas como Di Stefano, Pelé, Maradona, Platini, Cruyff, Garrincha y Ronaldinho, quienes percibo unos escalones más arriba. Pero, en fin, las comparaciones son odiosas y con relación a los gustos no hay reglas. Ningún baremo da buena cuenta del momento y las circunstancias que le tocan a cada individuo. La mía es por tanto una apreciación arbitraria que, por cierto, me ha granjeado varias antipatías, incluso con familiares y amigos, feligreses de Messi. Pero lo cierto es, en suma, que estamos ante excepcional jugador, agrandado por la visibilidad que le ha brindado la era digital.

La Camiseta 30

Como consecuencia de la severa crisis económica de su club de siempre, hace unos días, a sus 34 años Messi fue traspasado al Paris Saint Germain, un prestigioso equipo francés que cuenta en su alineación con varios de los mejores jugadores de la actualidad (Neymar, Ramos, Donnarumma, Icardi, Navas, Marquinhos, Di María, Verratti, Mbappé, todos extranjeros, por cierto) y ya figura en las apuestas como candidato a triunfar en los diversos eventos de la temporada que recién se inicia con ciertas limitaciones y algunas novedades, derivadas de la pandemia.

Escogió la camiseta número 30, con la que debutó en el Barcelona y no hay que ser adivino para pronosticar que muy pronto el 30, y no el 10, pasará a ser el reservado al jugador más emblemático de cualquier oncena, de cualquier país, de cualquier nivel, sea amateur o profesional, masculino o femenino.

El cambio, que ha suscitado una gran polémica, sobre todo, aunque no solo, en Europa. El mismo fue posible mediante el pago una cifra astronómica, llena de ceros, y de un sueldo anual que bordea los 40 millones de euros, suma que será ampliamente recompensada con la venta de productos, los patrocinios y la visibilidad internacional que con toda seguridad atraerá esa gigantesca máquina de hacer dinero, en la que se ha transformado la Pulga.

El Dopaje financiero

En cualquiera de sus variantes, el dopaje es un grave problema que envuelve al deporte, principalmente porque lesiona el fair play, que es el principio desde el que vertebra a todas sus disciplinas.

En lo que atañe al fútbol, en el año 2011 la Unión Europea de Futbol Asociado (UEFA), elaboró una ley que se refiere expresamente al fair play financiero. En su contenido se indica que ningún equipo que participe en competencias europeas puede gastar más de lo que ingresa y que su masa salarial no puede superar el 70 % de esos ingresos, puesto que da pie a ventajas que pervierten la competencia. Se trata, así, de evitar casos como el del Chelsea, financiado por el millonario ruso Roman Abramovich, el del Manchester City por un miembro de la realeza de los Emiratos Árabes Unidos, el del AS Mónaco por el magnate Dimitryi Rybolovlev, también ruso, y el del propio PSG, comprado en el año 2011 por el fondo soberano de Catar, a través de su filial Qatar Sports Investment.

El costoso fichaje de Messi fue posible debido a que las autoridades del futbol francés pospusieron hasta el año 2023, la aplicación de las sanciones contempladas en la mencionada Ley, mientras que los dirigentes de la liga española dada la crisis por la que atraviesa, las asumieron, impidiendo que el Barcelona pudiera mantener al argentino en sus filas. En otras palabras, el PSG aprovechó la oportunidad e incurrió en el dopaje financiero, driblando el fair play.

Resetear el futbol

Las dificultades que aquejan al planeta también llegan, por supuesto, a las riberas del futbol junto a los desafíos que se abren en el horizonte. Hay, por tanto, que resetearlo en su concepción como deporte y como espectáculo (de paso, algunas encuestas recogen que el 40% de los jóvenes europeos de 16 a 24 años no tienen interés por el balompié). Y, asociado a lo anterior, examinarlo también desde la perspectiva financiera, pero no al estilo de la Nueva Liga Europea concebida por los dueños de varios de los mejores clubes, conforme a un proyecto desatinado que por fortuna se desmoronó.

En medio de esta crisis civilizatoria, de la que cada vez tenemos más señales, el fútbol también tiene, entonces, la tarea de ver cómo se va arrimando al futuro

El Nacional, miércoles 18 de Agosto de 2021

Los JJOO TOKIO XX (cavilaciones de un deportista de a pie)

Ignacio Avalos Gutiérrez

A todos los atletas que nos representaron en Japón

Los historiadores cuentan que a finales del siglo XIX, en año 1896, bajo la inspiración de un evento realizado muchos años antes de Cristo, se llevaron a cabo en Atenas los primeros Juegos Olímpicos (JJOO) de la época moderna, sobre la base de un formato aún visible en nuestros días, pensado por Pierre Freddy, Barón de Coubertain, quien lo elaboró como una filosofía de la vida, que exalta y combina, las cualidades del cuerpo, la voluntad y el espíritu, contribuyendo a crear un mundo más pacífico y fraternal.

