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Ignacio Avalos Gutiérrez

El metaverso de Maduro

Ignacio Avalos Gutiérrez

Hugo Chávez acaparó el último tramo de la historia venezolana. Su figura ocupó, sin duda, el epicentro político y en más de un sentido puede afirmarse que se extendió a todos los ámbitos de nuestra sociedad. Su interpretación del país, difundida permanentemente por su agobiadora presencia en los medios de comunicación, se convirtió en la referencia sobre cualquier asunto, desde la geopolítica hasta la crisis del capitalismo mundial, pasando por el beisbol, a cuenta de que fue pícher, y por la música, a cuenta de que tenía buena voz. No pareciera exagerado señalar, por otro lado, que el chavismo represento una manera de ser en la tarima política, que incluso contagió de alguna medida a no pocos de los que lo adversaban.

Chávez: el poder simbólico de la nostalgia.

A Chávez la duda no le acompaño nunca. Su interpretación sobre nuestra sociedad, su pasado, su presente y su futuro, se convirtió en el libreto que progresivamente trazó el rumbo del país. Asumió el rol de caudillo, al principio con cierto disimulo, luego más abiertamente, incluso dejando ver su talante autoritario. Empezó por propiciar la redacción de una nueva Constitución, “la mejor del mundo”, y asomó el “socialismo del Siglo XXI como proyecto para Venezuela, sin que hubiera, salvo algunos amagos, ninguna consulta al respecto.

En efecto, durante su gobierno fueron mínimos los espacios para el diálogo y las demás herramientas propias de la democracia, esenciales para la construcción de los consensos básicos que requiere la convivencia social. En suma, desapareció la política y surgió un país extremadamente dividido y poco cohesionado, atravesado de un lado a otro por la desconfianza, situación en la que, es bueno decirlo, también tuvo responsabilidad, aunque en grado menor, la propia oposición.

Así, durante casi dos décadas, Chávez condujo al país con algunos aciertos, pero sobre todo en medio de grandes errores y omisiones que, sin embargo, alcanzaron a disimularse porque su gobierno tuvo la bendición de un boom petrolero (2008 – 2014) y le permitió transitar un buen tiempo y sin mayores aprietos, el irónicamente denominado camino del “socialismo rentista”, armado en torno a un amplio repertorio de políticas asistencialistas que, temporal y parcialmente, mejoraron la vida de la gente, mientras la Venezuela Potencia cobraba el formato de un espejismo, que cada año se anunciaba como el gran objetivo estratégico de la nación. En síntesis, la obra que dejó tuvo poco que ver con los enormes recursos financieros de los que dispuso durante buena parte de su gestión.

Los desacomodos actuales del país se venían observando, así pues, durante el final del período de Chávez. Desde entonces, el “proceso” empezó a mostrar desviaciones y señales de agotamiento, dejándose ver como una ruta equivocada e inviable, no obstante lo cual en la memoria colectiva ha permanecido como la figura política mejor valorada de la actualidad. Chávez se convertido en nostalgia política, son muchos losvenezolanos convencidos de que si estuviera vivo no pasaría lo que esta pasando.

La realidad paralela

Nuestros problemas se han agravado considerablemente durante la administración de Nicolas Maduro, designado como sucesor en la presidencia por el propio caudillo, poco antes de morir. Aparte de su falta de tino en el abordaje de los temas nacionales más medulares, el nuevo mandatario tuvo que lidiar con muchas dificultades a poco de ocupar el cargo, consecuencia de que la mano invisible del mercado internacional bajó los precios del oro negro.

El nuestro es hoy en día un país roto, esto es, mal cosido, desarticulado, anómico, violento además de fragmentado desde el punto de vista territorial. Un país con lunares notables en todos sus ámbitos (económico, social, educativo, ambiental y paremos de contar), cada vez más autocrático y en el que sus habitantes parecieran “no tener derecho a tener derechos”, según la expresaría Hanna Arent. Un país, dicho en pocas palabras que es todo lo contrario del que nos relató Maduro, durante su mensaje anual a la Asamblea Nacional, en un discurso presumido en el que los hechos fueron abiertamente desconocidos por afirmaciones y estadísticas fantasiosas, dibujando una suerte de realidad paralela, si se me permite el símil, que recuerda el metaverso del que habla Zuckerberg.

Evidentemente, no faltó en su arenga cierta retórica que buscaba barnizar la transición del proyecto del Socialismo del Siglo XXI hacia el actual Capitalismo de Bodegones, nombre este último que desde luego ayuda a su descripción, aunque deja por fuera algunos de sus atributos (dolarización, importaciones libres sin ton ni son, extractivismo salvaje, precariedad laboral, exclusión social, en fin). Cabe imaginar que se trata de un formato impuesto por los hechos, a contramano de las pretensiones revolucionarias, referido por ciertos economistas como el “modelo ecuatoriano”, no en balde uno de los asesores principales del gobierno se desempeñó como Ministro de Hacienda en la época del Presidente Correa.

En su alocución a los diputados, Maduro anunció que gobernaría hasta el 2030 con el propósito de preservar un futuro para los venezolanos, iniciado el año 2021 con pasos firmes y auspiciosos. Sin embargo, no es ser mal pensado creer que en la mente del liderazgo oficialista no hay otra idea que la de gobernar para seguir gobernando, de sobrevivir manteniendo el poder por razones que no son propiamente ideológicas ni doctrinarias, sino grabadas, no sólo, pero en grado nada despreciable, por la corrupción.

Chao al “proceso”, pues.

Replay electoral en Barinas

Como se sabe, el pasado 9 de enero se repitió en Barinas la elección del gobernador efectuada el 21 de noviembre del 2021, en la que había triunfado el candidato opositor. Sin embargo, bastaron y sobraron dos sentencias que se sacó de la manga el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), para ordenar la repetición del evento comicial.

Se trató de una contienda claramente inclinada a favorecer al oficialismo, puesta de manifiesto en las inhabilitaciones exprés de dos candidatos opositores y un disidente del chavismo, la inadmisión de adhesiones de dos tarjetas a postulaciones opositoras, el ventajismo oficial en el acceso a medios de comunicación públicos y la disposición de funcionarios, bienes y recursos del patrimonio público con fines electorales, conformando, así, un elenco de abusos nunca vistos en semejante grado en procesos anteriores. (Para mayores detalles se consultar, entre otras, la página del Observatorio Electoral Venezolano, OEV).

Se corroboró, pues, que el fair play en la cancha electoral no depende solo del CNE, cuya actuación en este último episodio regional fue, sin duda, la más equilibrada de los últimos tiempos, sino que puede ser invadida otros organismos públicos con decisiones que no les corresponden y que atienden peticiones que provienen del alto gobierno.

No obstante lo anterior Sergio Garrido, candidato opositor, logró la victoria sobre el excanciller Arreaza, presentado por el oficialismo, confirmando así la idea de que los votos, cuando se convierten en alud, imponen una verdad que es difícil desmentir, lo que ya se había constatado en las elecciones parlamentarias del 2015.

Obviamente, la elección efectuada en Barinas fue, sin duda, un hecho muy importante desde el punto de vista político, entre otros motivos porque ocurrió nada menos que en el terreno más chavista del chavismo y por tanto su impacto simbólico no puede dejarse de lado. En torno a ella se han tejido varias explicaciones. En el seno de la misma oposición, algunos sectores entrevén en lo ocurrido una ruta para resolver la crisis política, mientras que otros alertan sobre una jugarreta oficial. Por su parte, Maduro reclama el episodio, como una prueba de que en Venezuela hay una verdadera democracia, soslayando las referidas circunstancias en las que tuvieron lugar estas votaciones y en las que con seguridad tuvo algo que ver.

Cambian las coordenadas políticas del país

En el contexto general descrito al comienzo de estas líneas y teniendo como detonante los recientes eventos, tanto el del 21 de diciembre como el del 9 de enero, no es aventurado anticipar que se modifica el escenario político nacional.

