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Opinión

Acceso a la Justicia

Un fiscal argentino llamado Carlos Stornelli anunció recientemente que abriría una investigación contra 14 oficiales activos y retirados de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) por presuntos crímenes de lesa humanidad que habrían ocurrido durante la represión a las protestas antigubernamentales que sacudieron al país en 2014.

El funcionario había recibido semanas antes una solicitud de la Fundación Clooney para que indagara «las sistemáticas y graves violaciones a los derechos humanos cometidas en Venezuela».

¿Por qué un fiscal argentino va a investigar unos hechos ocurridos en Venezuela, en los que no participaron ciudadanos argentinos ni tampoco hay víctimas de esa nacionalidad, hasta donde se tiene conocimiento? Y lo más importante, ¿acaso puede hacerlo? Sí, a la luz del principio de jurisdicción universal esgrimido por los denunciantes y que pasaremos a explicar a continuación.

Desde el comienzo

Lo primero es que, a pesar de su nombre, la jurisdicción universal no se basa en un tratado internacional. De hecho, a la fecha no hay ninguno que la regule, sino la necesidad que tenían los Estados de regular problemas prácticos desde hace siglos, como la piratería en alta mar, por ejemplo.

Así, ante la comisión de un delito fuera del territorio de un país, la solución fue que cada nación se consideró competente para juzgar este tipo de crímenes, independientemente del lugar en que se hubiesen cometido y de quiénes hubiesen sido las víctimas, en el entendido que no era un Estado el afectado sino todos; es decir, se consideraba un asunto global.

Sin embargo, esto en la realidad era una excepción, pues la regla era que un Estado solo podía juzgar los delitos cometidos dentro de su territorio. Esta situación fue ampliándose en la medida en que en el siglo XX las guerras mundiales hicieron entender que existen delitos cuya gravedad exige una acción de los Estados, independientemente de que los hechos se hubieran cometido o no en sus territorios.

A inicios del siglo XX, dos situaciones revolvieron la conciencia de la comunidad internacional. La primera fue el genocidio contra los armenios por parte del Imperio Otomano, en el que hubo una impunidad total al punto que actualmente Turquía sigue negando su existencia, y la segunda fue que el principal responsable de la I Guerra Mundial, el káiser Guillermo II de Alemania, fuese acogido por los Países Bajos para evitar cualquier juicio sobre su responsabilidad en una guerra en la que murieron millones.

Estos hechos y las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial provocaron un movimiento a favor de la ampliación del principio de territorialidad o soberanía para juzgar los delitos más graves contra la dignidad humana.

Interpretaciones para todos los gustos

Aunque ha habido esfuerzos por establecer unos elementos mínimos que caractericen a la jurisdicción universal como son los llamados Principios de Princeton, lo cierto es que esos elementos varían de acuerdo con la legislación de cada país. El primero de estos principios señala que la jurisdicción está «basada únicamente en la naturaleza del delito, sin tener en cuenta dónde se cometió, la nacionalidad del autor presunto o condenado, la nacionalidad de la víctima o cualquier otra conexión con el Estado que ejerce dicha jurisdicción».

Así, algunos países no exigen vínculo alguno con los perpetradores o las víctimas, sino que se fundamentan para conocer del caso exclusivamente en la gravedad del delito, como en Australia, Israel, Canadá, Finlandia o Argentina. Por su parte, otros países, como Francia, exigen que se trate de un tipo muy preciso de delito (tortura, terrorismo, tráfico de armas nucleares, piratería o secuestro de aeronaves), lo que como se ve, implica muchos menos delitos que los que son considerados como crímenes de lesa humanidad, genocidios o crímenes de guerra, establecidos en el Estatuto de Roma, que es el tratado que dio origen a la Corte Penal Internacional (CPI).

Hay otros países europeos que establecen más limitaciones, como Bélgica y España, que inicialmente no exigían vínculo alguno con el país de origen de los crímenes, pero esto fue modificado. En el caso belga se exige que el investigado sea nacional de ese país o resida en él, y en el de España que haya víctimas españolas, alguna relación con el país o que los presuntos perpetradores se encuentren en España.

Más usada de lo que se cree

Pese a que no existe una regulación uniforme sobre el tema, esta potestad es ejercida de una manera más amplia de lo que suele creerse. De acuerdo con el Informe Anual sobre Jurisdicción Universal de 2023, elaborado por la organización Trial International, desde el año 2015, cuando se inició este reporte, se han dictado 78 condenas a nivel mundial en aplicación de este principio. Entre estas resalta la de Anwar Raslan, un excoronel sirio condenado por un tribunal alemán por asesinato, violación sexual y otros crímenes de guerra cometidos en Siria; la de Hamid Noury, un militar iraní condenado en Suecia por el asesinato de prisioneros políticos en Irán en 1988; y la de Kunti Kamara, un miembro de una milicia rebelde en Liberia, que fue condenado en Francia por crímenes de guerra y lesa humanidad, entre cuyas atrocidades se encontraba el canibalismo.

En todos los casos descritos se lograron condenas de por vida, de acuerdo con las normas penitenciarias de cada uno de los países que los juzgaron. Los tres condenados antes mencionados no tuvieron la suerte del fallecido exdictador chileno Augusto Pinochet, quien a finales de la década de 1990 pasó unos meses retenido en Londres por órdenes de la justicia española, aunque al final pudo escapar de ella.

Si lo anterior no fuera suficiente, solo en 2022 se dictaron 23 condenas en ejecución de la jurisdicción universal, lo que significa un aumento respecto a las 15 del año 2021, según Trial International.

Además, debe destacarse que 30 de los investigados sobre la base de la jurisdicción universal en Francia, Suecia y Suiza eran actores económicos, es decir, empresas o representantes de estas que negociaban materias primas con grupos armados o gobiernos autoritarios.

Un ejemplo de esto último lo tenemos en el caso de Suecia, cuya Corte Suprema de Justicia confirmó la imputación de un ciudadano suizo llamado Alex Schneiter por su presunta complicidad en la comisión de crímenes de guerra en Sudán, pues este, en razón de su puesto como jefe de exploración de una compañía petrolera sueca, Lunding Energy, realizó pagos al ejército sudanés y a grupos paramilitares para que forzosamente desplazaran a la población local de ese país en zonas ricas en petróleo y así garantizar la operación de la empresa en las mismas.

Finalmente, Trial International concluye que en 2022 se estaban realizando 169 investigaciones aplicando la jurisdicción universal, lo que es un aumento importante comparado con las 102 de 2021.

Argentina la prevé

La jurisdicción universal no es extraña para la legislación argentina. La Constitución del país austral la prevé. Así lo establece su artículo 118:

«La actuación de estos juicios [penales o criminales] se hará en la misma provincia donde se hubiere cometido el delito; pero cuando éste se cometa fuera de los límites de la Nación, contra el Derecho de Gentes, el Congreso determinará por una ley especial el lugar en que haya de seguirse el juicio».

Gracias a esto, en 2010 jueces y fiscales argentinos aceptaron las solicitudes de víctimas de la dictadura de Francisco Franco en España y abrieron averiguaciones y dictaron órdenes de captura contra los exministros españoles Rodolfo Martín Villa y José Utrera Molina o del policía franquista Antonio González Pacheco.