Dentro de este marco se consagró el principio de la igualdad de condiciones, el “fair play”, como fundamento del conjunto de normas que regulaban la actividad deportiva, que debía ser desarrollada por atletas aficionados (“amateur”) y de la que quedaban excluidas las mujeres. Resumió su idea expresando que “… como en la vida, en el deporte lo importante no es el triunfo sino el combate; lo esencial no es haber vencido, sino haber luchado bien”. También fundó el Comité Olímpico Internacional (COI), cuya estructura y fines son pautados por la Carta Olímpica

Contra, viento, marea y coronavirus

Como se sabe, tocaba hacer los Juegos Olímpicos (JJOO) el año pasado. La pandemia se encontraba, entonces, en su primer año y la decisión fue suspenderlos. Sin embargo, oponiéndose a buena parte de la opinión pública mundial, incluyendo a la mayoría de la población nipona, el COI y el propio gobierno del país anfitrión, cambiaron de idea y acordaron realizarlos este año.

En función de ello trataron de maquillar la preocupación respecto a las secuelas económicas derivadas de una nueva postergación, justificándose en el objetivo de "inspirar a la humanidad, revisitar el valor del olimpismo y reconectar a todo el mundo…”, comprometiéndose así mismo a tomar todas las medidas necesarias frente a la emergencia sanitaria.

Una muestra más, así pues, de que, mientras el coronavirus hace de las suyas y hasta se da el lujo de mutar y presentarse con distintos disfraces (el de Delta es el último), los humanos preferimos mirar hacia otro lado, igual que con el cambio climático

La trampa como presunción

En fin, más de un siglo después de Atenas el evento aterriza en Tokio, reiterándose como un fenómeno social universal, epicentro de un rentable espectáculo armado en torno a negocios que van dejando huella por todos lados y dando pie a contradicciones respecto al evangelio que se predica en la ya citada Carta Olímpica.

Así, el cuerpo sano es sustituido por el cuerpo rendidor, las naciones reclaman para sí la victoria de sus atletas (véase la importancia política que se le otorgó a la lucha por las medallas de oro entre Estados Unidos y China), el amateurismo desapareció y, por mencionar un aspecto más, el dopaje se vuelve una sospecha generalizada.

Aunque con diferencias que dependen de cada disciplina, el dopaje rompe claramente la igualdad en la competencia entre los atletas, El reciente caso de Rusia permite mostrar una buena parte de su complejidad. Dicho país no está oficialmente presente en Japón, aunque algunos atletas participan a título individual amparados por la bandera del Comité Olímpico Ruso. Su equipo nacional fue vetado, dado que, entre 2011 y 2014, se dopó sistemáticamente a centenares de deportistas, sin que, por cierto, los alegatos de Putin hayan conseguido mostrar que su gobierno no tenia la mano metida en el asunto. Evidentemente, no es la única nación que lo ha hecho (los casos abundan) y no es para nada raro que algunos países ( y atletas a título individual, desde luego) lo estén haciendo.

Para evitar las irregularidades la Asociación Mundial Antidopaje (AMA) ha tomado diversas medidas, pero las mismas parecieran insuficientes, al punto de que las estimaciones asoman que entre el 10% y el 40% de los atletas de Tokio podrían haber transgredido las normas. Cierto que la organización se encarga del control, pero la mayor parte del trabajo corre a cargo de las autoridades nacionales.

Más aún, según se registra en un informe, el hecho de que los países y las compañías financien el deporte de alto nivel e igualmente a la propia AMA, arroja justificadas dudas sobre los juicios de esta última.

El problema se encuentra muy lejos de haber sido resuelto. No sólo por la creciente sofisticación en los tipos de dopaje, sino porque además no hay posiciones tajantes al respecto. En este sentido, en medio de grandes controversias diversos especialistas han desarrollado la idea de un nuevo concepto de fair play que “… tenga como pilar no la pureza del cuerpo, sino la igualdad en las condiciones en que se compite”.

Atletas transgéneros

Como ya mencioné, en el inicio del deporte moderno las mujeres quedaron por fuera. Sin embargo, la situación ha cambiado al punto de que hoy en día son millones las que participan en todo el mundo y en todas las disciplinas, estimándose que en Tokio su asistencia es semejante a la de los hombres. Pero en lo que respecta a su visibilidad y a su reconocimiento, todavía deben enfrentar los restos de un cierto machismo que pareciera negarse a morir, esgrimiendo razones cada vez menos razonables.

Pero desde el año 2004 el tema del género ha subido a la palestra de otra forma. Si entrar ni, mucho menos, en la consideración de los varios aspectos que lo arropan, apenas diré que en el escenario deportivo la cuestión se ha complejizado en alto grado. Aludo en particular a la actuación de atletas transgénero (se calcula en varias decenas su presencia en los actuales juegos) y particularmente los que implican una transformación de hombres a mujeres que intervienen, por tanto, en las competencias femeninas.