En este sentido, habrá que empezar indicando que en ambos episodios la asistencia a las urnas fue importante, lo mismo que la votación opositora, mayor que la del gobierno, aunque en las elecciones de diciembre no se reflejara en los cargos obtenidos, debido a sus discrepancias domésticas. Por otra parte, algunos sondeos preliminares elaborados después de las votaciones de Barinas muestran el aumento de la confianza en la vía electoral como condición (necesaria aunque no suficiente, cabría agregar) para resolver nuestra crisis política.

Como se observa, el oficialismo no salió bien librado en ninguna de los dos procesos. Resultó difícil ocultar las desavenencias que perturban sus filas, que a primera vista sugieren distanciamientos de no poca monta entre el chavismo y el madurismo.

Es forzoso referirse, por supuesto, a la espinosa tarea que afrontan las distintas parcelas opositoras. La lista de asuntos pendientes es larga y comienza por encarar la revisión a fondo los partidos, la división entre unos y otros, así como en el seno de cada uno de ellos, la renovación de sus dirigencia, la necesidad de conformar alianzas con otras organizaciones de la sociedad civil, revisar sus maneras de abordar el apoyo internacional, de elaborar un mensaje común capaz de descifrar e interpretar adecuadamente la situación nacional, reparando en el hecho de que más del 70% de los ciudadanos desea un cambio político, pero no avizora ninguna opción. Debe también, me parece, hacer esfuerzos por abandonar la polarización con el propósito de explorar la posibilidad de negociaciones en diversos aspectos, vitales para el país, asumiendo que el asunto que se tiene entre manos no pasa por el terreno de las leyes, sino por las dinámicas de la política, cosa que, por cierto, Sergio Garrido ha entendido perfectamente. Y debería evaluar con cuidado la apresurada solicitud hecha al CNE para la llevar a cabo, de un referéndum presidencial, teniendo presente que la misma no fue tramitada de manera unitaria, sino a través de dos o tres organizaciones y que las experiencias no han sido exitosas (2004 y 2016), amén de que, en la opinión de los entendidos, su realización tiene complicaciones nada menores.

Sumado a lo anterior, lo más relevante es reconocer las diversas aristas que dibujan la complejidad del conflicto político nacional y las implicaciones que tiene para el trabajo político opositor. Aludo a la necesidad de calibrar el interés que despierta el país desde la perspectiva geopolítica (ojo, los rusos sí juegan), así como a la nueva fisonomía del chavismo-madurismo, embarcado hoy en día en un modelo que del “proceso” apenas conserva su autoritarismo, habiendo modificado la naturaleza y alcance de sus apoyos sociales, así como la orientación de las políticas públicas en los distintos espacios.

Conclusión: no es soplar y hacer botellas

Hay que ser optimista, pero no iluso. Las elecciones recientes son importantes, pero no cambian el status quo del país, si bien amplían las rendijas políticas y trazan el borrador de algunos caminos que antes no aparecían. Sería imperdonable que no se exploraran, entendiendo que no es responsabilidad exclusiva de los políticos y de sus partidos, sino de todos los sectores que forman la sociedad venezolana, cada uno desde sus posibilidades. Nadie queda fuera de la tarea, a todos nos concierne. El trabajo no es fácil, es verdad, pero se trata de abrirle el porvenir al país. Sacarnos de encima, lo repito cada vez que tengo la oportunidad, esa sensación horrible de que la vida venezolana transcurre en una calle ciega.

El Nacional, 21 de enero de 202

2022: repoblar la política

Ignacio Avalos Gutiérrez

A comienzos de año es costumbre que las personas asuman una actitud reflexiva, se pongan en tono de borrón y cuenta nueva y se den a la tarea de imaginar algunos cambios en su vida, anotándolos en una listica y asumiéndolos como un compromiso: que si voy a adelgazar, aprender un idioma, buscar un nuevo trabajo y cosas por el estilo para que nos sirvan de brújula. Yo, por supuesto, hice la mía, con pocas variantes con respecto a la de comienzos del año anterior, pues hice demagogia conmigo mismo y no honré casi ninguno de mis propósitos. En consecuencia, pareció más útil dedicarme a mirar el país e imaginar cómo podría durante el año 2022 ir saliendo del atolladero que lo abruma desde hace tanto tiempo, que se ha vuelto parte del paisaje de cada quien.

La “Venezuela Invertebrada”

A comienzos del siglo pasado Unamuno publicó un libro que dejaba ver sus impresiones sobre España. Me copio el título, España Invertebrada, mas no el diagnóstico, referido a otra sociedad ubicada en un momento histórico muy lejano y por ende muy distinto. Describía allí el filósofo vasco una sociedad “disociada”.

Creo que, guardando las enormes distancias con su texto, la sensación que a uno le deja nuestro país es la de una “Venezuela Invertebrada”, vale decir rota, mal cosida, desarticulada, anómica, así como la fragmentación del poder desde el punto de vista territorial, hecho que lesiona gravemente su condición como nación.

Por otro lado, no es necesario apelar a estudios y estadísticas para enterarnos de la dimensión de nuestros problemas, puesto que la fotografía la tenemos a la mano y nos la sabemos de memoria, además de que es un tatuaje que nos va quedando en la piel. Más allá de la pandemia y de las consecuencias que ha traído consigo a lo largo de casi dos años, las difíciles circunstancias por las que atraviesa hoy en día nuestra sociedad no son, ni de lejos, su principal causa y por tanto no desaparecerán cuando el microscópico patógeno deje a un lado la manía de disfrazarse con una nueva cepa y desaparezca. Lo que sí ha hecho el animalito es ubicar en la vitrina una crisis que no deja un hueso sano en ninguno de los ámbitos de nuestra sociedad, volviéndola intranquila, angustiosa, incierta, acalorada y cuya causa fundamental es un conflicto político que deriva precisamente, del abandono de la política.

Apelar a la política

Escribió el citado Unamuno que lo que define una nación es un proyecto sugestivo de vida en común; los grupos nacionales, añade, «no conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo». En el marco de esta concepción podría decirse que se trata de tener conciencia de un propósito acordado colectivamente y del esfuerzo diario de todos para transitar una ruta que permita alcanzarlo.

En Venezuela soplan vientos adversos para las conversas sosegadas, para las reflexiones sensatas que abran el espacio a la construcción de una convivencia pacífica. La polarización extrema exacerba las diferencias e imposibilita la discusión razonada y de buena fe. Nuestros líderes, con pocas excepciones, piensan desde el obligo de sus intereses. Y desde allí no se puede hablar para proyectar una agenda a partir de la gente, de sus problemas, de sus aspiraciones, de sus derechos y que le dé sentido a su realidad, dentro del marco de la humanización de la política. Hay, pues, que recuperar la palabra, extraviada desde hace demasiado tiempo. El diálogo debiera marcar el temperamento de nuestra sociedad.

La urgente necesidad de acudir a la política se debe, también, a las transformaciones que tejen la época actual, hasta ahora comprensiblemente soslayadas en Venezuela por los apremios que emergen de la cotidianidad nacional. En efecto, el futuro empieza a dejarse ver de la mano de cambios tecnológicos que están transformando radicalmente todos los escenarios de la vida humana, sin que aún contemos con los códigos necesarios para entenderlos y regularlos. En suma, aún no contamos con nuevas maneras para pensar lo nuevo.

El político es un ámbito que hay que repensar y repoblar. La inteligencia artificial, los algoritmos, la robótica y los datos amenazan con despolitizar la política. Algunos textos despuntan la existencia del Ciberleviatán. De ello hablaré en una próxima ocasión, así como de las importantes iniciativas que se están tomando con el fin de cerrarle el paso.

8 de enero 2022

El Nacional

https://www.elnacional.com/opinion/2022-repoblar-la-politica/

2021: reflexiones de un terrícola de a pie

Ignacio Avalos Gutiérrez

Al poco rato de pisar diciembre, últimos días del año, uno sucumbe a la tentación de ensimismarse. Es una suerte de costumbre emocional que opera como reflejo condicionado y dispara la necesidad de reflexionar para ver cómo nos ubicamos en el marco de esta actualidad tan complicada, tan incierta.