«La jurisdicción universal es uno de los componentes esenciales del sistema de justicia penal internacional», sostuvo ese país en un 2018 ante la Organización de las Naciones Unidas, donde reconoció que, si un Estado no puede juzgar unos hechos gravísimos, entonces otro Estado debe asumir esa tarea.

Y a ti venezolano, ¿cómo te afecta?

Aunque la jurisdicción universal no es una solución definitiva contra la impunidad en crímenes de lesa humanidad, pues, como hemos visto, tiene muchas limitaciones de acuerdo con el país de que se trate, es otra herramienta útil, además de la CPI, y se debe alentar su uso, fundamentalmente, porque puede permitir a las víctimas ser escuchadas y que los responsables rindan cuentas por sus atrocidades.

Dados los hechos antes expuestos, debe entenderse que la aplicación del principio de jurisdicción universal es algo real y con efectos concretos en los perpetradores. Por ello, hemos de estar atentos a que otros países, además de Argentina, puedan atender denuncias por casos de crímenes de lesa humanidad cometidos en Venezuela.

25 de julio 2023

https://accesoalajusticia.org/que-es-jurisdiccion-universal-que-fiscalia...

 6 min


Humberto García Larralde

Las tiranías totalitarias pretenden legitimarse invocando fines trascendentes cuya prosecución habría de liberar, de una vez por todas, al Pueblo (con mayúscula). Apelan a percepciones de injusticia de quienes se sienten marginados, alimentando sus resentimientos y ansias de retaliación para comprometerlos en la conquista de los ofrecimientos reparadores de un líder carismático. En su prédica, la lucha es porque triunfe el bien, es decir, los intereses de “nosotros”, el Pueblo, contra el mal representado por los agentes políticos o sociales enemigos, es decir, los “otros”. Tal simplificación maniquea se rinde ante la fe en un eventual reino de dicha que reivindicará, como debe ser, a los agraviados. Esta creencia da lugar a una construcción teleológica, de claros tintes religiosos, que se sobrepone al dominio de la razón. Esto incluye a la prédica comunista, que alega basarse en una teoría “científica” del cambio social. No puede haber dudas sobre cómo proceder. Sea por la voluntad de un Dios todopoderoso, como sucede con el extremismo islamista de hoy y con la inquisición y las cruzadas de ayer, o por el inexorable triunfo de la justicia que proveerá el devenir de la Historia (con mayúscula), se va forjando un espíritu de secta, cerrada sobre sí misma, que no admite cuestionamientos externos. Inspiradas en verdades reveladas, son refractarios a la razón. Basta con el apasionamiento de saberse en la conquista de lo justo.

El 26 de julio, hace 70 años Fidel Castro encabezó un asalto suicida a un cuartel militar en Santiago de Cuba (Moncada) para derrocar al dictador, Fulgencio Batista. Sobrevivió. En el juicio montado en su contra, argumentó haber insurgido contra un régimen terminal, por inmoral y decrépito: “la Historia me absolverá”. Tal manifestación de fe en el devenir societario se convirtió pronto en proclama de lucha contra la opresión por parte de las distintas fuerzas enfrentadas a la dictadura. Sabemos el desarrollo posterior de los acontecimientos. Basta señalar que la épica guerrillera como eje de la Revolución, luego de eclipsar los aportes al derrocamiento del dictador por parte de la resistencia en las ciudades, adquirió visos de leyenda, contribuyendo a asentar la ascendencia de Fidel ante los cubanos. Ayudó, claro está, una fuerza militar –ahora revolucionaria—que llenaba el vacío del desmoronado ejército batistiano.

Esta absolución por las fuerzas inexorables de la Historia tiene como importante antecedente el alegato que, en su defensa, hizo Adolf Hitler, al ser enjuiciado por el llamado “putsch de la cervecería” de 1923, en Múnich. “Porque no son ustedes, caballeros, los que nos juzgan. Ese enjuiciamiento lo dictamina la eterna corte de la Historia. (...) Podrán pronunciarnos culpables mil y una veces, pero la diosa de la eterna corte de la Historia sonreirá y hará trizas el alegato del fiscal y la sentencia de esta corte. Ella nos absolverá”[1]. Norberto Fuentes, en, La autobiografía de Fidel Castro (Tomo I), señala que, entre los libros que leía Fidel previo al célebre juicio, preso en la Isla de Pinos, estaba el Mein kampf de Hitler, contentivo de la aludida aseveración.

Ambos tiranos se presentan como meras herramientas de designios superiores, trascendentes, que, con o sin su participación, habrían de imponerse irremediablemente. Proyectarse como agente de fuerzas extraordinarias, cuasi telúricas, que se sobreponen a nuestras voluntades particulares, tiene deplorables implicaciones para la construcción de referentes morales. Por un lado, confiere una supremacía moral inobjetable a quien pregona los fines que, irremisiblemente, habrán de cumplirse. Contribuir con ellos define el criterio de lo que es correcto; oponerse, de lo incorrecto. Isaac Berlin nos recuerda que, en el caso del comunismo, supone un concepto de verdad que no depende de su correspondencia con los hechos, con la realidad empírica. Es verdad –según esta visión-- lo que es funcional para con el triunfo de la Revolución, acontecimiento inexorable que marcará la culminación triunfante de la Historia. Así, no hay forma de combatir las falsedades del discurso revolucionario, ya que sus referentes no son los mismos de los que argumentan en su contra. Quien critica sus postulados es, simplemente, enemigo de la verdad y de la humanidad, condenado al basurero de la Historia.

A su vez, al proyectarse estar por encima de las nociones “engañosas” del bien y del mal con que estos “enemigos” arremeten contra la “liberación de los Pueblos”, los “revolucionarios” son tremendamente inmorales. Todo se vale, siempre y cuando contribuya con el avance y consolidación del proceso eminente de hacer realidad el reino de paz y de dicha que pondrá fin (en una eventualidad pospuesta eternamente) a las miserias humanas. No importa que este esfuerzo se haya acompañado de centenares –miles-- de muertes por desnutrición, represión o por haber desaparecido medicamentos y destruido una adecuada asistencia de salud. En alegoría a los mitos de redención de nuestro legado judeocristiano, tales sacrificios por el triunfo de un bien superior son bienvenidos. En tan pavorosa oclusión ética y moral, a los dirigentes les resbala asumir decisiones crueles que destruyan los medios de vida –y la vida misma-- de la población. Así lo atestiguan las experiencias de Cuba y Venezuela. Palidecen, en comparación, los tan denostados llamados a “apretarse el cinturón” de los ajustes neoliberales como fundamento necesario (también eventual) de la prosperidad y la justicia que otorgan las fuerzas del mercado.

Blindados por la Historia, los personeros más despreciables, carentes totalmente de escrúpulos, pontifican sobre las “virtudes” de la “revolución” mientras descalifican con descaro a luchadores democráticos. Diosdado Cabello justifica las agresiones de sus bandas fascistas contra Henrique Capriles y contra María Corina Machado, en gira cada uno ante la convocatoria a las elecciones primarias de la oposición, inventando que provienen de un “Pueblo” que reacciona contra las sanciones impuestas por EE.UU. Jorge Rodríguez despotrica de la Unión Europea luego de que la Eurocámara condenara la inhabilitación política dictada (por la contraloría de Maduro) a María Corina. Vladimir Padrino, soporte del oprobio y destructor de la FAN, denuncia la “guerra económica y mediática” y los “llamados a la violencia” que, supuestamente, promueven factores de oposición, para justificar su complicidad con la tiranía. Insólitamente, se sigue exigiendo la liberación de Alex Saab como si fuese un mártir de la “revolución” y no un delincuente preso por traficar, entre otras cosas, con el hambre de los venezolanos. Con el veneno que destilan en estas imprecaciones contra las fuerzas democráticas, amparadas en esa supuesta “supremacía moral” que creen poseer, podría suplirse una fábrica entera de suero antiofídico y contra todo tipo de alimañas tóxicas.