Encima de los dilemas éticos, filosóficos, jurídicos, científicos y hasta religiosos que han surgido en varios países, a propósito de algunas iniciativas legales tomadas por los gobiernos con respecto el tema del género cabe señalar que también tales dilemas tocan, a su manera al deporte, sobre todo en lo que concierne al “fair play”. En efecto, de acuerdo con lo que se argumenta, las mujeres transexuales poseen una ventaja, distinta según disciplinas, al generar una nueva configuración biológica, más fuerte y vigorosa.

Con respecto a lo anterior, el COI y la AMB se rigen bajo dos normas básicas a fin de establecer el género de un deportista: la identificación sexual - a partir de la manera como se define la propia persona - y el examen de los niveles de testosterona de su organismo, e incluso de la realización de un estudio cromosómico que, de acuerdo con la opinión de ciertos investigadores, es más confiable. No obstante, las decisiones que se han tomado, la polémica continúa, y no se ve un despeje a corto plazo.

¿Se resignifica el deporte?

En lo escrito anteriormente se deja ver el desconcierto, así como las disyuntivas que encaran hoy en día los seres humanos ante una sociedad en la que el marco de lo posible se ha abierto a tal extremo, que la comprensión de las transformaciones que ya están ocurriendo, así como las que se avecinan en lapsos relativamente cortos, evidencian con nitidez que, «la ciencia reúne el conocimiento más rápido de lo que la sociedad reúne la sabiduría», según la alerta que dio Isaac Asimov.

No son pocos los que proponen la necesidad de redefinir el deporte en virtud de los cambios sociales radicales, en gran medida tejidos desde el desarrollo de tecnologías “disruptivas” (ingeniería genética, robótica, neurociencia, big data, nanotecnologías). Cambios que obviamente impactan, ya lo están haciendo, al deporte, influyendo en la definición los criterios de acceso de los atletas que compiten, en el desempeño de los mismos, en las diciplinas que se practican, en los instrumentos y dispositivos que se usan, así como como en el formato que tendrá como espectáculo, insinuado a partir de estos JJOO virtuales y de lo que se avizora en las enormes dimensiones que han cobrado los E-sports.

Continúan, pues, varias preguntas abiertas y las posibles respuestas apuntan en direcciones divergentes. La tarea pendiente no es menor. Además de todo lo mencionado habría que mirar al deporte ubicado en lo que, en medio de grandes divergencias, emerge como la posibilidad de una sociedad trans humana (harina de otro costal que tal vez trate en una próxima oportunidad).

Las medallas como espejismo

Referirse a nuestros deportistas es el epílogo imprescindible de estas líneas referidas a los JJOO de Tokio.

Desde las alturas del oficialismo se festejaron las medallas obtenidas por el equipo venezolano, al igual que la excelente actuación de otros atletas. Lo conseguido en Japón se presume como un éxito de la política deportiva gubernamental, repitiendo el discurso de “la Generación de Oro”, la Venezuela Potencia y otras exageraciones por el estilo, parte integrante del habitual paquete retórico. Lamentablemente, y según cualquiera pudo haberlo adivinado sin ser Pávlov, esas declaraciones fueron respondidas de manera inmediata y automática por algunos opositores, descalificando e irrespetando a aquellos deportistas que estimaban como simpatizantes del chavismo.

El mero sentido común indica que la crisis que atosiga al país también llega a orillas del deporte. Como muy bien lo diagnóstico recientemente el entrenador Jesús Elorza, estamos hablando de una situación marcada por canchas insuficientes y deterioradas, programas operativos sin recursos, violación de la autonomía de las federaciones, suspensión de los juegos deportivos nacionales, déficit de entrenadores, falta de roce internacional, abandono de los Centros de Preparación de Alto Rendimiento, progresiva reducción de los programas de Asistencia Social Integral al Atleta, desatino en la planificación y en la elaboración de programas, todo como parte un precario entorno, evidente incluso en años en los en que se dispuso de buenos presupuestos.

Es, en suma, la fotografía de un proceso de deterioro que obviamente se ha manifestado en los resultados obtenidos en los campeonatos internacionales y no hablemos de la pregonada masificación de la actividad deportiva, cuyos bajos niveles actuales implican la violación del derecho al deporte de los venezolanos, establecido en la Constitución.

A Japón viajaron 43 atletas (entre ellos, el boxeador Eldric Sella Rodríguez, primer latinoamericano en el equipo de refugiados), en contraste con los 108 atletas que estuvieron en las Olimpiadas Pekín 2008. Llegaron en virtud de ciertos apoyos provenientes de diversos lados, pero en general cada uno se las arregló como pudo. Lo logrado por estos jóvenes no es, por tanto, el resultado debido a la política gubernamental, sino más bien todo lo contrario.

Son las suyas, victorias logradas a pulso, con el viento soplándoles en la cara. De allí pues mi admiración y cariño hacia todos ellos Y de allí, también, mi pesar al ver que su desempeño es, apenas, la representación engañosa de las circunstancias por donde se desenvuelve el deporte nacional.