Desde el murciélago hasta Bill Gates

Resulta imposible, así ´pues, discurrir por estos días sin aludir a ese animalito microscópico (el SARS-COV-2, como lo llaman los científicos), que ha bordado nuestra vida con una pandemia que poco a poco se nos va haciendo eterna. Inevitable, igualmente, hablar, de la confusión respecto a su origen, puesta en evidencia dentro un menú de explicaciones que van desde los cambios ecológicos hasta el castigo divino, pasando por un fulano murciélago, un ataque terrorista, la creación en un laboratorio, el nacimiento en un mercado chino y hasta la intervención, con quien sabe cuáles intenciones, de Bill Gates, el “filántropo perverso”, como algunos lo identifican. Todo ello ocurre a pesar de que diversos organismos internacionales (también el Gobierno de Biden), aseguran que no cejarán en su esfuerzo hasta identificar cómo y donde surgió el patógeno letal, pregonando a cada rato a que están a punto de hallar la respuesta.

En medio del panorama anterior, las dudas se extienden hasta los medios de protección recomendados, bien sean las vacunas (en sus distintas versiones), otros tipos de medicamentos (la cloroquina, por ejemplo), la mascarilla o incluso hasta la propia estrategia del confinamiento

La sociedad de la información muestra, así, algunas de sus ¿paradojas?, generando un exceso de datos, opiniones y noticias que a la postre deja muchas preguntas en el aire y alimentan nuestro enredo respecto a lo que ocurre y a lo que va a ocurrir. A propósito de ello, ante el surgimiento de la última versión del virus, algunos psicólogos indican que las alarmas han dejado de asustarnos, que la gente se está descuidando. Es, señalan, como si estuviéramos desarrollando “anticuerpos contra el miedo”, justo en el momento en que el Informe de Riesgos Globales, publicado este año por el Foro Económico Mundial (FEM), advierte que las enfermedades infecciosas a escala mundial ocupan ahora el primer puesto.

El síndrome del estadio vacío

La pandemia nos ha cambiado el rostro del tiempo. Los relojes apenas sirven, casi no importa que sean las dos o las cuatro de la tarde. Nuestra existencia es ahora digital y transcurre principalmente en las redes sociales, conforme a nuevos y muy distintos patrones, generando, por supuesto, perfiles diferentes de inequidad social que traslucen las disparidades de la “realidad real”.

La vida es “una locuacidad permanente”, como escribió Javier Marías. Uno echa de menos la época analógica, a la par que eleva el susto por el metaverso de Zuckerberg y otras ideas parecidas que asoman en el horizonte una suerte de realidad paralela, en donde, según los expertos, va a deslizarse la mayor parte de nuestras vidas, ojalá sea esto una exageración, ruega uno.

Afirma Menotti, gran entrenador argentino, que el mundo del fútbol gira alrededor de la relación del futbolista con la gente. Si no hay gente en un estadio, el futbolista no es futbolista. Algo parecido, creo, ocurre con nuestra vida en medio de la pandemia. Experimentamos, digámoslo así, el síndrome del estadio vacío.

La Casa ¿Común?

Desde principios del año 2020, cuando surgió la pandemia, el discurso dominante sobre su gravedad subrayaba la aparición de un problema cuya solución comprometía a toda la humanidad, que nos curábamos todos o que no se curaba nadie, dado que habitamos en una “Casa Común”, conforme a la expresión que popularizo el Papa Francisco. Pero, tal como lo predijeron algunos escépticos, las palabras no brincaron a los hechos, a pesar de que han cobrado forma algunas iniciativas importantes, representando sin duda una señal de esperanza.

En este planeta vertebrado por la desigualdad social, en el que el 10% de la población mundial con mayores ingresos concentra el 52% de la renta global y la mitad de la gente apenas recibe el 8%. Adicionalmente, las reglas que pautan el comportamiento de la economía han permitido que el minúsculo patógeno haya vuelto más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.

No debe extrañar, entonces, que diez países concentren el 80% de las vacunas y que en África escasamente el 3% de la población haya recibido su dosis Cada país ha ido, entonces, resolviendo las cosas según va pudiendo, visto que los terrícolas no acabamos de entender la solidaridad, más que como una virtud, como una necesidad. Su “convivencia” se encuentra signada por el tribalismo, el sectarismo, la polarización, prueba de que no todos vamos en la misma lancha, remando en la misma dirección. En muchos lugares, demasiados, la política ha dejado de entenderse como un medio que hace posible que vivamos juntos. Se ha debilitado cada vez más el compromiso con lo común y la falta de los consensos básicos nos enfrenta unos a otros. El mundo continúa dibujado, en trazos muy fuertes, por conflictos que, a estas alturas, en este contexto, son un absurdo histórico.

Protección a cambio de vigilancia

Distintos estudios muestran que alrededor de dos tercios de la humanidad vive en países cuyo gobierno actúa en formato autoritario, el cual empieza a observarse también, en grado variable, en naciones que venían siendo identificadas como democráticas. En efecto, bajo el comprensible propósito de proteger a la población mediante las medidas requeridas para prevenir y curar, éstas han servido adicionalmente para reforzar un sistema de vigilancia social orientado controlar y manipular la vida de los ciudadanos, recogiendo y almacenando datos que permiten saber no solo adónde va y con quién se encuentra una persona, sino también para observar qué pasa en el interior de su cuerpo (su presión sanguínea, pulso del corazón, actividad cerebral). En esta dirección, el dictamen de Naciones Unidas y de otros organismos es muy claro respecto a la violación de los derechos humanos mediante el uso indebido de los dispositivos biométricos.

Conclusión: un jalón de orejas

La vida en el planeta azul venia revelando sus costuras desde tiempo. Numerosas advertencias que en algún momento sonaron alarmistas, son hoy en día difíciles de negar, salvo por algunos grupos de empecinados que sostiene que en lo del cambio climático, por ejemplo, hay mucha alharaca.

La pandemia ha colmado el vaso, aunque algunos añoran el regreso a la “normalidad”, ignorando que esta fue la que nos trajo hasta donde nos encontramos ahora. En efecto, el crecimiento eterno, en contextos sociales inequitativos, ha orientado el paso del desarrollo durante un tramo largo de nuestra historia en todas las sociedades, se califiquen de derecha, de izquierda o de centro. La pandemia es un jalón de orejas para los terrícolas, un llamado a que reinventen sus modos de vida como especie, conciliando lo local con lo global (“glocalización”, según los entendidos). La reinvención debe tener lugar en medio de los cambios tecnológicos que empiezan a moldear la sociedad desde otras posibilidades que aún no desciframos del todo.

Ante todo lo anterior, y como lo leí en Nexos, una revista mexicana, “Sólo hay una pregunta: ¿Cambiará la humanidad debido a los destrozos provocados por Covid-19?. Sólo debería haber una respuesta.”

El Nacional, miércoles 22 de diciembre de 2021

Dia del Profesor Universitario ¿celebración?

Ignacio Avalos Gutiérrez

El pasado 5 de diciembre se celebró el Día del Profesor Universitario, aunque lo de celebrar suena un poco forzado, vistas las duras condiciones dentro de las que transcurre la vida de los docentes. Baste señalar en este sentido, que, de acuerdo a una encuesta realizada hace poco, la mayoría de ellos obtiene una remuneración que apenas bordea el costo de la canasta familiar. Y mejor no hablemos de otras cosas porque el paisaje desconsuela.