Con semejantes barbaridades buscan todavía cautivar apoyo y mantener la concertación con militares, jueces y funcionarios corruptos para continuar con el saqueo a la nación. Pero su apoyo, según la última encuesta Delphos, de junio, es de sólo un 9,4%: “resteado con Maduro.” ¿Cómo llegar a acuerdos que abran posibilidades de cambio democrático con quienes insisten en refugiarse impunemente en una burbuja de falsedades? En vez de reconocer su fracaso, como haría cualquier político racional, insultan airadamente a quienes se lo señalan.

Pero están, cada vez más, venidos a menos. Conscientes de ello y desesperados por las perspectivas de una derrota segura de realizarse unas elecciones confiables, intentarán todo lo que puedan para amañarlas con inhabilitaciones, saboteando las primarias y con otras marramuncias. Su arsenal de atropellos no tiene límite alguno en el respeto a las normas de convivencia que deberían prevalecer en democracia. Persisten en su engaño de contar con la absolución (impunidad) de la Historia. Y ahí está su gran problema. Necesitados de un mayor reconocimiento internacional para poder sobrevivir en el foso en que han hundido al país, deben dar muestras de una disposición a llegar a acuerdos con las fuerzas democráticas para realizar elecciones en condiciones sanas y creíbles, es decir, respetando verdaderamente la voluntad popular. De nada sirve intentar convencer a la Unión Europea y a EE.UU. y, mucho menos a esas grandes mayorías de venezolanos desesperadas porque se les ofrezca una salida, invocando los fines supremos (existentes solo en mentes delirantes) de la Historia.

El fascismo no está, claramente, en sus mejores momentos. Es menester, por tanto, poner a un lado discrepancias y suspicacias entre fuerzas opositoras y consolidar una plataforma programática consensuada con las luchas de la población por sus derechos, a la vez que se aumenten las exigencias de que sea respetado el ordenamiento constitucional y puedan realizarse elecciones libres, sin trampas. Han de saber que la historia, la verdadera, sin mayúscula, no los absolverá. Habrá que facilitarles una salida, también, para los que ya están conscientes de ello.

[1] Ver, Schirer, William L. (1966), The Rise and Fall of the Third Reich, Vol. I., Pág. 78. (traducción e itálicas mías, HGL)

Economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela

humgarl@gmail.com

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Julio Castillo Sagarzazu

En pleno apogeo de la guerra fría, las democracias occidentales y las nacientes de la América Latina, se encontraron frente a un desafío de dimensiones enormes.

El mundo se enfrentaba al enorme poder político que había recabado la Rusia de los Soviets, gracias a su victoria en la guerra, a su entrada en Berlín y al, aun no gastado, discurso de que su gobierno y su partido comunista, representaban las esperanza de los oprimidos, al punto que la jerigonza comunista, logro posicionar a Stalin, como el “padre de todos los pueblos”.

Todas las potencias occidentales habían concluido que lo “políticamente correcto” era que los rusos entraran primero a Berlín y que fuese su bandera la que se izara en el Reichstag, luego de la rendición del ejército alemán.

Se trato de una figura simbólica que buscaba rendir tributo al enorme sacrificio del pueblo soviético, pero también un gesto “amistoso” hacia Stalin, cuyo prestigio, lo acabamos de decir, crecía entre los sectores populares del mundo entero.

Siempre se especuló que el alto mando aliado desalentó el avance de generales como Patton, cuya dureza anticomunista era proverbial, para que los rusos tomaran esa ventaja táctica fundamental.

El pacto Molotov-Von Ribbentrop fue “cuidadosamente olvidado”, así como la infame repartición, con Alemania, de la Polonia invadida por las tropas alemanas.

Los pactos de Yalta y Potsdam, solo terminaron acabando esa política de prudente silencio y, al final, las potencias occidentales no pudieron evitar aceptar la dura realidad de que todos los territorios que habían quedado detrás de las líneas del ejército rojo, en su avance a Berlín, cayeran bajo el control de Stalin.

Era previsible que, a pesar de las promesas de respetar la voluntad de esos pueblos y los regímenes que se dieran, la URSS no iba a perder esa oportunidad a de ensanchar su influencia, como efectivamente ocurrió.

Como era de esperarse, en América Latina rebotó toda esta nueva realidad.

La mayoría de los países de este lado del mundo continuaron girando alrededor de la orbita de los Estados Unidos que, luego del ataque a Pearl Harbour, se suma a la coalición de Inglaterra y la URSS, contra el nazismo. De esta manera, casi todos los gobiernos, al termino de las hostilidades, se mantienen en esta tesitura.

Una mención especial, merece el caso de Venezuela, donde el principal efecto de esta realidad es que el PCV, adopta el llamado “Browderismo”, como su línea de apoyo al gobierno de Medina, permitiendo que AD, que le hacía oposición política y social, lograra hacerse de un liderazgo popular, que los comunistas, no pudieron quitarle nunca.

La otra mención imposible de no señalar, es la de Cuba, donde a la caída de la dictadura de Batista, entra Fidel Castro a la Habana, en medio de las crisis que ya había comenzado a plantear la guerra fría, a nivel de todo el planeta (Guerra de Corea, Revolución China y luego Vietnam) a tomar partido del lado soviético.

Inicia así Fidel, un rol de primer orden en el tablero geopolítico de este lado del mundo. Alineado, pero siempre tratando de jugar un rol de líder protagonista, asume la dirección política de muchos movimientos revolucionarios y anticolonialistas en el mundo y convoca a la Tricontinental de la Habana, en la que lanza, a través del Che Guevara, su consigna para el próximo periodo: “Crear, dos, tres, muchos Vietnam”

Es la época de la exportación de la lucha armada a nivel mundial que le permite hincar varias “Picas en Flandes” y cosechar éxitos políticos en Angola, Mozambique y Argelia, pero que le enfrenta a fracasos rotundos en la América Latina y en Venezuela en particular.

Derrotada la insurrección, en esta parte del mundo, ocurrida la crisis de los misiles, la caída del muro de Berlín y el “periodo especial”, al que se ven obligados a decretar en Cuba, su revolución aparece aislada y perdiendo influencia mundial.

Fue, en ese momento que aparece Hugo Chávez y estimula un importante cambio de estrategia de las fuerzas que venían de la izquierda insurreccional y se abre el periodo del Foro de Sao Paulo que comentaremos en la próxima entrega y que incluye la presencia de factores como China, Rusia e Irán.

No 191. 23 de julio 2023

https://revista.eneltapete.com/eneltapete/notas/19964/nueva-geopolitica-...