El Nacional, miércoles 10 de agosto de 2021

Enanitos verdes en el planeta rojo

Ignacio Avalos Gutiérrez

En estos tiempos de encierro, me dio por revisar, no sé muy bien por qué, algunos textos de ciencia ficción, género por el que, si bien no siento afición, me genera mucho interés, no sé si me explico, pero trataré de hacerlo en el transcurso de las siguientes líneas.

De paso, dejé para la semana que viene mi comentario sobre el Proyecto de Ley de Universidades, que reposa en la Asamblea Nacional y que, salvo transformaciones de fondo, bastante improbables, por cierto, lo considero una grave equivocación, cuyas consecuencias vamos a lamentar los venezolanos, en particular los más jóvenes

Una travesura infantil

En un escrito publicado en El Nacional hace alrededor de quince años, refería que cuando éramos niños, mis hermanos, sobre todo Alfonso y Francisco, se daban a la tarea de mandar al cielo globos de manufactura doméstica. Eran, según recuerdo, bolsas de papel blanco, de casi dos metros de altura, que ascendían gracias al aire caliente generado por una estopa encendida, mojada con alcohol. La sencilla plataforma de lanzamiento era un viejo banquito que a duras penas guardaba el equilibrio, ubicada en la parte de atrás de la casa. En las vacaciones, durante varias noches seguidas ellos y algunos amigos, veían embelesados como cada globo subía lentamente, convertido en una luz que conforme se alejaba, se iba haciendo roja, hasta desvanecerse en la nada.

Pero, lo mejor era lo que sucedía en los días siguientes. Poco apoco se iban enterando de que algunos vecinos contaban haber visto un platillo volador, otros daban fe de la invasión de un OVNI comandado por marcianos y así como éstas, escuchaban otras historias protagonizadas por extraterrestres. Recuerdo que más de una vez algunos periódicos hablaron de sus globos reseñando el susto que causaban en alguna gente, llegando en cierta ocasión, a señalar el hallazgo de “materiales extraños”, que habían sido remitidos al IVIC para su correspondiente análisis, al paso que se recomendaba calma y serenidad ante esos misteriosos objetos nocturnos. Sobra señalar que mientras esto ocurría, mis hermanos disfrutaban su pequeña dosis de gloria.

Enterado de los comentarios que corrían, un profesor universitario que vivía cerca de nosotros los calificaba como una solemne pendejada. El miedo es pura ignorancia y Marte no era, según él, sino un planeta desolado que el cine y la literatura habían poblado de hombrecitos pequeños, de color verde y ojos saltones, provistos, además, de un par de antenitas empotradas en su cabeza deformada, pasajeros frecuentes de naves que viajaban hacia acá con la mala intención de invadirnos. Confieso que durante un buen tiempo me quedé con esa idea, pues parecía tener rango de sentido común.

Multimillonarios al espacio

Desde hace un buen rato, Marte está dejando de ser una fantasía. Así, el año pasado, en el marco de la denominada desde hace seis décadas, la “carrera por la conquista del espacio” Estados Unidos, China y, por primera vez, Emiratos Árabes Unidos (país dueño, por cierto, de varios de los mejores equipos de fútbol del mundo), enviaron tres naves a Marte. Con sus lógicas variantes tales iniciativas tenían el propósito de realizar estudios sobre el suelo marciano, la estructura geológica, el medio ambiente, la atmósfera y el agua, así como recolectar y almacenar rocas y polvos, además de, por supuesto, investigar acerca de las manifestaciones de vida al mencionado planeta

El asunto parece ir tan en serio que algunos especialistas sostienen la necesidad de revisar la legislación internacional correspondiente. Aluden a vacíos respecto a temas como la propiedad de los terrenos, la explotación de los recursos, la participación del sector privado, la basura espacial e igualmente acerca de quién debe fijar las reglas correspondientes. Lo que pareciera estar en juego es si prevalece el principio de que todo se hace “en interés de la humanidad y para la paz”, conforme lo establece el denominado Tratado del Espacio, suscrito en 1967

Por otro lado, hay quienes creen que la llegada del hombre al planeta rojo, incluyendo la creación de una colonia de humanos, si bien no se encuentra a la vuelta de la esquina, tampoco es tan lejana. Al menos es lo que empiezan a demostrar, apostando grandes sumas de dinero, el fundador de SpaceX, Elon Musk y el de Virgin Galactic, Richard Branson, quien hace apenas una semana realizó exitosamente un viaje al espacio, suerte de antesala de su programa de turismo cósmico, en el que también anda Jeff Bezos, otro multimillonario, fundador de Blue Origin y quien además afirma que los terrícolas pueden convertirse en una “especie multiplanetaria”. Así las cosas, ahora la conquista del espacio no sólo implica una disputa geopolítica, sino que también una lucha por la búsqueda de nuevos mercados.

¿Huir a Marte?