La digitalización forzosa (o la nostalgia de un profesor analógico)

Ciertamente no fué, así pues, un día para festejar, doy testimonio personal de ello. En efecto, soy profesor universitario, aunque de pura casualidad. Nunca me paso por la cabeza serlo. Un día, al poco tiempo de graduado, fui llamado por las autoridades de la Escuela de Sociología para hacerle la suplencia a una profesora que, por razones de salud, tuvo que abandonar las clases a mitad del semestre. A la semana del aviso me vi, para mi propio asombro, parado en la tarimita de un aula del piso 7 de la Facultad de Economía, a cargo de una materia que, aquí entre nos, se encontraba fuera del menú de mis principales intereses y curiosidades intelectuales. Posteriormente, gracias a una inercia bendita, ingresé formalmente y hasta el sol de hoy, aunque no he hecho lo que se llama una carrera académica y nunca me he ganado la vida a través de la docencia, me refiero en el sentido económico, porque en el literal, vaya que me la gané. Apenas me asomo un día a la semana por los pasillos ucevistas y hace casi dos años que no paso por allá, culpa de un animalito microscópico, origen de la pandemia que los terrícolas no hemos sido capaces de encarar.

En consecuencia, me encuentro condenado al zoom, lo digo literalmente sin exagerar. La universidad se encuentra cerrada, por no decir confinada. Los hechos, han impuesto un modo virtual, imprescindible para que lleve a cabo sus actividades, aunque semejante tarea encuentre diversas limitaciones y complicaciones. Es una vía que, desde luego, ha resultado muy útil, que tiene evidentes ventajas y que desde hace rato pareciera dibujar futuro auspicioso.

Pero también es cierto, dicho sea de paso, que carece de los encantos de la vida analógica. No en balde abundan cada vez más los estudios que sostienen que, “lo físico contraataca”. Toma cuerpo una suerte de revancha de lo analógico, instando a comprender que la experiencia humana necesita de ambos mundos –el físico y el digital– si se trata de llevar la vida como debe ser.

Entre tanto, el Siglo XXI hace de las suyas

Al margen de lo anterior, y volviendo al asunto que concierne al artículo, en esta época las universidades dan tristeza, sobre todo las públicas autónomas. Su situación es el resultado de la aplicación de un manual oficial que contiene las instrucciones establecidas que, con pequeñas variantes, lleva más de dos décadas de vigencia. Su propósito es terminar con su autonomía y abrirle la rendija a una línea “académica” cuya finalidad es, palabras más, palabras menos, formar los profesionales que necesita la revolución, una amplia fórmula verbal que da pie para cualquier cosa dado el galimatías ideológico que caracteriza al gobierno de estos últimos tiempos, capaz de hacer compatibles en el marco del socialismo a lo siglo XXI, a los bodegones , el arco minero y las comunas.

En suma, se trata de una iniciativa que va a contramano del concepto de universidad y frente a la cual la resistencia interna, hay que señalarlo con franqueza, no ha sido ni suficiente ni adecuada ni unitaria.

Hay, entonces, que entender la situación que padecen nuestras universidades, pero desde el futuro. Soló desde allí es como puede calibrarse su actual crisis y bosquejar el camino que debe seguir en su transformación. En este sentido, diversas investigaciones han coincidido en señalar una tendencia general hacia la masificación, la diferenciación, la virtualización, la internacionalización, la multiplicidad y diversidad de los actores académicos, la multi e interdisciplinariedad y otros temas que perfilan un mapa distinto en el que no todo es color de rosa, por cierto, obligando a acomodar la brújula para orientar los cambios que haya que hacer.

HARINA DE OTRO COSTAL

No quiero llover sobre mojado. Han sobrado las opiniones, como era natural. Han sido numerosas, distintas y hasta contradictorias. Y lamentablemente, a muchos nos queda la sensación de que el evento del domingo 21 de noviembre no sirvió para lo que debería haber servido, esto es, para empezar a desenredar nuestro conflicto político, ese que nos agobia desde hace tiempo y que nos deja a todos la impresión de que la vida venezolana ocurre en una calle ciega, sin que ni los tirios ni los troyanos que se mueven en la escena política, parecieran darse cuenta de ello.

Ojalá, pues, que éste no sea el saldo que nos dejan las recientes elecciones y que lo que escribo no sea sino el efecto de un parpadeo emocional que tomó por sorpresa a mi optimismo.

El Nacional, 8 de diciembre de 2021

60 años del CENDES (en pocas palabras)

Ignacio Avalos Gutiérrez

Lo sabemos todos. No hablemos, pues, de la situación de las universidades públicas autónomas. No hablemos, ´por tanto, del último golpe a la USB, ni de la reciente visita nocturna de Nicolás Maduro a la UCV presumiendo, con bombos y platillos, de la reconstrucción que el gobierno lleva a cabo en un recinto que “...se parece al retén de Catia…” como si su gobierno no tuviera nada que ver con las deplorables circunstancias en las que se encuentra desde lo que ya parece una eternidad.

El panorama es trágico en todo el sistema de educación superior y sus consecuencias las pagarán particularmente, y muy caro, las nuevas generaciones que, además, ya sufren en carne propia la precariedad que rodea a la educación primaria y secundaria, no importa la epopeya oficial que busca disimularla mediante estadísticas de origen desconocido, que tratan de refutar la obcecación de los hechos.

Una institución que abrió caminos

Pero a pesar de todo, hay buenas noticias que abren una ranura para que entre algo de aire fresco. Una de ellas, es el Centro de Estudios para el Desarrollo (CENDES), de la UCV, que por estos días cumple sesenta años de fundado, una verdadera proeza en un país más bien acostumbrado a organizaciones que si acaso llegan a su adolescencia, hecho notable sobre todo en estos últimos veinte años.

Se trata, el CENDES, de un organismo de investigación y postgrado, inaugurado cuando el país salía del régimen de Pérez Jimenes y se iniciaban cuarenta años de democracia que. con sus altibajos y déficits nada menores, hoy en día echan de menos comparados con los enormes e inéditos conflictos y dificultades que trazan la vida de los venezolanos.

Como resultado de la iniciativa de intelectuales venezolanos y algunos latinoamericanos emergió, entonces, un centro de investigación y postgrado dedicado a la planificación y a los problemas del desarrollo, que le venía al país como anillo al dedo. Según el testimonio de quienes han recogido su historia, el CENDES fue pionero en Venezuela en cursos de cuarto nivel en Ciencias Sociales y precursor igualmente, en este caso a nivel latinoamericano, en el diseño novedoso de líneas de investigación en torno a cuestiones tales como conflicto y consenso, cambio político, reforma agraria, procesos de urbanización, estilos de desarrollo, metodología de la planificación, procesos sociohistóricos del país y de la región, crisis del sistema mundial, y análisis de políticas en ciencia y tecnología, salud, educación, entre otros ámbito de enorme interés, asuntos que abordó a partir de ópticas interdisciplinarios. Además, y por si todo lo anterior no bastara, fue una institución pionera en los estudios de prospectiva.

Un mundo perplejo

A finales del Siglo XX, las controversias en torno al tema desarrollo empezaron a cobrar fuerza en todos los rincones del planeta. Los procesos de globalización (sin instrumentos adecuados para su gobernanza), la redefinición de los Estados Nacionales, los avances del conocimiento y las transformaciones tecnológicas “disruptivas” y aceleradas con incidencia en todos los escenarios de la vida humana, las consecuencias que derivan del cambio climático, la desigualdad social, el nuevo dibujo que traza la demografía y mejor no sigamos porque la lista es extremadamente larga y basta con advertir que se decanta en un consenso cada vez mayor en torno a la idea de que el modelo de desarrollo que nos ha traído hasta aquí, no da para más

Frente a esta pluralidad de urgencias, la investigación en el CENDES ha ido diversificando sus focos de interés, pero manteniendo el eje en la problemática del desarrollo, concepto que necesita ser redefinido y profundizado para insertarlo en los procesos históricos actuales., los que algunos prefieren describir como una “crisis civilizatoria”.