 3 min


Edgar Benarroch

EL PETRÓLEO, NUESTRO PETRÓLEO

La aparición del petróleo en nuestro país nos transformó radicalmente como pueblo, pasamos de ser muy rural a menos rural, se produjo un éxodo muy importante del campo a la ciudad y empezamos a utilizarlo como palanca fantástica y de primer orden en nuestro desarrollo integral nacional. La totalidad de la infraestructura del país se debe a los dividendos que da el petróleo. Algunos, con justa razón, señalan que la aparición del hidrocarburo provocó un inmenso bien nacional, pero trajo consigo un aspecto negativo y fue que nos dedicamos a vivir íntegramente de él y algunos hasta bailarlo, en grave descuido del resto de las áreas de la Nación. Este aspecto será tema de otra nota.

Hoy, el petróleo no sólo es un bien que explotamos y comerciamos, también es un elemento de alto nivel estratégico que tiene que ver mucho con nuestra soberanía. Cuando no estábamos en condiciones de atender con éxito todo lo relacionado al “Oro negro”, nos asociamos y dimos con secciones con y a capitales foráneos, pero cuando nos sentimos en condiciones de hacerlo nosotros, se tomó la histórica decisión de su nacionalización. El Estado venezolano asumió íntegramente el negocio petrolero y durante los cuarenta años desde 1958 y hasta 1998, la producción siempre fue creciendo hasta llegar a 3 millones 500 mil barriles diarios con proyección de llegar a cinco millones en 2003. Pero sucedió lo no previsto, desde 1998 y por desgracia hasta nuestros días, irrumpió en el país una horda indolente e inmoral que se transformó en gobierno que ha destrozado todo lo bueno y empeorado todo lo malo, nos cambiaron para mal y peor y vino la debacle de PDVSA y hoy a duras penas producimos 600 mil barriles por día.

Dada la notoriedad de la importancia estratégica del petróleo, que como hemos dicho, tiene que ver con nuestra soberanía, por tener reservas probadas por muchísimo tiempo, por no vislumbrarse una fuente sustitutiva a mediano plazo y por ser hoy nuestro ingreso fundamental y vital, todo lo que afecte la industria de hidrocarburos necesariamente debe consultársele al país nacional. El petróleo en sí mismo es un elemento de primer orden mundial, pero además de él se desprenden y originan miles de elementos de importancia capital para la humanidad.

María Corina Machado ha anunciado y reiterado varías veces que de resultar electa Presidente privatizaría a PDVSA, esa es una cuestión bien gorda y trascendente hoy y mañana, que además de suponer una reforma constitucional, toda vez que nuestra Carta Magna reserva con exclusividad la totalidad del manejo de la industria petrolera al Estado venezolano, debe someterse a una amplia y exhaustiva consulta popular, en la que todos los venezolanos opinen de manera vinculante. Este tema, por su importancia capital, gravedad y trascendencia, debe ser tratado con la cabeza bien fría y despojado de todo interés subalterno y pendiente en exclusividad del sagrado interés nacional. El anuncio lo consideramos bueno porque así sabemos por dónde van los tiros y que se pretende hacer, pero parece que la campaña electoral no es el mejor ambiente para abordarlo.

PDVSA fue la tercera industria en importancia del mundo mientras estuvo con una verdadera gerencia elevada y capaz y de llegarse a privatizar, todo indica que este es el peor momento. La vaca se vende cuando está gorda y saludable, no cuando está raquítica y enferma como la que por desgracia tenemos, a punto de fallecer de continuar las cosas como están.

28 de julio 2023

¿QUÉ HACER?

Ante el inmenso drama que es una profunda crisis política, económica, social y de todo orden, creada por este nefasto y totalitario régimen y ante los errores por acción y omisión de la oposición, muchos se preguntan qué debemos hacer para superar y salir definitivamente de esta amarga situación.

Hay quienes han sido penetrados mentalmente por los mensajes diabólicas del régimen y ello ocurre muchas veces sin darnos cuenta y creen que esto no tiene salida en democracia y los peores, tomados lamentablemente por la resignación, sostienen que no hay salida temprana.

Lo primero que debemos categóricamente afirmar es que si hay salida en democracia, además es lo civilizado y recomendable, una montaña de votos no puede ser desconocida por ningún ente ni por nadie y si eso llegará a ocurrir, habrá llegado la hora de salir todos a la calle hasta reponer la justicia que es la verdad, Dios quiera no nos veamos precisados a ello, traería consecuencias muy lamentables que difícilmente superaríamos.

Lo que debemos hacer es sacudir nuestro espíritu para recargarnos de emoción y voluntad para el trabajo que por la Patria debemos concretar, trabajar todos los días al lado de la alternativa válida y prepararnos para el siguiente año, que de acuerdo con nuestra Constitución y si no se presentan imprevistos, deben realizarse elecciones. Ver el recipiente lleno y nunca vacío y ayudar a seleccionar el personal adecuado, capaz e insobornable que nos representará en los organismos electorales y muy particularmente en las mesas.

Por muy mala y mefistofélica disposición del régimen, nunca, jamás podrán vencer nuestra férrea voluntad y trabajo tesonero.

Debemos empezar por perfilar nuestro espíritu a que si hay salida en democracia. Acordémonos que nuestra energía y disposición se mueven de acuerdo con el espíritu de cada quien. Si lo tenemos marchito y enfermo, lo más seguro es que cosechemos frutos malos e indeseados y si lo tenemos en su justo lugar, veremos la luz de un nuevo amanecer.

Trabajo, trabajo y más trabajo y si queda tiempo más trabajo con optimismo y esperanza cierta en un próximo destino próspero, con bienestar colectivo y felicidad.

27 de julio 2023

LA SANTA MARÍA FAUSTINA Y LA DIVINA MISERICORDIA

La Santa María Faustina vino al mundo de una familia muy pobre que laboraba en una pequeña finca. Recibió una educación básica y sencilla. Fue al convento donde realizaba las tareas más humildes: ayudaba en la cocina, cuidaba el huerto y atendía la puerta.El 5 de octubre de 1938 murió en el convento en Cracovia, Polonia.

En 1931 tuvo una visión y dijo haber visto a Jesús vestido de blanco con su mano derecha en posición de bendición y su izquierda tocaba su corazón del que salían dos rayos, uno rojo y el otro pálido. Afirma que Jesús le dijo “Pinta una imagen según el modelo que ves y firma, Jesús en ti confío”.

Santa María Faustina preguntó, a petición de su director espiritual, al Padre Eterno ¿Los dos rayos que significan? y Él le respondió , el rojo la sangre que es la vida del alma y el pálido el agua que justifica al alma.

Jesús le dijo a la Santa “Reza la coronilla que te he enseñado, quien la rece recibirá gran Misericordia a la hora de la muerte”. Los sacerdotes se la recomiendan a los pecadores como ultima tabla de salvación.

El 6 de marzo de 1959, la Santa Sede, debido a información errónea, prohibió la divulgación de la Imagen de la Divina Misericordia de la manera propuesta por María Faustina. El 15 de abril de 1978 el Vaticano, tras un exhaustivo y cuidadoso examen y estudio de documentos originales que antes no estaban disponibles, cambió la decisión y permitió la práctica de la devoción. El principal promotor de esa revisión fue el entonces Cardenal Karol Woytyla que era Arzobispo de Cracovia, la Diócesis donde nació la Santa María Faustina.

El 7 de marzo de 1992 se reconocieron “Virtudes Heroicas” a la Santa y en diciembre del mismo año fue declarada Milagrosa. En abril de 1993 el Papa Juan Palo II declaró a la venerable María “Beata”. En abril de 2000 Sor Faustina fue Canonizada en Roma por el mismo Papa.