Ray Bradbury, considerado como uno de los mejores autores dentro de la literatura de ciencia ficción, describió en su libro Crónicas Marcianas (1950), las razones que llevaba, a los habitantes de la tierra a querer ir a Marte.

Allí relata que “... todas las gentes con sentido común querían irse de la Tierra. Antes que pasaran dos años iba a estallar una gran guerra atómica, y él no quería estar en la Tierra en ese entonces. Él y otros miles como él, todos los que tuvieran un poco de sentido común, se irían a Marte. Ya lo iban a ver. Escaparían de las guerras, la censura, el estatismo, el servicio militar, el control gubernamental de esto o aquello, del arte y de la ciencia. ¡Que se quedaran otros! Les ofrecía la mano derecha, el corazón, la cabeza, por la oportunidad de ir a Marte. ¿Qué había que hacer, qué había que firmar, a quién había que conocer para embarcar en un cohete?”

A partir del planteamiento anterior y dentro de una lógica similar a la de Bradbury, aunque con sus particularidades, distintos autores registraron en películas y libros que la llegada a otros planetas, su conquista y su colonización, terminaba reemplazando la organización y cultura de los lugares ocupados, replicando las causas por las que decidieron jugarse su suerte en otro sitio del espacio y poniendo de manifiesto que tal proeza tecnológica no incluía el cuido de sus implicaciones filosóficas y éticas.

Regresando a nuestro actualidad terrenal, sobran los estudios que de una u otra forma, diagnostican las amenazas que se ciernen sobre la humanidad, bien sea a través del cambio climático (respecto al cual los recientes pronunciamientos de la Agencia Internacional de Energía son terminantes), la guerra biológica, las armas nucleares, el crecimiento demográfico, factores todos que dejan la mesa servida la mesa para el debate sobre la posibilidad de mudarse a Marte, convertido, como leí en algún lado, en una suerte de “copia de seguridad” para los terrícolas.

¿Ficción o profecía?

Jeremy Rifkin, a quien he citado en muchas ocasiones, ha llegado a afirmar que somos una “especie en extinción”. La huida a otro lugar del espacio se nos asoma desde la ciencia ficción como solución a nuestra crisis civilizatoria, soslayando la necesidad y la posibilidad de transformar la esencia de los esquemas que han modelado la organización y los propósitos de la vida humana durante las últimas décadas.

Uno se pregunta, entonces si la ciencia ficción es más bien un pronóstico y si la realidad termina calcando la fantasía. De paso, cuál será ahora la respuesta del profesor que, cuando yo era niño, dijo lo que dijo sobre los enanitos verdes.

El Nacional, miércoles 21 de julio de 2021

Una gotita de amor para la escuela

Ignacio Avalos Gutiérrez

Hay asuntos que no debemos dejar bajo la mesa. Hay que ponerlos encima, reiterarlos hasta el fastidio y no dejar que se escondan tras la epopeya oficial, particularmente desbordada en estos días de celebraciones patrias, a través de la que se nos quiere emperifollar el entorno dentro del que transcurre la vida venezolana, anunciando, por ejemplo, una nueva política financiera y anti inflacionaria que se limita a quitarle varios ceros al bolívar o una transformación a fondo del sistema judicial, después convertir al Estado de Derecho en casi una ficción.

Una gotita de amor

Como lo resaltan dos artículos recientes, uno de Pablo Liendo y otro de Vladimiro Mujica, la desnutrición en el desarrollo del niño, desde que es concebido hasta que cumple tres años de edad, ponen en grave riesgo su salud, ocasionando, sobre todo, profundas e irreversibles consecuencias en su cerebro.

En este sentido, algunos estudios que consulté reportan que alrededor del 40 por ciento de nuestros niños entre 0 y 2 años, se encuentran desnutridos y que poco más del 70 por ciento de los menores de 5 años se consideran muy mal alimentados. Estamos hablando, así pues, de una gran cantidad de venezolanos que inician su vida con limitaciones que difícilmente podrán superar y que estarán pagando a lo largo de los años una factura que les dejó la sociedad, sin saber si alguna vez tendrán la oportunidad de cancelar.

Por otro lado, algunas investigaciones revelan que, encima de la insuficiencia alimentaria las condiciones dentro de las que se desenvuelve la educación venezolana, tanto en lo que respecta a la primaria como al bachillerato, son deplorables: niveles bajos en la asistencia de alumnos, notable déficit de maestros, programas inadecuados y paremos de contar. Se trata de factores que vienen de atrás, - lógicamente agravados con la pandemia -, cuyas secuelas no son difíciles de imaginar, sobre todo en los sectores más vulnerables de la población, acentuando notoriamente la desigualdad social.