La realidad que estamos observando marcha rápidamente, dejando en el camino preguntas cuyas respuestas apuntan a encarar la manera de orientar el futuro que se nos viene encima. Son respuestas que buscan ir despejando el horizonte, tarea en la que desempeñan un papel fundamental las ciencias sociales y humanas. No creo exagerar si digo que los cambios revolucionarios que nos rodean no tienen piloto para darle un rumbo. Este pareciera ser anárquico, va en la dirección que le pautan diversos intereses sin que, en general, partan de la premisa de que habitamos un planeta en el que lo que ocurre nos concierne cada vez más a todos.

Uno celebra entonces este aniversario CENDES, una organización que, contra viento y marea, en medio caminos tejidos por piedras, funciona y va cambiándose, asumiendo la complejidad que tejen los tiempos que corren

La fachada

Paso frecuentemente por donde está el CENDES. El deterioro de su fachada, vaticina lo peor respecto al estado en el que se encuentra la institución. Casi imposible abandonar esa sensación. Es muy difícil imaginar que los que la integran sean capaces y les sobre el empeño y la pasión para tratar de llevar a cabo, con sus lógicas e imprescindibles variaciones, las tareas que le dieron origen a la institución, transcurridas estas primeras seis décadas seis décadas.

Como postdata, no puedo dejar de señalar que pertenecí de manera intermitente al CENDES. Intermitente, digo, porque entraba y salía, aunque no me acuerdo de los motivos por los que lo hacía. Lo que si tengo siempre presente es lo mucho que le debo al personal administrativo, a mis compañeros, a mis alumnos, a mis profesores y a quienes en diversas etapas dirigieron la institución. Tengo por seguro que el tiempo nunca me será suficiente para darle las gracias a todos, por tanto.

El Nacional, miércoles 17 de noviembre de 2021

Que va a saber usted lo que es la vida, si no sabe de beisbol

Ignacio Avalos Gutiérrez

Por mera cuestión de honestidad con el lector, debo confesar que el presente escrito es un refrito de tres artículos publicados hace algún tiempo. Lo hago para evadir momentáneamente los temas que agobian al país y acercarme, aunque sea por un rato, a un escenario más amigable, como lo es el estadio de beisbol.

I.

Que va a saber usted lo que es el amor si nunca quiso a ningún equipo.

La tristeza, si nunca salió derrotado del estadio.

La felicidad, si nunca sintió lo que es ganar un campeonato.

El dolor, si nunca experimentó que le eliminaran a los suyos.

La ternura, si nunca estuvo sentado junto a un niño triste, moqueando que lloraba la derrota de su club.

La fraternidad, si nunca se dio un abrazo con un fanático desconocido que llevaba la franela y la gorra de su mismo equipo.

La tolerancia frente a personas que son de otras divisas (que no vale la pena nombrar).

II.

Que va a saber usted lo que es el miedo a un ataque al corazón, si nunca vivió un noveno inning con el equipo contrario con las bases llenas, sin outs, y el suyo ganando apenas por una carrera.

El insomnio, si nunca se acostó en la víspera de una final de campeonato.

La consulta a un psiquiatra, si su club quedó eliminado al ratico de empezar el torneo.

Las ganas de auto suicidarse, si su equipo perdió la clasificación a la serie final por medio juego.

III.

Qué va a saber usted lo que es sentir pánico, si nunca vio la cara de un jugador sorprendido, puesto out en la tercera base.

El ridículo, si nunca miró a alguien dejar caer un flaycito al cuadro o poncharse con un lanzamiento alto.

El susto si nunca fue testigo de un lanzamiento pegado (a noventa millas), que casi mata a tu pelotero favorito.

Un amuleto si nunca le prestó atención a la frecuencia con a que los beisbolistas se tocan sus genitales cuando se encuentran en una situación crucial para el partido.

IV.

Que va a saber usted lo que es la fe, si nunca creyó incondicionalmente en un equipo

El sexo, si nunca experimentó el orgasmo gracias a un jonrón que sirvió para que su equipo ganara en extra-inning.

La lealtad, si nunca se mantuvo fiel a un equipo aunque perdiera.

Los límites de la vejiga si jamás la sometió a una cola de cincuenta personas, todas esperando para entrar al baño

La arrechera si el manager saco al picher cuando no debía y por eso cree que perdió su equipo.

La injusticia si nunca sufrió la sentencia de un umpire declarando out al corredor que anotaba la carrera que le daba la victoria a los tuyos.

Las diferencias sociales si nunca miro desde las gradas, la zona VIP del estadio.

V.

Qué va a saber usted lo que es la música, si nunca oyó el grito de los fanáticos de su equipo.

El ruido, si nunca oyó el grito de los aficionados del equipo rival.

El perfume, si nunca percibió el olor de la muchedumbre reunida en un estadio de béisbol.

El vacío existencial si nunca sintió la llegada del final de una temporada y se empezó a preguntar cual era ahora el sentido de su existencia en este mundo.

Las ganas de autosucidarse, si nunca vencieron a los suyos en el último minuto de un extra inning de 13 entradas.

VI.

Qué va a saber usted lo que es la estrategia, si nunca se leyó misterioso el librito no escrito que rige el juego de beisbol.

Lo que es la táctica, si nunca se percató de la lógica de un boleto intencional o de un toque de bola.

Una Constitución Nacional, si nunca reviso las normas casi perfectas que rigen el béisbol.

El estado de derecho si desconoce cómo se cumplen las leyes en el terreno de juego.

Un Tribunal de Justicia si no observo actuando a los umpires.

Gobernar si jamás fue manager.

El Derecho Constitucional a la Evasión si nunca se refugió en un estadio a sabiendas de que el exceso de realidad es nocivo para la salud

VII.

Qué va a saber usted lo que es el estoicismo si nunca vio a un catcher agachado nueve innings, cuidándose además de que no le den un pelotazo en los testículos.

Lo que es el estrés, si nunca se puso en el pellejo de un manager.

La serenidad, si nunca le prestó atención al comportamiento de un pitcher relevo que llega al montículo para resolver una crisis que decide la suerte del partido.

La tensión, si nunca se fijó en el rostro de un bateador puesto en tres y dos.

VIII.

Qué va a saber usted lo que es la acrobacia, si nunca vio un doble play.

Lo que es la habilidad si nunca vio a nadie atrapar una pelota de espaldas y contra la pared.

El suicidio, si nunca presenció una jugada de squeez play.

La osadía, si nunca fue testigo de un robo de base.

El riesgo, si nunca vio como un picher desafió con una recta por el medio del home al jonronero rival.

La ley de gravedad, si nunca se sentó detrás del catcher y miró los vaivenes de una bola de nudillos lanzada por un pitcher zurdo.

La desfachatez del “manager de tribuna” que sabe siempre cual es la mejor estrategia en el juego, que ´por supuesto suele ser la contrariara de la que tomo el verdadero responsable de dirigir el equipo.

IX.

Qué va a saber usted lo que la falta de gobierno, si nunca hizo una cola para entrar al estadio.

Lo que es el capitalismo salvaje, si nunca topó con los revendedores de entradas.

El caos, si nunca sus riñones le mandaron orinar a mitad de juego.

El hambre, si jamás se comió un pincho en las afueras del estadio y le supo a parrilla argentina.

X.

En fin, qué va a saber usted de la vida si nunca asistió a un estadio de béisbol.

Lo que es la nada, si nunca entro a un estadio vacío.

Lo que es la religión si nunca fue feligrés de Los Tiburones de La Guaira

Ignacio Avalos Gutiérrez

El Nacional, Sábado 12 de noviembre de 2021

“Mision Universidad Bella”

Ignacio Avalos Gutiérrez

Dicho sin pizca de exageración, el sistema de educación superior venezolano hace agua por todos lados, incluyendo de manera significativa a las universidades públicas autónomas. Las consecuencias serán graves y las pagarán sobre todo los niños y los jóvenes, a quienes desde ya les está tocando experimentar el enorme déficit que rodea su vida escolar.