Amado Jesús, que hiciste a Santa María Faustina adoradora de tu infinita Misericordia , dígnate a través de su intercesión, concedernos lo que te pedimos para nuestro país y para nosotros. AMÉN.

26 de julio 2023

NOSOTROS, LOS RESPONSABLES

Fui a un establecimiento comercial en busca de un repuesto cuyo original se dañó. En el local del establecimiento pregunté por el dueño y una señora muy amable me dijo, soy la encargada ¿En qué le puedo servir? Le mostré el repuesto dañado y me dijo, si lo tenemos, ya se lo traigo. Regreso con lo solicitado y me dijo cuesta tanto. Una persona que estaba a mi lado y escuchó el precio, comentó, acabo de venir de Colombia y eso que usted compra allá vale la mitad, la encargada dijo, así son las cosas aquí, todo muy caro y cada día cuesta vivir bien, a lo que pregunté: ¿Sabe usted quien es responsable de esta lamentable situación? y la encargada me respondió, sí, claro que lo sé, NOSOTROS.

La encargada me sorprendió por su firme respuesta y convicción, me dijo ser economista y estaba trabajando allí por no encontrar empleo adecuado a su profesión.

Una verdad del tamaño de la montaña más alta la respuesta de la encargada. Nosotros y solo nosotros somos los responsables de no haber producido en el país el cambio necesario para superar la dramática crisis que destroza el país y tanto daño nos causa, además fuimos nosotros quienes elegimos lo que aún tenemos y ahora parece hacemos muy poco para quitárnoslo de encima.

Rectificar y enmendar errores es propio de gente sabia y buena y creo que estamos arrepentidos, solo falta superar por siempre las consecuencias gravísimas de los errores y en fraterna unión dedicarnos a la dura, difícil, pero apasionante tarea de la construcción del país que deseamos, donde podamos reimpulsar nuestra patria y conquistar el bienestar y la felicidad colectiva en busca del Bien Común.

Creo tenemos conciencia de los errores cometidos, sin intención pero llevados por la demagogia, cantos de sirenas y pecar de ingenuos unos y mala intención de otros.Somos responsables también de no haber organizado una multitudinaria manifestación pública sin retorno hasta alcanzar superar lo que tenemos, todo ello en función de la desobediencia ciudadana a la que tenemos constitucional derecho. Motivos para la desobediencia existen en miles, dados por este totalitario régimen que aún soportamos. Manos a la responsabilidad ciudadana.

25 de julio 2023

EL TRIGO Y LA CIZAÑA

Jesús de Nazaret, nuestro Señor Enviado, generalmente se expresaba en parábolas, algunas entendidas al momento y otras no, en una ocasión dijo: “El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo, pero en la noche, cuando todos dormían, se apareció alguien que sembró cizaña entre el trigo y se fue”. El sembrador dijo esto fue obra de un enemigo. Dejaré crecer lo uno y lo otro, el trigo y la cizaña, pues se asemejan y solo al final se descubren, hasta la siega y en ese tiempo recogeré la cizaña y la quemaré para luego recoger el trigo que es para el bien de todos.

Cuando le preguntaron a Jesús por esta parábola, dijo: “El que siembre semilla buena es el hijo del Hombre, el campo es el mundo, la buena semilla es los hijos del reino y la cizaña es los hijos del mal y el enemigo que la sembró es el diablo, la siega es el fin del siglo”.

En el mundo cohabitan seres sembradores de trigo, seres buenos, pero también quienes siembran cizaña. Aunque los primeros, los buenos, creo son la inmensa mayoría, pero no todos activos porque no todos siembran trigo, los sembradores de cizaña, siendo una ínfima minoría, son más astutos y habilidosos y actúan permanentemente. Bien se afirma que “Los amigos de las tinieblas son más astutos que los amigos de la luz”.

Conocemos quienes siembran trigo y desde las últimas dos décadas quienes siembran cizaña. La cizaña crece y causa sus males cuando los buenos la ven con indiferencia, no actúan y no la queman y por lo tanto el mal causa sus negativos efectos que ocurren no tanto por la iniciativa funesta de los malos como por la negación de los buenos.

Si ante el mal no actuamos, por indiferencia, por decidía, por falta de voluntad o simplemente porque no nos da la gana, se propaga y origina sus graves consecuencias, a veces catastróficas.

Bastante, en exceso anormal, hemos aguantado este régimen y es el momento, desde hace tiempo, de actuar con firmeza, férrea e indestructible voluntad para salir de lo que causa tanto daño al país y malestar a todos nosotros e iniciar la construcción del país que deseamos donde convivamos en paz, progreso integral y bienestar colectivo, es decir, donde todos seamos felices. No esperemos más, la hora tan dramática que vivimos nos convoca a no dejarla pasar sin entregarnos con inmensa voluntad por lograr el cambio radical ya. La Patria y las familias nos lo reconocerán y agradecerán.

24 de julio 2023

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Salvador Martínez Mas

Si lo que se ha venido a llamar ‘woke’ es una amenaza para las democracias liberales occidentales, surge una pregunta de forma tan inmediata como urgente es encontrar respuesta: ¿Cómo enfrentarse a esas ideas identitarias que defienden los nuevos activistas de la “justicia social”? Los intelectuales estadounidenses Peter Boghossian y James Lindsey, y la británica Helen Pluckrose idearon una singular respuesta a esa pregunta.

Atacaron lo que era, en 2017 la raíz del problema. A saber, las universidades estadounideses en las que los académicos, apoyados en sus publicaciones de ciencias sociales y humanas, estaban validando y propagando con aire de “falsa autoridad”una “jerga sin sentido” compuesta por palabras como “interseccionalidad o cisgénero”, según los términos de Boghossian. Él se ha referido a ese proceso universitario como “lavado de ideas”.

Para exponer los sinsentidos del “wokismo” académico, Boghossian, Lindsey y Pluckrose se remangaron, concibieron y redactaron artículos sin sentido alguno copiando los esquemas ideológicos y vocabulario del activismo universitario más en boga que solo unos valientes critican.

El proyecto secreto de ese trío de intelectuales-activistas “anti-woke” dio lugar a lo que se vino a llamar “El caso de los estudios del agravio”. Lograron publicar varios artículos cuyos títulos, ya de entrada, no tienen ni pies ni cabeza. Por ejemplo, “Entrando por la puerta de atrás: desafiando la homohisteria y la transfobia de los hombres heterosexuales a través de la recepción del uso penetrante de juguetes sexuales”, publicado inicialmente en la revista académica Sexuality & Culture.

Boghossian, Lindsey y Pluckrose terminaron siendo descubiertos. El cineasta australiano Mike Nayna (Melbourne, 1984) acompañó a ese trío desde la fase de gestación de este escándalo que, para sus autores, ha revelado la inconsistencia de la “justicia social académica”. Nayna, ex reportero gráfico convertido en testigo de excepción del “caso de los estudios del agravio” firma el filme The reformers [Los reformistas]. Se trata de un documental de producción independiente que acaba de presentar y en el que cuenta cómo acompañó a Boghossian y compañía.