En este contexto, y sin que tengamos muy clara la situación del país en cuanto al coronavirus (estamos desinformados por tanta información, no sólo en Venezuela, desde luego), el gobierno ha asomado la oportunidad de un cercano regreso a las clases presenciales y ha tomado la decisión de relanzar el programa Una Gotita de Amor para mi Escuela, a fin de mejorar, a través de voluntarios, las instalaciones de primaria y secundaria, como si ese fuera el problema central de nuestro sistema educativo y no existieran los que resumidamente cité en el párrafo anterior, conjuntamente con los que añadiré haré al final del artículo

Incendio en la UCV

En medio del propósito que persiguen estas líneas, resulta imposible no hacer referencia al incendio que hace pocos días se generó en la Escuela de Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela, parte de un rosario largo de actos violentos contra varias universidades autónomas, sin que hasta ahora se sepa, ni en este reciente episodio, ni en los demás, por qué ocurrieron y quienes son responsables. Estos hechos representan un ingrediente adicional en la configuración de un contexto caracterizado por presupuestos a niveles casi risibles, la migración de profesores e investigadores, la disminución del número de alumnos, los sueldos miserables del personal docente y administrativo, etcétera. No debe extrañar, entonces, que ahora sean instituciones que funcionan apenas a media máquina.

Mientras tanto, el gobierno busca conformar un sistema universitario paralelo, cimentado en una ideología que resulta cada vez más enredada y en el hasta ahora casi indescifrable objetivo de “contribuir al desarrollo nacional”.

Por si lo anterior no fuera bastante, se encuentra circulando un proyecto que plantea un modelo de contratación colectiva para las universidades autónomas que, entre otros aspectos, implica que 7 de cada 10 profesores e investigadores serán seleccionados por un sindicato afín al oficialismo, cobrando cuerpo lo que vendría a ser una suerte de “gestión socialista universitaria”.

Callejón sin salida

Es ya casi un lugar común indicar que la crisis política es la que ha parido las dificultades que sufre el país en todos sus espacios y, si bien es cierto que su resolución empieza a despejar el horizonte a fin de que las distintas crisis se vayan solventando, cada una a su modo, cada una a su ritmo. no es pesimista quien alerte que la tarea se llevara su tiempo, que no es cosa sencilla en ninguno de los espacio.

En el diagnóstico de la situación nacional, suele ponerse la lupa en la recuperación económica, lo que por supuesto resulta fundamental. Pero creo que en el análisis se miran desde más lejos las dificultades existentes en otros terrenos, por ejemplo, el de la educación, tema que resulta clave en este mundo en el que todo pareciera redibujarse. Un mundo marcado por la complejidad, la incertidumbre y la velocidad, nacidas de infinidad de interacciones y relaciones causales, que repercuten en nuestra forma de interpretar la realidad, en la base de los sistemas productivos, en la estructura política enmarcada dentro de la globalización y la interconexión, además, obviamente, de tener efecto en el esqueleto organizativo de las sociedades. Un mundo que llama a la unidad del conocimiento humano, la formación interdisciplinar y las sinergias necesarias entre ciencia, tecnología y ciencias sociales y humanas. Un mundo que, conforme a quienes se han ocupado de examinarlo, ya deja ver un punto de ruptura, esto es, el inicio de un nuevo período de la historia que envuelve la resignificación del ser humano, tema que ya es parte relevante del debate intelectual contemporáneo. Un mundo, en síntesis, que va dejando huella a partir de cambios profundos y acelerados que, como señalaría el poeta Mario Benedetti, nos modifican las preguntas, cuando creíamos saber todas las respuestas.

Pareciera evidente, entonces, la necesidad de pensar una transformación radical de nuestro sistema educativo en todos sus niveles, dotándolo de nuevos propósitos, de nuevos esquemas institucionales y de nuevos mecanismos de funcionamiento. Como pareciera obvio, también, anotar que en dicha transformación se juega el porvenir de muchos venezolanos, hoy en día niños y jóvenes, cuya vida actual pudiera ser la metáfora de un callejón sin salida. En suma, luce absolutamente claro que medidas rimbombantes como el Programa de una Gotita de Amor para la Escuela, no le hacen mella a una realidad tan desfavorable, cuya complejidad va más allá de la remodelación de las edificaciones y remiten, subrayo, a la formulación de políticas públicas sustancialmente diferentes a las vigentes, concebidas en función de despejar el futuro de las nuevas generaciones de nuestro país.

El Nacional, miércoles 6 de julio de 2021

El día del padre, (o sea de mi papá)

Ignacio Avalos Gutiérrez

Para este artículo hubiera querido escribir acerca de la épica que ha tejido el discurso gubernamental sobre el Bicentenario de la Batalla de Carabobo, reinventando nuestro pasado y buscando maquillar (literalmente) los graves y diversos problemas que afectan hoy en día la vida de los venezolanos. Cierto, la manipulación del lenguaje es una característica de nuestra época, pero el fenómeno no es nuevo, prueba de lo cual es que Stalin sostenía que “El arma esencial para el control político será el diccionario”. Como queda recogido en varios estudios, nos encontramos ante una “subversión de la lengua”, con un componente emotivo de enorme relevancia, al extremo de que se menciona la “sentimentalización de la política”, aludiendo a las posibilidades de manipular actitudes y formas de pensar, potenciadas al máximo por el tsunami digital.