El jueves por la noche

La semana pasada una pequeña comitiva encabezada por Nicolás Maduro, acompañada por escoltas, se introdujo subrepticiamente en la Universidad Central de Venezuela (UCV). El objetivo de su presencia era fiscalizar el curso que llevan los trabajos de remiendo en su estructura física, dañada progresivamente a lo largo de dos décadas y cuya responsabilidad recae principalmente en las acciones y omisiones del gobierno, el actual y el anterior, contempladas en lo que muy acertadamente se ha definido como un manual que contiene las instrucciones que deben cumplirse en función de la destrucción universitaria. No creo necesario extenderme en los detalles, apenas diré, como ejemplo, que el presupuesto acordado para la UCV ha sido deficitario durante mucho tiempo y que en el año 2021 equivale a un poquito más del 2% de lo requerido.

La mencionada visita fue recogida para la posteridad en un video que muestra el paseo de Maduro por distintos sitios, pontificando en materia de diagnósticos y pronósticos sobre la educación superior y reivindicándose como el titán del rescate de una institución asfixiada por motivos que evalúa como si le fueran ajenos, transfiriéndole la responsabilidad a terceros, esta vez sin mencionar al imperialismo, según me pareció,

Al término de la película y sin que hubiera el más mínimo gesto con el fin de disimular el abuso que estaba cometiendo, Maduro designa Protectora de la UCV a Jacqueline Farías, ex alcalde de Caracas y actual jefa de la Misión Venezuela Bella, remarcando de esta manera su convicción de que cualquier problema se resuelve tapando unos huecos, colocando unas baldosas y echando una manito de pintura, todo envuelto dentro una llamativa consigna, lubricada por una buena dosis de épica.

¿Hacia la Universidad Oficial?

Por más obvio que luzca, cabe advertir que lo más trascendente no es rescatar las aulas, los jardines y ni siquiera el icónico reloj de la plaza del rectorado, sino respetar el ethos académico, vertebrado en torno a la libertad de pensamiento, absolutamente clave en medio de la llamada Sociedad del Conocimiento, caracterizada por grandes transformaciones tecnocientíficas que se desbordan, impactando todos los espacios de la vida humana, dejándonos la sensación de que todo está a punto de ser otra cosa.

En fin, no olvidemos que, a raíz del fallecimiento de su Rector, Enrique Planchart, a la Universidad Simón Bolívar (USB) le fue embargada su autonomía, si es que cabe decirlo de esta manera, y el gobierno se sacó de la manga unas nuevas autoridades. No hay que ser muy perspicaz para pensar que el episodio recogido en el referido video, pudiera insinuar algo parecido, es decir, la conversión de la UCV en una institución oficial, que no publica, y sin autonomía, bajo el formato de un centro de adoctrinamiento.

Visto lo anterior, yo, Profesor de a pie de la UCV, respaldo todos los esfuerzos que se lleven a cabo para impedir que tal cosa ocurra, enmarcados en una crítica interna que reconozca cierta desidia con la que vimos como pasaba lo que pasaba

El Nacional, miércoles 26 de octubre de 2021

Se apagó Zunkenberg

Ignacio Avalos Gutiérrez

Se apagó Zuckerberg, (a) Facebook, y las redes sociales dejaron de funcionar cerca de seis horas, una eternidad en la que más de tres mil millones de terrícolas, esparcidos alrededor de todo el planeta, no pudieron comunicarse por donde habitualmente lo hacen para informarse y conversar en torno a un menú casi infinito de cosas. Fue la debacle de un espacio en el que la humanidad pasa cada vez más tiempo y en el que, además, se desenvuelven cada vez más actividades (educación, trabajo, entretenimiento, comercio, finanzas, política, ciencia, en fin), sobre todo en esta época de pandemia.

De inmediato, se iniciaron las especulaciones sobre sus causas, aunque Facebook no demoró mucho en informar que la caída no estaba relacionada con un ciberataque ni nada por el estilo, pero sin lograr impedir que quedara al aire la debilidad de un sistema que parecía a prueba de todo. Por otro lado, y como cabía esperar, la mano invisible e inmisericorde del mercado castigó a la empresa, reduciendo de manera importante el valor de sus acciones, mientras los competidores sacaban provecho de su desgracia.

Lo peor no fue la desconexión

Frances Haugen, ingeniera informática, ex empleada de Facebook, fue quien filtró los documentos internos de la empresa que ahora provocan un gran escándalo. Habiéndose mantenida en el anonimato tras su renuncia, reveló su identidad la madrugada de este lunes en un programa de televisión, señalando que “…. la compañía era consciente de que Instagram, su red social de fotos, era tóxica para muchas adolescentes, que “…. siempre escogía optimizar su propio interés, ganar más dinero” y denunciando que “…oculta buena parte de los males que provoca”.

Por si no fuera suficiente lo anterior, la prensa dio a conocer que la fiscalía norteamericana inició una investigación criminal sobre su práctica de compartir la información de los usuarios sin contar con su autorización, tema que se encuentra sobre el tapete desde que la empresa admitiera que fueron extraídos los datos privados de 87 millones de usuarios.

Por su parte, Edward Snowden, ex funcionario de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, hoy en día residente en Rusia, le echo más leña el fuego manifestando, ironía de por medio, que "Facebook e Instagram se desconectan misteriosamente y, durante un magnífico día, el mundo se convierte en un lugar más saludable". Expresó también que lo ocurrido “parece un ejemplo fácilmente comprensible y popular de por qué dividir cierto monopolio en al menos tres partes podría no ser una mala idea…”, haciéndose eco de iniciativas y denuncias cuyo objetivo es disminuir el poder de los llamados “gigantes tecnológicos”

Un porrazo a la utopía digital

La actual fascinación por las redes sociales, ha recibido un rudo golpe. Como lo ha escrito el filósofo Daniel Innenarity, es muy humana la ilusión que alimentan las nuevas tecnologías. Así, “Marx creyó que el ferrocarril disolvería el sistema de castas en la India; el telégrafo fue anunciado como el final definitivo de los prejuicios y las hostilidades entre las naciones; algunos celebraron el avión como un medio de transporte que suprimiría, además de las distancias, también las guerras; sueños similares acompañaron al nacimiento de la radio o la televisión.”

A propósito de lo anterior cabe apuntar que desde hace un buen tiempo se ha establecido que el desarrollo tecnocientífico tiene lugar en un determinado contexto social, que obviamente influye en la manera en que se utilizan las innovaciones, determinando, sobre todo hoy en día, que su gobernabilidad sea un problema ineludible en la agenda humana. Continuamos, sin embargo, con instituciones y normas inadecuados para orientar los propósitos y usos de los avances digitales y en general del nuevo paradigma tecnológico, integrado, además, por las nanotecnologías, las biotecnologías y las neurotecnologías, al que se han incorporado las ciencias sociales y humanas, de acuerdo con un formato que dejaré pendiente para otro artículo.

Qué dirá Zuckerberg

Progresivamente ha ido aumentando el consenso respecto a la idea de que el entorno que emerge de la digitalización, es un espacio de relación compartido y común. El mismo no puede estar en las manos, prácticamente libres, de empresas que manejan sus propios códigos, dándose incluso el lujo de cancelar cuentas, como hizo Facebook en el emblemático caso de Donald Trump, alegando que sus mensajes a propósito del asalto al Capitolio, estimulaban la violencia, infringiendo las reglas establecidas en su “política de integridad cívica"

El asunto es, entonces, disponer de procedimientos públicos, transparentes y democráticos, fundamentados en los derechos humanos, para evitar esa suerte de anarquía digital que hoy en día enfrentamos.

Dicho sea de paso, aparte hablar de la falla técnica, que a uno le suena a algo así como que es sólo cuestión de unos cablecitos que se desenchufaron, ¿qué dirá Zuckerberg de lo que salió a la luz después del apagón de su compañía?