Nayna, además de testigo del “Caso de los estudio del agravio”, ha terminado siendo, también, punta de lanza del pensamiento liberal que se revela contra lo woke. No en vano, Lindsey y Pluckrose ponen en lo más alto de los agradecimientos a Nanya en su libro Cynical theories [Teorías cínicas] (Ed. Swift, 2020). “Nuestro agradecimiento especial va para Mike Nayna, el editor que tanto sufrió tantos borradores de este libro y nuestro asesor en jefe sobre accesibilidad para el lector común”, se lee en dicho libro, el superventas que probablemente mejor explique lo que ha pasado, en general, con las humanidades en las universidades estadounidenses y más allá

A Nayna, que explica en esta entrevista con Letras Libres cómo llegó a ejercer de testigo gráfico empotrado en la más exitosa operación contra el wokismo universitario estadounidense, no le tiembla la voz cuando dice que las teorías del identitarismo académico “están ahí para socavar los regímenes liberales”.

¿Cómo llegó usted a seguir, desde el inicio, a los autores de lo que se llamó en su momento “escándalo de los estudios del agravio”?

Supongo que hay que echar la vista atrás, al pasado, cuando era camarógrafo y editor para un canal de televisión australiano. Recibíamos allí comunicados de prensa de universidades sobre esos estudios y perspectivas de ciencias sociales, me refiero a las disciplinas que fueron objeto del escándalo. Yo encontraba esos estudios raros, y empecé a interesarme por ellos. Paralelamente, estaba muy interesado en la influencia de internet sobre la sociedad y las comunidades que se forman a través de él. Y, a partir de principios de la pasada década, vi como comunidades y grupos que se habían formado en internet empezaron a tener una manifestación en las calles en Australia.

¿A qué se refiere?

A que las protestas empezaron a ser muy distintas. Yo he cubierto muchas protestas, pero cuando se popularizó el uso de las redes sociales vi cómo se gestaban protestas en reacción a otras protestas, todo, básicamente, era resumible en gente de izquierdas contra gente de derechas. Empecé a ver protestas de gente de izquierdas y de derechas con barricadas de policía de por medio, porque me tocaba cubrirlas con periodistas. Desde la izquierda se hablaba de echar abajo el sistema, hablaban ya de cosas como el cis-heteropatriarcado y bueno, en mi opinión, cosas muy radicales.

Pero el modo en que luego se hacía la cobertura en el canal para el que trabajaba, lo que hacían los medios de comunicación sobre lo que decían estos grupos de izquierda, no se alineaba con lo que yo veía en las protestas. Pasé mucho tiempo en estas protestas, tratando de entender de lo que estaban hablando. Porque tenían su propio vocabulario, sus causas, que me parecían radicales y extrañas. Conforme fui estudiando fue quedando claro que los activistas y manifestantes solían ser gente que venía de lo que se podría llamar “estudios identitarios”

Por ejemplo, ¿de los estudios de género, los estudios coloniales y demás?

Sí, estudios de género, estudios indígenas, todas esas disciplinas. Muchas de las ideas que manejaban estos manifestantes venían de un canon asociado a esas disciplinas. Eso me acabó llevando a las universidades. Fui tirando del hilo hasta ver que eran las universidades las que estaban en el origen de la cadena de distribución de estas ideas. De ahí que acabara hablando con académicos sobre estos “estudios identitarios”. Estaba tratando de saber de qué iban esas ideas, pero pronto me di cuenta de que estos académicos no me querían allí. Seguí investigando y pronto di con el otro lado de la discusión, la gente que estaba en contra de esas disciplinas.

Se refiere a académicos…

Así es. Primero hablé con un profesor y académico al que no puedo citar, un especialista en civilización occidental. Recuerdo que me citó en su despacho y allí, empezó a hablar bajito sobre este tema hasta que decidió llevarme fuera de su despacho. Decía que estaba preocupado por si alguien le escuchaba. Acabamos en un café y habló de los efectos que estaban teniendo esos “estudios identitarios” y cómo él tenía que ir con mucho cuidado con lo que decía.

En privado, él estaba en contra de estas disciplinas, pero no iba a decirlo. Públicamente, para él y otros, estas cosas eran como Lord Voldemort, aquello de lo que no se puede hablar o solo se puede mencionar en susurros. Ahí supe que ahí había una película. Aquel profesor universitario me llevó a contactar a otros académicos, y luego supe de periodistas y escritores contrarios a estas ideas en privado, pero todos ocultaban sus opiniones en público. En este proceso terminé dando con Peter Boghossian. Él me habló de que tenía un proyecto secreto.

Ese proyecto terminó siendo su documental The reformers

Ya tenía el paisaje intelectual, tenía los personajes y, en Peter Boghossian, un protagonista. Pero también hace falta una misión. Él y James Lindsey acordaron conmigo hacer la película sobre ese proyecto secreto, independientemente de lo que pasara. Yo, de hecho, pensé que fracasarían. Piense en lo mucho que hay que saber para publicar artículos en publicaciones universitarias como a las que se dirigieron. Me parecía imposible que dos personas críticas con ese mundo académico lograran escribir y publicar esos artículos en esas publicaciones. Pensé que la película sería sobre cómo varias personas cometen un suicidio profesional.

¿Y en qué se convirtió finalmente su película?

La película es sobre el proyecto secreto que quiere revelar lo que realmente son esas disciplinas.

¿Cree usted que tuvieron éxito?

Sí. Tuvieron éxito por lo que implica que tres personas haciéndose pasar por integrantes de ese mundo académico publicaran siete artículos en diferentes revistas académicas de estas “disciplinas identitarias” –¡Uno de esos artículos incluso fue premiado!–. Hicieron cosas como relacionar de un modo académico cómo los perros se montan los unos a los otros en los parques con lo que se llama en estudios de género “cultura de la violación”. Lo que Boghossian me presentó en su momento como un proyecto secreto sí que consigue mostrarnos cosas sobre estas disciplinas.

¿El libro Cynical theories, de James Lindsey y Helen Pluckrose, pone la guinda al trabajo del que usted da cuenta con su documental?

Sí, yo colaboré en la redacción con James y Helen de Cynical theories. Es la culminación del trabajo de investigación que tuvo lugar en ese proyecto. Veo el libro Cynical theories como una obra de acompañamiento al documental.

Uno de los argumentos que se reprocha a los autores de esta operación para desenmascarar los “estudios identitarios” es que, si se trataba de un experimento, ha de haber un conocimiento de los participantes del experimento de que están participando en un experimento.

La situación en este tema es tal que podemos escalar nuestra forma de actuar. Esa distante actitud académica que usted describe era más bien para otro momento. En 2023 tenemos que escalar. Además, hay que tener en cuenta que el método académico es demasiado lento. Hay que acelerar las cosas.

En The reformers se aprecia, en cualquier caso, que, por ejemplo, Peter Boghossian intentó por activa y por pasiva hablar con los académicos e instituciones que acabaría denunciado con el “escándalo de los estudios del agravio”. ¿No es así?

Exacto. Estamos en un momento en el que, como dice Jonathan Haidt, en el mundo académico se aplican las normas como si fueran tenis. Pero estas disciplinas han entrado en la cancha de tenis y han empezado a arrollar a la gente. Ellos son los primeros que no siguen las normas. Por eso digo que, en la situación actual, las reglas del juego han cambiado.