Me acerque, así mismo, a la idea de colocar la linterna sobre las dos nuevas leyes anunciadas, la de Universidades y la de Ciencia y Tecnología, ambas muy importantes y que debieran ser ampliamente discutidas buscando que entonen con las transformaciones tecnocientíficas que modelan esta época, lo que, tras un vistazo a sus contenidos, luce que no es el objetivo. Y del mismo modo se me ocurrió llamar la atención sobre la propuesta de Nicolás Maduro, orientada a llevar a cabo una “revolución que estremezca todo el sistema de justicia del país”, para lo que constituyó una comisión especial, encargada de renovar sus estructuras a fin de que “nuestro pueblo más necesitado pueda tener acceso a una justicia rápida, oportuna y justa”, un proyecto que no deja de ser insólito en un gobierno que ha averiado todos mecanismos institucionales previstos para garantizar la convivencia social.

También me paseé por la opción de encarar la pandemia, cuyo origen casi se ha vuelto un acertijo de acuerdo al Director de la OMS, quien, luego de año y medio, afirma que “… todas las hipótesis están sobre la mesa y merecen más estudios en profundidad”, apuntando que “las respuestas tardarán en llegar”. Por otro lado, Joe Biden ha ordenado a los servicios de inteligencia que, en un plazo de tres meses, obtengan la información necesaria a fin de sacar una "conclusión definitiva". En esta misma línea incluso imaginé elaborar un escrito a partir del interrogatorio ficticio a un murciélago que me revelara, si detrás de la pandemia hay una conspiración de Bill Gates para favorecer a las empresas farmacéuticas, si la misma se traduce en un alerta que nos manda la naturaleza cada vez más estropeada, si es la muestra de la osadía de un virus que escapó de un laboratorio o si la clave del enigma se ubica, más bien, en las disputas geopolíticas que dibujan hoy en día al planeta.

En suma, hubiera querido abordar, no tan de pasada, algunos de los temas mencionados. Sin embargo, aunque de manera tardía, preferí recordar -vainas de uno, querido lector- el día del padre (o sea el día de mi papá), celebrado el domingo pasado.

A estas alturas de mi historia, luego de haber caminado unos cuantos kilómetros, me acuerdo constantemente de él. Lo imagino, junto a mi mamá, pastoreando a sus seis hijos, enseñándoles a ser dueños de su horizonte, a escoger cada cual su ruta, ninguna similar a la de los otros, pero todas con el sello de sus progenitores.

Sin querer queriendo, él ha marcado el paso a lo largo de mi existencia, indicando cómo debía pararme en la cancha de la vida y, si bien me dio unas pocas recetas básicas, nunca me indicó la posición que debía jugar ni la forma de hacerlo, fue un asunto que dejo en mis manos.

Murió hace un rato largo, cuando apenas contaba con ochenta años, justito antes de que la edad se le viniera encima, según dice una vieja canción. Me enseñó a andar sin él, pero con él, no sé si me explico. Me sembró la convicción de que a pesar de lo alto que nos ponen el listón, hay que brincar con la intención de ser felices, de acuerdo al consejo dado por Joan Manuel Serrat, a quien mi papá nunca oyó, pero no abrigo ninguna duda de que es lo que, junto a mi mamá, siempre le quiso transmitir a sus hijos.

El Nacional, viernes 25 de junio de 2021

La globalización le está quedando grande a los terrícolas

Ignacio Avalos Gutiérrez

Es un fenómeno social que perfila al planeta entero. Visto junto al que emergió a principios del siglo XX, catalogado en la historia como su versión “moderna”, el deporte actual ha cambiado sensiblemente en su concepción, armazón institucional y esquemas de funcionamiento. Se ha convertido en un especáculo universal, la escenificación de la épica al alcance de todos, como podría haber dicho el escritor Javier Marías, dejando su huella por todos lados - en la economía, la cultura, la educación, la política…-, a la par que ha ido destapando la fragilidad de los terrícolas ante las nuevas preguntas que emanan de los procesos de globalización en todos los escenarios de su vida, incluido éste, el del deporte, por supuesto.

Bolsonaro apuesta al Circo (aunque no haya Pan)

La Copa América es el evento de mayor importancia en el balompié en nuestro continente. De acuerdo a la Confederación Suramericana de Fútbol (CONMEBOL) debía celebrarse en Colombia y Argentina. Hace pocos días, ambos países renunciaron a ser anfitriones, el primero debido a los episodios de violencia que lo afectan y el segundo por las restricciones impuestas por la pandemia. De paso cabe señalar que por iniciativa propia, el gobierno de Nicolás Maduro asomó como opción a Venezuela mediante carta dirigida a la CONMEBOL, explicando que se “cuentan con excelentes instalaciones deportivas y hoteleras, así como acceso aéreo”, pero sin que se sepa, de paso, cuál fue la respuesta.