El Nacional, jueves 7 de septiembre de 2021

Petitissimo Larouse de la actual política venezolana

Ignacio Avalos Gutiérrez

Compendio de palabras básicas para medio entender el país

A

Abstención. Decisión política que en diversas ocasiones han tomado algunos sectores opositores, suerte de un autogol o tal vez de auto suicidio, como dicen que dijo Carlos Andrés Pérez

Anomia. Situación en el que los vínculos sociales se debilitan y la sociedad pierde su fuerza para integrar y regular adecuadamente a los individuos. A pesar de que este concepto lo elaboró el célebre sociólogo Emile Durkheim hace bastante tiempo, resulta muy útil para comprender la actual sociedad venezolana.

Arco Minero. Zona del sur de país donde se concentran reservas importantes de agua dulce y una gran biodiversidad, que se explota bajo el marco del “capitalismo, rentista extractivista”, en nombre del Socialismo Ecológico.

B

Bolívar, Simón. Artífice de la independencia nacional, cuya historia ha sido reescrita al extremo de que parece que él hubiera sido chavista antes que Chávez.

Benedetti, Mario. Gran escritor uruguayo, quien sin ser politólogo señalo que la humanidad enfrenta dos grandes peligros: “La derecha cuando es diestra y la izquierda cuando es siniestra”

Bodegón. Bodega grande en la que se venden exquisiteces, casi todas importadas, con precios en dólares y asequible sólo para una parte pequeña de la población. Término que ayuda a describir el actual del modelo económico.

Burbuja. Espacio pequeño y aislado de la sociedad en el que vive una minoría de venezolanos y desde el que resulta imposible imaginar como transcurre la vida de la gran mayoría de sus compatriotas

C

Carvajal. Pollo que amenaza con hablar como si fuera Loro

Casinos. Establecimientos en el que tienen lugar los juegos de azar, cerrados hace dos décadas por el Presidente Chávez, quien los consideraba “lugares de perdición de la burguesía”. Maduro anunció hace unos días que se abrirán 30, advirtiendo, para endulzar ideológicamente la medida, que los recursos generados se emplearían en la educación y la salud.

Canasta básica. Creación teórica los economistas, muestra inequívoca de que el ingreso de la mayoría de los venezolanos no da para las tres comidas de cada día.

Corrupción. Practica recurrente en el contexto de la gestión oficial, respecto a la cual el sistema de justicia se hace el desentendido

CH

Chambita. Puesto de trabajo medio chimbón, considerado como privilegio en estos tiempos de crisis

China. País asiático. Inventor de los juegos artificiales y de un modelo económico regido por un capitalismo, administrado por el Partido Comunista. Hay quienes creen que el gobierno actual pretende transitar caminos parecidos, con su toquecito tropical, claro está.

D

Discurso Oficial. Relato en el que la realidad es un detalle menor, respecto al que no es preciso guardar ninguna una relación de concordancia.

Dialogo. Ingrediente esencial para tejer la convivencia social, según se ha escrito desde los tiempos de Perogrullo

Diáspora. Seis millones de venezolanos que han optado por no vivir en su país.

Dólar. Moneda local en la República Bolivariana de Venezuela.

E

Educación. Aspecto clave en la llamada sociedad del conocimiento, cuyas deficiencias son imposibles de exagerar en la sociedad venezolana

Escasez. Palabra que retrata todos los escenarios de la vida cotidiana y que se hace particularmente evidente en la falta de futuro para los más jóvenes.

Estado. Ente invisible para gran parte de la población en lo que respecta a seguridad, justicia, salud, educación y otras menudencias parecidas, pero muy visible en sus maneras de ejercer el poder.

Fuga de cerebros. Exportación de capital intelectual que descapitaliza seriamente al país.

Futuro. ¿Como será la semana que viene?

I

Ideología. Palabra chiclosa que se puede emplear, acomodándola a casi cualquier situación.

Iguana. animal que suele ser acusado como responsable de los daños que sufren los servicios públicos, en alianza con la acción terrorista de algunos grupos financiados desde el exterior.

Intervención Extranjera. Sueño de algunos opositores de cara a la solución de la crisis venezolana, cuyo cumplimiento hubiese sido una pesadilla, según lo muestra la historia universal.

M

Machismo. Muerto que aún goza de buena salud, a pesar de las palabras, los palabros y les palabres

Moto. Bípedo mecánico que convertía a su jinete en víctima automática de cualquier redada policial durante la anterior república, pero también en ésta.

Mazo. Objeto contundente que puede ocasionar daños graves. Algunos dirigentes del oficialismo se valen de la esa palabra como metáfora de la política

N

Niño de la calle. Niño de la Patria que sigue viviendo en la calle.

Nostalgia. Percepción indulgente del pasado que obvia los polvos que trajeron estos lodos de hoy.

Negociación. Proceso que tiene lugar en México entre la oposición y el gobierno, cuyo trasfondo no debiera ser la disputa por el poder, sino llegar a los acuerdos que resuelvan el drama que vive el país.

O

Ombligo. Pequeña cicatriz ubicada en medio del vientre de los seres humanos. En buena parte de nuestros lideres políticos representa la única perspectiva desde la que miran la sociedad, haciendo que a veces que el escenario político se asemeje a un festival de egos.

Oposición. Partidos y grupos diversos contrarios al gobierno, que a veces suelen parecer contrarios entre sí.

P

Palabra. Instrumento esencial de la comunicación humana. Algún politólogo tendrá que establecer cuanto de la crisis que padece el país, se debe a la forma como se han dicho las cosas.

Pandemia. Epidemia universal causada por un bichito microscópico que ha puesto en jaque al planeta, inclusive Venezuela, país en donde es difícil saber de las andanzas y perjuicios del coronavirus en sus distintos disfraces.

Pensamiento único. Pensamiento que se opone radicalmente a los pensamientos únicos de los demás.

Política Financiera. Borrar cada cierto tiempo el número de ceros al Bolívar para disimular la inflación y otras incongruencias de nuestra economía, según opinan algunos economistas enemigos del gobierno.

Privacidad. Derecho humano que cada vez se ha visto más comprometido en el mundo, inclusive en Venezuela, por supuesto.

R

Redes Sociales. Espacio en donde hoy en día sucede buena parte de la vida humana. Escenario libre de filtros, en el que en buena medida ahora transcurre la política para bien, para mal y para todo lo contrario, obligando a repensar la democracia, según argumentan varios autores.

Rojas, Yulimar. Notable atleta venezolana. Rara avis en medio de los graves problemas que rodean al deporte nacional.

S

Salario Mínimo. Remuneración que solo alcanza para llevar una vida microscópica.

Sastre. Señor que hace trajes a la medida del cliente. Metáfora de los diputados de la Asamblea Nacional, encargados de elaborar leyes al gusto del poder ejecutivo, aprobadas casi siempre por unanimidad y en primera discusión.

Socialismo del Siglo XXI. Proyecto de sociedad que asomó el chavismo durante los primeros años, que luego se transformó en algo semejante al Socialismo del Siglo XX, hasta convertirse hoy en día en un capitalismo incipiente, tipo burbuja, cobijado por el autoritarismo político y bañado en el poco jugo que aun le queda a su retórica revolucionaria.

Sociedad Civil. Grupos diversos que actúan en el ámbito público fuera de las estructuras gubernamentales y de las organizaciones políticas. Pese a los obstáculos que enfrentan, llevan sobre su espalda buena parte de la disidencia política en el país.

T

Transición energética. Proceso que se orienta a la utilización de energías verdes en sustitución de los combustibles fósiles, planteando desafíos importantes a un país petrolero que no ha puesto el empeño suficiente en diversificar su economía y cuyo aparato productivo se encuentra por el suelo, muy lejos de la Venezuela Potencia, siempre presente en la propaganda oficial.

Tsunami. Tormenta generada por profundas transformaciones tecnocientíficas, que sorprenden a Venezuela sin paraguas.

U

Unidad. término que produce alergia en ciertos sectores opositores, a pesar de que les dio el triunfo en los comicios del año 2015.

Universidades Autónomas. Instituciones que a pesar de ser públicas, pareciera que pueden ser expropiadas por el Estado. En virtud de ello, y sin importar lo que establece la Constitución, se ha venido desarrollando durante varios años una estrategia que hace apenas una semana dio su primer fruto para el gobierno: Universidad Simón Bolívar (USB). De ahora en adelante será una universidad autónoma en manos del Estado.