Previamente, usted realizó un documental sobre lo que pasó en la universidad Evergreen State College, Bret Weinstein, Heather Heying and the Evergreen Equity Council. En él ya se veía lo que estaba pasando con las humanidades y lo que denunciaban los autores del “escándalo de los estudios del agravio”. A su entender, ¿Qué está pasando?

Es difícil explicar en términos generales lo que está pasando. Cuanto más general habla uno, más detalles se pierden. Pero estamos ante un fenómeno generacional, tecnológico –con las redes sociales, que se han convertido en una herramienta de distribución ideológica– y muchas otras cosas más. La aparición de Tumblr, Youtube, Twitter y demás, sumado al canon de activismo en las universidades, hizo que proliferaran unas visiones del mundo extrañas pero que en internet tienen sentido. Pero ese activismo académico es anterior a las redes sociales. Pero, digamóslo así, ese canon se escapó del laboratorio una vez que las redes sociales empezaron a servir para la circulación de ideas.

Recordemos, básicamente, que esas ideas son lo que se conoce como teoría crítica de la raza, de la teoría queer y la teoría postcolonial.

Sí, a mí me gusta llamarlas las tres cabezas de la hidra a la que nos enfrentamos. Porque son teorías que están ahí para socavar los regímenes liberales. Los académicos que están trabajando sobre estas teorías se han colocado en posiciones de control de la evolución del pensamiento de la civilización occidental y están manejando los hilos.

Hay gente que está plantando cara a estas teorías y a estas disciplinas de las humanidades que exponen los protagonistas de The reformers, pero parecería que no es suficiente. ¿Qué piensa usted?

No es suficiente, no. Es demasiado tarde para tener un comportamiento 100% académico. Ese comportamiento era, si acaso, para los años noventa. Piense en que hay artículos académicos defendiendo la meritocracia que acaban siendo publicados en publicaciones como The Journal of Controversial Ideas. O sea, que la meritocracia se ha convertido en algo controvertido. La defensa de la meritocracia, por tanto, ya no encuentra cabida en las grandes publicaciones científicas. En suma, los esfuerzos académicos en defensa de la meritocracia son un poco como los violinistas del Titanic. Mis respetos, pero es demasiado tarde.

¿Diría usted que tenemos un problema en el resto del mundo si atendemos a las Humanidades, que en Estados Unidos y el mundo anglosajón están corrompidas, como vienen a decir los protagonistas de The reformers?

Bueno, no creo, por otro lado, que las universidades estén jugando ahora un papel similar al que estaban jugando antes de la era de internet. Antes, el saber venía de las universidades. Pero eso ya no es así. La gente que gobernaba los espacios de saber e información ya no lo hace. Puede que trate de hacerlo. Pero su momento ha pasado ya. Decir esto tal vez sea demasiado radical. Pero no creo que estemos en una situación como la de los años ochenta o noventa. Sin embargo, el mundo occidental tienen un problema porque internet hace que las ideas circulen de forma muy diferente.

¿Y cómo valora tentativas como la nueva Universidad de Austin, un esfuerzo universitario liberal en el que participa Peter Boghossian? También han surgido nuevos medios de comunicación en esta línea, como The Free Press, de la mano de Bari Weiss, u otras iniciativas como las de la propia Helen Pluckrose o James Lindsay.

No quiero sonar cínico después de lo que le acabo de decir. Es verdad que se están presentando soluciones. Creo que muchas soluciones para el mundo académico o los medios de comunicación –que también generan información y saber– vendrán de fuera de esas instituciones. A mí me interesan particularmente las soluciones que se están produciendo fuera de esas instituciones. ~

20 de julio 2023

Letras Libres

https://letraslibres.com/politica/mike-nayna-nos-enfrentamos-a-una-hidra...

 10 min


Ignacio Avalos Gutiérrez

En estos días me he dedicado a pensar y leer sobre temas distintos, escogidos casi al azar. Son diversos los asuntos por los que deambulé, algunos de los cuales los expongo en estas breves líneas, sin ningún orden y sin ningún motivo que no sea el asombro, aderezado por el desconcierto.

Sube el “record” de calor

Leo que en el transcurso de las últimas semanas el planeta ha venido rompiendo sucesivamente el “record” de calor, registrando una temperatura cada vez más alta, estimación en la que coinciden todos los organismos que abordan el tema. Encima los expertos advierten que la marca podría superarse varias veces más este año, dándonos la pésima noticia de que estas olas de calor serán cada vez más frecuentes y severas. Concuerdan, además, en que tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles, no dentro de algunas décadas, sino ahora.

Me viene a la mente, entonces, la cantidad de informes que han estado alertando, desde hace alrededor de cincuenta años (recordemos “Los Limites del Crecimiento”, el famoso Informe del Club de Roma en la década de los setenta) sobre el riesgo que corremos los terrícolas y desfilan en mi memoria los infinitos acuerdos aprobados, casi bajo juramento, por la mayoría de los países, pero ignorado al momento de tomar las medidas correspondientes. Se le ocurre a uno, entonces, la sospecha de que los habitantes del mundo tienen tendencia hacia el “autosuicidio”, palabra inventada a finales del siglo pasado, según se cuenta, por un importante líder político de la denominada Cuarta Republica.

La Globesidad

Brincando de asunto observo que el mundo engorda con el pie en el acelerador, a tal punto que Organización Mundial de la Salud acuñó el término Globesidad para describir lo que está sucediendo en niños y jóvenes, adultos, hombres y mujeres, tanto en los países ricos (Estados Unidos a la cabeza: casi dos tercios de los adultos), como en los pobres, al igual que en los que se ubican entre aquellos y éstos. Se trata, pues, de una verdadera pandemia de la que no se libra Venezuela, según lo muestran las estadísticas, ubicándola entre los tres primeros lugares de América Latina. Es, pues, un grave problema de salud pública, según lo ha señalado el propio Gobierno.

Los diagnósticos explican que hay una inequívoca conexión entre pobreza y gordura y que, más allá de ciertos desacomodos en el funcionamiento del cuerpo, el gordo se fabrica por comer mucho, mal y con premura, además de llevar una vida sedentaria.

Pero el asunto tiene, así mismo, aristas económicas fundamentales. Un vistazo rápido señala que a lo largo de los últimos años ha tenido lugar un proceso de industrialización que, gracias a innovaciones tecnológicas y organizativas llevadas a cabo en buena medida en nombre de las sagradas economías de escala, se ha logrado abaratar el precio de los alimentos, homogeneizándolos mediante la adopción de sistemas que buscan cantidad, más que calidad, esto es, ser rentables, más que saludables. Transgénicos, concentración insalubre de animales, alimentados de manera inadecuada, aditivos químicos para la conservación de los productos, son, por mencionar algunos factores, propios de un esquema productivo cuya más clara señal de éxito, según opinó alguien con cierta dosis de sarcasmo, es el número de personas obesas.

La velocidad

Conforme a una expresión que se ha convertido en “cliché”, la sociedad de hoy en día se encuentra "enferma de prisa y totalmente anestesiada", y lo peor, es que los terrícolas somos cada vez menos conscientes de ello. Somos víctimas de “un estado de turbo temporalidad en donde todo va acelerado".

La rapidez se ha convertido en un criterio imprescindible para ordenar la vida, al extremo de que los países no se dividen únicamente entre desarrollados y subdesarrollados, sino en lentos y rápidos. Atragantarse en el almuerzo se convierte, entonces, en un dato relevante para transitar la ruta del progreso.