Lo cierto es que los dirigentes del fútbol resolvieron llevar a cabo la competencia en Brasil y contaron con la aceptación instantánea del Presidente Jair Bolsonaro, decisión harto controvertida, debido a las dificultades por las que atraviesa el país, descontrolado a causa de la Covid-19 y sumergido en una situación política y social de proporciones mayúsculas, que, por mencionar apenas un dato, ha colocado al 60% de su población, esto es, alrededor de 125 millones de personas, en condiciones de inseguridad alimentaria.

Las protestas ante la posición de Bolsonaro, han sido numerosas y diversas. La Sociedad Brasileña de Infectología, advirtió que es “absurda e irresponsable, sobre todo ante la inminencia de una tercera ola de contagios producidos por las nuevas y más peligrosas variantes de cepas, como la indiana y la amazónica”. Por otra parte, ciertos gobernadores se han negado a que sus Estados sirvan para albergar los juegos, mientras que otros pondrían como condición que los partidos ocurrieran frente a las tribunas vacías. El mundo político también ha rechazado esta decisión del mandatario brasileño, a la que considera un remedo del Pan y Circo de los romanos, (pero sin Pan).

Asimismo, se han presentado quejas entre los propios jugadores del equipo brasileño, así como de otras selecciones y hasta se ha removido de su cargo al Presidente de la Confederación Brasileña de Futbol, adversario político de Bolsonaro. Y por si no bastara lo anterior, es posible que el evento sea impedido por el Supremo Tribunal Federal, a partir de recursos legales, planteados por políticos y epidemiólogos.

En este contexto, y considerando que la inauguración está prevista para el próximo domingo, la celebración de la Copa América entra en la cancha de los acertijos. Aunque lo más probable es que los intereses económicos y políticos se salgan con la suya.

En Japón también se cuecen habas.

A semejanza con lo indicado respecto al futbol, para dentro de algunas semanas está planteada la inauguración de los Juegos Olímpicos en Tokyio. No obstante la pandemia, el vicepresidente del Comité Olímpico Internacional (COI) aseguró que “… se inaugurarán el 23 de julio, con o sin estado de emergencia”. Sin decirlo nos dice que hay miles de millones de dólares en juego y ni el COI ni el gobierno japonés, quieren salir con los trastos en la cabeza, financieramente hablando. En efecto, los que meten uña en las cuestiones económicas calculan que el COI podría perder cerca de 4.000 millones de dólares si no se efectuaran los juegos. Desde la perspectiva japonesa se habla de una cuantiosa inversión que ronda los15.000 millones dólares.

Unos 15.000 deportistas olímpicos y paralímpicos viajarán a Tokio y permanecerán allí durante dos semanas. A ellos se añaden jueces, periodistas, cuerpos técnicos, en fin, hasta llegar a una cifra de 100.000 personas, provenientes de todas partes. Sin embargo, se prohibió la llegada de aficionados del extranjero y no se ha decidido si se permitirán la presencia de fanáticos locales en los escenarios correspondientes a las diferentes disciplinas deportivas.

Habrá que ver como se calibran los informes de varios organismos médicos solicitando la suspensión del evento olímpico, alertando que puede influir en el agravamiento de la pandemia. De nuevo estamos ante un acertijo, pero igual que en el caso de la Copa América, las apuestas favorecen la opción de que se lleven a cabo las olimpíadas.

La globalización se nos va de las manos

Se ha repetido hasta la saciedad que la actual es una época muy compleja, grabada por profundas crisis que, encima, se entreveran a lo largo y ancho del planeta. La pandemia ha confirmado que carecemos de los instrumentos adecuados para manejar la globalización, según queda a la vista en las limitaciones que se observan en el desempeño de instituciones tales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Y, asimismo y de manera relevante, en la poca capacidad y disponibilidad de parte de los países, para cooperar unos con otros al momento de encarar dificultades comunes. Así las cosas, son muchos los problemas compartidos (cambio climático, migraciones, desigualdad …..) que son considerados primordialmente través del lente nacionalista.

La Casa Común

De la pandemia, o salimos todos o no sale nadie. Nos concierne como especie. La solidaridad no es una opción, sino una obligación. El Coronavirus evidenció limitaciones y defectos del modelo de desarrollo que marca la ruta del mundo. Le dio rostro de crisis civilizatoria. Hay que apuntar hacia una nueva normalidad.

A lo largo de líneas semejantes a éstas, se orientaba el sermón que nos dábamos, los terrícolas, en los primeros meses de esta pandemia, que ya nos luce una eternidad. Ahora lo repetimos menos, si acaso como retórica, como si ya no tuviese pertinencia. El coronavirus y sus secuelas no han sido argumentos de peso para postergar los eventos deportivos que he mencionado. Es apenas una prueba de que no terminamos de entender y aceptar que habitamos una “Casa Común.

¡Que vaina con los terrícolas!

El Nacional, jueves 10 de junio de 2021