V

Voto. Instrumento necesario, aunque no suficiente, para solventar las graves dificultades por las que atraviesa el país.

Violencia. Elemento omnipresente en la fisonomía de la sociedad venezolana.

Vida. Algo que ocurre mientras estamos exclusivamente ocupados por el día a día, según podría haber dicho John Lennon, si estuviera entre nosotros.

Y

Yo. Ciudadano de a pie para quien el optimismo no es una opción, sino una obligación, como sostiene Daniel Innenarity, filósofo español.

El Nacional, miércoles 22 de septiembre de 2021

Play Matters

Ignacio Avalos Gutiérrez

Una mínima honestidad me exige iniciar estas líneas señalando que quien las escribe es un “baby boomer”, conforme a una categoría que lo ubica como nacido en tiempos predigitales, esto es, alguien para quien los dispositivos tecnológicos actuales significan una realidad “sobrevenida”, en la que surfea lo mejor que puede.

Así, aunque me muevo con cierta dignidad en varios rincones del espacio digital, me encuentro lejos del mundo de los video juegos y con respecto a los E-sports guardo una absoluta indiferencia, dado que no alcanzo a entender, por ejemplo, que alguien prefiera jugar futbol sentado frente a una pantalla, en vez correr en una cancha con veintidós tipos disputándose el balón para marcar un gol.

Sin embargo, me atrevo a escribir sobre el asunto porque advierto en los videojuegos el reforzamiento de señales que se están mostrando hace tiempo y de manera muy acelerada, en otros contextos que no me resultan tan ajenos.

Drogas electrónicas

Leo, pues, que en el mundo hay alrededor de 2.500 millones de personas de todas las edades, que diariamente se acercan a los videojuegos en sus múltiples formas, redibujando el tiempo dedicado al ocio y abriéndole el camino a un negocio cuyas cifras actuales son estratosféricas.

Con más de 665 millones de jugadores, China es el mayor mercado del mundo. Se estima que sus ventas en 2021 estarán en torno a los 41.700 millones de euros, y se espera que para 2025 el monto se eleve hasta alcanzar alrededor de 60.000 millones, siempre y cuando se mantenga la tendencia que viene registrando, cosa que está por verse.

Está por verse, digo, porque desde hace dos años, China ha mostrado su preocupación por el daño que pueden causar los videojuegos, principalmente en niños y adolescentes, un 60% de los cuales los practica de manera habitual. Se convirtió así, en el primer país en declarar la adicción de los jóvenes como un "desorden clínico", mientras que los medios de comunicación estatales, menos cuidadosos en el empleo de las palabras, los definieron como "opio espiritual" y "drogas electrónicas”.

En virtud de lo anterior, recientemente el Gobierno elaboró un conjunto de normas que limita drásticamente el tiempo de exposición a los jugadores menores de 18 años: de lunes a jueves a tres horas semanales y de viernes a domingo a una hora, de 8 a 9 de la noche. Las nuevas pautas se aplicarán universalmente a todas las plataformas de juegos en línea que operan en China, a partir de un sistema común que identifique la identidad y edad del usuario.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace menos de un mes publicó su nueva Clasificación Internacional de las Enfermedades, en la que incluyó por primera vez la adicción a los videojuegos, poniéndola dentro de la sección correspondiente a "trastornos mentales, del comportamiento o del desarrollo neurológico". La normativa adoptada entra en vigor a partir del año entrante, en los casi 200 países que integran la referida organización

Play Matters

Nadie puede oponerse a establecer determinadas reglas en función del diagnostico expuesto por la OMS. Pero se han prendido las alarmas por la influencia que pueden tener las plataformas y su capacidad para extraer datos de todo lo que ocurre mientras esta encendida la pantalla. “Los datos de quién eres son muy valiosos, los datos de qué quieres ser lo son todavía más. En los juegos se ve lo que aspiramos a ser”, dice Miguel Sicart, filósofo español, autor del libro Play Matters.

En el caso chino la industria del videojuego guarda el control de los datos de millones de usuarios, convirtiéndose, así, en una pieza más del sistema de vigilancia que ha logrado armar su gobierno para supervisar la vida de los ciudadanos en casi todos sus aspectos, incluso en “el control actual de los úteros a través de la planificación familiar”, como expresaba un sociólogo chino, cuyo nombre obviamente no puedo recordar. La tarea, añadía, se realiza mediante dispositivos tecnológicos que. unidos a los sistemas de calificación social, dan lugar a esquemas para catalogar a los ciudadanos.

La «Gran Cibermuralla» bloquea a las grandes empresas extranjeras (Apple, Samsung, Microsoft, Facebook…), a fin de que no se cuelen mensajes políticamente inconvenientes para el gobierno. La población no tiene otra versión de la realidad que la que le brindan sus autoridades, Vive, pues, una realidad paralela, recreada por su gobierno conforme a un diseño que incluye censura, vigilancia, adoctrinamiento, desinformación … Así las cosas, dentro del paisaje por donde transcurre la vida de los ciudadanos, el control social es parte de la normalidad, algo completamente institucionalizado y en general no se percibe ninguna necesidad de buscar otras opciones.

El Sistema Patria

Desde luego, no sólo en China ocurren estas cosas. En casi todos los países la vigilancia social lleva instalada un buen rato. La pandemia le ha servido como anillo al dedo. En efecto, ¿quién se va a oponer a determinados controles si lo que se persigue es una loable e imprescindible medida de bioseguridad? En este sentido, cabe mencionar que las diversas organizaciones que observan los niveles de democracia y libertad en todo el mundo demuestran que el autoritarismo ha aumentado sensiblemente en estos tiempos de coronavirus.

En Estados Unidos es una cuestión central de la agenda pública desde hace años, según lo relató, entre otros, Edward Snowden (empleado de la Agencia Central de Inteligencia y de la Agencia de Seguridad Nacional), quien se vio obligado a salir de su país por denunciar, con pruebas en la mano, que organismos públicos coartaban las libertades políticas y civiles de la población norteamericana. E igualmente podríamos mencionar otros muchos países que, en la medida de sus capacidades, tienen semejantes estrategias. Y ni hablar de las llamadas grandes “empresas tecnológicas”, promotoras del “capitalismo de la vigilancia”, un sistema económico que, en síntesis, funciona a partir de la recolecció y procesamiento de una enorme y variada cantidad de datos.

En lo que respecta a Venezuela, la aparición, con asesoría China, por cierto, del Sistema Patria ha dejado constancia durante sus cuatro años de funcionamiento que no es solo una pequeña plataforma digital empleada para la entrega de subsidios gubernamentales. La amplitud de su sistema y el volumen de su base de datos, se dirige ciertamente al objetivo de paliar en alguna medida la crisis nacional, pero como lo escribió recientemente el sociólogo Héctor Briceño, “…en paralelo busca trazar un mapa de lealtades políticas…”, y es obvio, añado yo, que marcha hacia fines más ambiciosos en cuanto al control social.

¿Democracia Digital?

Menuda tarea, así pues, la que encaramos los terrícolas. Dicho en pocas palabras, hay que reconceptualizar la democracia, pensarla a la luz de las nuevas condiciones que plantean los diversos cambios tecnológicos, tal y como se viene argumentando desde hace tiempo, desde varios países, desde varios sectores. Menuda tarea, repito, porque además de todo lo señalado tiene como trasfondo una grave confrontación geopolítica en la que varias naciones, en particular China y Estados Unidos, compiten por la hegemonía en el desarrollo global de tecnologías como la inteligencia artificial (IA), el 5G o la vigilancia masiva.

La buena noticia es que el mundo no se encuentra de brazos cruzados. Lejos de ello proliferan iniciativas muy importantes que apuntan a garantizar la democracia y las libertades en las sociedades digitales.

El Nacional

Miércoles 8 de septiembre de 2021