Así las cosas, la tranquilidad y el sosiego son valores incapaces de rivalizar con el termómetro del PIB o el número de automóviles por habitante. “Correr o morir”, that is the question. Ir a toda velocidad, aunque no se sepa muy bien hacia dónde, e incluso si se abriga la sospecha de que se va por la pista equivocada. Cosas éstas, así pues, que describen, si bien no de manera exclusiva, a la civilización occidental, como judeocristiana y rápida.

La Sedotofobia

Estamos expuestos diariamente a sonidos que, según la arriba mencionada OMS y otras muchas instituciones, superan el umbral de ruido saludable para nuestros oídos (alarmas del teléfono, tráfico en las ciudades grandes, tubos de escape, sirena de patrullas o ambulancia, música todo volumen en cualquier lado, en fin) Son, se advierte, sonidos que pueden acabar dañando seriamente el sistema auditivo.

Nuestro mundo se ha convertido en una metáfora del ruido, clasificado como un problema ambiental que afecta a las personas, tanto en su salud física (molestias ocasionales, diabetes, hipertensión, alteración de la frecuencia cardíaca…), como en su condición mental (insomnio, falta de atención y escasa concentración, fatiga, estrés, irritabilidad, lapsus de memoria, agresividad, depresión, ansiedad, …).

El ruido es uno de los factores medioambientales que provoca más alteraciones en la salud, después de la contaminación atmosférica. Sin embargo, lo peor es que nos hemos acostumbrado a tolerar el ruido y lo que es seguramente más grave, habituado a generarlo, esto es, le dimos carácter de costumbre.

Pero la cosa no termina allí puesto que diversas investigaciones han diagnosticado la “sedotofobia”, esto es, al miedo, a la calma, al sosiego y a la quietud. En una de sus canciones Joaquín Sabina habla de “un ruido que todo lo inunda, que no deja lugar para el sosiego o la paz que nace de una de las más preciosas -y subversivas- libertades que, mal que bien, aún nos quedan: el silencio”. Se está perdiendo, por tanto, un derecho fundamental de cualquier ciudadano.

La guerra

Pareciera que se nos ha perdido la noción del tiempo que ha durado sólo tenemos la certeza de que los muertos son miles de miles El conflicto se ha convertido en eso que los expertos denominan un problema geopolítico. Así, diversos países tercian en el asunto, cada uno con su barajita escondida tras las banderas de la paz, el resguardo de los derechos humanos, el repudio a las armas químicas y atómicas y el resto del bla, bla, bla, que condimenta la prédica de los que fungen como guardianes planetarios. Así las cosas, si por fin hay un cese a la guerra, es porque las distintas barajitas pudieron hacerse compatibles.

De nuevo, como si faltaran pruebas, se comprueba que las normas internacionales parecieran borradores escritos en servilletas. Que las diversas instituciones encargadas de elaborarlas y hacerlas cumplir, semejan un jarrón chino. Que les queda grande la globalización, no saben manejar la creciente densidad de las interdependencias y sólo observan las cosas desde la perspectiva del interés asociado al pedazo que corresponde al Estado Nacional.

Ucrania no será, tristemente, el último caso que ponga de bulto el peligroso déficit de gobernabilidad en el planeta. Lo más lamentable es que el conflicto será una derrota para todos, sea cual sea su resultado.

Queda demostrado por enésima vez que, al final de cuentas, la guerra solo la entienden (y sienten) los que la sufren, así como quienes son capaces de ponerse en su lugar y comprender que no existen causas por las que haya que morir.

Conclusión

Los asuntos considerados anteriormente dejan la sensación de que el planeta evoluciona sin una brújula que le señale la ruta que lleva y menos aún, si es la correcta, circunstancia cuya gravedad no es posible abultar en esta época trazada por la globalización (todo ocurre en todos los rincones del mundo), el agotamiento del vigente modelo de desarrollo (hace agua por todas partes) y las profundas trasformaciones tecnológicas (aceleradas y disruptivas), aspectos que desde hace un buen rato están enviando señales que hay que saber descifrar porque ponen a la especie humana entre la espada y la pared.

El Nacional, miércoles 26 de julio de 2023

 6 min


Karin van Groningen

¡El Narciso ha logrado atraer la atención sobre su persona desde hace al menos treinta y nueve siglos!... Y es que ya en el siglo XVIII a. d. Cristo los griegos le cantaban al Narciso, que había nacido de la unión del dios del río Cefiso y de la ninfa Liriope. Estaban encantados con él…

¡Ignoraban que habían sido víctimas de su embrujo malsano!... Ignoraban los griegos de aquellas épocas que la necesidad de hechizar era la condena que los dioses le habían impuesto al joven Narciso por haberse negado a enamorarse de la ninfa Eco y luego del joven Ameinias. En venganza lo obligaron a enamorarse de sí mismo. Y fue tan grande su auto enamoramiento que cayó en las aguas de un manantial, cuando incapacitado para otra cosa, abrazó su propia imagen autoadorada.

Fue el médico Sigmund Freud quien lo rescató y de ello hace solo dos siglos ¡Treinta y siete siglos pasó el Narciso abrazado a sí mismo en las aguas de ese manantial!... Y el médico psiquiatra lo llevó de inmediato al hospital. ¡Está enfermo! —dijo. Es un enano que no pudo crecer… ¡Un “enano” emocional! —gritó súbitamente con vehemencia. Es por ello que, ahora siendo un adulto, sigue manteniendo un yo infantil, grandioso y poco realista que necesita continua admiración —explicó el doctor—. Necesita que crean que es muy importante y especial y que lo traten en correspondencia con esa idea… Por eso se autopromociona constantemente manipulando la realidad e introduciendo cambios en los hechos. Por ello vive pendiente de los demás para sacar provecho de ellos a favor de su imagen fantasiosamente manipulada, mientras simula un amor que no siente, incapaz de entender los sentimientos y las necesidades ajenas. Autoimagen construida a su antojo que usa para tejer una red de dependencias psicológicas —siempre conflictivas—. Pero nuestro Narciso, concluye el Dr. Freud, es en realidad muy envidioso e inseguro sobre su propia valía, lo que le provoca visibles estados de infelicidad y de frustración que se disparan —sin control— cuando no recibe los favores, la atención especial, el reconocimiento o la admiración que cree que merece. Cuando no siguen sus recomendaciones expertas.

Lo cierto es que el Dr. Freud y el hospital —o el manicomio—no encontraron la cura a esta enfermedad y ese “enanismo emocional” parece haberse propagado conforme han seguido creciendo las masas humanas en el mundo. Y es solo en el siglo XXI, cuando tenemos el “instrumental médico” que permite observar la pandemia abiertamente —descarnadamente—. La tecnología detrás de las redes sociales y de los selfies delata a los millones de “enanos emocionales” que habitan en el universo como si se tratase de un poderoso microscopio, facilitándoles la manipulación para construir aquel mundo de fantasía en el que desean exponer y promocionar su imagen. Manifestaciones que se extienden como la pólvora entre grandes grupos de jóvenes y no tan jóvenes “emocionalmente inmaduros” poniendo en duda la tesis freudiana de la enfermedad y devolviéndolos al mundo mitológico de la Grecia Antigua. ¿Usted qué opina?

Copyright©Karin van Groningen Chiriboga

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